LO MÁS IMPORTANTE

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Historia sin fines de lucro.

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- ¿Cuál es tu nombre? - La enorme entidad que emergió del lago subterráneo preguntó con voz grave dirigiéndose a Ranma, quien ansioso por la recompensa que obtendría, se pasó la lengua por los resecos labios, se limpió con el antebrazo la frente repleta de sudor e impregnada con sangre seca.

- Saotome Ranma. - Dijo adoptando una pose segura y altiva.

- Muy bien Saotome Ranma, que hayas llegado a mi guarida, hayas pasado seis pruebas de mi escondite y hayas encontrado mi lugar de reposo me dice que eres un guerrero tenaz y perseverante, por lo que veo adecuado concederte el deseo que has venido a buscar.

Ranma asistió con entusiasmo sin saber que más decir; emocionado se preparó para soltar su deseo e incluso se tomó algunos segundos para sacudirse la ropa, como si quisiera verse presentable para aquella creatura que flotaba sobre el agua y concedería su más grande anhelo.

- Sin embargo, como habrás sido advertido en un principio, soy la deidad de las siete pruebas.

- Siete... - Dijo el joven lentamente, haciendo una rápida memoria de los desafíos que había enfrentado. - estanque de las pirañas, el lugar donde el techo se caía, la mazmorra de los lobos, el pozo sin fondo, las arenas movedizas y el laberinto de las rocas... - mencionó usando sus dedos, había sido cada una más difícil que la anterior y prácticamente había olvidado contarlas, efectivamente, habían sido seis retos. - ¿Cual... ¡cuál es la séptima!? - Gritó desesperado avanzando algunos pasos cojos hasta la orilla del agua.

- Será la prueba más difícil de todas, ¿estás seguro de que la quieres tomar? - Cuestionó casi con amabilidad.

- ¡Si! ¡Lo haré! ¡Por supuesto que la tomaré! - Dijo con decisión empuñando la mano derecha levantándola un poco al aire aun a pesar de su dislocado hombro.

La eminencia del lago reconoció que Saotome era valiente, estaba en deplorables condiciones y aun así estaba dispuesto a enfrentar lo que fuese con tal de conseguir su deseo.

- Bien, entonces procederé a hacerte una simple pregunta. - Ranma ladeó la cabeza sin entender, ¿una pregunta? ¿eso era la prueba? Esperaba que no fuera alguna cosa algebraica porque precisamente acababa de reprobar esa materia en la escuela. Asistió de nueva cuenta, ya sin tanta seguridad, esperando la pregunta.

La entidad disminuyó su tamaño y la vaporosa base de su cuerpo tomó forma hasta alcanzar la configuración de piernas, ahora era un hombre alto y robusto vestido en una larga bata en color azul aqua. Caminó de largo y Ranma tuvo que seguirlo.

Anduvieron por la orilla del lago, luego siguieron el camino donde la corriente de agua bajaba por una suave pendiente. Ranma no supo cuánto estuvieron caminando, no fue mucho, pero de una extraña forma, dado que solo bajaron y que el lugar era enorme para lo poco que avanzaron, salieron a la superficie.

Aun seguían bajo el resguardo de la cueva de entrada que formaba una especie de techado, pero el sol ya era más que evidente y Ranma sintió como se le calentaba de forma agradable el cuerpo, días metido en ese lugar frio y húmedo había hecho que su cuerpo estuviera entumido.

- Debo advertirte que la mayoría que toma la prueba se arrepiente, ¿estás seguro de hacerlo?

- ¡Claro que si! - Respondió de inmediato.

- Entonces, primero dime tu deseo - Pidió deteniéndose justo en el borde de la sombra que hacía la cueva, evitando así que el sol le diera directamente.

- Quiero curarme de mi maldición, ¡deseo dejar de convertirme en chica! - Dijo decidido.

- Ya veo... - Lo recorrió con la mirada. Chasqueó los dedos y una salpicadura saltó desde el simple riachuelo en el que se había convertido el frondoso lago, mojando parcialmente a Ranma. El líquido sorprendentemente estaba tibio y el chico de trenza regresó a ser un varón, Saotome ni siquiera se acordaba que el último tramo hasta el lago había estado convertido. - Supongo que es muy importante deshacerte de la pelirroja - La afirmación bajó el alto ánimo de Ranma quien por un momento pensó que con la salpicadura de agua lo había curado.

- Mucho, es muy importante, de ello depende mi vida. Odio la maldición, odio ser mujer la mitad del tiempo, odio no poder tocar el agua fría sin que aparezca esa mujer que veo todos los días en el espejo.

- Entonces, asumo qué harías lo que fuese para curarte.

- Todo lo que fuera necesario, ¡lo que sea con tal de deshacerme de ella! - Ranma se puso frente al hombre, sobre su cabeza ya no había roca que lo cubriera, por lo que el sol dio directo contra su cuerpo, estaban en la salida de aquel extraño lugar.

- Muy bien Ranma... - Pasó sus brazos hacia atrás entrelazando sus dedos por la espalda, tomando así una pose segura de sí mismo, su rostro tenía una clara seriedad que Ranma pensó estar siendo examinado. - ¿Aceptarías que te quitara la maldición a cambio de lo más importante en tu vida?

- ¡Por supuesto que sí! - Contestó con fervor sin pensar azotando su pie en el suelo a pesar de que estaba seriamente lastimado. Saotome vio como la cara de la entidad cambiaba a una expresión de desaprobación contenida.

- Ya veo. - Dijo asistiendo lentamente. - Con que esa es tu respuesta...

Entonces... Ranma cayó en cuenta, ese había sido su último desafío, no solo una pregunta subjetiva. Un rápido repaso mental le atravesó la cabeza cayendo en cuenta del más grave error que había cometido en su estúpida vida...

- No, espere... - intentó corregirse. - No, no acepto, ¡No me dijo de que hablaba o a que se refería! ¡No, no cambiaría lo más... - fue interrumpido.

- Hasta nunca Ranma. - El hombre sonrió, ahora complacido al ver que el joven notaba su error e inmediatamente, como si fuese una cortina de metal, una capa de rocas selló la entrada de la cueva.

- ¡No! ¡Oiga! ¡Espere! - Golpeó las rocas con todas sus fuerzas, pero éstas no se deshicieron ni un solo gramo. - ¡NO! ¡NO! ¡MI RESPUESTA ES NO! ¡NO QUIERO ENTREGAR NADA! - Desesperado golpeó y golpeó sin importar que la piel se le abriera y sangrara, puños, pies y rodillas quedaron manchados de rojo.

- ¿Ranma? - La voz de Genma se oyó más allá.

- ¡Ayúdame! ¡Ayúdame papá! - Gritó sin dejar de hacer su labor. Genma se apresuró todo lo que pudo hasta llegar a su hijo, también estaba lastimado y había salido de la cueva dos días atrás, solo que él no había completado las pruebas y nunca había conocido a la deidad.

- ¿Pero qué está pasando Ranma? - Tuvo que usar toda su fuerza para tomarlo de los hombros y hacer que dejara de golpear las rocas. - ¿No lo conseguiste? ¿es eso? ¿Detrás de esto está la entidad de la que nos habló la vieja Cologne?

- ¡No! ¡Si! ¡¿No ntiendes?! - Contestó atrabancado, removiéndose de las manos de Genma y soltándose de él.

- ¡Explícame! - Exigió tomándolo ahora de la rasgada camisa básica blanca, lo poco que quedaba de la camisa roja estaba haciendo un nudo en su muslo derecho a forma de torniquete.

- La pregunta final, contesté de manera estúpida. - Ahora sonaba desesperado respirando raídamente por la boca. - No pensé en lo que dije, él preguntó y yo respondí por inercia. - Sus piernas, por fin, después de tanto sobre esfuerzo, cedieron y quedó sentado sobre la tierra, no es que quisiera sentarse a descansar.

- ¿Pregunta final? - Se acuclilló despacio debido a sus heridas. Ranma se tomó la cabeza entre las manos y procedió a explicar.

- Me preguntó si estaba dispuesto a que me curara a cambio de lo más importante que tengo.

- Pero tú ni siquiera tienes dinero. - Repuso lo primero que pensó. - ¿Hablaría del dojo? - Lanzó la tonta pregunta al aire pensando en un preacuerdo que había firmado Soun hace algunos meses atrás para cuando Ranma se casara con su hija.

