DISCLAIMER: Sólo los personajes pertenecen a la maravillosa escritora Stephanie Meyer; la trama de la historia, los lugares y algunos personajes son de mi propiedad.

"Todas mis historias están registradas en SafeCreative. Tenedlo en cuenta al momento de adaptar, copiar, o publicar cualquiera de ellas sin pedir mi autorización"

Beteado por mi amiga Emotica GW, que me acompañara en esta aventura. Mil gracias guapa.

Hola a todas/os:

Aquí os dejo un nuevo capítulo. Espero y os guste.

El link de la Soundtrack lo tenéis en mi perfil

Las canciones del capítulo:

Are You Gonna Go My Way — Lenny Kravitz

All There Small Things — Blink 182

Again — Lenny Kravitz


Sensación de Vidas Universitarias.

Capítulo 20 Mudanza y Sorpresas

Justin Pov:

Lo único que no estará será el sofá, ya que me lo pienso llevar. No solo porque fue nuestra primera compra juntos, sino por los buenos recuerdos que tengo —susurro rozando sus labios.

Y por mí, podemos sumar más —musita mi niña abrazándome y nos hago girar al ritmo de la música, está sonando una hermosa balada a la cual le sigue una de las canciones más movidas de Led Zepellin y, como niños, nos ponemos a dar saltos por el salón sin parar de reír, por lo que no nos enteramos de que han abierto la puerta.

¿Qué diablos están haciendo? —pregunta Emmett en tono acusador, sobresaltándonos.

Empacar y bailar —responde mi niña sin más.

Seguro... ¿Y por qué están con otra ropa? —inquiere Emmett, cruzándose de brazos, y los chicos detrás están muertos de la risa.

Emmett Swan, no tengo por qué darte explicaciones, lo fulmina mi niña con la mirada—. Solo te diré que no pensaba ir a mi sesión con Arizona con unos pantalones de yoga y una camiseta vieja. Esa es la razón de que esté con otra ropa y, antes de que preguntes porqué Justin también lleva otra ropa, hazte tú la misma pregunta, —le aclara molesta, frunciendo el ceño al mismo tiempo que señala la vestimenta del oso, que es distinta a la de esta mañana.

Me cambié para estar más cómodo a la hora de cargar las cajas —contesta Emmett, agachando la cabeza como si lo hubieran regañado.

Ves, ahí tienes tu respuesta, oso, —sonríe—. ¿Algo más que necesites saber? —cuestiona mi Lizzie, intentando no reírse.

Mierda, os traía preparado un discurso acerca de la protección y me lo echasteis a perder, —se queja Emmett, haciendo un puchero, y todos rompemos en carcajadas.

Hermano, tendrás que guardar tu discurso para otra ocasión —dice entre risas Jake.

Emmett, ¿sabes algo acerca de esos temas? —se burla Thomas.

Thomas tiene razón, ya que tus últimas citas han sido con tu mano, —se pitorrea James.

Vosotros no sabéis nada. Es el sexo más seguro, —se defiende y las paredes del apartamento retumban de las risas.

Bueno, chicos, esas son cosas que mis virginales oídos no deben escuchar, —ríe—. Por cierto, ¿dónde están Bella y Nessie? —pregunta mi niña al no verlas.

Se han marchado con las chicas a tomar algo, alegando que estaremos mejor sin ellas —contesta Edward encogiéndose de hombros.

Traducido, no les apetecía nada trabajar —añade riendo Kevin.

Que se diviertan chicos, me voy que llego tarde. —Mi niña besa mi mejilla—. Nene, sentir tu cuerpo es lo mejor que existe —susurra en mi oído, haciendo que mi cuerpo se estremezca.

Lo mismo para ti, mi niña. Suerte en tu sesión —le digo sonriendo y suelta una risita.

Nos vemos, vampirito, te quiero, —se despide mi Lizz abrazándolo y besando su mejilla.

Te quiero, brujita, cuídate y llámame si me necesitas —asevera con voz dulce Edward.

Luego de que mi niña se despida de todos y se marche, los chicos no tardan en desparramarse en el sofá y, sin poder evitarlo, me río a carcajadas.

¿Qué te traes? —pregunta suspicaz Edward levantándose rápidamente del sofá y sentándose en uno de los sillones.

Nada, solo me estaba imaginando el tipo de charla que tendríamos con Emmett —respondo encogiéndome de hombros.

Está fenomenal el apartamento, nunca pensé que fuera tan grande —asevera Thomas.

Está muy bien decorado, tienes buen gusto, halaga Kevin, observando a su alrededor.

En cuestión a la decoración a quienes tienes que felicitar esa mi madre y a Lizzie —aclaro sonriendo como estúpido, menos mal que no se dan cuenta.

Dejaros de tonterías y al grano con el interrogatorio —dice Laurent, moviendo las cejas.

Pensamos que aprovecharían su tiempo a solas —asevera Jake sonriendo malicioso. ¡Ja! Por supuesto que lo hicimos, pero no se los diré.

Claro que lo hicimos, ¿no ven la cantidad de cajas? —contesto señalando el lugar donde están apiladas.

Venga ya, de seguro que al menos hubo besitos —añade Thomas, entrando también al juego.

Por supuesto, o no vieron que le di uno de despedida, también le di uno en agradecimiento por ayudarme —respondo como si nada, pero por dentro estoy saltando al recordar cómo fue la ayuda.

Estás tonto, si hubiera estado en tu lugar, ni loco desaprovecho un minuto a solas con mi chica —apunta Kevin frotándose las manos.

Cuando sea mi chica, no dudes de que lo haré —aseguro moviendo las cejas y haciéndolos reír.

Chicos, para mí que se la pasaron empacando. Mirar el montón que hay ahí —dice Edward señalando la pared donde hay varias cajas amontonadas.

Vamos que todavía quedan cosas por embalar —asevero, comenzando a llenar una caja con mis CD.

Pero este sofá es muy cómodo —dice Emmett acomodándose mejor.

Ni que lo digas, por eso me lo llevaré —aseguro sonriente. No dejo ese sofá por nada del mundo.

Te puedes comprar otro, va a costar mucho trabajo sacarlo —comenta Laurent todo repantigado en el sillón.

Puedo comprar otro, pero no quiero. Este sofá es muy valioso para mí, lo eligió Lizzie —explico con una sonrisa boba en el rostro.

Wow, ya lo perdimos —exclama riendo Thomas.

No hace falta que lo digas, si lo tiene así de cogido sin nada de nada. Imagínate cómo estará después de que... —Edward no deja terminar la frase a Emmett, lanzándole un cojín.

No me interesa saber, —se apresura Edward, caminando hacia el montón de cajas—. Creo que podemos empezar llevando esto a los coches, —asiento en acuerdo.

¿Y lo que falta? —pregunta Kevin.

Lo más necesario ya está, —afirmo palmeando su hombro.

En marcha —dice Jake.

Y entre risas, comentarios tontos y bromas, las cajas se van acabando.

Una vez que bajamos todo lo que hay embalado, comenzamos a llenar varias cajas más. De pronto, escuchamos unas fuertes risotadas que proceden del dormitorio y todos nos apresuramos para ver qué ocurre. Al entrar, veo que Emmett tiene en la mano las cosas de mi niña.

No sabía que tenías estos gustos —dice batiendo las pestañas.

Son de Lizzie, las dejó aquí antes de terminar nuestro noviazgo —explico sin poder evitar que mi voz se apague―, Y, bueno, las saqué por si quería utilizarlas para arreglarse para su cita ―digo y luego una sonrisa se forma en mis labios al recordar nuestra ducha.

Justin, eres bipolar. Primero, parece como si fueras a llorar y ahora sonríes como idiota, —asegura Kevin, mirándome confuso.

Para nada soy bipolar, solo recordaba unas graciosas anécdotas que Lizzie me ha contado —le contesto sonriendo, bueno, más bien hizo, pero eso es solo para mí.

Mirad, está apunto de escurrirle la baba, —se burla James.

Por mi niña babeo, me arrastro y no me avergüenzo de ello —respondo con orgullo.

A nuestro amigo sí que le pegó fuerte el amor, —se cachondea Jake, poniendo cara de tonto.

Sí, desde hace casi un año —afirmo con total franqueza.

No hace falta que lo menciones, solo hay que ver la cara de idiota que pones en cuanto ves a Lizzie, —se burla Laurent poniendo morritos y besando al aire, haciéndonos reír a todos.

Pues es exactamente la misma cara que pones tú cuando hablas o ves a Irina, —me defiende Edward. Gracias, cuñado.

Mejor saquemos estas cajas a la sala que ya están llenas, —avisa James levantando una, pero se tropieza con no sé qué y la caja cae al suelo, desparramando todo lo que hay en su interior por el suelo, allí se encuentran los álbumes de fotos de mi niña y mío—. Tiempo muerto, esto hay que verlo, —coge uno de los álbumes mientras se acomoda en la cama.

Esto se merece unas cervezas, —apunta Emmett. Cómo no.

Como buen anfitrión, voy a la cocina a por ellas. Al final, me decido por llevar dos six-packs y cuatros botellas sueltas, así toca una para cada uno. Justo cuando me estoy acercando, escucho sus comentarios.

...cuándo fuimos, —termina la frase Edward, sin darme indicios de lo que estaban hablando.

Sí, pero poned atención a los ojos de Lizzie en todas las fotos. Me encanta ver ese brillo en mi peque. —A mí también, James.

Pero lo ha recuperado, —asevera Thomas—. Desde que está más cerca de Justin, ha regresado.

Me llena de dicha ver a mi brujita feliz —afirma contento y emocionado Edward.

Mirad esta, chicos, es genial —dice riendo Laurent.

Parecen muérdagos, —bromea Kevin y en ese momento decido hacer acto de presencia, ya que las cervezas me comienzan a pesar.

Nada más entrar, Emmett corre en mi ayuda.

Gracias, oso, —le agradezco sinceramente.

De nada, amigo, son Budweiser, mis preferidas —contesta abriendo una cerveza y dando un buen trago.

Ahora sigamos con este, —sugiere Kevin cogiendo otro álbum.

En serio, Justin, parece que Lizzie tiene un imán. En todas las fotos estáis pegados, hasta las que os hicieron sin daros cuenta —comenta Jake, sonriendo malicioso.

¿Y te molesta? —le pico para saber qué me va a responder.

A mí no me molesta, pero de seguro a Ed sí, —se defiende Jake.

Edward lo mira riéndose y negando con la cabeza.

Jacob, así estás tú con mi pitufa y no te digo absolutamente nada, —le acusa Thomas.

Por favor, no compares, Justin está mil veces peor, —se justifica Jake.

¿Apuestas? —lo reta Thomas sonriendo malvadamente y logrando que Jake ponga cara de espanto, conoce las bromas a las que se arriesga si pierde.

