*Monte Olimpo, 1962*

Era un solsticio de verano normal, excepto que todos los presentes miraban hartos y aburridos de ver como discutían Zeus y Hera durante horas.

-ESTABAS A PUNTO DE ROMPER EL JURAMENTO- le grito la diosa del matrimonio enfurecida a su esposo.

-PERO NO LO HICE- le respondió Zeus.

-SI, PORQUE YO LLEGUE JUSTO, SINO A ESTAS HORAS ANDARIAS CON ESA MORTAL QUIEN SABE DONDE HACIENDO COCHINADAS.

-Quieren parar de una vez por todas? Tengo cosas más importantes en que hacer el inframundo!- Hades ya estaba perdiendo los estribos y efectivamente tenia cosas más importantes que hacer, como encargarse de la indigestión de Cerebro…

-NO TE METAS HERMANO, ESTO VA ACABAR CUANDO LA TESTARUDA DE MI ESPOSA ENTIENDA QUE JAMÁS ROMPERÍA EL JURAMENTO- le reprendió Zeus.

- YO TESTARUDA?! PUES VOS SOS UN MAL…- Hera no pudo terminar su frase porque un grito estridente la calló.

-Ya basta es suficiente- de un resplandor dorado aparecieron las parcas y la temperatura de la sala cayó a pique. El suelo se comenzó a llenar de escarcha a medida que las hermanas avanzaban por la sala del trono.

Ningún dios articulo una palabra.

-El futuro está en peligro debido a sus acciones y para cambiarlo tiene que reflexionar- dijo una de las parcas- Por eso hemos traídos estos libros para que los lean junto a grupo de semidioses-completo la segunda, mientras que con un movimiento de su mano hacia aparecer una pila de libros- Así juntos van a poder responder a esta nueva amenaza, pero deben jurar sobre río Estigio que no les causaran ningún daño físico y metal a los héroes que se van presentar.- terminó la última.

-Lo juramos.- respondieron los dioses al unísono.

De otro resplandor dorado emergió un grupo de jóvenes. Todos estaban confundidos y desconcertados. Entre murmullos, quejas, besos y abrazos el grupo se dividió en otros dos.

-Héroes.-llamarón su atención las parcas.

- No puede ser! Las parcas.- Una niña de unos 13 años grito aterrada y se escondió atrás de un chico musculoso.

-Dioses! Tiene razón.- exclamó otra chica, rubia y de unos tormentosos ojos grises.

-Héroes, los hemos reunido en monte olimpo en año 1962 con la misión de que pueden entenderse entre ustedes y así enfrentar el futuro que les depara. Todos ustedes son de dos mundos diferentes pero su destino es trabajar juntos. Ahora mismo se encuentran en el mundo donde los doce olímpicos son libres y existen dos campamentos, el campamento Júpiter y el Mestizo. Su mundo- Explicaron las parcas a los recién llegados mientras las 3 señalaban al mismo tiempo en la dirección de nuestros queridos héroes del olimpo- No teman los dioses juraron no hacerles daño- y en un destello dorado desaparecieron de la sala.

- Pasen al frente y preséntense- les ordeno Zeus- Primero los de esté mundo.

-Annabeth Chase, hija de Atenea- la nombrada le sonrío a su hija.

-Travis y Connor Stoll, hijos de Hermes.

-Chris Rodriguez, también hijo de Hermes- Hermes les sonrío a los tres pensando en las bromas que podían hacer juntos.

- Clarisse La Rue, hija de Ares y asesina del Drakon- Ares miraba con aprobación a su hija imaginándose la escena de lucha contra el drakon.

-Y dale con lo de la asesina del drakon…-suspiro un chico rubio como si ya estuviera harto de escuchar eso- Soy Will Solace, hijo de Apolo.

-Katie Gardner, hija de Demeter, y antes de que preguntes mamá: sí, como cereales.

-Pollux, hijo de Dionisio.- el dios alzo la vista un poco extrañado de tener un hijo pero enseguida se sintió orgulloso de él.

-Octavio, augur del campamento Júpiter, centurión del a Primera Cohorte, legado de Apolo y Pontifex Maximus- se presentó con arrogancia. En sus ojos había un brillo asesino cargado de locura y odio.(Octavio vine de la sangre del olimpo)

- Nico Di Angelo, hijo de Hades. – el señor de los muertos murmuro algo parecido a "imposible"

-HADES!- comenzó a gruñir Zeus.

-Nací antes del juramento pero mi padre nos encerró en Casino Lotus.- se apresuró a agregar.

- El chico dice la verdad hermano, pregúntale a Apolo- Hades salto en defensa de su hijo. Él se preguntó dónde estaría su hija Bianca.

-Pipper McLean, hija de Afrodita- la diosa se puso a dar chillidos de alegría.

-Reyna Avila Ramírez-Arellano, hija de Bellona y pretora de la Duodécima Legión.

- Dakota, hijo de Baco y centurión de la Quinta Cohorte.

-Luke Castellan, hijo de Hermes- dijo Luke mirando con odio a los dioses (aclaro que Luke viene de la maldición del titán )

- Jason Grace, hijo de Júpiter.- Hera miro con desprecio al chico y luego abofeteo a su marido.

Poseidón y Hades iban a iniciar una discusión pero Atenea los detuvo y decidieron dejar los asuntos del juramento para más tarde.

-Hazel Levesque, hija de Plutón. Estoy viva porque decidieron darme una segunda oportunidad- Hades sonrío a su hija pensando en porque le habría concedido semejante lujo, ya que a pesar de ser su hija las leyes no le permitían revivirla.

- Thalía Grace, hija de Zeus y teniente de Artemisa- del cuello de Hera se podía apreciar como una enorme vena palpitaba al ritmo de su corazón,( si es que tiene).

- Mi nombre es Frank Zhang, hijo de Marte, descendiente de Periclímeno y Pretor del Campamento Júpiter.- Poseidón se sorprendió al oír que él chico era uno de sus descendientes lejanos.

- Hola! Qué onda? Yo soy Leo Valdez, hijo de Hefesto y súper genial mecánico usuario del fuego- Hefesto estaba orgullo de su hijo, hacia tantos años que ningunos de sus hijos heredaba su don con el fuego.

