La mañana del viernes 15 de abril Mitsuha despertó sin sentirse del todo bien. Apenas abrió los ojos sintió un ligero dolor de cabeza: un ingrato recuerdo de la botella de sake que habían compartido con Taki durante la cena de la noche anterior.
Además, a pesar de haber dormido toda la noche, ella aún se sentía cansada. No era solo por el cansancio acumulado por el largo viaje, las actividades y la caminata de la noche anterior, sino porque su noche de sueño había sido de pésima calidad; la llamada de su abuela le había creado una gran intranquilidad antes de dormir, y apenas después de despertar, la preocupación por la llamada de su abuela volvió a ocupar su consciencia.
La chica se sentó en su cama, tomándose las sienes con las manos, intentando masajearlas para aliviar el malestar. Después de un minuto logró un éxito relativo. Revisó su celular, y vio que se estaba haciendo tarde para ir a su trabajo. Sin embargo, no pudo resistirse a revisar primero la aplicación de mensajería.
Taki no había escrito ningún mensaje después del último de despedida antes de irse dormir de la noche anterior. Y aún aparecía desconectado. Mitsuha supuso que Taki debía seguir durmiendo. Se sintió tentada de llamarlo solo para escuchar su voz, pero decidió dejarlo dormir un poco más.
Luego revisó el contacto de Yotsuha, y confirmó que su hermana aún seguía desconectada desde la noche anterior. La intranquilidad aumentó un poco más. Preguntas desagradables comenzaron a bombardear de nuevo su cabeza ¿Por qué su hermana le había respondido de forma tan agresiva, hablando de "su nuevo novio" como si Yotsuha no conociera ya a Taki? Su hermana sabía perfectamente quién era él, y sin embargo ¿por qué lo trataba de forma tan despectiva?
Suspirando sin poder entender qué estaba pasando por la cabeza de su hermana menor, no le quedó más remedio que apurarse. Después de una rápida ducha y un desayuno improvisado, Mitsuha se encaminó como cada mañana a su oficina. Pero en el camino se mantuvo rumiando el contenido de la llamada de su abuela, y la extraña respuesta de su hermana.
Cuando llegó frente al edificio de su trabajo, Mitsuha pasó caminando a lado de la banca donde ella se había encontrado con Taki la tarde anterior. La escena se le vino a la cabeza de golpe, y eso la hizo casi trastabillar y detenerse en seco. Se quedó mirando al edificio, y la asaltó una nueva preocupación ¿Habría Jessica cumplido su palabra de mantener su boca cerrada respecto de los eventos entre ella y Taki? Un nudo se le formó en la garganta.
Después de vacilar y luchar con ella misma para tranquilizarse, se puso nuevamente en camino hasta completar los últimos metros que le faltaban para entrar al edificio. Los guardias la miraron y saludaron de forma respetuosa, sin ningún atisbo de anormalidad. Ella respondió el saludo de forma educada, como todos los días. Pasó su tarjeta por el control de acceso y se encaminó al ascensor sin ningún contratiempo.
La normalidad de su entrada hizo que se sintiera más tranquila. Pensó que todo debía estar bien. Jessica probablemente no había dicho nada más a nadie, y una prueba de ello era que Noriko no la había llamado con urgencia anoche ni hoy… como sí había ocurrido el viernes de la semana anterior.
Pero su tranquilidad duró poco.
Mitsuha bajó del ascensor y se encaminó hacia su puesto. Cuando le faltaban pocos metros para llegar a su cubículo vio a tres de sus compañeras de departamento conversando animadamente en uno de los cubículos cercanos al de ella. Miraban un celular con algún video, y observaban la pequeña pantalla mientras comentaban y reían. Como Mitsuha ya estaba muy cerca, las saludo con un convencional "buenos días".
Las mujeres se volvieron hacia ella sorprendidas y se la quedaron mirando con cierta cara de culpabilidad, como si las hubieran sorprendido haciendo una travesura. La mayor de ellas, Sachiko Murakami le devolvió una amplia sonrisa de complicidad y le respondió el saludo.
—¡Miyamizu-san! Buenos días, y ¡qué bueno que por fin llegaste!
—¿Eh? ¿Sucede algo, Murakami-san? —preguntó extrañada Mitsuha.
—Eso nos podrías contar tú —dijo Sachiko, mirando a sus otras dos compañeras—. Porque parece que hay ciertas cosas que no nos habías contado, ¿verdad, chicas?
Las otras dos compañeras rieron en complicidad, asintiendo.
Mitsuha quedó plantada en la mitad del pasillo mirando a sus compañeras, con la mente en blanco.
—Yo… no sé a qué te refieres —dijo Mitsuha intentando salir del paso.
—Bueno, me refiero a esto—dijo Sachiko, haciéndole gestos con la mano a Mitsuha para que se acercara y viera el teléfono que sostenía otra compañera—. ¿Quieres ver? Aiko-san, ponlo desde el principio, por favor.
Aiko Harada, la dueña del cubículo, dejó su teléfono móvil sobre su escritorio de manera que las cuatro podían verlo. Esperó a que Mitsuha llegara donde ellas y entonces inició la reproducción del video.
Mitsuha quedó helada a ver que se trataba de un video de una cámara de seguridad. La silenciosa imagen mostraba a tres personas: Taki, Jessica y Kana, conversando afuera del edificio. Sus rostros y gestos se distinguían con claridad.
—¿D-De dónde sacaron eso? —preguntó alarmada Mitsuha.
—Uno de los guardias fue compañero mío en la preparatoria —respondió Sachiko, guiñándole un ojo.
Mitsuha se vio a sí misma aparecer en el video hasta quedar frente a Taki, y unos pocos segundos después veía como ella tomaba la cara del chico para darle un beso candente. Ver eso bajo la atención de sus compañeras que la miraban de vuelta le hizo sentir como su cara ardía y la abrazaron deseos de desaparecer.
