"Solo necesitaba compañía ahora

Si, solo necesitaba a alguien cerca de mi

No me importa que canción pongamos

ni el desorden que hagamos

Solo algo de compañía ahora

Una multitud que me consuele." ¹

• ── ◦ ◦ ── •

Harry y Draco, saltaron la cerca de madera que delimita el patio de sus tíos con los del resto de sus vecinos. Al pisar el césped de la regordeta mujer que vivía al lado, se dieron cuenta que se jugaban un todo o nada.

LumosSusurró Harry, parándose a un costado de Draco, ambos comenzaron a caminar entre los árboles del vecino hasta cruzar todo el patio—. No subas esa cerca, los vecinos de ahí tienen un perro pastor que de seguro te come los sesos.

—¿Y el de atrás?

Harry se volteó, y subió su pulgar derecho para exclamar confiado:

—Ni idea.

Los chicos volvieron a discutir su plan de nuevo. Robar de una casa una maleta cualquiera, llegar a la calle principal donde podían esperar hasta que el autobús noctámbulo pasara por ahí y se llevara a Draco de Pivet Drive.

Decidieron irrumpir en el patio de atrás. Encontrándose con una pila de basura acumulada en el contenedor. Rebuscaron por los desechos hasta encontrar algo muy parecido a una cartera de una niña de unos ocho años.

—En teoría es un bolso, debería servir —Dijo Harry resignado, extendiéndole la mochila con la imagen de BARBIE en todo el frente—. Mira que te queda bonito el color rosa, Malfoy.

—Si no quieres que te mate ahora mismo, y me quede con tu varita, te callas.

—Era solo un cumplido.

Los chicos caminaron en puntillas por el pasto recién cortado del vecino, y con la ayuda de Draco pudo ver si la casa estaba habitada por personas. Una niña cruzó el pasillo, percatándose de que debían cambiar de jardín cuanto antes, si no querían ser descubiertos.

En ese momento, Harry ya había perdido toda la pista acerca del limitado conocimiento que tenía sobre sus vecinos. No sabía si la casa a donde iban a saltar podía tener un tipo de alarma o algún animal peligroso cuidando el hogar. Harry, jugando con su suerte y saltaron a la próxima casa, esperando haber escogido bien.

ERROR.

Al poner el primer pie, todo pareció haber indicado que esa era la decisión correcta. Aquella casa parecía estar abandonada y podían lograr su objetivo de una vez por todas.

La decoración de esos patios le parecía novedosa a Draco, que nunca había estado en una casa muggle antes. Ver gnomos de los sin-magia o los flamencos rosados adornar el lugar le resultaba gracioso. Tocaba los adornos curioso, como un niño pequeño, esperando que hicieran algo especial, llevándose una clara decepción.

—Oye, Potter —Detuvo Draco a Harry, quien examinaba las ventanas para ver si alguien habitaba el lugar—. ¿Eso de ahí que es?

Harry alzó la vista para fijarse donde señalaba Draco; una cámara de seguridad.

—¡Vámonos rápido! —Harry exclamó agarrándole del brazo y saliendo disparado a la puerta trasera de la casa—. ¡Alohomora! —Tras pronunciar el hechizo, la puerta sonó y los dos entraron al hogar—. No toques nada.

—Voy a buscar otra maleta.

Dudoso Harry consideró que Draco debería tener algo de razón, en puntillas caminaron dentro de la casa. El lugar decorado con libros por todas partes y la ventana principal de la vivienda tapizada de hojas del periódico le dieron el primer indicio de la bola de nieve de problemas, que se fue formando.

Era la Casa del loco del barrio. No conocía el nombre porque su tío Vernon solo le decía así; loco, demente. Era un ermitaño al cual nunca vio salir de ahí.

—Malfoy larguémonos —Susurró Harry deteniéndolo antes de que subieran la escalera—. Este lugar está habitado, tenemos que irnos.

Pero la advertencia fue ignorada. Draco subió la escalera en silencio. Pero entonces vio una cruz colgada en la pared—. ¿Por qué hay un tipo siendo torturado? —Preguntó Draco mirando con mas detención. Harry le susurró: "Es Dios. ¡Vámonos ahora!" —¿Su dios? ¡Que débiles! Ni que estuviéramos en la prehistoria para seguir creyendo en dioses.

