Hola!

Este fic ya está cumpliendo sus quince uwu y yo creo que se va a hacer mayor de edad y hasta va a terminar la carrera :v

Espero les guste uwu

Enjoy!


CAP XV

"Emociones en Crecimiento"


Las nubes se congregaban y oscurecían en la distancia.

Adora ya sentía la humedad y la frialdad del aire colándose entre su chaqueta con protecciones, pero siguió acelerando, gustosa de devorar el camino bajo los neumáticos. Su motocicleta de motocross no alcanzaba las endiabladas velocidades de un modelo de pista como el que Catra encargó podría soportar, pero seguía siendo veloz. Después de unos minutos, se detuvo en un apartado del camino para colocarse el impermeable con una línea reflejante a la altura del pecho. Se abrochó bien la chaqueta, ajustó sus pesadas botas blancas y subió el cierre del impermeable hasta el cuello. Se puso el casco y acomodó los pliegues del impermeable. Una vez sobre la moto, ajustó un broche cerca del manillar, se puso los guantes y volvió a acelerar.

Fue buena idea detenerse cuando apenas un par de minutos después atravesó la cortina de lluvia y no parecía que fuera a parar. Era vigorizante adentrarse en la lluvia, sentir el rugir del viento. Encendió sus luces de niebla y bajó la velocidad cuando empezaron las curvas. Todavía le faltaban casi treinta kilómetros para llegar a la ciudad y el tránsito estaba relajado, pero el cielo se oscurecía más y más no solo por las densas nubes, si no por el caer de la noche.

Adora uso los controles del manillar para encender la radio, que sonó en los altavoces de su casco y buscó un reporte del clima.

La lluvia persistía y aumentaba. Le calaba un poco. En especial las piernas, donde solo su pantalón de mezclilla la cubría. A ochenta por hora, tomó una curva amplia y un rayo que cayó a solo unas decenas de metros la deslumbró el mismo segundo que una figura oscura surgía frente a ella. La moto salió despedida y un carro que pasaba en el otro sentido frenó y coleó para no chocar contra los repentinos obstáculos.

Sus manos se soltaron del manubrio en vez de aferrarse y las llevó instintivamente a su cabeza. El broche de seguridad se soltó con el impacto y el centro del impermeable se infló en una fracción de segundo, protegiéndola del torso. La moto dio una vuelta completa con Adora todavía sosteniéndose con los muslos. Rebotó y derrapó varios metros con la moto encima y se golpeó un par de veces la cabeza contra el piso, lo que la desorientó más. Terminó en la cuneta, donde unas ramas caídas se le incrustaron en el cuerpo. Con la adrenalina corriendo en su sistema, Adora solo sabía que tenía unos segundos antes de sufrir un shock, sintiendo todo el cuerpo protestar, intentó sacar su celular de la bolsita a la altura del pecho de su impermeable. El auto pasó de largo. La moto le pesaba sobre una pierna y le doblaba la otra, los guantes le protegieron pero ahora no le dejaban abrir el cierre ni sostener el celular. Intentó quitarse el derecho pero no podía mover bien el brazo, un dolor pulsante la embargaba. Se quitó el izquierdo sin moverse casi del lado derecho y ya sentía más y más cada golpe al agotarse la adrenalina. Entró a las llamadas pero la lluvia incapacitaba la pantalla y Adora quería llorar, frustrada. Cualquiera... quien sea, la pantalla temblaba, sin responder a sus dedos ni a las gotas de agua casi tibia. Sin distinguir la pantalla de contacto, solo tocó la pantalla repetidamente hasta que escuchó el tono de llamada en el casco.

Se le resbaló el celular y se estiró para recuperarlo antes de pensarlo y todo el cuerpo protestó. Escuchó un alegre "Adora" pero ella solo gimió en respuesta.


El motor rugía entre sus piernas. El traje de protección le apretaba todo el cuerpo, a excepción de la cola que latigueaba apenas contra el viento. El casco le apretaba las orejas, pero la adrenalina de la velocidad valía toda la incomodidad. Catra iba en tercer lugar de la carrera y solo faltaban unas curvas más. Un tercer lugar no era malo, pero si Glimmer se había presentado a esta carrera, Catra quería escuchar sus halagos a su habilidad, su velocidad y lo sexy que lucía sobre su motocicleta cuando ganara el primer lugar. También lo haría si ganara el tercero o no ganara en lo absoluto, pero el primer lugar siempre se sentía mejor. Aceleró mucho más. Guiaba más a la bestia de metal con las caderas que con las manos en el manillar, pero sabía que era un esfuerzo combinado de todo su cuerpo.

Se acercaba con velocidad al segundo lugar. Un tipo que se creía muy rudo por no traer más protección que el casco la superaba y cuando vio que se le acercaba por los espejos laterales, se le cerró y aceleró más. Catra maniobró para esquivarlo y ya lo estaba igualando, cuando él con su larga cola de reptil la empujó. Todo se movió en cámara lenta. Catra dejo de acelerar y la moto se movía latigueando en eses minúsculas y en esas sacudidas, la llanta delantera de Catra golpeó la llanta trasera del tramposo. Catra ya no pudo mantener la moto y dio algunos virajes y derrapó varios metros para salir rodando más allá de su máquina. Mientras el otro perdía el control de modo mucho más aparatoso y giró varias veces con la moto al no soltarla, dejando un camino de piezas volando, chispas y crujidos de metal y huesos.

Los ruidos de alarma llegaron apagados a los oídos de Catra, le dolían los brazos y las rodillas al recibir tantos golpes, giro tras giro contra el pavimento. No quedó inconsciente y en pocos momentos sintió cómo alguien la sostenía con fuerza. Le quitaron el casco mientras alguien gritaba que no la movieran.

El equipo de protección más su pelaje impidieron que sufriera quemaduras por fricción, pero se fracturó un par de costillas y tuvo una ligera concusión. La moto terminó peor pero era reparable. El gran lagarto rojo que le jugó sucio, sin embargo, estaba sangrando demasiado y su moto quedó deshecha.

Catra recordaba el mundo girando en un vórtice alocado. Los gritos. Las sirenas de los equipos de emergencia. La sangre del reptil, tan roja, brillando contra sus escamas desnudas. El dolor. Su propio trauma. El miedo en los ojos negros y violetas de Glimmer. La desesperación cuando le pidió no volver a competir una vez la estaban revisando en la parte trasera de una ambulancia. Sus asentimientos alimentados por el miedo. Las discusiones consiguientes.

¡Pude perderte!

¡Son accidentes! ¡Los accidentes pasan en todos los deportes!

Por favor, Catra, no quiero discutir y no quiero perderte.