- ¡No! ¡No es el Dojo! - Se tomó de los hombros de su padre para impulsarse y ponerse de pie, al instante siguió golpeando las rocas con todas las fuerzas que le quedaban. - ¡¿No lo entiendes?!

Genma se quedó congelado algunos segundos entendiendo el significado de esas palabras, el porqué su hijo parecía a punto del más extremo desquicio.

- Santo cielo... - comprendió de pronto y casi por inercia comenzó a golpear también, pero tampoco tenía mucha energía, así que tampoco lograba demasiado.

- ¡¿Pero que rayos hacen?! - La voz de Cologne tras ellos preguntó. - ¿Yerno? ¿Qué está pasando?

- Necesito... - Golpeó con el puño derecho. - Hablar con esa cosa... - Otro puñetazo. - Corregir mi respuesta. - Explicó en medio de jadeos. Genma se detuvo exhausto y miró a la vieja esperando ya fuese ayuda o una segunda alternativa.

- Eso es imposible, nos lo dijeron antes de comenzar la prueba. Solo se tiene una oportunidad para entrar, luego de hacerlo, ya sea que completes el desafío, te rindas o encuentres una salida alternativa de la cueva y salgas por error, nunca se puede volver a acceder, menos hablar con él.

- ¡Pero... - Volteó a verla y la señora apreció el rostro descompuesto por la desesperación.

- ¿Qué fue lo que pasó yerno?

- Respondí de manera estúpida a la última prueba. - Dijo pasando sus manos por la cabeza mientras revolvía su cabello.

- Así que tampoco te concedió el deseo, ¿eh? - Soltó como si comprendiera lo que aquejaba al joven. - A mí me pidió a cambio de curar a Shampoo, mi habilidad para tomar energía, sin ella a estas alturas moriría en unos meses, rechacé la oferta, Shampoo puede vivir con su maldición a cambio de la vida de su adorada abuela. - Dijo como si nada, aunque realmente si sentía un poco de culpa, su nieta había estado muy deprimida últimamente.

- ¡No lo entiende! ¡A mí me pidió lo MÁS importante! - Intentó Explicar.

- Para mí eso es lo más importante. - Se defendió. - Noté que la última prueba trata de demostrar un sentimiento puro en el corazón, pero esto está fuera de los límites y sé que Shampoo lo entenderá. - Cologne se dio la media vuelta, aún debían esperar a que saliera Ryoga de la cueva, era el único que faltaba y prefería hacerlo sentada bajo la sombra de los árboles del bosque.

Hace casi un mes, Cologne les había comunicado a los malditos de Jusenkyo, que había una deidad en la punta sur de Japón dentro de las montañas, que concedía deseos; las pruebas serían muy peligrosas, por lo que ella había tomado la decisión de ir sola, sin Shampoo y pediría el deseo para su nieta al completar el desafío, no quería que su nieta, incluso por mera curiosidad se viera inmiscuida y resultara herida. Mousse había decidido ir y a él la anciana no le prohibió nada. Ryoga se unió a la expedición con la misma esperanza que los demás y por supuesto Genma y Ranma igual; este último, tomando la misma precaución de Cologne, dejando así a una angustiada Akane en el dojo con una única promesa de regresar.

- No... - intentó no parecer paranoica. - No quiero que te pase nada Ranma.

- ¿Qué me podría pasar? - Dijo casi con burla, dándole un ligero golpecito en el hombro izquierdo.

- Ranma... no juegues con eso... - Ella en respuesta alargó su mano y la aferró al borde de la camisa de él, desde hace tiempo, si bien no llevaban una relación romántica, tenían una extraña convivencia donde cada vez se hacía más evidente un coqueteo constante.

- No seas tonta, nada pasará, encontraré a esa cosa y pediré mi deseo, verás que en algunos días ya estaré de regreso y SIN pelirroja- Avanzó un paso más hacia ella y quedaron a menos de una palma de distancia, Akane no se alejó, al contrario, levantó el rostro hacia el de él.

- Eres un completo engreído. - Frunció el entrecejo. - Pero al menos prométeme que te cuidarás y que por más cabezota que seas, no te vas a poner en peligro solo por alcanzar ese deseo.

- Akane... - Iba a quejarse y dejó caer su frente sobre el hombro femenino, como si estuviera "cansado" de su actitud, dejando ligeramente su peso sobre ella.

- Promételo bobo, si no me vas a dejar ir contigo para recordarte no morir... - remarcó. - al menos promete que te cuidarás debidamente. - Le soltó el borde de la camisa y puso ambas manos en las costillas de él, como si lo estuviera empujando para alejarlo, pero sin hacerlo. - ¡Ranma! - Él dejó caer todo su peso sobre ella y ante el repentino peso casi caen al suelo, Saotome se rio irguiéndose al ínstate, atrapándola por la cintura. - ¡Promételo! - Exigió ella. El chico la seguía sosteniendo de la cintura, no de forma suave y dulce, más bien como si fuera una llave de judo, pero al final de cuentas... la tenía apretada contra él. Akane le dio varios golpes en el pecho hasta que el paró de reír.

- De acuerdo, de acuerdo, ya, lo prometo tonta, ¡eres tan exagerada! - No la soltó

- No soy exagerada... - Ella detuvo los ataques que de todas maneras no eran realmente fuertes, y puso sus manos sobre los bíceps de él. - Ranma... - Lo llamó mirándolo a los ojos.

- A-ka-ne. - Deletreó su nombre acercando su cara a la de ella. Nunca se habían besado, pero últimamente siempre se acercaban hasta el punto de que incluso juntaban sus frentes, narices, mejillas y en algún punto extraño, Ranma, intentando ser "desagradable", le había comenzado a morder la piel, cosa que ella había desquitado haciendo lo mismo cuando pasaba.

- Cui... cuídate mucho, por favor. - Pidió, su rostro se había sonrojado al tenerlo tan cerca, al solo necesitar elevar un poco más su rostro para que sus labios se tocaran.

- Oye... - Soltó casi en un susurro. - Creo que... cuando regrese... va a ser momento de... - Se acercó otro poco. - Dejarnos de juegos...

Akane tragó saliva antes de atreverse a movilizar sus brazos hasta pasarlos sobre sus hombros, descansando sus palmas en la nuca masculina, sabía lo que significaba aquello... llevar su relación al siguiente nivel.

- Eso creo... - Confirmó en un suspiro acercándose más.

- Muy... bien... - Ranma se acercó un poquito más... antes de darle un golpe con su frente en la de ella de manera brusca.

- ¡Idiota! - Lo amonestó tironeando los cabellos de la nuca de él en desquite.

- ¡Auch! ¡Oye eso dolió más! - Se quejó, pero realmente estaba riendo. Y a pesar del tono ninguno se separó del otro.

- Se nota que vuelan chispas. - Nabiki mencionó recargada en el marco de entrada al dojo. - Deberían besarse de una vez. - Ambos se soltaron rápidamente y fingieron ponerse a hacer otra cosa, sin embargo, ambos le dirigieron sin disimulo una mirada de desagrado por la interrupción.

- ¡Abuela! - El grito de Mouse hizo que los tres presentes dirigieran su vista hacia la arboleda, no tenían vista del muchacho, pero lo oían claramente. - ¡Ryoga apareció!

Cologne regresó a paso rápido a donde estaba el chico amazona.

- Vamos Ranma. - Lo tomó Genma por el brazo. - Hay que pensar en otra manera de entrar. - Se pasó el brazo de su hijo sobre los hombros y lo condujo hasta donde estaban los demás.

- ¡Pero... - Intentó soltarse.

- Cálmate. - Lo interrumpió. - Hay que reponer energías, luego comprobar que nuestras suposiciones son ciertas. Necesitas mantenerte con la cabeza fría. - Ranma tomó un respiro largo dejándose guiar.

Bajo la sombra de los árboles, Mouse se encontraba sentado en el poco pasto, su tobillo izquierdo estaba tan hinchado que era segura su imposibilidad para apoyarlo, además su brazo izquierdo estaba inmovilizado con un cabestrillo improvisado.

