Declaimer: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer. Pero la trama es completamente de mi autoría. A casi 10 años de haber sido publicada por primera vez, regresa mejorada.

Gracias a mi beta Andrea y mi prelectora Ta-Cullen por ayudarme a acomodar las ideas.

Espero que cada una de ustedes se encuentren bien junto con sus familias, esto seguirá por un buen rato, por favor sigan las indicaciones y manténganse protegidas.


11.-Decisión

Ante aquellas palabras Bella bebió lo último que estaba en su vaso y se sirvió un poco más, se levantó por hielos y otro vaso que le deslizó a Edward que negó con la cabeza, se sentó en el taburete junto a él manteniéndose frente a Bella.

— Por tu reacción o falta de esta sabes que me encontré con Damian. — Soltó.

— No voy a disculparme si es lo que estás esperando. — Le dijo con cinismo vertiendo hielos en el vaso.

— ¿Qué buscabas con ese juego estúpido? ¿Querías que sintiera celos? ¡Estaban terminando conmigo! — Explotó asegurándose de no subir demasiado la voz y despertar a alguien más en ese departamento.

— Deja de ser tan egocéntrico, Cullen. ¡Me estaba asegurando de mantenerte alejado! —Confesó irritada llevándose una mano al rostro. — Intuía que serías un dolor de cabeza, pero no a este nivel.

Saber aquello lo hizo sonreír levemente porque el que la perturbara de aquella manera solo podía ser por la simple razón de que tenía esperanza.

— Quita esa estúpida sonrisa. — Le gruñó. — No tenías derecho a reclamarle nada a Damian, fue quien se mantuvo a mi lado casi desde que llegué a Londres, es un gran hombre que ha estado igual para Evan.

— Porque así lo decidiste.

— ¿Querías que me arrastrara para que me escucharas? — Preguntó con sarcasmo. — Estaba sola y asustada, pero al menos iba a mantener la poca dignidad que me pertenecía. Por eso después de que me enviaras al demonio decidí continuar con mi vida sin ti.

— Estaba furioso y herido. — Le recordó tomando el vaso frente a él entre sus manos, vio la botella de vino rosado y frunció el ceño. — ¿No tienes algo más fuerte?

— En la gaveta superior. — Le señaló el lugar.

Edward se levantó y fue a abrirla, encontró una buena selección de vinos, eligió un whisky que sirvió en su vaso con hielos, lo iba a necesitar.

— Fui injusto en cómo te traté, no me di cuenta hasta mucho tiempo después. — Bebió y se encogió de hombros antes de mirarla directamente a los ojos. — No tenía ningún derecho por muy molesto que estuviera contigo de sacar a relucir tu pasado. En el fondo lo sabía y estaba aún más molesto por eso.

— Fuiste cruel e insensible. — Admitió. — Las palabras no fueron lo que realmente me hirió, fue el hecho de escucharlo de ti y darme cuenta de que sin importar lo mucho que intenté demostrarte cuán importante eras para mí. Así, — chasqueó los dedos — así de sencillo fue desconfiar completamente de mí.

— ¿Qué esperabas que sucediera al ocultar lo que estabas haciendo? Y luego de lo que vi esa noche. — Negó, ahora que conocía la realidad de las cosas entendía porque ella no se apartaba, pero en ese instante lo tomó como una aceptación. — Me heriste como ninguna otra lo había hecho.

Bella bebió lo que quedaba en su vaso y se levantó por un par de botellas de agua mineral. Ella había cumplido su cuota de vino por esa noche y necesitaba mantener su mente despejada.

—Y tú a mí. Fuiste el primero con quien me abrí solo para que me lo escupieras en la cara. — Recriminó y luego cerró los ojos negando con la cabeza. Suspiró y volvió a mirarlo. — Me equivoqué.

Aquello tomó por sorpresa a Edward, no estaba listo para escuchar esas palabras y no terminaba de entender de qué se disculpaba exactamente.

