Hola, aquí traigo otro capítulo del que estoy muy orgullosa (aún así es muy posible que sufra cambios porque al volver a leer algo me incomode, no parezca fluido o haya faltas de ortografía...)
Muchas gracias por leer.
Los favoritos y/o sigue son bien recibidos para saber si les esta gustando así como los comentarios también (además de opinar sobre alguna cosa que les chirría o no les gusta)
No soy dueña de Harry Potter, toda su autoría a J.K Rowling.
Sof77: Muchas gracias por tu comentario, todavía siento que va a faltar para que interaccionen con Sirius, con Harry tal vez en el próximo capítulo.
AnaM1707: Muchas gracias por tu comentario, me alegra mucho saber que la historia te esta gustando.
El amuleto:
El reloj dio las seis y media de la mañana cuando Snape sumergió un anillo de plata en la última poción fijadora que lentamente se tornó desde un color negro a un viscoso gris oscuro quedando completamente inservible. Mientras está acción se realizaba su mente no dejaba de mostrarle breves recuerdos de la última semana: de los pequeños rifirrafes que habían tenido Remus y Lyall por las mañanas para ver quién leía el periódico primero, Hope y Remus obligándolo a salir por lo menos media hora de su sala de trabajo para jugar a algún juego muggle de mesa donde aunque no lo había comunicado en alto, había aprendido a jugar junto con Teddy, las comidas en las que Hope y Lyall compartía algún viejo y divertido recuerdo con ellos en los que aveces cuando contaban alguno sobre Remus cuando esté era pequeño acababa avergonzado...
Y pese a que ellos parecían una familia perfecta todavía tenían una gran brecha que saltar que hacía que Hope y Remus se enfadaran como nunca el uno con el otro y que Lyall se viese desdichado, abatido e infeliz.
El anillo salió a la superficie con un tenue resplandor azulado y Snape lo sacó con cuidado utilizando unas tenazas, si lo tocaba o simplemente le rozaba la piel en ese instante (antes de haberlo sellado) le causaría una horrible y dolorosa quemadura que no curaría con facilidad. Lo apoyó sobre su escritorio al lado de una larga pila de libros que tenía encima una navaja de plata y unas vendas.
No perdió el tiempo, agarró la navaja de plata con la mano izquierda, se clavó la punta en la palma de la mano derecha y la deslizó haciéndose un corte largo e irregular.
Dejó que la sangre cayera sobre el escritorio manchando y salpicando el anillo.
Se quedó así por un instante hasta que el anillo brilló de un color púrpura y dejó de hacerlo para mostrarse completamente limpio.
Agarró su varita con la mano izquierda y desinfectó la herida con un hechizo antes de proceder a vendarla.
Lo que más le había costado había sido encontrar el metal adecuado, uno que no se fracturase al aplicarle una gran cantidad de encantamientos protectores, maldiciones y embrujos, además de que no se fundiese al sumergirlo en las distintas pociones de fijación que harían que los hechizos no perdieran fuerza ni desapareciesen con el tiempo.
Pese a todo las tres maldiciones imperdonables todavía iban a ser un gran problema, pero esperaba poder darle una horrible y dolorosa muerte a Sirius Black antes de que se atreviese a utilizar alguna de ellas sobre Remus.
Guardó el anillo dentro de la pequeña caja, la cerró, se la metió dentro del bolsillo interior de la túnica gris que llevaba puesta y salió de la habitación con la intención de darse una ducha.
Dio un ligero sobresaltó cuando al salir vio a Teddy tarareando en voz baja y tumbado sobre su estómago a un metro escaso de él con el gran libro de animales abierto en la página de los lobos mientras trataba de dibujar alguno en una hoja de papel.
— ¿Qué haces levantado a estás horas de la mañana?
— Pai, hoy íbamos ver Hogwarts. — respondió el pequeño cerrando el libro con el folio dentro y guardándolo en una mochila roja a la que Remus le había aplicado un hechizo extensible. Se la colgó sobre los hombros.
