NA: No soy dueña de Harry Potter toda su autoría a J.K Rowling.
Miedo:
—Legeremens. — dijo mientras apuntaba al niño dormido con la varita. Lupin lo iba a matar si llegaba a enterarse de aquello.
Una sucesión de recuerdos borrosos llegaron a él, el primero era la vista desde una vieja cuna con los barrotes de madera desgastados de un techo mohoso, pronto llegó el siguiente recuerdo, se encontraba en el regazo de alguien que le estaba dando de comer.
"Remus" — identificó inmediatamente Snape.
En el siguiente se encontró en una pequeña habitación de la que llegaba escasa iluminación proveniente de los huecos de las persianas, vislumbraba algunas figuras pertenecientes a más niños.
Volvió a cambiar y pronto se volvió a ver en los viejos y gastados barrotes de una cuna desde la que podía observar dos figuras una de una mujer regordeta, bajita y con una larga melena canosa que se encontraba de espaldas hablando con un hombre alto y con bastante vello corporal, era incapaz de verle el rostro con claridaz.
Fue enviado a otro recuerdo en el que está vez tenía a Remus delante de sus narices.
—Venga, pequeño, di papá, no es tan difícil. —le estaba diciendo. — O di algo por lo menos.
Rápidamente salió de la mente del niño como si se hubiera quemado por dentro, el niño a su vez se despertó, miró nervioso a su alrededor y comenzó a llorar haciendo que Snape se quedase paralizado. No había hecho eso nunca en los dos últimos meses que había pasado con ellos y Lupin no se encontraba allí para solucionar aquello, hoy había tenido que salir para hacer algo importante, según le había comentado sin dar ningún detalle y a pesar de que eran las nueve de la noche aún no había regresado.
Pronto los sollozos habían pasado y ahora el niño se secaba hipando las lágrimas de los ojos con la mano, se guardó la varita y encendió la luz.
El niño lo miró por un instante y pareció tranquilizarse. Le pasó una mano por el cabello con la intención de que dejase de llorar y la atención del niño de pronto cayó en la gran antología de cuentos que había en la mesilla de noche y de la cual Lupin siempre le leía una historia al anochecer.
Snape también la miró y se decidió a cogerla con cuidado seguido bajo la atenta mirada del niño que había dejado de llorar, pero todavía continuaba con los ojos vidriosos.
—¿Te... cuento alguna historia?
...
Serían alrededor de las diez y diez cuando por fin había llegado a casa, sus padres lo habían entretenido más de la cuenta tras su "triunfante" salida del ministerio con el pergamino, aunque también gracias a ellos ya casi había cubierto todo, solo quedaba la firma de Snape y el apellido que le pondrían al niño, que no había querido rellenarlo hasta haberlo hablado con él.
Hacía ya más de una semana que Snape se había dado por vencido y había dejado de buscar noticias e información sobre niños desaparecidos y cada vez que Lupin trataba de sacar el tema de qué harían ahora con el pequeño, Snape huía de la habitación, escondiéndose en su sala de trabajo: un cuarto que había habilitado con varias estanterías llenas de libros e ingredientes para pociones así como con un caldero y un escritorio.
Esperaba que estuviera de acuerdo porque sino los tramites de adopción no se llevarían a cabo, Albus le había hecho un gran favor consiguiéndole el permiso de adopción, pero en el ministerio solo habían cedido definitivamente al escuchar las palabras Wolfsbane y maestro de pociones en la misma frase.
Se sorprendió al descubrir que la luz de la habitación del niño estaba todavía encendida y que Snape le estaba contando una historia, "Los músicos de Bremen" que hasta ahora había sido el cuento favorito del niño.
Dejó los papeles sobre la mesa y se dirigió a la habitación donde se apoyó contra la puerta de la que pronto, esperaba, sería la habitación de su futuro hijo y observó la escena, Severus se hallaba leyéndole una recopilación de cuentos muggles al pequeño, sentado en la cama junto al niño que observaba los dibujos con gran fascinación en sus ojos marrones.
