Declaimer: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer. Pero la trama es completamente de mi autoría. A casi 10 años de haber sido publicada por primera vez, regresa mejorada.

Gracias a mi beta Andrea y mi prelectora Ta-Cullen por ayudarme a acomodar las ideas.

Espero que cada una de ustedes se encuentren bien junto con sus familias, esto seguirá por un buen rato, por favor sigan las indicaciones y manténganse protegidas.


12.- Elección

Edward no paraba de mirar hacia la puerta del restaurante que se encontraba más lleno de lo esperado, la hora acordada estaba muy cerca y aún no había rastros de Bella lo que lo estaba inquietando. Cumplió su promesa y las veces que se encontraron durante la semana no tocó el tema, aunque no pudo evitar tratar de adivinar en sus reacciones o gestos cuál era la respuesta. Se comportaba de la misma manera de siempre así que no tenía idea de lo que ocurría.

— ¿Le traigo uno más? — Le preguntó el mesero señalando su vaso vacío, Edward aceptó con un movimiento de cabeza y volvió a mirar su reloj, 5 minutos para las nueve.

Algunos de los otros comensales cercanos a él comenzaban a observarlo, al parecer su actitud inquieta lo estaba poniendo en la mira cuando esperaba pasar desapercibido. Había llegado con media hora de anticipación, estaba nervioso como la primera cita. Durante esos días preparó lo que iba a decirle de su idea de llevar las cosas, en su mente dejó de lado la opción de que ella no se presentara, lo que al parecer iba a suceder. Bella solía ser bastante puntual.

Se ajustó la corbata, no le gustaban demasiado, pero era el código de vestimenta del restaurante. Y de pronto, ahí en la entrada, apareció uno de sus pacientes que al reconocerlo se acercó a saludarlo con una gran sonrisa.

— Doctor Cullen, que agradable sorpresa encontrarlo. — Lo saludó estrechándole la mano. — Este es mi hijo Cameron.

— Mi padre habla maravillas de usted y en nombre de todos mis hermanos agradecemos todo lo que hizo. — Agradeció Cameron, su padre había recibido un trasplante de corazón luego de una larga espera, cuando sucedió Cameron junto con sus hermanos estaban fuera del país y luego no coincidían cuando Edward hacia las visitas cada día.

— Solo hice mi trabajo y me alegra ver que estará varios años más en sus vidas.

— Espero que lo suficiente para conocer a mis nietos. — Lo dijo mirando a su hijo que negó con una sonrisa delatando que solía decírselo con regularidad. — Nos veremos en la consulta el mes que entra.

Se despidieron para llegar a su mesa. Edward estaba por sentarse cuando finalmente la vio. Bella estaba siendo dirigida por el maître. El vestido que llevaba era por debajo de la rodilla suelto en la parte de la falda y entallado en la parte superior, el cabello lo llevaba suelto y solo unos pendientes de rubí.

— Hola. — La saludó Edward retirando la silla para que ella se sentara y volvió a su lugar frente a ella. — Gracias por venir.

— Estuve por no hacerlo. — Se encogió de hombros y sonrió levemente. — Pero aquí estoy.

— Me alegro que lo estés. — Respondió estirando su mano sobre la mesa y tocar la de ella sintiendo de inmediato aquella corriente.

Bella no pudo evitar apartar la mano aunque con suavidad dejando ambas al borde de la mesa y miró fijamente a Edward. En ese momento él se quedó sin respirar, había intuido que al estar ahí su respuesta era un sí, pero en ese momento creía sería todo lo contrario.

— No fue una decisión fácil de tomar. — Aclaró girando comprobando que tuvieran la suficiente privacidad y al saber que así era se reacomodó. — El perdón no es algo sencillo de otorgar, pero al final es más dañino para mí. Ambos necesitamos un cierre y esta es nuestra oportunidad, descubramos si nuestras vidas son mejor estando juntos o separados.

Ante aquello Edward soltó el aire que estaba conteniendo.

