CUATRO ESTACIONES


Jardín (AraHaru)

Alain sabe que basta una sola palabra de May para echarlo todo a perder en él.

La cuestión es que… no le molesta en absoluto.

Mairin se ríe al verlo con el rostro avergonzado y queriendo apartar la cabeza y luego cubrirse un poco con la bufanda, pero no lo hace, apenas movimientos erráticos disimulados cuando la muchacha de ojos zafiro aparece como un vendaval gritando su nombre.

—¡Ah! ¡Allí está el entrenador que busco! ¡Alain, ven aquí!

Se acabó. Alain se acerca y se inclina ante Mairin para disculparse, casi arrastrando hacia el otro lado a la coordinadora mientras escucha la risa de su amiga subir en intensidad.

Pobre, piensa, debe ser mucho para él.

Alain no sabe qué decir con exactitud.

—Te dije que me llamaras. Todavía no le he dicho que tú y yo…

—¿En serio? —May se suelta con cuidado de su agarre y le sonríe para calmarlo, aunque no entiende su timidez—. Yo creo que ya sabe; tus amigos lo saben, mi familia lo sabe, nuestras regiones lo saben, todo el mundo lo sabe, excepto tú.

Su gesto casi turbado la hace reír y suspirar de ternura.

—Alain, ¿tanto te incomoda que te vean conmigo?

—No es eso, sabes que no —Alain posa con cuidado su mano sobre el hombro de aquella muchacha, siempre lo hace cuando habla de forma seria—. Mi problema es… El problema soy yo. No quiero causarte problemas después de todo lo que he…

—Pero eso no va a pasar —lo interrumpe.

Sabe que él la ve como una flor de cristal que desea proteger.

Pero May es como un ramo de amapolas que se envuelve en su cuello y su piel tibia contra la suya le calienta el alma. Es una muchacha con el pelo enmarañado que pide recibir el tacto de sus dedos ya temblorosos al sentir que la quiere demasiado.

Y cuando ella le mira de esa forma, como si todo el amor que siente por él fuera capaz de traducirse en ese simple gesto, Alain deja de sentir miedo y le sonríe sin pensar en el futuro.

—Tú no te preocupes, campeón, prometimos que ambos…

—…cuidaremos del otro. Lo sé.

No tiene por qué sentirse terriblemente ansioso. May es como un jardín, lleno de flores que no podían marchitarse.


Treinta grados (SatoKasu)

Su romance de verano no es como de telenovela.

Aunque sabe que debió esperarlo.

Misty piensa que algo en la forma que tiene Ash de tratarla es irritante, condenadamente irritante.

Está segura de que no tiene nada que ver con la manía de sonreírle cada vez que sus ojos se cruzan, ni su rapidez para ir tras ella o el poco ambiente romántico que se genera cuando están juntos en el atardecer. Es el hecho de no parecer una pareja, ni siquiera la ha besado o tomado de la mano de forma sentimental.

Solo desea sentirse como una verdadera novia, pero no sabe cómo pedírselo.

Aunque eso no le impedía intentarlo:

—¿Por qué no caminamos de la mano?

Ash parece sorprendido por su pregunta, sin embargo, le sonríe al instante.

—Es que hace calor.

—¿Qué?

Era una excusa estúpida, pero la forma en la que lo dice es realmente convincente. Se pregunta si es verdad.

—¿Dices que no me tomas de la mano porque hace calor? —se oye tan indignada que Ash comenzaba a sentirse nervioso.

—Estamos como a treinta grados, siento que me estoy asando en un horno.

—Pretextos. ¿Sabes? Eres demasiado aburrido como novio —Misty lleva una mano hacia la cintura para reafirmar su enojo.

—No lo soy —esta vez el indignado es él.

—¡A mí me gustaría que hagamos cosas de parejas normales! Si quisiera a alguien impermeable, hubiera estado con un pato.

—Y el pato sería mejor novio porque… —Ash parece muy interesado en saber la respuesta.

—Olvídalo. Si tienes tanto calor, no debimos salir.