— Me equivoqué en ese momento al ocultar lo que estaba haciendo por temor a que te molestara y termináramos en una pelea. — Se encogió de hombros. — Desde ese momento debí saber que algo no estaba bien, en primer lugar no debía sentir miedo de hablarlo contigo, y segundo fui ingenua al creer que podía manejar todo aquello a tus espaldas. Mi intención fue buena y me explotó en la cara. Me disculpo porque asumo mi responsabilidad en lo que nos sucedió y también porque necesito dejar de una buena vez esto atrás.

Aquello le hizo notar la madurez que ella poseía, sabía lo orgullosa que era y reconocer abiertamente su error era algo que no haría delante de cualquiera, al mismo tiempo eso le hizo sonar una alarma. Que lo hiciera también significaba que estaba lista para avanzar y cada vez denotaba más que era en un sentido opuesto al suyo.

— También me equivoqué al no escucharte de verdad, el dejarme cegar por lo que creía haber visto. — Apretó el vaso entre sus manos. — No hubo día en que no me lamentara por el daño que te hice y pensaba en lo que haría el día que te encontrara para compensarte todo el dolor, y ahora estoy aquí sin saber que hacer o decir.

— Basta. — Le pidió con voz más suave.

— A pesar de que mis acciones digan lo contrario nunca dejé de amarte, fuiste y serás la mujer de mi vida. — Le confesó mirándola a los ojos para que ella comprendiera que no mentía y Bella lo notó. — Dicen que todo sucede por una razón y creo que en aquel entonces no era nuestro momento, pero lo es ahora.

— Eso no puedes saberlo, tal vez lo que sucedió en el pasado es una señal de que nuestros caminos son mejor separados. — Le dijo encogiéndose de hombros. — No podemos ser egoístas, ya no somos solo los dos, Evan es parte de esto y es quien menos merece sufrir.

— ¿Egoístas? Quién puede llamarnos de esa forma por darle la familia que él merece. Nosotros…

— ¡Wow! — Se sorprendió Bella ante aquellas palabras. — ¿Quién dijo que hay un nosotros? Como te lo dije cuando conociste a Evan, nuestra relación es cordial solo por él.

Antes de que ella pudiera reaccionar, Edward se levantó de su lugar, rodeó la isla y la tomó de los brazos con suavidad levantándola y sonriendo al notar como ella se estremecía. Su cuerpo seguía reaccionando a su tacto, tenían esperanza.

— Dime que no sientes nada — Le dijo en voz grave, que para Bella fue de lo más sensual. Al tener su rostro frente al suyo la hizo contener el aliento, su aroma la llenó de recuerdos y de nuevo se sintió como aquella chica enamorada. — Niégame que tu cuerpo no se estremece con mi tacto. — Movió sus pulgares sobre sus brazos. — Tú corazón se acelera ante mi cercanía — su rostro quedó a milímetros del de ella — y tú aliento se interrumpe a la espera… — Al notar como su mirada estaba oscurecida por un deseo que bien conocía no pudo detenerse y quitó el espacio que lo separaba de sus labios finalmente uniéndolos.

Aquel contacto desquebrajó las barreras ya agrietadas de Bella. El calor y la suavidad de sus labios la envolvieron en recuerdos y solo unos segundos fueron suficientes para que su cuerpo y sus labios reaccionaran. Edward la envolvió en sus brazos apretándola a su cuerpo conteniendo un gemido al sentir las manos de ella subir por su pecho hasta detenerse en su rostro, al escuchar como ella suspiraba no pudo evitar que su cuerpo reaccionara provocando que con eso ella se alejara llevándose una mano a los labios.

— Bella…

— Tienes que irte. — Le pidió apenas mirándolo. — Esto no debía ocurrir, es un error. Solo complicará más las cosas.

— No lo hagas, no te cierres. — Le pidió extendiendo su mano para tocarla, pero ella se echó hacia atrás negando.

— Vete. — Repitió ya un poco alterada.

— Sí aún quieres marcharte cuando termines lo que viniste a hacer. No me opondré. — Le dijo ganándose su atención. — Me mudaré a Londres, estaré cerca de ambos. No estoy dispuesto a renunciar a ustedes.

