Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de Lily Jill, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from Lily Jill, I'm just translating with the permission of the author.
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Víspera de Acción de Gracias.
Nuestro amigo en común Paul tenía razón. Kline's estaba bastante lleno, pero no me sorprendió siendo la noche anterior al Día de Acción de Gracias. El espacio del bar era limitado, incluso si conocíamos a más de la mitad de los clientes allí. Fue genial ver a todos, desde que entramos al bar y ser recibidos por amigos de izquierda a derecha momentos después. Me lo estaba pasando muy bien con todos, retomando exactamente donde lo dejamos. Aparentemente, llevaban jugando billar por horas, y no pasó mucho tiempo antes de que Emmett y yo escribiéramos nuestros nombres en la pizarra a la izquierda de la mesa para que todos supieran que éramos un equipo listo para jugar. Los chicos en la mesa ahora, Eric y Liam, eran decentes, pero perderían en el momento en que Emmett y yo empezáramos a jugar.
Mi papá nos compró una mesa de billar mucho antes de que tuviéramos la edad legal para jugar en Kline's, así que cuando tuvimos la edad suficiente para unirnos a la liga de billar en el bar, estábamos listos para jugar y lo habíamos estado durante años. Esos días ya pasaron, pero era maravilloso poder recordar cada en oportunidad que teníamos.
Estaba rodeado de todos mis amigos y estaba lleno de gente, así que tuve que estirar el cuello para poder encontrarla periódicamente durante la noche. El bar en sí no era tan grande, pero era lo suficientemente espacioso como para que hubiera cierta distancia entre nosotros. La distancia, en ese momento, me impidió hablar con ella, pero no me impidió mirarla cada vez que pensaba que ella no estaba mirando. No habíamos tenido oportunidad de hablar una vez que entramos al bar, y traté de convencerme de que eso era algo bueno.
Definitivamente sentí algo en su cocina cuando los dos estábamos hablando, algo que me hizo olvidar por completo que era la hermana de Emmett con quien estaba. Después de que Emmett entró a la cocina, todos nos separamos; yo fui al porche trasero para tomar un poco de aire fresco y otra cerveza, Emmett fue a apresurar la preparación de Rose y Bella arriba. Me tomé el tiempo para tratar de despabilarme, para convencerme de que la nostalgia de estar en casa se había apoderado de mí y pintado a Bella bajo una luz favorable. Acababa de terminar de responder un mensaje de texto de Angela cuando ella emergió de nuevo y me maldije a mí mismo, los sentimientos de antes volvieron a inundarme.
Así que aquí estábamos, en el bar, separados por lo que parecía un millón de personas, yo mirándola como si no la hubiera visto antes de esta noche.
―Oye, hombre. Nuestro turno ―llamó Emmett, tomando un taco del estante y echándole tiza―. Es hora de mostrarle a estas damas cómo se hace.
―Por supuesto.
Lo seguí, lanzando una mirada más en su dirección para ver si todavía estaba hablando con el grupo de personas al otro lado de la habitación. Todavía lo hacía, y eso me molestó, aunque no debería haberlo hecho. Realmente no tenía derecho a sentir nada hacia Bella. Tenía a Angela esperándome en Chicago y aunque ella no era oficialmente mi novia, no estaría bien de mi parte.
Así que me prometí a mí, a Bella, a Angela y a Emmett dar un paso atrás.
Ella era solo Bella, mi vecina de al lado.
Emmett dio el primer golpe para reventar el triángulo, mientras me dirigía hacia la pared para encontrar el taco perfecto que coincidiera con el estado de ánimo en el que estaba. Estaba listo para ganar, y llevé la tiza conmigo de regreso al lado de Emmett. Liam se agachó y dio lo mejor de sí.
Estaba listo para jugar.
Fue un partido reñido. Liam continuó metiendo tres bolas lisas antes de que fuera mi turno, y yo estaba decidido a limpiar la mesa. Emmett y yo teníamos las bolas rayadas, y tomé mi tiempo mirando hacia la mesa para encontrar mi mejor tiro. Pensé qué efecto darle a la bola blanca para mi siguiente tiro y, después de unos momentos de contemplación, me incliné sobre la mesa y mi taco se deslizó sigilosamente contra mi pulgar y mi dedo índice.
Todas las bolas cayeron en la buchaca, una tras otra, y justo cuando estaba a punto de acertar con la bola ganadora, la vi. Ya no estaba hablando con ese grupo de personas, sino que estaba parada en la sala de billar, ella y Rose hablando entre sí, pero mirando el juego, a nosotros.
