TW: Angst, violencia, sangre, mención a temas relacionados con maltrato a menores de edad y matrimonio arreglado. El capítulo tiene muchos altibajos entre los saltos temporales: proceder con precaución.
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"No nos verá venir
Fuera de la puerta antes de que parpadee
Algo tan a sangre fría
Con un profundo instinto asesino
No nos mires a la cara
Es como ver un sol ardiente
Tiene dientes como cuchillas de afeitar
Y sabes que estamos en busca de sangre
¡Estamos en busca de sangre!
(…)
(Oh-ooh)
Mejor corre, mejor corre
Cuando los lobos salen a jugar!"1
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Durante la víspera de navidad, Remus llegó con una sutil sonrisa en los labios, una botella de champán y varias bolsas de regalos.
Harry lo recibió con un gran abrazo, sin poder contenerse ante la emoción de verlo tan mejorado a comparación de la última vez; el cabello le volvía a crecer de color castaño con algunos rizos definidos y no tenía ese lánguido enfermizo aspecto. Harry rozó con sutileza los bolsillos del abrigo que traía puesto, que, a pesar de ser bastante anticuado se encontraba impecable, y se percató de que no traía encima ninguna furtiva cajetilla de cigarros.
Cayó en cuenta de que quizás Remus ahora estaba al igual que él. Harry fumaba por gusto, pero ya no de la manera obsesiva con la que lo hizo a principios del año pasado, con el contexto de aún cargar el peso de la culpa debió a la reciente perdida de Cedric.
Lupin entró a la casa de los Weasley, saludó a todos, ayudó a servir el espumante que trajo y se fue a sentar a la sala, sin antes cambiar el vinillo del tocadiscos a uno que trajo. Harry lo acompañó como un niño pequeño mientras le preguntaba por cada detalle de sus vacaciones.
—Así que Dora te contó ¿eh? —mencionó con los ojos puestos en el fuego que el señor Weasley acababa de encender—. Aunque no era secreto de cualquier modo. Todo en orden, me hacía falta ver a mi papá. Es un hombre que ya tiene sus buenos años, Harry y está en esa edad en la que los hombres se ponen más amargados. Tal vez, cuando las cosas mejoren, regrese a vivir conmigo, pero por el momento se rehúsa por completo a "volverse un viejo dependiente de su hijo"—dijo para sacarle una risa a Harry—, ¿quieres un poco?
Le ofreció el espumante, pero Harry negó con la cabeza.
—Era una prueba; bien hecho, la pasaste —bromeó Lupin—. En fin, estuvo bien, sin embargo, de vez en cuanto son inevitables los roces.
—Normal: es de otra generación. —agregó Arthur, que se sentó al frente de manera lenta—. Me acuerdo de que Lyall siempre fue alguien con un carácter cuanto menos especial.
Lupin asintió, y sacó una fotografía de dentro del abrigo que le enseñó a Arthur y Harry. El chico abrió mucho los ojos al distinguir a un hombre que era prácticamente Remus Lupin, treinta años mayor. Con la única diferencia de que traía el pelo recién recortado, el rostro sin cicatrices y ser media cabeza más bajo que su hijo.
—Oh… ¡Se parecen muchísimo! —exclamó Harry, en cuanto Lupin volvió a guardarse la foto—. Es muy bonita ¿y también fuiste a ver a tu mamá, Lupin?
El señor Weasley se mordió el labio, pero se abstuvo de contestar tan pronto Remus le hizo un gesto
—Mi mamá murió de cáncer hace ya varios años, Harry; era muggle, por lo que nunca funcionó con ella la medicina mágica —contó Lupin, dándole un sorbo a la bebida— Sucedió un año antes de la tragedia de tus padres.
—Lo siento, no sabía…
Harry bajó la mirada arrepentido y Lupin negó la cabeza con ternura.
—No importa, Harry, todo bien —lo tranquilizó—. Desde entonces mi padre vive en Irlanda, lo que es lo mejor porque así se mantiene alejado del peligro que significa estar en Inglaterra hoy en día… Arthur, leí tu carta, ¿se han producido más ataques?
—¿Ataques? —interrumpió Harry, que trajo una silla del comedor para escuchar.
—Hombres lobos, Harry —contestó el señor Weasley, agotado—. Se cumple el mismo patrón que la primera vez. Son los de la manada de Greyback (lo que no es novedad) supongo que sabes de quién se trata ¿verdad, Harry?
El chico asintió, a lo que Lupin suspiró entre molesto y cansado.
—Ese maldito hijo de… no hace nada más que dar más trabajo en el ministerio. Desapariciones, ataques a familia no mágicas torturas y continúan con sus relaciones con el innombrable las cuales parecen más estrechas que antes. —Harry miró el gesto de Lupin, que parecía tenso— Ahora se hacen llamar carroñeros, ¿tienes alguna idea de lo que se pueda tratar, Remus?
—Ni idea, pero tratándose de Greyback no debe ser nada agradable.
Remus se levantó un momento del sofá y tomó la última edición de "el profeta" dispuesta encima de la mesa del comedor. Harry se mantuvo estático en la silla. Pronto la conversación entre los dos hombres se transformó en un intercambio de comentarios acerca de temas de economía los cuales Harry no comprendía, pero que al ser mantenida con un tono tan respetuoso y con intervenciones tan pertinentes, sonaba como una plática sabia.
Se preguntó si algún día también sonaría de esa manera, como un verdadero adulto, a veces se sentía igual que ese niño de once que desconocía toda la inmensidad del mundo de los magos y ese uno de esos momentos. Harry no escuchaba la conversación, se limitaba a estar ahí, con un estado de oyente fantasma.
—¿Te has divertido estos días, Harry? — le preguntó el Señor Weasley, a lo que el chico afirmó—eso es bueno. Molly me comentó que querías ir a visitar a los Tonks nuevamente.
—Sí, Malfoy está investigando acerca de unos temas en pociones y quería que lo acompañara.
Lupin asintió bastante interesado en la conversación.
—Mira tú, el otro día, Dora me contó unos pocos detalles de la visita que Draco quería hacerle a Damocles —dijo Lupin—… hace tiempo que no hablo con él.
—¿Te refieres a Belby? —preguntó el Señor Weasley a Lupin— ¿Damocles Belby?
