Aquí está, por fin el capítulo completo, es muy probable que la última escena en las últimas partes necesite una revisión, pero aquí está.

Fio Gonzlez: No hay de que. :3

Moonlight: Muchas gracias, también me gustaría que escribieran muchas más historias sobre Snupin, lo que es en fanfiction no hay muchas, pero lo que es en AO3 aún se encuentran bastantes (sobre todo en inglés)

AnaM1707: Muchas gracias,fue muy lindo tu comentario aunque siento que mi Snape está bastante más suavizado que en los libros.

sof77 : Espero que sí, por lo menos para hacer crecer la relación que tengan Harry y Lupin y que luego eso ayude a mediar algo con Snape.

Luana: No te preocupes trataré de explicarlo todo en este capítulo y el siguiente (O eso espero porque hay veces que me faltan cosas porque la única forma de hacerlas entrar es forzando el capítulo). Con lo que respecta a que nadie le dijo a Teddy que mantuviera el secreto de que tenía dos padres, he de admitir que lo pense, pero terminé por desechar la idea porque sentí que eso no estaba bien, que solo lo confundiría y que ya tenía suficiente con ocultar que es un hombre lobo, pues aún no termina de entender muy bien porqué tiene que hacerlo.

Un cordial saludo y espero seguir leyéndote.

Guest: Juro solemnemente que tenía la intención de actualizar antes de que terminase el mes de agosto, pero tengo que admitir que soy bastante lenta escribiendo tengo que hacer varios borradores de una escena antes de tenerla. Luego en septiembre comenzaron las clases y ya que sí fui incapaz de ponerme. De verdad que siento mucho la espera de este capítulo.

No soy dueña de Harry Potter, toda su autoría a J.K. Rowling.


Nuevos decretos:

La habitación estaba casi en completa oscuridad cuando se despertó, pues solo una débil llama proveniente de la chimenea arrojaba algo de luz a la estancia.

En aquella situación no distinguió el lugar y se sintió terriblemente asustado. Las lágrimas ya se le resbalaban por las mejillas e hipaba desconsoladamente cuando se acordó de que el día anterior había visitado Hogwarts con pai.

Se secó las lágrimas y los mocos con la manga del pijama y cerró y abrió los ojos varias veces con la esperanza de que eso le ayudase a ver mejor en la oscuridad, aquello habría sido más fácil si fuera un lobo o estuviera en la semana previa a la luna llena.

Le tomó tiempo, pero por fin fue capaz de distinguir vagamente los bordes de la cama de sus padres y los contornos del dosel recogido por encima de está, y cuando logró tranquilizarse lo suficiente como para dejar de hipar pudo escuchar un familiar juego de respiraciones y ronquidos que provenía de ella que lo hicieron sentirse seguro.

Se volvió a acurrucar en la cama y se abrazó a Gris, todavía recordaba las diversas discusiones que sus padres habían tenido a mediados del mes de julio justo después de que a su papá lo hubieran contratado en Hogwarts como profesor. Aquellas discusiones habían sido sobre él, sobre lo que iban a hacer con él ahora que ambos iban a trabajar y siempre habían sido extremadamente cuidadosos con ellas, pues cada vez que comenzaban eran rápidamente acalladas por un zumbido que las hacia incomprensibles para él. Les había llevado casi seis días, pero finalmente habían terminado por acordar que pasaría las mañanas de lunes a viernes y tan solo las tardes del lunes, del martes y del jueves con sus abuelos, aunque eso significase que tendría que pasar las tardes del miércoles y del viernes solo.

Las peores discusiones habían comenzado casi a principios de agosto, justo después de un extraño día en el que su pai no había parado de hacerse infusiones y su papá no había parado de dar vueltas nervioso por el salón-comedor. En los días que siguieron fue cuando su pai comenzado a actuar de forma extraña salía de vez en cuando para volver con algunos libros y con alguna que otra bolsa llena seguramente de ingredientes de pociones para pasar largos períodos de tiempo encerrado en su sala de trabajo y poco después se desataron las discusiones. Nunca hubo ningún motivo en concreto en aquellas peleas, eran de carácter azaroso y podían ir tranquilamente desde una discrepancia de gustos hasta por no haberse acordado de tender la ropa. Esas discusiones siempre lo habían hecho sentirse mal hasta el punto de que algunas le llegaban a causar una horrible opresión sobre el pecho.