Mejor lo dejamos así —contesta Jake y estallamos en carcajadas.

Miren esta, chicos —dice Kevin señalando una donde estamos en la playa, acompañados por algunos de mis compañeros de equipo con sus novias.

¿Por qué miras así a mi peque? —me sonríe—. Ella no es un pedazo de carne —me reclama James.

Yo tampoco soy monje y con ese bikini se veía… —suspiro, ya que no hay palabras para describirlo —Wow, —río.

Fijaos en ese baboso de ahí, cómo se la come con la mirada —añade Kevin señalando la foto.

Contemplo con más atención la fotografía y es verdad, uno de los hombres que pasaban por allí miraba con lujuria en nuestra dirección.

¿Quién asegura que la mirada era para Lizzie y no para Justin? Mira que con ese cuerpo, hasta el más hombre le sale la vena gay —agrega riendo estruendosamente Jake.

Mierda, Jake, espero que no le vayas a dar calabazas a mi hermana con Justin, —recrimina entre risas Thomas.

Qué me dicen de esta —dice Emmett brincando en la cama—. Ese día me tiré en bomba a la piscina y empapé entera a Eli que me dejó sin postre. —Todos reímos al recordar la cara de pena de nuestro amigo.

Justin, ¿no me digas que esta os la tomaron en la sala Wiltern? —pregunta con emoción Laurent.

Sí, es cuando fuimos al concierto de Evanescence explico sonriendo al ver la foto donde tengo a mi niña abrazada por la espalda y ella estaba recostada en mi pecho.

Pero fijaos en mi brujita, extrañaba esa sonrisa —dice con un deje de nostalgia Edward—. Gracias por traerla de vuelta, amigo. —Se me forma una sonrisa estúpida de solo pensar en ser el causante de tan bella sonrisa.

Si por mí fuera, esa sonrisa jamás se borraría de su rostro —aseguro y Edward palmea mi espalda.

Wow, ¿esta dónde fue? —pregunta intrigado Kevin.

En un partido de básquet —digo encogiéndome de hombros.

¡Un partido...! ¡Fue el mismísimo juego de las estrellas! Cuando quise comprar, las entradas estaban agotadas y aquí nuestro amigo, no sé que brujería utilizó, pero consiguió una para Lizzie y otra para él. La muy brujita me lo estuvo restregando en la cara por días —exclama Edward fingiendo enfado.

Recuerdo que cuando llegamos, estabas viendo la televisión y mi niña se puso a modelarte la camiseta autografiada que le regalé, —me burlo, fue un momento de lo más divertido.

Cómo olvidarlo, una camiseta firmada por todos los que jugaron esa temporada. Ni siquiera todos los que fueron al partido consiguieron una, al ser edición limitada —cuenta Edward, dándome una mirada acusadora.

Tuve suerte por ser uno de los primeros en acercarme a comprarla —me excuso—. Quería que mi niña tuviera un bonito recuerdo, —reímos al ver la cara de fastidio de mi cuñado.

Reíros, vosotros no tuvisteis que verla durante ya no sé cuánto tiempo bailando por toda la casa todo los días con la camiseta puesta, —se queja Edward, cruzándose de brazos, y sonrío al recordar cómo Lizzie lavaba todas las noches la camiseta para ponérsela al día siguiente.

A mí no tienes porqué decirme nada, debes reclamarle a tu hermana, —me encojo de hombros—. En ningún momento le dije que hiciera eso —añado entre risas.

Aún me acuerdo de la cara de espanto que puso cuando le dije, Brujita, vas a desgastar la camiseta de tanto usarla, —rememora sonriendo malvadamente Edward.

Cierto, ese día me encontraba allí y la peque salió corriendo a su cuarto, pidiéndoles a gritos a los dioses de la camisetas autografiadas que protegieran la suya y creo que desde entonces no se la ha vuelto a poner —comenta James partiéndose de la risa.

Os acordáis de este día, cuando a las chicas, incluyendo a Eli, Carmen y Esme, se pusieron a jugar a las modelos, —evoca Emmett enseñándonos la foto en la que estamos todos en el jardín de la casa de Elizabeth y Anthony. A las mujeres se les ocurrió hacer una pasarela y nosotros éramos los jueces, fue de lo más divertido—. Todas andaban de manera exagera, pero lo de Lizzie fue demasiado, —Emmett imita a mi niña, moviendo las caderas por toda la habitación.

Emmett no te burles de mi niña, —lo reprendo intentando aguantar la risa.

Tenéis que reconocer que es de lo más graciosa. Como cuando se dobló el tobillo y brincaba en un solo pie y a cada saltito que daba decía awaawa —explica intentando imitarla.

Entonces todos le brincamos encima y comenzamos a hacerle cosquillas, menos James que se puso a grabar la escena con el móvil porque el oso se ríe y grita como una niña cuando le hacen cosquillas.

¿Vas a seguir burlándote de mi brujita? —le pregunta Edward mientras este se retuerce porque Thomas está atacando sus costillas.

Sísísísísísísísí...Nononononono. —Pobrecito el oso, ya ni siquiera sabe qué dice.

Suéltenlo de una vez —dice entre risas James.

Jo, si es de lo más divertido, —se queja Kevin.

Sí, pero si se mea en la alfombra no creo poder recuperar la fianza, —bromeo sentándome en la cama y dando un trago a mi cerveza mientras los chicos se mueren de la risa.

Sigamos viendo esto, —sugiere Thomas que tiene en sus manos el álbum azul, ahí están las que nadie ha visto, son fotos que le tomé a mi niña a lo largo del tiempo con mi móvil.

Este álbum mejor que no —digo porque sé que todavía le duele a Thomas y no creo que sea bueno que vea unas donde mi niña está en la cama; tapando su cuerpo desnudo con la sabana y el cabello revuelto, por lo que se sobreentiende lo sucedido momentos antes.

¿Por qué? ¿Apareces ahí engañando a Lizzie? —me pica Jake.

No, no... Lo que pasa es que son fotos nuestras, muy personales, —aclaro y creo que me ruborizo. Anotado, no acercarse a Bella que contagia los sonrojos.

No me digas que se fotografiaron mientras... me pregunta gritando Laurent y los demás me miran interrogantes.

Por supuesto que no, nunca le faltaría el respeto así a mi niña. Son fotos privadas de nosotros, es como... —No encuentro las palabras—. Es algo nuestro, chicos, —intento explicarlo con timidez.

Bien, estás perdonado, toma —asevera sonriente Thomas, entregándome el álbum, cuidándolo en mis brazos más que al balón cuando estoy jugando.

Vamos a seguir buscando —dice el tonto de Emmett por no llamarle de otra manera, ya que vacía otra caja tirando todo al suelo.

¿Qué haces, imbécil? —Lo regañamos todos a la vez, asustándolo.

Así fue cómo James sacó los otros álbumes —contesta Emmett con un ridículo puchero.

¡No la vacié apropósito! ¡Se me cayó, animal! —exclama hastiado James, negando con la cabeza.

Bueno, ya que está hecho, vamos a cotillear que hay. —Toma un sobre que inmediatamente abre, y levanta un par de entradas para un concierto al que pienso llevar a mi niña—. Dos entradas en primera fila con pases VIP para el concierto de Metallica en el Straples Center. Nuestra parejita, rockera de corazón, —suspira teatralmente—. Nunca entenderé cómo a Lizzie y a ti os puede gustar esa música, si es toda ruido —inquiere moviendo negativamente la cabeza.

Emmett, si en algo aprecias tus... —Miro hacia su parte baja, haciendo que se cubra con las manos—, Nunca vuelvas a decir eso. Este es uno de los mejores grupos de rock de la historia y si Lizzie te llega a escuchar, no creo que habrías salido bien parado —le digo aparentando estar muy enojado y, con manos temblorosas, el oso me entrega las entradas junto con los pases mientras los chicos están tirados por el suelo muertos de risa.

Joder, Justin, cuando te pones en ese plan, das miedo. Ahora entiendo por qué eres tan buen jugador, acojonas de verdad, —afirma el oso mirándome con carita de cordero degollado y, sin poder aguantar, estallo en carcajadas acompañando a los chicos, quienes están doblados de la risa.

Ahora continuemos viendo más fotos —dice Thomas sin poder parar de reír y las risas aumentan al ver unas donde están Lizzie y Edward, haciéndose travesuras y poniendo caras raras.

Mi amor... —habla Emmett suspirando, lo que nos hace girar a verle por la voz afeminada que hace. En sus manos tiene una de las notas que mi niña me dejó—...te veías tan guapo durmiendo que no quise despertarte y menos después de mantenerte despierto toda la noche, voy a comprar el desayuno, vuelvo lo más pronto posible, te amo. —Argh, el muy...está haciendo caras y gestos, imitando a mi niña. No dudo en brincarle encima y los chicos se unen.

En medio del estúpido ataque a Emmett, suena mi móvil y aunque consigo zafarme rápido del grupo, no llego a tiempo para contestar. Inmediatamente después, suena el teléfono del apartamento y contesto antes del segundo timbre.

¿Hola? —pregunto porque no veo el identificador por la prisa de contestar.

Hola, cariño, soy Elizabeth. ¿Cómo estás? —saluda mi suegra mientras intento controlar la respiración antes de hablar.

Me encuentro muy bien, gracias. ¿Vosotros qué tal estáis? —pregunto rápidamente, necesito recuperar mi voz.

Estamos bien. ¿Qué te pasa, hijo, te escucho fatigado? —me contesta con un deje de preocupación.

No pasa nada, es solo que estaba jugando con los chicos, no te preocupes —respondo sonriendo, siempre está al pendiente de todos nosotros.

Me tranquilizas, cariño. Disculpa que te moleste, pero un pajarito me ha dicho que te mudas a la fraternidad con los chicos, —ambos reímos porque sabemos que ha sido mi niña—. Como sabes, Carmen, Esme y yo decoramos las habitaciones de los chicos y queríamos saber si nos permitirías decorar también la tuya, sabes cuánto nos apasiona hacerlo, —me pide y casi puedo asegurar que está haciendo el mismo puchero que su hija.

En ese momento Edward me pregunta gesticulando, "¿Quién es?", a lo que le respondo articulando, "Tu mamá", parecemos dos locos. Entonces me dice,"Salúdamela", y asiento.

Hijo, ¿sigues ahí? Siento haberme entrometido, cariño, si no lo deseas, no quiero que te sientas obligado a aceptar —dice a modo de disculpa. No pensé que Edward me hubiera distraído tanto.

Nada de eso, Elizabeth, para mí es un honor que lo hagan. Sé de antemano que me encantará, tienen muy buen gusto. Lo que pasa es que Edward se encuentra aquí y te manda saludos —explico rápidamente.

Pon el altavoz, cariño, quiero saludar a mi bebé —exclama riendo y hago lo que me pide.

