Declaimer: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer. Pero la trama es completamente de mi autoría. A casi 10 años de haber sido publicada por primera vez, regresa mejorada.
Gracias a mi beta Andrea y mi prelectora Ta-Cullen por ayudarme a acomodar las ideas.
Espero que cada una de ustedes se encuentren bien junto con sus familias, esto seguirá por un buen rato, por favor sigan las indicaciones y manténganse protegidas.
9.- No hay más opción
Edward no estuvo de acuerdo en que Bella no hiciera nada al respecto tras lo sucedido con su padre. Lo único que si dejó claro es que respaldaba su decisión de no quererlo cerca de su hijo.
Por su parte, Edward se presentó en la oficina de Charlie, pero no pudo hablar con él, estaba fuera de la ciudad según su asistente, lo que no creyó, y no podía esperarlo ahí durante horas, sus responsabilidades en el hospital se lo impidieron.
Luego de que la nota fuera publicada en el sitio de internet de la revista, tuvo llamadas para conocer su lado de la historia, a lo que se limitaba a decir que él no tenía comentarios sobre su vida privada. Aunque había salido de casa de Bella antes de que alguno de los dos despertara, se fue tranquilo sabiendo que su madre estaba ahí con ellos vigilándolos, al menos confiaba en que Esme haría que Bella obedeciera las órdenes y se tomara las cosas con calma.
Por la tarde, antes de la hora de la comida, se presentó en casa de Bella y se detuvo en el umbral de la cocina para ver a su hijo subido en un banco ayudando a su abuela a preparar lo que parecía una ensalada, Evan estaba partiendo las hojas de lechuga con sus manos como lo estaba haciendo Esme y las lanzaba a un bowl.
— ¿Y si como verduras, puedo comer helado? — Preguntaba siguiendo con su tarea.
— Solo si te terminas todo lo que sirvamos en tu plato.
Edward sonrió al ver como Evan fruncía el ceño, pero parecía resignado. Fue hasta ellos y le dio un beso en el tope de la cabeza a cada uno y luego fue a ver a Bella que estaba recostada en la sala, comprobando que estaba mucho mejor y seguía las indicaciones. Aprovechó ese momento para contarle que periodistas se habían puesto en contacto con él.
Bella trató de mirarlo lo menos posible, agradecía que hubiera pasado la noche con ellos, en el fondo saber que él los vigilaba la hizo descansar de verdad.
— Agradezco lo que hiciste anoche, pero no era necesario.
— Yo no lo creo así. — Suspiró.
— Tu única preocupación debe de ser Evan.
— Pero tú eres su mamá y él estará bien si tú lo estás.
Aquella pobre excusa esperaba que fuera suficiente para que Bella bajara un poco la guardia, no la iba a asustar admitiendo que pasar esa noche en vela fue por ella, sabía que no iba a descansar sin asegurarse de que no había ninguna complicación, ella le importaba y siempre lo haría.
— Tal vez por algunos años te has hecho cargo de todo esto sola, pero no eres débil por recibir ayuda.
— Sé que no soy débil. — Se enderezó. — Me las sé arreglar bien sola, lo que me recuerda la charla que tuvimos. — Antes de que él dijera algo continúo. — Agradecería que nuestros asuntos fueran solo nuestros, eso de tener a Alice señalándome… — Se detuvo al ver su rostro contrariado. — ¿No sabías que fue a mi oficina y habló del error de llevarme a Evan?
— No tenía idea. — Dijo levemente irritado. — Me encargaré de que no se repita, pero tú y yo tendremos que hablar de qué es verdaderamente lo mejor para Evan. Aquí está rodeado de su familia y creo que basta verlo junto a mi madre para que te des cuenta que el apartarlo romperá no solo el corazón de mis padres.
Bella se llevó una mano a la cabeza masajeando suavemente una de sus sienes, él creía que no lo había pensado ya y eso solo le indicaba cuan poco la conocía en realidad. Era cierto que no creía que Evan se apegara tanto a sus abuelos en el corto tiempo, aunque no había cambiado en nada su decisión de regresar a Londres, a su hogar.