Las tripas de su estómago rugieron con hambre, llevaba ya largo rato tumbado en la cama tratando de volver a dormirse sin ningún éxito. Lo intentó por un rato más, pero lo único que consiguió fue revolverse nervioso en la cama. Sus tripas volvieron a rugir. Si estuviera en casa, se deslizaría hasta la cocina y comería algunas galletas de chocolate aunque su pai no lo considerase un buen desayuno.

Al pensar en aquello inmediatamente se acordó de que en su mochila roja había guardada todavía una tableta de chocolate que le había dado su papá para emergencias y de la que ya se había comido un tercio.

Un golpe de aire gélido le caló hasta los huesos haciéndolo tiritar en cuanto se levantó de la cama, todavía abrazado a Gris, dispuesto a tantear donde estaba su mochila. Tuvo que quitar una de las mantas de la cama y envolverse en ella con el fin de protegerse del frío, pero le dejaba todavía los pies totalmente desprotegidos y era doloroso tenerlos sobre el suelo de piedra, pues el frío parecía clavarle los pies y subírsele hasta las piernas, haciéndole por primera vez en su vida ponerse las zapatillas de forma voluntaria.

Encontró su mochila justo debajo de los pies de su cama, pero tuvo que meter a Gris en ella para poder cogerla debido a que de otra forma sería incapaz de mantenerse todavía envuelto en la manta.

Una vez que la tuvo, se dirigió arrastrando la mochila (y un buen trecho de la larga manta) hasta la única esquina de la habitación que estaba débilmente iluminada por la pequeña llama de la chimenea.

Allí estuvo tumbado casi media hora enrollado como un gusano de seda en la manta de axilas para abajo dibujando, cuando sintió la necesidad de orinar, fue solo entonces ahí cuando tomó la decisión de despertar a sus padres.

Rodó por el suelo para desenvolverse de la manta, volvió a colocársela sobre los hombros y tanteó en la oscuridad con pasos cortos y un brazo extendido hacia adelante el lugar de la cama.

Cuando la encontró, se subió a ella y se situó en medio de ambos deshaciéndolos del abrazo en el que dormían.

— Papá, papá, papá. — lo llamó mientras zarandeaba a Remus.

— ¿Qué pasa? — preguntó con voz somnolienta Remus.

— Tengo pis.

Lupin se incorporó tan solo un poco, lo suficiente como para agarrar su varita de la mesilla de noche y con un rápido movimiento de ella encendió las doce velas que colgaban de la lámpara del techo de la habitación y las cinco que colgaban de la del baño.

Se tumbó por unos instantes más disfrutando de la calidez de la cama hasta que una capa de viaje aterrizó sobre su cabeza.

Lupin se apartó la capa de la cara y miró a Snape, quien se había sentado contra la cabecera de la cama y estaba apuntando con su varita en dirección a la chimenea donde un par de leños volaron hacia el fuego avivando las llamas.

— Severus, deberías descansar , todavía falta casi una hora y media para que comiencen las clases. Puedo encargarme de cuidar de Teddy yo solo. — comentó Lupin con voz cansada mientras observaba a Snape quitarle a Teddy su manta de estrellas y tratar de ponerle la capa de viaje que lo abrigaría mejor del frío, sin mucho éxito, pues estaba siendo incapaz de abrocharla correctamente.

Al final tuvo que ser el propio Lupin quien apartó cuidadosamente las manos de Severus de la capa y terminó de abrochársela al pequeño.

— Estoy bien, ya he descansado lo suficiente. — murmuró Snape a pesar de que aunque ya no tenía aquel espantoso dolor de cabeza, aquella mañana le estaba costando bastante focalizar, perdiendo nitidez y causando que su visión fuese borrosa. — Acompaña a Teddy al baño, mientras yo le preparo el desayuno.

Lupin decidió tomarle la palabra, en aquel momento no tenía el suficiente ánimo para luchar contra su terquedad.