- Percy Jackson, hijo de Poseidón- dijo sonriéndole a su padre.

-¿CÓMO TE ATREVEZ A ROMPER EL JURAMENTO POSEIDÓN?- estalló Zeus.

-VOS TAMBÍEN LO ROMPISTE HERMANO- le contesto Poseidón.

- Y DOS VECES!- se metió Hera.

La pelea tenía pinta de seguir durante un largo rato pero Hestia los calló a todos haciendo que su hoguera estallara en llamas. Y se dirigió a la pobre Rachel que justo iba presentarse cuando comenzaron con la disputa- Por favor cielito continua.-le dijo.

-Soy Rachel Elizabeth Dare, una mortal y Oráculo de Delfos- ante este último comentario la niña, que había gritado cuando vio a las parcas, miro asombrada a Rachel preguntándose si sería como ella.

-Ya era hora de que mi oráculo deje de ser una momia podrida- comentó Apolo sonriéndole a su nueva y no muerta oráculo.

-Grover Underwood, señor de lo salvaje- dijo el sátiro.

-Ustedes deben ser los del otro mundo, verdad?- preguntó Atenea a un grupo de jóvenes que todavía no se habían presentado y que están flipando pero mal. Como el grupo asintió la diosa les pido que expliquen como era su mundo.

Una chica rubia se adelantó y dijo:

-Soy Helena Hamilton , Descendiente de la casta de Atreo- se presentó la chica- En nuestro mundo ustedes, los doce olímpicos hicieron un juramento, al finalizar la guerra de Troya, que no saldrían del Olimpo mientras las cuatro castas de semidioses permanecieran separadas.

- Por eso es que nos conocen con el nombre de vástagos- continuo un chico moreno de ojos azules- somos los descendientes de los semidioses que lucharon en Troya. Y cada generación hereda los dones de sus antepasados y también los rostros.

- Eres igual a Paris!- grito Afrodita apunto de desmayarse- Son todos iguales a nuestros hijos del pasado!

Afrodita tenía razón, esos jóvenes se parecían a sus hijos fallecidos hace siglos y todos los dioses enmudecieron.

-Teóricamente tienes razón- le contesto el moreno a la diosa- Soy la encarnación de Paris, pero para romper la tradición mis padres decidieron ponerme un nombre distinto. Me llamo Lucas Delos y soy el Descendiente de la casta de Tebas.

-Y yo soy Casandra Delos, su hermana y el oráculo de la casta de Tebas- dijo la niña que reconoció a las parcas.

-Mi nombre es Jason Delos y ella es mi gemela Ariadna- dijo uno de los chicos señalando a su hermana- y junto a mi hermano mayor, Héctor, somos de la casta de Tebas y primos de Lucas- dijo señalando a un muchacho rubio y musculoso.

- Yo soy Orión Evander, líder de la casta de Roma, y heredero de la casta de Atenas-dijo el chico musculo atrás del cual se escondió Casandra.

-Mi nombre es Andy y soy mitad sirena, pero acuática- se presentó Andy con su hermosa voz melodiosa.

-¿Has tenido ganas o has matado o ahogado a alguien?- pregunto tímidamente Travis- Auch! Katie no me pegues.

-No se preguntan esas cosas, idiota!- le reprendió la hija de Deméter que efectivamente le encajo un sopapo ante su pregunta.

-Solo tenía curiosidad-se defendió el chico.

-Tranquilo, nunca mate a nadie ni tuve intenciones- le contesto Andy amistosamente- No pienso matarte.

El hijo de Hermes suspiro aliviado.

-No se olviden de mí, soy Claire Aoki.- dijo una chica asiática- Soy mortal, pero no se engañen soy casi inmortal gracias a Lennie.-comentó señalando a Helena.

-¿Cómo?- Pregunto Apolo confundido.

-No te preocupes, los libros lo deben explicar todo- dijo Hestia mientras revolvía la pila de libros.

- Por qué no empezamos de una vez por todas?- refunfuño Hera desde su trono.

Hestia agitó su mano e hizo aparecer alfombras mullidas y almohadones de todos los colores para que los semidioses puedan estar cómodos durante la lectura. También los dioses se encogieron a tamaño humano, Hades fue a buscar a Perséfone al inframundo y Artemisa a sus cazadoras.

Una vez que todos estuvieron sentados, y que ambos dioses volvieran. Afrodita se ofreció para leer primero y tomo el primer libro:

Percy Jackson y los dioses del Olimpo 1: El ladrón del rayo-leyó la diosa

Capítulo 1: Pulverizo accidentalmente a mi profesora de introducción al álgebra.

-Y ya empezamos bien-dijo Poseidón.

-¿ Pero que no sabes que es Percy?- bromeo Nico

- Solo a él le pasaría algo así- añadió Jason.(okey…no planee esto pero taran taran hay dos Jason por eso cuando hable de Jason Delos de la trilogía el despertar le voy a colocar una D entre paréntesis para que no haya confusión)

Percy escondió el rostro en el pelo de su novia avergonzado. " Esto va a ser una tortura" se dijo para sus adentros.

-¿Cómo haces para pulverizan a tu profesora?- pregunto Lucas.

- Es Percy, cualquier cosa le puede pasar- dijo Thalía.

Mira, yo no quería ser un mestizo. Si estás leyendo esto porque crees que podrías estar en la misma situación, mi consejo es éste: cierra el libro inmediatamente. Créete la mentira que tu padre o tu madre te contaron sobre tu nacimiento, e intenta llevar una vida normal. Ser mestizo es peligroso. Asusta. La mayor parte del tiempo sólo sirve para que te maten de manera horrible y dolorosa.

-Ni que lo digas sesos de algas- dijo Clarisse mientras se apoyaba en el hombro de Chris.

-No es tan malo- comentó Lucas- Tiene unos cuantos beneficios, excepto la parte en que las furias te poseen para que mates a un vástago de otra casta.

-¿Las furias?- preguntó Travis

-¿Cuándo te encuentras con otro mestizo de otras castas?- completo Connor.

