Since you've been gone by Walia
Capítulo 1º
En su familia siempre fueron unos pobretones, pero se cuidaban entre ellos, se amaban y tenían un fuerte instinto de justicia, un código de honor que compartían. Otra característica que les diferenciaba además de todos poseer pelo negro, piel clara y rasgados ojos negros, era que los Uchiha poseían un fuerte orgullo y eran algo arrogantes, no les gustaba bajar la cabeza ante nadie y menos arrodillarse ante nadie, menos si ese no lo merecía. Y si había algo que Izuna había aprendido demasiado bien en su vida, es que un alfa no merecía que él hiciera ninguna de esas acciones. La mayoría de alfas que había conocido y tratado eran despreciables, exceptuando a algunos que podía contar con los dedos de una sola mano, y esos eran de su familia o buenos amigos que habían pasado a considerarse miembros de su manada. Los demás se aprovechaban de los omegas y las mujeres beta, eran tan despreciables... Y por eso él actuaba de esa forma y se dedicaba a ese turbio negocio. Y os preguntaréis que negocio es ese tan turbio... Pues a simple vista parecía un prostíbulo... Pero esa era solamente una fachada, detrás había una red de ayuda y protección a omegas. Él, Obito, Kakashi y Sasuke se dedicaban a "raptar", "asesinar", "robar"... A omegas. O eso es lo que parecía cuando los policías investigaban las extrañas "desapariciones" de esos mismos omegas. La realidad es que ellos se encargaban de planificar todo un teatro, a crear escenarios llenos de falsas pruebas sobre la muerte de esos omegas y lo que hacían realmente es ponerles a salvo, crearles una nueva identidad y ayudarles a empezar en otro lugar. Había más personas implicadas en esa escenificación, personas que creían como ellos que lo que les sucedía a los omegas era una injusticia y que debían ayudarles a desaparecer y empezar de nuevo con una nueva y buena vida, donde fueran libres para escoger su camino. Y quizás es por eso que Izuna Uchiha siempre estaba en el punto de mira de la policía... Algo que no le preocupaba, eran casi todos unos corruptos. Pero nos estamos adelantando, quizás podríamos empezar desde el inicio, pues toda historia tiene uno...
Hanako, una bella omega, se había enamorado del mejor alfa posible, Tajima Uchiha, y encima el de pelo azabache la cortejaba con una dulzura que le derretía el corazón y le llenaba el vientre de mariposas. Cuando a los 15 años tuvo su primer celo no se sintió atemorizada, Tajima estuvo a su lado y se ocupó de ella con suavidad y cuidado, se enlazaron pues se entregó sin reservas a su amado. Unos meses más tarde se enteraron de que estaba en espera, era algo de lógica, no habían tomado nada para evitarlo... Tampoco es como si tuvieran el dinero para costearse anticonceptivos. A sus 16 años fue madre, Madara Uchiha era a sus ojos el cachorro más adorable y mono que había contemplado jamás, su alfa estuvo en acuerdo mientras se acurrucaba en ese modesto nido que había podido realizar.
–Le vamos a educar para que sea alguien digno y honorable.–Musitó con orgullo su alfa mientras permitía que su cachorro jugueteara con sus dedos.
Y cumplieron muy bien. Podían ser extremadamente pobres pero creían en la justicia, en el honor, en la igualdad y el respeto, y así le mostraron el mundo a Madara.
Tajima se lo llevaba a su gimnasio, donde admitía a cualquier persona, sin distinción de clases, ni géneros, ni castas... Todos eran bienvenidos y a todos les intentaba enseñar a ser de noble corazón. No ganaban mucho con el gimnasio, pues Tajima admitía a cualquiera, aunque no pudieran pagarle, él decía que ese centro era el hogar de todos en el barrio y así se lo inculcó a Madara mientras le entrenaba y le permitía ayudarle a entrenar a otros chicos y chicas.
Hanako por su parte trabajaba en una pequeña cafetería donde todos la amaban por su gran corazón y su dulce sonrisa. Su trabajo era agotador, pero estaba muy agradecida por tenerlo, además cada día podía llevarse algún pedacito de tarta para su amada familia. No tenían demasiado, pero eran tan felices y se querían tanto...
