Sin edit, la que tiene miedo de morir que no nazca


CHICKEN TERIYAKI

por Syb

Capítulo III: nunca le mentiría a su hija


Miyako entendía de relaciones amorosas porque se había enamorado de todo el mundo en la infancia y adolescencia, también había consumido hasta hartarse del romance ficcional de las telenovelas cuando cuidaba el negocio familiar. Apenas entró a la universidad y se fue de intercambio a España, pensó que por fin podría disfrutar de un amor en el extranjero, tal cual imaginaba ocurría entre Michael y Mimi en Nueva York; pero Ken Ichijouji la convenció de quedarse con él.

Miyako Inoue en ese entonces solo soñaba con ser libre y aventurera, tendría un novio español y comer paella todos los días; luego, dejaría a su novio para irse a Estados Unidos como delegada del CITD y mano derecha de Koushiro Izumi. Eventualmente saldría de copas con Wallace y tendrían un romance fugaz con el rubio sin siquiera planearlo (aunque fantaseaba todas las noches con él). Pasearían por Central Park de la mano, y se encontrarían con Mimi y Michael espontáneamente, porque el mundo es un pañuelo y todo sucedía de esa forma. Años después, planeaba hablar con Koushiro para que le aprobara un año sabático y así irse con Mina a India y comer todos los tipos de curry existentes, perdón: mientras comía curry, rezaba y amaba... ¡Pero Ken Ichijouji se interpuso en su camino con su encanto mortal!

Él no tenía la culpa de todo, debía aclararlo. A Miyako le gustaba probar hasta dónde podía llegar la atención que Ken Ichijouji le ofrecía. Después de todo, ella era solo una chica entre miles de hijos Inoue, esperando que el chico alto y misterioso la ame. Todo en Ken era interesante, por eso siempre quería estar cerca de él y oler su perfume, y escuchar su voz y sentir cómo la vibración de sus cuerdas vocales le hacía cosquillas en la piel.

—No seas tan obvia —le dijo una vez Daisuke con una falsa molestia.

—No sé de qué hablas.

Miyako era solo una chica parada metafóricamente frente a Ken Ichijouji, esperando a que él la ame.

"Anda y dale un beso" escribió Mimi cuando Miyako le comentó que vería a Ken y, si todo salía bien, esa noche estarían solos. Daisuke le insinuó que no llegaría a la cita, Hikari no estaba contestando los mensajes y Takeru no iba a las reuniones de grupo si Hikari no lo hacía. La última vez que había cancelado, había inventado que estaba en el mecánico por un imprevisto. Por otra parte, Iori no iba si solo estaban Miyako y Ken. "Sabes que le gustas" insistió Mimi en otro texto. "Los nerds son los mejores novios" aseguró después.

¿Lo sabía? Quizás solo era amable.

—Miyako —llamó él cuando llegó a la reunión que bien podría haber sido un mensaje de texto.

Ella fue tan rápido como sus piernas se lo permitieron, tal cual pensaba que reaccionaria si Wallace la llamara así. Su nombre sonaba bonito cuando salía de los labios de Ichijouji y, tan embobada como él, Miyako se dio cuenta de que adicta a fantasear con que era la única mujer existente a ojos del ex Káiser. Si Ken le pedía en esos momentos que se arrodillara en el suelo, lo haría tan rápido que sus rodillas reventarían al estrellarse contra el cemento. Daría cualquier cosa por que Ken Ichijouji le tirara el pelo, la empujara a la pared y le dijera blasfemias al oído. En vez de eso, le sonrío y caminó junto a ella por el parque, y sus manos se rozaron tanto que Miyako estuvo a punto de morirse varias veces. Con un poco de ansiedad, entendió que su romance sería difícil, como un dorama coreano, esos que luego de un millón de capítulos de dos horas, los protagonistas se rozaban los labios en un casi beso.