Ryoga estaba tirado boca abajo en el piso, tenía algunos raspones, pero en general no parecía herido, aun así, su respiración era errática hasta el punto de no poder hablar.

- ¿Qué fue lo que te pasó chico? - Le preguntó Cologne y tuvieron que esperar a que el muchacho pudiera hablar.

- Yo... - Jadeó. - Yo... pasé la... primera prueba... - Tomó más aire.

- ¿Con los lobos? - Preguntó Genma.

- No... eran arenas... movedizas. - Dijo moviendo su cuerpo boca arriba.

- Yo comencé por el pozo sin fondo. - Dijo Mouse. Deduciendo que todos empezaron por diferentes pruebas y que los niveles de dificultad variaban según el orden.

- Cuando terminé, caminé por un pasillo largo, di algunas vueltas, todo era confuso, y de pronto... - Lo miraron pensando que al llegar a la siguiente prueba habría fracasado. - ¡Estaba fuera de la maldita cueva! - Estrelló su pie en el suelo con enojo. - ¡No sé cómo diablos pasó! - A todos les escurrió una gota por la sien ante la incredulidad de sentido de orientación de Ryoga.

- Al menos yo perdí hasta la segunda prueba. - Dijo Mouse en tono de reproche.

- Yo me las arreglé para llegar hasta la cuarta. - Habló Genma, y en automático Ryoga miró a Cologne.

- Terminé todo, pero no conseguí el deseo. - Contestó la señora sin dar detalles. Hibiki miró a Ranma y como él no habló, preguntó directamente.

- ¿Y tú? ¿Hasta dónde llegaste? - Para que hacerse tonto, Ryoga se moría de ganas por compararse con Ranma, internamente deseando que hubiese fracasado como él.

- Qué te importa. - Se liberó de su padre y avanzó a paso lento algunos metros más allá, donde las cosas que habían dejado unos días atrás seguían apiladas.

Se dejó caer al suelo y rebuscó en su mochila, sacó una cantimplora y bebió el agua sin tregua.

- ¡Soy su prometido! - Le gritó al enfermero que custodiaba la entrada a los cubículos de pacientes del hospital en urgencias.

- ¡Pues me importa un bledo! - Le regresó el grito. - Las personas están siendo revisadas, no se admiten acompañantes, y aunque así lo fuera, solo se permite el acceso a familia directa.

- ¡¿Qué no está oyendo?! ¡Tendo es mi prometida!

- ¡Pues hasta que legalmente no sea su esposa aquí no entra! Y es mejor que deje de hacer escándalo o nos veremos en la necesidad de involucrar a la policía. - Le advirtió y Ranma tuvo que aguantarse. Al mirar a su alrededor, notó a más de 30 personas llorosas y seguían llegando más, ninguna recibía información de sus familiares y posiblemente estaban tan desesperados como él.

Hace tres días Akane y él habían peleado e infantilmente se habían dejado de hablar, más bien, el chico había decidido no hablarle hasta que ella se disculpara por mandarlo a volar por una simple broma. Ahora veía que todo aquello carecía de importancia.

Hoy, Akane había ido con sus amigas de la universidad al centro comercial cuando un loco entró en el área y había comenzado un tiroteo. Al parecer los rescatistas habían controlado relativamente rápido la situación, pero había bastantes heridos, los paramédicos habían levantado una lista general de los afectados y el hospital se había comunicado con sus familiares sin dar detalles al no tener a los pacientes aun clasificados.

- Por Dios... - Susurró el muchacho pasando sus manos a lo largo de su cabeza en consternación, deseando tantas cosas solo para asegurarse de que ella estuviese bien, incluso si pudiese aparecer un maldito certificado de matrimonio para que lo dejaran pasar lo haría.

Pasaron cinco minutos más y una enfermera salió del área de cubículos y comenzó a hablar ante la multitud que ahora ascendía a más de 70 personas.

- Por favor se les pide a los familiares de las siguientes personas se movilicen al hospital central de Tokyo ya que son casos delicados que han sido reubicados con especialistas: Maeda Saya, Kudo Inosuke, Miyamoto Risa... - La lista se extendió y Ranma rezaba porque no mencionaran a Akane porque eso significaría que estaba grave. - Y Arima Kanon. - Esa última la reconocía como una de las amigas de Akane. - Ahora voy a nombrar a una lista de pacientes que están siendo ubicados en cubículos de esta unidad médica: Sato Mayumi, Yonemura Taichi... - y siguió hablando.

Ranma apretó sus puños mientras escuchaba atento, tampoco quería que estuviera siendo internada, eso significaba que estaba herida, de menos gravedad, pero herida.

- Familiares, favor de esperar hasta que se les dé la indicación para subir a planta. - La mujer trago en seco visiblemente nerviosa por lo que venía a continuación. Ranma casi pudo leer su expresión y se arrepintió de haber deseado no oír el nombre de Akane antes. - La siguiente lista es de las personas que lamentablemente han fallecido hasta el momento. - Algunas exclamaciones se escucharon por la sala y éstas solo aumentaron conforme los nombres eran mencionados. Los llantos comenzaron a llenar el lugar y cada vez era más difícil escuchar. Saotome trató de acercarse más a la enfermera para oír. - Es todo. Pegaré las listas en el tablero de avisos para que puedan consultarlas a detalle. - Así lo hizo.

- ¡Señorita! ¡Mi hija, mi hija se llama Okamura Miu! ¡No oí nombrarla y... - gritaba una señora.

- Mi hermano, Tanaka Gen, ¿dónde está señorita? ¡Quiero saber de él! - Exigió un hombre.

- ¡Tendo, Tendo Akane! - Gritó Ranma ya desesperado sin solución.

- ¡Por favor conservemos la calma! - Intervino un enfermero cubriendo a la mujer que pegaba las listas. - Si no escucharon el nombre de su familiar es porque no tenemos información! ¡Para los que van llegando, se les informa que aquí en la pizarra están las listas de pacientes, una es de transferencias a otro hospital, otra de pacientes ingresados y la última de fallecidos!

- ¡Señor mi esposa se llama... - Exigía un hombre que llevaba de la mano a una niña pequeña que lloraba ante el escándalo. Todo está un caos.

Ranma aprovechando todo aquello, esquivó a la gente y fue de regreso a las puertas de ingreso a los cubículos. Le bloquearon el paso, pero casi al instante se armó un motín pues no era el único con deseos de saber de sus familiares, así que utilizando sus habilidades eludió a todos con alguno que otro golpe moderado de por medio, y se escabulló. Buscó de cubículo en cubículo esquivando camillas que incluso bloqueaban parte del pasillo y otras que se movilizaban, hasta que casi al final oyó su voz.

Se asomó dentro y la vio, estaba de pie sosteniendo la mano de su amiga herida.

- Todo va a estar bien Kanon, seguro tus papás te van a encontrar allá. - Dijo la joven.

- Akane... - Ranma la escaneó de arriba a abajo y solo vio un vendaje sobre su brazo izquierdo. Tendo volteó a mirarlo cuando unos camilleros entraron para movilizar a la chica herida y se la llevaron. Saotome esquivó la camilla que se movía y sin más abrazó a su prometida.

Ese había sido el inicio de los comportamientos más cercanos, cuando comenzó a ser más físico con ella en un intento de avanzar, decidiendo así que no podía desperdiciar más tiempo.

- Ranma. - El llamado lo sacó de sus recuerdos.

- Necesito entrar de nuevo. - Declaró el de trenza y Ryoga se puso de pie de inmediato.

- ¡Yo también entraré! ¡si Ranma tendrá una segunda oportunidad para pedir su deseo entonces yo también!

- ¡Ya cállate imbécil! - Le gritó exasperado, empujando al chico fuera de su camino para pasar.

- ¡¿Y a ti que demonios te pasa?! - Exigió saber, pero nadie lo tomó en cuenta.

- Ranma, no podrás ingresar, e incluso si por tu afán lograras derrumbar la entrada, no encontrarías nada. - La vieja Cologne habló confiada. - Entiendo que estés frustrado por no poder cumplir tu deseo, pero esperemos que en el futuro encontremos alguna otra forma de curar las maldiciones.

- ¡Usted no lo entiende! - Gritó exasperado. - ¡Tengo que hacer que esa cosa revierta todo!

