"El señor sabe que estas intentando.
Los niños zombis aman escuchar que es fácil irse a la mierda
Agarran una guitarra, agonizan y joder.
Es genial.
Pero solo el señor sabe que estas intentando.
Así es como funciona.
Es tan satisfactorio.
Así es como funciona.
Un paso más lejos de llorar."(1)
• ── ◦ ◦ ── •
Con los Weasley las cosas—el pensar, respirar y sonreír— eran más sencillas.
La Señora Weasley esperaba a Harry con un banquete. El pobre Ron miraba con aprensión la comida, mientras aguardaba a que Harry terminara de acomodarse para poder probar las delicias caseras. Dumbledore estuvo alrededor de diez minutos rechazando, de la forma más educada posible, la invitación de Molly para que se quedara a comer y se despidió con la elegancia tan propia de sí mismo.
La casa estaba casi vacía de integrantes, algo que era bastante extraño. Los gemelos se encontraban ocupadísimos con la inminente inauguración de su emprendimiento en el callejón Diagon, y se pasaban casi todo el día en el local; Arthur continuaba en el trabajo, a pesar de que en breve iban a dar las diez.
Con tan pocas personas en la casa, Harry no pudo evitar fijarse en lo bonita que lucía Ginny en ese vestido floreado y las dos largas trenzas pelirrojas que traía atadas con delicados lazos blancos. Reconoció en ella esa aura trabajadora y como, poco a poco, se desprendía de los rasgos redondeados presentes en el rostro, para dar paso a las firmes facciones de una hermosa mujer.
Dejó de estar hipnotizado con el encanto de Ginny cuando Ron se plantó frente a Él, con una bandeja llena de pan de plátano recién sacado del horno.
—¡Te lo dije! Siempre cumplo mis promesas, ¡Te logramos sacar de la casa de tus tíos!
—¡Ronald! ¡No seas maleducado! —regañó la señora Weasley— Siguen tratándose de la familia de Harry.
—Ma' relacionar a Harry con esos cerdos es más un insulto que cualquier otra cosa...
Harry soltó una risa, no por el comentario de Ron, sino por el golpe que Molly le propinó a su hijo con el último ejemplar de "El profeta".
—Muchas gracias por la comida —dijo Harry, en un intento de cambiar el tema de conversación, a la vez que miraba la mesa extendida—, pero no creo que pueda comerme todo esto.
—Oh, querido, esperamos a varios invitados ¡obviamente!, pero puedes servirte cuanto quieras.
Harry asintió con el estómago adolorido de hambre. Podían haber pasado unas cuantas semanas desde que se fue a la casa de sus tíos por las vacaciones, pero como era la tradición, el apetito le disminuía muchísimo y, con suerte, era capaz de comer los dulces que Ron le mandó por correo.
Se llevó un poco del pan de plátano a la boca, para embriagarse del gran dulzor y calidez del mismo. En el momento en que se llevaba un gran trozo de comida a la boca (en realidad, ya lo tenía entre los dientes), unos brazos delgados lo abrazaron por la espalda, y voltearon al chico con gran fuerza, para depositar un beso en cada mejilla de Harry. Todo esto, hecho de manera repentina, hizo que Harry casi se atragantara con la ternura de las migajas.
—¡Oh, Hagy! Cuanto tiempo sin vegnos.
Tan majestuosa como la recordaba, con el porte de bailarina de ballet y modelo de alta costura; que parecía emanar una deslumbrante aura plateada, Fleur Delacour, destellaba belleza con esa cabellera rubia. Al instante en que Harry se enteró de que La chica irreal lo miraba a él y solo a él, con tanta vida en los ojos, provocó en Harry un sonrojo invasivo.
—Es un agado siemgpe vegte... Mi hegmanita, Gabgielle te Manda saludos. Ella te adoga. ¡Y yo también! En casa eges todo un hégoe, Hagy.
—Bueno, tampoco es para tanto...
—¡Que no es paga tanto! No, non, qu'est-ce que tu dis de stupide2. Tú nos salvaste la vida, Hagy. Estagé toda mi vida agadecida por tu gan acto.