—Sí, vive con su prometida en Fishguard (o al menos así lo recuerdo) lo conocí años antes de que terminara de desarrollar la matalobos. Es un hombre verdaderamente brillante y su novia prepara el mejor pescado frito que he comido en mi vida —aseguró Lupin—. Por lo que me contó Dora, Draco está muy motivado con el asunto.
—Igual Fishguard queda lejos… —señaló el señor Weasley—. ¿De verdad es necesario que vayas, Harry?
Harry se encogió en la silla y miró a todos lados sin saber dónde escapar, no obstante, no fue necesario, ya que Lupin salió a su rescate.
—Pero, Arthur, es en Gales y aparte en Fishguard; a los chicos no les va a pasar nada ahí, si ni siquiera hay bares en todo el pueblo.
Harry sonrió y notó como el gesto del señor Weasley se suavizaba tan pronto Lupin le dio razones para dejar a Harry ir; le agradeció al hombre con una media sonrisa cómplice.
—Aunque Dora tampoco se oía muy convencida —murmuró Lupin— ¿Qué tal si pasan por mi casa de ida y vuelta? Así nos quedamos todos tranquilos.
—¿De verdad? —preguntó Harry ilusionado.
—Sí, Harry. Pasan y, a través de mi combustión, se van a Fishguard; creo que aún recuerdo como acondicionarla para un viaje más extenso de lo habitual.
A Harry se le hicieron agua los ojos y sintió unas inmensas ganas de abrazar a Lupin en ese preciso instante, pero se contuvo. Respiró hondo y le agradeció con mil palabras que ni siquiera se acercaban a la verdadera gratitud que sentía.
—Se lo comentaré a Tonks —concluyó Lupin— y luego determinamos un día. Puedes adelantarle algo a Draco, si quieres, para que se relaje, porque conociendo como es de seguro que debe estar planeando doce tipos diferentes de maneras en las que escaparse de casa para cumplir su objetivo.
Harry se rio, porque veía a Draco de la misma manera.
Antes de que los adultos pudiera retomar el tema de la economía, advirtieron el sonido de un chasquido. Los tres de inmediato se pusieron de pie y salieron, aunque Lupin hizo el mayor intento por mantener a Harry detrás de él en todo momento.
Frente a la entrada de la madriguera, estaba parado Percy Weasley junto al nuevo ministro de Magia, Rufus Scrimgeour, que por su rostro severo y marcadas arrugas, mostraba toda la apatía de tener que presentarse en ese momento en la madriguera.
—Buenas noches, Arthur —saludó Scrimgeour, que miró escéptico la varita que empuñaba el señor Weasley—. Le desearía feliz navidad, pero todavía no son las doce.
El señor Weasley miró a su hijo, que se mordía el labio y miraba a un costado, sin saber qué decir. No fue hasta que la Señora Weasley salió de la casa que la situación se tornó más incomoda al, prácticamente, abalanzarse sobre su hijo.
Harry bajó la empuñadora de la varita y Remus también lo hizo de manera desconfiada.
—¡Percy, querido! ¡Qué bueno que regresaste! ¡Vamos, pasa! ¡Entra, mi niño! —exclamó la señora Weasley, que se separó de Percy con los ojos aguados—. ¡Arthur, guarda la varita! ¡Hay que celebrar!
El resto de los hermanos de Percy, lo miraron desde la entrada y no pronunciaron más que insípidos saludos al verlo ingresar a la casa a regañadientes. De vuelta afuera, Arthur continuaba junto a Remus y Harry.
—¿Qué pretendes con toda esta parafernalia? —inquirió Remus.
—Tranquilo, señor Lupin, no es con mala intención. Percy deseaba darles un saludo de navidad a su familia y aproveché de acompañarlo; nada más —se excusó el ministro—. Arthur, disfrute a su hijo, que tengo noción que hace meses que no lo ve.
El señor Weasley le dirigió una mirada conmocionada a Remus.
—Ve, yo me encargo.
Arthur entró a la casa, frotándose las manos y Harry quiso colocarse al lado de Remus, pero este se lo impidió al extender el brazo.
—¿Por qué no aprovechamos también el tiempo y me permite intercambiar unas pocas palabras con el joven Potter?
—No.
—Señor Lupin, comprendo su preocupación, pero es una breve plática que no tiene segundas intenciones. ¿Me acompaña?
Harry vio como el rostro de Remus se contorsionaba. Le apretó el hombro en un afán de tranquilizarlo.
—Harry…
—Estaré bien; no soy tan manipulable —le susurró Harry—. Confía en mí.
Identificó en el gesto de Lupin esa mirada en la que comparaba al chico que tenía enfrente con James. El asintió luego de pensarlo un minuto, fue algo que hizo que Harry de verdad reuniera la fuerza de voluntad y mantuviera sus ideales firmes en la cabeza.
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—¿De verdad?
—De verdad.
Ron se hizo un ovillo sobre la cama igual que un gato, para luego estirarse completamente y gritara contra una almohada.
—¡¿Cómo esperaba que aceptara?! Los del ministerios son todos unos psicópatas (menos mi padre, aunque si es un poco raro) —gruñó Ron—. Primero Percy, que no tuvo ni el descaro de aceptarle a mamá un vaso de agua y luego el ministro queriendo convertirte en un perro para ellos. ¡Son unos malditos!
Harry ladeó la cabeza y se apoyó en el marco de la venta.
—¿Cómo está tu mamá?
—Peor que viuda —contesto Ron—. Desde que se fue Percy no deja de llorar y se fue a encerrar al dormitorio con papá. Es una lástima que Lupin se haya tenido que ir antes, pero supongo que el banquete de nochebuena se pospondrá para mañana ¡Todo por culpa de Percy! ¡Cómo lo detesto!
Ron lanzó un puñetazo al aire y rodó encima de la cama antes de ponerse de pie para abrir la puerta a Ginny, que acababa de tocar.
—Ron, papá quiere que bajes ahora. Nos está llamando a todos —dijo Ginny con cierto deje penoso en la voz—. Harry tú…
—Quiero hacer una llamada, voy al garaje.
Ron lo miró extrañado, pero no dijo nada; Ginny, por su parte asintió y le permitió bajar primero la escalera y salir disparado afuera. El frio volvió a colarse en su piel, pero pronto fue remplazado por una vigorizante emoción.
Marcó el número de memoria y esperó un par de segundos hasta que la llamada conectó.