— Esta será la última vez que haré referencia a esto, porque si queremos intentarlo debemos dejarlo atrás. Solo quiero que tengas bien presente que las palabras son las ultimas en borrarse, es por ello y gracias a ti, que aprendí lo cierto que es tener que meditarlas cuando se está enojado. — Encogió un hombro ligeramente y de nuevo dejó su mano próxima a una de las de Edward que no hizo nada por tomarla. — Hay cosas que toleré en el pasado porque dejaba que mi inseguridad me controlara, pero ya no soy la de antes. Por nuestros temperamentos sé que tendremos discusiones, solo ten presente que tengo un límite de lo tolerable, crúzalo y todo se acaba.

— Aprendo de mis errores aunque lo dudes. — Dijo dando un sorbo a su bebida.

— Solo estoy dejando las cosas en claro. Tenerte en mi vida puede hacer cierta diferencia, pero tengo comprobado que el que no estés en ella, también me funciona. — Le recordó. — Estoy aquí porque es lo que quiero.

— Estás en tu derecho de continuar recelosa, fui un idiota, en realidad más que eso. Sobrepasé todos los límites. — Estiró su mano y cubrió la de Bella. — Lo siento.

El mesero los interrumpió y al notar que no habían revisado el menú les dio más tiempo. Bella aprovechó para pedir una copa de vino blanco, luego de la charla sentía la garganta reseca. Se tomaron un momento para revisar el menú, cuando el mesero regresó con la copa de vino ambos estaban listos para ordenar y tras hacerlo quedaron de nuevo solos. Bella dio un sorbo a su copa y humedeció los labios, levantó la mirada para ver a Edward que no podía parar de observarla.

— ¿No te parece extraño esto? — Le preguntó señalándose.

— Un poco. — Confesó aliviado que ella también lo sintiera. — Sé que es complicado partir de cero y dejar atrás todo lo bueno que ocurrió, pero creo que merece la pena que ambos nos comprometamos si queremos que esto funcione.

— En eso estamos de acuerdo. — Aceptó con seriedad y frunció la nariz aquello sonaba como un acuerdo comercial. — Edward, necesito que dejemos en claro una cosa. — Se removió ligeramente. — No debemos olvidar que no somos solo nosotros dos ahora, y mi prioridad siempre será el bienestar de Evan, sobre cualquier cosa. Estamos aquí porque ambos decidimos que merecía la pena darnos una nueva oportunidad, pero si en un punto descubrimos que estar juntos no es la mejor opción, nos separaremos en los mejores términos.

— Eso es un hecho. — Admitió, no la culpaba por querer asegurarse del bienestar de su hijo. — Evan también es una de mis prioridades.

— Lo he notado y me costaba admitirlo al principio, pero eres buen padre. — Escuchar aquello lo llenó de orgullo, sabía que ella no se lo diría solo porque eso era lo que él esperaba, sino porque lo veía. — Me he esforzado porque él pueda disfrutar de las pequeñas cosas, regalándole momentos en lugar de cosas y agradezco que lo hagas también. Me fue difícil tomar la decisión de estar aquí.

— Lo que sea que te impulsara a aceptar, lo agradezco.

— Ángela. — Dijo encogiéndose de hombros y sonrió al ver el rostro confundido de Edward. — Una charla de madrugada que fue muy esclarecedora, me ayudó a poder pensar mejor en los pros y contras de aceptar. Tengo miedo. — Admitió cerrando en un puño la mano que tenía sobre la mesa. — Pero necesito saber hasta dónde llegaremos y no vivir la vida preguntándome ¿Qué hubiera pasado?

Edward contuvo el impulso de levantarse y abrazarla. Que ella admitiera como se sentía con tal facilidad y sinceridad lo enorgullecía. Él sentía miedo de que esa nueva oportunidad fracasara y descubriera que en realidad sus caminos no iban al mismo lugar, lo único de lo que estaba seguro es que se esforzaría para recuperar lo que habían compartido y hacer que fuera aún mejor. Él la amaba y sabía que ella también lo hacía, aunque eso no lo admitiría con facilidad, ambos tenían heridas muy profundas, más ella, entendía que Bella fuera cautelosa, pero le demostraría que aprendía de sus errores y era mucho mejor de lo que fue antes.

