"(Vamos Eileen) Te lo juro

En este momento lo dices todo

Tú con ese vestido, debo confesar mis pensamientos

Bueno, son sucios

Vamos, Eileen"

• •

Draco se cruzó de brazos, en una postura impenetrable o eso pensaba. Se sentaron a orillas del lago negro. Sin zapatos, con los pies metidos en el agua. Nott traía la comisura de la boca herida, aunque Draco no le preguntó el por qué.

—Draco, la semana pasada, creo... ya no me acuerdo... descubrí que escondías una poción en tus cosas.

—¿¡Te metiste a mi cajón de la ropa interior?! —exclamó Draco, lanzándole un puñado de arena— No, esa no es la pregunta. ¿Qué te hizo meterte ahí? Mira, no sé qué clases de gustos tengas, pero yo no los comparto.

—No soy gay. Tengo de novia a una chica preciosa, por si te olvidabas.

—Ya... ¿Entonces porque te metiste ahí? Eres un asqueroso...

—Buscaba mi libro de runas, Draco y lo tenías metido en tu puta ropa —señaló Nott, quitándose arena de encima—. Mira que para guardar un libro ahí...

Draco abrió la boca y volvió a cruzarse de brazos.

—Lo que sea.

—Explícame lo de las pociones.

—No eres idiota, Nott. A esto quieres llegar ¿no? ¿A qué ya lo sabes?

El chico se llevó una mano al cabello y miró a Draco al rostro.

Igual a un toro charoles, por el cejo fruncido, cabello blanco y piel pálida. Nott atesoraba la mala costumbre de comparar las cosas con el ganado. Creía que eso resultaba tierno, hasta que un día le dijo a Daphne que ella era similar a una vaca rubia.

Nott aprendió varias cosas ese día, la más importante: que las chicas no se sienten complacidas de ser comparadas con vacas, aunque estas fueran de las que Nott consideraría como el ganado más hermoso.

—Se que eres un hombre lobo.

Draco asintió y ni siquiera trató de negarlo. Nott supuso que Draco era consciente que no valía la pena tratar de negar algo que Nott dijo con tanta seguridad.

—Ves... te dije que no te odiaría por eso.

—¿Me odias por otra cosa?

—Odiar es una palabra dura, Draco... Estoy molesto, porque me hiciste creer que tus ideales de la sangre estaban bien puestos —suspiró Nott—. Mi papá me hizo llegar una carta. No quiere que vuelva a juntarme con un traidor a la sangre.

Draco esbozó una sonrisa burlesca—. Con esta, van siete veces en el día en que me llaman así... creo que me estoy acostumbrando.

—¿Tan siquiera importa cómo te llamen? Ya no eres sangre pura, Draco, pero estoy seguro de que eso ya lo sabes. —Draco se encogió de hombros—Mi papá me dijo que atacaste a tu propio padre para proteger a Harry Potter. Le creo. ¿Sabes por qué? —Draco negó con la cabeza y adoptó una mirada de cordero asustado (El lobo es un cordero, que curioso)—. Porque te veo capaz de hacer eso por un amigo. Se que si la vida de Pansy corriera peligro, tú la protegerías a pesar de ser consciente de las consecuencias.

» En el desayuno, en el momento en que Zabini te lanzó ese tenedor, yo me puse tenso y peleé con él... Ahora ya no me quiere ver tampoco. No sé muy bien por qué hice eso. Solo lo hice. Creo que eso te sucedió en el ministerio. Hiciste lo que considerabas correcto.

» Draco, tú desde comienzos de año estás molesto conmigo y no sé por qué.

Nott vio como Draco hundía las manos en la arena y se mordía el labio con fuerza.

—Por tú...

La voz de Draco se cargó de resentimiento.

—¿Qué?

—¡Por tu puta culpa me convertí en esta cosa!

Eso no se lo esperaba. En realidad, Nott no tenía demasiado claro que era lo que esperaba escuchar. Pero... ¿Cómo? ¿Cómo hizo que mordieran a Draco sin saber que lo había hecho?

—¿Qué? Draco yo no...

—No te acuerdas porque para ti no fue importante. ¡Pero para mí fue la peor noche de mí vida! ¡Fue tu culpa! Y la mía... Fue nuestra culpa, pero fui el único que sufrió las consecuencias ¡Estoy harto!

Nott sintió como las manos se ponían tan frías como el agua. Agarró el brazo de Draco al notar que el chico se quería largar del lugar, sin embargo, no lo dejó.

—No me acuerdo, Draco... ¿Qué ocurrió? ¿Cómo te hice eso?

Draco le contó la historia completa. A Nott se le cayó el mundo encima y se percató como una pequeña acción era suficiente para arruinar toda una vida.

—Draco yo...