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Era demasiada información nueva que asimilar en una simple llamada y Harry Potter no era el mejor comunicador de esta. El pronunciaba las palabras tan pronto llegaban a su cabeza sin ponerse a pensar si estas tenían coherencia con lo que dijo oraciones atrás.
Aun así, tras largos minutos, Draco comprendió el panorama que se acababa de vivir en el hogar Weasley, desde que Lupin llegó a la casa, hasta que ese se fue como un perro desalmado.
—¿Por qué te quedas callado? ¡Dime algo!
—No sé qué responderte primero.
—¡Lo que sea!
Draco meditó otro rato apoyado contra la cornisa de la ventana, con el frío que le escarchaba los pensamientos y la mirada perdida en el horizonte sin fin de casas muggles que destellaban en tonos navideños.
—Aunque Scrimgeour no procedió de la forma más adecuada, no creo que haya sido tan mala su visita. Es decir, aunque quiera aparentar a los medios que los del ministerio están haciendo algo por la situación, el que se haya presentado a la casa de los Weasley solo significa una cosa.
Draco interpretó el silencio de Harry como una bandera verde para que continuara.
—Que de verdad les preocupa la situación —agregó— y no solo eso, que todavía no están del todo coludidos con el bando del innombrable.
—Pero…
—Al menos no el corazón del gobierno.
Se volvió a escuchar un silencio, hasta que fue interrumpido por un suspiro agotado de Harry a través de la línea. Draco aprovechó el instante para prender un cigarro.
—¿Tonks está contigo?
—No, ¿Por qué? ¿La necesitabas para algo?
—No es eso…
—Lupin la llamó hace media hora y salió. Supongo que debe estar con él ahora, así que no deberías preocuparte por él.
No necesitó verlo para saber que Harry asintió como agradecimiento.
—Sobre lo de los ataques, ya lo sabía; no son cosa nueva, solo han ido en aumento estos últimos meses.
—¿Por qué no me comentaste nada?
—Por favor, Potter, yo no soy tu noticiero mañanero —gruñó Draco—. A lo mejor si te suscribieras al periódico aprenderías a enterarte de las cosas por tu cuenta, no de la boca de otros.
Exhaló el aire y esperó a una respuesta que no llegó. Sabía también que ahora Harry debía tener un puchero molesto en los labios, negado por completo a admitir que Draco tenía la razón.
—Mi opinión no ha cambiado: Greyback es un hijo de puta que hace años debió haber sido exterminado, sin embargo, mientras más lo pienso, me parece más ilógico su conexión con quien-ya-sabes.
—Lupin mencionó lo mismo en las vacaciones.
Se encogió de hombros. No le sorprendía en lo absoluto, en especial si consideraba que Remus había vivido un tiempo dentro de la manada del mismísimo Greyback.
—No lo sé. Son los pequeños detalles; estos últimos ataques ni siquiera han continuado la tendencia anterior. Ya no son niños, sino que se tratan de magos adultos, todos afiliados de alguna u otra manera con los muggles —razonó Draco—. Es casi como si quisieran demostrar que trabajan para él; cosa extraña, si también tomamos en cuenta que Greyback es un narcisista de primera y lo que menos quería es admitir que se volvió el perro de otra persona.
—De seguro que Vold. —Draco soltó un gruñido que hizo que Harry se auto censurara—, quien-ya-sabes le debió haber prometido una gran recompensa.
—¿Pero qué puede ser lo suficientemente grande como para matar a tu orgullo de por medio?
Silencio. Siempre sucedía lo mismo. Draco fumó el cigarro para percatarse que ya se había fumado casi todo el contenido sin poner atención. Cuando sintió los dedos calientes por haber llegado a la parte del filtro, lo apagó contra la cornisa de la ventana y prendió otro, jurándose a sí mismo que esta vez sí sería más consciente de su actuar.
—¿Y sobre lo último? —le preguntó Harry.
Draco sonrió ilusionado.
—Es fabuloso. Confió en Lupin para estas cosas, él tiene el mayor sentido común que ha provenido de un Gryffindor.
—¡Oye!
—Ni siquiera trates de contradecirme; perderás la pelea, Potter y lo sabes.
—Agh, lo que sea —bufó Harry—. Bueno, sabelotodo, deja que primero hable Lupin con ella ¿vale? No tenemos que precipitarnos, aún hay tiempo.
Draco repitió la última sílaba, terminó de fumarse el segundo cigarro (que dejó a medias) y cerró la ventana.
—¿Te llegó mi regalo? —preguntó Draco.
—Sí, ¿y el mío?
—También.
Draco hundió la cabeza en la almohada para imaginarse el (muy posible) gesto ilusionado de Harry. La sonrisa boba, los ojos brillantes, la boca a punto de pronunciar algo más, pero que vergüenza se tragaba.
—¿Algo más que me quieras decir?
Escuchó un murmullo lejano y alzó la mirada para confirmar la soledad del cuarto. Esa ausencia que le llenaba la noche de insomnio por pensar necedades. En cuanto Harry pronunció la primera silaba de la siguiente frase, unas campanas comenzaron a sonar a las afueras de la casa de los tíos de Draco. Frunció el cejo y abrió la ventana.
Sonaban las campanas de la catedral de la ciudad con tanto fervor por ser las doce, que llegaban a sentirse hasta el final de la avenida.
Draco estiró el brazo y sacó el teléfono por la ventana. En cuanto las campanadas terminaron de sonar, acercó de vuelta el móvil a su oreja.
—¿Lo escuchas?
Era tan extraño. A Draco le evocaba un sentimiento ajeno, casi como si estuviera en un lugar inadecuado. Los magos sangre pura no celebraban la navidad con tanto brío como los muggles. Draco consideraba que lo único importante de esa fecha era que se comía rico, se recibían obsequios y estaba en medio del receso de invierno. La historia detrás le sobraba tanto como el papel de regalo que rasgaba con anhelo la mañana siguiente.
Con todo, Draco dejó escapar un suspiro soñador. Le concedía a los sin magia un único detalle que incluso le dolía admitir.
—Feliz navidad —escuchó decir por parte de Harry, casi en un tono derrotado, que cambió a uno de entusiasmo—. Feliz navidad, Draco.
Le concedía a los muggles esa capacidad singular de encapsular en una festividad toda la magia que los magos pretendían dominar.
