Kagami ya había terminado los deberes, por lo que estaba estirada en su cama, leyendo un manga que le había prestado Konata. No es que fuera extremadamente interesante, pero al menos era entretenido. De pronto entró Tsukasa.
–Onee-chan.
–Hola, Tsukasa. – Dijo Kagami cerrando el manga y sentándose en el borde de su cama. – ¿Pasa algo?
–¿Puedo preguntarte algo?
–Claro. – Respondió Kagami.
–¿Qué es masturbarse? – Preguntó Tsukasa con una inocente sonrisa.
Eso dejó a Kagami en shock.
–¿D-D… D-Dónde has aprendido esa palabra?
–La he escuchado de Kona-chan y Hiyori-chan. Estaban hablando sobre eso, y cuando le pregunté a Kona-chan qué significaba me dijo que mejor te lo preguntase a ti.
Kagami se molestó.
–Esa chica… No, espera. – Se calmó de repente. – Si se lo hubiese explicado ella a saber qué le habría enseñado. Si alguien tiene que explicárselo creo que es mejor que sea yo. Pero… ¿Eso significa que tengo que estarle agradecida?
Tsukasa miró a su hermana algo extrañada.
–¿Onee-chan?
–Ah, sí. Esto… A ver cómo te lo explico… – Kagami apartó la mirada y se rascó la mejilla, algo avergonzada. Cuando creyó que supo cómo se lo explicaría, volvió a mirarla. – ¿Alguna vez te has frotado la entrepierna con peluches o con la cama para sentirte bien? – Tsukasa asintió. – Pues entonces ya lo has hecho.
Tsukasa se sorprendió un poco de que fuera solo eso.
–¿Es eso? – Kagami asintió. – No sabía que se llamaba así. Así que eso es masturbarse.
–Sí, es una de las formas de hacerlo.
Eso llamó la atención de Tsukasa.
–¿Una de las formas? ¿Hay más formas?
–Eh… Sí, unas cuantas.
Tsukasa sonrió.
–¿Me las puedes enseñar?
–¡¿Eeeeeh?! ¡Claro que no!
–¿Eeeh? ¿Por qué no?
–¡Eso no es algo que hagas con otras personas! ¡Debes hacerlo tú sola!
–Pero no sé cómo hacerlo. ¿Cómo voy a hacerlo sola si no sé cómo se hace?
–Busca por internet.
–Pero en internet hay mucha información, y no toda es cierta, a parte de que tal vez no sabría cómo encontrarla, o cómo hacer correctamente lo que está explicado. Por lo que me has dicho tú ya conoces más formas de hacerlo. Seguro que me lo puedes explicar mejor, y si lo veo directamente será mucho más práctico.
–¡No pienso masturbarme delante de ti! – Exclamó Kagami avergonzada.
–¿Eeeh? ¡Pero onee-chan, yo quiero masturbarme!
Escuchar eso avergonzó aún más a Kagami.
–¡¿Qu-Qué dices?!
–¡Me gusta mucho masturbarme, onee-chan! ¡Quiero aprender más formas de masturbarme!
–¡Calla! – Exclamó Kagami claramente avergonzada. – ¡No digas esas cosas en voz alta! – Kagami miró a sus lados, como si haciendo eso pudiera comprobar si alguien la había oído, aunque el resto de su familia estaba en la sala de estar. – E-Está bien, te enseñaré cómo hacerlo.
–¿De verdad? – Dijo Tsukasa ilusionada.
–Pero tienes que mantenerlo en secreto. No se lo puedes decir a nadie, ni siquiera a Konata.
Tsukasa asintió sonriendo.
–Te lo prometo. No se lo diré a nadie.
–Está bien…
Kagami estaba avergonzada. No sabía cómo había terminado aceptando eso, pero la cuestión es que lo había hecho. La chica se echó un poco para atrás en la cama.
–Tsukasa, ponte aquí. – Dijo tocando con la palma el espacio de cama que había delante de ella.
