-Brrr... ¡Hace mucho frío!

Matsuri Kochiyama, sobrina de la gata mágica Yuzu Araki, estaba de camino hacia su casa luego de desempeñar su labor como guerrera del Clan Tamaki. Eran horas de la noche y hacía una noche helada con mucho viento, si siquiera estando muy bien abrigada no la estaba salvando del horrible clima de invierno.

La pelinegra de ojitos naranja entró a su casa abriendo las llaves y luego se fue a su habitación donde estaba su kotatsu ya que quería refrescarse pero antes debía ver si estaban sus padres quienes eran Oniwabanshu al servicio del Clan Tamaki.

-¡Papá, mamá! ¡Ya llegué!- Gritó la pelinegra

-...-

-¿Qué? ¿No han llegado?- Al ver que no había respuesta decidió subirse a su cuarto, estaba un poco mallhumorada- Vaya padres que tengo- La joven al correr la puerta se topó con su kotatsu a lo que sin dudar se lanzó hacia él con tal de calentarse- ¡Qué bien! ¡Hoy es mi día de suerte!

La joven riendo como una niña se fue hacia el kotatsu, alzó el mantén-cobija y se decidió meterse debajo con tal de calentarse aunque sea un poco pero de pronto el mueble comenzó a moverse hasta que finalmente la pelinegra salió asustada pero sin dejar de ver por reojo adentro.

-No puedo creerlo- La gatita comenzó a malhumorarse mientras veía a la persona que estaba dentro del kotatsu- De todas las personas en el mundo, ¡¿Qué demonios estás haciendo en mi cuarto?! ¡Dame una explicación! ¡INAZUMA CANDY!

La mencionada era una rubia de cabellera larga, ojos azules y unos listones rojos en forma de cuernitos o antenas. La joven solamente usaba como indumentaria una chamarra blancas ancha y medias negras hasta el muslo. La joven estaba sonriendo algo maliciosa ante Matsuri quien tenía un duro gesto en su rostro.

-¿Qué yo estoy haciendo aquí? Sabes muy bien que no tengo un kotatsu en mi casa por lo que vine a aquí ya que es muy calientita y me hace sentir mejor. De hecho, mis piernas se congelaron luego de enfrentarme a un monstruo por lo que fui a tu casa a refrescarme.

La joven gatita comprendía la situación que pasaba su compañera de clases pero tampoco no iba a dejar pasar el hecho de que la raijin entrara a la casa sin su permiso por lo que decidió tomar el control remoto del kotatsu pero la chica rubia resultó ser más rápida, como siempre.

-Buen intento, Matsuri-chan pero no vas a interferir con la barrera térmica.

-Vas a matar tus ya limitadas células cerebrales por una falta de oxígeno como esta.

-No me importa, solo quiero un poco de maldita calor. Pero si gustes, adelante, teme el calor del fuego como la bárbara que eres y si eres lo bastante fuerte lograrás quitarme este interruptor de mis frías manos muertas.

La pelinegra se echó un pesado suspiro

-Por el amor de...

-Espera un momento

-¿Qué diablos pasa ahora?- De repente Matsuri fue tomada de un pie y fue jalada hacia debajo del kotatsu.

(...)

Debajo del kotatsu

La joven como la raijin comenzaron un pequeño forcejeo hasta que finalmente la gatita quedara junto con la rubia.

-Demonios, Candy

-¿Sabes? Hay mucho más espacio aquí de lo que esperaba.

-¡No quise que me metieras en esto, idiota!- Gritó molesta estilo anime.

-Vamos, relaja la raja, gatita...- En eso los listones rojos de Candy comenzaron a moverse como si detectaron algo- Por cierto, según mis antenitas de vinil, tienes una cajita de Pockys en uno de tus bolsillos, ¿Me podrías darme un poco de ese Pocky? No seas mala conmigo.

-¡No, no te lo voy a dar!- Renegó la gatita haciendo brillar sus ojos naranja- ¡Esa caja es mía! ¡Si quieres un poco, consíguelo tú misma, cabeza de bombillo!

La raijin se rió un poco como si lo hubiera suponido.

-Jajaja, eso es más o menos lo que esperaba... Bueno lo que sea. Creo que vi algo arriba...- La joven notó que había un empaque rojo dando con que era el envoltorio de un dulce- ¡Ahí está ese dulce Pocky! ¡Jeje!- Entre risas, Candy indagó el envoltorio pero para su desgracia no había nada.