Invocó su propia capa de viaje del armario y un par de gruesos calcetines que le puso al pequeño en sus fríos pies.

Ayudó a Teddy a ir al baño y a lavarse las manos y tan pronto como salieron ya había un tazón de leche caliente con colacao sobre la mesa a la que le habían echado un buen puñado de cereales.

— Come despacio. — le recriminó Severus al pequeño antes de que se llevará siquiera la primera cucharada a la boca.

Teddy hinchó las mejillas como un pez globo, pero soltó rápidamente el aire y comenzó a comer.

Lupin ni siquiera se molestó en tomar asiento con ellos en la mesa, volvió a tumbarse en la cama, pero en lugar de volver a tratar de dormirse cogió el libro de El arte de las maldiciones oscuras que había dejado sobre su mesilla de noche y continuó leyendo el capítulo seis en el que se había quedado ayer sobre maldiciones relacionadas con malformaciones.

Hubo unos instantes de silencio en la habitación tan solo cortados por los ruidos que hacía Teddy al sorber la leche con cereales.

— ¿Fue todo bien con Dumbledore ayer?

La pregunta de Snape le hizo pegar un pequeño brinco en la cama, pero aún así no apartó la vista de las páginas del libro.

— Sí, no hablamos ni de Black ni de eso que te preocupaba tanto anoche, así que podemos decir que fue bien.

La respuesta hizo que el estómago de Snape se encogiese, se levantó del sofá y se acercó hacia la cama donde Remus estaba tumbado . En aquel momento era incapaz de sondear las expresiones de Lupin debido a la falta de nitidez que todavía prevalecía en su visión, pero que lentamente parecía recuperarse.

Sintió la necesidad de alzar la varita y utilizar sobre Lupin la legeremancia para averiguar de que habían hablado Remus y Dumbledore anoche, pero terminó por contenerse y en su lugar lanzó un rápido "Muffliato" para evitar que Teddy los escuchase. No tenía derecho a irrumpir en su mente, invadiendo su privacidad, buscando respuestas.

— ¿Hablasteis sobre el protocolo?

— Hablamos sobre el protocolo y me comentó que por seguridad deberías tratar de tener preparado el Wolfsbane un día antes de que empiece la semana de la luna llena.

— ¿Dumbledore tiene algún problema por tener este año a un hombre lobo como profesor?

— No.

— Entonces ¿Por qué mierda suenas tan amargado?

Una mirada de odio intenso se formó en los ojos de Remus.

— No es nada importante, simplemente el protocolo está cambiando. — dijo Remus tratando de contener su ira.

Snape achinó los ojos con la intención de que eso le ayudase a escudriñar el rostro de Remus.

— ¿Qué quieres decir con que el protocolo está cambiando?

— Son cosas de nuestra querida subsecretaria Umbridge y su nueva normativa. — dijo en un tono envenenado.

Una desagradable mueca se formó en el rostro de Snape.

—Esa asquerosa normativa para los hombres lobos será aprobada para junio del año que viene.

—El ministro Fudge considerará oportuno comenzar a aplicarla en Hogwarts, afortunadamente para mí Fudge no tiene control sobre la escuela, pero aún así habrá ciertos cambios, como por ejemplo que enviarán cada mes a un supervisor del ministerio para evaluar mi trabajo y mi relación con los estudiantes.

La varita de Snape comenzó a echar chispas verdes.

— ¿Un supervisor mandado por la mismísima perra de Umbridge? ¿Tendrá el derecho de despedirte inmediatamente si su crítica es desfavorable? ¿Podrá deshacerse de ti si te considerá una amenaza? — los ojos negros de Snape ardían como el carbón.

— Sí, será escogido por Umbridge, en el caso de despedirme Albus Dumbledore todavía tiene la última palabra y considerarme una amenaza o no sigue dependiendo del criterio de Amelia Bones.

— Sigue siendo una mierda.

— Lo sé, pero por lo menos evitará que cientos de padres envíen vocifeadores y quejas furiosas porque el colegio está poniendo en peligro la vida de sus hijos al contratar a un hombre lobo .

— Lupin, esas cartas llegarán igual en cuanto los padres sepan que hay un hombre lobo en el colegio.