—Feliz navidad, Harry.
Un grupo de canto comenzó a recorrer las calles, acompañados por una camioneta que en la parte trasera traía a un hombre disfrazado de viejo con un traje rojo; no tenía ni idea de que se trataba eso, pero se quedó observando como los niños de las casas cercanas, salieron y fueron detrás del coche con mucha emoción. En un segundo que Draco no pudo determinar, se encontró a si mismo susurrando las trilladas canciones navideñas mientras se frotaba las manos gélidas por el frío.
—Esa me gusta —río Harry—. Pero navidad llegó, Santa Claus bajó, y a Rodolfo se llevó; por su singular nariz~
—¿Quién es Santa Claus?
Harry volvió a carcajear.
—Si tú te suscribes al periódico muggle, yo me suscribo al mágico, Malfoy.
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El gritó de Narcisa alarmó a la casa completa. Draco fue el primero que bajó las escaleras aún con el piyama puesto. Examinó la sala, el cuerpo tembloroso y pálido de su madre, y sobre todo la carta que se cayó al piso debido a la impresión
Se acercó para tomarla, a lo que perdió el aliento y un helado frío de muerte le cruzó el cuerpo de pies a cabeza.
Era de Greyback, lo reconoció al leer el destinatario: Cachorro.
Draco estaba en blanco sin comprender. Nadie debía tener idea de esa ubicación en medio de la nada y los pocos que lo sabían eran personas confiables; nadie podía delatarlo. No quería creer que nadie los hubiera traicionado.
Abrió el sobre, para dar con el inconfundible olor a sangre. Greyback era posiblemente la única clase de persona capaz de llamarle por completo la atención.
Aun así, eso no fue lo que le provocó angustia.
Draco identificó al momento a quien le pertenecía esa sangre.
Antes de enfrentarse al contenido, tomó el vaso de agua que Andrómeda le ofreció, mientras Ted salía a revisar los alrededores del hogar para revisar si habían roto alguno de los encantamientos protectores.
Al terminar el vaso, se sentó frente a la carta y Narcisa se posicionó detrás de él, con las manos apoyadas en sus hombros y los ojos puestos en el papel.
"Cachorro deja de pedir socorro.
Cachorro mírame con esos ojos curiosos.
Cachorro precioso,
los lobos estamos ansiosos.
¿Te gustan mis rimas, cachorro? Pensar en ti siempre me inspira.
Este año vuelvo a escribirte, la sangre es mi sello peculiar… esta vez viene de una niña. Una niña que conoces bien…
Jessica, Jessica, Jessi, me dijo que tú le decías Jess ¿me permites que la llame yo también de esa misma manera? Es una niña encantadora, obediente; poderosa. Me recuerda a ti, menos en lo de obediente. Cachorro, ¿Por qué te comportas de esta forma conmigo? No soy mala persona, te lo aseguro.
O si no, dime, ¿Por qué Jess está conmigo?
En fin, te voy a invitar, por segunda vez, de manera personal, para que nos acompañes hoy 25, que cae luna llena. ¿En dónde? En la costa está bien.
No te atacaremos directamente, no es mi estilo o al menos no contigo, pero ten cuidado; sabemos dónde estás. Sabemos quiénes viven contigo.
Esta es mi segunda carta, cachorro. Nadie nunca me ha hecho tener que escribir una tercera.
Jess también vendrá: me pregunto ¿qué sucederá si tú no vienes? Todavía no tiene ninguna cicatriz en ese rostro tan joven, en esa piel tan lisa y laxa.
Tú no sabes nada. Por lo que tampoco podrías contestarme el cómo se escucha el grito de una niña como ella. De una niña como Jess.
Esperando que vengas.
Tu padre, el que de verdad es útil."
Draco arrugó la hoja entre las manos, se colocó de pie con temblores involuntarios que le recorrieron todo el cuerpo. Ese revoltijo de sentimientos que ahora percibía se expresaron en un puñetazo que asestó contra la mesa con tanta brutalidad, que se trizó parte de la madera.
El dolor del par nudillos rotos lo hizo ser más consciente de la situación. Volvió a levantar el brazo, pero Narcisa fue más rápida y antes de que pudiera desahogarse contra la superficie una segunda vez, lo detuvo con magia. Andrómeda, que se había mantenido al margen, ahora lo miraba con una mezcla de tristeza y preocupación.
El sentir la presencia de su familia hizo que la adrenalina y la fuerza desmesurada (potenciada por la cercana luna llena) desapareciera, para dejar a Draco solo, con el dolor de la mano ensangrentada y la culpa que le golpeaba la cabeza.
—¿Quién es Jessica?
Miró a Narcisa que le preguntó aquello nerviosa. Andrómeda, por su parte, se propuso a curar los dedos con magia.
—Draco, contéstame.
Pensaba en Jessica, en su cara sonriente, los ojos grandes y verdes, sin cicatrices visibles.
—¡Draco Lucius Malfoy, respóndeme!
Narcisa se apoderó de su atención con una orden. Draco se sintió atemorizado de su propia madre, al compás en que el Episkey de su tía, le ocasionaba una clara incomodidad; no le gustaba demasiado ese hechizo.
—Jess es una amiga, bueno… era una amiga. Es una niña que iba conmigo en las clases extra de astronomía que tomo en el colegio ¿recuerdas que te conté?
Narcisa asintió y sin pensarlo dos veces quemó la carta. Draco se removió ansioso, al oler la sangre de Jessica chamuscada, pero en cuanto su tía dijo una segunda vez el en encantamiento, se vio forzado a regresar a un estado neutral.
—¿Apellido?
—Spooner.
Narcisa abrió mucho los ojos y miró a su hermana que parecía haber caído en cuenta de lo mismo.
—Conocimos a su madre en el colegio, Cristina, iba en el mismo curso que Bella ¿no? —Andrómeda le dio la razón y agregó: "Compartía dormitorio junto a Skeeter"— Los Spooner son un matriarcado, ella era fuerte y en ese entonces salía a costas de su familia con un chico de Gryffindor —le contó Narcisa, que hundió los dedos en el delgado pelo Draco—. No finalizó los estudios, dejó el colegio tan pronto terminó los TIMO.
—¿Por qué?
