Me quedó un capítulo bastante largo, pero había muchas cosas que quería contar antes de iniciar el tercer año y aún me queda una, que reservaré para el próximo.
No soy dueña de Harry Potter, por su puesto toda su autoría a J. K Rowling.
Sof77: Eso espero, muchas gracias por tu comentario
Brigar:
El vaso de Wolfsbane de Teddy todavía lucía casi lleno después de veinte tediosos minutos intentando que se lo bebiera, pues casi tres cuartas partes de las veces que se lo había llevado a la boca solo había mojado los labios y los pocos sorbos que había logrado que diera habían sido minúsculos.
Por su parte Snape, cansado pues en las últimos días apenas había logrado dormir cinco horas, trataba de canalizar toda su rabia en Lupin que hacía ya un cuarto de hora se había bebido su poción y que se encontraba sentado a escasos tres metros de ellos en el sofá, leyendo el periódico completamente abstraído del mundo que lo rodeaba. Aquella misma mañana lo había dejado en claro no iba a mover ni un solo dedo más por que en los cinco restantes días que quedaban el pequeño se tomará las dosis de la poción, después de que en los últimos dos días se hubiera encargado él solo.
Snape miró hastiado el vaso, nada con lo que le había amenazado había hecho que el contenido descendiera más deprisa: quitarle los dulces por un año, tendría que leerse sus propios cuentos por la noche (acción que no le vendría mal hacer para mejorar su lectura), desenterraría todas y cada una de las semillas que Teddy había estado escondiendo por el jardín a lo largo del verano y se quedaría sin Gris (un lobo de peluche que le había comprado Hope Lupin en una visita al zoo el día de su cumpleaños y que había sido su regalo favorito).
— Edward Prince, por última vez no tengo todo el día. — dijo Snape con tono amenazador, le temblaban las manos con las que se sujetaba las rodillas, apenas le quedaban doce días para que comenzará el curso y tenía que acabar con un asunto importante.
Lupin pasó tranquilo y despreocupado a la siguiente hoja del periódico mientras Teddy miró el vaso con gran concentración, sin una clara intención de levantar ninguna de las dos manos del borde de la mesa.
Trató de calmar su ira y miró desesperado a Remus. En los últimos meses Lupin había conseguido que se bebiera la poción a base de jugar a diversos juegos, pero no tenía tiempo, ni humor para ninguno de ellos.
Hizo un gran esfuerzo por no mostrar su rabia.
— Por favor—dijo tratando de poner voz melosa. — encárgate de esto, Lupin, no tengo tiempo... Te lo compensaré está noche.
Remus levantó brevemente la vista del periódico.
—Claro, sin duda lo que estés haciendo allí adentro es más importante que tu hijo. —dijo Lupin con frialdad, crispando el rostro de Snape en una mueca de ira. — Entonces habrá un animal salvaje durante la luna llena, tal vez así entienda de una vez que ser un hombre lobo no es nada divertido.
Snape miró encolerizado a Lupin, ninguno de los dos se dio cuenta de que en aquel momento en la chimenea se había prendido una llama que se había tornado a un color verdoso.
— ¡No seas estúpido!
—¿Yo estoy siendo estúpido? Lo dice el hombre que se ha pasado las últimas semanas encerrado y fingiendo que no tiene familia.
Los ojos de Snape se llenaron de lágrimas de rabia, por un instante pareció que iba a gritarle algo, pero se mordió la lengua en el último momento y se lo calló.
— Lupin, eres un imbécil. — Snape se pasó el pulgar sobre los ojos para secarse rápidamente el exceso de agua.
—Yo diría exactamente Remus, después de todo tú y mi pequeño nieto también sois Lupin.— comentó Lyall Lupin saliendo de la chimenea con una caja de cartón entre las manos . La sangre de Snape se le heló, mientras Remus cerró rápidamente el periódico y se puso de pie.
Hope Lupin salió detrás de él con otra caja entre las manos.
—¿Qué hacéis aquí? — preguntó Remus. —Todavía quedan alrededor de doce días para que empiece el curso y habíamos acordado que se iría a vivir a Londres con vosotros.