Aiko detuvo el video y las tres comenzaron a interrogarla con un entusiasmo apenas contenido.
—¿Quién es ese chico?
—¿Lo conoces de hace mucho tiempo?
—¿Por qué no nos lo has presentado? —preguntaron en forma atropellada las tres mujeres.
Mitsuha comprendió que el genio ya estaba fuera de la botella, y había poco y nada que ocultar.
—Él… él es mi novio. Estamos saliendo desde hace poco.
—Vaya, vaya… ¡Y qué apasionados son ustedes! —dijo Aiko.
—¡Sí! ¡Ese fue como un beso de película! ¡No sabía que fueras tan valiente y decidida, Miyamizu-san! —dijo la tercera compañera, palmeando con suavidad la espalda de Mitsuha
—Yo ayer estaba saliendo del edificio y los vi hablando —dijo Sachiko—. Y de pronto tú tomaste a ese chico… y pensé "¿Qué?… ¡pero si esa no era Miyamizu-san!", pero te fuiste tan rápido que tuve que preguntarle a Noriyuki-san qué estaba pasando… ¡Felicitaciones, Miyamizu-san, eso sí que es tener cojones!
Las chicas siguieron elogiando la valentía de Mitsuha, que no tuvo más remedio que aceptar tal trato, aunque a regañadientes. Mitsuha sabía que esa era una de las cosas más osadas que ella jamás había hecho en público, y ahora estaba pagando el precio.
—Buenos días chicas ¿pasa algo con alguna cuenta, Sachiko? —dijo de pronto una voz de mujer, segura y potente, acercándose por las espaldas del grupo.
Las cuatro mujeres se giraron al unísono y se encontraron de frente con Noriko Morita, la directora de finanzas, acercándose a ellas con cara de extrañeza.
Noriko vestía un traje occidental oscuro a rayas verticales, chaqueta vestir, pantalones hasta el tobillo, elegantes zapatos de taco algo y un maletín ejecutivo en la mano. La presencia de la directora, su porte y forma de caminar la hacía ver imponente.
—Buenos días, Noriko-san —respondió Sachiko—. Todo está bien, solo hablamos con Miyamizu-san…
Pero Sachiko se envaró, sin saber cómo continuar.
—¿De qué? —presionó Noriko.
Sachiko decidió que mentir no iba a ayudar, así que soltó la verdad de la forma más casual posible que pudo.
—Pues, conversábamos de… los sorprendentes avances en la vida sentimental de Miyamizu-san.
—¿Y sucede algo con eso, Miyamizu-san? —preguntó de forma inocente Noriko.
Mitsuha se sintió como una niña pequeña siendo regañada. Sin querer mirar a Noriko, respondió casi hablando entre dientes.
—Pues, las chicas descubrieron lo mío con Taki.
Noriko miró a Mitsuha con una sonrisa en la cara y moviendo la cabeza como diciéndole "te falta mucho por aprender".
—¿Así que lo "descubrieron"? Si yo fuera tú, se los hubiera contado yo misma porque eso no es algo que necesites mantener en secreto. Tachibana-san es un gran partido, no necesitas esconderlo.
—¿Usted ya lo sabía, jefa? ¿Lo conoce? —preguntó admirada Sachiko.
Noriko dejó el maletín en el suelo, cruzó los brazos y miró directo a los ojos a Sachiko.
—Mi trabajo es saber todo lo que pasa en el departamento de finanzas, y en especial todo lo que pueda afectar a mi equipo de confianza.
Sachiko pudo sentir oscuras dobles lecturas en la afirmación de Noriko, así que se bajó la vista y se quedó callada sin atreverse a decir nada más.
—Así que… ¿Hay algún otro tema de trabajo que tengan que discutir? —preguntó Noriko, mirándolas a todas.
Mitsuha apenas quiso mover un músculo. Las otras tres negaron con la cabeza.
—Entonces, vuelvan a lo suyo, no quiero que se atrasen con sus asignaciones. ¡Ahora!
Las cuatro mujeres rompieron filas sin hablar una palabra más. Noriko se quedó de pie, de brazos cruzados, mirando con felina atención el movimiento de todas ellas hasta que cada una llegó a su puesto. Solo entonces tomó su maletín y volvió sus pasos hacia su oficina, degustando el placer de imponer el orden en su feudo.
Mitsuha encendió su monitor y se acomodó en su puesto. Después de dar un suspiro de alivio por haber salido de tal encerrona, comenzó a revisar su correo electrónico para ponerse al día. Mientras cargaba la aplicación, un parpadeo en el ícono del sistema de mensajería interna de la compañía le indicó que había mensajes pendientes por leer. Lo revisó y el más reciente de la lista era uno de Noriko, enviado apenas segundos atrás:
«Tienes todo mi apoyo en tu relación con Taki-san, pero intenta ser más discreta. Recuerda que yo tengo contactos directos con la seguridad del edificio»
§
Taki despertó con dificultad esa mañana. Como nunca, sintió que había dormido hasta más tarde que de costumbre. La claridad de media mañana le molestó, por lo que se estiró remoloneando mientras se tapaba los ojos con su antebrazo. Luego se sentó al borde de la cama, y sintió la boca inesperadamente seca. Una mirada a su velador le hizo ver la imagen de Mitsuha en el portarretratos. Recuerdos de la noche anterior vinieron a su cabeza, incluyendo una gran botella de sake.
Primero fue al baño a refrescarse, y luego a la cocina a tomar agua fresca. Vio que su padre, quien hacía mucho rato ya se había ido a su trabajo, había dejado un desayuno preparado para él sobre la mesa junto a una nota. Después de beber dos vasos de agua, se acercó a la mesa y la leyó.
