Varias horas más tarde, casi a mediodía cuando el sol estaba en el punto más alto del cielo, la joven pelirroja se despertó sedienta y con un leve dolor de cabeza.

Los recuerdos de la fiesta anterior la invadieron lentamente uno detrás del otro hasta que la melancolía mezclada con alcohol la noqueó.

Dando un fuerte suspiro mientras sus hombros se encogen levemente en frustración, se levantó de la cama. Una vez de pie, hizo presión en su tobillo contra el suelo para ver la intensidad del dolor, pero al notar que dolía menos que el día anterior, decidió caminar sin muletas y con pasos lentos.

Luego tomando profundas respiraciones frente al espejo de su tocador, se golpeó las mejillas con ambas manos para enfocarse.

Había tomado una decisión, no dejaría que ese hombre idiota le afectará, o sea por favor, ¿cuando ella se había visto afectada románticamente por alguien del sexo opuesto?

Ella era una mujer fuerte, capaz e inteligente, ella roba el dinero y el corazón de los hombres, no al revés.

Escuchando los pedidos de comida de Luffy a lo lejos, su estómago gruño recordándole que no había dado ni un solo bocado desde que abandonó a Zoro en las primeras bebidas de la noche. Por lo que se bañó y se arregló apresuradamente para bajar y unirse al almuerzo con sus amigos.

Con una camisa blanca desprendida un poco en su escote y un mini short de jean, se dirigió a la cocina.

Al llegar encontró a Sanji cocinando, Penguin sentado y leyendo junto a Robin el nuevo periódico del día, Luffy estaba en la punta con los cubiertos en las manos golpeando levemente emocionado en la mesa. Zoro se encontraba a su lado cruzado de brazos medio dormido en su asiento. Mientras que Usopp y Chopper estaban sentados con Bepo y Shachi hablando sobre sus aventuras. Faltaban Brook y Jimbei y varios de los piratas de Heart, por lo que supuso que se encontraban en la cubierta.

Viendo un asiento vacío del lado de Luffy se acercó saludando a todos en el camino.

—¡Nami! ¿Cómo está tu tobillo? —preguntó preocupado el pequeño médico al verla pasar por su lado.

—Está bien Chopper, luego puedes revisarlo si quieres pero ya no me duele tanto —le dió una sonrisa despreocupada para que mantuviera la calma.

Chopper estaba feliz por su respuesta, por lo que le pidió que se acercará a la enfermería luego de comer para una rápida revisión. A lo que Nami aceptó su propuesta.

—¡Oh Nami, buenos días! ¿tienes hambre verdad? Sanji pronto nos traerá comida —dijo Luffy mientras reía con su característica sonrisa al verla llegar y sentarse a su lado.

—Buen día Luffy, ¿Los demás están en la cubierta?

—Si, Jimbei está en el timón y Brook está haciendo guardía mientras los otros se preparan para partir, dijeron que cuando terminarán vendrían a comer.

—Ya veo —sonrió tensa.

Law partiría pronto.

«Bueno, tal vez sea lo mejor para ambos» pensó con una sensación de amargura mientras tomaba un vaso de agua.

Sintiendo una mirada pesada sobre ella, levantó la vista para ver a Zoro observándola. Tenía el ceño levemente fruncido, sin decirle nada y con ese simple gesto entendió que le estaba preguntando si se encontraba bien.

Ella solo asintió y sonrió levemente para asegurarle su bienestar. A lo que Zoro también hizo un movimiento de cabeza, satisfecho con su respuesta volvió a cerrar su ojo.

—Buen día mi adorado cisne, aquí tienes tu comida del día —dijo Sanji mientras le servía un exquisito almuerzo junto a su jugo de mandarinas.

—Buenos días Sanji, gracias por la comida —le sonrió guiñando un ojo de manera coqueta.

—Por ti lo que sea amada mía —respondió con grandes ojos en corazón.

Luego le sirvió a Robin con el mismo entusiasmo, y al último le sirvió a los demás.

—¡Oye, yo soy el capitán! Deberías servirme primero Sanji —se quejó Luffy con el ceño fruncido y un leve puchero.

