Notas del autor:

¡Ey! Estaré de vacaciones hasta fin de año, así que el siguiente capítulo saldrá hasta el 5 de Enero. Disfruten de estos bonitos días aquellos que no tienen que trabajar o estudiar. ¡Saludos!

Capítulo 21. La Torre

Naruto despertó e inmediatamente deseó no haberlo hecho. No había una sola parte del cuerpo que no le doliera. Sentía una constante oleada de dolorosas pulsaciones provenientes del muslo y de los brazos. El cuerpo le ardía como si se hubiera quemado por el sol durante demasiado tiempo. La cabeza le martilleaba pesadamente con cada latido del corazón, y le dolían hasta los ojos.

Se forzó a abrir los ojos. Su visión estaba un poco borrosa, aunque quizá eso se debía a la pesadez que sentía cubriéndole la cabeza como una especie de casco muy apretado. No reconoció el techo, pero supuso que estaba en una sala de enfermería. La luz que se filtraba por la ventana le dejó saber que era de día, probablemente de mañana, a juzgar por el fresco aire que entraba a la habitación.

—Por fin despiertas, —dijo una voz, y Naruto giró la cabeza, con dificultad, para ver a Sakura, quien estaba sentada en una silla al lado de la cama.

—Sakura-chan… —dijo Naruto, sintiendo como si tuviera que avanzar por fango sólo para hacer salir las palabras—. ¿Cuánto…?

—Llevas durmiendo tres días, —informó ella con una leve sonrisa—. ¿Cómo te sientes?

—Como si me hubiera arrollado un tren.

Sakura pestañeó.

—¿Un… qué?

Naruto cerró los ojos y dejó escapar un suspiro.

—No importa. ¿Cómo están ustedes?

—Sasuke-kun necesitó recuperarse por el uso del Sharingan, pero ambos estamos bien, —explicó Sakura—. Nos dieron una habitación a cada equipo que terminó pronto la prueba, así que hemos estado durmiendo bien, aunque tú has estado aquí en la enfermería.

—Ya veo.

La torre en medio del Bosque de la Muerte estaba equipada para albergar a cincuenta personas de manera cómoda. El bosque necesitaba mantenimiento y vigilancia constante, por lo que era necesario tener ninjas estacionados en todo momento, independientemente de si había un exámen en progreso o no. Por tanto, la torre tenía dormitorios, un comedor, cocina, varios baños, salas de entrenamiento, entre otras muchas cosas.

—Naruto… —llamó Sakura. Naruto abrió los ojos y sintió un poco de aprehensión ante la intensidad de su mirada—. Hay… muchas preguntas que quiero hacerte. Sasuke-kun también. Creo que merecemos respuestas. Hemos intentado respetarte y no indagar demasiado, pero casi te mataste, y se supone que somos un equipo y…

—Lo entiendo, —la interrumpió Naruto—. Llama a Sasuke.

—Estoy aquí, —dijo la voz de Sasuke.

Con la ayuda de Sakura, Naruto se incorporó pesadamente para poder sentarse y ver el resto de la habitación. Sasuke estaba al pie de la cama, recargado en la pared con los brazos cruzados. El resto de la enfermería, que consistía de otras tres camas, estaba vacía.

—¿Ya se aseguraron de que nadie nos pueda escuchar?

—Si, —respondió Sakura—. Sasuke fue muy concienzudo al respecto.

Naruto asintió, sintiendo que la pesadez le cubría la mitad del rostro.

—Bien, entonces… ¿por dónde empiezo?

—¿Quién era ese ninja al que prácticamente evaporaste? —preguntó Sasuke—. Nunca te había visto asustado, pero ese día parecías estar aterrorizado.

Naruto dejó escapar un suspiro.

—No lo evaporé. De hecho, estoy razonablemente seguro de que no le hice mucho daño.

—¿C-Cómo dices? —preguntó Sakura—. Destruiste casi un diez por ciento del bosque con ese Rasen Shuriken. No creo que incluso Kakashi-sensei pudiera resistir un ataque así.