Ambos se relajaron y pudieron hablar por una vez sin terminar enfadados, fueron interrumpidos por un columnista que estaba ahí con su esposa y al ver a Bella se acercó para felicitarla por haber conseguido convertirse en la mujer más peligrosa en el ámbito de las finanzas, también de forma más discreta preguntó sobre lo sucedido con los Abernathy y un rumor de un ajuste de cuentas que la hizo sonreír rodando los ojos aunque no dijo una palabra y dejó que sacara sus deducciones. Se despidió al ser llamado por su esposa.

— Emmett me habló de lo que sucedió con Demetri. — Dijo Edward. — La forma en que…

— Había olvidado que estuvo ahí. — Se inclinó hacia adelante con una sonrisa. — Quedamos a mano, él me quitó algo y yo le quité otra cosa con el mismo valor. Se humilló y lo disfruté.

Bella se enderezó al llegar su cena y la boca se le hizo agua ante aquel plato y el aroma que desprendía. Continuaron con su charla, Edward no pudo evitar preguntar sobre los viajes que le había contado Evan la semana anterior. Bella rio divertida ante la forma en que Evan describió algunos lugares, lo llevaba con ella porque no quería alejarse demasiado, también porque le gustaba que conociera otros lugares y culturas, aunque algunos apenas y los recordaría.

Le habló de lo mucho que le gustaba la nieve y como cada año viajaban a suiza pasando las fiestas decembrinas. Aquel lugar lo veía con nuevos ojos, luego de pasar años ahí confinada entre los muros del internado la mayor parte del tiempo, solo salía ciertos fines de semana lo que le permitió conocer lugares que en verdad le gustaron y disfrutó compartiendo con Evan. Aquello entristeció ligeramente a Edward que consiguió disimularlo, las anécdotas que Bella contaba con una sonrisa él se las había perdido, solo se recordaba que habría nuevas en las que él estaría.

Luego del postre, Edward la llevó a casa y la acompañó hasta la puerta, como despedida le dio un beso en la mejilla.

— Descansa.

— Gracias por esta noche, Edward, en verdad la disfruté.

— La primera de muchas. — Le guiñó un ojo y fue hasta el ascensor apretando el botón, se giró para verla inquieta y caminar hacia él, así que tuvo que preguntar. — ¿Qué ocurre?

— ¿Podría pedirte una cosa más? — Esperó hasta verlo asentir. Le tomó una de las manos y la apretó con suavidad. — ¿Podríamos no involucrar aún a tu familia?

— Solo nuestro. — Aceptó apartando un mechón de cabello de su rostro. — Extraño tu cabello largo.

— Esa es otra historia que te contaré en otra ocasión.

El sonido de la campanilla anunciaba el ascensor que iba llegando, las puertas se abrieron y Bella no aguantó más, acortó la distancia que los separaba y lo besó, fue uno corto que los hizo sonreír.

— Buenas noches, Edward. — Lo despidió empujándolo al interior del ascensor.

— Nos vemos mañana. — Fueron las últimas palabras de Edward cuando las puertas se cerraron y Bella fue hasta el interior de su departamento.

Se quedó un momento con la espalda apoyada en la puerta y cerró los ojos con una sonrisa. Había aceptado, el perdón no era fácil pero creía que esta vez merecía la pena, ambos necesitaban saber que les tenía deparado el destino. Muchos la llamarían estúpida, pero lo que la gente dijera no le importaba, era su felicidad la que estaba en juego.

Edward se presentó al día siguiente para llevar a Evan al cine. Había visto anunciada una película de dibujos animados que pidió le llevaran a ver, Edward llevó flores que Bella agradeció con una sonrisa cálida que se amplió al sentir los labios de Edward tocar su mejilla, fue un roce que no le sentó muy bien a Evan que de inmediato se acercó a Bella y la abrazó.

Aquel gesto le dejó en claro a Edward que su hijo podría compartirle sus libros, sus juguetes, comida y hasta Rex, pero su mamá era un caso muy aparte. Y durante ese día Evan se las ingenió para mantenerse entre los dos, al principio le pareció divertido y no hizo nada al respecto, pero para final del día se dio cuenta que debían idear algún plan.

