Rose pvo

-¡No puede ser!-Bella no podía dejar de reír.-¡Al final Emmett resultó ser el! Oh Dios mío amiga, no sabes donde te has metido.-bebió de su cerveza.-¿Y como los dejaste?

-Pues en el despacho de mi padre, les dije que hicieran lo que se les viniera en gana.-suspiré molesta. Mi teléfono sonó, de nuevo era mi padre.

-¡¿Qué quieres?!-dije exasperada.

-Rosalie, hija ven a casa, por favor.-pidió mi padre.-Necesito hablar contigo, podremos negociar si quieres.-suspiré y le confirmé que iría mañana en la mañana antes de mi reunión con mi próximo cliente, era una empresa que requería mis servicios como abogada debido a un ex empleado que les había demandado por según él, infringir sus derechos como trabajador.

Mientras tanto pasaría la noche donde Bella otra vez.

A la mañana siguiente fui donde mi padre porque según él quería 'negociar'.

-Hola princesa.-Fue abrazarme.

Rápidamente me solté.-Bien, ¿qué tenías que decirme? No tengo mucho tiempo, padre. Mi cliente me espera.

Él rió.-Si, lo sé. Eres una mujer muy ocupada, pero vamos. Sabes que podrías cambiar tu agenda muy apretada y tener tiempo para ti misma. Tienes a Emmett, deberías de darle una oportunidad. Él puede darte la vida que mereces y más.-Mi papá tratando de convencerme no iba a funcionar conmigo.

Suspiré pesadamente.-¿Alguna vez te has puesto a pensar en lo que realmente yo quiero?

-Princesa únicamente estoy viendo lo mejor para ti. Para todos.

-¡No lo estás haciendo!-dije molesta.-¡Solo quieres recuperar tu maldita fortuna! Me estás tratando como si fuera una mercancía.-me quejé.-No estoy en el medievo, dices que quieres lo mejor para mí, pues no quiero ser la mujer florero de nadie, quiero ser una mujer independiente y concentrada en mi carrera como abogada. Estás siendo muy injusto, papá.-dije molesta, cruzándome de brazos.

-¿Por qué tienes que ser tan malditamente terca?-dijo papá cansado.-Emmett, es un buen partido, no es como si fuera a casarte con un viejo decrépito, Rose.-añadió.

-¡Que no quiero!-chillé molesta.

-Mira.-suspiró mi papá.-¿Por qué no te vas con Emmett a su apartamento un par de días? Así os conocéis, trata de ver cómo podría ser si están juntos, nena.-me sonrió.-Estoy seguro que acabará bien.

-¿Te has vuelto loco? ¿Qué te hace pensar que quiero convivir con un extraño?

-El otro día parecía que ustedes dos se traían algo.-Entrecerró los ojos divertido.

¿Acaso el idiota de Emmett le había contado algo?

-Vamos cielo...-insistió papá.-Por favor...sólo quiero verte feliz, y mamá quiere nietos, pronto.-rió.

-Dios...-suspiré.-Si acepto...¿vais a dejarme en paz?-dije finalmente la mirada de mi padre comenzó a brillar emocionada.

Salí de ahí y me dirigí a la reunión con mi cliente. Tenía buena pinta seguramente ganaríamos el caso. Salí satisfecha de mi oficina por los avances que había logrado en este caso. Estaba de buen humor, al menos las cosas me estaban saliendo bien. Hasta que escuché esa nota de voz de Bella que había dejado más temprano, mi momentánea alegría se fue al carajo.

"Rubia, no me creerás pero el grandullón vino a recoger las cosas que tú tenías en mi apartamento. ¿Puedes creerlo? El muy bestia vino así sin más ¿Cómo carajo consiguió mi dirección? Es un puto psicópata" Bella sonaba realmente histérica. La entendía perfectamente.

Y justo iba saliendo del edificio y ahí estaba el susodicho sonriendo, esperándome con un ramo de rosas rojas. Bufé y rodé los ojos.