Una mano agarró el hombro de Draco y este, creyendo que era Harry, le entregó la Cruz. Pero se equivocaba. Un hombre delgado, que parecía que hacía años le de daba la luz solar, los iluminó con la linterna de camping, mientras portaba un gorro de aluminio y en su mano contraria un bate de beisbol; en una postura intimidante. Harry, por poco, no logró guardar la varita antes de que el muggle se percatara.

—Disculpe la intromisión, señor —El hombre agitó su bate, pero Draco lo esquivó con rapidez—. ¡Viva Dios, quiero decir!

—¡Criminales, los tengo! —Gritó encendiendo la luz de la casa, agarrando a Draco de su delgada muñeca—. No van a irse a ningún lado, ¡La policía ya viene en camino! ¡Nadie me roba! ¡Menos unos ateos de poca monta! —El hombre besó su cruz y luego se la puso en la cara a Draco. Quien se apartó incómodo ante la repentina invasión de su espacio personal —Ropa negra, pálido y flaco ¡Vampiro!

Los chicos se miraron, y esquivando el segundo golpe que soltó, Draco apartó al hombre de un empujón. Los chicos bajaron las escaleras, abrieron la puerta principal del lugar antes de salir corriendo despavoridos de la casa.

Ese hombre los persiguió gritando improperios, alertando a todos los vecinos de la calle. Quienes poco a poco, salían de sus casas para averiguar lo que sucedía. Era un día cualquiera de verano, la mayor parte de las casas se hallaba habitada por sus propietarios, quienes se preparaban para sus próximas vacaciones.

Doblaron en una calle y huyeron como si no hubiera mañana. Continuamente, cambiaban de dirección hasta no escuchar las alarmas de seguridad, y los ladridos de perros a sus espaldas. Se adentraron en un parque donde, al fin, se pararon a recuperar fuerzas.

La adrenalina se adueñaba de sus cinco sentidos y los latidos de sus corazones, marcaban ritmos descontrolados. Draco observó el profundo rasguño que el hombre loco le hizo al empujarlo, que no se paró a examinar hasta ese mismo instante.

—Mierda Potter ¡Invoca a tu puta escoba!

—¡No puedo! ¿Crees que no se me pasó por la cabeza esa opción? —Recriminó Harry— Estamos en medio de un parque, en una ciudad llena de muggles.

—Ellos no se dan cuenta de las cosas pequeñas. ¡Mierda, solo invócala y nos largamos de aquí de una vez por todas!

—¿Qué quieres? ¿Qué me expulsen de Hogwarts por salvarte el pellejo? Ya voy a tener suficientes problemas cuando llegue a la casa de mis tíos y se den cuenta que tú te fuiste —Alarmado le expuso los problemas que se iban acumulando a sus espaldas—De seguro que ahora corren rumores que dos adolescentes, un vampiro rubio y un normal moreno, quien de los dos más estúpido que el otro, los cuales se meten a las casas de gente.

Draco dio un paso y le agarró el cuello de su camiseta, alzando al mismo tiempo su puño—. Dame tu maldita varita Potter, si no quieres que te rompa la nariz, en este mismo instante —Aún con el tono intimidante de Draco, Harry no flaqueó en su decisión—. ¿Así que eso quieres?

El aroma de Harry tan cerca de la nariz de Draco. Era un olor tan fuerte, en especial ahora que traspiraba. Draco no había probado bocado al desde más de un día. Lo estaba enloqueciendo. Quería morder su carne. Devorarlo en el sentido literal de la palabra. Sintió a sus caninos crecer y aspiró con fuerza. Por alguna razón Harry, a pesar del gran apetito que le causaba, no lograba identificar la exactitud, las fragancias que lo volvían demente.

—Chicos dejen de pelear de una vez por todas.

La voz a su costado los petrificó. Miraron atónitos e identificaron al par de hombres que vigilaban la situación con una impasible expresividad. Eran Dumbledore acompañado por el profesor Snape.

