"Estos moretones, heridas y fracturas en mis huesos
Traté de arreglarlo, pero fracasé solo
Pero solo estando contigo, solo tú acostado cerca de mí
Puedo ver como las cicatrices se desvanecen por si solas.
Perdido en tus ojos, no había lugar donde pudiera esconderme.
Llévame dentro y déjame vivir en tu mente.
No hay dolor esta noche, este lugar está reservado solo para nosotros"
• ── ◦ ◦ ── •
Ni una misera cicatriz.
Casi como si supiera que Draco esperaba a verla; Jessica le dedicó una sonrisa socarrona a primera hora. La piel le brillaba, sin ojeras ni dolorosas marcas, vigorizada. Una imagen muy distinta a Draco, quien incluso con poción matalobos, se hizo un par de rasguños y, lo único que deseaba hacer era irse a dormir.
Se preguntaba como demonios lo hacía para aparentar tanta vida después de una luna llena.
De cualquier modo, Pansy esperaba a Draco con un vaso de jugo de naranja recién exprimido, lo que logró ponerlo contento y, mientras lo bebía, comenzó a mentalizarse que le quedaban tres días más de clases (si contaba ese) para que por fin sea domingo y pudiera dormir todo el día.
—Júntense con su pareja, continuaremos con la magia no verbal —ordenó Snape, a lo que Draco soltó un gruñido y observó de reojo a Harry, que se paró de un salto del lado de Ron y casi corrió hacia Draco.
Snape los miró a ambos, chasqueó la lengua y se fue a sentar detrás del escritorio con un gesto inquisitivo. Draco se limitó a despedirse de Pansy algo frustrado.
—Ho…
—Tú atacas, yo protejo —interrumpió Draco, cruzado de brazos.
Harry se mordió la lengua y se abrazó a sí mismo. Esperó un segundo, antes de volver a intentar ser amigable con Draco, quien no estaba de ánimos para tan siquiera hacer el esfuerzo de soportar la cordialidad forzada de Harry.
—¿Cómo pasaste…?
—Estamos en clase, Potter, deja de molestar y trabaja.
Eso fue todo. Harry cerró la boca y se paró al frente de Draco con el cejo fruncido. Draco sonrió de forma irónica, y se arremangó. Esperaba que Harry se molestara con él, ya que de esta manera le resultaría más fácil el ignorarlo.
Harry era mejor en la defensa, al contrario que Draco, cuya mayor habilidad recaía en el ataque; lo que significó que los avances durante los primeros veinte minutos de clase fueron nefastos, pero en el momento en que cambiaron roles, la situación mejoró. Draco logró hacer un incendio con poca dificultad y Harry se protegió con un fuerte encantamiento escudo; eran los primeros de toda la clase en lograr hacer magia no verbal, lo que hizo que Draco se regodeara aún más al ver la estupefacción en la cara de Hermione.
Snape como siempre alagó con levedad a Draco e ignoró el avance de Harry, quien puso mala cara.
Al sonar la campana, Draco se apresuró en recoger sus cosas, pero Harry lo tomó por la tira del bolso con los ojos clavados en el suelo.
—¿Podemos hablar, por favor? —preguntó Harry, que alzó un poco la mirada. Draco analizó cada pestañeó y trató de establecer un ritmo cardiaco normal.
"¿Cómo decirte que no, Potter?" Pensó Draco, que intentó separarse, pero aquello hizo que Harry se lo impidiera afirmando ambas asas del bolso "Es inútil, no puedo."
Draco chasqueó la lengua y rumió entre dientes—: Que sea rápido.
Ambos chicos salieron del aula, con el rostro acusador de Snape que los vigiló hasta que se dirigieron a una de las bancas que nadie utilizaba en el corredor. Draco se sentó escéptico y Harry se apretó los brazos en un gesto nervioso.
—Lo siento.
—¿Eso es todo?
—¡No! Agh, Malfoy… ¿¡Por qué tienes que ser tan complicado a veces?!
Draco se encogió de hombros—. Es parte de mi encanto.
Harry pareció sonrojarse un poco, pero acabó por suspirar.
—Lo siento ¿vale? Fui un paranoico de mierda, confío en ti ¡te lo juro! Estos últimos días he estado demasiado preocupado y las clases particulares de Dumbledore me tienen agotado.
—Espera… ¿Ese anciano te da clases?
—¿No te lo dije?
Draco se mordió el interior de la mejilla, se apretó las rodillas y respiró por la boca.
—¡No! ¿Ves que me ocultas cosas?
—¡Ay! Me olvidé decirte, lo siento ¿vale? —se excusó Harry, sentándose al lado de Draco—. Tampoco es tan importante.
—Te da clases particulares el maldito viejo hipócrita director de este estúpido colegio —señaló Draco con el dedo—. Me suena como algo importante, Potter.
—Bueno, si lo pones así… pues adquiere importancia.