-Tal vez con ustedes sea diferente pero antes de que Helena y Orión ayudaran a las furias, cuando uno de nosotros se encontraba con un miembro de una casta diferente o un paria, sentíamos un odio profundo y tratábamos de matarnos mutuamente- explico Jason Delos.

-Que horror- comentó Annabeth.

Si eres un niño normal, que está leyendo esto porque cree que es ficción, fantástico. Sigue leyendo. Te envido por ser capaz de creer que nada de esto sucedió. Pero si te reconoces en estas páginas-si sientes que algo se remueve en tu interior-, deja de leer al instante. Podrías ser uno de nosotros. Y en cuanto lo sepas, sólo es cuestión de tiempo que también ellos lo presientan, y entonces irán por ti.

No digas que no estás avisado.

-Espera,¿ se supone que me estas avisando qué?- bromeo Thalía.

Me llamo Percy Jackson.

-No, ¿me estas jodiendo?-dijo Clarisse haciéndose la sorprendida.

-Pensábamos que eras Brad Pitt- la siguió Thalía.

-Ohh-lloriqueo Nico- Yo quería un autógrafo.

Tengo doce años.

-¿Tu primera misión fue a los doce?- preguntó Poseidón agarrándose la cabeza.

-Si- respondió su hijo.

-Apolo, por favor vigila a tu tío parece que le va a dar un ataque en cualquier momento- pidió Demeter a su sobrino. La cara de Poseidón ya había empezado a perder color y se había recostado ligeramente en su trono con los ojos cerrados.

Hasta hace unos meses estudiaba interno en la academia Yancy, un colegio privado para niños con problemas, en el norte del estado de Nueva York.

¿Soy un niño con problemas?

-SIIIII!-corearon los griegosy los romanos.

-Vamos chicos, no es para tanto-se quejó Percy.

Si.

Podríamos llamarlo así.

Podría empezar en cualquier punto de mi corta y triste vida para dar prueba de ello, pero las cosas comenzaron a ir realmente mal en mayo del año pasado, cuando los alumnos de sexto curso fuimos de excursión a Manhattan: veintiocho críos tarados y dos profesores en un autobús escolar amarillo, en dirección al Museo Metropolitano de Arte a ver cosas griegas y romanas.

-En mi opinión es una gran oportunidad educativa y todas las escuelas deberían ir- opino Atenea.

-Suena interesante. Podríamos ir los dos campamento, ¿Qué dices Reyna?- sugirió Annabeth. Tanto mestizos como vástagos lanzaron exclamación de horror ante la propuesta.

-Ehh mmm no sé debería hablarlo con el senado-respondió la romana sin mucho interés. Reyna no tuvo una muy grata experiencia junto a Hylla en el pasado con museos.

Ya lo sé: suena a tortura.

-¿CÓMO OSAS DECIR ESO ENGENDRO DEL MAR?- estalló Atenea.

-Lo lo siento.-trató de disculpare- Ya no pienso eso, su hija me hizo-obligo a cambiar de opinión-dijo recordando el día que tuvieron una discusión sobre eso. El recuerdo hizo que se sonrojara hasta quedar como un lindo tomate para exposición.

-Awww- el corazón de Annabeth se derritió al ver su novio como un tomate y lo beso dulcemente- Sabes que te amo Sesos de Alga.

Ante el gesto de su hija, la diosa de la sabiduría se puso roja de la ira y comenzó soltar chispas plateadas.

-Tu asqueroso engendro del mar quita las manos de mi hija ahora mismo, juro que voy a freírte- amenazó la diosa mientras se levantaba de su trono dispuesta a fulminar al chico.

-Tú le tocas un cabello a mi hijo y no habrá lugar en el mundo donde puedas refugiarte de mí ira S-O-B-R-I-N-A- le grito el dios del mar apuntándola con su tridente.

-BASTA MAMÁ!Te guste o no Percy es mi novio y lo AMO-dijo Annabeth resaltando las palabras- No va a ver nada que puedas hacer para separarnos.

-Pe-pero cielito tú no puedes estar enamorada de un hijo de Aliento de Pez. Son demasiados estúpidos y tontos, jamás podrían comprendernos mi hija-trató de razonar Atenea.

-Tú eres la que no me comprende-le gritó Annabeth- Percy no es como vos crees. Si quieren odiarse y matarse, háganlo entre ustedes.-dijo dirigiéndose a ambos dioses-Pero no nos metan a nosotros.

-Percy, eres feliz con la hija de Cara de Búho?-le preguntó Poseidón a su hijo.

-Más que nunca. Daría mi vida por ella-confesó Percy.

-Está bien, les doy mi bendición. Esto es entre nosotros dos sobrina, no hay porque meter a nuestros hijos en esto-hablo el dios dirigiéndose a Atenea.

-Okey, lo acepto…a medias-acepto a regañadientes la diosa- Pero siempre te voy a odiar Jackson y al menor movimiento sospechoso voy matarte, entiendes?

-Claro, puedo vivir con un par de amenazas más y un par ,SOLO un PAR, de lechuzas acosándome- dijo acordándose de semana pasada cuando su querida suegra le envió un ejército de lechuzas asesinas a darle la bienvenida.

La mayoría de las excursiones de Yancy lo eran. Pero el señor Brunner, nuestro profesor de latín, dirigía la excursión, así que tenía esperanzas. El señor Brunner era un tipo de mediana edad que iba en silla de ruedas motorizada. Le clareaba el cabello, lucía una barba desaliñada y una chaqueta de tweed raída que siempre olía a café. Con ese aspecto, imposible adivinar que era guay, pero contaba historias y chistes y nos dejaba jugar en clase. También tenía una colección alucinante de armaduras y armas romanas, así que era el único profesor con el que no me dormía en clase.

-Jackson-gruño la diosa de la sabiduría.

-Ojala todos los profesores fueran así- dijo Orión.

-Quirón es el mejor-aseguro Clarisse.

- Me acuerdo de cuando mi hermana y yo llegamos al campamento. Estábamos aterradas de ser mestizas y él nos ayudó a calmarnos y aceptar lo que somos.

-El campamento no sería nada sin él-acordaron Will y Percy.

-¿Quién es Quirón?- pregunto Héctor.

