"Veo una salida y puedo ver el sol en el horizonte
Pero se está volviendo más y más distante
Cada vez que te das la vuelta y miras hacia otro lado
Dios solo sabe a dónde me está llevando
Y toda nueva vida debe nacer de las cenizas
Pero estoy más que dispuesto a empezar de nuevo
Para empezar de nuevo". (1)
• ── ◦ ◦ ── •
Era cierto. Él lo llamó, él fue quien vino y, sin tapujos, le pidió que fueran juntos, pero aun así, pronto se arrepintió; y ni siquiera por una razón comprensible, sino por mero nerviosismo. Draco no comprendía, en absoluto, la ensalada de pensamientos que se le intercalaban en la cabeza. Así que tragó en seco y, sin darle más vueltas, salió del colegio.
Harry lo esperaba, luego de preguntarle eso (en donde quedarían) antes de caer dormido a través del espejo; A las afueras de la casa de Hagrid. Draco nunca se preocupó por ese lugar, porque no era necesario. No hasta ese instante. Se percató de lo solitario que lucía todo, a pesar de que los cultivos continuaban siendo cuidados (lo más probable por la amistad de Hagrid y la profesora Sprout), y la ropa gigante que continuaba tendida.
Harry, siempre que podía (un detalle que Draco notó tan pronto comenzó a quedar más con el chico), se cambiaba el uniforme o, al menos; se sacaba el cinturón que apretaba, sin respeto, el hueso de la cadera; tiraba la corbata lejos y se ponía una chamarra o camiseta. Ese día traía puesta una playera de quidditch. El nombre de Harry aparecía escrito en amarillo. Draco nunca comprendió la razón de ser de esas prendas, al final de cuentas, nunca las usaban en los partidos y, el único propósito era... ni idea. Draco le regaló la suya a Pansy, cuando aún salían y todavía no se la pedía de vuelta.
—Hey —saludó, agitando la mano con entusiasmo. Harry lo imitó y tras un instante continuó—: fui un imbécil.
—¡Qué espontáneo! Rebobina un poco.
—La polera, te echaron del equipo por mi culpa.
—Bueno la paliza fue conjunta y tampoco me arrepiento de haberte dado ese puñetazo.
—Eres un idiota y yo preocupándome por nada —farfulló Draco, fingiendo indignación en la voz—. Venga, larguémonos de aquí.
Draco se volteó encarando el bosque prohibido, dándose cuenta de que Harry no lo seguía. Arrugó el ceño y lo miró expectante.
—Pensaba que eso de ver a Grawp era una excusa para hablar conmigo.
—¡Te das mucha importancia, Potter! En realidad buscaba distraerme y no es como si pudiera ir a ver al gigante por mi cuenta.
—Es raro que seas amable por iniciativa.
Draco rodó los ojos y le hizo un gesto obsceno antes de continuar andando.
—Que no sea amable contigo, San Potter, no significa que no lo sea.
—No parece que seas amable con nadie, es decir, siempre tienes esa cara de molestia en el rostro. —Draco se giró, haciendo un mohín con los labios y apretando los dientes de forma involuntaria— ¡Ves! Esa misma cara.
—Para tu información y, según mi madre, soy un niño encantador, lamentablemente... baja tu cabeza, imbécil, casi te quedas más bobo de lo que eres... que te iba a decir ¡Sí! Confió en el juicio de mi madre no en el tuyo, idiota.
—Te quedaba bien el pelo largo, por cierto —mencionó Harry para fastidiar—. Eras muy linda.
—¡Cállate!
En el último instante, Draco logró esquivar una rama. Trataba de ignorar las risas poco sutiles de Harry, pero resultaba casi imposible. En determinado momento, no pudo evitar unírsele, a pesar de que la broma ya pasó, y solo quedaban las risas sin sentido.
Sacó la varita de dentro de la túnica y apuntó a Harry, que empezó a correr. Se escondió detrás en unos arbustos y buscó la varita, ambos chicos comenzaron una estúpida batalla, donde trataban de suprimir las risas para concentrarse en la magia.
Draco logró alcanzar a Harry con un hechizo crece pelo, ganando la batalla, sin embargo; como el pelo de Harry, hasta corto poseía vida propia, largo se volvió una incontrolable melena ondulada.