Tras esas palabras dio media vuelta y salió de la cocina hasta el recibidor donde estaban sus cosas para irse. No le sorprendió que ella no lo siguiera, todo aquello estaba siendo confuso, comenzaron entre reclamos y terminaron dando el paso que venían postergando.

Bella por su parte se dejó caer de nuevo en el taburete ocultando su rostro entre sus manos y maldiciendo en todos los idiomas que recordaba. Se sentía estúpida por no conseguir controlar su cuerpo que reaccionó ante aquel simple tacto y cuando sus labios se tocaron, todo pensamiento racional se nubló, se dejó envolver por aquella calidez que en el fondo anhelaba.

Se levantó y tomó el monitor de Evan antes de salir a la terraza, estaba helando, pero aquellos pequeños pinchazos en el cuerpo y el vaho saliendo de su boca, la ayudaron a no pensar en lo ocurrido. Se sentía vulnerable y odiaba eso.

La voz de Evan la hizo regresar al interior y verificar que todo estaba bien. Le dio un beso en el cabello y se fue a su habitación. Se tomó su tiempo preparándose para meterse a la cama y cuando lo hizo solo se removió por un largo tiempo hasta que finalmente comprendió que no conseguiría dormir sintiéndose en arenas movedizas. Se envolvió en una bata y asegurándose de no hacer ruido fue a la cocina por agua mineral, salió a la terraza llevando con ella una manta.

Se sentó en una de las sillas subiendo sus piernas y envolviéndose con la manta. Todo lo que ella creía tener bajo control, Edward se encargó de dejar en claro no era así. Solo unas semanas fueron suficientes para que Edward desatara el caos, odiaba admitir que más que un problema, Edward era una buena ayuda, lo demostró con la cirugía de Evan, el incidente con su padre. Se maldijo al desear que al menos fuera un mal padre, pero estaba demostrando poder hacer a Evan una prioridad, tenía pequeños detalles que podían parecer insignificantes, pero no dejaban duda en el cariño que le tenía a Evan.

Bebió un trago largo y miró al cielo oscuro suspirando, el pecho le dolía por las emociones contenidas, aún podía sentir el cosquilleo en sus labios tras el beso, volver a aquel lugar conocido donde una vez se sintió segura le dio una sensación de bienestar y eso la aterró en lugar de darle tranquilidad. Después de todo lo que se había empeñado en creer que sus sentimientos estaban controlados, acababa de descubrir que estaban solo adormecidos.

La confianza era lo primordial en una relación y era justo por eso que todo acabó, ambos fracasaron en ello. La seguridad que Edward le otorgó en ese momento de vulnerabilidad la hizo bajar la guardia con las personas incorrectas que aprovecharon ese momento para apuñalarla. Dio otro trago que le supo amargo, no era una sorpresa que lo hubieran hecho, lo sorprendente fue que ella hubiera sido tan estúpida para creer sus palabras permitiéndoles obtener su victoria; era una lucha de egos, caprichos, que debían de obtenerse a toda costa, ella conocía la sensación del reto, cuando algo no resultaba como se esperaba, el conseguirlo al precio que fuera, era más para demostrar al mundo que se tenía el poder de obtener lo que se deseaba.

Aquello le hizo ver con otros ojos lo sucedido entre Tanya y Edward, no era que quisiera justificarlo, porque al final él tomó la decisión de estar con ella, pero ¿sería del todo consiente? Tanya era una profesional y sabía cómo envolver a los hombres, y Edward dolido no debió de ser un trabajo muy difícil, desde un inicio ella lo quería, pero no era más que otro para su colección y al ser inalcanzable solo acrecentó la necesidad de tenerlo para demostrar que nadie se le resistía.

— Vas a congelarte. — Le dijo Angie que llevaba un rato mirándola desde detrás de la puerta de cristal en el calor del interior, la veía mover el botellín entre sus dedos, la vista perdida y como sus facciones cambiaban entre la confusión y el enojo. — ¿Qué te tiene inquieta?

