Capítulo 9: El baile del debut

El salón de marfil rebosaba de nobles y figuras políticas extranjeras luciendo sus mejores galas y ya que los Tenjiro habían sido los últimos en llegar por parte de las debutantes, todas las jóvenes y sus parejas debían bailar el primer vals como miembros en la sociedad oficialmente; todas las nobles se reunieron para así dar inicio a la velada.
—Tienes una cara terrible. — Murmuro su padre mientras la llevaba a la pista
—Pues claro, yo no quería estar aquí y me cansa escuchar las conversaciones aburridas de la nobleza. — Se quejó mientras su padre hacía una reverencia y ella se inclinaba aceptando su invitación.
—Hasta el momento lo has hecho bien, mi pequeño petirrojo. — Coloco su mano en su cintura y con la mano libre tomo la de su hija.
—Me aguanto solamente por lo que le prometí a mamá.
—Estoy de acuerdo contigo, por otro lado… — El hombre sonrío. — estoy feliz de poder tener el primer baile de mi hija.
—No empieces papá. — La pelinaranja sonrío tímidamente mientras se movían ambos al son de la orquesta.
—Déjame tener un momento cursi de padre e hija ¿Si? — Se río el hombre.
—Entendido. — Sonrió.
—Maldición, te vez tan hermosa que quiero matar a esos buitres. — Miro feo a los hombres del salón.
—No te preocupes, no estoy interesada en ninguno de ellos.
—¿Por qué no podías quedarte como una niña? También Rena. — Miro a su hija menor quien bailaba junto a su hermano con una gran sonrisa. — ¿Cuando mis niñas crecieron tanto?
—Siempre seremos tus niñas papi. — Lo llamo como en antaño. — Y por cierto… ¿Demonio relámpago?
—Sabía que no olvidarás eso. — Bufó.
—Bien, es la primera vez que lo escucho y estoy segura que mis hermanos también.
—Cuando estaba en el ejército era el apodo por el que era conocido en el campo de batalla.
—¿Y?
—No pienso decir más.
—Mmf. — Inflo la mejilla en un puchero.
—Eso no te servirá. — Se río el hombre.
—Bien, de acuerdo.
Además siempre le puedo sacar la información a mamá, pensó eso último para sí misma.
La pieza termino y ambos hicieron una reverencia para agradecer el vals, a partir de ese momento las damas debutantes podían aceptar bailar con otras parejas si así lo querían.
—El baile oficial termino, a partir de aquí eres libre. — Se río el morocho.
—Genial, iré a la mesa del banquete.


Siempre tenía espacio para la comida, agradecía a su madre o padre o quien quiera que fuera que la hubiesen heredado un metabolismo rápido, eso le permitía comer cuánto desease sin subir de peso y como ya había bailado podía desentenderse de todo lo demás.
Por otra parte Rena tenía una gran sonrisa mientras disfrutaba el baile con Sora, una vez que terminó la pieza también decidió ir tras su hermana mientras su hermano se quedaba a un lado de la pista.
—Orihime. — Ésta se giró en su dirección al verla y la peliverde podía verlo con un gran pedazo de pastel de cerezas y crema en su plato. — ¿No deberías estar bailando?
—No, ya baile la pieza principal del evento ¿Por qué debo bailar más?
—Pensé que sería divertido humillar a Jugram de lo que se perdió.
—Bueno, sí. — Orihime busco rápidamente al heredero del conde y lo localizo junto a Candace, su prometida. Ella hablaba sin parar con otras nobles mientras él solo asentía o negaba con un movimiento de cabeza. — Pero creo que solo el ver lo que se perdió ya lo hizo sentir suficientemente mal ¿Acaso no notas lo decaído que está?
—Pobre tonto, vi su expresión hace rato. No dejaba de verte con la boca abierta.
—¿Verdad?
—Disculpe ¿Puedo robarle un minuto mi lady?
Orihime y Rena voltearon y quedaron sorprendidas al ver la figura frente a ellas.


Unos momentos antes Ichigo había terminado de hablar con sus amigos desde hacía rato para darle el primer baile de debutante a su hermana. En ese momento se encontraba de pie junto a la pista de baile cerca de un par de columnas ya que había tenido más de tres vals con Yuzu hasta que llegó Jinta, el pobre chico que iba tras ella desde los diez años y la invitó a bailar con él; Ichigo acepto que bailarán siempre y cuando el mocoso no se pasará de listo, el pobre pelirrojo trago seco al sentir la mirada asesina del heredero Kurosaki sobre ellos.
Dejó ir su mirada un momento para buscar a Orihime, en cuanto la vio entrar salón quedó boquiabierto por la belleza de la joven; se veía preciosa en aquel salón y resplandecían aún más que todas las damas ahí presentes con sus alhajas pese a que no llevaba muchos adornos encima y por el color no permitido en un debut. La joven resaltaba más por su encanto y belleza natural que por un montón de piedras caras brillantes adornándola.
—Cierra la boca o se te caerá la baba. — Escucho que lo llamaba Uryuu.
—Déjame en paz.
—¿Es la dama que le dejo esa bonita marca a Haschwalth? — Pregunto curioso al notar donde miraba el joven.
—Sí. — Respondió sin dejar de poner atención a los movimientos de Orihime.
—Tiene buen apetito. — Se río al verla servirse tres rebanadas grandes de pastel y comerlos con una sonrisa.
—Perfecto, odio que las damas deseen comer como pajarillos frente a mí solo para fingir. — Sonrió el pelinaranja.
—¿Ya la marcaste como objetivo? Pobre chica.
—Ella no es un objeto.
—Mmm… pues ya quiero ver la reacción de Bambietta, esperemos que no quiera golpearte.
—Ella no tiene algún derecho a reclamarme. — Cerro lo ojos y se recargo en la columna tras él.
—¿Pero no es tu pareja?
—Nunca fuimos nada formal. Y para que sepas, ayer terminé mi relación con ella.
—Ah, eso lo explica.
—¿Qué cosa?
—El por qué lady Basterbinne te ve con odio y anhelo a la vez. — Señalo a la dama quien usaba un vestido de falda amplia de color salmón con varias joyas incrustadas.
—Yo le dije que no se hiciese ilusiones desde la primera vez. Lo demás es cosa suya. — Dijo desinteresado.
—Pues tengo ganas de ver hasta donde llegarás con la hija del Barón Tenjiro, con eso de que sus padres se odian... — El padre de Uryuu le había explicado rápidamente la historia de esos cuatro en el pasado el día anterior por la tarde, así que sabía cuál había sido el problema entre ellos. — ¿Y bien? ¿Desplegaras tus encantos para seducirla?
—Quien sabe.
—Pues te recomiendo apurarte primo. — Se ajustó las gafas.
—¿Por qué? — Uryuu señaló en dirección de las hermanas y noto una figura poderosa y reconocida frente a Orihime.


