"Sigo escondiendo lo que hay dentro de mi

Porque así es más fácil

Y cuando estamos tú y yo a solas

Te miro y digo:

Llévame lejos

¿Quién soy para intentar salvarme a mí mismo?" 1

• ── ◦ ◦ ── •

"Por decreto de la Suma Inquisidora, se prohíbe a los profesores mantener cualquier tipo de charla con los alumnos que no corresponda, estrictamente, a la asignatura que enseñan. Decreto de enseñanza número 26. Firmado: Dolores Umbridge."

• ── ◦ ◦ ── •

—¡Ron trata de atrapar la quaffle, pero esta pasa por el aro antes de que logre tan siquiera tocarla! ¡Angelina Jonhson, parece estar a punto de matar a alguien en ese instante! —exclamó Lee Jordan detrás del micrófono—. Han pasado más de media hora de juego y aun ni rastro de la snitch, parece que la única posibilidad de Gryffindor de lograr ganar el juego es que Ginny atrape la snitch y hagan cincuenta puntos más ¡Se ve complicado, pero según mi mamá los milagros pasan cuando menos te los esperas! ¡Animo Gryffindor!

—Lee, imparcialidad. —Se logró escuchar a McGonagall con rabia. Tal parecía que ella también esta furiosa ante los desastrosos resultados.

Ron temblaba encima de su escoba y por más que Harry gritara hasta que sus cuerdas vocales le pidieran lo contrario, el chico estaba enfocado en su miseria.

—Ginny, ¡Abajo tuyo! —Exclamó Harry, cuando la chica pasaba cerca de las gradas. Ginny, lo miró y bajó la mirada, logrando captar el leve brillo de la snitch— ¡Ron! ¡DESPIERTA, CARAJO!

—Harry, tranquilízate —dijo Hermione sorprendida ante la ira de su amigo. El chico, que ya no recordaba esa sensación de apoyar a su propio equipo, porque era el jugador desde primero, sintió esa vibra hincha de todo Gryffindor abarcar su cuerpo—. Es solo un…

—¡Hermione, no es un juego! —reclamó Harry junto a los gemelos, y todos los chicos de Gryffindor que lograron oír. Harry continuó exclamando, planteándose si estaba permitido lanzarle a Ron un zapato para llamar su atención— ¡Ron, ERES EL MEJOR!

Ron juraba que nunca había escuchado a Harry gritar con tanta fuerza, a pesar de haberse visto liado con él en situaciones mucho peores. Se volteó, escuchando esta última afirmación, y asintió.

—¡Ron, logra atrapar la quaffle y se la devuelve a Angelina con fuerza! ¡Angelina, corre con la pelota y de forma inesperada la mete! ¡Esos son diez puntos para Gryffindor! —continuó narrando Lee, haciendo que el marcador solo le faltaran diez puntos— ¡Tal parece que Ginny logró encontrar la snitch, porque vuela hecha una bala por todo el campo! ¡Dios mío! ¡Que alguien la detenga!

—¡Ron Weasley te prometo que si pierdes esta quaffle te despertaré con agua fría todos los días! —amenazó Harry.

A pesar de los intentos, Ginny atrapó la snitch antes de que Katie lograra encestar el último punto, terminando el partido con un marcador de 240-230, a favor de Hufflepuff.

Vieron la desilusión en el rostro de todo Gryffindor. Harry al menos se alegró al ver el ultimo buen desempeño de Ron, aunque hubiese preferido que lo mostrara desde antes. Ahora la copa se debatía entre Hufflepuff y Slytherin. Por lo que, antes de que las gradas de Gryffindor comenzaran a vaciarse, todos gritaron un fuerte:

"A SLYTHERIN HAY QUE DESCORONAR"

A lo que Hufflepuff respondió:

"A SLYTHERIN VAMOS A DERROTAR"

Al menos no había cambiado el odio masivo de ambas casas hacia Slytherin.

• ── ◦ ◦ ── •

Mientras más investigaba su preocupación crecía a niveles alarmantes.