—Fuimos unos tontos. Éramos idiotas, seguí tu juego por las risas.

—Lo siento tanto...—se disculpó Nott—. Lo siento tanto. Lo siento muchísimo... Pero, no me acuerdo de lo ocurrido. Lo lamento.

Nott no mentía. En absoluto, recordaba el torneo, la apuesta, el cadáver de Cedric, pero Draco no se veía por ningún lado, como si una espesa neblina le cubriera los ojos.

—¿Cómo? ¿Me estás jodiendo?

—No, Draco. Yo... por más que lo pienso, no hay nada.

Guardaron un silencio introspectivo.

Con lo ocurrido con Cedric, que opacó el resto, a Nott se le quedó grabado eso. La apuesta era un pasatiempo, ante la expectante espera de quien ganaba la copa e incluso, tras ver el cadáver de Cedric, los profesores obligaron a los estudiantes a irse a las salas comunes, para no causar mayor revuelo.

Lo superficial de esa noche fue olvidado por los chicos, pero a Nott aquello le dio mala espina.

Él no era del tipo de personas que dejaban las cosas descuidadas. Le gustaba observar. Ser el amigo sobrio que se acordaba de las vergonzosas acciones del grupo.

—Lo siento, no me acuerdo demasiado...

—Ya no hay nada que hacer —suspiró Draco, desordenándose el pelo—. El tema es que, comencé a interactuar más con Potter. Con lo metiche que es, acabó descubriéndolo y como nadie lo sabía... me sentía solo ¿vale? Y terminé por apreciarlo más de lo que pensé que podría.

—Este año, ha sido una locura. Nunca pensé que tú y Potter podrían llevarse bien —declaró Nott, volteándose a ver a Draco, quien miraba con ojos perdidos al horizonte del lago negro—. Luego de lo del ministerio... mi papá me dijo que atacaste a tu propio padre; eso es impresionante.

A los niños criados en familias puristas les dejaban claro desde la cuna, que si llegaban a desafiar al cabeza de la familia, las cosas iban a ir cuesta abajo para ellos. «Hazle caso a tu padre, Nott, es un buen niño» Nott siempre se comportó como el mundo esperaba. Como su madre esperaba. El simple recuerdo de ella, lo tranquilizaba siempre que quería cometer un acto de sublevación adolescente.

Draco miró pensativo el agua, lanzó una piedra que rebotó tres veces y acabó por hundirse.

—Nott, no comprendo... ¿Por qué me hablas? ¿Por qué insistes en acercarte? Sabes lo de mi enfermedad, podrías difundirlo y yo no podría reclamarte. Te he tratado como la mierda todo el año. Y tú aún...

Nott estiró el brazo, lo colocó encima de los hombros de Draco y le apretó esa parte; diferenció el hueso de la clavícula que se marcaba incluso con la camisa del uniforme puesta.

—Draco, ¿no te lo dije hace un tiempo? Somos amigos. Siempre te he considerado como un gran amigo. Si, es verdad, has sido un gran hijo de puta en varias ocasiones, pero nunca olvidaré lo que hiciste por mí... Nunca olvidaré nuestra promesa.

—¡Éramos niños, Nott! Y-yo, ya no soy ese Draco... Nott, hemos cambiado, por favor, si para ti es mejor que no me sigas hablando, que no nos sigamos viendo... por favor, hazlo.

—¿Quieres que dejemos de ser amigos? —cuestionó Nott, deslizando el brazo por la espalda de Draco—. Lo de mi padre es problema de él, yo nunca le dije que se vuelva mortifago... tú tampoco le dijiste a tuyo que lo sea.

Draco continúo rebatiendo las palabras de Nott e intentó separarse. Nott acabó por aburrirse de esa actitud, y sin pensarlo, lo tomó por ambos hombros con fuerza.

—¡Draco! ¡No pienso dejar de ser tu amigo cuando recién has comenzado a volverte un individuo separado!

Draco abrió mucho los ojos, se llevó los dedos a los labios y sacó los pies del agua para atraer las piernas al pecho.

—Ese es el problema, Draco, toda tu vida has crecido para convertirte en lo que tu padre quiere que seas, pero ahora te comportas quien tú mismo quieres volverte...—señaló Nott y Draco agachó la cabeza—. Draco, yo tampoco tengo idea de quién soy y quien no soy, es decir, en unos cuantos días vas a cumplir dieciséis... aún nos queda tiempo para ser mayores de edad, pero ¿eso significa que ya debemos tener claro quiénes somos? No lo sé... solo sé que quiero seguir siendo tu amigo, porque estoy conociendo a la persona de verdad.

Nott pudo percibir como Draco asentía lento con la cabeza y sin dudar Nott empujó a Draco hacia el agua. Draco quedó empapado de pies a cabezas y miró incrédulo a Nott, que sonreía altivo.