Harry tenía mechones disparados en todas las direcciones, rulos perfectos y otros que lucían como churros. Draco aumentó el volumen de las carcajadas; para devolver el pelo de Harry a la normalidad.
—Te queda fatal.
—¡Qué halagador que eres!
Harry se hundió los dedos en los rizos, sintiendo como la cabeza le pesaba menos. Ambos chicos guardaron las varitas y continuaron caminando.
Cuanto más se adentraban, comprendieron que era necesario ir guardando silencio. Una de las marcas que Hagrid hizo en la corteza de los árboles les hizo comenzar a disminuir la velocidad e ir cautelosos. Minutos después, se encontraron con el gigante que jugaba con un par de sartenes sin preocupación alguna.
—¡Hola, Grandote! —exclamó Draco, Grawp se volteó emocionado. Agitando los utensilios de cocina—. Mira, te quiere enseñar a cocinar.
—Como si tú supieras.
Los chicos se acercaron a Grawp, esta vez con el gigante enfocado más en Harry.
—Hagrid nos dijo que le enseñemos a hablar ¿no? —juzgó Harry, sentándose frente a la criatura—. ¡Grawp! ¿Qué sabes decir?
—¿Dónde está Jagi? ¡Grawp quiere a Jagi!
—Hagrid está de... viaje —mintió Harry—. Ahora estoy yo. Harry Potter.
—¡Potty! Grawp escuchó historia de Potty.
Draco soltó un gemido de burla ante el patético apodo (2). Harry negó con la cabeza irritado por la actitud de Draco para acabar por devolver toda la atención a Grawp. Draco se apoyó contra un árbol, dejó la bolsa en el suelo y se mantuvo con una mano apoyada sobre la varita (por las dudas) y la otra dentro del bolsillo de la túnica.
—¡Potty, venció al malo! ¡Sí! ¡Al peor, lo venció!
—Bueno, eso es lo que todos saben de mí. ¿Qué más?
—¡Potty tiene cicatriz! ¡Grawp quiere ver la cicatriz!
Harry lo complació levantándose del suelo, se acercó peligrosamente a Grawp que lo agarró y lo aproximó a sus inmensos ojos. Draco se puso en guardia, a pesar de que Harry no se inmutó al ser levantado del suelo.
—¡Estoy bien, Malfoy!
—¡Bájalo!
Grawp sonrió al ver la cicatriz, dejó a Harry en el suelo y se acercó a Draco, que presintió el siguiente movimiento. Se agachó, pero también fue levantado del piso, dejando caer la varita.
—¡Bájame! ¡No soy un juguete!
—¡Drany! ¿Por qué tu pelo es como la nieve? Grawp ha visto mucha nieve.
—¡No sé! Solo soy así —respondió Draco de mala gana, para luego mirar donde Harry—. ¡Dile que me baje!
—Tranquilo, no te va a hacer nada ¿Verdad Grawp?
—¡Amigos! Drany es amigo ¿Quieres ver un ardilla?
—¿Qué-?
Grawp dio dos pasos, que para Draco se sintieron veinte y dejó al chico sentado en una rama de un árbol. Draco se agarró como pudo del árbol, viendo a un par de ardillas rojas burlándose de él. No se atrevía a moverse, por miedo de que la endeble rama se cayera y él acabara hecho papilla.
Harry se reía ante la reacción de Draco, quien estaba pálido— ¡Esto no es gracioso! ¡Exijo que me bajes en este instante!
Grawp frunció el cejo y negó con la cabeza — Jagi me dijo que las cosas se piden con por favor y gracias.
—¡Verdad! ¡No seas maleducado!
Grawp parecía contentísimo de que Harry lo estuviera ayudando, por lo que esta vez estiró la mano hacia Harry para que el chico se subiera por cuenta propia al hombro de Grawp. Harry se sentó, con una sonrisa burlesca.
Draco se mordió el labio, pero tan pronto escucho un crujido, toda la valentía que ostentaba tener se fue al carajo.
—¡Grawp! Sácame de aquí... por favor.
El gigante agarró a Draco por el cuello de la camisa, y tan pronto sacó al chico de la rama, esta cayó al suelo. Draco se quedó mirándola un instante, hasta que Grawp decidió ponerlo al lado de Harry.