Cerró el libro con ímpetu y se mantuvo al menos cinco minutos con la cabeza en blanco. Se demoró poco más de tres días para terminar aquel abismal texto de más de quinientas páginas de mera historia licántropa. Dándose cuenta de que, los casos registrados de hombres lobos que sobrevivían toda una vida, era solo uno; El único en todo el libro, de la historia de un hombre de la cual ni siquiera se estaba seguro si había existido.

¿Acaso la enfermedad era un factor predominante en la muerte prematura?

Las únicas dos personas, ya adultas, de las cuales sabía que debían ser algo mayores eran Lupin (le calculaba entre cuarenta o cincuenta años) y Greyback, quien aunque no lo conocía en persona, era consciente de haber escuchado su nombre cuando iba al jardín, y en ese entonces ya era un adulto. (Por lo que más de treinta, mínimo)

Si es que las cosas apuntaban hacia ese rumbo, se daba cuenta de que sus días estaban contados.

Muertes por cazadores, que los confundían por lobos comunes; por plata, hambre, demencia y ataques de otros animales.

Una muerte, en cambio, marcaba una amplia tendencia; el suicidio. Tanto consciente como inconsciente. Estaba claro que la gente con el mismo problema peludo que el de Él, no tenían una salud mental muy buena, la depresión era algo arraigado a la enfermedad.

Y de ahí las cosas comenzaban a ir cuesta abajo.

Cerró los ojos y miró el paisaje de fuera de la ventana. A pesar de no ser un explorador del castillo, si tenía uno que otro escondite que, con los años descubrió. Este se trataba de un pequeño recoveco del quinto piso, ubicado detrás de uno de los cuadros del colegio. Era pequeño, pero si doblaba sus piernas hasta su pecho y se apoyaba al máximo contra la ventana olvidada detrás del cuadro, podía leer un libro con total tranquilidad y privacidad.

Aquel pequeño escondite lo encontró en tercero, no recordaba con exactitud como, pero sí que fue en uno de sus aburridos paseos, después de haber sido suspendido del equipo de quidditch por la lesión de su brazo.

Dio un pesado suspiro, sacó la varita de su túnica, y conjuró un hechizo para camuflar el libro. Esa era la forma más segura de trasportar esos textos de vuelta a su cuarto. Echó un vistazo por fuera del cuadro antes de salir y dejarlo acomodado.

En su habitación estaba Zabini, que para seguirle la corriente a Nott, se mostraba enojado con él. Posó su mano sobre el baúl y en un susurró casi inatendible dijo la contraseña que creó. Intercambió los libros por un pergamino vacío, un sobre, su pluma y tinta. Antes de volver a salir, le dio un vistazo a Zabini, que no dijo nada al respecto y continuó leyendo su comic de baja calidad.

Como la mesa principal de la sala común estaba ocupada por un grupo de estudiantes, Draco limpió uno de los escritorios ocupados por distintos objetos decorativos; un globo terráqueo, calaveras de cuatro especies distintas y canicas verdes. Desempolvó la superficie antes de poner todas sus cosas encima.

Vio a los niños que acaparaban todas las lámparas de mesa del lugar, decidió ajustar sus dos emblemas en el uniforme (prefecto y jefe de la brigada) antes de acercarse altivo a los chicos.

—Veo que tienen todas las lámparas, niños —mencionó Draco, leyendo de reojo el material de encantamientos repartido por la mesa. Eran de Tercero, porque en ese años habían aprendido a conjurar un Lumos máxima—, supongo que no tendrán problema en prestarme una ¿no?

Una niña de pelo castaño, ojos verdes, y que llevaba viéndolo desde que apareció en la sala común se apresuró a entregarle su lampara.

—No somos niños, pero aquí tiene —contestó la chica.

—Gracias, pequeña —dijo Draco, agarrando el artefacto—. Y el movimiento no es tan brusco. Piensen en una pirámide enana. No todos los hechizos que terminen en "máxima" son estridentes, recuerden que no somos Gryffindor, así que podemos guardar la calma sin lastimar nuestro orgullo.

La niña agradeció, sonrojándose antes de sentarse, el resto de los niños rápidamente aplicaron el pequeño consejo que Draco les dio, asombrados de que ahora si les saliera el encantamiento.

