Notas de Lu. Holis. Hace mucho me fui de fanfiction porque cuando uno es adulto las cosas se complican mucho, pero regresé para poner este fic que hice el año pasado, creo. Ya lo subí completo a wattpad, pero también lo dejaré aquí y en ao3(ahí estoy como LuHatake, mi antiguo nombre). Para quien guste leer, si quieren dejar comentario contesto por mensaje privado. Y les recuerdo que tengo facebook por si quieren agregarme.

Espero que estén muy bien, que a través de estos años hayan cumplido sus sueños y si no, no pasa nada, que sigan teniendo una buena vida. Yo por mi parte sigo trabajando y les cuento que tengo 7 perros (6 perritas y 1 perrito), he cumplido sueños y otros no, pero me siento muy bien con mi vida a pesar de los días malos. Porque la vida es como un fic, a veces te va bien, a veces mal, a veces hay dramon, jajaja, pero todo siempre muy divertido. Y bueno, les dejo leer. Cuídense mucho, les quiero y extraño!


Atrapado en el silencio

Por Lu Lein

I. Sharingan


La algarabía cuando Uzumaki Naruto se alzó como Nanadaime Hokage en Konoha fue tal que habían sido como tres o cuatro días de fiesta sin descanso. Había montones de comidas y bebidas, música en vivo, risas, familias, niños corriendo, todos bailando y pasándola bien. Ella también estaba muy feliz de ser parte de las festividades de su aldea, pero a eso del tercer día, la fiesta terminó por causarle dolor de cabeza y se quedó en casa, en los tranquilos dominios Hyūga.

Desayunó algo de sopa de soja, arroz y té negro junto a su hermana Hanabi y su padre; Hiashi, quien estaba leyendo el periódico de esa mañana con mucha atención.

―Me retiro. ―Anunció la menor de las hijas ―. Iré con Konohamaru-kun al centro. Compraremos empanadas de calabaza y algunos afiches.

―Ese tonto festival sigue en pie. ―Se quejó Hiashi arrugando la frente ―. No puedo creer que Shikamaru no haya hecho algo ya. Está empezando a molestarme todo ese alboroto.

―Son tiempos de paz, padre. Tenemos que disfrutarlo. ―Hanabi se levantó de su asiento y le dio un beso en la mejilla a su padre para después salir corriendo.

―Kakashi-san aún es joven, tal vez pudo haberse quedado un par de años más, en lo que Naruto tomaba algo de conciencia ―Opinó el Hyuga, continuando con su lectura.

Hinata cayó en la cuenta de que había olvidado por completo a su anterior Hokage. ¿Cómo se sentiría Kakashi? Cuando él ascendió a la cumbre de los Kages nadie le hizo tanto alboroto, tampoco lo habían despedido con muchos ánimos ni fiestas. Solo había sido una sencilla ceremonia tradicional.

—Oto-san, ¿puedo hacer algo? ―inquirió Hinata inocentemente.

—Claro ―Accedió sin dejar de mirar el periódico.

—¿Eh? ¿No me vas a preguntar qué? ¿O poner alguna objeción?

Hiashi hizo a un lado el diario de Konoha y la observó.

—Hinata, todo lo que haces es bueno, así que no me importa lo que hagas, hazlo, no hay problema. Si necesitas ayuda, puedes decírmelo. ―exclamó y luego reanudó su lectura.

—Gracias. ―sonrió levemente y se fue de allí.

Jamás en su vida había tenido una conversación más sencilla y gentil con su padre como en aquella mañana.


.ɸ.


Hace algunas semanas Naruto le había pedido que fuera su novia, Hinata le sonrió sonrojada y luego dejó que él la abrazara fuertemente. Se sentía raro, no es como si toda su vida hubiese transcurrido en abrazos, así que la cercanía con otra persona la ponía nerviosa. Era Naruto, tenía que estar tranquila. Al menos eso es lo que iba pensando cuando llegó al departamento del conocido Rokudaime. Parecía un lugar solitario y no había grandes lujos en realidad. Llamó a la puerta un par de veces hasta que le abrieron.

—Hinata-chan… —Kakashi la observó con curiosidad, sin abrir del todo la puerta, solo observando por una rendija.

