DISCLAIMER: Sólo los personajes pertenecen a la maravillosa escritora Stephanie Meyer; la trama de la historia, los lugares y algunos personajes son de mi propiedad.
"Todas mis historias están registradas en SafeCreative. Tenedlo en cuenta al momento de adaptar, copiar, o publicar cualquiera de ellas sin pedir mi autorización"
Beteado por mi amiga Emotica GW, que me acompañara en esta aventura. Mil gracias guapa.
Hola a todas/os:
Aquí os dejo un nuevo capítulo. Espero y os guste.
El link de la Soundtrack lo tenéis en mi perfil
Las canciones del capítulo:
Open Arms — Journey
Crazy for you — Madonna
False Pretense — The Red Jumpsuit Apparatus
Sensación de Vidas Universitarias.
Capítulo 17 Hablando Claro
Justin Pov:
Mi niña parece una pequeña y frágil muñequita de tela, no puede con su cuerpo debido al agotamiento tanto físico como mental; recuesta su cuerpo contra mí, haciendo que cargue con todo el peso, que no es mucho, ya que mi niña es una pluma.
—Odio que me veas así —susurra, escondiendo su carita en mi pecho e inhalando profundamente.
—No tienes porqué, mi niña, siempre estaré para ti... Sea cual sea la situación —aclaro sonriendo mientras acaricio su cintura.
—Pero he de parecerme a la novia de Chuky de lo horrible que estoy, creo que si fuera Halloween me llevaría el premio al disfraz más espantoso —dice soltando una amarga risilla y no puedo evitar besar su nariz, sintiendo cómo la arruga. Eso siempre lo hace cuando sonríe. La conozco tan bien que con solo oír un sonido, conozco el gesto que se forma en su precioso rostro.
—Ya casi estamos llegando, preciosa —apunto una vez vislumbro el edificio.
—¿Tan rápido? —pregunta confundida y mi corazón salta de alegría al pensar que desea pasar más tiempo en mi compañía.
—Ajá —contesto como si nada—. Pero si te apetece, y te sientes con fuerzas, podemos dar un pequeño paseo, —sé de sobra que no está en condiciones, sin embargo, haré lo que mi niña quiera.
—Me encantaría, pero mi cuerpo no da para más —musita entre bostezos—. Desde aquí escucho el grito de mi cama llamando como canto de sirenas, —se pega más a mí; río porque esa frase la dice siempre que está muerta de sueño.
—Pues a qué esperamos, sigamos el canto de las sirenas para que mi princesa descanse en su castillo —le digo, haciendo una especie de reverencia.
—¿Y el príncipe custodiará a la princesa? —me pregunta haciendo un lindo puchero, el cual tengo que usar de todo mi autocontrol para no besarlo, aún no es el momento, no quiero presionarla.
—El príncipe estará al lado de la princesa tanto tiempo como ella quiera —susurro sonriendo para luego besar su pequeña nariz.
—La princesa puede desear por muuucho tiempo al príncipe —dice alargando la palabra "mucho" y sonriendo coqueta.
—Cómo antes le transmití, mi bella princesa, este humilde príncipe será suyo mientras quiera, —le confirmo con mi corazón latiendo a mil.
—De momento, esta noche, —sonríe besando mi mejilla—, y si se porta bien, ya veremos —me dice juguetona, me encanta verla de esta manera.
—Seré el caballero que mi dama necesita —susurro con la voz un poco ronca, dado que cierto amigo está despertando y no es un buen momento —espero que no lo note.
—Wow, soy una mujer con suerte. Primero eres mi príncipe, ahora eres mi caballero, ¿qué más? —musita mi niña, acariciando mi pecho. ¡Madre mía! Me quiere matar y mi amigo, al que intento mandar a dormir, se está despertando de nuevo ante las ideas que llegan a mi mente.
—También soy tu amigo, tu confidente, tu siervo, tu soporte, tu apoyo… —digo con franqueza y continúo, en mi mente, enumerando todo lo que seré para ella,"tu amante, el hombre que desea hacerte increíblemente dichosa por el resto de tu vida, el que desea con locura volver amarte en todo el sentido de la palabra, saborearte como el más dulce manjar que eres, tu contable para contar cada lunar que recorre tu cuerpo, tu pintor para dibujar en tu figura un plano con mis besos, tu arquitecto para construir un futuro juntos, tu astronauta para traerte la luna a tus pies..."
—Justin... nene... ¡Justin, nene! —El grito de mi niña me regresa a realidad.
—Perdón, ¿me decías? —Me disculpo, sonriendo avergonzado, por perderme en mis fantasías.
—Que ya hemos llegado —dice haciendo un puchero— ¿Te importaría abrir? —Me entrega las llaves y sin perder tiempo abro la puerta, acompañándola hasta al sofá donde la siento con sumo cuidado, como si fuera a romperse—. ¿En qué pensabas para estar tan perdido en tus pensamientos? —susurra con curiosidad, menos mal que solo he encendido la lamparita de la mesa pegada al sofá que le da una ambiente tenue a la sala, imposibilitando que vea mi sonrojo.
—En que debes descansar, estás muy agotada —contesto, intentando sonar convincente.
—¿Pretendes que me crea eso? —inquiere riendo al mismo tiempo que niega con la cabeza.
—Vale, me pillaste, pensaba en la mudanza —corrijo, intentando ser más contundente esta vez—. Tengo bastante que embalar, —acaricio su cabello.
—Entiendo —me contesta bostezando.
—¿Te apetece un vaso de leche o algo antes de dormir? —pregunto un poco ansioso, no sé qué hacer en este momento.
—Un poco de agua me vendría bien —asegura en voz bajita, que apenas escucho, señalando hacia la cocina—-, los vasos están en el armario que está encima del fregadero, —suspira
—Enseguida te lo traigo, princesa —respondo besando su frente antes de marcharme a la cocina.
Una vez en la cocina, me recargo sobre la encimera y tomo varias inhalaciones profundas para poder sacar de mi mente esos malditos lujuriosos pensamientos que tengo sobre mi niña, no es el momento propicio para ello. Primero debemos hablar y aclarar muchas cosas antes de pensar en eso, por mucho que la ame y la necesite a mi lado, me regaño mentalmente y mi amigo entiende a la perfección, puesto que se vuelve a dormir. Después, cojo un vaso y lo lleno con el agua mineral que hay en el frigorífico y regreso de nuevo a la sala.
Mi niña se encuentra tumbada en el sofá en una posición bastante incómoda, pero profundamente dormida. Se ve tan hermosa, serena, no tiene esa expresión de tristeza de hace un rato atrás, sino una preciosa sonrisa dibujada en sus labios. Mi corazón se pone a dar saltos de alegría al pensar que el causante de esa linda sonrisa soy yo.
La tomo en mis brazos lo más delicadamente posible para no despertarla y pongo rumbo a la primera planta para llevarla a su dormitorio. Ahora llega el dilema. No tengo la menor idea de cuál es, y por fin a la tercera doy con él, gracias a que el apartamento solo cuenta con tres habitaciones, ya que si hubieran sido más todavía no habría sido capaz de hallarlo. Me río de mis propias bobadas mientras deposito a mi princesa en la cama. Aún dormida, comienza a removerse incómoda, intentando desprenderse de su blusa que, luego de varios intentos, lo consigue, quedándose sólo con un sujetador blanco de encaje con florecitas de distintas tonalidades, al que no quiero ponerle mayor atención. Luego baja sus manos a sus jeans, intentando desabotonarlos, lo cual no lo consigue por lo dormida que está. Con manos temblorosas, me acerco a ella, tomando una profunda respiración para calmarme, llevo mis manos hasta sus pantalones y los desabotono. Ella se queda quieta luego de un suspiro de alivio. Mis manos están estáticas en su cintura sin saber qué hacer, al final decido quitárselos para que esté más cómoda a la hora de dormir.
Mi angelito interior me dice que no mire y que sea todo un caballero, en cambio, el diablillo me pica para que me aproveche del momento y mire, determino hacer caso omiso a ambos, no sin soltar antes un gruñido que hace que mi niña se despierte unos momentos, lo justo para levantar sus caderas, dándome la ayuda necesaria para desprenderla de sus jeans, y por mucho esfuerzo que realizo para no mirar, al final caigo en la tentación y mis ojos observan toda su cremosa piel. Me recrimino por actuar de esa manera y me enderezo, buscando su ropa de dormir; encima de la silla del escritorio, hay un pequeño short de color azul con una blusa a juego, así que lo tomo, y tal como pienso es su pijama. Con delicadeza, la alzo y con sumo cuidado se lo coloco, tocando su piel lo estrictamente necesario, evitando así volver a caer en la tentación; la acurruco, tapándola con las sabanas y de sus labios escucho la frase más maravillosa.
—Te amo, nene —musita dormida, haciendo que mi corazón salte de emoción.
—También te amo, mi niña —susurro besando su frente y la siento moverse unos instantes. En cuanto me giro, disponiéndome a ir al sofá para dormir, siento un pequeño tirón en mi brazo.
—Quédate conmigo, nene, —me pide con voz dulce, la miro y sus ojitos están comenzando a abrirse.
—Es tarde y debes descansar, mi niña —musito besando su frente de nuevo.
—Por favor, nene, —me suplica en murmullo con su dulce voz.
¿Quién podría resistirse a esa vocecita?
Desde luego yo no.
Me quito la camiseta junto a los calcetines y deportivas, y me tumbo sobre la colcha e inmediatamente su cuerpo se pega al mío, haciéndome sentir completo. No pasan ni dos segundos cuando un pequeño suspiro sale de sus labios al mismo tiempo que levanta su hermoso rostro hacía a mí, mostrándome sus preciosos ojos azul verdosos.
—¿Puedo pedirte algo? —susurra muy bajito, sin apartar su mirada de la mía.
—Dime qué es, princesa —contesto rápido sin dejar de acariciar sus cabellos.
—Me gustaría hacer algo, —se incorpora un poco más mientras lo dice.
—Lo que desees —respondo casi sin aliento.
—No te muevas, —me ordena, acercando su rostro al mío hasta posar sus cálidos y dulces labios sobre los míos en un breve, pero maravilloso beso que me lleva al paraíso—. Gracias, nene —musita aún sobre mis labios, y aunque no me puedo verme, puedo asegurar que tengo una estúpida sonrisa en los labios.
—No me tienes nada que agradecer, yo también lo deseaba —le digo sinceramente, acariciando su mejilla.
—¿Sólo de esa manera? —me pregunta casi rozando mis labios.
—No, así —musito con voz ronca atrayéndola hacia mí, enrollando mis manos en su cuello y atrapando sus labios con voracidad. Ni siquiera pido permiso para introducirme en su boca y por la forma en que responde mi niña, enredando sus manos en mi cabello y apretándose más a mí, me demuestra que ambos deseamos y necesitamos saborearnos. Al instante, nuestras lenguas se juntan en una maravillosa danza que explora cada recoveco de nuestras bocas en una lucha sin tregua, por desgracia tenemos que respirar, así que en contra de mi voluntad nos vamos separando con pequeños, pero castos besos.
—¿Satisfecha? —pregunto todavía con la respiración entrecortada por nuestro beso, y deseoso de volver a degustar sus maravillosos labios.
—No, aún ansió más —musita todavía sobre mis labios para luego atraparlos de nuevo en un demandante beso que me muestra todo su amor, al cual respondo de igual manera poniendo todo mi corazón en él.
No sé cuántos besos son, pero sí que resultan ser muchos, sin embargo, no es suficiente, porque jamás me cansaré de besarla.
—¿Por qué estás sobre la colcha? —me pregunta en el instante en que se mueve para acurrucarse en mí.
—No quería incomodarte, amor —contesto acariciando dulcemente su bello rostro.