—Es que... —Lyall vaciló por un instante, pero logró componer una sonrisa sincera—Ayer recordando viejas vivencias con tu madre nos hemos dado cuenta de que extrañamos vivir en Gales.- soltó la caja y está ascendió hasta el techo como si fuera un globo cargado de helio, una vez que lo toco, Lyall la hizo descender con la varita hasta una de las esquinas del salón-comedor.
—¿Viejas vivencias? — preguntó Lupin con desagrado.—¿Qué se supone que extrañáis de Gales? ¿Las noches de luna llena?
La sonrisa desapareció del rostro de Lyall Lupin y fue remplazada por una expresión de amargura, miró brevemente a su mujer y le comentó:
—Voy a por el resto de los trastos. —y cabizbajo cogió un puñado de polvos floo de la repisa de la chimenea y desapareció entre las llamas.
—Creo que lo sabes, pero nací, crecí y me enamoré de tu padre en Gales. — respondió Hope sin despegar la vista de Remus.—Por supuesto te tuvimos aquí y por si no te has dado cuenta en el calendario existen más días aparte de los de la luna llena.
Las entrañas de Snape se contrajeron y rápidamente se dio la vuelta para ver a Teddy que se había escondido la cara entre las rodillas.
El vaso de Wolfsbane tintineaba débilmente sobre la mesa y lucía medio vacío completamente babeado sobre el lado donde Teddy había dado sorbos apresurados en los últimos instantes con el único fin (seguramente) de que dejaran de brigar.
—Nos vamos a quedar te guste o no. — sentenció Hope tratando de dar la discusión por finalizada.
La chimenea volvió a encenderse, sus llamas se volvieron verdes y de ella salieron volando cinco cajas, Snape las hizo descender al lado de la que había colocado Lyall en el suelo en cuanto tocaron el techo y cuando volvió la vista al vaso este seguía tintineando cada vez más fuerte, parecía que de un momento a otro iba a romperse o salir disparado causando un gran desastre.
— Entonces Teddy y yo pasaremos la luna llena en Londres. — dijo Remus con voz tranquila.
Prince se apartó las rodillas de la cara. El vaso comenzó a fracturarse y antes de que se rompiese, Snape le dio un toque con la varita.
—¡Pues seré un lobo muy malo, aullaré toda la noche, arañaré, romperé cosas y... morderé!
Un arrebató de ira enloquecida cubrió a Remus que dio un fuerte grito encolerizado, haciendo que todos los presentes lo miraran sorprendidos.
—¡No tienes ni idea de lo que estás diciendo y espero que nunca seas capaz de comprenderlo!
Y tras decir aquello salió de la casa dando un fuerte portazo que resonó en toda la estancia e hizo quebrar las bisagras.
Más tarde aquella noche sobre las tres de la mañana se apareció en el medio del bosque, cerca de los límites de los encantamientos protectores que había sobre su casa, hizo el hechizo "Lumos" y su varita se iluminó.
Se encaminó hacia su vivienda, la cual tardó alrededor de veinte minutos en vislumbrar, tan solo la luz de la sala de trabajo de Snape estaba encendida.
Se detuvo en seco en cuanto estuvo lo suficientemente cerca para que su varita iluminará los contornos de tres nuevos árboles que habían crecido de repente en la parte posterior de su jardín, seguramente obra de Lyall en un afán por animar o tal vez consentir a su nieto.
Un suspiro molestó se escapó de sus labios en cuanto entró en la casa y descubrió que en el techo se vislumbraban partes del cielo en un intentó por imitar el encantamiento del Gran Comedor de Hogwarts , dos de las sillas de la pequeña mesa lucían cubiertas de pelo como si se tratase del pelaje de un animal causado por un hechizo de transfiguración mal ejecutado, en una de las paredes había aparecido una nueva puerta que al abrirla daba directa contra la propia pared y el periódico que había estado leyendo aquella misma mañana ahora era un avión de papel que daba vueltas alrededor del pequeño salón-comedor.