Los ojos de Bella se encontraron con los míos y casi rompió mi concentración por completo. Ella tomó un sorbo de su vino con gracia, sus ojos fijos en mí mientras yo retiraba mi brazo por última vez y lo soltaba. Contuve la respiración, esperando con todos los dedos de mis pies y manos cruzados que desapareciera en la buchaca.
¿Qué tan vergonzoso sería si me sofocara frente a Bella?
No me gustó cómo de repente eso me importó, especialmente después de haberme prometido comportarme.
No hubo necesidad de avergonzarme; la última bola se hundió en la buchaca sin esfuerzo, y la sala estalló en vítores y choques de manos. Emmett saltó sobre mi espalda, la victoria fluyendo por mis venas como sangre.
―¡Que venga el siguiente grupo de perdedores! ―gritó Emmett, señalando la pizarra con la lista de nombres de nuestros futuros oponentes. Tomando un trago de mi cerveza, encontré su mirada nuevamente, esta vez encontrándome con una sonrisa que ella trató de ocultar. Mi corazón volvió a dar ese extraño giro y esa sonrisa se quedó conmigo mientras destruíamos a los otros equipos durante la siguiente hora.
La multitud alrededor comenzó a disiparse, así que no me decepcioné cuando después de una racha de ocho victorias consecutivas, Emmett y yo fuimos destronados de la mesa por Ben y Tyler, amigos nuestros de la escuela secundaria. Nos dimos la mano para felicitarlos por su victoria y nos dirigimos a la barra para reponer energías.
―No había jugado tan bien en mucho tiempo ―comentó Emmett mientras se acercaba a la barra para tomar su bebida del barman, Peter. Él asintió en agradecimiento y dejó un billete en la barra por la propina―. Considerando que no juego tanto como me gustaría.
Asentí, estando de acuerdo con él.
―Ni siquiera puedo recordar la última vez que jugué al billar. ―La cerveza era refrescante después de jugar bajo la presión de la multitud y de Bella. En el momento en que pensé en ella, quise darme la vuelta y escanear la habitación para ver dónde estaba, pero Emmett me distrajo, afortunadamente.
―Probablemente la última vez que estuviste aquí. ―Emmett tomó un trago de su cerveza, la puso en la barra y se giró hacia mí―. Me encanta cuando estás en casa, hermano.
Estuve de acuerdo.
―A mí también. Ojalá pudiera venir más a menudo.
―¿Qué tiene que hacer un chico para que te quedes?
No estaba seguro de si alguna vez un hombre sería capaz de hacerme renunciar a mi carrera y mi amor por la ciudad para regresar a casa, pero mientras observaba a Rose y Bella regresar desde el patio climatizado, el pensamiento cruzó por mi mente que tal vez sí había alguien capaz de hacerme cambiar de rumbo.
―¿Ya terminaron, chicos? ―preguntó Rose, deslizando su brazo alrededor de la cintura de Emmett.
Emmett asintió.
―Sí, pensé que deberíamos compartir la mesa de billar con los demás. Pero volveremos a jugar.
―Ustedes estuvieron muy bien ―intervino Bella. Estaba parada entre Rose y yo, el ruido de la habitación hizo que alzara la voz un poco más fuerte para que la oyéramos.
―Edward y yo solíamos ganar en esa mesa todas las semanas ―respondió Emmett.
―Sí. Todos los jueves ―me uní, pensando con cariño en los jueves que pasábamos aquí en Kline's para nuestros juegos en casa y en otros bares locales para nuestros juegos fuera de casa. Llegamos a conocer bastante bien a los demás chicos de los equipos visitantes, aunque sólo jugábamos durante las vacaciones del colegio y durante el verano―. ¿Recuerdas al tipo del ojo de cristal?
Emmett asintió.
―Garrett. Loco hijo de puta.
―Bueno, tendrías que serlo si te dispararas un ojo con un fuego artificial y luego los volvieras a encender la semana siguiente.
―¿Es en serio? ―exclamó Bella, sacudiendo la cabeza cuando volví mi atención hacia ella.
―Oh, sí. Completamente en serio. Me aseguré de tener una excusa para no asistir a ninguna de sus fiestas. Disparaba fuegos artificiales en cualquier oportunidad que tenía.
―¿Fue extraño verlo?
―Solo cuando se sacó el ojo.
Ella se estremeció involuntariamente, haciéndome reír mientras bebía lo último de mi cerveza. La coloqué en la barra frente a mí y giré mi cuerpo en la silla para poder verla mejor.