—Para casarse —agregó Andrómeda— desde entonces no he tenido idea de su vida ¿su hija es menor que tú? —Draco afirmó—. Eso significa que tuvo dificultades para embarazarse o atrasó el momento tanto como pudo.
Draco volvió a quedarse pensativo, sin saber qué hacer con esa información; se separó un momento de Narcisa, y fue a lavarse los restos de sangre a la cocina. Escuchó un par de cuchicheos, y para su regreso, Narcisa volvía a tener el gesto severo:
—No vas a ir. Por más amigo que hayas sido de esa niña, no pienso dejarte ir.
—Mamá…
—Ese hijo de puta lo puso en la carta ¡No hay razón sana para que una niña esté con él si no lo desea! Conozco a Greyback más de lo que me hubiese gustado haberlo hecho y sé muy bien que hace con la gente que no ha podido convencer…
Andrómeda extendió la mano y tomó a Draco por el hombro. Desde esa perspectiva lejana, ya no le quedaban ganas algunas de abrir los regalos debajo del árbol de navidad.
—Ni siquiera trates de convencerme, Draco; soy capaz de dejarte inconsciente de ser necesario y lo sabes muy bien.
La puerta se abrió y Ted entró al salón comedor, para darse la mesa trizada en medio de los tres. Draco se encogió en la silla, cuando vio la hendidura que había dejado en el comedor de sus tíos.
—Los protectores de la casa están en orden, tal como Narcisa los puso la primera vez—aclaró Ted—. No vi a ningún ave cerca, por lo que alguien le facilitó a Greyback la carta para que llegara por vía común.
—¡Eso es imposible! —exclamó Narcisa exasperada— ¿Acaso no me escuchaste la primera vez que te lo dije, Ted? Puse un encantamiento repelente de muggles; cualquier sin magia que se acerque a la casa va a ver un sitio eriazo lleno de carteles de peligro.
—¿Dónde te encontraste con la carta, Cissa?
—Me la encontré en… yo… no lo sé —dijo Narcisa confundida—. Pero entré a casa y todo.
—Narcisa, ¿Por qué saliste de casa esta mañana?
Narcisa frunció los labios y se sentó en el sillón frente a la chimenea apagada. Su madre seguía con el pijama puesto y ella era el tipo de mujer que se esforzaba en salir siempre alistada de casa.
—Desde ayer, que salí con Dromeda a comprar lo que nos faltaba para la cena, tenía muy presente que debía recibir algo de alguien temprano.
Draco le llevó un vaso de agua a su madre y ella lo recibió con expresión ahogada.
—Imperio —suspiró Ted—. Deberían haberse topado con alguien de la manada de Greyback y este te dio la orden; agh… espera, solo para asegurarnos: finite.
El encantamiento dio contra Narcisa y ella ni se inmutó. Draco asintió, al menos esta vez la carta no vino con ningún "regalo adicional".
—Fuimos a muchos lugares —bufó Andrómeda—. Prácticamente recorrimos el puerto. Cissa, tranquila, no fue tu culpa; a cualquiera pudo haberle pasado.
Narcisa, sin embargo, continuaba pálida con el papel, como si todo el saludable color que había adquirido a lo largo de los meses se hubiera desvanecido de un momento a otro. Asintió con los ojos lloroso y, al tratar de ponerse de pie casi se cae; con dificultad fue a su cuarto, aferrada de Andrómeda que la abrazaba con cariño.
—Escuché un poco cuando revisaba el patio—dijo Ted, que señaló la ventana semiabierta del comedor—. Sobre los Spooner.
Draco vio a su tío y se lamió los labios.
—¿Sabe más?
—Si… Richard Spooner escribió unos libros buenísimos de astronomía, en donde defendía a los muggles en el ámbito.
El único astrónomo que recordaba tener conocimiento de esa familia era el abuelo de Jessica. En esos momentos hasta el propio Draco se asombraba de lo poco que sabía.
—¿Lo llegó a conocer?
—No mucho en realidad, solo un par de palabras en el ministerio y era sobre todo acerca de tecnología muggle; no obstante, tuve más comunicación con la mujer de Richard, en una conferencia hace años —mencionó Ted—. Tanto ella como su hija son puristas de primera, Draco, continúan indignadas por no pertenecer a la lista de los sagrados veintiocho y estuvo hablándome acerca de un compromiso de su nieta… claro, yo pensaba que se trataba de una mujer adulta, no de una niña.
—¿Compromiso?
Ted afirmó de nuevo.
—¿Hace cuanto fue esa conferencia?
El hombre se quedó haciendo cálculos hasta que respondió:
—Cinco, tal vez seis años.
Draco pudo ver lo enfermo que era el mundo al percatarse que Jessica, hace seis o cinco años— no importaba la cantidad exacta—, ni siquiera había conocido Hogwarts por primera vez.
—Tío, ¿sabe cómo murió el abuelo de Jessica?
Ted se frotó las comisuras de los ojos, con magia sacó un par de libros astronómicos que guardaba en la estantería que le entregó a Draco. Todos autografiados por Richard Spooner.
—Ese es el problema, Draco, después de publicar el último —señaló Ted, con el dedo al único texto de la pila que no tenía firma— Richard desapareció y su familia, tan pronto pasaron los cinco años necesarios, lo declararon muerto.
• ── ◦ ◦ ── •
El puffskein ronroneaba debajo de las sábanas, mientras yacía presionado contra la mejilla de Draco, quien no dejaba de temblar. En un rato más debía bajar al sótano, atarse a esas cadenas y rezar para que la luna llena que se avecinaba fuera mejor que la última vez que la pasó en la casa de sus tíos.
La criatura soltó un tenue ronquido. Draco ansioso, con ese sentimiento desagradable tan usual previo a las transformaciones, se removió otra vez. No podía dejar de pensar en la carta hecha cenizas. En Jessica. En la advertencia escrita con la sangre de ella.
La valentía que Harry le intentó contagiar se asomó como una posibilidad; ¿y si saltaba por la ventana e iba al encuentro? Lo pensó dos veces en serio, antes de desechar la idea por completo.
—¡Draco! ¡Ya es hora! —escuchó llamar a su madre desde el primer piso.
—¡Voy!
Tomó al puffskein y lo dejó encima de la almohada, con comida de sobra y cobijo necesario. Tonks, que llegó a la hora del almuerzo para encontrarse con aquella deprimente situación, le dio una leve palmadita en la espalda antes de que Draco bajara por las escaleras.
