Rose pvo
Nos despedimos y uno de los sujetos me abrió la puerta del coche.-A casa, por favor.-Pedí y sin más condujo hasta ahí. Siempre se formaba un silencio incómodo mientras viajaba con ellos. Me estaba hartando de esta situación. A veces, simplemente prefería aislarme escuchando música pero tampoco podía llevarme toda la vida así.
-¿Disculpen?-tardaron unos segundos en percatarse de que les hablaba a ellos. Tal vez para ellos eran natural no entablar conversación con sus clientes.-¿Desde cuando se dedican a esto?-pregunté sin más.
-Como su marido le habrá hecho saber.-sonrió uno de ellos. Creo que era Garret, él estaba conduciendo.-Ambos hemos pertenecido al ejército.-se dio de hombros. La verdad es que no me había dado cuenta pero él parecía ser mayor. Como de unos 40 y largos o incluso 50.-Aquí a mi compañero lo mandaron a casa por un accidente y bueno, yo decidí abandonar.-explicó.-Esa vida no era para mi.
-Y...-me miré las manos algo nerviosa.-¿Tienen familia o...?-realmente eso me daba curiosidad. Yo no podría soportar que Emmett se jugara la vida en su trabajo cada día.
-Yo sí. Tengo una hija pequeña. Y este de aquí.-Señaló al que iba de copiloto.-Sigue siendo un soltero.
-Oh vaya. ¿Cuántos años tiene la nena?-Pregunté.
-Cumplirá 12 años dentro de dos semanas.-Contestó con orgullo.-¿Le gusta Nueva York?-Preguntó ahora mientras su compañero seguía sin decir nada.
-Siempre me ha gustado esta ciudad.-Contesté.-Tiene mucho que ofrecer. ¿Y ustedes son oriundos de aquí?-Pregunté.
Él negó.-Yo soy de Oklahoma.
-¿Y tú?-Le pregunté al que no había dicho nada en todo el camino.
-¿Qué pasa Josh? ¿Te han comido la lengua?-Le dijo en tono de broma a su compañero que a diferencia de él, lucía mucho más joven. Quizás era de la edad de Emmett. Pero su aspecto era mucho más serio. Incluso algo sombrío.
-Alabama.-Dijo a secas.
-¿Ya ha estado en el sur?-Continúo charlando Garrett.
Yo negué.-Únicamente en Nueva York y Los Ángeles.
-Algún día debería de visitar el sur. Tiene lugares hermosos y el clima es muy agradable. Mejor que el norte. Incluso puede montar a caballo y recorrer esos paisajes. -Aseguró haciéndome sonreír por lo orgulloso que estaba de su región.
-Lo haré.-sonreí mientras pensaba en decirle a Emmett de visitar el rancho de un amigo suyo.-Y...¿siempre van en silencio?-dije divertida.-Estaba comenzando a pensar que eran como los soldados del Palacio de Buckingham. Parecen robots.-me di de hombros divertida.
-Bueno.-Garret rio divertido.-Nuestros clientes no suelen querer conversación.-sonrió agradecido.
-¿No les resulta incómodo?-pregunté con curiosidad.
Él se encogió de hombros.-Uno se termina acostumbrando. Sin embargo, nuestra charla ha hecho el viaje más ameno.
-Supongo que tendremos que hacerlo más a menudo.-Sonreí.
-Cómo guste.-Dijo amable mientras se estacionaba. Josh inmediatamente se bajó y fue a abrirme la puerta para que bajara.
-Gracias. Oh no hace falta.-Respondí cuando se ofreció a ayudarme con las bolsas. Me siguió en silencio hasta que llegamos al ascensor. Mientras íbamos en él no pude evitar observar a Josh. Su expresión era fría y seria. Mirada penetrante de tono azul oscuro. En general tenía un aspecto realmente intimidante. Definitivamente era ideal para este puesto. No era feo, en realidad su aspecto siniestro, lo hacía interesante e incluso atractivo.
De repente él se aclaró la garganta, haciéndome volver a la realidad. Ya habíamos llegado a mi piso. Sonreí incómoda y tomé las llaves para entrar. Ellos se quedaron fuera para darme intimidad. Suspiré.
-Por fin.-suspiré quitándome los tacones sentándome en la entrada mientras me masajeaba las piernas.
Descalza camine hacia la sala. No había nada por el momento. Bufé molesta. Seguro que Emmett había dejado su sorpresa en la habitación. Le escribí un WhatsApp diciéndole que ya estaba en casa.
Decidí subir a nuestra habitación y no pude evitarlo. Exhalé emocionada todo lo que había organizado para mí.
Un enorme arreglo de rosas rojas captó mi atención junto a un vestido del mismo color. Era Dior. Me percaté del pequeño sobre que estaba entre las rosas. Leí la nota: "Feliz aniversario, nena. Ya son 3 meses de casados. Sé que hemos pasado por mucho desde que nos conocimos pero eso ha fortalecido lo nuestro. Te amo, Emmett" Yo suspiré encantada.
Mi teléfono sonó, inmediatamente contesté. Era él.-Hola nena. ¿Ya viste la sorpresa?
-Me ha encantado Emm.-Dije feliz.
-Póntelo esta noche.-Hizo referencia al vestido.-Quiero que lo uses para mí.-Dijo con voz seductora.
-Por supuesto, querido. Yo también te tengo una sorpresa.-Confesé.
-Oh nena.-Suspiró.-Pronto estaré ahí.
-Te estaré esperando impaciente, Emm.-dije con voz de niña riendo interiormente. Mi pobre hombre.
-Rose...-suspiró de nuevo.-Te amo.-dijo tragando.-Esta noche es nuestra ¿si? Ya estoy embarcando.-dijo con impaciencia.-Te llamo en cuanto llegue.
-Está bien.-sonreí.-Te quiero, Emm.-dije antes de colgar.
Miré el reloj. Tampoco tenía mucho tiempo así que decidí arreglarme con tranquilidad. Me tomé un baño relajante y comencé a echarme mis cremas y lociones corporales. No lo hacía a menudo. Pero la situación lo merecía.
El tiempo pasó volando. Cuando justo acababa de terminar de maquillarme escuché la voz de Emmett desde abajo anunciando que ya estaba en casa. Inmediatamente me vi por última vez en el espejo, asegurándome que todo estuviera perfecto. Satisfecha con el resultado, bajé por las escaleras ante la mirada maravillada de Emmett.
-Bienvenido a casa, amor.-Me acerqué a besar sus labios y él me recibió encantado alzándome en el aire. Cuando me dejó nuevamente en el piso, me giré dando media vuelta para modelarle mejor el vestido.-¿Te gusta?-Pregunté mordiéndome el labio esperando su respuesta.
-Oh nena. Estás...-Suspiró volviendo en sí.-Dios, eres perfecta.-Dijo pasando sus manos sobre mi cuerpo.-Sabía que te quedaría como un puto guante.-Sonrió satisfecho en tanto se inclinaba una vez más para besarme.
-Me alegro que te guste.-reí mientras nos separamos para coger algo de aire.-¡Emmett!-dije divertida.-Enfríate ¿quieres?-dije rodando los ojos.
-Dios nena...-suspiró.-Es que sabía que ese vestido lencero te iba a quedar espectacular.
-Tú tienes mucho estilo eligiendo prendas eh, amor.-dije sonriendo divertida.-Por poco no me sorprendería que hubieras tenido ayuda para elegirlo.
El sonrió coqueto.-Nena, llevamos casi un año viviendo juntos. Ya conozco tus gustos.-Guiñó.
-Te quiero, Emm.
-Y yo a ti, nena.-Tomó mis manos.-¿Nos vamos?-Yo asentí y fui a coger mi abrigo.
Sin más salimos del apartamento. -Weller, las llaves.-Uno de los tipos se las entregó. Y yo no podía estar más feliz por eso. Significaba que tendríamos privacidad al menos durante el recorrido porque Emmett les dijo que nos siguieran en el otro auto.
-¿Y bien? ¿Adónde me llevas?-Pregunté sonriendo.
-A un sitio.-dijo divertido dándose de hombros.
-Emm...-bufé molesta.-Sabes que odio las sorpresas.
-Mentira.-me corrigió.-Te encantan.-dijo divertido.-Lo que te frustra es no saber las cosas.-dijo con suficiencia.
-¿Qué diferencia hay en eso?-lo miré molesta y curiosa a partes iguales.
-Pues que te encanta que te sorprendan cuál niña pequeña en Disneyland, pero prefieres no saber que te están sorprendiendo porque te pones muy ansiosa.-explicó dándose de hombros mientras miraba atento la carretera.
-¡Ugh!-Exclamé cruzándome de brazos. Emmett me conocía demasiado bien.
Él rio.-Te lo dije nena. Te conozco mejor de lo que te imaginas.-Guiñó.-¿Y tú vas a contarme cuál es mi sorpresa?-Tomó mi mano dándome un ligero apretón.
-Pronto lo sabrás. No seas impaciente.
-¿Ni siquiera una pista?
-Es algo que querías y me habías pedido
-Oh.-Se quedó pensativo.-Tendré que hacer un recuento de todas nuestras conversaciones.-Frunció el ceño.-¿Es algo que te pedí en los primeros días, semanas, meses... o es algo de hace poco?
-Oh Emmett.-Acaricié su cara.-No intentes descifrarlo, ¿si?-Dije divertida.
-Está bien.-Contestó no tan convencido.
-Está bien.-asentí yo después sonriendo mientras miraba al frente y tomaba su mano encantada.
-Ya estamos aquí.-sonrió divertido esperando que yo descifrara algo.
-Ahhhhh, ¿ya habíamos estado aquí?-pregunté confundida.
-Técnicamente si.-rio divertido.-Supuestamente aquí nos conocimos.-dijo señalando la puerta del elegante restaurante. Justo ahí caí en la cuenta. Este era el lugar donde nuestros padres habían arreglado esa primera cita que nunca ocurrió porque yo decidí traer una actriz amiga de Bella. Salimos del auto.
-Oh Emmett.-Dije avergonzada.-¿Por qué...?-
-Quería venir aquí con la verdadera Rosalie.-Contestó divertido mientras pasaba una de sus manos en mi cintura.-Es un lugar bastante bonito y la comida muy buena aunque la compañía esa vez fue un completo desastre.