―Estoy seguro de que has conocido a algunos locos en todos tus viajes. ―Se acercó para que pudiéramos escucharnos mejor, el lugar de Rose estaba vacío cuando ella y Emmett se alejaron para conversar con uno de los chicos del trabajo de Emmett. Salté de mi asiento y le hice un gesto para que se sentara en mi lugar para que no tuviera que quedarse de pie. Ella me agradeció, apretándose entre el asiento y yo, demasiado cerca para mi gusto. Intenté deshacerme del calor de nuestro contacto nuevamente.
―Eso hice ―comentó Bella―, aunque nadie con ojos de cristal.
Señalé con un dedo en broma en su dirección.
―Entonces te lo estás perdiendo. No has vivido hasta que conoces a Garrett.
―Y no has vivido hasta que comes tarta de queso y calabaza.
Levanté mis manos en señal de rendición.
―Supongo que mañana descubriré de qué se trata la vida cuando la pruebe.
―Te guardaré un pedazo.
―Lo prometiste.
―Está bien, le pondré un lazo y lo pondré debajo del árbol de Navidad.
―Ni siquiera tienes tu árbol todavía.
Al menos no pensé que lo tuvieran. Estuve un poco distraído durante mi breve estancia en la Noche de Tarta con cierta morena.
―Tienes razón. Todavía iremos el sábado, ¿verdad?
Como dije antes, dado que la mayoría de nosotros vivimos bastante lejos de Forks estos días, siempre nos asegurábamos de ir a la granja de árboles y talar un árbol antes de volver a casa. Todos estuvimos de acuerdo en que el Día de Acción de Gracias tenía el segundo lugar después de la Navidad, y al tener vínculos tan emocionales con la Noche de Tarta y Acción de Gracias, hacíamos todo lo posible para no saltar a la Navidad antes de lo necesario, aunque solo fuera unos días. Mis padres, mi hermana y yo hicimos planes para ir a la granja de árboles Kerris el sábado por la mañana.
―Bastante seguro. Al menos mis padres, mi hermana y yo lo estamos.
―Bueno, si los Cullen están planeando algo, entonces es probable que nosotros, los Swan, estemos justo detrás de ustedes. ―Nos reímos y chocamos nuestros vasos de chupito, el barman debió deslizarlos en algún momento durante nuestra conversación. Probablemente un regalo de Emmett, quien hacía tiempo que había olvidado en mi estado actual. Echamos la cabeza hacia atrás y golpeamos los vasos contra la barra al unísono. Me volví hacia ella cuando sentí que el líquido cálido llenaba mis entrañas de fuego.
―¿Nuestros padres siempre estuvieron tan pegados a la cadera? ―pregunté, tratando de no admirarla abiertamente. Ella sacudió levemente la cabeza.
―Siempre han sido cercanos, pero ahora hacen cosas juntos todo el tiempo. ¿Tal vez sea porque todos los chicos ya somos adultos y estamos fuera de casa? ¿Nido vacío?
Me encogí de hombros.
―Tal vez. Pero técnicamente ya no estás fuera de casa ahora que has regresado.
Ella me interrumpió.
―Por ahora. Por mucho que me guste estar en casa, no sé cuánto tiempo podré compartir el espacio con mis padres todo el tiempo. Supongo que me acostumbré a estar sola.
Era comprensible. No podía imaginarme volviendo a vivir con mis padres después de haber estado lejos de ellos tanto tiempo. Los amo, pero un chico también ama su propio espacio. Le hice un gesto a Peter para que volviera a llenar su vaso y él lo hizo rápidamente. Le entregué mi tarjeta de crédito y ella respondió en agradecimiento con una sonrisa.
―¿Viajaste sola a todos esos lugares? ―inquirí mientras tomaba un sorbo de su bebida. Ella sacudió la cabeza.
―No, fui con dos amigos de la universidad. ¿De verdad crees que el jefe de policía dejaría que su hija fuera sola a cualquier parte del país?
Me reí y reajusté el gorro en mi cabeza.
―Joder, no. Tu papá fue increíblemente protector contigo.
Ella puso los ojos en blanco.
―¿Fue? Todavía lo es. La semana pasada me encontré con Jared y él me estaba espiando a través de las persianas.
―¿Estás saliendo con Jared? ―Emmett apareció de la nada, y si no estuviera demasiado celoso de que Bella mencionara a un chico, lo habría golpeado. Enfocó su atención por encima de mi hombro hacia su hermano y cruzó los brazos sobre su pecho.
―¿Dije que estaba saliendo con él? Solo tomamos un café en el nuevo lugar del centro.
Emmett se tambaleó mientras tiraba de mi chaqueta para que lo mirara directamente, su cara demasiado cerca de la mía. No era el Swan del que quería estar tan cerca, pero ahí estaba.