Harry se sonrojó aún más y bajó la vista al suelo. Buscó la mirada de los Weasley, se centró en el rostro embelesado de Ron, el cejo fruncido de Molly y el visible desagrado de Ginny.
—Harry, me olvidé de presentarte a Fleur como corresponde —dijo Molly, acercándose un par de pasos—. Fleur es la prometida de Bill.
La chica ensanchó la sonrisa, al mismo tiempo en que Harry se volteaba hacia Ron, con un par de ojos que gritaban; "¿¡Por qué no me lo dijiste?!"
—Lo siento, olvidé decírtelo, pero con lo último que ha sucedido, no me pareció muy relevante —se excusó Ron—. Llevan juntos un buen tiempo ¿No es así?
Fue la primera vez que Harry vio a la Señora Weasley poner los ojos en blanco. Se sorprendió y al mismo tiempo, comenzó a preguntarse cuál era el drama familiar del cual aún era inconsciente.
—Sí, Bill y yo nos conocimos dugante la última prueba, pego comenzamos a hablag después de que viniega aquí. ¡Fue amog a pgimega vista!
Escuchó como Ginny suspiraba exasperada, y se bebió un vaso de jugo de golpe.
—¡Oh!... ¡Pues muchas felicidades, Fleur!
—Muchas Gracias, Hagy. ¡Estoy tan contenta! Y Bill igual.
—Eso significa que... ¿Están todos tus hermanos?
La pregunta iba dirigida a Ron y Ginny, quienes se miraron entre ellos antes de que Ginny respondiera.
—Solo Bill, Fred y George... Charlie, bueno él está feliz con los dragones en Rumania y Percy, todavía no regresa. —Ginny mordió una galleta, le susurró a Harry en el oído—. Lo más probable, es que no sepa como aceptar que fue un idiota todo este tiempo.
Vigiló los movimientos de Ginny, que albergaba un sonrojo en las mejillas que le asentaba de maravilla, los labios con restos de galleta y el perfume floral que se quedó grabado en la nariz de Harry.
—Ah... bueno, entiendo —respondió Harry aturdido—. Hace tiempo que no veo a Charlie, él es tan genial...
—No estarás enamorado de mi hermano ¿verdad? —bromeó Ron, molestando a Harry que hizo un mohín con los labios—. Aunque le proclames tu admiración, Charlie es inmune a cualquier tipo de encanto... Mamá ya asumió que de su parte no va a conseguir ningún nieto, a menos que quiera un dragoncito.
—¡Ronald! ¡Te estoy escuchando!
Fleur soltó una risa y volvió a irse de la sala para ordenar unas cosas en el dormitorio que compartía con Bill.
—¡Al fin! —exclamó Ginny— Flegggrrr se ha ido.
Harry no alcanzó a preguntar la razón del desdén de ambas mujeres con Fleur, ya que de la chimenea apareció Hermione cargada de bolsos.
—¡Hola a todos! —saludó Hermione, al dejar las cosas en el piso. La mueca despectiva de la Sra. Weasley, se volvió de forma automática en felicidad pura—. ¡Harry! Pensaba que llegabas a las doce.
—Sorpresa...
Hermione se limpió los restos de cenizas que le cayeron encima antes de abrazar a Harry. Luego se acercó a Ron, con quien tuvo una incómoda dinámica, de querer abrazarse y acabar con una mirada desconocida. La señora Weasley le dio un gran beso en la mejilla y tan pronto quedó Ginny, las dos chicas se estrecharon con fuerza mientras señalaban lo mucho que se extrañaron... a pesar de que Hermione, estuvo ahí días anteriores.
Fleur por tanto escándalo, volvió a aparecer y Hermione saludó a la mujer con cierta cordialidad forzada. Pero tan pronto Fleur se volteó, Hermione miró a Ginny y, entre ambas, hicieron un ademan burlón.
Posterior a Hermione, comenzaron a llegar el resto de las personas. Los gemelos Weasley saludaron a Harry, quien alzaron al cielo y lo veneraron (con falsedad) como si fuera un Dios. El señor Weasley dejó el maletín y empezó a atestar a Harry de preguntas acerca de muggles; Bill saludó a Harry con un apretón de manos y fue a darle un tierno beso a Fleur que lo esperaba encantada.