—Ya, ¿Y tenías miedo de que me fuera sin ti?
Los ojos del pequeño lo miraron con preocupación y por un instante Snape creyó que iba a responder a su sarcástica pregunta.
— Pai, ¿Estás bien? ¿Qué te passou en la mano?
— "Te pasó" — corrigió Snape con un suspiro. — Y nada grave que no nos impida visitar Hogwarts hoy. — comentó tratando de alejar la preocupación del pequeño. — Supongo que aún no has desayunado...¿O me equivocó?
El niño asintió rápidamente con la cabeza sorprendiendo a Snape.
— Sí, comí tres galletas. — dijo alzando la mano e indicando con ella el número de galletas.
— Vaya, suena como todo un desayuno completo y equilibrado. — comentó Severus antes de dirigirse hacia la cocina para prepararle algo decente.
El pequeño se quejó en cuanto vio a Severus poner leche a calentar en un cazo y tiró de su túnica gris.
— Pai.
—No nos iremos hasta que tu padre se levante y nos despidamos de él, así que ten paciencia.
...
Aquella mañana del uno de septiembre estuvo seguro de que fue el último en levantarse casi a las ocho y diez de la mañana, si contaba el hecho de que Severus Snape no había dormido nada aquella noche.
Con un grácil movimiento de varita encendió las nueve velas encerradas en una burbuja que flotaba a lo largo del techo iluminando escasamente el habitáculo del interior de la tienda de campaña.
Se quitó el pijama y se vistió con calma mientras un montón de preocupaciones ofuscaban sus pensamientos: el tiempo que pasaría antes de que sus alumnos y los padres de estos comenzaran a verlo como una bestia, el hecho de no saber que mantenía a Snape tan ocupado en su sala de trabajo, Sirius Black y aquella escalofriante teoría de Severus.
"... Desde luego no suena nada bien que un pequeño sangre... mago nacido de muggles que ha estado viviendo en un orfanato en Portugal haya acabado aquí infectado con licantropía"
Lupin se frotó los ojos con las manos, para su suerte (o tal vez desgracia) solo habían hablado aquella misma noche sobre aquella insinuación y no había tenido demasiada suerte tratando de convencerlo de que seguramente hubiese sido un pequeño niño luso adoptado por ingleses que había sido infectado por accidente por algún licántropo y por miedo los padres decidieron abandonarlo a su suerte.
Snape al escuchar su explicación había resoplado.
"Lupin, siempre fue un crío falto de atención, no creo que hubiese sabido lo que significa tener padres, ¿De verdad piensas que antes de nosotros tuvo a alguien? Nunca ha llamado cuando tenía pesadillas por nadie más a parte de nosotros, cuando lo encontraste por primera vez no abrió la boca ni para llamar por nadie, ni para llorar. Nada más encontrarlo le diste seguridad y algo de atención ¿Qué más iba a querer? ... Por no hablar de que en tu teoría te estás olvidando de incluir al hombre que vi en sus recuerdos y que tanto miedo le dio."
"Nunca viste como le mordía."—Snape entrecerró los ojos dándole una mirada peligrosa." Seguramente solo se tratase de algún cuidador del orfanato que lo maltrataba."— trató de argumentar mientras la mirada de Snape se suavizaba sobre él.
"Vaya, en media hora has pensado en excusas para todo" — dijo Snape en tono burlón, con un brillo en los ojos y una débil sonrisa en los labios que le indicó a Lupin que en breve iba a echar por los suelos toda su teoría. "Entonces, explícame ¿Cómo es que un licántropo ataca por accidente a un niño de dos años y no lo mata a mordiscos? ¿Los imaginarios padres eran magos o simples muggles que lo mataron disparándole una bala de plata en la cabeza?"
Lupin bufó ante el último comentario:
"¿Y a quién no le mataría una bala así? Muchas gracias Jean Chastel por añadir más falsos mitos a los hombres lobos."
