"¿Alguna vez te sientes cansado de vivir?
Como si no estas feliz, pero tampoco quieres morir
Como si cuelgas de un hilo, pero tienes que sobrevivir
Porque tienes que sobrevivir.

Como si no estas feliz, pero tampoco quieres morir
Como si tuvieras la empatía, pero en realidad no te importa

Un poco cansada de reparaciones rápidas para salir adelante" ¹

• ── ◦ ◦ ── •

El reloj avanzaba, cada segundo era más lento que el anterior y los minutos se convirtieron en horas. Se sirvió su cuarta taza de té, con dos cucharaditas de azúcar, y la bebió, sin quitarle la vista al reloj.

El conserje de la escuela, Filch, y su insidiosa gata entraron al estudio. Se enderezó en su asiento, alisando los pliegues de su falda rosa palo. Esperó a que el hombre hablara, con la mirada fija en la hora.

—Los he visto ¡Desaparecieron! —anunció, agarrando a la gata que se refregaba contra las piernas de su dueño—. La Sra. Norris es muy inteligente, los ha seguido ¿No es así, preciosa?

Con un maullido, Umbridge dejó la taza en su platillo y apretó su mano en torno a un lápiz, que se trizó. Respiró hondo, en un vago intenso de guardar la calma.

—En ese caso, tendré que tomar decisiones más estrictas, —dijo Umbridge, agarrando un papel en blanco y untando una de sus plumas en la tinta; comenzó a escribir—. Dígame, ¿Cómo eran los castigos, antes?

El hombre sonrió, emocionado ante la pregunta. Le relató todos los detalles a Umbridge, que en absoluto la perturbaron, porque en su lugar asintió tranquila, con la pluma moviéndose prolijamente sobre el papel.

—Con Dumbledore a cargo, no voy a poder hacer demasiado, todavía... punto final, caballero, quiero que para la una, salgan los decretos que escribí en el papel —ordenó, Umbridge, dándole el último sorbo a su té. Filch, sin cuestionar, tomó la hoja y empezó una tanda de asentimientos repetitivos—. Cada vez más estudiantes se quieren apuntar a mi brigada... Llame al joven Malfoy.

—¿Estás segura de Él?

La mujer le dedicó una mirada fulminante y Filch cerró la boca de inmediato.

—No te atrevas a cuestionarme. Trae a Malfoy.

Atropelladamente, el hombre salió de la oficina, y Umbridge continuó rellenando largos documentos. Su letra temblaba y aquel "tictac" la estaba volviendo loca. Sacó su varita de dentro del saco fucsia que vestía, e hizo estallar el reloj al mismo tiempo en que la puerta sea abría otra vez.

Draco miró con estupefacción al objeto que caía a un par de metros suyo y luego a Umbridge. Lucia intranquilo, sin poder dejar de fijarse en su entorno, a pesar de haber estado en aquella anticuada oficina, varias veces.

La silla frente al escritorio se deslizó, y Draco se sentó incómodo ante la repentina sonrisa de Umbridge, quien atrajo a su mesa un gran plato de galletas de mantequilla, las cuales Draco ni probó.

—¿Me buscaba? —mencionó Draco, siguiendo con los ojos la pluma que se movía sola encima del pergamino de Umbridge—. Bien, dígame lo que necesita.

—¿Te sirvo té, querido? —Draco negó, pero ella le hizo caso omiso—. ¿Con leche o sin? Ahí está el azúcar.

Vio como la taza se llenaba y vertía leche. Draco, que tenía un mal presentimiento por todo el asunto, en un sutil movimiento se llevó la mano a la varita y se concentró.

La tasa se puso frente suyo y la posó en sus labios. Sin que la mujer se percatara, la infusión se transformó en un chicle, que colocó debajo de paladar, intentando ocultarlo. Fingió beberse todo el líquido y volvió a dejar la taza. Umbridge observó que estaba vacía y sonrió victoriosa

—Quiero que me digas lo que me estás ocultando —ordenó la mujer, adoptando un tono serio. Veritaserum, adivinó Draco, agradecido de no haber probado la pócima—. Y que me digas si sabes algo de las desapariciones de los estudiantes.

Adoptó la postura de una persona bajo los efectos del suero de la verdad, y comenzó a hablar sin pudor. Tratando de no morder por accidente el chicle.

