TW: En este capítulo habrá un episodio de violencia. Personalmente, no me gusta relatar este tipo de acciones, sin embargo, para que la trama tenga sentido, me vi obligada a hacerlo. Quizás he exagerado, quizás habéis leído situaciones mucho más violentas, pero en mi caso esto fue lo suficientemente violento. Por favor, leed con discresión.
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VOY A VOLVER;
a hacerte llorar
O3
"Frightened by the bite
Though it's no harsher than the bark
A middle of adventure
Such a perfect place to start"
Butch decide volver a Townsville. Tuvo el impulso y no lo soltó, se aferró a él y echó ropa a su maleta, ni siquiera se preocupó por llevar un cepillo de dientes ni su propio dentífrico, simplemente echó lo primero que vio y salió. Sin haberles dicho ni una sola palabra a sus hermanos, se fue, ofuscado, y algo preocupado. No por su estabilidad, sino que estaba más preocupado por su seguridad mental. ¿A qué se refiere? A su adicción, por supuesto. Le mandó un mensaje de uno de los chicos de la banda más famosa del bar, Tommy es su nombre, y este le envió un contacto, un dealer, en Townsville. Al saber que había un sujeto conocido por uno de sus conocidos, le dio la confianza y seguridad suficiente. A pesar de eso, su ansiedad no se calmó ni un minuto en lo que duró el viaje, y la señora que se sentó junto a él en el avión estuvo preocupada de que Butch tuviese algún arrebato durante el vuelo.
Apenas el vuelo aterrizó, a eso de las cuatro de la tarde, él se fue a juntar con la persona a la que más quería ver: el dealer. Qué patético se sentía, pero sus necesidades adictivas parecían más importantes que ver y hablar con su novia.
Pasadas las diez de la noche, Butch llegó al departamento de Buttercup. Ella estaba con su pijama, aunque tenía el cabello recogido y los anteojos puestos, y es que ella destinaba su tiempo antes de dormir a repasar sus apuntes para las clases siguientes.
—¡Butch! —dijo ella y se lanzó sobre él—. ¡Viniste a verme! ¡Dios! ¡Qué alegría!
Él le correspondió el abrazo, es más, la tomó entre ellos y se adentró al departamento de la chica, el cual estaba ambientado con un agradable aroma a manzana y canela. Cuando ella volvió a tocar el piso con sus pies, él la tomó por la nuca y la comenzó a besar con desespero, como si hubiera estado probando sus labios por última vez en la vida.
Ella intentaba devolverle la intensidad, pero la verdad no sentía que podía ir tan rápido como lo estaba haciendo él. Le empujó un momento para poder respirar con normalidad, y en ese entonces pudo mirarlo a los ojos.
Sí, definitivamente algo no andaba bien, sin embargo, ante la presencia de su novio, ella no quiso dejar pasar la oportunidad de poder disfrutar de su visita, aunque sea por unos segundos más. Volvió a besarlo, se dejó llevar por aquellas caricias que la condujeron a recostarse en el sofá y a sentir el peso del cuerpo de su novio.
Las caricias, los besos, la respiración entrecortada y el calor de sus alientos, todo estaba formando un clima de deseo que ambos habían estado esperando, pero, de alguna manera, Buttercup estaba segura de que esa actitud un poco acelerada no era normal y debía ser algún tipo de alerta. Butch no se estaba comportando de una manera adecuada, es más, parecía algo violento.
—Butch —decía ella entre beso y beso—, espera…
—Cállate —respondió el con algo de enojo en su hablar.
—No, no, detente…
Buttercup comenzó a empujarlo para quitárselo de encima, pero Butch insistía aferrarse a su cuerpo, le tenía sujetada por las caderas, e incluso si ella forcejeaba para zafar su agarre, él no cedía ni un milímetro, es más, la apretaba con un poco más de fuerza.
—¡Que te detengas, te he dicho!
De manera abrupta, Butch se detuvo, se enderezó y dirigió su molesta mirada hacia la pared. Buttercup seguía observándole, pero estaba recuperando su aliento, así que no le dijo nada por un momento. Se quedaron así, respirando profundamente y con cierta pisca de molestia por ambas partes: Butch, porque ella le frenó la lujuria; Buttercup, porque él no respetó ni tuvo la intención de escucharle.