Harry se rascó la nuca. Draco determinó que quizás fue demasiado severo y felicitaba el hecho de que Harry estuviera ahí, tratando de disculparse, sin embargo, Draco era consciente que de ningún otro modo podría conseguir acceso a ese tipo de información.
—Dumbledore me da clases de… todo. Es decir, con lo sucedido en el ministerio, pensó que sería bueno que mejorara ciertas habilidades.
—Ya… ¿Y cómo es que eso te pone "paranoico"?
Harry se mordió el labio y se quedó pensativo.
—¿Esto te lo puedo decir? No lo sé… demonios… bueno está bien, te diré una parte —se rindió Harry, a lo que Draco se enderezó para poner atención—. Dumbledore me muestra recuerdos relacionados con Voldemort.
La sangré de Draco se heló al oír el nombre pronunciado por la boca de Harry y la actitud indiferente que adoptaba al pronunciarlo. No importaba cuantas veces Harry lo dijera, él continuaría atemorizado del nombre.
Draco observó a Harry y asintió—. ¿Fragmentos de la vida del innombrable?
—Si y… Dumbledore me pidió que mantuviera unas cosas en bajo perfil.
—Sospecha de mí ¿no?
Harry abrió mucho los ojos como respuesta. Draco dejó de mover las piernas ansioso, tranquilizado, porque ese gesto era lo más revelador que tuvo de parte de Harry, desde la última conversación.
—Me imagino que tanto Weasley como Granger saben la historia completa ¿no? —supuso Draco. Harry volvió a asentir—. Está bien, Potter, eso era lo que necesitaba oír.
Draco se puso de pie, con el corazón apretado, y la cabeza llena de pensamientos.
—¿Continúas enfadado conmigo?
Reconoció en Harry la sinceridad condicionada que le compartió y eso fue suficiente para calmar el lado racional de su cabeza, mas no el emocional.
—Sí, Potter, pero eso se me pasará —admitió Draco, que metió las manos en los bolsillos—. Ahora estoy agotadísimo, nos vemos en un rato.
Harry quiso añadir algo, pero se tragó las palabras. Draco avanzó por el corredor y se detuvo un par de veces con la esperanza de ver a Harry detrás.
Y Draco le perdonaría todo: las mentiras y las verdades. No pediría más explicaciones. Le rogaría —de rodillas incluso— que se quedara con él, aunque el mundo se derrumbara, aunque no pudiera confiarle todo. Le diría eso (solo eso), que estuviera ahí, con él lo que quedaba de día, mientras esperaba que eso mejorara algo. Que las cicatrices y la furia se desvanecieran por cuenta propia.
Pero Harry no apareció en ningún momento. Ni la primera, ni la séptima vez que Draco se volteó. Acabó por bajar las escaleras hasta llegar a las mazmorras, donde se quitó los zapatos, decidido a saltarse el resto de las clases para descansar.
"No es culpa de Potter" se repitió "No es culpa de Potter".
No lo era, pero le dolía tanto saber que él era el único que recibía la información clasificada y no completa.
—Pero tampoco es mi culpa —gimoteó Draco, con la cara enterrada en la almohada, que empezaba a empaparse con lágrimas—… yo no pedí ser un Malfoy.
Ahí residía la raíz del problema. Sangre pura, mestiza, sucia o enferma. Draco nunca sería capaz de cambiar los orígenes de la desconfianza de alguien que era una de las figuras paternas más cercanas a Potter.
Draco era (solo) un amigo más, como otros tantos que merodeaban en torno a Harry.
Al darse cuenta de eso, las lágrimas se volvieron un llanto desconsolador.
"Porque yo quiero quedarme a tu lado
Incluso si el mundo se derrumba esta noche; estaremos bien
Abrázame y dejaremos todo atrás.
¿Por qué no te quedas?" 1
• ── ◦ ◦ ── •
La segunda visita a Hogsmeade que hizo Harry fue a inicios de octubre. Se enrolló una larga bufanda roja en el cuello y junto a Hermione, salieron de la sala común.
Comenzaba a enfriar de forma paulatina. Los días soleados quedaron en el recuerdo, lo que dio paso a días nublados y, aunque se podía salir sin chaqueta, Harry prefirió cuidarse zonas delicadas como el cuello debido al primer partido de Quidditch que se disputaba la próxima semana.
Con Slytherin; a todos le gustaba comenzar la temporada con un poco de sangre.
Harry no se encontraba tan emocionado por el partido, ya que Draco no iba a ser su contrincante (por lo que tampoco podría sentir de primera mano esas jugadas que vio en las audiciones) y ese chico que ahora ocupaba el puesto de buscador; cuando Harry lo vio jugar, parecía que daba más la talla para ser cazador.
No era para darse aires de autosuficiencia, pero ese chico no gozaba oportunidad contra él. Al único que consideraba que podría llegar a ser un problema era Draco, y este ni siquiera se hallaba en el banquillo.
Harry metió las manos en los bolsillos y caminó, mientras escuchaba a Hermione sin prestar demasiada atención; la chica no se oía para nada contenta. Harry despertó del ensimismamiento y observó la curiosa manera en la que el rostro de Hermione se contraía en enojo.