No fue hasta que Evan estuvo en la cama profundamente dormido que ellos se relajaron y compartieron un par de horas charlando y uno que otro roce ocasional. Este era un nuevo comienzo por lo que Edward decidió tomarlo con calma, darle el tiempo para que ella se relajara al comprender que él no pensaba irse a ningún lado.

El lunes a mediodía cuando Bella se estaba tomando un respiro, su móvil comenzó a timbrar, al ver el número respondió de inmediato.

— Hola, Jake.

— Estoy en la ciudad con Leah y queremos invitarlos a comer esta tarde a un restaurante en Tribeca del que le han hablado maravillas a mi mujer.

— Le diré como acabas de llamarla. — Le dijo divertida sabiendo que Leah odiaba ser llamada solo mi mujer. — Pásame la dirección y estaremos ahí. Evan estará encantado de verlos.

Al llegar al restaurante fueron dirigidos a una mesa privada dentro de la cocina, aquella era para amigos del chef. Aquel espacio le gustó, solo una pared de cristal separaba la cocina y podían ver el movimiento. Evan se quedó apoyado en su silla viendo el fuego arder, como lanzaban los vegetales de la sartén al estarlos salteando. Solo ver a Jake lo hizo apartar la mirada e ir a su encuentro.

— Tío Jake. Me operaron. — Anunció levantándose la playera y mostrándole las pequeñas cicatrices.

Jacob y Leah voltearon a ver Bella como preguntando si era cierto y porque ellos no fueron avisados. Los tranquilizó diciendo que todo había salido bien omitiendo el horrible incidente que la hizo recurrir a Edward, pensar en él le hizo sentir nerviosa. Jacob se mantuvo a su lado, fue su defensor y un gran soporte, y el miedo a defraudarlo o que sintiera que todo lo que había hecho era en vano no le gustaba.

— ¿Estás con nosotros? — Le pasó una mano por delante de los ojos aun manteniendo en brazos a Evan.

Bella se levantó, abrazó a su amigo y luego uno más largo a Leah. Se sentaron y una muy entusiasmada Leah estaba encantada por haber conseguido un lugar ahí y la privacidad concedida. Le llevaron aperitivos en lo que preparaban su comida.

— ¿Y cuál es la gran noticia? — Preguntó Bella riendo de como Jacob le había acomodado la servilleta en la playera a Evan para que comiera sin mancharse.

Al notar la mirada cómplice, Bella contuvo el aliento intuyendo de que trataba.

— ¡Seremos padres! — Anunciaron felices.

Bella saltó de su asiento y los abrazó con lágrimas en los ojos, estaba tan feliz porque luego de un largo tiempo con diversos especialistas y tratamientos vieran realizado su sueño de tener un hijo.

— Y sabes que tú serás la madrina. — Sentenció Leah llorando. — Lo siento, lloró por todo en este momento.

Bella volvió a abrazarla. Se habían convertido en buenas amigas, Leah veía en Bella una clase de hermana, recordaba la inquietud que la invadía cuando la conoció por la forma en que Jake se expresaba de ella, pero luego entendió el amor fraternal entre ellos y toda duda desapareció. Bella había estado con ella apoyándola y consiguiendo a los mejores especialistas para ayudarlos a cumplir su sueño.

Comieron entre risas, Bella se divirtió recordándoles todo lo que iba a cambiar, pero ellos eran conscientes y lo esperaban ansiosos. Algunas de esas cosas eran conocidas al haber cuidado un par de veces a Evan y sobre todo por estar con ella en los primeros meses de vida.

Evan no tardó en hablarles de todo lo que había hecho con su papá y como él se sabía y tenía su libro favorito. Con una sola mirada Bella les dejó saber que todo estaba bien y no tenían nada de qué preocuparse, pero aunque Jake pareció quedar conforme, Leah no lo hizo y no fue hasta tener un momento a solas caminando por una avenida, luego de la comida, que sacó el tema.

— ¿Qué está sucediendo realmente? — Le preguntó envolviéndose bien en el abrigo.