Le frustra haberse arreglado un poco para hacer juego con el bonito parasol celeste que había comprado. Se había sentido linda y elegante frente al espejo con esa nueva adquisición, ahora solo quería regresar a casa. Ash podía ser muy insensible sin proponérselo.

—Creo que si compartimos tu sombrilla no pasa nada —suelta el entrenador sin interés mientras se coloca a su lado bajo la sombra. La sugerencia la deja muda unos segundos, hasta que el enojo regresa.

—¿Y eso qué resuelve? ¿Va a dejar de hacer calor de forma mágica?

Capta, entonces.

Cuando la piel del brazo ajeno roza su hombro desnudo, se siente distinta. No es la primera vez que están tan cerca, pero se siente como si lo fuera, sobre todo cuando ya han cruzado la barrera de la amistad y oficialmente se han declarado pareja. La joven mujer siente que la garganta se le ha cerrado de forma estúpida y se aclara la voz antes de decir algo para bajar la intensidad de lo que está sintiendo.

Tenía razón. Hace calor.

Pero a diferencia de él, a ella no le molesta.

No quiere dejar de pasar su oportunidad. Están solos en plena calle. Misty baja un poco más el parasol para obligarlo a pegarse a ella.

—¿Mejor con la sombra? —su pregunta con doble sentido parece hacer efecto, Ash está sonriendo sin verla.

—No me quejo.

—Bien, solo dame una señal.

—¿Para qué?

—Para saber si esto aumenta el calor.

Entonces, sin decir nada, la sirena lo toma por la barbilla con suavidad, lo acerca a su rostro y lo mira tan dulce que Ash siente náuseas.

Su sonrisa se transforma en un gesto burlón y provocativo.

—Mentiroso, no hace calor. El problema es que eres un cobarde.

—Hace calor —insiste, sin mentir, tiene las mejillas ardiendo y no puede verla de forma directa.

Ella sabe muy bien qué le ocurre. Lo ha sentido antes y lo está sintiendo ahora. La emoción la hace temblar como si el frío estuviera presente.

El deseo de sentirse como una novia eleva su intensidad.

—Pero no me dijiste si aumentó el calor.

—¿Cómo voy a saber eso?

—¡Duh! ¿Ahora te enojas, cuando era el que traía el termómetro en el cuerpo?

Ash se harta y rompe la distancia sin decir palabra alguna.

Él nunca ha besado, ni siquiera ha pensado jamás sobre el momento que haría aquello; pero inclinarse y tocar los labios de ella con los suyos surge naturalmente, como si ya estuviera predestinado a ser esa mujer con quien lo haría.

Cuando se separan, están sonriendo a pesar de sus rostros enrojecidos y sus respiraciones descompasadas. El clima en Kanto es terrible, pero en ese momento no pueden sentirlo. El segundo beso suelta el parasol al entrelazar sus manos que no vuelven a separase hasta que regresan.

Una noche ambos buscan calor en el otro, que suba la temperatura hasta que hierven en euforia y en palabras que ella tanto adora escuchar:

—Yo te quiero, nunca lo olvides.


Hojas secas (SatoSere)

Las hojas hoy son de color naranja intenso, van a caer mañana. Es entretenido verlas cambiar de tonalidad gradualmente.

Todo ese tiempo ha estado sola, a eso le recuerdan.

Pero hoy no sería así.

Ash tiene la mirada más ansiosa de lo normal cuando baja del autobús y recorre la estación buscándola hasta que la encuentra. No son la única pareja que se recibe con ansias después de tanto tiempo separadas. Serena se aferra a su cuello mientras él le da vueltas y vueltas; quiere llorar, sin embargo, sus ojos solo se empañan y regresan a la normalidad cuando él le besa los párpados.

Se vuelve obvio la avidez que lo recorre cuando aprovecha las brisas que comienzan a ser heladas para tomarla de la mano y cubrirla con su bufanda hasta la nariz. Parece recobrar los ánimos al sentir su perfume de naranja y vainilla, ese que le había obsequiado el día de su cumpleaños. Serena desea no ser insistente, ni sentirse llorosa, pero lo había esperado tanto que ahora no podía deshacer los pequeños nudos en su garganta.

