Le encantaba la Escuela de Entrenadores de Melemele. Sus espaciosas aulas, vistas desde los ojos de un niño pequeño, eran ecosistemas llenos de saber equipados con todo lo que podía necesitar o querer para el desarrollo. Las enormes estanterías llenas de libros, el material didáctico almacenado en grandes armarios al fondo del salón de clase… el gran ventanal a la izquierda de su asiento con vista al patio de la escuela.
Los campos de batalla, las pistas para montar Tauros (donde se llevaban a cabo pruebas para la Licencia de Pokémontura), los invernaderos, los corrales. Para un niño amante de los Pokémon como él, la escuela era mejor que cualquier parque de atracciones. De mañana a noche, simplemente adoraba estar ahí.
Sin embargo, lo mejor del lugar no eran todas las maravillas antes mencionadas. Lo mejor eran sus amigos. ¿De qué servía todo el conocimiento, la diversión, si no había nadie con quien compartirla? Solía sentarse en la esquina trasera del salón, cerca de la pared opuesta a la puerta, pero no porque tratara de rehuir de las participaciones en clase o mucho menos. Le gustaba ese lugar porque ahí, en esa pequeña esquinita, se creaba un mundo de sueños.
¿Qué harían cuando se graduaran? ¿Cómo sería su viaje? Sabía que las circunstancias de su vida y nacimiento lo alejarían de sus amigos tarde o temprano, pero él creía firmemente que la mejor parte del viaje era vivirlo.
Por eso, junto a sus amigos, disfrutaría un poco más de ese mundo fantasioso en el que todos sus deseos se harían realidad. Ese sueño en el que todos lo lograrían.
Y entonces despertó.
Se desperezó y se puso de pie, alejando la espalda de la máquina expendedora contra la que se había quedado dormido. A sus pies encontró una nota que tomó con desinterés y leyó.
«Estaremos apoyando desde las gradas».
Tras terminar de leer vio la nota por unos segundos más antes de guardarsela en el bolsillo del pantalón. Se puso de pie y comenzó a caminar hacia el lugar donde tendría lugar la masacre.
—¿Te sientes apto para ganar?
—Puedo intentarlo.
Mina caminaba varios pasos por delante de Liam, ligeramente encorvada y con una expresión que dejaba mucho a la interpretación.
—Mhm. Es extraño oírte decir "puedo". Una de las cosas que me gusta de ti es que siempre sabes decir "sí" o "no".
—Eso te da una idea de la fuerza de mi oponente —dijo Liam, encogiéndose de hombros—. Bastó un encontronazo en el Battle Royale para que dejara una fuerte impresión en mí.
—Es fuerte, sí. Acerola no es ninguna novata —admitió Mina. Las implicaciones de su oración eran claras.
—¿Qué me dices tú? Siempre he confiado en tu ojo crítico. O más bien, en tu intuición. —Liam se inclinó levemente hacia el frente, tratando de ver el rostro de su amiga.
Mina se detuvo y lo reflexionó por un momento. Su mirada perdida nunca fallaba en entretener a Liam. Le divertía lo complejo que era comprenderla en esos momentos.
—Lo tienes difícil —dijo Kauai tras unos segundos—. Aunque no es la mejor retroalimentación.
—Es retroalimentación y con eso es suficiente —rio Liam, retomando la caminata.
Mina pasó de ser la que lideraba la marcha a ser la que seguía a Liam. El moreno la vio de soslayo, sintiendo un poco de inquietud. La Capitana estaba con él porque estaba buscando a su novio, pero ahora parecía haber dejado eso de lado para hacerle compañía a él; había dejado de buscar para apoyarlo, como si estuviera preocupada.
—Oye, Liam —dijo Mina, sacando a Sotobosque de sus pensamientos.
—¿Sí?
—¿No te da miedo que ahora Alola está en nuestras manos?
Liam no se detuvo, pero su momento por un momento se quedó en blanco. Se rio con suavidad.
—¿Por qué preguntas eso de pronto, Mina? Desde hace tiempo que el cuidado de la nación depende de nosotros.
—Bueno, sí. Pero lo de ayer con Charizard me hizo darme cuenta de que ahora nosotros somos los que vamos a ser los guías y no los guiados—recordó, encorvándose un poco y mirando al techo—. Es mucha responsabilidad.
Sotobosque sabía que lo era. Habían nacido y sido criados para lidiar con ella, algunos eran mejores que otros, pero todos tenían la capacidad.
—No es propio de ti pensar tan a futuro —dijo, incapaz de evitar que su curiosidad se filtrara en su voz.
—Es solo que… los futuros Guzma que aparezcan estarán en nuestra conciencia. ¿No crees?
Liam esta vez sí se detuvo. Mina frenó de golpe, casi chocando con la espalda del moreno. Alzó una ceja al ver cómo retomaba la marcha sin decir nada.
—Asegurémonos de que eso no pase —dijo Liam y no volvió a hablar más.
Mina también guardó silencio.
—¡Damos inicio al último combate del día de hoy! ¡La última batalla antes de las semifinales! ¡¿Cuál de los combatientes se convertirá en el cuarto semifinalista?! —La pregunta de Jeekyo solo sirvió para elevar las expectativas y ansias de los espectadores—. ¡Recibamos entonces a nuestro primer participante! ¡Saliendo por la derecha está uno de los hombres del momento! ¡El Capitán más popular de Alola; el único de Melemele! ¡Tranquilo y versátil! ¡Un hombre versado en las artes y en lo académico! ¡Fuerte como pocos! ¡Su brillantez y popularidad le han valido el sobrenombre de «La Súper Estrella»! ¡ÉL ES LIIIIIIIIAAAAAAAAAM SOOOOTOOOOBOOOOSQUEEEEEE!
Con sosiego, Liam salió del pasillo. Con su índice derecho jugueteba con el largo mechón de cabello donde reposaba el broche que demostraba su estatus como Capitán. Dedicó una sonrisa a todos los que gritaban su nombre, agitando suavemente la mano. A diferencia de otros participantes, él no hizo nada especial o espectacular. Liam era como el tipo en el que se especializaba: sencillo pero sumamente eficaz. Su presencia era suficiente para encender a todos los presentes en el estadio.
Cuando la emoción finalmente terminó, el público guardó un silencio absoluto. Sabían quién era el siguiente. Sabían lo que significaba. Todos estaban preparándose mentalmente para ver la entrada del gran villano.
—¡Y por la izquierda lo tenemos a él! ¡Solicitó expresamente ser introducido con tanta brevedad como fuese posible, así que honremos su deseo! ¡Quiere derribar a todos los participantes del torneo tan rápido como pueda! ¡Su nombre es GUUUUUUUZMAAAAAA!
Guzma emergió del oscuro pasillo con paso perezoso. Encorvado y con las manos en los bolsillos caminó hacia su puesto. No dijo nada, no vio a nadie. No honró con su mirada ni al árbitro y mucho menos a su oponente.
Solo una zona de la tribuna estalló en ovaciones. Otros sectores aplaudieron con cierta emoción, pues sabían que, si bien no era el más carismático, el participante tenía la capacidad de mostrar un combate a la altura.
—Vamos, Liam… —murmuró Acerola con gran expectativa.
—Lo tiene difícil —dijo Gladio con el ceño fruncido.
Ash asintió.
En medio de ambos participantes estaba Hapu. La Kahuna de Poni nunca fallaba en poner el orden todo el estadio. Aunque era la más pequeña de todos los árbitros (antes de que Nanu quedara permanentemente relegado a una silla de ruedas), era la más intimidante de todos ellos. Sus ojos eran los causantes de que más de uno apartara la mirada por la incomodidad.
La tensión en el estadio impidió que muchos se concentraran en las palabras que la reina estaba diciendo. La combinación entre la indiferencia de Guzma, la mirada autoritaria de Hapu y el semblante paciente de Liam era tan discordante que ponía a más de uno los pelos de punta.
—¿Quedó todo claro? —preguntó finalmente Hapu, sacándole un suspiro a más de uno.
—Todo claro —asintió Liam con la cabeza.
—Sí —dijo Guzma con voz seca. Sabía que Hapu solo admitiría una respuesta oral y no darle lo que quería solo entorpecería las cosas. Cuanto antes empezara todo, mejor.
—Entonces, participantes… — La Kahuna elevó la voz, haciendo retumbar el campo de batalla con su timbre—. ¡ENVÍEN A SU PRIMER POKÉMON!
Ninguno de los oponentes fue particularmente entusiasta al mandar a combatir a sus compañeros. Contrario a todos los demás participantes del torneo, ellos no habían lanzado con fuerza sus Poké Balls al aire y mucho menos gritaron. Extendieron las cápsulas hacia el frente, pulsaron el botón del centro y los monstruos de bolsillo salieron.
Vikavolt se mantuvo silencioso, a poco menos de tres metros de altura. Drampa, por otro lado, no hizo mucho más que analizar a sus oponentes con la mirada.
—¡Drampa contra Vikavolt! ¡El tipo Dragón de Drampa le ofrece una ventaja contra el tipo Eléctrico de Vikavolt! ¡¿Podrá superar esto el participante Guzma?!
Guzma no se anduvo con rodeos. Señaló hacia el frente y ordenó.
—Rayo.
Vikavolt se rodeó de una vibrante aura del color de un girasol, misma que se extendió como una larga mano que intentaba alcanzar a Drampa.
—¡Pulso dragón! —dijo Liam.
El tipo Normal abrió el hocico y sus siempre tranquilos ojos ganaron una expresión que podría interpretarse como colérica. Un haz de luz morado salió disparado en contra del Rayo de Vikavolt.
Estaban casi empatados en velocidad, de igual forma eran casi igual de poderosos a la hora de atacar. La balanza, sin embargo, se decantó pronto a favor de Guzma. Rayo comenzó a hacer retroceder a Pulso dragón.
—¡Protección! —ordenó Liam cuando notó que Drampa no podría seguir el ritmo.
Un campo de energía verdoso se levantó alrededor de Drampa, envolviéndolo como pompa de agua a malasada. La diferencia entre Protección y una burbuja era que la segunda no tenía la capacidad de resistir descargas de varios miles de voltios.
Al contacto, Rayo estalló. Una gruesa capa de humo se creó alrededor de Protección y, por ende, alrededor de Drampa. Un Pulso dragón salió disparado hacia la zona donde antes había estado levitando Vikavolt, fallando por unos cuantos metros.
El escarabajo se abalanzó en contra de su oponente, cargando con las mandíbulas por el frente. Otro Pulso dragón fue disparado contra él, trazando una línea vertical que rozó su ala izquierda y lo obligó a evadir tan pronto como pudo. Vikavolt entonces frenó, ubicó a su oponente por entre el polvo e hizo vibrar sus alas con fuerza.
Mientras Zumbido era lanzado, Drampa abrió las mandíbulas y dejó salir un poderoso alarido. Las ondas sonoras de ambos movimientos, ambas materializadas, se encontraron en el aire y se atravesaron. Ambos Pokémon, como muchos espectadores, cerraron con fuerza los ojos.
Tras lo que se sintió como una eternidad, los dos guardaron silencio. Agitaron la cabeza con aturdimiento y, en un segundo, se pusieron manos a la obra. El entrecejo de Drampa se surcó por cientos de pequeñas arrugas y sus ojos desprendieron un brillo carmesí que pareció perseguir a Vikavolt.
Guzma frunció el ceño por un momento y, casi en un instante, su semblante se relajó.
—Rayo.
Vikavolt se quedó quieto, cargando energía, y Deslumbrar lo golpeó de lleno. No hubo efecto alguno, cosa que sorprendió a muchas personas en las gradas. El tipo Eléctrico tuvo que interrumpir su movimiento, evadiendo rápidamente un Pulso dragón que rozó dolorosamente su ala izquierda. Dio una media vuelta alrededor de Drampa, buscando posicionarse en su espalda.
Nuevamente el ceño de Guzma se frunció. Chasqueó la lengua.
—Eso fue inteligente. —Chris sonrió—. Utilizó el segundo que a Guzma le tomó el darse cuenta de que Deslumbrar no lo haría nada para disparar su Pulso dragón.
—¿Eso fue lo que hizo? —preguntó Dawn con sorpresa—. Ya me parecía raro que alguien tan listo como Liam pudiera cometer un error así.
Los Capitanes y Hau sintieron algo de orgullo al oír esas palabras. Les hacía feliz lo rápido que Liam ganaba, entre quien fuese, la reputación de sabio.
—¡Vozarrón!
El grito de Liam devolvió la atención de todos al campo de batalla.
Vikavolt había comenzado a disparar Energibola entre sus vueltas alrededor de Drampa, por lo que este último había utilizado Vozarrón para desconcertarlo. Las ondas sonoras no lograron impactar contra el escarabajo, pues había logrado evadirlas, pero el sonido residual era suficiente para hacerlo detenerse por un momento.
—Foco resplandor —dijo Guzma.
Las bolas de energía desaparecieron para darle paso al haz de luz plateado. No fue dirigido directamente contra Drampa, sino que trazó un círculo perfecto a su alrededor. Polvo se levantó e, inmediatamente después, Vikavolt cambió su posición. Utilizó Zumbido.
Zumbido dispersó el polvo, permitiendo ver con claridad el Protección que Drampa había usado para cubrirse. El tipo Dragón ubicó con la mirada a su oponente, listo para contraatacar en cualquier momento.
Liam no quería enfrentar a Drampa contra Vikavolt, pues Deslumbrar era un arma poderosa que podría aprovechar contra cualquiera de los otros Pokémon de Guzma. Desafortunadamente el dragón era su mejor opción para derribar al escarabajo (o al menos debilitarlo). Sus velocidades parejas, sus potencias de ataque similares y la forma en la que lanzaban sus movimientos; eran demasiado parecidos. Pero Liam tenía un plan: uno de bajo riesgo y alta recompensa.
—¡Deslumbrar! —gritó Liam en cuanto vio la oportunidad.
Aquellos ojos carmesís hechos de energía se abalanzaron de nuevo contra Vikavolt. Guzma pareció insultado.
—Energibola —dijo con voz seca.
El tipo Bicho cargó de frente contra Deslumbrar. Parecía estar alardeando de su inmunidad al movimiento.
«Energibola es una buena opción», pensó Liam. Pero que fuera una buena opción no significaba que fuese inesperada.
—¡Pulso dragón!
Del hocico de Drampa salió disparado un resplandor morado que Vikavolt se apresuró a evadir. Energibola no sería suficiente para hacerle frente a Pulso dragón.
«¿A dónde vas a esquivar? Virarás hacia la derecha, ¿verdad? Tu ala izquierda se siente un poco entumida, ¿no es así?», pensó Liam con una sonrisa.
Vikavolt giró justo en la dirección que Liam había predicho. Dio una vuelta completa solo para recibir el impacto parcial del Pulso dragón contra su ala izquierda. El escarabajo dejó salir un gruñido de dolor y su vuelo se entorpeció, perdiendo altitud por unos segundos.
Liam vio en el rostro de Guzma cierto nivel de comprensión. Sabía que Kiauka no era alguien ingenuo ni mucho menos. Acciones tan descaradas como las que él estaba llevando a cabo pronto verían sus intenciones reveladas.
Sabía que tenía que apresurar las cosas, pues había provocado a la bestia.
—¡Pulso dragón! —gritó.
De nuevo las mandíbulas de Drampa se abrieron, dejando escapar el poderoso movimiento. Vikavolt no escapó, sino que lo enfrentó con un Rayo que pronto lo doblegó. Drampa, a toda velocidad, bajó la cabeza e impactó su Pulso dragón contra el suelo, creando una polvareda que lo rodeó por completo. La electricidad atravesó el polvo y no pareció golpear nada, cosa que para nada desanimó a Vikavolt.
Una ráfaga de Energibola salió disparada en contra de la nube polvorosa, cubriendo toda el área que abarcaba. Vikavolt no se detuvo ahí, sino que disparó un Foco resplandor que duró más bien poco y luego pasó a utilizar Zumbido. Fue ahí que algo curioso pasó, pues el molesto sonido solo duró un segundo antes de que el bicho tuviera que detenerse por el dolor.
—¡Le está cortando las alas! —exclamó Acerola con una sonrisa en el rostro.
—Tres Pulsos dragón, apuntados todos contra la zona más sensible de Vikavolt… Incluso si solo son roces, el daño acumulado seguramente es devastador —analizó Selene. Recordaba como el Zoroark de Gladio había apretado las alas de su Vikavolt, dejándolas prácticamente inutilizables al igual que su Zumbido.
Guzma pareció darse cuenta de lo mismo, por lo que dejó de lado toda aparente sutileza que alguien como él pudiera tener.
Vikavolt retrocedió un poco y luego cargó contra su oponente. El campo de energía levantado por Drampa apenas estaba cayendo cuando, de repente, el escarabajo cerró sus mandíbulas alrededor de su cuello.
El tipo Dragón no se dejó morder tan fácilmente, pues utilizó sus patas para evitar que el enemigo clavara todavía más sus fauces. Aprovechó la longitud de su cuello para atacar directamente el ala izquierda de Vikavolt. Liam parecía haberse descarado ahora que el enemigo había descubierto su plan.
Pero Guzma no era tonto como para darle a su enemigo lo que quería en bandeja de plata. Mientras un destello morado se formaba en el hocico de Drampa, un repentino chispazo lo hizo retroceder. La chispa se hizo cada vez más fuerte hasta que se hizo obvio que el tipo Dragón no podía quedarse cerca de Vikavolt.
Drampa, sin ver otra solución, gritó. Su grito desconcentró a Vikavolt, quien dejó de atacar por un segundo y redujo su agarre. Eso le dio a Drampa el tiempo suficiente para quitárselo de encima, dándole un latigazo con su largo cuello. El golpe, lanzado específicamente contra el ala izquierda de Vikavolt, lo hizo retroceder violentamente.
Mientras era impelido, el tipo Bicho disparó una Energibola que Drampa se apresuró a tratar de bloquear con Pulso dragón. La descarga que había recibido en el hocico había adormecido sus fauces, por lo que su ataque tardó en llegar. Energibola y Pulso dragón se encontraron a menos de un metro del rostro de Drampa, creando una explosión que generó una espesa humareda.