Orihime y Rena quedaron en silencio al ver al hombre que se alzaba frente a ellas, rápidamente se inclinaron con suavidad.
—Es un honor saludar al emperador Sousuke Aizen, emperador de las noches. — Hablo Orihime por ambas.
—Por favor, levanten cabeza. — Las hermanas obedecieron. — Ustedes son las protagonistas esta noche, no yo. — Bromea desinteresado.
—Gracias Su Majestad. — Dice Rena con una sonrisa.
—¿Quiere que nos corramos para que pueda comer algo?— Sugiere Orihime yendo a lo obvio. No ve otro motivo por el cual un Emperador le hablaría a la hija de un Barón de zona rural.
—No, no…. aun no tengo hambre como usted. — Bromea otra vez, viendo el plato con el pastel número cuatro ya comido la mitad. Orihime se había sonrojado un poco. — La verdad es que quería pedirle el primer baile, Lady Orihime.
Las dos quedaron un segundo paralizadas.
—¿Yo qué?
—¿Ella qué?
Aizen parece disfrutar aquello por la manera en que le brillan los ojos o la sonrisa que adorna sus labios.
—¿Debería pedirle permiso a su padre?
—Quiero ver eso. — Admite Rena en un murmullo bajo.
—No Majestad. — Orihime le da un codazo a su hermana y se concentra otra vez en el hombre. — Mis disculpas, solo me ha sorprendido un poco.
—Entiendo. — Extiende su mano. — ¿Entonces?
—Seria todo un honor tener mi primer baile con usted.
Aunque en realidad no quería bailar, no se puede negar a la petición de un gobernante de otro país o sería una ofensa mayúscula y deshonor en la familia.
Su madre la mataría.
Permite que el Emperador la guíe a la pista de baile, dándose cuenta por unas miradas de reojo que hay personas realmente sorprendidos de aquel baile y de seguro los cuchicheos es para saber quién es en realidad la hija del Barón Tenjiro y qué tiene de especial en su dote o linaje como para que Sousuke Aizen pierda el tiempo con ella.
O sea, pasa lo que ella temía: llamar la atención.
Ugh.
Bueno, no es cómo que vaya a cambiar de decisión.
Apenas se detienen, Orihime agarra la falda de su vestido con la mano libre (la otra aun es prisionera de la de Aizen) y se inclina en respeto, luego apoya la misma mano en el hombro del Emperador, quien ocupa la propia en tocarle la cintura. La futura doctora piensa en lo curioso que los dedos de Aizen sean ásperas si lo normal es que las tenga bien cuidadas mientras otro se ensucia las manos.
—Debo admitir que he pensado en lo mucho que me ha maravillado su encanto al venir con un color distinto a su debut.
—Gracias, emperador Aizen, la verdad es que mi vestimenta es porque no planeo buscar un marido o algo.
—Habrán muchos corazones rotos entonces, incluyendo el mío. — Celebra que sus palabras osadas la hayan tomado con la guardia baja y se apega un poco más. — Sin embargo ya llevaba un tiempo cómo planear nuestro encuentro.
—¿Disculpe?— Más sorprendida todavía.
—Me han llegado comentarios de usted: una joven hermosa con conocimiento en medicina. Lo más característico de ella es que tiene el atardecer en su cabello. — La hace girar sobre su eje. — Usted ha salvado la vida de una conocida mía por allá en Okken: Kakyo Tousen. No sé si la recuerda.
Tarda unos segundos en hacer memoria y asiente a sus palabras. En la visita a su tío Hyosube el año pasado, estaba paseando con su prima Riruka y molestándola sobre su enamoramiento hacía uno de los Generales de dicho país (un peliazul de nombre Grimmjow que no estaba nada mal de vista) cuando un ladrón había acuchillado a una mujer a plena luz del día y escapó con su dinero. Orihime había reaccionado por obvias razones más como un doctor que como un luchador en busca de venganza, se acerca a la mujer, analizó la herida en segundos y vio que seguía viva. Había una posibilidad de salvarla, aunque dependía de ella. Rápido dio instrucciones, se movió en atenderla con todo los primeros auxilios que podía hacer allí tirada en el suelo en una de las calles principales de la ciudad Ichimonji. Al final la mujer pudo sobrevivir, la había dejado en una posada (todo pagado para que la atiendan bien en la noche) y al volver al día siguiente había encontrado no solo a la mujer sobrevivir, sino también a un hombre de piel oscura y el cabello negro en unas peculiares trenzas que al parecer era el marido de la mujer. El hombre se llamaba Kaname Tousen y la mujer Kakyo. La estuvo buscando luego de las once de la noche, que a esa hora llegó él a la residencia que arrendaron durante las vacaciones ahí, preguntando descubrió lo que paso y casi se deshace en el suelo si no le hubiesen dicho que la habían tratado y llevado a la posada.
Aquel hombre Kaname estuvo mucho tiempo dándole agradecimientos a Orihime, que no podía soportar la idea de haber perdido a Kakyo tras haber tenido una pequeña disputa que lo obligó a irse para tomar aire y encontrar la manera de disculparse luego. Orihime no le dejó que le pagase, pero sí que le devolviera los gastos de la posada y que la invitase a comer. A ella le había parecido muy curioso que Kaname se moviese como otro más del montón considerando que es un hombre ciego.
"Curioso, las personas no lo notan hasta que se los diga" le dijo él tras hacerle esa pregunta. "La verdad es que lo desconozco. He nacido ciego, pero... he estado viendo de otra manera. No sé cómo explicarlo"
—Si la recuerdo. A ella y su marido Kaname.
—Kaname es mi Consejero Real.
—¿De verdad?
—Sí. No se encuentra aquí presente, decidió quedarse en sus habitaciones y estoy seguro que en cuando le comente que la he visto aquí, querrá tener un encuentro con usted.
—Me dará mucha alegría verlo otra vez y saber de la señora Kakyo.
—Como notara, él me ha hablado bien de usted y sus habilidades en medicina. Me gustaría que un día viniese a Las Noches compartir un poco de su conocimiento... por supuesto, será mi invitada de honor.
—La verdad es que el genio es mi padre, el Barón Kirinji, todo lo que sé es por él. — Sonríe apenas. — Y no creo que pueda ir a Las Noches pronto, planeo ganarme legalmente mi título de doctora.
—Todo lo que sabe… ¿Y me dice que no tiene un título ni formación?— Sorprendido de verdad. — Es sorprendente.
—Gracias.
—¿Y en dónde piensa ir?
Justo en ese momento la música había terminado, por lo que los aplausos habían opacado la pregunta del hombre. Orihime ha hecho otra reverencia y Aizen se lo devuelve.
—Sé que en tu país es un poco escandaloso, pero... ¿Puedo pedirle la segunda pieza?
Orihime titubea un poco, no se esperaba ello. Insegura abre su boca para decir algo pero la interrumpen.
—Su Majestad Aizen. — Ichigo se había aparecido al lado de ella de la nada, sorprendiéndola. — Es un honor verlo otra vez.
—Ah, Capitán Kurosaki. — Aizen le devuelve el saludo. — Me alegra verte fuerte y saludable considerando que la última vez estabas regresando de una pequeña guerra.
—Sí señor, gracias por sus palabras. — Se inclina. — Discúlpeme, pero Lady Orihime me prometió el segundo baile.
Orihime no lo había hecho, para ella estaba claro que mentía para socorrerla pero se ve tan seguro y tranquilo de sus palabras que ha sido fácil de creer.
—¿De verdad? Entonces en otra ocasión será. — La gente se queda boquiabierta al ver cómo Aizen hacer una reverencia ante Orihime como si ella fuese la de rango superior allí. — Hasta la próxima, Lady Orihime.
—Un honor, Su Majestad.
—No, por favor. — Interrumpe la inclinación de Orihime. — Ya se lo dije: es su noche, somos nosotros quienes debemos bajar la cabeza esta noche, no ustedes.
—Sin embargo esta fiesta es también para celebrar el término de la sesión internacional que ofrece su majestad Von Shiba. —Agrego sabiamente la muchacha. — He de mostrar mis respetos al emperador de las noches ya que sigue siendo usted de un rango superior a mí.
Aizen sonrió levemente por la astucia de la muchacha y se retiró en silencio.
—¿Me permite mi lady? —Ofreció Ichigo inclinándose mientras extendía su mano.
—¿Era en serio lo del baile? —Pregunto sorprendida.
—Por supuesto ¿me concede el honor? —Orihime sonrió suavemente y tomo la mano del siguiente duque Kurosaki mientras hacia una reverencia y la música de vals reinaba en el lugar.
—¿Puedo decirle unas palabras? —Se animó a hablar mientras sus pasos guiaban a la joven con maestría por el salón.
—Claro.
—Se ve usted preciosa. —Las mejillas de Orihime no pudieron evitar colorearse de rojo debido al cumplido.
—Muchas gracias. —Respondió.
—De hecho debo admitir que en ese momento pensaba pedirle su primer baile en sociedad. —Orihime lo miro sorprendida. — Pero mucho me temo que nos interrumpieron. —Recordó cuando su sobrino llego a él pidiendo auxilio.
—Supongo que el asunto que el príncipe deseaba hablar con usted era urgente.
—Más o menos. —Admitió con una sonrisa forzada. — Por cierto, he probado esa medicina que me dio, resulto ser bastante efectiva.
—¡Me alegra oír eso! ¿Su fatiga y dolor no bajaron casi enseguida? —Los ojos de Orihime brillaban cuando hablaba de medicina o fármacos.
—¡Así es! Es usted merecedora de su talento
—Me alegra saber que es tan útil. —Dijo con orgullo. — Es el fruto de casi un año de investigación.
—No tengo dudas de que será usted una gran doctora—La elogio.
—Agradezco sus buenos deseos su excelencia
—El barón debe ser un maestro muy estricto.
—Un poco pero vale la pena.
—Estará feliz que su hija siga sus pasos entonces.
—No solo yo, mi hermana menor Rena también es entrenada por padre. —Ichigo la hizo girar y varios nobles se retiraron solo para ver a la pareja bailando, daba la ilusión de que las luces del lugar se centraba en ellos dos únicamente. Además el príncipe Kurosaki no solía bailar en esos eventos, ni siquiera con su pareja ya que él generalmente hablaba de temas políticos u otras cosas con sus allegados.
—El barón tiene unas dignas herederas de su legado ¿Su hermano también estudia?
—Qué va. —Ya iban por el final de la canción. — No soporta ver órganos internos y esas cosas, en cambio es muy bueno con lo administrativo y los números.
—Ya veo, por cierto "alguien" la está mirando mucho. —Orihime desvió su mirada y noto a Jugram quien la veía por momentos, a su lado su prometida parloteaba y este solo negaba o asentía.
—Bien, se lo merece.
—¿Es acaso esta su venganza mi lady? —Pregunto divertido.
—Un poco, aunque no era esta mi intención cuando pedí el vestido.
—Créame, lamentara haberla dejado ir, si es que no lo está haciendo ya.
La música termino y ambos hicieron una reverencia para despedirse.
—Agradezco que me haya concedido esta pieza. —Se llevó la mano al pecho y con la otra toma la mano de la joven para besarla. — Espero tener la fortuna de coincidir con usted en otro banquete.
—Lo mismo digo, su excelencia. —Sonrió y se alejó con lentitud a la mesa donde conversaba con su hermana, no la vio ahí y noto que bailaba con un joven de cabello negros y ojos azules. — Al menos se la está pasando bien.


