«Deku conoció a un sujeto absolutamente desinteresado por vivir. Era su hábito tratar de arreglar un rostro alicaído, pero la actitud estoica del muchacho era diferente a todo cuanto acostumbraba tratar.»
Paralelo al capítulo "Extra, Parte 2" de este mismo fic.
Deku ya no estaba seguro de lo que sentía.
Cuando estaba con Bakugō, se ponía triste. Nunca se acercaron como Deku quería. Kat no lo consideraba un amigo y ahora ya tampoco lo veía como un rival a vencer haciendo cualquier cosa. Si bien formaban una buena dupla, cuando no se requería trabajar juntos parecían desconocidos. Dolía. Toda esa admiración y deseos frustrados que impulsaron a Deku a crecer, dolían.
Estar con Todoroki, en cambio, resultaba alentador. Tener su aprecio incondicional era indescriptible, sin embargo, si bien Deku ayudó a que Shōto sobrellevara sus problemas familiares, no pudo salvarlo de sus demonios. Todoroki había sufrido mucho, y Deku aún sentía una puñalada en el pecho al recordar los ojos bicolor vacíos.
Sucedió lo mismo con su madre: todos le hicieron sentir dolor de alguna manera en algún momento, pero él no podía culparlos. Tenía que sacar su frustración sin tornarse hiriente. Su tío Toshinori le dio un motivo para salir adelante, pero eso no era lo único que Deku quería.
Él quería poder sentirse triste y alegre para los otros como una persona normal. No reírse cuando tuviera ganas de llorar, ni reprimirse cuando deseara sonreír; sencillamente dar apoyo, extender la mano a quien lo necesitara y expresar: "Todo estará bien, estoy aquí contigo".
Deku de verdad quería gritarle eso a Tomura Shigaraki. Estaba convencido de que con él las palabras dulces no funcionarían, las sonrisas tensas no lograrían consolarlo, ni la rigidez de lo correcto lo saciaría. Entonces, sólo quedaba ser sincero.
Deku sólo debía dejar de lado su optimismo, que aunque real, amable y bondadoso, siempre dolía. Con Shigaraki, la única opción era ahogarse en su propia angustia, cerrar los ojos y dejarse ir.
Extrañamente, anclarse a ese dolor no dolía.