—Toma eso como mi venganza por hacerme malgastar mi tiempo con el idiota de Potter.

Draco sonrió y sacó la varita de la túnica mojada, bastó agitarla para que una gran cantidad de agua se desprendiera del río y diera contra Nott.

—Toma eso como mi venganza por meterte en mis cosas sin mi permiso.

• •

El féretro yacía cerrado por completo, pero dispuesto en medio de la fría sala. Flotaba y era rodeado por flores de todas las tonalidades y tamaños.

A Draco no le gustaban esa clase de eventos. Porque lo hacían sentir mal. La empatía se le clavaba en el alma y no podía dejar de pensar en el evento.

Recordaba ese olor húmedo, de la ocasión en la que tuvo lugar el velorio de su abuela. Ese día Abraxas Malfoy, su abuelo, era rodeado por un aura desbastadora tan inmensa, que Draco se limitó a verlo desde lejos.

El problema con el mundo de los magos era que ellos no se encomendaban a ningún Dios. Incluso juzgaban que la religión era absurda y una pérdida de tiempo. Al final de cuentas, cualquier bastardo con suficiente poder, podría llegar a igualar el poder de un Dios; tanto creativo como destructivo.

No obstante, en ese tipo de ocasiones, resultaba despedazador. ¿A dónde fue la persona que conoció? ¿En qué se convirtió?... ¿Para eso vivían? ¿Para morir sin gracia?

Escuchó los llantos de Theodore desde la primera hilera de asientos. Draco apretó la mano de Lucius, como avisándole que se iba a separar y se acercó a su amigo, mientras se desabrochaba el primer botón de la camisa que le ahorcaba y se quitó el corbatín que no le gustaba como lucía en él.

—Hola, Theo.

Theodore se sorbió la nariz y con los ojos empapados miró a Draco

—Hola...

Draco no era adulto y no se recordaba con exactitud la palabra que decían en esos eventos. Empezaba con "p", pero tampoco era consciente del significado; así que se limitó a sentarse al lado de Theodore y apoyar la mano en el hombro de su amigo.

—¿Por qué, Draco? Mi mamá no lo merecía, ella era grandiosa. ¿Por qué se fue?

La muerte le resultaba tan extraña y lejana. Iba a suceder, eso lo tenía claro, pero siempre supuso que sería el día en que tuviera canas en el pelo; pese a esto, la Sra. Nott, era igual de joven que Narcisa, incluso más, ya que aún gozaba del rostro invicto de cualquier signo de edad.

—No lo sé, Theo.

—¿A dónde se fue? —lloró Nott, con ambos ojos puestos en el ataúd—. Mamá era buena, era linda. Quiero verla. Es todo culpa de papá... Ellos me la quitaron... Draco yo la vi irse. La vi; fue terrible.

Draco apretó la pequeña mano en el hombro de Nott y le robó la atención. Draco lloró un poco, porque le apenaba ver el desconsuelo en la cara de Nott.

—Ella se fue a un lugar donde mi abuela también está —dijo Draco—, estoy seguro de que es un sitio maravilloso. Nos reencontraremos con ellos, o eso espero...

—¿Y los malos? ¿Están con mi mamá?

—No, ellos se volvieron polvo y para que no nos pase lo mismo, hay que ser buenos... eso me dijo mi mamá. Que tenemos que ganárnoslo.

Draco, agitó los pies que no llegaban a tocar el suelo y se fijó en como Nott se limpiaba los ojos. Asintió. Era probable que no fuera la mejor versión de todas, pero era la que Draco esperaba fuera cierta.

—Por ahora, creo que tenemos que vivir aquí, y al llegar el día vas a ver de nuevo a tu mamá.

Nott abrazó a Draco de improvisto, quien respondió el contacto después de un segundo de duda.

—Estaremos bien.

—¿Me lo prometes? Que serás mi amigo siempre, hasta el día en que nos vayamos.

Lucius y Narcisa miraron con pena a Theodore. Draco se levantó del asiento, tomó el arreglo de flores de las manos de Narcisa y los puso a los pies del ataúd. Tras un rato, se volteó hacia Theodore, que no dejaba de llorar.

Te lo prometo, Theo.

Draco acabó por limpiarle las lágrimas.

• •

Una bandada de pájaros bajó del cielo y dejó caer un sobre frente a los platos de los alumnos de quinto año. Esa mañana se despertaron con la expectación de saber que en unas cuantas semanas podrían irse a casa por el resto del verano.

La normalidad poco a poco se abrió paso. Harry, desde que habló con Ron, estaba más tranquilo y bastó un par de días para qué las preguntas acerca de lo sucedido disminuyeran, aunque era consciente que, en parte, ayudaba el factor de que toda la comunidad ya se encontraba enterada de todo.