«Llegaste tarde anoche. Te dejé desayuno, no salgas sin comer algo»
Taki se alegró de que su padre fuera tan comprensivo y amable. Miró la hora en el reloj de pared de la cocina y casi se infartó al ver que ya eran pasadas las 10:30. Fue a buscar su teléfono a su dormitorio, volvió al comedor, y se sentó a desayunar mientras revisaba los mensajes en su teléfono.
Envió primero un mensaje a su padre, agradeciéndole por el desayuno. Mientras tomaba su sopa miso, vio que Mitsuha no le había dicho nada. Iba a escribirle cuando le llamó la atención un mensaje de un número desconocido sin leer. Abrió el mensaje y leyó extrañado.
«Urgente. Tachibana-san, comuníquese con nosotros lo antes posible»
¿Urgente? Sin reconocer el número, dudó si responder o no a ese mensaje, pero al final decidió salir de dudas y marcó el número para iniciar una llamada directa de voz.
A los pocos segundos una voz algo familiar sonó al otro lado de la línea.
—¿Hola? ¿Tachibana-san?
—Sí, él habla.
—Que bien, que bien ¡Gracias por llamarme!
—Este… ¿Usted es…?
—Oh, lo siento por no dejarlo claro. Soy Gondō Ozamu. Ayer nos reunimos en mi departamento. Supongo que me recuerda ¿verdad?
—Ah, ¡Gondō-san! —exclamó aliviado Taki—. Lo lamento, no tenía su número registrado. Bueno ¿usted necesitaba hablar conmigo?
—Claro. Lamento tener que comunicarme así, tan de improviso. Pero estamos contra-reloj ¿Revisó la propuesta?
—Eh… ¿la… propuesta?
—Sí, nuestra propuesta. La envíe hoy en la mañana a su correo personal. Mire, antes que sigamos hablando ¿tiene tiempo para revisarla, ahora mismo?
—La verdad no he revisado mi correo aún, pero, claro que sí, lo revisaré.
—Perfecto. Lo llamaré de vuelta en diez minutos.
—¿En diez…? Está bien, hablamos entonces.
Taki cortó la llamada y se quedó mirando el teléfono perplejo. Abrió su correo electrónico y encontró un mensaje de "Constructora Ouzumi", con el título de "Propuesta laboral".
Sintió que el corazón se le detenía. Casi temblando abrió el mensaje, y comenzó a leer el saludo formal, diciéndole que estaban interesados en contratarlo, y que por favor revisara el archivo adjunto.
El documento formal contenía los detalles de un contrato temporal de tres meses, condiciones, y… salario de…
Taki quedó boquiabierto al ver la cifra. Era por lejos más de lo que esperaba de una empresa pequeña como él sabía que era la Constructora Ouzumi, y bastante mejor que sus propias expectativas para su primer trabajo.
Dejó el teléfono encima de la mesa, y se quedó mirando alrededor de la casa. Sin nadie con quien hablar, se sintió en un repentino conflicto entre ponerse a saltar y gritar de felicidad o el entrar el pánico por lo repentino de la noticia. La oportunidad a la que había estado esperando por tanto tiempo estaba ahora frente a sus narices.
Al final, miró su desayuno a medio comer, y sintió que no podía continuar en ese instante. Se paró a buscar otro vaso de agua, que apuró en un par de tragos, y luego volvió a la mesa y se sentó a releer con cuidado el contenido del mensaje y el documento adjunto, una y otra vez, como temiendo que estuviera soñándolo todo.
A la cuarta lectura Taki se convenció de que esto era en serio, que no era un sueño, y… su teléfono comenzó a sonar.
El número esta vez ya no era desconocido para él. Era Ozamu Gondō llamándolo de vuelta.
—¿Gondō-san? —dijo Taki, sin saber si su voz sonaba demasiado nerviosa.
—Sí, soy yo, Tachibana-san. Y bien, ¿leyó la propuesta?
—Lo acabo de hacer.
—Entonces ¿está interesado?
—¡Sí! Estoy interesado. Por supuesto que estoy interesado.
—Perfecto. Eso era justo lo que necesitaba escuchar. Pero entonces, tenemos que conversar del futuro inmediato. ¿Tiene disponibilidad de comenzar a trabajar hoy mismo?
—¿Ahora ya?
—Ahora en la mañana no. Pero hoy en la tarde yo viajo a Nagoya. Tenemos una reunión mañana a primera hora para discutir detalles del concurso público, y tenemos una visita exclusiva a los parques que deben ser intervenidos. Y es crítico contar con su presencia allá, Tachibana-san. De verdad, necesitamos que usted esté ahí. Los gastos del viaje y estadía corren por cuenta de la constructora. Entonces ¿contamos con usted desde este momento?
Taki sintió su boca más seca que nunca. Por un par de segundos que en su mente le parecieron eternos, su cerebro intentó pensar todos los escenarios, las posibilidades y los posibles escenarios futuros. Todas sus esperanzas de meses de buscar un trabajo para desempeñarse como arquitecto finalmente se resumían en una única respuesta que tenía que dar en el próximo segundo.
—¿Tachibana-san? ¿Sigue ahí? —se escuchó del otro lado de la línea.
—Sí… sí, sigo acá.
—¿Entonces…?
—Acepto la oferta, y cuenten conmigo desde hoy.
—¡Excelente! ¡Bienvenido a bordo, Tachibana-san! Prepare de inmediato su maleta para un viaje de unos 4 días. La secretaria lo contactará para ver el resto del papeleo, las reservas y algunos otros detalles para el viaje. Nos veremos a la tarde en el punto de reunión en la estación…
§
Yotsuha había estado soportando la tediosa clase de matemática con estoicismo Sentada al fondo de la sala, en un pupitre al lado de la ventana, miraba con disimulo los cerezos regar sus pétalos en el patio.
