Los personajes no me pertenecen.


Una hora. Una hora bastaba para saber que ya no le importaba que fueran solamente amigos. Yamaguchi no entendía por qué, pero a pesar de la calidez, de la gradual cercanía que habían alcanzado, todavía faltaba aquella conexión que halló de inmediato en sus sueños. Atsumu era un chico increíble, y estaba feliz de tenerle como amigo, orgulloso de su talento y pasión por el deporte que le había dado energías, compañeros increíbles y motivación para vivir…

Pero, simplemente, no era lo mismo. Era diferente, cómodo de la misma forma en que se sentía tranquilo charlando con su equipo, pero distinto a como recordaba que su corazón latía. ¿Era porque en ese entonces fue más inmaduro, incluso más tímido además? ¿Ambos habían cambiado y eso era todo?

—Debo de admitir, jamás esperé que aceptaran jugar vóley conmigo. Digo, suelen intimidarse —Aquella sonrisa perezosa y confiada debía ser la perdición de muchas personas. Incluso a él le revolvía el estómago, incluso si no era como antes.

—¿Intimidarse por la fama sin comprobar? No sé si eso te sube el ego o te deprimes por no jugar.

—Un poco de ambas en realidad. Aunque tampoco es que valga la pena jugar contra alguien que se deja intimidar —Se encogió de hombros, restándole importancia mientras hacía girar la pelota en su dedo. Se veía tan relajado que llegaba a ser contagioso.

—Siempre vale la pena jugar contra alguien mejor que uno. Yo he aprendido así, al menos —Se dio cuenta de que había encogido los hombros también. ¿Era esto como cuando decían que imitabas los gestos de las personas que te gustaban? Diablos, quizá era cierto después de todo.

—¿Qué quieres decir con mejor que uno? No me topo con esa gente.

¿Era posible que le gustara alguien tan engreído? La respuesta parecía ser afirmativa. Y no era ninguna sorpresa, considerando cómo era su mejor amigo. Se veía venir, mejor dicho. Volvió a preguntarse cómo se llevaría con Tsukki, lejos de ser la primera vez.

—Puede que a ellos no les interese toparse contigo tampoco —replicó, ganándose un codazo amistoso en respuesta. Le encantaba picarlo. Jugar con esa confianza inquebrantable, que contrastaba dulcemente con su actitud berrinchuda en ocasiones. Era adorable. — O puede que en realidad no encuentres a nadie así más que en las nacionales. Sea como sea, quiero jugar contigo. Podría usarte como práctica para mi saque.

—Me parece terrible que pienses en utilizarme. Que conste que solo lo acepto porque me amo jugar y porque eres lindo, sino no te dejaría ni soñarlo.

Yamaguchi se atragantó con el mismísimo aire que respiraba. ¿Lindo? ¿Su alma gemela de verdad pensaba que era lindo? Sabía que Atsumu no lanzaba cumplidos porque sí. Una cosa era su personalidad coqueta, y otra muy distinta era decirle algo lindo como consuelo o para dar ánimos. Lo decía porque realmente lo pensaba, ¿cierto? Tenía que poder confiar en eso.

—Que conste también que yo quiero jugar contigo solo porque eres más lindo que intimidante —Dios, la sonrisa torcida que obtuvo por decirlo fue suficiente para hacerle trastabillar. Y a juzgar por cómo se ensanchó apostaba que también su reacción le había gustado.

—Interesante. Veamos si te sigo pareciendo lindo cuando vaya en serio.

Un escalofrío recorrió su espalda, mas esta vez no se echó para atrás. Después de todo, había viajado hasta aquí precisamente para verle, y ya había aprendido a no desperdiciar oportunidades.

—Vamos de una vez. Lamentablemente, no tenemos todos los días para jugar juntos.