También había aparecido
a un metro escaso del sofá una tienda de campaña montada con un montón de cajas apiladas a su lado, pero aquello solo era señal de que Severus no había deseado continuar su discusión con Hope o había perdido en ella.
Tardó un par de minutos en deshacer todos los encantamientos y al terminar le dio una visual a la habitación de Teddy donde el pequeño dormía apaciblemente abrazado fuertemente al lobo de peluche que tan poco le gustaba a Remus, dio una rápida visual a la habitación donde se encontraban sus padres durmiendo y por último se dirigió a la pequeña sala de trabajo, colocó la varita sobre la cerradura y murmuró en un vano intento:
—Alohomora. —pero la puerta no se abrió, suspiró cansado y llamó con fuerza.
Snape tardó unos minutos en abrirle y cuando lo hizo, lo miró echó una furia, le cerró la puerta en las narices y volvió a abrírsela para entregarle una carta con la fina y estilizada letra de Albus Dumbledore que había sido abierta, Severus estuvo a punto de volver a cerrarle la puerta en las narices cuando se lo impidió poniendo el pie, no habría sido prudente entrar en la habitación por la fuerza y hacerlo enfurecer aún más, así que se quedó en el umbral sosteniendo la puerta, pero el olfato del lobo logró captar el olor de diversas pociones del que solo reconoció ligeramente el olor del Wolfsbane y un olor casi imperceptible proveniente de la fusión de un metal.
—¿Qué estás haciendo?
—Nada que te incumba.
—¿Es algún pedido de Lucius Malfoy?
—No, no me habla desde hace dos años — siseó en un tono envenenado. —Y este curso deberías tener cuidado por si abre su gran bocaza y decide airear por ahí que eres un hombre lobo.
—Como si eso fuera a impedirme dar clase, Sirius Black es más preocupante, podría matar a Harry y podría ir a por ti.
Una sonrisa burlona y cruel se dibujó en el rostro de Snape.
—Pierdes el tiempo preocupándote por mí, Remus, si Sirius Black se acerca a mí ten por seguro que el que terminaría mal parado será él, ya no son él y James enfrentándose a mí, tampoco tiene al cobarde de Peter Pettigrew, ni a... — Snape vaciló y su expresión se suavizó. — ti. —escupió con fingido desdén con el que fue incapaz de engañar al lobo.
— ¿Te preocupa que me una a Sirius Black? — trató de susurrar a pesar de que se sentía traicionado.—¿De verdad que te preocupa que me una a ese monstruo después de todo lo que hizo?
Un ligero rubor se propagó por la cara de Snape, se avergonzaba de ello, pero le preocupaba, Remus sintió como los sentimientos de furia e ira volvían a aflorar en él.
—Nunca he sido capaz de ganar a Sirius Black.
La ira de Lupin se esfumó casi al instante.
—¿Qué?— preguntó con incredulidad.
El rostro de Snape había empezado a calentarse mucho más.
—En el pasado, dijiste que llevabas desde que eramos estudiantes enamorado de mí y aún así no hacías nada para detenerlos.—miró a Remus a los ojos con el rostro enrojecido.—¡Salazar Slytherin sabe perfectamente que tengo preocupaciones mucho más grandes que esa! Pero esa estúpidez también me preocupa, no tanto como las otras, pero existe.
Remus abrió la puerta totalmente y tiró de Snape en un abrazo, apoyó la cara en su cuello y sintió el corazón de Severus comenzar a latir con fuerza contra su pecho, sonrió y lo besó, disfrutando del leve estremecimiento que le había causado.
—Pero entonces ni te conocía, ni me había esforzado demasiado por hacerlo...
—Lupin, no soy estúpido, lo sé, me lo repito cientos de veces cuando recaigo en esa incertidumbre. —podía sentir la cara caliente de Snape contra él.—No hablemos de eso... por favor.
Remus movió la mano libre hacia arriba y hacia abajo en la espalda de Severus.
Snape miró a un punto fijo del suelo y trató de concentrarse en ese toque, ¿Por qué demonios de todas las preocupaciones que tenía en la cabeza tenían que hablar de la más estúpida, más vergonzosa y a la vez más irrisoria ?