Tsukasa lo hizo, de forma que quedó Tsukasa sentada en la punta de la cama y Kagami justo detrás de ella, con sus piernas a lado y lado de Tsukasa.
–Bien… En vez de tocarme yo y que tú me mires voy a enseñarte directamente dónde tienes que tocarte. – Dijo Kagami.
–Está bien. – Dijo Tsukasa.
–Bueno… Una parte sensible son los pechos y los pezones. Puedes empezar tocándotelos.
Tsukasa lo hizo y empezó a tocarse los pezones con sus dedos, por encima de la ropa.
–Ajajá… Eso hace cosquillas, onee-chan.
–Hay que cogerle el truco. Prueba a hacerlo de forma más lenta y más suave, y cambiando un poco tus movimientos. Prueba varias formas hasta que encuentres una que te resulte agradable. – Tsukasa lo hizo, y empezó a frotarse de forma más lenta y con menos fuerza. – ¿Qué tal?
–Un poco mejor. Ejejé. – Soltó, ya que aún le producía algo de cosquillas.
–También puedes tocar y frotar alrededor.
Tsukasa movió sus manos alrededor de sus pezones.
–¿Así?
–Mmm… Más bien… Así.
Kagami tomó la mano izquierda de Tsukasa con la suya, y la guió para frotar su pecho con la punta de sus dedos.
–Ah… Eso es agradable, onee-chan.
–M… – Tras un rato, Kagami le enseñó otra forma de frotarse. – También puedes agarrarte el pecho entero con algo de fuerza. Así.
Kagami apretó un poco el pecho izquierdo de Tsukasa.
–¡Ah!
–¡L-Lo siento! ¿Te he hecho daño? – Exclamó Kagami soltándola.
Tsukasa negó con la cabeza.
–No, es solo que me ha tomado por sorpresa. Pero no lo hagas tan fuerte.
Kagami se sonrojó un poco.
–Ha-Hazlo tú como desees. Yo solo te he ensañado cómo hacerlo. Debes hacerlo tú, ¿recuerdas?
–Es verdad… – Tsukasa se apretó suavemente sus pechos con sus manos. – Ah… Se siente muy bien…
–Me alegro…
Kagami estaba algo avergonzada, viendo a su hermana justo delante de ella tocándose los pechos y soltando suaves gemidos de placer. Aquello la excitó un poco, haciendo que su respiración fuera más intensa. Tsukasa lo notó, sintiendo la respiración de su hermana sobre su nuca. Aquello hizo excitar más a Tsukasa, empezando a mojar un poco sus bragas y a hacer sonidos más pervertidos, excitando más a Kagami.
–O-Onee-chan… No puedo aguantar más… Quiero frotarme contra la cama…
Escuchar a su hermana decir eso sorprendió un poco a Kagami, y la hizo excitar un poco más.
–N-No hace falta que te estires, puedes hacerlo así.
–¿Eh? ¿En serio?
Kagami se sorprendió un poco de lo inocente que era Tsukasa. Siendo tan inocente que tenía que enseñarle a masturbarse, y lo estaba haciendo delante suyo.
–Sí, puedes frotarte el clítoris con la mano.
–¿El clítoris?
–Sí, ese pequeño "botoncito" que tenemos en la entrada de la vagina, en la parte superior.
Tsukasa no estaba muy segura de saber dónde estaba, y usó la palma de su mano derecha para presionarse la entrepierna, como si estuviera empujando algo.
–¿Así?
–No…
Kagami cogió la mano derecha de Tsukasa con la suya, y la guió para hacer que con su dedo índice frotara su clítoris de abajo a arriba.
–Agh…
–¿Qu-Qué ocurre?
–Por aquí… Se siente bien…
–Sí, tú clítoris está por aquí.
Al llevar ropa puesta, Kagami no podía saber dónde se encontraba exactamente el clítoris de Tsukasa, pero estaba por esa zona seguro, así que fue moviendo un poco su mano, guiando la de Tsukasa con ella, para intentar encontrar el clítoris de su hermana.