Catra no pudo mucho tiempo contra el frente combinado de su madre y Glimmer, sus propios miedos y el saber que Tung Lashor no sobrevivió a las operaciones.

Ya no regresó por su motocicleta al taller, le pagaron lo justo por las piezas y después de un tiempo, consiguió un auto que nunca terminó de sentir propio.


—Catra, tenemos que avisar al director —escuchó a Kate hablar con la mayor calma posible, siendo que tenía el brazo izquierdo todo recargado contra la puerta, sosteniéndose contra la velocidad a la que estaba manejando.

—Ya ingresé al sistema del celular y activé su alerta de emergencia. El equipo más cercano está a quince minutos —dijo Entrapta en el altavoz del auto.

Los ojos de Catra estaban clavados en el camino, conduciendo apenas al límite de velocidad porque traía a su hermana embarazada en el asiento del copiloto. Tenía razón, si fuera ella sola, tendría mucho menos cuidado. Kate todavía sostenía el celular de Catra, con la llamada de Adora sin cortar, pero solo escuchaban la lluvia, su respiración y sonidos ininteligibles repentinos. La tormenta estaba amainando a una lluvia torrencial pero los rayos se alejaban junto con las nubes y el viento.

—Catra —llamó Kate otra vez.

—¡Está bien! Te voy a poner en espera, Entrapta —pero fue Kate la que manipuló el equipo para llamar a Bow desde la pantalla de la consola.

Después de tres pitidos que se hicieron eternos él respondió:

—¡Hola! Buenas... noches, Kate ¿Pasa algo? —el tono del hombre era educado y cauto. Kate muy pocas veces lo había tenido que llamar a su número personal y menos un domingo por la tarde noche. Por la mente de Bow ya corrían posibilidades de tener que buscar un suplente de emergencia.

—Director... —la voz de Kate se ahogó. No sabían qué pasaba y Catra conducía como endemoniada, pasando autos y peatones, maldiciendo entre dientes, acelerando en las luces amarillas para no tener que detenerse en un rojo tardío. —Adora... Adora llamó a Catra, pero no responde. Ya avisamos a emergencias —se escuchó el sonido de un impacto, y el jadeó de Bow. A lo lejos un "¿Estás bien?" que debía ser de Perfuma, "Dame un momento".

—¿Dónde está? ¿Qué pasó? —preguntó Bow con apremió, cerrando una puerta tras él.

—No lo sabemos —gruñó Catra —no sabemos qué pasó, pero Kate te va a enviar su ubicación.

—¿Ustedes están bien? ¿Van con ella? —se escuchaba menos sorprendido y que estaba caminando.

—Estamos bien, director —Kate respondió pronto antes de que Catra tuviera que hablar —No estábamos con ella, pero vamos hacia su... GPS.

—Okey. Voy para allá.

El director colgó la llamada, se apresuró a buscar una chaqueta, ponerse zapatos porque andaba descalzo y en pijama y le explicó brevemente a Perfuma lo que iba a hacer. Ella quería acompañarlo pero alguien tenía que quedarse con Lancer, que afortunadamente estaba muy entretenido con una película y sus colores en la sala.

Quitaron de la espera a Entrapta, quien les informó que ya detectaba el movimiento de un equipo de emergencia hacia la alerta del celular de Adora. Pero Catra ya había alcanzado la salida a la carretera y la lluvia era menos intensa. Aceleró para acercarse al punto que era la ubicación de Adora en la consola. Kate la volvió a nombrar y escuchó con cuidado, pero seguía sin dar respuesta. Volvió a llamarla.

—Ka... —escuchó levemente —¿ohla?

Catra empezó a bajar la velocidad según se acercaba.

—¿Adora? ¿Adora, me escuchas?

—¿Kat? —dijo con voz adormilada.

—Soy Kate, Adora. Voy con Catra, ya casi llegamos, nena. ¿Puedes decirme algo? —un par de lágrimas de estupor se le escaparon, con las orejas aplanadas, y sostenía fuertemente el celular de Catra contra su oreja. Su hermana soltó el aire y mantuvo la velocidad.

—Mi... pierna, me duele... ¿Cómo?

—El equipo de emergencia está a ocho minutos.

—Ya llegamos, Adora. Ya llegamos. No te muevas, por favor.

Catra derrapó al frenar por la lluvia. Las dos salieron del auto que se quedó con todas las luces encendidas. No veían nada.

—¡Adora! —llamó Catra con desesperación. Su corazón recordaba escenas parecidas pero desde otro punto de vista.

—Ya llegamos, Adora pero no te vemos ¿puedes hacer alguna señal?— le pidió Kate en el teléfono mientras las dos barrían las cercanías con la mirada.

—Creo que estoy al lado... al lado del camino —levantó el brazo izquierdo con un quejido.

—¡Allá! —Catra vio de inmediato el brillo de la línea de reflejante en la manga. Su rostro era pura concentración. Tensa concentración.

Las dos hermanas corrieron la decena de metros que las separaban de la pediatra y Catra quería quitarle la moto de encima de inmediato pero Kate la detuvo.

—Hay que hacerlo con cuidado.

—¿Adora, Adora? ¿Estás bien? —le preguntó Catra en su lugar, buscando sus ojos, pero apenas se veía por el casco.

—Cat... mi pierna me duele... No creo que esté rota, pero...

—Primero hay que quitarte esto... —Kate se inclinó sobre Adora y la sostuvo con cuidado del hombro izquierdo mientras Catra se inclinaba del otro lado, le desabrochó el casco y se lo quitó lentamente.

—El equipo de emergencia está a cinco minutos —dijo el celular de Kate desde la mano de Catra, alumbrando con el flash.

—Voy a colgar, Trapta. Te llamo después... —y Catra no la dejó decir nada más.

Su expresión era estoica pero Kate no pudo esconder su susto. Un pequeño río de sangre deslavada bajaba por la parte superior del brazo derecho de Adora. Su pierna izquierda estaba doblada contra el asiento de la moto, con el pie bajo ésta. La pierna derecha sí se perdía completamente bajo la máquina. El guante izquierdo estaba a su lado, en el suelo junto al celular, que ya estaba apagado.

—¿Qué pasa? —preguntó Adora al ver la expresión de Kate y Catra la empujó.

—Nada, nada... ¿Crees que podamos quitar la moto? —dijo la magicat pelirroja.

—Sí, sí... con cuidado, Kate.

Catra se puso al lado de Adora, tomó el manubrio y levantó poco a poco la moto. Esta se quejó varias veces pero le indicaba que continuara. Al final Kate solo la ayudó a terminar de voltear la moto. Por suerte no había más sangre y no parecía que nada estuviera roto. La lluvia seguía, rebotando sordamente en los impermeables de las tres. No tardaron en escuchar las sirenas de una ambulancia.