(¿Cómo era posible que lo quisiera con esa intensidad?, ¿que lo extrañara como si fuera la última vez que lo vería?)

Hace frío y las calles de Kalos se han teñido de amarillo y ocre para su llegada. El aroma del café y el Croissant recién hecho le provoca sentirse a gusto, ama el olor. Es tan inusual esa combinación en otras regiones que es lo segundo que recuerda cuando piensa en ella.

—Conozco ese gesto —Serena aprieta un poco su mano para llamar su atención—. No te preocupes, sabía que llegarías con hambre, hice algo para los dos.

—¿Todavía no has comido? —la pregunta suena más como un ligero reproche que la hace reír con gusto.

—No empieces a regañarme o no te daré postre. Ya estamos cerca, date un baño rápido mientras alisto todo.

Aunque la mesa está llena de lo que le gusta y el sabor delicioso le recuerda una vez más que está en casa, no puede evitar fijarse en el único árbol del jardín, pues tiene las hojas de color naranja intenso, y muy probablemente irían a caer mañana. Es curioso pensar en el bonito verde brillante que luego cambió de tonalidad gradualmente.

Todo ese tiempo ha estado sola, a eso le recuerdan.

—¿Estás bien? —Serena vuelve a llamar su atención, no es común verlo tan pensativo.

—Ah, sí, pero ¿estás segura de que no te molesta?

Serena trata de entender sus palabras hasta que mira el mismo árbol, entiende a qué se refiere. Ash no buscaba hacerle fruncir el ceño, pero aprieta los labios cuando la ve mirarlo mal.

—Me lo has preguntado tanto que eso empieza a molestarme. ¿Podrías dejarlo?

—Solo me aseguro.

—No me sobreprotejas, estoy muy bien.

Admitía que exageraba, a la vez no. La situación era nueva para ambos y él solo quería dar lo mejor de sí.

Serena se calma cuando llena dos tazas con chocolate caliente y nata montada. La bebida resalta cuando espolvorea cocoa y canela junto con un malvavisco en el centro. Ash siempre ha admirado la dedicación y cuidado que ella emplea para que todo lo que prepara se vea bien, incluso cuando no era necesario hacerlo, incluso en sus condiciones.

La observa unos instantes mientras le alcanza su taza y se sientan en el sofá. Ella se ve muy bien, preciosa como siempre, encantadora y emocionada por estar juntos de nuevo. Su figura no ha cambiado mucho, aunque su rostro demuestra lo rápido que se llega a agitar cuando merodea entre las habitaciones de la casa perfectamente limpia. Aunque no hace tanto frío allí adentro, ella extiende una cobija sobre sus hombros para mantenerlo abrigado.

Es el tipo de atenciones que le brinda, también quiere hacer lo mismo.

—Perdón si insisto demasiado, todavía siento que es mentira.

Serena aparta el rostro de la taza, sus palabras la han tomado desprevenida.

—Me da un poco de pena dejarte otra vez, pero intentaré regresar antes del invierno. Estaba pensando en cómo dejar todo para que no te falte nada, por eso me siento incapaz de dejar de preguntar, porque aumenta mis ganas de no irme.

Serena se percata de lo estresante que debe ser para él.

Una sensación agradable le recorre el corazón mientras disfruta la protección que él siempre le ha brindado. Es cálido. Todo ese tiempo supuso que, si su salud se mantenía estable, entonces él no estaría preocupado, pero lo había estado. Serena toma su mano y lo lleva hacia su vientre.

—Yo estoy bien. Mi mamá dijo que puede venir si necesito ayuda.

—¿Estás segura?

—Yo nunca te mentiría. No me pongas nerviosa, dicen que también lo siente.

Cuando se enteró de que estaba embarazada, sintió demasiado miedo y lo único que pudo hacer fue llorar mientras él trataba de consolarla de forma inútil. La abrazó, le prometió que todo estaría bien y...