—Relájate —dijo ella—, ya estás aquí y al ver tu maleta estoy segura de que no te irás hoy mismo, ¿verdad?
Butch asintió y suspiró pesadamente. Buttercup le miró con detenimiento, se dio cuenta de que, si bien se había quedado tranquilo, Butch tenía muchas ganas de moverse, estaba demasiado, demasiado, activo.
—¿Sucede algo? —preguntó ella.
—Nada en especial —respondió él—. Simplemente estaba muy feliz de verte. Lo estoy, de hecho.
Buttercup asintió con la cabeza, pero no parecía convencida. Algo en la expresión perdida y el rápido movimiento de su pierna le daba una muy mala espina. No estaba bien, y ella no quería confirmar lo que, ante sus ojos, era bastante claro y evidente.
—¿Te encuentras bien? ¿Cómo vas con tu banda?
—Bien, no he tenido problemas. Todo marcha… bien.
Escaso vocabulario. Tampoco es como si Butch tuviese una amplia labia, sin embargo, el que haya dicho "bien" dos veces era algo raro en él. Recordaba las veces en que le pidió ayuda para decir las cosas de otra manera, ya que solo así podría ampliar el repertorio de las letras de sus canciones… ¿y ahora solo bien define cómo está llevando todo?
Iba a decir algo, pero un agresivo Butch decidió que era el momento para poder dejar salir lo que tenía atrapado dentro de él.
—¿Y tú? ¿Cómo van las cosas con Mitch?
Buttercup, estupefacta, tardó un poco en reaccionar, pero luego cayó en cuenta de que él estaba molesto, muy molesto. Sacudió un poco su cabeza, como si así despejase su mente, mas los intensos ojos de Butch no se despegaban ni un segundo de los suyos.
—No entiendo de qué estás hablando…
—¿Cómo estuvo tu cita con él? —insistió.
—No he tenido ninguna cita con Mitch.
—No seas descarada, ¿vale? ¡Di la verdad!
—¡Que te la estoy diciendo! ¡Te he dicho la verdad! ¿Por qué no me crees?
—Te vi, vi tus fotos con él. ¿Cómo estuvo esa vuelta a casa con él? ¿Da buenos besos?
—No puedo creer lo que estoy escuchando, joder…
Buttercup se puso de pie y pasó ambas manos por su rostro. Butch no le quitaba la mirada de encima, cada paso que daba, era una excusa más que estaba inventando. En ese momento, para Butch, Buttercup no era más que la personificación misma del engaño y la tortura. El silencio de la chica era una daga clavada en su corazón, incluso si solo estuviese así un par de segundos.
—¿Lo dices por la salida que tuvimos Blossom, él y yo? —preguntó ella.
—Sí.
—En donde salimos los tres…, ¿verdad?
—¡Que sí!
—Pues, si todo eso fue así, deberías tener más consideración por cómo estás hablándome, porque yo no te he engañado con nadie.
—Por supuesto que me lo vas a negar. No tienes ni una pizca de descaro.
—Butch, yo no te he engañado con nadie —aseguró Buttercup intentando mantenerse calmada—. Esa salida fue solo de amigos, y esa foto en el auto, fue porque Mitch se había quedado dormido.
—¿Y dónde estaba Blossom?
—En el asiento delantero, de copiloto.
Butch se quedó en silencio y agachó la cabeza. Buttercup se sintió relajada, ya que su novio parecía estar uniendo las piezas para darse cuenta de su error. Dio un paso para acercarse a él, pero Butch se puso de pie violentamente, lo que provocó que Buttercup se alejara de él.
—¡¿Tú me crees imbécil?! ¡¿Te piensas que voy a creer esa idiotez que me estás diciendo?! ¡Joder! ¡Que yo no soy ningún idiota al que le puedas hacer pasar por tonto!
—¡No te estoy engañando! —respondió ella completamente ofuscada—. ¡Deja eso!
—¡¿Entonces explícame qué hacías con ese imbécil?! ¿No me decías que la universidad se te tornaba algo tormentoso? ¡Qué va! Si cuando tienes la oportunidad ¡te vas con ese imbécil!
—Estás sacando las conclusiones equivocadas —suspiró Buttercup—. Dios, Butch, yo siempre he tenido cuidado con tus celos enfermizos, no pensé que podrías llegar a montarme una escena con Mitch, ¡nuestro amigo!