—¡Lo de la biblioteca fue el colmo, Harry! ¡De verdad!
Ese era el tópico que tocaba Hermione casi siempre que se veía. Ya que le gustaba sobre analizar las cosas y darles un estudio psicológico más exhaustivo del que tenía en principio.
—¿Te refieres a lo que hizo Draco o Ron?
—¿¡Tan siquiera me escuchas?! Hablo de Ron… lo engreído de Malfoy viene codificado en su estúpida sangre pura, pero Ron… ¡Agh! ¿Tan siquiera te puedes imaginar si hubiese escuchado acerca de los lobos?
—Ya, pero eso no ocurrió —contestó Harry, que se encogió de hombros—. Deja de darle tantas vueltas, eso pasó hace dos semanas.
Hermione frunció el cejo y ladeó la cabeza, Harry infirió al instante que ella continuaría repasando la situación en su cabeza.
—Ron se preocupaba por ti… es obvio.
—Sí… bueno, ¡Da igual! Dejemos de hablar de ese idiota ¡Hoy por algo vine contigo!
Percibió el sutil sonrojo en las mejillas de Hermione y dejó que su amiga lo agarrara del brazo. Hermione ese día traía un bonito par de guantes rojos que tejió ella misma y el pelo atado en una trenza bastante disparatada.
De camino al pueblo, ambos hablaron de temas superficiales, para luego quedarse en un silencio cómodo y comentar las conversaciones que llegaban a escuchar de otras parejas de estudiantes que salían de paseo. Harry volvió a abstraerse, ya que no pudo evitar volver a pensar en Draco.
Esa imagen mental que creó contra él. Era capaz de ver la situación a la perfección; Hermione de puntillas, o si no con el cuello estirado y Draco, que la envolvía por completo, en un ademán juguetón, que se burlaba de Harry, junto a los labios que se movían hambrientos.
No sabía si le daba asco o le llegaba a parecer como una pareja plausible (pero prohibida), y consideró que sí existía una novela con dos protagonistas con la misma relación, más bien tóxica— pero de ingenio temible— que compartían Draco con Hermione, él sería el primero en leerla.
Acompañó a Hermione a la librería, consciente de que ese era el motivo principal de la visita a Hogsmeade, según su amiga, un famosísimo escritor sacó un nuevo libro y ella estaba deseosa de leerlo; Harry, a pesar del adjetivo famoso en las palabras de Hermione, nunca había escuchado el nombre del autor.
Estuvo cerca de diez minutos detrás de Hermione, hasta que llegaron a la sección de Quidditch. Miró las fotografías de los jugadores y los libros expuestos con una sonrisa en el rostro.
A lo mejor, si daba con alguna dependiente, iba a pedirle una recomendación acerca de una novela con un romance con la dinámica amorosa, que podían mantener Hermione con Draco; mas no era capaz de describirla sin usar el nombre de ambos en la oración.
Dejó una revista de deporte y cruzó otra fila de estanterías, sorprendido por la cantidad de libros. No dejaba de asombrarse de la cantidad de cosas que la gente se imaginaba y plasmaba en el papel, a diferencia de él que, con mucha suerte, era capaz de redactar su tarea. Cruzó la sección de misterio para llegar al romance y revisó las portadas.
Se puso el gorro de la capucha y estudió los libros. Parejas abrazadas bajo la lluvia. Chicas hermosas con sonrisas arrebatadoras. Portadas pasteles con dibujos tiernos. Dejó esas novelas clichés blandas, que no le interesaban y continuó.
Pronto una pregunta le llegó fugaz a la cabeza, y se dispersó en el sonrojo presente en sus mejillas. Buscó en los letreros hasta dar con la respuesta y agarró el primer texto con las manos temblorosas.
—¿Harry?
Harry casi aventó el libro al escuchar el llamado y se volteó a ver de quién se trataba. Tonks lo saludó con una amplia sonrisa, en esa ocasión traía el pelo azul, y una gargantilla de pinchos. Harry en movimientos pausados (con una calma artificial) dejó el libro y recibió el abrazo de Tonks.
—¡Tu campera de quidditch es muy bonita! —exclamó Tonks, a lo que Harry se dio un golpe mental. Se olvidó que trajo justo la chaqueta que destellaba "POTTER" justo abajo del león de Griffyndor—. ¿Qué buscabas?
—¡Na-nada! —aseguró Harry, que tiró del brazo de Tonks—. Me perdí de sección.
La chica frunció el cejo, pero avanzó junto a Harry, que trataba de regular los latidos de su corazón. ¿Cómo esperaba que él admitiera que transitaba— voluntario y consecuente— en la pequeña sección gay sumido en una curiosidad total?
—Bueno, normalmente no me paso por las librerías, ya que no soy demasiado aficionada a la lectura, pero Lupin me comentó que un escritor sacó un libro nuevo y me dijo que pronto se agotarían.