Pocos se dieron cuenta de la sonrisa de Guzma, la cual se borró de su rostro apenas un segundo después de aparecer. Liam fue uno de ellos. El Capitán sudó frío, intentando descubrir tan pronto como le fuese posible lo que parecía darle tanta satisfacción a su oponente. ¿Era porque Vikavolt podía aprisionar el cuello de Drampa? ¿Por qué incluso a corta distancia, él era el ganador? Tenía lógica y no sorprendía a Liam, pues sabía que Guzma era más fuerte que él, pero… algo se sentía mal.
—¡Vozarrón! —exclamó Liam. Su oponente ya no tenía Zumbido, por lo que aprovecharía eso.
Vikavolt y Guzma parecieron conscientes de que intentar esquivar era un esfuerzo inútil, por lo que no lo hicieron. El tipo Bicho hizo de tripas corazón y lanzó una poderosa descarga que tenía un objetivo bien claro. Con los ojos entrecerrados y los tímpanos vibrando como la úvula de una cantante de ópera, disparó.
Drampa cerró el hocico de forma apresurada al sentir como su interior era revuelto por la descarga de Vikavolt. Se apresuró a levantar un campo de energía a su alrededor, cortando el flujo de electricidad y permitiéndose toser con fuerza. Su garganta ardía terriblemente, cosa que se evidenció en su gesto pesaroso.
Protección cayó y Drampa abrió los ojos, encontrándose a Vikavolt lanzándose directamente en su contra. Las intenciones del bicho eran obvias, pero tanto el tipo Normal como Liam sabían que no podrían defenderse con un ataque: Drampa ni siquiera había comenzado a recuperarse del daño recibido.
Liam sacó la Poké Ball de Drampa con la intención de hacerlo volver. El plan estaba a un solo paso de ser un éxito, pero tendría que ser otro el que lo culminara. Apuntó la cápsula hacia su Pokémon y retrocedió por un sobresalto.
Un Foco resplandor atravesó el espacio entre Liam y Drampa, creando una gran barrera polvorosa que cortó la visión del Capitán. No podía verlo, pero él sabía que Drampa seguramente estaría donde mismo. Extendió el haz de la Poké Ball, pero regresó sin nada. Dirigió la mirada hacia la gran pantalla, viendo que Vikavolt había recibido el rayo de luz con su cuerpo. El bicho estaba quieto; su único objetivo había sido el de evitar el cambio.
Drampa se dio la vuelta para no tenerlo a sus espaldas y lo encontró. El tipo Eléctrico seguía ahí. Forzó la garganta todo lo que pudo y dejó salir un fuerte vozarrón al que Vikavolt respondió con una ráfaga de Energibola. Drampa pareció sobresaltarse al ver al enemigo atacar, pues cambió su Vozarrón por Pulso dragón, temeroso de que pudiese repetir la estrategia anterior.
El haz de luz destruyó varias esferas y persiguió a Vikavolt, que había comenzado a moverse hacia arriba de su cabeza, con clara intención de posicionarse en su espalda. Liam notó que el oponente iba orientado ligeramente hacia la izquierda, por lo que no tenía un ángulo favorable para golpear su ala lastimada. Lo que sí tenía a tiro era su vientre, pero lo dejó pasar. Una abertura así de obvia nunca venía sin consecuencias.
El tipo Dragón volvió a girarse para recibir a Vikavolt. El escarabajo una vez más lo atacó de frente, descendiendo al ras del suelo y disparando un Rayo. Liam entonces vio una oportunidad.
Sabía que Guzma quería que Drampa agachara la cabeza para poder recibir el ataque y que, una vez lo hiciese, Vikavolt ganaría altitud para pasar encima de su cabeza. ¿Qué haría a partir de ahí? Podía aprovechar su posición para morder el cuello de Drampa. Que se pusiera a sus espaldas y lo castigara con sus movimientos también era otra opción. Así que se decidió. Si de todas formas iba a recibir el ataque, entonces al menos concretaría su plan.
Rayo impactó directamente contra el abdomen de Drampa, pero el Pulso dragón que disparó le dio de lleno en el ala izquierda a Vikavolt, la cual dejó de moverse por completo. El desequilibrio en el vuelo del escarabajo lo hizo cargar todo su peso en su costado derecho, por lo que su ala comenzó a arrastrarse contra el suelo. Aunque parecía que se estrellaría en cualquier momento, Vikavolt encontró fuerzas y concentración para disparar un Energibola que Drampa no estaba esperando.
La bola de energía pasó a solo centímetros del rostro del tipo Dragón, quien instintivamente la siguió con la mirada al igual que Liam. Eso los hizo perder de vista a Vikavolt, lo que fue el error que les costó la batalla.
No lo habían visto, pero el tipo Eléctrico había logrado ganar el impulso suficiente para planear. Puso todo su peso en el costado izquierdo ahora que sus alas no tenían que hacer ningún trabajo. Eso le permitió dar una brusca vuelta en U que lo llevó directamente contra la nuca de Drampa. No solo mordió, sino que utilizó un último acelerón para encajar las mandíbulas en la tierra y apresar a Drampa.
Liam y su Pokémon reaccionaron cuando ya era demasiado tarde.
—¡LO ATRAPA! ¡El Vikavolt del participante Guzma atrapó entre sus fauces y la tierra al Drampa del participante Liam! ¡Esto es como…!
—La batalla de Zoroark y Vikavolt… —murmuró Gladio, frunciendo notoriamente el ceño.
—Es la segunda vez que hace algo que pasó en el combate de Gladio y Selene —dijo Elio con una mirada analítica—. Esto ya no es una coincidencia. Está viendo y asimilando las tácticas de otros peleadores.
—¡VAMOS, DRAMPA! —Acerola no esperó a que nadie dijese nada más. Se puso de pie y gritó con fuerza. A ella se le unieron otras personas.
—¡VOZARRÓN A TODA POTENCIA! —gritó Ash.
—¡Levántate, Drampa! ¡Tú puedes! —saltó Hau.
Antes de que el tipo Dragón pudiese hacer cualquiera de esas cosas, una poderosa descarga eléctrica los envolvió a él y a Vikavolt. El tipo Dragón rugió con fuerza, cerrando los ojos por el dolor.
—¡Usa Protección! —dijo Bonnie para luego llevarse la mano derecha a la boca.
—No. No puede —aseguró Lillie con frustración.
—¡¿Por qué no?! —preguntó Serena, sobresaltada.
—Porque le arrancaría las mandíbulas a Vikavolt —respondió Clemont, ajustándose las gafas con una expresión rígida.
—El campo de fuerza no se detendría hasta desplegarse por completo, sin importar qué estuviese rodeándolo. Las mandíbulas de Vikavolt se abrirían hacia los costados hasta el punto en el que inevitablemente se romperían —explicó Rotom.
—¿Guzma sabe eso? —preguntó Tsukishima con cierto temor. La idea de que algo como eso pudiese pasar en cualquier momento le revolvía el estómago.
—Lo sabe. Y sabe que Liam jamás haría algo así —respondió la Pokédex—. Existe la posibilidad de que Vikavolt pueda alejarse de Drampa antes de que Protección le arranque las mandíbulas, pero Liam no se arriesgaría a que no fuera el caso. Guzma está aprovechando eso a su favor.
Guzma Kiauka era un hombre que luchaba entre la delgada línea de lo legal y lo ilegal, pero esta vez su táctica no se sentía así. Era una estrategia valida, pues ninguna persona con dos dedos de frente se arriesgaría a, potencialmente, desmembrar a un Pokémon… pero había algo que hacía que se sintiese como un movimiento sucio. Tal vez se trataba de la satisfacción con la que Guzma veía el resultado de su plan, ¿pero en que era diferente a la dicha que sintió Selene cuando atrapó a Zoroark? Muchos se sintieron conflictuados y una sola conclusión llegó a sus mentes: se sentía mal porque era Guzma quien lo hacía.
Mientras la gran mayoría pensaba en su dilema moral, Mina lo tenía claro: Liam había sido sencillamente superado. Ahora entendía por qué su amigo tenía una opinión tan buena del líder Skull; aunque anteriormente había demostrado ser más que solo músculos, esta vez había demostrado que su astucia realmente era comparable al ingenio de Liam. Eso era un halago del más grande calibre.
Drampa, entre tanto, se retorcía por el dolor. Había intentado aprovechar la longitud de su cuello para doblarlo y atacar la espalda de Vikavolt, pero el tipo Bicho lo había sujetado de tal forma que solo podía mover libremente una cuarta parte de su extensión. Intentar utilizar sus patas era inútil, pues no respondían de la forma en la que él quería por la continua descarga. Fue cuestión de tiempo para que la parálisis hiciese de las suyas.
Quería gritar. El dolor tan agudo que recorría cada centímetro de su cuerpo era abrumador. Rayo no era un ataque eficaz, pero las bajas defensas especiales de Drampa y el altísimo ataque especial de Vikavolt lo hacían un movimiento tan potente como cualquier otro, tal vez más.
Quería gritar, pues sentía que se estaba desvaneciendo. Un aura rojiza lo rodeó, indicando la activación de su habilidad especial: Cólera.
Quería gritar porque su habilidad especial también lo hacía ponerse furioso.
Tenía tantas ganas de, simplemente…
—¡Vozarrón! —exclamó Liam con el ceño fruncido.
Gritar…
Las ondas sonoras no golpearon directamente a Vikavolt, pero sin duda sintió los efectos del ataque. El grito de Drampa resonó con tal potencia que los presentes habrían jurado que tenía su propio eco. Muchos fueron los padres que tuvieron que salir del estadio porque sus hijos habían comenzado a llorar. El dolor de la descarga no impedía que Drampa gritase, solo le daba combustible para hacerlo con más fuerza.
—¡Todavía puedes librarte de esta, Capitán!
Liam apartó la mirada para ver a Guzma. El líder Skull tenía las manos en las orejas, pero su expresión tranquila en el rostro, contraria a la indiferente y molesta de antes, dejaba en claro que no estaba muy preocupado.
—¡Puedes hacer volver a Drampa a su Poké Ball! ¡Vikavolt no podrá estorbarte!
Con un ojo entrecerrado, Sotobosque volteó a ver a Drampa, quien seguía luchando con todo su ser para devolver el daño que Vikavolt le estaba haciendo. La Poké Ball que todavía reposaba en su mano se movió con cierta tentación.
—¡NO LO HAGAS, LIAM! —gritó Acerola con fuerza—. ¡NO CAIGAS EN SU TRAMPA!
El lejano grito de Acerola no llegó al campo de batalla, pero tampoco pareció ser necesario. El Capitán vio a Guzma con una sonrisa y negó.
—¡Usted sabe que no haré eso! ¡Vayámonos juntos, Guzma! —gritó para hacerse oír.
El gesto tranquilo de Guzma desapareció, regresando aquella expresión de molestia. Su ceño se frunció.
—Adelántate —dijo lo suficientemente fuerte como para escucharse a sí mismo.
Poco a poco la voz de Drampa cesó. Sus párpados comenzaron a caer y el vigor de su cuello a desaparecer. Pronto no hubo más gritos y todos pudieron destaparse los oídos. La descarga desapareció al mismo tiempo. Al final el tipo Dragón quedó tendido en el suelo, inconsciente.
Hapu se inclinó un poco hacia el frente para ver bien a Vikavolt. Cuando vio que los ojos del tipo Bicho seguían abiertos y su ala derecha continuaba moviéndose, dio el veredicto.
—¡DRAMPA NO PUEDE CONTINUAR! —gritó, señalando al tipo Dragón—. ¡El participante Liam debe enviar a su siguiente Pokémon!
—¡EL DRAMPA DEL PARTICIPANTE LIAM CAE! ¡La tenacidad de Vikavolt le permitió superar a Drampa! —exclamó Jeekyo—. ¡La estrategia del participante Guzma rinde sus frutos!
«¡NOOOOOOOOOOOOOOO! LIAAAAAAAAAAAAAM».
«La balanza comienza a inclinarse hacia un lado, y no es el lado correcto».
«Dejemos los politiqueos por un momento y centrémonos en lo importante. Si Guzma ganó es por mérito propio y ya está».
«Cierra tu boca. Aquí nadie está hablando de política, simplemente queremos que gane Liam porque nos cae mejor».
«Y porque es fuerte. No se dejen llevar por los resultados: Vikavolt está al borde del colapso».
«Fue uno por otro. Me da miedo lo que pueda hacer Vikavolt con la poca vitalidad que tiene, pero estoy seguro de que Liam encontrará la forma de sobreponerse».
«La batalla solo está empezando a cocinarse. No hay que cantar victoria todavía para ninguno de los dos bandos. Esperemos a que se desarrolle un poco más».
En las gradas, Acerola se dejó caer sobre su asiento con una expresión pesarosa. Apretó con fuerza los reposabrazos de su asiento. Se tranquilizó cuando sintió la mano de Hau sobre la suya.
—No lo declares como el perdedor todavía —dijo Mahalo.
Acerola asintió levemente. En su boca y corazón todavía había un regusto amargo.
—Aunque perder a Drampa seguramente fue un golpe bajo para Liam —especuló Lana—. Deslumbrar podía dar pie a muchísimas estrategias.
—Tendrá que lidiar con ello —dijo Mina, sucinta.
Saltagua dejó salir un pequeño «Mhm» acompañado de una pequeña cabeceada.
Gladio, con el ceño fruncido, clavó sus ojos en Guzma. Él no intentaba esconder el desagrado que le tenía, por lo que en su rostro podía apreciarse el enfado y repudio que sentía al ver como su mayor enemigo utilizaba a su favor lo visto durante su combate contra Selene.
Por mucho que le repateara admitirlo, Aether sabía que Guzma era el paquete completo: un arma letal en la forma de un hombre, por ende no le sorprendía que hubiese ganado la primera batalla. Instintivamente buscó con la mirada al hombre que lo había derrotado no solo una, sino dos veces.
Ash veía el campo de batalla con una expresión indescifrable que atrajo la curiosidad de Gladio.
—Es brutal como siempre, pero parece ser más astuto que antes —dijo Ketchum, casi como si supiera que Gladio lo estaba viendo.
Eso no eran buenas noticias para ninguno: ni para Ash, ni para Gladio o Hau. Los tres comenzaron a mentalizarse, pues si Liam fallaba… Al mismo tiempo se detuvieron. No podían ser negativos; Sotobosque estaba muy lejos de perder.
Hablando de Liam. El Capitán hizo volver a Drampa a su Poké Ball al mismo tiempo que Guzma retiró a Vikavolt. El moreno suspiró con cierta resignación.
—Impresionante demostración, Guzma —elogió con una sonrisa—. Su fuerza nunca deja de sorprenderme.
Kiauka lo miró con un rostro inexpresivo.
—Envía a tu siguiente Pokémon. Déjame terminar esto rápido —dijo con brusquedad.
Liam sonrió, negó con la cabeza y sacó su siguiente Poké Ball al igual que Guzma. Ambas cápsulas se abrieron, dejando salir a Komala y Pinsir.
—¡Tipo Bicho contra tipo Normal! ¡Sin ventaja de tipo! ¡Una lucha pura de elementos! —comentó Jeekyo—. ¡¿El participante Liam girará las tornas a su favor o el participante Guzma volverá a imponerse?!
En el rostro de Sotobosque no había ninguna expresión, pero eso era solo la fachada que le daba al resto del mundo. Recordaba la charla que había tenido horas antes con Ash, Gladio y Acerola; la retroalimentación. Esa triada era la que mejor conocía a los Pokémon de Guzma (dos por mano propia y el otro mediante la observación). Le habían dado una lista de los movimientos que recordaban que tenían los Pokémon de Kiauka, y si bien no habían fallado con Vikavolt, Liam todavía la ponía en duda. Dos años habían pasado desde la última actualización, por lo que bien podría ser obsoleta. Había algo, sin embargo, que lo ponía nervioso: un movimiento en específico que lo hacía dudar, pues podría mandar al garete su estrategia.
«Aunque me es conveniente que sea Pinsir y no Scizor o Ariados…», pensó Liam. Si sacaba a Komala del campo de batalla, tal vez no tendría otra oportunidad similar. Tenía que aprovechar para perjudicar a tantos enemigos como le fuese posible y eso, por supuesto, incluía a Pinsir.
Liam se llevó una mano al puente de la nariz y rio. El simple hecho de tener a Guzma como oponente ya era un quebradero de cabeza, cosa que lo entretenía tanto como lo emocionaba y lo frustraba.
—Roca afilada.
Ese no era uno de los ataques que habían incluido en la lista, por lo que Liam supo que había hecho bien al mostrarse escéptico, aunque eso no quería decir que pudiera ser descuidado.
—¡Esquiva, Komala!
El koala pareció escucharlo pese a estar literalmente roncando. Comenzó a girar a toda prisa por el campo de batalla, dejando atrás a las ráfagas de rocas puntiagudas que lo perseguían. Comenzó a alejarse de Pinsir, pero no por mucho tiempo. Una lanza de roca emergió, cortándole el camino y haciéndolo volver por sobre sus propios pasos. Se vio obligado a saltar con una agilidad increíble, evadiendo la nueva oleada de rocas que intentaron acribillarlo.
Pinsir se arrojó en contra de su oponente con Tijera X, un movimiento que sí estaba en la lista. Pese a su gran tamaño, su velocidad era sorprendente; definitivamente era más rápido que Komala. ¿Más fuerte? Liam no tenía duda alguna.
—¡Golpe bajo!
Komala se movió de una manera que parecía imposible. Con fuerza y, sobre todo, velocidad, lanzó su tronco en contra de Pinsir. El lanzamiento fue tan veloz que el bicho apenas y lo vio llegar, por lo que obviamente no fue capaz de cubrirse. El tronco lo golpeó directamente en la frente, haciéndolo cerrar con fuerza los ojos. Komala llegó al mismo lugar que su tronco en un parpadeo, recuperándolo y dando otro certero golpe contra el mismo lugar que anteriormente había impactado. Los ojos de Pinsir lagrimearon, incapaz de abrirlos.