Esta mañana su abuela había despertado más temprano que nunca y prácticamente la empujo a asistir al instituto. A regañadientes se vistió y llegó a clases por segundo día en esa semana. El día anterior a duras penas había aguantado el cuestionamiento de algunos de sus compañeros y amigas que preguntaban qué le había pasado. No pudo responderles. Hoy solo quería pasar desapercibida, cumplir con asistir sin llamar la atención de nadie.
Mientras la profesora seguía explicando en la pizarra una enrevesada ecuación de probabilidades, Yotsuha no podía evitar que su mente divagara lejos de esa sala. ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Tenía que asistir a un instituto, sufrir y esforzarse por… algo que podía no ser real? Esas preguntas la estaban atormentando desde hacía días, desde el día que Mitsuha le había revelado que ellas estaban vivas, pero viviendo un mundo alterno, diferente de una realidad donde todas ellas ya habían muerto hacía 9 años...
Sin poder dejar que esas ideas abandonaran su cabeza, Yotsuha dejó salir un sonoro suspiro. De pronto sintió un extraño silencio a su alrededor, y al voltear la cabeza vio como todos en la sala, incluida la profesora, se la habían quedado mirando.
—Espero no estarla aburriendo demasiado, señorita Miyamizu —dijo la profesora en un tono con algo de sorna—. Como explicaba, la distribución de probabilidad a usar depende del problema que se quiere modelar. Para un problema que se restringe a un intervalo específico de tiempo ¿qué distribución deberíamos utilizar, Miyamizu-san?
Yotsuha quedó en blanco. No había estado prestando atención y no tenía idea de qué hablaba la profesora.
—Yo… pues… —sintió como su cara comenzaba a enrojecer—. Yo… no lo sé.
La profesora movió la cabeza exasperada.
—Miyamizu-san, por favor ve a la sala de profesores después de clases. Necesito hablar contigo.
Un golpe de murmullos estalló en la sala, y un par de segundos después el timbre de recreo comenzó a sonar.
Yotsuha no pudo aguantar más. Saltó de su asiento y corrió fuera de la sala ante la vista atónita de la profesora y sus compañeros.
Los murmullos arreciaron. La profesora dio algunos pasos y se acercó a una chica de cabello rojizo que estaba en la segunda fila de pupitres.
—Tú eres cercana a Miyamizu-san, ¿verdad? —inquirió en forma reservada, acercando su cara a la de la chica—. ¿Sabes qué le ocurre?
—No lo sé. No he podido hablar con ella. Me ha estado evitando. En realidad, creo que nos ha estado evitando a todos —respondió la alumna.
—Ya veo. Gracias, Michiko-san.
La profesora se irguió, y levantó la voz para el resto de los alumnos.
—Todos, recuerden resolver las páginas 35 y 36 del libro para la siguiente clase. Pueden retirarse.
§
La tarde iba avanzando rápidamente. Taki se detuvo entre la gente que caminaba apresurada a su alrededor en la estación de Tokio y tuvo que moverse hacia un lado para no ser atropellado por la multitud de personas que se movía por la estación.
Miró la hora en su teléfono. Eran las 16:18 de la tarde. Tenía algunos minutos aún antes de reunirse a las cuatro treinta con la gente de la constructora, cerca de la taquilla del tren bala que los llevaría a Nagoya.
Dejó en el suelo el bolso deportivo en que llevaba sus cosas, y dobló cuidadosamente el traje que estaba dentro de una funda de viaje, dejándolo sobre el bolso. Se apoyó en el muro y comenzó a revisar sus mensajes.
«Ya estoy en la estación de Tokio. Pronto me encontraré con Gondō-san», escribió a Mitsuha en la aplicación de mensajería.
No hubo una respuesta inmediata.
Taki miró los mensajes nuevamente. El último de Mitsuha había sido a eso de las dos de la tarde, donde ella le deseaba suerte en su viaje. Después de eso, no había sabido más de ella.
Pero no era solo ese silencio lo que más le preocupaba. En la mañana él le había escrito después de la llamada con la oferta de trabajo: «¡Tengo noticias que contarte!». Pasó un rato donde él supuso que Mitsuha estaría ocupada y no quiso interrumpirla, pero cuando ella le escribió con un emoji de una cara de sorpresa y un escueto «¡Yo también!»; Taki no pudo aguantar más y simplemente la llamó, y le contó animadamente la llamada que había recibido, la generosa oferta de la constructora y que por fin él tenía trabajo. Mitsuha casi gritó de emoción del otro lado de la línea. Pero cuando Taki le dijo que ese mismo día debía salir de viaje, el silencio que siguió lo dejó helado. Él pensó que la llamada se había cortado, pero cuando Mitsuha al final le habló de vuelta, la voz de la mujer había cambiado. Aún ella sonaba feliz por él, pero fue como si el invierno la hubiera congelado. Taki le preguntó si estaba bien, y ella le respondió con un escueto "Sí, todo está bien". Y cuando él le quiso preguntar cuáles eran las noticias que ella quería contarle, después de otro interminable silencio, la respuesta de Mitsuha fue cortante: "no es nada importante, no te preocupes. Ve a arreglar las cosas para tu viaje."; Taki sintió como si una estaca hubiera sido clavada en su pecho.
Algo no estaba bien. Pero Taki no podía entender qué.
El muchacho miró la hora de su celular. Faltaban ya pocos minutos para la hora de encuentro. Entonces pensó que desde ese instante estarían a algunas horas de distancia con Mitsuha…
Distancia.