Pero, a veces suceden cosas tristes y malas a personas buenas como ellos... Mirándolo ahora, Izuna podía decir que, allí arriba alguien les quería joder pero bien pues la vida había sido especialmente cruel con los suyos.
La muerte salpicó a la pequeña familia Uchiha... Tajima había muerto de una larga enfermedad, lo duro fue que ni su omega ni su hijo conocían el mal que aquejaba al alfa, Tajima se lo había guardado como un secreto. Eran pobres y no tenían los recursos suficientes para conseguir el tratamiento, así que creyó que lo mejor era callarse para que no se preocuparan. El entierro fue costoso y no tenían como costearlo, por suerte la gente del barrio amaba tanto a Tajima que todos colaboraron para que el alfa recibiera la adecuada sepultura, también apoyaron a Hanako y Madara para que pudieran salir adelante.
Faltando el sueldo de Tajima en casa, Madara empezó a ocuparse del gimnasio de su progenitor, además de trabajar unas horas cada día ayudando a descargar camiones de frutas para su venta en el mercado municipal bien temprano cada mañana. También se dedicó a terminar sus estudios con buenas notas, quería entrar en el cuerpo policial y para eso necesitaba un expediente impecable. Estando en la policía podría proteger a los más necesitados y a la vez tendría un buen seguro médico que le cubriría a su madre y a si mismo, no volvería a ocurrir a nadie de su familia lo mismo que a su padre. Y a los 18 años consiguió su propósito siendo admitido en la academia de policía de la ciudad. Hanako estaba tan orgullosa de su hijo. En realidad todos en el barrio hicieron una gran fiesta para celebrar que Madara Uchiha estaba cumpliendo sus sueños. El joven alfa era igual de amado que sus padres, pues seguía llevando el gimnasio que abrió Tajima y ayudando a los jóvenes del barrio para que no cayeran en la mala vida, para que no entraran en las bandas criminales.
A los 19 años, volviendo de la comisaria donde había iniciado su periplo policial como novato, el Uchiha conoció al que más tarde se convertiría en su pareja, Hashirama Senju.
Hashirama era un omega de clase alta, un joven de cerca 18 años que tenía un sueño que estaba deseando cumplir, quería ser doctor. El problema era su padre Butsuma que creía que su primogénito omega no necesitaba trabajar y menos en un sucio hospital. Según el patriarca Senju, Hashirama solo tenía que unirse a un alfa de alta cuna como lo era él y tendría la vida solucionada, como tendría que desear hacer todo omega... Enlazarse con uno de esos buenos alfas que siempre intentaba presentarle, gestar una o dos crías y así tendría una gran vida sin hacer nada donde tuviera que ensuciarse las manos o tratar con gente de baja calaña, como tendría que hacer si seguía con esa estupidez de ser médico. La de discusiones que había tenido Hashirama con su retrógrado padre por eso mismo. Y ese día no había sido diferente, se había marchado de la mansión tan molesto... Y había terminado en un autobús rumbo a cualquier lugar que estuviera lejos de su progenitor. En su enfado por irse no agarró nada más que no fueran algunas monedas, las que le habían servido para pagar el billete del autobús, pero no agarró su blíster con el supresor... Y estaba cerca de su temporada de celo. Tenía tan mala suerte que empezó a afectarle el mismo en el autobús. Se bajó del vehículo al saberse observado por todos los demás pasajeros y empezó a caminar rápido, tenía que buscar un lugar donde estuviera a salvo, por alguna calle tenía que estar un local para omegas, para que se refugiaran allí en momentos así.
Hashirama no sabía donde meterse, a la rabia que portaba por la discusión, se le mezcló el miedo a que alguien le asaltara y le violara, mientras caminaba encorvado por la calle, intentando no llamar la atención de nadie. Y como si hubieran sido llamados, cuatro jóvenes de buen vestir le cercaron, empezando a seguirle y a gritarle obscenidades. Tenía tanto miedo que las lágrimas bajaban por sus ojos... No quería terminar así... No quería eso... Los cada vez más intrépidos alfas, que por mucho que vistieran ropa de calidad, solo eran unos animales afectados y espoleados por su aroma excitante, le terminaron acorralando en un callejón. Gritó por ayuda, pero las personas miraban hacía otra dirección... Nadie quería meterse en problemas por ayudar a un omega, todos creyendo que era algo que se había buscado por no tener cuidado... Hasta que llegó él. En un primer momento Hashirama no consiguió distinguirle a causa de sus ojos llenos de lágrimas que dificultaban su visión. El misterioso alfa, por su aroma notaba que era de esa casta, peleó contra los otros cuatro y les dejó fuera de combate, y cuando le sintió cerca suyo se encogió algo atemorizado... Si había vencido con tanta facilidad a esos, ¿qué le haría a él que estaba empezando su celo? Seguro que sólo quería reclamarle para sí mismo, sin tenerle que compartir con otros machos.
