Sumario: Levi y Hanji son abogados penalistas y están a cargo del divorcio de Mikasa y Eren. Tienen experiencia en ello, después de todo, así comenzó el final de su propia historia.
Capítulo 09: Instinto Suicida
Kenny estaba frustrado.
A pesar de su edad era un hombre fuerte, seguramente por la dura vida que le tocó sufrir desde que tuvo que cuidar a su pequeña familia y luego abruptamente ser separado de ella.
También era un ser muy desconfiado.
Perspicaz.
Y sobre todo, muy, MUY rencoroso.
Jean aguantó el quejido al sentir otra patada en las costillas. No podía esquivar los ataques por más que quisiera, pues estaba atado de pies y manos, como si fuera un cerdo listo para ir al matadero. De hecho, así es como lo había estado tratando Kenny en las últimas horas, como un cerdo pervertido.
—No seas absurdamente imbécil.— le recriminó Kenny. —Aún te falta hablar más ¿verdad?
Jean no iba a decir una sola palabra más porque literalmente su vida dependía de ello y mientras Kenny sepa que él no ha soltado todo, a pesar de la tortura lo dejará vivir.
—Si me sigue golpeando así... le mandaré la cuenta del hospital...— dijo con claro temor en sus palabras.
Kenny se agachó y le mostró una sonrisa malévola.
—¿Esa es tu estúpida manera de querer intimidarme?— Jean miró hacia el piso, evitando la mirada del mayor. Obviamente solo un imbécil trataría de amenazar a Kenny en su propia casa. No se atrevía a repasar su plan de escape porque sospecha que Kenny puede leer mentes, después de todo, no encuentra otra manera que supiera que él había visto a Mikasa haciendo cosas de adultos con el maldito de su marido. Fueron milésimas de segundos desde que Kenny había abierto el video, el maldito programa portátil continuando la reproducción desde donde Jean la había dejado (y por un demonio que nadie podía culparlo de querer... asegurarse... que la del video sea Mikasa) Un golpe en el rostro lo volvió a la realidad actual. —Si quieres que te sangre la nariz, puedo perfectamente encargarme de ello, pervertido de mierda.
—Ugh... — Jean estuvo tentado a escupir la sangre que se acumuló dentro de su boca, pero no estaba seguro que aquello le gustara a Kenny, así que amargamente tuvo que tragarse su sangre y con ello el grito de dolor.
Aquello fue lo último que tuvo que soportar de parte de Kenny. Algo de suerte le cayó desde el cielo (o fue enviado desde infierno) y los sonidos de la puerta abriéndose le dio la oportunidad perfecta para buscar en su bota su navaja multiusos, cortar la cuerda y escapar de inmediato a través de la ventana.
Levi entró al departamento, sondeando el estado de ánimo de su tío, extrañado de encontrarlo a medio camino de saltar por la ventana.
—¡Oye! ¿Qué carajos te pasa?— le soltó Levi haciendo que Kenny se volviera hacia él.
Lo que fuera que iba a decir Kenny, e incluso sus mismas emociones, se quedaron en blanco al ver entre los brazos de su sobrino a su querida hermana.
Era la primera vez que Levi vio a su tío temblar de emoción y mostrar algo más que amargura, ironía o desprecio. Mentalmente Levi volvió a reprocharse por alguna vez llegar a creer que Kenny hubiera sido alguna vez capaz de matar a su familia.
—Kuchel... Demonios...— Kenny carraspeó para que la voz no volviera a temblar de miedo, logrando en contraste que saliera más ronca que de costumbre. —¿Está viva?
Levi soltó un monosílabo de asentimiento y permitió que Kenny quitara de sus brazos a su madre. Vio cómo Kenny la abrazó mientras su cuerpo no dejaba de temblar. Le dio su espacio y salió nuevamente del departamento, encontrando a Hanji afuera.
—Armin dijo que iba a esperar abajo.— le dijo ella acariciando la mejilla de Levi, enjugando una lágrima que se había escapado. —Hasta ahora nadie nos ha seguido.
Levi asintió.
