Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 11

― Bella, no es necesario ―susurré cuando dejó un obsequio en mis manos― yo… yo no compré nada para ti ―exhalé avergonzado.

― No estoy pidiendo nada a cambio, solo quiero que lo abras y me digas si te gusta.

Asentí y retiré lo más delicado posible el papel de regalo con estampados de renos. Extrañado la miré a los ojos por unos instantes cuando descubrí tras el envoltorio un libro fotográfico.

Lo abrí y miré sorprendido cada página que mostraba infinidad de fotos nuestras. El nudo en la garganta se apretó al ver que nuestras vidas se cruzaron desde que fuimos unos niños.

Di vuelta a cada página y me llené de nostalgia al ver lo mucho que habíamos pasado juntos.

Pasé los dedos por cada imagen. Nos veíamos felices y nuestras miradas mantenían esa alegría innata de la niñez y adolescencia.

― Feliz navidad, Edward ―ella murmuró― quiero que te lleves este álbum. Es para ti.

Envolví su cuerpo en mis brazos. Apoyé mi mentón en su cabeza y mis lágrimas cayeron sin permiso humedeciendo mis pómulos y barba.

― Feliz navidad, Bella ―murmuré― ha sido la más hermosa navidad.

― ¿Te gustó mi regalo?

Me negué a soltar su cuerpo, la mantuve conmigo mientras amargas lágrimas cubrían mi rostro.

Tragué pesadamente el nudo en la garganta y hablé.

― Has conservado nuestras fotos, es el más maravilloso regalo, Bella.

― Debo admitir que quien lo guardó fue abuela Marie, ella quiso conservar nuestros recuerdos. Les estoy agradecida.

Liberé su cuerpo manteniendo sus manos en las mías. Nuestros ojos empañados por lágrimas seguían cautivos en nuestras miradas.

― ¿Alguna vez miraste estas fotos? ―pregunté, carcomiendo mis entrañas por la duda.

― Lo hice. El primer año veía cada día esas imágenes y deseaba que fueras feliz, después me fui del pueblo y la primera vez que volví me encontré de nuevo con el álbum… ―asintió con tristeza― un día supe que era mejor no revivir recuerdos y jamás volví a abrir el álbum, no tenía idea que abuela la había guardado hasta hace días. Por cierto, le añadí dos últimas fotos, las de nuestro reencuentro.

Rápidamente abrí de nuevo el libro. Era verdad, había una foto reciente de nosotros dos abrazados en la pista de hielo, también otra con Elise de fondo. Nos veíamos sonrientes y felices.

― Estoy muy orgulloso de ti ―articulé, mirando sus ojos color chocolate― me alegra saber que pudiste lograr todo aquello que te propusiste, Bella.

― Yo también estoy muy orgullosa de ti ―sus dedos se curvaron en los míos, apretando suavemente.

― Bella, yo…

― Sé que mañana se irán muy temprano ―me interrumpió―. Que conduzcas por tantas horas me preocupa, así que espero me envíes un mensaje y me digas que llegaron con bien.

― Antes me gustaría hablar…

― Bella, hagámonos selfies ―Elise interrumpió llevándola con ella al pino.

El resto de la noche la pasamos conversando de viejas memorias junto a los Swan, no hubo un solo instante para que pudiéramos charlar a solas.

Miré a Bella con ese pequeño vientre que resaltaba en su hermosa figura, traía en brazos al hijo de Seth. Reía feliz jugando con su sobrino y fue suficiente para entender que era su deseo más grande ser madre, ella lo sería. No había duda.

Me ilusioné imaginando que yo y Elise podíamos ser parte de su sueño… ser una familia.

Mi vista seguía clavada en ella. En la hermosa mujer que hacía años me robó el corazón y que un día me dejó ir para que cumpliera mis sueños.

El destino había sido cruel. Y simplemente la vida seguía enseñándose con nosotros, mi cerebro no lograba procesar que no hubiera un nosotros y que un mañana fuera casi inexistente para nuestros sentimientos.

Cerré mis ojos un momento y saboreé la amarga despedida de hace diecisiete años.

Vas a irte, ¿entiendes? Cumplirás tus sueños de ser un gran pediatra porque es lo que has querido siempre.

Negué con mi rostro bañado en lágrimas. Mi corazón estaba hecho pedazos, no podía decirle adiós.

Eso significa dejarte y no quiero, no puedo hacerlo, Bells.

Sujetó fuertemente mi camisa con sus manos en puños y me miró con determinación, así tal como era ella, determinante y sin miedos.

Te amaré para siempre, lo juro. Pero el amor también es dejar en libertad, es crecer por separado y yo quiero que crezcas y que logres todo lo que siempre has soñado, Edward sus lágrimas cayeron recorriendo sus pómulos―. Nunca podremos lograr nuestros sueños en este lugar, en Forks no hay mucho futuro. Tú ahora tienes la oportunidad de salir, de abrir tus alas y volar.

― Volveré… ―pronuncié en voz baja, tal cómo lo hice aquella vez. Sólo que ahora era consciente del verdadero significado.

No podía dejarla escapar dos veces.

Llevé la mano al bolsillo del pantalón y saqué mi celular. Debía hablar con el doctor Molina.

Pasaron tres timbres cuando respondió.

Es extraño que estés hablándome en vacaciones, Cullen. Déjame decirte que todo está listo para la ceremonia que tendremos para fin de año, no puedes faltar, es importante que el nuevo director de pediatría esté presente.

― ¿El nuevo director? ―Indagué―. ¿De qué hablas?

Pensé que sabías, te han elegido como el nuevo director del área pediátrica. ¡Felicidades, Cullen! Tu constancia y esfuerzo dieron frutos. Serás de los jefes más queridos del hospital, todos te queremos.

― No. No, no puedo ―balbuceé desconcertado.

Llevé una mano a mi pelo y tiré suavemente de las hebras. Miré hacia Bella que seguía jugando con su sobrino y riendo con Elise y su cuñada Bree, parecía tan ensimismada con su propio momento.

¿Cullen, estás ahí? ―la voz del Dr. Molina resonó en mi oído―. Has cumplido otro sueño, Cullen. El más grande de tu vida.

Moví la cabeza, negando.

La vida de nuevo me ponía en una encrucijada.


Nos leemos muy pronto, les agradezco mucho su apoyo. Les invito unirse a mi grupo de Facebook para nuestros aprecien las imágenes de cada capítulo.

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