Hola, bebé. ¿Cómo estás? —saluda cariñosa Elizabeth, haciendo que la cara Edward pase por todos los colores.

Estoy bien, mamá. ¿Cómo estáis vosotros? —saluda con ternura Edward.

Estamos más que bien. Ay, bebé, no sabes lo feliz que estoy de que Justin viva con vosotros. ¡Y decoraremos su habitación! —suelta entusiasmada, logrando que Edward y los chicos estallen en carcajadas. —Hola, chicos, pensé que Edward y Justin estaban solos —añade risueña.

Hola, Eli hermosa, —saluda meloso Emmett.

Hola, tía linda, —saluda cariñoso Thomas.

Hola, preciosa —dice James.

Hola, guapa, —saludan Jacob, Kevin y Laurent.

Hijos, qué gusto da hablar con vosotros, siempre piropeándome. Mi Tony va a ponerse celoso —declara divertida y todos reímos.

Es lo menos que te mereces, Eli —vuelve hablar el mimoso de Emmett.

Ay,mi osito, tan meloso como siempre, espero que estés portándote bien y no molestes a los chicos —dice y me la imagino señalando con el dedo.

Jamás haría tal cosa —contesta haciendo un puchero como si pudiera verle.

Thomas; corazón, tu mamá me ha dicho que tienes novia, más te vale que la traigas el sábado para que la conozca y le dé el visto bueno. Mi niño se merece una buena mujer a su lado —asevera amorosa Elizabeth que considera a Nessie y a Thomas como sus sobrinos.

Cuenta con ello, el sábado nos tendrás ahí, tita, pero no te preocupes, verás que es una chica magnifica —asegura sonriente Thomas.

Me alegro, corazón, te mereces ser feliz —responde cariñosa.

Justin, cariño, ¿seguro que no te molesta que decoremos tu habitación? —pregunta insistente como si pensara que me estaba sintiendo obligado.

Ya te dije que no, será un honor que lo hagan. Sé de sobra que quedará perfecta, tienen un gusto excelente —afirmo con total franqueza.

Totalmente de acuerdo, amor, tienes un magnifico gusto. Mira que escoger a este galán por esposo... —confirma Anthony al otro lado de la línea, al parecer ella también nos tiene en altavoz, y nosotros rompemos en risas por su ocurrencia.

Hola, papá, —saluda Edward.

Hola, Anthony, —saludamos el resto al mismo tiempo.

Hola, chicos. ¿Divirtiéndoos con la mudanza? —pregunta risueño.

Bastante, papá, terminaremos para el próximo ciclo solar, si James y Emmett no dejan de vaciar las cajas en vez de llenarlas —responde sarcástico Edward.

Hey, que fue un accidente, —se defiende rápidamente James.

Yo solo estaba buscando más fotos, —se apresura a decir Emmett.

Entonces, niños, lo dejamos tranquilos para que puedan seguir con el traslado —dice divertida Elizabeth.

Justin, ¿listo para el partido? —me pregunta Anthony.

Claro que sí. No dudes que ganaremos. Aunque Stanford es un gran rival, —añado haciéndolo reír.

Allí nos tendrás el domingo para animar al mejor mariscal de campo —afirma haciendo que se me hinche el corazón. Aun cuando mi relación con Lizzie terminó, nunca dejaron de acudir a los partidos para verme, siempre me siguieron considerando de la familia.

No se vale, Tony. ¡No puedes apoyar al equipo contrario! —exclama Emmett, ganándose varias collejas por parte de los chicos.

Me refiero a Justin, más te vale que te retractes o te retiro la invitación a la comida del sábado, —le regaña Anthony, consiguiendo que Emmett pierda el color.

Solo era un broma, Tony, todos sabemos que el mejor mariscal es nuestro amigo aquí y que va a patearles el trasero a los de Standford —agrega fingiendo inocencia.

De acuerdo, Emmett, pero como castigo por la broma a Justin te toca cargar el doble de cajas —asevera Anthony, sin poder evitarlo todos estallamos en risas al ver la cara de espanto de nuestro amigo.

Pero Tony, Eli... —protesta el oso como niño chiquito.

Nada de Tony y Eli, respeta a Justin, que es parte de la familia —le reprende Elizabeth. Cómo amo a mi suegrita.

Wow. Justin no conquista a la hija, pero si a los padres, te defienden casi más que al hijo, —se burla a Emmett, echándose a reír.

¡Emmett Swan! ¡Te quedas sin postre el sábado! Es más, vendrás media hora antes para subirme unas cajas al desván, —le recrimina Elizabeth, aparentando enojo.

No defendemos más a Justin que a nuestro bebé. Es como si defendiéramos a nuestra bebita y da gracias porque no esté ella aquí —sentencia Anthony, fingiendo estar enfadado.

Pero, Tony, él pretende quitarte a tu princesita, —me acusa Emmett, intentando justificarse.

No pongas esa excusa, oso, tú sabes que no perderíamos una hija, sino ganaríamos un hijo —aclara Elizabeth que sabe cómo hacer sentir bien a uno.

Mejor me marcho, todos estáis en mi contra —asevera Emmett, pisoteando como un niño berrinchudo.

Deja de hacer el tonto, Emmett, nadie está en tu contra. Pero cualquiera se sentiría feliz de poder presumir a un quarterback y no uno cualquiera, sino al mejor en la familia —asegura mi suegro, haciéndome sonrojar.

Pero todavía no pertenece a la familia, —se burla riendo James.

Estoy más que seguro de que pronto lo será, —alega Anthony.

Seguro que mi niña algo les ha contado, nunca ha podido guardarles un secreto a sus padres ni a su hermano.

Si sigues así, James, te quedas sin postre como Emmett. Dejen en paz a Justin y terminen de empacar, —ríe Elizabeth—. Y por la cena no se preocupen, les mandaré una deliciosa comida para que recuperen fuerzas —nos avisa con voz dulce.

No te preocupes, no es nece... —me corta mi suegra con un shhhh.

Nada de no es necesario, es para vosotros y las chicas. Hablando de las niñas, ¿dónde están? —inquiere con curiosidad Elizabeth.

Tita, se fueron a tomar algo para hablar de sus cosas —le explica Thomas.

Vamos, Eli, que no tenían ganas de trabajar —comenta riendo Laurent.

Y eso que las ayudamos con su tarea para que pudieran venir, —se queja Jacob.

Es la purita verdad, Eli, la única que echó una mano fue Lizzie —añade Kevin riendo pícaro.

Nuestros bebitos son un cielo, hermosa —le dice Anthony a Elizabeth, que suelta una risita mientras que Edward está muerto de vergüenza por lo de bebé, pero tiene una gran una sonrisa en su cara.

Antes de que se me olvide. —Uh, ese tono de voz de Eli—. Edward Anthony Masen, ¿cuándo piensas volver a traerme a mi nueva hija? —lo regaña.

Mamá, el sábado estará ahí sin falta, le caíste genial —responde con una sonrisa boba al pensar en su Bella.

¿Solo tu mamá? ¿Y el suegro qué? —cuestiona Anthony, simulando enojo.

Ambos, papá, dijo que son fantásticos y que estará encantada de veros el sábado —contesta riendo Edward.

Aquí los esperamos a todos. Saben que nos encanta tener la casa llena —asegura Elizabeth.

Cuídense, chicos. Emmett, no olvides tu castigo, cargar el doble de cajas y venir el sábado a ayudar a mi hermosa, —se despide Anthony, haciéndonos reír a todos menos a Emmett que está enfurruñado—. Y, si te portas bien, tendrás postre el sábado. —A nuestro amigo se le forma una enorme sonrisa en la cara.

¡Qué emoción! Llamaré ahora mismo a Carmen y Esme para empezar con el diseño de tu habitación. Besitos para todos y saluden a las chicas —clama emocionada y todos reímos. Seguro está dando saltitos. No podemos despedirnos, pues cuelga rápidamente.

Chicos, será mejor que nos pongamos de nuevo al trabajo —sugiere Edward y estoy en acuerdo total. Entre las fotos y la llamada, se nos ha ido mucho tiempo—. Ya seguiremos viendo las fotos tranquilos en la fraternidad, —sonríe malicioso y todos se ríen antes de comenzar de nuevo con la faena.

Ya llevamos un rato largo guardando más cosas cuando escuchamos un estruendo desde el dormitorio. Corremos para ver qué sucede y nos encontramos a Emmett tirado en el suelo al lado del armario.

¡Qué carajos pasó, Emmett! —le regaña Jake.

Estaba guardando en esa caja, —señalo una medio llena—, lo que está arriba, pero ese banco no me sostuvo y se ha roto —dice y miro el banquito de plástico revestido de madera que le compré a mi niña. Está todo destartalado y con las patas rotas.

Emmett, llegas perfectamente sin subirte a nada. Ese banquito lo compré para Lizzie para que pudiera alcanzar las cosas, le riño—. Ya verás cuando se entere de lo que le ha ocurrido a su taburetito, —finjo cara de horror, consiguiendo que los chicos se partan de risa, pero conozco perfectamente a mi niña y sé que su reacción no será para nada agradable.

No le digas nada, por favor, compraré uno igual. No quiero que se enfade conmigo. Además, pensaba que lo utilizabas tú —dice incorporándose con un quejido. — ¡Mierda, mi trasero! —Se soba graciosamente, logrando que las risas aumenten.

Sabes que alcanzo perfectamente —le instruyo entre risas como si fuera un niño.

Ya decía yo que no eras tan chico. —Pone cara pensativa—. ¿Por qué no compraste uno más resistente? —pregunta meditativo.

Emmett, lo compró para mi brujita y puede perfectamente con su peso. Lo que nadie se imaginaba es que un mastodonte se fuera a subir —le explica Edward riendo, puesto que los demás no podemos parar de troncharnos de risa al verle masajear su trasero.

Ya no se rían más de mí, —se queja ofendido.

Debes recoger todo el destrozo que has originado y guardar todas las cosas que tiraste mientras nosotros seguimos guardando los libros y discos —le avisa Thomas y, con un puchero, Emmett se pone a su tarea.

Casi estoy terminando de guardar algunos DVD de los partidos cuando se escucha un grito para nada masculino.

Sííí...Yo...Mi...Uno...quiero...Di que sí... Mierda... Yo quiero —balbucea entrando al salón con un sobre en las manos que rápidamente identifico.

¿Qué te pasa ahora, Emmett Swan? —le pregunta mordaz Kevin.

¡Miren el tesoro que me he encontrado! Dos entradas en primera fila para el partido de los Lakers contra los Bulls —exclama eufórico, sacando las entradas del sobre y mostrándoselas a los chicos.

¿Cómo las consigues? —indaga Edward, acariciando con adoración uno de los tickets.

¿Conseguir qué? —pregunto inocente.

Estas entradas. Me tienes que llevar —dice haciendo una imitación pirata del puchero de mi niña y solo puedo sonreír.

