"Estoy débil y cansado de hablar
Así que escúchame, eres la cura o algo más.
Creo que eres único en tu clase, por eso nunca me agradaré a mí mismo.
Creo que eres más viejo y sabio, así que no te dejaré hablar.

Así que no mientas
Sé que no soy tan genial como lo intento ser.
Pero ¿Por qué te sientes tan deprimido otra vez?
Sé que no soy un buen amigo
¿Por qué te sientes tan deprimido?"¹

• ── ◦ ◦ ── •

Harry estuvo todo el día con la cabeza en las nubes. Seguía sin comprender la razón de las malas miradas que Draco le dedicaba en los pasillos y, aunque Hermione sabía el motivo— porque se jactó de saberlo con una enorme sonrisa— ella se negaba a decirle.

Estuvo con Ron casi todo el día; el viernes comenzarían las audiciones para el equipo de quidditch y Harry seguía con la planificación de cómo iba a ser la ruta que iba a seguir en el entrenamiento para seleccionar al nuevo equipo.

Se quedó algo abrumado luego de que la profesora McGonagall le entregara la extensa lista con más de cincuenta personas, que querían unirse al equipo de quidditch de Gryffindor.

—Ya todos saben que eres el capitán —le dijo Ron, jugando con las piedras que Harry utilizaba para señalar a los jugadores—. Mira, la mayoría son chicas que no dejan de susurrar cosas de ti, pero que solo se han subido a una escoba en primero.

—También hay muchos tipos.

—Que quieren jugar con "El Elegido" —agregó Ron—. Te apuesto cinco galeones a que la mayoría son niños de primero o segundo ilusionados por jugar con el famoso Harry Potter.

Harry no apostó, porque era consciente de que Ron estaba en lo cierto. Desde los sucesos del ministerio, Harry no podía caminar tranquilo por los pasillos sin ser molestado por un grupo impresionante de niños de todas las casas que querían hablar con él.

Acabó por guardar las piezas al momento en que se percató de que llegó a un punto muerto.

—¿No me dijiste que ese libro de Pociones esta rayado? ¿Puedo verlo?

—Vale, pero con cuidado que la cubierta es delicada.

Harry sacó de su bolsa el libro de pociones y se lo deslizó a Ron por encima de la mesa, mientras Harry extendía el mapa del merodeador para revisar la ubicación de Draco. Desde hace horas que se encontraba en la biblioteca.

—¡Pero si esto son más anotaciones que texto! Aparte, quien lo rayó de seguro que era Hermione de las pociones —aseguró, comprobando las páginas—. Amigo, con esto tienes todos los problemas resueltos. ¿Puedo pedírtelo de vez en cuando?

—Sí, lo que sea.

—Igual voy a pedir dos ediciones del libro, para que le cambies la tapa y pase desapercibido —dijo Ron, que le devolvió el libro y echó un vistazo a Harry que buscaba de manera insaciable en el mapa—. ¿Qué buscas tanto?

Harry murmuró un "nada" y continuó pegado al mapa. Se detuvo un largo minuto en el despacho de Dumbledore, que paseaba de un lado a otro, hasta que volvió al escritorio.

Al querer guardar el mapa, Harry abrió los ojos y se puso de pie de golpe.

"Jessica Spooner" entró al despacho del director, junto a la profesora Sprout.

—Voy a la biblioteca —avisó, metiendo el libro y el mapa dentro de la bolsa—. Ya regreso.

Ron miró a Harry como un bicho raro, antes de que este saliera apresurado de la sala común. Harry corrió tan rápido que ya ni sentía sus piernas moverse; en la entrada de la biblioteca, Madame Pince lo obligó a que se calmara si quería entrar a buscar un libro.

Asintió y con la respiración agitada, comenzó a buscar a Draco, hasta hallarlo sentado en una de las mesas más alejadas, escondido detrás de una pila de libros. Era recién el tercer día de clases, por lo que Harry no se explicaba la razón del estudio del chico.

A medio camino, Draco alzó la vista y frunció el cejo. Lo vio levantarse en cámara lenta; dispuesto a irse, pero Harry lo alcanzó a detener en cuanto se metió a una hilera de librerías.

—¿Qué es lo que quieres, Potter? —susurró Draco, cruzado de brazos—. Hoy no estoy de ánimos para soportarte.

—¿Por qué estás tan enfadado? —replicó Harry más fuerte de lo que pretendía. Draco le cubrió la boca.

—Baja la voz, imbécil. No estoy enojado… solo cansado.

Harry aceptó con la cabeza, lo que logró hacer que Draco le quitara la mano de la boca y relajara los hombros.

—Vi a Jessi.

