Espero que les guste la historia.

N / A; No soy dueña de Harry Potter, toda su autoría a J.K Rowling.


Muggle:

Se presentó en la mansión Malfoy al día siguiente de recibir una carta de Lucius.
Se apretó los dientes, tan solo había pasado una semana de haber adoptado a Edward legalmente y Lucius ya tenía que meter las narices en su vida.

Profirió una maldición y se frotó sus cansados ojos con las manos, ni él ni Lupin habían estado durmiendo bien a causa de las pesadillas que tenía el niño y de su reciente incapacidad de poder conciliar el sueño a pesar de estar acostado entre ellos dos.
Llamó a la puerta y al poco rato le abrió un elfo doméstico que tenía la cabeza y todos los dedos de las manos vendados.
—Estoy aquí para hablar con el señor Malfoy.— dijo antes de que al elfo doméstico le diera tiempo a abrir la boca. Le enseñó de forma fugaz la carta que había recibido y el elfo asintió en señal de entendimiento.
Lo guió hacia una sala de estar donde sentado en una butaca se encontraba Lucius Malfoy leyendo el periódico. No pudo evitar por un instante fijarse en el gran ventanal que había detrás de él para ver a su hijo, Draco, practicando con la escoba.
"La está agarrando mal"— no pudo evitar pensar, hasta él sabía agarrar bien una escoba a pesar de su escaso conocimiento sobre Quidditch.
—Amo, el señor Snape acaba de llegar, Dobby ira a prepararles algo de café ahora mismo.
—No te molestes, Dobby.— La voz de Lucius sonaba en un tono envenenado.— El señor—levantó la vista del periódico y le sonrió con malicia.—Lupin.—Las mejillas de Snape se pusieron rojas de ira en cuanto hubo pronunciado ese apellido, no iba a permitir que precisamente él lo llamase así.— no pasará mucho tiempo aquí.
—Como desee, amo.— el elfo domestico abandonó la estancia.
—Pero aún así, Dobby, estoy seguro de que el señor Black agradecerá que le traiga algo para picar.— dijo antes de que el elfo se alejara más de un metro de él.
El elfo domestico se quedó paralizado por el miedo, Lucius Malfoy se levantó de un saltó de la butaca, tenía la cara contraída en una expresión de ira.
—Snape.
—Malfoy.
—No tengo nada que hablar contigo.
—Y yo no estoy dispuesto a que me llames traidor en una carta y que me difames diciendo que estoy en contra de los ideales del Señor Tenebroso.
La expresión en el rostro de Lucius se suavizó, pero aún así sus ojos le dedicaban una mirada asesina a Snape.
—¡Ah! ¿Y a caso no lo estás? Te emparejas con un sucio hombre lobo y adoptas un asqueroso muggle, dime Snape, ¿De quién fue la idea de apellidarlo Prince como si formará parte de una descendencia de sangre limpia?— Por lo visto en el ministerio le habían dejado sin ningún tipo de pudor leer de arriba a abajo el pergamino de la adopción.
Severus se mordió la cara interna de la mejilla con fuerza, aquella había sido su decisión, en ningún momento había concebido la mísera idea de apellidar al niño Snape debido al inmenso odio y repulsión que sentía hacia su padre y Lupin no iba a ser una opción conociendo ya a Remus y a sus padres para los que dejaría de ser solo una broma llamarlo "el nuevo señor Lupin", sin embargo el apellido de Prince siempre había estado presente en su vida de forma positiva debido a que en sus años de Hogwarts dónde se había apodado a sí mismo "Príncipe mestizo" en honor al apellido de soltera de su madre, además de que a ella si le había tenido un inmenso cariño antes de que falleciese cuando estaba en su tercer año en Hogwarts.