—¿Crees que mi madre debería quedarse aquí?— preguntó Levi.
Hanji le sonrió en forma de respuesta afirmativa.
—Tu tío te la va a robar por una temporada.— observó ella. —Además así estará completamente protegida. Luego podemos tenerla con nosotros, cuando encontremos a Sannes y lo dejemos pudriéndose en la cárcel.
Levi volvió a asentir, permitiéndose respirar profundamente ese momento de calma.
Un gran paso había dado a su favor.
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Armin no hombre era de puños, más bien de palabras. Y aún así se arriesgó al ver a un hombre escapar de la casa de Kenny, tambaleando y claramente mal herido.
—¿¡Jean!?— exclamó incrédulo al intentar reconocer al golpeado hombre cuyo ojo derecho apenas podía mantenerse abierto. Ahora sí él escupió la sangre que se había acumulado en su boca. —¡Hay que llevarte a un hospital!
A pesar de todo, el otro se negó.
—Salí vivo, ya es un milagro.— pudo decir Jean riendo con cinismo. Igual, nadie le quitará lo visto. —Pero me esconderé una temporada para sanar mis heridas.
—¿¡Esto fue hecho por Sannes!?— preguntó Armin con recelo. Si Jean, con su experiencia en el bajo mundo, acabó así, el rubio no creía salir vivo de algún encuentro contra Djel.
—Ackerman Kenny.— respondió Jean, pasándose la mano por el rostro, sintiéndolo hinchado. Se detuvo a tiempo, recordando que Armin era un fiel amigo de Mikasa y en otras circunstancias Armin ni cosquillas le hubiera hecho, pero en su estado actual hasta un adolescente de doce años podría rematarlo. Se encogió de hombros, aparentando indiferencia. —Son gajes del oficio... A veces las respuestas sobrepasan las expectativas.
Armin no entendió nada y Jean le pidió que le dijera a los Ackerman que seguirá investigando. Después de todo, pagan muy bien, incluso si quieren agarrarlo de saco de boxeo. No, mejor que no le dijera esto último porque si Levi se une, ahí no habrá ni dioses ni demonios que lleguen a salvarlo.
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Momentos después Armin quería asesinar a Kirschtein Jean.
Después de dejar instalada a Kuchel en la habitación, Kenny había comentado el contenido de esos videos, diciendo que sólo lo dejó vivo porque había algo más que Jean se había resistido a confesar.
Levi trató de no exaltarse y le sugirió a Kenny que verificara que su madre despertara y no se sintiera sola y desorientada. Sólo este hecho bastó para que Kenny se apartara de la improvisada reunión.
Con los nervios estando a nada de estallar, Levi agarró un cigarrillo y lo encendió mientras su mente buscaba cómo averiguar el contenido de los videos sin realmente verlos. La solución llegó al instante al notar la mirada tensa de Hanji, así que le pidió a ella que verificara si era cierto lo que Jean le había informado a Kenny.
Bastaron pocos segundos y la expresión de rabia apenas contenida en el rostro de ella para que fuera evidente que la información era real.
Armin se acordó de la sonrisa cínica del muchacho, como quien recordaba haberse comido un pastel que estaba prohibido. Sacudió la cabeza ante la absurda referencia, puesto que Mikasa jamás había engañado a Eren.
—Será mejor que Eren nunca se entere de esto.— O tendrá que defender a su mejor amigo por homicidio totalmente intencional. Lo último lo pensó para sí mismo.
Observó a Hanji quitarle el cigarrillo a Levi y darle ella misma unas caladas.
—Pero había algo más que Jean sabía.— comentó Hanji botando el humo, tratando de calmar sus nervios. Odia no conocer a detalle todo lo acontecido y sacar deducciones a ciegas.
Levi asintió, al menos es lo que Kenny le había dicho. Como Jean se negaba a contestar las llamadas, Levi le mandó un mensaje advirtiendo que más le valía que esos archivos sean los únicos existentes en todo el universo.
Piensa mal y acertarás.
Y hasta ahora lo que mal podían pensar era que Sannes está detrás de Mikasa así que debían protegerla.
A ella y a su bebé.