-Ups, creo que debí tirar eso a la... ¡Oye!- Matsuri recibió el envoltorio vacío sobre su cara- ¡¿Cómo te atreves a tratar la comida de esa manera, idiota?¡

-¡Quiero algo dulce, maldita sea!- La rubia estaba enojada estilo anime y para colmo de males agarró fuertemente el rostro de la otra chica, todo con tal de obtener lo que quería- ¡Vamos, divide esa cajita eso conmigo!

-¡No lo haré! ¡De ninguna manera! ¿Y por qué me agarras la cara en lugar del Pocky? - La joven empujó a la rubia con tal de irse pero la otra chica era más fuerte por lo que la abrazó fuertemente con tal de no dejarla escapar- ¡Maldición! ¡Déjame ir, Candy!

-Lo siento, pero cuando veo algo jamás no lo suelto- Sin dudarlo, la raijin tomó los labios de la gatita y comenzaron a besarse apasionadamente, Matsuri clavaba sus dedos contra los hombros de Candy pero ésta tomaba sus glúteos con tal de no dejarla ir.

La pelinegra como la rubia unieron sus lenguas con tal de sentir el aliento de la otra mientras sus pechos que eran de tamaño notorio se estaban pegando entre sí, aparte de que su cuerpo empezaba a calentarse. La pelinegra como si hubiera sido producto de un hechizo se dejó caer en los besos que le proporcionaba la raijin trasladando sus manos hacia los cabellos rubios de la joven que parecía ya tener un motivante para ir por más.

Luego de unos minutos que parecían ser eternos, Candy y Matsuri soltaron sus bocas cuya puente era un pequeño hilillo de saliva y terminaron tendidas sobre el suelo, mirando hacia arriba. La rubia fruncía el ceño mientras que la pelinegra se puso de lado a la par que se cubría el rostro por la verguenza.

-¿Qué demonios? ¡Esto no es chocolate en absoluto!

-Urgh... Papá, Tía Yuzu... Kaen-chan... Ahora me siento sucia, sucia.

La raijin miró de reojo a su crush y se echó una risita.

-¿Sabes, Matsuri-chan? Como que en realidad hace un poco de calor aquí- la joven se abrió su chamarra ancha dando ahora con una camiseta negra igual de ancha mientras que la otra chica se estaba sonrojando al máximo al verle ese culposo sex-appeal de la raijin.

-¡Maldita idiota! ¡Por supuesto que hará calor con dos personas aquí abajo!

-Jejeje...- La rubia hacía una sonrisita grande como si fuera el gato de Chesire

-¿Y ahora qué?

-Tú también estás sudando un poco, ¿no?- Las manos de la raijin iban hacia la chaqueta táctica negra de la gatita, no quería ser la única que necesitaba calor aunque tendría que recurrir a otros métodos.

-Candy...

-No te lo quites simplemente

La pelinegra apretó los brazos ajenos con tal de evitarse otro de sus intentos.

-¡Ya basta, Candy! ¡Yo misma puedo quitarme la chaqueta!

-Lo siento pero no te soltaré, si sales así te vas a resfriar- Finalmente con algo de delicadeza despojó a Matsuri de su chaqueta táctica pero parecía que no estaba conforme.

-Candy...- Miraba con miedo como la rubia le subía la prayera negra dando con su notable busto cubierto por un brassier del mismo color, los ojos de la rubia brillaban como el hielo y tenía una mirada algo inexpresiva.

-Que sexy...

-¡Oye! ¡¿Qué crees que estás haciendo, idiota?! ¡Ah!- La mano derecha de Candy se colocó dentro del pecho izquierdo de Matsuri la cual se estaba sonrojando como estando al borde del terror.

-Je je je. Sí, eso es bueno- se rió la raijin mientras que con su mano libre buscaba en su chamarra hasta dar con su celular y en menos de nada tomó una foto de Matsuri

-¿Qué crees que estás haciendo, Candy?

-Matsuri-chan, tengo entendido que Sukehachi y Osono, que son del Clan Tamaki investigaron a uno de mis hombres por lo que yo no perdono cualquier cosa que les haga a ellos. Según mis ninjas, tienes el reporte que te dieron por lo que te pido que me lo des.

-¿Qué planeas hacer con el reporte?

-Voy a quemarlo o deshacerme de él. No voy a permitir ese tipo de cosas hacia mi organización.

-¿Qué pasa si no lo hago? ¡Ah!- Ahora la mano diestra de Candy entraba en el brassier tomando el pecho derecho, haciendo estremecer obviamente a la gatita.