En otro lugar del salón Bambietta veía con coraje como Ichigo bailaba con otra mujer y con una sonrisa de lado a lado, sonreía de verdad, no con cortesía como lo hacía al estar con ella. ¿Quién era esa mujer? Debía averiguar si era esa intrusa la que había provocado que el príncipe la dejara.
—Bambietta,… ¡Bambietta! —La mujer salió de su ensoñación y se giró.
—¿Qué pasa Meninas? —Pregunto de mal humor.
—Eso quiero saber yo, estas muy rara esta noche. —Murmuro la pelirrosa.
—No me pasa nada. —Evadió la pregunta.
—¿No iras a saludar a su excelencia? Llego hace rato pero no han hablado. —Dijo extrañada.
—No es el momento.
—Bambietta, acaso estas así porque… ¿El príncipe te dejo? —Pregunto preocupada.
La pelinegra abrió los ojos en sorpresa y furia, voltea cerca suyo para confirmar que nadie las hubiera escuchado.
—¡Cállate, cállate! —Hablo furiosa pero en voz baja para no llamar la atención. —Lo recuperare, te lo aseguro.
—Pero ya sabes cómo es el príncipe, generalmente él no vuelve con sus antiguas parejas —La pelirrosa no fue altiva, podía considerarse la única amiga sincera de la condesa Basterbinne; cuando ésta le dijo que salía con el siguiente duque estaba preocupada de que ese momento llegara, el amor de la condesa por Ichigo era demasiado grande aunque trataba de ocultarlo.
Y temía que hiciera una estupidez
—Bambietta, acompáñame por favor. —Menina tomo a la condesa por el brazo y la guío discretamente hacía el jardín lateral del salón de marfil, por suerte todos estaban tan centrados en socializar o divertirse que no se dieron cuenta de ambas jóvenes dejando el lugar.
La pelirrosa guio a su amiga hacía una de las fuentes más alejadas, se había lúcido con la decoración del palacio imperial, las fuentes y demás estaban iluminadas hermosamente y la luna llena le daba un encanto especial al lugar, rápidamente obligo a que la joven de ojos azules tomara asiento en una de las bancas.
—¿Qué pasa? ¿Porque salimos del salón?
—Te conozco muy bien querida amiga y eres capaz de hacer algo de lo que te arrepentirás después.
—No iba a hacer nada. — Se defendió.
—¿No planeabas acercarte al príncipe?
—Solo quería intercambiar algunas palabras.
—No. — Dijo seriamente la condesa McAllon. — De seguro que planeabas sacarle en cara el terminar su relación y exponerlo ante los demás.
—¡Eso no es verdad!
—Bambietta, te conozco desde que éramos pequeñas. ¿Crees que no sé lo que piensas? Te conozco más de lo que tú misma reconoces.
—Solo quiero recuperar a mi gran amor.
—Mira, sé que estás dolida porque acabas de terminar tu relación, pero debes esperar un tiempo prudente.
—¿Cuál tiempo prudente?
—No lo sé, un par de meses.
—¡¿Meses?! –Se puso de pie molesta.–¿Sabes lo que puede pasar en un margen de tiempo tan amplio?
—Lo sé, pero...
—Acabas de verlo ahí ¿Verdad? — Hablo dolida. — Apenas y termino conmigo y hoy bailaba con esa... esa... chica. —Tuvo que morderse la lengua para evitar insultar a la dama de cabellos naranja rojizos que bailaba con Ichigo. — Es mi hombre y no voy a dejar que otra lo tome.
—¿Te estás escuchando? ¿Desde cuándo su excelencia es tuyo? — Pregunto seriamente, a lo que Bambietta se mordió el labio instintivamente.
—De verdad lo puedo recuperar, hacíamos buena pareja. — Trato de convencerse la joven.
—Amiga, por tu bien te recomiendo dejarlo por la paz.
—Me pides que renuncie a él. — Murmura dolida y viéndola de manera acusatoria. — ¿Qué clase de amiga eres? ¡Se supone que debes apoyarme!
—Eres mi amiga y por ese mismo motivo mi trabajo es aconsejarte para no hacer algo de lo que te arrepientas después ¿Entiendes?
—Sí, pero...
—Además se sincera Bambietta ¿De verdad que no lo veías venir?
—¿Disculpa?
—Yo sé que cuando empezaste a salir con su excelencia ya sabías a lo que te atenías ¿Verdad? — No hubo respuesta por parte de la pelinegra sin embargo su cara lo dice todo. —Ya sabías que él no suele tener relaciones muy largas.
—Así es, pero estuvimos juntos tanto tiempo que yo pensé que era especial.
—Es cierto que su excelencia paso casi un año contigo cuando normalmente pasa solo uno o dos meses con sus parejas, pero recuerdo que poco después de que informaste de tu relación yo te advertí que no te ilusionara con él.
—¡Cállate, cállate! — La condesa se cubrió los oídos y así evitar escuchar a su amiga y se puso de pie. — Ya verás, lograre que su excelencia me vea de nuevo.
—Pero Bambietta…
—Me niego a seguir escuchándote. — La joven entro al salón de baile y la condesa McAllon se quedó un momento más junto a la hermosa fuente.
—Te estarás haciendo daño únicamente tu sola. — Murmuro la joven mientras veía el cielo estrellado.