Armin se comprometió a averiguar si las grabaciones de la habitación correspondían al departamento de alquiler actual de los Yēgā o el anterior, en el cual vivieron en los primeros meses de su matrimonio.
Aquello tranquilizó por unos instantes a Levi haciéndolo sentir que tenía control de la situación. Si las grabaciones correspondían a la habitación actual, tenía que hacerlos cambiar de departamento a la brevedad posible, Eren además tenía que cambiar rutinas y formas de trabajo, Mikasa cuidarse más al estar embarazada y quizá no dejarla sola en ningún momento.
La sensación de incomodidad volvió a invadir a Levi.
Sannes no tuvo consideración con sus propios nonatos, menos la tendrá con una Mikasa y su bebé en camino.
Los pensamientos se esfumaron al escuchar un fuerte sollozo en la habitación contigua haciendo que Levi fuera de inmediato hacia allá.
Kuchel temblaba, abrazando a Kenny, sus lágrimas saliendo con más intensidad al ver a un hombre hecho y derecho en la puerta abierta con claros genes Ackerman en cada rasgo, era casi verse a sí misma.
—Levi.— murmuró con la voz rota de anhelo y desesperación. —Hijo... ¿Acaso he muerto?
Levi negó con la cabeza mientras se acercaba a ella y la tomaba de la mano.
Kuchel se negaba a soltar a Kenny e hizo todo lo posible por aferrarse a Levi quien no forcejeó en absoluto. Su madre estaba tan débil que hubiera bastado un movimiento ligero para liberarse de ella.
—Madre... estamos aquí.
Ella asentía entre lágrimas y sollozos. No le importaba si estaba soñando, no quería despertar y descubrirse en esa maldita habitación de la clínica, o peor aún, volver a la pesadilla de ese miserable abusando de ella.
No.
El destino no puede ser tan cruel.
Si ella vuelve a ver a ese hombre, definitivamente acabará con su propia vida.
Costó algo de tiempo para poner en contexto a Kuchel de todo el tiempo en que la habían estado buscando y cómo lograron finalmente sacarla de aquel sitio y de todo lo que harían a partir de ahora.
A ella se le notó temor iniciar una demanda contra el Hospital y se encogió sobre sí misma. A Levi le rompió verla así por lo que pensó que debía darle mejores noticias a su madre.
—Madre... Yo... Quería decirte que hace años me casé.— comentó Levi cambiando abruptamente la conversación.
Logró ver un destello de reconocimiento en los ojos azul gris de Kuchel y una temblorosa sonrisa en su rostro.
—Hanji-san...— murmuró ella, su sonrisa más nerviosa.
Levi frunció el entrecejo.
—¿Cómo sabes...?— preguntó el abogado. La voz débil de Kuchel quedó apagada por la de Kenny.
—Ella despertó mucho antes y la abracé para que supiera que no estaba soñando. — Kenny se atrevió a mostrar una burlesca sonrisa. —Le dije que no habías crecido ni un milímetro desde la adolescencia y que habías contraído matrimonio con una abogada llamada Zōe Hanji.— Kuchel asintió, aún temblando y con lágrimas rodando sus pálidas mejillas. Kenny siguió dominando la plática, como si estuviera hablando con su sobrino adolescente y no con un adulto profesional, así que lo mandó como si fuera un muchacho.—Anda, ve por ella, muchacho. Tu madre ha esperado mucho para conocer a la mujer que logró atraparte.
Levi, con claro recelo ante las palabras de su tío, salió de la habitación para ir por Hanji.
—Kenny...— murmuró nerviosa Kuchel.
Él la interrumpió, tomando las manos frías de su hermana.
—Después, Kuchel. Más tarde hablaremos de esto.— Le apretó con poca fuerza las manos para que sea consciente que no es un sueño. —Mientras tanto, es hora de que seas un poco feliz y conozcas a la hija que te ha conseguido tu hijo.
Como si la hubiera invocado, Hanji entró a la habitación, ligeramente cohibida y sonrojada, haciendo una leve reverencia en forma de respeto y saludo.