-Fue muy inmaduro de mi parte hacer algo así.-Reconocí.
Luego de que Emmett diera su apellido en la entrada ingresamos al lugar.
-Descuida, yo tampoco quería conocerte.-Admitió.-Pero mamá logró convencerme.
Llegamos a la zona más privada del restaurante que al parecer Emmett había reservado por completo.
-La vida es irónica.-Sonreí.-Aunque no me haya presentado ese día aquí... Te conocí más tarde en ese bar.-Rodé los ojos recordando todo ese bochornoso momento.
Emmett sonrió coqueto.-Fue el destino, nena. Quería que fueras mía.-Tomó mi mano entre las suyas-No podías escapar de mí.-Dijo como todo un ganador.
Era increíble que todo lo que inició como un capricho finalmente se estaba volviendo un matrimonio real. Donde no faltaba el amor, el cariño y las numerosas discusiones que siempre terminábamos arreglando a nuestra manera.
Poco a poco pasaba el tiempo y a diferencia de lo que yo creía al principio, todo lo que había pasado nos estaba haciendo más fuertes y que confiáramos más el uno en el otro.
-Gracias-sonreí cuando me sirvió un poco de vino.-¿Ya sabes que vas a ordenar?-pregunté divertida mirando la carta.
-El entrecot tiene muy buena pinta.-dijo mientras cerraba la carta y me la pasaba para que lo viera. Por dios, este hombre comía en cantidades industriales.
-¡Dios Emmett!-dije sorprendida.-Definitivamente tus arterias acabarán pidiendo ayuda.- Él rio divertido sin poder evitarlo.
-Si eso hace que nunca me dejes.-dijo tomando un trago de su copa.-Me parece perfecto.
-Sabes, que tendré que ponerte a dieta en unos años, ¿verdad?
-¿Me vas a dejar cuando empiece a engordar?-Preguntó indignado.
-No bobo.-Rodé los ojos.-Lo que quiero evitar es que te mueras de un infarto.
-Oh eso es lindo. Que mi esposa se preocupe por mí.-Sonrió complacido.-¿Qué vas a ordenar, nena?
-Salmón.-Dije segura.
-Tú y tu afición por los mariscos.-Señaló divertido.
-El salmón no es marisco, querido.-dije frunciendo los labios.
-¿Entonces que es preciosa?-dijo divertido.
-Pescado, Emm.-rodó los ojos.-Pescado, no marisco.
-Entendido nena.-mi marido rio divertido ante la situación.-Pero es que solo pescado comes.-rodó los ojos.-No me digas que estás pensado en hacerte vegetariana.
-Emmett no seas bruto.-rodé los ojos.-Los vegetarianos tampoco comen pescado.-me di de hombros explicándole.
-Ok porque no permitiré que dejes de lado las proteínas que tiene la carne de animal. De hecho, creo que te vendría bien consumir más.-Apuntó.
-¿A qué viene eso?-Fruncí el ceño.-¿Acaso tienes problemas con mi peso?
-En absoluto.-Sonrió.-Pero algún día serás la madre de mis hijos y necesito que estés lo más saludable posible. Para evitar cualquier tipo de complicaciones.
Yo suspiré y empecé a contar mentalmente hasta 10 para calmarme. Increíble. Emmett había traído a colación ese tema luego de todos estos meses.
-Sabes que no fue por eso.-Dije lo más calmada posible.-Sucedió por el estrés que me causó tu casi muerte, ¿Lo olvidas?
-Olvidemos eso.-Decidió cambiar de tema.-De hecho quiero proponerte algo.-Se limpió con la servilleta.
Oh no. Si sacaba de nuevo el tema sobre bebés, juro que me levanto de la mesa. Pensé.
Él sonrió divertido tomando mi mano.-Tampoco es para que pongas esa cara, nena. Te aseguro que te encantará tanto o incluso más que a mí.
-¿De qué se trata?
-Bueno, estaba pensando que ya que no pudimos disfrutar de nuestra luna de miel... Luego del juicio, podemos retomarlo.
-¿Cómo?
-Pues podríamos viajar durante 6 meses adónde tu quieras. Y si te apetece lo alargamos hasta por un año.-Sonrió.- Se me ocurre navegar en el océano por el Caribe en mi yate o viajar al otro lado del mundo a un sitio exótico o a algún lugar romántico de Europa.
La idea sonaba tentadora y me hacía mucha ilusión la verdad.
-¿Qué dices, nena?-Preguntó entusiasmado.-¿Te apuntas para esta aventura conmigo?
-Wow Emmett.-dije respondiendo sorprendida.-La verdad es que tengo que pensarlo.-dije sin más. Él me miró preocupado.
-¡No es por lo que tú crees!-dije de repente.-Es solo que tengo que organizarme todo el trabajo.-me di de hombros mientras tomaba sus manos.-Ya sabes que tengo demasiada tarea encima.-le expliqué con calma.-Pero te prometo plantearlo ¿si? Me parece un plan excelente, querido.-él sonrió con sus hermosos hoyuelos.
-Y... ¿Cómo ha ido tu viaje de negocios?
-No ha ido mal.-Respondió.-Heston quiere venir a cerrar el trato aquí en Nueva York.
-Oh eso suena bien.
-Tiene pensado pasar unos días junto a su esposa aquí en la ciudad.
-¿Seremos anfitriones?-Alcé una ceja no muy entusiasmada con la idea.
-Algo así.-Sonrío incómodo.-Había pensado hospedarlos en la Royal Penthouse Suite. Y cenar con ellos.-Se encogió de hombros.-¿Qué dices? Aunque si no te anima la idea de convivir con ellos no hay problema.-Le restó importancia. Sin embargo, su mirada me indicaba lo contrario. Quería que lo apoyara.
-Descuida Emmett. Estaré contigo.-Aseguré y ví como sus ojos se iluminaron.
-Gracias nena.-Sonrió aliviado.-Tú sabes lidiar mejor con las personas.-Rodó los ojos.-Yo soy demasiado impulsivo e impaciente.
-No voy a negar eso.-Dije divertida.- Además, así es como me gano la vida, ¿Lo olvidas?
-Lo sé. A ti se te da de maravilla relacionarte con la gente.-Suspiró con pesar.-Todos terminan encantados contigo, siempre.
-¿Y eso es malo?-Pregunté divertida.
-No.-Frunció el ceño.-Pero sabes que eso me fastidia un poco.-Contestó sincero.
-¿Enserio Emm?-me reí divertida.-Eres peor que un niño pequeño. Siempre estás todos enfurruñado y celoso.
-Es que me gusta que tu atención esté en mi nena.-dijo divertido. Yo rodé los ojos.
-Emmett.-dije sorprendida.-No puedes tenerme acaparada solo para ti.
-No me pongas a prueba nena.-me guiñó divertido.
De un momento a otro nos trajeron lo que habíamos ordenado.
-Dios que rico.-dije pensando en alto al ver mi plato. Emmett no pudo evitar reírse ante mi reacción.
-¿No quieres probar lo que pedí?-Preguntó con esa sonrisa arrebatadora.
-De acuerdo.-Y sin más Emmett me dio un bocado.-Está delicioso.-Él sonrió complacido.
-¿Ves? Nada es más rico que la carne.
-Aún así no lo cambiaría por mi salmón a la plancha.
Emmett hizo un mohín-Jamás fui fan del pescado. Prefiero la carne roja.
-Eres igual que un niño pequeño.-dije divertida sonriéndole con cariño.
-Pero eso no niegues que te encanta nena.-me guiñó con socarronería. Yo rodé los ojos.-Oye nena.-me llamó y lo miré.-¿No vas a decirme sobre qué se trata mi sorpresa?-me miró suplicante. Yo negué divertida.
-Te toca esperar.-me di de hombros.-Mientras tanto puedes darme un poco de eso.-señalé la botella de vino.
-Nena...-me miró con advertencia.
-¡Dios, Emm!-me quejé.-¡No seas aguafiestas! ¿Si?
-Solo un poquito, ¿De acuerdo?-Dijo mientras a penas llenaba mi copa. Yo lo ví mal.-¿Qué? Quiero que estés lúcida esta noche.
-Está bien.-Me crucé de brazos. Al fin y al cabo él tenía razón tenía que estar lo más sobria posible para que no me costara mantener el equilibrio más tarde.
-¿Tú dándome la razón tan rápido?-Alzó una ceja divertido.-¡Wow! Eso es nuevo.-Rio.
-Tampoco te acostumbres.-Rodé los ojos y continuamos cenando.
Emmett Pvo
Me moría de ganas de saber que era lo que Rose había preparado para mí. Disimuladamente trate de hacer un recuento mental de todas nuestras conversaciones y de las peticiones que le había hecho a mi mujer. Pero nada. Bufé para mí. Es que era imposible concentrarme si llevaba ese vestido puesto. Estaba completamente espectacular. La verdad es que no iba a negar que tenía buen gusto.
-¿No vas a comerte eso?-cogí una de las frutas que recubrían el postre y la unté en chocolate mirándola divertido.
Ella negó.-Ya no me cabe más.
-¿Segura?
-Sí, Emm. No puedo. Estoy llena.
-En ese caso...-Acerqué el postre y comencé a comérmelo yo solo.
-Aunque pensándolo mejor.-dijo de repente mirándome divertida. Y mierda. Yo sabía lo que estaba pasándole por su perversa cabecita.-¿Me das?-dijo mordiéndose el labio con voz inocente.
-¿Eso forma parte de la sorpresa que has preparado para tu esposo?-pregunté divertido mientras le acercaba una fresa untada en chocolate. Antes de contestar le dio una mordida chupando delicadamente mis dedos.
-Tal vez.-dijo sonriente.
-Oh nena, ven aquí.-Hice que se parara y se sentara en mis piernas.
-¡Emmett!-Exclamó sorprendida y yo sin más la besé.
-¿Podemos irnos a casa ya?-Pregunté cuando nos separamos.-Quiero saber qué es lo que me tienes preparado.
Ella rio.-Eres un impaciente. ¿Ya no vas a seguir comiendo?-Preguntó acariciando mi cara.