—Draco, suelta a Potter de una vez —Ordenó Snape. Draco deshizo su atrape y soltó un bufido molesto.

—Hola Harry ¿Cómo estás? —Saludó el profesor Dumbledore, jovial como siempre a pesar de los años que demostraba en su aspecto.

—Bi-Bien Profesor.

—Eso es bueno, muy bueno —Le sonrió luego giró, enfocándose en Draco—. Joven Malfoy, lo estuvimos buscando ¿Cómo estás?

El nombrado respondió sobándose los ojos cansados—. Larguemos de una vez.

—Siempre tan... Directo. —Sonrió Dumbledore acercándose a ambos chicos. Le palpó la espalda como si Draco se tratara de un niño pequeño—. Si, creo que deberías irte con el profesor Snape, antes de preocupar aún más a tus padres. Yo me haré cargo de Harry.

Los hombres se miraron por una fracción de segundo. Snape asintió, comprendiendo algo que solo ellos entendían y le hizo un gesto a Draco.

—Chicos ¿No van a despedirse? —Dijo Dumbledore—. Draco, después de causar todo ese embrollo en la casa de Harry, creo que le deberías decir algo, antes de irse.

Las mejillas de Draco se encendieron, pero no le quitó la mirada enfadada que siempre adoptaba cuando se encontraba con Harry.

—Toma, te la devuelvo —Habló Draco entregándole la apestosa mochila infantil—. Adiós, espero no volver a verte en lo que queda de verano.

Sin agregar nada, Snape y Draco se dieron media vuelta, con la mano del adulto, firmemente afirmada en su brazo. En cuestión de segundos, los dos desaparecieron del lugar sin dejar rastro alguno.

—Bueno, Harry ¿Qué voy a hacer ahora contigo?

Harry se encogió de hombros, siempre se sentía así de pequeño cuando se encontraba con Dumbledore. Afuera de la caseta del guardia, Harry dejó la mochila y salió junto al profesor del parque.

• ── ◦ ◦ ── •

Narcisa, al ver a su hijo entrar por la puerta, corrió a abrazarlo. Draco, cansado no le respondió con la misma efusividad, pero se alegró de volver a reencontrarse con su madre.

Sus ojos ya le pesaban, tenía un hambre atroz, y solo buscaba en su mente un poco de tranquilidad en la migraña que apareció desde ya unas horas. En la sala parado con una postura elegante estaba su padre, Lucius.

—Tengo que informarles, que la condición de Draco ya no es un secreto para el profesor Dumbledore —Dijo Snape, al verse con los tres Malfoy en el salón. Rechazó el vaso de agua que le ofreció la elfa doméstica y se mantuvo de pie en cada momento de la conversación—. Draco, debes ser consciente, que tienes que beber cada día, durante dos semanas previas a la transformación; una dosis de poción matalobos —Se dirigió serio sin dudar ni un poco en el tono de su voz—, y si fallas solo uno de los catorce días, habrá sido como si no hubieses tomado ningún día la pócima ¿Comprendes?

Draco asintió, su cansancio era tan inmenso, que juraba que ya ni siquiera se acordaba del día en que no se bebió la dosis. Solo su inconsciencia pensando que no significaba un cambio demasiado evidente en su transformación.

Se equivocó, rotundamente.

—¿Qué nos sucederá, Snape? —Preguntó Lucius, con un tono feroz. Draco quería esconderse de su padre, porque le resultaba humillante su descuido.—. Nos juraste, que ibas a proceder con discreción. No quiero ni imaginarme en lo que llegaría a suceder, si lo de Draco se descubriera.

—Ahora eso está en manos del profesor Dumbledore.

Lucius miró con enfado primero a Snape y luego a Él. Draco no comprendía, porque toda la normalidad de su vida se volcó en su contra.

Se sentía miserable y era consciente que sus padres sufrían de la misma manera. Incluso peor. De Narcisa había sido la idea de dejarlo investigar los alrededores en luna llena, porque le rompía el corazón escuchar los aullidos y el llanto desconsolado de su hijo (como lobo) encerrado en el ático.