- Ranma mantén la calma, así no vas a lograr nada. - Dijo su padre deteniéndolo, Genma había visto avanzar a su hijo con demasiada furia hacia la señora. - Primero tenemos que comprobar las cosas.

- ¿De qué hablas? - Lo miró con exasperación.

- ¿Qué tal y esa cosa no cumplió tu deseo ante tu respuesta? A lo mejor no pasó nada. - Ranma relajó un poco la postura pensándolo.

- Si... tal vez... pu-pudiera ser que... - apenas terminaba de procesar esas palabras cuando sintió el líquido frio sobre si, Ryoga, con envidia, se había apresurado a vaciarle una botella de agua.

- ¡Maldita sea! - La voz masculina resonó en el lugar. Al darse cuenta, Ranma cayó al suelo de rodillas, en parte al cansancio, en parte al shock emocional de verse libre de la pelirroja ante el coste tan alto que había significado. - No... no... - Comenzó a balbucear.

- Pero ¡¿cómo es posible?! - Gritó Ryoga jalándose los cabellos. - ¡No, no! ¡Me niego a aceptar que Ranma lo haya logrado y yo no!

- Lo logró... el bastardo lo logró... - soltó Mouse sorprendido.

- Vuélveme a mojar... - Dijo por lo bajo el chico de ojos azules.

- Pero... - Genma lo miró confundido, su mano había sido alcanzada por unas cuantas gotas y estaba helada.

- ¡Vuélveme a mojar! ¡¿No me oyes?! ¡Tírame agua!

- ¿Qué pasa contigo Ranma? - Amonestó Cologne acercándose.

- ¡Ya le... - Su frase se cortó por la mitad cuando Ryoga le vació otra botella de agua.

- ¡Agg! ¡No puede ser! - Mencionó Hibiki tomando a Saotome de la camisa y zarandeándolo. - ¡¿Cómo demonios lo lograste?! ¡Seguro hiciste trampa!

- ¡Suéltame! - Comenzaron a pelear.

- ¿Pero que rayos pasa con Ranma? - Repitió la matriarca amazona.

- Si le concedió el deseo... significa que Ranma entregó lo más importante para él... - Susurró Genma sin querer que esa posibilidad fuse cierta.

- ¿Qué... - La señora se quedó callada analizando sus palabras... - No... pero... bueno, en cualquier caso, el yerno tiene muchas cosas importantes. - Le restó importancia no queriendo reconocer que lo que más apreciaba Ranma era a cierta chica de cabello azul.

Cologne se dio la vuelta y comenzó a alistar sus pertenencias. A decir verdad, aunque no le gustara reconocer la importancia de Akane en la vida de "su" yerno, debía admitir, que esto era un ganar - ganar.

- ¡Voy a regresar ahí y esa cosa tendrá que oírme y deshacer lo que hizo! - Gritó arronjando a Ryoga por fin lejos de él.

- ¿Crees que en esas condiciones lograrás pasar prueba alguna? - Lo detuvo su padre.

- Pero...

- Al menos hay que curar tus heridas. Además, creo que aún deberíamos sondear la situación. Debemos llamar a casa, tal vez ella esté bien. Tal vez la deidad esa se refería a otra cosa...

- Busquemos como comunicarnos. - Habló con esperanza el de trenza y su padre lo sostuvo ayudándolo a llegar donde habían dejado instalada la tienda de campaña hace ya casi una semana.

Al día siguiente emprendieron camino hacia el pueblo más cercano, Ryoga parecía una lapa, siempre sin separarse de Ranma, aún no comprendía porque Ranma quería revertir su deseo, pero si Saotome hacía algún movimiento por regresar a la cueva y conseguía otra oportunidad para entrar, él definitivamente aprovecharía y entraría de nuevo dispuesto a cumplir su propio deseo.

Cologne el único gesto amable que había tenido con Mouse fue acercarle madera y él mismo había armado una muleta provisional, a penas les seguía el paso y se mantenía analizando la situación. No lo tenía confirmado, pero había escuchado los gritos de Ranma y puesto atención en los comentarios de Genma, así que sospechaba que era lo que estaba pasando.

- Estoy bastante agotada... - Mencionó Cologne - Así que a partir de aquí me separaré de ustedes y conseguiré un transporte a algún lugar que me deje cerca de Tokyo. Quien quiera venir es libre de hacerlo. - Ranma pareció no escucharla y siguió avanzando por la calle, alguien les había dicho que al finalizar la misma había una tienda donde tenían teléfono fijo. - Tal vez no quieras escucharlo Ranma, pero, si la deidad concedió tu deseo, no hay más que puedas hacer. - Tras decir aquello que hizo que la sangre de Ranma se sintiera fría, dobló en la siguiente esquina y siguió su propio camino.

Mouse miró con lástima a Ranma, todos estaban desesperados por librarse de la maldición y no sabía si de haber llegado con la deidad él también hubiese podido cometer un error tan grande, pero sabía que, de estar en sus zapatos, también haría hasta lo imposible por corregir la situación. Sin más fue tras Cologne.

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Parecía que Ranma miraba con interés el respaldo del asiento delante de él, sin embargo, su cerebro estaba en otro lugar, sus pies no dejaban de moverse y Genma solo podía observarlo con preocupación.

Al hacer la llamada al dojo Tendo, se habían encontrado con la noticia de que Akane había desaparecido, Soun había suplicado que regresaran a ayudar con la búsqueda. Lo único bueno de eso es que entre la desaparición de Akane y el deseo de Ranma había un lapso, más o menos, de algunas horas, por lo que quedaba la pequeña posibilidad de que ella no se hubiera evaporado gracias a la deidad del lago.

- Y... - Ranma se rascó la nuca nervioso sin saber que decir realmente. - ¿No quieres ir por un helado? Yo invito. - Aclaró rápidamente, lo que sea con tal de animar a su prometida.

- No... - apenas fue audible la respuesta y Saotome dejó salir el aire de sus pulmones frustrado, no le gustaba para nada verla así.

- Bueno, y sí... ¿vamos a entrenar? Necesito un compañero de batalla decente. - Mencionó lo que en una situación normal Akane hubiera apreciado, que se comprometiera a pelear y que la llamara aceptable.

- No. - Más tajante que su respuesta anterior.

- Tal vez podamos hac...

- Voy a ser sincera Ranma. - Lo interrumpió, no lo miraba. - Me siento extremadamente mal, no quiero moverme de esta cama, menos salir a hacer algo, así que tal vez por los próximos días estaré aquí, llorando y compadeciéndome antes de por fin tomar fuerzas y comenzar a salir de esto. No hay nada que quiera hacer, no quiero hablar y no quiero escuchar nada. - Las palabras duramente sinceras hicieron que Ranma hiciera un gesto de triste resignación mientras observaba la espalda de la muchacha, ella en ningún momento había dejado de estar con la cara hacia la pared, sobre el centro de la cama.

Pasaron algunos minutos en lo que no supo que hacer o decir. Luego se acercó lentamente al escritorio y apartó la silla para sentarse sobre ella. Estuvo alrededor de media hora más mirándola sin hablarle y al mismo tiempo sin atreverse a irse, no quería que pasara por ello sola.

- ¿Qué... qué puedo hacer por ti? - Recitó con cuidado cuando vio que los hombros de ella temblaban, signo inequívoco de que había comenzado a llorar de nuevo. La preocupación estaba en su voz, en cada palabra y silaba pronunciada.

Akane no contestó, pero en cambio movió su cuerpo cerca de la pared. Ranma por un momento tuvo miedo de mal interpretar el gesto, sin embargo, respirando hondamente, tomó valor y se recostó tras ella, abrazándola fuertemente. Akane lloró más aún.

Ranma quería decirle que la muerte de su amiga en el tiroteo del centro comercial no era su culpa, que se notaba que había hecho un esfuerzo por salvarla, y que al menos gracias a Dios ella había salido relativamente ilesa. Pero se quedó callado, Akane no necesitaba escuchar nada, solo necesitaba que la sostuviera cerca, que la envolviera con su calor corporal mientras le acariciaba los brazos y repasaba con su mejilla la coronilla de su adorado tormento.