No todo. Se suponía que por el momento Harry y Dumbledore eran los únicos que conocían toda la verdad.

Ciertas noches hablaba con Draco a través del espejo, para que el chico le dijera, sin entrar en detalles, que ahora convivía en una relación un tanto complicada con Slytherin completo, situación que hizo a Harry sentir culpable.

—Yo lo decidí por mi cuenta.

—Pero prácticamente no tuviste elección.

—Por eso mismo. Lo decidí con completa convicción —contestó Draco, arrastrando las palabras somnoliento—... las decisiones son más fáciles de tomar si estás contra la pared.

Harry deseaba siempre tener que vivir así. Tomar todas las decisiones importantes con la adrenalina embriagándolo. Era sencillo (y arriesgado, pero lo asumía).

Harry abrió el sobre tranquilo. Supuso que en ese punto ya nadie le recriminaría si en los exámenes sacaba un desastroso... tal vez, incluso por pura pena, Harry estaba cualificado para pedir entrar a los éxtasis de cualquier asignatura.

Previniendo unos supuestos resultados nefastos, abrió el folletín de notas.

—No me fue tan mal...—suspiró Hermione, soltando el folletín de notas. Ron dejó el sobre a medio abrir, para revisar las notas de la chica.

—¡Pero si tienes extraordinario en todo menos defensa contra las artes oscuras!

—Por eso... y yo que estudie tanto —suspiró Hermione, sirviéndose un poco de leche. La chica se deslizó un par de centímetros para espiar los resultados de Harry—¿y a ti...? ¡UN EXTRAORDINARIO EN DEFENSA CONTRA LAS ARTES OSCURAS!

Harry cerró el papel y lo volvió a meter dentro del sobre. Ese era el único extraordinario. El resto eran supera las expectativas y un aceptable en astronomía... tenía un desastroso en adivinación e historia de la magia. Pero tampoco le impresionaba demasiado esos resultados.

Comprobó la notas de Ron, percatándose de que a él le fue un poco mejor. Ya que solo poseía un desastroso en Adivinación... Harry le atribuyó esa ventaja al haber crecido en una familia sangre pura y mágica. De seguro que esa historia ya se la contaron sus padres.

Vio a la mesa de Slytherin, donde Draco sonreía orgulloso. Le guiñó un ojo y volvió a guardar las notas dentro del sobre.

Hasta a Neville le fue bien. No increíble (tuvo cuatro desastrosos), pero sí bien. Al menos tuvo un extraordinario en herbología. Algo bastante predecible.

En la noche, Draco le restregó en la cara como tuvo casi la misma cantidad de extraordinarios que Hermione, un supera las expectativas en transformaciones y un aceptable en adivinación (que casi no le interesó). Todo apuntaba a que esa era una asignatura para rellenar el horario, y a nadie le importaba demasiado sacar malas notas.

Tras recibir las notas, las clases perdieron importancia. Al ser de quinto no debían partirse el lomo con los exámenes finales como el resto de los cursos. Los días parecieron más cortos y en muchas asignaturas, Ron sacaba una baraja de cartas (Harry enseñó a jugar escoba en el verano), las revolvía de manera mediocre y apostaban plumas o sickles por partida.

Ron era demasiado bueno en los juegos de cartas, así que a la tercera partida consecutiva de ganar, Harry dejó de jugar.

De la profesora Umbridge no quedaba rastro. Dumbledore la despidió incluso antes de verla regresar del ataque de los centauros y la última vez que Harry la vio, Umbridge salía con aspecto desgreñado del colegio, con las maletas detrás. No le daba ni un atisbo de pena. Esa noche, el banquete incluso estuvo más lleno de exquisiteces.

Las cosas cambiaron un poco, al llegar el cinco de junio. Draco se le vio, tras varios días de esconderse detrás de un libro, feliz. Del cielo le cayeron un par de regalos, uno era una torta entera que compartió con los pocos amigos que le quedaban en la mesa de Slytherin.

—Es su cumpleaños —señaló Hermione. Ron puso los ojos en blanco y clavó un trozo de pollo con el tenedor.

—¡Con razón es tan pesado! —exclamó Lavender, haciéndose un espacio al lado de Harry y saludó a Ron con una sonrisa tan enorme como el sonrojo—. ¡Es géminis! Harry, lo leí en Corazón de bruja... No es buena idea hacerse amigo de un Géminis... ¡Tienen doble cara! ¡De seguro que el ascendente es en escorpio!

—¡La luna la debe tener en leo o aries! —agregó Parvati Patil, cruzándose de brazos—. Ahora tengo ganas de sacarle la carta astral... Harry ¿quieres que te saque la tuya? Necesito que me digas la hora exacta en la que naciste.