—Hola, Kakashi-sensei. —Saludó alegre.

—No es un buen momento, te lo juro. —Negó lentamente con la cabeza, mirando al suelo.

—No tardaré mucho… solo quiero… platicar. Preguntarle algo. —En realidad no quería preguntar nada, solo quería saber que Kakashi se sentía bien, que no le había afectado su retiro como Hokage, pero tampoco era tan valiente como para decirlo así nada más.

—Parece triste, ¿todo bien? —Elevó una ceja y sin darse cuenta empujó la puerta de Kakashi. El peliplateado se mostró sorprendido del gesto de Hinata y resopló con algo de molestia, entonces se apartó de la puerta y la dejó pasar.

—Gracias por tu preocupación, estoy bien. —declaró con fastidio, sin mirarla mucho —. Deberías estar con Naruto, él debe necesitarte mucho en este momento. Es ahora el Hokage de Konoha.

—Él no me necesita. Tiene muchos más amigos en realidad. Perdone, es solo que estoy… un poco preocupada por… por usted. —Hinata lo veía como desesperado, caminando de un lado a otro y sudando, pasándose las manos por el cabello hasta que por fin se sentó en el sillón frente a ella —. ¿Por qué está triste, Kakashi-sensei? Usted es un héroe de guerra, incluso fue Hokage.

—¿Qué? ―respondió incrédulo, entrecerrando los ojos ―. ¿Es enserio que me estás diciendo esto? ¿Sientes lástima por mí? —Hinata iba a replicar pero entonces un grito la calló —. ¡¿Es que no me ves?! ―Se levantó furioso y en dos pasos llegó hasta ella, Hinata retrocedió asustada por las acciones tan repentinas y violentas del sensei ―. Estoy roto, ¡¿no me ves claramente?! ―La tomó por la cintura y de golpe la estrelló contra él y no la dejó escapar con uno de sus brazos detrás de su espalda delgada mientras ella se hacía para atrás, intentando huir de él ―. Mírame lo solo, olvidado y fracasado que estoy. ―Había dolor en los ojos negros, en esos pozos de oscuridad ―. Mira cómo me odio cada día más, porque a pesar de todo lo que hice por esta maldita aldea, por mis alumnos, conmigo mismo, incluso a pesar de que cambié y consideré a los demás mis amigos, ¡No sirvió de nada al final! Dejé que Obito muriera, asesiné a Rin, no pude ayudar a mi maestro, y la situación del equipo 7 cuando eran genins se me salió totalmente de las manos y dejé que mi alumno se convirtiera en un delincuente de rango S, y tras muchos años volví a ver a Obito… ¿y sabes qué hice? ―Sonrió burlándose de sí mismo mientras una maldita lágrima se le escapaba por el ojo izquierdo ―. Volví a dejarlo morir. No pude ayudarlo… yo… lo dejé morir otra vez. ¿Y quieres saber otra cosa? ―Rió tristemente ― NO. NECESITO. TU. ¡LÁSTIMA! ―gritó aventándola contra la pared y ella después cayó al piso, sin lograr que sus piernas la sostuvieran. Estaba impresionada. No podía creerlo. No sabía quién era él. No era Kakashi Hatake, no el que ella conoció.

—Kakashi… sensei… ―Su voz se quebró, estaba en un fino hilito y lo miraba con los ojos vidriosos.

—¡No soy sensei! ―Le gritó con toda su fuerza vocal ―. ¡No soy Hokage! ¡No soy shinobi! ¡No soy…! ―Se detuvo un momento, como recordando algo importante, miraba la pared blanca de la habitación ―. No soy nada ―Una segunda lágrima cayó, esta vez de su ojo derecho. Y dolió. Cerró los ojos, sintiendo que éstos ardían. Le dio la espalda y se alejó a la ventana ―. Por favor, solo… solo vete. ―Pidió en voz baja, totalmente calmado y también cansado. Parecía que volvía a ser el mismo maestro melancólico y flojo de siempre.

Hinata quiso decir algo, palabras de aliento, lo que fuera. Pero nada salió de sus labios, ni siquiera podía pensar en nada, lo único que atinó a realizar fue ponerse de pie y salir del cuarto de hospital bastante aturdida. "Kakashi-sensei me ha gritado", quiso llorar por un momento pero se controló. Casi nunca le gritaban, por eso se había sentido débil, pero luego detuvo sus pasos, pensativa.