—Callate capitán idiota, ahí tienes tu comida —le sirvió un enorme plato con carne—. ¡No robes la comida de Nami! —grito irritado mientras golpeaba la mano estirada hacía el plato de la pelirroja.

La hora del almuerzo pasó rápidamente y el día siguió transcurriendo con varios acontecimientos simples que no lograban distraer a Law de sus pensamientos.

El cirujano se encontraba en la cubierta del Sunny apoyado contra el barandal observando a su tripulación ir y venir del barco hacía el submarino, trasladando las cosas que utilizaron para la fiesta anterior.

Había logrado dormir solo tres horas, pero su cabeza seguía palpitando ante el dolor de cabeza. Por lo que Law se mantiene alerta e irritado durante la mayor parte del día.

Su mente se mantenía ocupada catalogando toda la información que había obtenido sobre las marcas y la navegante de los sombreros de paja.

Estaba tan atrapado en sí mismo que apenas tuvo tiempo para notar cómo ella lo estaba evitando.

Su comportamiento casi lo convencía de que nada fuera de lo común había ocurrido entre ellos anoche. Ella sonreía, bromeaba y amenazaba con normalidad junto con el resto de sus amigos y su tripulación, pero de alguna forma era demasiado casual y extrañamente perfecto.

Y Law lo sabía, él había esperado esa reacción.

Había notado los mínimos detalles de la forma en que sus ojos parecían saltar sobre cualquier cosa o persona en el que él no estuviera, o en su sonrisa rígida y falsa que no llegaba a sus ojos, o en la forma en que la palidez de su piel en sus mejillas carecía de su color habitual.

Dándole así una vista y confirmación de su claro engaño.

Sádicamente, Law por un momento quiere preguntarle si planea huir de él para siempre, pero su orgullo lo detiene. Entonces, decidido no causarle más dolor, así que hace lo mismo y la ignora.

Vuelven a ser medios extraños. Nada más que simples aliados que eventualmente se separarán para siempre.

Ella es leal a su capitán y su tripulación, y él es capitán de su propia gente.

Por un momento escucha a Luffy y Usopp contándole a Jean Bart, Shachi y Bepo que algún día encontrarían la isla de los gigantes, Elbaf. Y junto a ellos, el repentino brillo decidido en los ojos de Nami llama la atención del grupo. Con todos volteados para mirarla, Law finalmente se permite estudiar abiertamente a su extravagante alma gemela por primera vez ese día.

Descubriendo qué le duele tanto como la noche anterior el no poder acercarse a ella.

Nami les informa que no importa cuánto le cueste, ella como su navegante los guiará hacia Elbaf para ver a los gigantes y su preciado enorme oro.

Usopp le grita acusándola de solo estar interesada en el oro, ella lo niega mientras sus ojos brillantes tenían esta vez forma de Berrys, haciendo que Luffy y los demás rieran ante el entusiasmo de la navegante.

La molestia de Usopp solo provoca una sonrisa maliciosa y divertida en sus labios, y Law ni siquiera se da cuenta de que la ha estado mirando de nuevo hasta que sus ojos risueños chocan con los de él.

Ambos se congelan. Es la primera vez que se ven en el día. Ella parpadea pero no se da vuelta inmediatamente. Y él observa cuidadosamente cada centímetro de su rostro y su cuerpo para guardar en su mente la preciada imagen de ella.

Ellos siguen en su mundo, sin notar la mirada de dos pelinegros que son testigo de su conexión.

Pasan unas pocas horas y los piratas de Heart están listos para partir.

Luffy antes de que se fueran les pide que le muestren una vez más el submarino por dentro.

—¡Vamos Torao! ¡No seas aburrido, quiero verlo una vez más! —suplico haciendo un puchero desesperado.

—¡Oh, Sombrero de paja! ¿Quieres ver mi colección de rayos láser? ¡Algún día los pondré en el submarino! —gritó entusiasmada Ikkaku quién era la ingeniera principal del barco.

—¿Tienes rayos láser? ¡Jajaja, vamos! —gritó Luffy con estrellas en sus ojos saltando a la cubierta del submarino y entrando junto a Ikkaku. Siendo seguido después por Penguin, Shachi, Chopper, Franky y Usopp.

—¡El submarino no necesita rayos láser Ikakku! —gritó Law horrorizado corriendo detrás de ellos ante la posible modificación del submarino.