Ranma pareció romper su trance mental al dejarse caer en la colchoneta del camarote trasero. Genma había conseguido que les dieran un aventón, e incluso habían tenido suerte, pues el hombre que conducía un trailer de mercancías iba precisamente a Tokyo sin escalas y pasaría directamente por Nerima, al cabo de una plática amigable de parte de Genma, el conductor había aceptado de buena gana dejarlos hasta el dojo Tendo.

- ¿Entonces no piensan denunciar lo sucedido? - Preguntó el hombre, Genma le había dicho que los habían intentado asaltar y se habían defendido pero que no habían salido bien librados.

- No, no reconoceríamos a los hombres, de todas formas, regresaremos a Tokyo y no volveremos a cruzarnos con ellos.

- Las lesiones de su hijo son más graves, ¿verdad?

- No... bueno, no son insignificantes, pero resistirá sin problemas. - El hombre asistió, su pequeña cabina solo tenía el par de asientos principales y el joven había tenido que sentarse en la estrecha cama de viaje, en la cual le dijo, podía recostarse, pero el chico parecía ido, al menos ahora, al parecer se había resignado a descansar, pensó al verlo de reojo mientras conducía.

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- ¡Devuélvemelo idiota! - Akane se tiró sobre la espalda de Ranma en una batalla por recuperar el frisby con el que jugaban sus amigas y ella en aquella desolada playa. El otoño estaba a nada de arremeter contra la ciudad y a pesar del entusiasmo juvenil, el aire estaba frío por lo que nadie, a pesar de haberse colocado los trajes de baño, se había sumergido en el agua de ninguna manera y habían terminado jugando sobre la arena.

En un principio, solo irían Akane y algunas amigas, después, cuando los padres habían "obligado" a Ranma a que fuera, se habían unido otros amigos de él, todos viejos compañeros de instituto.

- ¡Quítamelo si puedes boba! - le gritó en respuesta Ranma dando vueltas e inclinando el cuerpo al frente a ver si ella resbalaba de su espalda y se caía sobre la arena.

- ¡No seas pesado! ¡Devuélvemelo ya! ¡Ustedes ni siquiera quisieron jugar! ¡Solo estás molestando! - Se impulsó más con sus piernas, que ya rodeaban el torso masculino, y subió más por su espalda, sus delgados brazos pasando sobre los hombros de Ranma intentando alcanzar el disco que Ranma sostenía a la altura de su estómago.

Algunas risas "discretas" se oyeron de fondo de parte de sus amigos, esa batalla física no parecía tener fines agresivos, ni siquiera de recuperar el dichoso objeto, más bien era un descarado intento interactuar entre ellos físicamente.

- ¿Quieren ir por un bocadillo? Hay un carrito de comida unos metros más allá - Propuso Daisuke, el resto asistió aun lanzando miradas divertidas a los prometidos que seguían peleando.

- Si, vamos, esos dos no van a dejar de coquetear. Démosles un poco de privacidad. - Agregó Sayuri con una cara pícara.

La playa estaba sola, no solo el clima no era ideal para visitar el lugar, además, era miércoles, y este viaje improvisado había sido con la exclusiva intención de animar a Akane, Ranma se había comunicado con Yuka para que organizaran algo entre ellas, luego los planes habían cambiado un poco pero no la finalidad; después de la muerte de la amiga de Akane a raíz del tiroteo, si bien su prometida había avanzado bastante bien, había lapsos que parecía distante, sabía que había noches en las que no dormía y sus calificaciones habían mermado cuando antes eran perfectas.

- Se... se fueron... - Susurró Akane de pronto. Su cuerpo se relajó y comenzó a "escurrirse" por la espalda de Ranma sin pensar en nada más que en que estaban solos.

Ranma reaccionó rápidamente, y soltando el frisby, inclinó todo lo que pudo el torso, haciendo que el cuerpo de Akane cayera hacia adelante, sobre sus brazos, el juguete ahora abandonado en el suelo.

- ¡Eres un tosco! - Reclamó viéndose en sus brazos. Tampoco es que haya hecho algo para bajar de ellos. - ¿A dónde habrán ido todos? - Dijo cruzándose de brazos, mirando a todas direcciones.

Ranma de verdad que intentaba mirar hacia el horizonte y comprobar que no había nadie, pero la muy tonta con los brazos cruzados remarcaba cierta parte de su...

- Ajjj - Carraspeó antes de mejor bajarla a la arena. Suerte que en la parte de abajo ella llevaba un short playero que era bastante decente, en realidad contrastaba con el descarado escote del traje de baño de una pieza, "Gracias Nabiki", pensó Ranma y no sabía si era exactamente sarcasmo.

- ¿Crees que tarden mucho? - Su tono se había vuelto preocupado

- ¡Vamos Akane! - Le reprochó empujándola un poco. - Seguro fueron al baño... o por comida, en algún momento regresarán, aquí están sus cosas. - Apuntó a la manta metros más allá donde tenían sus pertenencias.

- ¿Y si los buscamos?

- ¿Y si mejor te calmas? - Dijo burlón. Akane frunció el ceño, pero no duró demasiado, Ranma la tomó de la mano y la jaló junto a él para sentarse en el suelo y admirar el mar.

- Ranma... - Lo llamó suavemente al notar que él no dejaba de jugar con sus dedos, por momentos los entrelazaba con los suyos, otros, envolvía su mano en las suyas, e incluso llegando poner la mano femenina contra su propia mejilla, como si estuviera midiendo la temperatura de ella.

- ¿Qué? - Preguntó distraído

- Tú... te has estado comportando... distinto... - dijo lentamente, temiendo que fuese a asustarse y la soltara.

- ¿Y qué? - Le respondió como si fuese una pregunta tonta, en realidad intentaba aplacar su nerviosismo. - ¿No tienes frío? - Intentó esquivar el tema.

- Pues... un poco. - Respondió, luego de dejar la actividad física el aire calaba más, pronto sería momento de retirarse. - Ranma... yo quisiera... saber si...

- ¿Te molesta? - Su tono se había convertido en uno molesto y su pregunta encerraba dos cuestiones, la respuesta a Akane sobre su actitud y el repentino abrazo que cayó sobre ella protegiéndola del aire. Akane negó con la cabeza.

Pasaron algunos minutos más y no solo permanecieron en ese abrazo, sino que al cabo de un tiempo ella estaba recostada sobre el costado de él.

- Si... - Dijo de pronto él, Akane se separó ligeramente para mirarlo interrogante. - Sobre lo que ibas a preguntar... si. - Ella sonrió y mordió ligeramente su labio inferior.

- Ni siquiera sabes lo que iba a preguntar.

- Querías saber si puedes invitarme la comida, ¿no? - Habló burlón.

- Payaso... - Negó con la cabeza, su expresión aún estaba alegre. Se quedaron en silencio un rato más, hasta que él dijo.

- Eres mi prometida, no rebusques en el tema, no seas pesada. - Akane volvió a separarse, en su cara se notó el nerviosismo, sus ojos brillosos de emoción y sus mejillas sonrojadas.

- Oye... Ranma... - Levantó el rostro y el muchacho comenzó a bajar el suyo.

*Splash*

La marea había comenzado a subir, el agua helada los había empapado hasta la médula y los cuerpos de ambas chicas habían sido revolcadas a más de un metro una de la otra, ahora estaban llenas de arena y con el cabello enmarañado.

Akane, apenas pudo sentarse, buscó con la mirada a Ranma para comprobar que estuviera bien, la ola había sido sorpresiva e intempestiva. La pelirroja estaba de rodillas, mirándose las manos, luego llevándolas a su pecho comprobando las protuberancias, expresando un completo shock emocional, como si fuese la primera vez que se convertía en mujer.

- /Estuve a punto de besarla/ - pensó consternado, Akane se levantó lentamente, casi como si pudiera leerle el pensamiento le habló poniéndole la mano en el hombro.

- Ven, vayamos por algo de agua caliente. - Trató de tranquilizarlo, aunque dentro sabía que el momento estaba arruinado, Ranma cada vez limitaba más los cambios físicos e incluso había notado que trataba de ni siquiera convertirse en su presencia. No lo entendía, porque al final de cuentas la pelirroja había estado durante todo el tiempo de conocerse, a estas alturas poco le importaba la maldición, pero a su prometido parecía incomodarlo cada vez más.

- Cla.. claro... - Balbuceó tratando de disimular su malestar.