—¿Qué?

—Jessica regresó; esta con Dumbledore.

Draco pareció que se aguantaba un grito de alivio. Cerró los ojos, respiró con calma y le desordenó el pelo a Harry.

—Lamento haberme portado como un idiota, Potter.

Harry se acomodó los lentes y quitó la mano de Draco de la cabeza.

—Lo que sea, lo único que espero es que lo ocurrido con Jessi no sea grave.

Sin embargo, los dos eran conscientes de que, cuando un estudiante regresaba a Hogwarts aunque fuera un par de horas tardes, ya era suficiente motivo como para darse cuenta de que sucedió algo de verdadero peso.

Harry lo sabía de maravilla.

• ── ◦ ◦ ── •

Cruzó miradas con Jessica, la chica pestañeó como si no lo hubiera reconocido y apartó a un par de niños de la mesa de Hufflepuff para sentarse.

Esa niña no era la Jess a la que le dijo adiós al final del año.

Se refería a un detalle que trasgredía lo físico, aunque en ese aspecto, igual era una persona diferente. Con el pelo que le caía salvaje hasta los hombros, cortado en capas furiosas, un par de aretes nuevos y sin el cuerpo de niña del año pasado.

El aura que emanaba era de una mujer. Notó como varias estudiantes de Hufflepuff se quedaron con los ojos puestos en Jessica, que se limitó a ignorar a la multitud, para cenar con completa tranquilidad.

Pansy le hizo un gesto a Draco para señalarle lo mismo. El afirmó y llevó los ojos al hermano de Jessica, que apretaba los servicios con muchísima fuerza.

Al término de la cena, Draco a pesar de querer ir a hablar con Jessica no pudo, porque no quería dejarle todo el trabajo a Pansy. Vio como la mesa de Slytherin se vaciaba y con esto el hermano de Jessica que salió detrás de ella.

Terminó la labor de prefecto y se apresuró a seguir al par de hermanos, pero lo único que alcanzó a ver, fue el manotazo que Jessica ejerció para que su hermano la soltara. El niño quedó de piedra, con lagrimones que le caían por los ojos.

Jessica se volteó y le dio a Draco el privilegio de una mirada gélida; la notó chasquear la lengua y se fue sin más. Como si eso no hubiera significado nada. Como si el año pasado hubiera sido irrelevante.

A Draco se le nublaron los pensamientos, tragó saliva y se acercó al hermano de Jessica que lloraba sin consuelo. Se ajustó el pin de prefecto, como si se tratara de una especie de armadura.

Tranquilo… dime ¿Qué sucedió?

El niño alzó la mirada y se apartó de Draco.

—Yo, soy… conozco bien a tu hermana.

—¿Mi hermana? —sollozó con rabia—. Esa tipa ya no es mi hermana.

Draco sintió la ira acumulada en el gesto del niño, quien salió disparado escaleras abajo.

Quizás ya no se reconocían como hermanos, pero el pasillo quedó impregnado al aroma de ambos Spooner, con la diferencia de que el tono del olor de Jessica era más maduro.

Era feroz, hambriento y, sin lugar a duda, guardaba relación con Greyback.

• ── ◦ ◦ ── •

—Spooner.

—Si…

—Está extrañísima, casi como…

Las niñas de Slytherin se tragaron las últimas palabras al notar la mirada furtiva de Draco. Astoria se propuso a desafiarlo con ese tipo de mueca coqueta que compartía con Daphne, pero desistió tan pronto sus amigas la arrastraron con ellas.

Seguía sin tener sueño, pero era consciente que apenas pasara el primer periodo de clases, aprovecharía la hora libre para dormir. Toda la noche, pensó en las posibilidades, que Draco no pudo hacer otra cosa que dar vueltas encima de la cama.

Aparte, tampoco era como si ahora tuviera la posibilidad de quedarse hasta que el resto de sus compañeros despertaran, porque, en palabras sencillas, aprovechaban cualquier oportunidad para lanzarle comentarios resentidos. Draco, inclusive, tuvo que hechizar todos los cajones de su lado del cuarto, como una medida preventiva.

Lo peor era que le tocaba la primera clase de Éxtasis de Astronomía, y era consciente que debía estar lo más atento que pudiera.

De cierta forma, pasó encantamientos sin estar interesado en lo que el profesor contaba; Harry lucia igual de disociado, pero que aun así prestaba algo de atención, no como Draco, que en lugar de hacer un inmobulus hizo un incendio que provocó que lo sacaran de clases sin rechistar.

—Vamos, dime lo que sucede —exigió Pansy, que se cruzó de brazos una vez vio a Draco con los ojos cerrados en el sofá de la sala común—. Estás muy fuera de ti.