—Kakashi-sensei habría encontrado la forma de salir ileso. Así como estoy seguro que hizo ese ninja. —Naruto tomó una bocanada de aire fresco. La boca le sabía a metal—. Después de todo, era uno de los tres legendarios Sannin de Konoha. Orochimaru.

Sasuke arqueó una ceja.

—¿Uno de los tres Sannin? ¿Y qué hacía disfrazado de una kunoichi de la Hierba?

—La Aldea de la Hierba aún es pequeña y no muchos de sus ninjas han participado en los exámenes conjuntos, —explicó Naruto—. Matarla y tomar su apariencia no levantaría sospechas, así que eso fue exactamente lo que Orochimaru hizo para poder colarse en el exámen sin que nadie se diera cuenta.

—Un momento, —dijo Sakura con voz temblorosa—. Recuerdo haber leído sobre ese tal Orochimaru en algún lado. ¿No es un criminal peligroso de rango S? ¿Cómo es que alguien así logró colarse en la aldea donde más se le busca?

—Los tres Sannin son ninjas excepcionales, —repuso Naruto—. No me extrañaría que ellos, especialmente un genio en el arte del camuflaje como Orochimaru, pudieran engañar incluso al Viejo Tercero.

Sasuke bajó los brazos y se giró completamente para ver a Naruto.

—¿Cuál es su objetivo?

Naruto lo miró a los ojos y frunció el ceño.

—Orochimaru tiene una única obsesión. Quiere la vida eterna para gozar de tiempo infinito para poder aprender todo el Ninjutsu habido y por haber. Para lograrlo ha cometido incontables atrocidades, y finalmente desarrolló un Jutsu que más o menos funciona, aunque es muy limitado y tiene varios contras. No conozco los detalles, sin embargo.

—Eso no explica por qué se coló en el exámen Chunnin, —repuso Sasuke.

Naruto alzó un dedo.

—Uno de los requisitos de su Jutsu es poseer a otro ser humano. Robarle el cuerpo y hacerlo suyo. De esta forma prolonga un poco su vida, pero puede así robarle sus Jutsus, incluso los Kekkei Genkai. Y me temo, Sasuke, que Orochimaru pretende convertirte en su siguiente víctima.

Sasuke se tensó. Sakura se abrazó los brazos, como si de pronto tuviera frío, y abrió mucho los ojos.

—¡E-Eso es terrible! ¿Por qué no nos lo has dicho antes?

Naruto bajó la cabeza y cerró los ojos. El constante martilleo en la frente y los ojos lo estaba matando.

—Orochimaru es un ninja extremadamente poderoso, —dijo al cabo de un minuto—. Carece por completo de escrúpulos y ética, y no tendría ningún problema con matarnos si nos llega a considerar un peligro para sus planes. El único motivo por el que pude mantenerlo alejado de nosotros fue porque nos subestimó. Ya no habrá una segunda vez, pero gracias a eso he conseguido una ventaja.

—¿Una ventaja? —preguntó Sasuke, hablando entre dientes—. ¿Qué pretendes hacer?

Naruto abrió los ojos y alzó la mirada para ver directamente a Sasuke.

—Pretendo negociar con él, —admitió—. Puede que sea un criminal sádico, pero es un hombre que mantiene su palabra. Si puedo convencerlo de aceptar mis términos, entonces podré prevenir…

—¿Prevenir qué? —exigió Sasuke.

—Les diré si fracasa la negociación con Orochimaru.

—¿Tú estás demente? —dijo Sakura de pronto—. Le arrojaste a ese tal Orochimaru una esfera de destrucción que habría matado a cualquier otra persona y admitiste que seguramente salió intacto. ¿De verdad crees que puedes simplemente buscarlo para hablar? ¿Qué te hace pensar que no te matará ni bien te vea?

Naruto esbozó una leve sonrisa, e incluso ese gesto le envió oleadas de dolor por los muchos cortes que aún sanaban en su cara.