Se alejó del grupo, sin mirar atrás, pero se dio cuenta de que tener un oído, un poco (solo un poco), más desarrollado de lo normal, le sirvió para captar las bromas de las niñas.

—Astoria ¡No está bien coquetear con chicos mayores! ¡Mucho menos si se trata de Draco Malfoy! —murmuró una niña, sacándole una sonrisa a Draco—. ¿Acaso no tiene la misma edad que tu hermana? Eso es superraro.

—Daphne solo es dos años mayor que yo, y a mi edad ya comenzó a salir con chicos —respondió Astoria, terminando en un susurro. Mientras Draco ponía la lampara en la mesa, le dio unas miradas al grupo—. ¡Miren! Me está mirando. De seguro que le gusté.

—Ajá, claro. ¡Te dijo niña! Además, Draco no es un buen chico, el otro día escuché que él era un mujeriego y por eso la chica bonita de pelo corto terminó con él.

Una chica rechoncha, con una apretada coleta lo miró con el cejo fruncido, para luego responder a su amigas.

—¡Ya me acordé! Hace un par de semanas vi a Draco con Spooner, en Hogsmeade.

Draco dirigió su vista al papel, tratando de ignorar el hecho de que ese trio de chicas ahora lo miraban muy intrigadas, cuchicheando sin tapujos.

—¿¡Que?! Eso es surrealista, ¿Quién se junta con Spooner por voluntad? De seguro que estaba bajo un imperio o algo parecido.

—Como si Jessica pudiera conjurar algo —bufó Astoria, apartándose un grueso mechón de cabello—, mamá me dijo que los padres de Spooner pensaban que era Squib. Por algo no están en la lista. Ella no sirve para la magia, lo más probable es que termine casándose con algún mestizo o peor, un muggle.

—Para estar a la altura ¿no?

Las chicas se rieron, y aquello no hizo nada más que irritar a Draco. Quien les dio una mirada cargada de odio. Las niñas cerraron la boca y volcaron sus cabezas de vuelta a los libros.

¿Qué demonios les pasaba? No tenía ni la más remota idea de la mala reputación de Jessica. Él, por experiencia, sabía que cuando un grupo de Slytherin hablaba mal de alguien en específico, significaba que todos opinaban igual de esa persona.

¿Sería lo mismo en el resto de las casas?

Por esa breve conversación pudo extraer lo esencial; Jessica no canalizaba bien la magia, algo que le hacía sentido considerando que nunca la había visto conjurar ni un sencillo leviosa. En sí, la asignatura de Astronomía (en la cual la niña era una genio total), la magia no era necesaria. Sin embargo, lo que no le calzaba era lo de no querer que nadie se junte con ella por voluntad.

Debian ser exageraciones ¿Verdad? Él lo había hecho incontables veces con Neville, Harry, Granger, Weasley o cualquier otro. El problema es, que siempre los veía acompañados (y sus insultos siempre tenían algo de verdad). Jessica, en cambio, parecía siempre tan solitaria. Con pájaros en la cabeza y enfocada en sus largas guías de estudio.

Suspiró recordando lo que vino a hacer ahí en un principio. Redactarle una carta a Lupin. Él le dio un código postal al cual enviarle correo, siempre que lo consideraba pertinente, ya que esa única luna llena, todo pasó tan rápido que no se acordaba de casi nada de lo que le recomendó antes de la transformación. ¿Cómo se debía dirigir a él? ¿Profesor? ¿Señor? ¿Don? No iba tutearlo, pero al menos algo de cordialidad, no iba a estar mal.

«Profesor R.L:

Escribo después de largos meses, luego de estar investigando acerca de eso. Ya sabe, nuestro tema. Quería preguntar como lo hizo durante sus años escolares para suprimir los olores. Yo hago uso de un encantamiento, pero ya no es tan efectivo, y es molesto (asqueroso en realidad), sentir la mezcla de aromas.

Por otra parte, me gustaría saber si a usted también siente como le brillan los ojos, en ocasiones ¿Qué significan?