—Sin embargo.— Malfoy continuó al ver que no le respondía.— Snape habría quedado perfecto, un sucio apellido muggle para un sucio muggle.
Snape respiró hondo, iba a necesitarlo si quería tanto mantener una conversación con Malfoy como mantener una gran fuerza de voluntad para no sacar la varita y hechizarlo con la primera maldición que se le viniese a la cabeza.
—No quería relación con él, solo ha sido un estúpido capricho de Remus.— mintió.
—¿Y Lupin? Una familia que hasta tu suegro fueron dignos sangre limpia, pero hoy en día lo único que dan es vergüenza.
Se obligó a sí mismo a cruzarse de brazos y a evitar que sus manos no volarán hacia el cuello de Lucius.
—¿No es obvio? No soy el señor Lupin de nadie, soy Snape, Severus Snape.—hizo una breve pausa para tragar saliva.— No deberías juzgarme sin conocer mis verdaderas intenciones.
Lucius Malfoy se sentó en el sofá y fingió sorpresa de una forma descarada.
—¿Cuáles intenciones? Parece que hayas olvidado tu odio hacia los estúpidos, patéticos y asquerosos muggles.
Por un breve instante la mente de Snape atrajo a él una imagen de Hope Lupin, la madre de Remus y de origen muggle, hizo un gran esfuerzo por no clavarse las uñas a los brazos que seguían cruzados.
—No, sigo odiándolos tanto o más que antes.— mintió.— pero me asegura una coartada perfecta frente a los ojos de Dumbledore, —Lucius lo miró sin comprederlo.— Cuando regrese, puedo afirmar que le seré más útil, así podría pasarle al señor Tenebroso información sin que sospechen de mí.— aclaró.
Lucius hizo una mueca de asco como si acabase de oler algo particularmente desagradable.
—Entonces, ¿Te estás follando a un hombre lobo por el bien de los intereses del señor?
—Nadie no ha mencionado que no me pueda divertir.—dijo Snape haciendo una mueca.
La boca de Lucius Malfoy formó de pronto una desagradable sonrisa.
—Dobby, elfo inútil, trae ese café y esas galletas tal y como sugeriste antes.
Severus recayó de pronto en el elfo que todavía continuaba allí paralizado por el miedo, el elfo se dio varias veces con la cabeza contra la pared diciendo en voz alta: "Dobby malo, Dobby malo" y finalmente contestó algo aturdido:
—Como ordene, amo.
Snape negó rápidamente con la cabeza.
—No te molestes, ya me voy, no he venido aquí a discutir de mi vida sexual con nadie.— pero el elfo doméstico lo había ignorado por completo y se había ido hacia la cocina en busca de lo ordenado.
—¿Por qué Lupin?— la pregunta lo pilló desprevenido.
Snape se encogió de hombros y se obligó a sí mismo a no evocar ese recuerdo en presencia de Lucius Malfoy.
—Venganza.— dijo con voz neutral.— James Potter y Peter Pettigrew están muertos, Sirius Black pudriéndose en Azkaban, ¿Quién falta por pagar su parte?
Malfoy sonrió de una manera burlona.
—¿Piensas romperle el corazón como venganza? ¡Qué estupidez!
—Nunca has visto como estaba hace diez años, pero de todas formas no te preocupes, si mi lealtad es lo único que te importa ten por seguro que cuando vuelva el Señor Tenebroso la juzgará y si está de acuerdo contigo, ya sabes lo que hará.
—Si es que alguna vez regresa, Snape.