Yo negué-Ahora se me antoja algo más.-Dije mientras acariciaba sus piernas e iba a hundir mi cara en su cuello antes de ir en busca de sus exquisitos labios .-Tengo ganas de ti, nena.-Susurré antes de devorar su boca.
-Está bien.-Suspiró agitada cuando nos separamos.-Continuemos con esto en casa.-La besé por última vez antes de que se pusiera en pie.
Fuimos a la entrada para pagar y poder largarnos de ahí. Dios. Realmente estaba ansioso. No sabía exactamente que era lo que Rose me había preparado pero me hacía una idea. Y Dios mío es que era eso lo que necesitaba. Una noche a solas con mi Rose, sin problemas, sin estrés y sin agobios. Disfrutando de la compañía del otro como mejor sabíamos hacerlo.
-¡Emmett!-Rose rio divertida cuando ya estábamos en el coche camino a nuestro hogar. Y es que yo me habia dedicado a acariciar sus piernas en cada semáforo en rojo.-¡Estás impaciente!
-Sabes que si nena.-bufé nervioso apretando el volante.-Quiero saber qué me tienes preparado.
-Ya no te queda mucho para descubrirlo, querido.-sonrió.-Pero tienes que tener paciencia.
-Sabes que la paciencia no es una de mis cualidades.-dije con un puchero que la hizo reír.
-Ya llegamos Emm.-dijo tratando de tranquilizarme y es que ya habíamos llegado a casa.
Cuando íbamos en el ascensor solos, la besé con ganas.
-¡Dios, Emmett!-Chilló ella riendo cuando la levanté del piso para besarla mejor.
Finalmente llegamos a nuestro apartamento y ella me pidió que la dejara en el suelo. Yo lo hice a regañadientes. Quería seguir besándola.
-Emmett.-ella alzó una ceja divertida y apoyó sus manos en mi pecho.-Necesito que te quedes aquí un par de minutos ¿si?-ella dijo y yo estuve a punto de protestar, pero me cortó.-No será mucho tiempo, pero no subas hasta que te avise. ¿De acuerdo?
-De acuerdo.-Asentí con resignación y fui a sentarme en el sofá esperando a que ella me llamara. Para que el tiempo pasara más rápido revisé mi teléfono, lo que llamó mi atención fue los mensajes que tenía de Sam. Abrí la conversación.
"Leah finalmente me dijo que sí, viejo. Estoy jodidamente, feliz!" Yo sonreí al leerlo.
"Enhorabuena, Sam. Lo lograste ;)" Le escribí de vuelta.
Justo cuando iba a apagar mi teléfono, me llegó un mensaje de mi Rose. Indicándome que podía subir ya. Inmediatamente le respondí y lo apagué. No quería nada de interrupciones. Así que sin más, subí las escaleras lo más rápido que pude y ansioso me dirigí hacia nuestra habitación.
Las luces estaban apagadas.-¿Nena?-La llamé mientras me sentaba en la cama.
-Voy enseguida, Emm.-Dijo desde el baño. Segundos más tarde, salió encendiendo la luz tenue, venía vistiendo una elegante bata de seda encima. Estaba hermosa, llevaba el cabello recogido. Fue a sentarse en mis piernas y me besó.
-¿Y mi sorpresa?-Pregunté cuando nos separamos.
Ella no respondió, simplemente vendó mis ojos con una de mis corbatas.-Te lo quitas cuando te indique.-Ordenó dejando un piquito en mis labios antes de levantarse. Ahora escuchaba música en la habitación, algo lento y sensual. Ahí me di cuenta sobre qué iba la sorpresa y no pude estar más ansioso y feliz por lo que pronto verían mis ojos.
-¿Puedo ya?-pregunté nervioso. Sentí a Rose riéndose.
-No Emm.-de repente escuché que estaba arrastrando algo.-Levántate.-dijo de repente. Yo hice lo que me dijo pero estaba realmente confundido.-Con cuidado.-se acercó a mí para ayudarme.-Eso es, siéntate Emm.-Y lo hice.
-¿Qué estás haciendo Rose?-pregunté cuando la sentí tomar mis muñecas.
-Solo confía en mí, querido.-dijo tras dejar un beso en mi cuello poniéndome realmente ansioso. Escuché un sonido. ¿Eso era...? ¡Me estaba esposando a la silla!
-Nena, ¿eso es realmente necesario?-pregunté con un puchero. No iba a poder tocarla.
-Ajá.
-¿Por qué?-Pregunté confundido.-¡¿Y ahora cómo voy a quitarme esto de los ojos?!-Chillé nervioso.
Ella rio.-Ay Emmett, no te preocupes yo voy a quitártelo.-Acarició mi cara.
-¡¿Pero cómo voy a tocarte?!-Exclamé desesperado.-¡No es justo, nena!
-Por Dios, Emmett. Relájate, ese es el punto.-Me descubrió los ojos.-Que solo veas y disfrutes.-Me guiñó.
Se dio media vuelta y caminó con ese balanceo de caderas que me volvía loco mientras se soltaba el cabello, y se dirigió hacia el pole que había instalado hace muchos meses en nuestra habitación. En el camino se deshizo de su bata dejándome boquiabierto con el conjunto de lencería negro que llevaba puesto.
-Dios nena.-suspiré removiéndome nervioso en la silla.
-Emmett.-me miró de una manera que no daba pie a más.-Solo relájate ¿si? Y disfruta el regalo que he preparado con tanto cariño para ti ¿de acuerdo?
-De acuerdo.-bufé.-Pero cuando me suelte de aquí no podrás evitarme.-alcé las cejas divertido haciéndola reír.
-Me parece bien.-Se dio de hombros y comenzó a darme todo un espectáculo.
No sabía que Rose fuera una bailarina tan habilidosa en esto. Con sus sensuales movimientos ya me tenía duro como una maldita piedra. Era una maldita diosa. Cuando pensé que ya había acabado, se acercó peligrosamente hacia mí para sentarse en mi regazo y restregar su trasero en mi entrepierna haciéndome gruñir. Luego cuando pensé que iba a soltarme, lo que hizo fue desabrochar mis pantalones y comenzar a darme placer con su boca, haciéndome gemir.
Era increíble que tras su apariencia elegante, sofisticada y recatada, era una mujer completamente fogosa y descarada, lo que a mí me ponía increíblemente cachondo. Si seguía así no iba a durar mucho, estaba a nada de correrme.
-Nena...-dije llamándola con dificultad tras un suspiro. Sorprendentemente ella me escuchó y paró lo que estaba haciendo. Me miró y...¡joder! Estaba tan condenadamente hermosa. Sus mejillas estaban sonrojadas, su pelo alocado y sus labios hinchados. Solo quería poder devolverle todo el placer que ella me estaba dando.-Te necesito.-dije sin más esperando que me entendiera.-Yo también quiero darte placer a ti amor.-le puse mi mejor cara de corderito. Ella me sonrió con ternura.
-Está bien impaciente.-rodó los ojos divertida.-Espero que al menos te haya gustado mi sorpresa.-dijo haciéndose la molesta.
-Oh respecto a eso.-dije divertido.-Puedes repetirlo cuando quieras.-ella rio.-Pero ahora, por favor, desátame. En respuesta, desabrochó mi camisa y pasó sus manos en mi pecho acariciando mis músculos mientras me besaba con ganas y luego cedió a mi petición.
Momento que aproveché para pasar una de mis manos a su cuello para acercarla y devorar de nuevo su boca, en tanto iba acariciando su espectacular cuerpo. Rodé con mis manos su trasero y lo apreté en tanto ella enredaba sus piernas en mi cadera mientras caminaba hacia la cama donde la dejé. La contemplé una última vez tumbada en el colchón. Estaba condenadamente hermosa. Me quité la camisa y la arrojé al suelo y luego me deshice de lo que llevaba puesto. Abrí sus piernas y hundí mi cara en su centro y comencé a darle placer.
Ella se retorcía mientras enredaba sus dedos en mi cabello para que continuara con esa dulce tortura. No tardó mucho en correrse. Así que ahora subí y fui a acariciar su precioso rostro.
-Te amo, nena.-Susurré cerca de sus labios.-Eres sólo mía, Rose.-Y compartimos otro beso largo y lento. Disfrutando al máximo cada sensación de nuestros cuerpos conectados.
-Yo también te amo Emm.-sonrió mientras acariciaba mi cara. Yo volví a besarla con devoción.
-Eres perfecta.-le susurre al oído mientras me hundía en ella con cuidado. Con estocadas lentas y profundas al principio que cada vez iban haciéndose más rápidas y agonizantes.
-Emmett.-gimió y su mano se alzó buscando la mía. Sin duda la tomé.
-Lo sé.-dije besando su cuello.
Seguimos así, amándonos y disfrutando del momento de una manera tan placentera que dolía.
Cuando terminamos, me quedé unos minutos dentro de ella hasta que nos acomodamos y mi chica decidió acurrucarse en mi pecho.
-Oye nena.-la llamé mientras acariciaba su espalda.-¿Dónde aprendiste a manejarte así en la barra?-dije sorprendido.-Es realmente impresionante.
Ella sonrió levemente sonrojada agachando la mirada. Era gracioso que ella mostrara algo de pudor después de todo el tremendo show privado que me había montado. Me parecía tierno.
-Tomé algunas clases.-Se mordió el labio.-En ese entonces se había puesto de moda, así que decidí intentarlo.-Volvió a verme.-Además, siempre me ha gustado bailar. Es algo que realmente disfruto.-Admitió.
-¡Y vaya que se te da de maravilla!-Besé su cabeza.-Eres toda una cajita de sorpresas.-Sonreí embobado viéndola.-Aristócrata británica, abogada, empresaria y bailarina exótica.-Enumeré divertido sus etiquetas.
-¡Emm ya! Estás haciendo que me sonroje.-Me pegó en el pecho y yo no pude evitar reírme.-Te agradecería que no divulgues esa última faceta porque casi nadie lo sabe.
-Oh es bueno saberlo.-La apreté contra mí.-Y descuida que yo estoy encantado que seas mi diosa personal.-Sonreí antes de besarla.-Solo para mí.-Acaricié su perfecto rostro.