—No te preocupes, Adora. Pronto te ayudaran y te llevaran a un hospital —dijo Kate para confortarla mientras le quitaba el cabello del rostro, de su cola de caballo baja.

—¿Hospital? —y Adora que estaba adolorida, por fin se mostró estresada.

Catra estaba muy seria porque no sabía de qué otro modo no entrar en pánico. Adora las miró a las dos, preguntando algo que ninguna comprendía. Sus ojos azules estaban oscuros por la noche pero ahora la pupila también se dilato más. Por un momento Catra sintió que Adora le suplicaba con la mirada algo, pero no dijo nada.

—No me siento... No creo que sea necesario ir al hospital —dijo después la rubia. —Necesito mi celular —empezó a buscar y se movió brusco, gritó un poco sosteniéndose el brazo y palideció. —¿Qué? Demonios... —por fin se daba cuenta de la rama que tenía incrustada en el brazo, pero por la ropa y el impermeable no dejaban ver cuánto.

Adora apretó los dientes y se sentó mejor, estirando la pierna izquierda, que estaba fría y dormida, pero al intentar mover la derecha, el dolor la detuvo. La sirena se escuchaba más cerca.

—Tranquila, Adora. No te muevas. Ya llegan los paramédicos —insistió Kate, reteniéndola por los hombros.

—Necesito mi-

—Kate ya llamó a Bow. No debe de tardar en llegar —dijo Catra pensando que eso era lo que Adora quería hacer con su teléfono. La rubia la miró un momento, y a pesar de que cada una tenía la expresión tensa, Adora logró agradecerle con una sonrisa.

—Gracias... a las dos por venir.

—No te preocupes por eso ¿Qué pasó? —preguntó Catra con el tono más suave que encontró, seguía mirando intensamente a Adora, tratando de definir correctamente su ánimo y descubrir si estaba antes de un ataque de pánico o ver si encontraba una nueva herida.

—Yo... No estoy segura. Iba de regreso al departamento —Adora tembló un poco, el agua calándola y Kate se apresuró a acomodarle el impermeable. —Gracias. Seguía lloviendo y cayó un rayo... no pude ver, choqué con algo —las tres voltearon al camino para ver si se encontraban con algo pero llegó la ambulancia doblando la curva.

El personal de emergencia actuó con rapidez. Serraron la rama de un par de centímetros de diámetro y al fin pudieron llevar a Adora al interior de la ambulancia, donde le empezaron a cortar la ropa a la altura de la manga. Ya sabía que era parte del proceso pero esa chaqueta le encantaba. Le quitaron las botas y empezaron a cortar el pantalón también. Tenía raspones y unas cuantas quemaduras por fricción en los muslos de primer grado. El tobillo derecho ya estaba muy inflamado. También llegó después una patrulla y empezaron a hacer preguntas a Catra y Kate, que por un momento se miraron entre ellas y dijeron que Adora las llamó (lo que se podía comprobar dado el caso) y ellas salieron a hacia dónde esperaban encontrarla. No había motivo para involucrar a Entrapta y sus dudosos e ilegales sistemas. Como no había marcas de llantas y Adora estaba consciente y volvió a relatar lo que recordaba, la policía no tuvo demasiadas preguntas. Sin embargo, el ajustador del seguro sí tenía demasiadas preguntas. A Catra le caía tan mal esa gente.

Kate estacionó mejor el auto en el acotamiento y dejó encendidas las intermitentes. Bow llegó entonces y se acercó directamente a la ambulancia. No lo dejaban acercarse hasta que se presentó como el "ex-esposo". Pero alguien no escuchó el "ex" y ya lo estaban tratando solo de esposo y con lo nervioso que Bow estaba no los corrigió.

Catra estaba harta del ajustador de seguros bovino y caminó un poco al lado del camino hasta que se encontró con una masa oscura y al alumbrarlo mejor con su celular, vio que era una especie de lince o puma, aunque ni el color ni el tamaño correspondían. Le dijo a los equipos de emergencia y gracias a su entrenamiento multi especies pudieron socorrer al extraño animal también. El ajustador ya no tuvo más preguntas y lo marcó como un legítimo accidente. La grúa no tardaría en llegar por lo que quedaba de la moto de Adora. Entonces apareció Mermista en un fabuloso vestido de noche, tacones, apenas un chal exquisito cubriéndola, pero la ligera llovizna que seguía cayendo se abría ante ella. Pequeño detalle de magia elemental que Catra no conocía y sintió sus nervios crecer.

De inmediato el personal de emergencia se mostró mucho más serio y profesional. Catra recordó vagamente que Adora había dicho algunas veces que Mermista trabajaba en un hospital, pero no tenía más detalles.

—¿Adora? ¿Estás bien? ¿Te están tratando bien? —preguntó con apremio, mirando de soslayo al personal.

—¡Mermista! Oh, no tenías que venir. Estoy bien. Un animal se atravesó en el camino... Hoy era la fiesta con tus papás —Adora estaba medio cubierta por una bata de paciente. Tenía el pie derecho inmovilizado con una férula portátil y ya le habían sacado el trozo de rama del brazo, la morfina le estaba relajando —No dejes que me lleven al hospital —pidió con voz baja.

Las magicats, Bow y Mermista estaban al pie de la ambulancia, viendo a Adora que ya se estaba quedando dormida, pero ella también los miraba y se veía tan frágil. Todo lo fuerte y estoica que las hermanas la vieron ya no existía.

—Bow... No puedo, que no me lleven...

—Todo va a estar bien, Adora. No vas a estar sola, pero tienes que ir —Bow subió junto a ella mientras Adora se perdía al sueño y él le acariciaba el cabello —estaremos justo ahí contigo, pero tienes que descansar. Todo va a estar bien —le repetía en voz baja y tranquila.

El interior de Catra hervía.

—¿Alguien va a acompañarla en el vehículo? —preguntó uno de los paramédicos, con sus ojos negros de elfo. Los cuatro adultos se miraron entre sí.

—Tú ve con ella, Catra —dijo Mermista —Bow y yo los seguiremos.

Catra asintió secamente y sacudió la cola para intentar soltar tensión. Otra buena razón de haber traído a Kate.

—Deberías ir a descansar... —le dijo a su hermana.

—No, no. Yo estoy bien, voy tras de ellos. Ya le avisé a Jack y dice que nos encontrará allá —se dieron un apretón de colas y Kate se le acercó para restregar mejillas un momento. —Tranquila, Adora está bien —le susurró.

Cada uno se dirigió a su auto, pero Mermista se acercó hasta Kate antes de ir al suyo. Con un movimiento de la mano, secó los pies descalzos de la magicat.

