"¿Te quedaras a mi lado?

¿Me lo prometes?

Si dejo ir tu mano; volaras lejos y te romperás.

Tengo miedo (miedo)

¿Detendrás el tiempo?

Tengo miedo de que este momento termine

Como si nada hubiese sucedido

Y te perderé

Como una mariposa" ¹

• ── ◦ ◦ ── •

Le dio una breve calada a su cigarro, con la vista puesta en un punto indefinido y la mente perdida. Ni siquiera el mismo sabía lo que estaba pensando. Era como un murmullo, que no lograba traducirse.

Se sentó encima de la arena de piedras a las orillas del lago negro, devolviendo los pies al suelo, definiendo ahora a quien veía, identificaba a Pansy que le hacía señas desde el agua, agitando su mano derecha sobre su cabeza, mientras con la izquierda sujetaba su falda para que no se mojara.

—¡Ven! Está fresca —exclamó la chica, Draco rodó los ojos, negó con la cabeza y dejó salir todo el humo—. ¿Prefieres drogarte antes que pasar tiempo de calidad con tu amiga?

—Definitivamente, prefiero drogarme antes que pegarme un resfriado —contestó Draco—, hacen como veintidós grados y en la noche lloverá.

—Pero aún no, y ahora hacen veintidós grados—farfulló la chica, acercándose de vuelta a la orilla—. Quiero sumergirme, pero creo que eso sería indecente de mi parte.

—¿Por qué vería tu ropa interior de cuando tenías diez?

—Porque una dama no hace esas cosas frente a la vista de un varón con el que no está casada. —La voz de Pansy se tornó falsa y estricta, algo que le sacó una risa a Draco, quién apagó el cigarro en la arena húmeda—. ¡Que se jodan! Me voy a lanzar, y tú; también deberías hacerlo.

—Aún me queda algo de decencia.

Pansy se quitó su camisa, revelando el bonito corpiño de encaje, Draco quitó la mirada, al ver que se bajaba la falda que se enrollaba en la cintura para acortarla, tratando de ignorar el mayor tiempo a Pansy. Su Pansy, estaba semidesnuda al lado suyo, en un contexto para nada comprometedor.

—Oye Draco, antes de que me meta quería decirte una cosa —dijo la chica, arrodillándose a un lado de Draco. ¿Acaso no podía haberle dicho eso primero? —. ¿Me puedes mirar un momento por favor?

—Primero báñate, y luego me dices, no puedo tomarte en serio en este momento.

—Bueno, como tú quieras.

Volvió a dirigir la mirada al lago negro cuando escuchó el sonido de la chica zambulléndose en el agua. Era buena nadadora, ya que se mantuvo un largo rato bajo el agua, antes de salir como si nada. Recuperando el aire faltante sin verse desesperada, igual que una sirena.

Lo más cercano que había visto del cuerpo femenino antes, era por la revista porno que Crabbe les mostró a todos los chicos de Slytherin en tercero. A Draco le pareció repugnante como sus amigos casi se peleaban por echarle una buena hojeada a las lascivas modelos. Cuando Draco tuvo la oportunidad de revisarla, ni siquiera tuvo el valor de cambiar las páginas, así que se quedó con la imagen grabada de la chica morena de cabello rubio, que se movía en torno a la página adoptando posturas extrañas y forzadas, las cuales terminaban por cortarle el rollo "sexy".

Pansy, era casi como una hermana, sin embargo, reconocía en ella los constantes comentarios dirigidos a la chica. Era hermosa; delgada sin resultar excesivo como la modelo de la revista, con ese cabello corto que sabía que le asentaba, al igual que la sonrisa y su actitud rebelde.

Estuvo al menos diez minutos dentro del agua, antes de que una fuerte ventisca agitara los árboles y Pansy acabara por decidir que se iba a salir.

Draco se quitó su túnica e invocó un hechizo secador tan pronto se acercó temblorosa; no era el mejor con el encantamiento, pero al menos sirvió para que ya no tuviera restos de agua escurriendo por su cuerpo y el pelo quedara húmedo. Pansy tomó la túnica de Draco, sabiendo que le quedaría larga, se envolvió en ella y apoyó su cabeza contra el hombro de Draco, cerrando los ojos.