Lo siento, Ed, pero la otra entrada es para Lizzie. Si fuera otro partido, te llevaría encantado —le aseguro sonriendo.

¿Lizzie sabe de las entradas? —me pregunta James y niego con la cabeza.

Excelente así me puedes llevar a mí al partido —afirma frotándose las manos como si fuera un mal villano de película.

Nada de eso, James. Como bien sabes, Justin y yo tenemos recién estrenada nuestra amistad y esto sería bueno para fortalecer los lazos de hermandad —declara Thomas con un guiño.

No me hagan reír, Justin sabe que me debe llevar a mí porque es con quien más se va a divertir —alega Laurent.

Si es por diversión, el que debe acompañarlo soy yo —proclama sonriente Jacob.

Me llevara a mí que soy el más tranquilo —asevera Kevin.

No os llevaré a ninguno de vosotros. Estas entradas son para mi niña y para mí, —le quito los tickets—. Y pobre del que se lo diga, —advierto guardándolos en el bolsillo.

¿Y qué harás? —me reta Jake—. No puedes amenazarnos con no llevarnos al partido pues sabemos que irás con Lizzie, —sonríe chocando palmas con Laurent.

Fácil, gracias a los entrenadores, tenemos entradas para toda la temporada de los Lakers. Y…siempre me podría olvidar de alguien al momento de repartirlos —les digo con una sonrisa triunfal.

Es lo bueno de ser miembro del equipo fútbol americano, contamos con algunos privilegios.

Tranquilo, no diremos nada, somos una tumba —asevera Thomas y el resto asiente.

Vamos, chicos, hay que comenzar a bajar todas estas cajas antes de que se haga más tarde —dice Edward cargando una caja y mirándome con una sonrisa que dice, "Al próximo partido me llevas a mí", y asiento.

Como somos varios, las cajas van disminuyendo rápidamente. Decidimos dejar los teléfonos para que no nos estorben o no se caigan y estropeen por culpa de algún golpe.

Una de las cajas me cuesta bastante acomodarla y cuando regreso de nuevo al apartamento, escucho el teléfono y, justo al entrar a la sala, están dejando un mensaje.

Señor Justin Crawford, la señorita Elizabeth Tiffany Masen se ha querido comunicar con usted desde hace un buen rato y, encima, una estúpida voz femenina contesta tu teléfono ¿Quién es ella? ¿Qué tiene que ver contigo? Es más bonita qué yo, ¿verdad? Más te vale que huyas mientras puedas porque cierta parte de tu anatomía corre un terrible riesgo de... Cuento hasta diez, uno, dos, tres, cuatro... —rápidamente levanto el auricular.

Mi niña, estoy aquí, es que estábamos cargando las cajas en los coches —me apresuro a contestar, más vale prevenir que lamentar.

Detrás de mí, escucho a los chicos reír a carcajadas y me vuelvo para verlos tirados en el suelo con las cajas desparramadas. Los muy desgraciados no se han dignado a responder y eso que estaban aquí.

¿Qué pasa, nene? ¿Qué son esos berridos? —pregunta mi niña con una risa juguetona.

Son los chicos que han escuchado tu mensaje y se están riendo de mí —le respondo sincero.

Pon el altavoz por favor, amor, —me pide mi niña y de inmediato lo hago.

Ya está, mi niña, todo listo —digo y escucho su celestial risa.

¡Chicooos, holaaa! —saluda chillando mi niña, logrando que sus risas se detengan.

Hola, Lizzie —responden a coro.

Escuché cómo se reían, se nota que están felices —asevera mi niña con un tono de voz conocido que augura algo no muy bueno.

Nos estamos divirtiendo y riendo de la cara que puso Justin al oír tu mensaje —contesta cauteloso Emmett.

¿Sí? ¿Y era muy graciosa? —indaga mi niña.

No te haces idea, ha sido genial —afirma ahora Jake.

De inmediato, Edward se gira a mirarme, conoce perfectamente ese tono de voz en su hermana y cambia la charla astutamente.

Mi brujita hermosa, ¿cómo te fue en tu cita? —pregunta con la voz dulcificada como siempre que habla con su hermana.

Tranquilo, vampirito, que todo salió bien y estoy genial —responde mi niña risueña, logrando que Edward y yo sonriamos felices.

No sabes cómo me alegro, hermanita —añade Edward aún sonriendo.

Hermanito, no cantes victoria, no por cambiarme de conversación se salvan. Conque riéndose de Justin... —Hace una pausa y suspira—, ...pues será mejor que revisen sus teléfonos, a ver quien se ríe ahora, —advierte mi niña soltando la bomba y los chicos rápidamente corren hacía sus móviles, quienes, en cuanto escuchan los mensajes, sus caras son de fotografía. Se miran aterrados, creo que James hasta está temblando.

¿Jake te measte? —pregunta con sorpresa Kevin.

No...Es que... —titubea Jake tratando de ocultar la parte mojada del pantalón—, se me cayó la cerveza por correr, —agacha la cabeza, escondiendo su rostro colorado.

Jake, en la mano llevabas una caja no una cerveza, —lo acusa bromeando Laurent que no está en mejor estado. ¿Qué clase de mensaje les habrá llegado?

¡Tú eres tonto, entonces qué es esto! —exclama indignado Jake, mostrando la cerveza.

Tira a ponerte unas bermudas limpias. En el dormitorio quedan algunas sin guardar, —le sugiero y corre a cambiarse. En mi vida lo he visto hacerlo tan rápido. Jake se deja caer en el sofá, tratando de recuperar el aliento.

¿Qué ha sido eso? ¿Acaso tienes elefantes en tu apartamento? —pregunta mi niña juguetona.

Para nada, es solo Jacob —el cual me mira con súplica para que no comente nada—, que fue al baño y regresó corriendo —añado sonriendo.

Chicos, ¿alguno de vosotros ha llamado a las chicas? —pregunta mi niña en general.

No... —responden a coro, alargando la palabra.

Más vale que lo vayáis haciendo, quiero saber de una vez qué bicho les ha picado a todos que no cogen sus malditos teléfonos y eso incluye también a las chicas —agrega molesta.

Brujita, ahora mismo llamo a Bella —asevera Edward marcando el número.

Vampirito, más te vale poner el altavoz, —apremia mi niña.

Escuchamos varios tonos y justo cuando está apunto de mandar la llamada al buzón, se escucha la voz molesta de Bella.

Si es un vendedor de seguros, no estoy interesada gracias, si se trata de cualquier tipo de propaganda no pierda su tiempo, no quiero saber nada —contesta con voz férrea.

Amor, soy yo —responde Edward como si Bella no lo supiera.

¿Perdón? Creo que se ha confundido al marcar, en este momento no tengo ningún amor —replica irritada Bella.

Muñequita, lo siento, sé que debí llamarte, pero los móviles los dejamos en el apartamento para no golpearlos con las cajas, —se excusa Edward con voz de niño arrepentido.

Y no has tenido ni un segundo para mirarlo. Ja, te aseguro que tienes mil llamadas perdidas, —lo regaña Bella.

Qué le dices a mi vampirito si tú estás en las mismas. No contestas el móvil —defiende mi niña a su hermano al mismo tiempo que riñe a Bella.

¿Lizzie, eres tú? —pregunta confundida Bella.

No, soy Dorothy, del Mago de Oz, y estoy buscando al hombre de hojalata y al león miedoso. Claro que soy yo —responde bastante molesta mi niña.

Te escuchamos rara —afirma Nessie, deben tenernos en altavoz.

Comprensible, porque estoy en altavoz desde teléfono del apartamento de Justin, —aclara mi niña y me la puedo imaginar rodando los ojos.

Lizzie, ¿nos marcaste muchas veces? —pregunta titubeante Bella. Mi princesa cuando está molesta es de armas tomar.

Demasiadas diría yo. ¿Martha está con vosotras? —inquiere mi niña.

Sí, aquí está, junto con las demás —contesta cautelosa Nessie y seguido se escucha un, "Hola, Lizzie".

¡Hola Lizzie y un cuerno! Qué diablos hacen que no contestan sus móviles. Las únicas que me han respondido han sido Elena y Kate, que ya no se encontraban con vosotras —les reprende mi niña que esta muy enojada, cómo me gustaría alisar las arruguitas de su nariz con mis besos.

Lo sentimos, teníamos los móviles en vibrador, se nos olvidó poner el sonido después de salir de clases —responde Martha con vocecita inocente.

Están perdonadas por ser la primera vez que pasa. Os recojo a las tres en media hora para ir hacer las compras —les comunica riéndose.

Sííí. Nos tendrás esperándote en la puerta —chillan las chicas y escuchamos cómo chocan sus palmas.

Menudo peligro tienen estás cuatro juntas. Menos mal que no se encuentran Elena y Kate, sino que tiemble la ciudad de los Ángeles.

Edward, de casualidad no estará por ahí mi Jake —inquiere Nessie con voz demasiado dulce, cosa rara.

Aquí estoy, amor —responde meloso antes de que Ed pueda decir nada.

¡Y me puedes decir grandísimo animal porqué demonios no contestas el móvil! ¡Y no me des una excusa barata, Jacob Swan! —exclama furiosa Nessie. ¡Se armó, sí señor!

Mi vida...Yo...Cajas... Auto...Tú —comienza Jake a balbucear incoherencias.

Habla claro, Jake, que si quiero conversar con un tartamudo me hubiera quedado con Taylor, el chico que trabaja en la biblioteca y es un verdadero encanto, quien por cierto me invitó a cenar. A lo mejor acepto... —comenta Nessie como si nada, logrando que el rostro de Jacob pase del rojo al morado y viceversa.

¡Qué estás diciendo! —clama Jacob lleno de rabia ahora.

Qué necesidad tengo de tener un novio guapo, si no contesta mis llamadas y, cuando por fin lo hace, tartamudea —afirma Nessie y tengo que morderme el dorso de la mano para no reírme.

Amor, en serio, no es que no quise coger tu llamada es que no tenía el teléfono conmigo en ese momento, te prometo que no volverá a suceder, —se intenta defender Jake.

No sé si podré perdonarte, deberás esforzarte bastante, —le advierte Nessie fingiendo seguir molesta.

Lo que tú quieras, chispita —asegura Jake con un pequeño brillo de ilusión en sus ojos.

Déjame pensar, pero no te será nada fácil —susurra Nessie pensativa. James ríe fuertemente, haciéndole a Jake una seña de que lo tienen cogido por las pelotas.

¿James? —Oh, no, a otro que se la van a montar.

Hola, mi Vicky —dice dulzón James.

No soy tuya y, para un irresponsable como tú, me llamo Victoria —declara muy enfadada.

Esa es mi mejor amiga, así se hace —grita Katherine entusiasmada y James pone cara de horror.