—Orochimaru es inteligente, calculador y cauteloso. Pero sobre todo es curioso. Querrá saber más sobre mi Rasen Shuriken, y se interesará más cuando descubra que tengo al Zorro de Nueve Colas en mi interior. Sé que, cuando menos, estará dispuesto a escucharme. Aun así no soy tan idiota como para simplemente acercarme sin un plan. Por eso es que necesitaba que llegáramos a la torre tan pronto como fuera posible. Orochimaru no se atreverá a atacarnos aquí, y sólo ese hecho ya me da oportunidades para acercarme a él.

—No puedo creerlo, —dijo Sakura, sonando más enojada que preocupada—. Entiendo que hay cosas que no quieres revelar por miedo a arruinar las cosas en el futuro, pero ¿no crees que merecemos que nos cuentes estas cosas con más antelación? ¿No somos un equipo?

Naruto suspiró pesadamente.

—Tienes razón, Sakura-chan, he sido egoísta. Pero necesito que entiendan que toda esta situación con Orochimaru es un punto de inflexión en la historia del mundo ninja. He tenido que cuidar mis palabras y mis acciones para poder llegar a este punto. Desde el momento en que utilicé el Rasen Shuriken frente a Orochimaru ya he cambiado la historia. A partir de ahora todo lo que sucederá será diferente a como lo recuerdo… Si no actúo con cautela, podría terminar por fastidiarlo todo…

Le temblaban los brazos y sentía un vacío en el estómago. Ya había cambiado tantas cosas que le era imposible confiar en sus recuerdos. Ahora sólo le quedaba seguir adelante y luchar desesperadamente por salvarlos a todos.

—Les puedo prometer una cosa, —continuó, y sujetó la sábana con sus dedos vendados para aferrarse a algo—. Cuando termine mi negociación con Orochimaru, ya sea que tenga éxito o no, les contaré absolutamente todo lo importante. Y ustedes podrán decidir si quieren ayudarme o no.

Sakura se llevó las manos al pecho y apretó los labios, luego miró a Sasuke, quien se cruzó de brazos y canturreó por lo bajo.

—¿Cuándo planeas hablar con él? —preguntó Sasuke.

—Cuando termine la segunda prueba nos reuniremos los aprobados en la sala de duelos, —respondió Naruto—. Orochimaru estará ahí por sólo un momento para observar y luego se irá. Será entonces cuando enviaré un clon tras él.

Sasuke lo miró por un rato largo, luego dejó escapar un suspiro.

—Bien, —dijo—. Pero más te vale que esta vez nos cuentes todo y no dejes nada fuera. No si quieres que sigamos confiando en ti.

Naruto asintió.

—Me parece bien.

Al día siguiente, el cuarto de la segunda prueba, Naruto obtuvo permiso para salir de la enfermería. La mayoría de sus heridas ya habían sanado, incluso sus fracturas se estaban recuperando. El médico había estado perplejo, pero no había podido mantener a Naruto atado a la enfermería por siempre. Naruto le había prometido dejarle hacer más estudios médicos cuando terminase el exámen Chunnin.

Había acabado de amanecer, por lo que fue directamente al comedor para desayunar. Ya que su ropa había quedado hecha pedazos, llevaba puesto unos pantalones y una gruesa camisa de algodón, ambos de un ligero color azulado, que le habían prestado de momento. Se sorprendió de encontrar el comedor completamente vacío, salvo por el cocinero, quien estaba removiendo una enorme cacerola de lo que parecía ser curry para el almuerzo. Naruto pidió un desayuno completo que consistía en un filete de pescado a la plancha con sal, tamagoyaki, un tazón de miso y uno de arroz blanco, y un poco de natto y té verde.

Cuando iba por la mitad de su filete, escuchó voces que se aproximaban, y pronto vio a Kiba entrar al comedor, seguido de cerca por Shino y Hinata.

—... así que pensé que podríamos concentrarnos en… —iba diciendo Kiba, pero se interrumpió al ver a Naruto. Entonces sonrió ampliamente—. ¡Vaya! Y yo que pensaba que no te veríamos hasta mañana.

Naruto sonrió.

—No te librarás tan fácilmente de mi.