En eso ella se estiró encantada. De repente se le escapó un bostezo. Yo sonreí y dejé un beso en su frente.-Descansa mi vida.-dije acariciando su brazo mientras la apretaba contra mi cuerpo.
-Te quiero Emm.-dijo en un suspiro antes de quedarse dormida. Yo sonreí y acaricié su brazo mientras yo la apreté junto a mí.
A la mañana siguiente. Me desperté antes de que sonara el despertador. Rose seguía plácidamente dormida. Era tan hermosa. Decidí quedarme unos cuantos minutos más antes de que despertase y tuviéramos que ir al trabajo.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que finalmente su alarma sonó y como era costumbre la programó para que sonara dentro de 10 minutos más, volviéndose a envolver entre las sábanas. 10 minutos después hizo de nuevo lo mismo y así sucesivamente hasta que decidí apagarla yo porque ya me tenía harto. Así que decidí despertarla por mi cuenta.
-Nena.-La llamé colocándome con cuidado sobre ella que estaba tumbada boca abajo casi en la esquina de la cama.-Ya sonaron tus cinco alarmas.-Susurré en su oreja antes de dejarle un pequeño mordisco.
-¡Emm!-Chilló removiéndose nerviosa.-No hagas eso.
-Al menos ha funcionado.-dije divertido mientras dejaba un beso en su cuello y recorría su cuerpo con mis manos.
-¡Emmett!-chilló molesta.-¡Para!-gritó removiéndose en la cama. Y yo no pude evitar reírme al verla toda enfurruñada restregando la cabeza contra la almohada.
-Nena.-dije antes de dejar varios besos chillones por su espalda.-Eres una marmota.
-¡Y tú muy desagradable!-dijo enfurruñada.
-¿Con que soy desagradable?-Alcé una ceja divertido mientras me apoyaba en el codo.
-Solo quiero 5 minutos más con mi almohada.-Balbuceó y yo reí.
-Está bien.-Dejé un beso en su hombro.-Iré a encargar el desayuno.-Me levanté de la cama y me puse unos shorts deportivos.
Bajé las escaleras y ordené el desayuno. Algo saludable para Rose y algo grasoso para mí. En tanto llegaba hice algo de ejercicio en el gimnasio de la casa.
-Emm ya vino el desayuno.-Se asomó Rose para avisarme. La recorrí con la mirada de pies a cabeza. Ya estaba arreglada con uno de esos vestidos que le quedaban increíbles. Elegante pero sexy. Estaba perfecta.-¡Emm!-Volvió a llamar mi atención haciendo que volviera en sí.-¿No me escuchaste?
-Ah sí. La comida.-Dejé las pesas en su lugar y salí de ahí a darme una ducha rápida. Le di una nalgada antes de salir. Eso la sobresaltó y yo reí encantado mientras me encaminaba al baño.
Cuando salí de la ducha decidí vestirme. Así adelantaba tiempo. Bajé las escaleras colocándome la corbata pero Rose me vio antes de tiempo y se acercó a mí para colocármela.
-Gracias nena.-sonreí dándole un besito.-¿Te he dicho ya que estás espléndida?-hice un gesto exagerado y ella rio.
-Vamos Emm.-sonrió tomando mi mano.-Ven a desayunar. Tenemos que ir al trabajo.-se ordenó el cabello.-Y tengo varias reuniones hoy. He reservado la sala de juntas a las 9.00, si no te molesta.-me dijo tomando algo de su jugo.-Le he pedido a Mark y a Makenna que vengan para organizar la estrategia de uno de nuestros futuros juicios.
-No hay problema, nena. Puedes utilizarla para tener tu reunión con M&M.-Dije divertido haciendo referencia a la marca de los chocolates.
-Eres terrible.-Rio.
Terminamos de desayunar y encantado la llevé conmigo en mi auto. Esto de viajar juntos al trabajo me motivaba y me alegraba mucho. Incluso iba tarareando una canción mientras conducía.
Rose volvió a verme divertida.-¿Y tú que te traes?
Me encogí de hombros.-Nada. Simplemente estoy feliz.-Sonreí-De tenerte a mi lado, nena.-Dije en modo galán.
-¿Parece que al final si estás logrando acapararme, eh?-Entrecerró los ojos.
-No era mi intención.-dije sin más cruzando mis dedos mentalmente y poniendo mi mejor cara de corderito.
-Ya.-Rose bufó.-Miéntele a otro, Cullen.-dijo rodando los ojos y haciéndome reír. Yo tomé su mano y dejé un beso en el dorso de su mano.
-Sabes que me encanta estar contigo, nena.-dije divertido.-Solo hay una pega.-dije algo molesto y ella me miró sorprendida.-Todo el mundo babea por ti nena.-bufé.-¡Y no me extraña! Estás tremenda pero, ¡eres mi mujer, por dios! Podrían guardárselo para ellos.-dije exasperado haciéndola reír.
-Ay Emmett.-suspiró divertida.-Tiene que darte igual lo que opinen esos hombres, porque con quien duermo cada noche es contigo.-susurró en mi oído.-¿De acuerdo?-yo solo asentí y me giré para mirarla. Ya había estacionado en mi lugar del parking. Sin pensarlo ni un momento la besé apasionadamente.
-Emm.-dijo respirando agitada tratando de separarse.-Estamos en la puerta de tu empresa.-dijo como para que yo me diera cuenta de algo.
-¡¿Y eso qué?!-Exclamé.
-Que no está bien.-Se separó de mí.
-Nena, tú lo has dicho. Es mi empresa.-Tomé con suavidad su mentón.-Además aquel día, follamos en mi despacho, ¿lo olvidas?-Dije coqueto mientras acariciaba su rostro.
-Ese día quería quitarte el enfado.-Admitió.
-¡Y vaya que funcionó!-Alcé las cejas y reí. Rose sabía muy bien como controlarme.
-Y... No estábamos ante la vista de todos.
-Bueno si no me besas ahora, prometo que será peor.-Alcé una ceja.-Sabes muy bien que no tengo ningún problema con mostrar mi afecto en público. Al contrario, lo disfruto.
-Lo que disfrutas es marcar territorio, Emm.-Puso los ojos.
Yo sonreí.-¿Entonces?
Ella bufó molesta y se dio media vuelta para bajar de su asiento. Sabía cuales eran sus intenciones así que me adelanté a sus movimientos y me coloqué junto a su puerta.
-¿Mi lady?-dije divertido alzando las cejas y le ofrecí la mano para que bajara. De verdad que aún no descifraba cómo era capaz de andar con esos andamios en los pies. Mi chica siempre andaba con tacones muy altos. Y eso que no era para nada bajita. Ella rodó los ojos pero aceptó mi ayuda.
-Que conste que no...-no la dejé terminar porque la tomé de la cintura acercándola a mí para darle el beso que me había negado minutos atrás. Al principio Rose estaba molesta, lo sabía porque no se movía casi, pero cuando notó mis manos en sus caderas colocó sus manos tras mi cuello y me siguió el juego.
Finalmente nos separamos para tomar algo de aire.-Siempre te sales con la tuya.-Dijo un poco molesta y yo sonreí. Eso era cierto.
-Oh vamos, nena. Admite que lo disfrutaste.-Acaricié sus mejillas que luego del beso se habían ruborizado considerablemente. Estaba adorable. No pude resistirlo y la besé otra vez. Solo que ahora el beso fue más corto.-Te amo, Rose.-Dije cuando nos separamos.
-Y yo a ti, Emm. Pero, ya entremos.-Pidió.-Ya hemos llamado mucho la atención aquí afuera.-Y tal vez tenía razón porque habían varios empleados que iban entrando a la compañía y habían visto la escena. Aunque a mi no me importaba en absoluto.
-De acuerdo, nena.-Tomé su mano y entramos. Era la primera vez que llegábamos juntos. Naturalmente nuestra presencia no pasaba desapercibida.
Note las miradas de todo el mundo fijas en nosotros. A mí desde luego no me molesto en absoluto pero si noté a Rose algo incómoda, solo le apreté la mano en señal de apoyo.
Los hombres la miraban con deseo y a mí con envidia. Lo notaba y no pude sentirme más seguro de mí mismo. La mujer más exquisita y perfecta de la tierra estaba casada conmigo y era el jefe de todos esos idiotas. Yo también me envidiaría a mí mismo si fuera ellos.
-¡Qué ven mis ojos!-mi suegro se acercó a nosotros feliz. Con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Papá!-Rose fue a abrazarlo.-Creía que ya estabas en Londres.
-Me voy en un par de días.-sonrió.-Solo quería asegurarme de que todo está bajo control. Por cierto.-sonrió divertido.-Menudo espectáculo han montado ahí afuera.
-Te lo dije Emmett.-Se cruzó de brazos viéndome enfadada.-¡Qué vergüenza!
-Oh descuiden yo me enteré por los empleados que estaban hablando sobre eso.-Dijo divertido.-Además es normal son un par de jóvenes enamorados.
-Muy enamorados, por cierto.-Acerqué a Rose hacia mí pasando uno de mis brazos en su cintura.
-Bueno, me dio mucho gusto verlos.-Se despidió de ambos antes de marcharse.
-Yo también tengo que ir a la reunión con Mark y Makenna.-Se separó de mí.
-De acuerdo, nena.-Besé su mejilla.
Sin más me fui a mi despacho. Estuve revisando un par de papeles. Odiaba todo el tema burocrático, menos mal que tenía a Rose para eso. Pero obviamente yo también tenía que enterarme del tema. Firmé y bufando cansado pasé al siguiente. Miré al reloj, ya habían pasado casi dos horas desde que había comenzado con este martirio, así que decidí descansar un poco. Le escribí a Rose pero no me contestaba. La llamé y me mandó al buzón. Bufé y llamé a mi asistenta para que me trajera un café.
-Gracias Ángela.-le sonreí educadamente.-Oye.-La paré antes de que se fuera. Ella me miró con curiosidad.
-¿Sabes si mi mujer sigue reunida en la sala de juntas?-le pregunté curioso.
-Ahh no lo sé.-se dio de hombros.-Deje que eche un vistazo.-sonrió y salió de mi despacho para volver en menos de 10 minutos.-La señora Cullen está reunida con un cliente de su bufete.-se dio de hombros.-Según su secretaria dice que llevan como 1 hora ahí, así que no tardarán en acabar.-sonrió.