"Lo estoy abandonando como los demás", se dijo en su fuero interno, volvió la cabeza hacia el departamento del ex Hokage, "No quiero abandonarlo así. No quiero abandonar a mi Hokage". Inmediatamente dio la vuelta, volviendo a dirigirse hacia el departamento agrio. Llamó a la puerta y la recibió el mismo Kakashi de ojos amargos.

―¿Se te olvidó algo?

―S-Se me olvidó invitarlo a cenar. Esta n-noche si no es molestia. Yo misma vendré con la comida. ¿Le gusta algo en especial?

―No tienes que hacerlo. ―Frunció el ceño.

―Tiene razón, no tengo por qué hacerlo pero… ―Se encogió de hombros en un gesto simple ―, aun así quiero hacerlo.

―¿Por qué motivo? ―Exigió severamente.

―Uhm… el sharingan ―Se le ocurrió.

―¿El sharingan? ―inquirió totalmente descolocado y confundido, dejando atrás su ceño enojado.

―Sí, yo… quiero conocer qué sentía al usar el sharingan. ¿Es verdad que el Byakugan deriva de él?

―¿Eso no debería respondértelo Kurenai o Hiashi?

Hinata bajó los hombros, cansada. Estaba por darse por vencida cuando…

―No quiero que vengas, Hinata. ―Y dicho esto cerró la puerta sin más. Del otro lado, Hinata no reaccionaba, se había quedado parada sin saber qué hacer, solo parpadeando, confundida. Le cerraron la puerta en su cara, no era bienvenida.

"No abandonaré a mi Hokage", las palabras volvieron a repetirse en su mente. Frunció levemente el ceño de manera decidida. Cuando ella se ponía un objetivo no descansaba hasta lograrlo, y ahora Kakashi se le había metido a la mente.

Tenía que averiguar el platillo favorito de Kakashi en menos de cinco horas.

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Yamato abrió la puerta de su departamento con algo de desconfianza. No era que le molestaran las visitas, era que no tenía muchos amigos que fueran a su casa. ¿Quién podría ser?, se preguntó. Tal vez alguna misión de última hora, mientras caminaba para abrir la puerta se fue quejando de un dolor de espalda, pensando en la próxima misión.

—Ya les dije que son mis días de descanso… —Abrió con fastidio pero luego se percató que su pequeña visitante no traía uniforme ANBU y que encima tenía unos místicos ojos blancos que lo miraban con preocupación.

—Buen día, Yamato-san. Lamento mucho molestarlo en sus vacaciones.

—Ah, Hinata-chan, no me molestas para nada. —Se pasó una mano por la nuca en señal de nerviosismo y vergüenza, pues no había querido ser tan brusco con la chica —. En realidad estaba aburrido. Pasa, ¿en qué puedo ayudarte?

—No voy a entretenerlo mucho, aquí estoy bien. —Sonrió —. Solo necesito hacerle una pregunta sobre Kakashi-sensei.

—¿De Kakashi? Claro, aunque no creas, no somos muy amigos. Pero dime.

—¿Sabe de alguna comida que le guste? ¿Alguna vez fueron a cenar y él pidió algo en especial? Es que le prometí llevarle la cena a su departamento pero no sé sus gustos.

—Oh, vaya. Vas a llevarle la cena, qué amable de tu parte —Sonrió de medio lado, aunque algo preocupado —, verás Hinata-chan, Kakashi no está de buen humor por estos días. Perdió algo que era muy valioso para él y eso lo hace sentirse triste, la cosa con Kakashi es que él no sabe demostrar tristeza, solo se enfada por todo y es grosero. No está muy estable que digamos. Sé que intentas animarlo y está bien, pero ni sus propios alumnos pudieron hacerlo. Créeme, estará bien, solo necesita tiempo.

—Lo entiendo, Yamato-san. Aun así quiero llevarle de cenar a Kakashi-sensei, como se lo prometí. ¿Podría por favor responder a mi pregunta? —Ella temía haber sido grosera con él, pero en cambio Yamato solo suspiró en señal de resignación. Las mujeres eran difíciles de entender así que mejor darles por su lado.

