TW: Escena sexual que puede resultar incómoda para ciertos lectores. Como aviso previo, el comienzo de la escena está marcada en negrita, subrayada y cursiva; proceder con precaución hasta que se vuelva a ver el párrafo final en el mismo formato.

Tambien hay mención al tabaquismo.

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"Ahora no hay vuelta atrás, estoy listo para atacar.

Mi sangre canta tu voz, la quiero derramar (…)

Como algun niño poseído por la bestia que aúlla en mis venas

Quiero encontrarte y desgarrar toda tu ternura.

Ten cuidado con la maldición que cae sobre los jóvenes amantes

Empieza tan suave y dulce y los convierte en cazadores (…)

Un hombre que es puro de corazón y reza sus oraciones por la noche

Todavía puede convertirse en un lobo, cuando la luna de otoño está brillante

Si solo pudieras ver la bestia en la que me has convertido

La retuve pero parece que la has dejado correr libre

Los santos no pueden ayudarme ahora; las cuerdas han sido desatadas."(1)

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Dulce chocolate, libros y Lucky Strike sin filtro. El olor de Remus se encontraba impregnado en todas partes; en cada pared, en cada persona.

Draco no lo notó hasta ese momento— después de toda una tarde junto a Harry, mezclado con la sal del mar; sus sentidos se adormecieron un poco—, pero no pudo pasar en alto el aroma intenso que cargaba el ambiente.

Ya era la segunda vez en el día en que se sentía empequeñecido en morada ajena. Era igual a un lobo atormentado por la posibilidad de ser degollado en cuanto soltara cualquier comentario que no fuera bien recibido.

En Tonks el olor era intenso, casi como si se tratara de Remus mismo, mientras que el par de amistades presentaban esa esencia un poco más neutralizada. Todos esos sujetos formaban manada con Lupin. Harry igual era incluido, aquello era una pequeña parte de lo que identificaba de su eterno aroma indescifrable, que iba de la mano con el deje de humedad que poseía.

Además de la incomodidad inicial, Draco (a diferencia de lo ocurrido en el hogar de los Belby), no mantuvo la guardia alta por demasiado tiempo; aunque le costó un poco integrarse a la conversación.

Harry, en cambio, se veía en su salsa. Al instante se llevó de maravilla con el par de adultos, los cuales lo veían con cierto atisbo de ternura.

—¡Eres igualito a James! Da hasta un poco de miedo, si te soy sincera —reconoció Mary McDonald cruzada de piernas—, pero tienes los envidiables ojos de Lily.

Harry se aplastó el flequillo que le caía sobre las cejas con las mejillas ruborizadas. Draco lo vigiló de reojo y atinó a beber un torpe sorbo de té de melisa para relajarse.

Según lo que estudió con la profesora Sinistra, la manada era trascendental para un lobo, sin embargo, la teoría de lo escrito no mencionaba esa intensa presión que ejercía sobre él; como si Draco fuera la típica visita inesperada que nadie conocía el día del cumpleaños de un familiar cercano.

—Ya comprobé que Harry no es la bizarra reencarnación de ninguno de los dos —bromeó Lupin—. De cualquier modo, no me han contado cómo les fue en las islas Malvinas.

—Tienes razón, Lunático. Fue un viaje bastante tranquilo a decir verdad, aunque Grant es un peligro andante.

El hombre puso los ojos en blanco y sacó de dentro de chaqueta una cajetilla de Lucky Strike sin filtrar; por cortesía, la extendió a todos y Draco no fue capaz de resistir la tentación de sacar uno junto a Tonks y Lupin.

—Lo dices como si tú no te hubieras escabullido por ahí siete veces —gruñó Grant, que se colocó el cigarro en los labios y extendió el rostro hacia Mary quien lo encendió con un simple toque de dedo—, con siete tipos distintos.

Draco fumó un poco y buscó el cenicero, para darse cuenta de que no eran los primeros cigarros que fumaban a lo largo de la conversación; incluso habían colillas con restos del pintalabios rojo de Mary.

—¡Al menos los míos eran hombres decentes!

—¡Ja! ¿Qué sabes tú de decencia, bruja? Remu', no la escuches, que en lo único que coincidimos es en el hecho de que los esnobs de pelo negro son lo peor.

Mary se rio a carcajadas junto a Grant, ya que el resto se mostró un impresionado de la manera intensa en la que Lupin se sonrojó.

—No te equivocas: ambos comparten pésimos gustos —concluyó Remus de sopetón.