—Si fui yo quien hizo la canción de Weasley, profesora Umbridge —dijo llevándose la mano a la boca, tratando de lucir sorprendido de sus palabras, aprovechando la instancia para quitarse el dulce de la boca y dejarlo en sus manos—. Y no tengo ni idea de esas desapariciones.

—¡No me interesa lo de esa canción! ¡Quiero saber, porque siempre faltas un día cada mes! —Concretó Umbridge, colmándole la paciencia.

—Le gusto a muchas chicas y me voy con ellas, sobre todos los días que tengo adivinación. —mintió, desviando la mirada—. ¿Qué tenía esa bebida?

La mujer asintió y se levantó. Observó el paisaje de afuera de su oficina. Se volteó de un instante a otro y se puso detrás de Draco, apretando sus hombros.

—Eso ya no importa, querido —aseguró Umbridge, susurrándole en el oído—. Dime, lo que piensas de mí.

Se mordió el labio, y por un segundo, reflexionó la respuesta. La mujer apretó sus manos y habló:

—Creo que es una mujer muy inteligente, algo estricta, pero justa. Lo que al colegio le hacía falta desde hace mucho tiempo. —Draco cerró los ojos, muy avergonzado de su mentira—. Y que el color rosado, en usted luce sublime.

Sin dudarlo, Umbridge soltó a Draco y le entregó el pergamino que la pluma había estado escribiendo. Lo leyó y luego quedó con los ojos muy abiertos. Tenía las mejillas sonrojadas, por lo que había estado diciendo, pero si eso le aseguraba la integridad, era capaz de mucho más.

—¿Qué es esto de "jefe inquisidor"?

—Es un grado superior a todos los de la brigada. Tendrás la facultad de castigar, personalmente, a los estudiantes y deberás ayudarme a buscar a esos revoltosos alumnos, que insisten en querer romper las reglas. —La mujer hizo desaparecer la loza sucia, y con sus regordetas manos, sostuvo las de Draco—. Como Potter, los Weasley, u otros. ¿Qué te parece?

No quería, claro que eso le parecía una idea tormentosa. Conocía bien los métodos de Umbridge, y se hallaba seguro que no sentiría ningún tipo de satisfacción torturando alumnos. Una cosa era molestar a Potter y otra, era agredir a estudiantes menores, que tuvieran la edad de Jessy, por ejemplo, sin motivo.

Solo alguien que estuviera igual de enfermo que Umbridge, le gustaría una idea como esa, y en aquel momento debía lucir como si fuera un personaje sin escrúpulos y una empatía por los suelos.

—Fabuloso... pero ¿Por qué a mí? Últimamente, me he metido en muchos líos.

—Sé que tu lealtad, me pertenece, joven Malfoy—sentenció Umbridge, soltando las manos temblorosas de Draco—. Yo también creo que el rosa me sienta de maravilla.

Hizo una mueca forzada, apartando sus manos y levantándose del asiento. La mujer lo acompañó hasta la puerta, y antes de que se fuera por completo le dijo:

—Solamente, te pediré, que ya no tengas esas "aventuras" mensuales. Son muy sospechosas y pueden dar una mala impresión.

Draco accedió y siguió caminando hasta perderse por un pasillo. En aquel momento, aceleró el paso y sus ansias por la siguiente clase se esfumaron, porque en menos de cinco minutos se vio frente a su cama. Donde se recostó, y se desahogó gritando contra la almohada, con rabia.

Sabía que el color rosado, ahora lo perseguiría en sus peores pesadillas.

• ── ◦ ◦ ── •

Lo que menos le convenía, en ese preciso momento, era encariñarse con alguien. De por sí, tener a Pansy rondando cerca de él, todos los días de su vida, era algo con lo que le costaba lidiar, por todos los recuerdos que se interponían en sus conversaciones.

Era casi como si la vida le pusiera aquellos obstáculos a propósito, sin que él pudiera culparla directamente, porque el mismo había sido quien se metía en las situaciones menos favorables.

Martes, el mejor día de la semana, y después del nombramiento como nuevo jefe de la brigada, la investigación acerca de las desapariciones de estudiantes y los nuevos dos decretos (nada de visitas a Hogsmeade y agrupaciones privadas sin autorización), a Draco lo que más le apetecía era perderse un rato, estudiando las estrellas.

Faltaba dos semanas para navidad, aquella clase extra de astronomía sería de las últimas del año. Ese día se sentía en especial ansioso, por la luna que, en un par de noches más, estaría completa. Lo único que lo mantenía cuerdo eran las bajas temperaturas.