—Nami, ¿Podrías enseñarme un poco más de tus conocimientos en los mapas? —preguntó tímidamente Bepo mientras rascaba su cabeza.

—Si, esta bien, conociendo a Luffy aún tenemos tiempo. Vamos a tu cuarto de navegación —dijo mientras bajaba al submarino e ingresaba junto al tímido y grande oso.

—Los acompaño, quiero ver su biblioteca —dijo Robin mientras seguía al par de navegantes.

Una vez dentro del submarino, aunque estuvieran en la parte superior y no en el subsuelo, podía escuchar de fondo el alboroto de Luffy y de cosas cayendo sobre el suelo frío de metal.

Nami ya había estado en el submarino cuando estuvo con los piratas de Heart durante Zou. Se encontraba en el 2er subsuelo cerca del cuarto de control.

Por lo que le sorprendió cuando Bepo siguió bajando al último piso donde tenían las celdas y el área de ingeniería.

—¿Por qué estamos aquí Bepo? —pregunto curiosa.

—Lo siento Nami —respondió Bepo mientras le hacía una reverencia con aura depresiva.

—¿Qué?

Nami no pudo preguntar más por el extraño comportamiento del navegante porque varias manos aparecieron en su cuerpo tapándole la vista, la boca y sujetándole las muñecas y las piernas, impidiendo su movilidad.

—Lo lamento Nami, pero son órdenes de Luffy —dijo Robin mientras el oso cargaba a Nami quién se movía inquieta hacía una de las celdas del fondo, dónde se encontraba Luffy junto a Penguin quienes observaban a un enfurecido y colérico Law dentro de una celda de piedra marina.

Luffy tomó a Nami de los brazos de Bepo y la sentó dentro de la celda para luego salir apresuradamente sintiendo los efectos de la piedra marina y dejando que Penguin cerrará la puerta.

Al estar dentro, los brazos de Robin se esfumaron. Por lo que Nami miró asustada a su alrededor, notando primero la espalda de Law quién se encontraba parado frente a la reja y dejando caer unas cadenas al suelo.

—¿Qué mierda significa esto? —gruño Law hacía Bepo y Penguin.

—Lo sentimos capitán, pero es por su bien —respondió nervioso Penguin, sabía que cuando Law saliera de la celda lo aniquilaría.

—¡Lo siento Capitán! —lloro Bepo.

—¡Shi, shi, shi! ¡Oye Torao, deja de asustarlos! Este fue mi plan —sonrió Luffy como si nada.

—¡¿Qué demonios Luffy?! ¡Sácame de aquí o te torturaré con una super deuda y ensalada por el resto de tu vida! —grito Nami acercándose a su capitán.

—Shi shi shi, lo siento Nami —Luffy estiró su mano y le dió suaves palmaditas en la coronilla de su cabeza que intentaba sobresalir de las rejas— Esto es por ti. Robin me aconsejó que deberíamos reunirlos para que hablarán antes de que nos fuéramos. ¡Así que gracias a su ayuda y la de Penguin y Bepo, lo logramos! —soltó una fuerte carcajada— Ahora tendrán un tiempo para hablar. ¡Volveremos en un rato! —dijo por último mientras salía corriendo ante el llamado de Ussop, gritando así por los rayos láser y dirigiéndose hacía Ikkaku y sus amigos.

—Ustedes dos —la voz ronca de Law hizo que Bepo y Penguin saltarán en su lugar— Sigan al idiota del sombrero de paja y eviten que destruya nuestro submarino.

—¡S-si capitán! —gritaron nerviosos mientras salían apresuradamente del lugar.

—Lamento que sea una celda de piedra marina. Pero si era una celda normal, tú podrías usar tus poderes y tú incluso podrías utilizar tus habilidades con cerraduras normales —dijo Robin mientras señalaba a Law y Nami con una sonrisa divertida— volveremos y los sacaremos cuando terminemos de explorar el lugar.

Con una última sonrisa amable y divertida salió del cuarto de celdas.

Nami apretaba las rejas de la celda con tanta fuerza que sus brazos temblaban levemente. Estaba tan enojada, que apenas saliera de ahí los golpearía y les haría la vida imposible a todos.