–No temas, toma mi mano te sacaré de aquí. ¿Puedes caminar? ¿Te han herido?
La voz profunda y gruesa del alfa, le gustó, no mostraba lujuria evidente y si un fuerte autocontrol. Le miró bien, notando su desordenado y salvaje pelo negro, una piel blanca, unos ojos negros como la noche más oscura que le observaban con infinita preocupación y un cuerpo fuerte.
–No tengas miedo, te llevaré a un sitio seguro.
Con lentitud estiró su mano para sujetar la del alfa y que así ese le ayudara a levantarse. Ayudado por ese hombre, que se dedicó a protegerle con su aroma de mirones que se giraban al oler su necesidad, el alfa le ayudó a llegar a un hotel. Eso le dio un poco de temor, ¿y si deseaba hacerle algo en una de las habitaciones? Pero no pudo luchar contra el avance del alfa que le sujetó al ser afectado por un calambrazo en su vientre, jadeó por el dolor mientras el fuerte alfa le cargaba cual princesa y pedía un cuarto. Al llegar al mismo el azabache le dejó en la cama y le acercó una botella de agua del mini bar.
–Toma bebe un poco. Iré a mojar unas toallas en agua fría.
Para ese momento Hashirama ya le importaba poco que ese alfa le follara allí mismo, si hasta lo estaba empezando a desear. Pero en contra de lo que había creído de él hace apenas unos minutos atrás, el azabache de forma muy respetuosa le posó una toalla fría en la frente y la otra en su vientre al levantarle un poco la camiseta.
–Esto te hará sentir algo mejor, a mi madre le ayuda.
Le agradeció con un suspiro satisfecho, mientras conseguía relajar un poco sus músculos. En breve buscaría ser tocado y saciado, pero por ahora eso había calmado algo su malestar.
–Iré a una farmacia a buscarte supresores. Me llevaré la llave para que nadie te moleste.
Le asintió, eso era lo mejor... Capaz y al iniciar el celo en si, en su estado de necesidad, saliera a buscar a un alfa, así que mejor que ese alfa se llevara la llave y le encerrara allí dentro.
Cuando el alfa volvió, él ya estaba gimoteando y retorciéndose en la cama. Le vio entrar y le llamó, deseando que se enterrara en su interior, que le follara con esa fuerza que sabía que poseía ese azabache, que le anudara, que le llenara de su abundante esperma, que le poseyera de todas las formas posibles... Pero los planes del alfa eran diferentes a los suyos... Se cubrió la nariz para intentar contrarrestar las feromonas de celo del omega y le acercó el supresor... Más en esos momentos no es que él estuviera muy colaborador en tomarse la dichosa pastillita, él tenía otros planes algo más calientes.
Pero lo que no sabía Hashirama es que Madara era un alfa muy honorable y que nunca se aprovecharía de un omega y menos en celo, cuando no eran capaces de consentir de forma consciente. Así que poniéndose la pastilla en la boca, le agarró de las quijadas y le obligó a besarle, aprovechando para empujarle la pastilla en la boca y obligarle a tragarla. Luego le dejó solo en el cuarto al encerrarse en el baño. Dándole tiempo a que la pastilla supresora del celo hiciera efecto en el atractivo omega castaño. Claro que Madara se vio afectado por el celo del omega, pero eso no le daba derecho a usarle de esa forma, por mucho que el omega lo pidiera en ese estado afiebrado por el estro. Madara se tuvo que masturbar furiosamente y varias veces tras haber sido sometido a las intentas feromonas del bello omega de larga cabellera castaña. Y cuando quedó lo suficientemente saciado se dio un baño con agua fría, luego salió para comprobar que el castaño estuviera bien.