Reconocía que las clases de Sinistra, al menos, servían de algo. Ahora sabía cómo controlar un poco mejor las emociones antes de una transformación. En el pasado se encontraba rabioso y triste, con una mezcla de impotencia contra esa situación que no era capaz de controlar; sin embargo, en ese instante se encontraba en un estado nervioso el cual, en parte se debía a Greyback.
Andrómeda le dio un beso en la mejilla y Ted un apretón de manos. Narcisa lo esperaba en la entrada del sótano, con el pelo recogido y la ropa arrugada debido a la siesta que hizo casi todo el día.
El sótano yacía gélido. Sin calefacción, piedra maciza en las pared y suelo, además de la luz palpitante. Draco se sentó en el borde de la habitación, con los ojos puestos en la pequeña ventanilla en donde se colaba la imagen de la orgullosa luna cubierta de nubes.
Narcisa tomó las cadenas, el dolor de ese accionar se le reflejaba en el rostro. Le colocó a Draco las ataduras en muñecas y tobillos, al mismo tiempo en que trataba de ignorar los gemidos de dolor que Draco pronunció tan pronto la plata entró en contacto con la tersa piel.
—Tranquilo… solo serán unas pocas horas, cariño ¿vale? Poco tiempo.
Narcisa besó las cadenas y miró a Draco que con la boca semiabierta lloraba en completo silencio. No dijo nada y esperó con el corazón oprimido.
—Mamá, ya…vete… comienza…
Se levantó tan pronto percibió como el rostro de su querido hijo— de su Draco— se deformaba en un feroz animal que ella desconocía.
• ── ◦ ◦ ── •
Harry, como ya era habitual en él, se quedó viendo la luna. Los dedos de la mano derecha pegados a la cadena que daba al anillo de Draco, el estómago apretado en un nudo indescifrable, mientras trataba de abrigarse en el calor de la prenda que Draco le obsequió para navidad.
Sonrió al ver el regalo y darse cuenta de que Draco cumplió su promesa2. Un polerón de una marca impronunciable —se había convertido en la vestimenta más cara que Harry contaba en su armario— de color verde. Olía a suavizante y nuevo.
Lo más importante, no obstante, era la nota que Harry ya había leído cerca de veinte veces.
—Amigo… ¿Qué tanto miras?
Ron se acercó para caer en cuenta de la luna. Cerró la boca y miró el papel que sostenía entre los dedos.
Harry no dejaba de darles vueltas al asunto. Ayer, al despedirse, quedaron en que Draco le llamaría antes de la transformación, pero nada. La preocupación creció en el cejo de Harry, quien cerró los ojos y afiló los sentidos.
Pudo percibir a Ron, que se sentaba al lado y extendía el brazo por sobre los hombros de Harry. Olió el olor dulzón de los postres impregnado en las sábanas, la ropa, la cortina. Vio la negrura de la noche.
Escuchó el suave zarandeó de los maizales afuera de la casa.
Al abrir los ojos de nuevo, Harry se percató de que había comenzado a nevar y continuaba siendo luna llena.
• ── ◦ ◦ ── •
"Lee esto sin cabezas curiosas cerca:
Deuda cumplida, imbécil. ¿A qué tengo buen gusto con la ropa? Me gustaría vértelo puesto cuando nos volvamos a encontrar. El rojo te queda bien, pero estoy seguro de que el verde también te asienta.
Feliz navidad, tonto.
D. Malfoy.
Pdta. Descubre el mensaje secreto".
Harry usó un Revelio sencillo y sonrió:
"Me demoré en buscar las palabras, pero supongo que te lo debo, Harry. Te quiero ¿vale? Solo eso. No sé cómo lo hiciste, pero nunca abandonas mis pensamientos. ¡Por eso mismo te odio muchísimo! ¡Deja de molestarme!
Pdta. Rompe la posdata de la nota anterior".
Obedeció porque esa manera nadie más que él sería capaz de descifrar el mensaje real.
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La mujer de pelo negro lloraba.
Era un llanto desconsolado, el cual emitía sonidos que querían ser sollozos, más no se pronunciaban como tales. Salían del alma misma. Suplicantes.
El mar rompió contra la arena.
El oleaje volvió a reunirse.
Poco a poco los lobos se fueron transformando. Greyback miró a su manada; a la manera en la que la mujer acababa por volverse un lobo que lloraba en silencio, al lado del cuerpo tembloroso de una loba más pequeña, castaña y joven.
Cuando el propio Greyback sucumbió ante la luna, sonrió. Los filudos dientes se mostraron en esa sonrisa y se acercó a ambas mujeres.
Aulló con fuerza. Le siguieron el resto de su manada.
Las olas volvieron a romper contra la arena.
Los lobos aullaban.
Los lobos lloraban.
Los lobos cantaban.
Los lobos rimaban.
Los lobos estaban al acecho; cansados de tener que soportar esa indiferencia por segunda vez.
El mar rompió contra la arena y con el sonido ensordecedor del agua, Greyback se acercó a la loba castaña y cumplió la amenaza.
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Al regresar a su forma humana, Draco gritó de dolor; Narcisa se quedó paralizada un rato en la entrada, aterrorizada, hasta que despertó de la impresión y con prisas comenzó a desencadenarlo.
Desnudo, en un estado febril, con rasguños feroces y sangre por todas partes.
—Mamá, mamá —repetía Draco, casi delirando. Narcisa llamó a su hermana en un alarido—. Mamá, me duele… mucho, mamá… dime donde… donde está…
Andrómeda bajó junto a su marido. Nymphadora no estaba, porque siempre que era luna llena, una vez se despedía de Draco, iba a casa de Lupin (al menos así sería ahora cuando el hombre había regresado). La tía de Draco depositó en el suelo una infinidad de ungüentos y pociones, mientras Ted se apresuraba en dejar en el suelo una manta.
—¡Esta es! —exclamó Andrómeda que le extendió a Narcisa una pócima.
Sin siquiera verificar que le daba, Narcisa la acercó a la boca de Draco. El chico bebió confiando en criterio de su familia y pronto sintió la fiebre estabilizarse.
—Mamá, ¿Dónde está Jess?, ¿Dónde está Harry?… ¿Dónde está Pans?, ¿Dónde está papá?