―Nunca me gustó ese tipo.
Ahora estaba interesado.
―¿Por qué? ¿Qué hizo? ―Miré de un lado a otro entre los hermanos, ya de acuerdo con Emmett en mi odio por este tipo Jared.
―Él no hizo nada ―masculló Bella, su tono a la defensiva. Apartó a su hermano de nosotros y se giró hacia mí―. ¿Ves por qué quería alejarme de esto por un tiempo?
Asentí.
―Puedo ver lo difícil que puede ser para ti, sí. Pero ellos solo te están cuidando, ¿sabes? ―Ella realmente no tenía ninguna posibilidad de tener una vida social con el jefe Swan y Emmett cerca. En su defensa, era una joven en un pueblo donde todos se conocían. No hay secretos a pesar de que todos pretendían no saber cuál era la historia de todos, pero era un hecho conocido que todos sabían todo lo que había que saber con relación a chismes. Era una de las cosas que no extrañaba de aquí.
Bella sacudió la cabeza con fuerza en desacuerdo.
―Lo sé, pero está bien que tome mis propias decisiones, sean buenas o malas, son mis decisiones para tomar.
―Oye, no tienes que convencerme. ¿Crees que fue fácil decirle a mi mamá que no volvería a casa después de graduarme? Estoy bastante seguro de que mamá estaba buscando bienes raíces en Chicago, así podría estar más cerca de mí.
Nos reímos ante la idea, sabiendo cada uno de nosotros que no estaba muy lejos de la verdad.
―Sin embargo, es diferente para ti. Eres un hombre.
No el debate entre hombre y mujer. Era inteligente y no quería aventurarme por ese camino. Ningún hombre ganó jamás, así que todavía no sé por qué mi especie seguía intentándolo.
―Ninguna chica quiere salir con un tipo con su mamá observando cada uno de sus movimientos ―respondí.
―¿Y un chico quiere salir con una chica que tiene al jefe de Policía como padre y un árbol como Emmett como hermano mayor?
Esta vez me reí más fuerte.
―Emmett es un árbol bastante grande, te lo reconozco.
Peter se acercó para recoger las bebidas vacías que nos rodeaban y, de nuevo, ni siquiera me di cuenta de que la mayor parte de la barra se había vaciado y estaba llena de botellas y vasos desechados. Le deslicé unas cuantas botellas vacías cerca de mí y me giré y vi a Bella mirándome divertida, casi impresionada.
―Sé que les dijo a todos en la escuela secundaria que no se acercaran a mí.
Oh sí. Absolutamente lo hizo y estuve muy cerca de decirle que se fuera al infierno.
―Bueno, hablando como alguien que fue a la misma escuela secundaria, tampoco hubieras querido acercarte a nosotros. Éramos repugnantes.
Ella sacudió la cabeza, su sonrisa era contagiosa.
―No eras repugnante. Mi hermano, por otro lado… ―fingió tener arcadas―. Nunca entenderé cómo logró ponerle un anillo a Rose.
―Yo era igual de repugnante, sólo que lo escondía un poco mejor.
Por primera vez en nuestra conversación, nos detuvimos. Fue una pausa nada incómoda. Podía sentir la intensidad de su mirada, hipnotizada por la forma en que sus dientes enganchaban su labio inferior entre ellos.
¿Qué carajo estaba pasando?
Se inclinó por última vez antes de que Peter nos avisara que estaba a punto de cerrar.
―Debes haberlo escondido bastante bien.
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Estábamos todos demasiado borrachos para estar tan aplastados en el auto de Rose. Rose era la única que se sentía cómoda debido a su papel de conductor designado, y a Emmett le importaba un carajo porque estaba desmayado, con las piernas estiradas en el asiento del pasajero delantero. En la parte de atrás estábamos Alice, Bella y yo, con Alice en el medio porque era extrañamente pequeña. Debe ser lo suficientemente agradable el poder meterse en espacios pequeños, y le di un fuerte codazo una vez que me metí en el auto deportivo.
―Joder, ¿este es el auto de Polly Pocket? ―murmuré, echando mi brazo hacia atrás por encima de los asientos―. No puedo sentir mis piernas.
―Cálmate, Olaf. Has estado en el coche durante dos minutos. ―Rose me descartó cómodamente desde su lugar en el asiento delantero.
―Me gusta estar así de cerca ―soltó Alice, acurrucándose contra Bella mientras las dos se reían―. Me mantiene caliente.