—Eso es en verdad útil —agradeció con una sonrisa pequeña.

—Gracias por llegar tan pronto con Adora —dijo en su lugar Mermista, a quien ni una gota de agua le había tocado. —Estoy segura que solo llamó a la primer persona que pudo.

—Sí... dijo que por la lluvia la pantalla de su celular no funcionaba bien.

—¿Tú estás bien? ¿No pasa nada con tus cachorros? —la expresión de Kate se suavizó al pensar en sus hijos. La panza ya no pasaba desapercibida de ningún modo.

—Son fuertes, igual que Adora. Todo estará bien —dijo con convicción.

La doctora asintió y se fue a su carro.

Dentro de la ambulancia, Catra intentaba no estorbar, aunque el elfo paramédico estaba en un asiento cerca de las puertas, monitoreando o haciendo algo en una tableta. Adora estaba dormida, con el brazo derecho inmovilizado y vendado levemente. Le querían hacer estudios completos. Catra nunca esperó estar de este lado de un accidente. Adora se veía tan pálida. ¿Y por qué pedía que no la llevaran a un hospital? Catra se estaba distrayendo pensando en otras cosas. El gran felino con el que Adora chocó estaba inconsciente pero lo dejaron fuera de peligro al asegurar que no seguía sangrando y los policías dijeron que esperarían a que la guardia forestal se presentara. La grúa se llevaría la moto de Adora directo a un taller para determinar su estado y Catra solo se alegraba de que el accidente no fuera peor. "Los accidentes pasan". Es fácil pensar eso, incluso si le pasaban a sí misma, pero no cuando le pasaba a alguien más, cercano y apreciado.

Cuidó de informar a Entrapta que ya todo estaba bien y su amiga tuvo el descaro de informarle que estuvo escuchando desde su celular. Catra no encontró las fuerzas de recordarle que eso no era educado, porque amenazar a Entrapta con la ilegalidad no arreglaba nada. Catra había aprendido que en cambio, hacerle ver que algo era incomodo, grosero o podía hacer sentir mal a alguna persona sí le afectaba, así que era su mejor apuesta.

Cuando llegaron al hospital todo un equipo de emergencia ya estaba listo para atender a Adora, que no parecía estar en peligro inmediato. Eso solo puso más nerviosa a la magicat que trató de quitarse de en medio lo más pronto posible, y al mismo tiempo sentía el estómago encogerse de solo pensar en alejarse de Adora. Una enfermera le tendió una bata a Mermista, que se soltó el alto peinado y se trenzó el cabello, y empezó a dictar órdenes. Quería exámenes completos y que mantuvieran sedada a la "Doctora Grey". Muchas enfermeras reaccionaron con lágrimas y suspiros de lamento cuando vieron en tal estado a Adora. Catra se dio cuenta que seguramente era el hospital donde Adora trabajaba.

Los minutos pasaron y Mermista les dijo que les informaría en cuanto tuvieran algo concreto. El estado general de Adora parecía estable, pero ni Bow ni la sirena estarían tranquilos hasta que los estudios lo afirmaran. Encefalografía, rayos x y estudios generales de sangre fueron ordenados. Jack llegó con café y chocolate caliente. La pareja de esposos trataba de distraer a Bow, que se veía muy preocupado, como si Adora de verdad estuviera debatiéndose entre la vida y la muerte, cuando al menos eso ya se había descartado, y Catra vagaba por la sala de espera y los pasillos exteriores con el vaso de café entre las manos. Mermista regresó después de poco más de una hora, trayendo las excelentes noticias de que Adora no tenía nada roto. Solo el tobillo derecho se había dislocado y tenía las clavículas un poco resentidas por el golpe del casco contra el piso. La rama del brazo penetró un par de centímetros pero no tocó nervios importantes, por lo que solo le quedaría una cicatriz fea que cuidar que solo requirió de nueve puntadas.

—No podemos tenerla sedada todo el tiempo… —le dijo Mermista en susurros a Bow en una esquina, olvidando que sus acompañantes podían escucharlos casi sin problemas.

—¿Pero no sería peor que despierte y tenga un ataque?

—Ni siquiera estamos seguros de que tendría uno. Sería mejor llamar a Spinnerella —Mermista se rascó un poco la cabeza. Bow la miró inseguro.

—Creo que sería lo mejor.

Catra y Kate se miraron, con las orejas algo aplanadas todavía. Bow sacó su celular y Mermista se acercó. Escucharon la llamada en altavoz. Bow y Mermista le explicaron a la mujer de piel rosa que los felinos conocieron en la fiesta, y que ahora se enteraban era su terapeuta, el estado actual de Adora.

—Aún no hemos tratado ese asunto en particular —les explicó Spinni —No estoy segura de cuál sería su reacción. Y justo ahora no es posible llamar a la dra. Weaver.

—¿Su psiquiatra? ¿Le pasó algo? —preguntó Bow. Mermista frunció los labios.

—Ella está en investigación —fue todo lo que respondió. —Adora ha mantenido unas semanas muy estables. Solo puedo decirles que la alejen todo lo posible del área de pediatría y se aseguren de que alguien esté con ella cuando despierte, alguien que ella conozca. El psiquiatra de turno tendrá que determinar el tratamiento pertinente si es que Adora presenta una reacción adversa.

Le agradecieron a la terapeuta después de algunas preguntas más y colgaron.

—La fiesta ya debe de haber terminado... me quedaré a hacer guardia.

Bow y Mermista se acercaron a los felinos y les compartieron una versión resumida de lo que ya habían escuchado.

—Muchas gracias a los tres por estar aquí. Estoy seguro que Adora evitó lo peor por lo pronto que la encontraron. Sus heridas no eran graves, pero la pérdida de sangre y el frío... —Bow se sacudió al decir eso. Mermista le puso una mano en el hombro.

—No hay que pensar en lo que no pasó —dijo la doctora.

—Sí. Es mejor no pensar en eso. Adora ya se encuentra mejor y en buenas manos —coincidió Kate.

—Será mejor que ustedes también vayan a descansar. Les avisaremos cualquier noticia —prometió Bow.

—¿Adora va a pasar la noche aquí? —dijo Catra.

—Sí. Estará en observación... si no pasa nada, saldrá en la mañana.

—Vamos, Catra. Podrás... Podremos ver a Adora temprano. Es seguro que no pasarás nada más —Kate le puso una mano en el hombro para llamar su atención.

—Yo puedo quedarme con ella —Bow y Mermista se miraron, midiendo las palabras de Catra.

—No hace falta, Catra. Yo me quedaré con ella —el pelaje de la magicat se esponjó un poco.