–Lo siento...– Susurró Hashirama encogido en una esquina del cuarto, deprimido y avergonzado por su despiste.
–Me alegra de ver que estás bien, ¿puedes moverte? ¿Algo te duele? Espero que esas pastillas no te creen efectos secundarios...
No todos los inhibidores servían para los mismos omegas, algunas marcas les podía crear graves efectos secundarios... Por eso había tantas farmacéuticas y tantas marcas de pastillas. Madara había comprado las mejores, aunque esas eran muy caras, para intentar minimizar los posibles efectos secundarios.
–Estoy bien, gracias por ayudarme.– Miró la caja de pastillas, eran las que solía usar él.– Tranquilo, son las que utilizo.
–Perfecto. ¿Quieres darte una ducha? Te ayudará a desentumecer los músculos.– Y esperó a que el omega se diera un baño, una vez ya listo salieron del hotel.
Ese pelinegro le había ayudado tanto y encima sin querer nada a cambio, eso no era algo que se encontrara en los círculos donde se solía mover...
–¿Puede hacerte una pregunta?– La afirmación del alfa le animó a proseguir.– ¿Por qué me has ayudado?
–Porque necesitabas ayuda y mis padres me enseñaron que eso era lo correcto.– Respondió Madara como si nada.
Hashirama podía ver la sinceridad en ese cincelado rostro, pero a la vez se sentía tan confundido.
–¿No me encuentras atractivo?
–Mucho.
–¿Y entonces...?– Se detuvo y obligó al otro a hacerlo.–¿Por qué no has querido...?
–No era lo correcto. Que te encuentre guapo y que estuvieras en celo con tu aroma llamándome, no significa que tenga que lanzarme a abusar de ti... Eso no es lo adecuado, tu tienes que poder decidir si quieres intimar con conmigo o no. Que sea un alfa no me da derecho a decidir por ti cuando no estas capacitado, en ese momento, para hacerlo. Tengo la fuerza para resistirme... Todos la tenemos, aunque esos repugnantes de antes no quieran refrenarse.
Nunca había conocido a un alfa así... Que hablara de esa forma y no culpara a un omega por estar en celo y "tentar" a los alfas con su esencia. Hasta su propio padre le culpaba cuando sufría del celo por "impregnar" la casa con sus lascivas feromonas y no controlarse... Eso si, cuando su padre entraba en celo era algo natural y tenía que aceptarse su falta de control en esas situaciones.
–Me gustaría volver a verte, esto...
–Madara Uchiha, ¿y tu?
–Hashirama Senju– Le sonrió.
–Ha sido un placer ayudarte, Hashirama.– Le dijo habiendo llegado a la entrada del barrio donde vivía el castaño, se había propuesto acompañarle para asegurarse de que llegaba bien.
– Y lo que te dicho sobre volvernos a ver...– Le gustaba ese alfa azabache, era tan bueno, con una moral intachable y atractivo.
–No es buena idea Hashirama... Tu eres de buena clase y yo soy un pobretón que vive en los suburbios. No soy el adecuado para ti, no puedo ofrecerte nada... Hay alfas mil veces mejores que yo esperando por alguien como tu.– ¿Le gustaba ese omega de piel algo bronceada? Pues la verdad es que si, pero no era correcto... Pertenecían a dos mundos distintos. – Adiós Hashirama, cuídate mucho y se feliz.
Hashirama frunció el ceño contrariado, ¿qué no era adecuado? ¿Qué Madara no tenía nada para ofrecerle? ¡Era un tonto! No había conocido a nadie tan bueno como ese alfa, y si tenía algo que ofrecerle... Su corazón. Había conocido a cientos de alfas... Amigos de su padre y los hijos de esos alfas, todos eran igual a Butsuma... Despreciables que se creían la gran cosa y se pensaban el ombligo del mundo y que podían hacer lo que quisieran con las vidas de los omegas, incluso los que eran sus parejas... Alfas que se creían con el derecho de decidir por encima de todos, alfas que creían que no necesitaban controlarse pues podían hacerles a los omegas lo que desearan y que encima estos debían estar agradecidos. ¡No, Madara tenía muchísimo más que todos esos para ofrecer! Todos esos alfas de su misma clase social no le llegaban a la suela del zapato a alguien como ese alfa azabache que acababa de conocer.