El tipo Bicho intentó atrapar a Komala a ciegas, pero no lo encontró. Recibió un fuerte Retribución en el rostro, exactamente donde ya lo habían golpeado dos veces, y se hartó. Dejó salir un grito, creando a su alrededor un círculo perfecto compuesto por lanzas de roca. Pinsir no lo vio, pero uno de sus pilares golpeó a Komala, solo que en el tronco, por lo que lo mandó a volar sin realmente hacerle daño.
«Que tiempo de respuesta tan aterrador», pensó Liam. Komala no había logrado alejarse ni siquiera medio metro antes de que Pinsir actuara. Supo que si quería ejecutar su plan, entonces tendría que ser rápido; más rápido de lo que nunca había sido. Aunque primero tendría que preocuparse de otra cosa.
—Roca afilada. —Guzma señaló al koala que ahora iba en caída libre.
Pinsir pudo abrir los ojos a los pocos segundos, extendiendo sus brazos en dirección al oponente y disparando rocas como metralla.
Liam gritó su siguiente orden.
Pese a todo el caos del exterior, Komala dormía plácidamente. En ese preciso momento estaba teniendo un sueño de lo más alocado. Era la cabecilla de un escuadrón militar, a cargo de una importantísima operación. Estaba cayendo desde lo más alto del cielo, rodeado por el caos de la guerra y los disparos de los cruceros estelares. Apuntaba directamente contra la cubierta de una nave espacial enemiga mientras la artillería de la misma disparaba contra él. No sabía qué hacer, pero la inteligencia artificial incrustada en la ranura que tenía en la base de la nuca le había dado una buena idea.
«Haz girar tu taladro, Chief. La fuerza centrífuga destruirá los proyectiles y te dará impulso para atravesar la nave de un golpe», le dijo la IA. Komala no tenía ni idea de qué era la fuerza centrífuga, pero sí sabía que su taladro (tronco) podía lograr algo así.
Comenzó a girar a toda prisa el taladro y, por ende, él también empezó a dar vueltas. Los primeros pedazos de la artillería golpearon su taladro, haciéndolo crujir, y uno que otro lo impactó a él. Sabía que no podría resistir demasiado… Al menos no sin un impulso extra.
«¡Acciona el potenciador!», dijo la IA. Komala sonrió, pues era exactamente lo que estaba pensando. Transmitió la energía de su exotraje al taladro, cargándolo de todavía más poder. Fue gracias a eso que logró hacerle frente a los proyectiles y, finalmente, atravesar el casco de la nave enemiga.
La sacudida fue tremenda y la sintió en todo su cuerpo gracias a que había reducido sus defensas de su armadura para potenciar la ofensiva de su taladro, pero había valido la pena. El enorme boquete que dejó detrás de él provocó que la nave espacial estallara en cientos de miles de pedazos.
«Misión cumplida, Chief». Sonrió.
En la realidad el escenario era… parecido. Gracias a sus giros y al uso de Retribución, Komala había logrado mantenerse firme en contra de Roca afilada. Unas cuantas rocas solitarias lo habían golpeado, dejando feos raspones en su cuerpo, pero nada demasiado grave comparado a lo que artillería de verdad le habría hecho. Tampoco había atravesado ninguna nave espacial, sino que simplemente se había estrellado contra el suelo. El impacto había hecho rebotar a Komala un poco, pero parecía estar bien.
En el sueño de Komala las cosas seguían siendo alocadas. Un enorme monstruo alienígena de grandes cuernos cargaba directamente contra él, una espada de energía le salía de cada muñeca. Su primer impulso, por supuesto, fue el de lanzarse a la batalla como el guerrero Espartano que era, pero la IA se lo prohibió. Retrocedió de un salto, viendo como una de las espadas de energía se clavaba en el suelo y sintió escalofríos. Ese oponente era muy distinto a cualquiera que hubiera enfrentado anteriormente.
Komala rápidamente utilizó su bastón (tronco) para suspender sus cuartos traseros en el aire, evadiendo así la siguiente estocada. Giró su cuerpo con rapidez, posándose sobre el brazo que el enemigo había utilizado para atacar. Intentó golpearlo con su bastón, pero solo logró cubrirse del tajo que llegó por su costado. Salió impelido y, para evitar ser arrastrado todavía más, clavó el bastón en el suelo.
«Un enfrentamiento directo es inútil, Chief. Estamos enfrentando a uno de los mejores oficiales de Grupa 'Koman; tenemos que ser inteligentes si queremos vencer», dijo la IA.
«Lo sé», respondió Komala con simpleza. Tan serio y misterioso como era, también era capaz de escuchar el consejo de su compañero de batallas. No había nadie en quien confiara más que en él. «Ilíada, plan de acción».
«¡Por ahora céntrate en evadir sus disparos de plasma!»
Komala estuvo de acuerdo.
Las largas hojas de energía que salían de las muñecas de aquel alienígena se retrajeron, dando paso a unas armas de fuego que disparaban plasma incandescente. El contacto de uno solo de esos proyectiles podía comprometer los escudos de su armadura, por lo que lo mejor era no tentar a la suerte.
Mientras el valiente soldado espacial corría del plasma, en la vida real Komala rodaba a toda velocidad para evadir las rocas afiladas que Pinsir le disparaba.
Liam solo estaba esperando el momento en el que Pinsir tuviera que detenerse. Huir no era tan cansado como atacar, eso era un hecho. El escarabajo era más rápido que Komala, sí, pero el tamaño y flexibilidad del tipo Normal le permitían evadir con cierto éxito sus movimientos; en un tira y afloja de ese estilo, Liam estaba seguro de que el primero en cansarse sería Pinsir. Sonrió cuando el momento llegó.
Pinsir se detuvo por un momento, tomando un largo respiro. Komala entonces cargó en su contra, rodando a toda velocidad. En plena carga, el tipo Normal utilizó su tronco para impulsarse y dar un rápido salto horizontal.
—Roca afilada —dijo Guzma, aparentemente despreocupado.
—¡Golpe bajo! —gritó Liam.
En su sueño, Komala acababa de activar los sistemas de aceleración de su exotraje (Golpe bajo) que le permitían moverse tres veces más rápido. De no haberlo hecho, un géiser de plasma (Roca afilada) que había emergido del suelo lo habría consumido, pues había aparecido en el lugar exacto por el que estaría pasando si su velocidad fuese la de siempre.
«Este lugar está lleno de trampas que él controla, Chief. Ten cuidado», le recordó Ilíada.
«Siempre», respondió él, sucinto.
Sin perder tiempo lanzó su bastón contra el rostro del alienígena con toda la fuerza que su mejorada condición le permitió. El impacto fue un golpe seco; certero y poderoso. Las placas que revestían al cuerpo del alienígena eran resistentes, pues un impacto así habría acabado con cualquier otro enemigo pero a él solo lo había aturdido.
Se dio prisa por recuperar su bastón, pero no dio un segundo golpe como normalmente lo habría hecho aprovechando la aceleración. Notó al instante que debajo de él se estaba formando otro géiser de plasma y supo que no podría evadirlo: tenía que aturdir al enemigo. Un segundo bastonazo no lograría impedir que el alienígena activara su trampa, pero su traje tenía otra función que sí podría hacerlo; una mucho más rápida que su propio cuerpo: su cañón sonoro.
Desde el casco de su exotraje surgió una onda de sonido que tuvo la potencia suficiente para desequilibrar al enemigo, aturdiéndole e impidiéndole actuar. Ese era el momento. Cargó energía en su traje y la focalizó en sus guanteletes, disparando un devastador ataque de plasma que incineró a la bestia. Sonrió, sintiéndose victorioso, pues nadie nunca había resistido una combinación semejante.
Fuera del mundo de sueños de Komala, las cosas habían ocurrido de otra manera, pero habían sido igual de espectaculares. El koala interrumpió el segundo impacto de Golpe bajo para atacar con Ronquido, el cual amedrentó a Pinsir y evitó que utilizara Roca afilada. Aprovechando el aturdimiento del escarabajo, Komala lanzó un poderoso Lanzamugre que dio de lleno.
El público estalló cuando la secuencia finalizó, pero no tuvieron mucho tiempo para festejar. Ni siquiera Jeekyo fue capaz de comentar al respecto.
Pinsir, cuyo torso estaba echado hacia atrás por el Lanzamugre, se abalanzó súbitamente contra Komala. Estuvo a punto de atrapar al enemigo con las pinzas de su cabeza, pero el pequeño tipo Normal logró poner su tronco en horizontal para evitarlo. En cuanto las pinzas de Pinsir se cerraron entorno al trozo de madera, un chasquido horrible se escuchó por todo el estadio. El tipo Bicho dejó salir un quejido de dolor, llevándose las patas superiores a las pinzas y, de paso, liberando el tronco de Komala.
Komala no dudó a la hora de darle una pequeña patada al pedazo de madera, elevándolo un poco en el aire y recuperándolo.
—¡Retribución! —exclamó Liam al ver el estado de Pinsir. El escarabajo había recibido mucho daño y el tronco de Komala era extremadamente robusto, por lo que no era sorpresa que se hubiese lastimado al atenazarlo.
En el aire, el koala dio un pequeño giro que lo dotó de energía cinética adicional. Se lanzó contra Pinsir, incapaz de reaccionar a tiempo a la sonrisa que apareció en su rostro y en el de Guzma.
—¡Golpe mordaza! —gritó por primera vez Kiauka.
Liam sudó frío. El movimiento que le preocupaba, Golpe mordaza, ahora era parte confirmada de la lista. Pinsir no se había envenenado, por lo que, de querer repetir la estrategia, las cosas todavía podían salir mal. Trató de tranquilizarse, pues no había forma de que ese ataque alcanzara la garganta de Komala; al menos no por el momento. Se equivocó.
¿Había subestimado la fuerza de Guzma? Comprendía que Golisopod era fuerte. Si Gladio lo comparaba con el Charizard de Ash, entonces era cosa seria. ¿Fue eso lo que lo hizo pensar, inconscientemente, que no todos sus Pokémon podían ser igual de poderosos? De ser el caso, había cometido un gravísimo error, aunque ¿quién podía culparlo? El tronco de Komala había resistido impactos de todo tipo a lo largo de años y años de combates, por lo que verlo partirse a la mitad tan limpiamente fue un shock enorme para Liam y los espectadores.
Golpe mordaza chocó justo contra el centro de la base del tronco. La pata de Pinsir, cubierta de un aura oscura como el petróleo, lo atravesó como un cuchillo caliente a la mantequilla.
El rostro de Komala, en sus sueños, no era inexpresivo. En el mundo de Cresselia, Komala estaba aterrado. Su confiable bastón; su mejor arma y compañero… el regalo de sus padres, roto. El impacto fue tal que no pudo reaccionar al inicio, sino que fue Ilíada quien tuvo que hacerlo espabilar.
«¡EL CAÑÓN SONORO, CHIEF!».
Pero fue tarde. La espada de energía que el alienígena había utilizado para partir por la mitad su bastón le dio de lleno en la garganta. De no haber estado protegido por los escudos de su exotraje, sin duda habría muerto. El golpe, aunque no letal, tuvo la potencia suficiente para sacarlo volando y provocarle un dolor terrible en el cuello. Intentó utilizar su cañón sonoro pero no hubo caso.
«¡Los sistemas están comprometidos y los escudos han caído! ¡Puedo reparar el cañón sonoro con nanomáquinas, pero tomará un tiempo!», informó Ilíada. Nada de eso sonaba bien para Komala, menos cuando vio al monstruo abalanzarse en su contra con un poderoso salto.
«¿La aceleración todavía funciona?», le preguntó a la inteligencia artificial, sintiendo como cada palabra le hacía arder la garganta.
«¡Hazlo!».
Utilizó su aceleración (Golpe bajo) para lanzarse en contra del guerrero alienígena sin darse cuenta de que había caído en su trampa. En el último instante, justo cuando estaba por golpearlo con su puño, el monstruo había echado el torso hacia atrás. Komala lanzó otro puñetazo que volvió a ser evadido gracias a un movimiento de cadera.
Liam vio cómo su Pokémon, tras haber fallado el ataque, era atrapado entre las pinzas de Pinsir. Ser capaz de evadir Golpe bajo… Eso requería de un nivel de habilidad impresionante; una agudeza mental sin igual que pudiera equipararse con la "visión del futuro" de Lillie. No era nada de eso.
Guzma, simple y llanamente, sabía cómo funcionaba la desesperación. Sabía que, en una situación de estrés donde la distancia no era una opción, la alternativa siempre era el opuesto total: esforzarse por ser el primero en golpear. ¿Qué mejor opción que Golpe bajo para lograrlo?
—Llave corsé —dijo Guzma con una sonrisa en el rostro.
—¡Lanzamugre! —gritó Liam con el ceño fruncido.
Pinsir dio un salto, giró en el aire y se tiró de espaldas de forma que su espalda y la cabeza de Komala golpearían el suelo, y lo hicieron. Mientras una espesa masa ponzoñosa se dispersaba por toda la cabeza y cuerpo de Pinsir, el cráneo de Komala chocó estrepitosamente contra el campo de batalla.
Mientras Pinsir se ponía de pie, Komala caía sobre su espalda, aparentemente inmóvil. El tipo Bicho se giró en dirección a su presa, levantando ambos brazos en preparación para lanzar un Tijera X, pero repentinamente su rostro se puso morado. Las burbujas que indicaban el envenenamiento salieron del cuerpo de Pinsir.
—¡Retribución! —gritó Liam, aprovechando la distracción.
Komala se levantó de golpe y salió disparado contra Pinsir con el puño por delante. El poderoso puñetazo del tipo Normal chocó contra los antebrazos del escarabajo, haciéndolo trastabillar levemente pero sin estar cerca de derribarlo. Pinsir entonces invocó un Roca afilada que emergió justo debajo de Komala, quien logró sujetarse de él para salir impulsado hacia arriba tal como el Lycanroc de Ash lo había hecho en su combate contra Mudsdale.
El pequeño koala aterrizó lejos de Pinsir, cayendo de sentón por el cansancio y las heridas. Cabeceó repetidamente.
Ahora que tenía un respiro, Liam pudo analizar lo que había pasado. Vio el tronco de Komala sin descuidar en lo más mínimo a los adversarios. Teorizó, principalmente, que el chasquido que se había escuchado antes no había sido producido por las pinzas de Pinsir, sino por el propio tronco al ser fisurado. La fisura había sido vertical gracias a la posición en la que Komala había colocado el tronco para salvarse, lo que Pinsir había aprovechado para terminar de romperlo una vez que sus ataques chocaron.
El Capitán frunció el ceño, pues sabía que no era lo único que Guzma había hecho para mermar la resistencia del tronco. Aquellas Rocas afiladas…
Algo nació en el interior de Liam; algo desagradable. Se trataba de un tronco; un simple pedazo de madera. Aunque robusto, obviamente podría romperse si se utilizaba para atacar, por eso mismo los árbitros no habían saltado a detener el combate como habían hecho con la pala de Palossand. Era claro que en algún momento terminaría pasando algo similar, pero esto… no era una fractura natural.
Si Pinsir hubiera atenazado a Komala con la misma fuerza que había usado contra el tronco, lo habría partido a la mitad sin duda alguna. Eso fue lo que hizo a Liam deducir que Pinsir y Guzma habían fisurado el madero intencionalmente; se habían esforzado en romperlo.
"Fue un regalo que los padres de Komala le hicieron", "¿no entiendes su valor?", "fue una estrategia inteligente", "no apruebo lo que acabas de hacer", "deberías disculparte en este mismo momento", "me hiciste creer que había ganado y luego cambiaste las tornas a tu favor; sublime". Todos esos pensamientos se sumaron a la súbita realización de que, como con Drampa, su estrategia había funcionado pero no sin perder algo importantísimo en el proceso: primero Deslumbrar y ahora el tronco de Komala. Eran tantas cosas las que burbujeaban en el interior de Liam que simplemente decidió… tragárselas.
Siempre que Liam Sotobosque se sentía abrumado, estresado o superado por alguna circunstancia, se tragaba sus emociones. Visualizaba una insípida bolita cristalina que se pasaba con esfuerzo. Era un ejercicio que su madre le había enseñado y que funcionaba cada vez.
Suspiró y extendió la Poké Ball de Komala hacia él, haciéndolo regresar. Era imposible que pudiera ganar esa batalla, por lo que no lo sacrificaría en vano.
—¡El participante Liam retira a Komala del combate! ¡Perder el tronco fue un golpe tremendo para su bando! ¡¿Cómo podrá recuperarse?! —se preguntó Jeekyo.
—Komala… Debe de sentirse tan solo ahora mismo —supuso Mallow.
—Por el impacto, puedo imaginar que el tronco de Komala es para él lo que la flor es para un Flabébé —dijo Tracey con una mano en el mentón.
—Los Komala se aferran a un tronco que sus padres le regalan al nacer. Sin él, se ponen nerviosos y agitados —explicó Brock—. El tronco puede volver a estar en una sola pieza con ayuda de un poco de soldadura, pero por el momento no es una opción.
—Pobre Komala… —murmuró May con tristeza.
Liam esperó pacientemente a que el asistente de la Liga Pokémon le llevara las dos mitades perfectamente cortadas del tronco y, tras agradecerle, las colocó en el suelo junto a él. Levantó la mirada y esta vez no elogió a Guzma ni intentó entablar conversación, sino que directamente envió a su siguiente Pokémon: Eevee salió a combatir.
—¡Eevee es el Pokémon elegido por el participante Liam! ¡No lo habíamos visto desde su participación en el Battle Royale de hace cuatro días! —recordó Jeekyo.
—Eevee, Ataque rápido —ordenó Liam sin dilación.
Pinsir era más rápido que Komala, pero cuando se trataba de Eevee… Bueno, tenía suerte si siquiera podía ver la estela que dejaba a su paso. A sabiendas de esto, el escarabajo creó una lanza de roca que emergió a solo centímetros de su cara, evitando con éxito la carga del pequeño zorro.
