Falta cada vez menos...


Yamaguchi vio a Hinata frotándose los ojos para ver a los gemelos, practicando apenas unos metros más lejos. Hizo lo mismo un poco más disimuladamente, escuchando cómo Suga los llamaba "los mejores gemelos de voleibol de la preparatoria". Tenía sentimientos encontrados. Temor, vergüenza, un dejo de orgullo por lo geniales que eran…

—¡Hay dos… Miya Atsumu! —Bien, Hinata podía quedarse solo gritando eso, él lo gritaría en su mente. Porque vaya que tenía motivos para gritar…

Los hermanos Miya.

Jamás, durante ninguna de sus conversaciones con Atsumu, se le ocurrió aquella posibilidad que lanzó un día de pesimista delante de su clase. Porque ¿cuáles eran las posibilidades? ¿Cómo era que nunca se mencionó antes, cuando hablaban seguido, se contaban su día? Es decir, sabía que tenía un hermano, pero aclarar que era un gemelo le parecía bastante importante.

"¿Y qué pasa si esa persona se tiñe el cabello?". Aquella pregunta ya sabía que fue acertada."¿O si tiene un hermano gemelo?" Anoche descubrió que esta también lo fue. Ahora lo comprobaba. Parecía una broma. Una ridícula broma del destino, porque… por más que no quisiera admitirlo, durante meses estuvo saliendo con alguien que confundió con su alma gemela. Quiso reír. Esconderse. Fingir que todo iba bien, que podían suceder cosas buenas a pesar de su confusión. Rio con Hinata creyendo que podrían ser entrevistados. Se escondió detrás de Tsukki cuando Atsumu se acercó a saludar. Volvió a reírse cuando Kageyama llamó mandarina Hinata. Hablaba con ellos y a ratos ni sabía qué estaba diciendo. Pero daba un respingo cada vez que alguien mencionada a Atsumu.

—Ah, sí. Antes vi a unas chicas con abanicos de Atsumu Miya. ¿Es una celebridad?

—Casi lo es. Tiene una popularidad diferente que le falta a Itachiyama. Tiene la habilidad y jugadas impresionantes. Es el mejor desafío con esas habilidades.

—También hablan mucho de él en televisión.

—Nadie en esta arena sabe que existimos.

El aura sombría de su senpai calzaba con su verdadero ánimo. Quería hundirse. ¿Acaso importaba escuchar sobre Atsumu ahora, cuando su alma gemela podía ser Osamu? Dios, ¿qué podía hacer para comprobarlo? ¿Qué podía hacer contra sus ganas de preguntar por el otro gemelo? ¿Contra sus ganas de abofetearse por estar inseguro de algo que desde hace tiempo gritaba su corazón?

—Bueno, ¡andando!

Sentía que hubo un lapsus de la conversación que se perdió. Antes de que preguntara nada, comenzó a sonar la banda que tenía la sección de animadores de Inarizaki. La magnitud e intensidad de ésta hizo que se cohibiera. Tantas personas apoyando al equipo contrario… Tantas emociones confusas.

—Mi estómago…—gimió. La mirada de Tsukishima fue directo hacia él apenas se quejó. Ayer había escapado de su posible interrogatorio, como parte de su actuación de que todo iba bien, procurando no quedarse solo con el rubio tampoco. Sin embargo, los hechos eran que no había tocado su teléfono ni respondido los mensajes de su cita, y hablaban por sí solos. Hablaban, y no únicamente a Tsukki, sino también a la persona que estaba evitando y que de seguro se dio cuenta de cómo fingía ser transparente cuando fue hacia su área.

Muchas chicas gritaban su nombre, mientras que él lo ignoraba. Y varias más gritaron el nombre de Osamu. Era imposible no temblar cuando los mencionaban. Estaba aterrado. Se sentía culpable. Porque no le había dado ninguna explicación. Estaba haciendo algo horrible al ignorarlo así sin más. Pero se sentía incapaz de acercarse teniendo el partido encima.

Se prometió a si mismo que iría apenas terminara, incluso si el otro estaba de mal humor. Aunque tenía que admitir que verles a los dos juntos, coordinados, tan ágiles que hipnotizaban… lo tenían embobado.

—¡Remate de cambio de alma diferido!

—¡Genial!

Eran más que ágiles. Y estaban completamente sincronizados. Eran intimidantes, como bien reconocía Atsumu.