Narcisa le acarició la mejilla, y junto a su tía comenzaron a curar a Draco que se permitió desmayarse sobre la manta que Ted dispuso en el suelo.
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"¿Escuchas eso?"
Jessica abrió los ojos con pesadez.
"Es una respiración agitada
Que se mece con la fuerza de un suspiro."
No estaba muerta. Eso era bueno, o al menos, era suficiente.
"Es largo, cansino, aburrido.
Es vivo."
A un lado de la camilla, la mano derecha era aprisionada por el agarre de la mujer de cabello negro, que dormitaba con los ojos hinchados y el vestido floreado aún con sangre.
"¿Escuchas eso?"
Con sangre de Jessica, quien ni siquiera tuvo la fuerza de verse en el espejo para recordar lo sucedido ayer.
"Es el recuerdo de una vida arrebatada."
Sabía que Padre no estaba contento, así que continuó durmiendo. Eso era la única opción cuerda en ese preciso momento.
"Despedazada
Por fin— después de tantísimo tiempo
se oyen los aullidos silenciosos de una manada."
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Harry no podía estarse quieto, luego de escuchar el relato de Draco— la carta, los lobos, el peligro— aunque este solo le contó lo esencial, antes de cortar desanimado.
Harry no pudo hacer otra cosa más que comenzar a armar la maleta afanoso.
Se iba al día siguiente durante un par de días a la casa de Draco (hasta después de año nuevo) para hacer compañía; y como el chico no podía ir a la madriguera, le quedaba a Harry asumir ese papel de nómada. Ron lo ayudó, aunque no hizo ningún comentario al respecto, era casi como si ya hubiese asumido que Harry iba un tiempo con Draco y luego regresaría a volver a ser su mejor amigo.
El único problema era que Ron siempre fue el mejor amigo de Harry— y Hermione mejor amiga—; Draco, sencillamente, era otra cosa. Otra categoría ni mejor o peor.
Siempre había sido diferente.
Esperaba que el obsequio que le dio le hubiese gustado, pero no tuvo oportunidad para preguntar, porque durante todo el rato en que Draco habló, Harry no logró juntar la fuerza de voluntad como para pensar en otra cosa que no fuera el motivo del machucón cerca de su ojo derecho.
O las cicatrices nuevas.
O la voz cansada de Draco, como si cada palabra significara un gran esfuerzo.
Ron lo hizo despertar de la ensoñación deprimente y los dos se quedaron un largo rato hablando de todo y nada.
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Tonks a la mañana siguiente apareció, con el pelo más largo en capas desordenadas. La piel le brillaba de felicidad conjunto al vestuario estrafalario que llevaba.
—¡¿Dónde está el chico de excursión?!
Harry se sonrojó con fuerza y levantó la mano, Se acercó a la mujer arrastrando las maletas, mientras era acompañado por varias cabezas pelirrojas.
La Señora Weasley no dejaba de darle sermones acerca de cuidado personal y ser sensato, seguido por el Señor Weasley, que, aunque mostraba una actitud más relajaba, continuaba con la mano pegada al hombro de Harry. Ron junto a Ginny antes de marcharse le dieron un largo abrazo, y recibió los habituales pares de besos de Fleur.
Salieron de la madriguera, y Harry se reacomodó los lentes despues de la enérgica despedida como si fuera a la guerra.
—Lupin ya me contó acerca de la ruta que habían planificado… pero la verdad es que no estoy segura del todo, Harry. ¡No porque no confíe en ustedes! Si no porque Draco aún se encuentra exhausto desde la última transformación y mi tía Cissy, está más paranoica que nunca.
—Sí… en realidad, solo quiero hacerle un poco de compañía a Malfoy —reconoció Harry, encogido de hombros, mientras comenzaba a atravesar los primeros maizales—. Ya veremos cómo surge todo. La visita a Fishguard puede esperar.
Tonks le sonrió y tomó a Harry del brazo, antes de hacer acto de aparición sin previo aviso. Harry al devolver los pies a la tierra, con la cabeza dándole vueltas, se percató que estaba en medio de "El caldero chorreante".
—Tus maletas las envié a casa; llegaremos en unas cuantas horas —le avisó Tonks, que saludó con un asentimiento al tabernero y salida de la tienda. Harry aún asimilaba la situación—. El auto… está por aquí si no mal recuerdo.
Se encontró con el escarabajo de Tonks aparcado de mala manera encima de la vereda. Tenía varias multas las cuales hojeó sin preocupación. Hizo añicos los partes y con la varita rozó— ante los únicos pares de ojos de Harry— la matrícula; la cual cambió con rapidez.
—Eso es ilegal.
—Lo sé… ¿Te subes o no?
Tonks se guardó de vuelta la varita, se sentó en el asiento del chófer y comenzó a escoger un disco de la colección. Harry se rio y trató de sentarse en el asiento del copiloto.
—No.
—Pero atrás es incómodo…
Frunció el cejo y Tonks acabó por asentir, mientras volvía a tocar con la varita la basura acumulada del piso, la cual desapareció de un pestañeo.
—Vale, pero no le digas a Draco; de seguro que se pone histérico.
Harry cerró la puerta, se cruzó el cinturón y tomó uno de los CD de Tonks curioso; hasta que la mujer determinó que ese era el ideal. El auto se puso en marcha de una sacudida y Harry apoyó de inmediato la cabeza contra el cristal.
Acabó por tomar la caja del CD escogido, a lo que entrecerró la mirada y sonrió. Simon & Garfunkel,era exactamente el mismo disco que Lupin tenía en su apartamento cuando lo fue a ver. Sin pensarlo demasiado, se quedó escuchando el gusto musical de Lupin hasta que se durmió zarandeado por la nana del folk rock.
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Notas:
1) Wolves: Sam Tinnesz.
2) Referencia al capítulo (23) XXIII: Lo único que cambia es como nos vestimos.
¡Hola!
Bueno, aquí está uno de los dos motivos por el cual esta segunda parte se llama "lobos al acecho". La otra razón se revela al final de sexto.
Lamento lo de Jessica. Me dolió mucho escribir esta parte, pero necesitaba colocar a Draco en jaque por #razonesfuturas.
La cosa cada vez se va torciendo más y más.
El siguiente capítulo ya vuelve a entrar el Drarry en acción, así que las cosas mejoran un poco.
The Machine.