Y lo había cumplido hasta ahora.

Ash la besa en la frente antes de cubrirla con la misma cobija y mirarla a los ojos.

—Llámame, ¿sí?

—No te preocupes, ¿no confías en mí?

No dicen nada más. No hay necesidad.

Él se arrastra con suavidad desde su lado del sofá hasta donde está ella, no dicen nada más mientras la recibe entre sus brazos, un ritual que comparten cada vez que se ausenta meses y no puede esperar a estar junto a ella. Serena apoya su cabeza en su hombro mientras sostiene su taza todavía humeante y cierra los ojos, quiere sentirlo, oír su respiración, acurrucarse mientras le acaricia el pelo antes de besarla en los labios.

Hace cinco años descubrieron que solo necesitan estar en los brazos del otro para sentir toda la alegría y seguridad del mundo a pesar de la distancia y el tiempo de espera.

(Aunque)

En esos momentos

no desea

que las hojas

caigan.

No todavía.

Quiere tenerlo

(siempre) a su lado.


Bulevar (SereGura)

Gladion nunca entendió a esa chica de mirada anhelante.

Cuando la conoció, realmente no había nada que lo obligara a verla. Era hermosa, su voz dulce y su sonrisa cálida, pero eso no la hacía especial.

Para nada sutil y terriblemente obvia, Serena parecía vivir en un mundo perfecto en el que ella buscaba que todos fueran felices.

No le desagradaba, pero no confiaba en ella ni en su exaltada imaginación.

Serena se muestra dispuesta a entregarle un pedazo de cielo a pesar de no conocerlo, y no le gusta en absoluto ese intento de cercanía, incluso si Ash y todo su entorno parece disfrutar de la presencia de la muchacha.

Gladion nunca la entendió, ni se entendía a sí mismo al seguir observándola.

Es ahí cuando lo nota.

La única vez que ella parece apagarse es cuando el otoño muere y el invierno cobra vida. El blanco la marchita y el frío la hace temblar constantemente. Igual que las flores, espera el momento de que regrese la primavera para sentirse viva.

Es un ciclo sin fin al que se ha acostumbrado.

Y un día, las cuatro estaciones tienen el mismo impacto en ella.

Lo ve en su forma de mirar a la nada durante mucho tiempo, como si esperara algo que nunca llegará. Sus ojos azul aciano brillan como estrellas a punto de morir y su sonrisa nunca la abandona, como si temiera dejarla y revelar una mueca que expresa todo menos alegría.

Y suspira, suspira todo el tiempo.

Ash no parece notar esa imagen que a él lo altera lo suficiente como para querer de vuelta a la chica que sonríe y ama a todo lo que existe.

Su expresión contenta comenzó a adueñarse de sus pensamientos de forma intrusiva, como si le pidiera que no la olvide, como si lo obligara a comparar el antes y el después y se diera cuenta de que añora el antes, el que no le gustaba, el que ahora extraña.

Gladion se pregunta aquella noche delante de la chimenea qué mantiene a esa chica tan pensativa. No entiende por qué le importa. Tampoco entiende por qué decide ignorar la primera nevada y salir a buscarla.

La encuentra merodeando en un bulevar gris. Tiene un abrigo rojo y bufanda rosa, resalta su sonrojado rostro producto del frío. Parece entretenida rascando la nieve entre los faroles y los árboles, hasta que la ve salir de prisa y perderse en la oscuridad.

—¡Gladion, bú! —ella lo sorprende por la espalda después de unos minutos. Cuando voltea, esa expresión mentirosa la acompaña—. ¿Qué haces aquí con tanto frío?

Lo irrita verla fingir.

—Yo no soy el que está caminando como un loco en medio de la nieve.

—Bueno, estás aquí —Serena pasa por alto su ceño fruncido—. Estoy haciendo hora antes de ir al aeropuerto.

—Los vuelos han anunciado desde ayer que no saldrán por el mal tiempo, ¿qué ocurre contigo?

Touché.