—¡Ay! ¡No te enfades, tontín! —dijo Mary, que se colocó de pie y apretó los hombros de Remus—, vamos, si sabes que te queremos.

Lupin se cruzó de brazos y fumó un poco. Draco miró a Harry por el rabillo del ojo, para encontrarlo erguido con una sonrisa permanente en los labios. Estiró el brazo a lo que Harry se encogió de hombros y fumó un poco del cigarro que Draco le ofreció: aquel no era el propósito inicial, pero fue suficiente para él.

—Ninguna novedad entonces…

Nones… —suspiró Grant— ¡Eso si! las playas son preciosas.

—¡Y los latinos también! —complementó Mary.

Poco recordaba Draco de la ocasión que fue de viaje por el Atlántico sur junto a sus padres, pero sí que concordaba con la imagen idealizada del recuerdo del paisaje isleño. De la calidad de los hombres no albergaba opinión, al final de cuentas, en ese tiempo tenía siete años y la única persona que conoció fue una niña muggle que le robó un par de canicas; seguía con un poco de rencor.

Con todo, de esa conversación en la que hizo de oyente, se percató de varios detalles. Primero: lo mucho que cambiaban las personas al coincidir con sus amistades de toda la vida; segundo: era el excesivo juego de miradas que se dedicaban Remus y Tonks; tercero: en ese lugar todos eran conscientes de la relación pasada que mantuvieron Remus y Sirius.

Se preguntó que tanto esas personas llegaron a conocer al padrino de Harry, pero al no ser de su incumbencia descartó el impulso irracional de preguntar.

—¿Y ustedes chicos cómo les fue con Belby? —quiso saber Tonks.

Harry, a modo de aviso previo de que iba a hablar, le devolvió el cigarro a Draco

—¡Draco reunió un montón de información útil! ¿A que sí?

La alegría, la emoción, la vitalidad; ese conjunto de cosas hizo que Draco tuviera muchas ganas de mirarlo durante un largo rato sin responder nada.

—Si… —dijo Draco por inercia.

—¡Conocimos a la esposa del señor Belby! Liz es muy agradable; me enseñó a tejer, pero sigo sin ser bueno… quizás le pregunte a la señora Weasley un poco más acerca.

Draco tuvo que hacer un esfuerzo para que la mirada no delatara lo que pensaba acerca de Harry en ese minuto. Esa magia con palabras mundanas y entusiasmo sincero.

—Oh… así que se casaron —murmuró Remus con el cigarro entre los labios—. Esa es una buena noticia, voy a tener que hacerles una visita.

—¿Entonces; ningún problema? —cuestionó Tonks con severidad fingida.

Draco sonrió al ver a Harry encogerse en la silla.

—Ninguna que nos vaya a salir caro —contestó, con la boca llena de humo.

Recibió el asentimiento de Remus. Trató de descifrar el significado de esta acción, pero al no tener una respuesta clara, se concentró en el bufido que Harry dejó escapar con complicidad.

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—Tonks y Lupin están en algo.

Harry permitió que el lápiz rodara por la madera del escritorio, dejó el pergamino de herbología a un lado— copiaba con cierta dificultad los deberes de Draco— y entrecerró la visión.

Era lo primero que Draco soltaba desde que llegó a casa. Ya que se limitó a saludar, subir las escaleras, sentarse en el otro escritorio con la cabeza a gachas y todos los datos recopilados encima. Llevaban así cerca de tres horas, las cuales Harry aprovechó para darle una hojeada a los maltratados comics que Tonks conservaba debajo de la cama y, una vez acabó con toda la colección desuperhéroes, decidió ponerse a copiar la tarea de Draco.

¿Algo?

—¿No lo notaste?

Sería un mentiroso si decía que no, pero Harry decidió no pensar en eso.

Mmh… no estoy seguro —murmuró Harry—, y… ¿Puedes mirarme cuando hablamos?

Supo que Draco puso los ojos en blanco sin necesidad de verlo. Sin perderse ningun detalle Harry vigiló al otro chico, quien giró la silla, soltó la pluma y apoyó la mano contra la mejilla que le quedó con una mancha de tinta a la cual no le tomó asunto.

—O sea que si lo notaste —señaló Draco, que decidió colocarse de pie— ¿Qué es lo que opinas?