Por último; siempre que se acerca el día, la semana antes comienzo a sentirme ansioso, es como si ella me llamara, me atrajera y no puedo dejar de mirarla. ¿Eso es extraño?

Espero su respuesta, ya que esto es más una carta de prueba, para saber si el código postal aún funciona y usted sigue vivo. Atte.D.L.M.»

Era consciente de que lo que escribía llegaba a ser misterioso, pero era en caso de que pudieran retener su carta.

Odiaba su letra, pero era la única que de alguna forma se acomodaba a la rápida velocidad de sus pensamientos; además no le gustaba escribir con pluma. Si, eran mágicos y todo el asunto, pero los bolígrafos comunes eran muchos más portables y cómodos.

Tras escribir unas pocas indicaciones en el sobre, limpió la pluma con una servilleta, cerró el tintero, selló la carta con prolijidad. Decidió meterse el sobre en el bolsillo, antes de salir de la sala común hasta la buhonera.

Su búho real, no era nada del otro mundo, con plumas moteadas y de un tono castaño, aunque lo caracterizaba su porte orgulloso. Apenas lo vio entrar, descendió de su poste hasta posarse en su brazo sin hacer daño. Lo miró con sus ojos azules mientras el ataba la carta en su pata.

—Es para el profesor Lupin. La dirección está en la carta. —Estiró su brazo hasta la ventana, pero el ave entrecerró los ojos—. Me olvidaba, lo siento.

De su túnica sacó una barrita de cereal que siempre llevaba consigo, en caso de darle hambre (algo que sucedía con recurrencia). El búho se comió la mitad, antes sonreírle con los ojos y emprender vuelo.

Se quedó viendo al ave romper un par de nubes antes de perderse en el infinito cielo. Para cuando se volteó con la otra mitad de la varita en su mano, pudo identificar como una lechuza fina de color blanco, se posaba en picado sobre su brazo.

Las plumas del ave estaban impregnadas del peculiar e inexacto olor de Harry, sus mente entonces recordó a ese animal enjaulado al lado de Potter en los viajes de ida y vuelta a Hogwarts.

Le dio la otra mitad de su barrita de cereal, a pesar de que su plan inicial era acabársela Él, y la lechuza se restregó contenta contra el cuello de Draco.

—Una lástima que seas de Potter, me hubieses caído genial de no ser así. —El ave, que pareció entenderle, le pellizcó su oreja con suavidad, antes de salir volando al lado de una lechuza enana, parecida a un cerdo, pero con un encanto enternecedor—. ¿Esa es tu amigo? ¡Que tierno!

El par de aves se miraron entre ellas y luego se acurrucaron juntas. Draco salió de buhonera con una sonrisa en el rostro, recordando que cuando regresara ahí, tendría que traer al menos dos o tres barritas; dos para las aves y una para él.

• ── ◦ ◦ ── •

Cuando diez búhos pasaron por el gran comedor, deteniéndose en la parte de la mesa de Harry, mientras dejaban caer cartas, un periódico y un par de regalos; todos los alumnos se dieron vuelta para ver todo la emoción del lugar. Draco frunció el cejo, intrigado para saber que era lo que estaba llamando tanto la atención.

Theodore y Zabini, llegaron casi corriendo al comedor, con cuatro ejemplares de la revista de pacotilla que la niña lunática de Ravenclaw trataba de vender. Ambos chicos continuaban enfadados con él, sin embargo, eso no evitó que le hayan traído un periódico solo para Draco.

Le dio un sorbo a su té con leche, extendiendo el periódico frente a sus ojos. Se quedó un rato con el líquido en la boca, antes de que se acordara de que debía tragar.

"HARRY POTTER CUENTA TODA LA VERDAD: LO QUE SUCEDIÓ EN EL CEMENTERIO"

Para la hora del almuerzo, Umbridge ya impuso la orden a su brigada requisar todos los ejemplares que vieran de: "El quisquilloso" a cualquier alumno.

Draco, a pesar de ser el jefe (y por lo tanto, el que más debía acotar las ordenes). Decidió encantar ese ejemplar, como el resto de los alumnos, para releer el articulo hasta casi aprendérselo de memoria.