—¡Sí! Hermione también vino a comprar una edición.
—¡Ah! Entonces le voy a preguntar dónde están—dijo Tonks, con la mano atrapada en el pelo—. Ahora, cuéntame ¿Cómo ha ido ese primer mes de clases?
Harry le contó emocionado lo satisfecho que se encontraba con el nivel de dificultad de los éxtasis, pero le expresó el descontento con el hecho de que Snape ahora fuera el nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras. En cierto punto de la charla, se dirigieron a una zona menos concurrida de la librería para no molestar a los clientes que de verdad venían a comprar libros.
—¿Y Draco? Hace un par de días que fue luna llena, en realidad venía a comprarle el libro a Lupin, porque continúa descansando… ahora que las tiene que pasar en completa soledad, son mucho más duras y él no quiere que me exponga a algún accidente a pesar de que me puedo transformar en cualquier animal —explicó Tonks, en un tono frustrado— ¡Es muy testarudo! A veces me dan ganas de darle un coscorrón y hacerlo entrar en razón ¿sabes? —Harry asintió con una sonrisa inmensa en el rostro. Se sentía feliz de saber que Tonks y Lupin se llevaran tan bien—. En fin… me desvié de la pregunta, ¿Cómo le fue a Draco? Tía Cissa está preocupada, porque el desconsiderado de su hijo no se ha reportado con ella.
Harry tuvo que admitirle que Draco y él discutieron. Trató de ser lo más parcial posible (algo complicado, ya que de cualquier modo se trataba de su versión de los acontecimientos) (pero lo intentó, que eso es lo importante), puesto que, a pesar de haberse disculpado, no estaba satisfecho con el desenlace de los sucesos.
—Mmh… bueno, Dumbledore siempre ha sido bastante receloso respecto a las personas que provienen de familias puristas.
—¡Sí! Pero Draco ya no es así…
—¿Y por qué no le intentas explicar lo que es la Orden? Tal vez si le dices que ni siquiera nosotros, que somos parte de ella, sabemos la profecía completa, se tranquilice —sugirió Tonks, que devolvió un libro y se apoyó contra la estantería—. Solo puedo aconsejarte eso, al final de cuentas, si Draco quiere acceder a ese tipo de información, lo único que puede hacer es ganarse por cuenta propia la confianza de Dumbledore.
"Y eso es algo imposible" completó Harry en sus pensamientos.
—Es buena idea, lo voy a intentar ¡Muchas gracias!
Tonks le regaló una sonrisa y se enderezó al ver a Hermione salir de una de las tantas filas de estanterías. Ambas mujeres se saludaron con un beso y Hermione ayudó a Tonks a encontrar el libro que buscaba.
—¿Y hasta cuando te quedas aquí? —quiso saber Hermione.
—Esta es mi última semana, la próxima le toca a Scrimgeour, por lo que es probable que ya no nos veamos hasta navidad.
Tonks sacó un par de libros dispuestos en una mesa como gran novedad.
—Tonks… ¿Y no ha ocurrido nada extraño?
—Sí, pero eso no es algo de lo que se pueda hablar en un lugar tan concurrido.
Al final determinaron que iban a ir a tres escobas; las mujeres pagaron por sus libros (Harry igual compró un ejemplar, para regalárselo a Draco) y una vez en la taberna; ordenaron unas bebidas para acompañar la conversación.
Se sentaron en la mesa más alejada, pero con una vista general del local. Harry se sintió algo incómodo al quedar con un panorama privilegiado hacia la espalda de Ginny y Dean, quienes no dejaban de volverse una única silueta cada vez que se daban besos que se extendían demasiado. Además, identificó al profesor Slughorn, que llegó para reunirse con un par de amigos igual de barrigones que él.
—No sé si habrán leído el periódico muggle, pero los ataques han ido en aumento, a pesar de que muchos miembros de la Orden están repartidos a lo largo del país —mencionó Tonks, que formó una mueca al segundo siguiente—. El tema es que no damos abasto, porque muchos miembros de la Orden original murieron, no están en condiciones de seguir o no han vuelto a ser reclutados… intentamos hacer lo que mejor podemos, pero somos un número pequeño, comparado a la marea que el Innombrable está formando.
Hermione comentó algo acerca de un derrumbamiento de un puente del cual Harry no contenía ni idea, pero tampoco se sorprendió de que Hermione estuviera tan informada, la chica siempre recibía una edición de "el profeta" junto a una del "The times".2
—Exacto. El problema es que se está cumpliendo el mismo patrón que en la primera guerra mágica, pero cuatro veces más rápido: caos en la población muggle y menos en la comunidad mágica, aunque ahora la situación está igualada. Sumado a esto, está la muerte de Amelia Bones, el ministerio de magia es un caos interno.
» Amelia era una bruja fuertísima y el hecho de que ha muerto de la noche a la mañana dejó todo en una conmoción terrible.