—Lo sé, me quedaré allí. Si voy a un Centro Pokémon perderé el primer vuelo y quiero regresar rápido a Kalos.

Verla sujetar con fuerza su bolso le confirma que, en efecto, no puede esperar para irse.

—Ya veo —No sabe qué decir, no sabe ni siquiera por qué la ha buscado.

—Oye… Deberías volver, está haciendo frío.

—El frío no me molesta.

—Ya… Yo tengo que… sentarme.

Gladion no la entendió antes, ni la entiende ahora al notar su mirada empañada.

Ignora que es el estrés constante en el que ella está al pensar en él y negar todo lo que está sintiendo por no querer repetir lo que había ocurrido entre ella y Ash.

Estar cerca de él le dolía.

Lo que comenzó como un objetivo de hacer sonreír al muchacho de ojos verdes se convirtió en el anhelo de ver esos ojos brillar de alegría como los demás, de disfrutar el momento, de que aprendiera que se puede recibir amor sin necesidad de un por qué. Poco a poco se hizo adicta a ver chispas de interés en su mirada cuando actuaba, hasta que supo que su forma de verla, genuina a pesar de la indiferencia, le hizo sentir que nunca antes nadie la había sabido mirar.

Le gustaba, lo sabía, pero no entiende en su totalidad cómo pudo ocurrir. Hay algo en él que la mantiene en la tierra, hay algo en sus ojos esmeraldas que le hacen creer que no ha visto nada más bonito en su vida. Gladion no es igual a los hombres de su entorno siempre rodeados de glamour y brillo al ser coordinadores, ni tierra y sudor al ser entrenadores. Él le recuerda a la noche, a sombras cálidas y protectoras, una luna llena sobre un mar en calma.

Era la primera vez que sentía miedo por gustar de alguien en lugar de disfrutar las mariposas, la sensación de flotar y la alegría tonta.

Al igual que Ash, no importa cuánto estire su brazo, no puede alcanzarlo.

Gladion es demasiado para ella.

Ash no la quería, estaba bien con eso. Pero que la historia se volviera a repetir… sentía que su corazón iba a destrozarse. Dos intentos fallidos de enamoramiento, es triste pensar que ella era imposible de querer de esa manera.

—Gracias por ir a la última presentación, sé que no querías estar allí.

El muchacho la mira con interés por lo que acaba de oír.

—Eres buena en lo que haces —él es amable y sincero con ella, agradece que al menos pueda considerarlo un amigo.

No ayuda en nada que se siente a su lado.

—¿Volverás de Kalos?

—No lo creo, ¿por qué?

No hay respuesta. No dicen nada, ni se miran, pero uno de ellos maldice al deslizar su mano a través del cemento apenas unos centímetros y siente el frío helarle los huesos. Si ese era la última vez que la volvería a ver, al menos deseaba quitar el invierno que ve en sus ojos.

La alcanza, el tacto la hace temblar con fuerza, es apenas un roce ridículo; la ve congelarse y mirarlo con algo parecido al espanto. Pero ella no se aparta, sino que separa los dedos para entrelazar con cuidado su dedo meñique con el suyo. Gladion maldice de nuevo al estar bastante cerca y sentir que le arde el rostro, que le falta un poco la respiración cuando descubre que las manos de esa chica son suaves y lo tocan con delicadeza. Cuando intenta tomarla de la mano, sabe que algo va mal.

Serena rompe a carcajadas mientras las lágrimas llenan sus ojos.

—De verdad odio el invierno.

Es lo que él piensa cuando la ve alejarse.


Me la pasé todo el 2023 enferma y en tratamiento pero ya casi cerrando el año me siento súper, y para cerrarlo bien pude escribir algo chiquito de mis cuatro corazones del anipoke, me acabo de dar cuenta de que los cuatro representan clichés que me gustan mucho, ¿pueden adivinar cuáles son? (si alguien dice que seregura es goodgirlxbadboy lo mato) ¡Gracias por leer! Tengo un Pokeshipping más para publicar y hasta el 2024.