En los últimos dos meses había cambiado bastante, había engordado alrededor de seis kilos y su piel pálida se había tornado a moreno.
No estaba prestando especial interés a la historia, ya la había leído suficientes veces como para sabérsela de memoria, por ello se sobresaltó un poco cuando Snape cerró el libro de golpe y declaró:
—Fin, se acabó la última historia por está noche.—dijo dejando el libro sobre la mesilla de noche.
Dudó por un instante, pero terminó por pasar una rápida mano por el cabello castaño del niño, al que Lupin pronto esperaba poder llamar Teddy.
—Buenas noches.— le había susurrado Snape.
En ese momento el niño le había dado un abrazo que había hecho que Snape se pusiera rígido, lo que había hecho sonreír a Lupin desde la puerta, así habían sido sus primeros contactos físicos con Severus.
Después de separarse, Severus volvió a acariciarle el cabello y acto seguido se levantó de la cama para salir de la habitación.
Remus se dirigió rápidamente a la cama y le dio un beso en la mejilla izquierda mientras el niño le correspondía con un abrazo, él también correspondió al abrazo y en cuanto lo hubo soltado, acostó al niño y rápidamente lo arropó.
— Buenas noches, cariño.
Apagó la luz y salió de la habitación.
La luz de su dormitorio estaba encendida, no le cabía duda de que Snape se encontraba allí cambiándose de ropa.
Pasó de nuevo por el comedor para recoger el pergamino que había dejado sobre la mesa y se encaminó con una sonrisa radiante hacia la habitación.
La sonrisa desapareció de su rostro en cuanto vio que Snape ya tenía puesto su camisón gris y se miraba el antebrazo izquierdo en el espejo con preocupación, una vieja costumbre que Lupin había creído olvidada con el paso de los años.
—¿Está todo bien?
—Sí.— contestó rápidamente Snape bajándose la manga.— De momento sigue todo en orden, pero no podemos confiarnos, Dumbledore está seguro de que regresará y pronto volveremos a tener noticias de él.
Cerró la puerta de la habitación y echó el pestillo.
—¿Y qué harás cuando vuelva?
Lupin tragó saliva y se contuvo tratando de no retorcer aquel pergamino oficial entre sus manos y que cambiaría completamente su futuro.
—Prefiero no pensar en ello.
—¿Lucius Malfoy te ha comentado algo...?
—A parte de que espera que este año Dumbledore deje el puesto de director y recaiga sobre mí, no mucho, está furioso porque al final tendrá que enviar a su mocoso a Hogwarts.—Severus suspiró nada más ver el pergamino con el sello oficial del ministerio que Remus sostenía entre sus manos, sabía que tarde o temprano llegaría el momento. Se mordió la cara interna de la mejilla.— ¿Quieres hablar ahora del tema?—Hizo una especie de mueca como si se hubiera metido a la boca un caramelo amargo, que no pudo evitar, realmente no era el mejor momento para los planes que tenía Lupin.
Remus asintió lentamente.
—Sí, ¿Cuándo lo haremos si no? Ya han pasado dos meses, tiempo suficiente para que los padres se manifestarán y no ha habido ninguna señal de ellos ni por parte del mundo muggle, ni por parte del mágico, en todo el planeta. —Recalcó las últimas cuatro palabras con tono serio y después volvió a sonreír. —Así que le he pedido a Albus un favor bastante grande.
—Me supongo, no creo que en el ministerio lo miraran con buenos ojos cuando les pidió que dejaran a un hombre lobo adoptar, me imagino ya la cara de Dolores Umbridge.
—¡Oooh! ¡Armó un lío bastante grande! Pero al final han accedido debido a ti— dijo Remus con la voz más suave que pudo.—y a la poción Wolfsbane... y el reglamento no lo prohibe. — añadió.
Severus puso cara de asco.
—Seguro que se les puso más cara de idiotas de la que ya tienen de por sí... ¿No salió el tema de la licantropia del niño?