—Miyako —murmuró él otra vez y su corazón se aceleró como siempre. El ex Káiser se veía nervioso—. ¿Es esto una cita?

—Sí, lo es —dijo con atrevimiento, fingiendo que estaba en calma cuando gritaba en su interior—. Es eso o no le caemos bien al resto.

Ella se rió a carcajadas, pero él solo sonrió.

—Daisuke dijo que lo era.

—¿Qué sabe Daisuke del amor?

Ella sabía toda la teoría, había consumido contenido toda su vida, Daisuke vivía en su propio mundo de optimismo y azares. Espera, ¿por qué hablaban Daisuke y Ken de citas? Pero antes de poder preguntar, Ken acunó una mejilla con una de sus manos, luego la otra, y lentamente, como si pidiera permiso, se le acercó a Miyako y le plantó un beso tan delicadamente que la chica, que estaba frente al chico que esperaba que la amara, estuvo a punto de fallecer entre sus brazos.

"Te dije que los nerds son los mejores" texteó Mimi apenas le llegó la noticia de que Miyako y Ken estaban juntos. Miyako no entendía por qué manejaba ese tipo de información sobre la gente del colectivo nerd, ya que, según tenía entendido, Mimi salía con Michael y el rubio no era nerd. Era solo un chico rubio de ojos azules con una herencia generosa.

Con el tiempo, Miyako se volvió adicta al sonido de su nombre en la voz de Ken, a sus besos y a lo que podía hacerle con los labios. Suspiraba con solo recordarlo entre sus piernas. Sin embargo, sin importar cuántas veces intentaran medir su fogosidad, era obvio que Kurumi llegaría a sus vidas más temprano que tarde; atrasando los planes de su madre de irse a Estados Unidos como Daisuke, o irse con su compañera de apartamento Mina al sudeste asiático. En vez de eso, terminó pidiéndole a Koushiro una licencia maternal casi inmediatamente después de entrar al CITD. Empezó a trabajar desde casa con la televisión encendida con un dorama coreano cuando Kurumi ya estaba mayor, porque el romance ficcional dramático era lo que la motivaba día a día, esperando a que su querido esposo volviera del trabajo cada tarde a servirle romance a la cama. Sin embargo, el chisme del romance en el grupo de sus amigos era la mejor medicina que podía pedir mientras esperaba.

Por ejemplo, Miyako siempre supo que a Daisuke le gustaba Hikari como un concepto; ya que solo le gustaba porque era hermana de su ídolo de todos los tiempos, Taichi; Daisuke luego se enamoró de la personalidad de Ken Ichijouji (¿quién no lo haría?) y por eso se terminó casando con Noriko. La chica depresiva era la perfecta combinación de ambos: una maestra de primaria enfermiza y sombría. Las conversaciones por teléfono con Daisuke sobres el amor entre ambos escalaba peldaños, le dio años de vida. Sin embargo, chismes como el de Hikari Yagami la conflictuaban un poco. Hikari estaba destinada a ser la esposa de Takeru según muchos, pero ahí estaba, siendo la madre soltera de Seiyuro y de Takeru nada. Si había algo que le hacía agua las rodillas, era ver a Ken Ichijouji como padre de sus hijos, por eso tenían tantos.

Una noche, Miyako convenció a Hikari a salir a un bar. Mina y Noriko también estaban allí, pero Sora no había querido salir porque su hija estaba enferma y Mimi había acompañado a Koushiro en un viaje de negocios porque le gustaba ser la primera dama del presidente del CITD. La piña colada que tomaba se le había subido a la cabeza y se atrevió a preguntarle a la chica de la luz sobre la paternidad de Seiyuro.

—¿Quién es él?

—¿El quién? —rebatió la maestra con una copa de vodka en la mano.