Mi corazón, mis cabellos de fuego, mi vida, no te enojes por favor, estamos ayudando a Justin con la mudanza y por eso no he podido contestar —argumenta arrepentido James.

James, más te vale que me des una buena razón y te dejes de tontos pretextos —asevera Victoria con voz seria y todos estallamos en carcajadas al ver a nuestro amigo con cara de pavor.

¿Laurent? —Se escucha la voz de Irina— ¿Emmett? —Oh, esa es Martha— ¿Thomas? —Se oye a Gianna— ¿Kevin? —Esa es la voz de Maggie y todas preguntan a la vez por su chico.

Sí, amor —contesta Laurent, pegándose al teléfono de Edward.

Dime, cariño —responde Thomas con cautela.

Sí, corazón —dice Kevin y creo que hasta la voz le tiembla.

Hola, flaquita —responde Emmett intentando parecer jovial.

¿Alguien podría decirme qué demonios pasa? —inquiere una irritada Irina.

¿A qué te refieres? —pregunta inocente Laurent.

No te hagas el tonto. ¿Por qué narices no contestas el móvil? ¿Para qué diablos lo tienes si no vas a responder? Más te vale no haber olvidado que tenemos que ir a recoger a mi tía al aeropuerto, no estoy dispuesta a dejar que Tanya le llene la cabeza de mierda contra mí como lo ha hecho con mis padres, —advierte. Oh, esto pinta mal. Laurent mira su reloj y suspira de alivio.

Chiquita, falta una hora y media para que llegue. Estaré listo, no te preocupes, cielo —contesta cariñoso.

Más te vale, Laurent, porque si no, te juro que no vuelvo a dirigirte la palabra en mi vida, —advierte Irina, dejando a nuestro amigo más blanco que el papel.

Chiquita, no te pongas así, verás que estoy puntual. Perdóname, ¿sí? —comenta meloso.

Ya veremos. Estaré esperándote para ir a buscar a mi tía, si no apareces, olvídate de que existo —sentencia Irina, dando por terminada la conversación.

Kevin, amor, —saluda Maggie.

Hola, amorcito —grita Kevin con tono aliviado.

Tienes cincuenta y cinco minutos para venir a buscarme y hablar en persona sobre lo ocurrido, —avisa con voz cortante Maggie y Kevin se tambalea.

Preciosa, debemos...terminar con la mudanza —titubea el pobre Kevin.

Gatito hermoso, amorcito, solo hay dos opciones o vienes o te vas mucho a la mierda, —suspira hastiada—, cincuenta y cinco minutos y contando —añade Maggie.

Chicos, daros prisa, hay que terminar rápido —declara Kevin, tomando una caja y llevándola fuera.

Nene, quita el altavoz, no me apetece seguir escuchando cómo les echan la bronca, —me pide mi niña con voz cansada por las discusiones de las parejas y se escucha un abucheo por parte de los chicos.

Thomas, cariño, ¿podrías decirme para qué me pides que te llame si no me vas a responder? —pregunta Gianna ahora, seguro que luego le tocará a Emmett.

Ginn, cariño, verás, los móviles los dejamos aquí para que no sufrieran ningún accidente a causa de algún golpe con las cajas, —se defiende Thomas, poniendo voz de niño pequeño.

Señorita, son ochenta y tres dólares con cincuenta, —se oye la voz de algún vendedor a través del teléfono de mi niña.

Gracias, aquí tiene —contesta mi niña y se escucha bastante ruido.

Gracias por su compra, señorita, será un placer tenerla de nuevo por aquí —dice coqueto el muy imbécil del vendedor.

¿Dónde estás, mi niña? —pregunto con el tono de voz más tranquilo que puedo. Idiota, imbécil de vendedor, nadie le coquetea a mi princesa.

Comprando los platos y vasos que rompí en mi ataque de nervios ayer, amor, ¿por qué? —pregunta mi niña con pena en su vocecita.

Mi niña, no había necesidad de que fueras sola, pude haber ido contigo — contesto con voz dulce. Así podría haberle roto la cara al maldito vendedor.

Amor, tienes demasiadas cosas que hacer y esto solo me ha tomado unos minutos porque sé dónde los compraron mamá y Carmen —me contesta y espero que haya salido ya de la tienda para que el idiota no la siga observando.

Pero quería acompañarte, princesa, —aseguro como un niño chiquito.

Lo siento, amor, también me habría encantado que vinieras conmigo —dice.

Te puedo asegurar que habríamos aprovechado mejor el tiempo —digo con voz ronca, recordando lo sucedido está tarde.

Mmm…¿qué tienes en mente, nene? —ronronea juguetona y me acomodo, dándole la espalda a los chicos por si a mi querido amigo le dan ganas de despertar.

Muchas ideas y de lo más entretenidas —asevero rápidamente.

Con eso no me dices nada, yo hubiera aprovechado para besarte hasta que tus labios estuvieran entumecidos —me susurra mi niña.

Y lo disfrutaría al máximo mientras metería mis manos bajo tu blusa. Me encanta sentir tu piel —musito con voz sensual, a esto podemos jugar los dos.

Mmm...Y a mí me encanta sentir tus manos en mi cuerpo y recorrer con mis manos tu pecho y abdomen, sintiendo cómo se tensan tus músculos y tu respiración se acelera, —ronronea logrando que mi respiración se acelere y que mi amigo comience a despertar.

Es mi delirio que lo hagas, amor. Y yo me deleitaría acariciando tu cuerpo lentamente hasta llegar a mi lunar, que tanto extraño, y dulcemente besarlo —musito logrando que suelte un gemido tan fuerte que casi temo que los chicos lo escuchen.

Tus labios sobre mi lunar son fuego liquido en mis venas, amor. Estás tan cerca que puedo sentir tu respiración —susurra con voz suave, volviéndome loco. Ese lunar esta justo en su vientre y amo besarlo.

Hacerte estremecer cuando mi lengua lo acaricia, es mi perdición —aseguro, mirando de reojo a los chicos que siguen siendo regañados por sus parejas.

Tu lengua sobre mi lunar y mi piel es colosal para mí. Solo lo sobrepasa mi lengua recorriendo tu cuerpo, saboreándote, —me ronronea, un fuerte suspiro sale de mis labios y los chicos se me quedan mirando, pero Edward llama su atención de nuevo para que escuchen a las chicas. Gracias, cuñado.

Tenerte entre mis brazos y fundirnos en uno solo es mi nirvana, tú eres mi paraíso personal, amor —susurro y escucho un gemido seguido de un suspiro.

Mi lugar favorito es tener mi cabeza recostada sobre tu pecho desnudo, sintiendo tu piel, tu calor, el ritmo de tu corazón en sincronía con el mío —dice sensual y un suspiro se escapa de nuevo de mis labios. Dios, cuánto la amo.

Ya deja de suspirar y vamos a llevar las cosas que me quedan cuarenta y cinco minutos y contando —grita Kevin con una caja.

Me tengo que ir, amor —le digo bajito para que no me escuchen los chicos.

Yo también, nene. ¿Nos vemos en la noche? —me pregunta esperanzada.

Claro, cenaremos en la fraternidad —aseguro, yo también muero de ganas de verla y tenerla en mis brazos.

¿Y volveremos al apartamento? —me vuelve a preguntar y mi cuerpo se enciende al pensar en nosotros solos aquí.

Por supuesto, mi niña, todas las veces que quieras —respondo con sinceridad, haría cualquier cosa por ella.

Pronto, nene, —promete.

Pronto, amor —contesto, sé que es una promesa que en breve cumpliremos.

Te amo, besos —me dice haciéndome sonreír como un tonto.

También te amo, un beso para mi lunar —musito bajito y sonrió al escuchar su risita nerviosa.

Una cosa más, amor, —suspira—, necesito dormir entre tus brazos de nuevo —dice con voz triste, aún siente mucho dolor y haré lo que sea necesario para desaparecerlo.

Cuenta con ello, Lizzie —contesto porque los chicos están demasiado cerca.

¿No te molesta? Mañana hay clases —inquiere indecisa.

Es la mejor manera de dormir... —No puedo terminar de hablar porque una garra de oso me quita el auricular.

Lizzie, podrías derramar miel con tu no-novio en otro momento que tenemos una mudanza que hacer y estamos trabajando a contra reloj —le reclama Emmett.

¡Emmett Swan, o le devuelves en este instante el teléfono a Justin o prepárate a las consecuencias! —exclama bastante enfadada mi niña, tanto que las caras de los demás son de alarma.

Eh...Lo siento, pequeña. Ya...telo paso, —se disculpa Emmett confundido por el enojo de Lizzie, entregándome el teléfono rápidamente y desparramándose en el sofá todavía en shock.

Tranquila, mi niña, cuando llegues vamos a dar un paseo y hablamos —aseguro intentando calmarla. Sé que le ha dado el bajón y que ahora se le viene encima todo el dolor que ha liberado con Arizona.

Gracias, nene, pídele perdón al oso por hablarle así. —Suelta un pequeño suspiro—. Te necesito, llegaré lo antes que pueda, te amo —dice más relajada.

También yo, no tienes idea de cuánto. Diviértete con las chicas, nos vemos más tarde, besos —respondo antes de colgar.

¿Qué sucedió? —me pregunta preocupado Edward.

Solo que le vino el bajón después de la sesión, pero ya está más tranquila, —palmeo la espalda de Edward—. Emmett, mi niña dice que siente haberte hablado así y que no estuvo nada bien —le digo a mi amigo que al oír mis palabras, le regresa la sonrisa a su rostro y hace un gesto con la mano, restándole importancia—. Vamos a terminar, chicos, no quiero que se peleen con sus novias, así que andando, —sonrío.

Nada de eso, ahora nos dices qué estuviste hablando con mi peque. Menuda cara de idiota traes —dice James, tirando de mi brazo para sentarme en el sofá.

No sé a qué os referís, tengo la misma cara de enamorado de siempre —argumento sonriendo.

Eso es innegable, pero mientras hablabas, pegabas sendos suspiros que parecía que se te acababa el aire, —asevera Laurent levantando una ceja.

Me estáis diciendo que vosotros no suspiráis cuándo habláis con vuestras novias —inquiero sonriendo inocente.

Digamos que te creemos, pero por qué razón nos diste la espalda —dice Jake sonriendo pícaramente.

Sencillo, me estaban distrayendo con sus caras de cachorros regañados y no iba a esperar que terminaran de hablar con sus novias y tener a Lizzie esperando —respondo evadiendo el tema.

Bien, ahora acláranos porqué hablabas tan bajito, parecía que no querías que escucháramos, —insiste Emmett, cruzándose de brazos como una mala película policíaca.

Solo estaba hablando con Lizzie, además, estabais conversando con vuestras novias y no me interesaba escuchar cómo los reñían y observar cómo casi se escondían bajo el sofá —respondo intentando parecer creíble.