Law, por su parte se encontraba rabioso y débil, pensando en las mil formas de torturarlos sádicamente como venganza por haberlo metido a una maldita celda de piedra marina junto a su tonta alma gemela.

El silencio los rodeó por varios largos minutos. El aire pesado y tenso los rodeaba junto al nuevo bullicio escandaloso de los demás a lo lejos.

Law suspiro irritado. No estaba seguro de que hacer, era un maldito supernova y se encontraba sin poder manejar la situación. Y el verla tensa sosteniendo la reja con furia no ayudaba a su estado de ánimo.

—Señorita Nami.

Nami no contestó pero el pequeño respingo en su cuerpo ante su llamado le dió las señales de que lo estaba escuchando.

—Señorita Nami, ¿podemos hablar y terminar con esto de una buena vez?

—¿Hablar? Ja, como si quisieras hablar con alguien que no te gusta tener cerca. Mejor quédate en silencio y esperemos a que vengan a sacarnos —respondió sin mirarlo en ningún momento para luego caminar con cuidado y sentarse lo más lejos posible de él.

—¿Por qué no llevas la muleta? —pregunto frunciendo el ceño ante su caminata extraña.

—¡Qué te importa!

—Tch, maldita sea. Lo que dije anoche fue un error, no es realmente lo que crees que significa —Law se acercó lentamente a ella pero mantuvo siempre una distancia prudente.

—¿No es lo que significaba? Solo estás cavando tu propia tumba —se cruzó de brazos sin mirarlo— Maldita sea, ¡Te odio! —Nami gritó.

—¡Deja de ser estúpida, señorita Nami! —dijo con un tono claramente enfadado.

—¡Aléjate de mí! —Ordenó cuando notó que Law intentó acercarse— ¡Todo esto es tu culpa!

Law la estudió cuidadosamente analizando al mismo tiempo su respuesta para no abrir más la brecha entre los dos.

Cómo si fuera una señal, ambas marcas comienzan a arder en sus cuerpos. Law se tensa ante el leve recordatorio de los momentos en los que la marca también reaccionó, dando un fuerte suspiro irritado e ignorando sus quejas decide sentarse a su lado.

—¿Es tan desagradable? —pregunta cuidadosamente mientras lleva sus brazos a su cuello para recostarse contra la pared, ocultando y eclipsando con el ala blanca de su sombrero sus ojos y la mayor parte de su nariz.

—¿Qué cosa? —responde fingiendo desinterés, aunque ella sabía muy bien que sus iris dorados la seguían en cada movimiento.

—Que sea tu alma gemela —dice al fin en voz alta.

Después de tantos años, era la primera vez que Law pronunciaba esas dos palabras en voz alta, por lo que la ansiedad nuevamente brotaba en su estómago. Él sabía que aunque no llegarán a arreglar las cosas en ese momento, tendrían toda una vida para hablarlo, si es que sus enemigos y el resto del nuevo mundo no lo mataban primero.

Nami guardó silencio. Pero él pudo ver en la reacción de su cuerpo rígido la incomodidad, la culpa y el lamento no pronunciado en voz alta. La vio flexionando la mandíbula y enderezando la columna en preparación a responderle.

Pero la respuesta, nunca llegó.

—A mi no me molesta que seas tú —volvió a decir Law, como un gesto de sinceridad para brindarle cierta calma.

El parpadeo de sus sorprendidos y brillantes ojos castaños rojizos casi lo convencen de que se entregará a ella y a todo lo que había deseado internamente durante tanto tiempo.

Recordando los momentos de la noche anterior junto a todas sus aventuras en Zou y Wano, sabía que ella despertaba en él más emociones de las que quería admitir. También entendía, que ella era tan pirata como él. Y aún así, sabía que ella era una mujer hermosa y a la vez un completo misterio.

Por lo que, cuando vio de repente un leve sonrojo creciendo en sus mejillas y su cuerpo moviéndose de manera tímida e inquieta a su lado, lo confundió. Uno pensaría que una mujer feroz como ella no sería tan tímida cuando se trataba de cosas como el romance, coqueteos y cosas así.

Cerrando los ojos con agotamiento, volvió a centrarse.