Harry comprendió tan poco lo que la chicas le dijeron que negó con la cabeza—Nah... paso.

En cuanto el desayunó terminó, Harry se levantó de la mesa con el cejo fruncido de Ron clavado en él. Harry sacó una manzana verde de la mesa y logró atajar a Draco antes de que este fuera el último en abandonar la mesa de Slytherin.

—¿Qué quieres, Potter?

—¡Feliz cumpleaños! —exclamó Harry, extendiéndole la manzana. El siguiente regalo que Draco tenía en las manos, eran un par de libros y una carta. De su familia, pensó y se corrigió: de su madre—. No sabía que hoy era tu cumpleaños. Pero te gustan las manzanas verdes ¿no? Espera, creo que tengo...

Draco miró los movimientos nerviosos de Harry, de los cuales no comprendía la razón. Sacó un par de bombones rellenos de mantequilla de maní, de dentro del bolsillo.

—Mis favoritos.

—Sí, ... Me acuerdo que me lo dijiste. También son mis favoritos.

Draco tomó la manzana y se llevó un bombón a la boca, con una sonrisa inmensa.

—Gracias, por el detalle.

Draco se robó un plato limpió del comedor, en donde depositó una generosa porción de torta que le regaló a Harry, quien agradeció. Draco acabó por desordenarle el pelo, dispuesto a largarse, pero Harry alcanzó a agarrar el brazo de Draco.

—¿Eres géminis?

Draco frunció el cejo.—. ¿Eh?... Si.

—Creo que yo era Leo... si no me equivoco ¿Cómo se llevan esos dos signos?

Draco puso los ojos en blanco y se agachó un poco para quedar a la altura del oído de Harry.

—¿Qué sucede al juntar aire con fuego, Potter?

—Un incendio.

—Ahí está tu respuesta.

Draco se soltó del agarre y se marchó. A Harry le quedó la duda de si se llevaban tan bien como para generar un incendio o si al encontrarse eran capaces de llegar a ser tan destructivos como uno.

Pensó en eso todo el día, en el dormitorio se comió el trozo de torta más deliciosa que tuvo la oportunidad de probar junto a Hermione y Ron (que se doblegó porque se trataba de comida) y con el estómago llegó a una conclusión.

Un incendio siempre impresionaba.

• •

La última luna llena, que pasaría en Hogwarts, fue en su cumpleaños.

Antes de ir a buscar a Madame Pomfrey, Draco releyó carta que Narcisa le envió.

"Cielo:

Feliz cumpleaños, querido. Feliz cumpleaños. La torta la hice con tu tía Andrómeda, aquí no hay restricciones, puedo cocinar lo que quiera sin hacerlo a hurtadillas. Se que te gustan los dulces que no son empalagosos, espero que te guste tanto como a mí hornearla.

Cumples 16 mi Draco. Disfruta de tus 16.

A esa edad comencé a salir con tu padre ¿sabes? Y durante un tiempo fui la adolescente más feliz del mundo.

Draco, todo irá bien. No estoy molesta contigo, te quiero mucho, no me enfada que te hayas hecho amigo de Potter ni tampoco que hicieras lo que hiciste en el ministerio, Draco. Te lo prometo. Estoy contigo siempre, porque te quiero, porque eres la cosa más importante en mi mundo. Draco regresa a casa a salvo. Es lo único que necesito.

Cuídate mucho, mi Draco. Te espero.

Deseándote un feliz cumpleaños, te quiere:

Mamá".

Le creyó (a Narcisa. A su querida madre) y fue a encerrarse a la casa de los gritos con el corazón lleno del amor de su madre.

Al despertar la mañana siguiente, con varias heridas soportables, lo primero que hizo fue buscar ropa que ponerse. Encontró la túnica raída y como el lobo dejó los chocolates de Harry intactos.

Se llevó uno a la boca, con la varita apuntado a sí mismo y trató de curar las heridas más violentas.

• •

—Ayer la luna se vio tan bonita.

Draco se volteó a Jessica que se separaba del telescopio. Draco apreció la luna gibosa menguante, con una sonrisa.

—Me gusta más como está ahora.

Los dedos de Jessica rozaron el cuello de Draco sobre el parche y agachó la cabeza para ocultar una lágrima que le resbaló de los ojos. Draco volvió a colocar la tapa que protegía el lente y tomó a Jessica por los hombros, a lo que la niña se le aferró al cuerpo.

—No quiero que sea verano... No quiero volver a casa...

—Tranquila, nos volveremos a ver.

Pero aquello no era lo que Jessica quería oír.