—¡Ese hijo de puta no es mi amigo! ¡Sé que siempre ha querido acostarse contigo y yo no lo voy a permitir! ¡No mientras seas mía!
—¿Disculpa? ¿Qué quieres decir con mientras seas mía?
—No puedo soportar la idea de alguien más teniéndote —dijo Butch, pero Buttercup parecía no terminar de entender lo que él le estaba queriendo decir.
—Vale —suspiró ella, pero la verdad es que tenía muchas ganas de decirle un par de verdades a su novio en ese momento—. Déjame ver si entiendo: tú no quieres que salga con nadie porque, incluso Mitch, tiene ganas de acostarse conmigo —dijo, a lo que Butch solo la miró con una expresión un tanto agresiva—. Pero yo sí tengo que soportar que tú te líes con la primera chica que se te cruce en el camino, ¿verdad? ¡Hazme el favor!
Butch se puso de pie y la sujetó de los hombros. Si bien, ella se asustó por aquel brusco movimiento, no pareció dejar que su espíritu se quebrara.
—¡No voy a soportar que ningún otro ponga un dedo sobre ti! ¡Te prohíbo terminantemente que te relaciones con algún otro hijo de puta! ¡En especial si se trata de Mitchelson!
Empezó cierto forcejeo. Buttercup intentó empujarlo, pero él se negaba a soltarla, parecía aplicar más fuerza de la necesaria. Gritos, arañazos, escupitajos, jalones, ambos estaban recreando una lucha de gatos, pero ella se veía más ventajosa físicamente, aunque fue la primera en romper en llanto.
Producto del cúmulo de emociones, Buttercup empujó a Butch haciéndole chocar contra la pared, golpeando así su cabeza y cayendo sin respuesta al piso. Se asustó, joder, ¡qué había hecho!
Se acercó rápidamente hasta su novio y lo tomó por los hombros. Él no reaccionaba, y ella comenzó a llorar. Lo sacudió incontables veces, lo llamó por su nombre para ver si reaccionaba, pero el chico no respondía. Comenzó a llorar, desperada y asustada, gritó su nombre hasta que Butch volvió a abrir los ojos.
—¡Reacciona, por favor!
Butch le agarró las muñecas y la miró directamente a los ojos. Ella no sabía cómo reaccionar, es decir, él había despertado, pero no parecía aturdido en lo absoluto. Estaba furioso, completamente furioso, mientras que ella sentía un poco de alivio al ver que, al menos, no había pasado lo peor.
—¿En qué te has convertido? —le preguntó él—. ¿Acaso intentabas matarme?
—No, no…
—Tienes que saber que un par de golpes contra la pared no me van a matar. Estudias medicina, ¿no? No seas ridícula.
—Butch…
—No sé en qué estaba pensando cuando volví hasta aquí para encontrarme contigo.
Con cierto atisbo de fuerza, se pone de pie y termina por empujar a la chica al piso. No se inmutó en ayudarla a levantarse, sin embargo, Buttercup le agarró del pantalón, obligándole, así, a verla.
—No te vayas.
—No me digas qué hacer.
—Butch, por favor.
Buttercup se puso de pie, con dificultad. Sus pies resbalaron, se sujetó de la camiseta de Butch, pero este, una vez más, evitó ayudarla. Ella se aferraba con desesperación, mientras que él trataba de controlar sus impulsos.
—Eres una puta —le dijo Butch—, una asquerosa puta.
Mas Buttercup, ignorando la ira impregnada en las palabras de Butch, fijaba su atención en los ojos de él y, con la voz entrecortada por las emociones presentes, preguntó:
—Volviste a consumir, ¿verdad?
—No me toques —masculló él en respuesta.
—Butch.
Buttercup le tomó el rostro y, utilizando sus pulgares, presionó para poder observar con más detalle las pupilas de su novio. Ahogó un grito, la decepción estaba apoderándose de su mente mientras comenzaba a temblar como reacción de la rabia. Butch no cedía y, ante la postura cambiante de su novia, quiso desafiarla para obtener la ventaja.
—Te drogaste.
El susurro sibilante de Buttercup penetró en Butch como si fuese capaz de hacerle daño, sin embargo, él lo sintió como la suave caricia de una aguja.
—Sí, ¿y qué?
—Me prometiste que no volverías a hacerlo.