-Gracias, Ángela.-sonreí y ella se fue de nuevo a su lugar.
Decidí darme una vuelta por ahí. Por suerte estaba en su despacho y no en la sala de juntas, así que podía ver todo perfectamente. Estaba reunida con hombre maduro de unos 50 años o más que la miraba todo baboso mientras ella le explicaba unos papeles.
Me di cuenta que su secretaria se había levantado de su puesto, así que me senté por ahí cerca y escuché mejor lo que estaban hablando.
-Esta vez si me quedó más claro.-Dijo el hombre.-Pero, ¿Qué dices sobre mi propuesta, linda? ¿Podemos discutir los otros detalles durante la cena?
-Sr. Kirby, ya habíamos hablado sobre esto. Nuestra relación es estrictamente profesional.
-Oh ya dejaste de llamarme Jack.-Dijo con desilusión.-Ademas será una cena de negocios.-Se apuró a agregar el imbécil.-Seguiré siendo tu cliente.
-Sr. Kirby de verdad.-Rose continuó hablándole de manera educada.-Le enviaré los detalles por correo a su secretaria.-trató de sonreírle.
Ya no aguanté más y decidí interrumpir la absurda conversación.
-Señor Cullen.-la secretaria de mi mujer trató de pararme.-La señora Cullen está reunida.
-Es una urgencia.-dije sin más y entré en el despacho llevándome las miradas de mi mujer y su cliente.
-Emmett.-Rose me llamó. Su mirada era una mezcla de curiosidad y confusión.-¿Ocurre algo?
-Sí. Necesito que revises el acuerdo con Chicago. Los Heston vienen mañana y hay algunas clausulas que me gustaría cambiar.
-Oh claro.-Contestó ella.-Envíamelo.
El viejo imbécil se aclaró la garganta.-Bueno, esperaré ese correo.-Se puso de pie.-Con permiso.-Salió de ahí dejándonos solos.
Yo le abrí la puerta y vi como se marchó. Sonreí interiormente al verlo salir de ahí cabizbajo luego de verme.
-Entonces, ¿Hay que organizar la cena para recibirlos también?-Preguntó Rose.
-¿Ah? Ah no descuida.-Sonreí.-Vienen el viernes.
-Pero dijiste...-Yo volví a verla divertido.-¡Emmett!-Se quejó ella.-Pensé que estabas hablando en serio.
-Oh sí lo del contrato es cierto, ya te lo pasaré.-Ella entrecerró los ojos.
-No vuelvas a interrumpir mis reuniones así, ¿De acuerdo?-dijo molesta mirándome fijamente.
-Pero Rose...-dije replicándole.
-Pero Rose nada.-dijo molesta.-Es mi trabajo y son mis clientes, yo lidio con ellos.-puntuó.-El hecho de que trabaje aquí y me traiga tareas no te da el derecho a arrebatarme eso ¿de acuerdo?
-Osea.-le dije enfadado.-¿Que yo tengo que soportar que esos hombres te miren de manera lasciva?-dije incrédulo.
-No lo soportas tú, Emmett.-bufó molesta.-Lo soporto yo.-rodó los ojos.-Pero tú no ayudas nada comportándote como lo has hecho.-señaló.-Puedo cuidarme sola.
-Sabes muy bien que eso no es cierto.-Dije con rabia.-Si no, no le estuviera pagando a esos hombres para que te sigan a todas partes.
Ella se cruzó de brazos y me vio molesta.-Tú no lo haces solo por eso y lo sabes. Te encanta tenerme controlada todo el tiempo.-Exclamó con fastidio.
-Lo hago porque es necesario. Es por tu seguridad.-Repliqué molesto.
-Mira Emmett, si sigues así interrumpiendo mis reuniones o compromisos. Esto no funcionará.-Sentenció.
-Descuida.-Apreté los puños.- Ya no volverá a suceder.-Dije molesto dando un portazo al salir.
Enfadado regresé a mí oficina.
Rose pvo
Cuando Emmett se ponía en ese plan era realmente insoportable. Salió de mi oficina dando un portazo y yo suspiré apoyándome en mi escritorio. Más tarde hablaría con él. Pero es que no iba a permitirle que siguiera en ese plan de controlador conmigo. Simplemente no estaba bien.
Miré el reloj. Dentro de poco seria la hora de comer, había pasado el tiempo volando. Así que le pedí a mi asistente que ordenara algo para traerlo a la oficina. Decidí comer sola, al fin y al cabo. Emmett no había vuelto a aparecerse por mi despacho. Tras terminar de comer, seguí con mi trabajo y no supe en qué momento era de noche que ya iban a cerrar la empresa.
Así que guardé mis cosas y salí de mi oficina. Por suerte no me topé con Emmett. Decidí irme a casa de Bella, era un alivio que aún estuviera en la ciudad porque su vuelo se había atrasado.
Le escribí un mensaje indicándole que iba para allá. Volví a ver hacia atrás y como lo esperaba el carro de los matones iba siguiendo a mi taxi. Suspiré. Estaba harta de esto.
Bella me aseguró que no había ningún problema y que encargaría sushi para cenar. Edward también estaba ahí.
Al instante mi teléfono comenzó a sonar. Era Emmett. No quería discutir con él. Necesitaba algo de paz. Así que decidí apagarlo. De todas formas, él sabía perfectamente dónde encontrarme. Y no me sorprendería en absoluto que él mismo viniera a buscarme más tarde.
-Y bueno Rose.-Edward apareció divertido en la estancia y se acomodó en uno de los sofás.-¿Por qué no me cuentas alguna de tus aventuras con Bells?-dijo alzando sus cejas de forma divertida.
Me gustaba la personalidad de Edward. Era divertido y relajado. Todo lo contrario a mi marido. Suspiré mentalmente. Emmett le daba demasiadas vueltas a las cosas y siempre estaba encima. En cambio Edward le dejaba su espacio a Bella. Cosa que mi amiga necesitaba sobremanera. Yo miré a Edward curiosa y, luego, pasé a mirar a Bella aguantándome la risa.
-¿Tú no le has contado nada?-pregunté mientras bebía un poco de agua y me acomodaba en un de los sillones de la sala.
-Solo unas cosillas.-Le restó importancia.
-¿Ibiza?-Alcé una ceja.
-¡No!-chilló Bella escandalizada.
-Uuuh debe ser bueno.-Rio Edward.
-Está bien. Cuenta.-Bufó Bella avergonzada y Edward alzó las cejas interesado.
-Creo que necesito una copa.-dije divertida mirando a Edward.-Si quieres que hablemos de esto.-le apunté.
-Marchando.-dijo el de pelo cobrizo levantándose rápidamente de su lugar y yendo a servirme algo.
-¿Enserio le vas a contar?-dijo Bella susurrando horrorizada.
-¿Tú no quieres?-pregunté divertida.-No sé por qué le guardas estas cosas a Edward. Él es divertido y relajado.-apunté.
-A diferencia de tu marido.-Alzó las cejas Bella.-¿Discutiste de nuevo con él?
-Algo así. Pero no quiero hablar sobre eso.
Edward regresó con un par de copas, me ofreció una a mí y otra a Bella.
-Entonces, ¿Qué pasó en Ibiza?-Preguntó Edward.
-Estábamos en una fiesta con unos amigos cuando conocimos a Ahmed.
-¿Ahmed?
-Sí, un chico árabe increíblemente guapo que nos tenía a todas locas.
-¿Incluso a mi calabacita, Bella?-Preguntó Edward divertido.
-Naturalmente.
-Pero como era obvio puso los ojos en Rosalie.-Bufó Bella.
-Aun así fui una buena amiga, Bells. Sabía lo mucho que te gustaba ese tipo así que decidí compartirlo contigo.-Guiñé divertida.
-¿Compartirlo? Te refieres a...
-La única condición para tenerme a mí era que Bella venía incluida.
-¡Oh santo cielo!-Exclamó Edward.-Eso debió ser caliente.
Yo no pude evitar reír con la reacción de Edward. Era muy chistoso.
-Bueno.-me di de hombros divertida mirando a Bells.-Según como lo veas.-le guiñé un ojo.
-Y... ¿suelen compartir?-dijo él divertido.
-Pues...-antes de contestar Bella me cortó.
-¡Ah no!-dijo Bella cortante mirando a su novio.-¡Ni se te ocurra! Emmett es capaz de cortarte la cabeza, y déjame decirte que parte de tu encanto proviene de tu cabello cobrizo, calabacito.-sonrió con sorna mi amiga. Yo no pude evitar reír. Este par era muy divertido.
-¡Y además ya estoy casada, Edward!
Él rio.- Lo sé. ¿Y qué tal las cosas con el grandulón?
-Quiero a Emmett pero a veces se vuelve insoportable.-Admití.-Está controlándome todo el tiempo. ¿Siempre ha sido así?-Volví a ver a Edward.
Él negó.-Emmett nunca se había mostrado celoso o controlador.
Yo lo vi incrédula y Bella se adelantó a responder.-No trates de defender al cavernícola de tu amigo.
-Estoy diciendo la verdad.
-Entonces... ¿Por qué es así conmigo?
Edward se encogió de hombros.-Quizás es porque nunca antes había estado en una relación tan seria.-Dijo pensativo.-Es la primera vez que experimenta esto y no sabe cómo manejar sus emociones.
-Uy Edward Freud.-Dijo con ironía Bella.-¿Ahora te la das de psicoanalista?-Rodó los ojos.-Mira lo mejor es que vayan a terapia de pareja tal vez hay una cura para su inseguridad.-Volvió a verme Bella.
Yo la miré no muy convencida de lo que estaba diciendo. Aunque tal vez tenía razón. Tal vez Emmett con ayuda de una profesional trataría de solucionar ese problema de celos e inseguridad tan grande que cargaba con él a todas partes. Suspiré.
-Tal vez tengas razón.-dije mirando a mi amiga.-Puede que eso ayude.-apunté pero miré a Edward sin estar muy segura de todo eso. Al fin y al cabo él lo conocía mejor que yo.