-Buenas tardes mi Bella flor.-rió divertido. Tomé las flores y tras olerlas, se las tiré a la cabeza.-¡Oye!-dijo molesto sobándose.-Eso no era necesario.-frunció el ceño.

-Sí, si lo era.-dije molesta.-Porque eres un psicópata.-sentencié.-¿Cómo mierdas se te ocurre ir a buscar mis cosas a casa de Bella sin mi permiso?

-Tu papá me llamó para decirme que vendrías a vivir conmigo, solo te quité trabajo.-sonrió con suficiencia.-Además tus cosas ya no pintan nada allí, no voy a casarme si me pones los cuernos con esa novia tuya.-soltó.

-¡No es mi novia!-dije exasperada.-Don celoso.-le molesté. Cuando él iba a responderme sentí un tirón en mi brazo, mierda ahora un idiota trataba de robarme el bolso. Y hábilmente lo hizo y se perdió en la calle. Emmett lo siguió y no le costó trabajo alcanzarlo. Lo tumbó en el piso y le quitó mi bolso. Le dio un par de patadas en la costilla.

-Toma.-Regresó unos segundos más tarde y me devolvió el bolso.

Yo entrecerré los ojos.-¿Acaso este fue otro de tus trucos baratos, para conquistarme a lo Holywood?-Pregunté con sarcasmo.

Al instante se le borró su estúpida sonrisa de hoyuelos.-¡Joder, mujer! Acabo de arriesgar mi vida para salvar tu bolso y no recibo ni siquiera un gracias.-Dijo incrédulo.

-Gracias.-Puse los ojos.-Si me disculpas, regresaré a casa.-Di la vuelta. Al instante me haló del brazo con fuerza.-¡Oye!-Me quejé y aflojó su agarre en mi brazo.

-Nena, ¿se te olvida que mi casa es tu casa, a partir de ahora?-Preguntó divertido.

Maldita sea. ¿Hasta cuándo terminaría esta pesadilla?

-¿No, me llevarás a mi casa al menos? Necesito coger un par de cosas.-pedí.

-Tienes todo lo que necesitas en mi casa, Rosalie, ya me encargué de ello.-le miré desconfiada.

-¿Seguro?-repetí.-¿Mi material de trabajo también?

-Tu ordenador está ahí.-señaló el coche y me enseñó las llaves.-Puedes comprobarlo si quieres. También hay una maleta con ropa y tus pertenencias personales, aunque si te falta algo mañana te acercaré a tu casa.-dijo al fin. Suspiré y me subí al coche, él condujo hasta que llegamos a una de las mejores zonas de Manhattan, todo se veía muy bonito, era diferente a la mansión familiar, a las afueras, esto estaba justo en la ciudad, era impresionante, tenía ganas de ver las vistas, seguro eran impresionantes. Bajamos del coche y Emmett tomó mis maletas. Nos subimos en el ascensor y en un par de minutos estuvimos en el apartamento.

-¿Te gusta?-Preguntó con una sonrisa de lado.-Ponte cómoda. Ubicaré esto en la habitación principal.-Señaló las maletas.-Que será a partir de ahora nuestro nidito de amor.-Dijo divertido y se fue escaleras arriba. Yo bufé. Y le llamé a mi amiga.

-Hola, Rose.-Apareció su cara en pantalla.

-Hey Bella. Quiero disculparme por lo que hizo Emmett no debió actuar de esa forma.

-Ya descuida, no se puede esperar más de un cavernícola.-Puso los ojos.-En serio, que más parecía un cateo lo que vino a hacer, hurgando por todas mis cosas.-Bufó ella.

-Oh Bells. En serio, lo siento.

-Ya deja de disculparte.-Trató de ver más allá de la pantalla.-¿Dónde estás?

-El cavernícola como tú le llamas, me trajo hasta su apartamento.

-¡Qué rápido! ¿Osea ya están viviendo juntos?