Mierda, Justin, te estás haciendo el tonto, dinos qué te dijo mi brujita —me dice Edward, menos mal que es él quien me apoya.

Ed, enserio, solo me contó que estaba comprando los vasos y platos que quebró anoche y que nos veríamos en la fraternidad para cenar —comento y me mira escéptico como diciendo, "¿Te creo?"

Solo para decirte eso tardo tanto tiempo. Ja, no me hagas reír, —se burla Kevin.

Bueno, también tuve que esperar mientras pagaba y escuchaba cómo el idiota del cajero le coqueteaba —añado apretando los puños.

Pobre chico, si hubieras estado allí le partes la crisma, —bromea Thomas.

Pues yo lo hubiera hecho. Nadie tiene permiso de coquetear con la pequeña Lizzie —asevera Emmett tronando sus dedos, parece boxeador dispuesto a asestar su primer golpe.

¿Qué dices? —pregunto aparentando enfado.

Solo tú, mi querido mariscal, entradas para los partidos, Crawford —alega Emmett, haciéndonos explotar en carcajadas.

Para ya, lamebotas, mejor vamos a dejar las cajas que se nos ha hecho tardísimo —asevera riendo Kevin, palmeando la espalda de Emmett.

Uff, este sí que está atado en corto, —se burla Laurent, simulando que lo cuelgan de una soga.

Los demás también escuchamos algo sobre una tía, un aeropuerto y algo de que si no apareces te olvidas de cierta persona —comenta riendo Thomas.

Muevan sus traseros, chicos, que tardan más que las chicas cuando se arreglan. Vamos a llevar las cosas —dice Laurent, levantándose rápidamente ante nuestras risas.

Luego de un rato, la gran mayoría de mis cosas ya se encuentran en los autos y vendré por el resto poco a poco. Nos distribuimos en los coches para marcharnos y los chicos silban y se ríen cuando Edward se sube conmigo en mi auto. Apenas he avanzado unos metros que comienza el interrogatorio.

¿Qué hicieron mi hermana y tú mientras llegábamos? —pregunta con una traviesa sonrisa.

Empacar, ¿no viste todo lo que avanzamos? —respondo rápidamente.

¿Y qué hiciste en tu hora libre? ¿Te viniste a dormir? —indaga sonriendo pícaro. Mierda, él sabía de mi hora libre, es lo malo de estar en el mismo edificio.

Me vine a recoger, pero apenas me dio tiempo, ya que antes tuve que ir a por las cajas —alego encogiéndome de hombros y sonriendo de manera inocente.

Ok, ¿pero por qué estaba la ropa de mi hermana en el cesto de lavar, tanto sudó qué se tuvo que duchar? —inquiere sin dejar de sonreír, levantando una ceja. Mierda, se nota que es hermano de mi niña, no se le escapa una.

Sí, sudó bastante. Como has visto, el aire acondicionado no funciona, vienen a arreglarlo el miércoles —contesto, no sé de dónde me salen las respuestas tan rápido.

Supongo que se duchó sola porque tú también estabas recién duchado, porque, claro, también sudaste embalando —inquiere como si nada antes de soltarse a reír.

Por supuesto que me duché, pero después de Lizzie, mientras ella se arreglaba y se secaba el cabello —contesto y me estremezco al recordar nuestra ducha juntos.

¿Y ese gesto por qué fue? —pregunta. ¡Mierda! Se dio cuenta.

Solo imagínalo... Mucho, muchísimo tiempo sin nada de nada con Bella, entras al baño a ducharte y todo huele a ella, —asiente con una sonrisa—. Exacto, eso fue —asevero y ambos reímos.

Digamos que te creo, cuñado, —ríe—. Quiero darte las gracias por traer de nuevo a mi brujita. Extrañaba verla sonreír llena de felicidad y poder observar de nuevo ese brillo tan profundo en sus ojos, —me agradece sonriendo emocionado.

Por Lizzie hago todo lo posible y lucho por lo imposible —afirmo con el corazón en la mano.

Mira, mi brujita hasta lo poeta te sacó, —bromea.

El amor, amigo, el amor —digo suspirando antes de estacionar el coche.

Si estás así ahora que "no tienen nada", —hace comillas como dándome a entender que sabe lo que ocurre—, no me quiero imaginar que pasará cuando oficialmente estén juntos, —se burla.

Está bien, no digas nada, pero pronto seremos cuñados en toda la extensión de la palabra —le aseguro sonriendo y él me devuelve la sonrisa sabiendo a qué me refiero.

Te pegó duro, ¿eh? —dice antes de bajar del coche.

Tan duro como a ti —contraataco riendo mientras salgo del auto.

Mierda, esta par de pornográficos andan discutiendo de quién lo tiene más duro —dice Laurent, tapándose los oídos.

Sabes que para todo hombre es importante lo duro que está, entre más duro y marcado mejor —asevera Edward, guiñándome el ojo para que le siga el juego.

Cierto, porque si está flácido y colgando no se acercan ni las moscas —le sigo el juego, el pobre de James se atraganta con la cerveza que está bebiendo.

Iros a la mierda, chicos, a mí no me interesa lo duro que lo tengan, eso es algo privado de cada uno —dice James en medio de la tos.

No tiene nada malo, a las chicas les encanta acariciarlo y sentir lo duro que se pone —asegura Edward.

Y cómo vibra con sus caricias. Se vuelven locas —agrego sonriendo.

En serio, son unos malditos pervertidos, —nos regaña Emmett.

¿Por qué? Si es lo más natural del mundo, ambos reímos—. A todas las mujeres les gusta duro y marcado —asevera a la defensiva Edward, cruzándose de brazos.

A mí no me interesa en absoluto cómo mi hermanita y tu eso… —declara Emmett, tapándose los oídos mientras grita,"Lalala".

No tiene nada de malo que mi novia me lo acaricie cuando quiera y donde quiera —asegura sonriente Edward.

Ya te hemos dicho que no queremos saber. Espero que no lo haga frente a mí —dice estremeciéndose Jacob.

Ya lo ha hecho muchas veces —comenta Edward, encogiéndose de hombros.

¡No...! —chillan los hermanos Swan, tapándose los oídos de nuevo.

Sí, siempre que tiene oportunidad me lo toca —sigue hablando Edward.

Sigue pitorreándote de nosotros, Edward, pero cuando Lizzie se lo haga a Justin no creo que te haga la menor gracia, —le regaña Jake.

No me molestaría en absoluto, de hecho ya la he visto hacérselo a Justin varias veces —asegura Edward, sonriendo tranquilamente.

No sigas, Edward, no quiero oír las intimidades de mi peque, —suplica James apoyándose en el coche, parece que está apunto de desmayarse.

Justin, ¿a que Lizzie te lo ha hecho muchas veces? —me pregunta divertido Thomas entrando en el juego y todos menos Edward lo miran con cara de espanto.

Sí, bastantes, le gusta mucho acariciarlo —contesto sonriéndoles a Edward y a Thomas.

En serio, chicos, jamás pensé escuchar una charla tan pervertida, —nos recrimina Kevin, negando con la cabeza.

¿Pervertida? No tiene nada de pervertido decir que a las chicas les gusta el abdomen duro y marcado y que los flojos y flácidos no son de su agrado —argumenta Edward, cruzándose de brazos.

Y a las chicas les encanta acariciarnos el abdomen, ¿o van a decir que sus chicas nunca lo han hecho? —pregunto partiéndome de risa junto con Thomas y Edward por las caras que tienen los chicos.

¿Hablaban de abdómenes? —pregunta Emmett suspirando de alivio.

Por supuesto, de qué más podía ser —contesta inocente Thomas.

Y mi hermanita no te acaricia eso frente a nosotros,¿verdad? —pregunta inseguro Jake.

Me acaricia el abdomen cada vez que tiene oportunidad —responde Edward inocente.

¡Mierda! Casi me provocan un infarto —dice James tomándose el resto de su cerveza de un trago.

En serio, chicos, me tenían muy asustado —asevera Emmett, cogiendo la cerveza de Jake y bebiéndosela de un trago.

Esa es la mía, idiota, la tuya es la del otro lado, —le regaña Jake.

Ya lo sé, pero está vacía —explica el oso encogiéndose de hombros.

Chicos, estoy pensando seriamente en que no será nada bueno que Edward y Justin tengan los cuartos tan cerca, sus mentes son demasiado maquiavélicas como para que estén juntos —comenta Laurent, a lo que el resto asiente.

A mí me da igual dónde se quede —dice Edward sonriendo malicioso—, aunque si mamá por casualidad se entera de que vosotros, por envidia, no dejasteis que Justin se quedara en el cuarto frente al mío... —deja la oración incompleta.

Siempre hemos dicho que esa es la mejor habitación para Justin —afirma rápidamente Thomas y todos lo secundan.

Vamos, que hay que subir las cosas y me quedan treinta minutos —nos apremia Kevin mirando su reloj.

En fila india, comenzamos a subir mis cosas a la que a partir de hoy será mi habitación. En cuanto entramos las últimas cajas, Kevin sale disparado a su cuarto y no pasan ni diez minutos cuando sale duchado y vestido para ir a por Maggie.

Nos vemos más tarde, chicos, —se despide de nosotros con un grito antes salir velozmente por la puerta.

Nos sentamos en los taburetes de la cocina para poder tomarnos una cerveza tranquilamente mientras charlamos de trivialidades. No pasan ni diez minutos cuando el timbre de la puerta suena.

Justin, como nuevo integrante, te toca ir abrir la puerta, —me avisa riendo Jacob.

Mira que eres vago, Jake, hermano de Emmett tenías que ser —dice divertido Thomas y todos reímos, luego me dirijo a la puerta donde hay un mensajero esperando.

Entrega especial para Edward Masen, Thomas Hawkins y Justin Crawford de parte de la Señora Elizabeth Masen —me informa cordialmente.

Soy Justin Crawford —respondo y me mira escéptico, así que le muestro mi identificación.

Tenga, la señora me comentó que lo pusieran a fuego lento y que Edward sabe que debe hacer, —me avisa entregándome varias bolsas.

Muchas gracias, aquí tiene —digo dándole una propina, la cual agradece sonriendo antes de montarse en su furgoneta y marcharse.

Mirad lo que nos mando Elizabeth —les digo a los chicos entrando a la cocina y rápidamente todos se acercan.

Hey, tranquilos —dice Edward haciéndoles parar en seco mientras que Thomas y él me ayudan con las bolsas para colocarlas en la encimera.

Jo, pero es para todos, —se queja Emmett cruzándose de brazos.

El mensajero especificó que era una entrega para Edward Masen, Thomas Hawkins y Justin Crawford —explico entusiasmado de que Elizabeth nos haya preparado la cena.

No me lo creo —me responde Jake enfurruñado.