— Nada, solo he dejado que esté cerca de Evan. — Se encogió de hombros.

— En muchas cosas eres una perfecta mentirosa, pero en esto se nota que no eres sincera. ¿Es tan malo? ¿Durmieron juntos? — Le dijo haciéndola detenerse sorprendida y sonrió al tener una emoción real. — Relájate, Bella, es tu vida y si antes era atractivo, el tiempo le ha sentado bastante bien. No se lo digas a Jake. — Le dijo apuntándole con un dedo.

Bella sonrió para sí, no lo podía negar.

— ¿No te sentirías defraudada?

Leah suspiró y la empujó suavemente con el hombro.

— Nosotros. — Señaló a Jake y a ella. — Estuvimos contigo porque somos tus amigos, creímos en ti. Tienen un vínculo y eres humana.

Bella metió las manos en los bolsos de su gabardina.

— Una parte de mi desea conocer cuál es nuestro final en realidad y es por eso que… hemos decidido darnos una oportunidad. — Confesó y luego se colocó delante de ella dándole la espalda a Jake y Evan que iban por delante en la calle. — No se lo digas aún, quiero ser yo. Por el momento queremos llevar esto en las sombras por si no resulta y nuestro destino es estar separados, no queremos crear falsas ilusiones en Evan.

— Seré una tumba, pero no demores demasiado en decírselo. Él te adora y no importa tus decisiones, Jacob no dejará de hacerlo. Eres como su hermana.

Bella la abrazó, en el fondo aquel apoyo era lo que necesitaba. Sonrió al notar que todos en su alrededor parecían saber lo que ella sentía en realidad y le permitieron que se engañara para que pudiera continuar y solo dejando que el tiempo fuera el que pusiera las cosas en su lugar, y al parecer había llegado.

— Si quieres que esto funcione debes perdonar, dejar el pasado justo donde debe de estar y vivir esta segunda oportunidad. Si no estás dispuesta a eso, nada va a cambiar.

Escuchar a Leah la tranquilizó, y decidió que seguiría su consejo. Necesitaba un final aunque no fuera feliz.

Durante la semana Edward no se pudo presentar todos los días, tuvo que preparar una ponencia a la que fue invitado, también hacer un viaje relámpago a la otra punta del país para realizar una cirugía con un colega. Pero se aseguró de llamar a su hijo para saber cómo había ido su día y desearle dulces sueños. Fue hasta el fin de semana al bajar del avión que fue a casa de Bella alcanzando a llegar para llevar a Evan a la cama y después tuvo un tiempo a solas con Bella.

La encontró como todas las veces anteriores en la isla de la cocina.

— ¿Tu estudio no es un mejor lugar para trabajar? Creo que esa es la función que tiene en realidad.

— Me gusta este sitio. — Musitó terminando de enviar un documento para apagar su laptop. — ¿Estaba demasiado entusiasmado para dormir?

— Parece que me echó de menos. — Se encogió de hombros. — Soy imprescindible.

Sin poder evitarlo, la abrazó y le dio un beso en la frente divertido al verla rodar los ojos por su comentario.

— Me habló de la visita de Jake.

— Y supongo que te contó la noticia. — Solo lo vio asentir. — Estoy muy feliz por ellos. Es una noticia que esperaban desde hace mucho.

Edward se sentó a su lado y le tomó la mano, con el tema sobre la mesa le dio la oportunidad de preguntar lo que hace un tiempo quería conocer.

— Evan me dijo que cumple años en diciembre.

— El 20 de diciembre. Fue mi regalo previo de navidad. — La sonrisa en su rostro se hizo más grande al recordar el momento en que lo tuvo por primera vez en sus brazos, la sensación que la embargó al saber que no estaría más sola, tendría a su lado a un ser al que podría amar incondicionalmente

— ¿Hawái? — Preguntó luego de un momento al sacar cuentas. Bella asintió encogiéndose de hombros.

— Hawái me dio más de una sorpresa. — Dijo haciendo alusión al compromiso. Se levantó contrariada — ¿Quieres beber algo?

— Un café sería perfecto.