Draco alargó un bostezo y decidió recostarse en una postura con la que ocupó ambos asientos del sofá. Pansy atrajo una silla y se inclinó sobre la cabeza de Draco.

—No me ignores~ Draco…

Era imposible ignorarla, porque le tiró de la mejilla y empezó a peinarle el pelo.

Dio un suspiro, comenzó a hablar, y se dio el permiso de relajarse al sentir los dedos de Pansy en el pelo. La chica escuchó sin decir nada y Draco al termino del relato casi se dormía.

—Raya para la suma; tu conclusión es…

—Tengo miedo de que sea lo que pienso.

Pansy se levantó de la silla y obligó a que Draco hiciera lo mismo. Sin pensarlo dos veces, se fueron a la habitación de chicos, donde Draco se dejó caer sobre la cama tan pronto pudo. Pansy se hizo un espacio al lado, cerró las cortinas y se acostó de lado, con los ojos puestos sobre las pestañas rubias de Draco.

—Supongo que opinas que ella ahora trabaja para Greyback.

—Todo apunta a que fue mordida por Greyback. El olor… es el mismo que tiene Lupin, ya no huele como un humano. Además, de algún modo rompió el lazo que poseíamos como manada.

—El mismo lazo que tú y yo tenemos ¿verdad?

—Sí, Pans… Es raro de explicar, pero…

—Yo sentí lo mismo, fue durante la última luna llena ¿no? Desperté muy agitada, y decidí mandarte una carta para saber cómo estabas… —Pansy frunció de pronto el cejo y miró a Draco—. Carta que no me contestaste.

Draco ignoró lo último y asimiló el resto de las palabras de Pansy. Aquello significaba que sus padres llegaron a sentir que el lazo que compartía con Jessica se rompió, aunque no supieran quien era.

—Es como una cadena —comparó Draco, cerrando los ojos—, Pansy, cuando me infiltré con Potter en el Ministerio ¿Qué sucedió aquí?

—Ya tardabas en preguntarme ¿eh? —se burló Pansy, que rodó encima de la colcha para posar al cabeza en el pecho de Draco.

Draco abrió un ojo indeciso entre si hundir la mano en el pelo de Pansy, pero acabó por hacerlo. Comparó ese contacto con el que hace un año tuvieron; no obstante, el corazón no le latió más fuerte, aunque si recibió una gran oleada de tranquilidad; como si el simple hecho de estar con Pansy fuese suficiente para que las cosas salieran bien.

—Lo lamento.

—No te culpo, pasaron muchas cosas en poco tiempo… Pero considero que esto es importante que lo sepas.

—Te escucho.

Siempre la escuchaba.

• ── ◦ ◦ ── •

El despacho de Umbridge era un desastre. Pansy fue la primera en despertar, porque por suerte, solo comió una de las pastillas que provocaban desmayo que le arrebataron a Weasley.

Crabbe y Goyle se encontraban pegados en la pared, inconscientes. Alcanzó a ver la cabeza de Zabini sobresalir de una pila de libros inmensa y, una vez comprobó que seguía vivo, Pansy intentó asimilar lo que acababa de ocurrir.

Nott despertó un par de minutos después y con la ayuda de Pansy se levantó.

—Draco… ¿A dónde fue? —preguntó Pansy.

—Ni idea, pero esto me da muy mala espina. Creo que deberíamos avisar a algún profesor.

Nott quiso salir del despacho, pero la chica lo detuvo con suavidad, en un afán de tranquilizar la respiración agitada de Nott.

—No… vamos al bosque prohibido.

—¿Por qué? ¿Cómo sabes que…?

Seguía sin saber el porqué, pero por alguna razón, Pansy sintió la desenfrenada necesidad de ir ahí.

"—Era como si mis sentidos se agudizaran, Draco; podía olerte, seguí tu rastro que me llevaba al bosque prohibido y Nott… me acompañó, agarrado de mi brazo, como un niño asustado."

En menos tiempo del que creyó, los dos se hallaban en medio del bosque prohibido y Pansy se intranquilizó al percibir como el aroma de Draco se desvanecía con el viento.

"—Hueles como si siempre llevaras perfume ¿sabes? Es extrañísimo.

—Pans, continúa con el relato.

—Aburrido…"

Antes de continuar, Nott la detuvo y le señaló un punto específico.

Thestrals —dijo.

—¿Thestrals? ¿Dónde?

—Al frente.

—¿Puedes verlos?

Nott asintió, se colocó en frente, extendió la mano y una sonrisa se posó en sus labios.