La última nota de la canción termino y Rena hizo una reverencia a su compañero de baile, un joven de cabello aguamarina y ojos negros, aunque varios jóvenes le habían pedido el segundo baile ésta había sabido esquivarlos fantásticamente. Busco con la mirada a su hermana y la encontró a un lado de la pista comiendo bocadillos (según ella debía aprovechar los manjares del chef de la familia imperial). La había visto bailar con el rey Aizen y después de ello ya no supo más, pues había tenido cuatro bailes con algunos jóvenes aristócratas de manera consecutiva y aunque estaba cansada disfrutaba de la noche.
La capital ciertamente es otra cosa. ¡Es muy divertido! No entiendo porque mi hermana se queja tanto. Uno de los meseros pasa por ahí y la chica recoge una de las copas de champagne que llevaba éste, estaba sedienta después de todo ese ejercicio.
—¿Te la estás pasando bien? — Su hermano aparece a su lado sorprendiéndola un poco, pero se recompuso de inmediato.
—Sí. — Admite ella feliz. — ¿Y papá? Es raro que no lo haya visto desde hace rato.
—Mamá está tratando de retener sus ansias de matar al heredero de los Kurosaki y al duque al mismo tiempo.
—¿Paso algo?
—Al parecer su excelencia Kurosaki Ichigo invitó a bailar a Orihime y eso hizo rabiar a nuestro padre.
—Qué bueno que mamá lo sabe controlar. — Se río suavemente la joven.
—Tú también has hecho de las tuyas señorita, papá ya vio que has bailado con varios jóvenes.
—Bien, es mi debut ¿Que se supone que debería hacer? Hoy toca divertirme sin control.
—Te apoyo Rena, pero no te pases ¿De acuerdo?
—De acuerdo, gracias Sora. — Le guiña un ojo.
—Iré a dar una vuelta por ahí. — Se excusó el heredero de los Tenjiro.
—Mentiroso, irás a buscar a mi cuñada. — El joven se puso tenso y la miró sonrojado.
—¡Ella no es...!
—A otro perro con ese hueso, solo falta que ella acepte pero todos los que los conocemos sabemos que se gustan mutuamente ¿Porque los dos hacen las cosas tan complicadas?
—Directa como papá ¿No podías ser un poco más discreta como madre? — Le reclama cruzándose de brazos.
—¿Y quitarle lo divertido a las situaciones? Claro que no. — Rena oculto su risa tras su mano ya que el abanico lo había perdido quien sabe dónde. — Ve, yo también te cubriré en lo que pueda. — Sora sonrío y se alejó del gentío.
Rena por otra parte comenzaba a recibir con más fuerza las consecuencias de los bailes y ya andaba con calor; se alejó del lugar y vio un pequeño balcón oculto entre cortinas. Decidió tomar un poco de aire y con cuidado corrió las cortinas con discreción, no quería que la viera algún joven y le pidiera bailar con él en ese momento… o algo peor según las advertencias de sus padres sobre los sinvergüenzas o caza fortunas.
Sin embargo no esperaba encontrarse con una sorpresa.
Un caballero de cabello oscuro y piel blanca el cual vestía ropas imperiales le besaba el cuello a una damisela de cabello cenizo quien reía como tonta; la parte superior del vestido de la joven estaba casi a la altura de sus pechos.
—S-su alteza, ahí no… ¡Kyaa! — Se río tontamente la joven.
—¿No? Pero si te gusta bastante. — Respondió el joven con voz gruesa y galante.
La chica de risa tonta nota al fin que ya no estaban solos y el caballero volteo a encarar al visitante inoportuno.
—Ummm, yo no he visto nada, sigan en lo suyo por favor. — Comento Rena sin ningún tipo de vergüenza.


Había encontrado al imbécil de Jugram y su hermana en situaciones similares algunas ocasiones, así que escenas así ya no la afectaban en lo más mínimo. Y ni hablar de los libros de ciencias que hablan de cuerpos humanos o de los que hablan de sexo y diversas posturas y cómo cuidarse de infecciones.
—A-ah yo. — La joven enrojeció y comenzó a acomodarse el vestido torpemente, asustada de haber sido descubierta.
—Me disculpo por molestarles, no sabía que había alguien aquí. — Se excusa otra vez al notarlos incómodos (aunque el chico también lucia molesto). — Si me permiten me retirare, que pasen una buena noche. — Rena se gira para irse, pero la joven pasó corriendo rápidamente a su lado, dejando sorprendida a la segunda hija de la casa Tenjiro.
—Hey. — Escucho tras ella.
—¿Yo? — Se apunta a sí misma, mirando fijo los ojos del casanova.
—No te había visto antes aquí ¿Quién eres?
—Mi nombre es Tenjiro Rena, segunda hija del barón Tenjiro. — Rena le dio un vistazo rápido y noto el gran parecido con el emperador, sin embargo ese cabello era como el de la emperatriz Miyako, noto que el joven se sorprendía.
—¿Tenjiro? Ah... ¿Eres hija de la amiga de mi madre?
—Así es, y lamento darme cuenta tarde de quién es usted, su alteza. — Rena le hizo reverencia con la elegancia practicada por años. — Es un honor saludar al pequeño sol del imperio, el primer príncipe Hoshio.
—Sí, sí. — Le restó importancia al saludo y tosió incómodo. — Disculpa, cuánto... ¿Cuánto viste de lo anterior?
—Yo no he visto nada majestad. — Respondió escuetamente.
—No te atrevas a mentirme.
—No me meto en los asuntos que no son de mi incumbencia Su alteza. — Le responde secamente ante ese tono, cruzándose de brazos.
—¿No le dirás a nadie? — No era un secreto que era un tanto mujeriego pero que alguien, peor, la hija de la amiga de su madre lo delatara a la nobleza (o sus padres) sería humillante.
—Con todo respeto Su Alteza ¿Porque iba a meterme en sus asuntos? Creo que es usted lo bastante grande para saber dónde mete su pene, eso no me afecta a mí. — Le dijo con frialdad. — Si me disculpa vuelvo al salón, fue un placer conocerle.

Rena mantiene los modales a pesar del enfado que le ha provocado, se inclina de manera perfecta y se retiró.

Por su parte Hoshio se quedó frío y gris como una estatua debido a la respuesta que había recibido, nunca nadie le había hablado así ¿Quién rayos era esa mujer?