-Simplemente el legendario centauro entrenador de los semidioses, que sigue vivito y coleando como nuestro maestro en el campamento- explicó Leo.

-Vaya, pensé que era un mito- le respondió el rubio.

-También pensabas que Andy era un mito y mira como acabaron- dijo Clarie en broma. Héctor se sonrojo mientras Andy escondía la cara en su pecho.

Un nuevo destello dorado ilumino la sala y de ella emergieron la siluetas de Quirón y el entrenador Hedge. Luego de los saludos, presentaciones y explicaciones, los nuevos integrantes se unieron junto a lo semidioses y Afrodita siguió leyendo.

Esperaba que el viaje saliera bien. Esperaba, por una vez, no meterme en problemas.

Anda que no estaba equivocado.

Verás, en las excursiones me pasan cosas malas. Como cuando en quinto fui al campo de batalla de Saratoga, donde tuve aquel accidente con el cañón de la guerra de la Independencia americana. Yo no estaba apuntando al autobús del colegio, pero por supuesto me expulsaron igualmente. Y antes de aquello, en cuarto curso, durante la visita a las instalaciones de la piscina para tiburones en Marine World, le di a la palanca equivocada en la pasarela y nuestra clase acabó dándose un chapuzón inesperado. Y la anterior… Bueno, te haces una idea, ¿verdad?.

-¿QUÉÉÉÉÉ?-grito Travis.

-Anda!. ¿Por qué no sigues?- pregunto Connor haciendo pucherito a Percy.

-Por fiiiiiiiii! Percyyyyyyy- suplicó Thalía.

- Que va. Si no nos lo cuenta entre todos los encerramos en un jaula y lo torturamos hasta que hable- sugirió Nico.

-O si no lo puedo dejar colgado en la pared con mis flechas-ofreció Frank.

-O bien lo puedo envolver en la oscuridad hasta que hable- dijo Lucas esparciendo sombras a su alrededor.

-¿Eres hijo mío?- pregunto Hades mirando curioso las sombras que salían de las manos del vástago.

-Soy de la casta de Tebas, la casta de Apolo- el nombrado de le saco la lengua a Hades puso los ojos en blanco.- pero una vez me explicaste porque mi casta tiene este poder- le respondió el chico Delos- Debe de estar en los libros.

-¿Y yo por qué no tengo ese poder?-le pregunto Will a su padre.

-Alguno de mis hijos tienen poder sobre la luz, no la sombra-le respondió Apolo pensativo.

- En fin Jackson, vas a hablar- dijo Pipper con un brillo en sus ojos. El pobre chico trago saliva fuerte y se escondió detrás de su novia usándola como escudo.

En aquella excursión estaba decidido a portarme bien.

Durante todo el viaje a la ciudad soporté a Nancy Bobofit, la pelirroja pecosa y cleptómana que le lanzaba a mi mejor amigo, Grover, trocitos de sándwich de mantequilla de cacahuete y ketchup al cogote.

-Era una hija de pu## es chica- reconoció Grover- Con gusto le hubiera prendido fuego el pelo roñoso que tenía.

-Oye! Qué tienes en contra de las pelirrojas?- se quejó Reachel.

-Contra vos nada, pero por los dioses esa chica tenía el pelo más asqueroso del mundo- se defendió el sátiro.

-Hasta había días en los que ni se bañaba o se peinaba e iva a clases toda asquerosa, con trositos de comida en el pelo revuelto- lo apoyo Percy.

-Ugghh! Qué asco por Zeus!- chillo Afrodita- Debo tener una sería charla con esa chica en el futuro, que clase de mujer va a descuidar su pelo de esa forma, es una de nuestras mejores armas de seducción- agrego la diosa guiñándole un ojo a Ares.

Grover era un blanco fácil. Era canijo y lloraba cuando se sentía frustrado. Debía de haber repetido varios cursos, porque era el único en sexto con acné y una pelusilla incipiente en la barbilla. Además, estaba lisiado. Tenía un justificante que lo eximía de la clase de Educación Física durante el resto de su vida, ya que padecía una enfermedad muscular en las piernas. Caminaba raro, como si cada paso le doliera; pero que eso no te engañe: tendrías que verlo correr el día que tocaba enchilada en la cafetería.

-Es descortés hablar así de tu amigo- le reprendió Deméter.

-Lo siento- se disculpó Percy.- Debajo de esa capa estaba escondido el verdadero Grover señor de lo salvaje.

-Gracias Percy, no hay problema.

En cualquier caso, Nancy Bobofit estaba tirándole trocitos de sandwich que se le quedaban pegados en el pelo castaño y rizado, y sabía que yo no podía hacer nada porque ya estaba en periodo de prueba. El director me había amenazado con expulsión temporal si algo malo, vergonzoso o siquiera medianamente entretenido sucedía en aquella salida.

Voy a matarla —murmuré.

-Matala!- gritaron Ares, Clarisse, Will, Apolo, Hermes, Chris y los Stolls.

-Carne, Carne, Sacrificio, Sacrificio- canturrearon Nico y Thalía, y luego se le sumaron la mayoría de los presentes.

Grover intentó calmarme.

No pasa nada. Me gusta la mantequilla de cacahuete.—Esquivó otro pedazo del almuerzo de Nancy.

Hasta aquí hemos llegado.—Empecé a ponerme en pie, pero Grover volvió a hundirme en mi asiento.

Ya estás en periodo de prueba —me recordó—. Sabes a quién van a culpar si pasa algo.

Echando la vista atrás, ojalá hubiera tumbado a Nancy Bobofit de un tortazo en aquel preciso instante. La expulsión temporal no habría sido nada en comparación con el lío en que estaba a punto de meterme.

-Nenaza! Le hubieras sacados los ojos- protesto el dios de la guerra.

El señor Brunner conducía la visita al museo.

Él iba delante, en su silla de ruedas, guiándonos por las enormes y resonantes galerías, a través de estatuas de mármol y vitrinas de cristal llenas de cerámica roja y negra súper vieja.