Aquello que pudo ser un lindo paseo en el parque lanzándose pases con la pelota de alguna manera se convirtió en una práctica improvisada y después en una competencia de saques luego de la búsqueda de una cancha. Tadashi estaba próximo a quedarse dormido en el tren por el ritmo extenuante que tuvo Atsumu toda la tarde, pero también estaba tan feliz que era incapaz de dormir, por ese absurdo temor de que no era más que otro sueño, una fantasía donde se mezclaran sus dos cosas favoritas: su alma gemela y el vóley. Sí, cada vez que lo pensaba sonaba más irreal, más improbable, menos posible de que sucediera de nuevo. Después de todo, no era tan grandioso como para repetir un entrenamiento con él. O tan interesante como para hablar toda una tarde en caso de que no jugaran. Mierda, ¿cómo podía hacer desaparecer esa clase de pensamientos? ¿Por qué no lo lograba, a pesar de lo nítida que aparecía la expresión emocionada de Atsumu cada vez que cerraba los ojos?

Su bolsillo vibró y sacó su celular, únicamente por la necesidad de comprobar que en serio no fuera su alma gemela diciéndole que fue bueno conocerle, pero que era mejor despedirse.

El mensaje sí era de él. Por fortuna, el contenido era muy distinto:

"Avísame cuando llegues

Me divertí mucho hoy, hay que repetirlo otro día"

Yamaguchi sonrió, aliviado y nervioso en partes iguales. Sabía que estos viajes difícilmente se volverían algo regular, por más que lo quisiera. Podrían pasar semanas en coincidir, así que tenía que practicar duro para verse mejor la próxima vez.

Antes de que aquella motivación reforzara su determinación, llegó otro mensaje.

"La próxima vez podríamos ir con más gente"

Oh. Más gente normalmente significaba incomodidad. Tadashi no podía evitar volverse un poco invisible con más gente. Se volvía transparente, las sensaciones lo atravesaban.

"Me gustaría que conocieras a mi hermano, seguro se llevarían bien"

¿Quería presentarle a su familia? Sonaba genial. También algo serio. ¿Por qué de repente se sentía serio?

"O mejor no. Los dos juntos podrían volverse en mi contra"

Por alguna razón, que se retractara de inmediato lo entristeció un poco, aunque hasta hace un segundo la idea lo tenía al borde del pánico.

"De todas maneras, quiero que se repita

Fue la mejor cita que he tenido en mucho tiempo".


—Entonces… ¿sí era una cita?

La pregunta le descolocó, por más que él mismo se la hubiera hecho un millón de veces desde el fin de semana. A fin de cuentas, no se había sentido totalmente como una, y estaba seguro de que no iba a ser más que una salida de amigos en un principio.

—Supongo que… cambió de opinión en algún momento y decidió que podía serlo.

—¿Y por qué tienes esa cara? Pensé que estarías más feliz —La ceja enarcada de Tsukki le indicó que vendrían más preguntas acusatorias. Preguntas que en definitiva no quería contestar, cuando no pudo responderlas ni en su mente. Tenía que cortar rápido la conversación, antes de que se diera cuenta de lo que sea que sintiera. El rubio siempre se daba cuenta de sus sentimientos antes que él.

—Simplemente me pregunto qué cambió. Creía que iba ser algo platónico. Y ya le gustaba alguien —Esa parte era la que más lo confundía. Dudaba que la situación pudiera ser tan distinta con solo una salida-con solo una cita.

—¿Por qué pareces decepcionado si no es platónico? —Oh, cómo deseaba saberlo. — Si le gustas tú todo se arregla, ¿no?

No. No lo hacía, por bastantes motivos.

—Supongo que… no me imagino en una relación con él. Quizá ya me hice la idea de que seríamos amigos, y saber esto de repente… Tal vez no estoy listo. Ser novios es otra cosa.

—¡¿Ser novios?! —El grito de Hinata no pudo ser más inoportuno. Que varias cabezas conocidas y desconocidas se girasen hacia ellos lo era menos aún. — ¡Felicidades, Yamaguchi!

Sus buenos deseos estaban fuera de foco. ¿Exactamente por qué había que felicitarlo? Estaba aterrado.

—No somos novios —se apresuró a corregir. —Solo… parece que tuvimos una cita.