Los miembros de la Orden tampoco demoraron en llegar. Ojo loco vino acompañado de Kingsley y Lupin, quien tan pronto vio a Harry, formó una volátil sonrisa.
—¿Cómo estás, Harry? —preguntó Lupin.
El hombre estaba pálido como un fantasma, con profundas ojeras y con una tenida de ropa tan delgada que podían pasar por pijama.
—Mejor, aunque, usted...
Harry consideró que el aspecto demacrado de Lupin era preocupante, quien tras saludar a todos en general, se sentó en el sofá con una cerveza.
—Mejor también...
No, él no parecía mejor. Por lo que Harry se sentó al lado y reparó en las uñas mordidas de Lupin. Dedos largos tan lastimados, que continuaban con llagas recientes. Eso no eran simples mordiscos —como los que Harry hacía en medio de la ansiedad evocada por una prueba—, sino más bien se trataban de casi arrancar la uña de raíz.
Siguió la manos de Lupin, que abrieron la botella con la varita y le dio un largo sorbo. En ese movimiento, Harry advirtió el paquete de cigarrillos a medias que se asomaba del bolsillo del pantalón de Lupin.
Se suponía que ya no fumaba.
—Remus... sé que es complicado.
—Después hablamos, Harry. Ahora estoy cansado.
El chico asintió y se levantó del sofá para atender la última persona en llegar. Tonks ese día optó por un cabello largo violeta y botas militares.
—¡Harry! ¡Qué bueno que estás aquí! —saludó Tonks, al acercarse a ambos. Traía un par de bolsas en los brazos que le entregó a Molly encantada. Se volteó a Lupin con un sonrojo sutil—. Hola, Remu'.
El hombre entrecerró la mirada a Tonks y murmuró un saludo. Harry acabó por hacerle un gesto para que los dos dejaran a Lupin solo.
Aún no era consciente de si todos sabían la relación que mantenían Remus y Sirius dentro de la Orden; pero tampoco era un dato demasiado relevante a la hora de ejercer las tareas dadas por Dumbledore y de todas formas, ninguno de los dos nunca se mostró cariñoso con el otro, como si lo hacían, de vez en cuando, el Señor y la Señora Weasley.
Toda una vida ocultos. Aquello debía ser un modo de vivir doloroso.
Ron se aproximó a Harry, al compás en que Tonks lo agarró por el gorro de la sudadera.
—Quería hablarte de Draco, Harry... ¡Pero si Ron también está no importa! Estoy segura de que todos eran amigos ¿no?
—Para nada —aseguró Ron, que puso los ojos en blanco—, de ahí regreso. No quiero arruinar mi verano escuchando acerca de Malfoy.
En sí, las dinámicas de esas juntas con la Orden eran siempre las mismas; platicas descentralizadas, entre dos o tres personas. Ron se fue a quejar de inmediato con Hermione y Ginny, quienes se rieron de la desgracia.
—¿Le pasó algo? Me dijo que iba a quedarse contigo y el resto de su familia ¿no?
—¡Ah sí!, Draco está bien. En realidad, creo que debo de ser la peor compañera de cuarto del mundo... en el colegio me lo decían todo el tiempo —contó Tonks, con una gran sonrisa—. Bueno, aun así, Draco me dijo que estuvieras al pendiente de... ¿Un espejo?, si creo que era un espejo. Ni idea la verdad, supongo que debe ser un código entre ustedes dos.
—Podría decirse...
—¡Otra cosa! Draco ahora tiene un móvil (¿a que soy la mejor prima del mundo?) ¿Quieres su número? Trató de llamarte a la casa de tus tíos, pero dijo que no le dio buenos resultados.
—Sí, claro, dame el número. Dile que lo llamaré.
—De seguro se va a poner contento —dijo Tonks, sacando del bolsillo del pantalón un papel y un lápiz. Mientras escribía los números (que tuvo que comprobar un par de veces) continuó con la plática—. Ustedes dos tienen una dinámica un poco peculiar. Pero con la reacción de Ron comprendo un poco por qué tanto secretismo... ¡Toma!