Pdta. Como este capítulo ya lo tenía escrito hace tiempo, no me acordaba de que me dio la inspiración para escribir ese pseudo poema del final… estoy un poco impresionada de mí misma porque me sigue gustando mucho.
Q&A:
Aprovecho la instancia para aclarar algo que ya me han preguntado, pero no me acuerdo si respondí y es acerca del lenguaje de los lobos: Cada uno tiene su propia manera de comunicarse, siempre y exclusivamente entre ellos; hay casos en los humanos no transformados pueden comunicarse con lobos, pero son la excepción a la norma, como Harry (y me gusta pensar que los merodeadores podían hacerlo con Lupin cuando estaban como animagos). En este caso, hay que tomar en cuenta que quienes dicen el fragmento en negrita es un recuerdo de la noche anterior: de la canción que cantaron los lobos.
Ahora sí: Dentro comentarios:
Pregunta Murtilla: Hola!
Obvio que dum le pedirá que proteja a harry o que se encargue de la manada de hombres lobo. O algo así … draco es líder nato
Como se crea un delta? Dos alfas se enfrentan y el perdedor se somete?
Saludos
Respuesta: Uhhh! la petición de Dumbledore será revelada en la tercera parte!… sin embargo, Sabemos que Dum, al final de cuentas, es un hombre al que no se le pasa nada.
No sé si lo he aclarado, o si aclaro más adelante, pero como esto no es spoiler, puedo hablar sueltamente. Un Delta ocurre cuando un Alfa, se queda sin omega ni vínculos que lo ayuden a regular sus emociones. Es decir, que no tenga manada. No obstante, en la creación de un delta, tambien influyen dos factores principales: El odio deliberado hacia si mismo debido a la licantropía, y las malas condiciones de vida. Es en ese estado, cuando un hombre/mujer lobo se transforma durante cualquier luna llena en lobo, y ya no regresa a la forma humana nunca más; es irreversible.
Lo que tu mencionaste, acerca de la lucha de dos alfas y un se someten, se acerca más a la creación forzosa de un gamma, que como ya aclaré anteriormente, es la única postura que un alfa puede aceptar dentro de la manada de otro alfa.
¡Muchas gracias por comentar!
Pregunta AnataYume: porque será que las respuestas que no puedes dar porque será spoiler solo me genera más preguntas!
definitivamente Draco debería ayudar con la Oclumancia de Harry, sería mejor maestro (y menos stress para Harry)
Ron y Ginny podrían ocasionar un caos total por culpa de su curiosidad para saber el secreto que Harry y Germanioner saben de Draco. que será peor cuando descubran del noviazgo ... lo peor es que tal vez descubran a Draco frente a toda la escuela y sea el acabose de su vida social.
por otro lado me preguntó qué planes tiene Greyback en contra de Voldemort? no parece ser su fiel seguidor, sino que piensa utilizar al mago oscuro como peldaño o por conveniencia
Respuesta: Hola!
Trato de responder lo que mas puedo, pero a veces sencillamente no puedo porque, de hacerlo, no tendría que contar.
Lo único que puedo decir, es que ya hay gente que ha adivinado muchas cosas fundamentales de la trama, ¡pero no todas! ¿Quizás soy muy obvia con las pistas?
¡No se me había ocurrido lo de Draco enseñándole Oclumancia de Harry! Pero estoy segura de que sería bastante lindo de leer, me lo anoto para incluirlo en alguna escena de la tercera parte, porque por el momento, tenemos noción de que Draco continúa aprendiendo las bases oclumanticas desde la mano de Snape. ¡Gracias por el aporte!
Adelanto (y esto si contase como SPOILER), que Ron se entera en esta segunda parte, del noviazgo de los muchachos y su reacción, va a causar controversia, pero era la única forma en la que me imaginaba que él, podía reaccionar.
Greyback y Voldemort, uff, esta pregunta si que me la guardo. Solo diré que la respuesta es bastante más sencilla que muchas teorías locas que ya me han planteado al respecto.
¡Muchas gracias por comentar!
Dice Murtilla: Se me había olvidado de que gin no le tiene tanta maña a draco después de lo del ministerio
No sé si es falla de ff pero del cap86 se salta al 88 para poder leer mientras que el 89 y 87 dice error
Y: Hola! Ahora si puedo leer los capítulos que me faltaban
Me tinca que harry se pondrá celoso cuando sepa del francés, porq sabrá
Quede en shock con la última escena. La parte de los lobos sigue siendo un rompecabezas que aún no puedo imaginarme bien
Saludos!
Respuesta: Gin no le tiene rabia a Draco, solo se anda con cuidado respecto a su persona. Aun con todo, le está dando la oportunidad de redención total, solamente porque Pans es mejor amiga de él y siente que, si son tan cercanos, algo de bueno debe tener el chico.
Parece que si fue error de tu dispositivo al final. , de vez en cuando se pone medio raro.
Anticipo, y tal como me comentaron antes, en esta visita hay "Drama de los Harry", jsjsjs.
Respecto al drama lobuno le he dado tantos cabezazos y a veces ni yo me entiendo. ¡Espero que continues leyendo más y descubras todos los misterios!.
¡Muchas gracias por comentar!
DOS COSAS A PARTIR DE AQUÍ:
La primera: A partir de mi Pdta. Publicada en el capítulo (29) Las eminencias Alcoholizadas, me he dado cuenta de que much s de uds quieren la escena subida de tono que tengo reservada ajaja, le sigo dando vueltas a la escena y editándola como nunca (siempre cuesta el que quede claro dónde están las manos de Draco y Harry), pero la tendrán en episodios futuros.
Y la segunda: Muchos me han comentado acerca de la última escena del capítulo pasado, respecto a Greyback y el niño; la cual, aunque no dije nada explicito y preferí dejarlo a la imaginación del lector, sí que insinué varias cosas.
Greyback es malo. Creo que a sido unos de los personajes sin escrúpulos más certeros que alguna vez he escrito, así que siempre aviso que procedan con cautela con sus escenas, porque su bizarro comportamiento me sale solo.
En fin. Espero haberme explicado. Siempre atenta a sus comentarios y preguntas que me dejan, las cuales recopilo de forma periódica y amo responder las que pueda.
¡Próximos capítulos es Harry conviviendo con Draco en la casa de los Tonks! Como lo sucedido en verano, pero muchoooo más extenso.
The Machine.