— No es el momento de tener esta conversación. La tensión no te ayudará. — Suspiró levantándose de su asiento. — Iré con mamá y Evan a ayudarles con la comida.
Bella se recostó de nuevo manteniendo la vista en el techo. Odiaba encontrarse a la deriva.
Edward pasó la tarde con Evan y vigilando a Bella que en realidad estuviera bien. Esme se fue cerca de las seis, tenía una cita con Carlisle. Al anochecer después de cenar salieron a la terraza para observar el cielo que esa noche estaba un tanto despejado, Edward y Evan estaba recostados en el suelo sobre una manta tratando de encontrar algunas constelaciones, cuando Damian apareció.
— Dam-Dam — Lo saludó Evan levantándose y dirigiéndose a él chocando la mano. — ¿Me trajiste galletas?
Le susurró algo al oído y su rostro se iluminó ante la idea que le estaba proponiendo. Luego se llevó un dedo a los labios en señal de que guardaría el secreto.
— ¿Qué están tramando? — Preguntó Bella un poco intrigada.
—Ya lo verás. — Le guiñó un ojo antes de dirigir la mirada a Edward que se acababa de poner de pie y lo miraba con el ceño fruncido. — Hola, Edward, papá de Evan.
Aquel saludo lo hizo gruñir, porque era sin duda una burla. Pero se enderezó aún más y solo lanzó un hola apenas entendible.
— Planeaba llegar para cenar con ustedes, pero mi vuelo se retrasó. — Se disculpó acercándose a Bella besándola en la mejilla. Se sacó una cajita del bolso interior de la gabardina. — Sé que te felicité en su momento, pero uno de tus regalos no lo tuvieron a tiempo.
Bella se golpeó la frente con la mano lamentando hacerlo por el leve dolor que provocó, su cumpleaños había sido la semana anterior, pero con el incidente de Evan y todo lo sucedido en la semana lo postergó hasta realmente olvidar celebrarlo como lo hacía todos los años.
— El regalo que te compramos con Evan está en la entrada. — Le dijo haciéndole una seña a Evan que le tomó la mano y la llevó con él.
Edward se sentía como un intruso y al mismo tiempo se maldijo por olvidar la fecha. Siempre la tenía presente, pero con todo lo sucedido con Evan y la confesión de que volverían a Londres lo olvidó por completo y ahí estaba Damian demostrando porque era el elegido.
No aguantó la curiosidad y los siguió manteniéndose a distancia. Ahí, en la entrada, estaba un paquete grande de madera que bien podía adivinar se trataba de un cuadro. Bella lo extrajo con cuidado dejándolo en el suelo recargado en la pared.
— Es un Monet. — Dijo Edward ganándose la mirada de los adultos, y eso lo hizo sentirse aún peor, ese hombre no se andaba con rodeos y jugaba en las ligas mayores. No escatimaba en regalos, ese cuadro debía de valer una fortuna. — Creo que es hora de que me vaya, pero volveré mañana.
— ¿Me lees un cuento? — Pidió Evan acercándose a él cogiéndole la mano. Ante aquella petición se le hinchó el pecho porque lo estaba eligiendo y no se iba a negar.
Conocía la rutina que fue supervisada por Bella para cuando estuvo en la cama ella se alejó dejándolos a solas. Mientras Damian estaba en la cocina bebiendo algo en un vaso con hielos que tintineaba al moverlo distraídamente mientras continuaba con la vista puesta en su móvil.
— ¿Cómo te sientes realmente? — Le preguntó centrándose en ella al sentirla a su lado.
— Físicamente mejor que ayer, las náuseas prácticamente desaparecieron solo tengo un leve dolor de cabeza que aparece en momentos. — Se encogió de hombros. — Edward me sugirió levantar una denuncia, pero descarte la idea.
— Tengo que secundar la idea. — Se llevó el vaso a los labios, y antes de hacerlo respondió la pregunta que ella lanzaría. — Sí, es vodka. Lo traje, sé que no te gusta y por eso no tienes en casa.
— No quiero más atención de la que ya he recibido. La situación con Charlie se pondrá aún más tensa cuando tome oficialmente el control de Swan Industries. — Admitió. — Hice que Megan lo citara el lunes por la mañana.