"—Nott tiene una manera muy peculiar de sonreír ¿me entiendes?… la he visto pocas veces, la mayoría con Daphne, pero esta vez fue distinto."

—Quiere que lo monte —aseguró Nott.

—No pienso subirme a un animal invisible.

—Entonces quédate aquí.

Pansy observó con mucha admiración la habilidad con la que Nott se montaba en el caballo invisible a sus ojos. Pronto le extendió la mano. Pansy suspiró, una vez lo vio flotando, asumió que no había mentira y tomó con resignación la mano de Nott.

—Es raro, está solo ¿A dónde fue el resto de la tropilla?

Pansy se aferró a la cintura de Nott muerta de miedo, mientras el chico no dejaba de reírse. En el instante en que Pansy tuvo las agallas de devolver la vista al suelo, se dio cuenta de que volaban y Nott dejaba que el caballo los llevara a donde quería dejarnos.

"—Lo manejaba de una forma magnífica, Draco. En ese momento me di cuenta de que las medallas que Nott traía todos los años no eran mentira. Es increíble."

Estuvieron cerca de diez minutos sobre el bosque prohibido, antes de que el Thestral los dejara en un claro.

Nunca habían entrado tanto al bosque prohibido, por lo que estar ahí les ocasionó sentimientos encontrados, entre una sensación de peligro constante y adrenalina desenfrenada. Se quedaron un rato quietos, al escuchar el sonido de unas pezuñas acercándose.

—Humanos, otra vez, en nuestro territorio.

Era un centauro, los dos tragaron en seco y Pansy retrocedió un par de pasos para chocar con otra de esas criaturas.

"—Son hermosos, pero me parecieron seres malévolo. Estaba mortificada ¿vale? Muchas cosas de un segundo a otro y yo recién me recuperaba de que acababa de volar sobre un animal invisible.

—No te juzgo, dan un miedo que te cagas en especial si tienes a diez a tu alrededor."

—¿Otra vez? —preguntó Nott, sin ninguna pizca de miedo, que tomó a Pansy del brazo para que no se desmayara—. No temas, Pans, en esencia son caballos.

—¿Osas a menospreciarnos en nuestra casa, humano?

—No quiero ser maleducado con ustedes, pero necesitamos información. ¿Saben dónde está Draco?

—¿Draco? ¿Quién es ese? —cuestionó otro centauro, desde más cerca. En un pestañeo se vieron rodeados—. Tenemos a una bruja aquí.

—¿¡HERMIONE!?

Para consuelo de Pansy, no se trataba de Hermione, pero aun así se mostró impresionada al ver a Umbridge colgada de un árbol, como si fuera un muñeco. Tragó en seco, y Nott se atrevió a dar un paso al frente.

—Ella no nos interesa.

—Ustedes tampoco nos importan a nosotros. Dumbledore nos dijo que no iba a traer a niñatos por aquí, le advertimos que en caso de que rompiera la promesa no íbamos a ser benevolentes… —gruñó—. ¡Agárrenlos!

Las manos de un centauro sostuvieron los finos brazos de Pansy, pero en no alcanzaron a hacer nada, porque justo una flecha pasó cerca de la mejilla del jefe centauro.

—¡Suéltalos, Bane!

Era Firenze y el Centauro que retuvo a Pansy acotó la orden. Bane, quien era el jefe, alzó una ceja y se lamió los labios divertido.

—Firenze, creía que no te volvería ver el rostro… ¿Quiénes son estos niños?

—Estudiantes.

—Eso lo deduje… corrijo mi pregunta ¿Por qué están aquí?

—¡Vinimos a buscar a Draco! —contestó Pansy enfadada, en guardia, con la varita en mano—. Si lo secuestraron, no me pienso contener.

—Señorita Parkinson, guarde la varita —dijo Firenze, abriéndose paso entre los centauros—. Ellos buscan al esclavo de la luna.

Ah… así que se llama Draco ¿eh? Interesante nombre…

—¿Esclavo de la luna? —preguntó Pansy.

—Hombre lobo —contestó Bane, sonriente. Pansy se fijó en Nott, y él ni se inmutó—. Lo siento, no está con nosotros, aunque hubiese sido mejor que se quedara aquí; ahora va a echar a perder todo.

—¿Cómo eres capaz de asegurar eso? —inquirió Nott.

—¿Quieren ver cómo está su amiguito ahora? ¿O cómo estará en el futuro? Claro que quieren saberlo —aseguró Bane—. Mejor váyanse, si no quieren que los deje colgado igual que a esa patética de ahí. Pídanle a Firenze si quieren saberlo.

Nott chasqueó la lengua y los chicos se acercaron a Firenze, quien permitió que se le montaran encima. Bane comenzó a reírse de Firenze, pero él pareció tranquilo.