–No te vas a librar de mi, Madara Uchiha.– Lo había decidido, quería conocer más a ese pelinegro de gran corazón.
Y así fue como Hashirama se puso a investigar al alfa que le había salvado de ser violado y quizás marcado por esos cuatro que le habían acorralado cuando estaba empezando su celo. Y descubrió que Madara estaba empezando en la policía y que además poseía un gimnasio donde aceptaba, daba clases y ayudaba a cualquiera que se presentase en él... Así que eso hizo.
–Hashirama, ¿qué haces aquí? Estas muy lejos de tu hogar...– Y era un zona peligrosa para alguien como ese omega.
–Quiero que me des clases de defensa personal, quiero poder defenderme... – Le sonrió inocente.– Y también quiero conocerte mejor. Dices que no eres adecuado para mi, pero yo no creo tal cosa.
–Hashirama, esto no es correcto...
–¡No voy a irme! Voy a venir cada día y pienso insistir hasta que veas que nadie es más adecuado que tu. Nunca había conocido a un alfa como tu, Madara. Los que tengo la desgracia de conocer son despreciables, habrían abusado de mi y encima me culparían por ello.– Le sujetó una mano con delicadeza.– No me eches o me digas que no sin darme una oportunidad, Mady.
–¿Mady?–Levantó una ceja divertido por esas confianzas. Le gustaba ese moreno y su forma de hacer tan distendida.– ¿Lo de las clases es en serio?
–¡Por supuesto! De donde yo procedo los omegas tenemos que dedicarnos al baile y clases de gimnasia del estilo... Y yo tengo dos pies izquierdos.
Odiaba esas clases de baile a las que su padre le había querido obligar a asistir, las dejó a la primera semana.
–Soy un profesor duro, no hago excepciones a nadie.
–Soy un omega duro, verás que no te arrepentirás.
–Ve a cambiarte, empezamos en unos minutos.–Mientras se cruzaba de brazos con una suave sonrisa en su rictus algo severo.
–¡Si!– Pero se detuvo antes de ir a los vestidores.– ¿Y sobre lo otro? Realmente quiero que salgamos.
–Ya veremos... Si te esfuerzas bien, te invitaré a un helado.
–Yo te invitaré a ti a un helado... Si eres un buen profesor.– Y se fue carcajeando mientras iba a los vestuarios a cambiarse.
Negó divertido por esa actitud tan desenfadada y desvergonzada del omega... Pero lo cierto es que desde ese día Madara Uchiha y Hashirama Senju empezaron a salir. Eran tan diferentes, pero a la vez iguales... Juntos formaban un excelente equipo y se complementaban muy bien. Madara le presentó a su madre Hanako y enseguida ambos omegas se estimaron. Hashirama podía ser de clase social alta, pero siempre se comportaba alegre y aceptándoles, al omega castaño no le importaban las riquezas y eso se lo había demostrado a Madara desde ese primer día que quedaron. Hashirama fue un gran apoyo en la carrera policiaca de Madara y estuvo a su lado cuando se licenció y pudo empezar a trabajar en el cuerpo. Madara apoyó y animó a Hashirama a estudiar medicina y eso aumentó el empeñó del omega por lograrlo, consiguiendo que su padre le diera permiso para iniciar sus estudios el próximo curso. Como su relación iba realmente en serio y ambos deseaban enlazarse, fue el momento que Hashirama considero oportuno para presentar a Madara a su progenitor. El Uchiha ya conocía a su pequeño hermanito Tobirama de apenas un par de añitos. Y aunque con el pequeño cachorro albino no compartían madre, Hashirama amaba mucho al bebé, por eso lo había llevado al parque junto a su pareja.
Y ahí estaban ahora, en un caro restaurante, pues así era Butsuma, al cual le gustaba lucir y restregar a los demás su riqueza, los tres. Su padre frunciendo el ceño al ver al alfa azabache, todo y que Madara se había mostrado muy cordial y educado para con el alfa Senju.
–¿Es en serio Hashirama?
–¿Padre?
–Me decepcionas hijo... Te he presentado a miles de buenos alfas y tú escoges a un muerto de hambre y lo traes ante mi, y me dices que quieres enlazarte con él... Patético.