Kiba rió mientras él y su equipo pedían sus desayunos. Cuando obtuvieron sus bandejas, se sentaron en la misma mesa que Naruto. Por supuesto, Kiba hizo que Hinata se sentase al lado de Naruto antes de que ella pudiera protestar, y él y Shino se sentaron del lado opuesto.

—¿Qué fue lo que te pasó? —preguntó Kiba mientras partía sus palillos. Su desayuno consistía sólo de pescado y miso. Akamaru comía de otro tazón, presumiblemente lleno de carne que había sobrado del día anterior—. Sasuke y Sakura no quisieron darnos detalles, pero no hace falta ser genio para saber que no se pasa cuatro días inconsciente en la enfermería por nada.

—Tres días, —corrigió Naruto—. Desperté ayer, pero me quedé para descansar y terminar de recuperarme.

—¿E-Estás bien, Naruto-kun? —preguntó Hinata. Ella se había pedido huevos revueltos con guarniciones de jamón y tofu, arroz, miso, y té oolong.

—Sí, no te preocupes. Tuvimos una pelea con unos ninjas muy fuertes.

—¿Y sólo tú saliste lastimado? —preguntó Shino. Su desayuno era el mismo que el de Naruto, pero sin el natto.

—Sí, —respondió con un tono de finalidad. No quería tener que responder mil y una preguntas. Al menos no hasta que las hubiera respondido ya a sus propios compañeros—. ¿Ustedes cuánto tiempo llevan aquí?

—Nos tomó doce horas llegar aquí, —dijo Kiba, mostrando sus afilados colmillos en una amplia sonrisa—. Sé que el equipo de Shikamaru llegó unas horas después que nosotros. Y ya que ustedes llegaron antes, parece que hemos logrado establecer el récord de todos los novatos aprobando la segunda prueba en menos de un día.

—Ya lo creo que sí, —respondió Naruto. Y se daba cuenta que era verdad.

—Pero, escucha, hay un equipo que aprobó también que es muy peligroso, —dijo Kiba, y su expresión se tornó seria.

Naruto asintió.

—Te refieres al equipo de ninjas de la Arena, ¿verdad? Donde está el chico pelirrojo.

—¿Los conoces?

—Nos los encontramos una semana antes de que empezara el exámen. Gaara, el pelirrojo, es definitivamente fuerte.

—Lo es, —admitió Kiba, apretando los dientes—. Lo vimos matar a unos ninjas con mucha facilidad, y lo hizo por diversión, pues ya les había quitado el pergamino.

—Es un oponente formidable, —dijo Shino.

—No sólo eso, —dijo Naruto—. No me parece que tenga mucho interés en el exámen. Parece calmado, pero apenas contiene las ganas que tiene de matar. Si lo enfrentan, les recomiendo que abandonen la pelea.

—¡Ja, ja! ¿Crees que vas a intimidarnos? —preguntó Kiba—. Parece que estás muy subidito si crees que sólo tú puedes hacerle frente. Todos hemos estado entrenando, ¿sabes?

Naruto frunció el ceño.

—Eso no fue lo que dije.

—Como sea, no abandonaremos el exámen por nada. La tercera prueba será la última, y ahí te demostraré que yo soy el Gennin más fuerte de Konoha, —dijo Kiba. Se levantó y tomó su bandeja mientras Akamaru saltaba a su cabeza. Shino se levantó para seguirlo, pero cuando Hinata quiso hacer lo mismo, Kiba la detuvo con un gesto de su mano—. Tú quédate, Hinata. No has tenido muchas oportunidades de hablar con tu novio, ¿verdad? Nos vemos en el dormitorio al anochecer.

Sin esperar respuesta, Kiba y Shino se fueron y se sentaron en una mesa al otro lado del comedor. Naruto se giró para ver que Hinata tenía el rostro completamente rojo.

—Yo… lo siento por el comportamiento de Kiba. Él…

—No tiene malas intenciones, lo sé, —dijo Naruto con una sonrisa.