—¿Y Umbridge?

—Esa maldita tiene que pagar por insultarnos —dijo Bane—. Se quedará aquí un par de días y la soltaremos. Veremos cuánto dura.

—Profesor…

—Déjalos, es el código. Nos vemos.

Salieron a lomos de Firenze del bosque prohibido y regresaron al castillo, supieron sin necesidad de palabras que debían ir al aula con él.

—Se que entraron al bosque prohibido en Thestral —dijo Firenze, que sacó de un cajón varios artefactos los cuales acomodó en la mesa—. Joven Nott, si no le molesta la pregunta, ¿Por qué vio morir a su madre?

Nott se relamió los labios, antes de desviar la mirada.

—La asesinaron por órdenes del Innombrable. Era un castigo hacia mi padre.

"—Me acerqué a Nott y le tomé de la mano, y él me susurró un gracias. Debe ser horrible… Ni siquiera puedo imaginarme lo doloroso que debió haber sido.

Draco detuvo las caricias en el pelo de Pansy y pensó en el féretro cerrado.

—No lo sé, Pans."

Firenze asintió con solemnidad y seleccionó un frasco del montón.

—¿Qué recuerda, Señorita Parkinson, de la noche en la que mordieron a Draco Malfoy?

"—Traté de recordar, lo juro, pero después de la apuesta era como una pantalla en negro."

—Nada, lo siento mucho.

—Me esperaba eso… —dijo Firenze, que seleccionó una varita de álamo—. Necesito que uno de los dos encienda la vara.

Nott lo hizo con un toque de dedos, a lo que Firenze sonrió.

—Fumar no es bueno para tu salud, joven Nott.

Pansy escondió una risa, y Firenze la tomó de la mano, para extenderle en la palma de la chica una línea de semillas. Apagó la luz y con el poco fuego de la vara pudo distinguir de nuevo el rostro de tanto Nott como Firenze.

—Sin miedo, préndale fuego a las semillas.

Nott lo hizo, pero no quemó. La mente se les iluminó y Firenze frunció el cejo.

—Piensen en Draco.

"—Lo hice y tuve, por primera vez, una visión. De ti, creo que Nott también tuvo una pero no le pregunté, porque cuando salimos de la sala de adivinación los dos nos fuimos por caminos muy distintos."

• ── ◦ ◦ ── •

—¿Qué viste? —cuestionó Draco, que detuvo la mano sobre la nuca de la chica.

Vi a un lobo blanco, el cual supongo que eres tú y otro más grande; demasiado grande. Los dos peleaban como animales.

—Debe ser Greyback—mencionó Draco.

Vi a Harry, tendido en el suelo; parecía muerto.

Draco saco la mano del cabello de la chica y se frotó las comisuras de los ojos.

Vi una lluvia torrencial en una noche de luna llena; unos conejos muertos, que eran quemados en una hoguera y por último te vi sanando a Harry.

—Ya, pero. ¿Qué tan real puede ser tu visión? La adivinación no asegura nada…

—Draco… de las cuatro imágenes, ya se cumplió una —declaró Pansy, que lo miró con fijación—. En el recorte del profeta, la imagen que pusieron eras tú, que sanabas a Harry. Era la misma escena que vi en mi cabeza, horas anteriores de que sucediera.

Draco abrió los ojos con fuerza y se golpeó la cabeza.

—¿¡Quieres decir que Harry se va a morir?!

—No lo sé. Parecía muerto, pero no sé si lo estaba; podría estar desmayado o dormido —aclaró Pansy, quien acarició con delicadeza la mejilla de Draco, que aparentaba estar al borde de las lágrimas—. Nott, creo que vio otra cosa, deberías preguntarle.

—Lo haré, Pans…

Draco volvió a apoyar la cabeza contra la almohada con los ojos cerrados; en un intento de recuperar una respiración tranquila. Pansy se sentó un rato y miró la hora, le quedaban veinte minutos antes de que diera comienzo la primera clase de Defensa contra las artes oscuras.

—Yo tampoco quiero que Harry se muera —admitió Pansy—. Terminé por agarrarle un poco de cariño al desgraciado.

Draco sonrió y le enseñó los colmillos, pero no dijo nada; aunque dejó que un tenue sonrojo respondiera por él. Pansy se volvió a recostar sobre el pecho de su amigo.

—Realmente hueles como a perfume de varón.

—Será el suavizante de la ropa.

—No… es distinto. Me gusta mucho, a lo mejor es un privilegio tuyo.