No se escuchaba ni el piar de los pájaros. Su música de fondo era el silencio, que de vez en cuando era roto por la respiración de ambos. Podía percibir el aroma del bosque prohibido, mezclado con el de Pansy y el agua dulce del lago. Recién la primavera se abría paso, y el sol decidió dejar de ocultarse detrás de algunas nubes para brindarles algo de calor.

—¿Te acuerdas cuando te dije que, algún día, íbamos a completar la verdad a medias? —preguntó Pansy en un susurro, levantando su cabeza. Draco por estar absorto en todo lo que sucedía alrededor suyo, no se percató de que la chica, mojó el hombro de su camisa con su cabello—. ¿Quieres que la completemos ahora?

—No puedo, Pans. De verdad que no puedo.

—¿Qué es lo que te censura, Draco? —La mano de Pansy se entrelazó con la suya, en un gesto amistoso para llamar su atención—. Tú eres mi verdadero único amigo. No voy a juzgarte ni engañarte.

—Lo dices porque no lo sabes —sentenció Draco, separando su mano para ponerla encima de sus piernas—. ¿Qué me censura? Miedo a perderte. También preocupación. No es fácil Pans. Yo continúo asumiéndolo.

Pansy se puso de pie, sujetando con fuerza la túnica de Draco, mirando el agua serena, que no se perturbaba ni por las palabras dolidas de Draco.

—Quiero que me enseñes la verdadera razón por la que no quieres ir conmigo al agua —pidió Pansy tranquila—. Siempre te gustó el nado. Tú ibas conmigo a natación ¿Te acuerdas?, íbamos a esa piscina para niños magos. Eras el primero en meterte y el último en salir. Tú me enseñaste a perderle el miedo al agua. —Draco levantó la mirada, mordiéndose el labio—. Ahí nos conocimos, nos hicimos amigos y luego fui tu vecina, y ahora no lo soy, pero si soy tu amiga. Me niego a...

Draco se levantó y se quitó la camisa escolar, interrumpiéndola. Era peor de lo que se imaginaba. Largas cicatrices cubrían por completo su torso, estómago, costados y espaldas. Draco dejó que Pansy posara su mano por algunas de las cicatrices más violentas, como la primera que se hizo, la cual abarcaba desde el comienzo de su clavícula hasta el hueso de su cadera derecha.

Pansy, entonces se fijó en la marca de su costado. La única cicatriz que no tenía forma de haber sido hecha con las manos. Era circular y se percató al instante de que se trataba. Esa era la marca que más le avergonzaba y odiaba. La de la mordida, que hace meses aún se podían percibir cada diente, pero ahora era solo un círculo color plateado.

Las lágrimas volvieron a saltar en los ojos de ambos. Pansy se apoyó contra el cuerpo de su amigo, sabiendo que Draco entrelazaría los brazos para sujetarla con la delicadeza de una muñeca de porcelana, porque así la percibían sus ojos; algo que debe de ser cuidado.

—Draco, eres un hombre lobo —aseguró Pansy, escuchando los sollozos agonizantes de Draco—. Eres el hombre lobo más hermoso que conozco.

Aquello le sacó una risa a Draco, entre tantas lágrimas.

—¿Acaso has visto a un centenar? —inquirió Draco, acariciando el cabello de Pansy—, o solo has visto dos, o has visto a demasiados que son unos tremendos ogros.

—He visto solo dos, así que estoy segura de que eres el más precioso que conozco. Porque eres Draco y, lobo o no, seguirías siéndolo. —La chica posó sus manos en las mejillas de Draco y le limpió las lágrimas. Draco le limpió las suyas—. ¿Ahora si quieres ir a nadar? Porque no me creo esa excusa de la temperatura.

Draco asintió y se dobló el pantalón de colegio hasta las rodillas. Dejó su el resto de su uniforme junto a la ropa de Pansy y se metió con ella al agua.

