Los personajes de Twilight no son míos sino de Stephenie Meyer, yo solo me divierto un poco con ellos.
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Capítulo 14
14 de diciembre
—¿Quieres que te enseñe a tejer? Lo aprendí hace poco, pero es divertido y no es nada peligroso.
La ignoré.
No quería hacer nada.
Papi me dijo que no podía decir que mami venía, que mejor fuera una sorpresa.
Sabía guardar secretos.
Pero eso me lo había dicho ayer y mami aún no llegaba.
Fue lo primero que pregunté cuando desperté, tenía que hablar con ella, preguntarle por qué la abuela, Alice y Rose dijeron que me quedaría aquí.
¿Acaso ya no me querían?
Pero si era una buena niña, quizás cuando accidentalmente tiré la copa de vino sobre el suéter blanco de mami se enojó más de lo que realmente dijo y por eso ahora quería que me quedara aquí.
¿Y papi?
Rompí el reloj que mami le regaló en su cumpleaños, pero también fue un accidente, no había alcanzado mi muñeca y lo tiré por accidente.
Pedí disculpas, disculpas sinceras.
¿No había sido suficiente?
Y ahora mami no estaba llegando.
—Hay una tormenta de nieve, los vuelos están cancelados ya que es muy peligroso, puede que mamá no pueda venir.
Me había enojado, mami intentó llamarme pero no quise hablar con ella, la quería aquí, no en un teléfono.
Ahora papi estaba ocupado haciendo no sabía qué y dejó que ella estuviera conmigo.
Habíamos pasado dos días sin verla, lo cual estaba bien para mí, pero ella quería hacer tantas cosas conmigo, me había ofrecido salir a jugar con la nieve, hacer galletas, jugar con mis juguetes y ahora quería que tejiéramos.
Sabía hacerlo, lo hacía con Vicky.
—Podemos ver una película navideña y puedo prepararte palomitas con caramelo, sé cómo pintarlas de color rosa, o de colores, como un arcoíris, ¿te gustaría?
Suspiré y me acosté en el sofá.
—Cariño, ¿qué tienes?, ¿te sientes enferma? —Intentó tocarme la frente, pero la alejé.
—¡No me toques! —le grité y alejé su mano de un manotazo.
—¡Alannah!
Miré a papi quien me observaba con el ceño fruncido.
»Discúlpate ahora mismo.
—Lo siento —suspiré.
—¿Por qué lo sientes?
La miré a ella, me estaba sonriendo, no quería que ella me sonriera, quería a mi mami.
—Lamento haberte gritado y golpeado, no estuvo bien —me senté de nuevo—, pero no quiero jugar con la nieve, tampoco hornear galletas ni ver películas ni tejer algo estúpido contigo.
—¡Alannah! Arriba, ahora, hablaré contigo después.
—Bien, así ya no tengo que estar con ella y ver su fea cara.
—¡Alannah!
Corrí fuera de la sala y subí las escaleras.
—Está muy malcriada —escuché que dijo la abuela.
Terminé de subir las escaleras y corrí a la habitación que compartía con papi, me encerré azotando la puerta.
Porque podía y quería.
Quizás no podía, porque papi seguramente me regañaría por azotar la puerta cuando lo tenía prohibido.
Trepé a la cama, la destendí y me metí entre las sábanas.
Escuchaba murmullos provenientes de abajo, quizás discusiones, no lo sabía.
No me gustaba aquí.