• •

—Otro año ha llegado al fin. Siempre es bueno mirar al término de un ciclo nuestros logros y errores. Las cicatrices que ese tiempo nos dejó. Recapacitar lo que aprendimos y mirar lo que se viene a futuro. Aquí me quiero detener, queridos estudiantes; se vienen periodos oscuros, terribles y desalentadores. Tiempos donde los días irán de peor en peor, pero busquen siempre en cada uno ese atisbo de esperanza, ese deseo que los hace levantarse y continuar caminando. Les aseguro, que si tienen esto en mente, podrán seguir adelante sin detenerse. Vean a sus amigos. Busquen en ello la felicidad, busquen en sí mismo que los haces únicos y caminen por la senda correcta... no el camino más fácil.

Harry sintió la mirada de Draco clavarse en él. Se volteó y asintió. Era momento de avanzar.

• •

Harry, ahora, se aburría menos en los viajes.

Ginny peinaba el largo cabello de Luna, quien le expresaba el entusiasmo que retenía acerca del viaje que iba a hacer con su padre en el verano. Neville sostenía una planta entre las piernas y le explicaba a Harry con ilusión que esperaba que al llegar a casa los arbustos de vainas de viento hubiese florecido.

Harry afirmaba lo que le decían, con la mirada puesta en el paisaje. Casi se quedaba dormido hasta que Neville lo agitó para llamarle la atención.

—Harry... alguien quiere verte.

Draco, puertas afuera, intentó hacerse el desinteresado aunque no le salió demasiado bien. Le señaló a Harry la cajetilla de cigarros que guardaba dentro del bolsillo interior de la túnica. Harry se deslizó por el asiento para abrir la puerta.

—¿Quieres entrar?

Draco examinó al grupo con la nariz arrugada. A pesar de toda la aventura en el ministerio, Draco seguía guardándose unos cuantos prejuicios hacia los amigos de Harry.

A Luna no pareció importarle, ya que agitó con fuerza la mano y lo saludó.

—Hola, Draco... Hace un tiempo que quiero preguntarte una cosita — dijo Luna. El chico alzó una ceja—. ¿Eres un vampiro?

Draco frunció el cejo, esbozó una mueca pensativa, y acabó por exclamar con marcado sarcasmo.

—¡¿Pero cómo lo has descubierto?!... ¡No mi secreto! En realidad, ahora mismo me voy a llevar a este desgraciado para nutrirme. Venga Potter, no tengo todo el tiempo. ¡Me muero de sed!

Draco lo agarró del brazo y Harry se limitó a poner los ojos en blanco, tratando de no mostrarse divertido ante forma en la que Draco le mostró los dientes a Luna, sabiendo que no enseñaba gigantescos colmillos de vampiro.

—Ah... ya vuelvo.

Harry siguió a Draco a pesar de las protestas de Luna. El pasillo los encaminaba por un trayecto sin personas de por medio.

—Si sigues así te van a quitar tu puesto de prefecto —señaló Harry—, mira que no hacer tus supervisiones para fumar...

—¿Y qué más da? Nunca pasa nada, somos británicos; nos enseñaron a cómo comportarnos en un viaje, Potter.

Llegaron al último compartimiento, que como era habitual, se hallaba vacío. Harry supuso que era porque debías caminar demasiado para llegar ahí y siempre chocabas con un amigo en medio camino.

Harry bajó la cortinilla y extendió la mano para que Draco pusiera el cigarro encima.

—Tu amiga rubia me agrada —dijo Draco, poniéndose el cigarro en la boca. Lo encendió con habilidad, aspiró toda la nicotina y lo soltó al hablar—, tiene un estilo muy peculiar. Como si nunca estuviera aquí, aunque considero que su gusto por los chicos es horripilante.

—¿A qué te refieres?

—Sale con Longbottom ¿no? Mira, que para estar con tipo como él... vaya rollo, que te hable todo el día de estúpidas plantitas.

Harry se cruzó de brazos y apoyó el cuerpo contra la ventana.

—Te crees muy superior ¿eh? No sé si están juntos, aunque a Neville se les nota a leguas que está enamorado de Luna; pero ten por seguro que a Luna le gusta que Neville le hable de plantitas.

—Qué aburrimiento, de verdad.

—Eres un pesado, señor vampiro.

Draco soltó una risotada y se rascó el cuello.

—¿De verdad tengo pinta de vampiro?

Harry lo miró de pie a cabeza, como se apoyaba contra la ventana con elegancia. Draco observó el paisaje que se desdibujaba y abrió la ventanilla para que el humo escapara, para acabar por regresar la atención a Harry, quién encendió el cigarro y lo fumó. Eran de los de Eddie, se notaba en el mundano sabor.

—Alto, pálido, delgado, ojeras y vestido de negro —señaló—, pues sí, aunque te faltan los colmillos.