—Jamás me molestarías —dice sonriendo y haciéndose aun lado para que me acueste. De pronto, se fija en su atuendo y voltea a verme. Por supuesto, mi cara está roja de vergüenza—. Me pusiste el pijama, —sonríe, asiento con cara de niño bueno—. Gracias, amor, así no dormiré incómoda —me susurra acariciando mi mejilla, sin darle la más mínima importancia con lo mal que lo he pasado en ese momento.
—Lo que sea por ti, mi niña —aseguro sonriendo mientras me meto en la cama; nada más tumbarme, mi princesa se arrima a mí, pero en seguida se distancia un poco.
—Nene, si duermes con los jeans no vas a descansar y mañana te levantarás cansado, —me regaña frunciendo el ceño. Qué bien me conoce mi princesa.
—No tengo pijama, —me excuso—, además, no me importa al estar contigo —digo atrayéndola hacia mí de nuevo para que recueste su cabeza en mi pecho.
—Justin, quítatelos, me sentiré realmente mal si no descansas, —asegura con voz culpable.
—Tranquila, no pasa nad... —me silencia con un corto beso.
—Pasa que si no te quitas el pantalón, te vas a marchar a dormir a tu apartamento porque no quiero que estés incómodo, —me reprende. Eso sí que no pienso hacerlo.
—Amor, no pasada nada de verdad, —repito abrazándola fuertemente.
—Nene, hemos dormido muchas veces juntos, ni que fuera la primera vez que te veo en bóxer, —afirma sonriéndome divertida y mirándome con esos ojitos que me hipnotizaban, y en un pis pas mis pantalones yacen en el suelo mientras que yo estoy acostado junto a mi princesa solo con los boxer.
—Mucho mejor así; ahora, a dormir —me dice besando mi pecho.
—¿Tienes sueño? —pregunto mirando sus preciosos ojos.
—¿Alguna idea mejor? —susurra, sonriendo coqueta y acercando su rostro al mío.
—Unas cuantas —musito sonriendo, casi rozando sus labios.
—¿Cómo cuáles? —pregunta en un murmullo con nuestros alientos mezclándose, y ya no puedo resistirlo más, atrapo sus labios en un apasionado, pero lento y dulce beso.
Luego de una exhaustiva y deliciosa sesión de besos, mi amor se queda profundamente dormida sobre mi pecho, pero, en cambio, a mí me es imposible, la euforia de nuestros besos, el tenerla de nuevo entre mis brazos, saber que nunca me ha dejado de amar...
Tantas cosas en mi cabeza y por desgracia no todas son alegres, me muevo un poco para acomodarme mejor e inmediatamente mi niña se acopla a mi nueva postura, sonrío como el idiota enamorado que soy. Por Dios, la amo tanto...
Suspiro al mismo tiempo que cierro mis ojos, rememorando todo lo ocurrido unas horas antes.
(Inicio Flash Back)
La película seguramente me resultaría bastante interesante si estuviera prestándole atención, pero mi cabeza no paraba de darle vuelta a todos los acontecimientos ocurridos durante el día.
Primero, esa charla con Thomas donde ambos nos sinceramos con respecto a nuestros sentimientos por mi princesa, pero creo que le quedó bastante claro que el amor que siento por mi niña es tan grande que no existen palabras que logren explicarlo.
Luego, vino la conversación con Edward, quien, sin yo saber muy bien cómo, consiguió que me desahogara como hacía mucho tiempo necesitaba hacer, sacar todo mi dolor y miedos, eso me hizo sentir realmente bien, le estaré siempre enormemente agradecido por escucharme y darme tan buenos consejos. Además de terminar levantándome el ánimo, es un magnifico amigo y una persona excelente, de las que apenas quedan en este mundo. Y por último, la sorprendente propuesta de formar parte de su fraternidad, lo que me emocionó mucho.
Salí de mis pensamientos en cuanto noté cómo el cuerpo de mi niña se tensaba fuertemente entre mis brazos e inmediatamente busqué su mirada que estaba enfocada en la pantalla, así que hice lo mismo y la escena del film que vi en ese momento se sintió como si me tiraran un cubo de agua helada sobre mi cuerpo, automáticamente busqué la mirada de mi niña que tenía sus ojitos vidriosos, intentando aguantar las ganas de llorar, hasta que gruesas lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas.
Estaba a punto de pedirle que me acompañara afuera con cualquier excusa cuando, sin poder aguantarlo más, se escapó de mis brazos, saliendo rápidamente de la habitación. No tardé ni un segundo en incorporarme y salir tras ella en dirección a la cocina, sabía que los chicos se preguntarían qué sucedía, pero estaba seguro de que Edward sabría aplacar la situación.
Al entrar a la cocina, me encontré a mi niña descargando su dolor golpeando y tirando todo lo que pillaba a su paso mientras los sollozos salían descontrolados de su cuerpo, noté cómo las lágrimas descendían por mi rostro, pero no quise darle importancia, lo primordial ahora era mi princesa. No quería que se hiciera más daño, así que sin dudarlo ni un segundo me acerqué a ella y la abracé firmemente, y de inmediato me rodeó con sus brazos por la cintura, apretándose contra mí y escondiendo su carita llena de lágrimas en mi pecho.
No podía verla de esa manera, ella era mi mundo entero y su dolor era el mío propio.
—Mi niña... Tranquila, estoy contigo. Nada me separará de ti —susurré, intentando aplacar los sollozos que querían salir de mi garganta por el dolor que ambos sentíamos en este momento.
—No me abandones, Justin. No lo soportaría —musitó entre sollozos y la abracé más fuerte si era posible.
—Nunca te abandonare, eres lo más importante para mí. Eres mi vida —declaré entre hipidos a causa de mi llanto, por lo que cerré mis ojos por unos instantes, no quería que mi Lizzie viera el sufrimiento en ellos.
—Lo siento mucho, Justin, si yo no... —dijo con voz rota mi niña, sabía que quería culparse de lo que ocurrió y no se lo iba a permitir.
—No hay nada por lo que debas lamentarte —susurré con voz ahogada mientras acariciaba su cabello, intentando que ambos disminuyamos nuestro llanto.
—Fue mi culpa, debí saberlo, —se reprochó mi amor con dolor en su voz.
—No, no podías, —aseguré con un poco de firmeza en mi voz, levantando su mentón para que nuestras miradas se conectaran.
—Claro que podía, Justin, era mi cuerpo, imposible que no lo notara. Además, debí de estar más pendiente de lo que sucedía a mí alrededor —musitó mi niña aún acurrucada en mi pecho.
Por Dios, cómo iba a saber que la atacarían esos malnacidos. Debí estar a su lado, pude haberla protegido y no lo hice, la rabia se apoderó de mí al ver las lágrimas corriendo por sus mejillas como ríos.
—¡Sí hay un culpable, si quieres uno! ¡Cúlpame a mí! Yo debí cuidarte, debí estar contigo esa noche. Maldita sea... Tú no tienes la culpa de nada —grité desesperado. Mi niña solo fue víctima de unos malnacidos, me parte el alma verla sufrir de esa manera. Sus ojos se abrieron asustados por mi sobresalto y entonces endulcé mi voz en una suplica—. Por favor, Lizzie —mi voz salió en un susurro por el nudo en mi garganta.
—La culpa la tengo solo yo. Debí saberlo...es tan fácil como sumar dos más dos, pero estaba encerrada en mi mundo de color de rosa que no me percaté de las señales —chilló mi amor, llorando desesperadamente con su voz y corazón rotos, su dolor y angustia me están matando. La abracé más fuerte y acomodé su carita sobre mi pecho, justo donde está mi corazón.
—¿Escuchas eso? —susurré acariciando sus cabellos y asintió con la cabeza—, Este corazón late solo por y para ti, mi niña, y si tú sufres, él también lo hace, —besé su frente.
—No debería hacerlo —me dijo con voz apenas audible.
—Claro que sí, mi niña, eres la persona más maravillosa —dije antes de besar sus cabellos e inhalar su aroma, que es lo único que me tranquiliza.
El silencio nos rodeó y solo era interrumpido por nuestros sollozos, de repente el cuerpo de mi niña se tensó y se separó lo suficiente para mirarme con confusión.
—¡¿Por qué no me odias?! —gritó mi niña, haciéndome pegar un salto mientras golpeaba mi pecho con sus pequeños puños.
—No puedo, me es imposible, —confesé tomando su bello rostro entre mis manos para que apreciara la verdad en mis ojos.
—Deberías, soy mala, soy horrible... No te lo conté, te deje creer miles de cosas y te hice sufrir por egoísta, merezco que me odies, —me reprochó sin dejar de golpear mi pecho. En ningún momento solté su rostro, quería que viera la sinceridad en mis ojos para que no se encerrara en su dolor porque también era el mío, y quería que juntos sanáramos. Me sentía desesperado, temía ver la determinación en sus ojos y que se alejara de nuevo.
—¡No puedo odiarte porque te amo! Y no callaste por egoísta, sino porque tienes un corazón tan grande y bueno que quiso evitarme este dolor. Mejor ódiame tú a mí por no cuidarte cuando debía, por no estar allí, por no insistir... Soy yo quien merece tu desprecio —bramé entre sollozos, mi niña cerró sus ojos y en un instante sus facciones cambiaron rápidamente.
—Jamás podría odiarte, te amo demasiado para ello, —confesó haciendo que mi corazón se hinchara de alegría— ¡Estoy rota, maldita sea! ¡Vacía al estar sin ti! Te amo y no puedo ni quiero estar más alejada de ti —dijo abrazándome de nuevo como queriéndose fundir conmigo, y respondí de igual manera, sintiendo mi corazón latir tranquilo.
—No lo merezco, —afirmé sintiéndome agotado.
—Mereces eso y mucho más, eres todo lo que una mujer puede soñar, —me aseguró, su voz se escuchaba cansada, esto había sido demasiado para ambos.
—No, porque una mujer requiere un hombre que la cuide, que esté con ella en las buenas y en las malas, y yo te abandoné en las malas —declaré recordando cuando ella finalizó nuestra relación, debí luchar y permanecer a su lado, pero me dejé derrotar, conformándome con ser un amigo más.
—Tú no me dejaste, yo te alejé, y a pesar de eso seguiste siempre a mi lado para lo que necesitara. Por favor, Justin, tú no tienes nada de malo, eres un chico fantástico —aclaró mi niña con voz dulce, regalándome una débil sonrisa que llenó de calidez mi corazón. ¿Cómo no amar a esta mujer tan perfecta?
—Perdóname, mi niña, por favor, —supliqué con agudo dolor, es algo que necesitaba, mi corazón precisaba de su perdón.
—Siempre y cuando tú me perdones a mí, —sentenció con una mueca de dolor que me desgarraba el alma.¿Cómo puede haber tanto dolor en alguien tan puro y frágil? Me mataba verla así y si en mis manos estaba quitar algo de ese sufrimiento, con gusto lo haría, y si mi perdón es lo que necesitaba, aunque no tuviese nada que perdonarle, lo tendría.
—Te quiero mucho, mi niña, y si el que te perdone quita esa tristeza de tus ojos, tienes mi perdón de todo corazón, —confirmé en un susurro, mirando a sus hermosos ojos para que viera la franqueza de mis palabras.
—Y por supuesto tú obtienes el mío. Te quiero, Justin, —garantizó y aprecié la sinceridad en su mirada transparente y pura. No sé si eran cosas mías, pero pude ver parte de su tristeza desaparecer, y pensar que contribuí un poco me llenó de felicidad.
La abracé fuertemente y me correspondió de igual manera, aspiré su aroma para tranquilizarme y mi niña hizo lo mismo, pegó su nariz a mi pecho.
—Me siento tan bien estando así —susurré acercándola más a mí sin dejar nada de espacio entre nosotros.
—Completamente de acuerdo, este es mi lugar favorito en el mundo — musitó. Y mi corazón comenzó a latir desbocado por sus palabras.