Ella, por supuesto, que estaba. Jessy, con una chaqueta naranja, que le quedaba por lo menos cuatro tallas más grandes que la que debía usar, el gorro amarillo y un par de guantes del mismo color; eso en su conjunto, le daban a la niña un aspecto friolento, en especial con el fondo nevado del castillo.

La niña se acercó, sin decir nada a Draco y se sentó a su lado. Él la miró analizando la situación, no sabía si se hallaba enfadada por su abandono el fin de semana pasado, o solo le gustaba confundir a la gente. Jessy, al notar que Draco la miraba de forma excesiva, se levantó del banquillo y caminó el breve lapso de pasos que se interponían entre ambos.

—¿Qué pasa? —preguntó la niña, tiritando de frío, tratando de esconder su rostro dentro de la chaqueta—, ¿Por qué me miras tanto?

No hizo amago de responder, y en lugar Draco hizo un movimiento que ni el mismo comprendió. Se quitó su propia bufanda verde y la enrolló en el cuello de la niña que había quedado paralizada de sorpresa, por el afectuoso movimiento.

Draco entornó los ojos y antes de volver su completa atención a la astronomía, dijo:

—Pronto va a ser navidad. No sería bueno que te enfermaras.

Trató de justificar en aquella afirmación que su acto impulsivo, era racional, y no tenía nada que ver, con haber generado cierto lazo afectivo con la niña. Jessy sonrió alegre y sin pensarlo dos veces, fue a abrazar a Draco a modo de agradecimiento, dejándolo ahora a él congelado. Desde hace meses que no sentía un contacto tan fraternal y puro, y provenía de aquella niña friolenta.

La apartó, ocultando su mirada avergonzada y la niña volvió a dirigirse a su banquillo. Draco intentaba desesperado de que no era bueno seguir así, viendo a la chica casi como si se tratara de una hermana menor. No tendría sentido, solo habían pasado tres semanas desde su primer contacto, ¿Cómo podría surgir un sentimiento así en tan poco tiempo?

Claro, también intentaba convencerse de que la agradable charla que tuvo con Jessy, en "tres escobas", no había tenido efecto alguno sobre Él. Sin nada que destacar, más que el tenue sabor de la comida que Jessy escogió para ambos o la conversación sobre constelaciones que mantuvieron sin descanso.

Estaba cayendo bajo, demasiado bajo.

Se dedicó a mirar el cielo, sin vacilar en sus pensamientos. De vez en cuando, Jessy le hacía consultas que respondía, pero la mayoría de las ocasiones ambos trabajaban, al igual que el resto de los estudiantes, sumergidos en el silencio que tanto le gustaba a Sinistra que mantuvieran.

No fue hasta que la alarma de la profesora sonó, que despegó su rostro de la hoja de papel, desconcentrándose. La mujer concluyó la lección y se sentó detrás de su escritorio con una sonrisa amable.

Tanto Jessy como él bajaron juntos, pero no intercambiaron palabra alguna, siendo los últimos alumnos en irse. En medio del tramo de escaleras, algo cansado de la situación, Draco se detuvo.

—No quiero que te hagas ilusiones, niñata. No soy tu amigo, ¿entiendes? —presionó Draco, sin lograr el efecto esperado—. Agh... ¡Eres irritante! Venga, devuélveme mi bufanda.

La niña entrecerró la mirada y continuó bajando los escalones de dos en dos. Draco extendió su mano, pero la niña parecía haberse acomodado aún mejor aquel accesorio de lana.

—Te la presté solo por la clase, ¡Venga!

En su lugar la niña dio un brinco y se paró abajo de todo el tramo de escaleras. Draco también se apresuró en descender, y cuando solo le quedaban un par de pocos escalones, Jessy asintió y con una rapidez alarmante, sacó del bolsillo de su pantalón un pañuelo que le entregó con una sonrisa.

—¡Buenas noches, la próxima vez que nos veamos, intercambiamos!

Irritante, molesta, mimada, gritona y dominante. Draco ni se esforzó en seguirla, para terminar suspirado frustrado. ¿Cómo es que esa niña pertenecía a Hufflepuff, si era todo lo contrario? Era insensata, sin importarle las consecuencias de sus actos o la percepción del resto sobre ella. Casi igual de inteligente que Él, aunque la diferencia recaía en su diferencia en sus edades, algo que tampoco disminuía el parecido entre las ambiciones de ella y Draco.