Hubo un pequeño silencio entre ambos en el que ya no se escuchaban los molestos sorbidos de Teddy, en su lugar se escuchaba el débil sonido de un lápiz desgastando su mina de grafito contra el papel. Remus parecía estar luchando muy duramente consigo mismo para no derrumbarse en aquel momento.

— Este año en lugar de perseguir a Black deberíamos considerar seriamente encontrar la forma de matar a Umbridge inculpándolo. — dijo Snape haciendo un intento por animarlo.

— Eso estaría bien, deberíamos pensar una excusa para atraerla a Hogwarts.

— Es simple solo deberíamos hacer correr el rumor de que el poblado de Grindylows del lago negro busca sublevarse contra los magos, si eso no funciona añadiremos a los centauros.

Remus cerró el libro que todavía tenía entre sus manos y lo dejó sobre la mesita de noche.

— Tal vez sea más sencillo, — dijo pensativo. — Mi padre dice que ya ha empezado un nuevo decreto donde se exige un recuento de los seres del agua.

— Entonces haremos correr la noticia de que los Grindylows del lago negro se están sublevando y no sabemos cuántos son.

Una sonrisa se formó en los labios de Lupin, miró brevemente el reloj de manecillas que estaba sobre la mesilla de noche de Snape. Faltaban apenas unos minutos para que dieran las ocho de la mañana y hasta y media no empezarían las clases.

— Debería de ir llevando a Teddy con mis padres. — comentó Lupin mientras una mirada lasciva aparecía en su rostro,por un instante se preguntó cuánto había pasado desde la última vez que habían mantenido relaciones sexuales, pues recordaba vagamente las cálidas y ágiles manos de Severus debajo de las sábanas en la tienda de campaña, pero estaba seguro de que no habían llegado mucho más lejos de eso en las últimas semanas.

— Estaría bien, por fin tendríamos algo de tiempo a solas. — comentó Snape como si le hubiera leído el pensamiento.

...

Las primeras horas de la mañana transcurrieron con normalidad.

Su primera clase fue con un grupo de Hufflepuffs y Ravenclaws de primer año, donde comenzó, como siempre hacía, formulándoles una serie de preguntas básicas como para que sirve un bezoar de cabra, la diferencia entre utilizar acónito azul frente al lila y qué era el filtro de muertos en vida, entre otras.

Como ya parecía ser costumbre solo una pequeña parte de los nuevos alumnos supieron las respuestas y los que no las sabían necesitaron un duro toque de atención de Snape para comenzar a copiarlas.

Snape se juró a sí mismo al terminar aquella primera clase que jamás dejaría a Teddy subirse al expreso de Hogwarts sin saberse que un bezoar de cabra sirve como antídoto para la gran mayoría de venenos, que el filtro de muertos en vida es un somnífero muy potente capaz de inducir un sueño mortal y definitivamente debía saber que el acónito azul, a pesar de ser más barato y abundante, solo puede usarse en la elaboración de pociones muy sencillas porque a medida que aumente el número de ingredientes, la temperatura y el tiempo de cocción en una poción el efecto de este pasa a ser prácticamente inexistente y por lo tanto nunca debía pasársele por la cabeza utilizarlo para la elaboración del Wolfsbane.

Para su segunda clase tuvo dos horas con un grupo de alumnos de cuarto año de Gryffindors y Slytherins que parecían haber olvidado completamente todo lo que habían estudiado el curso anterior sobre antídotos con el que todavía continuarían durante un par de meses más aquel nuevo curso. Para cuando finalizó aquella clase había logrado sacar hasta veinte puntos a Gryffindor.

Finalmente tras un breve descanso de media hora, tuvo su última clase de la mañana con un grupo de alumnos de quinto año de Ravenclaws y Hufflepuffs que parecían en su gran mayoría estresados y angustiados ante la perspectiva del duro curso que les esperaba con los exámenes TIMO a principios de junio.

Les mandó preparar el filtro de paz, una poción que alivia la ansiedad y la agitación. Iban a necesitar casi dos horas de cocción y toda su concentración para elaborarla.