Eevee dio un rápido salto para evadir el Roca afilada y se movió al costado del adversario, agitando la cola y atacando con un Rapidez que Pinsir volvió a bloquear con una ráfaga de piedras; ni siquiera el veneno lo detuvo. El pequeño Eevee vio a las rocas acercarse peligrosamente, obedeciendo la repentina orden de su entrenador.
—¡Muévete entre ellas! —gritó Liam.
Dudó al principio, pero rápidamente se armó de valor. Saltó hacia una de las rocas y la utilizó para impulsarse hacia la siguiente con Ataque rápido.
—¡El participante Liam recrea la estrategia del participante Ash! ¡¿Podrá completarla con éxito?! —La pregunta de Jeekyo preocupó al público.
Ketchum realizaba su más que famosa técnica gracias a los instintos que compartía con sus Pokémon; la capacidad de improvisación que tenían les permitía llevar a cabo locuras como esa. Otras personas que habían imitado sus hazañas, como Lillie, tenían que encontrar su propia manera de llevarlas a cabo, y eso tras varios intentos, por lo que en el caso de Liam, quien parecía estar haciéndolo por primera vez, las cosas parecían inciertas… aunque no para Ash.
—¡Él puede hacerlo! —exclamó con convicción.
Y en efecto, lo logró. Tanto Liam como Eevee habían descubierto realmente rápido que las rocas seguían un patrón cuando salían volando; era uno intrincado y poco favorable, pero era un patrón a final de cuentas. Con un patrón, por muy insignificante que fuera, Liam podía hacer verdaderas maravillas.
En un parpadeo, Eevee ya se encontraba frente a Pinsir. El tipo Bicho trató de atraparlo con uno de sus brazos y, cuando no lo logró, intentó atenazarlo con las pinzas de su cabeza, también sin éxito. Eevee le pisó la cabeza con Ataque rápido, tomó impulso y saltó. Se dio la vuelta y atacó con un Rapidez que golpeó directamente pero que no pareció alterar a Pinsir.
Con rapidez y molestia, Pinsir se giró. Invocó una columna de roca debajo de Eevee, quien logró golpearla con Rapidez. La explosión causada por el contacto de ambos movimientos sacó a Eevee de la trayectoria de Roca afilada. Pinsir extendió sus brazos hacia el enemigo, señalando que estaba a punto de utilizar su ráfaga de rocas afiladas, por lo que Liam vio una oportunidad.
—¡Ojitos tiernos!
Los pequeños ojos del zorro relucieron. Al verlos, el cerebro de Pinsir inmediatamente le impidió actuar, haciendo que en él naciera un fuerte instinto de protección y ternura parecido al que tenía una persona al ver a un bebé o a un animalito. Un aura azulada lo rodeó. Salió de ese estado cuando Eevee lanzó una enorme estrella en su contra.
La explosión creada por Última baza hizo que Eevee se elevara un poco más en el aire y que Pinsir retrocediera a tropezones. Al ver el resultado, el tipo Normal se relajó por un momento, razón por la que tuvo que esquivar con apuro.
Pinsir, como jugador de volleyball que se lanza a atrapar un balón que está por caer a la cancha, se arrojó en su contra gracias a un poderoso salto dado con toda la fuerza de sus patas inferiores. Eevee fue rápido, por lo que no pudo sujetarlo del torso, pero sí de la cola. Lo tenía sujeto por la punta, únicamente con dos dedos, pero eso era suficiente; el agarre tan bestial de Pinsir le permitió tirar con fuerza del pequeño enemigo, quien no pudo hacer nada más que moverse en correspondencia.
Parecía que Tijera X golpearía a Eevee justo en el rostro, pero este logró bloquearlo parcialmente con sus dos patas delanteras. El impacto, sin embargo, logró mandarlo a volar muy lejos de Pinsir, quien se retorció un poco por culpa del veneno.
Eevee rodó por el suelo y solo se detuvo hasta que la física lo quiso. Se puso de pie, pero inmediatamente sintió un dolor agudo azotar sus dos patas delanteras. Frunció el ceño y apretó la mandíbula.
—¡Eevee, regresa! —exclamó Liam, apuntándolo con su Poké Ball. Antes de que el rayo siquiera pudiera salir, tuvo que gritar—. ¡Esquiva!
El tipo Normal se obligó a moverse pese al crujido de sus patas. Saltó por muy poco fuera de la trayectoria del Puño bala de Scizor, quien frenó de repente y se lanzó en su contra con Tajo umbrío.
—¡Scizor entra a la batalla! ¡El enfrentamiento que tuvo al borde de su asiento a miles de espectadores vuelve a darse, pero esta vez en el torneo oficial!
Gritos de apoyo a Eevee se escucharon por todo el estadio, pues estaba claro que en esta ocasión las cosas eran distintas. Eevee no estaba luchando: estaba huyendo. Necesitaba tiempo para recuperarse del absurdo golpe que había recibido de Pinsir, por lo que estaba enfocando sus esfuerzos a una sola cosa: acercarse a Liam.
Eevee saltó y de su cola salió una gigantesca estrella a la que Scizor se enfrentó con Tijera X. Ambos movimientos crearon una feroz explosión que rodeó al tipo Acero de humo. El zorro aprovechó ese momento para utilizar Ataque rápido, alejándose a toda velocidad del lugar. Se sorprendió cuando vio aparecer por uno de sus costados a Scizor, quien lo perseguía incansablemente. Con el ceño fruncido, Eevee se alejó de un salto y utilizó Rapidez, mismo al que Scizor se enfrentó con el Puño bala con el que estaba persiguiéndolo.
Una vez que se deshizo de todas las estrellas la mantis emprendió el vuelo para perseguir a Eevee, pero no tuvo éxito. El pequeño momento de distracción había bastado para que Liam sacara a su Pokémon del campo de batalla y enviara a otro… un Pokémon debajo del cual nadie querría estar.
Snorlax apareció en los cielos, en el lugar que antes había ocupado Eevee, comenzando a caer directamente en contra de Scizor con Cuerpo pesado. Ambos Pokémon chocaron entre sí, pero el peso de Snorlax y la aceleración impidieron que Scizor pudiera volar más. Cayeron.
Aunque parecía que Scizor sería aplastado, la mantis sorprendió a todos con una exhibición impresionante de fuerza bruta. Logró amortiguar la caída con el vigoroso batir de sus alas, por lo que aterrizó en una postura que a más de uno le recordó al clásico retrato de Atlas: una rodilla flexionada y ambos brazos luchando por contener el peso del mundo. Scizor utilizó todas sus fuerzas y determinación, logrando extender sus brazos tanto como pudo para, acto seguido, lanzar a Snorlax lejos de él.
El pesado mastodonte de media tonelada cayó sobre su espalda, produciendo un sonoro estruendo y levantando polvo a su alrededor. No tardó mucho en ponerse de pie.
—¡Es Snorlax contra Scizor! ¡Un duelo de absolutas bestias! ¡¿Será poder y tamaño lo que el participante Liam necesita para finalmente liderar el flujo del combate?! —Jeekyo lanzó la pregunta al aire, haciendo que los espectadores comenzaran a murmurar entre sí.
—Normalmente las opiniones del comentarista me parecen acertadas, pero en esta ocasión siento que está inflando demasiado a Guzma —dijo Rotom con los brazos entrecruzados.
—¿A qué te refieres, Rotom? —Mohn preguntó en nombre de todos los que habían escuchado la escandalosa declaración.
—Todo este tiempo ha estado diciendo que Liam va "por detrás" o que "tiene que sobreponerse", cuando la realidad es que es él quien está ganando —aseguró la Pokédex, sorprendiendo a más de uno.
—¡¿Liam?! ¡P-pero…!
—No lo parece porque Guzma ha sido el protagonista de momentos, honestamente, mucho más escandalosos y memorables —Rotom se adelantó al comentario de Bonnie—, pero si ves el panorama general es Liam quien tiene la ventaja, solo piénsenlo: Vikavolt está a un soplido de caer y Pinsir, además de envenenado, se encuentra tan golpeado que me sorprende que siquiera se tenga en pie.
»Del lado de Liam, si bien es cierto que Komala está herido y sin su tronco, todavía tiene energía suficiente para darle una batalla decente a cualquiera que se le plante enfrente. Eevee recibió un golpe duro, sí, pero el dolor bajará para cuando vuelva a pelear y se convertirá en una pequeña molestia con la que sin duda podrá lidiar.
—Es justamente Eevee de quien Guzma tiene que cuidarse —aseguró Acerola—. Es rápido como Gengar, pero también es muchísimo más pequeño, por lo cual Golisopod tendrá serias dificultades para siquiera tocarlo.
—Sí, viendo que Guzma ya usó a Scizor tantas veces, no me sorprendería ver a Golisopod salir en cualquier momento —asintió Max.
—Entonces, si Vikavolt y Pinsir están tan mal como dice Rotom, ¿para qué…? —Asahi se detuvo por un momento—. Suena un poco rudo decirlo así, pero…
—¿Por qué siquiera se molesta en tenerlos como reserva? —terminó de decir Elio, recibiendo un asentimiento por parte de su madre.
—Ni idea —respondió Rotom—. El motivo solo lo comprende Guzma y, si tenemos suerte (o lo contrario), no tardaremos en averiguarlo.
Con la intriga a flor de piel, pero también con esperanzas renovadas, todos centraron su atención en el combate una vez más.
Liam tenía clarísimo lo que quería hacer. De todos los Pokémon de Guzma, solo había uno que realmente podría igualar a Eevee en velocidad: Scizor, y eso solo gracias a su Puño bala. Sabía que si se quitaba a Scizor de encima, entonces Eevee tendría vía libre para enfrentar a Golisopod. Sería una batalla extremadamente peligrosa y en la que tendría que andar todo el rato con pies de plomo, pero había oportunidad de ganar… Solo si primero derrotaba a Scizor.
¿Qué haría Liam? Simple. Hacer lo que nunca hacía: pelear al desgaste. Snorlax tenía la fuerza suficiente para mellar la resistencia de Scizor y, aunque no tenía la resistencia para aguantar sus golpes de la mejor manera, Descanso le daba la oportunidad de luchar. Ni siquiera tenía que ganar, solo dejar a la mantis tan débil que apenas y pudiera tenerse en pie.
Aunque era más fácil hacerlo que decirlo, sabía que no era imposible. Acerola había estado realmente cerca de acabar con Scizor, por lo que no se desanimó ni un poco. Dejó de pensar y pasó a actuar cuando escuchó la voz de Guzma.
—Tijera X.
—¡Cuerpo pesado!
Ambos Pokémon corrieron al encuentro del otro. Las pinzas de Scizor se rodearon de un aura verdosa de un tono similar al color verde radioactivo que las caricaturas solían mostrar; Snorlax, por su lado, vio su cuerpo completo relucir en un precioso tono metálico. Chocaron.
El hombro de Snorlax interceptó las dos fuertes brazadas de Scizor, quien se plantó con toda la firmeza que pudo y comenzó a empujar de vuelta. El gran mastodonte aprovechó que tenía una de sus patas libres para comenzar a darle puñetazos en el rostro a Scizor, cuya cabeza empezó a bambolear.
Scizor se hizo a un lado, harto de los golpes, dejando que Snorlax pasara de largo. Aprovechó que el grandullón fue incapaz de frenarse para ir detrás de él con un Puño bala que conectó repetidamente en donde (supuso) estaban sus costillas. Saltó hacia atrás cuando Snorlax dio una amplia brazada que tenía como objetivo atraparlo. Comenzó a evadir elegantemente los intentos de Snorlax de atraparlo hasta que, repentinamente, este lanzó un feroz puñetazo al suelo que lo hizo temblar levemente. Vio como los brazos de Snorlax volvían a intentar atraparlo, por lo que se disparó en su contra con un Cabeza de hierro que el mastodonte interceptó con Fuerza equina.
Los cráneos chocaron, emitiendo un sonido parecido a un gong. Snorlax, pese al dolor, rápidamente abrazó a Scizor por la cintura. Parecía que el tipo Bicho ya lo esperaba, pues subió de inmediato los brazos y, aprovechando que sus tenazas estaban libres, comenzó a lanzar una feroz ráfaga de puñetazos en contra del rostro de Snorlax. El tipo Normal lo soltó casi al instante, no sin darle un regalo de despedida, pues le asestó un repentino panzazo que lo alejó varios metros.
Scizor voló de regreso contra Snorlax, colocándose en su costado y lanzando un Tajo umbrío que no alcanzó a conectar por muy poco. Cuerpo pesado fue la respuesta que obtuvo, por lo que comenzó a volar hacia atrás mientras lanzaba una serie de tajos umbríos a distancia. De este modo, por mucho que lo perseguía, Snorlax realmente no podía alcanzarlo. La mantis voló alto, alejándose inmediatamente del oponente y aterrizando en otro lado del campo de batalla.
—Tijera X.
—¡Cuerpo pesado!
Primero corrió y luego voló. En mitad de su carrera, Scizor comenzó a girar a toda velocidad con las pinzas por delante, casi como si fuera un taladro. Fue entonces cuando Snorlax hizo algo tan increíble como simple: se dejó caer. Cayó directamente sobre Scizor, quien no pudo sostenerlo como antes al estar en una postura horizontal.
—¡Fuerza equina! ¡Canalízalo en tu cuerpo! —gritó Liam.
Un aura del color de la terracota rodeó a Snorlax, quien comenzó a agitarse violentamente. Estuvo así por casi treinta segundos, tiempo en el que, alrededor de su cuerpo, comenzaron a formarse pequeñas grietas. Se detuvo al, repentinamente, ponerse de pie.
Snorlax, como los espectadores, se quedó atónito al notar que Scizor ya no estaba donde debería. El tipo Normal se asomó con curiosidad al agujero que estaba en su lugar, recibiendo un poderoso uppercut del tipo Bicho. Retrocedió trastabillando, frotándose la mandíbula una vez que recuperó la compostura.
Scizor se quedó quieto en su lugar por unos segundos, lo que le dio tiempo a las cámaras de captar la suciedad de sus tenazas y el agujero que había a sus pies. Era obvio lo que había pasado, pero no dejaba de ser sorprendente que un Pokémon como él pudiera excavar un túnel tan rápido sin la necesidad del movimiento homónimo.
—¡Vamos de regreso, Snorlax! ¡Fuerza equina! —ordenó Liam.
El tipo Normal se frotó la mandíbula un poco más y luego cargó contra su oponente. Scizor respondió de vuelta con un Tijera X. Cuando ambos estaban por chocar, el tipo Acero dio un paso hacia atrás, vio el brazo de Snorlax pasar a su lado y lo golpeó con toda su fuerza en el rostro. El impacto hizo tambalear a la mole, pero no lo derribó, lo que le permitió tomar a Scizor por una de las pinzas.
Una vez que tuvo a la mantis a su merced, Snorlax lo elevó un poco y luego lo azotó tan fuerte como pudo contra el suelo apoyándose de Fuerza equina. Snorlax recibió la patada con salto que Scizor le conectó en el rostro, frunciendo el ceño por el creciente dolor en su mandíbula, e inmediatamente después lo tiró al suelo y saltó sobre él con todo su peso.
Scizor alcanzó a sostener a Snorlax, por lo que nuevamente comenzó a cargarlo. El esfuerzo lo hizo liberar un grito de batalla que solo se intensificó cuando se lo quitó de encima, haciéndolo caer bocarriba.
Antes de que Snorlax pudiera ponerse de pie, Scizor lo atacó con un rápido Tajo umbrío en el costado que hizo que su barriga se tambaleara como gelatina. Un gruñido de dolor se escuchó, siendo el primero de muchos. Scizor ni siquiera intentó disimular el hecho de que no quería que Snorlax se levantase, pues empezó a acribillarlo con una ráfaga de puñetazos que solo lo agitaban aún más.
El tipo Normal intentó erguir su torso solo para recibir un poderoso Cabeza de hierro que lo tiró de nuevo al suelo y lo amedrentó. Vio como Scizor subía a lo más alto del estadio para, posteriormente, lanzarse en picada contra él con un Tijera X. Snorlax esperó el momento adecuado, el cual llegó segundos antes del impacto. Rodó hacia un costado, Scizor se estrelló y luego se arrojó en su contra gracias a una agilidad impensable de ver en un Pokémon como él. Con el brazo derecho extendido horizontalmente golpeó al enemigo a la altura del cuello, haciéndolo caer de espaldas. Lo sujetó de la cabeza y, mientras usaba Fuerza equina, lo arrastró por el suelo. Scizor lanzó varios golpes para intentar liberarse, pero Snorlax, pese a lo mucho que le dolía, no lo soltó.
Nadie sabía que era lo que el tipo Normal quería lograr con su inesperada carga, pero parecía estar funcionando. Las cosas llegaron a otro nivel cuando, de repente, Snorlax arrojó a Scizor contra las gradas. Gritos de sobresalto se escucharon, pero se quedó solo en un susto, pues el campo de energía se activó haciendo rebotar a la mantis. El rebote de Scizor lo llevó a estrellarse contra el estómago de Snorlax, quien, mediante un golpe con la barriga, lo hizo volver a chocar contra la barrera de energía y así comenzó un extraño ciclo.
Ver al tipo Acero rebotar como una pelota de pingpong era algo que absolutamente nadie esperaba presenciar, eso y la aparente brutalidad de Liam. Todo terminó cuando, tras uno de los múltiples rebotes, Snorlax se lanzó directamente contra Scizor, aplastándolo contra la barrera.
Las personas del otro lado de la barrera pudieron ver como Scizor empujaba a Snorlax lejos de él. El tipo Normal se agitó antes de salir disparado hacia atrás, cayendo de espaldas al suelo. No pudo levantarse, pues un Tijera X conectado directamente contra sus patas inferiores lo hizo retorcerse por el dolor. Intentó arrastrarse lejos de Scizor, pero la mantis fue despiadada. Se subió a su torso y castigó su rostro lanzando una serie de rápidas tijeras x que sacrificaban poder por velocidad, tal como...
«Lo que hizo Ryuki…», recordó Liam con el ceño fruncido. Estaba intentando desconectar temporalmente a Snorlax de forma que su cuerpo no pudiera responder ante la orden que sabía que Liam estaba por dar.