— ¿Y cuál es su destino?
— Por ahora permanecerá funcionando, milagrosamente ha levantado unos índices importantes. Ya se evaluó a gran parte del personal, se reestructurará de acuerdo a las políticas de Diamond, algunos serán cambiados de cargos, otros ascendidos y solo una pequeña cantidad tendrá que ser despedidos. — Dijo frunciendo el ceño, los despidos era algo que no le gustaba demasiado, pero en las circunstancias en que se encontraba la empresa era la mejor opción.
Una llamada la hizo ir al estudio, era un cliente que deseaba fuera ella quien se hiciera cargo de una situación que se le estaba presentando.
Fue por esa razón que Edward se encontró solo a Damian en la cocina cuando iba a despedirse y sin poder contenerse aprovechó aquella oportunidad.
— Bella habla muy poco de ti. — Le dijo.
— No suele hablar de su vida personal con cualquier persona. — Respondió Damian con tranquilidad. — Di de una vez lo que quieres decir. Somos adultos.
— Bien, puede que hayas estado en la vida de Bella y mi hijo por un tiempo, pero ya estoy con ellos, lo que hubo entre nosotros terminó de forma equivocada…
— ¿Equivocada? Curiosa forma de nombrar la desconfianza. — Lo miró negando con la cabeza. — Si lo que pretendes decir es que ahora que estás aquí vas a tratar recuperarla, te deseo suerte, porque yo no pienso ir a ningún lado. Bella y Evan me importan más de lo que te importaron a ti.
— No tienes idea. — Gruñó apretando los puños.
— No voy a ir a ningún lado, Cullen y si la quieres recuperar tendrás que demostrar que eres mucho mejor que yo. Algo bastante difícil de conseguir. — Lo desafío. — Eres su pasado, pero no su futuro. — Se sirvió un poco más de vodka. — Gracias por cuidar a mi chica, ya estoy aquí y me puedo hacer cargo.
Aquello lo irritó de sobremanera y antes de poder responder Bella regresó y quedó cerca de Damian, que le pasó un brazo sobre los hombros.
— Edward decía que ya se iba. — Señaló Damian con una leve sonrisa.
— Volveré mañana, le prometí a Evan ver una película. — Fue lo último que dijo antes de dar media vuelta y alejarse.
Bella solo llegó al umbral de la puerta y lo vio salir bastante molesto por la manera en que llevaba apretados los puños, se giró para ver a Damian que volvía a estar sentado.
— ¿Qué sucedió? — Preguntó intrigada y agradecida.
— Solo tuvimos una charla, y vaya que tiene mucho por decir aunque se contiene. — Suspiró y vio fijamente a Bella. — ¿Han hablado?
Solo con ver el rostro de Bella supo la respuesta y negó con la cabeza, eso solo estaba haciendo más complicadas las cosas de lo que ya lo estaban.
— No me veas de esa manera, hablamos o algo parecido. — Admitió haciendo un mohín. — Es bastante complicado, él me saca de quicio.
— ¿Cuántos arañazos le has dado? Te conozco, y sé que si te sientes amenazada sacarás tus afiladas garritas. — Le dijo con tono burlón.
— Las he afilado por un largo tiempo.
— Necesitan hablar de verdad, es peligroso. — Confesó notando como ella se enderezaba contrariada, preguntándose ¿Qué había visto él en esos minutos que ella parecía haber pasado por alto? — Es sentido figurado, él no está listo para alejarse o acceder a los planes que tienes. No es estúpido y solo necesita buscar un poco para saber la verdad entre nosotros.
— Sé que necesitamos hablar, pero con él las cosas son bastantes complicadas. — Tomó el vaso que Damian ya tenía abandonado y bebió lo poco que quedaba de vodka haciendo una mueca, ya no le gustaba. — Lo de la pintura fue espectacular.
— Sé improvisar. — Dijo divertido. — Stephen la recibió esta tarde y me pidió traerla aprovechando el viaje. Y solo se me ocurrió para molestarlo. — Se inclinó hacia adelante. — Es divertido provocarlo.