—Al principio, cuando los conocí en el Archipiélago pensé que eras como cualquier otra mujer manipuladora. Pero en todo este tiempo te he visto pelear numerosas veces. Puede que no seas aparentemente invencible como tu capitán idiota o tu espadachín, pero sé que tienes habilidades confiables.

—Así que me has estado observando —afirmó ella con una leve sonrisa divertida ante su información.

El cirujano dejó caer levemente la cabeza a un costado y con sus rasgados ojos dorados asomándose bajo su sombrero, la miró.

—Así como tú también me has mirado.

Nami volvió a sonrojarse ante la vergüenza y el enojo, mirándolo horrorizada.

—¡¿L-lo sabías?! —pregunto eufórica.

—No eres demasiado sutil —respondió mientras se burlaba de su reacción.

—¡No te rías imbécil!

Nami lo golpeó con todas sus fuerzas en su brazos, haciendo que bajara sus brazos para apoyar sus manos en el suelo, haciendo que dejará su típica postura engreída con toques de superioridad.

Y a pesar del minúsculo dolor, Law entre pequeñas risas burlescas sentía que molestarla había valido la pena.

El silencio —está vez menos tenso— los rodeó nuevamente por unos minutos.

—Entonces, ¿Amas a tu capitán? —sus ojos están fijos en el espacio frente a él.

Nami sorprendida ante su repentina pregunta, lo observa por un momento su rostro serio y agobiado por los efectos de la celda, pero luego de alguna forma ella puede comprenderlo, estaba inquieto.

—Sí, claro. Pero no de la forma que te imaginas —admite.

—¿Al espadachín y al cocinero? —se inclina más a su lado y está vez la mira a los ojos.

Ella niega otra vez con la cabeza.

—También amo a Sanji como amo a Zoro y a todos. Pero no, no amo a nadie de esa forma —responde cortando sus futuras preguntas por cada uno de sus amigos.

Se quedan allí, ambos observando la mirada del uno al otro rogando silenciosamente al otro que cierre la brecha que ninguno de los dos está seguro de mantener por mucho tiempo.

—¿Puedo ser franco contigo? —pregunta Law con un tono más ronco.

—Claro —Tararea.

—¿Qué crees que hemos estado haciendo desde que nos encontramos ayer?

Sus cejas se fruncieron.

—¿Qué quieres decir?

El hombro de Law cayó mientras se apoyaba más contra la pared y se masajeaba las sienes.

—Todo esto. Las miradas, los juegos, los roces, la tensión, el coqueteo.

Nami solo lo miro en silencio.

—Me atrevería a decir que ha estado sucediendo algo sutil, incluso desde el inicio de nuestra alianza.

Nami apretó sus puños y dirigió su mirada al suelo. Sin que expresará sus pensamientos inseguros, él la entendía.

—Es más que una marca, señorita Nami.

—¡Déjame ver tu marca! —pide abruptamente Nami interrumpiendo y descolocando por un momento al pelinegro.

Law sin decir ni una palabra le ofrece su mano y los levanta del frío suelo.

Luego sin perder de vista su rostro, levanta su camisa negra y baja un poco su pantalón para mostrarle el pequeño nombre en su cadera.

Nami ve su nombre incorporado en el hueso de su cadera como uno más de sus preciados tatuajes, su corazón palpita aceleradamente emocionado y con la hormigueante picazón en la punta de sus ansiosos dedos, acerca su mano para rozarlo.

A pesar de que él quería que ella lo tocará, a regañadientes se alejó.

—¡Hey! ¿Por qué te alejas? —preguntó con un leve puchero asomándose en sus labios.

—Si quieres tocar, también debo ver el tuyo.

Nami suspiró enojada prometiendo cobrarle por ello más tarde, así que sin perder otro segundo levantó su camisa para mostrarle su cintura.

Law no podía transmitirle adecuadamente lo que sentía cuando la miró. Su nombre completo rodeaba su marcada cintura debajo de sus costillas. Sintió que había un fuego en su pecho que calentaba cada centímetro de él.

Nami aprovechando su distracción acercó su mano izquierda a su cadera y rozó su nombre haciendo que Law gimiera ante el repentino contacto de piel.