—Bien. A ver, a ver… —Tamborileó los dedos sobre su barbilla, pensando y pensando alguna comida que a Kakashi le gustase —, creo que le gusta el pescado pero no sé cuál. No puedo recordarlo. Lo siento Hinata-chan, es todo lo que puedo decirte.

—Me ha ayudado bastante, Yamato-san, no se preocupe. Ya tengo una idea más clara. Muchas gracias. —En señal de respeto le dio una pequeña reverencia —. Que tenga unas tranquilas vacaciones.

—Muchas gracias, y cuídate de Kakashi, en verdad está como ogro.

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Eran las seis de la tarde. El reporte meteorológico de la radio prevenía un aire fresco así que Hinata se había preparado con anticipación. Hizo una visita al mercado de la aldea para comprar pescado fresco, verduras y algunos condimentos. El caldo de pescado le salía muy bien, había hecho una olla grande para poder compartir con su padre, Hanabi, Hashimoto; un miembro de la segunda rama que se había vuelto muy protector con Hanabi, para Ko y el abuelo Hyuga. Les había servido a todos con gran entusiasmo y después volteó a ver el reloj. Eran las siete. ¡El tiempo había volado! Así que ella también tenía que volar.

—¿No cenas con nosotros, hermana? —Hanabi la vio con una ceja enarcada. La mayor llevaba parte de la cena en un recipiente para cosas calientes, anudado con un pañuelo rojo con bordados negros.

—Lo siento, voy tarde. Voy a llevarle la cena a un amigo.

—¿Y tú a qué hora comerás? —Hanabi se enfadó por la falta de cuidados de su propia hermana.

—Cuando regrese. Con permiso.

Se despidió saliendo por el comedor. Al salir se dio cuenta que no hacía frío ni calor, las noches de finales de invierno eran sus favoritas. Caminó con cuidado de no derramar el contenido de la cena y echó andar hacia el departamento de su malhumorado Hokage. Conforme iba caminando se empezaba a sentir más nerviosa. ¿Qué le diría Kakashi? O mejor, ¿le abriría la puerta? Ella esperaba que sí.

Finalmente llegó a su destino y se halló tocando la puerta por casi diez minutos seguidos. Miró el recipiente con preocupación, el caldo se iba a enfriar.

—Kakashi-sensei, por favor abra, soy… Hinata.

Toc, toc, toc.

—Kakashi-sensei, ¿quiere que deje todo aquí?

Un minuto sin respuesta. Toc, toc, toc.

—Perdoneme por molestarlo, solo quiero… hablar.

Toc, toc, toc. Cinco minutos.

—Kakashi-sensei, la cena se está enfriando.

Había pasado mucho tiempo. El caldo de seguro ya estaba entibiándose.

—Kakashi-sensei, dejaré la cena aquí en la puerta, ¿está bien? Todavía puede calentarlo un poco. Es caldo de pescado. Si no le gusta mañana puedo traerle otra cosa.

Un ratito más sin respuesta.

—Kakashi-sensei… buenas noches.

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Era una mañana agradable. Hinata estaba ansiosa de que los cerezos se tornaran rosados con sus miles de flores bonitas. Ese tipo de flores le recordaban a Sakura. Hizo una nota mental de pasar a verla por el hospital cuando no fuera temporada de vacunación. Muy contenta se dirigió al departamento de Kakashi sin siquiera desayunar. Moría de las ganas por saber qué tanto le había gustado su comida a Kakashi-sensei. Esperaba con anhelo que el caldo hubiese sido de su agrado. Cuando subió por las escaleras hasta llegar al pasillo de puertas se detuvo completamente, como si de pronto fuese una estatua.

El recipiente envuelto en el pañuelo rojo estaba intacto.

Hinata sintió que el corazón se le iba hasta los pies. Su boca estaba seca y entreabierta por la sorpresa. Con la dignidad entristecida continuó sus pasos lentos y levantó sus pertenencias. Por ser caldo de pescado dejado a la intemperie ya empezaba a oler mal.

Toc, toc, toc.