— Stephen es uno de los mejores marchantes de arte, pero eso tú ya lo sabes. — Le guiñó un ojo. — Me habló de la subasta en Florencia y cuando me mostró el cuadro que estaría no pude resistirme y él pujó por mí. Ambos ganamos, él sube en el negocio y yo tengo un cuadro maravilloso para mi colección.
— Hablando de Stephen. — Miró su reloj. — Debo encontrarlo en la galería para salir esta noche, pero estaré aquí mañana para desayunar con el enano.
Damian se despidió besándola en la frente y se fue. Bella lo acompañó hasta que las puertas del ascensor se cerraron. Regresó a la cocina para poner las cosas sucias en el lavavajillas y limpió la encimera, luego fue a la habitación de Evan que dormía de lado con la manita colgando y Rex en el suelo, lo levantó y lo regresó a su lado, lo besó en la frente escuchándolo suspirar y salió rumbo a su habitación.
Abrió el regalo que le había dado, en la cajita de terciopelo encontró una pulsera de platino con un colgante de un ave fénix que la hizo sonreír, él siempre decía que ella era como aquella ave mitológica y le gustaba creerlo.
Luego de la rutina se metió bajo las mantas, solo necesitaba descansar.
…
A la mañana siguiente no fue una sorpresa encontrar que no estaba sola en la cama, junto a ella estaba Evan con Rex abrazado. Le acarició la mejilla con suavidad, amaba a su hijo más que a nada en el mundo, se estaba esforzando para asegurarse de que sobre todas las cosas fuera un niño feliz, que creciera con la seguridad de que no importaba que era lo que deseara para su vida ella lo apoyaría, siempre y cuando no se pusiera en riesgo. Era complicado encontrar el equilibrio, tenía que ser una figura de autoridad, pero sin ser intransigente, y hasta el momento parecía estarlo consiguiendo.
— Buen día, dormilón. — Lo saludó al notar que abría sus ojitos y no pudo evitar imitar la sonrisa que se formó en su rostro y lo envolvió en sus brazos aspirando ese dulce aroma. —Tenemos que alistarnos Damian vendrá a desayunar con nosotros.
Cuando Edward llegó fue Vicky quien le abrió la puerta saludándolo con amabilidad y lo primero que escuchó que le quitó la sonrisa de los labios fue una carcajada masculina que le irritó, pero no iba a permitir que Damian lo afectara.
Fue hasta la terraza y vio a Evan de cabeza en los brazos de un extraño que le hacía cosquillas en la barriguita, Bella estaba sentada junto a Damian y una mujer que tampoco conocía, fue la primera en notar su presencia indicándole a Bella que ya no estaban más solos.
— ¡Papi! — Gritó Evan con emoción. Pidió que lo dejaran en el suelo para ir a su lado y Edward lo capturó lanzándolo en el aire haciéndolo reír.
— Buen día. — Saludó acercándose incómodo, no es como pudiera salir de ahí.
— Mi tío James me trajo un nuevo libro para dibujar y galletas. — Dijo con una enorme sonrisa.
— James Dupont — Se presentó James extendiendo su mano y estrechándola con fuerza. — Y ella es mi esposa Jane.
— ¿Por qué no nos acompañas? — Lo invitó Damian manteniendo la mano sobre el respaldo.
Edward no le quedó más que aceptar ante la insistencia de Evan de que sentara a su lado. Ahí se enteró que James era el hijo de John Dupont, el socio que hizo la presentación la noche que ella regresó al ojo público. Aunque amables, mientras intentaban hacerlo participe de la conversación Edward sentía que estaba siendo evaluado. Jane no hablaba casi, pero decía demasiado con su forma de observarlo. Aquel desayuno fue una prueba de fuego que superó no por mucho.
Al recibir una llamada del hospital Edward se disculpó por tener que irse a atender una urgencia. Le prometió a Evan regresar después para pasar la tarde juntos viendo la película prometida. James salió junto a él alegando haber olvidado algo en el auto, pero antes de que Bella pudiera hacer algo los vio alejarse.
Mientras esperaban el ascensor James se aclaró la garganta mirando en el tablero la flecha que marcaba que el ascensor seguía subiendo.
