Los personajes de Twilight no son míos sino de Stephenie Meyer, yo solo me divierto un poco con ellos.
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Capítulo 15
15 de diciembre
Sentí mi corazón apretarse.
Sabía que no tenía derecho, ninguno sobre ella, Edward me lo había dejado claro mucho tiempo atrás.
Cuando me negué a seguirlos, me dijo que no los buscara más, estarían mejor sin mí.
—Es tu decisión y la respeto, pero ni se te ocurra buscarnos, Alannah está mejor sin ti en su vida.
Edward había sido cruel, pero lo entendía, le rompí el corazón y él solo estaba respondiendo de la misma manera.
No me permitió ni siquiera abrazarla por última vez antes de que se marcharan.
Era ingenua y estúpida, mi prima siempre me dijo que ser tan boba me iba a meter en problemas, pero nunca le hice caso, creí que mentía, que solo lo decía para molestarme.
Si tan solo la hubiera escuchado.
Realmente pensé que Edward iba a regresar, no creí que fuera cierto que se marchaba para siempre, pero al pasar el tiempo me di cuenta que sus palabras eran ciertas.
—Cuidar de un niño no es fácil, va a regresar tarde o temprano —aseguró mi madre una noche—. Tú entraste en razón a tiempo, cariño, vas a hacer lo correcto, Edward siempre ha sido un poco más lento en entender las cosas, pero lo hará, créeme.
Los días se convirtieron en semanas y después en meses y Edward no regresaba.
No daba ninguna señal de vida.
No se comunicaba con Esme ni con Carlisle, ni con ninguno de sus hermanos.
—Solo está actuando como un tonto —dijo Alice ayudándome a empacar—, verás que va a regresar, te llamaré en cuanto eso ocurra.
Pero no había regresado y ahora mi pequeña niña ni siquiera me quería cerca.
Me había marchado solo con unas cuantas cosas, solo me iría a trabajar al extranjero por una temporada, era una experiencia internacional y mis padres estaban encantados con la idea.
El hermano de papá dijo que podía enviar dinero para que yo me fuera a disfrutar y no verme en la obligación de trabajar como niñera, pero mis padres habían dicho que no.
No querían dinero sucio.
Solo había estado un año en Alemania, trabajando como niñera y empapándome de la cultura, pero nunca recibí noticas de Alice ni mucho menos de Edward.
Tampoco lo hice cuando me trasladé a Londres ni durante mi temporada en Italia.
No sabía nada de ellos, mi pequeña bebé solo existía en mi memoria, ya que había sido tan estúpida como para perder el teléfono en donde tenía las pocas fotos de ella.
De la pequeña bebé de carita redondeada ya no quedaba nada.
La niña frente a mí era una pequeña versión de Edward, tenía los mismos ojos verdes que brillaban cuando hacía una travesura, el mismo cabello broncíneo que podías distinguir a metros de distancia y fruncían la nariz exactamente igual cuando se reían.
También tenía la sonrisa torcida.
Era una pequeña versión de él.
No había nada de mí en ella.
La había estado observando, intentando ver si había tan siquiera una pizca de mí en ella, algo que me dijera que existía para ella, algo que al verse al espejo le recordara que también tenía una parte de mí, pero no había nada, ella era toda Edward.
Pero incluso eso me hacía amarla más.
Era todo un deleite verla.
Sumamente inteligente, pero con esa pizca de inocencia y dulzura.
Quizás solo era mi amor de madre hablando, pero era la niña más perfecta que existía.
Quería recuperarla, todavía era pequeña, podía ganarme su cariño y confianza, estaba segura.
—Tenemos una vida, pero puedes participar en ella, nunca lastimaría a mi hija.
Las palabras de Edward me daban ánimos.
Quizás algún día me llamaría mami.
No importaba cuánto me tardara y/o costara, me ganaría el cariño de mi hija.
Quizás ya no tenía oportunidad con Edward, él estaba casado, felizmente casado, me lo había dejado muy en claro días atrás cuando indagaba sobre su vida.
—Está embarazada, es por eso que no vino, con ocho meses es mejor no arriesgarnos, de otra manera estaría aquí junto a nosotros.
—¿No le molesta que esté cerca?