—¡Descanso! —gritó al ver que su Pokémon estaba dejando salir sus últimos suspiros.
Los ojos de Snorlax se cerraron por completo y un aura verdosa lo cubrió de pies a cabeza, sanando todas sus heridas, cortes y raspones. Al ver eso, Scizor dejó la velocidad y centró todo en la fuerza. Dirigió todas sus fuerzas a la tenaza derecha y la dejó caer violentamente contra el rostro de Snorlax.
—¡Sonámbulo!
Scizor, entre tanto, conectó su ataque. El cuerpo de Snorlax se agitó violentamente por el devastador puñetazo. La mantis se preparó para dar otro igual, pero algo sujetó su pierna derecha. La garra del tipo Normal tiró con fuerza de la extremidad del enemigo, haciéndolo caer de su torso.
Snorlax, sin soltar la pierna de Scizor, se puso de pie y comenzó a hacerlo girar como si fuese una honda, estrellando su cuerpo violentamente contra el suelo. Recibió varios golpes en el brazo, los cuales lo hicieron aflojar su agarre sobre el tipo Acero. Fue un puñetazo bien lanzado contra su hombro el que finalmente lo hizo soltarlo.
Como si fuese una piedra, Scizor salió volando. Recuperó el equilibrio en el aire y aterrizó apenas pudo hacerlo, tropezando en el proceso. Vio a Snorlax, cuyo brazo derecho colgaba como un trapo y, al igual que su entrenador, sonrió. Era hora de terminar con él.
—¡Tijera X!
Scizor se lanzó volando en contra de Snorlax, quien volvió a utilizar Sonámbulo. La aleatoriedad le dio a Fuerza equina como arma, por lo que cargó en contra de la mantis. Justo cuando parecía que ambos iban a chocar, Scizor se barrió por el suelo y dio un rápido pero letal tajo en contra de la pierna izquierda de Snorlax. El tipo Normal parecía estar a punto de caerse, pero no lo hizo; no hasta la siguiente acción de Scizor.
Con rapidez, el Pokémon de Guzma se levantó y dio una vuelta que sirvió para añadirle potencia al devastador puntapié que conectó contra la pantorrilla de Snorlax. Esta vez el mastodonte sí que cayó sobre su rodilla.
Scizor preparó un nuevo Tijera X, pero no consiguió conectarlo. Snorlax había torcido el torso y luego lo había sujetado por el cuello con el brazo izquierdo, poniéndolo frente a su rostro.
—¡Sonámbulo! —gritó Liam.
Cuerpo pesado fue lo que el azar le dio a Snorlax. Su brazo derecho no se movía por mucho que lo intentara, por lo que inconscientemente atacó con el único recurso que creía tener: su cabeza. Comenzó a lanzar, repetidamente, cabezazos en contra del rostro de Scizor, quien simplemente los aguantó con los ojos cerrados.
El resultado era agridulce, pues no le gustaba usar de esa forma la fuerza, pero Liam pensó que era la única manera de frenar a Scizor. Él, al contrario que Acerola, realmente no veía problema en usar unos cuantos trucos del enemigo siempre que no fueran en contra de su código de ética u honor. Vio a Scizor sufrir de los espasmos producidos por los cabezazos y suspiró con cierta frustración.
No le gustaba reducir los combates a algo tan primitivo como "el más fuerte gana". Si tuviera que elegir, cualquier día de la semana escogería tener un combate como el que había disputado contra Mina; uno donde los nervios fueran motivo de alegría y no de preocupación. En esa batalla había podido hacer gala de sus estrategias, las cuales habían funcionado con un ratio de éxito del cien por ciento, dejándole una sensación de increíble satisfacción. Contra Guzma no se sentía así. Cada estrategia exitosa se sentía como un golpe a su propia autoestima; eran casi como un sacrificio.
Dejó de pensar cuando escuchó un fuerte golpe. Dirigió con prisa la mirada hacia su Pokémon, quien acababa de soltar a Scizor.
El tipo Acero había concentrado toda su fuerza en el brazo derecho, lanzando un bestial puñetazo contra el hombro izquierdo de Snorlax, el cual simplemente se había vencido. Una vez liberado, Scizor se lanzó con un Cabeza de hierro en contra del rostro de Snorlax, haciéndolo caer de espaldas.
—¡Sonámbulo, Snorlax! —gritó Liam, sudando frío.
Snorlax no pudo actuar por el amedrentamiento. Eso fue lo que Scizor aprovechó para dar un salto, elevándose tan alto en el cielo como pudo, para posteriormente lanzarse en contra del estómago de su oponente con toda la velocidad y fuerza que pudo reunir. La energía del golpe fue tal que una cortina de polvo se levantó debajo de Snorlax.
Con lentitud, el Pokémon Perezoso rodó y comenzó a ponerse de pie usando las piernas y mínimamente el brazo derecho. Logró levantarse, pero se tambaleó apenas lo hizo.
—Termínalo de una vez, Scizor —dijo Guzma con aparente indiferencia—. Tijera X.
—¡Snorlax, Sonámbulo! —exclamó Liam. Solo necesitaba otro golpe… Otro más. Internamente cruzó los dedos y su ceño se frunció—. ¡Vamos!
Cuerpo pesado fue lo que Sonámbulo le dio a Snorlax. Comenzó a correr en contra de Scizor, quien cargaba con Tijera X. Cuando llegaron frente al otro, Snorlax lanzó un lento puñetazo con el brazo derecho que la mantis no tuvo problema en esquivar; un puñetazo dado con la pata izquierda también fue evadido.
Scizor había esquivado perfectamente el ataque de su oponente, por lo que se apresuró a conectar un fuerte tajo contra la mandíbula inferior de Snorlax. El golpe sacudió al mastodonte, pero fue incapaz de derribarlo. Ofuscado por su aparente superioridad, Scizor fue incapaz de darse cuenta de que lo que había hecho antes Snorlax no había sido un intento de golpearlo, sino de sujetarlo. Lo había logrado.
Las dos grandes patas de Snorlax estaban cerradas con fuerza sobre los hombros de Scizor. Sin perder tiempo, el tipo Normal apalancó todo su peso contra la mantis, haciéndola caer sobre una de sus rodillas. Debajo de Scizor comenzó a formarse un cráter que solo incrementaba su tamaño conforme más presión era ejercida. El Pokémon de Guzma trató de levantarse, pero fue imposible, por lo que optó por otra solución más directa: atacar.
Sus brazos no alcanzaban el torso de Snorlax ni su rostro, pero los tajos umbríos a distancia sí. Cortes de energía salieron disparados contra el cuerpo del tipo Normal, uno detrás de otro, cada vez más rápidos. Scizor frunció el ceño con fuerza, incapaz de aguantar por mucho más tiempo la aplastante presión que era puesta sobre su cuerpo. Cargó toda su energía en un Tajo umbrío final que disparó a quemarropa, creando una aparatosa explosión que eliminó la presión al instante.
Scizor pudo respirar tranquilo, pero solo por un segundo, pues el cuerpo de Snorlax cayó sobre él, aplastándolo. El tipo Normal ni siquiera intentó apartarse, pues en su mente todo era oscuridad.
—¡SNORLAX NO PUEDE CONTINUAR! —exclamó Hapu, señalando al gran tipo Normal. Con apuro volteó a ver a Sotobosque—. ¡Participante Liam, apúrese a retirarlo del campo de batalla!
Liam asintió rápidamente, extendiendo la Poké Ball hacia el frente y retirando a Snorlax. Scizor fue liberado.
La mantis se puso de pie con bastante dificultad, cayendo sobre sus rodillas al poco tiempo. Sus piernas temblaban como gelatina debido a la enorme presión a la que habían sido sometidas. Se apoyó con sus pinzas, jadeando pesadamente.
—¡SNORLAX CAE! ¡El segundo Pokémon del participante Liam ha caído, pero no sin antes hacerle un gran daño a Scizor! —anunció Jeekyo—. ¡Esto deja al participante Liam con solo dos Pokémon contra los cuatro que todavía tiene el participante Guzma!
«Eso fue bestial…».
«¿Qué parte?».
«Todo. Absolutamente todo está siendo bestial. Creí que solo era cosa del combate anterior debido a lo enojada que se veía Acerola, pero incluso Liam, hombre…».
«Parece que Guzma obliga a los que luchan contra él a ponerse ferales. Es como un gran depredador que hace a las presas luchar con todo lo que tienen si quieren vencerlo».
«Eso es una comparación increíble. La brutalidad de Guzma y el cómo hace que se comporten sus oponentes definitivamente lo hacen merecedor del estatus de depredador».
«Joder, siete palabras: E-S-E-N-C-I-A».
«Buen trabajo, Snorlax. Las dos veces que ha aparecido ha hecho un buen trabajo: acabó con dos Pokémon de Mina y estuvo a nada de terminar con Scizor».
«FRRRR. Recordemos que Acerola tuvo que usar a sus tres Pokémon para dejar a Scizor en el mismo estado en el que Snorlax lo dejó. Su fuerza no es ninguna broma».
«Ni siquiera Scizor, quien era el gran lobo malo, quería estar bajo el agarre de Snorlax kekw».
«Scizor no es el gran lobo malo. El verdadero todavía no aparece».
«Ahora todo depende de Komala y Eevee… No sé cómo lo harán para enfrentarse a cuatro Pokémon ellos solos…».
«Eevee está casi nuevecito. Seguro que puede derrotar a todos los Pokémon debilitados sin mucho esfuerzo».
«Aunque Guzma todavía tiene a su as…».
«¿Por qué estamos asumiendo que el cuarto Pokémon de Guzma es Golisopod?».
«No nos hagamos los que no sabemos. Es obvio que Guzma no se anda con tonterías: va directo a matar en el menor tiempo posible. Si eso significa que tiene que usar sus mejores armas, lo hará».
Un suspiro grupal se escuchó en cierta sección de las gradas mientras que en otro todo fueron ovaciones.
—R-Rotom, ¿Liam todavía está ganando? —preguntó Bonnie con nerviosismo.
—Es… incierto —respondió la Pokédex—. Las probabilidades se han reducido, pero…
—¿De cuánto porcentaje estamos hablando? —Clemont vio atentamente a Rotom.
—¿Si Liam lo hace todo bien? Un sesenta por ciento. ¿Si algo sale mal?... Tal vez veinte, siendo optimistas.
Esos no eran datos alentadores para ninguno de los presentes.
—Liam tiene que rematar a todos los Pokémon malheridos de Guzma con Komala —dijo Lillie—. Es su mejor opción para que Eevee pueda pelear sin obstrucciones en contra de Golisopod.
—Es casi seguro que tendrá que hacerlo —asintió Gladio—. No hay forma posible en la que Guzma se arriesgue a que Golisopod sea envenenado por Komala.
—¿No crees que subestime a Liam? —preguntó Ash, inquisitivo. Había sido el que más había luchado contra Guzma, pero no era el que mejor lo entendía.
—Su ego es gigantesco, pero tampoco es estúpido. Sabe que Liam no es un oponente que deba tomarse a la ligera y, si después de todo este combate decide hacerlo… —Gladio negó con la cabeza—. Entonces simplemente es un descerebrado.
—O alguien que realmente puede demostrar de lo que alardea —dijo Iris.
Esa era otra opción que preferían no considerar.
Liam, en el campo de batalla, tenía el mismo debate que sus amigos en las gradas. Sabía con quien tenía que empezar; no había otra opción. Sacó la Poké Ball de Komala, listo para arrojarla, cuando escuchó la repentina voz de Kiauka.
—Eres diferente a los otros —dijo, viéndolo con una pequeña sonrisa—. Pareces un santo; un niño bueno que no rompería ni un plato, pero por dentro eres el más despiadado y manipulador de todos tus colegas.
—Parece que cree saber una u dos cosas sobre mí, Guzma —respondió Liam. Sus ojos expectantes parecían decirle al líder Skull que siguiera con su discurso. Quería ver a donde intentaba llegar.
—Te escudas con tu honor y ética, pero eres capaz de hacer muchas cosas que no lo son si es en pos de la victoria. Pudiste haber salvado a tu Snorlax, pero decidiste sacrificarlo en pos de lastimar más a Scizor. —Se rio un poco de modo que le temblaron los hombros—. Era un intercambio justo para ti: lastimabas a una de tus mayores amenazas sin que tu estrella se viera afectada, todo mientras solo perdías a un Pokémon que ya estaba al borde del colapso.
Sotobosque sonrió y se cruzó de brazos.
—Interesante hipótesis la que tiene.
Guzma levantó las manos y volvió a reír.
—No me malentiendas. Tus acciones fueron las correctas; yo también lo habría hecho de estar en tu lugar —admitió—. Por eso creo que eres diferente a tus compañeros, porque tú haces lo que tiene que hacerse. Porque en el fondo eres como yo.
Una ola de murmullos se desató por todo el estadio. Sonidos de indignación, incredulidad y molestia podían oírse. Había quienes llamaban descabellada la comparación de ambos entrenadores, así como personas que se pensaban seriamente lo que Guzma había dicho.
—Solo recuérdalo, Capitán. La hermosa y brillante superficie de un diamante fue, en antaño, un feo, brusco y oscuro trozo de carbón.
Liam esta vez se rio y negó con la cabeza.
—Creo que a usted le convendría recordar que es el carbón el que contiene en su interior un diamante y no al revés —dijo Sotobosque con tranquilidad—. Así que, aunque no me gusta que se llame a usted mismo de esa forma tan denigrante, acepto el desafío. Déjeme ser esa presión que puede dar origen al diamante en bruto que es usted.
Guzma chasqueó la lengua.
—Escondiéndote detrás de palabras bonitas hasta el final —. Hizo regresar a Scizor y sacó otra Poké Ball.
Al mismo tiempo ambos entrenadores lanzaron sus cápsulas al cielo. La primera en abrirse fue la de Komala y la segunda… Liam, nervioso, rio.
—Creí que había dicho que, en mi lugar, usted también habría elegido que su estrella sufriera el menor daño posible.
—Sí, pero para mí buena suerte, no soy tan débil como tú —respondió Guzma con simpleza, encogiéndose de hombros.
Ante Komala se plantaba Golisopod, quien esperaba atentamente las órdenes de su entrenador. La robusta sombra que el samurái proyectaba era suficiente para oscurecer el camino que Liam había trazado en su mente. Su presencia, de cerca, era absurdamente aterradora. La diferencia entre simplemente verlo desde las gradas, a enfrentarlo, era abismal, pues podías sentir que tu vida corría peligro cada segundo que estaba ante ti. Sus ojos, los de un cazador curtido en la batalla, eran más penetrantes que una incandescente lanza afilada.
—Un descerebrado o alguien que puede respaldar su confianza… —repitió Lillie desde las gradas.
Estaban a punto de averiguarlo.
—¡Komala…!
«¡Chief, tienes que estar atento! ¡La batalla todavía no termina!», le recordó Ilíada con brusquedad.
Komala sabía que la batalla estaba lejos de terminar. Mientras vagaba por el páramo yermo. entre impactos de artillería y disparos de plasma, pensaba en la batalla que había tenido contra el alienígena de los cuernos; lo que había perdido.
Sin su bastón se sentía desprotegido; impotente. No importaba que los escudos de su armadura se estuviesen recargando o que el cañón sonoro se hubiese recuperado; sin su fiel compañero a mano todo parecía brumoso.
¿El de antes había sido solo uno de los mejores oficiales de Grupa 'Koman? Apenas había salido con vida del encuentro. A pesar de todo su entrenamiento, conocimientos y experiencia, únicamente había conseguido dañarlo lo suficiente para huir. Si esa cápsula de escape no hubiese estado ahí…
«No tiene caso que pienses en eso ahora, Chief. Debes de reponerte; el enemigo podría… ¡Los biosensores! ¡Chief, cuidado! ¡Detrás de ti!», advirtió Ilíada con gran apuro.
Komala se dio rápidamente la vuelta y ahí lo encontró. Ese era…
« Grupa 'Koman…»
Nervioso y con el corazón a mil por hora, se preparó para combatir. No podía rendirse ahora. No podía…
Grupa 'Koman, también conocido en el mundo real como Golisopod, repentinamente se abalanzó contra Komala. Su velocidad excedió la del propio Golpe bajo de Komala, el cual terminó utilizando para defenderse del brutal impacto. Pese a que su enemigo se había protegido, Golisopod todavía lo había mandado a volar.
Komala, pese a su aspecto, era sorprendentemente flexible. Sus giros en mitad del aire poco a poco fueron equilibrándose hasta que, gracias a una correcta postura, el pequeño koala pudo desacelerar casi por completo. Levantó el brazo derecho, con el que había liderado la defensa, pero inmediatamente lo bajó. Podía verse en él una hinchazón terrible.
Golisopod se quedó quieto, como si estuviese esperando a que Komala fuese por él. Sabía que ambos tenían que acercarse para golpearse mutuamente, pero, al final, era Komala quien lo necesitaba más. Al ver que el oponente no se movía, el samurái se llevó una mano a la cintura para incitarlo a actuar.
Liam sabía lo que Golisopod podía hacer. Había visto la forma tan brutal en la que había exterminado al Palossand de Acerola con solo un golpe y, ahora, se enfrentaba a ese mismo movimiento. Fuera cual fuera la estrategia que Liam tenía, no servía de nada si Komala no podía pelear.
—¡Komala, Doble golpe! —gritó.
El tipo Normal salió disparado en contra de Golisopod, una estela azabache formándose a su paso. Con su puño izquierdo dio un gancho y, debido al estado de su brazo derecho, dio una patada giratoria contra el rostro del isópodo para cerrar con broche de oro.
Golisopod apenas se inmutó ante los golpes, pero rápidamente movió una de sus colosales garras para intentar golpear a Komala. El tipo Normal se echó pecho tierra para evitar el ataque por los pelos e inmediatamente saltó. Su pierna derecha, envuelta en el brillo blanquecino de Retribución, golpeó el escudo que Golisopod había levantado para defenderse. Vio llegar las afiladas garras del samurái, por lo que inmediatamente soltó un ronquido que lo desconcertó.