—Buen día, Kakashi-sensei. Veo que el caldo de pescado no le gusta. ¿Hay algo que quiera para la cena de hoy? —No había respuesta. Hinata se acercó a la puerta para, según ella, que Kakashi la alcanzara a oír más claramente —. ¿Sí le gusta el pescado? —Silencio —. Creo que seguiré intentando, ¿está bien?

Aquella noche llevó ensalada de verduras con trozos de pescado frito y una sopa de soja. El bento nocturno le había quedado espectacular, digno de servirse en algún restaurant de alta cocina. Llegó puntal, a las siete de la noche, y se sentó a esperar, llamando a la puerta un par de veces, temerosa de verse insistente.

—Kakashi-sensei, ¿puedo dejarle la cena aquí en la puerta? Espero que sea de su agrado. Que pase buenas noches.

Al día siguiente, el platillo estaba intacto. Había un par de gatos meneando la colita, entusiasmados por el olor del pescado. Hinata no sabía cómo es que habían logrado burlar la seguridad del edificio, o tal vez eran las mascotas de algún inquilino. Hinata les dejó comer lo que quisieron mientras sentía un agujerito en su corazón.

"Qué grosero", pensó dolida. "Ni siquiera me contesta".

Ya le habían dicho que lidiar con Kakashi en esos momentos no iba ser tarea fácil. Y ella no lo iba abandonar como los demás. "No voy abandonar a mi Hokage", volvió a repetirse en su fuero interno, decidida. A ella nunca le pusieron las cosas fáciles, estaba acostumbrada a luchar con dolor y paciencia, esto no era algo que no pudiera hacer. Poco a poco y con paciencia.

Se retiró herida aquella mañana, pero de antemano sabía que regresaría por la noche con un nuevo intento.

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Había pasado una semana. Los resultados fueron los mismos. Hinata estaba un tanto deprimida al no poder llegar a Kakashi. Tal vez ella no podía lograr entender los sentimientos de su antiguo Hokage y por eso no podía ayudarlo. Entonces, ¿Cómo? ¿Cuál era la respuesta? Ahí estaba ella queriendo ser alguien amable con él, alguien que lo quería escuchar y comprender, alguien que lo iba apoyar, que no lo iba a abandonar por más grosero que pudiera ser. Pero él no podía ver eso. ¿Por qué no?

Recargada con la espalda contra la pared y las piernas abrazadas, Hinata echó una última mirada a la cena de aquella noche, regresó su vista al frente con desanimo. A veces era difícil entender a las personas. A veces, por más que se quería ayudar, la otra persona no lo permitía. Eso era frustrante… y triste. Suspiró con cansancio. Tal vez era mejor ir a casa, rendirse por aquél día. Rendirse temprano e ir a dormir.

De pronto se escuchó un clac, como si alguien destrabara la puerta y Hinata volteó asustada hacia un lado, mirando desde abajo.

—Vas a engordar los gatos de los vecinos y luego me van a echar la culpa. —La voz de Kakashi era grave, cansada y en tono bajo. Sus ojos lucían trasnochados y su piel pálida. Llevaba un pantalón negro nada más, con el dorso desnudo y los pies descalzos. Así caminó y se dejó caer a un lado de Hinata, quien sonrojada por el pecho masculino de Kakashi lo único que atinaba hacer era mirar sus propias manos nerviosas —. ¿Qué? ¿Ahora estás callada?

Sinceramente ahora ella no sabía ni qué decir.

—Parece que fui algo grosero contigo la vez pasada. Lo siento. Estaba molesto. No deberías venir aquí cuando estoy molesto.

—Yo… solo quería hablar.

—¿Hablar de qué?

—De… cualquier cosa. —Su voz se había empequeñecido gradualmente y se abrazaba más a sus rodillas. Por largos segundos Kakashi no dijo nada, solo miraba el cielo nocturno por la ventana grande frente a ellos. Se veía pensativo y… vulnerable, pero era raro, vulnerable y fuerte, el tipo de hombre que puede arreglar sus problemas él solo, alguien poderoso, era Kakashi Hatake a quién tenía a un lado, un héroe de guerra, alguien de respeto, pero lo único que podía pensar ella era en mirar esa cicatriz en forma de cruz que tenía sobre el pecho desnudo. Se mordió el labio inferior para obligarse a pensar en otra cosa —. E-Entonces, ¿cuál es su comida favorita?