Es la pura verdad, si no me crees, llama a Elizabeth —contesto sonriendo.

Seguro que es cierto, Eli nunca mandaría la comida a vuestro nombre, dado que os la zamparais antes de que estuviéramos todos —asegura gracioso James, logrando que las risas resuenen en la cocina ante el berrinche de Jake y Emmett.

¿Y todos estos platos sucios? —pregunta Edward.

Son de la merienda que nos hicimos antes de ir donde Justin y no nos dio tiempo a recogerlos —contesta de lo más tranquilo Emmett.

Pues, si queréis cenar, debéis lavar los platos y recoger la cocina —aclara Edward—. Menudo ejemplo dais al resto de los chicos de la hermandad, —niega con la cabeza mientras abre las bolsas.

Si solo son unos pocos platos y unos vasos, tampoco es para que te pongas así —agrega Jacob.

¿Quiénes fueron los que merendaron? —pregunta Edward poniéndose en plan líder y los chicos señalan a los hermanos Swan.

Perfecto, Jake y Emmett, ya estáis tardando en limpiar —les ordena Edward con voz de mando.— Jacob, ¿en qué momento merendaste si estuvimos con las chicas hasta que nos fuimos a cambiar? —Levanta una ceja con curiosidad.

Luego de cambiarme, mientras esperábamos al resto —asevera encogiéndose de hombros.

Pero podemos recogerlo todo después de cenar, —protesta Emmett.

Tenéis dos opciones, recogerlo todo ahora y así poder cenar o no recogerlo y no probar la cena, vosotros decidís —sentencia Edward, sacando una nota que hay en una de las bolsas.

Argh, eres insufrible cuando te pones en plan líder, —gruñe Emmett levantándose para comenzar con su trabajo al igual que Jacob.

Chicos me voy a arreglar que tengo que ir a buscar a Irina para marcharnos al aeropuerto, luego nos vemos —se despide Laurent antes de irse a su habitación a prepararse.

Yo también os abandono debo acicalarme para ir a buscar a mi chica cabellos de fuego. No es bueno que este mucho tiempo con Katherine —asevera James antes de levantarse y dirigirse escaleras arriba mientras que los demás nos reímos.

Bueno, veamos que nos dice mi mamá en la nota —dice Edward antes de comenzar a leer en voz alta.

"Mis queridos niños, espero que les agrade la cena, es lasaña de la abuela Masen que tanto le gusta a mi bebé, acompañada por la ensalada de pollo, almendras, queso y manzana que le encanta a mi bebita, sin olvidarnos de la crema de hongos que adora Justin y, para terminar, el postre favorito de mi Tommy que tanto ama, tarta de tres de chocolates.

Por favor, pon todo como te enseñé, bebé, y por lo que más quieran, no permitan que Jake y Emmett se acerquen a la comida porque si no se la devoran o la queman, y tampoco a James o Laurent que son capaces de llenarlo de sal, son muy exagerados, el único que tiene permitido echarles una mano es Kevin. De beber les mandé dos botellitas de vino de la reserva de mi Tony.

No se asusten, no se las robé, él se las manda para que disfruten de la cena, saluden a la niñas de nuestra parte.

P.D: Los encargados y guardianes de la cena son Edward, Thomas y Justin, con la ayuda de Kevin, el resto tiene prohibido acercarse. Besos de Elizabeth y Anthony".

Ya escucharon, la cena está a nuestro cargo, —se burla Edward, mirando a los hermanos Swan.

Mierda, chicos, ¿no os importa encargaros vosotros? He quedado en pasar por Gianna en veinte minutos y todavía tengo que ducharme —nos pide Thomas, poniendo un gracioso puchero.

Vete tranquilo, nosotros nos hacemos cargo —afirmo sonriéndole y él me devuelve la sonrisa con un,"Gracias", antes de salir de la cocina, y dejándonos a Edward y a mí con los hermanos Swan.

Saca la ensaladera, Justin, por favor, —me pide Edward sobresaltándome.

Voy —contesto abriendo los armarios y cajones—. Mierda, Edward, aquí no hay ninguna ensaladera, —bufo.

Amigo, están en el único armario que no has abierto. De verdad que mi hermanita te pegó duro —dice riendo.

Es algo que no te puedo negar —contesto uniéndome a sus risas.

Vamos, hay que apurarse para que cuando lleguen las chicas esté todo listo. Uff, estoy todo sudado —dice Edward olfateándose.

Hagamos una cosa, vete a duchar y me quedo yo cuidando la comida y cuando regreses me toca a mí, —sugiero rápidamente.

Es una gran idea, amigo, no tardo —me responde Edward, palmeando mi espalda y sale disparado de la cocina.

No, no, no y no —grita Emmett.

Sí, sí, sí y sí —le chilla de vuelta Jake.

Es que no me gusta fregar, prefiero secar, —se queja Emmett como niño pequeño.

Eso no te pasaría si no ensuciaras tanto, —le recrimina Jake.

Mira cómo apestamos, no quiero oler así cuando llegue Martha, ¿o tú quieres apestar a sudor cuando llegue Nessie? —le reta Emmett, levantando una ceja.

Por supuesto que no, pero tampoco quiero que vean la cocina hecha una guarrería, —se defiende Jake. Es demasiado cómico verlos interactuar.

Chicos, por qué no van a ducharse y luego terminan de limpiar —les aconsejo, dándoles una solución a su problema.

Sí, pero cuando regresemos nos volveremos a mojar, —protesta Emmett.

Para eso están los delantales y en el cajón hay varios —les aseguro.

Después de pensarlo un poco, asienten y salen corriendo de la cocina gritando, "Gracias, Justin".

Comienzo a sacar la comida de las bolsas para colocarla en las bandejas que Edward me ha dejado preparadas, y justo cuando estoy sacando la ensalada para colocarla, aparece Edward recién duchado y cambiado.

He quedado como nuevo, anda ve a ducharte que sigo yo —me dice sonriendo y subo directamente a mi cuarto.

Voy a una de mis maletas y saco ropa interior, un pantalón de deporte azul oscuro, junto con una camiseta azul claro y una sudadera gris, y me dirijo rápidamente al baño, donde me ducho lo más rápido posible. Una vez seco y vestido, bajo de nuevo a la cocina para reunirme con los chicos, pero al entrar veo que sigue solo Edward con un delantal puesto preparando la lasaña.

¿En qué te ayudo? —pregunto acercándome.

Toma un delantal del cajón y ve poniéndole la salsa rosa a la ensalada —dice sonriente y no tardo nada en ponerme a ello.

Mira, hermano, qué par de mandilones tenemos en la cocina, —se burla Emmett riendo mientras saca un par de delantales para ellos.

Mejor dirás somos, ¿no crees? —corrige Edward señalando sus delantales, y entonces me percato de que tienen frases, en el de Emmett está escrito, "Sexy chef, se come la comida, el chef no está en el menú". Entonces me fijo en el de Edward que dice, "Peligro, hombre sexy cocinando", luego miro el de Jake que pone, "Bombón a la carta", y al ver el mío, ya no puedo aguantarme la risa, "Papacito en la cocina".

¿De qué te ríes? —me pregunta con curiosidad Edward.

De los delantales, son de lo más graciosos —contesto aún riendo.

El que llevas puesto es el de Kevin. Mi mamá ya te comprará el tuyo, dice que todo hombre que vive solo debe tener su propio delantal con su sello personal —me explica riendo.

De pronto, escuchamos a Emmett cantando mientras mueve las caderas de forma sensual, mejor dicho divertido. Toma a su hermano por la cintura, moviéndolo de derecha a izquierda mientras que sigue cantando y haciendo poses de modelo, jala a Edward y le da una cuchara de palo para que se una a cantar con él y aunque titubea un poco al final termina cantando mientras que Jacob baila haciendo una graciosa coreografía.

No puedo parar de reír hasta que Edward me da otra cuchara, haciendo que me una al concierto mientras terminamos con nuestras tareas. Una vez ponemos la mesa y nos desprendemos de los delantales, seguimos con nuestro pequeño concierto en el salón, donde brincamos y bailamos como niños por los sofás para finalizar la canción con Emmett mostrando sus músculos, Jake moviendo las caderas al estilo brasileño y Edward y yo cantando a todo pulmón. Nos dejamos caer en los sofás, muertos de risa, cuando escuchamos el timbre y seguido un pequeño ladrido al abrirse la puerta.

Llegamos —gritan a la vez Martha, Bella, Nessie y la más hermosa de todas, mi amor, mi niña, mi Lizzie.

Una vez que dejan en el suelo varias cosas que traen, se acercan a saludarnos, rápidamente mi niña se lanza a mis brazos, los cuales la reciben de lo más complacido.

Te extrañe, mi niña —digo abrazándola fuerte antes de besar su frente.

Yo más, nene, no lo dudes. He comprado un regalo para el perrito de Emmett de parte de los dos, no he podido resistirme —susurra riéndose traviesa antes de que Nessie la atrape, llevándosela para colocarse al frente como niñas de preescolar cuando representan un musical.

Tomen asiento, por favor —nos invita Nessie al sofá interpretando su papel.

Como recordarán, ayer nos enteramos de una gran tragedia, —nos recuerda mi niña.

Fue de lo más doloroso para nosotros saberlo —sigue hablando Bella, limpiándose una lágrima imaginaria.

Por esa razón, hemos decidido solucionarlo de la mejor manera —asegura Martha.

Nuestro querido oso, a pesar de ser un tonto a veces, no tiene perro que le ladre —dice simulando sollozar Lizzie.

Y gracias al patrocinio de sus mejores amigos y familia, hemos solucionado el problema —nos explica Bella y las cuatro hacen un sonido de redobles de tambores.

Para Emmett con todo nuestro amor…ahora tendrás un perrito que te ladre —dice Nessie dando el toque final y sacando detrás de su espalda un pequeño cachorrito blanco, que al vernos se esconde entre sus brazos.

¿Es para mí? ¿De verdad? —pregunta Emmett con los ojos brillantes de emoción.

Claro, solo falta que le pongas el nombre —le responde Martha sonriéndole.

Wow, gracias, es muy lindo, —coge al cachorrito y lo abraza. Es una escena de lo más tierna, así que saco mi móvil y tomo una foto para inmortalizar el momento.

Chicos, tomen asiento porque este pequeño no viene solo —nos anuncia sonriendo mi niña en plan presentadora de televisión.

Primero, nuestra modelo, sexy Nessie, nos trae un hermoso arnés de color azul añil acompañado de una cadena extensible del mismo color, dando libertad al perrito de moverse con cierta distancia. —Nessie nos modela, haciendo posturas de lo más divertidas como si estuviera paseando a un perro.