De Hufflepuff tenía únicamente, el uniforme.²

La tela era suave, blanca y con un sofisticado bordado que delineaba un encaje y el nombre de Jessica en el extremo de la tela. Draco se llevó el pañuelo a la nariz, sintiéndose embriagado del aroma almendrado de Jessy.

Se apoyó contra el umbral de la entrada a la torre, y vigiló la silueta de la niña hasta que entró al colegio. Extendió su mano para sentir la nieve que comenzó a caer, se acomodó la chaqueta y se encaminó de vuelta al castillo, con una leve sonrisa que, por más que intentara borrar, siempre regresaba a su rostro.

• ── ◦ ◦ ── •

Su piel tiró de él, desgarrando la carne, deformando los huesos, rompiendo los límites humanos.

Ya no dolía tanto como antes, trataba de dominar al lobo y no al revés. Luchaba contra la fiera, a pesar de que los sentidos fueran en su contra. Trataba de recordar las indicaciones de Lupin, pero no podía concentrarse.

Un aullido se ahogó en sus labios y cayó al suelo. Frío, lo único que percibía era el frío que congelaba la ventana y calmaba su apetito.

Rebuscó, haciendo añicos su uniforme, aquel origen del olor que ansiaba. Era el pañuelo de Jessica.

A la mañana siguiente, cuando recuperó su humanidad, y se arrastró por el destrozado cuarto, en busca de cubrir su piel enfriada, recogió el pañuelo de Jessica. Era el único objeto que había sobrevivido a aquella luna llena.

• ── ◦ ◦ ── •

Jugueteó con el galeón que guardaba adentro de su pantalón y lo puso encima de la mesa. Hermione lo miró fijo, y Harry decidió hacer el encantamiento para anunciar la siguiente reunión del ED. A lo largo de la mesa de Gryffindor, pudo ver como sus compañeros, revisaban la moneda y le dedicaban un asentimiento.

Terminó su almuerzo y comenzó a dirigirse hacia la sala multipropósito, pero a la entrada del comedor, Neville lo atrapó sin dejarle escapatoria.

—¡Harry, necesito que me escuches!

Su respiración marcaba ritmos alterados, tenía las manos sudorosas y por la forma en la que se aferraba al uniforme de Harry, parecía que de verdad guardaba algo importante que contar. Sin dudarlo, Harry siguió a Neville en completo silencio hasta llegar al piso de la sala y hallarse a Filch, frente a la pared, sentado sin hacer amago de querer moverse.

Abrió los ojos y alarmado se dirigió a Neville. Ambos regresaron a trote al piso de abajo y se sentaron en una banca para comenzar a idear un plan.

—Esto es malo ¡Esto es muy malo! —se lamentaba Harry, sintiendo como su pierna se sacudía sin control—. ¿Cómo demonios, fue que Umbridge se enteró? ¡Es absurdo!

—¿Te enteraste de lo de Draco? —Harry se volvió a Neville, y negó con la cabeza—. Lo nombraron jefe de la brigada, creo que Umbridge está utilizando todas sus cartas para atraparnos.

Suspiró y continuó agregando preocupaciones a su lista mental. Ambos volvieron al gran comedor, y le contaron la situación a Hermione y Ron, quienes devoraban su postre. La chica escuchó tranquila, hasta que asintió y se encogió de hombros.

—Harry, si la sala cumple tus deseos, lo más probable es que si le pides que haya otra entrada, la tendrá —planteó Hermione, dándole un mordisco a su tarta de ciruela—. Es decir, va a seguir estando ahí, solo que tendremos otra puerta. Una que podremos ir cambiando, de ser necesario.

Sacando su propio galeón, Hermione lo hechizó antes de volverlo a meter dentro de su túnica.

"Reunión del ED, 6 PM, Entrada Sur. Ir solos o en grupos pequeños"

Las palabras se desvanecieron de la moneda, el timbre sonó, avisando el final del periodo del almuerzo y el comienzo de las últimas clases de la jornada. Mientras los estudiantes se movilizaban del comedor, volvió a apreciar su alrededor, percatándose de que no había rastro alguno de Draco.

—¿Anoche fue luna llena? —preguntó Harry, sin dirigirse a nadie.

—Si, ¿Por qué lo preguntas?

Eso al menos era una ventaja, si Draco no estaba a su alrededor (y en consecuencia toda su brigada), las posibilidades de ser pillados se reducían, considerablemente.

—Por nada.

• ── ◦ ◦ ── •

El ciervo de luz azul sobrevolaba la sala. Todos lo miraban estupefactos, hasta que se desvaneció encima al chocar con una pared.