De pronto, la frase que Mitsuha le había dicho la noche anterior golpeó su consciencia:
«No quiero que te alejes de mí»
Y, eso era justo lo que él estaba haciendo en ese instante.
La repentina revelación hizo que Taki se sintiera mareado. No, eso no podía ser toda la historia. Ella sabía que esto era importante para él, pero ella también sabía que él iba a volver con ella. Ella tenía que saberlo. Entonces ¿qué era? ¿Acaso ella tenía miedo de algo?
Taki volvió a abrir la aplicación de mensajería, y escribió un mensaje a Mitsuha casi sin pensarlo.
«No importa lo que pase, no importa cuán lejos estemos, yo no te voy a dejar ir. Voy a volver a ti, cueste lo que cueste.»
Después de oprimir el botón enviar, Taki sintió como si su resolución de estar con ella se hubiera reforzado. Pero la intranquilidad de que algo más estaba pasando que él aún no sabía no lo abandonó.
Taki exhaló fuerte, y cerró los ojos intentando enfocarse en el aquí y el ahora. Tenía un camino profesional que seguir, uno que había perseguido por años. Lo recorrería con ella, pero él tenía que dar ese paso. Los dados ya estaban tirados.
Abrió los ojos, tomó su equipaje, y se encaminó a encontrarse con sus nuevos compañeros de trabajo.
§
—Ah, necesitaba sentarme y ahora solo quiero pedir un buen café —dijo Sayaka sentándose pesadamente en la silla y estirando su espalda contra el respaldo.
—Yo también necesito uno urgente —respondió Mitsuha, dejando un voluminoso paquete al lado de la silla, y exhalando un pesado suspiro al terminar de acomodarse.
Las dos chicas se acomodaron en una mesa en el mismo café que habían visitado el sábado anterior, que estaba a un par de cuadras de la tienda de vestidos de novias. La noche era fresca, así que habían elegido una mesa al interior del local ya totalmente iluminado mientras que afuera la noche del viernes ya comenzaba a avanzar.
—Pero dime que no valió la pena. Cierta persona no podrá creer lo que ven sus ojos cuando te vea vestida con ese traje azul —dijo Sayaka guiñándole un ojo a su amiga e indicando el paquete al lado de la silla.
Mitsuha sonrió imaginando la cara de sorpresa de Taki. Y luego lo imaginó a él…
—También quiero volver a verlo vestido de traje.
—¿Volver? Pero… ah, ¿tú dices de cuando, de cuando él era garzón?
—Sí. O sea, nunca lo he visto… bueno, yo no lo he visto por mí misma —dijo Mitsuha, encogiéndose de hombros—. Solo sé que quiero verlo pronto. Y apuesto que Tesshi también quedará boquiabierto cuando te vea en tu vestido, Saya-chin. No pensé que fuera a cambiar tanto, pero con esos últimos ajustes, de verdad que te ves aún más preciosa.
Sayaka se ruborizó ante el cumplido de su amiga.
—Valdrá la pena si Tesshi se da cuenta. Porque si no lo hace, juro que le patearé el trasero.
—¿Tú crees que no lo hará?
—Bueno, siempre está en las nubes para ese tipo de cosas. Y ahora pareciera que más…
La camarera llegó a la mesa y tomó su orden. Las dos chicas no pudieron evitar pedir sendos pasteles. Ambas se miraron en complicidad al hacerlo, y luego no comentaron nada.
—Entonces, ¿Tesshi ha estado muy desconectado respecto de la ropa para la ceremonia? —preguntó Mitsuha, intentando comprender lo que antes había dicho su amiga.
—Nunca se ha preocupado mucho con eso. De hecho, cuando le dije que me había decidido por el vestido Shinto, ni siquiera me lo cuestionó. Si le hubiera dicho que nos casaremos vestidos de cavernícolas apuesto que tampoco hubiera dicho nada.
Mitsuha rio ante la extraña idea de Sayaka.
—Pero él sí querrá verte así de preciosa, lo conozco.
—Lo sé, aunque… —la cara de Sayaka se ensombreció, y bajó la mirada—. Esta semana, lo he visto algo extraño. De hecho, él se cuestionó si deberíamos casarnos…
—¿Qué? ¿¡Es una broma!? —Mitsuha sintió quedar tan boquiabierta que tuvo que reacomodarse en la silla para ayudarse a reaccionar—. Pero… ¡pero si eso es lo que ustedes siempre habían querido!
Sayaka miró a su amiga a los ojos y abrió la boca, pero las palabras no le salieron. Se mordió el labio.
—Saya-chin, ¿les pasa algo malo? —preguntó preocupada Mitsuha.
—Es que…
Sayaka se abalanzó sobre la mesa del café, y tomó con sus manos las de Mitsuha, halándola hacia ella. Sus ojos estaban de pronto llorosos.
—Yo… yo a veces soy algo torpe, y sé que soy simplona. Sé que no soy la más inteligente, pero… tú… ustedes… lo que nos dijeron el fin de semana…
—¿Te refieres a lo… nuestro con Taki?
—¡A todo! Yo te juro que aún no lo puedo comprender todo, pero… pero Tesshi, él esta semana ha estado callado, pensativo. Y ayer en la mañana me preguntó: «¿De verdad está bien que nos casemos? ¿De verdad estamos viviendo esto?».
La mente de Mitsuha quedó por varios segundos en blanco, intentando entender las ideas que Tesshi. De pronto, una extraña comprensión vino a ella.
—Tesshi… piensa que ahora, todo esto… ¿no es real?
Sayaka miró a su amiga a los ojos, e hizo un pequeño movimiento con la cabeza, asintiendo. Sus manos apretaron más fuerte las de Mitsuha.