Seguimos con nuestra modelo, hermosa estrella Bella, que nos trae un precioso collar de Winnie the Pooh y amigos con un chapa identificación, que ya tiene inscritos el nombre del dueño, su dirección y teléfono, en caso de que extravíe al perrito. Como ven, nuestra modelo también nos muestra la cartilla del perrito donde podemos encontrar que está vacunado y que cuenta con chip. —Bella modela como toda una profesional y Edward no para de babear como loco observándola.

Ahora, nuestra modelo, delicious Martha, nos presenta este pequeño baúl con todos los productos necesarios para su aseo, como champú, peine, sus toallas y por supuesto su loción especial de Hugo Boss para que las perritas caigan rendidas a sus pies. —Martha modela enseñando cada cosa con una sonrisa y Emmett la mira con una sonrisa tonta, se nota a leguas que le gusta esta chica.

Y, para finalizar, nuestras modelos, sexy Nessie, hermosa estrella Bella y delicious Martha, nos modelan con una camita en forma de coche con su mantita donde el perrito podrá descansar cómodamente y calentito, también sus hermosos comedero y bebedor de piolín y silvestre, y unos juguetitos para que nuestro pequeño disfrute entretenido como una pelota para que pueda correr, un huesito para que pueda morder y varias cositas más, —finaliza mi niña divertida la presentación al mismo tiempo que el cachorro ladra moviendo la cola y lamiendo la cara de Emmett repetidamente. Al parecer le han gustado las cosas que le han comprado.

Todos rompemos en aplausos y las chicas hacen una reverencia mientras se ríen.

Gracias, chicas, esto es genial, —agradece Emmett de lo más conmovido.

Mi niña vuelve a entrar al salón trayendo en sus manos un pequeño regalo luego se coloca a mi lado, recostándose en mi cuerpo, el cual de inmediato rodeo con mis brazos, y llama la atención de Emmett; consiguiendo que todos enfoquen su mirada en nosotros.

Oso, este es un regalo de parte de Justin y mía, —sonríe mi niña entregándole el paquete ante la cara de asombro de los demás, así que me imagino que lo ha comprado antes de reunirse con las chicas—. Es para que lo luzca en los partidos —le explica mi amor dedicándole una preciosa sonrisa, Emmett rápidamente abre el paquete y saca una hermosa camiseta con el logo de nuestro equipo, los Bruins, para el perrito. Mi niña me guiña un ojo, es una mujer maravillosa, es imposible no amarla.

Wow, mil gracias, es fantástica, —ríe—. Mira, pequeño, ahora iremos a juego a los partidos —dice Emmett acariciando la cabeza del cachorro mientras le enseña la camiseta y el perrito ladra contento, lamiendo su cara.

Ahora guardemos las pertenencias de esta preciosura para poder estar más cómodos cuando lleguen los demás —dice mi niña cogiendo algunas cosa, las cuales rápidamente le quito de las manos.

Tranquila, te ayudo —le digo y me sonríe ampliamente.

Gracias, eres un encanto —me contesta con una hermosa sonrisa y nos encaminamos hacia el dormitorio de nuestro amigo, seguidos de Nessie, Jacob, Bella y Edward que llevan las cosas faltantes, ya que Martha se ha quedado con Emmett en el salón.

La habitación de nuestro amigo parece de todo menos un dormitorio por lo desordenada que está. Es imposible dejar las cosas en algún sitio, así que las dejamos sobre el sofá, no sin antes recoger entre todos un poco para poder colocar las cosas del perro.

¿Me ayudas con unos ejercicios que me ha mandado Arizona? —me pregunta mi niña con un puchero mientras salimos de la habitación ante la atenta mirada de nuestros amigos, Edward especialmente sonríe dándonos una rápida salida y sin preguntas por parte de nadie.

Me parece buena idea que Justin te ayude, te va a venir bien. Os esperamos abajo, —concuerda Edward con una sonrisa, logrando restar importancia al asunto y que el resto no haga comentario alguno.

No tienes ni qué preguntarlo, vamos. En un rato bajamos —digo tomando la mano de Lizzie y ponemos camino a mi habitación, desapareciendo de su vista al subir por las escaleras. No me resisto y la abrazo y deposito un beso en su cuello.

En cuanto entramos a mi cuarto, me siento en la cama con ella en mi regazo, mi niña me abraza fuertemente y comienza a contarme de qué han estado hablando en la sesión. Sus ojos están brillantes intentando retener las lágrimas que pujan por salir, la abrazo más fuerte mientras beso su cabello y frente notando cómo al final deja salir todo su dolor a través del llanto.

Haciendo un enorme esfuerzo, logro retener mis lágrimas, no quiero que ella me vea sufrir, hoy me toca ser fuerte por los dos. Al rato, su llanto ha cesado y levanta su rostro de mi pecho regalándome una triste sonrisa, la cual deja paso a una llena de felicidad en cuanto mis labios recorren su rostro con pequeños besos, logrando que unas risitas se escapen de sus labios.

Gracias, nene, por estar a mi lado, —me agradece mi niña, rodeándome con sus brazos y escondiendo su carita en mi pecho.

Siempre estaré a tu lado. Nada ni nadie conseguirá separarme de ti —aseguro intentando levantarnos de la cama para regresar con nuestros amigos, pero mi niña con una traviesa sonrisa me lo impide, tirando de mi y logrando que nos caigamos en la cama, con mi niña encima mío. —¿Estás intentando seducirme? —Sonrío con picardía al mismo tiempo que la rodeo con mis brazos.

Sí, —responde juguetona— ¿Ahora ya te puedo besar? —Inquiere sonriente y le respondo con acciones, juntando nuestros labios en dulce y lento beso. Parece que ha pasado una eternidad desde que saboreé sus labios.

El beso se vuelve más pasional y, entregados, nuestras lenguas danzan juntas explorando cada rincón de nuestras bocas al mismo tiempo que nuestros cuerpos se pegan sin dejar el más mínimo espacio, queriéndonos fundir en uno solo. No nos separamos hasta que la necesidad del aire es obligatoria, pero mantenemos nuestras frentes juntas.

Te amo —susurro al recobrar el aliento, mirando sus hermosos ojos.

Te amo más —dice mi niña con una preciosa sonrisa en sus labios.

Eso es imposible, amor —le contradigo aparentando estar ofendido.

Será mejor que lo dejemos en empate porque no quiero perder el tiempo discutiendo cuando puedo aprovecharlo besándote —susurra lo último sobre mis labios, uniéndolos en un beso desesperado que demuestra lo mucho que nos hemos extrañado.

Mi niña...Es mi aire, mi vida entera y amo sentirla, su sabor es el más delicioso manjar que jamás haya existido. Me empuja hasta que mi espalda queda pegada a la cama e inmediatamente se coloca ahorcajadas sobre mí, sin separar en ningún momento nuestros labios. Luego de muchos y ardientes besos, mi cabeza tiene un pequeño flash de cordura. Los chicos.

Amor, los chicos deben estar esperándonos —susurro con desgana.

Solo un beso más —musita atrapando mis labios de nuevo hasta que la falta de aire nos hace separarnos.

Desearía mil más, amor, pero si no quieres que descubran nuestro secreto todavía... —titubeo acariciando su mejilla.

Todavía no, amor, quiero que podamos disfrutar de nosotros sin que nadie nos moleste y sin que nos sometan a un interrogatorio. Sabes de sobra cómo son nuestros amigos —me contesta poniéndome ojitos a los que me es imposible negarme.

Como quieras, amor —digo levantándome, mi niña aún con sus piernas enredadas en mis caderas. ¡Me va a matar!

Amor, —la reprendo con voz ronca.

Dime, nene —murmura inocente moviéndose y creando una deliciosa fricción entre nuestros cuerpos.

Mi vida, si sigues así no me importará nada que los chicos estén abajo porque te haré el amor, —advierto serio.

Muy pronto, nene, te lo prometo —susurra, dándome un casto beso antes de bajarse para colocar rápidamente bien la colcha de la cama que gracias a Dios es tiempo suficiente para que mi amigo se vuelva a dormir.

Vamos, nene —dice mi niña abrazándome por la espalda.

Entonces escuchamos unos gritos. Me agacho lo suficiente para que mi niña trepe a mi espalda y, riéndonos como niños, bajamos las escaleras, encontrándonos a todos en el salón, los gritos resultaron ser de las chicas que están como locas, haciéndole caricias al perrito.

Chicas, se lucieron al elegir esta preciosidad, —alaba Victoria.

Es tan tierno que te dan ganas de hacerle mimos todo el tiempo —dice Gianna acariciando su cabecita.

Además de ser una monada, es muy cariñoso —añade Irina que es abrazada por Laurent.

Parece un peluche. Es como una bolita de nieve —agrega enternecida Maggie, rascando la tripita del perrito.

Hey, vosotros, ¿qué son esas risitas que se traen, eh? —inquiere James. Mierda, todavía tengo a mi niña subida a mi espalda, y no ha podido ser otro el que nos preste atención.


Comunicaros que en el grupo de facebook "EL jardín de los hechizos de Maya" podéis encontrar los álbumes de los fics, así como adelantos, encuestas y muchas cosas más de mis historias. El link lo tenéis en mi perfil, Os esperamos.

Si queréis disfrutar de clases sobre fútbol americano ahora que se va acercando el partido, nuestra coach, os lo explica encantada en el grupo de Facebook.

El Link del trailer tan maravilloso realizado por mi amiga Teresa lo tenéis en mi perfil.

Este capítulo va dedicado a todas/os mis nuevas/os y antiguos lectores, y os doy las gracias por vuestro apoyo a está historia. Estaré esperando vuestros comentarios que hacen superarme en cada nuevo capítulo.

A mis lectoras silenciosas gracias por estar ahí.

Gracias a mis lectoras por tomaros el tiempo de dejar vuestros reviews que me llenan de ilusión y me dan fuerza para continuar.

Muchísimas gracias a todos los que me habéis añadido a favoritos y alertas, también a mis lectoras anónimas gracias por estar ahí.

Dar las gracias a:

Aliena Cullen, Emmaly Swallen , Pauly Mp, Tecupi, Pili, Jde HSos, Kjmima, patymdn, jackie. rys, Car cullen Stewart Pattinson, Adriana Molina, kaja0507, jupy, rosy,canal.10, flaca paz, Adriu, Alixa Cullen, saraipineda44, cavedano13, Cary, Esmeralda C, Isa Labra Cullen, Paz, Liduvina, Isabella Swallen, caresgar26, cry, piligm, Lyra, Laury D, CelyJoe, AngieSCullen, Chiki Garcia, Sambita 74, ClaudiaHernandez, BreezeCullenSwan, Danny VasquezP, Vero Grey Cullen, ShirlyM. Cullen

Si me faltó alguien por dar las gracias, por favor, mandarme un inbox, y los Guest poner un nombre para poder agradeceros.

Espero sus comentarios y sugerencias de todo corazón.

Muchos besitos y mordisquitos de Edward para todos mis lectores.