Harry guardó el papel con la letra legible y apretada de Tonks, quien no dejaba de dirigirle un par de miradas preocupadas a Remus.
—Sí, bueno... es complicado. Ron y Draco, nunca se han llevado bien... por un tema entre familias.
—Eso es lo peor. De verdad, toda esa basura de la pureza de sangre —aseguró, tan pronto metió las manos dentro de la chaqueta—. Últimamente, todo ha ido de mal en peor. Creo que voy a intentar levantarle un poco el ánimo a Remus.
—Buena suerte.
Tonks asintió y se sentó al lado del hombre, que se frotó los ojos y dejó la bebida a un lado para prestarle atención. Harry se acercó a sus amigos, con los brazos en jarras.
—¿Qué andan cuchicheando de mí?
Las chicas se comenzaron a reír de una broma que no le hizo gracia a Ron.
—¿Malfoy? Te dije que cobraría mi enojo, ¡Es Absurdo! ¡Es Malfoy, Harry!
—Ajá. Qué bueno... Yo soy Potter, y ustedes son Weasley. ¿Tienes algún otro argumento que NO sea nuestros apellidos?
—No tiene gracia, Harry. No puedes ir como si nada, y volverte su amigo sin tomar en cuenta todo lo que nos hizo pasar ¿¡O ya te olvidaste de eso?! —cuestionó Ron con un mohín en los labios—. Te lo recuerdo; el castigo de primero llamó a Mione sangre... ¡Ya sabes qué!, Buckbeat, las malditas chapas... ¡La canción!
—Lo sé, Ron, todavía no le perdono nada de eso (en realidad ni siquiera lo hemos conversado), pero cuando lo conoces, no es tan malo...
Hermione tuvo que morderse los labios con fuerza para no soltar nada innecesario. Ginny se fijó de este detalle, más no dijo nada y Ron se encontraba tan inmerso en la molestia que lo único que podía hacer era enumerar lo irritante que estimaba esa amistad entre ambos.
—Mira, Ron, basta. No te pido que seas su amigo, ni que te relaciones con él. ¡No te estoy pidiendo nada! Si quieres mantente al margen de nosotros. Draco...
—¡Puta mierda, Harry! ¡Ahora hasta le dices "Draco"!
—Ni que fuera Vol... —Ginny tembló junto con Hermione, así que Harry tuvo que morderse la lengua para no llamarlo por el nombre— Quien-ya-sabes, para llamarlo por apodos.
Ron acabó por suspirar frustrado y se fue donde sus hermanos. Harry se rascó la cabeza, y tomó un bocadillo de la mesa.
—No lo puedes juzgar. Es impactante —aseguró Ginny—, siempre creía que algún día iban a acabar matándose el uno con el otro.
Harry sacó el papel y revisó el número una segunda vez. Opinaba que era gracioso imaginarse la paliduchas manos de Draco sobre un teléfono muggle. De seguro que tuvo que mentalizarse varios días antes de romper el ego y marcar a la casa de sus tíos.
—Ginny... Yo pensaba lo mismo y aquí me tienes. No me importa que a Ron le moleste, en realidad, hasta me hace un poco de gracia. —Guardó el papel y se fijó en la sonrisa cómplice de Hermione— Pero no le digan nada, porque va a enojarse más... Ahora, otra cosa ¿Tu mamá hizo galletas de calabaza?
• ── ◦ ◦ ── •
Era salado.
Draco supo al instante que Adrien estuvo en la playa. Solo necesitó besarlo para averiguarlo sin siquiera preguntar.
La piel del chico era áspera, el sabor: arrollador, no lograba ignorarlo aunque quisiera hacerlo. De por sí, la fuerza que ejercía contra Draco era novedoso (por no decir inédita), ya que, lo normal— o al menos a lo que se hallaba acostumbrado— era que él impusiera el ritmo del contacto.
Tantas chicas y eso era tan diferente. Porque era un chico y se trataba de la primera vez que Draco besaba a alguien de una estatura similar, que ejercía la misma fuerza.