—Y… ¿lo es? Tú nos dijiste que… que nosotros… que estuvimos muertos. Y ahora estamos vivos, pero… pero ¿es esta realidad… real? Yo no lo había pensado, y ahora… siento… ah, Tesshi ahora me trasmitió su preocupación… y tampoco me siento del todo bien. Dime, Mitsuha ¿vamos a estar bien? Todo esto que estamos viviendo es… ¿Es de verdad… real?
Mitsuha bajó la mirada y no supo que responder. No tenía una respuesta. De hecho, toda esa semana había estado tan concentrada en estar con Taki, en volver a conocerlo, y se sentía tan en las nubes cerca de él, que ese tipo de cuestionamientos ni siquiera habían pasado por su cabeza.
Hasta ahora.
De pronto, Mitsuha se sintió culpable por ser tan egoísta pensando solo en su propio mundo, sin entender lo que había significado la revelación para sus amigos.
—Yo… la verdad, no lo sé. No lo puedo asegurar. Pero… siento, que esto, que esta vida, tiene que ser real.
—¿De verdad lo crees?
—¡Tiene que serlo! —exclamó Mitsuha sintiendo que hablaba a través de un nudo en su garganta—. Si no, ¿porqué Musubi se preocupó de salvarnos, de hacer que Taki viajara por todo el universo para ayudarnos? ¡Tiene que ser por una buena razón! Y hemos estado viviendo tantos años... Esto no puede ser un simple sueño, no, tiene que ser real ¡Tiene que serlo!
Ahora Mitsuha apretó las manos de Sayaka.
—Además… yo sé que lo que siento por Taki es real. Aún si todo lo que está alrededor nuestro fuera una fantasía, lo que yo siento por él es lo más real que he sentido nunca. ¿Acaso lo que tú sientes por Tesshi es una fantasía?
Sayaka movió la cabeza negativamente, mientras algunas lágrimas caían por su cara.
—Yo amo a ese idiota desde siempre. Y sé que lo amo, de verdad lo amo.
—Entonces, aun si esto es un sueño, yo voy a seguir luchando por Taki. Y tú lucha por tu amor por Tesshi. Es lo más real que podemos sentir ¿verdad? —dijo Mitsuha, tranquilizando a su amiga.
—Eso es verdad… hay que luchar por quienes amamos —dijo Sayaka, soltando la mano de Mitsuha e intentando limpiarse la cara.
Una turbada camarera que traía una bandeja con las tazas de café y los pasteles se detuvo a unos metros de la mesa, viendo a las dos chicas casi llorando.
—Eh, disculpen ¿se encuentran bien? ¿Les traigo unos vasos de agua? —preguntó súbitamente preocupada.
Las dos amigas se giraron sorprendidas hacia a la joven, y rieron algo avergonzadas por la escena.
—Eh, no, no pasa nada, está todo bien, creo —dijo Mitsuha, riendo algo azorada mientras también intentaba limpiarse la cara—. Mi amiga se va a casar pronto y creo que somos una bola de emociones en este instante.
—Oh, ya veo —dijo la camarera algo más aliviada, dejando los pasteles y los cafés en la mesa—. Pues… ¡felicitaciones! Y… si necesitan algo más, solo pídanlo —y se retiró haciendo una pequeña reverencia.
Las dos mujeres se quedaron por un rato en silencio, cada una concentrando su atención a sus propios pensamientos más que a sus respectivos pasteles.
—Entonces… sí debemos casarnos —finalmente habló Sayaka, tomando un gran bocado de torta de frutilla, y luego un sorbo de su capuchino.
Mitsuha levantó la vista y miró a su amiga. Sonrió al imaginarla en su ceremonia vestida de su traje shiromuku.
—Sí, aún si todo esto es un sueño, debemos vivirlo y disfrutarlo. Ustedes lo merecen.
—¡Gracias! —respondió Sayaka, sintiendo que sus ojos volvían a humedecerse.
—¡Por favor, no lo hagas de nuevo, o me harás llorar! —se quejó Mitsuha al ver a su amiga.
—No, no lo haré, no lo haré.
Sayaka comenzó a limpiarse los ojos con una toalla de papel que sacó de su cartera.
—Y… ahora debo hablar con Tesshi, debo convencerlo que no hay que tener miedo.
De pronto, las palabras de Sayaka fuero como si un velo cayera en frente de Mitsuha. Y todo tuvo sentido.
—Mitsuha ¿estás bien? —preguntó preocupada Sayaka al ver la cara de estupefacción que dejaron sus últimas palabras en su amiga.
Mitsuha reaccionó parpadeando pesadamente, y volvió a mirar a la chica sintiéndose de pronto muy tonta por no haber pensado con claridad antes.
—Sí, es que… creo que ahora entiendo qué está pasando.
—¿Pasando con qué?
—Anoche me llamó mi abuela.
—¿Sí? ¿Y lograste hablar con ella? —preguntó asombrada Sayaka, que conocía lo mal que estaba la relación entre la matriarca de la familia Miyamizu con su nieta.
—No, no hablé directamente con ella. Pero ella me llamó a casa y dejó un mensaje en la contestadora. Me dijo que Yotsuha estaba muy rara, que no sabía que le ocurría y que yo tenía que hablar con ella, y que tengo que ir a verlas este fin de semana. Pero he intentado comunicarme con mi hermana desde anoche y no me responde…
—¿Le pasó algo?
—Sí. Creo que le pasa algo. ¡Lo mismo que a ustedes!
Sayaka abrió los ojos sorprendida, y pudo imaginar a Yotsuha sufriendo las mismas angustias existenciales.
—Pero… ¿ella le contó algo a tu abuela? Digo… lo de ustedes…
—No, creo que no le ha dicho nada.
—Entonces… ¡pobrecita! ¡Debe estar pensando cosas terribles, y sola, sin nadie con quien hablarlo!