La vio moverse con destreza preparando el café, le entregó la taza luego de un par de minutos y le pidió acompañarla. Lo dejó en la sala no sin antes encender la chimenea. Al regresar lo hizo con un iPad, se sentó junto a él.

— Aquí tengo todas las fotos y videos de Evan, creo que te gustará. — Se lo entregó.

De inmediato Edward dejó la taza de lado, estaban acomodadas por años, la primera foto le hizo contener el aliento, Evan debía de tener escasos minutos de vida, estaba desnudo sobre el pecho de Bella, piel con piel, Bella estaba con los ojos cerrados besado la cabecita de su hijo. Aquel momento se lo había perdido, la rabia que comenzó a sentir la contuvo, nada cambiaría con un enfado, lo único importante era el ahora y los recuerdos que tendría para el futuro.

Siguió pasando y disfrutando cada momento, se encontró un video con sus primeros pasos que le hizo un nudo en la garganta y lo que sí casi consiguió hacerlo derramar una lágrima fue escucharlo decir mamá, el amor con que la veía no había cambiado. Bella apoyó su cabeza sobre el hombro de Edward.

Luego de un buen rato de ver cada fotografía lo único que podía comprobar era lo feliz que era en cada una de esa imágenes, Bella mantenía su cabeza apoyada en el hombro de Edward y suspiró cuando él le beso la frente.

— Eres una excelente madre, Evan no tiene idea de lo afortunado que es de tenerte.

— Edward…

— Has hecho un gran trabajo con él, es un niño extrovertido, seguro de sí mismo, con una personalidad fuerte y sobre todo feliz.

— Aún es pequeño.

Edward se reacomodó de tal forma de quedar frente a frente, le acarició el brazo desnudo con el dorso de la mano notando como se le erizaba la piel.

— ¿Cuándo vas a permitir que Evan conozca a sus tíos? — Le preguntó Edward viéndola fruncir los labios.

— Cuando dejen de ser unos idiotas. — Dijo con una sonrisa y luego hizo un guiño. —Pronto.

— ¿Mañana? Se reunirán todos en casa de mis padres para celebrar que papá recibió un reconocimiento por la calidad de servicio en el hospital. — Se reacomodó apoyando el brazo sobre el respaldo del sillón y le apartó un mechón detrás de la oreja. — Lo que me recuerda, Hannah fue suspendida un par de días y está en fase de prueba. Lo que hizo pudo tener consecuencias muy graves.

— Pudo tener una mala noche soportando a otras mujeres exigentes, pero no puede ir tratando mal a todo el mundo. Ojalá aprenda su lección.

Edward asintió y le tocó la mejilla.

— ¿Llevamos a Evan mañana?

Bella inclinó el rostro hacia su mano y asintió. Se aseguraría de que todo resultara bien. Sus hermanos, en particular Alice, habían estado preguntando cuando iba a ocurrir y prefirió que fuera una sorpresa, no quería que su hermana se volviera loca y abrumara a Evan.

Al notar que Edward bostezaba, Bella le dijo que podía quedarse en el cuarto de invitados, además de que podría estar con Evan cuando despertara. Estaba realmente cansado, durante la semana había dormido poco, así que aceptó la invitación, temía quedarse dormido en el regreso a su casa.

A la mañana siguiente sintió algo frío tocándole el hombro que lo hizo despertarse y se contuvo de maldecir cuando abrió los ojos y se encontró con unos ojitos atentos mirándolo fijamente.

— ¡Despertaste! — Gritó emocionado. — Mami dijo que te dejara dormir, pero te perderías los waffles.

— Buen día, enano. — Lo saludó tirando de él y abrazándolo haciéndolo reír a carcajadas.

Aquel despertar era nuevo y le encantaba, claro si se omitía el susto previo. Sacó un pantalón limpio de su maleta y tras lavarse la cara y lavarle las manos a Evan fueron juntos a la cocina a encontrar a Bella dejando un plato grande de waffles sobre la isla donde estaban puestos tres lugares, había un platón de fruta, una jarra de jugo, la cafetera lista y frascos con diferentes mermeladas.