Me parecía flipante que todo aquello hubiese sobrevivido más de dos mil o tres mil años. Nos reunió alrededor de una columna de piedra de casi cuatro metros de altura con una gran esfinge encima, y empezó a contarnos que había sido un monumento mortuorio, una estela, de una chica de edad. Nos habló de los relieves de sus costados. Yo intentaba prestar atención, porque parecía realmente interesante, pero los demás hablaban sin parar, y cuando les decía que se callaran, la otra profesora acompañante, la señora Dodds, me miraba mal.

La señora Dodds era una profesora de matemáticas procedente de Georgia que siempre llevaba cazadora de cuero, aunque era menuda y rondaba los cincuenta años. Tenía un aspecto tan fiero que parecía dispuesta a plantarte la Harley en la taquilla. Había llegado a Yancy a mitad de curso, cuando nuestra anterior profesora de matemáticas sufrió un ataque de nervios.

-No tiene mucha pinta de profe de matemáticas- comentó Jason(D)

-No creo que sea una profesora- intuyo Reyna.

- Y tampoco un ángel caído del cielo- dijo Annabeth.

Desde el primer día, la señora Dodds adoró a Nancy Bobofit y a mí me clasificó como un engendro del demonio.

-JAJAJA ! Mira quien es engendro del demonio- río el hijo del mar.

Me señalaba con un dedo retorcido y me decía «y ahora, cariño», súper dulce, y yo sabía que a continuación me castigaría a quedarme después de clase. Una vez, tras haberme obligado a borrar respuestas de viejos libros de ejercicios de matemáticas hasta medianoche, le dije a Grover que no creía que la señora Dodds fuera humana. Se quedó mirándome, muy serio, y me respondió: «Tienes toda la razón.»

-¿Y cómo no? Si estabas en lo cierto- exclamó el sátiro alzando los brazos al cielo.

-Entonces, ¿Qué era?- preguntó Helena con curiosidad.

-Ya vas ver, creo que tú la conoces más que bien por lo que dijo Lucas- le respondió Annabeth, que ya estaba analizando mentalmente a cada detalle a los vástagos.

El señor Brunner seguía hablando del arte funerario griego. Al final, Nancy Bobofit se burló de una figura desnuda cincelada en la estela y yo le espeté:

¿Te quieres callar?

Me salió más alto de lo que pretendía.

El grupo entero soltó risitas y el profesor interrumpió su disertación.

Señor Jackson —dijo—, ¿tiene algún comentario que hacer?

Me puse como un tomate y contesté:

No, señor.

El señor Brunner señaló una de las imágenes de la estela.

A lo mejor puede decirnos qué representa esa imagen.

Miré el relieve y sentí alivio porque de hecho lo reconocía.

Ése es Cronos devorando a sus hijos, ¿no?

Sí —repuso él—. E hizo tal cosa por…

Bueno…—Escarbé en mi cerebro—. Cronos era el rey dios y…

¿Dios?

Titán —me corregí—. Y… y no confiaba en sus hijos, que eran dioses. Así que Cronos… esto… se los comió, ¿no? Pero su mujer escondió al pequeño Zeus y le dio a cambio una piedra. Y después, cuando Zeus creció, engañó a su padre para que vomitara a sus hermanos y hermanas…

¡Puaj! —dijo una chica a mis espaldas.

—… así que hubo una gran lucha entre dioses y titanes —proseguí—, y los dioses ganaron.

-Increíble! –dijo asombrada Atenea- El engendro del mar resumió años de historia en una simple frase.

-Vez esa es la diferencia entre mis hijos y los tuyos. – dijo Poseidón sacándole la lengua su sobrina como si fuera un niños pequeño- Los míos son tan listos que resumen lo más importante, mientras los tuyos te duermen con un discurso súper detallado de los hechos.

-Que no dormimos a nadie!- gritaron Atenea y su hija a la vez. Al darse cuenta ambas se sonrojaron por haber pensado lo mismo, de tal palo tal astilla.

Algunas risitas.

Detrás de mí, Nancy Bobofit cuchicheó con una amiga:

Menudo rollo. ¿Para qué va a servirnos en la vida real? Ni que en nuestras solicitudes de empleo fuera a poner: «Por favor, explique por qué Cronos se comió a sus hijos.»

¿Y para qué, señor Jackson —insistió Brunner, parafraseando la excelente pregunta de la señorita Bobofit—, hay que saber esto en la vida real?

Te han pillado —murmuró Grover.

Cierra el pico —siseó Nancy, con la cara aún más roja que su pelo.

Por lo menos habían pillado también a Nancy. El señor Brunner era el único que la sorprendía diciendo maldades. Tenía radares por orejas.

Pensé en su pregunta y me encogí de hombros.

No lo sé, señor.

Ya veo.

Brunner pareció decepcionado—. Bueno, señor Jackson, ha salido medio airoso. Es cierto que Zeus le dio a Cronos una mezcla de mostaza y vino que le hizo expulsar a sus otros cinco hijos, que al ser dioses inmortales habían estado viviendo y creciendo sin ser digeridos en el estómago del titán. Los dioses derrotaron a su padre, lo cortaron en pedazos con su propia hoz y desperdigaron los restos por el Tártaro, la parte más oscura del inframundo. Bien, ya es la hora del almuerzo. Señora Dodds, ¿podría conducirnos a la salida?

-Yuck! Qué asco!- exclamó Clarie, tapándose la nariz.

-Tu porque no probaste el pollo al vino y mostaza de mi mamá – aseguro Lucas.

- Nadie cocina mejor que la tía Noel-afirmo Ariadna.

La clase empezó a salir, las chicas conteniéndose el estómago, y los chicos a empujones y actuando como merluzos. Grover y yo nos disponíamos a seguirlos cuando el profesor exclamó:

¡Señor Jackson!

Lo sabía. Le dije a Grover que se fuera y me volví hacia Brunner.

¿Señor?

Tenía una mirada que no te dejaba escapar: ojos castaño intenso que podrían tener mil años y haberlo visto todo.

-Es que de verdad fue así.- reconoció el viejo centauro.

Debes aprender la respuesta a mi pregunta —me dijo.

¿La de los titanes?

La de la vida real. Y también cómo se aplican a ella tus estudios.

Ah.