El sentimiento de culpa cayó pesadamente sobre el pecho de Mitsuha. Ella había estado disfrutando egoístamente toda la semana con Taki, olvidando todos sus problemas, sin pensar en las consecuencias de haber revelado todo a Tesshi, a Sayaka y a Yotsuha. Y ahora ellos estaban sufriendo en silencio por su culpa.
Mitsuha se llevó la mano al pecho, y apretó su ropa con su puño. En un arrebato tomó la taza de café, apuró un sorbo y dejó la taza con algo de brusquedad sobre su plato.
—Yo… no debería haber hablado. No debería haberles contado nada —dijo con amargura—. Por mi culpa ahora todos ustedes están llevando esta carga.
—¡No! Somos amigas, y esa carga la elegimos Tesshi y yo cuando ese día aceptamos ser parte de tu plan ¿acaso lo olvidas?
—No partió siendo mi plan, sino el de Taki…
—Bueno, sí, eras tú, aunque no tú… bueno, pero, pero ¡Nosotros lo aceptamos, y aunque hicimos cosas imperdonables, salvamos cientos de vidas!
—Pero eso ya es parte del pasado. Y ustedes ahora podrían seguir viviendo su vida tranquilos, si es Taki y yo o hubiéramos abierto la boca.
—No. Creo que merecíamos saber. Nunca imaginé ser parte de algo… así de grande. Y creo que, aunque sienta miedo, poder saber que nada de lo que ocurrió fue casualidad me hace… me hace sentir que todo lo que sufrimos fue por una buena razón, ¡Aunque no logre entender cuál! —dijo con resolución Sayaka.
—¡Gracias! Pero ahora debo hablar con mi hermana. Como mi abuela me exigió que fuera a verlas este fin de semana, tendré que ir. Lo estaba pensando, y quería llevar a Taki, pero él ahora… él ahora…
—…se fue de viaje de trabajo, ¿verdad?
Mitsuha sintió un nudo en su garganta.
—Tesshi… ¿él te contó?
—Sí, hoy en la tarde me dijo que sus amigos de la constructora lo llamaron para agradecerle por la ayuda en encontrar a un arquitecto tan rápido, y que se iban con él fuera de Tokio por unos días…
Mitsuha sintió que el nudo en su garganta se intensificó. Iba a decir algo, pero tuvo que toser.
Sayaka se giró e hizo contacto visual con la dependiente, que estaba en la barra, a la distancia. Con algunos gestos, pidió un par de vasos de jugo a la mesa. En menos de un minuto se los llevaron.
Mitsuha se había quedado en silencio, hasta que recibió su jugo, y apuró un trago. Luego miró a Sayaka.
—¿Cómo… cómo lo haces para… para no depender de Tesshi?
—¿Eh? ¿A qué te refieres…?
—¿Cómo puedes vivir tu día a día sin sentir que lo necesitas… que necesitas que él esté contigo?
—Pues… todo el tiempo siento eso. Por algo nos amamos, supongo.
—Es que yo… yo todo este tiempo, no sabía que él siquiera existiera, pero yo necesitaba a algo, a alguien. Y ahora sé que él existe, sé que él me quiere, y yo ahora estaba feliz porque contaba con él. Quería ir a ver a mi abuela con él, quería hablar con ella teniéndolo a mi lado, para que me apoyara, y ahora que no puede, me siento… ¡me siento sola! ¿Por qué me siento así?
Sayaka se reclinó en el asiento y miró a su amiga sintiendo que era la primera vez que la veía así.
—Tú, Mitsuha… eso que tú sientes…
—¿Sí?
—…se llama amor —dijo Sayaka, sonriéndole compasivamente a su amiga.
—¿Eh? ¿De qué hablas?
—Sentir que necesitas a una persona cerca, que no quieres dejarla ir de tu lado. Sentir que no podrías vivir o respirar si lo perdieras… eso es amar a esa persona.
—Pero… pero ¡Eso es depender de esa persona! Yo era una mujer independiente, vivía sola, y soy exitosa, pero ahora siento que…
Mitsuha no supo cómo continuar explicándose.
—Sientes que no puedes concebir tu día sin él cerca ¿Verdad? —dijo Sayaka en forma conclusiva.
Mitsuha solo pudo asentir.
—Eso está bien —continuó Sayaka—. Nunca te había visto así, Mitsuha. Nunca te vi sufrir por alguien de carne y hueso. Y ahora tienes a Taki, y lo que sientes es natural, si de verdad lo quieres. Pero él se fue solo por una semana o algo así ¿verdad?
—Dijo que por tres o cuatro días…
Sayaka se echó a reír a carcajadas.
—Ja, ja ¿sólo cuatro días?
—¡Oye! ¡Para mí no es gracioso!
—Está bien, perdona, Mitsuha… es que… de verdad es que eres nueva en todo esto, ja, ja.
Mitsuha se cruzó de brazos y miró con enojo a su amiga.
—Sí no fuera porque eres mi amiga, te juro que te lanzaría este vaso de jugo en la cara.
—Ya, tranquila, lo siento…; yo he pasado por lo mismo que tú, y en realidad mucho peor que eso. Sé que no es agradable. ¿Recuerdas cuando Tesshi tuvo que ir a trabajar en un proyecto a Okinawa?
—Ah, ¿el año pasado?
—Sí… fue hace un poco más de un año. Y no fueron cuatro días. Fueron cinco semanas. Cinco semanas en que solo podíamos hablar por teléfono o video llamada, y yo quería estar cerca de él, pero solo podía extrañarlo; así que sé lo que estás sintiendo.
—Perdón… —dijo Mitsuha, sintiéndose avergonzada—. Ahora me siento como una niña pequeña haciendo un berrinche…
—Es tú berrinche. Solo muestra que realmente quieres a ese chico. Me sorprendes, Mitsuha.