—Y el mío, amor, nada me hace sentir más completo y feliz que tenerte entre mis brazos —dije en un murmullo, sintiendo cómo mi niña se acurrucaba contra mí y bostezaba. —Estás cansada, amor. Ven, siéntate aquí, —la acerqué a la silla para que se acomodara—. Recogeré nuestro pequeño desastre para así podernos marchar —le dije cogiendo varios cristales del suelo.
—Eso debo hacerlo yo, —me reclamó cruzándose de brazos. Mira que es terca mi amor.
—Nada de eso, estás muy cansada —respondí con tono autoritario.
—Yo monté este estropicio, es mi deber recogerlo, —insistió tratando de ponerse en pie.
—No seas cabezota, Lizzie, por favor, terminaré enseguida —dije besando su frente y volví a mi tarea.
—Está bien —contestó dándose por vencida—. Mañana tendré que comprar unos vasos y platos nuevos —dijo preocupada por la vajilla rota y una pequeña risa salió de mis labios.
—Como quieras —dije terminando de barrer; en mi vida había recogido nada tan rápido—. Mi niña, estás agotada, —sonreí al verla medio dormida en la silla.
—Me siento sin fuerzas —me respondió con una pequeña sonrisa.
—Te llevaré a casa, necesitas descansar —dije acariciando su mejilla.
—¿Te quedarás conmigo? —me preguntó con voz de niña chiquita y un lindo puchero en su rostro, al cual me era imposible resistirme.
—Siempre, mi niña —le susurré dulcemente, besando su frente antes de salir a despedirme de los chicos.
(Final Flash Back)
Observo a mi niña dormir acurrucada entre mis brazos, suspirando para después acomodarse mejor sobre mi pecho, con su pequeño brazo rodeando mi cintura. A pesar de todo lo ocurrido durante este tiempo, estoy muy feliz porque la tengo de nuevo conmigo. ¿Qué más puedo pedir? Todo lo que sucedió ha quedado en el pasado y aunque tengamos cosas de que hablar parar sanar nuestras heridas, lo superaremos juntos. Ahora depende de nosotros el presente y el futuro, y haré todo lo que esté a mi alcance para que sea juntos y felices por siempre.
Con esa promesa cierro los ojos dejándome llevar por Morfeo.
Una maldita alarma con un sonido de lo más molesto suena a lo lejos, pero bastante más cerca de lo que estuviera en mi cuarto, ya que siempre pongo el despertador lo más alejado posible de la cama para que no me quede más remedio que levantarme e ir a apagar el maldito aparato.
Abro los ojos lentamente para que se adecúen poco a poco a luz que se filtra por la ventana. Estoy un poco desorientado en este momento, es algo que siempre me sucede cuando duermo pocas horas; enseguida, logro desperezarme solo lo justo para recordar que me encuentro en el cuarto de mi niña.
Estiro la mano para tomar el maldito aparato, dándole fin a ese horrible sonido. Al depositar de nuevo el despertador en la mesilla, veo que hay una foto donde estamos mi niña y yo, esa fotografía nos la tomó de sorpresa Edward con su móvil, estábamos con nuestras frentes juntas, mirándonos directo a los ojos y cuchicheando en secreto para ir más tarde a nuestro lugar especial y pasar un rato a solas, durante una comida que se organizó en casa de sus padres.
Sonrío al recordar cómo Edward se burló por horas de nosotros diciendo que estábamos perdidos en nuestro mundo mientras que el resto se daba un gran festín con la comida, y tenía toda la razón, ya que apenas quedó comida cuando nos sentamos en la mesa, es más, antes de ir a nuestro lugar, paramos en una pizzería porque teníamos hambre. Fue un día increíble y maravilloso como todos los que pasé junto a mi amor.
Una pequeña risa se escapa de mis labios ante el recuerdo, en ese instante noto a mi niña moverse, por lo que llevo mi mirada hacia ella, que duerme plácidamente recostada sobre mi pecho. Acerco mi rostro a sus cabellos e inhalo su delicioso aroma, es el mejor despertar en mucho tiempo.
Observo a mi alrededor, percatándome de la muchas fotos que hay de nosotros juntos en distintas posiciones y situaciones. Río al ver una donde la tengo cargada sobre mi hombro, ambos cubiertos de plumas, después de la guerra de almohadas que tuvimos en casa de sus padres, creo que esa foto la tomó Elizabeth...
Mi niña comienza a moverse de nuevo captando toda mi atención, acerco mis labios a su rostro y beso suave y lentamente sus cabellos, su frente, sus ojos, sus mejillas y su nariz, para luego llegar al destino final: sus cálidos y suaves labios. Mi única intención era darle un casto beso, pero al parecer mi niña estaba haciéndose la dormida porque me atrae hacia ella, besándome más profunda y apasionadamente, poniendo todo su amor, lo cual gustoso acepto y correspondo transmitiéndole todo mi amor también.
Después de una muy buena sesión mañanera de besos, decido muy a mi pesar que es hora de irme al apartamento para ducharme y preparar todo para ir a clases, además de traer el desayuno junto con una sorpresa para mi amor.
—Mi niña, debo marcharme al apartamento —digo con una sonrisa besando su frente, entonces se abraza más fuerte a mí, impidiendo que me mueva de su lado.
—No quiero que te vayas, —se queja, haciendo un delicioso puchero que no dudo en besar.
—Amor, te prometo que no tardaré mucho —susurro en su oído, sintiendo cómo se estremece.
—¿En serio volverás pronto? —pregunta con voz de niña chiquita.
—Lo más rápido posible, amor —musito cerca de sus labios, dándole un último beso antes de levantarme y ponerme la ropa, escuchando los suspiros de mi Lizz.
—Bien, a levantarse se ha dicho —dice saliendo de las sábanas.
—Amor, puedes dormir un rato más, todavía es temprano —asevero mientras me ato las deportivas.
—No, nene, mejor así, ya recojo yo tranquilamente la habitación. Termino de preparar las cosas que necesito para mis clases, luego disfrutaré de una buena ducha, es más, llévate mis llaves por si aún me encuentro en la ducha cuando regreses, —me asegura con una preciosa sonrisa en sus labios.
—De acuerdo —digo, tomando sus llaves de la mesita y tirando de su mano para abrazarla y besarla antes de irme.
—Vuelve pronto, amor —musita, escondiendo su rostro en mi pecho.
—Siempre, mi niña hermosa —susurro, besando su frente para luego caminar rumbo a la puerta.
Nada más salir a la calle, echo a correr lo más rápido que puedo, llegando en pocos minutos a mi edificio. Nada más entrar en mi apartamento, comienzo a desvestirme, con la ropa volando por toda la habitación, algo raro en mí porque me gusta tener todo ordenado, pero tengo mucha prisa, necesito regresar cuanto antes junto a mi niña.
Prendo el aparato de música y la primera canción que suena es una de las preferidas de mi Lizzie, "Crazy" de Aerosmith. Mi chica es toda una rockera, le encanta ese tipo de música tanto o más que a mí, esa resultó ser otra razón más para enamorarme todavía más de de ella de lo que ya lo estoy.
Me ducho rápidamente, me seco y me anudo la toalla en la cintura. Una vez que me lavo los dientes, voy corriendo al armario donde tomo unos jeans negros junto con una camisa verde, que le encanta a mi niña, unos boxer y unos calcetines del cajón, y me visto a velocidad inhumana, ni en los partidos voy a tal velocidad corriendo. Nada más terminar de colocarme las deportivas, me pongo la colonia favorita de mi niña, cojo las cosas para mis clases junto con las llaves del auto y salgo directo al aparcamiento donde mi Mustang me espera.
Ya en el coche, me dirijo hacia la cafetería Roma donde compro unos croissants y dos capuchinos dobles. De allí, me marcho a la floristería que está a dos manzanas del campus y compro unas rosas azules, las preferidas de mi Lizz; la señora se ríe por la prisa que llevo ya que no me espero a que me regrese el cambio del dinero.
Diez minutos más tarde, me encuentro estacionando en la puerta del edificio de las chicas y grande es mi sorpresa cuando la veo en la puerta esperándome. Bajando del auto, soy recibido por una sonriente y recién duchada Lizzie, quien se lanza a mis brazos e inmediatamente la atrapo, besando su frente y ella hace lo mismo en mi barbilla.
—Te extrañé mucho, nene —musita soltando un suspiro contra mi pecho.
—Yo también te eché de menos, mi niña —susurro depositando un beso en su cabeza antes de soltarla.
—He comprado el desayuno, amor —digo, mi niña me sonríe y da un paso atrás para darme espacio.
—¿Qué trajiste? —pregunta curiosa, tratando de ver por encima de mi hombro.
—Traigo croissants y capuchinos de la cafetería Roma —contesto y mi niña chilla emocionada, arrebatándomelo de las manos.
—Nene, eres el mejor, gracias —me dice depositando un beso en mi mejilla.
—Solo para ti, mi niña, —sonrío mientras saco las dos rosas azules del coche—. Para ti, amor —le digo mientras le extiendo las rosas.
No sé por qué, pero en este instante me siento un poco cohibido.
—Lo recordaste... Muchas gracias, amor, están preciosas —musita entregándome de nuevo los cafés para tomar las rosas, acercándolas a su hermosa carita y oliéndolas con una preciosa sonrisa.
—Jamás podría olvidar algo, amor —le digo tomando su mano y entrando al apartamento— ¿Sigues sola? —Acabo de recordar que Bella y Nessie habían quedado en venir temprano.
—Ajá —responde, poniendo los bollos en la encimera y colocando las rosas en un jarrón.
Contemplo lo hermosa que está, con esos jeans azules y esa camiseta blanca de tirantes. Sin embargo, la noto distraída y sin poderme resistir, me acerco y la abrazo por la espalda. Dejando un suave beso en su hombro.
—¿Qué sucede, amor? —susurro con miedo de haber sobrepasado sus limites.
—Nada malo, nene, es solo que... —Se queda en silencio.
—Es solo qué, mi amor. Dime, —le pido apretando mi agarre en su cintura.
—Anoche, hoy en la mañana... —Se siente tímida para seguir contando.
—Te refieres a los besos, —suspiro— ¿Te molestan? —pregunto tratando de separarme un poco, no quiero incomodarla, pero mi niña me lo impide.
—Para nada, todo lo contrario. Me encantan tus besos, pero temo estarme ilusionando —dice con timidez.
—Solo puedo decirte que tus ilusiones son las mías, mi niña, y haremos las cosas como tú quieras, a tu ritmo, —le aseguro, al mismo tiempo que la giro entre mis brazos para poder ver esos preciosos ojos azules verdosos que tanto amo.
—Entonces, podemos besarnos —dice a modo de pregunta, con una hermosa sonrisa en los labios que automáticamente me la contagia.
—Claro, todo lo que tú quieras, amor, sabes que adoro besarte —digo sobre sus labios, saboreando su sabor.
—Hay algo que quiero pedirte y espero que no te moleste, —suspira recostando su cuerpo sobre mi pecho—. De momento, no me gustaría que los chicos se enteraran. No me siento bien para que me sometan a un interrogatorio y sabes lo pesados que son —asevera con un lindo puchero que deshago a besos.
—Será nuestro secreto, mi niña —susurro en su oído—. Pero, eso sí, tendremos que encontrar cualquier oportunidad para estar solos, porque estar cerca de ti y no poder besarte será un martirio, —escondo mi rostro en su cuello, percibiendo su exquisito aroma.
—Por supuesto, el sentimiento es mutuo, amor —dice contra mi pecho, sintiendo cómo sonríe. Levanto su mentón, juntando nuestros labios en un tierno beso.
—¿Cuándo hiciste café y tortitas? —pregunto mientras coloco los bollos en una bandeja encima de la encimera junto a los capuchinos.
—Justo después de ducharme, no sabía que traerías el desayuno, pero les vendrá bien a Nessie y Bella cuando lleguen, seguro que no les dio tiempo de comer nada —asevera con una hermosa sonrisa, sentándose frente a mí y tomando un croissant de nata.