Cualquiera que viera la situación a la distancia, pensaría que eran una pareja disfrutando de la acogedora tarde; no obstante, para Draco y Pansy, los dos eran amigos dramáticos, con Draco tan deprimido que siempre que se ponía a llorar se asombraba de que aún le quedaran lágrimas. Los dos nadaban igual, porque aprendieron en el mismo lugar, y durante el tiempo en que pasaron dentro del agua no compartieron ninguna frase.

Un calambre en la pierna de Pansy, la obligó a salir del agua, acompañada por Draco. Cada uno secó al otro con su varita, con Draco percatándose de que era bastante malo en el encantamiento que Pansy, quien solo le dejó las puntas del cabello mojado. Se cambiaron con calma y volvieron a sentarse en la arena, riéndose de una broma invisible.

—Si, Pans, soy un hombre lobo —confirmó acostándose, con la mirada en las nubes—, ¿feliz? Esa es mi verdad.

—Y ahora forma parte de nuestros secretos —dijo Pansy—, pero me apena saber que no soy la única que lo sabe.

—Dumbledore, Snape, Madame Pomfrey, mis padres, Harry y tú.

—Y Hermione.

—¿¡Hermione?! —exclamó sentándose de golpe—. ¿Por qué carajo Granger lo sabe?

Pansy bajó la mirada haciendo figuras desconocidas con la arena—. Ella me ayudó a descubrirlo, bueno, en realidad, me lo confirmó.

—¿Soy de verdad tan malo para guardar un secreto? —preguntó Draco, dándose leves golpes en la nuca—Agh... ya no quiero continuar añadiendo personas a mi lista.

—No eres malo guardando secretos, solo que te reúnes con personas a las que tus problemas les afectan.

—¿Por qué le afectaría a Potter y Granger mis problemas?

—Bueno, es que es como una cadena ¿comprendes? Tú y Harry llevan años siendo rivales, enemigos, o lo que sean. Y están tan obsesionados el uno por el otro que es normal, que terminen descubriendo cosas no muy agradables —aclaró Pansy—. Hermione y yo somos la amiga de confianza de cada uno de ustedes. Naturalmente, en el momento en que el otro descubre ese "oscuro secreto", de alguna forma sus patrones de comportamiento cambian. Lo que nos da un indicio de que algo no va bien. Es más sencillo que de lo que suena.

—Creo que si a Goyle le pasara algo no me daría ni cuenta.

—Pero ¿Y si fuera Harry? —sugirió Pansy, poniendo un mechón detrás de la oreja. Draco rodó los ojos—. Ahí lo tienes.

Draco hizo un mohín con los labios, algo que le dio al indicio a Pansy de que ya estaba mucho mejor. Se levantó del suelo, extendió la mano para que Draco se levantara también y descalzos caminaron de vuelta al colegio, por la orilla del lago negro. Se habían ido a ese punto de la playa en donde poco a poco la arena deja de ser arena y se convierte en barro, entremezclado con los matorrales crecidos por la humedad de la zona.

—¿Puedo hacerte una pregunta para nada agradable?

—Estamos en proceso de exprimirme ¿no es así? Solo hazlo, pero no esperes que responda todo.

—¿Qué fue lo que Nott te mandó a hacer en el bosque Prohibido? Al final de cuentas, la apuesta era un secreto entre ustedes dos.

—Es una estupidez.

—Los mayores errores suceden por eso —añadió Pansy, poniéndose en el lado más cercano al agua—, dímelo. Yo juzgaré por ti según mi escala de estupidez, siendo diez lo más estúpido que pudiste haber hecho.

—Me retó a entrar y buscar el sostén de Abbott, que dejó encima de uno de los árboles —explicó Draco. Pansy, lo miró con los ojos bien abiertos—, y si él perdía debía entrar y dejar su calzoncillo en uno de los árboles. ¡No me mires así! Te dije que fue por una estupidez.

—Tres cosas, primero, no sabía que Nott se lio con Abbott, menos mal que su gusto en chicas ha mejorado desde entonces; segundo, ¿Qué obsesión tienen los chicos con hacer cosas tan asquerosas?; Y tercero, eso es un diez en mi escala de estupidez.