Sayaka estiró una mano y tomó la de su amiga por sobre la mesa.
—Ahora tienes que ser fuerte y pensar en cómo ayudar a tu hermana —continuó.
Mitsuha le retornó una sonrisa de agradecimiento a su amiga.
—Creo que tendré que ir sola. Es algo que debo resolver yo, después de todo.
—¿Y no puedes llamarlo y que participe, no sé, en una video llamada?
—No lo sé. No le he dicho nada a Taki. No le quise contar de este problema con Yotsuha o con mi abuela. Él estaba tan contento con su viaje de trabajo, que no me atreví a decir nada…
—¡Pero dile! ¿Cómo te sentirías si él tuviera un problema así, y te dejara al margen, sin contarte nada?
Mitsuha se imaginó la situación, y de pronto sintió como su cara comenzaba a arder, sintiendo un torrente de adrenalina circular por su cuerpo.
—Pues… ¡me enojaría mucho con él!
—¡Exacto! —dijo Sayaka, soltando la mano de Mitsuha y echándose para atrás en su asiento—. ¿Y quieres que él se sienta así contigo?
—¡No!
—¿Y él te quiere?
—¡Claro que me quiere! —respondió Mitsuha casi sin pensarlo, dándose cuenta de lo extraña que sonaba tal respuesta incluso a ella misma.
—Entonces… si él realmente te quiere, te entenderá, y hará todo lo posible por apoyarte, aún si está lejos. Solo que, no debes dejarlo fuera de tu vida, si es que realmente quieres tener una vida junto a él —explicó Sayaka, sintiéndose de pronto como una profesora.
Mitsuha inspiró profundo y dejó salir un profundo suspiro.
—Yo no sabía… que esto fuera… tan difícil.
—Nunca es fácil. Pero, si realmente se aman, lograrán resolverlo. Y ya sufrieron mucho estando tantos años sin el otro. Ahora tienen que aprender a estar juntos.
—Lo voy a hacer.
—¿Y le vas a decir?
—Sí… aunque, aún debe estar viajando…
—Busca el momento. Sé que él te quiere, así que te va entender.
Mitsuha tomó su teléfono, lo puso en su pecho entre sus manos y cerró los ojos. Mentalmente comenzó a hablar como si fuera una plegaria: «Taki, perdóname por dudar. Perdóname por ser débil…»
Abrió los ojos, y activó la aplicación de mensajería para entrar al chat con Taki. Aún estaba ahí el último mensaje de Taki, que ella no había sabido como responder.
«… no te voy a dejar ir. Voy a volver a ti, cueste lo que cueste.»
Miró a Sayaka, que la observaba atentamente.
—¿Se lo dirás ahora mismo? —preguntó con curiosidad su amiga.
—No… creo que debo decírselo personalmente. O en una llamada, pero no por mensajes. Pero… él me prometió que…
Mitsuha no supo como decirlo. Dudó un par de segundos, y sintiéndose algo avergonzada le extendió su teléfono a Sayaka, para que viera el último mensaje de Taki.
Sayaka tomó el teléfono y lo leyó. Su rostro se iluminó con una sonrisa radiante.
—¡Ese chico realmente te quiere! ¿Cómo puedes ser tan insegura, Mitsuha?
—¡No lo sé! Todo esto es tan… nuevo. Esta semana a veces he sentido como si estuviera soñando. A veces no sé ni qué pensar.
—Entonces, al menos dile lo que realmente sientes. Nunca dejes que tu hombre esté lejos ti sin que sepa eso —reconvino Sayaka a Mitsuha de nuevo con un tono de profesora.
Mitsuha recuperó su teléfono y quedó mirando el mensaje. Pensó qué responder y cómo. Después de algunos segundos comenzó a escribir con decisión.
«Sé que volverás a mí. Y te amo por eso.»
Inspiró profundo, y envió un segundo mensaje.
«Ya te extraño. Vuelve pronto».
El indicador de en línea del usuario de Taki comenzó a parpadear, junto a la etiqueta "Escribiendo…".
Mitsuha abrió los ojos ansiosa.
—Está en línea… —dijo con la voz repentinamente temblorosa.
—¿Y… que dice?
Después de algunos segundos interminables, el teléfono sonó con un nuevo mensaje recibido.
«Yo también te extraño. Ya estamos en camino al hotel en Nagoya. Pensaré en ti todo el tiempo. No me olvides».
Mitsuha sintió su pecho arder. Miró a su amiga con una sonrisa, y sintiendo que sus ojos se tornaban repentinamente acuosos.
—Gracias, Saya-chin. Soy una tonta que apenas entiende de estas cosas. Pero ahora ya sé qué tengo que hacer.
Nota 1: Si está perdido acerca del contexto y la ubicación donde Mitsuha y Sayaka se reunen, o qué estaban haciendo, tiene que leer (o recordar) el capítulo 8 "El vestido de la novia" del Fic anterior "Kimi no Na wa: Reencuentro con el futuro" (también disponible en FFN).
Nota 2: Este capítulo se demoró debido a situaciones en la vida real. La vida es complicada. Y desde ahora, hay más capítulos. En mi cabeza. Así es que, el ritmo de publicación de 1 capítulo mensual que tenía con los capítulos anteriores podría no ser la regla a partir de ahora. Pero estoy trabajando activamente en esta obra, y estoy ansioso de continuar la historia de Taki, Mitsuha y Yotsuha, y también de compartirlo con ustedes, estimados lectores.
Si ha leído hasta aquí, le doy un gran ¡GRACIAS! Por favor deje un comentario respecto de lo que piensa de esta historia hasta ahora (Noviembre de 2023).
Y, prometo que hay mucho más por venir. Pero, tengan paciencia ^_^.