—¿Parece? —Que pareciera tan confundido como él fue un pequeño consuelo. —¿Cómo es eso?

Por toda contestación, Yamaguchi se encogió de hombros. Como sus compañeros eran seres incivilizados, aquello no fue suficiente para que lo dejaran en paz.

—¿Una cita tan rara que no parece cita? —aventuró Kageyama, sorprendentemente cercano a la realidad.

—¿Una cita que tan mala que ya no quieres que sean novios?

—¿Una cita

Incivilizados era quedarse corto. Tal vez debería lanzarles un saque directo a esas bocas.

—Una cita es algo que, para empezar, no comprenderían ustedes —repuso Tsukki. Yamaguchi le sonrió, agradecido, antes de volver a mirar al dúo impertinente.

—Me sorprende que sepan qué es una cita —No tenía derecho de decirlo considerando que él tampoco, pero sabía que no lo harían notar— Una cita es algo muy complejo para resumirlo solo en esas palabras.

—Qué profundo —Lejos de sentirse ofendido, Hinata asentía aceptando que era otra cosa que escapaba de su entendimiento.

—Qué fastidio —añadió Kageyama— Debería ser algo fácil si se trata de tu alma gemela, ¿no?

Por más que odiase admitirlo, Kageyama tenía razón. Debería ser algo fácil, algo con lo que simplemente dejarse llevar y sentir que todo encaja perfecto… Pero puede que solo faltara más tiempo, que era algo que se construyera, no que surgiera de la anda como el vínculo de sueños.

—Me sorprendería que algo te pareciera fácil a ti —Tsukki realmente estaba atacando hoy. — Sobre todo cuando tú y tu alma gemela comparten la misma neurona.

—No le hagas caso, Kageyama, se está inventando palabras para parecer listo.

—Sí, debe tener envidia porque él no comparte neurona con su alma gemela. Deberías compartir más, Tsukishima.

Lo dijo con tanta seriedad que casi le daba pena reírse de él. Contener la risa era más difícil todavía, así que igual terminó carcajeándose en su cara, y aun más fuerte al ver su incomprensión.

Bien, quizá estaba confundido con su alma gemela, pero si incluso alguien tan perdido como Kageyama podía hacer que las cosas funcionaran con la suya, seguro se las arreglaría para hacerlas funcionar también. Era extraño tener que pensar en Atsumu como pareja y no como amigo, pero tarde o temprano todo seguiría su cauce. Solo tenían que tener otra cita y ver cómo iba todo, dejando en claro sus intenciones desde el principio.


Tadashi no tenía idea de cuál era el momento adecuado para tomar su mano. O si el rubio querría que lo tomara de la mano, para empezar. No parecía muy empalagoso. ¿Eso era empalagoso o normal? Atsumu lucía relajado sin que le diera la mano. Aunque apostaba que seguiría estando igual de tranquilo si se atrevía a hacerlo. Por su parte, él mismo se encontraba bastante dividido, sin tener claro si no se atrevía por no estar solos o si sería más incómodo en esa situación.

Había traído a Tsukki no solo porque Atsumu lo había sugerido, sino como apoyo moral y analista amoroso. Ni tenía que pedirle algo tan ridículo, de todas maneras Tsukki iba a analizar la naturaleza de su relación. Por su parte, su cita había traído a un chico con la mirada rasgada y de cabello oscuro.

—Suna Rintaro —Fue la escueta presentación del chico.

—Tsukishima Kei —se adelantó en responder el rubio, asintiéndole. Tadashi casi se rio en sus caras por lo indisimulados que fueron mirándose de arriba abajo, midiendo fuerzas de antipatía por lo visto.

—Creo que van a llevarse bien —susurró Atsumu a su oído, haciéndole dar un respingo. ¿En qué momento se había acercado tanto? Dios, hasta podía olerlo. Olía increíble. — Si es que no se matan primero.

—¿Apostamos cuál lo logra primero?