Lo que vas a aprender de mí es de importancia vital. Espero que lo trates como se merece. Sólo voy a aceptar de ti lo mejor, Percy Jackson.

-Sin presión, Jackson.- bromeó Will haciendo un gestó con sus manos.

Quería enfadarme, pues aquel tipo sabía cómo presionarme de verdad. Verás, quiero decir que sí, que molaban los días de competición, esos en que se disfrazaba con una armadura romana y gritaba «¡Adelante!», y nos desafiaba, espada contra tiza, a que corriéramos a la pizarra y nombráramos a todas las personas griegas y romanas que vivieron alguna vez, a sus madres y a los dioses que adoraban. Pero Brunner esperaba que yo lo hiciera tan bien como los demás, a pesar de que soy disléxico y poseo un trastorno por déficit de atención y jamás he pasado de un aprobado… No; no esperaba que fuera tan bueno como los demás: esperaba que fuera mejor. Y yo simplemente no podía aprenderme todos aquellos nombres y hechos, y mucho menos deletrearlos correctamente.

-No te pediría que lo hicieras si no supiera que estabas a la altura de las circunstancias- aclaró Quirón.- Siempre busco sacar lo mejor de mis campistas.

-Y es como salimos nosotros-bromeo Leo.- Los Héroes del Olimpo.

Murmuré algo acerca de esforzarme más mientras él dedicaba una triste mirada a la estela, como si hubiera estado en el funeral de la chica.

Me dijo que saliera y tomase mi almuerzo.

La clase se reunió en la escalinata de la fachada, desde donde se podía contemplar el tráfico de la Quinta Avenida. Se avecinaba una enorme tormenta, con las nubes más negras que había visto nunca sobre la ciudad. Supuse que sería efecto del calentamiento global o algo así, porque el tiempo en Nueva York había sido más bien rarito desde Navidad. Habíamos sufrido brutales tormentas de nieve, inundaciones e incendios provocados por rayos. No me habría sorprendido que fuese un huracán.

-¿Se estaban peleando de nuevo? Nunca crecen-los regaño Hera. Zeus y Poseidón agacharon la cabeza avergonzados.

Nadie más pareció reparar en ello. Algunos chicos apedreaban palomas con trocitos de cookies. Nancy Bobofit intentaba robar algo del monedero de una mujer y, evidentemente, la señora Dodds hacía la vista gorda.

Todos los presentes voltearon la vista a Hermes. El dios de los ladrones jura por todos los ríos esa chica no era hija suya.

-Claro, la buena de Nancy puede robar billeteras porque es dulce como la miel pero Percy tiene cara de vándalo así que castigemoslo- critico Jason- Se supone que los profesores controlan y dan el ejemplo…

-Yo no tengo cara de vándalo- se quejó el chico de ojos verdes.

-Claro que sí Sesos de Algas, por eso Annabeth es tu novia, le gustan los chicos malos- bromeo Thalía haciendo referencia al enamoramiento de la rubia por Luke. Por respuesta se ganó una trompada de parte de la hija de Atenea, una cara de desconcierto de Percy y un choque los 5 de Nico.

Grover y yo estábamos sentados en el borde de una fuente, alejados de los demás. Pensábamos que así no todo el mundo sabría que pertenecíamos a aquella escuela: la escuela de los pringados y los raritos que no encajaban en ningún otro sitio.

-El nombre les pega- aseguro Leo y todos rieron.

¿Castigado? —me preguntó Grover.

Qué va. Brunner no me castiga. Pero me gustaría que aflojara de vez en cuando. Quiero decir… no soy ningún genio.

Grover guardó silencio. Entonces, cuando pensé que iba a soltarme algún reconfortante comentario filosófico, me preguntó:

¿Puedo comerme tu manzana?

-¡Sátiro!

-¡Grover!- lo reprendieron Dionisio y Hestia.

-Lo siento.- dijo el joven macho cabrío.

Tampoco tenía demasiado apetito, así que se la di.

Observé la corriente de taxis que bajaban por la Quinta Avenida y pensé en el apartamento de mi madre, a sólo unas calles de allí. No la veía desde Navidad. Me entraron ganas de subir a un taxi que me llevara a casa. Me abrazaría y se alegraría de verme, pero también se sentiría decepcionada y me miraría de aquella manera. Me devolvería directamente a Yancy, me recordaría que tenía que esforzarme más, aunque aquélla era mi sexta escuela en seis años y probablemente fueran a expulsarme otra vez. Era incapaz de volver a soportar esa mirada.

-Oww! El bebe extraña a su mamá y quiere que le den la mamadera- rió Ares, que choco los cinco con Clarisse.

-Acabas de marcarte de por vida pringado- dijo feliz la hija del dios de la guerra por haber encontrado una nueva forma de molestarlo.

-Ustedes no lo entienden- lo defendió Hestia, haciendo que Percy se sonrojara y buscara escondite tras su novia.

El señor Brunner aparcó su vehículo al final de la rampa para paralíticos. Masticaba apio mientras leía una novela en rústica. En la parte trasera de la silla tenía encajada una sombrilla roja, lo que la hacía parecer una mesita de terraza motorizada.

Me disponía a abrir mi sándwich cuando Nancy Bobofit apareció con sus desagradables amigas — supongo que se habría cansado de desplumar a los turistas—, y tiró la mitad de su almuerzo a medio comer sobre el regazo de Grover.

-Pero que hija de pu##- exclamo Clarie.

-Voy arrancarle los pelos del cráneo- amenazó Clarisse. Puede que ella se burle y todo pero en el fondo lo quiere a Grover como un hermano.

-Te ayudamos con mucho gusto- dijieron Thalía y Annabeth

-Matala- Luke abrió la boca por primera vez en toda la lectura. Después de todo, el siempre quiso al sátiro.

-¿Qué nadie vio eso?-grito Helena-Esa chica me desespera.

-Es un monstruo- se quejó Hestia y todos los dioses asintieron en acuerdo.

-Percy, golpeala-dijo muy serio Frank. Percy trago saliva con esfuerzo, para que el bueno de Frank quiera pegarle…

Vaya, mira quién está aquí.