—Madre...— dijo ella con timidez, mirando de reojo a su esposo que parecía serio, como si aquel asunto no lo involucrara. —Perdón por no traer un presente. Levi no me dijo que hoy nos presentaría.
—Fue a causa de la imprudencia... de Kenny.— replicó Levi, con una voz demasiado baja, que parecía susurrar sus palabras. Kenny no se intimidó ante la mirada suspicaz de su sobrino.
Hanji decidió que no podía quedarse todo el tiempo ahí de pie sin hacer nada, así que suspiró profundamente y se acercó a Kuchel.
—Nos alegramos mucho por tenerte en casa.— Hanji irradiaba tanta amabilidad que logró que Kuchel mostrara una sonrisa menos tensa y más sincera. —Estaba pensando que debemos verificar tu estado de salud y buscar un médico de confianza...
Kuchel asintió.
—Brossard-sensei— dijo ella. —Fue bastante bueno conmigo y, en lo que podía, siempre ayudaba a evitar que...— Las lágrimas corrieron con mayor intensidad por las mejillas ante aquellos amargos recuerdos.
—Iré por agua.— dijo Kenny, saliendo abruptamente de la habitación. Quizá ya llegó al límite de su tolerancia y necesitaba desahogarse.
—Entonces él será.— dijo Hanji, tratando que Kuchel emocionalmente no se descompusiera más. Pensó en unos instantes en cómo podía conseguir el contacto del médico y la solución vino de inmediato a su mente. Sacó su celular y buscó el historial de llamadas.
—¿Hola?— contestó dudosa la otra persona.
—Petra-san— respondió Hanji haciendo que Levi frunciera el entrecejo. Esa mujer no está en la escasa lista de personas que sean de su agrado. Hanji sonrió mientras de manera automática deslizaba un pulgar por la ceñuda expresión de su esposo. —Estaba recordando que... en una ocasión ocurrió un... desliz administrativo.— Pudo escuchar al otro lado de la llamada cómo Petra contuvo el aliento. —...y estaba pensando en una forma de compensación.
—Uh...Hanji-san... Actualmente no laboro en el Hospital Kusavā, así que no puedo acceder a ninguna información.
Hanji rodó los ojos ante el pensamiento absurdo de Petra que solo sirve para espía utilizando las herramientas de su trabajo. Mientras, seguía deslizando el dedo por el entrecejo de Levi, que no parecía ceder.
—Pero debes tener algunos contactos telefónicos... entre ellos necesito el número de teléfono de Brossard-sensei, especialista en psiquiatría.— Unos segundos de profundo silencio hicieron pensar momentáneamente a Hanji que Petra había cerrado la llamada. —¿Sigues ahí?
—Ah... le remitiré la información.— al fin dijo Petra, con voz notablemente nerviosa. —¿Me permite indicarle a Brossard-sensei que usted lo contactará?
—Sí, no hay problema.— respondió Hanji. —Puedes indicarle que Ackerman Hanji lo llamará.
Ante su última frase ella notó que Levi bajó la tensión de su rostro. Si no estuviera presente su suegra, Hanji lo hubiera besado. Cada referencia a su matrimonio era como una especie de magia que los hacía ser conscientes de lo que no tuvieron y ahora sí están disfrutando, así que tenían bastante cuidado de no afectar su relación a futuro.
Al poco Hanji tuvo un mensaje de texto con el contacto del psiquiatra y de inmediato lo llamó. Él admitió haber estado preocupado por la situación y cómo había reaccionado la paciente.
Hanji le preguntó si accedía a hacer una consulta vía telefónica y él accedió. Le pasó el celular a su suegra quien, temblorosa y con los ojos brillantes, agarró el dispositivo.
Al escuchar a Kuchel, hablando susurrante y casi imperceptible, Hanji creyó que era bueno darle su espacio, así que disimuladamente tomó la mano de Levi y juntos salieron de la habitación.
En la sala Armin les daba la espalda, revisando unos documentos y escribiendo en el margen de los mismos sus propias anotaciones. Kenny estaba en el balcón, fumando aceleradamente un habano, tampoco notando la presencia de la pareja.