–¡Padre! ¡No diga eso! Madara es el mejor alfa que he podido conocer, él me hace feliz, me ama y trata como su igual. Si tan sólo pudieras darle una oportunidad, lo verías...
–Tonterías... Sólo quiere aprovecharse de nuestras riquezas...
–No deseo nada de su dinero, señor Senju. Yo amo a Hashirama.
–Déjate de tonterías, joven... Solo eres un oportunista que ha engañado a mi tonto hijo aprovechándose de que es un omega.– Ese omega había sonado cargado de desprecio en los labios de Butsuma.
Madara frunció el ceño y liberó un gruñido bajo, no soportaba que insultara de esa forma a su omega... Ese hombre era una criatura despreciable, ahora entendía porque Hashirama había retrasado el máximo posible ese encuentro.
–Su hijo es alguien admirable, solo que usted parece incapaz de verlo...– Luego miró a su pareja que se mostraba cabreado y herido a partes iguales.– Tranquilo... No te preocupes. Será mejor que me vaya por ahora, Hashi.
Le besó en la sien y fue por levantarse. No quería quedarse más delante de ese, capaz y terminaría pegándole por escuchar como trataba a su amado.
–Gracias por la cena, señor.– Se despidió educadamente por mucho que ese no se lo mereciera, pero era el padre de su amado y tenía que contenerse de decirle cuatro cosas y más en ese lugar, sabría que sería él el juzgado mal. A pasos largos se marchó de ese restaurante. Sabía que era de familia pobre y que no estaba al nivel de Hashirama, pero él respetaba y quería con todo su ser al castaño y había tenido la esperanza de que se le dejara demostrar todo lo que estaba dispuesto a hacer por su amado, que el señor Senju viera cuanto amaba a su hijo.
–¿Por qué le has tratado así? Madara es la mejor persona que he conocido jamás y su madre Hanako es tan dulce y buena. Le amo padre.
–¡Basta, Hashirama! Sólo sientes atracción por ese joven... Acepto que físicamente te guste, pero deja ese capricho... Todos los omegas sois iguales, no sabéis decidir correctamente.– Bebió un sorbo del caro vino que le habían descorchado para esa ocasión.– Yo te buscaré a alguien digno para ti. Te he dado demasiada libertad todos estos años... Hace ya tiempo que tendría que haberte emparejado con un buen alfa de nuestro mismo estatus.
–¡No! ¡Amo a Madara! ¿Acaso no me has escuchado? Él no es un capricho, quiero unirme a Madara y eso haré.– Le encaró decidido.– No he venido hoy aquí a pedirte permiso, sino a presentarte a mi futura pareja. Y sino lo aceptas es tu problema.
Se levantó de la mesa dispuesto a irse con el alfa dueño de su corazón.
–Si haces eso te desheredo... Olvídate de tener nada mío y... Olvídate de que te page la universidad para estudiar medicina.– Se limpió los labios con la servilleta.– Y déjame decirte que ese pobretón no va a poder cubrir los gastos que supone dejar estudiar a un omega.
Como siempre su padre buscando chantajearle y conseguir algo a cambio por los "favores" que le hacía... Era tan típico de él. Le miró con firmeza por mucho que le hubiera dolido que su padre dijera tal cosa.
–Prefiero diez vidas de pobreza al lado de Madara, que una vida de riquezas a tu lado.– Y salió corriendo para poder atrapar a su alfa antes de que se marchara de allí.
Vio el viejo coche del Uchiha empezando a avanzar para alejarse de ese lugar.
–¡MADARA! MADY...– Mientras corría detrás del auto. Este se detuvo y de él bajó el alfa mirándole asombrado y feliz, se lanzó a abrazarle.– Te amo, Uchiha Madara y no quiero separarme jamás de tu lado.
–Hashi...– Mientras acariciaba sus mejillas y luego se fundían en un beso.– Yo no puedo ofrecerte todo lo que podría darte tu padre o alguno de sus amigos, pero te juro que mi corazón es tuyo para toda la eternidad.
–No quiero nada de Butsuma... Tú eres lo único que quiero en mi vida.