» Al menos aquí en Hogsmeade todavía no ha ocurrido nada "extraño", ya que se tiene bastante controlada la llegada de personas; no obstante, el bosque prohibido siempre es un talón de Aquiles. En especial si consideramos que los centauros están un poco molestos con Dumbledore, debido a lo sucedido el año pasado.
—¿Y no han tenido nada relacionado con los hombres lobos?
—¿Hombres lobos, Harry? —repitió Tonks, impresionada por lo especifico de la pregunta—. No, nada… lo único que sabemos es que Greyback y su manada son aliados del Innombrable, pero ni Lupin tiene un estimado de la cantidad de personas que conforman la manada de Greyback; y si él no lo sabe… nadie más podrá saberlo.
Hermione y Harry se miraron intrigados. Antes de que Hermione desviara la atención a la entrada y pusiera una mueca de disgusto inmensa al ver a Ron ingresar a tres escobas junto a Lavender Brown, pero pareció no notarlos a ellos porque pasó de largo y se colocó a espaldas del grupo.
—¿Por… qué? —preguntó Harry, que colocó la mano en el respaldo de la silla de Hermione y le apretó el hombro para animarla.
—Lupin es el único licántropo de la orden y que, además, ha estado infiltrado, durante un periodo corto de tiempo, en la manada de Greyback.
—¿De verdad?
Harry le dio un sorbo a la cerveza de mantequilla y recordó un fragmento de la conversación que tuvo con Lupin en el verano. Una infiltración no era lo mismo que unos simples "asuntos".3
—Si, fue en la primera guerra a petición de Dumbledore, pero según tenemos entendido la manada de Greyback a lo largo de los años ha aumentado de forma exponencial; por eso mismo no podemos saber cuánta gente ahora está del lado de Fenrir, y por consecuencia, del lado del Innombrable.
» Y nunca lo vamos a saber, ya que Lupin no lo dejarían volver a entrar a la manada de Greyback y, no tenemos a otro licántropo.
Harry pensó de inmediato en Draco, pero negó con la cabeza. Seguía impresionado de que, tan siquiera, Lupin continuara vivo después de infiltrarse en la manada de Greyback y no quería, para nada, que Draco se involucrara con ese tipo de personas.
El tan siquiera imaginarse la situación le retorcía el estómago. Era como si lo pusieran en un escenario de una película de terror, en donde él, imponente, no podía hacer nada para evitar a cadena de acciones horripilantes que iban a ocurrir.
—Lupin me dijo que era raro que Greyback se haya aliado con Voldemort —comentó Harry.
—Sí. De por si los licántropos son seres orgullosos, o bueno, los de la manada de Greyback. Lo más probable es que el Innombrable le haya prometido a Greyback algo inmensurable a cambio de sus… servicios.
Tonks no especificó, pero Harry y Hermione infirieron a qué clase de "servicios" se refería. Asesinatos, secuestros, y torturas.
—Eso es lo que les puedo decir, el resto… ya saben, cosas de la Orden que niños como ustedes no pueden escuchar —se burló Tonks, que se terminó la cerveza de mantequilla del tirón—. Bueno, fue una plática estimulante ¿eh?… ya debería irme, creo que me escapé demasiado del trabajo. ¡Nos vemos! Cuídense y estudien mucho.
Los chicos se despidieron de Tonks y Hermione se cambió de asiento para quedar al frente de Harry, con una vista privilegiada a la mesa en donde Ron y Lavender compartían un gigantesco helado. El chico lucía fastidiado, pero devoraba el helado. Harry estuvo seguro de que, si esa cita fue impulso de Lavender (lo que era lo más probable), Ron aceptó porque el factor: "comida", se hallaba involucrado.
—¿Tus papás están bien, Mione?
Harry, si bien era conocedor de los datos básicos, nunca preguntaba demasiado acerca de la vida de Hermione; pero no se imaginaba lo agobiada que podía estar su amiga debido a no poder conversar con ellos hasta las vacaciones de invierno.
—¿Ellos? Sí…—contestó un poco disociada, mientras jugueteaba con a pajita del batido que pidió— ya saben lo necesario, y como llevan una consulta pequeña cerca de la casa, están seguros. Aunque estoy más preocupada por la gente que trabaja en lugares demasiados concurridos.
Harry vio como Ginny pegaba un grito que alarmó a todos y se levantaba de la mesa enfurecida, Hermione abrió la boca y se puso de pie para ver mejor lo sucedido, pero se encontró con Dean que agachó la cabeza y pagó antes de salir del local.
Lavender pareció tranquilizar a Ron junto al suave murmullo que volvió a crecer en la taberna. Harry y Hermione se miraron entre ellos sin saber qué decir.
—Ginny no está segura con continuar su relación con Dean —contextualizó Hermione, que trazó con el dedo la circunferencia del vaso—. Dice que Dean está demasiado interesado en su arte y que le gustaría que se involucrara más en las aficiones que ella tiene. Asimismo, me dijo que aparte de juntarse para enrollarse con ella, Dean no la busca; que pasa el doble de tiempo con Seamus que con ella.