El Suboficial Jefe Maestro Komala-775 dirigió toda la energía de su exotraje hacia sus guantes, los cuales canalizaron todo ese poder en un potente disparo de plasma que golpeó a Grupa 'Koman directamente en el rostro. En palabras menos fantasiosas: utilizó Lanzamugre.
Las toxinas apenas alcanzaron a Golisopod, pues este se agachó de modo que las placas quitinosas que cubrían su cabeza las recibieran, pero el goteo de la sustancia todavía lo afectó. Tuvo que rodearse de un Acua jet para disipar todo el veneno de su cuerpo. No se había envenenado.
—¡Apártate! —ordenó Liam.
Komala saltó hacia atrás, evitando por los pelos el Puya nociva que impactó en el suelo que antes pisaba. Golisopod se llevó a la mano a la cintura e invocó una delgada hoja acuática que empujó hacia el tipo Normal. Golpe bajo le dio al pequeño la potencia necesaria para evadir el movimiento y golpear con el suyo a Golisopod.
El samurái logró predecir con éxito el primer puñetazo de Komala, pues lo bloqueó con dos de sus extremidades secundarias, pero no fue capaz de predecir la patada giratoria que conectó contra la parte superior de su cabeza. Si el Golpe bajo anterior casi no había inmutado a Golisopod, este directamente ni le había hecho cosquillas. La patada, dada contra la resistente armadura natural, se sintió como el golpecito de un adolescente. Aprovechó que Komala todavía estaba en el aire para darle un rápido revés en las piernas, el cual lo hizo girar como una estrella ninja antes de caer de golpe en el suelo.
No fue difícil para Komala el volver a ponerse de pie, lo que sí se le dificultó más fue mantener la compostura tras recibir el Acua jet de Golisopod: no lo logró. El tipo Bicho simplemente lo había empujado, no arrastrado: empujado. Le había dado una embestida que lo había sacado volando y, tras esperar un segundo, se lanzó detrás de él. Esa pequeña espera le permitió a Komala utilizar Ronquido, el cual no bastó para amedrentar a Golisopod. Al ver que su ataque no había tenido efecto, Liam le ordenó saltar, lo que le valió un golpe en las piernas que lo hizo volver a girar en el aire y posteriormente caer de espaldas al suelo.
Con Acua jet, Golisopod volvió a perseguirlo, pero esta vez Komala no lo enfrentó con Ronquido, sino que directamente utilizó Lanzamugre. Las toxinas se combinaron con el agua, pero rápidamente comenzaron a disiparse. Golisopod nuevamente no se envenenó.
Liam no vio otra opción. El último paso para culminar su estrategia estaba ahí, esperando a ser dado. Frunció el ceño y abrió la boca.
—¡Lanzamugre!
Mientras las patas de Komala liberaban la toxina, Golisopod lo embistió y lo arrastró en su vuelo. En el aire, sin importar cuantas piruetas daba el tipo Agua, Komala no dejó de secretar ponzoña. La mugre enturbió el agua de Acua jet de tal manera que la gente ya ni podía ver a Golisopod. Todo terminó cuando la bala de agua lodosa chocó contra el suelo, creando una polvareda que no tardó mucho en disiparse.
Golisopod agitó la cabeza mientras burbujas salían de la misma. Komala, frente a él, hacía lo posible por ponerse de pie. Incluso dormido, el gesto del tipo Normal mostraba gran determinación.
En su sueño, Komala-775 había logrado implantar un agente químico en el torrente sanguíneo de Grupa 'Koman, pero no sin dar una gran batalla. Los escudos de su exotraje ya hacía tiempo que habían dejado de funcionar y grietas se habían formado por toda la superficie. Ni siquiera la aleación de metales de la que estaba hecha su armadura podía protegerlo de los impactos que había recibido. Su visión era borrosa y sus huesos crujían con simplemente pensar en ellos. Le faltaba el aliento y jadeaba tanto que su cerebro apenas recibía oxígeno.
«Los refuerzos vienen en camino, Chief; intenta aguantar un poco más», le suplicó Ilíada.
«No lo entiendes, Ilíada… Yo era los refuerzos…», respondió él.
Ilíada se quedó en silencio, aceptando la declaración de 775. Lo conocía demasiado bien como para saber que no se rendiría hasta el final.
«¿Un último golpe de despedida?».
Komala asintió.
«Pasemos la batuta».
Sintió como el módulo de aceleración se activaba. Gritó con fuerza, como nunca lo había hecho, para motivarse y para intentar intimidar al enemigo. Tal vez no podría ganar la batalla, pero se encargaría de asegurarse de que el soldado que lo sucediera lo hiciera.
«¡Ahora, Komala!», gritó Ilíada.
Los sistemas estaba al máximo; su determinación también. Flexionó las piernas, liberó toda la potencia de las mismas y cargó.
«Lárgate», sentenció Grupa 'Koman antes de darle un revés.
El golpe de Golisopod, dado con la parte posterior de una de sus gigantescas garras, le dio de lleno en el rostro a Komala. La fuerza del impacto fue tal que el pobre koala salió volando hasta chocar contra el campo de energía; solo entonces se detuvo.
Los espectadores, el comentarista, los árbitros y Liam vieron con sorpresa como Komala se arrastraba por la barrera hasta quedar tendido en el suelo, completamente inmóvil. Su estado era muy diferente al normal. No estaba dormido pero extrañamente consciente; directamente estaba noqueado.
—¡KOMALA NO PUEDE CONTINUAR! —gritó Hapu, señalando al derribado Pokémon—. ¡El participante Liam debe de enviar a su último Pokémon!
Las palabras "último Pokémon" resonaron en la mente de los presentes, especialmente en la de Liam. Sotobosque, todavía un poco sorprendido, volteó a ver al marcador. Había algo desesperanzador en ver que tu oponente todavía poseía a sus cuatro Pokémon, pero rápidamente hizo desaparecer esa sensación. Guzma era superior, eso ya lo sabía, por lo que un resultado así no lo sorprendía demasiado. Al final simplemente aceptó el estado de las cosas y decidió que, llegados al punto en el que se encontraba, terminaría lo que había empezado. No todos pudieron pasar página tan rápido como Liam.
«No puedo creerlo… Liam está siendo humillado…».
«4 a 1 es hasta insultante, hermano. No sé ni cómo sentirme al respecto».
«¿Honestamente? Komala hizo un buen trabajo con lo que tenía. Enfrentar a ese Golisopod casi parece sentencia de muerte, por lo que no me sorprende que no pudiera plantarle cara, en especial con lo lastimado que estaba. Es más, me sorprende que siquiera pudiera hacer algo».
«No mucha gente le está dando a Komala el mérito que merece. Envenenó a dos de los Pokémon de Guzma».
«Y lastimó bastante a Pinsir… Si hubieran tenido una revancha, estoy seguro de que habría ganado».
«Me quedaré para siempre con esa espina enterrada. La forma en la que Pinsir rompió el tronco de Komala… Simplemente imperdonable».
«No soy de Alola, contexto?».
«Chúpala».
«No rima».
«Igual chúpala».
«Este tiene que ser el combate en el que menos han hablado los entrenadores… Pasar del combate de Hau y Ryuki a este se siente… mal».
«No hay cháchara cuando Guzma está involucrado y eso me gusta. Estoy viendo la pelea por los golpes, no por palabrería».
«A mí me gusta que hablen. Me recuerda lo que han hecho para llegar a donde están».
«No debí haber visto el contexto… Ahora estaré triste toda la semana pensando en Komala…».
«Quiero vomitar. Va a perder Liam? No quiero que pierda, por favor. Soy su fan desde que hice su prueba hace cuatro años. Quiero que gane, por favor arceus».
«Yo quiero que pierda Liam. Aposté muchísimo dinero a que Guzma iba a ganar».
«Yo le aposté a Liam, así que por mi bien y el de mi familia, espero que NO pierda».
«Si pierde Liam, pierde mi familia».
En las gradas el nerviosismo comenzó a apoderarse de los conocidos de Liam. Sudor comenzó a correr y las manos se movieron inquietas.
—Todo depende de Eevee… —dijo Misty.
—¡Él puede hacerlo! ¡Liam puede ganar! —exclamó Kiawe con fuerza, poniéndose de pie—. ¡VAMOS, LIAM!
—¡Sí, el resultado puede parecer negativo pero todos los planes de Liam han funcionado! ¡Él ha estado construyendo este momento! —Hau también se puso de pie—. ¡Todavía puede ganar!
Uno a uno, los presentes comenzaron a ponerse de pie. Todos excepto Mina. Kauai veía fijamente el campo de batalla y algo en su interior se revolvió. Su mente, por algún motivo, le hizo ver una gigantesca sombra cerniéndose sobre Liam.
«Qué lástima, Liam», pensó con, por primera vez en mucho tiempo, una expresión triste.
—¡Al participante Liam le queda únicamente un Pokémon, mientras que el participante Guzma todavía cuenta con todos los suyos! ¡¿Estamos por ver una derrota aplastante o el mayor giro de tuerca jamás antes visto en un combate Pokémon?! —preguntó Jeekyo con voz nerviosa.
El estadio entero comenzó a corear a Liam, mientras que solo una pequeña porción alzó la voz para apoyar a Guzma. ´}
Sotobosque cerró los ojos, tomó aire y sacó su última Poké Ball. Se preparó para lanzarla, pero se detuvo al escuchar a Guzma reírse por lo bajo. Volteó a ver a su oponente, quien tenía una mano en el rostro. Su gesto desconfiado era la representación física del abrupto silencio que se había apoderado del estadio.
—Me pregunto qué es tan gracioso —dijo Liam con lentitud.
Guzma siguió riéndose por algunos segundos más hasta que finalmente se quitó la mano de la cara. En su rostro quedó una sonrisa burlona.
—Ya se acabaron los truquitos, ¿no es así? Ahora vas a usar a tu Eevee para ganar tiempo hasta que el veneno y el cansancio derriben a Golisopod —supuso… no, más bien afirmó. Rio una vez más—. ¿De verdad crees que no me di cuenta de que preparaste todo para este momento? Herir una de las alas de Vikavolt para que no pudiera siquiera pensar en paralizar a Eevee; envenenar a Pinsir para vencerlo por desgaste y a la distancia con Rapidez y Última baza; debilitar a Scizor hasta el punto en el que ni siquiera con Puño bala pudiera alcanzar a tu campeón. Me di cuenta de todos y cada uno de tus planes en el momento en el que empezaste a ejecutarlos.
Murmullos de incredulidad se esparcieron por el estadio, pero Liam no podía escucharlos: estaba demasiado distraído con los desbocados latidos de su corazón.
—Si se dio cuenta de todos mis planes, ¿entonces por qué no detenerlos?... —Su ceño se frunció ante una idea desconcertante que exteriorizó—. ¿Por qué… dejó que los llevara a cabo?
La sonrisa de Guzma se borró.
—Porque luchar contra ti es molesto —declaró—. Defenderme de tus estrategias solo habría alargado la batalla. Al dejarte hacer lo que quisieras, podía golpearte sin preocupaciones y se hacía más fácil cada vez que sentías que tus planes habían salido bien. Bajabas la guardia que con tanto esmero cuidas; al igual que mi secuaz al envenenar a los Pokémon de la Aether, pensabas que estabas ganando algo.
Liam, consternado, miró al piso. La declaración de Guzma lo llenó de tantas incógnitas; tantas dudas. Recordó la abertura tan obvia que le había dado con Vikavolt; la forma en la que, con Llave corsé y Acua jet, prácticamente había permitido que Komala se acercara a Pinsir y a Golisopod para envenenarlos; como había dejado de lado toda defensa con Scizor para centrarse en dar poderosos ataques que drenaran cuanto antes la energía de Snorlax.
Ante la inmensidad de la revelación, Liam solo pudo preguntar una cosa:
—¿Cómo?
—Son estrategias que yo mismo habría usado —respondió Guzma, inexpresivo—. Incapacité las extremidades de Snorlax y de Komala tal como tú lo hiciste con el ala de Vikavolt. Derribé a Drampa, quien podía comprometer la velocidad de mis Pokémon. Desgasté a Komala con golpes a distancia. —El brillo en los ojos de Guzma daba un mensaje claro: no se refería a Komala, sino al tronco de este—. ¿Y ahora? Ahora voy a debilitar a Eevee hasta el punto en el que ni siquiera con Ataque rápido pueda huir de Golisopod.
Liam hizo otra pregunta; la que de verdad había pensado y quería hacer.
—¿Por qué contarme todo esto? ¿Por qué anticiparme tus planes? —interrogó.
Guzma volvió a sonreír.
—¿Quién sabe? —Se encogió de hombros.
"Genio malévolo". Ese fue el título que comenzó a dársele a Guzma por las redes sociales. El peso de su revelación era abrumador para la moral de todos que apoyaban a Liam, pues de un momento a otro todas las victorias que creían tener se habían convertido en un paso más en el plan de Guzma.
Las palabras que Kiauka había dicho antes ahora ganaban más y más fuerza. Liam y él ¿eran lo mismo? La forma en la que Guzma había tenido bailando a Liam en la palma de su mano, como si supiera en todo momento cuál sería su siguiente paso, perturbó a más de uno y fascino a la misma cantidad de gente.
El mundo; todos quienes veían la gran batalla, comenzaron a percatarse de una verdad que siempre estuvo a simple vista, anunciándose a todo pulmón: Guzma era un monstruo; un entrenador extraordinariamente dotado tanto mental como físicamente.
De Guzma, la atención pasó a Liam. Vieron la expresión desconcertada de Sotobosque y un ansia voraz surgió desde el interior de sus entrañas. Los que lo apoyaban —sus fans, el pueblo de Alola, sus amigos y familia— no podían dejar de pensar en qué estaría sintiendo en ese preciso momento. Aquellos que habían crecido con él eran los más preocupados, pues sabían que en sus más de veinte años de vida, nunca nadie lo había tratado de esa manera.
El titiritero se había convertido, súbitamente, en el títere.
Y Liam se rio. Su risa cada vez más resonante comenzó a pintar una sonrisa en el rostro de quienes creían en él. Una carcajada como la que estaban escuchando era una señal positiva; quería decir que Liam todavía tenía la última palabra. ¿Revelaría que lo sabía todo? Seguramente diría que había aprovechado la mentalidad de Guzma para tenderle la trampa. Las sonrisas se borraron cuando, tras casi un minuto, las risas no pararon.
Guzma veía atentamente al Capitán, quien parecía haber enloquecido. Esa era una buena reacción, justo la que esperaba darle a todos los presentes.
Cuando Sotobosque finalmente dejó de reírse, dejó salir un pequeño suspiro que encapsulaba los remanentes de sus carcajadas. Se sujetó el estómago, se secó una lágrima y asintió repetidamente.
—Sublime, Guzma. —Aplaudió impetuosamente—. ¡Verdaderamente sublime! ¡Tu inteligencia, tu poder! Eres un guerrero formidable; un hombre con la mente para liderar las batallas y con la fuerza para ganarlas. —Se llevó una mano a la frente y su gesto se acongojó—. Incluso con todas las adversidades a las que te enfrentaste, resultaste ser un hombre increíblemente letal. Tienes tanto potencial que no explotas… ¡La capacidad para ser uno de los mejores del mundo!
El gesto de Guzma repentinamente cambió. Parecía ligeramente conmocionado por los repentinos halagos que, en el fondo, sintió como insultos.
—Deja la habladuría…
—¡No es habladuría! —espetó Sotobosque con una expresión ofuscada. Se dio cuenta de su exaltamiento y carraspeó para relajarse—. No es habladuría, Guzma. Me ha superado; ha excedido con creces las ya altas expectativas que tenía en usted. De todos los adversarios a los que me he enfrentado; de todos los que he visto… es usted el que tiene todas las papeletas para ganar la Liga.
La declaración de Liam fue más que simplemente escandalosa. El estadio entero estaba pasmado por el peso de las afirmaciones de Liam. Sus amigos, en las gradas, lucían igual de estupefactos que todos los demás.
Guzma, por un momento, relajó los hombros e irguió la espalda. Su ceño fruncido desapareció casi por completo, pero volvió a resurgir cuando Liam abrió la boca.
—O las habría tenido —añadió de pronto, negando con la cabeza. Su rostro volvió a mostrarse acongojado—. Si no fuera por el contenido de su corazón; por el rencor y la rabia que nublan su juicio… —Dejó salir un profundo suspiro—. Sería el mejor de todos nosotros. Énfasis en sería.
Lo dicho por Sotobosque pareció volver a reavivar la esperanza de todos los espectadores que estaban de su bando. Guzma sintió todo lo contrario, pues uno de sus puños se apretó con tal fuerza que las venas de su musculado brazo se resaltaron.
—Me alegra haberme enfrentado a usted, Guzma. —Liam bajó la cabeza en señal de respeto—. Porque he logrado confirmar mis sospechas: usted no va a ganar este torneo. —Ajeno al impacto que habían tenido sus palabras en todos los que las escucharon, siguió hablando—. Y puede que no sea yo quien lo venza, pero alguien mejor llegará. Alguien a quien no podrá derribar con su astucia y fuerza. Alguien que ganará simplemente porque tiene algo de lo que usted carece: una meta.
—Pelea o ríndete. Elije —sentenció Guzma. Por mucho que intentara hacerse el desentendido, Kiauka obviamente había reaccionado a lo dicho por su oponente.
Desde lo alto, con preocupación, Francine lo veía. Su expresión abatida fue vista por muy pocos. «Te leyó por completo, jefe», fue lo que pensó al escuchar el discurso de Liam.
Liam sonrió por última vez antes de sacar su última Poké Ball.
—Elijo caer peleando.
Esa sería, en mucho tiempo, la última conversación de Guzma Kiauka y Liam Sotobosque. Las Poké Balls de cada uno se abrieron y los elegidos fueron mostrados.
—¡Eevee contra Scizor! ¡El combate prometido! ¡¿Eevee aprovechará el estado de su adversario para finalmente hacerlo caer?! —se preguntó Jeekyo.
—¡Rapidez!
—Puño bala.