— Demonios del pasado. — Confesó terminando su bebida y dejando el botellín en una mesita lateral. — De nuevo me siento en arenas movedizas y odio eso.

Ángela se acercó a ella envolviéndose en una manta que llevaba y se sentó en el sillón frente al de Bella.

— ¿Puedo ser honesta contigo? — Se aventuró y esperó a que ella aceptara, cuando asintió con la cabeza tomó una bocanada de aire. — Aunque pareciera que todo entre ustedes había terminado, es obvio que solo fue una pausa, él no ha dejado de quererte y ahora que ha descubierto la farsa de Damian. — Se encogió de hombros. — Hay sentimientos que salen a flote cuando hay situaciones delicadas. — Subió los pies al sillón para envolverse mejor. — Cuando pasó el incidente con tu padre, él estaba aterrado y su preocupación fue autentica, movió todo lo que estuvo en sus manos para que te atendieran de forma prioritaria y exigió al mejor especialista. No durmió esa noche cuidándote, no pude evitarlo y verifiqué que todo estuviera bien y la forma en que te miraba a ti y a Evan…

Bella sintió un nudo en la garganta y al cerrar los ojos unas lágrimas bajaron por sus mejillas que limpió rápidamente y de forma discreta con la manta.

— Y luego estás tú, te esfuerzas tanto tratando de demostrar que tienes el control y que él no te importa, pero no entiendo por qué. — Confesó, aunque intuía lo que la detenía. — Es claro que algo se rompió cuando todo terminó entre ustedes, las cosas que se dijeron, la forma, claro que te lastimó, pero lo has repetido muchas veces fue culpa de ambos, omisiones, dudas, desconfianza. — Finalizó.

— ¿Y qué debía de hacer? — Preguntó irritada.

La vio encogerse de hombros y Bella solo pudo rodar los ojos.

— ¿Y qué cambia con que te diga que debiste de hablar las cosas y no hacer un trato sin que él se enterara? ¿Qué debiste de defenderte de las acusaciones? ¿Hace una diferencia ahora? — Le soltó y no esperó a que respondiera ella siguió: — Tu mayor problema estando de regreso en esta ciudad, es que reabriste todas esas heridas que creías sanadas. Sabes lo que quieres, pero tienes miedo de lanzarte.

En ese punto Bella ya no podía contener las lágrimas al escuchar las palabras de su amiga.

— Creí poder regresar, saldar cuentas, dejarlo conocer a su hijo y marcharme sin sentir nada. — Confesó. — Creí poder hacerlo, pero no está siendo sencillo.

— ¿Aún lo quieres?

Bella regresó la vista al cielo.

— Pensé que no, pero creo que no he dejado de hacerlo. — Se sinceró finalmente y algo pareció hacer clic en su cerebro comprendiendo un par de cosas. — Me engañaba tratando de ocultar ese sentimiento en recelo, ¿Quién en su sano juicio puede seguir enamorada de un hombre que la había tratado con desprecio? No quería exponer a Evan al rechazo, luego de lo que pasó temía que negara su paternidad, aunque basta con verlo para saber que es su hijo. — Sonrió con nostalgia y volvió la vista a Ángela que no dijo nada al ver sus ojos rojos y las lágrimas descendiendo por sus mejillas. — ¿Soy una egoísta por preferir mantenerlo lejos de nuestra vida sabiendo que no estará de la forma que en verdad quisiera? Aunque…

Ángela la instó a proseguir tendiéndole una caja de pañuelos desechables que había recordado tener guardado en una de las mesitas para Evan. Bella los aceptó y se limpió el rostro y nariz.

— Me besó y después me dijo que no se opondría si quería volver a Londres, pero que él se trasladaría junto a nosotros. — Confesó viendo el rostro perplejo de Ángela, que luego dio paso a una enorme sonrisa.

— Tú lo quieres, él te quiere ¿Qué estás esperando? — Preguntó ansiosa.

— ¿Y si esto fracasa? Evan será el más lastimado y no quiero exponerlo a una situación de esa magnitud. Luego de un tiempo al fin tiene a su papá, para después perderlo si todo termina mal.