—Ni un poco, está segura de su lugar en la vida de Alannah.
La odiaba, la odiaba tanto.
Ella tenía a Edward y a mi niña.
Odiaba cuando Alannah la llamaba mami.
Mami esto, mami aquello, quiero a mi mami, mami, mami, mami.
Estaba tan celosa, pero eso cambiaría, yo era su madre y Esme me había asegurado que cubrirían los gastos del abogado para conseguir que Alannah pasara tiempo conmigo en Forks.
No era una maldita, no buscaba obtener la custodia completa, no sería justo para Alannah, pero sí quería estar involucrada en su vida.
Tenía que hablarlo con Edward, convencerlo de dejarme contarle la verdad a Alannah, ella debía saber que yo era su madre, así quizás dejaría de ser tan dura conmigo y nos daría una oportunidad.
Estacioné frente a la casa de los Cullen, Edward me esperaba ahí junto con Alannah, quien estaba entretenida sacando la nieve del barandal del porche.
Teníamos planeado ir de nuevo a la plaza, la última vez Alannah se había divertido, Edward había dicho que posiblemente eso le levantaría el ánimo, esperaba que sí.
Me gustaba verla reír, aun cuando solo fuera por Edward, esperaba que en algún momento yo pudiera hacer que sonriera de la misma manera.
Ayer no había sido un buen día, Alannah estaba de muy mal humor, Edward la reprendió y aunque quería intervenir, nuestra hija ni siquiera me volteó a ver más que para mirarme con todo el desprecio que una niña de cinco años puede tener.
Que ella me mirara de esa manera dolió tanto, era la misma mirada que Edward me había dado tanto tiempo atrás cuando le dije que estaba de acuerdo con nuestros padres.
Tampoco ayudó que Esme interviniera, Edward cambió completamente de actitud cuando Esme intentó interceder, el Edward que quería darme mi lugar desapareció, en su lugar estaba el hombre que sabía que tenía el poder y que con una sola palabra suya Alannah me detestaría toda su vida.
Bajé del auto al mismo tiempo que Alannah y Edward fruncían el ceño.
Era raro que Edward me frunciera el ceño, normalmente intentaba mostrarse de buen humor frente a Alannah.
—Es cordialidad, mi niña no está acostumbrada a la hostilidad, y tú no vas a ser quien cambie eso.
Quizás se comportaba de manera amable, pero sus palabras dolían.
Escuché la nieve crujir detrás de mí, pero no me giré, en su lugar seguí caminando.
Alannah sonrió, era la primera vez que ella me sonreía de esa manera.
Se soltó de la mano de Edward y corrió hacia mí.
Me detuve a esperar por ella.
Quizás Edward sí había hablado con Alannah y…
Mi pequeña niña pasó corriendo junto a mí.
—¡Mami! —gritó llena de emoción y alegría, solo la había escuchado gritar así cuando Edward jugaba con ella.
Me giré para verlas.
Y ahí estaba ella, tan radiantemente guapa como la última vez que la vi, cuando con mucha alegría se marchó del pueblo.
—Ni siquiera sé cómo es que te dejaron subir al avión.
Edward se acercó a ellas y sostuvo a Alannah en brazos para que pudiera estar a la altura de ella y poder abrazarla y besarla.
—Estúpidas reglas sin sentido —le restó importancia—, como si no me hubieras extrañado.
—Lo hemos hecho —aseguró Edward—. ¿Cómo se ha portado mi pateador?
Colocó una mano en su vientre, en un vientre redondeado.
Incluso embarazada de ocho meses ella se seguía viendo bien, yo apenas si podía moverme cuando tenía ocho meses.
—Pateándome desde que se marcharon, sabes que no puede dormir sin ti.
—Lo siento.
La besó suavemente en sus labios haciendo que Alannah riera.
—Estás perdonado.
No sé cuánto tiempo me quedé ahí de pie, viendo cómo todos parecían brillar alrededor de ella, solo fui consciente hasta que sus ojos se posaron en mí.
—Hola, Tanya, cuánto tiempo sin verte.
Ella me sonreía, con esa sonrisa burlona, la misma que mi hija imitaba en este momento.
Ella no podía estar haciéndome esto.
La gran incógnita a sido revelada
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