-Ajá.

-Suerte, rubia. Vas a necesitarla y mucha paciencia.

-Ni que lo digas.

-¿Con quién hablas?-Emmett apareció tras de mí. Asomándose a la pantalla.

-Ya que estás aquí...-Lo vi molesta.-Discúlpate con Bella.-Ordené.

Él suspiró pesadamente.-Ok, ok. Lamento haber irrumpido en tu apartamento esta mañana pero necesitaba las cosas de mi prometida ahora que ya sabes.-Sonrió con superioridad.-Estará solo conmigo ahora.

Bella rodó los ojos.-¡Jódete, Cullen!-Le sacó el dedo y cortó la comunicación.

-Bueno pues aquí estamos.-sonrió con socarronería.-¿Te enseño tu futura casa, amor?

-No me queda de otra...-suspiré.-¿O qué?-El sonrió.

-¿Tienes un millón de habitaciones y ninguna tiene cama? ¿Solo la principal?-dije molesta. No quería dormir con él, no después de la noche que habíamos pasado.

-Nena, no tengo invitados aquí, así que tú única opción es dormir conmigo, no creo que sea un gran castigo...después de la noche que pasamos hace una semana.-me guiñó. Y subió las escaleras fui detrás de él. La verdad es que el apartamento era muy bonito, amplio y acogedor.

-Si quitas esa cara de haberte comido un limón te prometo que te dejo una de las habitaciones de despacho.-dijo y sonreí un poco.

-¿A qué te dedicas?-pregunté. Él me miró raro.-Voy a casarme contigo, quiero saber quien eres.-dije como algo obvio.

-Soy empresario.-Yo alcé una ceja.-Bien, no exactamente. O si... Bueno si quieres saber si terminé la universidad...¡Pues no! Apenas fui 2 años a Brown.-Dijo nervioso.-No terminé la universidad. No soy como tú, graduada en Harvard, Oxford con honores...-Él ya se había alterado.-Yo no soy así.

-Ya... Ya...-Tomé uno de sus pesados brazos y lo acaricié para que se calmara.-No tienes, por qué ponerte así.-Sonreí.-No estoy juzgándote solo quiero saber cosas sobre ti, para que esto sea más llevadero para ambos.-Suspiré y dejé de tocarlo cuando vi un brillo distinto en sus ojos.

-¿Y bien qué vamos a cenar?-Decidí cambiar de tema.

-No sé dónde quieres ir, muñeca. Estoy a tus órdenes.-Sonrió coqueto. Y si.. Su modo galán se había activado otra vez.

-¿Sabes cocinar?-pregunté divertida. El puso una cara graciosa.-Me tomaré eso como un no.-reí.-Pues cocinaremos aquí.

-Rose, nena, no sé si eso es buena idea.-estaba nervioso.

-Haremos algo sencillo.-dije divertida.-Lo prometo.

-¿Por qué no mejor pedimos algo?-insistió.-No tengo mucho en la nevera ahora, pero mañana podemos ir a comprar y puedes cocinar lo que quieras.

-Está bien...-dije al fin.-¿Sushi?-El asintió y fue a pedir.

Mientras esperábamos la orden fui a ponerme cómoda. Busqué entre mis cosas y encontré unos diminutos shorts y una camiseta holgada. Bajé a la sala y la orden ya estaba aquí. Los ojos de Emmett me recorrieron y yo decidí obviarlo.

Serví el sushi y me di cuenta que Emmett tenía problemas con los palillos. Me acerqué a él y lo ayudé.

-Veo que te cuesta un poco, usarlos.-Tomé los palillos.

-Si soy sincero. Es mi primera vez comiendo esto.

-¿En serio?

-Si. La verdad es que prefiero comer carne o tocino.

-Oh Emmett si no querías comer esto me lo hubieras dicho.

-Oh vamos aún no lo he probado.-Dijo restándole importancia.