Siempre que invocaba a su Patronus, se sentía la persona más feliz del mundo. Con ganas de saltar y reír por la eternidad. Harry se volteó a los estudiantes, con una sonrisa inmensa en el rostro. Explicó lo que era un encantamiento patronus, sus usos y el proceso exacto para invocarlo.

—Hacer un patronus corpóreo es muy complicado ¿Quiénes de aquí están cursando séptimo? —Varios estudiantes levantaron la mano al instante, Harry asintió y les pidió que volvieran a bajar la mano—. El encantamiento patronus está por encima del nivel de los ÉXTASIS, para que se hagan una idea del tipo de magia avanzada con el que ahora, vamos a tratar.

Todos los miembros se miraron entre sí, los más pequeños demostraban una gran anticipación al ya querer hacer el encantamiento, pero mientras más crecían, los rostros adoptaban una severidad. Harry adivinó lo que pensaban.

—Lo más probable es que nadie logre invocar ni un chorro de luz del encantamiento hoy. No se preocupen, con practica y trabajo, me voy a asegurar de que todos, al menos, logren la forma básica del patronus, aunque sea solo el halo de luz, ¿Están listos?

Puso la música y empezó a revisar el progreso de sus compañeros. Todos estaban intentando hacer un gran esfuerzo por aclarar su mente, olvidarse por un instante de los problemas de la cotidianidad y enfocarse en ese recuerdo feliz.

Suponía que esa era una de las razones por las cuales era más sencillo invocar uno cuando eres pequeño. Porque los problemas eran tan banales que el ejercicio de calmar la marea de pensamientos era más efectivo. El problema era que, a esa edad, tampoco se tenía un dominio total de la varita, algo que complicaba la realización del encantamiento.

Fue corrigiendo posturas y movimientos de varitas, pero algo lo desconcentró. Un pequeño ruido lo alertó encima de los estudiantes y la música. Solo él, que no estaba con toda su concentración en el encantamiento se percató del sonido. Fue a la entrada, topándose con Eddie quien traía de la mano a una niña.

Jessy se veía asombrada por su alrededor. Harry trató de no mostrarse nervioso, y se agachó para quedar a la altura de Jessica que hacía tantas preguntas.

—Lo siento amigo, me agarró el mensaje cuando subía por las escaleras, y cuando quise leerlo el galeón se cayó. Ella lo leyó antes de que lo recogiera y ya no pude quitármela de encima —se disculpó con vergüenza en la voz—, te prometo que no volverá a ocurrir.

Ni siquiera eran de la misma casa, y mucho menos se conocían. Pero Harry sí. Sabía bien quien era y sobre todo, con quien Jessy mantenía una cuestionable relación.

Agarró del brazo a la niña y le dijo a Eddie que le preguntara a Hermione el proceso de invocación de un Patronus. Cuando el chico se fue, y Harry se quedó solo con Jessy, en un lugar apartado de la sala. Él la miró seriamente.

—Jessica, necesito que me prestes atención —ordenó Harry. La niña cerró la boca y para evitar el contacto visual, se quedó analizando las líneas del suelo—. Este sitio, el grupo que está reunido, y lo que hacemos; es secreto. No lo puede saber nadie, ni McGonagall, ni Malfoy, y mucho menos Umbridge ¿Comprendes?

La niña asintió, mordiéndose el labio. La única opción que tenía ahora era hacer que se apuntara al ED, y hacerla partícipe de la organización. De otra forma, los resultados podían llegar a ser catastróficos.

—¿Cómo te va en las clases con Umbridge?

Con una sola pregunta, desencadenó que Jessica recuperara sus eternas ganas de charlar. Le contó lo estricta que era con los de su casa, en especial. Que le habían descontado tantos puntos que ya el reloj estaba vacío y como, su último castigo, había sido injustificado.

Se entretuvo hablando, no sabía cómo lo hacía, pero era ese tipo de persona que te contagiaba su ánimo. Desde que la conoció, la niña mostró ese aspecto risueño, pero inteligente.

—Jessy ¿Te gustaría practicar defensa contra las artes oscuras con nosotros?

La niña se mostró algo confundida y volvió a ver al grupo, luego apuntó a Harry y asintió sin freno alguno.

—Si, yo soy quien enseña. Por eso mismo, necesito que seas cautelosa. Esto no es un tema que se lo puedas ir contando a todas tus amigas.