—Estás en todo, amor, eres maravillosa —comento, acercándome a su rostro y besando su nariz al mismo tiempo que limpio un poco de nata que se le ha quedado en la punta de la nariz—. Por cierto, te ves hermosa. Me encanta cómo te quedan esos pantalones y qué decir de la camiseta, —muevo sugestivamente las cejas antes de reír al ver su adorable sonrojo y la vuelvo a besar.
—Tú también estás muy guapo, sabes que me encanta cómo te queda esa camisa verde oscuro. Estás muy sexy con ella llevándola por fuera del pantalón —afirma sonriendo coqueta, consiguiendo que juntara nuestros labios de nuevo en un delicioso beso.
Y entre risas, besos y comentarios pícaros, terminamos el desayuno. Ahora que cuento con su autorización, no quiero dejar de besarla, he extrañado horrores el poder tenerla entre mis brazos y deleitarme con sus besos durante estos casi seis horrendos meses que hemos estado separados.
Estamos apunto de besarnos de nuevo cuando escuchamos abrirse la puerta e inmediatamente tomamos asiento uno frente al otro, dando pequeños sorbos a lo que nos queda de capuchino. En cuanto las chicas, junto con Edward y Jacob, entran en la cocina, tienen el rostro alargado y ojos de cachorro regañado, supongo que se debe a su retraso, así que les sonrío, dándoles a entender que no hay ningún problema.
—Buenos días, vampirito —grita Lizzie, corriendo a los brazos de su hermano.
—Hola, mi brujita hermosa, —saluda Ed, atrapándola y besando sus cabellos al mismo tiempo que arruga su nariz—. Hueles a Justin, —suelta juguetón.
—Es normal, él llegó primero y me abrazó —dice mi niña encogiéndose de hombros y regresando a mi lado, dando un trago a su capuchino.
—Sentimos no haber llegado antes —dice Nessie apenada.
—Nos sentimos fatal, quedamos en venir temprano y mira la hora que es—dice Bella afligida, mirando a mi niña con ojitos de perrito abandonado.
—Tranquilas, todo está bien, me encuentro perfecta —asegura acercándose a ellas para abrazarlas, luego se gira hacia mí y disimuladamente, sin que nadie se dé cuenta, me hace un guiño.
—Chicos, de seguro no habéis comido nada —digo al ver sus caras de cansancio y los cuatro asienten.
—Amigas, iros arreglar mientras que caliento todo para que desayunéis. Chicos, id poniendo la mesa —les ordena Lizzie sonriente y rápidamente Bella y Nessie desaparecen por las escaleras, directas a sus respectivos cuartos, mientras que Edward y Jacob preparan la mesa.
—Justin, podrías echarnos una mano, —sugiere Jacob, y justo cuando voy a levantarme, mi niña se interpone.
—Jake, no seas vago, solo es poner cuatro platos con sus cubiertos y tazas, además, cuentas con la ayuda de mi hermano, —le regaña divertida, ocasionando las risas de Edward y mías.
—Y qué hay de las tortitas, el sirope, el zumo, el café y el azúcar, — refunfuña Jake como si fuera un enorme esfuerzo.
—Mira que eres quejica, esto me lo esperaría de Emmett, pero no de ti —le digo entre risas, a las que no tardan en unirse los hermanos.
—Es que estamos realmente agotados, apenas descansamos ayer noche —explica Jake justo cuando las chicas entran recién duchadas y cambiadas.
—¿Qué sucedió para que estéis tan cansados? —pregunta mi niña y la verdad es que sus rostros muestran realmente agotamiento.
—Chicos, no sabéis lo que pasó luego de que os marcharais —comenta Jake.
—Oh, Jake, qué gran sabio eres, cómo supiste que no nos enteramos de lo que sucedió cuando no estábamos, —bromea mi Lizz, haciéndonos reír a todos—. No te juntes mucho con tu hermano que te está contagiando sus tonterías, —las risas aumentan en la cocina.
—Hey, no te burles, —protesta riendo Jake antes de meterse un trozo de tortita en la boca.
—Ya en serio, Jasper montó todo un espectáculo cuando llegó —declara en broma Bella, pero noto un cierto matiz amargo en su voz.
—¿Qué ocurrió? —pregunta preocupada mi niña, quien también percibe eso en la voz de su cuñada.
—Jasper regresó de su cita con varias copas de más y la cabeza llena de porquerías en nuestra contra, las que nuestra querida prima se encargó de meterle en la mollera. Lo siento, hermanita, pero abreviando, os puso a las dos, —señala a Lizzie y Nessie—, al mismo nivel que a Tanya y las primas, y bueno para él, ellas son maravillosas y vosotras de lo peor, —nos cuenta Edward con irritación en su voz.
—¡Que hizo qué! —grita mi niña bastante enojada.
—No paró de llamaros víboras, hipócritas, venenosas, envidiosas y no sé cuántas cosas más —añade Bella con voz quebrada e inmediatamente Edward la abrazó.
—¡Ese pedazo de idiota me va a oír! —exclama enfadada mi princesa.
—Olvídate, amiga, la justicia divina le llegó de golpe y porrazo —nos dice sonriente Nessie.
—¿Cómo? —pregunto interesado.
—Luego de que soltara todas sus mierdas, se llevó una cachetada de Bella, seguido de unos puñetazos en el estomago y en la mandíbula de Edward y Thomas, y, después, James le metió varios empujones, —relata Nessie mientras hace gestos como si ella los estuviera realizando—. Y para rematar, cuando estaba subiendo las escaleras, a mitad del trayecto, erró en su movimiento y acabó rodando por estas hasta aterrizar en el suelo, —Nessie se gira y se deja caer al piso en una posición de lo más extraña, imitando a Jasper, y aunque lo que cuenta no es nada gracioso, no podemos evitar reír cuando saca la lengua y voltea los ojos. Es una actriz increíble.
—Pero no os preocupéis, se encuentra bien, solo tiene dolor de cabeza, más la resaca que por la caída —añade sonriente Jacob mientras ayuda a su novia a incorporarse.
—Nos perdimos un buen espectáculo —dice mi amor sentándose en mi regazo, acerco mi rostro a su oído.
—Pero tuvimos uno mejor —susurro consiguiendo que mi niña suelte una risita, por lo que Edward me hace una pregunta con la mirada y mi respuesta es encogerme de hombros.
—¿Por qué le pegaste a Jasper, vampirito? —pregunta mi niña, que no se le escapa ni una.
—Me apetecía boxear y me pareció mejor Jasper que el saco de arena —responde Edward sonriendo.
—Hermanito, no me quieras ver la cara de tonta, —advierte Lizzie señalándolo con el dedo.
—Nunca, mi hermanita querida, —sonríe—. Anda, no le des importancia —pide Ed mirando dulcemente a mi niña, que se cruza de brazos nada conforme con la respuesta.
—¿No vas a decírmelo? —presiona mi amor, haciéndome sonreír por el puchero de su rostro.
—¿Quieres que te diga por qué lo golpeé? —gruñe perdiendo la paciencia—. Le aticé porque estaba hablando de más, insultándoos, y eso no lo puedo permitir, así que le cerré la boca —afirma mi amigo, imitando el gesto de su hermana.
En poco tiempo comenzarán a llamarse por sus nombres completos, es bastante gracioso presenciar las discusiones de los hermanos Masen. Observo a los chicos y están aguantándose la risa.
—¡Maldita sea, Edward! —grita Lizzie golpeando la mesa—. Está bien, —respira profundo—, como mi hermano, al que tanto amo, no me tiene confianza para decirme las cosas, me veré en la obligación de preguntarle a Jasper, —hace un mohín de lo más adorable, pero sobre todo besable, si nos encontráramos solos.
—Mierda, hermanita, no me pongas esa cara, —suspira—. Qué quieres te diga... Jasper salió con Alice y volvió con la cabeza llena de mentiras y de estupideces —murmura hastiado, dejándose caer en el respaldo de la silla.
—Ajá.¿Y cuáles fueron esas estupideces? —inquiere mi niña, sentándose de nuevo en mi regazo.
—Cuáles van a ser, las que tiene nuestra estúpida prima en la cabeza —contesta Edward evasivo.
—Hermanito, sé que Alice tiene la cabeza llena de la mierda de Tanya —dice mirándolo fijamente—, pero a qué te refieres en particular. —Mira que puede llegar a ser testaruda.
—A las de siempre, hermanita, que sois unas cínicas, envidiosas y manipuladoras —dice encogiéndose de hombros, pues era consciente de que eso siempre lo habían dicho. Menudo par de cabezones.
—Ajám... Y esa es la razón por la que le pegaste, —suspira fuertemente— Edward Anthony Masen, o hablas o iré averiguarlo por mí misma. —Oh, mi niña está enojada.
—Brujita, no vale la pena —dice ganándose una mirada de "no estoy jugando" y mi amigo suelta un suspiro de derrota—. ¡Maldita sea, Elizabeth Tiffany Masen! Eres una testadura, —gruñe pasándose las manos por el cabello.
—Lo sé, pero me amas —asegura mi niña como si nada, acomodándose mejor en mi regazo.
—Comentó que Rosalie está interesada en Justin y que creyó tener una oportunidad con él. Sin embargo, apareciste de nuevo solo para manipularlo a tu antojo y que esté contigo, —respira profundo—. Luego le pidió a Thomas que se apurara en conquistarte y así Rosalie tendría el camino libre para poder estar con Justin —nos explica Edward con rabia al recordarlo.
¿Qué mierda? En qué cabeza cabe semejante estupidez, pienso.
—Thomas sin dudarlo lo golpeó y lo puso en su lugar —dice Jacob cuando nos quedamos en silencio, asimilando todavía las palabras.
—¡Mierda, Edward! Debiste llamarme para darle su merecido a ese miserable. Cómo se le ocurre que quiero andar con esa barbie plástica y hueca, y que dejaré a mi niña, la mujer más maravillosa del mundo. —Me levanto depositando con cuidado a Lizzie aun lado, la ira corre por mi cuerpo y en este momento lo único que quiero es partirle la cara a ese idiota.
—¿Qué haces, Justin? —pregunta mi niña que se apresura a tomarme de la mano.
—Iré a buscar a ese infeliz para que me diga en la cara todas las estupideces que anoche soltó. —Estoy furioso—. Te juro, Lizzie, que lo moleré a golpes por ofenderte e insinuar siquiera que yo te cambiaría por esa barbie superficial. Perdón, mi niña, sé que es tu prima, pero menuda arpía... —murmuro intentando controlar la furia que se extiende por mi cuerpo.
—Eso no fue nada, Justin, —nos advierte Jacob ganándose una mirada envenenada por parte de su novia, Edward y Bella. — ¿Qué? Es mejor que se enteren por nosotros que por cualquier comentario que escuchen, ¿o no? —Les mira y los tres asienten, haciendo que sonría en victoria—. Volvamos al tema, dijo que Lizzie te había abandonado como a un perro y que cuando se cansó de estar ofreciéndose a otros hombres volvió y te recogió, y que tú, como perrito, la seguiste. —Mi cuerpo arde en cólera. Ahora sí lo mato, maldito imbécil.
Abrazo a mi niña para calmarme y no salir corriendo tras él y darle una buena paliza.
—¿Qué mierdas estás diciendo, Jacob Swan? —chilla Lizzie enfurecida.
—Lo que escuchaste, hermanita. En pocas palabras, tú eres una zorra y él un dominado —murmura entre dientes Edward.
—¡Hijo deputa!¡Ahora sí lo mato! Ese pedazo de imbécil no va a insultar a mi niña. Se va a tragar sus palabras junto con sus dientes por andar insultando, —miro a Bella, que tiene sus ojitos llorosos—. Lo siento mucho, Bella, sé que es tu primo, pero la persona en que se ha convertido… Es una porquería que no vale nada —digo intentando apaciguar a mi monstruo interior.
—Lo sé, Justin, recuerda que le di una bofetada por actuar como un idiota —me contesta Bella mientras dos lágrimas se desprenden por sus mejillas e inmediatamente mi niña y Nessie corren a abrazarla fuertemente.