Como si fueran dos adolescentes haciendo travesuras antes que lleguen los adultos, Levi y Hanji se dieron un breve pero intenso beso, aún sabiendo que en la alcoba de su departamento se comportarían como si estuvieran en plena luna de miel.
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Eren frunció el entrecejo ante el mensaje que Armin le había remitido para reunirse más tarde en el departamento de él.
Su amigo está empecinado en ganarse su sitio en el bufett Zacharius y por ende el poco tiempo libre que tenía solía dedicárselo a su novia. No es algo que Eren pudiera reprochar, porque también él es demasiado exigente consigo mismo en cuestiones laborales. Pero el motivo de la reunión, decía el mensaje, es algo relacionado con Zeke y unos problemas legales a futuro cercano.
Aún extrañado y sin saber por qué le importaría si su hermano mayor tiene problemas de cualquier índole, Eren fue a revisar qué tenía para ofrecerle. Trató de ser lo más sigiloso posible debido a que Mikasa se había quedado dormida en el sofá, con un libro en la mano, y por ahora no quería perturbar su sueño.
Notó que tenía algunos vegetales cortados y almacenados, por lo cual decidió que iba hacer una sopa nutritiva para Mikasa. Por mucho antojo de hamburguesa de queso que ella tenga, no puede ceder en que solo se alimente de eso.
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Kenny observaba nuevamente su celular.
Sin mensajes nuevos, sin nuevas llamadas, ni siquiera llamadas perdidas.
Faltaba poco para poder resolver su vida. ¿Acaso será demasiado tarde para él?
Buscó el botón de marcar y observó el teclado numérico, sus dedos tentados a presionar cada uno de los dígitos de aquel número que se sabe de memoria. Casi al instante desistió, una pequeña parte de él con el claro temor de descubrir que Traute se haya deshecho de su celular, por ende se haya realmente terminado todo contacto con ella.
La duda es una maldita perra que te muerde a cada agonizante segundo.
Y quizá algo de masoquista había dentro de él, creyendo que si ha resistido meses de añoranza, bien podría resistir unas semanas más. Hasta que encuentre el cadáver del bastardo devorado por gusanos, porque Kenny se negaba a creer que Sannes sobreviviera a aquel corte mortal que le hizo. No pudo mantenerse vivo, debió ahogarse en su propia y putrefacta sangre maldita.
Botó el humo que había mantenido en su boca y dejó los restos del puro en un cenicero.
Esperaba haberse calmado lo suficiente para mantener su expresión sarcástica y ruda para engañar a los demás y no mostrar sus verdaderos sentimientos, aunque Levi era demasiado perspicaz y eso le irritaba y enorgullecía en partes iguales.
Aunque su primo y su cuñado también lo fueron y aún así ambos terminaron siendo asesinados.
Si sus sospechas son ciertas, definitivamente va a tener que preparar a Levi para cualquier desagradable eventualidad, porque tan real como que su nombre es Ackerman Kenny, así mismo no permitirá que la historia vuelva a repetirse.
Regresó del balcón para continuar con su papel de tío duro y de mal carácter. Encontró a Levi sirviendo té y preparando unas galletas, no vio en la habitación ni al rubio ni a su sobrina política así que bien pudieron haberse retirado o estar en la habitación con Kuchel.
Se dirigió hacia allá, deteniéndose brevemente al escuchar la voz baja pero clara de su hermana.
—...eso fue en su quinto cumpleaños, Levi se la pasó tenso durante toda su fiesta y jamás sonrió.— dijo Kuchel. —Mi esposo no quería pagarle al payaso porque siempre creyó que hizo algo en contra de Levi. Kenny decía que esa cara de amargado ya era herencia familiar.
La risa baja y relajada de Kuchel inconscientemente hizo sonreír a Kenny que seguía escuchando a hurtadillas. Hasta hace unas horas atrás él hubiera pensando que tener de regreso a su hermana era un hecho aún lejano, pero ahora era su bendita realidad. Al parecer los dioses decidieron mostrar un poco de compasión.