Harry esbozó una mueca. En realidad, no le importaba demasiado los rollos amorosos del resto de personas; ya era suficiente con los suyos.
—Yo creo que Ginny debería terminar con Dean si ya no lo quiere —juzgó Hermione, detenida en la página de postres— ¿quieres que nos pidamos un par de helados?
Vio la copa de helado de la carta y lo comparó con la que Ron compartía con Lavender; para percatarse que Hermione se fijaba en lo mismo.
Harry negó—. Ya me quiero ir… si te apetece podemos comerlos en otro sitio.
Hermione comprendió, pagaron y salieron del local, aliviados de dejar atrás los cariñosos ronroneos que Lavender le decía a Ron. Afuera se pidieron un par de helados y Harry se alegró de que el siguiente tópico de conversación fuera acerca del escritor del cual Hermione compró el libro.
Al menos eso le daba espacio para poder teorizar tranquilo.
• ── ◦ ◦ ── •
El inquietante y resquebrajado sonido del afilador de cuchillos era el ruido blanco ideal para una tortura inminente.
—¿Por qué insistes tanto en guardar silencio? Dime… ¿Acaso Harry Potter hizo algo por ti?
El mago frunció los labios, negado a hablar. Los encantamientos cruciatus no dieron resultado y temía abusar del mismo método de tortura; con la que se viera afectada la frágil mente del mago, aprisionado en esa silla.
El sonido del afilador se detuvo.
—Rosier… ten.
Thomas se volteó, tomó el cuchillo que una mujer tuerta le entregó y se acercó con el arma hacia el mago.
—Última oportunidad, Ollivanders, dinos la información que necesitamos, si no comenzaré cortando un par de dedos… ¿Cuál es el más útil para un fabricante de varitas? ¿El índice o el pulgar?
Ollivanders contrajo las manos en dos firmes puños, a lo que la mujer lo hechizó para que mantuviera la palma abierta. Rosier acercó el cuchillo a la mano y comenzó a trazar con el filo una media luna. El mago se mordió el labio, con la sangre brotando de la herida reciente. El olor le llegó a Rosier con el mismo encanto que un café mañanero.
Se arremangó la camisa blanca ansioso de comenzar con la tarea. Las venas de su antebrazo se tensaron y sin perder la elegancia tan propia de sí mismo, le sonrió de manera tranquilizadora.
—Bien… si estás tan abnegado, comenzaré con el pulgar derecho.
Ollivanders vio el cuchillo descender y acabó por gritar el instante anterior a que este se clavara en su piel. Rosier alzó una ceja, divertido.
—Vale… hablaré.
—Sabia decisión Ollivanders.
Rosier le hizo un gesto con el dedo a la mujer tuerta que desanudó las manos de Ollivanders y se lo llevó con facilidad de la habitación. Rosier llevó un dedo a los brazos de la silla y probó la sangre del viejo con indiferencia, al mismo tiempo en que la puerta se abrió.
—Tío… por favor, eso debe saber absoluta mierda.
—Curiosidad, pero sabe asqueroso —dijo Rosier, que escupió—. Aparte, grandísimo idiota, no me digas tío aquí… ¿O acaso quieres ser al próximo al que le rebane el cuello?
El chico soltó un suspiro y puso los ojos en blanco.
—Lo que sea.
—¿Cómo van tus avances?
—Ya te conté todo, solo me queda recalcar que los muggles son unos imbéciles.
—No te sientas superior a ellos, imbécil; eres solo un poco mejor.
El chico se lamió los labios. La palpitante luz de la habitación le cubrió el rostro y tomó el cuchillo afilado que Thomas le extendió. Colocó la mano en la mesa y comenzó a clavar el cuchillo entre el espacio de los dedos sin fallar.
—No te olvides que hoy te toca quemar la escuela —recordó Thomas, limpiando con meticulosidad la silla— y mañana, comenzaras a trabajar con el equipo H. Así que te quiero aquí temprano, con una bonita sonrisa.
Escuchó algunas risas sarcásticas, y cambió de dirección, para ahora hacerlo según un patrón. Sin fallar, el chico terminó por lanzar el cuchillo contra la puerta, el segundo previo que la chica muda entrara y mirara la situación del par con el gesto sereno. Traía una vestimenta delicada, una blusa de encaje y una falda azul cielo, atuendo con el que contrastaba por completo con la habitación oscura a la que llegó. Movió las manos y el chico se levantó de la silla.
—Cierto, tío… toma, la tomé prestada.
El chico le extendió una billetera a Thomas. La billetera de Thomas.
—Eres un condenado. ¡Apura! ¡Lárgate!
El chico se despidió de Thomas con un guiño y, a la chica, le regaló un suave beso en los nudillos, quien se aguantó la risa, mientras quitaba el cuchillo de la pared.
—¡Y tú no te rías! Mejor vámonos, padre nos espera.
• ── ◦ ◦ ── •
Antes de lograr entrar al aula de defensa contra las artes oscuras, Draco percibió un sutil ruido que provenía de dentro.