-Si no me das el reporte, difundiré estas fotos por todos los rincones de Edo.

-¡No voy a darte ese reporte! ¡Yo no negocio con terroristas!- Gritó furiosa la pelinegra.

-Hmm ya veo...- La rubia decidió trasladar sus manos hacia los pantalones de la gatita la cual ya estaba comenzando a encolerizase. Lentamente la rubia bajaba la prenda dando con un bikini negro, la raijin al ver eso echó un pequeño silbido- Justo como me gustan.

-¡Ya basta! ¡Candy, ¿Por qué me bajas los pantalones?

-Dame el reporte.

-¡No te lo daré! ¡Me niego a esto! ¡Puede que tú y tus hombres quieren hacer algo por la gente de Edo pero ustedes son una banda de asesinos! ¡¿No sabes que han matado a buena parte de funcionarios del shogunato y de alguna manera afectan en medida lo que hace su Majestad, la reina Yoshimune?!

La rubia se calló ante las declaraciones de la gatita.

-Puedes hacerme lo que quieras, ¡pero no me rendiré ante el enemigo aunque me tomes una o dos fotos!

Los ojos de Candy estaban cubiertos por su cabello como si la determinación de Matsuri en nombre de su clan y del gobierno la hubiesen ofendido a lo que se acomodó mirando fijamente el rostro de la atemorizada chica pelinegra y nuevamente unió sus labios sobre la chica que al igual que la vez anterior trataba de liberarse pero de alguna manera sus manos en vez de intentar zafarse se estaban aferrando a la espalda de la raijin como si no quisiera ser libre de ella.

La pelinegra luego de unos minutos volvió en sí y soltó bruscamente a la rubia quien se rió de su pequeña fechoría.

-¿Qué demonios te pasa?

-Shhh...- La raijin colocó su dedo indice contra sus labios- Cierra la boca... Nah, no hay nadie.

-¿Qué?

-Como sea, acabó de suceder el evento del siglo y es que besé a la sobrina de Tamkinokami, la Bugyo de Kitamachi.

-E-eres una... ¿Cómo te atreves a...?

-Vamos, querida, no te enojes. Lo bueno de esto es que fue una gran hazaña robarme los labios de una linda gatita mágica aunque sea por capricho pero aún así no es suficiente para alimentar a la bestia.

-¿Q-que dices?

-Tallaré mi santa marca en tu cuerpo.

-Tú no eres una santa... Eres un monstruo.

Los cabellos de Candy cubrían su rostro pero su sonrisa seguía persistente.

-Sí, soy un monstruo... Un monstruo que hace lo posible y lo que tiene a su alcance para lograr su sueño.

Antes de que la pelinegra comenzara a reclamar, nuevamente sus labios fueron atrapados por los de la raijin que no dudaba en poner sus manos sobre la cintura de la pelinegra quien al igual que las veces anteriores rodeaba el cuello de la raijin con sus brazos como si de repente quisiese unirse a ella. Las manos de Candy nuevamente tomaron las nalgas de Matsuri aunque a esa no le importó, de hecho, pareciera que de alguna manera la rubia la estaba enloqueciendo.

Después Candy pasó de los labios de Matsuri a besar su cuello lo que hacía gemir ligeramente a la gatita. La raijin le quitó el brassier negro, cuando terminó de quitárselo agarró la mejilla de la pelinegra y empezó a besarla en la boca con pasión, las manos de la menor posaban sobre los pechos de la raijin como si disfrutara de ese tacto.

La rubia detuvo el beso y bajó a besar el vientre de la gatita, luego empezó a pasar por el su lengua hasta llegar a su pecho. Al llegar ahí quito pudo ver que sus senos eran de buen volumen, nada mal aunque Matsuri tenía 13 años, pero no importaba a lo que sin dudar los acaricio con suavidad. La pelinegra arqueó la espalda hacia adelante pidiéndole que no se detuviera. La rubia bajó su cabeza hasta su seno izquierdo y empezó a besarlo con delicadeza.

-Candy…- Gimió la gatita débilmente debido al placer.

La raijin empezó a morder delicadamente la punta de su seno enloqueciéndola. Después fue poniendo más presión. Candy perdió el control y empezó a besarlo, lamerlo, y morderlo con bastante fuerza. Luego se puso a succionar los senos de Matsuri. El placer que ella sentía era indescriptible y no quería que la rubia parara de morder y succionar su pecho.