Grawp, anduvo por el bosque, (todo lo que la cadena que lo ataba a la pierna le permitía) con ambos chicos en aquellos gigantes hombros. Se detuvieron en una zona, sin árboles cubriendo el cielo, con un estanque brillante, que a Draco se le hizo conocida. Recordaba haber estado ahí, antes. De seguro como lobo. Tal vez se trataba del sitio que el profesor Firenze le comentó la primera clase.
Harry tiró de la camisa del uniforme, para que cambiar el foco de atención. Draco, se maravilló del paisaje que se lograba ver desde ahí. Donde las copas de los árboles eran más bajas y dejaban ver el castillo en el máximo esplendor. Con el sol llegando de frente y las montañas atrás, con poca nieve debido al próximo abrazador calor del verano. Harry se levantó, afirmándose siempre de la oreja del gigante.
No supo cuánto tiempo se quedaron ahí, apreciando, pero en el momento en que las nubes cubrieron un poco el sol, Draco sintió como el gigante soltaba un bostezo.
—Parece que Grawp hace siesta.
Regresaron al punto inicial, donde el gigante se agachó para que los chicos saltaran del hombro al suelo.
Draco, pasó por al lado del tobillo del gigante, percatándose que por tanto alboroto, acabó con la rama clavada en la piel. Lo que para el Gigante no resultaba nada más que una leve molestia por una astilla. Para los chicos era impresionante.
—Grawp, te heriste.
El gigante asintió y se sentó de un movimiento en el suelo. Los chicos temblaron por el impacto del peso del gigante, que incluso provocó que varios pájaros se fueran revoloteando del sector.
—Agh, dame mi bolsa, Potter.
Harry se apresuró a buscarla en el árbol, se la lanzó a Draco quien se acercó con cautela al gigante, sacando la varita.
—Grawp, te voy a curar, pero esto puede doler un poco ¿vale?
Grawp asintió y Draco apuntó a la rama, que sacó con lentitud de la piel. Grawp se mordió el labio, mientras Harry se ponía en guardia en caso de que el gigante le diera una patada a Draco para alejarlo, aunque esto nunca ocurrió; ya que Grawp se mantuvo firme hasta que toda la rama salió de la piel. Draco, con magia, hizo trizas la rama y dispersó el serrín en el aire.
De la herida brotaba la suficiente sangre como para llenar tres baldes, pero en comparativa a Grawp, era como la típica herida que sangra más de lo que duele. Draco, rebuscó en el bolso un botiquín de primeros auxilios; al hallarlo, examinó el contenido.
Tendría que usar todo el algodón y alcohol desinfectante.
Desde que comenzó a asistir, a las clases de madame Pomfrey, al menos semana por medio, que la mujer decidió darle a cada uno de los alumnos los implementos necesarios en caso de cualquier emergencia. Y Draco lo llevaba siempre en la bolsa; claro, nunca pensó que lo emplearía para un caso tan peculiar como curarle una astilla a un gigante, pero al menos eso demostraba que la mujer no mentía.
Todo el trabajo lo hizo con magia, porque por más que estirara los brazos no llegaba a la herida. Vació el contenido del alcohol y lo dispersó con una bola del algodón del porte de un arbusto (agrandó el algodón con magia). Cuando terminó de limpiar y verificó que ya no salía (demasiada) sangre de la lesión, apuntó a la piel.
Recordaba el encantamiento, pero como todavía no lo practicaba con diligencia, era consciente que dejaría una cicatriz. De cualquier modo prefería eso, antes de tener que venir todos los días a cambiarle el vendaje. Además, era Grawp, que lucía poco interesado en si le quedaba alguna cicatriz.
—Sabes hacer magia curativa... —señaló Harry, impresionado—. ¿Cómo-?
—No me hables, estoy tratando de concentrarme.
De la punta de la varita, salió un halo de luz que dio contra la herida. Intentaba mover la varita tal como Madame Pomfrey explicó: la fuerza era intensa lo que ocasionaba que no tuviera mayor opción que dibujar un patrón de cicatriz desigual.
»—Este encantamiento te será de mucha ayuda, Draco. En especial ahora que se acercan las vacaciones y vas a tener que cuidar tus heridas por ti mismo.
En el momento en que terminó, se quedó un segundo apreciando el trabajo con una sonrisa. Harry asintió. Quedó menos visible de lo que esperaba.
—¡Ya está, grandote!