El decidió mantenerse escéptico ante las constantes declaraciones que aseguraban que el innombrable había regresado. En sí, no tuvo tiempo para preocuparse, pero gracias a las afirmaciones de su padre y su crianza; si el señor de las tinieblas regresaba, los años dorados para la magia llegaría. Seguía sin estar del todo convencido de ese discurso, porque como todos los criados en el entorno mágico, e incluso los que no, le temían.

Esa noche. Por primera vez se dio cuenta de la curiosa coincidencia de que, tanto para Harry como para él, esa noche significó un cambio de 180° para sus vidas. Como si hubieran estado destinados a sufrirlo.

Lo que más le afectaba de esa entrevista, era la parte en donde Harry se disponía a hablar acerca de las personas que vio esa noche.

«¿Y recuerdas a algunas personas? Tal vez nombres, aspecto o incluso su forma de actuar.

Todas vestían igual; túnicas negras con capuchas y portaban unas horripilantes mascaras que no me dejaban identificar quienes eran, no sé si eso fue planeado con antelación (lo más probable es que haya sido así), pero también traían algún encantamiento para modificar su voz. Colgado y atado desde la tumba del padre del señor tenebroso, solo pude identificar a algunas personas, aparte de Peter Pettigrew y el Innombrable.

Eran Lucius Malfoy, Crabbe, Goyle, Nott, Avery y Wakdeb Nacnair. Me acuerdo bien porque Él los mencionó, por sus apellidos y no pude evitar sorprenderme ante los apellidos. En Hogwarts estudian sus hijos y, es posible que ellos ni siquiera supieran que sus padres habían estado ahí esa noche. Por eso mismo, considero que los hijos no deben ser atacados por mi declaración, ellos no tuvieron nada que ver con lo ocurrido en el cementerio. Nada.»

En los pasillos, algunas miradas se daban vuelta hacia él. Draco trataba de hacerse el desentendido, porque como presa del decreto, no debía haber leído aquella entrevista.

Él no sabía nada acerca de lo que Harry relató. ¿Su padre, había estado ahí en el cementerio? No le impactaba, aunque si le molestaba haberse enterado de esa forma tan abrumadora.

Además que, en plena clase de encantamientos, mientras el pequeño profesor repasaba el incendio por quinta vez, Draco comenzó a formar una idea que le irritaba cada minuto más.

Si su padre hubiese llegado a la última prueba de los tres magos, como varios apoderados hicieron (sin importar si eran padres de los campeones o no), tal vez él no habría sido mordido. No obstante, Él prefirió servirle en el cementerio.

Esa era la razón por la cual, después de la mordida, cuando descansaba en su casa hasta la última semana de clases; su padre trataba de ignorarlo. Se sentía culpable.

De los recuerdos de aquella noche solo albergaba fragmentos; "un regalito por todos los esfuerzos que tu padre ha hecho por el señor oscuro". "El malcriado hijo de Lucios" o "La zorra de su esposa"

Cuando el profesor Flitwick le pidió que hiciera el encantamiento, Draco agarró su varita con fuerza, la apuntó contra el maniquí en la clase, con la mirada de Slytherin y Ravenclaw, en su nuca.

¡INCENDIO!

Una feroz llamarada salió de su varita, provocando que la gran mayoría de los alumnos gritaran de terror y se pusieran al cubierto. De su varita el brutal fuego acabó haciendo añicos el maniquí, al igual que la pintura de la pared y dejó el salón de clases con un intenso olor a quemado, que provocó en todos una dolida toz.

—¡Joven Malfoy, este es un hechizo muy peligroso! ¡Debe controlar las emociones cuando lo esté ejecutando! —exclamó el profesor Flitwick, limpiando el chamuscado suelo y la pared.

Draco se mordió la lengua para evitar responder algo voraz. Vio, el maniquí que puso el profesor antes de llamar a Padma Patil, los ojos de la chica se clavaron en su fruncido cejo; algo que interpretó como un sencillo "ve a sentarte, que todavía no acabo"

¡INCENDIO!