En general la estaban haciendo bien hasta que diez minutos antes de finalizar la clase un sudoroso Hagrid abrió la puerta de su aula de par en par ocasionando que varios de los estudiantes dejaran de remover de golpe sus pociones o se equivocasen en la cantidad de ingredientes echando gran parte de su desarrollo a perder.

Le lanzó una profunda mirada de enojo a Hagrid que hizo que el guardabosques diera instintivamente un paso hacia atrás, su mirada se relajó sobre él al percatarse de que su túnica estaba manchada con sangre y no pudo evitar recordar los hipogrifos que había visto el día anterior.

— La clase ha terminado por hoy. Dejad sobre mi mesa un frasco etiquetado con lo que tengáis de vuestra poción y para el próximo día quiero que hagáis una redacción de tres metros sobre el uso, la elaboración y peligros del filtro de paz . — dijo antes de abandonar el aula causando una oleada inminente de quejidos. — ¿Qué ha pasado? — le preguntó Snape mientras cerraba la puerta de clase detrás de él para evitar oyentes indeseados.

Hagrid temblaba como una hoja.

— Hubo un accidente con la clase de tercero... Juro que les dije que debían tener cuidado, que los hipogrifos eran criaturas muy orgullosas... Que si ofendían a alguno podía ser lo último que hiciesen... — Las lágrimas habían comenzado a resbalar por las mejillas del guardabosques.

Un sentimiento de angustia se apoderó del pecho de Snape al escucharlo y rápidamente se desplazó por las escaleras y pasillos hasta llegar a la enfermería.

Sintió un tremendo alivio al abrir la puerta y ver tan solo a Draco Malfoy con el brazo derecho completamente vendado quejándose de dolor. Nada grave para lo que podría haber sido, un arañazo en el cuello con las garras de un hipogrifo podría haberlo matado al instante y uno que le hubiera golpeado en cualquier otra parte del cuerpo perforándole algún vaso sanguíneo principal como por ejemplo la arteria axilar o la femoral lo hubiera matado en cuestión de minutos si no se llegase a actuar lo suficientemente rápido.

Vio a Narcissa y Lucius en uno de los rincones de la enfermería discutiendo con el director mientras que Madame Pomfrey los trataba de tranquilizar asegurándoles que en menos de una semana el brazo de Draco estaría como nuevo.

— Señor y señora Malfoy, como el profesor Hagrid ya les ha comentado — dijo Albus Dumbledore con voz tranquila. — realizó todos los procedimientos de seguridad que se deben hacer cuando se trabaja con hipogrifos. Tal vez el joven Draco se olvido de seguir alguno o no escuchó o decidió no seguir los consejos de su profesor, en cualquier de los dos casos el profesor Hagrid explicó lo que debían de hacer y cuando se produjo el accidente no dudó en trasladar al joven Malfoy a la enfermería.

El rostro de Lucius estaba contraído en una desagradable mueca.

— No ponga en duda, director Dumbledore, de que llevaré este caso al Consejo Escolar a ver si todos opinan como usted, que es correcto exponer a niños tan jóvenes en su primera clase a hipogrifos, criaturas clasificadas por el ministerio como manejables para magos competentes. — Tras decir aquellas palabras Lucius salió de la enfermería sin siquiera mirar a Snape.

Narcissa por su parte le dio una breve visual antes de dirigirse hacia Draco, se despidió de él dándole un rápido abrazo, pues al mínimo contacto el chico llegaba a exagerar el dolor que estaba sintiendo y abandonó la habitación detrás de su marido.

— ¿Qué se supone que es lo que ha pasado? — preguntó Snape pellizcándose el puente de la nariz.

— Una de las bestias que el guardabosques trajo a clase me atacó sin razón, me hubiera matado si no hubiera parado el golpe con mi brazo derecho. — se quejó Draco. — Creo que hasta ha podido romperme el hueso.

— Señor Malfoy, le aseguro que no hay ni rotura, ni fractura en su hueso — dijo Madame Pomfrey. — Lo que si tiene son tres cortes muy profundos que deberían de haberle dejado de doler en el momento que le administre la poción analgésica. Parece que no ha funcionado, pero no puedo administrarle otra dosis porque sería peligroso. Lo que si debería de hacer es mantener el brazo en reposo para que la herida no se vuelva a abrir, aplicar todas las noches bálsamo de asplesia tuberculosa para evitar que quede cicatriz y venir aquí cada dos días para que le cambie el vendaje y observe como le evoluciona la herida.