¿Por qué no podían hablar de lo mucho que le preocupaba que Sirius Black tratase de matar a Remus como había hecho con Pettigrew cuando trató de plantarle cara? ¿Por qué diablos no habían hablado de la maldición a la que se había expuesto Lupin al aceptar el puesto de profesor de defensa contra las artes oscuras?
Albus Dumbledore ya le había advertido de que debía conseguir que dimitiese antes de terminar el curso y aún así el anciano profesor no había sonado muy convencido al proponerle aquella solución, por ello se había forzado a sí mismo a buscar algo mejor a través de viejos libros de magia antigua, si la magia antigua había conseguido librar a Potter de la maldición asesina, ¿Qué no podría encontrar allí?
Se apartó bruscamente de Remus en cuanto sintió que trataba de estirar el cuello lo máximo posible para ver el interior de la estancia.
Miró la carta en sus manos y decidió cambiar de tema, antes de que volvieran a su estúpida preocupación.
—Albus quiere que viajes en el expreso de Hogwarts el uno de septiembre, — dijo con desdén señalándole la carta.—parece ser que Fudge ha tomado la brillante decisión de enviar a los dementores a Hogwarts. — dijo en tono irónico, un sentimiento de aprensión se apoderó de Lupin en aquel mismo instante. — Dumbledore ha tratado de detenerlo, pero lo único que ha logrado es que se queden custodiando sus alrededores y por ello teme por la seguridad de sus alumnos... Remus, ¿Te encuentras bien?
Remus se había puesto algo pálido y por un momento parecía tener una discusión interna consigo mismo, durante un breve momento reinó un intenso silencio entre ambos, en el que Snape decidió entrelazar sus manos con las de Lupin y hacer círculos cariñosos con el pulgar en el dorso de las manos de Remus.
—Sirius Black ha conseguido burlar a los dementores, ¿Por qué diablos Fudge cree que lograran atraparlo ahora?
Severus chasqueó la lengua.
—Vaya, Remus, ¿No has notado el tono irónico en lo de brillante decisión? Tu padre por lo menos se ha puesto a enunciar los fracasos de Fudge en estos últimos tres años. —dijo Snape en un tono petulante.—Además Fudge debería tener en cuenta que no es nada fácil esquivar las defensas y sobre todo al profesorado de Hogwarts, por supuesto que la decisión de los dementores sobra y solo dará problemas.
— ¿Crees que debería contarle a Albus...? No, debería contárselo.
Por un momento Snape lo miró confundido.
—¿Qué deberías contarle?
—Que Sirius Black era un animago, he tratado de no pensar en ello, pero tal vez fue así como logró escapar de los dementores ... —Snape frunció el ceño. — Pero... no puedo hacer eso, ni siquiera se lo conté a mis padres... lo que mis amigos habían hecho por mí... Se enfadarían... y tienen toda la razón... Albus Dumbledore me dio una oportunidad que nadie me hubiera dado nunca, me ofreció su mano y le mordí hasta el hombro... ¿Y si Teddy es un mago y no le ofrece una oportunidad por mi culpa?
Snape soltó un pequeño resoplido.
—Sin duda Godric Gryffindor estaría orgulloso de ti, un claro ejemplo del valor que poseen los Gryffindors. — dijo en tono irónico Snape. — No tienes porque hacerlo, Albus guarda receloso sus secretos y nosotros podemos hacer lo mismo con los nuestros. — le soltó las manos. —Nosotros dos podemos encargarnos de Sirius Black.
—Tú no...
—¿Vamos a empezar de nuevo? —Remus se quedó en silencio y Severus lo tomó como que había aceptado su propuesta. — Perfecto. — sonrió, se giró y entró de nuevo en la sala de trabajo, pero antes de cerrar la puerta por completo se acordó de algo . — Ah y cariño.—dijo en un tono burlón.—mañana deberías disculparte con tus padres y con Teddy, solo han venido porque están preocupados por ti.—Remus hizo una mueca de disgusto que ante la intensa mirada de enojo de Snape se desvaneció.