- ¡Akane! ¡¿Están bien?! - Gritó una de sus amigas, venían corriendo hacia ellos.

- Los vimos ser arrastrados por la ola. - Aclaró otro.

- Si, todo bien. - Contestó mirando de reojo a Ranma. Desde ese día, Ranma no volvió a intentar besarla.

- Ranma, hijo. - Escuchó la voz de Genma mientras sentía un ligero movimiento en el hombro. - Ya llegamos.

Con aquellas palabras se sentó de golpe en el camastro.

- Tranquilo chico, te vez pálido. - Oyó decir al conductor.

Bajaron del vehículo dándole las gracias al hombre tras el volante, al menos Genma; Ranma, tan pronto puso un pie sobre el pavimento, corrió, cojeando y apenas respirando, el último tramo hasta la casa Tendo mientras la puesta de sol se dejaba ver.

- ¡Akane! - Gritó fuerte al abrir el portón de entrada. - ¡Akane! - gritó con más volumen al caminar por el tramo de piedra y de un jalón abrió la puerta principal. - ¡AKANE! - Su voz retumbó en toda la casa. Pronto vio salir del comedor a Kasumi.

- ¡Oh Ranma! - Fue hasta él y prendió sus manos de la camisa (o lo que restaba de la prenda) del joven. - Que bueno que estás aquí, Akane no ha aparecido.

- ¿Cuándo fue la última vez que la vieron?

- Hace dos días.

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- En mi opinión deberías descansar al menos unos días antes de retomar un viaje Ranma. - Recomendó Tofu volviendo a vendar la pierna de Ranma.

- Ya me quedé lo suficiente. - Durante los últimos cuatro días, se había quedado, primero porque permitió que Tofu le realizara una curación que incluía una sutura en la pierna y segundo y más importante, habían saltado varias pistas "no concretas" sobre la última vez que se había visto a Akane, las cuales eran una esperanza de que ella en realidad no hubiese sido desaparecida por la cosa que le cumplió el deseo, sin embargo, tampoco podía vivir de esperanzas, ya había buscado lo suficiente por Nerima y era hora de enfrentar la realidad. - Mañana temprano salgo hacia las costas del sur.

Tofu negó con la cabeza, terminó con lo que hacía y se puso de pie.

- Al menos trata de no sobre esforzarte, la herida fue profunda y si se abre de nuevo no sanará. - Desde su llegada a la ciudad, Tofu le había realizado dos suturas.

El médico salió de la habitación de Akane y cerró la puerta dejando solo a Saotome quien con consternación se dejó caer en la cama.

- ¿Cómo está? - Preguntó Kasumi

- Me preocupa que no se cuide esa herida, pero está bien. - Dijo suspirando. - ¿Y tu padre? ¿Cómo está?

- No tan bien... - La joven denotó con sus palabras y gesto que el "no tan bien" era ser demasiado positiva para la actitud de Soun.

- ¿Quieres que lo revise?

- No, lo acabo de dejar en su habitación y se quedó dormido enseguida, ha llorado tanto que... bueno... tú sabes cómo es él. - Ambos caminaron por el pasillo y bajaron las escaleras. - Lamento haberte llamado tan tarde, pero la herida de Ranma sangraba mucho. - Se disculpó; cuando Ranma llegó por fin a la casa después de su búsqueda de ese día, su pierna estaba empapada en sangre.

- No te preocupes. - Dijo con una sonrisa mientras estiraba la mano y acariciaba ligeramente la femenina, hasta ahora era a lo más que se atrevía con la joven. - Bien... me retiro, si saben cualquier cosa de Akane, llámenme por favor. - Kasumi asistió y agitó su mano cuando lo vio partir.

La primogénita de Tendo cerró la puerta con cuidado, antes de volver a subir la escalera miró el reloj que colgaba cerca del genkan, eran casi las dos de la mañana, todos los demás ya estaban dormidos.

- Dios... por favor... que regrese pronto sana y salva. - Dando un resoplido de tristeza, se retiró a dormir.

Ranma escuchó los pasos, luego, cómo la puerta de Kasumi se cerraba, también al poner atención, notó que los ruidos en su habitación se extinguían a paso lento y tuvo que esperar a que todo estuviera completamente en silencio, lo cual significaría que podría salir sin que nadie lo notara, todos estaban tan cansados de las búsquedas que caían en estupor para recuperar no solo la energía física, también la mental.

Salió a paso sigiloso, mentiría si dijera que no estaba muy cansado, pero prefería irse ahora y descansar en algún despoblado que tener que lidiar en la mañana con la familia intentando detenerlo.

Logró por fin salir de la casa cerca de las 2:40 de la madrugada, e ignorando las quejas de su pierna, saltó hasta la barda planeando comenzar a correr y alejarse rápido de ahí. Sin embargo, el rabillo de su ojo captó un destello de luz que provenía del dojo.

Su corazón se agitó en su pecho sin razón aparente y con curiosidad regresó los pasos que ya había hecho en el impulso, asomando su cabeza de nueva cuenta en la propiedad, efectivamente pudo ver, que las luces del salón de entrenamiento estaban encendidas. Terminó de escalar de nueva cuenta la barda, ahora con más cuidado que antes, y se dirigió a paso cauteloso hacia el dojo, abriendo la puerta con ansiedad y esperanza.

- Oh rayos... - dijo en volumen bajo mientras que con paciencia se limpiaba los raspones de los brazos.

- ¿A... Akane? - Preguntó mientras la mampara terminaba de deslizarse suavemente.

- ¿Ranma? - Devolvió la pregunta con sorpresa, inevitablemente una sonrisa se instaló en su rostro al tiempo que se levantaba del suelo.

- Akane... - Repitió antes de correr hacia ella, su desmedida emoción los llevó a ambos al suelo y aun así en ningún momento soltó a la chica que tenía en brazos.

- ¡Auch! - Se quejó por el golpe al caer contra el suelo, curiosamente la queja había salido en un espacio entre risas de felicidad por tenerlo de vuelta, cosa que confirmaban los dedos que con rapidez se hundieron en el cabello trenzado y su cara en el cuello masculino. - ¿Cuándo regresaste? - Preguntó con fervor Akane, como si su única misión en la vida hubiese sido esperar por él.

- ¡¿Estás demente Akane?! - La apretó aún más fuerte, su tono del más enfadado alivio... extraña combinación. - ¡¿Dónde demonios has estado tú?! - Por fin se separó un poco para verla a la cara.

- Oh... eso...- Suspiró con molestia. - A Shampoo le pareció buena idea citarme en un lugar apartado y...

- ¡¿Por qué rayos fuiste?! - Los levantó quedando ambos hincados en la duela, bastante cerca, sosteniéndola de los brazos, con el tiempo y la experiencia, había aprendido que a nadie le confiaría a su prometida, tal vez a la familia... (y tenía sus reservas), aun así, el caso era que en su "lista de confianza" Shampoo estaba en la "zona de deudores"

- Parecía triste, tú sabes que últimamente parece estar en un estado de depresión y me dijo que no tenía a nadie con quien más hablar.

- Maldita sea Akane, ¿cuándo dejarás de ser tan estúpidamente crédula? - Sus dedos temblaron sobre los brazos de ella pensando el peligro que eso significaba. No solo Akane había estado a punto de desaparecer por el deseo a la deidad del lago, también pudo haber desaparecido a manos de Shampoo.

- ¡Tampoco me... - El repentino beso tosco contra sus labios por supuesto que la hizo detener sus posibles quejas.

Ranma se acercó aún más hasta el punto de que sus rodillas atraparon los muslos de Akane, como si ella en algún momento fuese a escapar. Las manos masculinas la tomaron de la cabeza y no solo no la dejó alejarse, sino que la hizo seguirle el ritmo nada paciente, el cual, solo bajó cuando el aire les hizo falta.

- Ran...ma... - Dijo agitada.

- Te... te dije que nos íbamos a dejar de juegos. - Acarició, tocó y apretó la espalda femenina, el área de las costillas, los hombros, la nuca, la cintura y los brazos, conteniéndose de no tocar otros lugares indecorosos, todo con la ansiedad de alguien que aún desea creer fervientemente que no es una fantasía lo que vive, aun sin creer que ella estuviese allí, que estuviera a salvo.