Scizor no corrió, sino que voló para alcanzar a Eevee. Sus piernas se agitaban en el viento, sufriendo todavía por el último regalo que le había dejado Snorlax. Aun con Puño bala era considerablemente lento, lo que le dio tiempo al tipo Normal de dar un rápido giro que utilizó para darle más impulso a las estrellas que lanzó por la cola.
Las tenazas de la mantis se movieron a toda prisa para intentar destruir todos los proyectiles, pero no lo logró. Dejó que varias estrellas lo golpearan y llegó ante el enemigo, lanzando un rápido puñetazo que el pequeño evadió al dar un salto con giro.
Eevee no dudó en arrojarse con Ataque rápido en contra de la cabeza de Scizor, quien utilizó Cabeza de hierro para defenderse. Parecía que iban a chocar, pero en el último momento Eevee viró hacia la izquierda y pasó por el costado del enemigo.
Gracias a sus alas, Scizor pudo girar tu torso para encarar a Eevee. El tipo Normal lo atacó con Ojitos tiernos, pero el tipo Acero parecía estarlo esperando pues tenía los ojos cerrados y ya estaba lanzando un Tijera X. Eevee, quien ya había reunido las condiciones para su uso, respondió con Última baza.
Los movimientos chocaron y estallaron. Eevee salió volando y, mientras lo hacía, vio como los tajos umbríos a distancia de Scizor lo perseguían. Respondió rápidamente con Rapidez, lo que le permitió contrarrestarlos a tiempo. Se apartó del camino con Ataque rápido, esquivando el Puño bala del oponente, y tuvo que saltar de nuevo para evadir los tajos umbríos a distancia.
Scizor insistió en atacar a distancia, por lo que Eevee le correspondió al atacarlo repetidamente con Última baza. Los debilitados movimientos del tipo Bicho apenas lograban destruir el movimiento estrella del zorro, el cual iba ganando más y más terreno.
Liam notó que, con cada choque, se creaba una onda expansiva que levantaba espesas cortinas de polvo y humo. Sabía que Scizor solo estaba esperando la oportunidad para lanzarse en contra de Eevee aprovechando las brumas que había en el campo de batalla y tenía la forma de responderle.
Dicho y hecho, Scizor repentinamente apareció desde el interior de una de las humaredas en lugar de sus tajos umbríos. Cargaba de frente con un Cabeza de hierro al que Eevee enfrentó con Última baza. La explosión volvió a alejar al tipo Normal de la mantis, quien volvió a atacarlo con ferocidad.
Eevee agitó la cola, creó estrellas de energía, y las arrojó contra Scizor. El Pokémon de Guzma tuvo que usar Tijera X para bloquear, por lo que una nube de humo lo rodeó por completo, impidiéndole ver a Eevee por un momento.
Liam era bien consciente de sus limitaciones. Sabía que, si se trataba de aguante, era uno de los peores exponentes. Eevee y él podían intentar hacer un sobreesfuerzo para enfrentar a Golisopod, pero repartir el limitado aguante que tenía entre cuatro Pokémon… Eso sería del todo imposible. Por eso, si iba a disponer de poco aguante, entonces lo haría rendir al máximo.
Sin que el enemigo se diera cuenta, Eevee se puso a los pies de la polvareda. Se lanzó con Ataque rápido en contra del abdomen del enemigo apenas este salió, golpeándolo con toda su fuerza y continuando su ataque con Última baza.
La explosión creada por la mejor arma de su arsenal le impidió tener una buena visual del enemigo, por lo que estuvo a punto de alejarse cuando, repentinamente, divisó una tenaza. La extremidad de Scizor no intentó atacarlo, sino que tenía otras intenciones: cegarlo. Con un rápido movimiento, la tenaza liberó un gigantesco puñado de tierra en contra de su rostro.
Eevee retrocedió con Ataque rápido apenas sintió la tierra en los ojos. Liam sabía que era lo que seguía: un ataque rápido y poderoso que intentaría aprovechar el estado vulnerable de Eevee tan pronto como fuese posible. En una situación así, alguien tan directo como Guzma solo podía usar…
Acertó. Scizor utilizó Puño bala para cerrar la distancia entre él y su oponente, pero Liam no se alarmó. Esperó el momento perfecto mientras Eevee recuperaba la visión. Abrió los ojos con fuerza cuando lo vio.
—¡Ahora, Eevee, Ataque rápido!
Los ojos entrecerrados de Eevee lograron enfocar el punto al que debía atacar. Como un torpedo en miniatura se impulsó en contra de la pierna de Scizor y, entonces, la golpeó. Al contrario de como había ocurrido en su primer combate, esta vez Eevee no derribó al tipo Bicho, más bien al contrario. La lastimada pierna de Scizor había logrado oponer resistencia y, en última instancia, mandarlo a volar de una patada.
En el aire, Eevee utilizó Última baza para bloquear el avance de Scizor, pero este ni siquiera intentó evadirlo, sino que directamente lo atravesó con Tijera X. Sus ojos lucían más letales que nunca y mostraban una concentración absoluta. Incluso cuando Rapidez lo golpeaba, él no redujo el paso.
Eevee entonces hizo una finta. Agitó la cola de forma que parecía que atacaría con Última baza, pero, cuando lo tuvo enfrente, utilizó Ojitos tiernos. El ataque de Scizor bajó, pero él ni siquiera se inmutó. La reacción que Pinsir había tenido era completamente opuesta a la de Scizor, quien directamente abalanzó su tenaza hacia una de las patas delanteras de Eevee. Tras sujetar la extremidad lo zarandeó con toda la fuerza que su hombro le permitió y lo lanzó contra el suelo.
Al chocar contra el campo de batalla, Eevee rebotó varias veces antes de finalmente poder ponerse de pie. Apoyó la pata delantera derecha contra el suelo y dejó salir un quejido de dolor. La extremidad que ya de por sí había sido dañada por el Golpe mordaza de Pinsir ahora volvía a doler y peor que nunca. Y hablando de Pinsir…
—Roca afilada.
Pese al dolor, Eevee saltó lejos de la zona donde se erigió una gran lanza de roca. Aterrizó y, con el ceño fruncido, encaró a Pinsir. El tipo Bicho se agitó levemente por los efectos del veneno.
—¡Rapidez!
Tal vez Guzma ya conocía sus planes, pero hacerlo no les quitaba efectividad —particularmente a este—. Desgastar a Pinsir desde la distancia era la mejor opción y, si estaba tan desesperado por golpearlo como Scizor, entonces la tarea sería más sencilla.
Las estrellas de energía chocaron contra las rocas que Pinsir acababa de disparar. El tipo Bicho no se detuvo en ningún momento, sino que empujó con todas sus fuerzas hasta que destruyó el movimiento de Eevee, obligándolo a utilizar Última baza. Incluso ante el mejor movimiento del Pokémon Evolución, Pinsir no paró. Las rocas que lanzaba perforaron la gigantesca estrella, la atravesaron, y obligaron a Eevee a saltar de nuevo.
—¡Ataque rápido con las patas delanteras, Eevee! —exclamó Liam a sabiendas de lo que Pinsir querría hacer.
Al igual que con Komala, Pinsir había aprovechado el hecho de que Eevee tendría que aterrizar para invocar una Roca afilada justo donde lo haría. Estuvo a punto de conseguirlo, pero el zorro logró estirar la parte delantera de su cuerpo para tocar el suelo un segundo antes. Con ese segundo, Eevee utilizó Ataque rápido y se alejó por los pelos, literalmente, pues la filosa roca le había arrancado unos cuantos pelos de la cola.
Aunque había esquivado el golpe, Eevee todavía había resultado ligeramente herido. La presión que había tenido que poner en la pata herida para correr la había lastimado todavía más. Se vio obligado a volver a saltar para esquivar la nueva oleada de rocas lanzadas por Pinsir. Aterrizó e inmediatamente tuvo que alejarse, volviendo a ejercer presión sobre su pata herida y, por ende, lastimándose de nuevo.
«Herir una extremidad y desgastar a distancia…», pensó Liam. Para él era obvio que Pinsir buscaba hacer que Eevee se lastimara más y más la pata hasta el punto en el que no pudiera moverla. ¿Quería tener saltando a Eevee? Se lo concedería, solo que sería bajo sus propias reglas.
Con un Ataque rápido hecho a un 75 por ciento de su capacidad, Eevee se acercó a Pinsir, moviéndose por su espalda y utilizando Rapidez. Las estrellas golpearon al tipo Bicho, quien se giró para bloquearlas parcialmente con Tijera X. El tipo Normal saltó hacia la cabeza de su oponente para evadir el Roca afilada que este acababa de invocar en el suelo, bajándose antes de que pudiese cerrar sus pinzas sobre él. Una vez en su espalda, utilizó Última baza.
Como si fuese una repetición de su encuentro anterior, Eevee salió volando gracias a la explosión creada por Última baza y, una vez más, Pinsir se lanzó en su contra. Esta vez el Pokémon Evolución ya lo estaba esperando, pues lo afectó con Ojitos tiernos apenas lo vio. El aura azulada volvió a rodear a Pinsir, quien nuevamente se detuvo abruptamente, permitiendo que las estrellas invocadas por Rapidez lo golpearan en el rostro.
«Entonces Scizor es un caso especial… ¿Golisopod también lo será?», se preguntó Liam al ver la reacción de Pinsir a Ojitos tiernos. El sonido producido por Eevee al golpear a Pinsir con Ataque rápido lo sacó de sus pensamientos.
Pinsir trastabilló, agitó la cabeza y dejó salir un profundo suspiro. Se encorvó ligeramente en señal de agotamiento mientras sus ojos se entrecerraban. Rugió, invocando una columna de Rocas afiladas que avanzaron en contra de Eevee.
El tipo Normal tuvo que darse prisa para esquivar con Ataque rápido. Corrió hacia la espalda de Pinsir cuando se alejó de las rocas y lanzó Rapidez. El escarabajo intentó golpearlo con Golpe mordaza, pero Eevee ya estaba moviéndose hacia uno de sus costados y hacia su espalda nuevamente.
Mientras Eevee corría a su alrededor utilizando Rapidez, Pinsir fue rápidamente perdiendo energía. Llegó al punto en el que cayó sobre una de sus rodillas por culpa del veneno. Cerró los ojos, recibió un nuevo Rapidez en el rostro y entonces creó un pilar justo frente a su rostro.
Aquella Roca afilada no atrapó a Eevee, pues apareció justo frente a su rostro, pero sí lo hizo detenerse. El tipo Normal frenó torpemente, perdiendo el equilibrio y lastimándose un poco más la pata. Cuando iba a retroceder de un salto, algo cayó sobre él: Pinsir.
El tipo Bicho había dejado caer todo su peso sobre Eevee; peso que fue soportado por las patas del zorro. Sobra decir que toda esa carga fue compartida con la extremidad herida, provocando que el Pokémon Evolución soltara un gruñido de dolor.
Por culpa del agudo pinchazo que recorría toda su pata, Eevee no se dio cuenta del momento en el que fue rodeado por decenas de columnas de roca que, al mismo tiempo, comenzaron a resquebrajarse. Dejó de sentir el peso de Pinsir sobre él y escuchó el sonido de una Poké Ball al absorber a su habitante. No pudo ver nada, pues una gruesa polvareda nubló su vista.
¿Pinsir había invocado todas esas rocas antes de salir del campo de batalla? ¿Lo había debilitado? No estaba seguro, pues tampoco podía ver mucho. Se puso de pie e hizo el intento de apoyar su pata contra el suelo, pero inmediatamente se arrepintió. Apretó los dientes con fuerza al sentir uno de los peores dolores que jamás había sentido. No le quedó otra opción más que cojear, lo cual era un problema gigantesco.
—¡Salta, Eevee!
El pequeño obedeció a ciegas la orden, la cual tomó sentido al ver como, por detrás, un Vikavolt se arrastraba hasta donde había estado. Rayo lo persiguió y supo que no podía enfrentarlo directamente. Ganó tiempo con Última baza y aprovechó la explosión generada por la colisión de los movimientos para volver a tierra.
La polvareda comenzó a dispersarse, dejando al estadio entero ver a Vikavolt. Nadie nunca había visto a uno de los de su especie caminar, no es que fuese imposible, sino que simplemente no tenían la necesidad de hacerlo. De las fauces del bicho emergieron bolas de energía que apuntaban directamente a Eevee.
El Pokémon Evolución corrió lo mejor que pudo con las tres patas que tenía disponibles. Dio varios saltos, esquivando las explosiones creadas por las energibolas y, entre medias, respondía con Rapidez.
Todos podían ver en el rostro de Eevee que todavía poseía gran vitalidad, pero su pata… El esfuerzo conjunto de los tres Pokémon moribundos de Guzma se estaba encargando de convertir el asunto en un problema gravísimo.
Aunque Liam sabía que su mejor opción era acercarse para atacar, ya no podía hacerlo. De lejos al menos tenían tiempo para reaccionar a los ataques de Vikavolt, cosa que no podían hacer nunca si estuviesen a poca distancia. Vikavolt y Guzma sabían todo lo anterior, por lo que el bicho se arrastraba inquietantemente por el suelo en aras de alcanzar a Eevee.
—¡Última baza!
La estrella gigante buscó atrapar a Vikavolt, pero este todavía tenía fuerza para disparar poderosas descargas capaces de destruir el ataque de Eevee. Todo el tiempo que había estado en la Poké Ball le había ayudado a recuperar algo de vitalidad, lo cual era un problema.
Como muchas veces antes de esa, una explosión se creó. La polvareda fue perforada por el Rayo de Vikavolt, que barrió el área frente a Eevee, obligándolo a saltar para esquivar.
Lo que pasó a continuación fue algo que mucha gente perfectamente le adjudicaría a entrenadores como Ash Ketchum, pues algo tan alocado y creativo solo podía salir de la mente de alguien como él… pero no en esta ocasión. Quien logró la hazaña fue Guzma Kiauka.
Vikavolt redirigió toda la electricidad de su cuerpo y la concentró en su abdomen. Cuando finalmente la liberó, esta creó una poderosa explosión que lo elevó casi cuatro metros en el aire. La altitud ganada le permitió planear y, gracias a otro impulso de electricidad, ganó gran velocidad.
—¡Corre hacia él, Eevee!
Liam sabía lo que el oponente quería hacer. Repetir algo parecido a lo que había hecho con Drampa; algo que no permitiría.
Si Eevee pasaba por debajo de Vikavolt, se posicionaría por su espalda y podrían derribarlo con Última baza. La distancia no les permitía hacer eso, pues Eevee no podía colocarse detrás de Vikavolt antes de que este pudiese darse la vuelta, pero si estaban cerca…
Con Última baza, Eevee hizo estallar el Foco resplandor disparado por Vikavolt. Dejó de verlo, pero aceleró con Ataque rápido para asegurarse de pasar por debajo. Justo cuando creyó que lo estaba haciendo, escuchó un sonido ensordecedor que afectó sus sensibles oídos. Se detuvo por puro instinto sin saber el grave error que había cometido. Lo siguiente que sintió fue una descarga que le quemaba el alma.
Una vez que la humareda se fue, todos pudieron ver a Vikavolt, a solo medio metro de Eevee, disparando su Rayo a toda potencia. El pequeño tipo Normal se agitaba por el suelo mientras el escarabajo se le acercaba más y más, reptando por la tierra de una forma que le dio escalofríos a más de uno.
—No puedo ver… —dijo Misty, llevándose una mano al estómago y con la tez pálida. Le dio una arcada.
No todos tenían la fobia de Misty a los insectos, pero había algo en la forma en la que las patas de Vikavolt se arrastraban por la tierra, buscando desesperadamente llegar hacia el indefenso Eevee… Tal vez muchos se sintieron incómodos por la escena tan cruda; una que se vivía todos los días en el mundo exterior: el del cazador y la presa.
—¡Eevee, Última baza al suelo!
Mientras temblaba y apretaba cada músculo de su cuerpo, Eevee se levantó. Dio varios pasos hacia atrás en un intento de alejarse de Vikavolt y utilizó como pudo Última baza en la pequeña porción de tierra que todavía los separaba. La explosión no mandó a volar a Eevee, pero sí le permitió alejarse tan pronto como pudo del tipo Eléctrico.
No podía correr realmente, por lo que iba al trote. Vio a Liam y Liam lo vio a él. Ambos lucían en sus gestos cierto alivio al haber logrado salir de la situación tan crítica en la que se encontraban. Se sintió confundido cuando vio el gesto de su entrenador cambiar a uno de preocupación. Se sintió todavía más confundido cuando el suelo apareció frente a su rostro.
Eevee se retorció mientras estática salía de su cuerpo. Comenzó a jadear, pues la descarga, más que cualquier otro ataque, lo había hecho trizas. Podía seguir; definitivamente podía hacerlo, pero su cuerpo… su cuerpo no le respondía.
—¡EEVEE SE PARALIZA! ¡La velocidad de Eevee, que era su mejor arma, se ha visto todavía más afectada por la parálisis! ¡Esto puede ser el fin del participante Liam! ¡¿Qué hará para combatir a Golisopod?!
Liam entrecerró los ojos con frustración. Zumbido. Había sido Zumbido el que había acabado con todo. De no haber sido por ese movimiento, Eevee habría logrado esquivar a Vikavolt sin problemas. La sorpresa de volver a oír un movimiento que no creía volver a oír lo había desconcertado tanto como a Eevee el recibirlo. Dejó de lado los pensamientos innecesarios y elevó la voz.
—¡¿Puedes levantarte, Eevee?!
El pequeño asintió y, tras un rato, se puso de pie. Sufría de espasmos cada cierto tiempo por culpa de la parálisis, la cual no le permitía dar amplios movimientos. A Liam le dolía ver a un Pokémon como Eevee, que demostraba una maestría increíble con las patas cuando usaba Ataque rápido, cojear. Era como quitarle el pico a un Pikipek; cortarle los puños a un Hitmonchan; arrancarle las alas…
«… a un Vikavolt…». La ironía.
Ambos vieron como la Poké Ball de Vikavolt lo absorbía y supieron al instante quién sería el siguiente en salir. Por supuesto que se trataba de él, ¿de quién más si no? Golisopod cayó al campo de batalla con un rostro indiferente, incluso ante el veneno que azotó su sistema.