Dios, deseaba tanto conocer a Osamu… aunque fuera para quitarse las dudas…

Sacudió la cabeza para quitarse esas ideas de la cabeza. Tenía que concentrarse. No podía desviar sus ojos cada vez que alguno de los gemelos hacía algo genial, porque si se trataba de eso no les quitaría la vista de encima.


Fue difícil cumplir con lo que se propuso. Por suerte, no era el único fascinado con ellos. Claro, él los veía con otros ojos, encantado de ver nuevas facetas de Atsumu, y viendo por primera vez a Osamu. Admiraba la capacidad de Atsumu de transmitir su voluntad fuertemente; la manera en que podía silenciar a todo el estadio con un solo gesto, la forma en que sus expresiones demostraban todo, sus gritos… Y, por supuesto, cada una de sus interacciones con su gemelo, incluyendo las discusiones. Osamu mostraba el mismo nivel de confianza, era igual de competitivo, se frustraba ante las provocaciones… Pero era innegablemente distinto al rubio. Era encantador como aquella superficie tranquila escondía tantas emociones. El chico no era inexpresivo. Era sutil y apasionado al mismo tiempo. Suponía que, si tenía oportunidad y tiempo de conocerle, podría leer mejor su rostro.

Lamentablemente ya había perdido la oportunidad de saber si lo reconocía o no. Lo único que le quedaba era preguntar. Preguntar sobre un tema delicado, cuando le costaba ser directo por la vergüenza.

Se preguntaba qué pensaban ellos de él. Especialmente cuando fue a servir. Ellos eran un dúo terrorífico, fuertes y odiaban perder. En cambio, él mismo… ¿habría llamado su atención al menos? ¿o era una decepción, ya fuera por sus habilidades o la cantidad de tiempo que estaba fuera del partido?

Cuando se estaban saludando, pudo escuchar a Atsumu decir:

—Algún día colocaré para ti —dirigiéndose a Hinata. Y tenía sentido. Para un setter, era lógico fijarse en él. La pregunta era ¿qué pensaba de Tadashi? — Pero antes de que eso suceda… Voy a destruirlos en el inter high, así que mejor prepárense.

Yamaguchi se tensó por la energía de aquellas palabras. Por eso y por la leve envidia de que fuera otro el que llamara su atención, incluso si fuera solo deportivamente.

—Hablas como un perdedor —lo abucheó Osamu, ya caminando a su lado.

—¡¿Huh?! ¡Yo no perdí!

—¿Qué diablos estás diciendo?

—Quiero decir-

Ni siquiera lo dejó terminar y ya estaban peleando y pateándose.

—Oh, pero antes… —Sorpresivamente, Osamu se giró hacia él. Yamaguchi realmente no quería hacerse ilusiones o sobrepensar acerca del posible significado. — Tú, el chico con el molesto saque flotante. ¡Un día te serviré onigiris!

¿Qué? ¿Onigiris? ¿Miya Osamu?

¿A mí?

—¿Qué fue eso? —inquirió Atsumu en su lugar, en vista de que se quedó sin palabras, retorciéndose de pie y sudando frío por lo que podían implicar aquellas palabras.

—No sé, solo sentí que debía decirlo por alguna razón.

Luego de eso se marcharon con el resto de su equipo, dejándole con sus inquietudes. Y es que, no sabía si era conveniente o no, pero…

Su alma gemela dijo que cocinaría para él si perdía. Y Osamu Miya acababa de ofrecerse a hacer lo mismo. Atsumu no parecía recordar aquella promesa, así que… Todo aquello solo podía significar una cosa: el gemelo con el que había estado saliendo hasta ahora no era su alma gemela.

Dios, quería gritar y rodar por todo el suelo de la cancha.

—¿Y bien? —Tsukishima hizo que diera un respingo. — ¿Cuál de los dos es? ¿El rubio con problemas para aceptar la derrota o el de pelo gris que tiene lo mismo, aunque lo disimule mejor?

Apretó los labios, reticente a admitirlo. Porque mientras más lo pensaba, menos dudas le quedaban. Y cada momento reflexionando al respecto, le hacía pensar que ya había tirado todo por la borda antes de conocer de verdad a su alma gemela.

—Osamu —confesó, con un hilo de voz— Supongo que… esto fue todo. Lo perdí.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?

Se giró hacia el rubio, mas antes de que pudiera responderle sus ojos se llenaron de lágrimas. Kei volteó alrededor, acercándose más para cubrirlo de posibles mirones. Yamaguchi lo miró sin comprender cómo no se daba cuenta de la obvia razón por la que no podía salir con Osamu.

—¿Cómo demonios va a querer tener algo conmigo si salí con su hermano? —sollozó— Lo arruiné. Ya es tarde.