Draco se culpaba a si mismo. Narcisa, en cambio cargaba con su propia cruz y Lucius no comprendía como no logró prever todo aquello.

—Lamento las molestias profesor Snape —Se disculpó Draco, en un susurro—. Prometo, que de ahora en adelante, seré más cuidadoso.

El hombre se dio media vuelta diciendo:

—No te aseguro una plaza el próximo año en Hogwarts, intentaré que sí, pero la decisión final es del profesor Dumbledore.

Salió de la mansión Malfoy son su capa danzando en la penumbra de la noche. Draco se mantuvo en silencio, en medio de esa tensión familiar tan densa, que lo hizo comenzar a controlar su propia respiración.

Esperaba el grito. El golpe. La furia.

—Come y vete a tu cuarto —Mandó su padre sin mirarlo a los ojos—. Mañana hablaremos.

Draco fue a la cocina y recibió el plato que preparó la elfina para Él. Era un trozo grande de carne de res, solo con los bordes sellados y con la jugosidad de un trozo crudo. El aroma le abrió el apetito, pero como odiaba comer en público (incluso si este solo se trataba de un elfo domestico) se lo llevó al cuarto donde pudo devorarlo con la brutalidad que tanto deseaba.

Con solo dar el primer bocado, Draco comenzó a llorar todas esas lagrimas que tenías reprimidas desde hace mucho tiempo.

• ── ◦ ◦ ── •

Los amigos de Dudley ya no rondaban por la casa, pero un invitado distinto estaba en su lugar.

En realidad, dos.

El oficial de policía que salía suspirando de la casa de los Dursley y Dumbledore, quien sonriente hablaba con sus irritados tíos.

Harry estaba en un problema gravísimo, parecía que ahora los vecinos si podían jactarse de que el otro niño, que vivía con los Dursley en realidad sí estudiaba Centro de seguridad San Bruto para Delincuentes Juveniles Incurable, y esa misma noche entró a robar a la casa del señor Smith, junto a un chico rubio igual de demente que Él.

—Debemos ser conscientes de las locuras que uno comete cuando es un jovenzuelo. Harry tan solo quería divertirse y en esencia no robó nada de la casa de aquel buen hombre ¿Cierto Harry? —Habló Dumbledore en su defensa. Harry asintió sentado en la mesa mientras los adultos discutían acerca de su destino.

—Pero Invadió propiedad privada ¡Todas las personas como ustedes están locos! —Manifestó Vernon. Quien al llegar a su hogar se encontraba con esa noticia como sorpresa—. Nosotros ya no queremos tener nada que ver con los de su estirpe.

Dumbledore endureció su expresión y frunció los labios. Se tomó un momento para reunir las palabras que salieron de su boca en forma de un discurso sofisticado.

—Todos sabemos, que lo que Harry y su amigo hicieron esta noche estuvo mal y tiene que ser reprochado. Mas no puedo aceptar que Harry se vaya de esta casa hasta que no sea mayor de edad. —Se detuvo y miró tras sus pequeños lentes a Petunia—. Por razones las cuales tanto usted señora Petunia y su marido conocen. —La mujer tembló y emitió un gruñido de desagrado—. La comunidad Mágica corre unos días difíciles y si, no logramos solucionar la situación, para su malestar, también serán afectados. —Sus tíos se miraron entre ellos. Dumbledore le dio un sorbo a su vaso de agua y luego recuperó la sonrisa que tanto le caracterizaba—. Sean conscientes, que un día en la vida de su hijo y Harry, son equivalentes a una semana de ustedes y un mes mío. Aún tienen experiencias que vivir y peligros que afrontar.

» Para esto están ustedes, como la única familia de Harry. Son el único sitio en donde puede dormir tranquilo por las noches y donde está protegido de todas las situaciones, que pueden atentar contra su integridad.

Los tíos de Harry no respondieron nada, en parte por el miedo que tenían. Acabando por aceptar lo que aquel "ridículo" viejo dijo. Dumbledore, satisfecho, terminó su vaso de agua y fue junto a Harry a la puerta principal para despedirse.

—Profesor ¿Está todo bien? —Preguntó Harry reteniendo a Dumbledore un instante— No he podido tener noticias y estoy preocupado por... todo.