Me sonrió con los dientes torcidos. Tenía pecas naranja, como si alguien le hubiera pintado lasmejillas con espray.

-Hasta un chancho es más lindo y tierno que esa niña-aseguro Afrodita.

Intenté mantener la calma. El consejero de la escuela me había dicho un millón de veces: «Cuenta hasta diez, controla tu mal genio.» Pero yo estaba tan cabreado que me quedé en blanco. Y a continuación oí un revuelo y estrépito de agua. No recuerdo haberla tocado, pero lo siguiente que vi fue a Nancy sentada de culo en medio de la fuente, gritando:

¡Percy me ha empujado! ¡Ha sido él!

Todos los presentes en la sala, desde dioses hasta vástagos, se estaban tronchando de la risa. Y algunos, los más inmaduros de sala( que ya nos hacemos una idea) rodaba por el piso llorando de la risa.

Con esfuerzo, después de unos cuantos minutos, todos se calmaron y Afrodita pudo continuar con la lectura.

La señora Dodds se materializó a nuestro lado.

-Que miedo- dijo Leo temblando.

-Esa no es humana- dijo con seguridad Lucas Delos.

- A este paso no vamos a terminar más- se quejó la diosa del matrimonio con la cara en las manos.

Algunos chicos cuchicheaban:

¿Has visto…?

—… el agua…

—…la ha arrastrado…

No sabía de qué hablaban, pero sí sabía que había vuelto a meterme en problemas.

-Cuando no?-dijo Di Angelo.

En cuanto la profesora se aseguró de que la pobrecita Nancy estaba bien y le hubo prometido una camiseta nueva en la tienda del museo, se centró en mí. Había un resplandor triunfal en sus ojos, como si por fin yo hubiese hecho algo que ella llevaba esperando todo el semestre.

Y ahora, cariño…

Lo sé —musité—. Un mes borrando libros de ejercicios. —Pero no acerté.

-NUNCA pero NUNCA debes tratar de adivinar un castigo- gritaron los Stolls mientras Leo asentía.

-Sí lo haces vas a ser peor- agrego el hijo de Hefesto.

Ven conmigo —ordenó la mujer.

¡Espere! —intervino Grover—. He sido yo. Yo la he empujado.

Me quedé mirándolo, perplejo. No podía creer que intentara encubrirme. A Grover la señora Dodds le daba un miedo de muerte. Ella lo miró con tanto desdén que a Grover le tembló la barbilla.

Me parece que no, señor Underwood —replicó.

Pero…

Usted-se-queda-aquí.

Grover me miró con desesperación.

No te preocupes —le dije—. Gracias por intentarlo.

-Lo siento amigo, lo intente- se disculpo Gorver.

-No hay problema, no tenías porque hacerlo.- replico agradecido el hijo de Poseidón.

-Ven! Eso es un ejemplo de amistad y compañerismo – grito Ares.-Esta cagado en las patas pero se sacrifica por su amigo

Bien, cariño —ladró la profesora—. ¡En marcha!

Nancy Bobofit dejó escapar una risita.

Yo le lancé mi mirada de luego-te-asesino y me volví dispuesto a enfrentarme a aquella bruja, pero ya no estaba allí. Se hallaba en la entrada del museo, en lo alto de la escalinata, dándome prisas con gestos de impaciencia.

¿Cómo había llegado allí tan rápido?

-¿Y tal vez porque no será humana?- dijo con sarcasmo el hijo de Apolo. Nico se derritió por dentro, amaba el sarcasmo de Will.

Suelo tener momentos como ése, cuando mi cerebro parece quedarse dormido, y lo siguiente que ocurre es que me he perdido algo, como si una pieza de puzzle se hubiera caído del universo y medejara mirando el vacío detrás. El consejero del colegio me dijo que era una consecuencia del THDA, Trastorno Hiperactivo del Déficit de Atención: mi cerebro malinterpretando las cosas.

Yo no estaba tan seguro.

-Obvio! Deberías seguir tus instintos- sugirió Héctor.

Me dirigí hacia la señora Dodds.

A mitad de camino me volví para mirar a Grover. Estaba pálido, dejándose los ojos entre el señor Brunner y yo, como si quisiera que éste reparara en lo que estaba sucediendo, pero Brunner seguía absorto en su novela.

Miré de nuevo hacia arriba. La muy bruja había vuelto a desaparecer. Ya estaba dentro del edificio, al final del vestíbulo. «Vale —pensé—. Me obligará a comprarle a Nancy una camiseta nueva en la tienda de regalos.» Pero al parecer no era ése el plan.

-Pero que acabamos de decirte!- gritaron los Stolls y Leo.

-Chicos, mi yo de ese momento no los escucho- razono Percy.

-Cierra la boca Aliento Marino- le cayó Leo, haciendo un gesto con la mano-Necesitas una lección sobre castigos.

Nos adentramos en el museo. Cuando por fin la alcancé, estábamos de nuevo en la sección grecorromana. Salvo nosotros, la galería estaba desierta.

Ella permanecía de brazos cruzados frente a un enorme friso de mármol de los dioses griegos. Hacía un ruido muy raro con la garganta, como si gruñera. Pero incluso sin ese ruido yo habría estado nervioso. Ya es bastante malo quedarse a solas con un profesor, no digamos con la señora Dodds. Había algo en la manera en que miraba el friso, como si quisiera pulverizarlo…

Has estado dándonos problemas, cariño —dijo.

Opté por la opción segura y respondí:

Sí, señora.

Se estiró los puños de la cazadora de cuero.

¿Creías realmente que te saldrías con la tuya?

Su mirada iba más allá del enfado. Era perversa.«Es una profesora —pensé nervioso—, así que no puede hacerme daño.»

-Ojala fuera solo una profesora inofensiva- dio Percy.

Poseidón desde su trono lanzo un quejido, preocupado por lo que le deparaba el destino a su hijo. Varios de los chicos del otro mundo, se quedaron embobados ante el gesto de preocupación del dios por su hijo. Para ellos era lo último que un dios podía llegar a hacer.

Me… me esforzaré más, señora —dije.

Un trueno sacudió el edificio.