—...sigue gustándole el té sin azúcar ni leche...— Hanji continuó hablando en tono confidencial, como si estuviera contándole un secreto. —Y tiene un alto sentido de responsabilidad ambiental porque en tres minutos ya se ha bañado.
Kuchel asintió emocionada, como si estuviera recordando algo.
—No sé de dónde tomó esa costumbre.— la mujer admitió que es una costumbre que Levi tenía desde su niñez.
Kenny se volvió en silencio, encontrándose con la mirada azul gris de su sobrino, pareciendo escanearlo en silencio. Como no quería ser objeto de análisis el mayor golpeó la puerta para hacer notoria la presencia de los varones en la entrada.
Hanji ayudó a Levi a servir las tazas y le pasó las galletas con un plato de manjar a su suegra. Kuchel miró unos segundos sin poder evitar una breve expresión de hastío ante la idea de huntar algo viscoso en sus galletas así que disimuladamente las dejó a un lado. Hanji anotó mentalmente este detalle mientras distraía a su suegra con historias de Levi en la universidad, recordando los mejores momentos.
Hanji no se creía una persona que fácilmente se cohibiera pero había algo en la manera de mirar de Kuchel, una felicidad empañada con ansiedad o anhelo, la castaña no podía discernirlo bien, y aquello lograba hacerla sonrojarse en algunas ocasiones. Ella creía que era cuestión de tiempo, de pasar más momentos con su suegra, para que aquellas extrañas emociones se disolvieran y quedara los mejores sentimientos.
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Annie se revisó unos instantes en el espejo del auto, sintiéndose satisfecha que pudiera camuflar totalmente la herida que Mikasa le había ocasionado.
No buscaría hacerla sentir culpable, menos aún estando Mikasa embarazada. Además, pensando más a detalle, quizá fue lo mejor el gran alboroto, debido a que solo así pudo aclarar todo con Armin, puesto que, de no haberse armado tantos malos entendidos, él quizá hubiera seguido creyendo las estupideces que Bertold le había dicho.
Así que, para bien o para mal, Annie le debe una a Mikasa, aunque no sabía si estaba dispuesta a aceptar un golpe en compensación por cada avance con su novio.
Esperaba que no fuera siempre así.
Sintió una caricia en el otro lado de su mejilla, donde no estaba herida.
—Gracias, Annie.
Ella asintió, sabiendo lo importante que era para Armin mantener una buena relación con los Yēgā, además de algo que el rubio tenía que hacer pero aún no podía desvelar todos los detalles.
En pocas palabras, Armin aprovechaba la ocasión para visitar a sus mejores amigos, hacer notar que todo estaba resuelto con Annie e investigar algo-para-resolver-otro-algo. Muy práctico su novio, y así es como a ella le encanta.
Llegaron al departamento y tocaron el timbre, saliendo Mikasa a recibirlos. Los ojos de la fémina no evitaron mostrarse sorprendidos ante la presencia de la rubia, así que, para romper un poco la incomodidad, Annie expresó una sincera felicitación por su embarazo.
Con los ojos brillantes, Mikasa se cohibió un poco y murmuró un tembloroso agradecimiento.
Armin fue más expresivo y abrazó a su amiga en señal de saludo y de paso también felicitándola por recuperar la cordura y continuar con su matrimonio. Aquello fue un poco más efectivo y Mikasa correspondió al abrazo mientras asentía.
Ya un poco más recuperada, Mikasa se volvió hacia Annie y la abrazó, murmurando en el oído de la rubia unas disculpas por todo lo acontecido. Annie correspondió al abrazo de Mikasa.
—Admito que también hubiera querido matarte si te hubiera encontrado de forma sospechosa con Armin.— le susurró la rubia haciendo reír a Mikasa en señal de aceptar la extraña manera de Annie de declarar que todo estaba bien.
Al separarse ambas notaron cómo Eren estaba a la expectativa de la situación y, al notar que no existía problema alguno, pareció tranquilizarse. Saludó a sus invitados y los llevó a la sala ofreciendo unas bebidas con algo de vodka para los rubios y un jugo de fresas para Mikasa.