Hinata jugueteó con sus dedos, mirando su comida como si fuera la cosa más interesante del mundo. Mientras ella decidía qué palabras decir, Naruto continuó comiendo hasta que sólo quedó su miso. Fue cuando ya llevaba la mitad que Hinata finalmente reunió el coraje para hablar de nuevo.

—Um, Naruto-kun… Yo… Bueno, estaba pensando… Um…

—Hinata, —dijo Naruto, dejando el tazón vacío sobre la mesa y girando la cabeza para verla—. Hay algo muy importante de lo que quiero hablar contigo. No creo que justo en medio del exámen Chunnin sea el mejor momento, así que me gustaría que hablemos en cuanto termine.

—¿Cuando termine el exámen? —preguntó ella.

Naruto asintió.

—Ahora mismo creo que debemos concentrarnos en dar nuestro mejor esfuerzo. Me parece que después del exámen nos darán una semana libre de trabajo. Podemos reunirnos entonces, ¿te parece?

—Yo… —Hinata pareció decepcionada, pero sólo duró un momento, pues al final le ofreció a Naruto una sonrisa—. Claro.

Habiendo establecido su intención de contarle todo a Hinata y una fecha para hacerlo, Naruto se sintió más ligero, como si se hubiera quitado unas pesas que no sabía que tenía puestas. Le pidió a Hinata que le platicara sobre sus misiones, y se encontró disfrutando de la suavidad de su voz y de la serenidad que le provocaba.

Conforme pasaron los minutos, Hinata habló cada vez más segura, y Naruto se sintió casi nostálgico. Una vez que habían comenzado su relación oficialmente, habían pasado horas simplemente hablando, de cualquier cosa, y Naruto había decidido que no había nada que le gustase más que escuchar la voz de Hinata. Y en ese momento, esa misma voz hacía desaparecer casi por completo el dolor de sus heridas, y la pesadez alrededor de su cabeza, como una nube especialmente densa, prácticamente se evaporó.

Fue cuando Hinata dejó de hablar repentinamente, apretando los labios en una fina línea, que Naruto se dio cuenta que había llegado más gente al comedor. Giró la cabeza para ver a Neji, quien caminaba hacia el mostrador sin dignarse a mirar a nadie más. O al menos esa parecía haber sido su intención, pero entonces se detuvo al lado de Naruto y se volvió para verlo.

—Tú, ¿cómo te llamas?

Naruto sintió los hombros tensos. Estando tan cerca podía notar mucho más el enorme parecido que tenía su hija con Neji. Se forzó para mostrarle una sonrisa.

—¿No te han dicho nunca que deberías presentarte antes de exigir a otros su nombre? —preguntó, burlón. Neji frunció el ceño, pero antes de que pudiera hablar, Naruto se encogió de hombros—. Pero ya que te molestaste en venir, supongo que no pasa nada por responderte. Me llamo Naruto Uzumaki. Me alegra haber llamado tu atención, Neji.

Los ojos de Neji se crisparon.

—Sabes mi nombre.

—Sí.

Hubo un momento de incómodo silencio. Neji fue el que lo rompió.

—Tú ocasionaste la explosión del bosque hace cuatro días. ¿Cómo lo hiciste?

Naruto tuvo suerte de no haber estado comiendo, o probablemente se habría atragantado con el bocado. Mantuvo la expresión lo más neutra que pudo, aunque sabía que no era lo suficientemente bueno como para engañar al ojo analítico de Neji.

—¿Qué te hace pensar que fui yo?

—Simplemente analicé la información y la evidencia que recolecté.

Así que no tenía intención de explicarse. Bueno, Naruto sabía cómo funcionaba el Byakugan, y se hacía una idea de cómo Neji había hilado los cabos. Pero, ¿por qué quería confirmarlo? ¿Qué ganaba con eso? Naruto decidió fingir ignorancia.

—No sé de qué información hablas, pero yo no ocasioné esa explosión. Apenas y salí con vida, después de todo.

Neji hizo chasquear la lengua.