Terminó siendo castigado por provocar destrozos intencionados en la clase de encantamientos, aunque no le importaba. Agarró sus cosas, y salió sin mirar atrás a mitad de clase. Enfurruñado y alterado.

Si su padre no fuera seguidor del señor Oscuro, nada de eso hubiese ocurrido. Al fin se daba cuenta de eso.

Vagó por los pasillos hasta que bajó al primer piso, al baño de chicas que, según Pansy nadie usaba porque Myrtle la llorona lo custodiaba. Dejó por las baldosas su bolso y se apoyó contra el lavamanos, abrió el grifo con tanta fuerza que se rompió, y aunque no brotó agua de ahí, sí que saltaron algunas gotas que le mojaron el rostro.

Se miró en el espejo, cansado de ver sus ojos. Destellando de un color rojo. Era un monstruo, tenía razón. Con la manilla del grifo lo comprobó. Era una repugnante criatura producto a las acciones egoístas de su padre.

O tal vez, era una repugnante criatura creada a partir de las acciones indiscriminadas de ambos. No quería asumir la culpa, así lo criaron sus padres; un Malfoy nunca pide perdón.

Reparo —susurró agotado. La manilla salió de su mano y se volvió a unir al lavamanos. Dejó correr el agua y se lavó la cara, levantó la cabeza, para fijarse en que en el cuello y las mangas de su camisa, se habían mojado—. Soy patético.

Cerró la llave y comenzó a llorar. Hace tiempo que no lo hacía, recordó la inútil sensación liberadora que el llanto traía consigo. Pudo fijarse a su espalada como el espectro del cual hablaba Pansy, lo miraba con los ojos abiertos, sentada encima de la torre de lavabos central.

—¿Un chico? Hace tiempo que no venía ninguno a mi baño —comentó Myrtle, atravesando el lugar para sentarse, ahora, encima del lavabo conjunto a Draco, quien desvió la mirada, tratando de contener las lágrimas—. ¡Ah! Lo siento, no pares de llorar por mí. Me gusta tener compañía de vez en cuando ¿sabes?

—No tengo ganas de hablar ahora —contestó Draco mordaz. La chica se estremeció—, lárgate de una vez.

Una extraña sensación lo hizo dar un salto, al momento en que la fantasma lo abrazó por la espalda. Era rarísimo, como si estuviera bajo unas aguas heladísimas, pero sin mojarse aparte, la chica no olía a nada. Supuso que era porque estaba muerta y se trataba solo del eco de su alma.

Estuvo un par de segundos así, antes de que la chica se acomodara los lentes; estando seguro de que si ella fuera de un color normal, tendría las mejillas sonrojadas.

—¡Que mono eres! ¡Los chicos siempre son los mejores! —aseguró la chica—. ¿Cómo te llamas?

—Draco Malfoy.

—¡Bingo! Te imaginaba un poco más… robusto, pero no estas nada mal —mencionó Myrtle—. He escuchado de todo sobre ti. De vez en cuando vienen algunas chicas que no paran de profesar su amor.

—No quiero saber los detalles —interrumpió Draco, haciendo un mohín con los labios—, en realidad, esto ya es muy raro, creo que debería irme.

—¡Espera! Si te vas ahora me pondré a llorar —advirtió la chica. Aquella amenaza era casi inútil, pero aun así se quedó paralizado—. Me acuerdo de que Harry, claro cuando vino hace ya unos años, ¡Él también es muy mono! —Draco rodó los ojos. No tenía ánimos de escuchar los halagos a Potter en ese preciso instante—. No tienes que estar celoso Draco. El no dejaba de decir que le parecías un niño irritante, veo que has madurado.

Draco se acercó a la entrada, acomodándose su bolso sobre su hombro. Con una media sonrisa en los labios, como si se hubiese quitado un peso sobre sus hombros. Myrtle dejó de insistir en que se quedara, y en su lugar volvió a sentarse encima de los lavabos centrales.

Antes de salir Draco respondió:

—Créeme que, si le preguntaras otra vez, te diría lo mismo.