— Ándate con cuidado, Cullen, sé lo sucedido entre ustedes y no voy a permitir que lastimes a cualquiera de los dos. ¿Soy claro? — Le advirtió sin siquiera molestarse en verlo.
— Me estoy cansando de todas las advertencias que creen que necesito, no me importa quien crees que eres, solo diré que te mantengas en tus asuntos. — Dijo enfadado.
— Bella es como una hermana y por eso es mi asunto. — Rebatió. Ante el sonido de la llegada del ascensor, James dio media vuelta regresando al departamento, lo que Edward agradeció, no iba a soportar seguirlo escuchando sin soltar el golpe que estaba deseando.
…
La situación en el hospital no era tan complicada por lo que pudo regresar junto a Evan rogando porque los invitados ya no estuvieran en casa con Bella, al final no podía decir nada porque eran amigos de ella y estaban en su espacio.
Sus oraciones fueron escuchadas, ya no había más invitados. Evan lo acaparó de inmediato y lo hizo dibujar junto a él sin dejar de parlotear.
— En nuestra casa de Londres, mami y yo pintamos juntos. Tiene todos mis dibujos guardados en un libro especial y los que le pido colgar los tiene en la biblioteca junto a los cuadros bonitos de esos señores viejos, como el que le dimos con Dam-Dam. — Le dijo sin dejar de pintar con sus crayones muy concentrado. — Mami pinta muy bonito.
— A tu mami siempre le gustó pintar, y le gusta coleccionar cuadros. — Admitió acariciándole el cabello. — Tus pinturas son aún más valiosas y por eso las tiene guardadas en un lugar especial.
— En cuanto termines tu dibujo, ¿podemos ver la película? — Pidió señalando su dibujo que aún no estaba bien pintado.
Bella se unió para ver una parte de la película con ellos comiendo palomitas, cenaron juntos escuchando a Evan de todo lo que quería hacer cuando el invierno llegara a la ciudad. Para eso faltaban algunos meses, pero él estaba impaciente por que llegara esa época, le gustaba ir a patinar y las fiestas navideñas donde esperaba que ese año Santa le trajera un perrito.
Esa noche igual que la anterior, Edward se encargó de leer el cuento antes de dormir a Evan y se despidió sin conversar demasiado con Bella al verla ocupada tecleando con rapidez en su laptop apenas levantado la mirada para despedirlo.
No fue hasta que estuvo en su casa que pudo realmente comprender que recuperarla no iba a ser tarea sencilla. Su hijo, por otro lado, le dejaba ser ya parte de su vida, lo aceptó de una forma súbita como si lo estuviera esperando.
No tenía caso engañarse, él aún seguía amando a Bella. Tras descubrir lo que él pensó fue un engaño, se sintió herido y actúo desde el dolor, porque le había dado todo de él y se creyó utilizado. Cometió un grave error, pero todas las piezas habían encajado a la perfección. Ahora tenía que ser inteligente para mover las cosas a su favor.
…
El lunes Bella estaba lista para regresar al trabajo, pero antes acudió a una revisión solicitada por Carlisle, solo para asegurarse de que todo estaba bien, los días en reposo le ayudaron y le dijeron que podía volver a su vida normal.
Al llegar a la empresa fue directo a la sala de reuniones donde tenía la junta habitual de cada semana, y tras ver los problemas más importantes y dar soluciones, todos volvían a sus trabajos. Luego firmó con Charles Hale la venta de las acciones haciendo oficial el control de Swan Industries. Bella estaba un tanto ansiosa por ver de nuevo a su padre, desde el incidente que la envió al hospital, se negó a tener contacto y esa vez lo haría solo para proseguir con lo planeado.
En la hora pactada ella estaba en la sala de reuniones y esa vez su guardaespaldas estaba ahí manteniéndose en la puerta. Cuando Charlie llegó el silencio se formó e intentó acercarse a Bella, pero ella le indicó la silla al frente.
— Quisiera hablar en privado contigo un momento. — Pidió Charlie.