Y dicho aquello Severus se dio la vuelta mientras observaba al elfo doméstico venir con una bandeja en la que llevaba dos tazas de café y un plato con galletas.
—Dobby, acompaña al señor Snape a la salida.— le dijo antes de que el elfo llegará a la puerta.— Y Severus, sigue divirtiéndote.

En ese instante agradeció estar de espaldas, porque sí le hubiera llegado a ver la cara a Lucius estaría seguro de que se la habría desfigurado con algún hechizo.
—No lo dudes, Lucius.

...

—¿Cómo fue?— le preguntó Lupin nada más verlo entrar en casa, estaba poniendo la mesa.
Rápidamente buscó a Teddy y lo encontró al lado del sofá mordiendo una pieza de un puzzle de letras que le habían regalado los padres de Remus con el fin de que las aprendiese, pero el niño había demostrado muchas más ganas en romperlo.
—Tan bien como podría haber ido.—dijo dirigiéndose hacia el niño y quitándole la pieza de la boca con cuidado. Lupin se acercó a él y lo abrazó, apenas duró dos segundos el abrazo antes de que Snape se deshiciera de él — Necesitó hacer algo antes de comer.— declaró.
—No te culpo, desahogate.— Severus le dio un rápido beso en la mejilla a Lupin, acarició el cabello de Teddy y se dirigió rápidamente a su sala de trabajo.
Cerró la puerta y se dirigió hacia el pensadero del escritorio que había llenado de recuerdos antes de ir a ver a Lucius.
Rápidamente hundió la cara en él y buscó el recuerdo que había reprimido en la mansión Malfoy.
La habitación alrededor de él comenzó a cambiar y en unos instantes se vio a sí mismo en un cementerio, totalmente despeinado, con el cabello más graso que nunca, con las ropas desaliñadas y aunque no podía verlas sabía que tenía ojeras de no haber estado durmiendo bien en los últimos tres meses tras la muerte de Lily, así había comenzado todo.
Se vio secarse las lágrimas con la manga de la túnica, un nudo se le formó en el estómago.
Rápidamente se dio la vuelta y miró a Remus subir las escaleras con un ramo de rosas blancas en la mano, su estado no era mucho mejor que el suyo.
Se paró en seco nada más verlo frente a la tumba, conmocionado, pero luego continuo acercándose más a él.
—Ni se te ocurra ponerme las manos encima sucio hombre lobo.—había escupido antes de que Lupin le apoyase una mano en el hombro.
Lupin se encogió de hombros.
—Solo intentaba ser amable.— dijo colocando las flores en la tumba.—Hasta en un momento como este tienes que ser desagradable.
Vio como su cara se crispaba de rabia, se secó de nuevo las lágrimas de los ojos y murmuró.
—Sinceramente me alegro de que James y Peter hayan muerto y que el estúpido de Sirius Black este pudriéndose en Azkaban, se lo merecían.
La mirada de Lupin se ensombreció, pero a pesar de todo no dijo nada.
Estuvieron un rato largo en silencio, nunca antes aquel momento había sido tan tenso.
De nuevo volvió a secarse las lágrimas.
—Siento todo el daño que te hicieron...— había comenzado Lupin.
—¡Vete a la mierda! Ahora no hables como si no estuvieras implicado en ello.—hizo una mueca de asco.—Y de todas formas, ya me importa una mierda, todo el daño ya está hecho.
Se dio la vuelta y estaba a punto de irse cuando la voz de Lupin resonó en todo el cementerio.
—De verdad que lo siento, Severus, tienes razón tal vez si hubiera hecho algo no hubieras cometido muchas de las tonterías que hiciste.— se vio lívido de ira en un instante, una de las venas del cuello comenzó a hincharsele.
Rápidamente cerró los ojos, sabía lo que venía. Escuchó un fuerte golpe y después solo siguieron sollozos.
Volvió a abrir los ojos, la mejilla de Lupin estaba de color escarlata por el puñetazo que acababa de propinarle y él muy estúpido en lugar de devolverle el golpe estaba abrazándolo.
—Suéltame, imbécil, suéltame.— Estaba dándole pequeños golpes en la espalda con el puño que todavía le dolía tras el golpe que acababa de asentarle a Remus. — No he hecho tonterías, ¡Ojala hubiera hecho solo tonterías! Lo que he hecho son cosas horribles.

Nunca en su vida se había visto tan destrozado, ni ante los malos tratos de su padre, ni ante los abusos de los merodeadores, ni cuando se había enterado de la muerte de su madre y ni tan siquiera después de realizar los asesinatos y torturas que Voldemort le encomendaba.
El recuerdo cambio mientras dos lágrimas le resbalaban por la mejilla, se las secó al ver que el recuerdo había cambiado, ahora, se encontraba en el Gran Comedor de Hogwarts en su quinto año, haciendo el examen del TIMO sobre defensa contra las artes oscuras, salió rápidamente, nada en aquel recuerdo había merecido la pena.