— ¿Y si funciona? No puedes quedarte el resto de tu vida preguntando qué hubiera sido. — Contraatacó. — Te has caracterizado por ser una mujer tenaz, que se arriesga y es por eso que te convertiste en una de las mujeres más poderosas, ¿Por qué no implementar esa audacia de los negocios en tu vida personal?

Angie la vio contener el aire, se movió de su lugar para sentarse junto a ella y tomar una de sus manos entre las suyas.

— Si piensas que alguien te va a juzgar por lo que decidas hacer, lo harán de cualquier forma, pero no es lo que te debe de importar. — Le recordó sus propias palabras que había escuchado decirlas en más de una ocasión a diferentes personas. — Es tu felicidad y tu oportunidad de saber cómo finaliza tu historia con Edward, no más ¿Qué hubiera sido?

Bella la abrazó, escucharla era escucharse a sí misma, aquella voz en su interior que callaba constantemente por creer que no era más que un grave error. La voz de Evan llamándola las hizo separarse y entrar en la casa, no sin antes Bella agradecerle.

Al día siguiente, Edward se presentó según lo acordado para llevar a Evan al parque, no se sorprendió de no ver a Bella que estaba al teléfono atendiendo lo que parecía una crisis en la cadena de hoteles. Como las veces anteriores, iban acompañados Ángela y Patrick que se mantenían varios pasos por detrás dándoles privacidad. Evan iba tomado de la mano de Edward señalando todo lo ya conocido, algunos puestos de comida del que su mamá le había comprado algunas cosas.

— Mami dijo que tú naciste en Londres igual que yo. — Le dijo Evan sentado en una banca comiendo un helado.

— Así es, ahí viví por muchos años hasta que con tus abuelos vinimos a vivir aquí donde conocí a tu mami.

— A mí me gusta Londres, pero también aquí. — Le dijo con seriedad. — Mami dice que aquí ponen una pista de hielo para navidad, a mí me gusta patinar. ¿Vamos a venir?

— Claro que lo haremos, siempre y cuando mamá nos deje. ¿Mamá te enseñó a patinar?

Al parecer había hecho una buena pregunta porque Evan se giró con un brillo en los ojos.

— Sí, mami me enseñó a patinar y a esquiar. — Dijo con orgullo. — Cuando fuimos a… ahí hay mucha nieve y venden un chocolate muy rico.

— ¿Suiza? — Preguntó Edward dubitativo. Ganándose un asentimiento de parte de su hijo. — ¿Has viajado mucho con mamá? — De nuevo asintió con ímpetu.

— Me subí a un camello, y a un edificio gigantesco. — Le dio un lametón a su helado que estaba derritiéndose. — Ahí hasta los hombres usan batas y una sábana en la cabeza.

Edward sonrió divertido, creyó adivinar que se refería a los Emiratos Árabes, pero su hijo tenía una forma bastante peculiar de describir el lugar.

— También fuimos a un lugar donde cuidan elefantes y pude acariciar a uno que era un bebé. Y a otro lugar donde mami comió pescado crudo, yo no porque mami dijo que podía hacerme daño. Y la gente hablaba raro. — Se terminó el helado. — Mami siempre me lleva con ella. Yo quiero mucho a mami.

— Y tú mami te quiere mucho.

— ¿Más que tú?

— Ambos te queremos demasiado, eres lo más importante que tenemos. — Le tocó la nariz. — No olvides que sin importar lo que hagas o pase, siempre te vamos a querer y ayudar.

— ¿Y tú quieres a mami?

Edward se removió un poco incómodo aunque sabía la respuesta no sabía que otra pregunta podría surgir ante la respuesta.

— Quiero a tu mami, ella es una mujer muy inteligente, divertida y hermosa.

— ¿Podemos llevarle pastel a mami? En su cumpleaños no comimos pastel y dijo que lo haríamos después, pero ella no ha comido uno y yo no sé dónde lo venden ¿Tú sabes? — Le preguntó y sonrió al ver a Edward asentir.