Esa misma noche se unieron, esa misma noche mientras hacían el amor, Madara le mordió en la nuca uniendo sus vidas, creando un lazo entre ambos. Esa misma noche empezó su felicidad. Se compraron una pequeña casita cerca de Hanako y del gimnasio que adornaron a su gusto, aunque de forma sencilla pues tampoco tenían más. Hashirama empezó a trabajar media jornada para poder pagarse los estudios de enfermería. No sería médico, pero ayudaría a sanar a la gente y quizás con el tiempo podría ir ampliando sus conocimientos y cuando ya trabajara podría mirar de compaginar el oficio de enfermería con los estudios de medicina. Tardaría más años en cumplir su sueño, pero lo lograría... Además tenía a Madara a su lado apoyándole en todo, incluso le ayudaba a estudiar en sus momentos libres. Le amaba tanto, eran tan felices.
Y si, realmente Izuna puede reconocer que en su familia hubieron momentos muy felices... Solo tenía que observar las fotos de esa época donde su hermano se unió con Hashirama, se les veía tan radiantes, tan alegres... A Hanako tan orgullosa de su único hijo. Se amaban y se apoyaban tanto los tres que parecía que nada pudiera empañar eso, pero siempre después de un momento feliz llegaba la desgracia...
Hanako volvía del trabajo esa tarde, estaba ya anocheciendo, llevaba una tarta que había conseguido en su trabajo con ella e iba directa a casa de su hijo y su pareja, tenían tanto que celebrar... Hashirama había entrado a trabajar en un hospital tras las practicas de enfermería, a ella misma la habían ascendido a encargada en el restaurante y a Madara le iba realmente bien las cosas en el cuerpo de policía, estaba en la unidad de criminalística.
Hanako tenía en ese entonces 40 años y seguía siendo una omega muy bella... Quizás por eso fue asaltada esa noche por un joven alfa en pleno apogeo del estro. Fue tirada contra el sucio suelo y forzada por ese violento joven alfa en celo, sus ropas desgarradas, su piel arañada, mordida y por mucho que gritó nadie fue en su ayuda, y eso que estaban en plena calle por muy de noche que fuera. Cuando el celo del alfa se calmó, se alejó del lugar veloz, dejando a la pobre omega en el suelo atemorizada y en shock... Por suerte había podido cubrir su nuca para no ser marcada, pero a cambio, recibiendo profundos mordiscos en sus brazos y hombros. Fue llevada al hospital por su propio hijo y nuero, que al ver que pasaban las horas y no llegaba salieron a por ella y deshicieron el camino que haría Hanako para llegar hasta su hogar. No habían podido irla a recoger pues ambos habían estado trabajando hasta tarde y Hanako había insistido que no pasaba nada, que iría a casa de la pareja, prepararía la cena para los tres y celebrarían cuando ellos llegaran de sus respectivos empleos.
Al encontrarla ahí tirada en la calle, medio desnuda y con la ropa ajada, cubierta de sangre... Temieron lo peor, pero la omega aun vivía sólo estaba en shock tras lo sufrido. Corrieron a llevarla al hospital, donde trabajaba Hashirama, donde la omega fue ingresada y tratada. También se presentó la denuncia, en casos de ataques causados por el celo de un alfa a una omega, sobretodo si era una omega de bajos recursos, no solía hacerse mucho caso de la misma. Se solía buscar al alfa en cuestión y se le obligaba a tomar responsabilidad de sus actos para con el omega, muchas veces obligándoles a enlazarse... Esta era la gran solución que se creía la más conveniente, y a ojos de Madara y Hashirama muy injusta para el/la omega, pero así era esa podrida sociedad alfista. Por suerte al ser Madara Uchiha un policía, la denuncia fue tomada más en serio, encontrando a un joven que apenas iniciaba su madurez sexual, un joven que estaba realmente asustado cuando vio la policía en las puertas de su hogar. Pero al que no le ocurrió nada, pues al ser apenas un adolescente que iniciaba su estro por vez primera se lo consideró un eximente, encima el joven era hermano del jefe de una pandilla que tenía gran poder y fue protegido por los suyos... Los demás policías no querían iniciar una batalla con esa poderosa banda por una omega abusada. Hashirama nunca había visto a Madara tan furioso... Él también lo estaba, esa sociedad en la que vivían era una autentica mierda... Sobretodo para los y las omegas.
–Me hice policía para luchar contra este tipo de injusticias... Pero de nada sirve que intente luchar contra ellas si las leyes son pura basura, Hashirama.– Los brazos de su pareja le rodearon con fuerza, mientras Hashirama liberaba su dulce aroma para calmarle.– ¿Cómo lo soportas?