—Tiempo fuera... espera —suspiró Draco, al sentir las cálidas manos del chico rozar contra el borde de la playera —Oye... nunca lo he hecho con...
—¿Con un chico?
—Si...
—¿Quieres intentarlo?
Draco se mordió el labio, dejó la lata de cerveza a un lado y apagó el cigarro contra el mesón. La rodilla del chico presionada entre medio de sus piernas, la boca de Adrien rozándole la barbilla, el par de ojos suplicantes. Era demasiado para asimilar.
—No tenemos prisa. Bajemos el ritmo.
Adrien asintió, tomó la mano de Draco y le dio un beso en el dorso. En esos momentos se lamentaba de haberle enseñado eso— simples modales para Draco— porque ahora lo usaba en contra.
—Como desees. Ahora, si me lo permites, ¿Puedo continuar comiéndote la boca?
—Santa mierda, eso no se pregunta, imbécil.
—Je vais prendre ça pour un oui.3
El imbécil sabía que le gustaba cuando hablaba francés y, en ese minuto, al susurrarle encima de los labios con el intenso sabor del alcohol de por medio; logró que Draco se estremeciera de pies a cabeza.
—Fuck you, French fucking moron.4
Poco a poco, Draco comprendió más a los muggles. Una preferencia obvia por las fiestas y salidas nocturnas. Como si tuvieran el reloj interno configurado para poder soportar mejor el trasnoche; ya que en el cuerpo de Draco aún asimilaba el alcohol de hace dos días.
O quizás era (en secreto) un anciano que imploraba por ocho horas de sueño diarias de corrido.
La fiesta de alrededor pasaba sin siquiera preocuparle y viceversa— parecía que a nadie le interesaba fijarse en un par de chicos que se daban el lote contra la pared cercana al baño—. A lo mejor era efecto de las luces tenues o la música a todo volumen, razones por las cuales Draco solo alcanzaba a enfocar lo más cerca a sus campo de visión y en esa circunstancia, Adrien lo llenaba por completo.
Al abandonar la fiesta, aun con la ardiente sensación del cuerpo de Adrien presionado encima de él, Draco se dirigió a la casa de sus tíos; se derrumbó en la cama y reparó en el periódico que estaba encima de la mesa de noche de Tonks.
Lo agarró y comenzó a leer, con el mareo del alcohol que le embriagaba la cabeza y los sentidos desvaneciéndose. Se olvidó de lo vivido. De los insulsos continuos cuestionamientos acerca de si ese beso lo hacía gay o no.
Se dio cuenta de que esos problemas eran el número diez en su lista de preocupaciones. Estuvo durante lo que quedaba de madrugada, en una constante relectura del periódico, hasta que Tonks llegó y se lo arrebató. Quiso quejarse con ella, pero comprendió al segundo, por la expresión en el rostro de Tonks, el olor a cigarro y los ojos hinchados, que no era adecuado hacerla enfadar. Al menos, si no quería sentir la furia desquiciada de una Aurora que acababa de tener una presunta mala noche.
La luz se apagó y aunque Draco pretendió conciliar el sueño, no conseguía borrar de la cabeza todas las mentiras que creyó, durante dieciséis años, que eran parte de su historia. Oyó los leves sollozos de Tonks, que a los pocos minutos cayó rendida por el cansancio de las lágrimas.
Draco se puso de pie, tomó el espejo y entreabrió un poco la ventana, para que el olor a cigarro saliera de la habitación. Bajó las escaleras y salió al patio trasero. Afuera el aire era fresco y a pesar de estar en manga corta, no le dio frío.
En la mesa del patio se topó con el reportaje de Rita Skeeter— era probable que su madre lo hubiese leído al tomar el té—. Admitía que no era la primera vez que salía en el periódico, ni tampoco sería la última. Lo hojeó bajo la luz de la luna y las estrellas, tantas páginas, tanta información que hasta él mismo desconocía.
La parte de los Malfoy, en donde figuraba su foto con un jocoso titular: "Héroe, Traidor o Víctima", le heló la sangre. Al menos escogieron una foto favorecedora, hasta que negó con la cabeza al ver como pusieron, asimismo la imagen del punto exacto en que sostuvo al ministro Fudge por las solapas del traje.