–Ah… Ah… Ah…
Tsukasa iba soltando pequeños gemidos a medida que frotaban cerca de su clítoris, hasta que tras unos segundos soltó uno más fuerte, sorprendiendo un poco a Kagami.
–¿Es aquí? – Preguntó la mayor.
–Sí, aquí… Se siente muy bien…
Tsukasa frotó su dedo índice de abajo a arriba, esta vez dando de lleno en su clítoris.
–¡Ah!
–¡Ts-Tsukasa, no grites! – Susurró Kagami. (Sí, susurró con signos de exclamación.)
–Lo siento… Es que… Se siente muy bien… – Tsukasa volvió a frotarse el clítoris. – ¡Ah!
–Tsukasa…
–Ah… Lo siento. – Tsukasa siguió frotándose, volviendo a gemir aunque esta vez pudo contenerse. – ¡Mmmg!
Tsukasa siguió masturbándose, pudiendo contener casi todos sus gemidos, y los que no, los hacía más flojos. Todos aquellos gemidos que soltaba su hermana a Kagami le parecían muy adorables y excitantes a la vez. El hecho de que su hermana se estuviera masturbando justo delante de ella la estaba excitando bastante, y Kagami empezaba a tener ganas de tocarse ella también, aunque se contuvo. Por su parte, Tsukasa seguía con lo suyo, moviendo sus dedos cada vez más rápidamente, haciendo que su respiración también fuera cada vez más rápida.
–Ah, ah, ah… O… Onee-chan…
–¿Te vas a correr?
–¿Qué es eso? – Preguntó Tsukasa sin detenerse.
–Es cuando tu cuerpo empieza a temblar y se siente muy bien…
–Ah… Entonces sí… M-Me voy a correr… Ah, ah… ¡Ah!
Tsukasa alcanzó el orgasmo, haciendo que su cuerpo empezara a tener espasmos y contracciones, y mojando bastante sus bragas. Kagami estaba con los ojos muy abiertos viendo como su hermana se estaba corriendo justo enfrente de ella. Nunca antes había visto eso en la vida real, y que fuera su linda y adorable hermana la que estuviera teniendo un orgasmo de esa forma justo delante suyo la hizo excitar bastante. Sus bragas se mojaron un poco con los fluidos que salieron de su vagina, y sentía muchas ganas de tocarse. Ya casi no podía aguantarlo. La chica mostró una sonrisa forzada.
–¿V-Ves, Tsukasa? Puedes tocarte de diferentes formas, probando cuál de ellas te hace sentir mejor. Ahora ya puedes hacerlo sola. Y ahora ve a tu habitación a hacer los deberes, que seguro que aún no los has terminado.
Tsukasa se dejó caer de espaldas, recostándose sobre su hermana, con los ojos cerrados.
–¿Tsu-Tsukasa?
–Ejejé… Eso se ha sentido muy bien, onee-chan. – Dijo Tsukasa abriendo de nuevo los ojos.
–Me alegra oírlo… Ahora ve a tu habitación.
–Ne, onee-chan. – Dijo Tsukasa girándose y quedando frente a frente con su hermana, a pocos centímetros. – ¿La próxima vez que quiera masturbarme puedo volver a venir?
–¡¿Qué?! ¡Claro que no! ¡Hazlo tú sola!
–¿Eeeeeh? Pero hacerlo contigo se ha sentido mucho mejor que cuando lo hago sola.
–¡¿Y-Y a mí qué me cuentas?!
–¿Por qué tengo que hacerlo sola si contigo se ha sentido mucho mejor? ¡Quiero que me vuelvas a masturbar, onee-chan!
–¡¿Qu-Qué estupideces dices?!
Kagami retrocedió un poco en su cama.
–No seas mala, onee-chan…
–Deja de decir tonterías, Tsukasa. Ve a tu habitación y déjame sola.