—Qué siniestro. Me gusta —Esa astuta sonrisa de zorro le impulsaba los labios a imitarlo por alguna razón. Una razón que cada vez se le hacía más fácil de aceptar, aunque fuera solo en su mente y no tanto en su pecho.

—A mí no me metas en tus payasadas —protestó el pelinegro, aunque tan vacío de expresión que Yamaguchi supo que estaba acostumbrado y resignado a ellas en partes iguales.

—Entiendo su relación, pero ni Yamaguchi tiene ese poder sobre mí.

Ah, tan directo como siempre. Lo agradecía y maldecía en partes iguales.

—Vaya, pensaba que a nuestros beneficios se le sumaban otros beneficios —La insinuante réplica de su alma gemela hizo que sus pecas quedaran ocultas por el color rojo. Estaba ardiendo y le dio la impresión de que a todos les causaba algo de gracia.

—Ni siquiera te di el beneficio de ir suave contigo en vóley, ¿y se supone que te dé uno sobre Tsukki?

—No es un beneficio jugar a medias. Por cierto, ¿Tsukki? Olvida lo demás, quiero el beneficio de llamarlo así.

—Ni en tus sueños.

Todo estaba saliendo tal y como supuso que sería. Normalmente aquello solo sucedía en malos casos, así que era agradable romper con esa continuidad.

—No me importa realmente cómo se llamen ustedes, yo solo vine a jugar vóley —intervino Suna. Tsukki asintió, como si de verdad pensara lo mismo, cuando el verdadero motivo claramente era venir de chismoso a juzgar el asunto. O preocupación amistosa, que para el caso daba lo mismo.

—¡Y exactamente por eso te invité! —Comenzaba a volverse adicto a esa sonrisa. Verla le daba suficiente energía para jugar, entrenar o lo que sea que ellos quisieran hacer. — Pero ya que estamos acostumbrados a jugar entre nosotros, hagamos un intercambio.

—Sí, yo también estoy cansado de jugar contigo. Me llevaré a Yamaguchi entonces —Antes de que pudiera decir cualquier cosa, Suna la yo estaba arrastrando al otro lado de la red. Aunque tampoco iba a protestar, siendo tan divertida la expresión berrinchuda de su alma gemela y la mueca de hastío de su mejor amigo. Bien, tendrían que enfrentarse de nuevo.

Seguro en algún momento podrían estar en el mismo equipo, así que no iba a darle importancia.


En medio del descanso, cada dupla en su propio lado, mientras les lanzaban miradas enfurruñadas desde lejos, Suna se lo preguntó:

—¿De verdad no te importa?

Oh, Tadashi supo en el instante a qué se refería. ¿Sería mejor hacerse el imbécil para no responder, o eso a largo plazo también sería malo? Siendo amigo se su alma gemela y quizá teniendo que verlo más en el futuro, prefería no quedar como un idiota.

—¿Debería? Puede que no tenga motivos para preocuparme.

—Para mí ya es motivo de preocupación que una cita esté enamorada de otra persona.

Qué directo. Tendría que responderle de la misma manera.

—Eso no fue un impedimento para ninguna de sus citas anteriores, y tampoco lo será para mí. Si no funciona, seguro seremos buenos amigos —La mirada suspicaz del otro hizo que se tensara. Tuvo que beber agua para disimular, sabiendo que era una táctica totalmente inútil. A fin de cuentas, era una respuesta insulsa y un poco cínica.

—¿De verdad te gusta? —Esa sí que no se la esperaba. No pudo evitar mirarlo confundido, mas Suna rápidamente le quitó importancia al asunto. — Tiene sentido que no te importe si tampoco te gusta, eso es todo. Si te gustara de verdad, estarías un poco loco con todo esto.

—¿Un poco loco? —Con eso se quedaba corto. Así estaba, pero por no sentirse así debido a esa razón. Estaba un poco loco precisamente porque le gustaba un poco, y era su alma gemela. ¿Cómo demonios podía gustarle solo un poco? ¿Por qué estaba bien con la idea de que fueran amigos, si siempre quiso un vínculo más allá de lo platónico? — Lo estoy. No quiero arruinarlo.