—¿Qué tiene ese zoquete en la cabeza?¿Cómo puede creerle a Alice y todas sus calumnias de buenas a primeras? —Lizzie suspira acariciando el cabello de su cuñada que sigue abrazada a ellas—. Conociéndonos perfectamente, en especial a Bella, que han convivido juntos desde niños... —dice mi niña que está ardiendo de la rabia.
—Ese chico no es mi primo, Lizzie. No reconozco a este Jasper, —suspira—, Alice lo tiene comiendo de su mano y el muy idiota se deja —asevera con tristeza Bella, recostando su cabeza en el hombro de mi niña.
—Amor, todo se solucionará. En algún momento, Jasper se dará cuenta de su error —afirma Edward, arrodillándose delante de ella y mirándola con mucho amor.
—Esperemos que no sea demasiado tarde —comenta Bella, acariciando la mejilla de Edward.
No puedo entender cómo el idiota de Jasper puede hacerle daño a su prima, que es una chica encantadora y que lo ama como un hermano.
—Chicos, se nos hace tarde, debemos irnos, —interrumpe Nessie, mirando el reloj.
—Marcharos tranquilos, yo recojo esto en un momento —asegura mi niña separándose de Bella para comenzar a coger las cosas de la mesa.
—Brujita, deja eso para luego que llegarás tarde y es el primer día —dice Edward deteniéndola
—Tranquilo, Edward, me quedo con ella. He venido en coche, así que llegaremos pronto, —me apresuro a decir.
—Está bien, nos vamos. Cuídala, amigo, y pórtate bien, brujita, —se despide sonriendo de una forma que casi puedo asegurar que sospecha algo y consiguiendo que mi niña le saque la lengua antes de volver a lo que está haciendo.
En el instante en que los chicos salen por la puerta, mi niña corre a mis brazos, sentándose ahorcajadas sobre mis piernas, y me da un beso hambriento que me toma por sorpresa, pero llama mi atención por la sensación de temor impreso en él.
—¿Qué pasa, mi niña? —pregunto una vez que nos separamos y recupero el aliento.
—Por un breve momento sentí miedo —dice dándome otro beso en los labios—. Sé que sonara estúpido, pero por un segundo te imaginé con mi prima y sentí pavor de perderte de nuevo, —esconde su rostro en mi pecho, forzándome a separarme lo suficiente para tomar su mentón y obligándola a subir su rostro hasta que nuestras miradas se unen.
—Amor, fuiste, eres y serás mi única dueña. Fui tuyo desde que nuestras miradas se cruzaron aquel día, te pertenezco en cuerpo, alma y mente, —acaricio su mejilla—. Lizzie, no hubo nadie antes, mucho menos durante nuestra relación y jamás habrá alguien después, porque para mí eres tú o nadie —le aclaro con absoluta sinceridad, no quiero que se sienta insegura.
—Para mí es igual, nene. Me arrepiento tanto de haberte alejado, —suspiramos a la vez—. Te amo. —Responde haciéndome el hombre más feliz al escuchar salir esas palabras de sus labios.
—También te amo. Eres mi vida, Lizzie —digo pegándola más a mí para luego unir nuestros labios en una maravilloso beso donde nos demostramos todo el amor que nos profesamos.
Nos besamos por varios minutos más hasta que el reloj ya no nos lo permitió, luego, recogemos y ordenamos la cocina rápidamente, no sería bueno llegar tarde el primer día, así que rápidamente nos montamos en el auto y en menos de diez minutos estamos en la puerta de su facultad, donde me despido de ella con un beso en la frente, a lo que mi amor me responde con uno en la barbilla, mientras que al mismo tiempo ambos articulamos un mudo te amo con los labios, para luego dirigirme velozmente, pero flotando, a mi edificio esperando que las clases se pasen rápidamente para estar de nuevo con mi niña.
En cuanto entro a mi primera clase, saludo a mis compañeros del año pasado, contándonos cómo hemos pasado el verano y si habíamos podido realizar algún tipo de prácticas. Las clases de este día son para conocer a los profesores que impartirán los temarios y hacer un breve repaso sobre lo que estudiaremos este año.
—A por nuestro tercer año de medicina deportiva y fisioterapia, quién iba a decir que lo conseguiríamos —exclama eufórico Lucas, uno de mis compañeros de carrera, mientras nos dirigíamos a la última hora antes del almuerzo.
Y menuda sorpresa me llevo al encontrarme a Edward en esta clase. En el momento en que se percata de mi mirada, me saluda sonriente y me indica que me siente a su lado.
—¿Qué haces en esta clase? —pregunto confundido y él solo se ríe.
—Este año compartimos tres clases, Microbiología, Anatomía Patológica y Cronobiología —me dice riéndose por la cara que debo tener.
—Genial, si no comprendo algo ya sé a quién acudir —asevero palmeando su hombro y ambos rompemos a reír hasta que el profesor nos da una mirada de advertencia.
Cuando por fin termina la hora, me despido de mis compañeros y me marcho con Edward hacia la cafetería, charlando amenamente. En cuanto llegamos, ya están la mayoría de los chicos allí, así que nos dirigimos directamente a la enorme mesa que han preparado y que desde hoy se convertirá en nuestro lugar.
—Hola, gente, —saludamos ambos, y todos nos responden el saludo sincronizadamente, haciendo que estallemos en carcajadas.
—Amor, ¿qué tal tu primer día? —le pregunta Bella a Edward dándole un beso en los labios.
—Genial, este año pinta ser muy interesante, además de que comparto tres clases con mi amigo —responde codeándome juguetonamente, pero sin soltar la cintura de Bella. — ¿Cómo te fue a ti, amor? —le sonríe plantando un casto beso en sus labios.
—Muy bien, las asignaturas son muy completas e interesantes —le comenta Bella mientras se marchan a por su comida.
Me entretengo un rato charlando con Stephan y Jared que este año se unen al equipo, después de haber realizado con éxito las pruebas de la semana pasada.
En se momento, aparece riendo Kevin acompañado de Alec, el cual viene quejándose de dos de sus profesores.
—Ya estás protestando el primer día, Alec —le dice entre risas Garret, que viene acompañado de dos sonrientes Kate y Nessie.
—Si no lo hiciera, no sería él —grita Elena, con su comida en mano, junto a una sonriente Martha, quien va a la misma clase que Alec.
—Cállate, futura enfermerucha, que no sabes lo que ha pasado, —gruñe Alec cruzándose de brazos y las risas resuenan en la cafetería.
—Vamos, Alec, tampoco ha sido tan grave —dice Martha una vez que llegan a la mesa.
—Claro, como a ti el profesor no te ha cogido manía nada más verte —suspira—. Mejor me marcho a por mi comida —añade enfurruñado, poniendo rumbo al buffet.
—Martha, cuenta ya mismo lo que ha ocurrido —ordena sonriente Kim, que está sentada en la mesa.
—Espera, que nosotras también queremos saber —chillan Jane y Maggie mientras ponen sus libros encima de la mesa, dando paso al relato de Martha, que resulta ser muy divertido.
—Justin, ¿no vas a ir a por tu comida? —pregunta Emmett, que viene con una bandeja repleta de comida y seguro que luego irá a por más.
—Sí, ahora mismo voy, no te preocupes —contesto sonriéndole a mi amigo, y James y Laurent se vienen conmigo, ya que acaban de llegar. Mientras esperamos para pagar, conversamos entre otras cosas sobre nuestras carreras y lo difícil que será este curso.
—Oye, James, ¿dónde dejaste a Victoria? —pregunta divertida Kim una vez que nos sentamos en la mesa.
—Katherine me la raptó con la excusa de que necesitaban tiempo de chicas, —bufa—. Tienes una hermana perversa —sentencia mirando a Elena, que se encoje de hombros antes de soltar, "No es nada nuevo", haciéndonos reír a todos.
—Justin, ¿dónde vas con tanta comida? —inquiere divertido Kevin, señalando mi plato.
—No es solo para mí, sino también para Lizzie —respondo con timidez y los silbidos no se hacen esperar.
—Chicos, aprended de Justin, mejor os iría —dice Irina y las chicas afirman con la cabeza, mientras que los chicos solo bufan.
—No sigas así, amigo, que cada vez nos costará más contentarlas —sugiere Thomas, originando risas de nuevo.
Los chicos se enfrascan en una amena conversación, a la cual no presto interés por no parar de mirar fijamente a la puerta, esperando que aparezca mi niña. Un suspiro escapa de mis labios, llamando la atención de Edward.
—Te dio duro el amor, ¿eh? —se burla sonriéndome.
—No tienes idea, bueno tal vez sí, porque pones la misma cara de idiota cuando esperas a Bella —argumento, regocijándome al ver su mirada de chasco.
—Qué te puedo decir, el amor es así —me contesta, encogiéndose de hombros y abrazando a Bella.
Estoy a punto de hablar cuando oigo el más maravilloso sonido, la risa de mi niña, quien a los pocos segundos entra por la puerta del brazo de Diego, que le susurra algo haciéndola reír. Diego, en cuanto me ve, la carga como una recién nacida y mi niña recuesta su cabeza en su pecho como si fuera una bebé.
—Menuda pareja, no tengo ni idea cómo pueden aprobar las asignaturas, —bromea Nessie al observar a Lizzie y Diego.
—Supongo que en clase se comportaran y estarán muy calladitos —agrega divertida Elena.
—Elena, por favor, estamos hablando de Diego y mi peque, que no se callan ni debajo del agua, —se burla James haciéndonos reír, pero mi vista no se despega de mi Lizz.
—Me he encontrado desamparada y desvalida a esta pequeña criatura por los pasillos.¡Oh, pobre! Estaba aterrada, pues su príncipe se le ha perdido —nos explica Diego mientras mi niña finge estar llorando, todos en la mesa no podemos parar de reír—. Encantadora criatura de los pasillos, ¿acaso se encuentra aquí tu príncipe? —Lizzie abre los ojos y le guiña para luego girarse hacia mí y sonreírme.
—Sí, noble caballero, mi príncipe está aquí —dice mi niña sonriendo mientras se baja de sus brazos para sentarse a mi lado, recostando su cabeza en mi hombro.
—¿Este es tu príncipe? —pregunta Diego, aparentando sorpresa— ¡Mierda, lo quería para mí! —Simula estar enfadado, consiguiendo que toda la mesa vuelva a explotar en carcajadas.
—Lo siento, amigo, pero este chico tiene dueña —le digo mientras paso el brazo por los hombros de mi niña.
—Ni modo, tendré que buscarme otro, —sonríe. — ¿Quién quiere ser mi príncipe? —pregunta al resto y un silencio sepulcral se instala en la mesa—. Nos peléis por mí, hay Diego para todos —se señala a si mismo, haciéndonos reír de nuevo. Con él, es imposible aburrirte. Se acerca de nuevo a nosotros para susurrarle algo en el oído a mi niña, quien al instante se sonroja mientras se incorpora para golpearle, pero Diego sale corriendo hacia al buffet gritando, "Sabes que tengo razón, pequeña criatura de los pasillos".
—Eres un idiota, ahora no pienso contarte nada—le chilla mi niña entre risas, acomodándose de nuevo junto a mí.
—¿Qué fue lo que te dijo para que te pusieras como un tomate, Lizzie? —pregunta Emmett, que a la hora cotillear no le gana nadie.
—Nada que te importe, oso, son cosas nuestras, es privado —le contesta aún sonrojada para luego susurrarme—: Lo que me ha dicho es que sabe que me muero por besarte y, siendo sincera, tiene toda la razón, —una boba sonrisa se instala en mis labios al mismo tiempo que la atraigo hacia mí y beso su frente.
—También muero por besarte, amor, —sonrío sintiendo su piel ponerse de gallina—. No te preocupes, daremos con el momento oportuno —musito bajito para que solo ella me escuche.