Las miradas de Guzma y Liam se encontraron.
«Te di opción», le decían los ojos de Kiauka.
«Y elegí», respondió Liam de forma imperturbable.
—Se acabó —dijo Acerola con una resignación que dolía escuchar.
Hau volvió a abrir la boca para tratar de animarla, pero no pudo. Tuvo que darle la razón.
—Sí. Se acabó.
Por mucho que Liam siguiera de pie ante el oponente, el resultado final ya era obvio. Lo único que le daba una oportunidad a Eevee contra Golisopod, su velocidad, ya se le había arrebatado. La estrategia de Liam había fallado en el último y más importante paso.
—Mierda —musitó Gladio con frustración.
Lillie no le llamó la atención como siempre hacía, al contrario.
—Eso… —asintió.
—¡Eevee, Rapidez! —gritó Liam.
Un grito que todos esperaban escuchar, pero que no sabían si querían. Sabían lo que Guzma estaba a punto de hacer, y no estaban particularmente emocionados por verlo.
Las estrellas de energía salieron al encuentro de Golisopod, quien simplemente levantó una mano frente a su rostro para desviarlas y caminó hacia Eevee.
—¡Ojitos tiernos! —ordenó Liam a continuación.
Golisopod recibió la disminución de ataque, pero no detuvo su sombría marcha en ningún momento. Con la misma frialdad de su mirada, partió la Última baza que Eevee acababa de lanzarle. Su espada de agua cortó perfectamente la gigantesca estrella, la cual tardó un segundo en darse cuenta de que había sido destruida. Golisopod salió de la polvareda como si nada hubiese pasado.
—¡Ataque rápido! —exclamó Liam, señalando al enemigo.
Eevee, tan rápido como pudo, corrió en contra de Golisopod y saltó para embestir su rostro. Antes de siquiera tocarlo fue golpeado por el revés del samurái, el cual lo estrelló contra el suelo. Aquel golpe casi parecía el desdeñoso gesto que hacía una persona para alejar de sí una molestia.
Las garras del brazo derecho de Golisopod se clavaron en el suelo, quedando la cabeza de Eevee en el espacio que había entre ellas. Con un rápido movimiento ascendente y tras ser afectado por el veneno, el isópodo levantó a Eevee para luego darle un fuerte golpe que lo mandó a volar.
Última baza amortiguó la caída de Eevee, quien rodó por el suelo para evitar el impacto del Acua jet de Golisopod —aunque la intención de este realmente no era la de golpearlo—. A toda prisa lanzó un Rapidez que le dio de lleno a Golisopod en el rostro, pero él apenas y movió la cabeza. Volvió a lanzarse contra él con Ataque rápido, pero el resultado fue exactamente el mismo: Golisopod lo apartó de un manotazo.
Eevee era tenaz, eso había que reconocérselo. No parecía importarle que Golisopod lo estrellara contra el suelo cada vez que insistía en arrojarse en su contra con Ataque rápido.
Golisopod estaba jugando con Eevee, eso era obvio. Lo trataba como un juguete de uso rudo; casi como si fuera adulto particularmente abusivo que se enfrentaba a un grupo de niños pequeños. Era tan obvio… ¿O no?
No, ni Golisopod ni Guzma estaban jugando con Eevee y Liam. ¿Por qué? Porque en sus rostros no había nada que lo indicara. Al contrario de la saña y burla con la que miraban a Acerola, a ellos dos los veían con… aburrimiento.
Ni siquiera los expertos en las emociones como Ash, Mina o Rotom detectaron algo en Guzma, de verdad, nada. Incluso aburrimiento sería mucho decir; indiferencia era más exacto.
La batalla ya no les importaba porque ellos dos sabían que la habían ganado, que era lo único que les interesaba. Al combatir contra Acerola buscaban la victoria y, aparte, hacerla perder las casillas, cosa que se notaba a leguas les frustró no lograr.
Todos estaban esperando el momento en el que el combate diera ese giro que por fin le permitiera terminar, el cual llegó cuando Liam dejó salir un profundo suspiro.
—Que nadie diga que no nos esforzamos al máximo. —dijo, sorprendiendo al estadio entero al mostrar un Normalstal Z.
Los ojos de Guzma entonces brillaron.
—¡EL PARTICIPANTE LIAM SACA SU NORMASTAL Z! ¡¿Un último esfuerzo desesperado?! ¡¿Será un Movimiento Z capaz de derribar al participante Guzma! —La pregunta de Jeekyo no falló en volver a poner a la gente al filo de su asiento.
El poder Z imbuyó el cristal que reposaba sobre la Pulsera Z de Liam. La energía lo rodeó cuando formó una diagonal con los brazos, envolviéndolo en un resplandor que hizo gritar de emoción a más de uno. Cuando puso el brazo izquierdo a la altura de la frente y el derecho a la del ombligo, el poder pasó de él a Eevee.
Gracias a la abrumadora energía proporcionada por los Movimientos Z, Eevee sintió un alivio instantáneo a los malestares ocasionados por la parálisis y el dolor. Sabía que era solo una anestesia temporal, pero no podía estarle más agradecido. Sonrió ampliamente, enfocando su mirada en Guzma.
—¡Eevee, Carrera arrolladora! —gritó Liam con una expresión serena en el rostro.
Pisó el suelo con fuerza, utilizando las cuatro patas que la naturaleza le había otorgado, y utilizó la energía nacida del vínculo con su entrenador para dispararse en contra de Golisopod.
Ese era el verdadero Eevee, aquel que poseía el mejor juego de pies de toda Alola. Verlo usar Ataque rápido era increíble, pero verlo utilizar Carrera arrolladora era otro nivel. A su paso dejaba una amplia estela de polvo que dotaba cada uno de sus rápidos pasos de un poder que se quedaba en la retina y en el corazón.
—¡Cúbrete! —gritó Guzma.
Golisopod obedeció. Vio a Eevee acercársele a la velocidad de un tren bala y se cubrió con ambos brazos, asegurándose de dejar un pequeño espacio para poder verlo.
A un metro de Golisopod, Eevee saltó y golpeó. El impacto produjo un sonido parecido al de un cañonazo, creando una fuerte corriente de viento. Eevee gritó con fuerza mientras utilizaba todo el impulso que había ganado para empujar a su adversario. Los escudos del tipo Bicho temblaron violentamente y, con torpeza, retrocedió nueve pasos. Con todo el aire de sus pulmones, Eevee dio otro grito y entonces…
Los escudos de Golisopod repelieron bruscamente a Eevee. Con dos poderosas brazadas, el samurái alejó al tipo Normal de sí. El poder Z abandonó al zorro, quien cayó de espaldas contra el suelo rodeado por una polvareda. Incrédulo y con la respiración entre cortada, Eevee levantó la cabeza para ver al oponente.
La agitada respiración del isópodo y el enrojecimiento de sus brazos evidenciaban el esfuerzo que había hecho para que Eevee no atravesara sus barreras, pero que siguiera de pie era la declaración más importante: Guzma podía vencer a los Movimientos Z… y el estadio sorprendentemente lo celebró.
Tras un silencio sepulcral, algunas personas habían comenzado a aplaudir y a ovacionar de pie a Kiauka, maravillados por lo que acababan de ver. Durante todo el torneo los Movimientos Z habían sido un sello de garantía: no había nadie que pudiera sobrevivir a ellos, pero Guzma… Guzma había repelido uno con pura fuerza bruta, cosa muy distinta a lo que había hecho la otra persona que también había desafiado su poder. Esquivar no era lo mismo que resistir.
Guzma parecía perplejo por lo que estaba pasando. Veía en todas direcciones con confusión. No era esa la reacción que él quería; no se suponía que estuvieran haciendo eso. Su ceño se frunció con fuerza y se giró hacia Golisopod.
—¡ACÁBALO!
Un brillo verdoso rodeó las garras de Golisopod, que cayeron directamente contra Eevee. El golpe levantó una cantidad de polvo impresionante, digno de un movimiento de la talla de Escaramuza. El isópodo ni siquiera quiso esperar a que el polvo se asentara, pues creó una masa de agua que dejó caer sobre el mismo, aplacándolo. Eevee, en el centro, se encontraba inmóvil.
Ya no había duda alguna.
—¡EEVEE NO PUEDE CONTINUAR! —exclamó Hapu con fuerza, señalando a Guzma y a Golisopod—. ¡El participante Liam no cuenta con más Pokémon, por lo tanto el ganador es el participante Guzma!
La gran pantalla hizo desaparecer la imagen de Sotobosque, así como la de sus Pokémon, dándole el espacio que antes les correspondía a la fotografía de Guzma. La palabra «GANADOR» se grabó en la retina de todos.
Cuando la gente volteó al campo de batalla, Guzma ya no estaba. Tan pronto como lo habían declarado ganador había hecho regresar a Golisopod y se había ido del lugar. Liam, quien todavía se encontraba ahí, se encontraba murmurándole algo a la Poké Ball de Eevee. Tomó las mitades del tronco de Komala y dio media vuelta, listo para irse, pero antes de eso les sonrió a los espectadores.
—Me disculpo si no estuve a la altura de sus expectativas. —Se reverenció y salió.
La voz indecisa de Jeekyo sonó por los altavoces. No parecía poder elegir bien sus palabras hasta que, tras unos segundos, lo logró.
—¡Tenemos a nuestro último semifinalista, señoras y señores! ¡Guzma pasa al selecto grupo de los cuatro más fuertes de Alola junto a Gladio Aether, Ash Ketchum y Hau Mahalo! —exclamó con la mejor voz que pudo—. ¡Con esta gran revelación damos concluido el día de hoy! ¡Muchas gracias por haber estado conmigo en este día tan espectacular, querido público!
Al no haber nadie a quien ovacionar o aplaudir, las personas fueron saliendo del estadio entre charlas y murmullos.
«Eso fue muy abrupto…».
«Me siento incómodo, la verdad».
«Me da mucha cosilla Liam. Siento que debe de estar muy frustrado ahora mismo…».
«4 a 0. Perdió CUATRO a CERO. Dejen que eso se asiente en sus cabezas».
«´Perder cuatro a cero siendo un capitán… no es una vergüenza eso?».
«Yo confiaba en Liam…»
«Hoy Liam perdió un fan. No puedo creer que dejara que lo humillaran así».
«Scizor, Pinsir y Vikavolt estaban en las últimas. Si Guzma los hubiera hecho enfrentar a Eevee, la batalla habría terminado 1-0».
«Y aun estando en las últimas lograron incapacitar a Eevee…».
«Así de buena era la estrategia de Guzma».
«Así de fuerte es Guzma».
«Primero Acerola y ahora Liam… Si los oficiales de alola pierden contra randoms salidos de la basura, no creo que tan fuertes sean…»
«Creí que los movimientos z eran infalibles… estoy en shock».
«Me gusta mucho que no lo sean. Eso le da un gran mérito al trabajo duro por sobre todas las cosas».
«Soy fan de Guzma, la verdad. Mi mente explotó cuando dio su monólogo de villano».
«Tiene esas vibes de rey demonio si te soy sincero. Me gusta su estilo».
«Dicen que tiene una fortaleza y todo».
«Un amigo de Alola me dijo que lo llaman el quinto rey».
«De qué coño habla tu amigo de Alola? Es subnormal? Nadie le dice así».
«Pues suena bien, no te voy a mentir».
«Este resultado no me sorprende. El emparejamiento era muy disparejo. No dudo que Liam pueda vencer a entrenadores fuertes y tontos, pero inteligentes y fuertes? Nah, imposible».
«Yo he oído que es lo contrario, que se le dan mejor los entrenadores listos que los tontos, porque los tontos no sabes lo que harán».
«Pues ni idea».
«Guzma a semis… Ya tenemos a los cuatro grandes de Alola».
«Sigo pensando en lo que Liam dijo… Eso de que Guzma no va a ganar».
«Pues ahora lo tiene muy difícil. Va contra Ash, Hau o Gladio…».
«Incluso si le gana a alguno de esos tres en semis, todavía tendría que enfrentarse a otro en la final».
«No puedo creer que solo le queden tres días a la liga…».
«Tenemos que disfrutarlos al máximo!».
«Semis, allá vamos!»
El entusiasmo de la gente de internet no era compartido por los amigos de Liam. Acerola, Lana, Mallow y Lillie se veían claramente frustradas e incapaces de decir mucho ante el resultado. Los demás parecía indecisos sobre qué hacer.
—Normalmente iría a ver a Liam, pero ahora… ¿Creen que quiera compañía? —Chris volteó a ver a Hau y Kiawe.
—No lo sé… Esto es nuevo para Liam y para nosotros. Tal vez quiera estar solo —respondió Wela.
—Debería ir a…
—No, déjenlo solo —interrumpió Mina, poniéndose de pie—. Que él nos busque cuando esté listo.
Muchos ahí comprendían lo que era querer estar solo luego de una derrota así. Los que conocían superficialmente a Liam no lo imaginaban como el tipo de persona que se deprimía mucho por las derrotas, pero no tenían la certeza de que fuera el caso.
—Si Mina lo dice —murmuró Lana, poniéndose finalmente de pie.
Acerola se levantó bruscamente y jaló con fuerza de las mangas de Gladio, Ash y Hau. Los tres chicos, así como los demás presentes, se sorprendieron en demasía al ver ese gesto.
—Por mí y por Liam. El que sea, por favor, derrótelo. —Sus ojos mostraban tanta solemnidad que lo único que pudieron hacer fue asentir.
—Ten por seguro que esta fue su última victoria —dijo Ash con el ceño ligeramente fruncido.
—Que la disfrute mientras pueda —murmuró Hau, apretando los puños.
—Definitivamente va a caer —aseguró Gladio con ojos afilados coo cuchillos.
Acerola relajó su gesto y sonrió.
—Me quedo más tranquila —dijo finalmente, moviéndose hacia la salida.
Rotom voló frente a los tres.
—He reunido mucha información sobre Guzma, así que podríamos reunirnos para repasarla.
—Excelente idea, Rotom —sonrió Hau, siendo respaldado por los otros dos.
No tardaron mucho en salir del estadio.
«Es normal que te haya ganado el papel, Liam. Tiene más experiencia actuando que tú, cielo».
Eso le había dicho su madre para reconfortarlo cuando no recibió el trabajo en el primer rol para el que audicionó. Era obvio visto en perspectiva. Él era un niño actor de siete años que apenas tenía experiencia, mientras que el que se había llevado el papel —un niño de nueve— había estado actuando desde los cuatro años en obras de teatro.
Se quejó, pues en su egoísmo infantil las cosas eran tan simples como que su madre exigiera que le dieran el papel. Ella era Amélie Sotobosque, por lo que podía hacerlo si quería.
«Si consigues todo lo que tienes en esta vida por quiénes son tus padres, entonces realmente no tienes nada».
Era cierto. Aquel niño era hijo de una costurera y un novelista amateur, pero su trabajo duro le había permitido vencerlo limpiamente. Había sido mejor que él y eso era a lo que se reducían las cosas.
No importaba si el pequeño Liam era más lindo o si encajaba mejor con el físico requerido; si no sabía actuar, entonces no servía. Lo mismo podía aplicarse a las batallas Pokémon. Podía decir que se había esforzado; que había estado a punto de derrotar a tres Pokémon de Guzma… pero no lo había hecho. "A punto" era un 99%, no el cien que debió haber conseguido, y cuando se busca la excelencia ese porcentaje faltante lo es todo.
Siempre que Liam Sotobosque se sentía abrumado, estresado o superado por alguna circunstancia, se tragaba sus emociones. Visualizaba una insípida bolita cristalina que se pasaba con esfuerzo. Era un ejercicio que su madre le había enseñado y que funcionaba cada vez.
«Pero asegúrate de siempre soltar las bolitas. Si guardas muchas y por mucho tiempo en tu interior nunca podrás aliviar el dolor».
Con una sonrisa en el rostro, sentado en una de las bancas del vestidor, Liam liberó las bolitas cristalinas. Siempre le pareció curioso como entraban por la boca y salían por los ojos.
Había olvidado lo que era ser elogiado. El rey ciego, el héroe incapaz, el genio ignorante y el señor Hal lo habían elogiado, sí, pero los ojos se habían encargado de que nada de eso valiera. Por cada «bien hecho» recibía mil «eres una vergüenza», por lo que la balanza estaba increíblemente desequilibrada.
Pero ella… Ella lo elogiaba honestamente. La vio acurrucada a su lado, hecha un ovillo gracias a una manta roñosa, y por primera vez en mucho tiempo se sintió… útil. La veía desamparada y frágil, mucho más que él, y sentía que quería protegerla.
En su vida nunca había querido nada más que estar con sus amigos; vivir aventuras con ellos y explorar juntos lo inexplorado, pero ahora, viéndola a ella… No necesitaba amigos. Necesitaba una familia; una que él pudiera escoger.
Una donde nadie lo traicionara.
Una donde todos lo elogiaran.
Después de un mes, he vuelto. Diciembre: el mes de la navidad y finales de año definitivos… Gente, ya estamos divisando el final de la historia.
Bueno… Voy a admitir que estoy un poco desanimado porque el capítulo anterior solo tuvo tres reviews, pero la verdad los puedo entender, chicos. Me di cuenta de que mis capítulos de 30k palabras tardan horas en leerse y eso puede llegar a ser algo cansado, por eso mismo me esforcé porque este quedara más corto y fuese más dinámico. ¡Espero que me haya quedado bien!
Antes de seguir, por si a alguien le dio curiosidad saber que tan dañados estaban los Pokémon de Guzma, aquí se los dejo:
-Golisopod: 65%.
-Scizor: 8%.
-Pinsir: 2%.
-Vikavolt: 9%.
Como pueden ver, verdaderamente estaban a un soplido de caer. Guzma fue inteligente al sacarlos antes de que se debilitaran.
Y bueno, les adelanto el nombre del siguiente capítulo, que va a ser un interludio. Por lo mismo de que es un interludio, creo que lo voy a tener listo muy pronto. El capítulo 160 se llama:
Los cuatro mejores.
¡Quedan 10 capítulos para el final!
¡Eso es todo! Nos leemos y Alola.