-Rose yo te digo que Emmett es un tonto enamorado.-apuntó.-Como te digo, nunca ha tenido una relación seria hasta ahora. Y resulta que se ha casado contigo.-señaló con diversión.-Incluso a Sam y a mí nos sorprendió su reacción cuando te conoció.-rio recordando algo.-Emmett se quedó prendado de ti desde el momento en que te vio.-sonrió con cariño.-Es solo que es un patán que se deja llevar por su miedo a perderte.
-Puede que tengas razón, no lo sé.-dije mirándole mientras me daba de hombros.-Pero es que no sabes lo asfixiante que es. Él dice que tiene a esos hombres contratados por mi seguridad.-bufé.-Pero todos sabemos que también le encanta saber dónde estoy en cada momento.-chillé exasperada.
-Rose, han intentado matarte varias veces.-Intervino Edward con voz calmada-Y créeme que si algo llega a pasarte Emmett definitivamente perderá la cabeza. No podría vivir con eso.
-Tienes un punto.-Acordó Bella viendo a su novio.-Pero debería de bajarle a eso ahora que Rose trabaja con él en la compañía.-Se encogió de hombros.-Están prácticamente juntos todo el día.-Eso tampoco es sano.-Rodó los ojos.
-Creo que regresaré a Londres.-Tanto Bella como Edward volvieron a verme sorprendidos.
-¿Vas a dejar solo a Emmett?-Preguntó Edward escandalizado.
-Solo serían unos días o un par de semanas.-Me mordí el labio.
-Vas a romperle el corazón al pobre.-Edward volvió a interceder por su amigo.
-No es como si me estuviera separando de él.-Repliqué.- Solo necesito un respiro.
-¿Qué fue lo que te hizo para que decidas castigarlo así?-Preguntó Bella divertida.
Les resumí lo que había pasado con Kirby. Y si no lo detenía ahora sabía que lo volvería a hacer. Emmett era como un niño malcriado y caprichoso.
Bella y Edward comenzaron a discutir y a darme sus consejos según sus puntos de vista. Prácticamente se nos fue el tiempo en eso hasta que Edward sospechosamente se levantó y salió de la estancia. Momentos más tarde apareció Emmett junto a él. Noté algo de arrepentimiento en su mirada y lucía un poco cabizbajo.
Edward sacó a mi amiga de ahí para darnos privacidad.
-Hola.-Se acercó a mí mientras se sentaba a mi lado en el sofá.-Nena.-Tomó mi mano entre las suyas.-Sé que aún sigues enfadada por lo de ahora... Te debo una disculpa... No debí ser tan impulsivo o como tú quieras llamarlo.-Suspiró.-Lo siento, ¿Sí?
Yo volví a verlo.-Está bien.
Él sonrió y acarició mi cara. Intentó besarme pero yo me giré de nuevo. Evitándolo. Él frunció el ceño.
-Nena...-me llamó dolido ante mi rechazo.-Venga, no seas así.-volvió a tratar de tomar mi mano. Esta vez no me aleje de su contacto. Pero seguía sin mirarlo.-Perdóname ¿si?
-Es que...-suspiré y chillé interiormente.-¡Tienes que dejar de controlarme Emmett! De verdad, no soy de cristal. Tienes que metértelo en la cabeza.
-Solo quiero cuidarte, Rose.-dijo derrotado.-Puede que a veces me pase.-yo le miré alzando una ceja incrédula.-Esta bien.-suspiró.-Me pasó mucho. Pero es que solo quiero protegerte ¡No soportaría que te pasara algo nena!
-¡¿Qué demonios va a pasarme dentro de tu empresa?! ¿Acaso ves como una amenaza a mi cliente? ¿Un tipo de unos 50 años?-Dije enfadada.
-No pero...
-¡Pero nada! ¿Sabes? Lo mejor es que vayamos a terapia.-Volví a verlo y él me vió como si acababa de decir la peor aberración del mundo.
-¿Terapia? Yo no necesito...
-Es eso o regreso a Londres.-Lo amenacé.
-Está bien.-Dijo de mala gana.-¿Cuándo quieres comenzar?-Frunció el ceño.
-¡Mañana mismo podrían empezar!-Bella apareció en la estancia divertida.-Tengo una amiga que es terapeuta especializada en parejas. Y es muy buena en su trabajo.-apuntó divertida.
-¡¿Pero qué?!-Emmett dijo incrédulo. Obviamente se había molestado porque Bella estuviera escuchando. A mí no me sorprendió.
-Perdonad.-Edward llegó detrás disculpando la actitud de mi amiga.-No he podido retenerla más.-dijo rodando los ojos.
-¿Tú cuantas amigas tienes?-dijo Emmett irónico mientras miraba a Bella.
-No es de tu incumbencia, grandullón.-dijo molesta dándose de hombros.-¿Entonces?-preguntó mirándome.
Yo asentí y Emmett volvió a vernos fastidiado. Nos despedimos y Bella prometió llamar mañana temprano a su amiga.
-Es increíble.-Bufó Emmett mientras nos dirigíamos a su coche.-Tendremos una cita con una psicóloga.
-No tiene nada de malo.
Él me vio escéptico. En silencio nos dirigimos hasta casa. -No puedo creer las cosas que tengo que hacer por ti.-Comentó Emmett rompiendo el silencio finalmente. Aún no podía creerse lo de la terapia.
Yo suspiré profundamente y conté mentalmente hasta 10. De verdad que este hombre cuando se ponía en plan macho era horrible. Y lo peor era que pasaba muy a menudo. Miré por la ventanilla pensativa. Ojalá nos ayudara la terapia, aunque no serviría de nada si Emmett no pone de su parte.
-¿Las cosas que haces por mí?-dije sorprendida.-¿Y lo que soporto yo por ti que?-dije molesta.
-¡Dios Rose!-apretó el volante nervioso.-¡Solo para!
-¿Ves?-dije comenzando a enfadarme.-¡Así eres tú!-dije señalándole con el dedo.-¡Cuando no te interesa hablar de algo simplemente cambias de tema o terminas la conversación!-suspiré exhausta.-Emmett de verdad creo que necesitamos la terapia.
-¡Está bien!-Exclamó enfadado.-Una vez más haremos lo que tú digas.
Yo suspiré. Ya no quería discutir más así que ya no le contesté de vuelta. Simplemente seguí viendo a través de la ventana. Finalmente llegamos a casa. En silencio entramos al edificio y nos subimos al ascensor hasta llegar a nuestro piso.
Al entrar al apartamento me deshice de los tacones y me quité el abrigo. Estaba rendida. Solo quería acostarme y descansar. Antes de subir por las escaleras sentí a Emmett halarme hacia él. Me envolvió en un abrazo yo me quedé sorprendida. Hace un momento estaba realmente enfadado pero ahora...
-¿Sabes lo feo que se siente estar aquí sin ti?-Preguntó en un murmullo. Luego se enderezó y volvió a verme acariciando mi cara.-No quiero que nos vayamos a la cama peleados.
-Yo tampoco.-Me mordí el labio.
-¿Puedo besarte?-Alzó las cejas en tanto pasaba una de sus manos en mi cuello. Yo lo vi confundida.-Te pregunto porque hace un rato me despreciaste.-Me recordó dolido.
-Solo vayámonos a dormir.-dije sin más removiéndome incómoda. Emmett bufó molesto y volvió a atraerme hacia su cuerpo. Se sentía tan bien sentir su fuerte musculatura contra mí. No pude evitarlo y le correspondí el beso con necesidad.
-Nena.-mi marido acarició mi cuerpo con devoción reposando sus manos en mi cintura.-Acaso quieres...
-No Emmett.-dije cansada.-Solo quiero descansar, tú señorito insaciable.-dije divertida dándole unas palmaditas en el pecho. El rio conmigo.
-Está bien.-dejó un beso en mi frente y subimos a nuestra habitación para prepararnos para dormir. En eso recibí un mensaje. Decidí mirar quien era por curiosidad. Se trataba de Leah.
"¡Rose! ¡Oh Dios qué noche! Le he dicho a Sam que me mudo con él y ha sido increíble. Solo que hay un fallo, tendré que conocer a la idiota de su ex, como me dijiste. Tal vez la veo mañana y nos olvidamos de esto. Te cuento mañana, un beso rubia".
Yo sonreí al leerlo, Leah era un completo caso. No quería imaginarme cómo iba a ser esa reunión. Emmett me miró divertido, iba saliendo del baño solo con unos bóxer. Era un tremendo espectáculo este hombre.
Dejé mi teléfono en la mesilla y lo recorrí con la mirada y él sonrió coqueto.
-¿Te gusta lo que ves?-Yo me mordí el labio en tanto él presumía sus increíbles músculos. ¿Qué si me gustaba? La verdad es que me encantaba.
Se acercó peligrosamente hacia mí, acomodándose a mi lado.
-Sabes que me encanta.-Dije coqueta.
Él sonrió.-Puedes disfrutarlo nena cuando quieras.-Guiñó.-Porque todo esto es tuyo.-Se pegó a mí.-Así como toda tú eres solo mía.-Dejó un beso en mi mejilla.
Yo reí.-¡Emm ya!-Pedí cuando sentí que dejó besos chillones en mi espalda.
-¿De que te reías hace un momento?-Preguntó ahora que me había soltado y yo me había acomodado en su pecho.
-Oh eso.-sonreí divertida.-Pues resulta que Leah le ha dicho que sí a Sam.-él asintió.-¡¿Ya lo sabías?!-pregunté sorprendida.
-Me enteré en el momento.-dijo dándose de hombros. ¡Vaya! Sí que eran rápidos estos hombres contándose las cosas.-Pero no era eso lo que te ha hecho gracia, ¿a qué no?
-No.-dije negando divertida.-Leah seguro quede mañana con la ex de Sam para que la conozca.-expliqué esperando que me entendiera.
-¡Vaya lío en el que se ha metido Sam!-Exclamó dramáticamente Emmett.-La ex es casi tan explosiva como Leah.
-¿En serio?
Él asintió.-Sí. Emily es una mujer muy escandalosa y de carácter muy fuerte también. No sé porque a Sam le gustan las mujeres así. Es como si le gustara sentirse dominado.
Yo alcé una ceja.-Y para ti, lo ideal es que el hombre domine a la mujer, ¿no?-Puse los ojos en blanco.