A pesar de que decía eso, Draco miraba a otro lado y Pansy sabía muy bien el motivo. Era increíble, como el simple hecho de mencionar a Harry en la conversación, lograba bajarle la ansiedad a Draco hasta el punto en que el corazón marcaba un ritmo pausado y no podía concentrarse en nada más.

• ── ◦ ◦ ── •

Snape no le quitó el ojo de encima a Draco y Harry, por primera vez, se sintió invisible ante la atención del profesor.

No se molestaba en absoluto por eso, pero para hacer enfadar a Snape un poco, Harry decidió hacer algo inaudito.

—Pansy ¿puedes sentarte hoy con Mione, por favor?

La chica le dirigió un vistazo rápido a Hermione que se mostró tan atónita como toda la clase. Ron abrió la boca para alegar, sin embargo, Neville lo tiró de la manga; a lo que Ron bajó la cabeza y se sentó a regañadientes.

Harry le dedicó una sonrisa a Snape tan pronto Pansy agarró sus cosas y se fue a sentar con Hermione.

—¿Qué mierda crees que haces, Potter? —preguntó Draco, que bajó un poco la voz aunque era innecesario, ya que la clase les prestaba todo atisbo de atención—¿Quién te crees que…?

—Soy tu amigo.

Y sin dejar que Draco mediara otra palabra, Harry se dejó caer en el asiento, mientras disfrutaba del odio contenido que Snape le dedicaba,

Escuchó murmullos por parte de Zabini, Nott y Daphne, con la diferencia que el primero aparentaba estar indignado, en contraste con la pareja que gozaba del atrevimiento de Harry, como si estuvieran sumidos en el goce estético de una película.

Daphne incluso se inclinó por sobre su asiento y tiró de la trenza de Draco, divertida.

—Tendremos una conversación de esto, imbécil.

Snape se acercó al banco que era el foco de atención y se detuvo al lado de Draco.

—Una vez que Potter ya haya hecho su molesto acto de presencia habitual de todos los años, voy a comenzar con mi clase —anunció Snape, que con un simple movimiento de varita, cerró las cortinas y encendió la luz general del salón—. Éxtasis de Defensa contra las artes oscuras, profesor: Severus Snape.

Cada año los profesores de esa asignatura personalizaban un poco la sala de clases, el aspecto pulcro y con un olor pestilente a desodorante ambiental de canela de Umbridge, quedó en el pasado; ahora todo era adornado de tonos oscuros y opacos, las mesas conjuntas eran más estrechas y ligeras, tanto que la única distancia de Draco con Harry era el bolso del primero entre medio.

Aun así, el aspecto de una sala de clases se mantenía y lo más destacable era la gran estantería con ingredientes para pociones y caldero en una esquina alejada. Todo apuntaba a que por más que Snape deseaba ese puesto durante años, nadie le podría quitar la afinidad por la creación de pociones.

Snape analizó a cada uno de los alumnos en el aula, juzgándolos. Los éxtasis de DCAO, eran la materia más cotizada, ya que era la asignatura que contaba con más estudiantes, y eso que cerca de la mitad de los chicos de sexto no se encontraban en la sala.

Neville se estremeció tan pronto Snape clavó los ojos en él durante diez eternos segundos, como si se preguntara (de manera interna) si la presencia del muchacho era una broma de mal gusto; en el momento en que desvió la mirada a Ron, sonrió con cierta malicia.

—El nivel de este año, por lo que acabo de notar, no es nada del otro mundo… por ejemplo, me llegaron noticias de que uno de ustedes destacó en los TIMO prácticos del año pasado, pero, Potter ¿no te parece una acción insensata el invocar un patronus corpóreo frente a medio colegio?

Snape ni se molestó en voltearse a Harry, ya que estimaba más interesante el perturbar con esa icónica seriedad al resto de la clase. Harry frunció el cejo y se mordió el labio.

—Insensato ¿Por qué razón?

—Razones nos sobran, en especial si consideras que tú mismo, junto a tus queridos amigos — dijo Snape, que hizo énfasis en esa última palabra, lo que hizo que Draco pusiera una mueca extraña—, se encontraron con la más grande el año pasado.

—Que Voldemort lo sepa me da igual.

Snape giró sobres sus talones, alargó dos pasos y golpeó con la palma la mesa de ambos. Draco se sobresaltó, tanto por la mención del nombre como el golpe, aunque Harry se mantuvo con los brazos cruzados.

Insensato —repitió Snape, que dio pie a un duelo silencioso entre él y Harry.

Fue un minuto que se sintió eterno, hasta que Snape soltó una pregunta al aire.

—¿Cuál es el mejor modo de responder a un maleficio enemigo?

Hermione levantó la mano y Snape pasó de ella.

—¿Weasley?