Ya una ronda después, Armin miró a Eren, sondeando el estado de ánimo de su amigo. Ni bajo tortura el rubio le mencionaría los videos de Mikasa, así que empezó a comentar de la situación en la que lograron rescatar a Ackerman Kuchel y cómo está ella al fin en buen resguardo.
Eren tomó las manos de Mikasa en señal de silencioso apoyo.
—Aún es pronto para que vayas a verla, Mikasa.— observó Armin. —Fueron demasiados años en cautiverio y Kuchel-san está asimilando poco a poco la situación. La única persona nueva que ha visto es a Hanji-san y eso fue porque al parecer a causa del impacto de verse en nuevo sitio la puso nerviosa y Kenny-san trató de tranquilizarla diciéndole que Levi-san ya era adulto y se había casado, así que aceleraron la presentación.
Al menos eso era lo que Hanji le había comentado, así que Armin repitió el argumento con total facilidad.
—Iremos poco a poco.— Surigió Eren, presionando las manos de su esposa. —Mientras, podrías mandarle algún regalo para que sea consciente de tu presencia.
Mikasa asintió, su mente empezando a idear qué podría enviarle a su tía Kuchel.
—Esto... desgraciadamente nos lleva a otro tema.— Armin carraspeó para retomar la atención de los presentes. —El Hospital Kusavā... actualmente Zeke es el Gerente, y se enfrentaría a cargos por secuestro, falsificación de datos, complicidad...
Eren comprendió el por qué Armin lo está visitando. Si Armin va a llevar el caso en representación de los Ackerman, Zeke se verá afectado. No es que le importe y no está siendo hipócrita, más tiempo Eren ha estado enamorado de Mikasa que conociendo de la existencia de su hermano mayor.
Casi se atrevería a decir que los únicos que le importan en su vida son Mikasa, Armin, en segundo lugar él mismo y en tercer lugar sus conexiones personales o familiares. Aunque ahora ha dejado entrar en su cerrado círculo de personas importantes a su bebé (y en el fondo sabe que si llegan más bebés, también los tendrá como su prioridad junto a su esposa y su mejor amigo)
Zeke es apenas un conocido y honestamente no tiene la más mínima ganas de conocerlo más. Pero... no estaría bien que su bebé tenga un tío en prisión.
—En la época de los hechos... con Kuchel-san, me refiero. ¿No debería ser el padre adoptivo de Zeke el responsable de toda esta sombría situación?
Armin asintió.
—Zeke tendrá que decidir qué pesa más en su corazón. Si su padre adoptivo o la justicia.
Un pitido anunció que el agua para el té estaba lista y Eren se levantó hacia la cocina. Armin lo siguió pidiéndole permiso para ir al baño.
—Es tu casa.— respondió Eren con una sonrisa amigable.
Armin se sonrojó por aquello haciendo reír ligeramente a Eren, por creerlo absurdamente vergonzoso. El rubio observó a Eren darle la espalda y procedió a sacar su celular, identificando el baño de visitas de inmediato, pero silenciosamente cerró la puerta y siguió avanzando.
Armin encontró una habitación con bastante cajas selladas, imaginó que ya Eren estaba haciendo espacio para su bebé. Entonces, por lógica, la habitación del frente era la principal.
Abrió la puerta y efectivamente encontró la cama doble. Una tensión se instaló en la boca del estómago de Armin debido a que nunca vio los videos así que aún se mantendrá con la incertidumbre si existen cámaras en la habitación.
—Qué práctica decoración... Le pediré a Eren que me diga quién tuvo este buen gusto...— dijo Armin realmente a nadie, pero estaba previniendo por si las cámaras seguían ahí. Tomó algunas fotos mientras buscaba con la mirada dónde podia estar oculta una cámara. Quizá dentro de los cuadros o en alguna lámpara, pero no tendría tiempo de averiguarlo por riesgo a delatarse.