La mirada de Hikari fue tan plana que la esposa de Ichijouji sintió que pisaba un terreno peligroso, así que dejó el tema ahí. La maestra siempre que bebía vodka parecía como si el Mar Oscuro estaba tratando de llevársela otra vez al lado oscuro con renacuajos y tentáculos, invitándola a ser la princesa de ese reino gris, porque su melancolía era palpable; pero la nostalgia aparecía por un segundo y se iba como si nada, como si el vodka se evaporara de su sangre más rápido de lo que lo haría la piña colada en su caso.

—Debo irme, mi madre cuida de Seiyuro y ya es tarde.

En vista de no poder acceder a los secretos de Hikari, Miyako debía recurrir a los chismes de otras personas del grupo. Takeru Takaishi había sido esquivo los últimos años, ¿la razón? Pues, Hikari y Seiyuro que no era suyo (qué gran verso sin esfuerzo). Se supo que tuvo un hijo con una directora de teatro, que nunca contrajeron matrimonio porque vivían una vida demasiado bohemia y no creían en la institución. Se decía que crearon un hijo por error (¿quién no?) y decidieron criarlo juntos, posiblemente porque Takeru no quería hacer lo mismo que sus padres. Nadie lo veía tanto, intentarlo era como querer ver a Taichi o Koushiro en el inicio del CITD, pero su ausencia se debía a asuntos personales. Si veía a alguien, seguro solo era a su hermano Yamato y a su familia.

Por otro lado, Iori Hida se casó con una instructora de Kendo tan rápido que apenas la conoció y el abogado les avisó de la llegada de su hija unas pocas semanas antes de nacer, como si hablara de algo no tan trascendental. Más que drama, su vida era demasiado privada y normal como para interesarse en ella. Nadie alimentaba su adicción por el drama ficcional más que la paternidad misteriosa de Seiyuro Yagami. ¿De qué servía tener un esposo detective, si él no tenía curiosidad para investigar al padre de Seiyuro?

Kurumi llegó a casa cuando ella estaba intentando dormir a su bebé.

—¿Es Ben adoptado? —preguntó la niña como si hablara de algo aburrido.

Miyako casi se atragantó.

—¿Por qué dices eso?

—Osen me lo dijo —respondió con los hombros en alto.

Osen era cruel con Benjamin, lo sabía; era algo que se esperaba de la chiquilla pelirroja, pero Miyako tenía más piezas en ese puzle como para pasarlo por alto. ¿Era verdad? No, claro que no. Mimi le aseguró que había quedado embarazada de Koushiro la primera vez que estuvieron juntos, cuando él viajó a Nueva York por un asunto del CITD y ella fue a verlo a un hotel cerca de su apartamento, porque el mundo es un pañuelo y Mimi lo tenía en su bolsillo. Recordaba también que Daisuke vivía con ella y que se quejaba de lo intenso que era Michael con Mimi, que esperaba a que la chica de la pureza volara bajo para carroñar de su carne. Miyako pensó que Daisuke exageraba.

—Su padre es adoptado, quizás se confundió.

—Sí, también me dijo eso —resolvió Kurumi—, pero dijo que Ben también lo es, que es lo único que tienen en común ellos dos, que son adoptados.

—Osen está jugando, además, Ben es igualito a su madre mientras que Osen es igualita a su padre. Así se repartieron sus genes.

—Osen dice que su verdadero padre irá a recogerlo el viernes, que tío Koushiro se cansó de criar a un niño tonto como Ben.

Miyako volvió a estar a punto de fallecer atragantada con su propia salida.

—Nadie irá el viernes —aseguró Miyako—, Osen solo está inventando cosas.

—Debe ser.

—Lo es.

—Porque no conocemos a un tal Michael Barton, ¿verdad?

Esta vez, Miyako tosió histérica.

—No puede ser Michael.

—¿Entonces sí existe?

—Sí, pero no es el padre de Ben. Koushiro lo es.

Nunca le mentía a su hija. ¿O sí?

Miyako no podía creer en la posibilidad de que Seiyuro Yagami y Benji Izumi tuvieran tanto en común.