—De cualquier modo, sucedió, entré, estuve buscándolo diez minutos, me terminé perdiendo y luego escuché unos aullidos —relató Draco—, fue, horripilante, en ese momento comencé a buscarlos; sin embargo, eso fue peor, porque lo llamé a Él y su manada. —Draco se detuvo en seco, con los labios temblorosos, tratando de controlarse para no quebrarse. —Lu-luego de una persecución, me mordió.

—¿Quién es el? —cuestionó Pansy en un susurro.

—Greyback, Fenrir Greyback. Ese monstruo fue quien me mordió, quien me destrozó y quien me está buscando.

—¿Buscándote? ¡Draco! ¿Por qué te está buscando?

Draco cerró los ojos, controlando su respiración a duras penas. La carta llegó a su mente como un recuerdo mordaz y persistente.

—Eso no importa, Greyback es peligroso, porque tiene a todo un ejército de licántropos. —Draco se puso en marcha de nuevo—. Pans ¿Podríamos dejar de hablar del tema? Por favor, no quiero continuar en esta aura depresiva.

—Claro, no te presiono más —contestó Pansy, regalándole una de sus brillantes sonrisas—, pero quiero decirte una cosa antes de que sigamos avanzando.

Draco se quedó viéndola por un instante, era consciente de que Pansy no se percataba, pero cuando se mojaba el cabello sin usar ni Shampoo o acondicionador este se terminaba por ondular, dándole un aspecto ochentero.

—Fuiste muy valiente, en vivirlo, recordarlo, afrontarlo y decírmelo. Cuando leí la entrevista de Potter (sé que estaba prohibido, pero todos lo leyeron), no pude dejar de pensar en lo que me dijiste en vacaciones. Era la misma noche en la que Harry vio al Innombrable regresar y casi siento que no puede tratarse de una coincidencia.

» Potter, relató eso tan real y doloroso, que me di cuenta al instante de que no está mintiendo, y sé bien que tú piensas lo mismo. Quiero que sepas, que sea el bando que tomes, voy a estar contigo, porque mi legado, mi familia, nunca se ha abanderado por alguna de las partes. Ahora que la segunda guerra se acerca, no quiero seguir viviendo en una mentira, fingiendo.

» No voy a tomar ni el bando de Potter o el Innombrable, estoy escogiendo tu bando. No sé si es el vencedor, o el perdedor. Sin embargo, si tu bando es el que me asegura poder verte con vida, hasta el día en que dejemos de existir; voy a seguir adelante.

Todas esas palabras que salieron de la boca de Pansy, Draco las fijó en su cabeza, como si estuviera haciendo algo prohibido. Tanta seguridad, sinceridad y dolor en cada una que era casi como estar viendo su alma. Volvió a abrazar a Pansy con un largo lazo uniéndolos a ambos.

Ya no olía ni al bosque prohibido, el lago negro; su mente, sus sentidos estaban impregnados de Pansy, como si se grabaran a fuego vivo en su memoria. Quería que ella también sintiera lo mismo que él. ¿Lo estaba percibiendo? ¿Notaba su amor? ¿Su fuerza? ¿Su vida?

Ahora era manada, Pansy. Con el cabello ondulado, o liso. Con el perfume de durazno o el de pera. Pansy. Pansy. Pansy.

—Te quiero —pronunciaron los dos al mismo tiempo, pero no era amoroso o amistoso. Era sincero, familiar; conocido.

—Pansy.

—Dime.

—Nada, solo quiero memorizar.

—¿Qué cosa?

El sonido de tu nombre.

—Draco.

—Suena bonito ¿Verdad?

—¿Nuestros nombres?

—Pon más atención.

Pansy, entonces casi escuchó como si unos lobos aullaran a su espalda, pero seguía siendo de día y Draco sonreía, con el mismo gesto del niño pequeño que un día le ayudó a perder el miedo al agua.

• ── ◦ ◦ ── •

Estaba con Hermione y Ron en la biblioteca. A dos meses de los TIMO, los chicos decidieron que tal vez era momento de estudiar un poco y comenzar a preocuparse por su futuro.