—Pues no pude cumplirte esa promesa.
Como si el aire se hubiese dañado, Buttercup sintió su respiración entrecortada. Un apretón en el pecho y el lento hervor de la sangre. Había mucho por sentir en ese momento, y Buttercup se estaba llevando la peor parte.
Butch se empeñaba por demostrar superioridad, en tanto Buttercup se esforzaba por no actuar bajo el impulso del momento.
—¿Es así de fácil para ti? —preguntó ella—. ¿Ni siquiera le vas a tomar el peso a lo que me estás diciendo?
—No tengo nada más por decir. No te metas en mi vida, porque no eres nadie para decirme lo que puedo o no puedo hacer.
Un ardor punzante lo hizo reaccionar. Buttercup no logró suprimir sus impulsos y descargó su ira mediante una bofetada que le llegó a voltear la cara a Butch.
—No te doy otra ostia porque, en realidad, ni siquiera quise darte la primera —habló Buttercup con un hilo de voz.
Butch no respondió.
—Vete de mi casa. No quiero tener que verte la cara ni un minuto más. Eres despreciable.
Buttercup arrastró cada una de las sílabas, y si bien sentía que su voz se quebraba, no quería que su postura lo hiciera. Si Butch iba a estar desafiante, ella también lo estaría.
—Ya no eres mi problema. Me niego a relacionarme con un hombre que no se hace responsable de sus acciones, mucho menos cuando ese mismo hombre cae en los excesos que tanto daño le han hecho.
Butch seguía sin decir nada.
—Yo no soy tu centro de rehabilitación.
Fue entonces cuando Butch se dio cuenta de que lo que estaba viviendo era real, que esa pelea con su novia no era producto de su imaginación. No estaba fantaseando, no se trataba de un delirio por drogas. Él, realmente, había causado que Buttercup reaccionase de esa manera y en ese momento estuviese dando vueltas por su sala sujetando su frente con la palma de su mano derecha.
—Buttercup…
—Te dije que te fueras —espetó—. Ahora, o llamaré a seguridad.
—No, no, nena, por favor, escúchame.
—¡Que te vayas!
—¡No me iré si no me escuchas!
—Es que no quiero escucharte.
Buttercup descubrió sus ojos, la rabia en ellos era penetrante, Butch se sintió absolutamente intimidado. El latido de su corazón comenzó a acelerar y a retumbar dentro de su pecho.
¿Qué había hecho? ¿Cómo pudo ser que se dejó llevar por la absoluta ira sin siquiera pensar en la forma en que esa actitud desencadenaría en una crisis emocional?
—¡Vete de mi casa!
Latido. Latido. Latido. Latido.
Butch decidió ignorar el grito de Buttercup e intentó acercarse.
—¡Vete! ¡Llamaré a seguridad!
Latido. Latido. Latido. Latido. Un grito.
—¿Y qué estás esperando? ¡Venga, hacedla! ¡Que vengan a por mí! Tú me debes escuchar.
—¡Que te den!
Latido, latido, latido, latido... latidolatidolatidolatidolatidolatidolatido. Pausa.
En un abrir y cerrar de ojos, Butch sintió unos brazos jalándole. Forcejeó para zafarse del agarre, pero le resultó imposible. Vio cómo la figura de Buttercup se hacía más pequeña mientras lo arrastraban fuera del departamento.
Solo entonces se fijó que la chica tenía un anillo que le había dado hacía tiempo. Un anillo de plata en su mano derecha, el anillo de promesa.
Butch, entonces, se dio cuenta de que realmente lo había arruinado todo, de nuevo.
"Le temo a la mordida,
aunque no sea tan áspera como el ladrido.
La mitad de la aventura
es un buen lugar para empezar"
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Reeckless Pretty, no tengo palabras para agradecer por tu review. Me encanta que detalles todo, lo aprecio demasiado. Concuerdo contigo con respecto a Butch, que yo también le odio. Voy a responder a tus preguntas. Sí, Bubbles vive en la ciudad. Butch y los chicos tuvieron dificultades económicas que también impactaron socialmente en ellos, en el próximo capítulo podrás conocer al respecto; solo diré que Butch tiene problemas porque ni siquiera sabe lo que quiere. Muchas gracias por comentar, reitero, aprecio mucho tu opinión.
¡Hasta la próxima!