Se hizo un largo silencio en que Severus esperó pacientemente con una sonrisa burlona en los labios a que Remus le diera la respuesta a su pregunta.
"Suerte." — terminó por responder entre dientes y para nada convencido. "Mucha, mucha suerte"
"Tal vez la consiguió bebiéndose un caldero de Felix Felicis momentos antes del ataque."
"Está bien, ¿ Cómo ataca un licántropo a un niño de dos años infectándolo, pero sin llegar a matarlo?"
"Sin que sea por accidente".
En ese momento Remus no pudo evitar soltar una sonora carcajada.
"¿Esa es tu gran respuesta?"
"No, es está: Wolfsbane" — respondió haciendo que cualquier rastro de aquella carcajada se borrase del rostro de Remus. "Una poción desarrollada a mediados de la década de los setenta y certificada y validada por el Ministerio de magia en 1982, ¿Alguna objeción que quieras compartir, Remus?"
Lupin guardó silencio durante varios minutos pensando fríamente en lo que iba a responder para echar abajo aquella horripilante idea.
"La gran mayoría de los hombres lobo no tienen dinero suficiente para preparar Wolfsbane, ni siquiera pueden acceder a un trabajo estable o decente porque corren el riesgo de ser denunciados... como yo y privados de sus derechos ... " — comenzó.
"La gran mayoría de los hombres lobos tampoco están registrados tal vez su familia tenga una pequeña fortuna que desconozcamos..."
"¿Qué maléfica finalidad tiene infectar niños a propósito? ¿Qué gana ese hombre lobo haciendo eso?"
Snape caviló por un momento.
"Tal vez la misma finalidad que Greyback, crear verdaderos monstruos." — dijo Snape en un tono frío y sombrío. " Greyback defiende que los niños deben ser infectados y alejados de sus padres y no debemos olvidar que él alcanzó mucho poder, llegó a ser un fuerte aliado para el Señor Tenebroso ¿Por qué no iban a escucharlo y seguirlo otros hombres lobo?"
Un escalofrío recorrió completamente a Remus.
"Severus, en el hipotético caso de que eso sea cierto... Hay que hacer hasta lo imposible por detener a ese verdadero ser"
— ¡Pai! Papá ya está despierto. — la voz de Teddy lo arrancó de su ensimismamiento y fue consciente de que ya había terminado de vestirse y miraba a la pared con la vista pérdida.
Teddy lo abrazó con fuerza y por sorpresa.
— Papá, ten un buen viaje en tren. — se apartó con la misma brusquedad con la que lo había abrazado. — ¡Pai, ya está, ya me despedí, podemos irnos!
— ¡Quieto, pequeño terremoto! ¿No me das ningún beso? — agarró al pesado niño en brazos y el pequeño le dio un rápido beso en la mejilla.
— Ya está.
Snape entró agachado en la pequeña tienda con el pelo limpio, Teddy se revolvió ansioso en sus brazos y lo volvió a dejar a regañadientes en el suelo.
— Despedida acabada.
— Todavía falta la mía así que dame un par de minutos más, Hogwarts no se va a mover y hay una última cosa de la que tenemos que hablar contigo.
Teddy puso mala cara por un instante y luego levantó su mano izquierda con sus cinco dedos extendidos.
— Cinco vueltas de reloj. — Cinco minutos. —Y nada de brigar. — dijo antes de salir disparado fuera de la tienda de campaña dejando a Remus con una sonrisa en los labios.
— ¿Podrás con él? Esta mañana está más inquieto de lo normal y ... ¿Qué se supone que te ha pasado en la mano?
— Un corte sin importancia. — murmuró metiéndose la mano herida en uno de los bolsillos interiores de la túnica negra que llevaba puesta, estaba comenzando a ponerse nervioso. — No te preocupes, he librado batallas y desafíos peores. Además hoy es un día perfecto para llevarlo, todos los alumnos llegaran a la tarde-noche y podremos estar tranquilos.