—Harry, mantén la calma y disfruta tu verano, ten por seguro que recibirás noticias tan pronto sea el momento. Ahora preocúpate de no causar más dilemas a tus tíos.

—Profesor, pero ¿Por qué-?

El hombre lo interrumpió poniendo su mano en el hombro de Harry, tranquilizando las palabras que se acumulaban en su boca.

—Harry ya me tengo que marchar, pero recuerda que tendrás todas las respuestas en el momento indicado. Buenas Noches.

—Buenas noches, Profesor —Dijo Harry cabizbajo.

Dumbledore le dio un abrazo y antes de irse revisó el reloj de bolsillo que traía consigo.

—Ya son las doce ¡Que rápido pasa el tiempo! —Exclamó Dumbledore—. Feliz cumpleaños, Harry. Nos vemos.

Era cierto, ya era treinta y uno de Julio. Harry abrió la boca, pero cuando trató de agradecer, Dumbledore ya se había marchado.

Ahora tenía dieciséis y se sentía aun como el niño de once años, que por accidente soltó una serpiente en el zoológico.

Cerró la puerta y volvió a la cocina, donde sus tíos enojados volvieron a la rutina de ignorarlo lo mejor que podían. Aquello le daba un indicio, que al menos no iba a recibir un castigo por las acciones de esa noche.

En ese momento, cinco lechuzas entraron por la ventana de la cocina, sacudiendo los platos recién lavados y pasando encima de sus cabezas. Le entregaron a Harry, en orden, cuatro cartas y un regalo. Estupefactos los Dursley se quedaron mirando las aves hasta, que salieron de nuevo de la casa. Harry se escabulló por las escaleras ignorando el grito de furia total que dejaba salir el Tío Vernon.

En su habitación fue abriendo las cartas en orden. Primero la de Ron con su letra ilegible que identificó tan pronto leyó el remitente.

Querido Harry.

¡Feliz cumple!

Lo siento por no poder hablar contigo hasta ahora, pero estamos en algo super ultrasecreto, que todavía no te puedo revelar, aunque me muero de ganas de hacerlo. Te voy a mantener con la intriga, ¡Lo siento!

Harry repasó la palabra "super ultrasecreto" y "estamos". Sabía que su amigo no lo hacía con malas intenciones, pero justo ahora lo que menos quería era misterio.

No te metas en problemas y cuídate mucho.

Ron

Posdata: Parece que Victor Krum va a retirarse por una temporada del Quidditch ¡Y eso que hasta le pedí un autógrafo!

Aunque era una novedad, Harry no se sorprendió demasiado de eso. Tras los sucesos del año pasado, se esperaba que se tomara un tiempo para asentar cabeza.

La siguiente carta, escrita con la letra delicada de Hermione, dentro además tenía varios recortes de El profeta.

Queridísimo Harry

Como puedes ver ni una sola mención a ti. Estoy contigo y espero pronto volver a hablar cara a cara.

¡Feliz cumpleaños!

Disfruta este grandioso día en el que se conmemora tu nacimiento y la posibilidad de ser tu amiga.

Hermione

Sonriente dejó la carta a un lado. Tomando otro sobre. Esta tenía un aspecto descuidado y la letra era tosca y gruesa. Harry reconoció el remitente al instante.

Harry

Increíble, ya eres un año mayor y yo ¡un año más viejo! Ahora mismo estoy escribiendo esto algo apurado. Sigo en mi misión con Madame Maxime y muy pronto espero traer novedades.

Cuídate mucho. Ya quiero volver pronto a los terrenos del colegio

Hagrid

—Cuídate tú también Hagrid —Susurró Harry, deseándole a la nada los mejores deseos a su amigo.

Fue la penúltima carta, que le sorprendió descubrir su remitente. Era Sirius . De la cual dedujo venia acompañada con el regalo.

Querido ahijado:

¿Cómo estás? Espero que contento ¡Feliz cumpleaños, Harry! Hoy es tu gran día así que si quieres ve y explota el primer coche muggle que encuentres. Ja, ja.