—¿Piensas que vas a arruinarlo por ser sincero con él? Es un tonto, pero no es mala persona.

—Si le digo simplemente va a dejar de lado el tema. Será estar yo solo con mis pensamientos, preguntándome si estoy haciendo suficiente para sacarle de la mente a otra persona.

—Estás haciendo más de lo que crees —repuso Suna— Para empezar, nadie tiene una segunda cita con Atsumu. Si es porque lo empiezan a conocer y se espantan o porque le gusta otro no lo tengo claro.

¿Se suponía que era un consuelo? Pues se notaba que el chico no estaba acostumbrado a darlo.

—Quiero seguir con él. Me da lo mismo si es una cita o solo como amigos —Viéndole de lejos, tratando de picar a Tsukki, que lo ignoraba con descaro, su determinación se reafirmaba. Podía verle en su futuro, sin importar qué papel asumiera. — Es mi alma gemela, ese vínculo no se va a romper por nada.

Ahora quien se tensó fue Rintaro. Se le quedó viendo con detenimiento, sus ojos más abiertos de lo habitual. Tadashi casi veía cómo giraban los engranajes en su cabeza. Dios, que vergüenza, ¿acaso Atsumu no le había contado eso? Si el pobre creía que esto era una cita como cualquier otra era normal que le advirtiera. Que recién se enterara de la verdadera naturaleza de su relación cambiaba las cosas.

—¿Atsumu es tu alma gemela? —repitió, como si no se lo creyera. Y, ¿cómo culparlo? Desde el principio estuvo seguro de que era un chico popular y sociable, todo lo contrario de él. Por supuesto que entraban dudas de desconfiar del destino, de preguntarle a la vida si acaso era una broma. — ¿Cómo lo sabes?

Yamaguchi frunció el ceño, debatiéndose si contarle acerca de la app de citas. Era probable que eso fuera común o que ya lo supiera… A pesar de que a él le diera vergüenza, debía ser algo normal.

—Recuerdo perfectamente su rostro. Que se haya teñido el pelo no me impide reconocer a mi alma gemela.

A juzgar por la intensidad con la que seguían mirándolo, había dicho mal alguna cosa. Al segundo siguiente, se dio cuenta de que Suna parecía bastante divertido por quién sabe qué. En serio deseaba poder leerle la mente a ese chico.

—Ya veo… aunque se tiña el pelo. Sí, sigue siendo reconocible, aunque sea un color de gusto tan… peculiar.

—Es un rubio un poco opaco, sí, pero no es para tanto. Igual admito que lo prefería castaño. Se veía tan lindo —suspiró, ensoñado recordando el pasado. Diferente, con otro tipo de tranquilidad que no podía evitar extrañar. — ¡No digo que no sea lindo ahora! —Se apresuró a corregir, despertando con un leve pánico de su fantasía. — ¡Es lindo! Distinto, pero lindo. Obvio que es lindo.

Al retractarse solo consiguió que el otro se riera. Una risa seca, un poco burlona, quién sabía si riéndose de él o todavía del cabello de Atsumu.

—Es bueno que te parezca lindo. Y si te van los colores más oscuros, puede que tengas suerte.

—¿Eh? ¿Por qué? ¿Quiere cambiar de color? —preguntó confundido. Suna sonrió todavía más. Por lo visto eso atrajo la atención del nombrado, quien solo atinó a gritarles:

—¿De qué tanto hablan? ¡Suficiente descanso, volvamos a jugar!

Yamaguchi asintió de inmediato, se levantó y se sacudió el polvo de la ropa antes de correr a la red. Como le dio la espalda, ni siquiera notó la mirada entretenida y enternecida a partes igual que le dirigían desde atrás. Después de todo, Rintaro acababa de descubrir algo grandioso.

Y se preguntaba cuánto tardarían en notar todos aquella verdad. verdad.


Bien, por fin se encontraron, y no sé si las cosas salieron como esperaba en cuanto a la química de ellos. Espero que les haya gustado, ¡saludos!