Draco se pasó la lengua por los dientes y abrió la boca. Le crecían al experimentar demasiado enojo y ahora no lograba contener la sonrisa.

—Hablando en serio, nunca me han gustado los vampiros. Son unos raros, con esa obsesión por olerte y decir tu tipo de sangre.

—Veo que conoces a un par...

—No son tan repudiados en el mundo de los magos como los lobos. Supongo que le juega a favor el estilo o que sean inmortales; ya sabes, tienen como un montón de contactos. —Draco miró de reojo a Harry que lo observaba interesado. Sintió la malicia subirle por la garganta, junto a una calada del cigarro—. Contactos de cualquier tipo, Potter... de seguro que ser un vampiro significa haber experimentado con un sinfín de mujeres...

—Eres un pervertido —acusó, con un mohín con los labios—, como si tan siquiera los vampiros tuvieran la suficiente sangre como para que circulara por ahí.

Draco soltó una risotada, acompañado por Harry.

—¿Y me llamas a mi pervertido? Eres un hipócrita, Elegido.

—No me llames así.

—¿Cómo, pervertido o elegido? ¡Incluso riman!

—Muérete, Malfoy.

Una calada más y Draco se acercó a Harry. Desde cerca Draco se notaba vivo, con las mejillas un poco sonrojadas y uno que otro lunar en el cuello. Las mordidas del cuello desaparecieron sin dejar rastro, algo que hizo a Harry en especial alegre.

—Hoy hueles distinto, Potter —dijo—. Como si estuvieras contento.

«Y dice que los vampiros son los raros» pensó Harry.

—¿Tu mami no te dijo que no es de buena educación el oler a las personas, Malfoy? —Harry se apoyó contra la pared, contuvo el aire en los pulmones. Los ojos de Draco empezaron a brillar y parecía estar haciendo un esfuerzo considerable por no acercarse demasiado—. Aunque es raro... nunca me siento feliz por las vacaciones de verano, pero tengo la esperanza de que este año será distinto.

—La dinámica con tus parientes fue peculiar —señaló Draco, que dio un paso, seguido por otro. El cigarro ya iba por la mitad y Harry tenía el suyo abandonado entre los dedos—, pero estoy seguro de que si me presento en tu casa, me sacaran a patadas.

—Si acaso, podría ir a la casa donde te vas a quedar... Algún día... a pasar la tarde.

—¿La de mi tía Andrómeda? ¿Te da morbo, Potter? Ver la casa de mi familia, la de esa parte de mi familia que ni siquiera yo conozco.

Harry trató de responder, pero Draco estaba tan cerca que una sensación extraña le albergó. Era asfixiante y tentador al mismo tiempo. Los labios de Draco eran finos y de un color rosado. No podía dejar de observarlos, para concluir que, si Luna llegara a ver a Draco igual de cerca que Harry, se daría cuenta al instante que no era un vampiro.

El único problema es que Luna no tendria ningún motivo para estar tan cerca de Draco.

Draco vivía, al igual que Harry. Destellaba vida, una que Harry en el ministerio se aseguró de cuidar, aunque en ese ahora se daba cuenta de ese detalle.

—Hueles como salado, Harry... Estás sudando demasiado ¿no crees?

Harry se lamió los labios, con una gota de sudor cayéndole desde la frente hasta la barbilla. El cigarro se le cayó de los dedos. Draco olía a plata, era extraño y la cercanía que mantenían no le incomodaba. En realidad, Harry determinó que si acercaba aún más, seguiría estando bien. Draco giró la cabeza y soltó el aire en los pulmones, para que este se fuera por la ventanilla. Al volver el cuello a la posición original Harry notó las pestañas blanquecinas de Draco.

Draco llevó el cigarro a la boca de Harry, quien lo fumó sin poder quitarle los ojos al carácter tan peculiar con la que Draco se relamió los labios.

—Salado...

La puerta se abrió y Draco se dio media vuelta para frotarse los ojos. Harry tosió y pisó el cigarro al percatarse quien entró.

—¡Draco! ¡Aquí estás! —exclamó Pansy, con los brazos en jarras— espera... Ah... Potter, y fumando esa basura muggle.

—Pans —contestó Draco, mientras veia a Harry tratando de no ahigarse por la impresión—, conversábamos del verano... ¿Planes?

La chica frunció el cejo y miró escéptica a ambos. Tomó el cigarro de Draco y le dio una probada. Harry, notaba lo preciosa que era Pansy, con ese largo delineado y las uñas negras.

—Ni idea. Creo que ir a Escocia, otra vez... Aun así, debemos irnos —sentenció Pansy, que aplastó cigarro contra la cornisa de la ventana y lo lanzó afuera—, debemos entregarle el turno a la maravillosa Granger y ya quiero sacarme el uniforme de una maldita vez.