Remus negó rápidamente con la cabeza.
—No, si puedo evitarlo, no, no van a meter a nuestro hijo en ninguna lista de parias sin siquiera saber hablar.
Snape se llevó la mano al antebrazo izquierdo y Remus por un instante vio dolor en sus ojos, sin saber si había sido por la mención de "nuestro hijo" o "lista de parias". Se acercó a él y lo abrazó.
—Volverá y de lo único que estoy seguro es que tendré que volver a ser vuestro espía — dijo de pronto Snape con un tono de miedo que Lupin no había oído en muchos años— y si se enteran de lo que he estado haciendo en estos últimos años no me lo pondrán nada fácil ya puedo imaginarme la cara de Lucius Malfoy en cuanto se entere de lo que has solicitado «Ah, Severus, nunca me dijiste que estabas enrollado con un hombre lobo, además he oído que vais a adoptar a un niño ¿Qué será? Un sucio muggle con problemas de licantropia como su papá ¿Es esto algo que heredaste de tu madre?»
—No sabemos si es un muggle.— respondió rápidamente Remus aunque eso fuera lo que habían dicho en el ministerio.— Además si el señor Tenebroso regresa volverá a intentar reclutar hombres lobos, gigantes, dementores... y todas las criaturas que se encuentren en una situación marginal debido a las acciones del ministerio.
Snape ignoró completamente su último comentario.
—Desde luego no parecerá un sangre limpia para Malfoy, ni para ningún otro mortífago, ni mucho menos para quién-tú-sabes, además que no este prohibido por el ministerio de magia que dos personas del mismo sexo tengan una unión no significa que lo toleren sería la guinda del pastel para todos ellos.
Se hizo un silencio en la habitación, que no tardó en ser roto por Remus.
—Dumbledore no te hubiera mencionado nunca a Fudge, si esto te pusiese en peligro...—la voz de Lupin se apagó de repente, un ligero sollozo vino de la habitación de al lado. Snape tragó saliva, mientras que Remus se puso pálido.—¿Nos estará escuchando? —hubo un ligero tono de pánico en su voz, apoyó el pergamino sobre la cómoda. —Todavía faltan dos semanas para la luna llena, no debería poder oír tan bien. —dijo abriendo el pestillo de la puerta y saliendo de la habitación.
Snape se pasó los dedos por el grasiento cabello, tal vez debería haberlo dejado tranquilo y no haber irrumpido en su mente buscando alguna especie de recuerdo relacionado con sus padres o algún familiar o algo que pudiera decirle cualquier cosa sobre él, pero en su lugar solo había conseguido reavivar un miedo casi olvidado en el pequeño que había conseguido transmitirle a Snape.
Lupin regresó un par de minutos después con el niño sollozando entre sus brazos y con un trozo de papel de cocina con el que estaba limpiándole los mocos y las lágrimas al niño.
—Todo está bien, pequeño, todo está bien.
A la mañana siguiente, tan pronto como su mente rondó la consciencia, abrió los ojos. El reloj, que estaba en su mesilla rodeado de varios ingredientes destinados a la elaboración del Wolfsbane así como de un libro de pociones que había estado corrigiendo, marcaba las diez y media de la mañana y por un instante se le hizo extraño no sentir a Lupin pegado a él como una lapa.
Sus ojos regresaron a la cama para encontrarse a Lupin abrazado al niño que dormía entre ellos dos.
Por un momento su mirada recayó de nuevo en el pergamino que había dejado Remus sobre la cómoda la noche anterior, se incorporó de la cama y lo ojeo, hizo una especie de mueca al ver que estaba ya casi todo cubierto, faltaba el apellido del pequeño donde se había puesto a lápiz ¿Snape o Lupin? Y su firma, el nombre en ningún momento iba a entrar en debate, puesto que con tinta ya había escrito "Edward" .
Frunció el ceño, sacó de uno de los cajones de la cómoda una pluma y un tintero, relleno sin dudar el apellido y firmó al final junto a la firma de Remus.