-Pues yo no tengo problemas con que tú me des órdenes de vez en cuando.-Guiñó divertido.
-Y a mí no me gusta que me digan qué hacer, Emmett.
Él suspiró.-Lo sé. Tú eres toda una mandona.-Señaló.
-Y tú un controlador, además. -Él iba a replicar pero lo corté.-Guardate el resto para la terapia.-La verdad es que no quería volver a discutir con él.
Suspiré molesta. De verdad que lo de este hombre era realmente increíble. A veces parecía que disfrutaba discutiendo y que incluso lo buscaba.
-Nena.-sentí que me llamaba mientras se acomodaba contra mí en la cama. Yo suspiré. Le quería sí, pero a veces también me daban ganas de matarlo.
-Emmett déjame ¿si?-suspiré mientras tomaba la mano que había colocado sobre mi cadera y le daba un apretón.-Quiero poder dormir tranquila. Mañana hablaremos y espero que podamos empezar a solucionar nuestras diferencias.
-Como tú digas.-Me soltó de mala gana así que me giré dándole la espalda y alejándome lo suficiente como para que me dejara tranquila.
A la mañana siguiente desperté antes que Emmett dándome cuenta que su cabeza estaba sobre mi pecho. Ni idea en qué momento habíamos quedado así. Yo me removí un poco intentando no despertarlo pero no funcionó.
-Buenos días, nena.-Sonrió fresco como una lechuga mientras me veía divertido.
-Buenos días.-Contesté a secas.
-¿Aún sigues enfadada?-Se apoyó en uno de sus codos para verme mejor.
-No.-traté de decir con tranquilidad fallando estrepitosamente en el intento. Emmett rio mirándome divertido.
-Oh vamos nena.-me miró alzando las cejas.-Sabrás que no puedes estar enfadada toda tu vida con tu amado marido.-dijo divertido acariciando mi pierna poniéndome realmente nerviosa. Le di un manotazo para que la quitara.-¿Ves?-dijo riendo triunfante.
-¡Emmett, ya!-Pedí intentando quitarme de encima a este hombre enorme que no tenía planes de dejarme tranquila.
-¿Tampoco me darás mi beso de buenos días?-Puso un puchero.
-Sí lo hago... ¿Me dejarás salir de la cama?
Él asintió pero tenía esa sonrisa y mirada traviesa que me indicaba todo lo contrario.
-¿Enton...?-Lo callé dejando un corto beso en sus labios que lo dejó con el ceño fruncido.
-Listo, así que quí...-No me dejó terminar porque se abalanzó sobre mí devorando mi boca en un beso arrebatador al cual naturalmente no pude resistirme.
-Ese estuvo mejor.-Sonrío satisfecho dejándome toda aturdida mientras él finalmente se echaba a un lado.
Volví a verlo sorprendida.-¿Y eso es todo? ¿No vas a intentar nada más?-Pregunté desconfiada.
Él volvió a verme.-Muero por hacerte mía una y otra vez-Suspiró.-Pero sé que tú no quieres porque aún estás enfadada. Así que puedes estar tranquila, nena.-Se levantó de la cama y se puso unos shorts deportivos.-Estaré en el gimnasio.-Dijo antes de salir de la habitación.
Eso había sido extraño. Emmett había hecho a un lado su instinto primitivo de follar como un animal y se había comportado como un ser civilizado. Muy comprensivo y sin enfadarse por no ceder ante sus deseos.
Emmett pov
¿El gimnasio? Sí, el gimnasio. Era el mejor lugar para desconectar de mis instintos primitivos. Después de eso sabía que Rose se había quedado sorprendida. Pero mi entrepierna se estaba poniendo dura y no iba a poder disimularlo si me quedaba ahí.
Decidí ejercitarme para poder concentrarme solo en eso. Me ayudaba siempre que estaba estresado o agobiado por algo. Mientras estaba levantado las pesas me puse a pensar en todo. Lo de ir a una psicóloga me parecía una auténtica estupidez pero cedería por Rose. No permitiría que se fuera a Londres y me dejara aquí solo.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que la ví aparecerse por ahí. Ya venía arreglada con un vestido que marcaba su increíble figura. Estaba elegante pero caliente. La recorrí de pies a cabeza. Ella era una maldita tentación andante, lo cual me ponía en una situación difícil.
-Tu teléfono ha estado sonando.-Se acercó a mí ofreciéndome el aparato y haciéndome volver a la realidad.
Yo fruncí el ceño y lo revisé. Era Heston. Decidí devolverle la llamada.
Charlamos un rato. Había decidido venir a la ciudad al día siguiente. Yo no me encontraba de humor para ser el anfitrión perfecto pero ese acuerdo era muy importante para la compañía.
-¿Qué ocurre?-Rose me miró con curiosidad cuando llegué a la cocina. Ella ya andaba preparando el desayuno y yo había decidido terminar mi rutina de ejercicios por hoy.
-Era Heston.-bufé con pesadez mientras me sentaba a su lado y le robaba una frutilla de su bol. Ella me miró mal pero suavizó su gesto antes de hablar. Sabía que no me apetecía nada la visita de nuestro nuevo socio.
-¿Y?-ella insistió mientras seguía cortando frutas.
-Pues quiere adelantar su viaje y vendrá mañana.-expliqué rodando los ojos mientras tomaba algo de zumo de la nevera.
-Bueno.-Dijo tranquila.-El contrato ya está listo. Lo he revisado.
-Perfecto. Solo queda organizar lo de la cena y su estancia en la ciudad.
-¿Quieres que me encargue de eso también?-Volvió a verme con esos hermosos ojos.
Yo suspiré.-Descuida. Le pediré a Ángela que lo arregle. Pero quiero que me acompañes a la cena.
-Ok.-Me acerqué a ella y dejé un beso en su mejilla.
-Gracias, nena.
-Oye.-Me llamó antes que saliera de la cocina a darme una ducha.
-¿Sí?
-He hablado con Bella. Nuestra cita está agendada a las 4 de la tarde.
-No sé si pueda a esa hora.-Respondí reacio.
-Sí puedes.-Contestó.-No tienes nada pendiente a esa hora.
-¿Acaso revisaste mi agenda?-Alcé una ceja.
Ella asintió.-Quería asegurarme de no interferir en nada tuyo así que hablé con tu asistente.-Se encogió de hombros.
Yo entrecerré los ojos.-Menos mal que yo soy "el controlador"-Dije irónico.
-Y lo eres.-Replicó tranquila.-Yo únicamente estoy interesada en salvar este matrimonio no sé tú.
-¡¿Salvarlo?! ¡Dios! Tampoco estamos tan mal.-Exclamé indignado.
-Emmett de verdad, últimamente no me he sentido cómoda contigo.-Admitió un poco avergonzada y yo no pude evitar sentirme mal al escuchar esa confesión.
-Vaya...-Dije con desilusión.-¿Eso es cierto?-la miré poniendo toda mi atención en ella y en su respuesta. Ella asintió incómoda.
-No te lo diría sino fuera cierto.-dijo sin más.-Es que es demasiado, Emmett. Te quiero y lo sabes.-suspiró.-Pero que estés todo el tiempo controlándome me asfixia.
-Nena…-suspiré.-No pensé que realmente te sintieras así.
-No paro de decírtelo.-dijo incrédula.-Por eso quiero ir a terapia, parece que necesitas algo así para reaccionar.
Yo fruncí el ceño.-Entonces... Tampoco quieres pasar más tiempo conmigo.-Deduje.-Porque dices que te hago sentir incómoda.
Ella tomó mi mano.-Me gusta estar contigo.
-Pero.-Agregué molesto sabía que agregaría un maldito "pero".
-Tu actitud a veces me incomoda cuando tú no me das mi espacio o cuando me montas grandes escenas de celos por nada.
-Entonces, ¿Qué quieres que haga?-Exclamé molesto.-Así soy yo, no puedo cambiar.
-Puedes mejorar y yo también. Sé que hay muchas cosas en las que estoy fallando igual que tú.-dijo simplemente mirando avergonzada hacia el suelo.
Yo la miré incrédulo. Rose debía de estar hablando realmente en serio. El hecho de reconocer que incluso ella estaba fallando me demostraba que estaba de verdad preocupada por la situación.
-¿Cómo en qué?-le pregunté simplemente. Ella me miró dándose de hombros.
-Pues en la confianza por ejemplo.-dijo sin más.-Te reconozco que me cuesta abrirme. Siempre he sido muy independiente de todo y de todos y creo que eso me está haciendo pasar factura en nuestro matrimonio.
Yo pasé una de mis manos en su rostro.-Bueno, ve a ducharte.-Cambió de tema, dando por terminada nuestra discusión.- El desayuno ya está listo.-Sonrió. Así que sin decir nada más hice lo que me pidió.
Luego desayunamos prácticamente en silencio. No había mucho que decir la verdad y pues ni ella ni yo teníamos ganas de seguir en discusión. De todas formas, más tarde nos "desahogaríamos" con la dichosa psicóloga.
-¿Irás a la compañía?-Ella se limpió con la servilleta antes de contestar.
Ella negó.-Este día estaré fuera. Tengo que ir a la corte.-Explicó.
-¿Quieres qué te lleve?
-No es necesario. Garrett y Josh pueden hacerlo.
Yo alcé una ceja.-Garrett y Josh.-Repetí.-¿Ya te sabes los nombres?
Ella se encogió de hombros.-Es normal, ¿No? Hace varios meses que convivo con ellos.
Yo fruncí el ceño.-Josh es nuevo.
-Y siniestro.-Agregó.-Es de pocas palabras y no se inmuta para nada.-¿Acaso a Rose le frustraba eso?
-Eso es bueno. -Alcé una ceja.-No les pago para que hablen contigo o sean tus amigos.-Apunté.
Ella rodó los ojos ante mi respuesta.
-¿Qué?-pregunté confundido ante su reacción.
-Nada.-dijo dándose de hombros y mirando su teléfono.
-Rose…-insistí sabiendo que esa reacción tenía que ver con algo.
-Nada Emmett.-dijo sin más.-No tiene importancia.-estaba mintiendo y yo lo sabía.
-¿De verdad que no vas a decirme nada?-pregunté incrédulo.