-Ven aquí.-Le dio un bocado.-Comenzó a masticar y saborear, sin perder el contacto visual conmigo. Tenía una mirada muy penetrante. Me alejé un poco y aclaré mi garganta.

-¿Y bien? ¿Qué te pareció?-Pregunté.

-No está mal.-Sonrió.-Dame otro.-Se acercó a mí, poniéndome nerviosa por la forma en que me miraba. Tomé otro y se lo acerqué a la boca, me estaba poniendo muy nerviosa, pero a la vez me gustaba lo que estaba sintiendo.

-¿Vas a dejarme comer a mi también?-dije divertida separándome un poco.

-Quiero dártelo yo.-dijo seguro.

-Emmett no sabes cogerlo.-me reí nerviosa.

-Enséñame.-dijo.-Déjame intentarlo, vamos.

Le expliqué e hizo varios intentos. Hasta que finalmente logró sostenerlo y justo cuando iba a dejarlo en mi boca resbaló y cayó en mi regazo.

-¡Emmett!-Me quejé él rió y cogió otro pero con sus manos. Dejándolo en mi boca. Decidí jugar un poco con él y chupé sus dedos. El sonrió satisfecho.

-Hacía demasiado tiempo que no comía sushi.-sonreí.-Está delicioso.-añadí.-¿Qué harás con esto?-señalé el bocado que seguía en mi regazo.

-Comérmelo.-dijo seguro.-O ¿lo quieres tú?-Lo tomó y me lo puso en la boca, le di un bocado, y Emmett aprovecho para besarme.

Me tomó por sorpresa, de hecho me atraganté con el bocado que acababa de darme él. Así que lo empujé. Me estaba ahogando. Había empezado a toser como loca. Emmett estaba asustado.

-¡Dios, nena!-comenzó a darme golpes en la espalda y me dio agua. Pero seguía sin poder, me estaba costando respirar.

-Está bien Nena, estoy aquí.- Emmett me alzó por detrás y me hizo la maniobra de Heimlich, y gracias a Dios pude echar el maldito trozo de sushi. Cuando conseguí poder respirar bien de nuevo, y asimilé lo que había pasado me abracé a Emmett llorando.

-Ya nena, ya pasó.-Acarició mi espalda.-Tranquila.

Reaccioné cuando sentí vibrar el pecho de Emmett. Se estaba riendo. Al instante me separé de él y lo empujé.

-No veo lo gracioso.-me quejé y empecé a golpear su pecho. Aunque seguramente ni le dolía.-Por tu maldita culpa casi me muero atragantada.

-Está bien, Rose.-alzó las manos.-Lo siento.-suspiró.-¿Me dejas continuar con lo que he dejado a medias?-sonrió. Y bufé, pero es que me moría de ganas de que me besara. Pero no le pondría las cosas tan fáciles.

-No.-Fruncí el ceño.-En vista que no puedo comer tranquila, tal vez pueda relajarme.-Pusé los ojos.-Iré a darme un baño.- subí las escaleras.

Emmett suspiró pesadamente y se quedó recogiendo la comida.

Había cogido mi ropa mientras la bañera se llenaba, suspiré y traté de relajarme, esto era justamente lo que necesitaba. Cerré los ojos y me dejé llevar por ese sentimiento.

-¿Quieres compañía, Preciosa?-Sufrí un mini infarto al ver al grandullón de Emmett recostado en el marco de la puerta. Traía una botella de vino y dos copas. En el piso había dejado un rastro de su ropa. Estaba semi desnudo frente a mí.

-¡Casi me matas del susto!-Me quejé él simplemente sonrió haciendo que esos hoyuelos se le marcaran.-¿Cuánto tiempo llevas ahí?

-El suficiente.-Se encogió de hombros.-Eres todo un espectáculo, nena.-La verdad es que él también lo era. Esos bóxers, que era la única prenda que le quedaba, le quedaban muy estrechos. Su erección era más que evidente. Me mordí el labio. Se sentó al borde de la bañera. Sonreí señalando la copa, el rió y la llenó pasándomela. Olí antes de beberlo, mi padre me había enseñado algunas cosas sobre "el arte del vino".