La rubia utilizo su mano libre para acariciar el otro seno de la pelinegra. Luego paró el ritmo y empezó a succionarlos de forma más delicada. Todas estas caricias enloquecían a las dos y hacían gritar a Matsuri de tal forma que agradecían que solamente ellas dos fueran las únicos en ese cuarto y bajo el kotatsu. Si no probablemente los vecinos escucharían los gritos.

-¡AAAAHHHHHH! ¡CANDY!- Gritaba de placer la pelinegra.

La mencionada en determinado momento paró y luego vio a los ojos a la gatita. Ella la abrazó por el cuello y casi con violencia lo atrajo hacia ella y empezó a besarla con bastante pasión, también mordió su labio inferior de forma que ella creyó dejar marca.

Tuvieron que separarse debido a la falta de oxigeno. Candy sonrió mientras que Matsuri quedó aterrada por lo que había pasado. La raijin nuevamente se dirigió a su vientre pero la atemorizada pelinegra se molestó con ella.

-Candy... Lo que hiciste es horrible

-Y eso fue tan solo la primera parte- La rubia iba hacia la intimidad pero una mano le agarró sus cabellos- ¿Eh?

-Es demasiado pronto... Para eso.

-No importa...

-No puedes tocar allí... a menos que... hayas liberado todos los sellos de castidad.

-¿Sellos de castidad?

-Tus santas notas hasta ahora... son insuficientes, idiota.

Una vez más la rubia estaba más motivada que nunca.

-Mmm... Si tú lo dices...- La rubia volteó bruscamente a la gatita-¡Guau! ¿Qué tal aquí?- Y en menos de nada comenzó sus besos sobre el cuello y espalda de la pelinegra la cual no dejaba de sentirse envuelta en el placer pues las manos de la raijin aprovecharon para tomar y mover sus pechos.

Pero no conforme con eso, la volteó nuevamante y estaba otra vez encima de ella.

-Matsuri, te amo, te necesito, no quiero estar sin ti- Dicho esto depósito un suave y tierno beso en los labios de la pelinegra quien nuevamente se sorprendió por esa acción.

La raijin de nueva cuenta la empezó a besar con más pasión mientras acariciaba su feminidad por encima de la braga. Matsuri gemía debido a las caricias de Candy. Después la rubia se detuvo y empezó a acariciar sus piernas y muslos, después se puso a besar con delicadeza sus piernas mientras deslizaba la mano con delicadeza por sus muslos.

Luego empezó a quitarle la braga con mucha delicadeza y luego la acarició con suavidad. La gatita para controlar sus gemidos agarró a la raijin del cuello y empezó a besarla con bastante desesperación a lo que ella correspondió gustosa. Al separarse bajó hasta la vagina de la pelinegra.

-¿O tal vez por aquí?

-¡Allí no, Candy!

-Vamos, no es efectivo si se puede hacer- La raijin empezó a besar la intimidad suavemente y posteriormente empezó a lamerla y morderla poniendo más presión a cada segundo que pasaba.

Matsuri simplemente no podía parar de gemir de placer.

-¡CANDY! ¡AAHHHHHHH!

Al rato empezó a salir un líquido de la vagina de la gatita. La raijin empezó a beber de dicho líquido disfrutando de su sabor. Cuando se dio cuenta de que la pelinegra llegó al orgasmo se detuvo y se acostó al lado suyo.

-Sabes deliciosa- Dijo de forma coqueta mientras se relamía de sus labios el liquido de Yuna.

-Eres una pervertida- dijo algo malhumorada la pelinegra.

-Y tú estás buena.- La raijin miró de lado a la gatita

Las ropas de la raijin volaron del kotatsu y la acción empezó...

(...)

Mientras tanto...

Una pelinegra de mirada del mismo color y una pelirrosa bajita de ojos azules estaban pasando por el lugar. La guardaespaldas como la ninja de confianza de Inazuma Candy dieron con el cuarto de su señora, las prendas estaban dispersas desde el kotatsu y se oían en todo el lugar los gemidos.

Ambas chicas sonrieron ante ese escenario.

-Entonces, ¿Ya nos vamos a casa, senpai?- preguntó la pelirrosa ninja.

-Sí, será mejor que nos vayamos- En eso tenía una carpeta blanca- Ya tenemos el reporte y de esa manera nos liberamos de una piedra en el camino.

Y de esa manera, el Inazuma Bugiecho se deshizo del reporte.