Viendo que ya no había más espacio al lado de la cama, Kagami cambió de dirección y retrocedió casi hasta la cabecera de la cama. Tsukasa entonces pudo ver que las bragas de Kagami estaban un poco mojadas.
–Onee-chan, ¿tú también te has ido a correr?
–¿Ido a correr? – Se extrañó Kagami, hasta que entendió lo que Tsukasa le decía. – No es "irse a correr", es "correrse", y no, claro que no lo he hecho.
–Pero tus bragas están mojadas…
Kagami se sonrojó bastante y se bajó rápidamente la falta para taparse las bragas. Tsukasa entonces lo entendió. Aunque era muy inexperta en el sexo, sabía que expulsaba fluidos cuando se masturbaba o tenía ganas de hacerlo (o sea, cuando estaba excitada, aunque no conocía esa palabra) por lo que viendo que su hermana tenía las bragas mojadas y decía que no se había corrido, Tsukasa entendió que Kagami también tenía ganas de masturbarse, haciendo que la menor sonriera al ocurrírsele algo.
–Tú también tienes ganas de masturbarte, ¿verdad, onee-chan?
–¡Cl-Claro que no! – Mintió Kagami.
–¿Entonces por qué tus bragas están mojadas?
–E-Esto… – Kagami pensó en lo primero que se lo ocurrió. – ¡E-Es sudor!
–Sí, claro… – Tsukasa no se lo creyó, y se acercó aún más a Kagami, que echó un poco más su cuerpo y cabeza hacia atrás. – Ya verás como se sentirá mejor si lo hace otra persona.
Aquello sorprendió a Kagami, pues con esa frase Tsukasa estaba dando a entender que iba a masturbarla. Kagami no creía que Tsukasa fuera capaz de hacer esto, sin embargo acababa de decirlo, por lo que iba a hacerlo, así que tenía que detenerla antes de que pudiera tocarla. Sin embargo, precisamente por la sorpresa de que Tsukasa dijera eso, cuando Kagami pudo reaccionar, Tsukasa ya había metido su mano dentro de sus bragas.
–¡Gya!
Tsukasa empezó a mover su dedo medio de abajo a arriba, frotando la raja de la vagina de su hermana y la punta de su clítoris. Como Kagami ya estaba excitada, estaba sensible, y cada vez que Tsukasa subía sus dedos soltaba un gemido y su cuerpo sufría una contracción. Tsukasa aumentó un poco su sonrisa al ver la reacción de su hermana.
–¿Tan bien se siente, onee-chan?
–N-No… ¡Ah!
Kagami agarró los brazos de su hermana, como si quisiera apartarlos, pero no hizo ningún esfuerzo por hacer eso.
–Tsu… Tsukasa… Para…
–¿Por qué? ¿No se siente bien? – Preguntó la pequeña sin detenerse.
Kagami quería decir que no, pero aquello realmente se sentía tan bien que no se vio capaz de mentir, así que buscó otra excusa.
–Tsukasa… Las hermanas… No deberían hacer eso…
–¿Entonces por qué no me detienes? – Eso dejó indefensa a Kagami. – Dices que no quieres, pero no opones ninguna resistencia.
Kagami vio que Tsukasa tenía razón, así que usó un poco de fuerza para intentar apartar los brazos de Tsukasa de ella, pero con tan poca fuerza que Tsukasa no tuvo ningún problema para seguir masturbando a su hermana, la cual, tras unos segundos, dejó de intentar fingir que quería que Tsukasa parase y dejó que esta siguiera.