—Profesor, es nuestra oportunidad.
Draco trató de asomarse para escuchar un poco más, pero Snape se dio cuenta de sus ojos afuera de la puerta. Draco esbozó una media sonrisa y negó con la cabeza.
—Buenas noches, Spooner.
Draco no la había visto porque era demasiado bajita. Jessica frunció el cejo y dijo algo incomprensible al ver a Draco afuera, lo más probable, era que se tratara de una maldición.
—Buenas noches, profesor.
Jessica salió del aula y se fue sin darle ni una mirada a Draco. El chico entró, dejó sus cosas y escuchó la reprimenda de Snape por atreverse a escuchar conversaciones ajenas. Tras pronunciar una insulsa disculpa, Draco se aproximó a la mesa del profesor y tomó el panfleto que yacía encima.
"¡Gran fiesta de Halloween!
Este 31 de octubre, profesores, asistentes de la educación y alumnos; disfrácense y vengan a disfrutar del banquete que se celebrará en el colegio. ¡Además, podrán participar en un concurso por el asombroso premio de cien galeones en metálico!
Jurado: director, Albus Dumbledore, profesor de Defensa contra las artes oscuras, Severus Snape y enfermera, Madame Pomfrey."
—No me creo que haya aceptado participar en ese evento, profesor.
Snape frunció el cejo y quemó el panfleto. Draco hacía un esfuerzo considerable en aguantar la risa.
—Dumbledore me obligó —gruñó Snape—, era eso o participar en el estúpido concurso y prefiero ser quien juzga al resto.
Draco soltó una risa, al intentar imaginarse a Snape con algo que no fueran esas túnicas negras. En absoluto concebible.
—Mejor no te rías, Draco, hoy no te conviene.
—¿Por qué? ¿No vamos a preparar poción matalobos?
Snape negó con la cabeza, con la varita acercó una silla al centro de la habitación y le pidió a Draco que se sentara.
—Oclumancia.
—¡No quiero! ¡El año pasado, Potter…!
—¡Potter es un incompetente! Tú no, así que te sientas, porque no pienso desperdiciar ni un minuto más de mi preciado tiempo.
Draco miró la silla y regresó a cuestionar a Snape.
—Deme un motivo para practicar Oclumancia.
El profesor lo vio un poco divertido. Le hacía gracia la renuencia de Draco y él no se negaría a los impulsos de querer hacer que se rindiera.
—De hecho, te daré un par, Draco. Primero: hay un señor tenebroso que está deseoso por meterse en tu linda cabeza rubia y descubrir varias cosas acerca de ti —comenzó Snape. Draco se sentó de inmediato, con las piernas cruzadas—. Segundo: debes mejorar tus defensas. No creas que no me doy cuenta de lo malo que eres en ese ámbito. —Draco dejó de cruzarse de piernas. Era obvio que Snape se daría cuenta de eso, al final de cuentas era el profesor de DCAO— y tercero… si dominas la Oclumancia te puedo enseñar Legeremancia.
—¡¿En serio?!
—¡Sí!… pero primero Oclumancia. Despeja tus pensamientos, y respira.
El chico aceptó el trato y cerró los ojos, con las manos apretadas en torno a los brazos de la silla. No alcanzó a escuchar el hechizo, porque pronto percibió como Snape se abría paso dentro de su cabeza y pensó al momento que eso era lo mismo que debió haber sentido Harry el año pasado, no solo cuando estudiaba, sino también las veces que el señor tenebroso trataba de ingresar en la mente de Harry; como si le estrujaran el cerebro con fuerza.
Ahora comprendía el sufrimiento, la razón por la que Harry gritó con tanta agonía. Draco quiso rebobinar el tiempo y darle un par de palmaditas de consuelo al Harry del pasado.
—¡Draco! No seas idiota ¡Trata de defenderte! —regañó Snape, al salir de la cabeza del chico, para darle un vaso de agua—. No pienses en Potter, ni en nada. Limpia la cabeza, relájate.
—Es complicado.
—Sí, por eso mismo vamos a practicar esto.
Draco bebió toda el agua del tirón, con temblores involuntarios que le rodearon el cuerpo.
—Concéntrate en tu respiración, marca un ritmo pausado —indicó Snape—. No pienses en nada. Cierra la mente.
Por más ejercicios de respiración que Draco hizo durante el resto de hora, logró impedirle el paso a Snape una vez y fue con una barrera tan frágil que se rompió en un pestañeo.
—Bien, suficiente —indicó Snape, que sacó del bolsillo del pantalón una píldora—. Para el dolor de cabeza, tampoco esperaba que lo lograras tan rápido. Ven mañana a la misma hora, continuaremos con esto.
Draco se tragó la píldora sin nada de agua, lo que lo alivió al instante ¡Bendita medicina mágica!
—¿Qué vio?
Snape sonrió, y junto a Draco salieron del aula. Bajaron con calma a las mazmorras.