Cristal se inclina ante su compañero de baile y sonríe al oírle decir que esperaba verla otra vez. No hay duda que enviara una carta pidiendo una cita.
Algo bueno y malo para ella.
Abanicándose busca si ya hay un rastro de Zefir, una misión fallida. Se cubre con el abanico y así nadie la descubre chasquear la lengua por ello, parece que sigue ocupado.
Cosa que no pasaría si la dejase ayudar.
Solo asegúrate en pasarlo bien en tu debut y... bueno, tener a papá contento.
Es decir, tenerlo contento con un prometido ideal para cumplir con el deber de la casa DieAdelle.
A veces quiere matar a esos dos. Si su madre estuviese aquí sabría qué hacer, mantendría a los dos a raya con un alegato de "Cristal debe disfrutar primero los bailes... ya nos preocuparemos de si hay alguien que la merezca".
Pero no. No puede socorrerla porque lleva más de un año muerta. De ella no deben quedar ni los huesos.
Respira hondo o se largara a llorar.
Necesita un trago fuerte y helado... por desgracia la etiqueta de esa noche la obliga a buscar algo que sea solo helado.
—Ten. — Alza la vista y sonríe aliviada de encontrarse a Uryuu con una copa de vino... solo que no es vino lo que hay ahí. — Tienes cara de necesitarla.
—Eres mi héroe. — Agarra la copa y, con discreción, se lo manda al seco. Mucho mejor. — Gracias Uryuu... ¿No se supone que estabas con tu madre?
—Papá la cuida. — Señala al matrimonio Ishida. La duquesa Katagiri conversaba contenta con una dama condesa mientras el duque Ryuuken se limitaba a ver y tomar de su copa. — Y vine a socorrerte.
—Gracias otra vez.
—Aunque debería hacerlo Chad... ¿No vino contigo?
—Ha sido secuestrado por un contratiempo y cuando me di cuenta, estaba ahí. — Señala al pobre hombre de dos metros intimidado por seis o siete damas. — No quise interrumpir.
—Divertido lo mamut que es a la hora de pelear pero con las mujeres es un conejo asustado.
—Pero eso lo hace tie-... divertido. — Se corrige rápido y finge una tos discreta.
—Supongo que tienes razón. — Le sigue la corriente y Cristal da las gracias por ello. Él sí sabe ser discreto, no como Rukia e Ichigo en lo referente a sus sentimientos. — ¿Tienes algún plan ya con respecto a Cang?
Sus pequeñas manos morenas presionan la copa y debe hacer un gran esfuerzo por no buscarlo, no vaya a ser que él ya la esté mirando o se dé cuenta que lo observa.
—Pues mi plan es evitarlo con discreción. Tener algunas palabras con él pero también con otros pretendientes... a la larga se dará cuenta que no quiero con él y se ira.
—No suena un plan excelente.
—Es lo que se me permite al ser mujer.
—Lady Cristal. — Un joven pelinegro de ojos dorados se acerca al par de amigos y se inclina en respeto ante ella y luego Uryuu. — ¿Me permitiría un baile?
—Con mucho gusto. — Dice ella con educación y toma su mano.
Deja que él la guie a la pista de baile y que tome el control en la danza. Admite que ha sido hasta ahora el mejor bailarín y conversador, incluso le ha sacado alguna risa con su sentido del humor.
Su nombre: barón Ggio Vega, un barón de Las Noches que vino como parte de la escolta del Emperador Aizen. Experto en combate físico y mano derecha del duque Barragan Louisenbarg.
En otras palabras, un candidato perfecto para la familia.
En cuando termina el baile, deja que le bese la mano y la escolte de regreso con Ishida.
—Ha sido divertido su compañía mi lady
—Digo lo mismo, barón Vega. — Dice ella con sinceridad.
En ese momento aparece Rukia, da los saludos que corresponde y toma a Cristal.
—Rukia, ¿Qué haces?
—Querías ver de nuevo a tu salvadora, ¿No? Pues te voy a ayudar
—Pero...
—El conde Cang se venía acercando, parece que no le gustó mucho tu cercanía al extranjero... por lo tanto, si te quedas conmigo, no molestara.
—Oh Dios, gracias
—Siempre lista para ayudar... ¡Orihime, deja esa tarta y mira quien quiere saludarte!
Orihime, con las mejillas infladas por el enorme pedazo que se metió en la boca, mira a Rukia y a Cristal mientras pestañea.
—Hola Rukia... ¿Huh?— Traga la comida. — Eres Lady Cristal DieAdelle, ¿No?
—Sí, sí... nos vemos otra vez.
—¿Cómo se encuentra? ¿Y cómo están los hombres que estaban heridos?
—Ellos se están recuperando sin problema alguno, gracias a su padre y a usted... oh, y yo también, no tengo nada grave para empezar.
—Me alegra oírlo. — Y vuelve a comer, sus mejillas se ruborizan y se las cubre con las manos. — Aaaah, admito que la comida es lo único bueno que hay de todo este infierno.
—Esto... ¿Es normal?— Ve a Rukia.
—Oh si, para ella la medicina va primero y después la comida.
—Y en tercer lugar va el sexo. — Admite Orihime sin pudor y provocando que las mejillas de Cristal ardan. — Ups, lo siento... olvido que las damas nobles son... frágiles. — Censurando con la mejor palabra posible.
—No… no hay problema. — Cristal mueve el abanico en negación. — Es decir, no es que lo haya hecho pero no me molesta oír mujeres hablar de su sexualidad.
—De lo que te pierdes. — Dijo Rukia con una sonrisa casi depredadora y Orihime se ríe.
—Entonces admites que ya has ido a la siguiente fase con tu prometido. — Aplaude Orihime. — Por cierto, al fin lo pude ver en cuando te saco a bailar... bastante apuesto Rukia, has hecho bien.
—Es grande en todas partes. — Admite remarcando bien la palabra "todas" y ambas se ríen.
—Así que esos son tus temas de conversación cuando vas a Gardenium Village. — Reprende Cristal con sonrisa burlona. — Si tu padre supiera.
—Ni mi padre ni madre van a saber porque no le dirás.
—Claro que no, no soy una chismosa ni hipócrita como Bambietta.
—Ni la menciones, ya es suficiente con verla tan detestable porque no le funcionó su fantasía.
—¿Lady Bambietta?— Pregunta Orihime.
—A tu izquierda, del vestido salmón y nos ve con odio. — Orihime sigue las indicaciones actuando que pone atención a la decoración del lugar... y entonces la ve. Se abanica mientras habla con otra persona pero sus ojos están fijos en ellas. ¿Por qué?— Es una doble cara.
—¿Doble cara en qué sentido?
—Actúa frágil e inocente pero es una arpía que habla mal de todo el mundo. — Responde Cristal actuando que hablan de la comida. — Divulgo un rumor que la hija de un vizconde se metió en un... burdel como parte del personal y algunos soldados dieron fe a sus palabras. Fueron comprados. La pobre chica terminó con la reputación hecha pedazos y casi la destierran en su propia casa.
—Cuando se descubrió que era falso, ella se largó a llorar admitiendo que oyó a un soldado admitir que lo había divulgado por estar resentido que ella lo rechazara y que tenía miedo de contarlo o él podría hacerle daño. Uso hechos que pasaron para su beneficio. — Sigue Rukia de brazos cruzados. — La reputación de la chica se recuperó pero siguen hablando por lo que sus padres la casaron con un extranjero.
—¿Por qué ha hecho una cosa así?— Murmura Orihime.
—Porque está loca por Ichigo y lo vio escoltarla en su carruaje personal. Él pillo el accidente que tuvo la lady con su carruaje y fue amable en socorrerla. Sin embargo Bambietta se puso verde de celos e inventó toda esa historia. — Toma una copa de champagne. — Por lo tanto, ten cuidado con ella Orihime.
—¿Yo?
—Todos te han visto bailar con Ichigo y se veían perfectos. Admito de mala gana que ya parecen casados.
—No digas tonterías.
—Pues es la verdad y de seguro Bambietta también lo cree y hará algo por evitarlo.
—No te preocupes, si algo ocurre voy a apuñalar primero y preguntar después.
—Esa es mi chica.
—¿No se meterá en problemas si hace eso?— Cuestiona Cristal.
—Es hija de un General y su madre es amiga de la Emperatriz... lo más que puede perder es atención de los hombres en el debut pero ella no le interesa.
—Ya que vuelvo a estar soltera, lo voy a disfrutar como Dios manda: estudiando y de ir de boca en boca — Bromea Orihime.
—¿Estaba usted comprometida? — Pregunto sorprendida Cristal. — ¡Oh! L-lo siento. — Las mejillas de Cristal se tiñeron de rojo mientras se encogía de hombros. — ¡Fui muy grosera al preguntar eso! E-eso no es de mi incumbencia.
—No te preocupes. — Orihime toma un macarrón y lo comió tranquilamente. — No era un compromiso formal y debido a eso descubrí que los hombres son unos imbéciles.
—Hey. — Rukia protesto tratando de defender a sus hombres, llámese su padre y prometido.
—Bien, no todos son unos imbéciles, pero se entiende el punto. — Corrigió mientras sonreía amargamente.
—Bueno, concuerdo con usted que hay hombres muy lentos. —Acepto la baronesa pensando en cierta persona.
—Lady Cristal, no sea tan formal conmigo, puede tutearme y llamarme por mi nombre. Llamarnos por lady o señorita es muy largo y molesto.
—Pero es que...
—No te preocupes Cristal, ella es así. —La calma la pelinegra. — En realidad entre nosotras no importa la etiqueta o los modales.
—Me gustaría mucho poder llegar a ser amiga de la señorita Cristal y hablarnos con confianza, claro, si no le molesta. — Hablo la pelinaranja.
—Ah no, no me molesta en absoluto. — Respondió con sinceridad, era agradable poder hablar con libertad y sin tener que vigilar su lengua.
—Muy bien Cristal, bienvenida al club. — Rukia le guiño en complicidad.
—Además no deben preocuparse por su excelencia, no estoy ni un ápice interesada en él.
—¿De verdad? — Pregunto la morena.
—De verdad.
—Pues las damas del salón no piensan lo mismo. — Rukia dio una mirada alrededor del salón y pudo notar algunas miradas asesinas hacia la joven.
—Bah, si me importara lo que la gente dice sobre mí, desde hace mucho habría dejado de estudiar y ejercer la medicina. — Respondió Orihime totalmente desinteresada.
—Buen punto. — Aclararon Cristal y Rukia al mismo tiempo.
—Te admiro y al mismo tiempo te tengo algo de envidia Orihime. —Acepto Cristal
—¿Envidia? — Comento extrañada Orihime. —Sé que el hecho de que pueda comer y no engordar es envidiable, pero no puedo hacer nada contra eso, así es mi digestión. — Dicho esto se sirvió un gran pedazo de tarta de durazno y la llevo a su boca.
—No, no me refería a eso. —Se río la joven. — Me refiero que te envidio al hecho que pudiste romper el molde y hacer lo que deseas.
—¿Y tú no puedes?
—Es… es difícil.
—¿Difícil?¿Por qué?
—Yo lo sé ¿Tu padre? — Adivino Rukia.
—Ambos, mi padre y mi hermano.
—Supe que el barón DieAdelle ha tenido algunos problemas. — Pregunto preocupada Rukia.
—Sí, algo. — Dijo desanimada.
—Veo una reunión de jóvenes damas y no me han invitado. — Una voz juguetona entro en la conversación.