—Dejad de cuchichear que es de mala educación y más si el resto no podemos enterarnos, —se burla Laurent, sonriéndonos pícaramente.
—¡Vamos, hablad! Que aquí no hay secretos —apremia Bella, muerta de risa, y todas las miradas de la mesa se enfocan en nosotros.
—¿Qué pasa? ¿Por qué miráis todos a Lizzie? —pregunta Diego, sentándose con su bandeja de comida al lado de mi niña.
—Quieren saber qué es lo que me dijiste antes de echar a correr —le contesta mi Lizzie, pidiéndole ayuda con la mirada, y él asiente en señal de entendimiento, se tienen mucha confiada y complicidad.
—Ah, ¿era eso? —Sonríe travieso—. Solo le recordaba que tuviera cuidado con nuestro profesor de perfiles criminales, el cual resulta ser un viejo verde al que le da igual la carne que el pescado, —nos cuenta encogiéndose de hombros antes de ponerse a comer.
—¡Menuda decepción, esperaba algo mejor! —exclama Jared, soltando un aburrido suspiro.
—Para ti no tiene gracia porque no has visto cómo le tiraba los tejos a tus compañeros —comenta tan tranquilo Diego y todos volvemos a reír.
—No me digas que intentó coquetear contigo —inquiere Garret, intentando controlar su risa.
—En absoluto, no soy para nada su estilo, mi belleza no le atrae. En cambio, Kevin, Stephan, Thomas, Emmett y tú, lo volveríais loco —declara Diego sonriente—. Si queréis, os preparo una cita, —levanta la cejas, consiguiendo que todos rompamos en carcajadas, menos Garrett, que no se espera para nada esa respuesta.
—Amor, tranquilízate, que no irás a ninguna cita sin mí —le dice Kate a su novio, abrazándolo.
—Diego, ¿dónde dejaste a Bree? —pregunta Nessie.
—Se fue a comer con sus padres, ya que mañana salen de viaje —le responde con una sonrisa y un guiño de ojo. — ¿Qué tan cierto es el rumor de que te mudas? —Cambia radicalmente de tema Diego.
—Tan cierto como que tenemos trabajo esta tarde —contesto sonriendo, mirando a Edward.
—Exacto —dice Edward, girándose hacia él—, y serán bienvenidos todos lo que quieran echar una mano, —sonríe.
—Encantado lo haría, pero tengo un compromiso previo, —se disculpa Diego sin querer entrar en detalles, pero al ver la sonrisa de mi niña me imagino que va a conocer a sus suegros.
—Suertudo Emmett, más cerveza y pizza para ti —dice riendo Kevin, que le han puesto al corriente de todo en el desayuno, y el oso no tarda en comenzar a deleitarnos con su bailecito.
—¡Señor, qué te hecho para que me des un hermano así! —clama Bella mirando al techo y haciendo que todos reventemos en risas, hace mucho tiempo que no me divierto tanto.
—Estaré ocupado, pero trataré de acabar pronto para ir ayudaros, por lo menos en lo más importante —asevera Diego, sonriendo maliciosamente y mirando a Lizzie, alguna travesura tienen planeada.
—¿Y qué es para ti lo más importante? —inquiere Nessie, adelantándose a los demás.
—Fácil, comer pizza y beber unas cervezas con mis amigos —responde riéndose y contagiándonos a todos con sus risas, menos a Emmett, que de inmediato para su baile, cruzándose de brazos y observándonos enfurruñado.
—Eres malvado, amigo —le dice Lizzie aún recostada en mi hombro.
—Lo aprendí de la mejor —contesta Diego guiñándole un ojo, pero mi niña se hace la ofendida.
—Yo no soy malvada —exclama Lizzie haciendo un delicioso puchero que me incita a que lo bese, necesito de toda mi fuerza de voluntad para contenerme y no besarla frente a todos.
—¿Enumeramos las travesuras que has hecho? —pregunta Diego con los dedos listos para enumerar y mi niña esconde su rostro en mi cuello, haciéndome cosquillas con su respiración.
—Simples travesuritas sin mala intención —se defiende mi amor.
—¿Ahora lo llamamos así? —le despeina el cabello con una mano, haciéndonos reír a todos.
—Vosotros, estos shows los ensayáis antes de venir, verdad —dice Bella riendo aunque más bien parece una pregunta.
—Somos pura espontaneidad. En poco tiempo, nos darán un programa en la tele, —bromea Diego.
—¡Mierda, Diego, no tenemos representante! —exclama mi niña, fingiendo horror.
—Pff, ahora nos tocará hacer entrevistas, menuda tortura —expresa Diego, masajeando sus sienes como si estuviera agotado de imaginar el trabajo.
—Yo seré vuestro representante, brujita, no hace falta que busquéis más —se ofrece serio Edward.
—Ni lo sueñes, seré yo porque, con mi porte y personalidad, nadie es capaz de resistirse —declara James, brincando en su asiento.
—Para nada, chicos, el elegido soy yo, —afirmo sonriente.
—Eso no puede ser —asevera Elena, poniéndose en pie con las manos en las caderas—. Ni tú, —señala a Edward—, ni tú —señala ahora James—, y mucho menos tú, —me señala—, pueden representar a Diego y a Lizzie, la mayoría de las discusiones familiares son a causa de problemas laborables, así que la representante seré yo, una persona neutral, —finaliza su discurso de lo más contenta al ver que no la rebatimos.
—Así se habla, amiga, los dejaste sin palabras, —acota Jane abrazándola.
—Nosotras no pelearemos, seremos las asistentes personales de Diego y Lizzie, —asegura Nessie, señalando primero a Bella y después a ella.
—Claro que sí, dado que las asistentes saben todos los secretos y como conocemos los de Lizzie, solo nos faltarían los de Diego, que no será difícil, así no tienen porqué contárselos a un desconocido, —añade con convicción Bella.
Mi niña, sonrojada, esconde su cara en mi pecho, mientras que a mí se me escapa una risa al saber que Bella está equivocada, porque hay un secreto que no sabe y eso me encanta.
—Entonces, Maggie y yo seremos las maquilladoras y peluqueras —afirma Kate, chocando sus manos con Maggie.
—Solo quedamos nosotras cuatro. Pero está solucionado, Kim será vuestra entrenadora personal, —señala a nuestra amiga, que se levanta y hace una reverencia—, Irina será vuestra estilista —la señala y esta levanta sus pulgares—, y Martha junto conmigo nos dedicaremos al tema de publicidad —sentencia graciosa Jane mientras aplaude dando pequeños saltitos.
—Sí, contratadas. Tendré a las chicas más guapas del campus para mí —grita eufórico Diego, brincando en la silla y logrando que nos tronchemos de risa.
—Mierda, chicos, con todas las locuras que hacéis, cómo narices aprobáis las materias, —niega Stephan con la cabeza, simulando molestia.
—Es de lo más sencillo, somos sabiduría andante —responde Diego con una sonrisa de oreja a oreja.
—Y sobre todo humildad, —se burla Jared, ganándose una fulminante mirada de Lizzie.
—Ni le hagas caso, pequeña, es todo pura envidia, darían lo que fuera por tenernos en sus clases —contraataca Diego al mismo tiempo que mi niña y él se sacuden los hombros con las manos, como quitándose polvo, el típico gesto de nos da igual y somos los mejores, consiguiendo que otra vez la mesa estalle en carcajadas.
—Sinceramente a mí me encantaría que estuvieseis en mi clase,—sonríe Alec fingiendo una enorme tristeza. — ¿No os interesa cambiar de carrera? Mirad que arquitectura es de lo más interesante, —ofrece poniendo un puchero de perrito abandonado, haciendo que las risas aumenten.
La comida sigue entre bromas, comentarios de lo más graciosos y por supuesto muchas risas. Estamos en plena conversación, bueno más bien los chicos se están burlando de cómo Stephan y Jared consiguieron pasar las pruebas para entrar al equipo de fútbol, cuando siento unas miradas fijas sobre nosotros.
Disimuladamente me giro y me encuentro al trío de arpías, acompañadas de la sabandija de Jasper, observando a mi niña con odio, así que jalo a mi amor para sentarla en mi regazo, por supuesto que no se niega, sino que se acurruca en mi pecho.
—¡Oh, chicos! Si no estaba tan lejos, sé que aman y que soy irresistible, pero no había necesidad de que desocuparan el asiento para tenerme más cerca —dice Diego, saltando de inmediato a la silla donde estaba Lizzie.
—¡Oh, mi amado caballero! Es que no puedo estar sin ti —dice mi niña—, Necesito risas en mi vida, sino me muero, —sonríe con carita angelical que derrite hasta a la persona más fría.
—¿Y yo qué? —pregunto aparentando enfado.
—Amor, a él lo necesito en mi vida, sin embargo, tú eres mi vida —musita bajito en mi oído, haciendo que mi corazón se hinche de felicidad.
—Genial, ahora soy el bufón, —se queja Diego cruzándose de brazos.
—Nada de eso, eres el amigo gracioso que todos aman —contesta Lizzie acariciando con dulzura su cabeza, ocasionando que Diego comience a ronronear como un gato y la mesa entera volvamos a reír.
—Me voy a poner celoso, brujita —dice Edward poniendo un puchero que Bella besa de inmediato.
—Hey, no beses a mi hermana delante de mí, —le regaña Jacob con una sonrisa burlona.
—Déjalos en paz, Jacob Swan, o no me vuelves besar, —le reprende Nessie consiguiendo que este pierda el color.
—Cuñadito, creo que no entendiste bien lo que te dije, ¿verdad? Puedes besar a mi hermanita cuantas veces quieras, después de todo, es tu novia, —se retracta Jake, ganándose un beso de Nessie.
—Dominado —le grita Emmett y, en un despliegue de obvia madurez, Jake le saca la lengua.
—Gracias, cuñado. ¿Sabes? Solo esperaba tu permiso para poder hacer esto —dice Edward, cargando a Bella y sentándola en su regazo para plantarle un voraz y apasionado beso no apto para el público. Los silbidos tanto por nuestro grupo como por el resto del comedor no se hacen esperar.
—Trío venenoso a las diez en punto —murmura entre dientes James, señalando con la cabeza hacia el buffet.
—Y vienen con su fiel protector —susurra con coraje Laurent, refiriéndose a Jasper.
Me pregunto qué tanto miran y que están esperando para marcharse hacia su habitual mesa, cuando me fijo en sus "compañeras", mejor dicho criadas, colocando la mesa como si ellos fueran de la realeza.¡Menuda vergüenza!
El momento de la verdad ha llegado. Es hora de ponerles las cosas en claro a esa gentuza. Me levanto con mi niña en brazos y se la entrego a Diego, quien la recibe con una sonrisa al mismo tiempo que abre sus brazos.
—Ven, amore mío, sé que es imposible vivir sin mí, —asegura mientras la sienta en su regazo, consiguiendo que la enorme mesa estalle al completo en carcajadas.
—Vuelve pronto —me susurra mi niña y le guiño el ojo, después le indico a Diego con la mirada que no la suelte. Ambos sabemos lo impulsiva que es y no me agradará que la digan alguna estupidez.
—¿Dónde vas? —me pregunta Alec al percatarse de mi acción.
—Tengo que aclarar ciertas cosas —le contesto sin entrar en detalles, aunque todos saben lo ha ocurrido.
—Voy contigo —afirman varios chicos de la mesa, entre ellos Kevin que ayer no se encontraba en la fraternidad.
—No, algunos de vosotros ya tuvisteis vuestra oportunidad. Ahora me toca a mí —sentencio con voz firme.
—Vaya que sí —alega Thomas con una sonrisa, acariciándose los nudillos.
—Ahora déjenme a mí, no permitiré que nadie le falte el respeto a Lizzie, —asevero con la sangre hirviendo.
—Aww, peque, tu propio caballero de brillante armadura, —se burla James con una sonrisa que me dice dales caña, y eso es lo que hago al asentir.