Definitivamente estaba caliente. La combinación del alcohol y la chica me hizo quitarme el gorro de la cabeza por primera vez en toda la noche. Pasé mis dedos por mi cabello con frustración. No fue un viaje muy largo, pero se sintió como una eternidad, principalmente debido a que me apretaron como un pretzel, y también la proximidad de Bella en el auto. De hecho, me alegré de que ella no estuviera sentada a mi lado porque lo más probable es que si su hermano se desmayara justo frente a mí, eso no me habría impedido cruzar una línea que ni siquiera sabía que debía trazar.
―Qué asco, apestas. Aléjate de mí. ―Alice me empujó hacia un rincón.
―¿A dónde carajo quieres que vaya, al baúl?
Las chicas se rieron en respuesta y se rieron aún más cuando respondí:
»Y no apesto.
Fui el primero en bajarse del auto, el mundo se balanceaba debajo de mí y no por la cerveza, sino porque todos mis miembros se habían quedado dormidos y hormigueos se apoderaban de mi cuerpo. Rose necesitó ayuda para sacar a Emmett del auto, como siempre, y terminó siendo un trabajo de tres personas. Alice desapareció dentro de nuestra casa con la excusa de tener que orinar, así que Rose, Bella y yo literalmente arrastramos al patán por el pasto y lo arrojamos al sofá. Rose se limpió la suciedad imaginaria de sus manos enguantadas y se volvió hacia nosotros en la sala a oscuras.
―Eso debería bastar. Eventualmente encontrará el camino arriba. Buenas noches, muchachos.
No se molestó en encender ninguna luz, habiendo aprendido los entresijos de la casa Swan a lo largo de los años. Mientras la observaba caminar en retirada, ¡no gateando!, pero subiendo las escaleras, negué con la cabeza, divertido, muy agradecido de que de alguna manera mi mejor amigo hubiera conseguido a alguien como Rose para literalmente cuidar su lamentable trasero.
Me rasqué el pelo de la cabeza, la temperatura ya era fría ahora que me había quitado el gorro y no estaba en esa lamentable excusa de auto.
―¿Necesitas otra cerveza o algo así? ―ofreció Bella, inclinándose para encender la luz del pasillo. Entrecerré los ojos ante la intrusión y sacudí la cabeza en una cortés negativa.
―Me encantaría, pero debería irme ―indiqué, señalando hacia mi casa―. Un viaje largo, ¿sabes?
Ella rio.
―Avísame cuando estés a salvo en casa ―bromeó ella fácilmente, captando mi peculiar sentido del humor.
―Lo haré ―afirmé, permitiéndole abrir la puerta principal para que yo pudiera terminar la noche respetuosamente. Es posible que ambos hayamos bebido demasiado, pero no lo suficiente como para que me aprovechara de su vulnerabilidad, a pesar de que de alguna manera ella se veía aún más deliciosa que en toda la noche. Tal vez era porque estaba apoyada contra la puerta principal con una expresión en su rostro que decía que había disfrutado esta noche, con una sonrisa astuta que me hizo debatir si realmente necesitaba regresar a la casa de al lado.
Sí. Sí. Necesitaba irme. Ahora.
Comencé a caminar de espaldas por la acera.
―Guárdame un poco de esa…
Iba a terminar mi oración con la palabra tarta. Guárdame un poco de esa tarta. Pero en lugar de eso, mi pie encontró la maceta de Renee Swan que juro que brotó del suelo de la nada, y tropecé y caí hacia atrás, aterrizando sobre mi trasero y mis codos en la hierba mojada. Salté de nuevo lo más rápido que pude, tratando de actuar con calma como si nunca hubiera sucedido y rezando a todas las deidades conocidas por el hombre para que ella no lo hubiera visto.
Ah, pero sí lo vio.
Y ella no podía parar de reír.
Estaba apoyada contra la puerta, el sonido de sus risas era lo suficientemente fuerte como para despertar a todo el vecindario. Ni siquiera se molestó en preguntarme cómo estaba porque estaba llorando, con lágrimas de risa acumulándose en el rabillo de sus ojos.
―Estoy llorando ―murmuró, secándose los ojos antes de que una nueva ola de risas la envolviera―. No pensé que tuviera que advertirte sobre la maceta de mi mamá que ha estado allí desde que tenía cinco años.
Quitándome la tierra, el pasto y cualquier otra cosa que tuviera encima, le mostré el dedo medio en broma.
―Cállate, Swan.
Bella simplemente se rio aún más fuerte, sacudiendo la cabeza mientras yo me alejaba con un ego muy lastimado y una enorme sonrisa.
Diez minutos más tarde, después de quitarme más pasto del cabello, estaba arrastrándome hacia mi cama cuando Bella Swan me envió el primer mensaje de texto entre nosotros.
B: La. Mejor. Noche. De. Tarta.