- Ah... bien... - fue ella quien ahora le buscó la boca, casi con desesperación mientras se colgaba de su cuello con el arrebato de alguien que ha estado esperando mucho tiempo, Ranma no perdiendo oportunidad, utilizó su fuerza para subir a la chica sobre sus piernas. - Ranma... - Lo llamó cuando él desocupó sus labios y se condujo por el largo cuello de ella. - Entonces... ¿esto significa que lo lograste?

La pregunta hizo que Ranma bajara el enloquecido ritmo de besos y caricias y todo terminara con un apretado abrazo, con la cara hundida en el cuello femenino, susurrando cosas sin lógica.

- No te entiendo... - dijo quedito contra su oído, acariciando su pelo. - Ranma... ¿qué pasó? - Preguntó con temor pensando que tal vez no lo había logrado y al mencionarlo había arruinado todo. Era más que consciente de que lo que hacía que su prometido frenara los avances de su relación era la inseguridad con su maldición, y ella al mencionarlo, pensó en haberlo dejado en evidencia.

- Yo me curé. - Dijo por fin entendible, sin embargo, Akane no pudo sentirse aliviada, el tono de su voz era apagado, agotado, triste, ¿qué pasa?, se preguntó ella cuando él la apretó aún más fuerte, restregando su cara contra su piel. - Pero soy tan idiota...

- ¿Por...

- ¡Soy un completo imbécil! - Gritó contra su piel sobresaltándola. - ¡Y tú no ayudas tonta! ¡¿Por qué rayos te pones en peligro?!

- Ran... - no la dejó hablar.

- ¡¿Por qué rayos estuviste tanto tiempo fuera?! - Se despegó de ella. para verla al rostro mientras la agitaba un poco de los hombros. - ¿Ella te lastimó? ¡¿Qué fue lo que te hizo?! - Atrapó su cara firmemente con sus manos exigiendo una explicación. La chica notó por su mirada que él estaba muy alterado, y supuso que lo que le estaba reclamando solo era el detonante, pero no el motivo. Así era Ranma siempre, aguantando los problemas reales hasta que eran insostenibles y por la menor cosa explotaba. Siguiéndole el "juego", prefirió contestarle para que se tranquilizara.

- Estuvimos peleando bastante tiempo, nos internamos en una zona montañosa y... terminamos cayendo por una ladera... ¡Nada grave! - Añadió para restarle importancia, pero él no se lo creyó.

- Mierda... - Volvió a abrazarla. - ¿Qué más? - Exigió saber aspirando el olor de la piel como si fuese una droga.

- Acabamos muy por debajo, subir, al menos a mí, me costó bastante, el terreno era inestable.

- Cuando esa bruja regrese... - A pesar de que hablaba furioso volvió a restregar su cara contra ella.

- No vale la pena. - Ella también lo abrazó de vuelta y comenzó a pasarle suavemente los dedos por la espalda. Supo que eso lo relajaba porque su respiración comenzó a bajar de ritmo. - Sabes que desde que comencé a entrenar con Happosai soy una rival más fuerte. - Y era cierto, reconoció Ranma, desde hace más de medio año, Shampoo no había podido vencerla. - Además... Shampoo en verdad estaba derrotada, no solo físicamente, sino emocionalmente, era como si hubiese quedado rota. Intenté ayudarla a regresar, pero ella se apartó furiosa y tomó otro camino, no volví a verla.

Transcurrieron varios segundos sin que ninguno de los dos hablara. Ella sin querer perturbar la paz que parecía estar logrando, él solo pensando.

- Lo... lo siento tanto Akane. - Dijo de la nada él por fin. Ella creyó haber entendido mal, luego pensó que se disculpaba por no haber estado cuando eso sucedió, era típico de él preocuparse de esa manera, pero luego él agregó en un lamentable murmullo. - Perdóname por favor... - Su voz comenzó a salir entrecortada. - No pensé en lo que hacía... hablé como siempre sin meditar mis respuestas... casi... casi te vendo para quitarme esa... estúpida mal...di... - El sonido se apagó gradualmente y aunque ella se moría por preguntarle, esperó pacientemente, intuyendo que lo que más necesitaba él era su abrazo.

Pasó un tiempo en el que solo se oían los sonidos ahogados que producía el joven, cuando Akane lo sintió calmarse y por ende ella se relajó, comenzó a ser más consciente de su cuerpo y notó una inusual humedad debajo de su muslo izquierdo, ¿sudor?, le pasó por la cabeza, movió la pierna un poco y se sentía ligeramente... ¿viscoso?

- Ranma... - Lo llamó despegándose, aún sentada sobre él, bajó la mirada y levantó un poco su muslo para ver. El pantalón de Ranma a penas se notaba humedecido gracias al color oscuro, pero el deportivo de ella en color rosa claro, a pesar de estar sucio, denotaba el charco de sangre. - ¡Santo cielo! - Exclamó bajándose de él de inmediato.

Ranma frunció el ceño ante esa separación tan brusca.

- ¿Qué haces? - Reclamó volviéndola a jalar y apretándola contra él evitándole la huida.

- ¡¿Cómo que qué hago idiota?! ¡¿Estás herido y no me lo dijiste?! ¡¿Qué fue lo que pasó?! - Habló de corrido muy molesta. - ¡Ranma! - Se quejó tratando de empujarlo. - ¡Debemos curarte!

- ¡Necesito besarte idiota! - Le gritó con tanta convicción que dejó sorprendida y sonrojada a la joven, quien, sin quejas, se dejó besar un rato más hasta que ya no pudo dejar de omitir la sangre.

- Ra... Ranma... necesito curarte... por favor... - dijo sosteniéndolo con firmeza del rostro, el chico suspiró y sin más opción asistió.

La chica se alejó para alcanzar el botiquín con el que ella misma había estado curándose, además del botellín de agua para limpiar, y se acercó nuevamente a su prometido.

- Mmm... bueno... - Tartamudeo nerviosa señalando el pantalón. - ¿Quieres que...? - Preguntó dudosa, la herida estaba a mitad de su muslo, así que el pantalón no subía tan alto si lo arrugaba desde abajo, y por el contrario, tendría que quitárselo.

- No... yo... si no te importa... - Igualmente nervioso habló. Akane agitó la cabeza negando y giró su rostro para darle "privacidad".

Saotome, con las mejillas sonrojadas, se desató el cordón del pantalón y tuvo que ponerse de pie para poder sacárselo. Ahora que la situación se había resuelto y su cuerpo se había relajado, el dolor de la herida protestó como no lo había hecho antes; el dolor punzante se extendió por toda la pierna al apoyarla en el piso cuando se puso en pie y tuvo que contener un jadeo cuando tuvo que despegar la tela ensangrentada de su piel.

Los pantalones cayeron al piso, con lentitud sacó sus pies de ellos e intentó volver a sentarse en el suelo, esta vez no pudo ahogar el quejido de dolor, ¡Mierda! ¿Cuántas puntadas dijo Tofu que había necesitado? Hizo el movimiento aún más lento, pero la punción de la carne le hacía difícil la tarea.

- Espera. - Lo detuvo su prometida. Sus mejillas estaban encendidas al verlo con solo la prenda interior, pero también su expresión mostró preocupación al ver la fea hinchazón, algunos puntos estaban reventados y la sangre escurría ahora por lo largo de su extremidad, además, ambas piernas estaban llenas de moretones.

Akane terminó por traer un cajón de madera que utilizaban para hacer estiramientos y de manera amable ayudó a Ranma sentarse. Se dejó caer arrodillada frente a él y comenzó por limpiar la herida mientras iba descubriendo las características de la misma.

- Cielos... - susurró conforme limpiaba. Ranma la miraba atento, el cabello lucía algo terroso, varias partes de su ropa estaban rasgadas y algunas zonas de su piel raspadas, sin embargo, seguía siendo tan preciosa a sus ojos, no solo por su imagen, sino por sus acciones, curándolo con esmero cuando acababa de confesarle que la había "sacrificado" - ¿Pero con qué te hiciste esto? - preguntó preocupada.

- En una prueba el techo estaba lleno de grandes y filosas estalactitas, caían por todos lados, una de las más "pequeñas" se me encajó al intentar esquivar otra serie de picos mucho más grandes. Creo que no fue tan grave, pero en las siguientes pruebas sobre esforcé la pierna y en la penúltima en particular, era un laberinto, todo estaba cuesta arriba y salían rocas de la nada aplastando todo a su paso; una de ellas cayó aplastándome las piernas, sobre los muslos, fue cuando se terminó por abrir la herida.