Ron se enderezó ante el llamado y Harry notó como Lavender (sentada en el puesto detrás del chico), despertaba despavorida de una ensoñación ante la mención del apellido de Ron.

—Esto… ¿Con otro maleficio?

—Podría funcionar, si es que el sujeto no te lanza un palalingua primero o, peor, una maldición asesina; según tengo entendido, los muertos no pueden hablar.

Ron rodó los ojos y Lavender luego de debatirse entre sí hacerlo o no, le tocó el hombro para animarlo.

—¿Parkinson?

La chica chasqueó la lengua—Ni idea… pero Granger lo sabe.

Snape soltó un suspiro, y se acercó al par de chicas, sentadas en el primer puesto.

—¿Es esta la actitud que debe tener una prefecta? —gruñó, a lo que Pansy frunció los labios—. Granger baja la mano.

Hermione soltó un bufido y Snape se fijó en Draco, que aguardaba con los ojos puestos en el reloj.

—¿Malfoy?

Draco pestañeó, se miró las manos y de seguido al perfil de Harry, confabulando la respuesta; una idea furtiva se le vino a la cabeza.

—¿Magia no verbal?

Snape alzó ambas cejas orgulloso— Cinco puntos para mi casa, en efecto, la magia no verbal es la mejor opción en estos casos…

—¿¡Y si te lanzan una maldición asesina?! —soltó Ron, de puro despecho, aunque se arrepintió al instante.

—¡En ese caso es mejor ir escogiendo féretro, Weasley! Quince puntos menos por interrumpirme y sumemos otros cinco por hacerme una pregunta tan idiota; la única persona que ha sobrevivido a una maldición asesina es tu querido amigo… quizás deberías preguntarle a él.

Ron abrió la boca, pero en esta ocasión ni Harry pudo mostrarse del lado de su amigo. Draco se llevó una mano a la boca, para intentar ocultar de mala forma la risa; Harry lo pateó por debajo de la mesa lo que le hizo aún más gracia, pero como no podía soltar una carcajada, dejó que una irónica lágrima se le deslizara por la mejilla.

Todo apuntaba a que Draco se aguantaba un comentario mordaz.

—De esa manera no vas a hacer que te aprecie —regañó Harry en un susurro.

Draco se volvió a Ron, le sacó la lengua y le hizo un gesto a Harry para que se acercara, a lo que recibió un fuerte soplido en el oído.

—La percepción que Weasley tiene de mí no me interesa.

Snape prosiguió con una explicación de los hechizo no verbales, la realización de los mismos y les pidió que apartaran las mesas para ponerse en frente a su compañero de banco.

—Quiero que hechicen a su compañero y el otro tendrá la tarea de protegerse; ambos con magia no verbal. Nada de varitas o susurros, quien haga trampa va a comenzar la evaluación con dos puntos menos.

Snape volvió a pasar por el lado de Draco y le rozó el hombro.

—No se contengan… mientras no se maten, está bien —ordenó, para dirigirse a Draco—. Al final de la clase, te quedas.

—Entendido, señor —contestó Draco, que se giró hacia Harry—. Yo comienzo, Potter, más te vale protegerte bien.

• ── ◦ ◦ ── •

Harry salió de la clase victorioso y fue abordado por Ron con un tono de voz, en particular, molesto.

Draco se quedó viendo a la multitud de estudiantes irse de la sala. Cuando todos se fueron, se acercó al escritorio de Snape, donde el profesor lo esperaba con los brazos cruzados encima.

—¿Qué pretenden Potter y tú?

—La verdad es que ni yo lo sé, señor —admitió Draco con un suspiro—. También me tomó desprevenido.

Snape chasqueó la lengua y se puso de pie. Draco se apoyó contra el escritorio, con los vividos recuerdos de los acontecimientos del año pasado y que tan resentida quedó su relación desde lo ocurrido en el pensadero.

¿Eso fue todo? ¿Un par de meses en los que se hicieron un enorme desaire, pero que regresaban a comunicarse como si nada? Snape no era tan simple, ahí debía haber gato encerrado.

—¿Qué necesita, profesor?

—Tu madre vino a hablar conmigo en el verano.

Lo encontró. Draco no se sorprendió ante la mención de Narcisa.

—¿y qué le pidió?

Snape esbozó una sonrisa ante la astucia de Draco, al asumir que Narcisa le fue a pedir algo sin mencionarlo.

—Eres consciente de que el señor tenebroso te busca con ansias ¿no? —mencionó Snape por encima, a lo que Draco desvió la mirada y se mordió el labio—, considera que eres un muchacho demasiado… interesante, por no decir necio.

—¿Sabe que estoy enfermo?