Orihime volteo emocionada y la marquesa Ichimaru las saludaba con un bello vestido color amarillo y negro y agitando un precioso abanico color dorado en que le cuelga una pequeña cadena de seguro es de oro.
—¡Rangiku! — Orihime se lanzó hacia su amiga y la abrazo, aunque era la mayor del grupo, llevándoles casi diez años a las jóvenes, había logrado hacer química con estás convirtiéndose en una gran confidente y cómplice de travesuras de las hijas del duque y el barón.
—He oído que hablaban de hombres ¿Lo hacían sin mí? — Hizo un pequeño berrinche. — Me siento indignada y excluida.
—No exactamente hablábamos de hombres. — Admitió la pelinaranja.
—Hablábamos de romper el molde de las damas nobles.

Rukia rápidamente puso en contexto a Rangiku.
—Cristal, cariño solo dale tiempo a tu padre y hermano, estoy segura de que si les explicas la situación cederán y te dejarán participar en las decisiones.
—Yo lo veo algo difícil, pero gracias.
—Y ya que comentan a Bambietta, cuidado. — Advirtió la marquesa Ichimaru. — Se acerca a las tres en punto.
Las tres damas miraron discretamente en dirección por dónde se acercaba la joven y la notaron acercarse con su vestido casi flotando a su alrededor.
—Hay dios, va a armar una escena.
—Dios, no quiero oír las quejas de Rena de como una mujer loca y celosa arruinó el debut con una escena de drama romántico. — Orihime casi escuchaba las quejas de su hermanita en su mente, a veces la menor de los Tenjiro eran muy infantil. Por suerte y desgracias un obstáculo aparece frente a la pelinegra. — ¿Oh? — Murmuro sorprendida al ver al hombre invitar a la condesa a bailar, era descortés rechazar a semejante personalidad así que solo vieron como Bambietta asentía con una sonrisa forzada y terminaba en la pista.
—Tendrá que dar una explicación. — Comento Rukia quien oculto su sonrisa de burla tras su abanico.
—Y yo la exigiré. — Le siguió Orihime.


En otra parte del salón real Ichigo se sentía cansado.

Y no era para menos, se había descuidado y al menos tres damas se acercaron a él y lo mantenían ocupado.
—Escuche de ciertos incidentes en el ducado príncipe, ¿Se encuentra usted bien?
—Así es vizcondesa Norton, no fue nada que no pudiera arreglar. — Responde con amabilidad.
—Ha sido un tiempo desde que se dejó ver en algún evento, debería venir más seguido. — Una elegante dama pelirroja bromeó.
—Por desgracia debido a mis responsabilidades me es un tanto difícil desocuparme y atender banquetes.
—Hablando de responsabilidades. –Soltó la condesa Emanor, una mujer bien conocida en los círculos de la sociedad noble. — Ya tiene usted veintitrés años ¿No planea sentar cabeza?
Ahí está, pensó fastidiado el príncipe, sabía que llegaría esa pregunta en cualquier momento, por eso odiaba los banquetes y demás eventos oficiales y los evitaba.
—La condesa tiene razón ¿No planea cumplir con el deber noble y perpetuar el noble legado de los Kurosaki?
—Bien, sé cuáles son mis deberes nobles. — Sonrió de manera encantadora. — Pero mi familia y yo pensamos que hay que esperar un poco. — Que gran mentira, su padre de seguro le lanzaría con esos lobos con tal de verlo sentar cabeza, por suerte él no estaba cerca.
—Mi primera hija aún está soltera y hoy está debutando ¿Aceptaría sacarla a bailar? — Pregunta la pelirroja con suavidad, pero Ichigo podía detectar su deseo entre líneas.
—Yo tengo una sobrina que vive en Siaron y ha llegado con la comitiva de su país ¿Gusta que se la presente?
—Agradezco las buenas intenciones de todas ustedes. — Ichigo sonrío galante. — Pero como saben hoy vine escoltando a mi hermana pequeña, no puedo separarme mucho de ella. — Se excusó.
—Pero tuvo un baile con una joven hace un momento. — Comento la vizcondesa. — Pensé que no le molestaría una pieza con alguien más.
—Fue un baile rápido, si me disculpa veo que mi hermana me busca. — Noto de reojo a Yuzu, así que toma la mano de la vizcondesa y la beso. — Si me permiten hermosas señoras debo retirarme, que pasen una buena velada.
Las damas se rieron suavemente debido a sus halagos y se encaminó con su hermana, quién se abalanzó a él en cuanto lo vio.
—Hermano, no encuentro a Karin. — Murmuro preocupada.
—¿Karin? V Recordó vagamente haberla visto con el duque Hitsugaya. — La vi hablar con alguien hace rato, solo déjala, debe estar escondida por ahí para evitar que la inviten a bailar.
—Pero...
—No te preocupes, hoy es tu día y no debes abrumarte ¿De acuerdo? Karin estará bien, ya la conoces.
—Bien. — Acepto las castaña sonriendo, se veía encantadora con su vestido blanco, casi parecía un hada.
—Por cierto ¿Dónde está el mocoso?
—¿Cuál mocoso?
—Ese niño, el sobrino del conde Urahara.
—Ah, él fue por bebidas. —Respondió la chica. — Le dije que tenía sed.
—¿No sé está propasado?
—¿Qué? ¡No! —Respondió de inmediato la chica.
—Bien, más le vale.
—Hermano. — Lo regaño sutilmente la joven. — Jinta no es esa clase de chico.
—Y más le vale que siga así por su propio bien.
—No seas celoso.
—Bien, bien ve a divertirte. — Le dio un empujón al notar que el dichoso Jinta se acercaba.
—Tú también intenta divertirte hermano.
—Sí, sí. — Sonrió por la preocupación de Yuzu y la vio tomar la bebida que le ofrecían con una sonrisa, mientras reía instantes después por un comentario que el pelirrojo le había dicho.
Ichigo se escapó lentamente a una esquina del salón para poder descansar, eso le recordaba: ¿Dónde estaba su padre? Hace rato que no lo veía.
Quizás estaba en una de las salas de descanso con su madre, la noche ya estaba muy avanzada. De hecho no quería que apareciera, lo había hecho muy bien sin la molesta mirada de su padre tras él, además el baile con lady Orihime había sido mágico, se movía como el viento y se había quedado con ganas de un segundo baile, pero no debía asustarla apresurando las cosas. Ahora que sabía dónde se alojaba la oportunidad de conquistarla aumentaba, por suerte tendría que ir al palacio en los siguientes días por su trabajo así que podría conocer más a la mujer que le había robado el sueño; era curioso ninguna mujer le había hecho pensar tanto en ella, ni siquiera la mismísima Bambietta, tenía buenas expectativas con la joven lady.
Un mesero paso por su lado y el joven aprovecho en tomar una copa de la charola que cargaba, sin embargo no pudo evitar fruncir el ceño al notar alguien aproximarse a la joven Tenjiro.