—Bow, ¿por qué no vas con ellos y mandas algo de ropa para Adora con Catra? —se apresuró a agregar Mermista —Lo mejor será no alertar a Lancer antes de la escuela —le dijo con una mirada cómplice.

—Esa es... muy buena idea. Adora va a necesitar algo limpio y cómodo para mañana —dijo Bow, relajándose y asintiendo porque de verdad no se le había pasado por la mente ese detalle.

—Tú también puedes cambiarte, Catra —ayudó Kate a conciliar el asunto porque notaba lo tensa que estaba Catra.

—¿Entonces vamos? —preguntó Jack, dando un paso al frente por el descanso de su esposa.

—Sí, yo los sigo.

El hospital estaba a casi treinta minutos de los departamentos. Kate le contó mejor los detalles a Jack, y Catra solamente contaba los minutos para poder regresar. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Adora pidiendo que no la llevaran a donde ahora la restringían con sedantes. Y no entendía las razones de sus amigos. Al no tener familia, seguramente Bow y Mermista tuvieran la última palabra si la pediatra no estaba capacitada para elegir por sí misma. Un gruñido le crecían en el pecho solo de pensar que Bow se quedaría solo con ella toda la noche.

Kate estaba cansada pero no dejaba de ver a Catra por el retrovisor. No se le habían relajado las orejas desde recibir la llamada de Adora. La entendía un poco. Cuando llegaron a casa, Catra seguía rigida y miraba con cierto ceño a Bow, que le dijo que solo en cinco minutos tendría lista una maleta para Adora.

—¿Catra? ¿Cómo estás? —le preguntó Kate mientras Jack se ocupaba en la cocina.

—Estoy bien... No quiero que Adora esté a solas —pero la cola la movía en rápidos espasmos.

—¿Vas a poder estar tranquila?

—Estoy tranquila —dijo Catra esquivando a Kate mientras removía cosas, después de cambiarse por un pantalón más cómodo y se ponía una sudadera.

—Tú eres la psicóloga, pero no me lo parece —Kate se cruzó de brazos y Catra la encaró frunciendo los labios.

—Voy a pedir un carro —dijo Catra sin responder a su hermana.

—No seas ridícula. Llévate el auto, no me voy a morir por caminar un día al trabajo —pero supo que fue mala elección de palabras cuando le temblaron las manos a Catra —Tranquila, lo siento. No quise... solo fue una broma.

Los ojos bicolores de Catra brillaban de lágrimas contenidas y sus orejas seguían aplanadas.

—Está bien... Gracias por prestarme el auto.

—Dime cualquier noticia en cuanto sepas. No importa la hora.

—Hey... Bow dice que ya está listo —les avisó Jack mientras le daba un termo a Catra.

La magicat siguió al hombre de regreso a los autos. Bow le entregó una pequeña mochila blanca.

—Muchas gracias por esto, Catra. Así podré pensar en qué decirle a Lancer por la mañana —dijo el hombre.

Catra no se entretuvo en más charla, lo único que quería era estar frente de Adora lo antes posible. Pero siguió el consejo de su hermana y condujo con cuidado. En la recepción del hospital le preguntaron a quien se suponía que visitaba y cuando dio el nombre de la Doctora Grey, los ojos de la enfermera elfa brillaron con emoción.

—La Doctora Grey está en las salas de observación. La Doctora Mermista la dejó en una habitación hace unos momentos.

En poco tiempo por fin Catra fue llevada hasta la habitación privada en donde Adora descansaba sobre una camilla, con los sensores emitiendo sus pitidos tranquilamente. La rubia dormía plácidamente con el brazo derecho inmovilizado contra su torso y el brazo izquierdo extendido con una intravenosa. Catra dejó las cosas sobre una mesita, suspiró y se acercó a Adora en silencio.

Le tomó la mano izquierda con cuidado y se le escapó un sollozo con pequeñas lágrimas. Había estado tan asustada. Las últimas horas trajo el corazón en la garganta a cada segundo. Solo la responsabilidad adicional de mantener a salvo a Kate la mantuvo centrada. A solas, podía desahogarse en paz. Nunca había pasado tal miedo al ver Adora en medio de la lluvia, con sangre bajándole por el brazo. Caminó un poco por la habitación para calmarse y se limpió las lágrimas. Era la segunda vez que tenía a Adora dormida frente a ella, pero esta vez, en cuanto la idea se formó, en lugar de correr a su propia cama y negar lo evidente, Catra se dejó arrastrar por sus ganas. Con lentitud, se acostó del lado izquierdo de Adora y se hizo pequeña a su lado, tratando por todos los medios de no despertarla.

En menos de un minuto ya estaba ronroneando a su lado, tratando de calmarse y suprimiendo sus ganas de restregarse, de marcarla con su aroma. Adora movió su cabeza a modo de que su barbilla quedó casi descansando sobre la frente de Catra, quien pronto acompasó su propia respiración a la de la durmiente. Solo unos minutos. Catra se concentró en el latir del corazón de Adora. Se levantó con cuidado y en vez de sentarse en el sillón, acercó otra silla a la camilla, a modo de poder tomarle la mano a Adora. Se echó en cima una manta que le dio Kate y se pasó la noche ronroneando para Adora, que a veces se movía inquieta o pateaba, dejándole saber a Catra cuándo pasó de dormir el sueño de los sedantes al sueño natural.

Cada hora a la hora, se veía interrumpida por alguna enfermera que pasaba a revisar los vitales de Adora y cerca de las tres de la mañana, le entró hambre. Estaba muy cansada pero no podía dormir, así que comer algo le serviría de distracción. Salió de la habitación prometiendo volver pronto. En el pasillo principal encontró un mapa del lugar y fue a la cafetería, donde había bastante movimiento pese a la hora. Personal médico tomando su cena u otros visitantes llenando tazas y termos de café. Después de mirar el menú, pidió una sopa y una sándwich y se sentó en una mesa vacía y cuando estaba terminando la sopa y estaba dispuesta a llevarse el sándwich a la habitación, cierta doctora se sentó frente ella y con todo el descaro del mundo, tomó una de las mitades.

—Moría de hambre —dijo Mermista a modo de saludo y mordió el sándwich.

—Cualquiera creería que este lugar alimenta mejor a su personal —bufó Catra.

—Es el mejor hospital de la región, así que no tienes que dudarlo —era esta la misma mujer que le había coqueteado a Catra durante la fiesta, y no la doctora profesional que conociera unas horas antes. Al no devolverle la ácida sonrisa, la sirena se dio cuenta que la magicat no estaba de humor. —Fui a revisar a Adora en mi ronda y vi tus cosas. ¿Un bocadillo nocturno?