- Por Dios, suena tan peligroso, ¿estás seguro de que no tienes nada roto o algo así? - Paró con sus labores y lo escaneó rápidamente con la mirada, revisando si no había más lesiones, luego lo miró a los ojos asegurándose de que no fuera a mentirle.

- No, algunos rasguños menores, pero Tofu se encargó de ello antes.

- ¿Y por qué si Tofu ya se había encargado de curarte seguiste intentando arruinarte la pierna tonto? - Reclamó molesta regresando a su labor, terminó de limpiar y preparó una gasa más con agua oxigenada para desinfectar.

- ¡Carajo! - Soltó al aire ante el ardor. Luego, tras un momento de silencio, dijo. - Tenía que buscarte... - Habló sin más. - No... no hubiera podido... - Nunca dejó de mirarla.

- ¿No hubieras podido... - Lo incitó a hablar, pero Ranma siguió en silencio, ella buscó en el botiquín las únicas pinzas con las que contaba y con cuidado buscó la punta del hilo reventado entre la herida. - Voy a tratar de anudar la punta para que no se salga más el hilo. Espero no lastimarte más. - Agregó preocupada dándole una mirada rápida antes de comenzar el procedimiento en el cual no era ni de cerca experta. A pesar del pinchazo al sentir la tensión del hilo, Ranma sonrió ante la ocurrencia de que Akane le dejara una maraña con el hilo como solía hacerlo en sus costuras.

Aún en contra de todo pronóstico, Akane en algunos minutos de concentración, logró hacer un nudo bastante fino. - Mañana temprano llamaremos a Tofu para que termine el trabajo. - Dijo envolviendo finalmente con una venda limpia. - Y me dejo de llamar Akane Tendo si dejo que esta herida se vuelva a abrir. - Amenazó con seguridad, dándole a entender que lo cuidaría quisiera o no. Le brindó una amplia sonrisa, primero autosuficiente, luego solo de felicidad, y al final, se convirtió en una enamorada que el muchacho le regresó sin dudarlo.

- No hubiera... - repitió estirando sus manos hasta la cintura de ella haciendo con el gesto que se levantara del suelo. - Podido... - se abrazó a su cintura. - Perderte. - Suspiró poniendo su cabeza justo donde latía el corazón de la joven y ella lo abrazaba aún si la posición se veía un tanto comprometedora, a estas alturas no le importaba.

- No vas a perderme, ni voy a perderte de nuevo de vista. - Le acarició el cabello con calma. - ¿Quieres contarme? - Preguntó con cuidado sobre la causa de su afección.

- Es que... en la última prueba... - Tomó una bocanada de aire grande. - Me preguntaron si estaba dispuesto a... - Sus dedos se encajaron en la figura de ella, Akane a pesar de eso, no se quejó. - Entregar lo más importante en mi vida a cambio de curarme... y dije que sí... - casi susurró el termino de la oración.

- No me digas que... - Intentó separarse, pero él no la soltó. - ¿Perdiste tu fuerza? - No le parecía, pero aun así lo preguntó.

- ¿Qué? - Levantó la cara. - ¡No! ¡Mi fuerza no es lo que más valoro!

- ¿Se trataba de algún objeto material? - Preguntó con más curiosidad.

- ¡Idiota! ¡¿A estas alturas no sabes que es lo más importante para mí?!

- Pues... - Akane se llevó un dedo a la barbilla todavía pensando. - ¿Tú colección de mangas?

- No puede ser... - masculló casi indignado.

- ¿La reserva especial de medicinas que ocultas del tío Genma?

- ¡No!

- ¿Tus ahorros?

- ¡No!

- ¡La camisa que dices que es de la suerte! - Pareció conforme con su respuesta.

- ¡Claro que no! ¡¿De verdad no lo sabes?!

- ¡Pero claro! - Estrelló su puño derecho contra su palma izquierda como su hubiese descubierto el mundo. - ¡Tu cabello!

- ¡¿Acaso eres tonta?! ¡No Akane! ¡No es eso!

- ¿Entonces?

- ¡Tú imbécil! ¡Eres tú! - Gritó tomándola de los hombros.

Akane primero abrió los ojos con sorpresa, luego se sonrojó y al final dibujó una tenue sonrisa en su rostro que terminó por convertirse en una de esas que tanto amaba Ranma.

- ¿De... verdad?

- Ya lo sabes. - Tímidamente la soltó y miró hacia un lado torciendo la boca. - Por eso... - Añadió regresando a lo importante de aquello. - Perdóname... Akane. - Bajo la vista al piso.

La joven lo miró enternecida, y cuando tuvo suficiente de apreciar ese gesto que pocas veces veía en su prometido, lo tomó de las mejillas para que levantara el rostro hacia ella mientras sus dedos pulgares repasaban la superficie, sintiendo como había rugosidades aquí y allá productos de los raspones en su rostro.

- Gracias Ranma, gracias por siempre pensar en mí. Gracias por estar dispuesto a sacrificar tu propia felicidad por mi... y gracias por considerarme lo más importante para ti, porque tú, mi tozudo prometido, eres lo más importante para mí.

Ranma sonrió ante la frase sincera de ella, aún le parecía increíble que ella fuera capaz de hacerlo sentir así con tan pocas palabras.

Akane se inclinó y él enseguida la besó.

De pronto la puerta se abrió, Soun entró llorando y el resto de la familia tras él. Se separaron con las caras rojas primero recibiendo felicitaciones ante las muestras de amor que consolidaban la relación que por años habían querido los patriarcas y todo fue alegría por un rato hasta que Nabiki hizo obvio que Ranma estaba en bóxer e insinuó una de sus bromas subidas de tono, entonces Soun agigantó la cabeza y se desató la guerra.

Sin embargo, a pesar de la regañina de Tendo y las palabras un poco reprobatorias de Kasumi hacia su hermana, ambos prometidos debieron contenerse para no sonreír, lo más importante de todo ya estaba dicho, lo demás, era lo de menos.

FIN

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N/A

Para el 09 de diciembre.

No sé qué pasa conmigo que últimamente me quedan las historias más largas de lo que deseo, creo que en el camino se me van ocurriendo detalles que no quiero omitir y termino por poner hasta información de más, de hecho, en la edición final de esta historia tuve que recortar toda la parte final donde había detallado una escena romántica un poco más explícita (no tanto pero si más de lo que hay en el fic) mientras Akane acompañaba a Ranma a subir a su habitación antes de que la familia interrumpiera; también había una parte donde aparecía Mousse queriendo pelear con Ranma y le rogaba que le diera la clave para pasar la prueba con tal de salvar a Shampoo, así mismo, explicaba más de los problemas de esta última y las condiciones en las que estaba, explicando porque era importante que Cologne hubiera sacrificado lo que le pedía la deidad.

Otra cosa que quería explicar más claramente, pero al final también quité para que quedara como un detalle implícito y a la imaginación de los lectores, es porque la deidad del lago cumplió el deseo de Ranma; básicamente, como dice Cologne, lo importante era mostrar pureza en el corazón, lo cual hizo el chico al retractarse de su primera respuesta y priorizar algo por encima de su cura, es este caso, ambos personajes a sabiendas de que hablaba de Akane, por su lado la abuela demostró lo contrario al estar por encima su egoísmo que el bienestar de su nieta.

Y bien, después de tanta explicación, no me queda más que agradecerles a los que me siguen apoyando en este reto, es especial a:

· Benani0125

· Hikari

· Akai27

· Akanita de Saotome

· Sandy

· Vane

· Juany Nodoka

· Nita-chan84

· gatopicaro831

· Crisel Grajeda

· Kris de Andromeda

· Rowenstar,art

· James Birdsong

· Guest01, si, pienso lo mismo que Miyagi.

· Sailordancer7

· J,E,lok

· Lina23

· Bayby Face

· Jesse rj

· D-infinity

· Lelek An3li

· Luz

· Felicius

· Pao Vedder

Espero que no se me haya pasado ninguno.

Los quiero, de este lado del internet, AkaneMiiya.