—Muchas cosas patéticas tuyas —admitió Snape. En el castillo lo único que se percibían eran los pocos alumnos que iban a sus salas comunes antes del toque de queda y el comienzo de las vueltas de los prefectos—. Por ejemplo, como lloraste cuando te transformaron en un hurón.
—¡Cállese! No me lo recuerde.
—Tú me preguntaste, Malfoy.
Draco frunció los labios, sin querer saber que más vio Snape, porque prefería preservar la poca dignidad que le quedaba. Llegaron a las mazmorras donde Snape lo detuvo puertas afuera de su dormitorio (que quedaba a un par de metros lejos de la entrada a la sala común de Slytherin) (algo conveniente, en caso de que ocurriera cualquier tipo de situación y el jefe de casa tuviera que asistir a sus alumnos).
El chico obedeció y esperó apoyado en la pared. Al minuto siguiente volvió a aparecer Snape, con una pequeña bolsa con caramelos variados. Manzana, anís, menta, entre otros.
—Toma, considéralo un dulce incentivo a tu educación.
Draco agradecido recibió el obsequio y se lo guardó en el bolsillo de la túnica.
—Buenas noches, Draco.
—Buenas noches, profesor.
Snape cerró la puerta con suavidad y Draco, frente a la entrada de la sala común, se llevó un dulce a la boca. Se encontró de frente con Pansy que lo esperaba hojeando una revista, lista para dar las rutinarias vueltas nocturnas.
—Es de mala educación hacer esperar a una dama, Malfoy.
—Lo mejor siempre llega al final.
La chica cerró la revista, y se colocó de pie. Ya no traía maquillaje puesto, y aun así lucía igual de hermosa que siempre, con ese atractivo somnoliento aspecto, que ciertas mujeres, como Pansy, poseían.
—Me da igual. ¿Qué me vas a dar para que te perdone por tu insolencia?
Dejó el bolso en una silla y sacó tres dulces, que dejó en la palma a Pansy, quien los estudió con desconfianza fingida.
—Lo dejaré pasar por esta ocasión.
Draco le pellizcó la nariz y la chica soltó la risa que guardaba desde el comienzo. Los dos salieron de la sala, aferrados al otro, con el brazo de Draco sobre los hombros de Pansy y con la mano libre, afirmado a la varita que usaban a modo de linterna.
Luego de la primera vuelta, y después de que Pansy le preguntara el motivo de la demora, Draco le pregunto:
—¿Crees que soy patético?
—Un poquito si…
Draco hizo un mohín con los labios, y le permitió a Pansy desternillarse.
—Ya, pero la pregunta en realidad es: ¿Quién no es patético, Draco? —Pansy se tranquilizó y le señaló la serpiente que figuraba en el pin de prefectos—. Todos somos patéticos, la cosa es que nosotros como buenos Slytherins podemos ocultarlo mejor.
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Notas:
Why don't you stay: Jeff Satur.
2) "The times" es uno de los periódicos principales de Reino Unido.
Referencia al capítulo 3 (AO3), el ciclo se repite, o capítulo 8 (wattpad y ): el ciclo se repite.
¡Hola! Se viene nota larga jjaja.
No puedo dejar de pensar que Harry es un shipper encubierto. Su confort ship es el Romione, pero cuando tiene ganas de algo más dramático con toques de angst, es fiel votante del Dramione.
No me gusta demasiado la última pareja, pero la estética de ambos. ¡Magnífica! ¡Dame más de esa heterosexualidad tóxica!
*cof, cof* Ignoramos los comienzos cuestionables del Drarry *cof, cof*
Acerca de mi vida, todo en orden. Última semana de vacaciones, lamentablemente. Editando y escribiendo como loca. Al menos solo tengo clases hasta noviembre, pero no sé cómo va a estar mi mood en esa fecha, con la PAES a la vuelta de la esquina X'D
Eso sí, hubo tres días contados que me desviví por Kinnporsche ¿han visto la serie? Es mi primer dorama Bl y cuando intenté ver más, simplemente no pude. La dinámica de Kinn y Porsche, me tiene obsesionada y yo no soy nadie como para oponerme a mis impulsos de consumir contenido (jajaj, fics vengan a mí).
No quiero escribir de ellos… no quiero… no… ¡No puedo meterme a más proyectos! Tengo miles que no he podido ni siquiera comenzar…
Odio meterme a fandoms que me hacen después perder el autocontrol.
En fin, esta es tu señal para que vayas a ver o rever Kinnporsche. Porque dios MIO, fue tan hermoso que me dejó devastada (de una manera bonita) (creo) (espero mejor dicho ajajaj).
THE MACHINE.
Pdta: Se infiere entonces el motivo por el cual escogí esa canción ¿cierto? Why don't you stay reconfiguró mi existencia. Y cuando escribí esa súplica de Draco, ni siquiera conocía la canción. Just. Perfecto, como queda la canción. jaja
Pdta 2: En el próximo capítulo respondo preguntas 33