— No es una opción. Y estamos aquí para hablar de negocios, no olvides eso. — Le recordó señalando de nuevo la silla que él tomó. — Esto es una mera formalidad ya que no pienso llegar a la empresa mediante un escándalo y quiero hacer la transición lo más pacifica posible por el bien de todos.
— No hay una manera pacífica de hacerlo. Dime, ¿cuánto quieres por las acciones de Charles Hale?
— No están en venta. — Se reacomodó en su silla. — La venta de sus acciones se concretó y desde hace una hora soy la accionista mayoritaria por lo que tengo el control de Swan Industries. Lo primero es que desde este momento dejas de ser el presidente y ese cargo será tomado por Maxwell, por cortesía, ocuparás la oficina que yo utilicé en su momento y te serán asignadas un par de cuentas.
Conforme iba enumerando los cambios, Bella vio a Charlie ir adquiriendo un color rojizo, pero continúo sin inmutarse.
— Puedo tomar acciones legales y eso…
— Haz lo que quieras, pero todo está en regla y solo malgastarás tiempo y dinero, que sugeriría ahorres, no debes de olvidar que ya no estás en posición de darte ese lujo. — Bella entrelazó sus manos. — Mañana tendremos una reunión en la empresa y se anunciarán los cambios, el personal ha sido evaluado y serán reasignados de acuerdo a los criterios de Diamond que son por los que se regirá la empresa. Ha subido algunos índices lo que la hace rentable, pero solo le daré un bimestre más para asegurarme que no fue solo un golpe de suerte, si es el caso la sacaré del mercado para finales de año, es más caro seguir manteniéndola a flote que liquidar al personal que no es esencial para nosotros.
Aquella revelación provocó un silencio. Charlie se puso pálido, eso era lo que más temía, había mantenido la esperanza de que su empresa quedara como una paralela, como otras más, pero le acababa de anunciar que seguía subiendo o sería sepultada. El peso sobre sus hombros era aún mayor.
— ¿Y así sin más destruyes nuestro legado? — Preguntó Charlie con un apenas perceptible temblor en la voz.
— Tu legado. — Lo corrigió. — Para mañana espero que estés reubicado en tu nueva oficina y llegues a tiempo a la reunión, los pormenores se los haré llegar por correo. Recursos Humanos se encargará de hacer firmar los nuevos contratos durante la semana. El tuyo está listo y puedes pasar por una copia, no es nada diferente a lo que te mencioné en la última reunión.
— No firmaré nada, quieres verme como tu empleado y eso es algo que no va a suceder. Parece que tienes el destino ya escrito, porque simplemente no me entregas mi participación correspondiente. — Señaló con dientes apretados.
— Nunca digas nunca. — Se encogió de hombros. — Si es lo que quieres, más tarde te haré llegar un estimado de lo que recibirías. — Cerró la carpeta frente a ella y se levantó. — Nos vemos mañana.
No esperó una respuesta solo salió directo a otra reunión, en el fondo sabía que Charlie iba a cambiar de opinión. Era demasiado orgulloso para permitir que ella se quedara con todo tan fácilmente. Y es ahí donde comenzaba el verdadero juego, lo tendría en sus manos.
Y como si las noticias buenas no fueran suficientes, al llegar a su oficina sobre su escritorio vio el periódico del día, del que solo buscó la sección de la bolsa, encontrándose con la noticia de la caída de los Abernathy que a excepción de Demetri, habían dejado la ciudad para refugiarse en una de las propiedades que les quedaban en Seattle.
Prometió destruirlo y lo cumplió. Ese día era perfecto y se aseguraría que nada ni nadie le quitara el buen humor.
…
De nuevo nos atrasamos con las publicaciones. Tanto Andrea como yo, lo lamentamos y esperamos comprendan que por cuestiones de trabajo de una u otra se puede complicar un poco, pero seguimos trabajando para darles algo de calidad para leer. Trataremos de enmendar nuestro atraso dándoles un capitulo muy pronto.
Bienvenidas a las nuevas y es grandioso seguir leyendo a las que lo vienen siguiendo desde la primera publicación.
Gracias por seguir leyendo, agregando la historia entre sus favoritas, alertas y por todos los comentarios que han dejado.
Nos leemos en el siguiente, muy pronto.
TitiC