—Vamos hacer un juego, ¿bien?

—De acuerdo.

—Yo digo tres cosas, dos son verdad y una es mentira. Tú tienes que adivinar cual es cada una.

—Entiendo.

Kakashi pensó un momento, ni una vez la observó, solo se dedicaba a ver por la ventana. La luna plateada ya estaba algo alta para ese entonces. Hinata se había quedado esperándolo por más de una hora en esa noche.

—La primera es: Quiero dormir contigo. La segunda es: Me gustan los perros. La tercera es: No quiero que vuelvas aquí nunca.

Hinata pensó con detenimiento. Parecía ser algo que Kakashi se estaba tomando en serio, así que ella también debía tomárselo en serio. Lo meditó un poco y después dio una respuesta.

—La primera… es verdad. La segunda es verdad. Y la tercera es mentira. —Tenía que admitirlo. Que le gustaban los perros era un hecho, lo cual dejaba una verdad y una mentira. Dormir con ella o que no quería volverla a ver. No volver a ver a alguien era algo demasiado fuerte, así que probablemente esa era la mentira. Dormir con ella… eso la hacía sonrojar, pero Kakashi era un hombre y ella conocía bien que algunos hombres pensaban mucho en las chicas. Le daba vergüenza, pero emitió su respuesta sin tartamudearse, sin siquiera atreverse a verlo.

—Error. Quiero dormir contigo, mentira. Me gustan los perros, verdad. No quiero volver a verte por aquí, totalmente verdad.

Hinata abrió los ojos más de lo normal ante la respuesta de Kakashi. Vaya, realmente no quería volver a verla.

—Pe-Perdón por ser… tan molesta.

Se levantó de su lugar y comenzó a recoger las cosas que había preparado para la cena de Kakashi. Respetaría su espacio, si no quería verla no había nada qué hacer. Tal vez ella no le agradaba. Estaba bien. No tenía que agradarle a todas las personas. Pero ella solo quería ayudar, ahora tenía ganas de llorar.

—Oye, espera, creo que sí estabas en lo correcto. No quiero verte, es mentira. Me gustan los perros, es verdad. Quiero dormir contigo, eso también es verdad.

Hinata sintió el sonrojo en sus mejillas y volteó a verlo. Se veía tan atractivo así sin camisa y con su cicatriz de la guerra, y a pesar de todo aun se veía joven y guapo. No, no. Sacudió su cabeza un poco y continuó guardando los recipientes en una bolsa que había llevado consigo.

—¿Te quedas esta noche?

Hinata estaba de pie y él sentado, observándola con sus ojos negros desde abajo. Kakashi no tenía el sharingan pero aun así parecía abducirla a hacer lo que él quería. Como si la esencia de ese kekkei genkai se hubiera quedado en el peligris.

—No tienes que hacer nada malo. Solo… quiero dormir con alguien que no espere nada de mí.

—¿No haré n-nada que yo no quiera?

—No.

—¿Y puedo irme a casa a las 10?

—Seguro. —Se encogió de hombros.

—Bueno. —Aceptó inocente. Kakashi se levantó de un salto y le quitó la bolsa de las manos, entrando al departamento. Hinata entró detrás de él cerrando la puerta. Se quedó observando el lugar donde vivía Kakashi. A pesar de ser hombre y de que casi pudo jurar que encontraría el lugar hecho un desastre por la inestabilidad de Kakashi, el departamento estaba totalmente pulcro. Todo bien limpio y ordenado, con muy pocas cosas personales, lo que lo hacía minimalista y hasta algo abstracto, como Kakashi.

El peliplata dejó la bolsa en la mesa más cercana y luego tomó a Hinata de la muñeca.

—Ven. —Le ordenó jalándola por el pasillo hasta llegar a su habitación. Ahí había una cama destendida con una cobija verde —. Acuéstate de lado. —Hinata echa un manojo de nervios hizo aquello casi con los ojos cerrados.

—¿Kakashi… sensei? —Su voz bajita y dulce, volteó y lo escuchó su respiración tranquila y pacífica. Se había quedado profundamente dormido.