"El legado de los Malfoy, como he estado recopilando, ha sido bastante torcido, pero hoy en día, nos encontramos con el último heredero de la noble casa; Draco Lucius Malfoy, de dieciséis años, ha demostrado qué gran parte de su lealtad e ideales han sido modificados debido a una supuesta amistad con Harry Potter (de la misma edad).
Varios seguidores del niño-que-vivió, aseguran que esta es la muestra definitiva que en la casa aún queda un atisbo de bondad, sin embargo, otros afirman que es una simple fachada para confundir acerca de los motivos reales y; un último gran fragmento, considera que es una repulsiva señal de una traición que no sucedía desde hace décadas, con el anterior sonado caso, que ya revisamos en capítulos anteriores, de Sirius Black.
Las ovejas negras en las familias de sangre pura son recurrentes, pero ¿podemos asegurar que Draco Malfoy se llegará a convertir en una?".
Dejó el papel a un lado, tomó el espejo, donde se vio a sí mismo. Murmuró "Harry" como si fue una palabra mágica. Un consuelo, un mantra.
Nada se mostró, ni a la tercera o a la milésima vez. Draco, volteó el espejo, apoyó las manos sobre la mesa del jardín y se quedó con el aroma de los árboles que eran agitados por la brisa nocturna del verano.
Amigo del niño-que-vivió. Oveja negra. Traidor a la sangre. Héroe. Víctima.
Draco era un chico de dieciséis que pensaba las cosas luego de actuar. Aún se hallaba en esa edad en la que se suponía, poseía el derecho a comportarse de manera insensata.
Se lamió los labios, sorprendido de aún sentir la sal de mar en ellos. Era lo mismo, antes de que asumiera que Adrien pudiera significar algo más, ya disfrutaba de los labios del chico encima.
Actuaba y se lamentaba después. Mañana, las consecuencias nunca eran inmediatas.
Se le comenzaba a pegar la peligrosa ideología de Harry y no era consciente de cómo sentirse al respecto.
Draco acabó por subir al cabo de una hora y tan pronto tocó la almohada con la cabeza, cayó en un profundo sueño.
• ── ◦ ◦ ── •
Frente a los ojos de Jessica el tiempo pasaba lento.
Extrañaba Hogwarts, la comida abundante, el calor de sus amigos— sobre todo la presencia reconfortante de Draco— y el poder pasarse todo el tiempo libre que quisiese entre constelaciones.
Miraba a la ventana con un deje de nostalgia, ni siquiera ella sabía que era lo que esperaba con tanto anhelo. A lo mejor era una lechuza con una carta de alguien, cualquier persona. Sin embargo, Jessica pronto se percató que era a lo que aguardaba.
—¡Jessi, Jessi! ¡Vamos a jugar! —la llamó su hermano desde detrás de la puerta—. ¡Apura!
Jessica abrió la puerta, pero tan pronto asintió ante la petición de su hermano, una mano tersa le apretó el hombro con fuerza. Ambos chicos se fijaron en la mujer que detuvo a Jessica.
—¿Qué les he dicho? Jessica, vuelve a tu cuarto, estas castigada.
—Pero mamá... —comenzó su hermano con pena—, yo fui quien...
Jessica negó con la cabeza, le hizo un gesto a su hermano para que se fuera y vio a su madre.
—Lo lamento...
Jessica entró al cuarto, con un suspiro de esperanza que se le escapaba de los labios. El estomagó le rugió de hambre y tratando de aplacar esa sensación dolorosa de no haber probado bocado desde hace dos días, se sentó en la cama.
Cierto, Jessica aguardaba a que el tiempo pasara más rápido.
• ── ◦ ◦ ── •
1. Way it goes: Hippo campus.
2. No, ¿qué estupidez estás diciendo?
3. Voy a pretender que eso es un sí.
4. Vete a la mierda, maldito imbécil francés (Draco es todo un encanto, lo es) Mi propósito con esta frase, es que se note el acento británico (PottAh) de Draco.