Preocupación que solo duraría una semana antes del caos, pero todavía no nos enfoquemos en eso.

Se sentaron en la mesa más alejada de la sala, porque de haber usado la mesa habitual de Hermione (la central, para llegar a todas las estanterías sin necesidad de caminar demasiado), hubiesen sido interrumpidos cientos de veces por alumnos que pasaban y decidían conversar un rato con Harry. Reconocido ahora como el bastardo más interesante de Hogwarts (si es que antes ya no lo era)

De entre las materias que ese año más le dificultaban estaban: DCAO, pociones, historia de la magia y transformaciones. Siendo solo la primera una novedad. Harry era de los mejores lanzadores de hechizos de su generación, superando a Hermione en ciertas ocasiones (porque poseía experiencia con eso de no perder los nervios); sin embargo, era muy malo memorizando términos o movimientos. Aseguraba que uno no aprende a ser mago, uno lo siente y lo demuestra.

Ron, en cambio, no tenía el mismo problema de él. Memorizaba todo a través de la repetición excesiva, pero su único dilema era su poca capacidad de concentración. Harry en más de una ocasión tuvo que rechazar su solicitud para jugar al "tres en raya" o al "ahorcado". Juegos muggles, que Harry se dedicó a enseñarle durante sus vacaciones de verano y que terminaron maravillando a Ron por la sencillez de los mismos.

—Ron, se escribe «C-l-e-o-p-a-t-r-a» no «C-l-e-o-p-a-t-a» —corrigió Hermione, dándole un vistazo al apunte de Ron—. Si el profesor Binns encuentra una falta ortográfica así en el examen, te va a poner un insuficiente al instante.

Los chicos se dieron cuenta al instante que Hermione, como el resto de los años anteriores, repasaba sus apuntes de pociones. Claro que ya había aprendido de memoria como preparar una poción curativa de nivel medio, pero eso no significaba que no estuviera esperanzada en que Snape, la evaluara ese año como correspondía y no le bajara puntos solo por ser amiga de Harry. "Si, lo hago perfecto, no va a poder quitarme puntos aunque quiera"

Cuando Hermione estudiaba siempre traía consigo un temporizador que, cada media hora exclamaba "Descanso" y a los cinco minutos decía "Al trabajo". Según la chica esa era la forma más efectiva de mantener la concentración, aunque Ron se percató que a él le servía por minutos más cortos de estudios y también de descansos.

El reloj volvió a sonar, al momento en que Harry terminaba de leer, por quinta vez, la página cincuenta de su texto de DCAO. Vio la hora en el temporizador, percatándose de que eran las seis y media.

—Tengo que hacer otras cosas —avisó Harry, guardando sus apuntes—, supongo que los veré antes de la cena.

—¡Te acompaño! —exclamó Ron, entusiasmado de dejar el estudio de lado—, ¡Vamos Hermione! Yo no creo poder absorber ni una pizca más de materia por hoy.

—¡No! —respondió Harry, recibiendo una mirada extraña por sus amigos—. No es necesario que vengan conmigo; yo quedé con alguien.

Tanto Hermione como Ron se miraron entre sí. Ambos ya estaban al día con la situación amorosa de Harry, y su desastrosa cita de San Valentín; era imposible que tal ruptura fuera momentánea.

—¿Con Cho? Harry, no es bueno que vuelvas con alguien... —Comenzó Hermione, con el tono de una persona que iba a dar un discurso.

—No, no, yo... ¡Quedé con Luna! —mintió Harry. Dándole un vistazo a Ron, quien asintió y luego miró a Hermione mordiéndose el labio—, me dijo que era para comentar la recepción de la revista.

—Ah, vale.

Harry apiló sus textos y se quedó un par de minutos más hablando con Ron y Hermione. La chica estaba deseosa de querer saber toda la verdad, pero sabía que no podía aplicar sus técnicas recopiladoras de información con Ron presente. Así que se quedó con un mohín en los labios.

¡Al trabajo! ¡Al trabajo!