—Al menos que la doctora tenga otras indicaciones —el ánimo de Catra de verdad no estaba para soportar tonterías.

—Muy recomendable para preservar energías —siguió comiendo su sándwich y la magicat bebió de su café. —Todo está muy bien, y el encefalograma salió limpio. Todo indica que Adora podrá salir de aquí en la mañana. Pero seguro necesitara alguien que la ayude... no solo a salir. —Añadió después de que Catra no dijera nada.

—Traigo el auto, no hay problema por eso.

—Tal vez no lo sepas, pero Adora puede ser muy difícil de cuidar. Tal vez necesite a alguien con ella una o dos semanas, para que no use esa pierna.

—Otra vez tratando a Adora como si tuviera tres años —el ceño de Catra se frunció más.

—Solo has conocido de ella lo lindo, querida. A los niños los puedes sobornar, chantajear y hasta hacer razonar, dímelo a mí que se me ocurrió tener a los hijos de Hawk. Pero si va a ser demasiado para ti, aquí hay muchas voluntarias dispuestas a hacer un esfuerzo —dijo Mermista, terminándose la mitad de sándwich.

Catra sintió el pulso acelerarse y las orejas calentarse.

—Creo que Adora puede decidir por sí misma si necesita asistencia y de quién.

—Gatita, como su doctora, ya te digo que Adora va a necesitar asistencia y solo estaba... ofreciendo la opción de que Adora estuviera en manos... familiares. Se llega a poner más nerviosa con las enfermeras y es de esas que hace todo lo posible por aligerar el trabajo de las personas ¿Entiendes?

Los ojos heterocromáticos se clavaron en los marrones y los estudió. Las líneas de cansancio, el supuesto aburrimiento pero el intenso escrutinio que devolvían. No solo se estaba burlando, la estaba evaluando.

—Hablaré con ella cuando despierte. Pero yo no tendría inconveniente en... apoyarla —dijo Catra después de considerarlo, con la cola moviéndose lento a su espalda.

—Es bueno escucharlo. Ella suele despertar temprano, así que no debe tardar mucho. Aún así... haré que le sirvan aquí el desayuno y podrá salir como a las nueve —Mermista se estiró y sonaron algunos huesos —debo seguir con mis rondas... No pude verla hasta ahora porque hubo otro accidente. Siempre pasa con la lluvia.

Catra no agregó nada más y terminó su comida, considerando las palabras de Mermista. Es cierto que a lo mejor, en este par de meses no había más que conocido la versión endulzada de Adora. La que no le alzaba la voz a su hijo, la que rechazaba amablemente una salida, la que competía limpio. En estos momentos simplemente no podía conjurar una versión de Adora donde su amabilidad se rompiera, donde su cuidado no existiera, donde su alegría no irradiaría cada momento que compartían. Pero al principio no era así, era educada y seria, sonriendo únicamente junto a la luz de su vida, de su hijo. Pero Catra no se sentía intimidada por las palabras de Mermista, si no curiosa. Además... no existía nada más que quisiera que pasar más tiempo con ella. Incluso si eso representaba pasar algunos malos tragos.

Cuando regresó a la habitación, Adora estaba un poco inquieta y volvió a tomarla de la mano y ronronear.

Después de dos revisiones más y sentir una madrugada fresca por una vez en Luna Brillante gracias a la lluvia que siguió durante la noche, Adora empezó a despertarse. Sentía la garganta seca y se mojó los labios con la lengua. Sus ojos enfocaron hacia la poca luz que las cortinas dobles dejaban entre ver, se jaló un poco para intentar incorporarse y fue cuando sintió sus brazos restringidos. El derecho a su propio cuerpo y el izquierdo porque una cabeza castaña con suaves y calientitas orejas negras descansaba sobre su mano y antebrazo, que estaba unido a su vez a una intravenosa y ya no pudo seguir viendo más. Se agitó, estaba en el hospital. En una habitación del hospital. Sin pensar más en su propio cuerpo, se movió bruscamente en la cama hasta quedar sentada y Catra despertó de inmediato, con el corazón latiendo en sus oídos.

—¡No! ¡No, no puedo estar aquí! ¡No!

—¡Adora, Adora! Calma, calma. Estás bien, estás a salvo —Catra la tomó de la mano otra vez, tratando de que Adora dejara de jalonear la intravenosa.

Adora titubeó. Tenía la respiración muy agitada y no dejaba de decir "No" y que quería salir de ahí. Catra la tomó por el cuello, una mano a cada lado, apoyando sus pulgares en la base de la quijada y haciendo suaves movimientos circulares, con su cola también acariciaba la mano izquierda y una parte de su mente anotaba lo fuerte que era Adora. Pero hubiera sido demasiado que la ataran a la camilla. No quería que Adora se hiciera ni que se arrancara la intravenosa, sin pensarlo le pasó una rodilla por encima y quedo sobre los muslos de la otra mujer.

—Tranquila. Tranquila. Respira conmigo, Dora —y su voz firme junto a su ronroneo parecían estar haciendo la magia —Respira, respira. Todo está bien —Los ojos azules de pupilas dilatadas al fin se centraron en el otro par —Así está bien, lo estás haciendo muy bien, Adora. Respira conmigo. Adentro, afuera —siguió Catra.

Los aparatos subieron sus lecturas, Catra esperaba que no lo suficiente para generar una alarma, pero el latir de Adora estaba normalizándose.

—Cat... —Adora no dejaba de ver los otros ojos y su mano izquierda acariciaba lo que podía de la mano derecha de la magicat, que todavía la tenía sujeta con ambas manos.

—Sí. Aquí estoy contigo. Todo está bien —el ronroneo no dejaba de sonar ni un momento. La cola de Catra apretaba y acariciaba el brazo de Adora. Estaba hincada sobre ella —Lo estás haciendo muy bien. ¿Puedes contar conmigo? —Adora frunció los ojos con duda pero no hizo nada por separarse —La técnica sensorial. Cinco cosas que puedas ver —aclaró Catra.

—Tus ojos —fue lo primero que Adora pudo decir. Y todo el pelaje de Catra se estremeció y se erizó.

—Una.

—Las cortinas.

—Dos.

—Tus orejas.

—Tres.

—La puerta.

—Cuatro.

—La lámpara.

—Cinco. Excelente. Cuatro cosas que puedas escuchar.

—El... tu ronroneo.

—Una. Concéntrate en lo que escuchas —no dejaban de sostenerse la mirada.

—El pitido de la máquina.

—Dos. Tus latidos se están calmando.

—Una sirena.

—Tres.

—Tu voz —Catra solo tenía que concentrarse en que la respiración de Adora se relajara por completo. Le bajó las manos a los hombros y los masajeó, pero Adora no la soltó.