— Hagrid, deberías de volver a tu cabaña, cambiarte de ropa, comer algo y tratar de tranquilizarte. — intervino Albus haciendo que Snape volviese a recaer en la presencia del guardabosques que estaba detrás de él. — Estoy seguro de que está misma tarde tendremos que reunirnos con el Consejo Escolar.

Hagrid abandonó la habitación con la cara roja y todavía temblando y poco después, tras asegurarse de que la vida de Draco Malfoy no corría peligro, ni necesitaba ser trasladado de un urgencia al hospital San Mungo abandonó la habitación seguido por Albus Dumbledore.

— Albus, ¿Era verdaderamente importante mi presencia allí? ¿Lo suficiente cómo para no poder esperar diez minutos más a que finalizase mi última clase de la mañana? Sabes perfectamente que llevo años fuera de la lista de gente deseada para los Malfoy.

— Eres el Jefe de la Casa de Slytherin, debes estar informado de lo que sucede con tus estudiantes. Además necesitaba sacar a Hagrid de allí, iba a derrumbarse en cualquier momento con todas las cosas horribles de las que lo estaban acusando los Malfoy.

— ¡Qué encantador! ¿También harás lo mismo con Remus cuando venga el supervisor? ¿No pudiste enviarnos una carta siquiera en todo el verano avisándonos de que estaban cambiando el protocolo? — dijo deteniéndose de pronto en medio del pasillo, varios metros antes de llegar al Comedor donde estaba claro que se dirigían.

— Ya teníais suficiente con Black y después con lo de la maldición.

— ¿Y quién diablos tuvo la culpa? — Snape sentía que le hervía la sangre. — Sabías desde hace años que el puesto estaba maldito por el mismísimo Señor Oscuro. — siseó. — Que no eran simples habladurías de los alumnos, ni mala suerte de los ineptos profesores que contratabas y te dio igual ofrecérselo a Remus, mierda, ni siquiera me hubieras dicho nada si no te hubiese venido a encarar después del escape de Sirius Black de Azkaban. No podía ser coincidencia y menos en el mismo mes.

— ¿Y Remus sabe lo de la maldición? Me parece que no. Ayer mientras hablaba con él me di cuenta de que tenía un bonito anillo de plata en la mano izquierda, seguramente encantado con magia antigua.

— Tal vez encantado con magia antigua. — dijo sin molestarse en ocultar el tono de enfado en su voz.

— Espero que sepas como funciona la magia antigua o por lo menos tengas claro como funcionó en el caso de Lily y Harry. Estás dando tu vida por la de él y aunque no reciba ningún hechizo mortal, vas a ser tú quien sufra las consecuencias.

— No me importa, ya tuve suficiente con perder a Lily, no voy a dejar que me quiten a Remus también.

Hubo una extraña expresión en el rostro de Albus Dumbledore que Snape fue incapaz de interpretar.

— ¿Y Teddy?

— Teddy va a necesitar mucho más a Remus de lo que me va a necesitar a mí.

— Eso no es cierto y lo sabes, es un hombre lobo va a necesitaros a ambos por igual y ahora Severus, continuemos, me gustaría llegar al comedor para comer algo más que el postre.

— No tengo hambre. — comentó a pesar de que tenía el estómago vacío y aquella mañana apenas había desayunado una taza de leche caliente. — Además hoy es miércoles y tengo que recoger a Teddy.

— ¿Recoger? — preguntó Albus frunciendo levemente el ceño. — Creí que lo ibais a dejar con los padres de Remus.

— Y así es. — murmuró Snape antes de dar media vuelta y dirigirse hacia las mazmorras.

Nada más entrar en su habitación,avivó las llamas de fuego y cogió una pizca de polvos fluu de la repisa de la chimenea.

Miró su reflejo en el espejo del armario, su cabello volvía a ser un desastre grasiento como de costumbre, dudó un momento si debía lavarlo o no, pero un vistazo al reloj hizo que se decidiera a no hacerlo, no tenía tiempo, en menos de veinte minutos comenzaría su siguiente clase.