El vals termino en ese momento y Orihime miro emocionada la pista de baile.
—¿Sucede algo en la pista? — Pregunto Cristal con curiosidad.
—Lo verás en un momento. — Contesto Orihime.

No tardó mucho para que la canción terminará y una figura alta, de cabello grisáceo platinado y musculoso se acercara al grupo de jóvenes.
Orihime no pudo resistir el impulso y se abalanzó al hombre.
—¡Kensei! — Grito emocionada con varias miradas curiosas sobre la pareja.
—Hey duende ¿Cómo has estado?
—Si no fuera por este baile sería perfecto.
—Bueno, es que nadie puede rechazar las órdenes de "tú quien sabes".
—Cierto, o es capaz de colgarme de la última torre más alta del palacio.
La morena veía confundida la escena frente a ella mientras Rukia solo sonreía.
—Mira esa jovencita. — Murmuro una dama rellenita. — ¿No tiene vergüenza de saltar encima de un hombre?
—Tal vez este ansiosa por atraparlo. — Susurro otra con voz venenosa.
—Creo que él venía de Okken ¿No?
Los cuchicheos no paraban, sin embargo Orihime y el chico lo ignoraron.
—Parece que te pusiste un poco más alta. — Hablo él.
—Y tú volviste a poner más músculos sobre los músculos.
—Solo he estado entrenando más.
—¿Disculpen? — Cristal se animó a hablar con cuidado y ambos se giraron para encararla.
—Ah cierto, disculpa mi descortesía. — Dijo apenada la joven. — Te presento a mi primo. — Hablo un poco más alto eso último para que las damas escucharán a propósito y éstas, avergonzadas, se alejaron un poco ocultas tras sus abanicos o con sus parejas. — Ichibe Kensei. — Presento la joven con una gran sonrisa.
Cristal reaccionó de inmediato y se inclinó un poco, reconocía el apellido Ichibe, era imposible no conocerlo al ser de los pilares principales de la fundación de Okken.
—Es un honor conocerlo. — Hablo la joven inclinándose con elegancia practicada por años. — Cristal Die Adelle saluda al joven maestro de la casa Ichibe.
—El honor es mío, señorita Die Adelle. — Saludo amablemente el hombre mientras tomaba su mano. — Ichibe Kensei a su servicio. — Beso el dorso de la misma y le sonrío provocando un sonrojo en la joven, cosa que fue notado por las damas quienes fueron en complicidad. — Espero que mi pequeña prima no le esté causando inconvenientes.
—¡Hey! — Reclamo la susodicha.
—A veces puede aflojar un poco la lengua, pero le aseguro que es buena. — Continúo como si no la hubiera oído.
—¿Eres mi amigo o mi enemigo? — Orihime entrecerró la mirada.
—¿Puedo ser ambos? — Pregunta él con encanto.
La risa de Cristal los interrumpió de su pequeña discusión.
—Apenas nos conocimos pero Orihime y yo ya nos llevamos bien, no ha sido incómodo hablar con ella para nada.
—¿Apenas se conocieron hoy?
—Sí.
—Por la forma en que las veía charlar pensé que eran amigas desde hace tiempo.
—Es que hablar con Rukia y Orihime Es muy relajante.
—Me imagino el tipo de conversaciones que tenían. — Mira a su prima.
—¿Qué? — Murmuro la susodicha al saber que hablaba sobre ella.
Kensei simplemente se hizo el desentendido y negó con la cabeza, se giró y encaro a Rukia.
—Lady Kuchiki ha pasado un tiempo.
—¿Cómo ha estado lord Ichibe? — La dama lo saludo educadamente mientras se abanicaba con elegancia.
—Creo que nos vimos hace dos años ¿Cierto?
—Está usted en lo correcto ¿Aún lo persiguen las damas nobles de Okken y llenan su buzón de cartas de amor?
—Algunas, sí. — Admitió el joven sucesor al marquesado con buen humor.
—¿Dónde están Yukio y Riruka? — Pregunto Orihime buscando con la mirada a sus otros primos.
—Yukio debe estar por ahí echándose la siesta y Riruka está bailando con un gato mugriento. — El peligris apunto tras él y vio a una bella joven de cabello rojizo oscuro bailar con un caballero.
— ¿No es Lord Grimmjow? — Murmuro la hija del barón observando fijo al primogénito de la casa Jaegerjaques.
La casa Jaegerjaques era reconocida por ser una casa de históricos militares con un linaje noble y una rica historia familiar al servicio de la corona de Okken, eran uno de los tres marqueses de ese país, tenían poder y dinero aunque no al nivel de los Ichibe en cuanto a influencia política, aun así eran bastante conocidos y al parecer la futura cabeza de la familia ya había echado el ojo sobre la hija de la familia Ichibe.
—Eso parece. — Gruño el peligris con una mueca, para él sus primas y hermana eran unas mocosas a las que debía cuidar aún.
—Mmm. — Orihime entrecerró la mirada y oculto su sonrisa burlona tras su abanico de encaje y seda rojo. — No lo sé, quizás mi querida prima nos dé la noticia de que está comprometida.
—Más le vale que no. — El aura oscura inundó al hombre. — Aún es una mocosa.
—Tiene mi edad y ella ya debutó a los quince ¿Qué tiene de malo?
—¿Dónde están Sora y Rena? — Fue el turno éste de preguntar por sus otros primos.
—Mi hermano debe estar por ahí suspirando por Harribel y Rena está por allá. — Señaló un rincón del salón donde varias damas y caballeros rodeaban a la peliverde quien gozaba de la atención. Notó la intención de Kensei de desviar el tema y lo dejo pasar.
—Al menos alguien de esta familia disfruta su debut. — Suspiro al verla tan alegre.
—Si supiera lo emocionada que estaba. — Hablo Rukia con una sonrisa. — No dejaba de mencionar todo lo que haría cuando estuviese en la capital. — Comienza a recordar la última vez que había ido a Gardenium Village de visita.
—Desde que cumplió once años estuvo anhelando este día. — Kensei recordó a una pequeña Rena diciéndole a Kensei que él sería su primer baile, no fue posible pero aún tenía en su mente a esa pequeña niña que bailaba con sus peluches como si hubiesen sido un compañero de baile.
—Que buenos recuerdos. — Murmuro Orihime con una sonrisa.
—Agh, ser indeseable a las tres en punto. — Rukia vio asqueada detrás de Orihime.
—¿Que sucede?
—El conde Cang Du viene a la carga. — Murmuro Rukia.
—Ay no. — Tembló Cristal.
—¿Cang? — Pregunto extrañada Orihime mientras tomaba una copa con mouse de limón.
—¿Ves al tipo de traje azul y cabello oscuro caminando? — Pregunto la ojivioleta. — Por algún motivo anda obsesionado con cortejar a Cristal.
—Y adivino que a usted no le hace gracia. — Hablo Kensei.
—Ni un poco, apenas y habíamos cruzado un par de palabras, la verdad no entiendo su obsesión. —Respondió la ojiazul. — Estoy empezando a asustarme.
—¿Debería darle una visita con mi bisturí? — Susurro Orihime.
—Quieta ahí. — La detuvo Kensei. — No armes un problema.
—No causaría un problema, solo eliminaría una molestia del mundo.
—Por favor no hagas nada que te afecte. — Le pidió Cristal.
—Pero lo odias ¿No? Si alguien molesta a mis amigas se mete conmigo. — La morena casi llora conmovida por ser ya considerada dentro del grupo de amigas de la pelinaranja.
—Eres demasiado extrema como el tío, deja que me encargue de esto. — Suspiro el peligris con cansancio. — Si no le molesta señorita Cristal… — Esta lo miro extrañada cuando sintió que la tomo de la mano y se inclinó. — solo sígame la corriente.
—¿Eh? — Sintió como Kensei la llevaba a la pista de baile y la apegaba a él. — L-Lord Ichibe…
—Shhhh, la mosca se está alejando. — Le susurro, Cristal vio discretamente y nota como Rukia y Orihime entretenían y alejaban a Cang Du. — Así la dejara en paz un buen rato, y permítame aprovechar de tener un baile con usted mi lady.
Cristal lo miro y se rio con suavidad.
—Sera un honor, mi lord.
El vals que se tocaba era suave pero con un ritmo constante, el hombre era un excelente guía, entendía porque tenía admiradoras de sobra.