—Cuatro. Bien. Tres cosas que puedas tocar —Catra ya no pensaba que fuera buena idea.

—Tu mano —la mirada de Adora era intensa. Sus pupilas menos dilatadas.

—Una.

—Tu sudadera —Adora no quería soltar a Catra.

—Dos.

—La intravenosa.

—Tres. Ahora dos cosas que puedas oler.

—Huele... Hueles a café —y los ojos de Adora se rodearon de líneas cuando sonrió.

—Una —Catra descansaba sobre la camilla, todavía hincada pero era probable que parte de su peso descansara un poco sobre las piernas de Adora, quien cerró los ojos un momento y frunció la nariz.

—Huelo a menta... ¿me bañaron? —y Adora ladeó la cabeza un poco en duda.

—Dos. No te distraigas. Algo que puedas saborear.

Volvieron a clavar las miradas, Adora aferró del antebrazo a Catra, se mojó otra vez los labios y los ojos de Catra la traicionaron al despegarse de la mirada azul.

—Sangre —fue el susurro de la rubia.

—¿Sangre? —los ojos bicolores regresaron a los azules.

—Creo que me mordí cuando desperté... Gracias, Cat —y Adora la tomó de la mano para llevársela a la mejilla. —Ya son dos veces que me ayudas al despertar —y el cabello suelto de Adora cayó a los lados de su rostro cuando se inclinó para sentir mejor la mano de Catra.

Lo bueno es que el corazón de Catra no estaba conectado a ninguna máquina que indicara más sonoramente su loco andar, lo malo es que su ronroneo creció algunos muy audibles decibeles para Adora.

—¿Puedo... puedo abrazarte? —y Catra le respondió abriendo los brazos, aunque eso significara dejar de sentir su palma contra la pálida mejilla. Adora era cruel, no sabía todo lo que estaba provocando.

Catra se incorporó sobre sus rodillas otra vez para que Adora no tuviera que agacharse mucho y la dejó refugiarse entre su cuello y hombro y la estrechó con firmeza. Se meció sin darse cuenta. Adora también la abrazó torpemente con el brazo que tenía medio libre.

—Aquí todavía hueles a lluvia y bosque —susurró Adora con su aliento tibio contra su oreja y volvió a erizársele el pelaje.

Adora ya estaba más tranquila, detenido el ataque de pánico, podía lidiar con la ansiedad. Entendía todas las razones por las que sus amigos, las personas que tenían poderes legales en su persona si ella estaba incapacitada, tomaran las decisiones que tomaron. Estaba vendada, limpia y cuidada en un hospital. Sus amigos la querían bien. Suponía que no tenía el brazo roto porque no estaba enyesado, solo vendado contra su pecho. Le dolía un poco la cabeza, por lo que los sedantes tenían un rato que no hacían efecto. También sentía la molestia en el pie derecho y trató de moverlo, para sentir mejor la férula que lo aprisionaba.

—Todavía no sé que hacías sola en medio de ese camino —respondió Catra, logrando bajar un poco el volumen de su ronroneo.

—A veces me gusta salir a la carretera sola... y estaba regresando de visitar a Huntara... Oh, quedé de avisarle... ¿Sabes si mi celular sobrevivió? —seguían hablando abrazadas.

—Bow se encargó de avisarle a algunas personas, no te preocupes por eso. Tus cosas deben seguir en recepción. No se qué le pasó a tu celular —dijo mientras le acariciaba el cabello —¿Te sientes mejor?

Adora hizo un sonido afirmativo mientras salía del refugio de Catra y se la quedaba mirando otra vez. Hasta que se dio cuenta cómo la tenía sobre la camilla y se sonrojó un poco. Casi no pesaba sobre ella, pero su cuerpo irradiaba agradable calor.

—¿Podrías darme un poco de agua y decirme qué pasó después de la ambulancia? —preguntó con voz pequeña.

Catra se maldijo por no pensar antes en el agua y sin prestar atención al modo en que la mano de Adora había reposado naturalmente en su cadera al terminar el abrazo, se apoyó con cuidado en los barandales de la camilla y bajó con cuidado de no aplastar a la rubia, fue hasta la jarra que descansaba en un buro.

—Llegamos al hospital y un coro de enfermeras lloraban por la Doctora Grey —le dijo ligera y Adora se sonrojó más —Esperamos a tener noticias y creo que te gustara saber que no te rompiste nada. Pero Mermista dijo que dará todos los detalles cuando acabe su segunda ronda. Bow se va a asegurar de que Lancer este bien y yo traigo el auto para poder llevarte a casa.

—Gracias... en serio no puedo dejar de agradecerte lo rápido que llegaron. ¿Cómo me encontraron tan rápido? —Adora le aceptó el vaso con agua y bebió poco a poco a pesar de la sed que sentía. La cola de Catra se tensó un momento.

—La verdad... te debo una disculpa por eso. Tengo una amiga... Entrapta —dijo tras sentarse de nuevo en la silla junto a la camilla.

—Creo que la has mencionado —la rubia la miraba, curiosa.

—Bueno, ella es realmente buena con la tecnología. Casi literalmente cualquier cosa que puedas llamar "tecnológica". Y digamos que no tiene... los mismo limites que ciertas Agencias. Le di tu número y lo trianguló.

—Entonces también le debo las gracias a ella —sonrió Adora en contra posición a las orejas apretadas de Catra.

—¡No, por favor! Si le agradeces, va a creer que lo que hizo está bien —soltó y la rubia se rio un poco.

Catra siguió hablando y tratando de hacer reir a Adora. Se daba cuenta de sus miradas furtivas y sus hombros tensos. Quizás contuvo el ataque de pánico, pero era probable que todavía se estuviera cocinando uno de ansiedad en su lugar. Apenas iban a dar las seis de la mañana y la magicat solo durmió una media hora entra visitas. Poco después llegó una enfermera a tomar los registros de Adora, era una vieja y afable polilla que no tuvo la misma reacción alborotada que otras enfermeras habían tenido. Ésta hizo su trabajo y le hizo apenas algunas preguntas a Adora sobre su hijo. La rubia se notaba cómoda a su alrededor y Catra podía entender que tenían un rato de no verse. La polilla prometió que para la siguiente visita le mandarían el desayuno y le informaría a la doctora Gates que ya se encontraba despierta.

Fue fácil llenar otra hora de plática y tener distraída a Adora, que la miraba apenada si a Catra se le escapaba un bostezo. Quizás es porque era muy temprano, pero de las risas pasaron a temas más serios, quizás era lo cerca que había estado la muerte.

—Una vez... también tuve un accidente —le confió Catra mientras seguía tomándola de la mano, consciente de que Adora la buscaba tanto como ella. Y Adora la animó dándole un apretón.