—Mierda, esto sí que no me lo pierdo —declara Jacob, acomodándose mejor en su silla y pasando su brazo por los hombros de Nessie.
—Ni que lo digas, hermano. ¿Habrá palomitas de maíz? —pregunta Emmett asomándose—. Cualquier espectáculo es mucho mejor con palomitas, da igual que sean dulces o saladas, —sonríe travieso, marcando sus hoyuelos.
—Emmett, para ti hasta contar los coches que pasan por la calle es mejor con palomitas de maíz —dice Bella, ocasionando la risa de todos.
—¿Necesita un escudero caballero de brillante armadura? —pregunta Alec situándose a mi lado y sonrió, negando con la cabeza. —Mierda, yo que quería verlo desde primera fila, —se queja marchándose a su sitio donde se deja caer en la silla.
—Vuelvo enseguida, mi niña —le digo besando su frente.
—Te espero, nene —susurra besando mi barbilla.
Escucho un suspiro colectivo, me vuelvo y me encuentro a las chicas desparramadas en sus asientos como si estuvieran desmayadas y a sus parejas abanicándolas.
—Joder, Justin, ahora todas estarán detrás de ti —apunta Laurent, aparentando estar disgustado.
—Lo siento, pero este caballero tiene dueña —digo guiñándoles el ojo, logrando que rompan en carcajadas. Oigo susurros por su parte, pero los ignoro, tengo unas alimañas que aplastar.
—Hola, capitán —ronronea Rosalie flirteando conmigo, tanto su voz como sus insinuaciones me provocan nauseas, paso de ella, enfocándome directamente en Jasper.
—Quiero hablar contigo, "amigo" —digo con una falsa sonrisa.
—Tú me dirás —murmura con voz temblorosa y más cuando de reojo mira a la mesa donde están mis amigos.
—Solamente quiero dejarte en claro algunos puntos acerca de mi vida privada, que por cierto no son de tu incumbencia, pero como osaste opinar sobre ella, no me queda otra que ponerte las cartas sobre la mesa —respiro profundo.
—Punto número uno, según comentaste, Rosalie está interesada en mí y deseas que ambos seamos felices. Te explico, por mucho que ella quiera estar conmigo, lamento decirte que no estoy, ni estaré, interesado jamás en una mujer superficial que se alegra de la desgracia ajena y usa a las personas a su antojo —mi tono de voz es elevado, pero quiero dejar en claro que entre la barbie y yo nunca podrá existir absolutamente nada.
—Vamos con el punto número dos. Amo a Lizzie desde la primera vez que la vi, siempre lo he hecho y siempre lo haré, si bien nuestra relación está en un break, eso no quiere decir que piense en otra persona, sino ha habido nadie antes que ella, cómo te atreves a pensar que podrá haber alguien después, es más, dudo mucho que pueda llegar a existir una mujer que le llegue siquiera a los talones y mucho menos que sea capaz de captar mi atención —ellos solo me observaban con las caras pálidas, principalmente Rosalie.
—Punto número tres, sé que hay otra persona interesada románticamente en mi niña, sin embargo, te aclaro que esa persona por mucho que desee estar con Lizzie no puede porque sabe que ella jamás amará a otra persona que no sea yo. Nos pertenecemos y sobre eso no hay nada que se pueda hacer, ¿o sí? —Jasper abre los ojos como platos en el momento en que aludo a Thomas, pues sabe perfectamente bien así a quién me refiero—, Jasper, no hagas caras extrañas, mi amigo mantuvo una charla conmigo y sabes qué, decidió ser feliz con alguien que quiere y ella lo quiere, aceptando la situación. Si él, que la ama, lo admitió; tú, que no tienes vela en este entierro, no tienes absolutamente nada que opinar.
Inhalo aire de nuevo. —Punto número cuatro, y este espero que tu cerebro lo capte tanto o más que los anteriores, nadie, absolutamente nadie, tiene permitido faltarle el respeto a mi niña, es más, ni siquiera mirarla mal. Sé todo lo que dijiste anoche, palabras que no pienso repetir porque jamás me referiría así a mi Lizzie. Todo lo que les dedicaste a Lizzie y Nessie, voltea a tu lado para que te des cuenta de que esas palabras son perfectas para ellas, a las que defiendes, —señalo con la mirada a Rosalie, Alice y Tanya.
—Es una verdadera lástima que, por promesas, de las que no me interesan para nada los detalles, que te haya hecho Alice, creas todas las idioteces que salen por su boca. Pensé que eras más inteligente, pero obviamente me equivoqué, porque también vas y tratas mal a Bella, tu prima, la cual te ama como un hermano, y a la que tendrías que proteger y defender de venenosas arpías malintencionadas, que se mueren de envidia por querer tener lo que ella tiene, pero allá tú, es tu vida y son tus decisiones. Solo te recuerdo que estás cambiando el oro por nada —termino de hablar esperando que recapacite, pero por su mirada sé que no hay nada que hacer.
—Justin, no sé qué te han dicho, pero Jasper seguro no quiso decir... —comienza a decir Alice, pero la callo con la mirada. Claro y yo soy Nathan Archibald, el actor de Gossip Girl, ella se cree que soy tonto.
—Alice, no te metas, que para ti también hay. Mira, pequeña, estás tan podrida por la envidia que das pena, precisas de culpar a otros de tus propios errores y difamar para hacer creer que eres "la buena", "la víctima". Cómprate una vida y deja de ser una sanguijuela que se alimenta de las vidas ajenas —respondo, dejándole en claro que sus caritas y palabras nunca me convencerán.
—A mi hermana no le faltes al respeto, puedes ser el capitán del equipo y el chico que me gusta. Te aseguro que soy mucho más mujer que Lizzie y te lo puedo comprobar cuando quieras —suelta Rosalie, no sé si en defensa u ofreciéndoseme como si estuviera en una subasta.
—¿Escuchaste lo que dijiste? ¿Pensaste al menos las palabras que salieron de tu boca? Para qué pregunto si sé que la respuesta es no —suspiro negando con la cabeza—. ¿En realidad estás defendiendo a tu hermana o te me estás proponiendo? Pregunto porque es confuso, pero te lo aclararé para que lo entiendas. Si le hablo así a tu hermana es porque ella dio pie a que lo hiciera en el momento en que difamó a mi niña y a sus amigas; créeme, en mi cabeza quedaron contenidas muchas palabras que quería decirle, pero que vosotros no tengáis la educación para deteneros no quiere decir que yo no la tenga.
Inhalo profundo para lo que sigue a continuación. —Ahora, sobre lo que has mencionado de ser más mujer que mi Lizzie, permíteme dudarlo completamente. Puede que tengas muchísima más experiencia que ella, si cada uno de los hombres que han estado contigo te han enseñado cosas nuevas, entonces felicidades, estás apunto de hacer tu doctorado —aclaro esperando que su mente lo haya comprendido.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunta Tanya, la hueca mayor.
—-Cierto... Lo siento, permíteme explicarme. Si cada hombre con el que ha estado, le hubiera entregado un granito de arena, en este instante el Sahara estaría en una terrible carencia. Ojo, me da igual, cada uno es libre de hacer lo que quiera —le explico como si fuera una niña pequeña y los rostros de las tres palidecen.
—¡No te permito que les faltes al respeto! —exclama indignado Jasper, poniéndose frente a mí con aires de protector.
—Jasper, no les he faltado el respeto, solo he dado mi opinión. Los que comenzasteis con las ofensas fuisteis vosotros, —suspiro con cansancio, es imposible explicar algo cuando no se sabe escuchar—. En fin, no voy a tolerar una injuria en contra de las chicas y mucho menos en contra de Lizzie, porque se las verán conmigo, —aseguro acercándome, demostrando que no le tengo nada de miedo.
—Eres un idiota capitanucho de cuarta que se deja manipular por ese nido de arpías. ¿Quién te asegura que el tiempo que estuvisteis separados Lizzie no brincó de cama en cama? —escupe con veneno Jasper y todo se vuelve rojo en ese momento. Así que, antes de poder procesar la acción, mi puño se estrella contra su cara, haciéndolo caer como boxeador noqueado.
—¡Jamás, en tu miserable vida, vuelvas a faltarle el respeto a mi Lizzie! ¡Ni si quieras te atrevas a mencionar su nombre porque lo manchas con toda la mierda que traes! Esto no es nada más que una advertencia, si me entero de que sigues calumniando a mi niña, estaré más que encantado de enviarte a hacerle una visita al hospital más cercano y estarás tan agradecido de estar allí que querrás quedarte por mucho tiempo —clamo furioso, pero sin levantar la voz. No pretendo montar un escándalo, estoy tan concentrado en calmarme para no zurrarle que no siento a algunos de mis compañeros del equipo acercarse hasta que Brad se pone a mi lado.
—¿Necesita ayuda, capitán? —inquiere Brad sonriendo fanfarronamente, entonces miro hacia atrás y el resto de mis compañeros tienen golpeando el puño en la palma de la otra mano en claro signo de amenaza.
Somos una gran familia, si te metes con uno, te metes con todos. Sin embargo, esta es mi lucha.
—Por el momento no merece la pena, chicos, no obstante, si escuchan que siguen difamando a mi chica o a sus amigas, —señalo con la mirada primero a Jasper y luego a su séquito de acompañantes—, tienen barra libre para defenderlas, sé de ante mano lo imaginativos que son —asevero sonriendo al recordar ciertas cosas, bueno travesuritas sin importancia, como diría mi niña.
—¿Y nosotros qué? —me pregunta gritando Edward desde la mesa donde todos los chicos están en la misma posición que mis compañeros de equipo.
—Dejemos las cosas como están, ya han sido advertidos y con suficientes testigos para que después no vayan llorando, diciendo que se les atacó sin razón. Son conocidos por lanzar la piedra y esconder la mano. De todas formas, se acabó, no consentiré ninguna injuria más contra mi niña o tendrán que atenerse a las consecuencias y para nada serán agradables — aseguro totalmente serio para que vean que no me estoy tirando ningún farol.
En ese instante, me percato de que las nuevas amistades de Jasper hacen acto de presencia, colocándose en posición de ataque.
—Jasper no está solo, "capitán", y las chicas tampoco —escupe la palabra como ofensa Félix, un idiota que intentó entrar el año pasado en el equipo y por supuesto no lo había consiguió. Desde entonces, siente un profundo odio por mí—. Si se atreven a tocarles un solo pelo a las chicas, sepan que tienen quien las defienda, —me mira desafiante, esperando que me amedrente y lo único que recibe de mi parte es una cínica sonrisa.
—Nunca en mi vida he tocado ni tocaré a una mujer con intención de lastimarla y mucho menos golpearla, cosa que no se puede decir de alguno de vosotros —asevero sin desviar mi mirada de la suya.
—En tal caso, capitán, solo prevenirles que si atacan, no seremos tan pasivos y nos sentaremos a observar —me asegura Mike, dando un paso al frente como queriendo intimidarme.
Menudo idiota, siempre a la sombra de su amigote Félix.
—Eso jamás lo esperaría, después de todo, sois unos caballeros. Sería una lucha justa, según vosotros —contraataco con aburrimiento.
—Sobre advertencia no hay engaño, capitán —afirma Royce, el que faltaba.
Nunca más cierto el dicho, "Dios los crea y ellos se juntan".
—Lo mismo va para vosotros, una sola palabra contra mi chica y entonces sabrán quién soy, no seré para nada benévolo a la hora de defenderla —aseguro amenazante.
—Claro, con tus compañeros de equipo a tu servicio cualquiera es valiente —apunta Jasper, acomodándose la mandíbula.
—No recuerdo que alguien del equipo, aparte de mí, te haya tocado cuando caíste al suelo, —sonrío burlón para luego cambiar a una expresión dura—. Jasper me basto y me sobro para defender a la mujer que amo de ti y de todos los que dicen ser tus amigos —asevero retándolo con la mirada.
—¿La mujer que amas? —pregunta Rosalie en un susurro— ¡Ella te dejó! —exclama indignada.