Grawp se rio de pura felicidad, rebuscando dentro de sus pertenencias algo. Sin pensarlo dos veces, le entregó a Draco una sartén abollada, con una sonrisa ilusionada.
—Ah... Encantador, gracias.
Se despidieron con afinidad, y acabaron por marcharse. Sabiendo que era más fácil salir del bosque que entrar.
—Sabes hacer magia curativa.
—Si.
—¿Cómo? —repitió Harry—. Es decir, es supercomplicada o eso me ha dicho, Mione, cuando la probó.
—Bueno, solo las personas de un intelecto superior pueden hacerla.
Harry se detuvo a medio camino, bajó la cabeza esquivando una rama y al levantarla una sonrisa le adornaba el rostro con una genuina felicidad; ocasionándole a Draco un fuerte sonrojo.
—Acabas de insultarme, pero también de halagar a Mione. ¡Estás lleno de sorpresas!
—Lo que sea, imbécil. Estoy tomando clases extras con Madame Pomfrey. ¿Vale? Nunca fue mi intención decir que la sangre sucia, era buena... en algo.
—Pero lo hiciste, de forma involuntaria y, lo que significa, que es lo que de verdad piensas —indicó Harry—. Se parecen. Yo, ni aunque me pagaran, tomaría clases de medicina. Tengo suficiente con las clases que ya están en el horario.
—¿Medicina? No te refieras a la sanación como algo similar a esa basura muggle, que trata de imitarla. Es hasta bizarro. ¡Te inyectan jeringas con enfermedades! Y te abren el cuerpo para curarte.
—De alguna forma deben suplir los problemas de salud ¿no? Sin la magia, es complicado. Aunque no es tan mala como la pintas; por ejemplo, una vez mi primo me pegó fuertísimo en la cara (teníamos como ocho) y como mi labio no dejaba de sangrar, tuve que ir al médico que me puso tres puntos.
—¿Puntos?
—Puntos de sutura —clarificó—. En pocas palabras te "cosen" la piel para acelerar la curación.
—¿Vez que son primitivos? ¡Coserte la piel! ¡Por merlín! —exclamó Draco, con un escalofrío recorriéndole la espina dorsal. Se imaginaba a si mismo con la espalda llena de suturas, para curarse las heridas mensuales y era una imagen espantosa—. Además... ¿Qué mierda con tu primo? O sea, esta como un elefante, pero ¿incluso desde niños?
Harry soltó una risotada, recordaba que sus tíos lo terminaron por castigar a él por haberlos hecho gastar tiempo yendo al hospital y por "provocar" a Dudley que se ganó una suspensión.
—Bueno, yo reventé las ventanas del salón de clases, de pura rabia... ¡Aunque no te equivocas! Dudley siempre fue grande y gordo.
Continuaron el camino, con Harry quejándose por un par de minutos acerca de Dudley. Draco concordaba en todo, porque, de lo poco que se acordaba de él, debido al verano; Le dio una terrible impresión, además de ser, en exceso, patoso. Al final, se encontraron con un tema más interesante, que Dudley y las estupidez del mismo.
—Las acromántulas están por... —mencionó Harry, tratando de orientarse y apuntó a la izquierda—. Por ahí. Tienen una manada (¿Se dice así?) inmensa, y casi nos mata a Ron y a mí.
—El unicornio...
—Primero, creo que por allá —señaló Harry, dándose media vuelta—. Estabas tan asustado...
—Cállate, imbécil.
—Oye... Tú, ¿te enteraste alguna vez de quien era el que bebía la sangre del unicornio?
Draco negó con la cabeza. Rozando las asperezas de la madera en las yemas y el olor fresco del pino en la nariz.
—Era Quirrel ¿no?
—Era Voldemort.
El sonido del nombre retumbó por el bosque. Draco se paralizó por un instante, tratando de recuperarse de la impresión inicial y seguir avanzando.
—No digas ese nombre...
—Es un nombre. Si le sigues temiendo...
—¡No importa! No lo nombres como si nada... ¡Tú!... bastardo de mierda ¡Hmph!
Harry arrugó la nariz, y continuó avanzando. Las ramas que pisaba crujían en un volátil sonido, al mismo tiempo en que se le presentaba un leve dolor en la cabeza. Ya no quería continuar andando...
—¿De verdad era él?
—Si.