—Ya han sufrido bastante, ¿No crees? Para que ahora vuelvan a encargarse de otro cachorro.
—Remus, tampoco son tantos problemas, lo más complicado es hacerle tomar el Wolfsbane.
Remus soltó un suspiro exasperado.
—No te pongas de parte de ellos.
Snape se cruzó de brazos y miró brevemente el interior de la sala, sin duda aquella conversación iba a alargarse más de lo que quería.
—Es un lobo controlado...
—Que en un descuido podría infectarlos con licantropía, Severus, no actúes como si nunca hubieras visto la moqueta rasguñada por las uñas, las sábanas rasgadas o las patas de los muebles mordidas. Es un crío que cree que ser un lobo una vez al mes es algo divertido y mi madre aún por encima lo alienta a creer en eso.
Por un momento Remus creyó que se iba a echar a llorar, se abrazó a sí mismo y miró a Severus que se quedó en silencio mirando en dirección a la habitación de Teddy.
— De todas formas no están aquí por eso, tu madre me dijo que si tanto te molesta pasarán la luna llena en Londres.—dijo Snape en un tono bastante bajo después de un rato. — Solo vinieron porque a Teddy se le ocurrió decirle que últimamente brigamos a todas horas.
La angustia en el pecho de Remus disminuyó.
—¿Y ellos lo entendieron? Esa palabra podría significar cualquier cosa... Ni siquiera sabemos de donde la ha aprendido.
—Nos comparó con dos cachorros de león que se estaban peleando por un trozo de carne, creo que en ese caso no podía significar cualquier cosa.—comentó Severus sin dejar de mirar la habitación de Teddy.—Pero si tanta curiosidad tienes, brigar es portugués y significa "pelear".
Remus lo miró sorprendido.
—Portugués.— repitió como si eso lo ayudase a asimilarlo mejor.—¿Qué significa eso?
—No lo sé, pero desde luego no suena bien que un pequeño sangre... mago nacido de muggles que ha estado viviendo en un orfanato en Portugal haya acabado aquí infectado con licantropia. — dijo en un susurro.
—Severus, supones demasiado...podría haber sacado esa palabra de cualquier sitio, y tampoco de momento ha dado signos de poseer magia... —trató de argumentar, pero la fría mirada que le dio Snape lo hizo callarse.
—No tienes interés en este tema, estupendo entonces. Buenas noches, Lupin. — Estuvo a punto de cerrarle la puerta en las narices cuando de nuevo Lupin lo detuvo con el pie, abrió y cerró la puerta varias veces golpeando el pie de Remus hasta que soltó un gemido de dolor.
—Está bien, está bien, te escucho... Solo... No discutamos más.
Snape dio otra breve visual al interior de la sala y por un instante Remus creyó que lo iba a dejar pasar, pero en su lugar volvió a mirarlo y dijo:
— Espérame en la tienda, en media hora estoy contigo. — abrió de nuevo la puerta y le plantó un rápido beso en los labios a Remus.
...
Aquella misma tarde-noche en cuanto llegaran los alumnos iniciaría el curso en Hogwarts, habían pasado cerca de seis días desde que había llegado a Hogwarts y había decidido tomar como escondite la casa de los gritos y los alrededores del bosque prohibido pues su estado actual no le permitiría pelear (en el caso de que tuviera que hacerlo) con las bestias que es encontrará en sus profundidades, ya que no tenía ni una varita ni suficiente fuerza después de su estancia en Azkaban de la que no se había recuperado pues solo se alimentaba de diversos animales que cazaba (sobre todo ratas) .
Durante largo rato había estado divagando, bajo la sombra de uno de los árboles del bosque, mientras escuchaba los gruñidos de una docena de hipogrifos cercanos a él, si tendría alguna posibilidad más de que durante aquel curso pudiera ver a su ahijado, pues solo lo había visto una vez y no había logrado causarle precisamente la primera impresión deseaba debido a que el niño lo había mirado con ojos asustados.
"Ya habrá tiempo."—se dijo a sí mismo.—"En cuanto limpie mi nombre y evite que esa sucia rata decida matarlo."