—Entiendo que no me quieres decir. No importa. Sólo quería confirmar mi suposición. Te diré que me alegra que haya gente tan fuerte en el exámen. Espero enfrentarme a ti y a tu compañero, el chico Uchiha.

Tras eso, se giró y continuó su camino para conseguir comida. Sin embargo, en lugar de comer ahí mismo, se llevó la bandeja, probablemente para comer en su dormitorio. Naruto hizo puños con las manos en un intento de dejar de temblar. Si sólo hablar con Neji lo ponía tan tenso, ¿cómo iba a pelear contra él? Eso, claro, suponiendo que los emparejamientos fueran los mismos. Naruto supuso que tendría que hacer algo al respecto.

—¿Naruto-kun?

Naruto se crispó, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Se giró hacia Hinata, haciendo su mejor esfuerzo por ocultar el susto que le había dado.

—Ah, sí. Me decías que tuvieron que arreglar un techo.

Hinata frunció el ceño y apretó los labios.

—Naruto-kun, —dijo en voz baja—. Sí fuiste tú el que hizo esa explosión, ¿verdad? Me pareció reconocer tu Chakra.

Naruto se mordió el interior de la mejilla. Cuando respondió, lo hizo en voz tan baja que casi fue un susurro.

—Es parte de lo que quiero hablar contigo cuando termine el exámen, —dijo—. Pero sí, fui yo.

—¿Por qué lo ocultas? —preguntó Hinata, e inmediatamente se le enrojeció la cara—. Um, no es que sea de mi incumbencia, pero… Um…

Naruto le sonrió.

—Hay cosas que tengo que hacer, y el que la gente sospeche de mí me hará las cosas más difíciles. Ya te lo contaré todo cuando hablemos.

—Um… De acuerdo. Pero, si lo quieres mantener en secreto por ahora… ¿por qué me lo dices a mí?

Naruto soltó una risita y se levantó.

—Porque no me puedo forzar a mentirte a ti, —admitió—. Iré a mi dormitorio. Nos vemos mañana.

Y se fue sin esperar a que Hinata le pudiera hacer más preguntas.

Cuando llegó a la habitación que compartía con Sasuke y Sakura, Naruto descubrió que Iruka-sensei le había llevado ropa nueva. Sorpresivamente, era un conjunto de combate tradicional. La ropa interior consistía de una malla torsal con protector frontal y trasero que le llegaba hasta la mitad de los bíceps, y una malla para las piernas que casi le llegaba a las rodillas. También tenía protectores que le cubrían los brazos desde los codos hasta el dorso de las manos. Los pantalones eran negros y hechos de tela gruesa, y se amarraban con diminutos ganchos a la cintura y con lazos que necesitaban amarrarse en descendentes círculos desde las rodillas hasta los tobillos. La amplia túnica que le cubría el torso y los brazos también era negra, aunque las costuras eran de color anaranjado, y en la parte trasera tenía el remolino que era el símbolo del clan Uzumaki.

Por supuesto, Naruto también se ajustó el estuche de armas al muslo derecho y sus bolsos de utilidad con un cinturón de gruesa tela negra.

La puerta se abrió, y Naruto se giró para ver a Sakura, quien se había quedado quieta en la entrada, con una mano sosteniendo el pomo de la puerta. Ella pestañeó por un momento antes de entrar por completo.

—Lo siento, —dijo ella con un leve rubor en las mejillas—. Es sólo que… Wow, no estoy nada acostumbrada a verte vistiendo otro color que no sea naranja.

—No te acostumbres, —repuso Naruto con una sonrisa—. Hubo una época en la que intenté vestir de negro, pero… el naranja es mi color.

—Ya… —Sakura lo miró un momento más—. Sasuke-kun nos espera en la sala de entrenamiento tres.

Naruto asintió y siguió a su compañera. Aunque aún le dolía el cuerpo, ya se había recuperado lo suficiente como para tener unos duelos de entrenamiento con su equipo. Después de todo, considerando que también había visto a los tres ninjas del Sonido dando vueltas, Naruto sabía que habían aprobado los suficientes Gennins como para que se celebraran las batallas preliminares antes de la tercera prueba.