-¿Cuanto le das?-preguntó sin apartar su mirada de la mía.

-Un 8,5.-dije para molestarlo, el vino estaba sublime.

-Oh venga.-se quejó divertido, acariciándome bajo el agua.-Puede llegar a más.

Siguió acariciando mis muslos. Se sentía tan bien su contacto, así que decidí guiar su mano hacia mi entrada. Sus ojos se oscurecieron pero entendió mi intención. Abrí las piernas y él comenzó acariciarme con sus dedos. De un momento a otro él introdujo un dedo y continúo torturándome. Me veía fijamente, pendiente de mis reacciones. Agregó otro dedo más y chillé.

-Eso es nena, córrete para mí.-Ordenó con voz ronca. No duré mucho cuando pellizcó mi clítoris. Suspiré y él se alejó, me quejé.

-Ahora mismo voy, hermosa, hazme hueco.-dijo divertido. Le miré sorprendida, se quitó la última prenda.

-¿Vas a meterte aquí conmigo?-dije divertida moviendo el agua con la mano. El asintió y se colocó detrás mío, y Dios, me encantó la sensación, de su duro pecho contra mi espalda. Y de su miembro más abajo. Eché la cabeza hacia atrás para juntarme más a él, le sentí sonreír y comenzar a besar mi cuello, mientras me rodeaba con sus fuertes brazos. Sonreí.

-¿Sigues pensando que el matrimonio es un error?-sonrió.

-Sigo queriendo saber más sobre ti.-Emmett inclinó la cabeza y me besó. Me dejé llevar por un momento. Luego de unos segundos corté el beso.

Emmett gruñó y tomó mi barbilla. Volvió a besarme.

-¡Emmett!-Dije divertida, cortando el beso una vez más.

-¿Qué? ¿Acaso no te gustan mis besos?-Lucía ofendido.

-No, no es eso.-Giré mi cara y acaricié sus fuertes brazos que aún me rodeaban.-Quiero conocerte.

-Nena, podemos charlar luego. Mejor aprovechemos otra forma de conocernos.-Comenzó a jugar con mis pezones. Tomé sus manos.

-Emmett...¿Por qué no hablamos ahora?-traté de convencerlo.-Estoy algo cansada por el trabajo y mañana tengo que levantarme temprano. Me apetece relajarme y estoy muy agusto aquí contigo.

-Estás hablando como si ya estuviéramos casados.-se quejó, me reí y besé su mejilla.

-De verdad que quiero saber de ti.-insistí.-Y...que tú sepas de mí ¿por favor?

Él suspiró pesadamente.-Está bien.-Dejó de jugar con mis pezones y besó mi hombro. Mientras continuaba rodeándome. Me relajé y me recosté sobre su pecho.

-Así que... ¿Te gusta ir a ligar a bares?

-Sinceramente no lo hago con frecuencia.

-Osea que si lo haces...-Dedujo.

-¿Y tú?-alcé una ceja.

-Fuiste tú quien me abordó el otro día.-Dijo divertido.

Yo reí.-Y considérate afortunado porque normalmente no lo hago.

Él rió.-Admítelo. Me estuviste viendo.

-En realidad Bella fue quien te vio.

-¿Bella?-Frunció el ceño.

-Sí, consideró que tu eras mi tipo.

Él sonrió de lado.-Entonces soy tu tipo.-Dijo satisfecho.

-Casi.-Contesté para molestarlo.

-¿Casi?-Sonó un poco ofendido.

-Si.-Me levanté de la bañera y cogí un albornoz.-Tengo debilidad por los de piel morena.-Anudé mi bata y salí del baño, dejando a Emmett solo con el ceño fruncido. Se veía enfadado. Reí interiormente. Era divertido molestarlo, parecía un niño grande.