Arrojó los polvos al fuego volviendo las llamas verdes y se metió en la chimenea para salir en su casa en la pequeña aldea de Arcade en Gales.

— ¡Severus, bienvenido a casa! — lo recibió Hope.

Hope estaba sentada en la mesa junto con Teddy quién estaba de pie sobre su silla para enseñarle a su abuela el contenido de una pequeña caja de zapatos que tenía sobre la mesa y que rápidamente escondió en cuanto vio a Severus.

Lyall Lupin salió de la cocina, tras acabar de lavar y secar los platos usando magia.

— Bienvenido. Es toda una suerte que tengas la tarde del miércoles libre y Remus la del viernes. —comentó Lyall con una sonrisa ignorando que aquello era una mentira. — Mientras esperamos por Remus, ¿Qué tal si jugamos a un juego de mesa? Prometo que esta vez no haré trampas.

— En realidad había pensado en llevarme a Teddy a Hogwarts para enseñarle algo sobre pociones. — mintió Snape con tranquilidad.

— ¿No es muy pronto para comenzar? — preguntó Hope. — Todavía no sabe ni leer ni escribir correctamente y tampoco ha comenzado con sus estallidos de magia accidental. Recuerdo que con Remus las golosinas volaban de los estantes, las paredes de su habitación cambiaban de color constantemente y siempre hacia estallar todas las bombillas de la casa dejándonos completamente a oscuras cuando se enfadaba.

— Y es por eso que los magos siempre usan velas y antorchas. — bromeó Lyall. — Entre otras cosas.

— Estoy seguro de que esos estallidos no tardarán en aparecer. Dominar pociones debe ser algo fundamental para él, tanto como leer y escribir, si en un futuro tiene que ser él el que se preparé el Wolfsbane.

Teddy hizo una desagradable mueca de asco al escuchar el nombre de la poción.

— Cuando sea mayor haré que el Matalobos sepa a galleta de chocolate o a pastel de chocolate ... o a chocolate... o a cualquier otra cosa. — dijo Teddy mientras sentía el repugnante y amargo sabor del Wofsbane en la boca.

— ¿Incluso aunque acabe sabiendo a berenjena?

Teddy asintió.

— Cualquier otra cosa es mejor. — sentenció Teddy con voz chillona.

Una pequeña sonrisa bailó en la comisura de los labios de Snape.

— Venga, Teddy, despídete de tus abuelos que tenemos que irnos.

El pequeño le dejó la caja de cartón a Hope y se despidió de su abuela y de Lyall con dos rápidos besos.

Cuando regresaron a Hogwarts, Lupin estaba sentado en la butaca de cuero, esperándolos, hojeando un libro que inmediatamente cerró en cuanto aparecieron.

— Pase por las cocinas y te traje algo de comer. — comentó Remus señalándole un tupperware que había dejado sobre la mesa lleno de arroz y pechugas de pollo. — ¿Quieres que sea yo quién vaya la próxima vez? Parece que te entretuvieron más de la cuenta.

— No, está bien. — dijo Snape mirando el reloj sobre su mesilla que indicaba que en cinco minutos comenzaban las clases. — Gracias.

— Por nada, mi amor. — dijo antes de mirar a Teddy. — Cachorro, ¿Te has portado bien con tus abuelos?

— ¡Sí! — afirmó Teddy con total seguridad. — Hasta ayude al abuelo a poner la mesa.

— Tu abuelo seguramente la habrá puesto con magia. — comentó Snape.

— Pero yo dije-le lo que había que poner: servilletas, vasos, platos y cubiertos.

Remus sonrió.

— Algo es algo, por pequeño que sea.

— Sí a ti eso te sirve... Por cierto, Teddy — dijo dirigiéndose al pequeño. — ¿Qué escondías en esa caja de zapatos?

Teddy tardó un momento en contestar.

— Semillas.

— ¿Semillas?— preguntó Snape con desconfianza.

— Sí, semillas.


Nota: He de admitir que pense seriamente en añadir la conversación de Albus y Remus, pero luego con Remus y Snape se me hizo repetitiva, ¿La consideran necesaria?