—Bueno, me voy, los dejo estudiar.

Sin esperar una respuesta salió apresurado de la biblioteca; antes de acudir a su encuentro con Draco debía dejar los libros en su habitación. En el cuarto, Dean dibujaba recostado sobre su estómago en suelo y Seamus, lo acompañaba mientras leía en voz alta el texto de Transformaciones. Entró tratando de no meter demasiado ruido, guardó su libros, sacó su capa de invisibilidad (solo por las dudas), y salió despidiéndose con un asentimiento de sus amigos.

Para cuando pasó por el reloj principal, se percató de que aún le quedaban diez minutos para llegar a la torre de astronomía, por lo que se apresuró. El lugar quedaba en la otra punta de la torre de Gryffindor, y como tampoco quería llegar tarde, comenzó a trotar.

En un pasillo, y después de ser detenido por más de diez de personas para chocar puños, se cubrió con la capa y así pasar desapercibido. A lo lejos ya divisaba la forma de la torre de astronomía, siendo alumbrada por las tenues luces castillo y el brillo que derramaba la luna sobre la estructura.

Dentro, pudo escuchar el eco de un par de voces, que venían desde lo más alto de la torre. Que, mientras más subía los escalones, pudo lograr identificar las personas que discutían.

—¡Jessica, te estoy diciendo que largues! —exigió Draco, en un tono mordaz— ¡No estoy jugando!

—Pero si la torre no es tuya. Yo quería ver las estrellas, incluso le pedí a la profesora Sinistra que me prestara un telescopio...

—Jessica, vete; puedes venir cualquier otro día.

—Hoy es el día perfecto, no hay nubes en el cielo —replicó Jessica. Harry casi la imaginaba cruzándose de brazos—. Tú no me puedes echar.

Eso pareció ser la gota que colmó el vaso. Harry subió al piso más cercano y solo tuvo que alzar la vista para que, a través de las franjas de los tablones, viera como Draco, tomaba por los hombros de forma violenta a Jessica. Para luego apuntar sus ojos a donde Harry se encontraba.

—¿Qué no puedo? ¿Sabes con quién estás hablando, niña? —Draco, le apuntó el broche de jefe de la brigada que colgaba de su túnica, algo que a lo Jessica respondió arrugando la nariz—. Te lo voy a repetir una última vez; Lárgate si no quieres que te mande donde Umbridge.

Ese tono de voz hizo a Harry estremecerse, y pudo ver que a Jessica le surtía el mismo efecto. La chica bajó los ojos, con un par de lágrimas cayendo de sus mejillas. Draco al darse cuenta de que logró hacerla llorar, trató de reparar el daño, limpiándole una lágrima. Jessica lo apartó de un empujón, con los labios temblorosos de ira.

—¡Pensé que eras distinto al resto de imbéciles de esa brigada! ¡Pensé que eras distinto a los idiotas de este colegio! —sollozó la chica tomando su mochila del suelo—. Esta es la única cosa en la que de verdad sirvo y no puedo hacerla por tu culpa. ¡Eres un maldito, Draco! ¡Desapareces de mi vida y luego regresas exigiéndome tus prioridades!

Jess.

—¡No quiero que me hables!

La niña bajó las escaleras casi corriendo, pasando al lado de Harry sin que se diera cuenta. Cuando ambos chicos oyeron el fuerte portazo que dio al salir de la torre, pudo escuchar como Draco se dirigía a él.

—Veo que disfrutaste del espectáculo, Potter. ¿Por qué mejor no dejas de esconderte y subes de una maldita vez?

• ── ◦ ◦ ── •

Butterfly: BTS.

¡Hola!

La escena entre Draco y Pansy, ha sido de mis favoritas, sin ninguna duda. Estoy tratando de hacer algo, que antes nunca intenté y es hacer que mis personajes se "enamoren de la amistad". Considerando que, en ciertas ocasiones, un amigo es mejor que una pareja.

BTW, también estoy tratando de mejorar en la descripción de ciertos momentos, y hacerlos más "humanos". Espero estar haciéndolo mejor.

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