Snape comenzó a mirarlo con intensidad mientras continuaba con la mano metida en el interior del bolsillo de su túnica.
— Severus, ¿En verdad te encuentras bien?
Snape asintió lentamente mientras por fin sacaba de su bolsillo interior de la túnica una pequeña caja de color negro.
Las puntas de sus orejas comenzaron a adquirir un tono rosado en cuanto le entregó la caja a Lupin que lo miraba con desconcierto.
— Es un amuleto. — comentó mientras Lupin abría la caja.
— ¿Y que sea un anillo no es nada intencionado? — preguntó Remus con una sonrisa pícara en los labios.
El anillo adquirió un tenue resplandor rojizo en cuanto Lupin lo tocó con las yemas de los dedos, pero que desapareció en cuanto se lo colocó en el dedo corazón de la mano izquierda.
...
— Oh. — había sido la primera palabra del pequeño en cuanto salieron de la chimenea de la habitación que tenía destinada Snape en Hogwarts. — Es casi tan grande como nuestra casa.
La habitación había pertenecido al antiguo profesor de pociones llamado Horace Slughorn y todavía conservaba gran parte de los gustos refinados y costosos a pesar de que Severus le había hecho algunas modificaciones como deshacerse de algunos muebles que consideraba innecesarios y cubrir casi toda la pared de estanterías (incluso la puerta del cuarto de baño había sido escondida por una estantería que se abría como un pasadizo) de la que solo se había salvado una zona destinada a un gran armario de cuatro puertas (dos de ellas eran un espejo) y la zona de la cama que se encontraba empotrada contra la pared junto con una mesilla de noche a ambos lados de la cama.
La cama era también bastante grande y estaba cubierto por un dosel verde, a un metro escasa de ella había una cama más pequeña que había sido añadida escasamente hacía dos días.
Cercanos a la chimenea había dos grandes sofás acolchados de cuero y una butaca con una gran mesa de madera entre ellos que tenía bajo sus pies una suave y mullida alfombra de color plateado.
—Intenta no ser tan indiscreto con los demás.
— ¿Eso que es?
—No seas tan sincero e insensato,¿Te acuerdas de lo que nos prometiste hace dos minutos a tus abuelos, a tu padre y a mí?
— Nada de decir que papá o yo somos lobos, es un secreto. — dijo llevándose el dedo índice a los labios y haciendo el gesto de silencio, para acto seguido correr hacia la gran cama con la mochila roja que llevaba a sus espaldas y meterse bajo el dosel.
Snape sacó su varita e hizo descorrer el dosel, el pequeño ya había abandonado su mochila roja sobre una de las almohadas y estaba rodando por la cama.
— Todavía podemos volver a casa. — dijo en un tono serio que hizo que el pequeño agarrase la mochila, saltase de la cama grande y la dejase sobre la pequeña que sería la suya, no sin antes sacar a Gris de ella con la intención de llevárselo. — El lobo de peluche se queda, ya tengo suficiente con uno.
Se detuvieron sobretodo en las mazmorras lugar que durante los últimos doce años había sido su territorio. Le enseñó la sala común de Slytherin con la que Teddy quedó embelesado ante el resplandor de luz de color verdoso proveniente de las dos ventanas que daban al fondo del lago y había soltado un pequeño chillido y saltado de la impresión al darse cuenta más tarde de que sobre la repisa de la chimenea había posados varios cráneos, pero para la sorpresa de Snape tendría la misma reacción al descubrir que las personas de los cuadros en Hogwarts podían moverse de un cuadro a otro y hablar unos con otros.
Subiendo por las escaleras Peeves había pasado por encima de ellos con un suministro de globos de agua, destinado seguramente a los de primer año que llegarían nuevos aquella noche. Los había observado durante unas milésimas de segundos algo desconcertado al ver a un niño tan pequeño pegado a Snape, antes de decidir tirarle uno de sus globos a la cabeza. Siguió disparado su camino antes de que Severus le dirigiese una atronadora mirada y lo amenazase con enviarle al Barón Sanguinario.