Las palabras parecían dar vueltas y vueltas en su cabeza, como si alguien estuviera agitando sus emociones, y el calor en su corazón llevó la temperatura al punto de ebullición. Literalmente, sentía que su corazón estaba a punto de estallar.

Queriendo darle la misma sensación soltó su camisa y acercó su mano a su cintura. Nami jadeo ante el roce de sus gruesos dedos tatuados.

Ella presionó su cuerpo escasamente vestido contra él mientras su dedo índice trazaba distraídamente las letras de su nombre, haciendo que su sangre se calentara.

Sin quedarse atrás, el cirujano rozó con sus uñas sus costados, enviando chispas con sensación de calor iluminando todo su cuerpo. Provocando suaves y tímidos jadeos en ella.

—Será difícil —Ella presionó su cuerpo contra él mientras hablaba.

—Podemos mantenerlo ocultó —sugirió él mientras inhalaba el perfume de su cabello.

—¿Qué hay de la alianza? —la inseguridad de que algún día tuvieran que enfrentarse a muerte por el One Piece y que ella fuera obligada a elegir entre su capitán y él cirujano, la carcomía por dentro.

—Lo resolveremos con el tiempo.

—No sé qué decir… —dijo con un bajo pero claro tono nervioso.

—Entonces no digas nada —Law respondió simplemente— A mi modo de ver, tenemos dos opciones. Podríamos optar por la opción natural de ocultar e ignorar las marcas para sobrevivir en el nuevo mundo, tratando la alianza exactamente como debe ser. O podemos elegir la opción menos inteligente y para nada segura, seguir adelante.

Nami se quedó quieta, absorbiendo sus palabras en silencio.

—Supongo que debo haber atrapado algo o estoy perdiendo la cordura, porque me atrae más la segunda opción. Pero si eliges hacer lo correcto y no complicar más las cosas, lo aceptaré. Eres un aliado y mi alma gemela, con tal de mantenerte a salvó puedo prometer no perseguirte —continuó mirándola fijamente.

El silencio regresó por un momento mientras Nami lo contemplaba, sabía que si seguía con las cosas con Law habría todo tipo de complicaciones. En primer lugar, el hecho de que él y Luffy tuvieran el mismo sueño, ella eventualmente tendría que elegir un bando si se tratara de una lucha entre ellos dos. Ella tampoco estaría en contacto constante con él, él estaría en su submarino y ella en el barco. También estaba la cuestión de las marcas, no sabía que pasaría con ellos si mantenían la distancia por mucho tiempo o si un enemigo obtenía está información.

Ambos sabían que fomentar este vínculo sólo resultaría dolor, miseria y un inevitable triste final.

Pero a través de todo ese pensamiento, Nami descubrió que le importaba muy poco el conflicto potencial que esto le causaría más adelante.

—Creo que Luffy me está pegando su locura porque la segunda opción es deliciosamente tentadora —Nami sonrió sacando la lengua de manera juguetona mientras miraba a Law a los ojos con valentía.

—Creí que eras un pollo miedoso.

—¡Oye, eso depende de la situación!

Luego se alejó un poco de él para colocar sus manos en sus caderas y suspiró profundamente intentando mantener la calma.

—De todas formas, ya lo acepte, estoy condenada. Mi alma gemela resultó ser un tipo problemático, un supernova, ex señor de la guerra del mar y un potente futuro enemigo de mi capitán.

—Mira el lado bueno, señorita Nami. El hecho de que estemos extrañamente destinados te exceptúa de que en un futuro no te arranque el corazón —dijo dándole una sonrisa sádica.

—Ugh, estás demente —Nami lo miro brevemente disgustada—Tienes suerte de ser lindo, especialmente cuando intentas fruncir el ceño.

Por primera vez, una felicidad diferente llenó el agujero en el pecho de Nami que recientemente había estado lleno de preocupación y terror.

Internamente sabía que de alguna forma estarían bien, ellos estarían bien.


Holis, trate de hacer un capítulo corto pero no funcionó :( me deje llevar de nuevo jajaja, espero que igual lo disfruten!!

Se que parece un final (realmente pensaba dejarlo así) pero ahora tengo más ideas, así que está obra tendrá más capitulos!!

Gracias por leer y comentar!! :)