Hashirama era omega y aunque hubiera sido de alta cuna, sabía que también era injusto para ellos.
–Porque te tengo a ti a mi lado... Tu eres mi fuerza Madara, mi mayor apoyo y soporte.
–Encima se que nos han hecho llegar un sobre con dinero... Encima queriendo comprarnos, son despreciables. Y al joven alfa no le ha caído ni un tirón de orejas. Me dan ganas de ir a darle una paliza y que tenga que ser traído a urgencias...
–Tranquilo, mi amor.
–Madara, hijo... No lo hagas, no vale la pena. Yo estoy bien.– Intervino Hanako.– Quiero que lleves ese dinero a algún centro social, para que así puedan seguir haciendo su labor. Al menos que esto sirva para algo.
Lo hecho hecho está pensaba la omega de más edad y en los centros sociales y comunitarios la ayuda económica era tan necesaria. Además ella ya estaba mejor...
Pero realmente Hanako no estaba mejor. Hanako había quedado embarazada de esa violación y cuando ingresó en el hospital no le dieron nada. Otra de las estúpidas leyes que no favorecían para nada a los omegas... Se consideraba que los omegas habían de proporcionar crías a los alfas que copulaban con ellos, entonces un omega no tenía derecho a que le fuera administrado un anticonceptivo sin el beneplácito del alfa con el que se hubiera apareado. Hanako había sido abusada por un joven alfa que iniciaba su periplo sexual, su madurez, y ese alfa no había dado la orden de que la omega recibiera anticonceptivos. Primeramente porque había iniciado tarde la investigación, todo y que Madara presionó para que buscaran a dicho abusador y, segundo, porque nadie había preguntado al alfa si deseaba que la omega se deshiciera de las "posibles consecuencias" de dicha copula forzosa, como era contemplada según las leyes.
Y ahí estaba Hanako, unos meses después de dicha violación, mostrando las primeros síntomas de un embarazo. Un embarazo que le costaría la vida a la omega al no tener un lazo con un alfa que la ayudara a soportar ese duro momento. La Uchiha no era precisamente joven y además los omegas necesitaban de la unión con su alfa para nutrirse y tener fuerza para llevar a término ese estado.
Madara intentó que el joven alfa que había preñado a su madre se hiciera responsable, aunque de forma provisional marcando a Hanako hasta que terminara el embarazo, pero encontró que había muerto por el ataque de una banda rival... Su madre estaba perdida y solo le quedaba apoyarla y cuidarla como mejor podían, pues Hanako tampoco deseaba que otro alfa la mordiera aunque fuera de forma provisional.
–Tu padre, Tajima, era mi alfa. Nadie más le suplantará hijo, que suceda lo que tenga que suceder.
Hanako parió en un nido que había fabricado en su hogar, Hashirama y un par de matronas omegas, se trasladaron al mismo para socorrerla en caso de necesidad... Pero todo y eso Hanako no soportó el parto y murió dando a luz a un pequeño cachorro, una cría muy diminuta al no haber tenido el soporte de ningún alfa para la madre omega.
–Izuna...– Susurró Hanako con lágrimas en los ojos mirando a su cachorrito recién nacido.– Cuidadle mucho Hashirama y dile a Madara que Izuna no ha tenido la culpa de nada, que le ame y le proteja como sólo él sabe hacer.
Y con esas últimas palabras y un beso a su pequeño cachorrito, Hanako respiró su última aliento.
Y así fue el "esperado y deseado" nacimiento de Izuna Uchiha. Un cachorro muy pequeño de tamaño y peso, pero con una gran voluntad por salir adelante, como demostró en esos meses en el útero de su madre y como seguiría demostrado siempre.
Izuna sabe que sus orígenes no fueron los mejores, que supusieron una gran pérdida para su hermano mayor y su pareja, pero sabe que Madara cumplió los deseos de Hanako Uchiha, sabe que fue amado, cuidado y protegido como si no hubiera sido creado de una forma aberrante, como sino hubiera causado la muerte de su amada madre con su gestación y parto. Madara le tendría que haber odiado, pero la realidad es que Madara le amó como si fuera lo más importante, junto a Hashirama, en su mundo.