—Todo el tiempo estuvo detrás del turbante de Quirrel. No tengo ni idea de la historia que te han contado, pero esa es la realidad.
—Yo pensaba que él era un mortifago rezagado... veo que no es tan sencillo.
Cuando salieron del bosque prohibido, el dolor de cabeza de Harry lo hicieron incapaz de continuar hablando. Ambos chicos entraron al castillo como si nada, tratando de ignorar el hecho de que, los pocos estudiantes que los vieron entrar juntos se sorprendieron al instante.
Fue entonces que Harry no lo soportó más. Se aferró a Draco, cayendo de rodillas al suelo, tomándolo desprevenido. Los estudiantes se sobresaltaron, dejando que algunos fueran a buscar a un maestro mientras el resto se quedaba observando la situación.
Draco, se quedó paralizado, viendo el dolor que deformaba el rostro de Harry. Se agarraba la cabeza y tiraba de la piel, como si intentara sacar algo de sí mismo.
Intentó ayudarlo, más no pudo, ya que Ron acababa de hechizarlo, para dejar que una soga le rodeara el cuerpo, que se tensaba si quería resistirse al agarre. Cayó al piso sentado, sabiendo que aquel golpe le dejaría un moretón, al mismo tiempo en que Harry era socorrido por Ron y Hermione.
En el momento en que llegó McGonagall, estuvo más que claro. Habían supuesto que Draco maldijo a Harry, quien, del mero dolor, se desmayó. Soltaron a Draco del amarre de las sogas y él, a pesar de querer seguir al grupo que se llevaba a Harry tembloroso a la enfermería, no se le fue permitido. Se quedó aturdido en la entrada, con los ojos de los estudiantes puestos en él. Despertó en el momento en que Pansy llegó corriendo y él la miró confundido.
—¡¿Estás bien?! ¡Escuché lo de la pelea y vine tan rápido como pude!
—Pe-pelea... Harry y yo, no peleamos —murmuró—... ¿Qué mierda acaba de suceder?
Se aferró a Pansy, soltando el sartén que provocó un sonoro ruido. La chica dejó que Draco la abrazara al mismo tiempo en que espantaba al resto de estudiantes con fuertes movimientos.
—Así que ahora lo llamas Harry ¿eh?
No respondió nada, porque las ganas de Draco para excusarse por algo dicho con el corazón y no con la razón: eran nulas.
• ── ◦ ◦ ── •
Sirius estaba arrodillado. Esta vez lo veía desde otra perspectiva.
Voldemort tomaba la varita en una forzada postura, manteniendo una bizarra sonrisa; rondó el cuerpo de Sirius, como si se tratara de una presa. Sirius se quejaba, con los mechones del cabello pegados a los costados de su anguloso rostro por el sudor y algunas manchas de sangre que le caían de la frente.
—¿Dónde está? ¡Dímelo!
—¡Jamás te lo diré! ¡Mátame si quieres! Porque de mí nunca obtendrás nada.
—¿Lealtad? ¿Acaso es eso? Tu otro amigo soportó media hora de este espectáculo antes de tenerlo a mi merced —mencionó Voldemort, quien agarró a Sirius del mentón y le acarició los labios ensangrentados—. Podemos entretenernos un largo rato, si eso quieres.
—Tortúrame, pero de mí no obtendrás nada. No soy tan débil como esa asquerosa rata.
Las palabras de Sirius sonaban dolidas, pero claras. Harry pudo percibir como deseaba llorar; no obstante de los ojos no salieron lágrimas. Deseó ir a proteger a su padrino, pero se percató de que volvía a ser la mascota de Voldemort, esa horripilante y macabra serpiente.
—No puedo matarte aún... Eres necesario. ¡Crucio!
Harry despertó de un sobresalto. Madame Pomfrey dejó las botellas de medicina a un lado y lo miró confundida, al igual que Hermione y Ron que se sorprendieron al verlo volver en sí mismo de repente.
—¡Harry! ¡Despertaste! ¿¡Estás mejor!? Escuchamos con Ron lo de tu pelea con Draco y...
—¿Pelea con Draco?... Yo no peleé, bueno no importa. ¡Acabo de ver algo importantísimo!
Harry trató levantarse, pero Madame Pomfrey tomó a Harry por los hombros y lo obligó a que se volviera a sentar.