—Exacto la mujer que amo y me puede dejar mil veces, siempre estaré esperando su regreso porque jamás existirá nadie que se le pueda igualar. Mi Lizzie es única y si no quiere estar conmigo, ten por seguro que serías la última mujer sobre la faz de la tierra con quien quisiera estar. Si no estoy con mi niña, preferiría irme a un monasterio y convertirme en monje porque, para mí, no hay otra mujer por la que valga la pena disfrutar de ser un hombre en toda la extensión de la palabra —revelo, viendo cómo Rosalie y Alice palidecen al mismo tiempo que su mirada transmite la envidia que sienten al saber que, como sigan así, nadie las amará incondicionalmente nunca.
—Te tienen bien cogido por las pelotas, —se ríe de su comentario Renata, una de las compañeras de hermandad Kappa, señalándome con su manicura roja.
—Y te digo una cosa, me encanta que así sea porque estoy en manos de la mejor mujer del mundo. Una que no usa manipulaciones, ni calumnias, ni chantajes para tener un hombre a su lado como tampoco tiene que andar como un perro callejero, arrastrándose para ver qué migajas de cariño puede recoger. Mi niña es perfecta y por ello soy más que feliz de que me tenga agarrado por las pelotas, como has dicho —expongo solo una milésima parte de la maravillosa mujer que es mi amor.
María comienza a reír sarcásticamente, captando mi atención. En realidad, ni me había dado cuenta de que esta aquí, al igual que Ángela,la copia barata de Tanya, quien lima sus uñas como si fuera lo más importante del mundo.
—¿Algo gracioso? —inquiere Tanya, enviándole una mirada envenenada.
—Sí, nunca imaginé que al capitán del equipo de fútbol americano le gustara ser un dominado —contesta mirando a Tanya con una sonrisa maliciosa, haciéndole entender lo enamorado que estoy. Hasta las chicas de su hermandad tienen que explicarle las cosas.
—¿Y eso qué tiene de malo? —Suspira Ian, uno de mis amigos y compañero de equipo—. La chica del capitán es muy linda y encima sabe de fútbol —comenta, mirando a mi niña y guiñándole el ojo.
Todos mis compañeros, desde que la conocieron, sintieron un gran cariño por ella.
—¿Y eso es tan necesario para salir con un jugador de fútbol? —pregunta Ángela, devorándose a los chicos con la mirada.
—Querida, si te interesa salir con un futbolista es indispensable que sepas de qué trata el juego. No solo por ser animadora y poneros esos trajecitos y brincar, nos tendréis a vuestros pies, menuda tontería. Además, gran parte de las animadoras entienden sobre el juego, en cambio, hay otras que no saben ni cuál es el balón —dice Jhonny haciéndome sonreír, mis compañeros y amigos siempre a mi lado—. Ella es perfecta para el capitán, bonita, inteligente, le encantan los deportes y sabe mucho de fútbol. Es la mujer que todo hombre desea tener a su lado —asegura sonriente, que aprecia mucho a Lizzie. De hecho, son muy buenos amigos y casi siempre vemos los partidos juntos.
—Gracias, Jhonny —chilla mi niña—, te acabas de ganar las cervezas y puede que hasta la pizza, —le sonríe dulcemente.
—¿Comerás conmigo mientras vemos algún partido? —pregunta emocionado Jhonny.
—Claro que sí, además, te reto para ver quién es capaz de comer más pizza —le contesta mi niña con una maravillosa sonrisa que ilumina toda la cafetería, mi corazón se hincha de alegría al notar que toda esta mierda no le está afectando.
—Celulítica—escupe Rosalie, ocultándolo con una tos. Encima, cobarde.
—Mierda, Jhonny, yo también quiero pizza y cervezas para el próximo partido. Con Lizzie y las chicas es más divertido porque no se andan quejando y comiendo verdura como los conejos —le grita divertido Stephan desde la mesa, haciéndonos a reír a todos.
—He entendido perfectamente lo que has dicho Rosalie y debo decirte que mi niña es simplemente perfecta en todo —aclaro mirándola serio y sorprendiéndola, pues piensa que nadie la ha escuchado.
—Por favor, antes de que te des cuenta, con todas las porquerías que ingiere, estará gorda y fofa —insiste Alice, mirando con asco a las chicas.
—La amaría exactamente de la misma manera, tenga el físico que tenga. Mi niña es bella por dentro y por fuera, pero os aseguro que amo más su belleza interior, su pureza y nobleza. En cambio, ustedes, señoritas, lo único que poseen es su físico, algo que no es suficiente, porque por dentro están podridas de envidia, odio, rencor y vanidad. Por mucho que mi amor engordara y se pusiera... ― ¿cómo dijiste, Alice? ―...ah, sí, gorda y fofa, valdría su peso en oro, comparada con vosotras —refuto cansado de sus tonterías.
—Justin, te estás pasando de la raya —me avisa Jasper que está rojo de coraje y con sus puños y dientes apretados, pero manteniendo la distancia entre nosotros. ¿Pasándome de la raya? ¿Acaso no se acuerda de cómo trato a las chicas ayer? Será imbécil.
—¿En qué aspecto? —pregunto haciéndome el inocente.
—¿En que no paras de insultar a las chicas? —inquiere Demetri, intentando ocultar una pequeña sonrisa. No es un mal chico, todo lo contrario, al igual que su amigo, Santiago, lo malo son las amistades que tienen.
—¿Yo? —cuestiono aparentando no saber de lo que habla—. Jamás le faltaría el respeto a una mujer, injuriándolas o diciéndoles palabras malsonantes. Si te pones a recapitular todo lo que anteriormente he mencionado, te darás cuenta de que lo único que he hecho es defender a la mujer que amo y dejar bien en claro que preferiría morir solo y célibe que estar con una mujer superficial, —termino encogiéndome de hombros.
—Vamos, hombre, no has parado de llamarlas huecas, envidiosas, mentirosas y no sé que más. Eso, en cualquier lado, son insultos —asevera Santiago, otro de los nuevos amigos de Jasper, al menos este también es buena persona.
—Justin, no voy a permitirte más insultos. Ellas son grandes chicas, no se merecen tus sucias palabras —murmura Jasper entre dientes pasando del rojo al morado y viceversa, parece que le va a dar algo en cualquier momento.
—Perdón —digo con ironía—. Sólo quise constatar los hechos y explicar ciertos puntos, y como a eso he venido, haré un resumen antes de volver con mi niña y dejar de perder el tiempo con vosotros.
Inhalo profundamente. —Jasper, que sea la última vez que insultas a mi niña o te las verás conmigo. El golpe que te di, tómalo como una pequeña advertencia de lo que puede pasar. Ah y si cualquiera de mis compañeros tiene que defenderla, no le eches la culpa a Lizzie o a mí, será por tu estupidez y por no pensar las cosas dos veces antes de hablar de ella, sea bueno o malo. Alice, por favor, cómprate una vida y deja de estar entrometiéndote en las vidas ajenas. En serio, deja a Lizzie y a las chicas fuera de tu veneno o se te puede volver y entonces sabrás lo que es probar de tu propia medicina. Rosalie, no digas, ni si siquiera insinúes, que existe la más mínima posibilidad de algo entre nosotros. Eso sería como querer remover agua con aceite. Yo solo amo y amaré a mi niña, así que no pierdas tu tiempo, ni nos hagas perder el nuestro al tener que aclarar, eso solo existe en tu imaginación —repito mis palabras por última vez o al menos eso espero.
—No entiendo porqué demonios la defiendes tanto, yo estoy dispuesta a todo por ti, mientras que esa no te da ni la hora y allí vas tras ella como un perrito —murmura llena de rabia Rosalie.
—¿Estás segura de ello? —le pregunto, enarcando una ceja—. Rosalie, como te he dicho antes y te lo vuelvo a repetir por enésima vez, le pertenezco a ella, estemos o no en una relación, y no puedas afirmar o negar algo simplemente porque no estás las 24 horas de los siete días de la semana con nosotros. Limítate a opinar sobre las cosas de las que tengas certeza absoluta, sino muérdete la lengua —reitero aburrido.
—En serio, espero que hayan comprendido la advertencia y que no la echen en saco roto. Ahora me marcho, mi amor me espera, —observo a Gianna que ha estado de lo más incómoda con todo esto, le sonrío y ella me devuelve una triste sonrisa—. Gianna, en nuestra mesa hay un lugar para ti, ¿vamos? —ofrezco ganándome una sincera y agradecida sonrisa de su parte mientras se acerca a mí, estiro mi brazo invitándola a que se agarre de él, lo que hace de inmediato, y los chicos en la mesa no paran de silbar y vitorear.
—Capitán, nos vemos más tarde y acuérdate de que estamos para lo que necesites, ¿y tenemos que hablar de varias cosas por lo que veo? —me guiña el ojo Brad mientras palmea mi hombro amistosamente—. Nos alegramos mucho por los dos —me dice al mismo tiempo que los chicos asienten sonrientes. Sé que pronto quedaremos para comer y ponernos al día en todo, son grandes amigos.
—Gracias por todo, chicos, —les agradezco sonriente.
—Somos una gran familia, capitán, siempre protegiéndonos y cuidándonos —asevera Ryan antes de que se retiren de nuevo a su mesa. Cuento con unos magníficos amigos y compañeros.
—Te traigo a tu chica, amigo —le digo a Thomas sonriente una vez que llegamos a la mesa.
—Gracias, pensé que tendría que ir por ella —me responde, rodeándola con su brazo.
—Gracias por todo, Justin —me dice Gianna apenada.
—Por nada, amiga —contesto extendiendo mi mano y ella la estrecha con gusto, siento un cálido y familiar cuerpecito rodearme.
—Eres el mejor, nene —musita mi niña, acercándose a mi oído—. Muero por besarte —susurra haciéndome estremecer.
—Todo por ti, amor —susurro en su oído para luego besar su frente y, como es costumbre, me besa en la barbilla.
Comunicaros que en el grupo de facebook "EL jardín de los hechizos de Maya" podéis encontrar los álbumes de los fics, así como adelantos, encuestas y muchas cosas más de mis historias. El link lo tenéis en mi perfil, Os esperamos.
Si queréis disfrutar de clases sobre fútbol americano ahora que se va acercando el partido, nuestra coach, os lo explica encantada en el grupo de Facebook.
El Link del trailer tan maravilloso realizado por mi amiga Teresa lo tenéis en mi perfil.
Este capítulo va dedicado a todas/os mis nuevas/os y antiguos lectores, y os doy las gracias por vuestro apoyo a está historia. Estaré esperando vuestros comentarios que hacen superarme en cada nuevo capítulo.
A mis lectoras silenciosas gracias por estar ahí.
Gracias a mis lectoras por tomaros el tiempo de dejar vuestros reviews que me llenan de ilusión y me dan fuerza para continuar.
Muchísimas gracias a todos los que me habéis añadido a favoritos y alertas, también a mis lectoras anónimas gracias por estar ahí.
Dar las gracias a:
Aliena Cullen, Emmaly Swallen , Pauly Mp, Tecupi, Pili, Jde HSos, Kjmima, patymdn, jackie. rys, Car cullen Stewart Pattinson, Adriana Molina, kaja0507, jupy, rosy,canal.10, flaca paz, Adriu, Alixa Cullen, saraipineda44, cavedano13, Cary, Esmeralda C, Isa Labra Cullen, Paz, Liduvina, Isabella Swallen, caresgar26, cry, piligm, Lyra, Laury D, CelyJoe, AngieSCullen, Chiki Garcia, Sambita 74, ClaudiaHernandez, BreezeCullenSwan, Danny VasquezP, Vero Grey Cullen, ShirlyM. Cullen
Si me faltó alguien por dar las gracias, por favor, mandarme un inbox, y los Guest poner un nombre para poder agradeceros.
Espero sus comentarios y sugerencias de todo corazón.
Muchos besitos y mordisquitos de Edward para todos mis lectores.