Normalmente, el otro se limitaría a encogerse de hombros y a decir que así apestaba la vida, pero ahora se quedó viéndolo con el ceño fruncido.

—Atsumu y tú son amigos, ¿no? Nada pasó entre ustedes —dijo como para confirmar.

Él fue incapaz de sostenerle la mirada recordando lo que estuvo a punto de ocurrir antenoche.

—Casi… casi nos besamos —confesó avergonzado. — Hace poco.

Tsukishima suspiró, con ese clásico suspiro que ya había aprendido a traducir como "estoy rodeado de idiotas", y aun así se quedó a su lado.

—Bueno, "casi" —remarcó— A lo que voy es que puedes explicarle la situación al gemelo equivocado. Si son amigos, lo va a entender y a cubrirte las espaldas.

—¿Qué quieres decir?

—Tu alma gemela no tiene por qué enterarse de que saliste con su hermano gemelo.

Jamás se le había pasado por la cabeza esa posibilidad. Es más, ni siquiera podía procesarla ahora, incluso cuando era quizá su única esperanza de acercarse a él. No quería ser deshonesto. Tampoco quería perderlo sin haber tenido una oportunidad al menos. ¿Podía ocultar esta clase de información? Y, si la respuesta era afirmativa, ¿por cuánto tiempo? ¿Para siempre? ¿O era la clase de secretos que podías revelar en algún momento, sin miedo a represalias?

El dilema lo sobrepasaba. Su amigo debió notarlo, por lo que agregó—: Primero habla con tu antigua cita. Cuéntale todo y si necesitas otra opinión pide su consejo. Es su hermano, lo conoce desde siempre, sabrá mejor que tú cuál va a ser su reacción. Pregúntale y hagan lo que crean necesario para salvar ese vínculo. Mentir, ocultarlo temporalmente o decir la verdad. Hablen y decidan juntos. Ten en cuenta que esta decisión no es solo tuya. Podría cambiar la relación que tienen ellos también —Solo imaginar que se distanciaban por su culpa hizo que se le apretara el pecho— Tienes que tener todo eso en cuenta, y sacarle toda la información posible.

—… tienes razón. No quiero arruinar dos vínculos por ser un idiota.

—Si te sirve de algo, era fácil equivocarse de persona si tienen la misma cara. Puede que sea comprensivo al respecto, o que se le pase el pronto la incomodidad.

—Ojalá pudiera considerarlo una razón válida —gimió— De momento, lo más positivo que puedo pensar es que tal vez siempre me vio de forma platónica, y que no le importe por eso. Si solo estuviera dispuesto a ser mi amigo, le daría igual que saliera con su hermano.

—¿Acaso vas a seguir saliendo con Atsumu?

—¿Qué? Oh… yo… no sé —¿Qué diablos estaba diciendo? ¿Por qué imaginarse cortando con él también dolía? — Me parece muy cruel decirle que salí con él por equivocación. Y la pasamos bien juntos. No sé, yo…

—Tienes que decidirlo pronto. Al ritmo que vas, ni siquiera serás amigo de cualquiera de los dos —Como no quería presionarlo demasiado con esa frase, añadió—: Dile todo esto. Y ten en cuenta que él estaba enamorado de alguien más, por lo que sabías. Puede que de su verdadera alma gemela. Conversen todo lo necesario. Yo les inventaré una excusa al resto del equipo.

Muchos podrían decir que Kei era despiadado, sarcástico y algo cínico. Él, por su parte, podía decir con honestidad que era el mejor amigo con el que podría haber soñado alguna vez.

—Gracias, Tsukki —fue todo lo que atinó a decir.

Decidido, corrió hacia los vestuarios antes de que su resolución desapareciera, sacó su celular, y tecleó rápidamente un mensaje para Atsumu.

Porque sí, esta vez tenía la intención de acercarse al gemelo correcto, pero primero tenía que hacerle guardar silencio a su posible cuñado, y de paso averiguar si Osamu tenía interés en conocerlo.

"¿Podemos vernos donde la última vez? Es urgente".

Afortunadamente, este tiempo juntos le había permitido conocerle lo suficiente como para saber que podía contar con él. Y dos cabezas pensaban mejor que una, así que juntos podrían tomar la mejor decisión.


Este capítulo fue más corto, está cortado justo antes del desastre. Me pongo en su lugar y hasta me da un poco de pena, pero en fin, cada vez queda menos (tres capítulos).

Muchas gracias por seguir hasta aquí, ¡hasta la próxima!