—¡Usted no se va a ningún lado, jovencito! ¡Debe descansar!
—¡Pero, Madame Pomfrey! Ya estoy mejor ¿ve? —dijo Harry, señalándose a sí mismo, que sudaba por la reciente visión—. Fue cansancio por las pruebas, nada más. Estaré mejor, pero debo irme.
—¡No, no! ¡Usted se queda!
Harry presionó las manos encima de la sábana. No le gustaba estar perdiendo tiempo de esa forma innecesaria. Él se encontraba fresco como lechuga, y debía ver de que trataba ese asunto.
—Bueno... ¿Puedo hablar con mis amigos en privado? ¡Le prometo que me quedaré!
La mujer se lo pensó, pero se alejó, cerrando las cortinas de un hábil movimiento. Hermione y Ron se sentaron, cada uno a un lado, y con los ojos bien puestos en Harry.
—Él tiene a Sirius. ¡Estoy seguro! Lo vi en ese departamento de misterios, yo era la serpiente y...
—Espera, espera... ¿Sirius en el ministerio? —cuestionó Ron— ¡Harry eso es imposible! Él debe estar en Grimmauld Place. ¡Ha estado confinado ahí desde el año pasado!
—Sí, pero yo lo vi... era frío... Era Sirius sufriendo y Voldemort le preguntaba acerca de algo, que no quería decir. ¡Debo ir allá!
—No sé, Harry. Es peligroso —señaló Hermione, tomándole de las muñecas—. ¿Y si fue un sueño? Quizás incluso se trate de una trampa... deberías descansar y ya verás como mañana...
—¡HERMIONE NO PUEDO QUEDARME SIN HACER NADA! —gritó. Sus amigos abrieron bien los ojos. La ira de Harry era algo temible, en especial porque se notaba que sufría—. ¡No me importa! Voy a ir, ahora mismo a comprobar y...
Hermione y Ron se miraron entre ellos y asintieron al mismo tiempo.
—Vale, pero primero debemos comprobar si no es solo una pesadilla... Debes ver que siga en Grimmauld place.
Ron le dio la razón, a lo que Hermione asintió con una media sonrisa. Harry accedió. Levantándose en silencio de la camilla, y poniéndose los zapatos. Los chicos abrieron las cortinas y Madame Pomfrey los esperaba, con el cejo fruncido.
—Se que quieren hacer, y no los voy a dejar —avisó la enfermera, apuntando a los muchachos con la varita.
—Lo siento, Madame Pomfrey. Usted me cae super —aseguró Harry—. Pero debo irme.
Sin pensarlo demasiado, Harry le dio un golpe a la camilla para que esta hiciera efecto dominó y chocara con una estantería llena de frascos vacíos. Los tres aprovecharon el estruendo para salir corriendo de la enfermería, subir por la primera escalera y escapar. Tras dos minutos se metieron a un pasillo, con la respiración agitada.
—Ok, Ron, tengo que entrar a la oficina de Umbridge. Ron ve a buscar mi capa a la sala común y el mapa y no sé qué mierda más, por favor. Tu Hermione, me vas a ayudar a entrar.
—Esto es una locura.
—¡Estás en lo correcto! Por eso seremos tres quienes vamos a ayudarte —dijo una voz atrás de Ron que lo hizo soltar un chillido. Luna sonrió pacífica—. ¿Qué tal?
—¿Luna? ¿Qué haces aquí?
—Esa es mi línea, yo me escondía de los gnomos que me han robado, otra vez mi par de zapatillas favoritas... Pero como escuché sobre una infiltración, lo mío puede esperar.
—Luna, no —sentenció Hermione firme, alejándose con Harry—. Es arriesgado y no...
—Me da igual. ¡Voy a ir! Porque soy tu amiga.
Los chicos se miraron por un segundo y asintieron. Ron salió corriendo en dirección contraria, subiendo las escaleras de dos en dos, mientras el resto iba dirección al quinto piso. Cuando se encontraron frente al despacho de Umbridge, y luego de comprobar que estaba vacío, se adentraron.
—Luna, vigila la entrada, Hermione tú aquí. Yo voy.
Fue una orden, sin matices. Harry agarró un puñado de polvos flu, pronunció la dirección sin titubear, y al instante en que unas llamas lo consumieron, se encontró cubierto de cenizas, encima de la cara alfombra de la gran familia Black.