—He tenido otros también, pero creo que este es el más grave. ¿Qué te pasó?

—Fue hace unos tres años o más... Ya tenía mucho que no pensaba en eso. Fue la última vez que competí y por eso... ahí perdí mi anterior moto —los ojos de Catra enfocaban el pasado. —Creo que no había entendido bien lo que es estar de este lado... A mí no me fue tan mal, algunos raspones y una contusión, pero el otro competidor no sobrevivió —la mirada de Adora se mantuvo seria.

—¿Por eso dejaste de competir? —preguntó con suavidad.

—No realmente... pero sí fue parte del porqué.

—¿Estás pensando en ella, verdad? —Catra enfocó su mirada de nuevo en Adora, que no le había soltado la mano.

—No como tu crees, Grey —le dijo con una sonrisa y Adora se la devolvió.

—¿Te sientes mejor?

—Ya no la he extrañado.

Una sonrisa pequeña y sincera le iluminó la faz a Adora.

Cambiaron de tema y poco después llegó Mermista junto con el desayuno.

—Hey, buen día, Dora —Mermista seguía con su vestido de noche, pero se cambió por unos zapatos bajos.

—Mermista, hola. —Dijo Adora y Catra solo gruñó para la diversión de la sirena, se sentó en el sillón reclinable, dándole espacio a las amigas.

—¿Ya te dieron los pormenores? —preguntó la de cabello azul.

—Nada roto por suerte —asintió la rubia.

—Sí... suerte. La bolsa de aire del impermeable te libró de lo peor, solo que una de las ramas se le clavó y lo reventó. Vas a tener un feo moretón unos días en la espalda por eso, y algo de dolor, tienes un poco resentidas las costillas por eso, pero con reposo queda —el enfermero que llevó la comida terminó de acomodarlo y salió en silencio —esguince de segundo grado en el tobillo derecho, así que más reposo. Por eso lo inmovilizamos. En el brazo derecho solo herida contundente que logró romper la piel, nueve puntadas para cerrarla. Antibióticos, desinflamatorios y analgésicos durante una semana —dijo rápidamente leyendo parte del reporte, para pasárselo después a Adora.

En la tabla con papeles Adora fue capaz de ver a detalle los resultados de sus estudios, las radiografías. En realidad había tenido suerte. Pero no le gustaba ese diagnostico con tanto reposo.

—Si reposas lo suficiente, no creo que sea necesario que regreses al hospital. Puedo revisarte en tu casa, si reposas —no dejaba de insistir.

—Ya se que esta es tu especialidad, pero no creo que...

—Adora, solo es una semana. Reposo relativo. Y podrás regresar cuanto antes a tu vida normal.

—¿Se van a llevar a Lancer? —preguntó con resignación y Catra casi escuchó el cambio en su respiración.

—Solo sería para que puedas descansar. Y Bow puede llevarlo a que te visite después de la escuela. No es lo mismo que la otra vez, Adora —Mermista se apresuró a dejar su tono ácido e insistente y se sentó en la camilla y también tomó de la mano a Adora.

Tantas cosas que le gustaría preguntar a Catra.

—¿Solo una semana?

—No quiero adelantarme, pero al menos, sí. —Mermista suspiró —realmente no hay razón para tenerte aquí más tiempo. Por eso solo te pido que mantengas el reposo. ¿Necesitas ayuda con algo? —y Catra escuchó el pequeño cambio en la inflexión.

—Si no puedo caminar, necesitaré ayuda con la comida.

—Por eso no te preocupes, Adora —dijo Catra "metiéndose" en la plática. —No tienes que preocuparte por nada de eso.

Y Adora no sabía si sonreírle a Catra o decirle que no hacía falta.

Discutieron otro rato y fue el primer encuentro de la magicat con la adiamantada amabilidad de Adora que le impedía recibir ayuda. Pero Catra podía ser el doble de testaruda. Sin en realidad fijar las condiciones del apoyo de Catra, pero con la idea general de que ella ayudaría a Adora.

Mermista le examinó el resto de la hora, le mostró la férula impresa en 3D color rojo con forma de red tridimensional, adecuada a su talla, que le sostenía el pie vendado. Le mostró como podía desabrocharlo para retirarlo en caso necesario y ella lo hizo con cuidado porque necesitaba quitar los vendajes y comprobar la hinchazón, pero todo estaba bien. Pero Adora sentía dolor con los ligeros movimientos que Mermista le hacía a su tobillo, probándole que no tenía que apoyarlo para nada. También le quitó las vendas del hombro y el brazo derecho, donde toda la parte externa y superior del brazo parecía una constelación, oscura con partes verdosas y moradas.

—La rama no tocó ningún nervio, pero machacó un poco el musculo, así que tampoco podrás entrenar fuerza con ese. Reposo, Adora... y un poco de terapia física posterior para asegurar que no queda ningún daño. No creo que tu motricidad fina este comprometida, de todos modos, haremos terapia para eso. Lo podemos hablar después, no te preocupes —La doctora Gates no quería enfocarse en eso, porque la motricidad fina era de las principales habilidades que Adora necesitaba para su trabajo de cirujana. Nada que le recordara innecesariamente dónde se encontraba y su pasado trabajo.

—Está bien, lo podemos tratar después —dijo secamente.

Catra estaba asombrada del moretón de Adora, pocas veces se había juntado tanto con humanos para poder apreciar ese tipo de heridas. Glimmer solía ser torpe e impulsiva y siempre traía algún pequeño moretón en los brazos o los muslos. Era malo para su cabeza recordar esos detalles sueltos, pero su vida con ella era la referencia más cercana que tenía al convivir con Adora. Y sus aparentes amigas adineradas y mágicas.

Mermista tuvo que despedirse para seguir con su turno. Después de terminar el desayuno, Adora necesitó de Catra para sostenerse a una muleta e ir al baño. Pudo quitarse la férula, para poder dejar la bata y cambiarse de ropa, pero tuvo que pedirle a Catra para terminar de ponerse el pans que Bow le mandó. Le dolía estirar el brazo derecho y levantarlo.

Cuando llegó un enfermero con una silla de ruedas un rato después, las dos ya estaban listas.

—No me sueltes, Cat —pidió al salieron al pasillo. Y ella le dio la mano y una caricia con la cola.

Mermista las alcanzó a mitad del camino y sin que Adora viera, le dio una sonrisa afirmativa a Catra, que solo entendía al momento que Adora tenía un problema con su hospital.


N.A.

Ya está cada vez más cerca! Lo huelo! XD

No prometo nada para el siguiente capitulo pero este slow ya se está quemando.

Carpe Diem