La condesa Haschwalth mira con ojos acusatorios a Orihime por la manera en que se colgó de una persona tan importante como Kensei Ichibe al abrazarlo del cuello como una vulgar campesina.
Que lo es.
—Mira hijo el poco cariño que te tiene. — Bufa y sonríe arrogante — Te lo dije, ¿no? Una fácil que anda de hombre en hombre. Mira lo que hace apenas la dejaste.
—Madre — Habla Jugram en tono acusatorio, incluso molesto, y eso no le gusta a la mujer.
—Pero mira qué razón tengo, ha sido bueno que nos hicieras caso y te comprometieras con Candace, una dama distinguida de verdad.
—Madre, Orihime no está siendo una... lo que andas pensando. Lord Kensei es el primo de Orihime.
La condesa alza una ceja, sin creérselo tal como supuso Jugram; incluso se había reído con discreción ayudándose del abanico.
—No digas tonterías Jugram, pero me gustó tu broma.
—No es una broma, la baronesa Tenjiro es la hermana del marqués Ichibe.
Que Dios le perdone pero de verdad ha disfrutado la cara aturdida de su madre. Si no fuera por los años de entrenamiento, se habría desmayado de seguro. Puede ver también como su mente trabaja a gran velocidad en búsqueda de alguna explicación.
—Jugram, ¿Por qué no me has informado de esto? Habría estado más preparada.
¿Preparada para qué?
—Porque no es asunto tuyo ni mío del por qué una heredera a la altura de la baronesa eligiera al barón como su marido.
—Jugram, ¿No ves que es serio? Si lo que me cuentas es serio...
—Le faltaste el respeto a la familia Ichibe. — Nuevamente goza el gesto furioso de la mujer mayor. — El prestigio de nuestra familia puede decaer si se comenta el trato que ustedes y yo hicimos.
—Sí, eso también — Admite sin ganas. — Pero también esta lo otro.
—¿Qué otro?
—Que la baronesa Shutara es la que debió ser Emperatriz.


La gente ha notado sin problema que aún hay tensión entre el Duque Isshin y el Barón Kirinji a pesar de ya haber pasado casi treinta años. Si no fuera por sus esposas, quienes conversan alegres sin tomar en cuenta el odio entre sus maridos, se habrían ya debatido a un duelo de espadas.
—Shutara, quiero invitarte a ti y a tu familia a mi casa a comer un almuerzo.
—Oh, no quisiéramos molestar.
—Para nada, tu familia siempre es bienvenida a mi casa — Ve al barón y sonríe. — Obviamente usted también Barón Kirinji.
—Gracias duquesa — Su cara de rabia pasa rápidamente a una sonrisa cortes. — Lo mismo digo de usted. De seguro mi esposa se lo ha dicho pero nuestra casa la recibe con los brazos abiertos.
—Estoy ansiosa de ir a Gardeniun Village y descansar de... — Con un gesto de su mano enseña su alrededor. — Todo esto.
—Por supuesto que hay una habitación para el Duque — Kirinji ve a Isshin con soberbia, sin importarle la diferencia de rango. — Estará muy bien acompañado con nuestros cerdos al aire libre.
Una vena crece en la frente de Isshin y estaba ya empezando a desenvainar la espada, al igual que Kirinji.
—Madre. — La voz jovial de Orihime acaba con el ambiente suicida. Iba a decir algo pero ve a los duques y de inmediato se inclina teniendo cuidado con el vestido. — Saludos al Duque Isshin y a la Duquesa Masaki, líderes de la casa Kurosaki.
Masaki acepta el saludo con agrado, viendo la elegancia y delicadeza femenina en el saludo, deja bastante en claro que Shutara las ha entrenado en persona sin misericordia alguna. Isshin no puede negar tampoco aquello, incluso le recuerda bastante a su ex prometida en la juventud... y por eso siente desconfianza.
Debe tener el mismo veneno que Shutara.
—Gracias Lady Orihime — Habla Masaki por los dos.
—¿Qué ocurre Orihime?— Pregunta su madre divertida y curiosa.
—¿Puedo irme ya? Me prometiste que luego de toda esta parafernalia, me dejarías libre. — Cuestiona sin tapujos.
Shutara se la queda viendo unos minutos y asiente, desinflando en alivio el pecho de su hija.
—De acuerdo, te dejo ir a la cama o... donde sea que te quieras entretener esta noche. Solo asegúrate de estar en tu cuarto a la hora del desayuno o tu padre se volverá histérico.
—¿Histérico? Voy a cometer asesinato como te pille con alguien tan desagradable como el hijo de este patán. — Señalando a Isshin y ve a Masaki. — Sin ofenderla a usted.
—Tranquilo papá — Se pone en puntas y le besa la mejilla, desapareciendo el ceño fruncido. — Te prometo estar en el desayuno y lista para ir de compras en el boticario. — Luego besa a su madre. — Gracias.


Ichigo ve la manera en cómo Orihime se escabulle discretamente del salón del baile y no puede evitar sonreír arrogante.
Mujer astuta.
Y ya que ella ya no está ahí y ha terminado con su deber de chaperón, decide seguir los pasos de la mujer y quizás tener más tiempo de convivencia con ella y tener más puntos.
—Ichi-nii. — Casi maldice a su hermana Yuzu por interceptar su camino. — Necesitamos tu ayuda.
—¿Qué paso?
—Karin se siente mal y no quiere que lo sepa nuestros padres. — Las alarmas de hermano mayor se encienden. — Ella dice que puedes sacarla de aquí sin llamar la atención.
—¿Dónde está?
—En el balcón con Jinta, Ururu y Momo. Así pueden aparentar que toman el aire charlando.
—Bien, vamos para allá. — Resignado a esperar otra oportunidad con Orihime.


Horas después, alrededor de las cuatro de la mañana, Orihime se está vistiendo en silencio bajo la atenta mirada del Emperador Aizen.
—Es una lástima que no te puedas quedar más tiempo.
—Si no llego ahora seré asesinada por mis padres. — Bromea la mujer arreglándose el cabello. — Pero lo he pasado bien, no lo dude Su Majestad.
—Que frívola. — Siguiendo con su broma mientras le besa la espalda. — Puedes dejar de usar los honoríficos.
—No puedo mi señor, le recuerdo que esto fue sin compromiso.
—Toda una pena, serías mi Emperatriz — Espera alguna emoción de codicia o asombro, pero nada de eso aparece en el rostro de Orihime y eso lo confunde. — ¿Qué mejor partido que un Emperador?
—No quiero ser Emperatriz ni quiero casarme con un noble. — Piensa en Jugram — Ya he comprobado que no hay futuro siendo la esposa de uno.
Sale de los aposentos del Emperador y se toma veinte minutos llegar a la torre en donde hospeda su familia sin que la vieran ni siquiera los soldados (quizás los de la fuerza especial Shihouin si la hayan visto). En su cuarto Rena duerme profundamente en la cama, tanto que no se da cuenta del ruido que hace la pedrería del vestido al caer. Se pone el camisón y refugiada en su cama, aun con el calor del Emperador Aizen en su piel, se duerme.