—Te contactaré, Potter —se despidió Draco, guiñándole un ojo.

Harry esperó un rato ahí dentro, porque quería controlar los latidos del corazón y ventilar el compartimiento. Se secó los restos de sudor con la playera y regresó donde sus amigos. Ahora Luna peinaba a Ginny, mientras colocaba flores que guardaba en una caja.

—¿Estás bien? Según mis apuntes, tan pronto te chupen la sangre debes comer algo nutritivo —señaló Luna, separándose un poco para poner una mano sombre la piel de Harry—. ¡Estás ardiendo!... ¿será un efecto secundario de la mordedura? No te habrá dado la mordida con la condición ¿no?

Harry se apoyó contra la ventana y suspiró.

—Luna, Draco bromeaba. No es un vampiro.

Luna chasqueó la lengua y continuó peinando a Ginny.

Ginny miró en dirección hacia Harry y alzó una ceja— Entonces... ¿Cuál es tu razón para estar ardiendo, Harry?

No respondió nada y se quedó con las manos atrapadas entre los muslos. Sin poder quitarse los ojos brillantes de Draco de la mente.

• •

Juraba que lo iba a morder.

Agradeció a Pansy por interrumpirlos. Cada vez resultaba más complicado estar cerca de Potter sin tocarlo. Aunque fuera lo mínimo.

Un roce, desordenarle el pelo, susurrarle cosas cerca del oído.

No reconocía si era lo mismo con Pansy, al apartarle el pelo del rostro o apoyarse en contra para embriagarse del aroma frutal.

A ella no la quería morder.

Lo de Potter era distinto. Como primitivo y furioso.

El corazón no le dejaba de latir con fuerza y por más que intentara dormir no se lo sacaba de la cabeza. El hambre. Esos ojos verdes. El ansia. La piel morena. El cigarro.

Ya no le quedaba cordura. Se derrumbó encima de la mesa y Pansy le dio vuelta a una página de la revista de adolescentes brujas que leía.

—Potter y tú se han vuelto cercanos ¿eh?

Lo quería morder. Casi volvía a sentir el sabor de la sangre de Harry en la boca.

—Supongo, es sencillo hablar con él. Le impresiona lo mágico a pesar de que es un mago.

—¿Solo hablar?

—¿Qué más? Es un avance, a comienzos de años quería hundirle el puño en la cara y romperle los lentes.

Si tú dices, —dijo Pansy, dibujando un asterisco arriba de un vestido —¿Crees que me vería bien en rojo?

Pensaba que si (y se lo dijo), porque a Pansy le quedaba bien todo lo que usaba; al igual que Potter, en especial si utilizaba esas sudaderas rojas...

Quería hundir los dientes en esa carne, ver como el rostro se mostraba adolorido. Que se tiñera carmesí. Que le suplicara por compasión.

Pansy se reía de él. No era gracioso o tal vez si lo era, pero como a Draco le sucedía el problema, no lo era.

Al detenerse el tren, Draco no determinó qué hacer. ¿Adónde debía ir? Ayudó a que los alumnos salieran del tren, revisó todas las cabinas y se detuvo en la que Potter estuvo.

Seguía oliendo a él. A Harry. A Potter. A su Harry Potter.

Draco lo quería morder, matar, hacerle papilla, que llorara.

Lo quería besar.

Ante ese minúsculo pensamiento, Draco juró que iba a morirse de la vergüenza.

Tomó el equipaje y bajó del tren. Vio a Harry hablar con los Weasley, Hermione y un hombre grande y gordo que no aparentaba estar pasándolo bien.

Draco buscó a alguien sin saber a quién. Hasta que reconoció a Tonks, con el cabello verde, las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta de cuero y un cigarro en los labios.

En cuanto la mujer identificó a Draco. Escupió el cigarro, lo pisó y saludó con efusividad.

¿En quién se convertiría? Debía avanzar y descubrirlo. Ir a lo desconocido. A lo salvaje.

Levantó la mano y le sonrió a Tonks.

El verano del 96' comenzó.

Final primera parte.

Notas:

1. Come on Eileen:Dexy's Midnight Runners

2.) Referencia al capítulo 26; TIMO

¡Hola!

Al fin se termina quinto año. Todo un viaje ¡Espero les haya gustado! ¡Agradezco su apoyo! y los comentarios que me han dejado. Responderé sus dudas en próximos capítulos.

En el siguiente episodio comienza ya una nueva etapa.

¿Qué aguardará el futuro para este par de chicos que ya están experimentando nuevas sensaciones?

THE_MACHINE

Estreno segunda parte: 9 DE MARZO 2023.