No somos idiotas, Percy Jackson —prosiguió ella—. Descubrirte sólo era cuestión de tiempo. Confiesa, y sufrirás menos dolor.

¿De qué hablaba? Quizá los profesores habían encontrado el alijo ilegal de caramelos que vendía en mi dormitorio. O quizá se habían dado cuenta de que había sacado la redacción sobre Tom Sawyer de internet sin leerme siquiera el libro y ahora iban a quitarme la nota. O peor aún, me harían leer el libro.

¿Y bien? —insistió.

Señora, yo no…

Se te ha acabado el tiempo —siseó entre dientes.

Entonces ocurrió la cosa más rara del mundo: los ojos empezaron a brillarle como carbones en una barbacoa, se le alargaron los dedos y se transformaron en garras, su cazadora se derritió hasta convertirse en enormes alas coriáceas… Me quedé estupefacto. Aquella mujer no era humana. Era una criatura horripilante con alas de murciélago, zarpas y la boca llena de colmillos amarillentos, y quería hacerme trizas…

Y de pronto las cosas se tornaron aún más extrañas: el señor Brunner, que un minuto antes estaba fuera del museo, apareció en la galería y me lanzó un bolígrafo.

-Pero, ¿Qué carajo?- exclamo Lucas confuso.

-¿Wtf?-inquirio Leo.

-Una furia!- grito Poseidón y se desplomo de su trono cayendo al piso.

-Pero qué diablos?-Orión no recordaba a las furias de esa forma. Su mirada se cruzó con la Helena que también estaba estupefacta.

-Y nosotros que pensamos que el primero había sido el minotauro-se quejo Katie.

-¿También él?- pregunto Poseidón que se estaba levantando con la ayuda de Apolo, y se volvió a caer.- ¿Por qué algas marinas quieren matar a mi hijo pedazos de bacalaos?-le grito a sus hermanos. Hades y Zeus levantaron los hombros sin la menor idea.

¡Agárralo, Percy! —gritó.

La señora Dodds se abalanzó sobre mí. Con un gemido, la esquivé y sentí sus garras rasgar el aire junto a mi oreja. Atrapé el bolígrafo al vuelo y en ese momento se convirtió en una espada. Era la espada de bronce del señor Brunner, la que usaba el día de las competiciones.

La señora Dodds se volvió hacia mí con una mirada asesina. Mis rodillas parecían de gelatina y las manos me temblaban tanto que casi se me cae la espada.

¡Muere, cariño! —rugió, y voló directamente hacia mí.

Me invadió el pánico e instintivamente blandí la espada. La hoja de metal le dio en el hombro y atravesó su cuerpo como si estuviera relleno de aire. ¡Chsss! La señora Dodds explotó en una nube de polvo amarillo y se volatilizó en el acto, sin dejar nada aparte de un intenso olor a azufre, un alarido moribundo y un frío malvado alrededor, como si sus ojos encendidos siguieran observándome. Estaba solo. Y en mi mano sólo tenía un bolígrafo.

El señor Brunner había desaparecido. No había nadie excepto yo. Aún me temblaban las manos. Mi almuerzo debía de estar contaminado con hongos alucinógenos o algo así.

-Vete al Tártaro- le grito Piper a la nada, agitando el puño en el aire.

- Vaya perra- comento Chris.

-Usualmente Alecto no es así- apunto el hijo de Hades- De verdad le debes caer muy mal.

-¿La furia?- pregunto la pequeña Cassandra.

-Sí, pues que no es obvio- respondió Hades.- Es Alecto.

-En nuestro mundo no son así- explico Helena- Son aterradoras pero no con esa pinta de monstruo.

-Me quedó con las de nuestro lado- afirmo Jason (d)

¿Me lo había imaginado todo?

-Claro que NO!. Esa cosa quiso matarte de verdad Percy- apunto Hazel

Regresé fuera.

Había empezado a lloviznar.

Grover seguía sentado junto a la fuente, con un mapa del museo extendido sobre su cabeza. Nancy Bobofit también estaba allí, aún empapada por su bañito en la fuente, cuchicheando con sus compinches. Cuando me vio, me dijo:

Espero que la señora Kerr te haya dado unos buenos azotes en el culo.

¿Quién? —pregunté.

-¿Quién?- pregunto la sala entera.

Nuestra profesora, lumbrera.

Parpadeé. No teníamos ninguna profesora que se llamara así. Le dije de qué estaba hablando, pero ella se limitó a poner los ojos en blanco y darse la vuelta. Le pregunté a Grover por la señora Dodds.

¿Quién? —preguntó, y como vaciló un instante y no me miró a los ojos, pensé que pretendía tomarme el pelo.

No es gracioso, tío —le dije—. Esto es grave.

Resonaron truenos sobre nuestras cabezas.

El señor Brunner seguía sentado bajo su sombrilla roja, leyendo su libro, como si no se hubiera movido. Me acerqué a él. Levantó la mirada, algo distraído.

Ah, mi bolígrafo. Le agradecería, señor Jackson, que en el futuro trajera su propio utensilio de escritura.

-Pobre Percy, no deberían jugar con su mente de esa forma- se lamentó Hazel.

-Mira quién habla, la chica que hace ilusiones con la niebla- dijo Leo divertido, provocando que la hija de Plutón se ruborizara.

Se lo tendí. Ni siquiera había reparado en que seguía sosteniéndolo.

Señor —dije—, ¿dónde está la señora Dodds?

El me miró con aire inexpresivo.

¿Quién?

La otra acompañante. La señora Dodds, la profesora de introducción al álgebra.

Frunció el entrecejo y se inclinó hacia delante, con gesto de ligera preocupación.

Percy, no hay ninguna señora Dodds en esta excursión. Que yo sepa, jamás ha habido ninguna señora Dodds en la academia Yancy. ¿Te encuentras bien?

-Claro a la perfección- dijo con ironía en la voz Percy- Solo acabo de matar a mi profe de algebra que todos niegan que existió.

-Discúlpanos hijo, fue por tu propio bien, todavía no estabas listo para la verdad- se disculpó el viejo entrenador de héroes.

- Ese fue todo el capítulo- anuncio Afrodita-¿Quién quiere leer?