— Buen día. — Saludó Edward teniendo que contenerse de ir hasta ella para abrazarla y besarla como deseaba. Ahí frente a él estaba la visión que había tenido hace años, la forma perfecta de comenzar un domingo.

— ¿Te despertó? — Preguntó Bella enarcando una ceja mirando a su hijo que negó con la cabeza y miró a su papá en busca de que no lo delatara.

— No lo hizo, pero me habló de unos waffles. ¿Tú los hiciste? — Preguntó un tanto sorprendido, cuando estaban juntos no tenía gran idea de la cocina y había sido algo que le avergonzaba a ella y que no era un problema para él.

— Ya no soy una completa fracasada en la cocina. — Dijo con orgullo. — Angie me enseñó algunas cosas y además hay tutoriales para casi todo. Te aseguro que no morirás.

— Sé que no. ¿Y dónde está Ángela? — Preguntó notando hasta ese momento su ausencia, mientras acomodaba a Evan en la sillita alta en donde Bella le dejó un plato de waffles simulando un conejo que Evan recibió con gusto e inmediatamente quitó una de las rebanadas de fresa que estaban en las orejas.

— ¿Te lavaste las manos? — Le preguntó Bella.

— Mi papi me ayudó. — Dijo llevándose otra rebanada de fresa a la boca y mostrándole las palmas.

— Muy bien, cariño, pero no olvides usar los cubiertos. — Le señaló los cubiertos especiales para él que estaban a un lado. Luego miró a Edward. — Angie se tomó el fin de semana.

Edward recibió el plato que Bella le tendió y no pudo contenerse de darle un beso en la mejilla.

— Eres una madre increíble. — Le susurró.

Recordando que no estaban solos Bella volteó a ver a su hijo que con el ceño fruncido miraba a Edward y eso la hizo sonreír.

— Mi mami. — Dijo cuándo Edward que no lo había notado le apretó la mano a Bella.

La molestia del niño desapareció casi de inmediato, pero se aseguraba de quedar entre ellos. Cuando le dijeron que irían a visitar a los abuelos se emocionó, tenía ya bastantes días sin ver a Carlisle.

Edward aprovechó que tenía ropa limpia en la maleta y tomó una ducha ahí. Juntos se marcharon a casa de los Cullen, ellos solo esperaban a Edward sin saber que tendrían dos invitados que les alegrarían el día.

El primero en entrar fue Edward, les pidió esperar en el recibidor y no hacer ruido, él fue hasta el comedor donde se escuchaba que ya estaban todos. Llegar justo a la hora fue deliberado, quería sorprenderlos.

— Creímos que no llegarías. — Dijo Emmett en un reproche, pues Esme estaba postergando el empezar hasta que Edward estuviera ahí. — ¿Podemos comer?

— Llegué tarde por una buena razón, es un día especial y traje un obsequio. — Todos quedaron expectantes. Y con una seña les pidió esperar, regresó a donde estaban Bella y Evan para llevarlos con él.

Edward le dio un apretoncito en la mano a Bella al notar el nerviosismo y como su vista se desvió hacia la sala, aquel último lugar donde había estado, la soltó y cogió a Evan en brazos, al aparecer en el umbral le susurró algo al oído.

— ¡Sorpresa! — Gritó Evan levantando los brazos.

Una exclamación generalizada fue lo que se escuchó antes del correr de las sillas. Bella vio el semblante de emoción en Esme y Carlisle, los chicos por su parte se quedaron sin saber muy bien que hacer. Los brazos de Esme la envolvieron.

— ¡Qué bueno que están aquí! — Le dijo con auténtica emoción.

— Espero no…

— Alice, ve por otro juego de platos. — Indicó Esme a su hija que lo hizo mientras ella sacaba un juego para Evan, lo que llenó de ternura a Bella, la muestra clara de que Esme esperaba con ansias tener un día ahí a su nieto.

Emmett fue el primero en acercarse a Evan que continuaba en brazos de Carlisle.

— Hola, Evan, soy tu tío Emmett. — Se presentó demasiado formal haciendo sonreír a Bella.

— Saluda, cariño. — Lo alentó Bella tocándole el pelo.