Salió a matar el tiempo merodeando por el pasillo. No podía regresar como un perro arrepentido a la clase de encantamientos, así que solo se dedicó a dar vueltas acompañado de su propia nube de pensamientos. Perdido en su soledad y el ruido de los salones de clase llenos de estudiantes.

Cuando rebuscó dentro de su bolso la revista, se quedó viéndola por un par de segundos antes de darse cuenta de que, mientas más releía le surgían dudas; respuestas que en la entrevista no se respondían. ¿De que hablaron, exactamente? ¿Cuáles eran los supuestos planes del innombrable?

Preguntas que solo una persona podría responder: Potter. El chico que se prometió nunca podría llegar a saber más que él.

En cierto punto no le molestaba creerle a Harry su versión, sin duda alguna era mucho más convincente que la que el ministerio dio en su momento. Una que era rebuscada y constantemente parchada. Cedric, el chico que el cáliz escogió como el alumno más inteligente y poderoso de Hogwarts, ¿muerto por un accidente? Eso era imposible.

"Cedric, es de los magos más poderosos que pude conocer, y me parece un insulto que digan que murió por un accidente con las enredaderas del laberinto. Eso es estúpido. Cedric murió tras haber sido tomado por imprevisto por Pettigrew. El cobarde lo atacó antes de que pudiéramos reaccionar y luego me aprisionó contra la tumba del padre de El innombrable."

Harry era de las pocas personas que conocían que se refería a el señor tenebroso por su nombre real. Estaba claro que durante la entrevista escrita habían censurado su nombre con los distintos apodos del señor tenebroso. Le asombraba el repentino cambio de actitud de Rita Skeeter, después de haber pasado todo cuarto año junto a Él y sus amigos, reuniendo información desfavorable acerca de Potter como un escarabajo.

Si todo lo que Potter reclamaba era cierto, eso significaba que la comunidad mágica estaba en peligro, y con ello su familia.

Su padre no lo comprendería, pero a pesar de toda la admiración que sus padres demostraban por el señor tenebroso; el solo veía en su imagen destrucción masiva. Sus comentarios del pasado, dichos con las palabras de un niño influenciado por el entorno, comenzaron a volverle irracionales.

¿Qué les aseguraba que ellos, su familia, no iban a terminar asesinados por Él?

Para saber eso, debía averiguar que era, con exactitud lo que el Innombrable le dijo a su padre. Si lo dicho fue desde una postura plagada con desprecio, eso solo se traduciría a que Él, los veía como simples peones, que podía mover como quisiera, en el momento indicado, sin preocuparse por sus muertes.

Tal vez era cierto, traería grandeza, pero ¿Cuál era el costo de ello? ¿Su propia vida? ¿Su dignidad? ¿Su futuro?

No estaba dispuesto a sacrificar lo poco que le quedaba, por una trato a largo plazo que aún estaba en la cuerda floja.

Se sentó en una de sus bancas, rebuscando entre sus cosas hasta arrancarle a un pergamino un trozo de papel. Con un lápiz grafito comenzó a escribir una nota que se guardó al bolsillo, antes de continuar merodeando por los pasillos.

Sus padres tratarían de hacerle cambiar su modo de ver las cosas, como siempre lo habían hecho y, aunque no creía en una paz mundial o en los héroes, era consciente que ese no era la forma de lograr la eterna plenitud.

Intentarían hacerlo recapacitar, sin embargo ellos se olvidaban de que ya no era un niño.

Ahora era Draco, alguien que trataba de sacar de lo malo algo bueno. Era complicado, en especial cuando toda tu existencia fue debido a un terrible error.

• ── ◦ ◦ ── •

1) Take me away_ Nico Collins.

¡Hola!

Mucho Gryffindor, Slytherin, Hufflepuff y Ravenclaw por el capítulo. Como que terminé media mareada de tanto mencionarlos.

Siempre me ha gustado la dinámica de Myrtle la llorona y Draco. Esta chica es una chismosa y de seguro que esta enterada de todos los cotilleos del colegio. Lo único que me perturba es como coquetea con los alumnos a pesar de que ella, en teoría, debe tener como cientos de años, si a pesar de estar muerta, también debería darse cuenta de este detalle ¿no?

THE_MACHINE