Con la promesa de ir por un pastel para Bella cuando regresaran a casa, se divirtieron jugando por un buen rato, cuando Edward supo que no faltaba demasiado para que oscureciera indicó que era hora de marcharse y se dirigieron a la pastelería que hace mucho le gustaba a Bella. Evan se pegó a la vitrina y colocándose de puntillas intentaba ver todos los pasteles que tenían. Eligió uno de vainilla con relleno de frutas y decorado con una selección de frutas tropicales frescas.

— Traje dinero de mis ahorros. — Le dijo sacando un par de billetes de dólar y muchos centavos que dejó en el mostrador.

Edward sintió un nudo en la garganta, aquello demostraba cuanto quería a Bella. Tomó los billetes y se los devolvió, pero él se negó. Edward besó su cabeza y se prometió que le devolvería ese dinero más delante. Él estaba orgulloso por creer haber pagado el pastel cuando ni para una rebanada hubiera alcanzado, pero lo que importaba era el gesto.

Al llegar a casa Evan dejó que Edward llevara el pastel a la cocina y lo preparará para la sorpresa mientras Evan iba en busca de su mamá, la esperó sentado en la cama, asustándola cuando salió, ya que se estaba terminando de dar una ducha.

— ¿Te divertiste en el parque? — Le preguntó besando su frente.

— Mucho, tengo una sorpresa para ti. ¡Vamos! — Le pidió tomándole la mano.

Bella le pidió esperar un poco en lo que se ponía zapatos y desenredaba el pelo, lo hizo deprisa, ver la emoción y la impaciencia de su hijo la intrigaba, y más aún cuando le pidió cerrar los ojos.

— ¡Sorpresa! — Grito Evan cuando ella abrió los ojos y vio el pastel sobre la isla, al mirar a Edward a los ojos un cosquilleo la recorrió. — No tuviste pastel en tu cumpleaños, así que papi me llevó a comprarte uno.

— Con sus ahorros. — Le guiñó un ojo a Evan que sonrió ampliamente.

Bella envolvió a Evan en sus brazos y lo besó en la mejilla agradeciendo aquel hermoso detalle, aunque ya con un par de semanas de retraso, pero él se había preocupado porque no tuvo su pastel como los años anteriores.

Luego de comer pastel, Bella le dio una ducha a Evan para que pudiera dormir, nuevamente Edward le leyó un cuento. Bella se quedó en la terraza. Se sentía inquieta y se frotaba las manos constantemente.

— Parece que el juego lo agotó, no acabé ni tres páginas. — Dijo Edward llegando a su lado haciéndola saltar.

— Edward, yo… — Bella se detuvo al verlo negar con la cabeza desconcertándola, esperaba en realidad que él sacará a colación lo de la noche anterior, pero durante la cena actuó como si nada hubiera ocurrido lo que en el fondo agradeció, pero presentía que cuando estuvieran a solas hablarían, y de nuevo se estaba equivocando.

— Ayer por la noche dejamos varias cosas en claro. Sabes lo que siento por ti, así que el balón esta de tu lado. — Edward la vio rodar los ojos. — Sé que perdí tu confianza y pretendo ganármela de nuevo, tenemos una nueva oportunidad, más que dañar a nuestro hijo, le otorgaremos una familia. — Se llevó las manos a los bolsillos. — Toma tu decisión, no en este momento, has lo que mejor sabes, analizar y meditar tus opciones. Durante esta semana no tocaré el tema de nuevo así que puedes relajarte, pero acompáñame a cenar el próximo sábado, quiero conocer tu respuesta.

Tras eso dio media vuelta y se marchó dejándola contrariada, ella de nuevo tenía el poder y no sabía qué hacer con él.


Gracias por seguir leyendo, agregando la historia entre sus favoritas, alertas y por todos los comentarios que han dejado. En breve me pondré al corriente respondiendo sus reviews.

Ya se acerca el momento decisivo que han estado esperando.

Bienvenidas a las nuevas y es grandioso seguir leyendo a las que lo vienen siguiendo desde la primera publicación.

Nos leemos en el siguiente, muy pronto.

TitiC