-No.-respondió de nuevo.-Simplemente porque no quiero comenzar una nueva discusión, querido.
Suspiré y dejé insistir. Terminamos de desayunar y cada quien se fue a su lugar de trabajo.
Por suerte pasé el resto del día ocupado así que dejé de pensar en los "problemas" que teníamos que resolver en nuestro matrimonio. Me seguía pareciendo una auténtica tontería ir a terapia por esto. Pero en fin aquí estaba puntual a las 4 como ella me lo había pedido. Sin embargo, ella no estaba. Le llamé pero no me contestó. Estaba a punto de marcharme cuando me llegó un mensaje de texto de ella diciéndome que en 5 minutos estaría aquí.
La secretaria me hizo pasar al consultorio.
-Emmett Cullen.-Me saludó la psicóloga cuando me senté frente a ella.-¿Te acuerdas de mí?-Preguntó
Yo fruncí el ceño intentando recordar y ahí hizo clic mi cabeza. Mierda. Era Sharon. Una chica con la que me había liado un par de veces en el pasado. A ella le sentó fatal cuando me aburrí de ella.
-Veo que sí.-Sonrió satisfecha.-Te pusiste hasta pálido.-Rio divertida.
-Ni se te ocurra mencionarle nada a mi esposa.
-¿Esposa? ¡Wow! Así que después de todo te casaste.-Chasqueó-Conmigo nunca quisiste hacerlo oficial pero ahora hasta pasaste por el altar.-Me dijo con rabia.
-Tú y yo no teníamos nada serio.
-Nos acostamos casi por un año, ¡¿y para ti no significó nada?!
-Yo te dejé las cosas claras desde un principio, yo no quería nada serio contigo ni con nadie. Además no había exclusividad entre nosotros.-Dije enfadado.
Ella iba a responder pero en eso sonó la puerta y apareció la secretaria anunciando que ahí venía Rosalie.
-Juro que vas a arrepentirte, Emmett.-Soltó en voz baja antes de que apareciera mi mujer disculpándose por la tardanza.
Ella la vio de pies a cabeza con cierto recelo. Yo me puse de pie.
-Rose, nena.-La tomé del brazo.-¿Podemos hablar afuera?-No esperé que me respondiera simplemente la saqué de ahí.
-¿Y a ti, qué rayos te pasa?-Se soltó de mi agarre.-Estás siendo un cavernícola de nuevo.
-No podemos quedarnos.-dije sin más. Ella se quedó mirándome anonadada, con los ojos bien abiertos.
-Oh por favor Emmett.-dijo desesperada.-He venido corriendo y vas a montarme un número ¿de verdad?-dijo tratando de mantener la compostura.-Eres increíble.-Ella fue a entrar en la consulta pero volví a tomarla del brazo. No podía permitir que Sharon le dijera nada a Rose.
-¡Emmett!-Rose chilló por lo bajo mirándome de nuevo con desaprobación.-¿De nuevo vas a empezar?
-¿Podemos pedir cita con otro psicólogo por favor?-pedí ya desesperado.
-¿Por qué?-preguntó confundida.-¿Qué es lo que te pasa Emmett? ¿Por qué estás tan extraño?
-No me pasa nada.-Dije entre dientes.-Hazme caso sólo esta vez, ¿sí?.-Pedí.
Ella entrecerró los ojos.-¿Tuviste algo con la psicóloga?
Yo la vi sorprendido.-¡¿Qué?!- ¿Cómo diablos ataba cabos tan rápido esta mujer?
Ella rodó los ojos.-Mira Emmett de verdad, no me importa que te hayas acostado con ella en el pasado. Lo que necesito es su ayuda y se supone que ella tiene prestigio y sabe lo que hace.
Yo me había quedado sin palabras. ¿Cómo podía darle todo tan igual? ¿Así de caprichosa y desesperada estaba por la maldita terapia? ¿O de verdad le daba igual mi pasado?
-Rose por favor.-le pedí desesperado. La verdad es que tenía miedo de cómo iba a reaccionar Sharon con mi mujer. Y sinceramente tampoco quería ventilarle nuestros problemas para que ella pudiera regodearse.-¿No te parece que es incómodo que una mujer con la que he estado me diga cómo tengo que solucionar mi matrimonio? ¡Venga! Las cosas no acabaron bien con ella tampoco nena, es realmente incómodo.-suspiré.
-Ya te he dicho que me da igual Emmett.-bufó.-¿Me acompañas?-dijo decidida señalando la puerta. Yo suspiré rendido. Estaba realmente nervioso.
-No tengo elección.-dije suspirando derrotado caminando tras ella.
-Buenos tardes doctora Simons.-Rose la saludó educadamente.-Gracias por hacernos un hueco en su apretada agenda.
-Oh, no hay problema.-sonrió.-Bella es una gran amiga y artista.-guiñó.-Tengo varias de sus obras en la entrada.-sonrió falsamente.
-Oh si ella es genial.-mi mujer estaba completamente tranquila ante la situación y yo no podía estar más sorprendido.
-Bueno.-Sharon me miró de reojo.-Cuéntenme. ¿Qué les trae por mi consulta?
-Hay cosas que queremos mejorar en nuestra relación.-Rose tomó mi mano.-Por ejemplo, yo creo que no está mal tener tu espacio, tu momento a solas de vez en cuando.
-¿Y tú? ¿Cómo te sientes con eso?-Volvió a verme seriamente Sharon.
-¿Yo?-Parpadeé un par de veces.
Sharon intervino ante mi indecisión por contestar.-A ver, mejor cuéntenme, ¿Cómo fue que se conocieron? Porque, tú no eres de aquí, ¿verdad?-Volvió a ver a Rose.
Ella negó.-Soy de Londres pero vine por negocios y fue cuando me reencontré con Emmett.
-¿Se conocían desde antes?
-Por nuestros padres.-Contesté yo.
Sharon alzó las cejas.-Bueno y…¿Cómo les va en su intimidad como pareja?-preguntó de repente. Yo me sorprendí y miré a mi mujer esperando su reacción.
-Mmmmm.-Rose estaba confusa.-Doctora, ¿eso es realmente necesario?-preguntó.
¡Por fin la cabezota de mi mujer reaccionaba con algo! No sabía si Sharon necesitaba eso para su estudio. Aún así podía asegurar que estaba realmente interesada en conocer la respuesta.
-Si quieren que les ayude a encontrar alguna solución para su matrimonio... Sí.-Dijo en modo "profesional" pero yo sabía que lo hacía únicamente porque era una chismosa.
-Nuestros problemas no van por ahí.-Respondí reacio yo.
-La mayoría de casos que trato están muy ligados a eso. Infidelidades y desconfianza.-Apuntó.-Así que tranquila.-Volvió a ver a mi mujer.-No serás la primera ni la última que pase por eso.
-¿Está asumiendo que Emmett me ha sido infiel?-Alzó una ceja Rosalie.
-Somos viejos conocidos, así que viniendo de él no me sorprendería.-Su sonrisa quedó en una mueca.-¿O me equivoco?-Volvió a verme frunciendo el ceño.
-Esto es ridículo.-bufé molesto.-Amo a mi mujer.-dije comenzando a enfadarme.-Sería un idiota si engañara a la mujer más increíble que he conocido en mi vida.-miré molesto a la psicóloga tomando la mano de mi mujer y colocándola en mi regazo.
-Emmett…-Rose suspiró, ella sabía que mi paciencia se estaba agotando.
-No he insinuado eso en ningún momento.-respondió Sharon.-Solo necesito hacer estas preguntas para poder ayudaros.-dijo dándose de hombros mientras anotaba cosas en su libreta y se colocaba las gafas.
-No hay infidelidades ni aventuras.
-Entonces, ¿Cuáles son los problemas que enfrentan? Déjame adivinar...-Se quedó pensativa- ¿Tú quieres niños y él no?
-¡¿Qué?!
-Estamos en un espacio de confianza.-La animó.-Puedes desahogarte.
-Es al revés pero ese tema ya lo solucionamos.
Sharon la vio sorprendida.-¿Él quiere hijos? -Me señaló.-¿En serio?
-Veo que esto no nos está llevando a ningún lado.-Dijo molesta Rose cruzándose de brazos y yo no pude estar más feliz por eso. Significaba que pronto se acabaría esta tontería. Sharon no sabía dónde meterse. Y yo sorprendentemente estaba hasta divertido con la situación.
-Doctora.-Rose suspiró.-Si no es capaz de dejar de lado su aversión hacia mi marido por lo que sea que hayan tenido en el pasado me temo que vamos a tener que dejar esto. Su profesionalidad deja mucho que desear por lo que veo.-dijo sin más.
Sharon se enfadó al escuchar eso.-¡¿Y tú quién te crees para hablarme así?!-Estalló.
-¿Perdón?
-No sé que le habrás dado a este imbécil para que lo tengas tan enganchado.-Frunció el ceño y se quitó las gafas.-Pero yo no voy a permitir que ninguna rubia descerebrada me diga cómo hacer mi trabajo. Mejor regrésate a la pasarela y come algo de carbohidratos de paso.
Oh no. No acababa de decir eso. Volví a ver a Rose estaba realmente molesta e indignada pero aún así decidió guardar la compostura.
-Soy abogada y puedo demandarte por esto.-Dijo tranquila antes de ponerse de pie haciendo que Sharon palideciera.-Emmett vámonos.-Ordenó.
-Como tú digas, mi amor.-Sonreí y fui tras ella.
-Nunca creí que fueras un puto mandilón, Cullen. Pero el karma existe.-Soltó.
Hooolaaaaaaa! ¿Cómo estáis? Espero que SÚPER BIEN! Os traigo CAP nuevecito para celebrar el inicio del verano :) Antes que nada daros las GRACIAS por todos los reviews y comentarios, nos os hacéis una idea de lo divertido que es leeros y ver como sois capaces de meteros dentro de la historia! Menciones especiales a Jupy, Nelita y a Tecupi! Que son mis 3 fieles lectoras que me animan con sus coments hahaha
Por supuesto, también muchas gracias por los alert y favoritos :) ¿Qué les apetece ver en los próximos capítulos? Me apetece saber que os imagináis! Un abrazo y un beso muy muy grande!