Tsukasa se alegró, y se acercó más a su hermana y mientras con la otra mano empezó a frotarle los pechos por encima de la ropa, notando sus pezones erectos y duros, empezó también a soplarle aire caliente suavemente en la nuca, como Kagami había hecho sin querer con ella con su respiración. Aquello se había sentido muy bien para Tsukasa, así que esta quiso hacer lo mismo para su hermana, pensando que esta lo sentiría igual de bien. Y acertó. Aquellos suaves soplos en su cuello hicieron excitar más a Kagami, sintiéndose aún más bien. Ya no le importaba si eran hermanas, ya no le importaba si era inmoral. Aquello se sentía demasiado bien, por lo que se dejó llevar completamente por Tsukasa, soltando suaves gemidos que intentaba contener sin mucho éxito, y que a Tsukasa le parecían adorables. Tras casi un minuto, Kagami ya no podía aguantar más. Tsukasa vio que Kagami cada vez estaba más tensa, y que agarró las sábanas con fuerza.
–Ah… Tsu… Tsukasa…
–¿Vas a correrte, onee-chan?
–Ah… S-Sí… Tsukasa… Me corro…
Poco después de decir eso, Kagami alcanzó el orgasmo. Al igual que su hermana antes, su cuerpo empezó a tener fuertes espasmos y contracciones, expulsando algo de fluido con cada una, mojando prácticamente por completo sus bragas y empapando la mano de Tsukasa, la cual estaba sorprendida de ver a su hermana así, pero también feliz al ver que había logrado hacer que se corriera.
Cuando el orgasmo empezó a perder intensidad y los músculos de Kagami empezaron a relajarse, la chica se dejó caer de espaldas a la cama. Tsukasa soltó unas risitas al recordar que ella misma también se había dejado caer hacia atrás, igual que su hermana ahora, después de tener su orgasmo.
En la cama, Kagami tuvo un par de pequeños espasmos más, antes que el orgasmo finalmente se desvaneciera, empezando a ralentizar poco a poco su respiración. Tsukasa se aceró a ella, quedando a su lado.
–Onee-chan, se ha sentido muy bien, ¿verdad?
Kagami no dijo nada. En parte porque aún estaba recuperando la respiración y en parte por vergüenza. No quería admitirlo, pero Tsukasa tenía razón, aquello se había sentido mucho mejor que cuando se tocaba ella sola. Aunque le molestaba admitirlo, ahora entendía por qué Tsukasa quería que la volviese a masturbar ella, en vez de hacerlo sola. Aunque Kagami no dijo nada, por la expresión en su cara Tsukasa pudo intuir que sí, que se había sentido muy bien.
–Onee-chan, ¿entonces puedes masturbarme tú la próxima vez? Yo también puedo masturbarte a ti.
Kagami se sonrojó mucho y apartó la mirada. Aquello le causaba mucha vergüenza, pero la verdad es que sí que quería hacerlo, así que aceptó.
–Está bien… – Dijo con voz muy baja, casi susurrando.
–¡Yey! – Exclamó Tsukasa, y abrazó con fuerza a su hermana. – ¡Te quiero, onee-chan!
Ver que Tsukasa era tan inocente excitaba aún más a Kagami.
Después de eso, ambas hermanas empezaron a masturbarse juntas, probando también diferentes formas de hacerlo. Hacerlo las dos juntas era mucho mejor que hacerlo solas. Mientras Tsukasa hacía eso solo por el placer y ya está, Kagami lo hacía más por el morbo. Masturbarse con su propia hermana melliza le parecía algo obsceno, y que Tsukasa lo viera solo como algo placentero, sin ningún interés sexual, y en cambio Kagami lo relacionara siendo para ella algo claramente sexual, la excitaba bastante, siendo este el principal motivo por el que lo disfrutaba más.
Fuese como fuese, ambas disfrutaban mucho de aquello, fuera de una forma u otra, así que no iban a dejar de hacerlo por lo menos hasta que tuviesen pareja.
Omake:
En la escuela, Yutaka se acercó corriendo a Hiyori, que estaba en su escritorio.
–¡Tamura-san! – Con una adorable sonrisa preguntó: – ¿Qué es masturbarse?
Hiyori quedó completamente en shock, y empezó a sudar frío mientras Yutaka la miraba con una expresión chibi.
–¿Qu-Qué clase de significado estás buscando…?