Snape había sacado su varita y lo había secado de la cabeza a los pies con un rápido y eficaz movimiento.
Antes de que pudiera enseñarle el Gran Comedor donde tendría aquella misma noche lugar la selección de los nuevos alumnos se cruzó con Minerva McGonagall que al ver que iba con su hijo prácticamente los había arrastrado a ambos hacia la torre de Gryffindor.
— Como jefa de Gryffindor tengo que asegurarme de que conoce su futura casa. — le comentó a Snape cuando salieron por el retrato de la señora gorda.
—Yo que tú no me haría demasiadas ilusiones,—le había respondido Snape con una desagradable mueca— tiene las mismas posibilidades de entrar en tu casa como que Gryffindor gane este año la copa de quidditch, ¿Preparada para ver a Slytherin ganar en el juego por noveno año?
Minerva McGonagall hizo un rápido gesto moviendo la mano derecha de arriba hacia abajo quitándole importancia al comentario de Snape.
— No cantes victoria tan rápido, te llevarás una desagradable desilusión, espero que no te hallas acostumbrado demasiado a ver ese trofeo en tu despacho.
Las siguientes dos salas comunes se encargó de que las viera por encima.
Debía de ser la una cuando salieron a los jardines, se habían detenido más de la cuenta en la torre de astronomía mientras Teddy había observado desde sus brazos los terrenos de Hogwarts y a los dementores arremolinarse a los alrededores de sus muros, en lo que Snape había aprovechado para hablarle sobre ellos.
El cielo estaba comenzando a oscurecerse y Severus estaba seguro de que aquella noche caería un fuerte temporal.
Snape había querido enseñarle como era un estadio de Quidditch por dentro, pero la atención del niño se había desviado completamente hacia la cabaña de Hagrid, más concretamente a su gran perro jabalinero negro llamado Fang y prácticamente había corrido hacia él.
— No sabía que estuvieras casado ni que...— comentó un impresionado Hagrid al ver al pequeño mocoso.
— No lo estoy. — cortó al guardabosques haciendo que este se sintiera incómodo.
Hubo un silencio entre ellos dos en el que Snape esperó con paciencia a que el pequeño dejará de acariciar al perro y este dejará de darle lametones en la cara para poder irse.
— Este curso Dumbledore me ha dado el puesto de profesor de Cuidados de Criaturas mágicas... — Hagrid trató de entablar una conversación con él lo que hizo que Snape frunciera el ceño ante la nueva noticia. — Estoy deseando que lleguen las clases de mañana para poderles enseñar unas criaturas que estoy seguro de que les fascinaran.
Ante esa nueva información la atención del niño volvió a cambiar por completo.
—¿Podemos verlas?— le preguntó mirando muy serio al guardabosques.
Hagrid miró indeciso a Snape.
—Si te deja tu padre...
— Pai, ¿Podemos verlas? ¿Podemos verlas? ¿Podemos verlas? ¿Podemos verlas? — repitió el pequeño dando saltos inquietos alrededor de Severus.
Hagrid optó por dirigir su atención hacia el tejado de su cabaña mientras Snape, que lejos de tener una expresión amenazadora, miraba a Hagrid con curiosidad desde luego por lo poco que lo conocía (a pesar de llevar doce años trabajando con él) estaba seguro de que su criterio de criatura fascinante no podía ser compatible con una criatura inofensiva y segura.
— Está bien. — dijo agarrando al pequeño de la mano. — Pero te queda terminantemente prohibido apartarte de mi lado.
Un mal presentimiento se apoderó de Snape en cuanto vio a las criaturas: Hipogrifos, había escogido los hipogrifos.
No le extraño para nada que al día siguiente uno de ellos atacará a un alumno, lo que si fue una desagradable sorpresa fue que se tratará del hijo de Lucius Malfoy, Draco.