Todo el lugar yacía en un sepulcral silencio. Algo que le dio el indicio a Harry de que las cosas no iban bien. Se sacudió la ropa y llamó a Sirius y Lupin a los cuatro vientos, sin recibir respuesta alguna. Subió las escaleras, entró a la habitación, y empezó a buscar a Kreacher. Quien se encontraba escondido en la alacena de la cocina, con malhumor y hastió.
—Kreacher ¿Dónde está Sirius y Remus?
—Kreacher vuelve tener a este maldito sangre mestiza aquí, ordenándole que hacer, como si fuera usted mi ama —murmuró el elfo de mal humor, cerrando la puerta de la alacena—. Es igual de impertinente que el hijo mayor. Traidor a la sangre todos, unos ingratos... Si usted estuviera, ama, estos insensatos...
—¡Kreacher! ¡¿Dónde está Sirius?!
—Mira, ¿Quién se cree este? Gritándole a Kreacher como si fuera su elfo doméstico. Kreacher por eso odia a los magos mestizo como estos niños.
Harry, sin soportar el desaire por más tiempo, abrió de una patada la puerta de la alacena, sorprendiendo al elfo, y lo agarró por la túnica.
—¡¿Dónde ESTÁ SIRIUS?!
—Uh... El impertinente niño salió, junto a ese sangre enferma... sí, pero Kreacher no quiere saber nada. Kreacher no quiere que regrese, de esa forma no tendrá que lidiar con traidores y desvergonzados humanos.
Harry soltó al elfo y se fue de la cocina, confirmando todas las dudas. Si Sirius salió, era por algo importante, y lo más probable es que, de alguna u otra forma, se hubiese enterado de lo que sucedía en el departamento de misterios.
Tomó otro puñado de polvos flu, pronunció la chimenea de Umbridge, con los ojos del elfo clavados en él. Salió disparado afuera de la chimenea. Hermione se arrodilló, limpiándole las cenizas del pelo.
—¡Está en el ministerio! Kreacher me dijo que salió y-y...
Escucharon un fuerte portazo. Umbridge entró, encontrando a Harry en aquella incriminatoria escena. Luna trataba de empujar a la mujer que la doblaba en peso. Quien sonrió al ver a los chicos; Hermione y Harry se miraron entre ellos, antes de salir precipitados por la puerta. Junto a Luna y los gritos de Umbridge que llamaba a toda la brigada.
A mitad de camino se encontraron con Ron, que no entendía de que corrían y, cuando Luna pasó, se le unió Ginny y Neville, que querían saber de qué y porque escapaban. Para darse cuentas, en pocos minutos, y al ya no saber dónde correr, se hallaron en medio del cuarto piso; rodeados de la brigada inquisitorial, encabezada con Umbridge.
Draco, llego de los últimos, junto a Pansy. Nadie sabía que era lo que sucedía, pero el simple hecho de que Umbridge lo quisiera a todos, fue suficiente para que los miembros se abalanzaran sobre ellos. Draco se acercó a Harry, Pansy a Hermione. Ambos estaban confundidos, pero supieron al instante de que, fuera de lo que se tratara, no podían hablar en ese momento.
Metieron a todos los chicos a la oficina. Draco dejó a Harry en la silla, volviéndolo (a Harry) protagonista de la situación, mientras Draco se colocaba a espaldas de Umbridge.
—Bien, Bien... ¡Así te quería ver Potter! ¡Largándote a hurtadillas del colegio! ¿A quién fuiste a ver? ¿No será a tu particular padrino?
—No sé de qué está hablando.
—¿No sabes?, No te hagas el desentendido, Potter. Pero tranquilo, ya verás como todo saldrá a la luz rápido. Déjame adelantarte, querido que tú y tus amigos, arriesgan sus plazas en Hogwarts —dijo la mujer, encantada—, pero no nos adelantemos a los... ¡Mira! Ya llegó el profesor Snape... ¡Hola, profesor! ¿Trajo lo que le pedí?
Snape se detuvo a analizar el plano un segundo antes de hablar. Posó los ojos en Harry, y tras un instante en Umbridge.
—Veritaserum... Una lástima, ya no me quedan reservas, las últimas dosis las utilizó con el joven Jordan ¿No habrá usado todo? Ya sabe que solo son necesarias un par de gotas.