Contuvo la risa al ver a su hijo extender su manita para saludar y como se sorprendió cuando vio lo grande que era la mano de Emmett.

Alice fue la siguiente, ella tenía un encanto que lo hizo relajarse y hasta dejó que lo abrazara casi de inmediato. Todos parecieron olvidar la comida y estaban conociendo al más pequeño de la familia, ver aquel cálido recibimiento y el cariño auténtico que demostraban le hizo sentir culpable por querer mantener a su hijo alejado de su entorno.

Un brazo la rodeó por los hombros y brincó al pensar que se trataba de Edward, pero era Carlisle.

— Felicidades, Edward me dijo lo de tu reconocimiento. Siento que tomamos tu momento.

— He tenido ya varios reconocimientos, pero tenerlos a ambos aquí solo mejoró la celebración. — Dijo con el rostro radiante al ver a su familia junta. — Gracias, hija, me acabas de dar el mejor regalo.

La comida transcurrió entre risas, Bella sentía melancolía al recordar todo lo vivido con ellos, al mismo tiempo las palabras de Leah volvieron a su mente, tenía que desprenderse del pasado para poder tener una verdadera oportunidad o estaría destinada a fracasar. Cuando iban a servir el postre Bella ayudó a Esme a recoger la mesa, estando en la cocina Rose aprovechó para acercarse.

— Lo lamento. — Se disculpó manteniendo su distancia. — Siento que fui injusta contigo, pero soy impulsiva como tú. Muchas veces, por no decir la mayoría, las palabras salen de mi boca sin que pueda si quiera razonarlas.

Bella enarcó una ceja y se mordió la lengua, tenía que dejar pasar algunas cosas.

— No es sencillo volver a confiar, pero haré un esfuerzo por tener una relación cordial con ustedes, porque al final de cuentas son familia de Evan. — Le dijo con seriedad. — Tal vez nunca cambien su percepción de mí, pero espero que eso no influya en el trato hacia mi hijo.

— Todos esperábamos poder conocerlo. — Sonrió con nostalgia. — Creímos que no nos permitirías acercarnos, pero aunque nosotras tengamos nuestras diferencias Evan no sufrirá por ello, es el menos culpable en todo esto. Gracias por la oportunidad.

Aquello hizo asentir a Bella y aún con sus diferencias sabía que ninguno de ellos haría algo intencional por lastimar a Evan, se aseguraría de ello o de verdad lo lamentarían.

— ¡Mami! — Llegó hasta ella extendiendo sus brazos, Bella lo levantó y dejó que la abrazara, un poco desconcertada por ese comportamiento, pero luego escuchó unos pasos y vio a Emmett aparecer.

— Te atrapé. — Intentó tocarlo, pero Bella se giró impidiéndolo y Evan pudo ver a Emmett sobre el hombro de su madre. — No estarás todo el día en brazos de tu mamá.

— Yo no apostaría eso. — Le guiñó un ojo a su hijo que sonrió. Bella se volvió a girar mirando nuevamente a Emmett que solo movió los labios con una disculpa, Bella asintió y pasó a su lado regresando con los demás dándole una ligera palmadita en el hombro.

Un gesto insignificante, pero indicaba un nuevo comienzo.


Gracias por seguir leyendo, agregando la historia entre sus favoritas, alertas y por todos los comentarios que han dejado. En breve me pondré al corriente respondiendo sus reviews, me hicieron falta unos cuantos.

Algunos de los comentarios no puedo responderlos al no estar registradas, hubo uno en particular que me dejó pensando un poco y como no estaba firmado por nadie,espero que leas esto. Solo puedo decir que entiendo tu punto, claro que Edward sobrepaso todos los limites en su forma de tratarla, hubo cosas que debería de haber mantenido solo para ellos, no es justificado, pero el ser humano al estar herido se vuelve un ser emocional más que racional. También existe el arrepentimiento de verdad.

Bienvenidas a las nuevas y es grandioso seguir leyendo a las que lo vienen siguiendo desde la primera publicación.

Nos leemos en el siguiente, muy pronto.

TitiC