—No, pero sabe que hay una cosa en ti que no es ordinario. Aun me sorprende el hecho de que Greyback no le haya contado todavía.

—Profesor… usted es un…

Snape le mostró la marca que lucía en el brazo. Draco tragó en seco y se miró el antebrazo derecho, imaginándose con un tatuaje similar; de pensarlo la piel se le erizaba.

—¿Sabes algo? Me lo solicitó, que te llevara ante él cuanto antes. El otro día me encontré con Lucius; tu padre está preocupado por ustedes dos.

Draco bajó la cabeza y pensó en su padre. Lo extrañaba muchísimo, ya pronto se cumpliría un año desde que se dieron un último abrazo sincero. Él siempre se preocupaba por Lucius, pero ¿Qué podría hacerle? Era un adulto, y él solo un irresponsable— aunque interesante (y necio)— adolescente.

—Sigo sin comprender a que va con todo esto.

—Tu madre me pidió protegerte, que te facilitara pociones matalobos y, por último, que comenzara a darte clases de Oclumancia.

Draco alzó la mirada y se subió una de las tiras del bolso que se le resbalaron del hombro.

—¿No está enfadado conmigo?

—Ah… me molestó mucho tu actitud insolente que tuviste el año pasado, Malfoy, pero… no puedo romper la promesa que le hice a tu madre —admitió Snape, acercándose junto a Draco a una de las estanterías—. Me mataría.

—¿Por qué? ¿¡Acaso hicieron un juramento inquebrantable?!

Snape comenzó a examinar las distintas pociones que tenía almacenaba, pasó la crecepelo hasta dar con las dosis de reserva de poción matalobos que le entregó a Draco, en la misma caja blanca que usó el año pasado.

—Soy tu padrino, Draco —contestó, lo que hizo que el chico se paralizara—. Aunque no hubo juramento, cuando eras un niño me comprometí a hacer de padre tuyo, si es que a Lucius le sucedía cualquier cosa; ahora que Lucius no está, tengo que protegerte.

—Me está jodiendo… ¡Yo no tengo padrino!… ¡Mi mamá nunca me dijo que tenía padrino! Era mi abuela y nadie más.

—¿Acaso no lo hueles en mí, Draco?

Afiló los sentidos y comenzó a analizar con intensidad el aroma de Snape, era un olor muy sutil, tal vez no demasiado agradable, por lo que nunca se dispuso a examinarlo tan a profundidad, pero el hombre no mentía; en esos matices amargos, notó el efímero deje de su familia. El mismo olor que compartía Lucius, Narcisa y cada esquina de la mansión Malfoy en la época en la que aun podía llamar a ese lugar como "hogar".

—Ven mañana en la noche, te voy a dar clases de tanto Oclumancia como Legeremancia y me encargaré de enseñarte a fabricar la maldita poción matalobos —ordenó Snape, que tomó a Draco por el hombro—, ya estoy cansado de hacer de surtidor tuyo.

Draco asintió, metió la caja en el bolso y se atrevió a mirar con determinación a Snape.

—Gracias, señor; y le pido disculpas por lo sucedido el año pasado —dijo Draco, con tanta sinceridad que logró sacarle una sonrisa a Snape—, me avergüenza la actitud negligente que adopté en esa ocasión.

Snape le quitó la mano del hombro y rozó con cierta ternura el arete de Draco.

—Te pido que hagas tu mayor esfuerzo por destrozar a Potter en mi clase.

—Eso es un hecho, ni siquiera debería pedírmelo.

Draco salió del despacho de Snape con un sabor agridulce en la boca. De verdad que no le apetecía para nada saber que ahora tendría que esperar despierto hasta la clase de astronomía.

Iba siendo un día bastante complicado de afrontar. Esperaba que esto no se convirtiera en rutina.

• ── ◦ ◦ ── •

Notas:

1)Why do you feel so down?: Declan McKenna.

Hola!

De este capítulo, amo demasiado la narración que hice del recuerdo que tuvo Pansy. Me gustó mucho las intervenciones ocasionales de ella, en los que le decía su apreciación a Draco de manera más… humana. Me gustó dejar la narración en tercera persona (aunque en un principio estaba escrita en primera), para que se imaginen como quieran la forma en la que Pansy pudo haberle dicho la historia a Draco.

Entre mis novedades, poco a poco he recuperado el ✨ Feeling ✨ por la escritura y realmente se siente muy bonito. Aparte, respecto a Esclavo de la luna, hace no mucho se me ocurrió una idea que une varis puntos sueltos de esta misma parte, así que estoy muy feliz.

¿Cómo les está yendo a ustedes? Espero que genial 3

THE_MACHINE