Yo estoy con Lupin en medio de la nada, todo es un poco aburrido, pero te envío de regalo algo interesante. Lupin no deja de insistir que es muy importante, pero estoy seguro de que resultara más útil contigo, que aquí acumulando polvo. Tu tienes uno igual a este, en algún lado, pero si sigo contándote lo que es te quitaré toda la sorpresa.

Hay otra carta dentro del regalo así no te revelo el secreto aún.

Cuídate mucho.

Sirius

PDTA: Lupin también te manda feliz cumpleaños y como no podemos enviarte un trozo de pastel, te mandamos el dinero para que te compres una torta entera.²

En efecto, debajo de la carta habían acumulados tres galeónesde oro y cinco sickles de plata. Guardo el dinero dentro de su pantalón, pensando en que no podría comer su pastel de cumpleaños todavía, ya que en el mundo muggle no aceptaban dinero mágico.

Impaciente Harry tomó el regalo y lo abrió. Harry se percató al instante de lo que era. Tomo el espejo de dentro y lo examinó.

Si Harry, te doy la otra parte del espejo. Ahora tienes dos. Puedes dárselo a cualquiera de tus amigos y así poder conversar cuando quieran. Podría guardármelo para continuar hablando contigo a través de él, pero parece que si estoy tan lejos no funciona bien.

úsalo para divertirte.

Sirius³

Harry abrazó el espejo con ganas y lo guardó en el baúl, en la misma caja donde estaba el otro.

La última carta era la que le llegaba todos los años ese día. La que le avisaba el comienzo de las clases en Hogwarts y el lugar de encuentro. Harry la dejó encima de su escritorio, después de darle una repasada rápida al contenido. Esa era la prueba definitiva que necesitaba para comprobar que el seguía viviendo entre hechizos mágicos y personas extraordinarias.

Cansado se quitó las gafas y se metió entre las sábanas, sonriendo. Por primera vez en todo el verano tenía una razón por la cual alegrarse.

Su cumpleaños y solo por eso merecía la pena reír.

• ── ◦ ◦ ── •

—Entonces... ¿lo dejaras volver?

Dumbledore, desde su despacho observaba todo el campus del colegio. Le daba la espalda a Snape, que lo acompañaba esa madrugaba, mas este gesto no le resultaba grosero.

—¿Aquello seria lo correcto? La luna está con nosotros todos los meses. Se alza y van a existir ocasiones en los que no podremos tenerlo vigilado —Dijo Dumbledore. Sin mirarlo—. Con lo de Voldemort y ahora los lobos ¿Qué sería lo más sensato?

Snape no replicó. Los retratos de la pared escuchaban atentos esa plática para ver su resultado.

—Lo que sucedió pudo ser peligroso. Sobre todo para Draco, Snape. Necesito pensarlo y tan pronto como lo decida te avisaré. Pero ahora ambos debemos descansar.

Dando media vuelta Snape salió de la oficina.

¿Era aquello lo correcto? Pensaba en el pasado y también el futuro, aunque no se decidía que hacer en el presente.

Se sentó en el escritorio y con las manos temblorosas se quitó las gafas. Sin siquiera pronunciarlo las luces del despacho se apagaron como el deseaba.

Conocía las consecuencias de sus irresponsables actos. Aunque no las recompensas del futuro.

Era en definitiva un todo o nada.

Draco Malfoy o Hogwarts.

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1)Comfort Crowd_ Conan Gray

2) Hice la conversión de los valores y resultarían como unos $25 dólares o en $20.000 pesos chilenos. Lo suficiente para comprar una torta de 15 personas.

3) En la versión Original, Sirius y Harry nunca se comunican a través del espejo y termina por romperse. Lo que me pareció una pena. Así que decidí que Sirius se lo diera a Harry. Esto tendrá relevancia a un futuro.

Una actualización un poco, solo un poco, tardía. Ahora que al fin terminaron mis exámenes finales me puedo dedicar a la escritura como dios manda. Estoy preparando especiales para tanto navidad como año nuevo y así terminar el año 100/100.

Como han estado sus días. Espero que asombrosos, estoy muy entusiasmada por las festividades que se vienen y las vacaciones de Verano ¡Fabuloso!

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