Captó el ruido de pasos y voces que se acercaban hacia donde estaba y los hipogrifos comenzaron a agitarse un poco. Se levantó brevemente dispuesto a marcharse, pero los pasos se detuvieron varios metros antes de llegar a él en el claro donde se encontraban cerca de una docena de hipogrifos.
Hubo un chillido de excitación proveniente de un niño y acto seguido una pregunta:
—¿Qué son? — soltó la impetuosa voz del pequeño.
—Son hipogrifos.— contestó Hagrid con tono orgulloso. — Los estoy reservando para mis primeras clases.
—Empezar con hipogrifos es una decisión arriesgada.— habló en ese momento una nueva voz que despertó un sentimiento de aversión en Sirius.— Y más cuando más de tres cuartas partes del alumnado de Hogwarts es como tratar de enseñarle a una fregona.
Hubo un silencio momentáneo, seguramente Hagrid estaba pensado como rebatirle que aquello era una buena idea.
—¿Puedo acariciarlos?
—¡Por supuesta que no! — la sombra de una sonrisa se formó en el rostro del gran perro negro al escuchar enfado en esa voz que tanto desagrado le producía. — No son adecuados para alumnos de tercer curso en Hogwarts como para serlo para un mocoso de cuatro años.
—Severus, los hipogrifos no atacan a no ser que no se tomen las medidas adecuadas, primero debes...
—No va a acercarse a ningún hipogrifo.— lo cortó tajantemente.
Sirius por un instante esperó otro acto de rebeldía por parte del pequeño que no llegó, lo único que escuchó fue una serie de argumentos que Hagrid le estaba dando a su acompañante con el fin de convencerlo de que los hipogrifos podían resultar ser criaturas seguras, pero fue decreciendo hasta enmudecer seguramente fruto de una penetrante mirada de enojo.
—¿Y hay lobos en este bosque?
—Sí, — dijo Hagrid con energía, feliz de haber cambiado de tema. —Aunque no se dejan ver con facilidad es mucho más fácil encontrarse con un unicornio o con un centauro...
—Tampoco vas a entrar ahí a buscar ningún lobo, ya nos hemos adentrado más de lo que deberías ver. —un gruñido se escapó de los labios de Sirius, se levantó y se aproximó con sumo cuidado hacia el lugar de donde provenían las voces.
Hubo un pequeño quejido por parte del pequeño, pero otra vez no respondió.
—En eso debo darle la razón a tu padre, está completamente prohibido que los alumnos entren en el bosque sin compañía de algún profesor.
Sirius se escondió entre unos matorrales y sacó con el hocico pegado al suelo levemente el rostro que se crispo en cuanto reconoció al hombre al lado de Hagrid de cabello graso y piel cetrina que sujetaba con fuerza, con la mano izquierda, pues la derecha la mantenía vendada, la mano derecha del pequeño que se había alejado tan solo un par de pasos en dirección a los hipogrifos.
Quejicus Snape... Quejicus Snape... ¿Qué hacía Quejicus Snape en Hogwarts? Sabía que el hombre había sido lo suficientemente inteligente como para rehuir de una condena en Azkaban por mortífago, pero nunca habría esperado verlo en Hogwarts y menos con un hijo, ¿Quién diablos estaría lo suficientemente enfermo como para enamorarse de Quejicus Snape?
Un sudor frío le recorrió la espalda y rápidamente volvió a esconder en el matorral ¿No era posible que Remus Lupin?
"No" —se dijo. "Es imposible, Remus seguramente había dejado de estar enamorado y si no fuese así Quejicus hubiera aplastado cualquier tipo de posibilidad"
Los pasos se alejaron del claro del bosque y Sirius Black los siguió de cerca con cautela.
"Seguro que ha sido un caso como el de la loca de mi prima Bellatrix, sí, seguro que se casó con alguna mortífaga tan asquerosa como él."
Pero la tranquilidad de aquel pensamiento le duró poco, porque una nueva duda asoló a Sirius:
"Y entonces, ¿Por qué le interesan tanto los lobos a ese crío?... Será un niño tan siniestro como su padre." — concluyó sin demasiada convicción.