Ante la mención de aquella última palabra, la niña se desanimó, pero con rapidez volvió a recuperar su sonrisa.

—No soy una niña tonta —determinó Jessica, elevando el mentón—. Se que si digo algo, nos expulsarían a todos. Tengo claro el suelo que estoy pisando, Harry. ¿Dónde firmo?

Desde entonces que Harry comenzó a Ver a Jessica como una joven de su misma edad, y no como la menuda niña que había conocido.

Los dos se acercaron a la lista y, con una letra desordenada y poco legible, Jessy firmó. Preparada para iniciar en aquel mismo instante con su práctica. Se puso al lado de Hermione, quien miró a Harry con una enorme interrogante el rostro al momento en que Harry se acercó para explicarle a Jessica, de forma personalizada el encantamiento.

Hermione logró hacer una ráfaga algo potente de luz, y Ron de su varita sacó chispas al igual que la mayoría. Como se lo esperaba, Jessica a pesar de la impresión inicial, pudo lograr sacar un halo de luz más fuerte que varios alumnos superiores a ella, pero sin alcanzar el nivel de Hermione.

Concluyó la clase, con la sensación de que esa, sería la última. Le hizo un gesto a Hermione, quien se llevó con ella a Jessy. La niña ya comenzaba a hacerla reír incluso antes de que ambas salieran de la sala.

Suspiró agotado, y cuando se preparó para apagar las luces, se percató de que Cho Chang, se quedaba mirando fijamente una fotografía de Cedric. Harry se acercó, posando su mano sobre su hombro, haciéndola sobresaltar.

—¿Harry? Lo siento, ya me iba —se explicó Cho, agarrando sus cosas, pero Harry tomó la fotografía y también la examinó. Era el recorte que Rita Skeeter, les sacó para el diario: "El profeta"—. En esa foto se veía tan feliz...

Con un murmullo, Cho puso sus manos sobre la de Harry y volvió a pegar la fotografía en el mural.

—La clase de hoy estuvo intensa. ¡No me esperaba que Jessica lograra encontrarnos! —río Cho, volteándose de nuevo hacia Harry—. A su edad era todo tan fácil, solo me preocupaba del quidditch y Black. Además de que es superpoderosa ¿Te diste cuenta de la ráfaga que logró sacar? —Harry asintió y Cho pareció un poco triste después de eso—... y yo que no pude ni hacer chispas.

—¿Cuál fue el recuerdo que escogiste?

Cho frunció el entrecejo y respondió—. Mi primera victoria como buscadora de Ravenclaw.

Harry le pidió que sacara su varita, la chica obedeció un poco confundida y Harry se puso a espaldas de ella sosteniendo su brazo.

—Es un recuerdo muy débil, piensa en otra cosa. En esa memoria que siempre te saca una sonrisa —Susurró en el oído de la chica—. Piensa en la memoria que te llegaría a sacar lágrimas de pura emoción.

La chica le dio un último vistazo al espejo antes de cerrar los ojos. Harry no supo si era para poder ver la foto de Cedric, o a ella y Harry, muy cerca el uno del otro; deseaba que fuera la última opción. Cho invocó su patronus tres veces, y cuando creyó que ya no lo iba a hacer, una potente ráfaga cálida salió disparada de la varita. Harry exclamó con felicidad y Cho, lo abrazó de pura emoción.

La calidez del patronus los invadió, y logró borrar de sus sentidos el invernal ambiente. Luego de la euforia inicial, Cho quedo con los brazos enrollados en el cuello de Harry, mientras el chico sostenía su cintura. Sumergidos en un silencio confidente, tan solo escuchando los latidos del otro.

Se besaron para cerrar el espacio que los separaba, Harry sintió su primer beso como una maravillosa experiencia, hasta que las lágrimas de Cho mojaron sus mejillas. Abrió los ojos y se quedaron los dos abrazados sin decirse nada, sin volver a besarse. Estaba confundido, porque su mente le decía que no debía continuar por ese camino, mientras que el corazón le replicaba por más acción.

Esperaba que no se trataran de lágrimas de culpabilidad.

• ── ◦◦ ── •

1)Numb Little Bug_ Em beihold

2) Jessy es, en palabras sencillas, una huffleryn, en toda norma

¡Escribir a Jessy es de mis cosas favoritas en el mundo! Pero, a partir del próximo capitulo, lo mas probable es que solo se mencione.

Creo que mi parte favorita es como saca de sus casillas tanto a Draco como Harry.

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