—Pero... Usted puede hacer más, ¡haga más! Podemos esperar.
—Claro, aunque el tiempo de maduración del Veritaserum es de un mes... Sí está dispuesta a esperar eso.
—¿Un Mes? ¡No tenemos ese tiempo, profesor! No, no. ¡No me voy a quedar así!
Harry vio a Snape, y sin pensarlo demasiado gritó.
—Profesor., canuto está en el lugar que ya sabe.
—¿De qué está hablando? ¿Canuto? ¿Quién es canuto? ¡Exijo una explicación!
Snape, afiló la mirada—. Ni idea, debe estar delirando, pero si ya no requiere nada de mí, va a tener que excusarme, profesora.
Snape salió de la oficina con prisas y Harry se quedó, mirando a Umbridge.
—Bueno... si me lo pones así, no hay otra opción, querido. Yo, traté de nunca llegar a este método, pero una maldición cruciatus va a aflojar tu lengua. ¿No es así?
La mujer levantó la varita contra Harry, Draco se despegó de la pared al instante, al igual que todos los estudiantes, que se sorprendieron ante estas declaraciones de Umbridge.
—Ya te digo que esto me duele más a mí, que a ti, querido. ¡Cru...!
—¡No! ¡Harry, dile! —Gritó Hermione, sorprendiendo a Umbridge— ¡Si tú no le dices, yo le diré!
—Hermione... ¿De qué...?
—¡¿De qué está hablando, Granger?! ¡Ya SABÍA YO que usted tenía que ver!
La chica se mordió el labio y miró a Harry afligida.
—Del arma secreta de Dumbledore. Nosotros dos sabemos dónde está.
Todos ahogaron una exclamación, y Harry intentó no sorprenderse. Umbridge arrugó la nariz y asintió.
—Malfoy, vienes conmigo. El resto, ningún movimiento ¡Pienso acabar con esto en este instante! —ordenó la mujer, haciéndole un gesto a Hermione y a Harry—. Tu escolta a Harry, yo me encargaré de la sangre sucia.
Harry no era consciente a qué se refería Hermione, pero deseó que su amiga supiera lo que hacía.
El problema era que ella estaba realizando la mayor improvisación que alguna vez tuvo el valor de hacer.
• ── ◦ ◦ ── •
Notas:
1) Foreign Hands: George Ogilvie.
2) Potty, en ingles significa: Orinal, de ahí la risa de Draco.
¡Hola!
A partir del próximo capítulo comenzará la recta final de la primera parte de "Esclavo de la luna". ¡Sigo alucinando con el apoyo que le han dado! Actualmente ya me encuentro escribiendo los capitulos de la segunda parte, y solo anticiparé que se vienen muchas revelaciones.
Q&A:
Pregunta Anatayume: si, ya iba a reclamarte por matar a Fang! espero que pronto continúes, definitivamente se está armando un buen grupo, todavía me preocupa lo que Voldy pueda obtener de la mente de Harry que perjudique a Draco, Snape aún sigue molesto con Draco? cuando revelará Nott lo que descubrió?
Respuesta: Por el momento Snape está resentido con Draco ya que desafió su confiianza en ams de una ocasión y la situación del pensadero fue la gota que rebalsó el vaso.
Nott pronto le revelará lo que descubrió; Los sucesos de este capitulo, por ejemplo, trascurren el sábado despues de los TIMO, por lo que estan en ese periodo de Relax post semana de exámenes. ¡Muchas gracias por comentar!
Pregunta Murtilla: Que buen capítulo!
Me encanta esos roces amorosos que tiene. Draco y harry
No me acordaba que draco fuera tan bueno en encantamientos
A esperar los resultados
Me gustaría que nott hablara con draco ahora q tb sabe su secreto. Quizás ayude con el tema del libro
Saludos!
Respuesta: Los roces de Harry y Draco son lo que mantiene con vida. jjajaj, De verdad que disfruto construír esa tensión sexual entre ambos.
Draco siempre ha sido bueno con la magia, al final de cuentas, se supone que es el segundo mejor del curso (despues de Hermione), por lo que en general se maneja bien en el ambito que sea.
Estamos en el periodo post exámenes. Nott va hablar con Draco pronto.
¡Muchas gracias por comentar!
The_Machine