Regresó sus pasos y fue al baño de visitas, en el mismo revisó que su celular hubiera tomado buenas fotos. Ya mañana a primera hora se las enviaría a Hanji-san para que verificara si era la misma habitación o no. Se lavó las manos y el rostro intentando aparentar normalidad. Se secó y respiró profundamente tratando de calmarse. Odiaba ocultarle cosas a sus mejores amigos pero más odiaba alterarlos sin poder dar un escenario completo, no quería que ni Eren ni Mikasa pasen por este estrés.
Volvió con sus amigos y su novia, listo para disfrutar de la comida que le habían preparado y, al menos por esos instantes, permitirse ser feliz en compañía de sus seres queridos.
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Kuchel se presionaba las manos, reprimiendo el impulso de evitar que Levi se marchara. Se mordió ligeramente el dedo índice, sintiendo el dolor inmediato. Entonces comprendió que no estaba soñando. De verdad había sido liberada de Sannes y estaba a salvo en casa de Kenny.
Sintió náuseas de solo recordar el nombre de su agresor. Afortunadamente tenía tanto tiempo que no lo había visto, esperaba que jamás volviera a encontrárselo y lograr alguna vez borrarlo de su mente.
Pero antes...
Se le hizo una eternidad a Kuchel hasta que vio a Kenny entrar a la habitación con un vaso de agua y unas pastillas.
—Tu hija las manda.— Kenny le entregó las pastillas y el agua. —Tu psiquiatra las recetó aunque dijo que debía bajarse la dosis.
Kuchel asintió, notando que eran las mismas que tomaba en el hospital pero partidas a la mitad. Las lágrimas volvieron a empapar sus mejillas mientras temblorosa tomaba las pastillas. Antes de llevársela a la boca, Kuchel preguntó si Levi y Hanji ya se habían marchado. Kenny asintió.
Con otro suspiro tembloroso y sollozante, Kuchel miró desesperada a su hermano.
—Por favor, Kenny... a Mikasa... debes protegerla.
Aquello golpeó metafóricamete a Kenny, porque con los videos y esta angustiosas petición reafirmaba que Sannes iba ahora por Mikasa. No iba a permitirlo. Se lo debía a su primo.
—Claro que lo haré. —Le dijo Kenny, instándola a que tomara el medicamento y al menos, por unas horas, su dolor se durmiera.
—También...— más lágrimas corrieron por las pálidas mejillas de Kuchel. —...a ella.
De inmediato Kenny entendió la situación, y esperaba no hacer mal, pero evitó que Kuchel tomara sus medicamentos.
—Dime todo lo que sepas.— respondió Kenny, con una voz muy sombría y que prometía ir en búsqueda de aquel bastardo, traerlo desde el mismo infierno y volver a enviarlo pero hecho picadillos.
Kuchel asintió, haciendo todo el esfuerzo posible para evitar vomitar, mientras contaba el infierno que había pasado y cómo Sannes se regordeaba de sus éxitos.
—Cada vez que se burlaba... lo odiaba más.— Kuchel se limpiaba las lágrimas. —No le importaba nada. Hasta abusó de una guía penintenciaria y se mofó de cómo se victimizó y logró encarcelarla. Lo único que me alegró fue que no logró asesinarla cuando ella cumplió la sentencia y salió libre.
Kenny no interrumpió a su hermana, absorbiendo cada detalle. Por cada palabra que Kuchel soltaba, Kenny alimentaba una ardiente y ciega venganza que acumulaba en lo más profundo de su ser.
—Entiendo todo.— murmuró él, con una mezcla de emociones revolviéndose en su interior.
—Y sobre...— un llanto más agonizante invadió a Kuchel. Kenny la abrazó contra su pecho y acarició la melena negra y larga de su hermana, acunándola como si fuera la primera vez que la tomó en brazos, siendo una bebé que él sostuvo cuando era un infante. Kuchel continuó hablando, con la voz rota. —...También la vigila... por favor, Kenny... te lo suplico... no lo permitas.
Él asintió con un sonido tenso, sus labios en una línea recta, conteniendo todas sus malas emociones.
Va a intensificar la búsqueda de Sannes.
Y si el desgraciado se encuentra con vida, Kenny se asegurará de volverse el asesino despiadado por el cual fue sentenciado.
Continuará...