Harry creía muchas cosas, pero no sabía cómo expresarlo con claridad. Por un momento pensó en las historietas que acababa de leer y se preguntó que opinarían esos personajes de la situación. Levantó la piernas y las atrajo hacia su pecho, mientras Draco se acercaba para quedar parado a espaldas de Harry con una mano en su hombro.

—No lo sé ¿Qué sería correcto pensar? Me siento en una situación… ¿Cómo decirlo?… extraña.

—Dime lo que piensas aun sea incorrecto.

Claro que esos personajes eran fantasía; con un acepción de la moralidad y el bien masivo elevadísimo, y Harry, pese a que aspiraba convertirse en alguien como ellos (porque, a pesar de tener magia, seguía siendo un adolescente al que le gustaba el concepto de ser "super" en cualquier ámbito), le costaba el no permitir que las emociones interfirieran en sus acciones.

Hundió el rostro entre las rodillas y ordenó los pensamientos, para darse cuenta de que siempre tuvo una idea principal clara. Volvió a levantar la vista, para dejar de nuevo los pies en el piso y miró a Draco.

—Es duro pensar que Remus, pueda ser capaz de emparejarse tan rápido. Casi como si lo que pasó fuera una simple etapa… me duele, porque quiero a Sirius —dijo Harry— pero también pienso en lo que Sirius, tal vez, hubiese querido.

—¿Y eso es?

Harry se encontraba en ese punto del duelo, en donde ya no lloraba al pensar en Sirius, pero sí que continuaba sintiéndolo cerca. Lograba percibirlo al lado, erguido y con aquella sonrisa socarrona, mientras recordaba los eventos que construyeron la personalidad de Sirius bajo la percepción de Harry.

—La felicidad de Lupin, supongo… —respondió Harry, que se puso de pie— o al menos eso es lo que yo-… no importa.

Draco hizo ese sonido molesto, similar a un silbido, que utilizaba al reparar en cualquier acción con la que Harry cavó su propia tumba.

¿Al menos lo que tú…?

—No es nada.

Odiaba que Draco fuera tan rápido. Tan vivaz a la hora de captar el verdadero sentido de lo que Harry quería decir.

—Oh… ¿Te acobardas, Potter?

Draco lo aprisionó contra el escritorio, lo que hizo que el bolígrafo acabara por caer al suelo. Ninguno de los dos le tomó atención, ya que en ese momento era más importante la manera en la que Draco sonreía juguetón.

Cállate.

—No me digas que te vas a poner a llorar…

Harry no tenía ni una sola lágrima, lo dominaba el rojo intenso que le calentaba el rostro por completo.

Agh… solo cállate, ¡tú sabes lo que quise decir!

Draco asintió satisfecho y acarició los labios de Harry con los propios. Llevó las manos en las mejillas del chico, le limpió la tinta y acabó por darse cuenta de que Draco lo abrazó con tanta suavidad que casi parecía un sueño.

—Si me pasara algo, lo único que quiero es que seas feliz —le susurró Draco una vez se separaron.

Harry afirmó al darse cuenta de que compartían la misma opinión.

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"¿Sabes una cosa, Lunático? Creo que voy a morir antes que tú. Es un presentimiento. Solo lo sé, y por eso lo único que deseo es que no te quedes estancado conmigo.

Sigue adelante. Por mí, por nosotros"

Draco releyó la nota y la arrugó.

Harry dormía con la sábanas hasta la nariz, el pelo que se desparramaba por la almohada, sumergido en sueños que aparentaban ser buenos.

Era consciente de que fue incorrecto llevarse ese fragmento de papel de la casa de Lupin, pero no pudo resistir la tentación de hacerlo en cuanto lo encontró arrugado debajo del sofá. Si estaba tirado no debía ser importante o esa fue la analogía en la que Draco se basó para no sentir (tanta) culpa.

Se preguntó en qué época Sirius escribió eso. Los dos compartían una caligrafía similar, aunque la de Sirius era más legible que la suya. Draco se lamió los labios y pronto, al saber que ya no iba a poder tener la cara de devolver la nota, la prendió en llamas con la punta de los dedos.

Las cenizas flotaron por la habitación, así que con cuidado tomó la varita, las recogió y abrió la ventana, con tal de sacarlas del cuarto. Las vio alejarse similares a pequeños copos de nieve. Al apoyarse en la mesa de noche, advirtió las historietas que Harry estuvo leyendo, las cuales Draco nunca se hubiese percatado de no haberlas tenido cerca; decidió prender un cigarro y fumar mientras hojeaba uno de los delgados libros.

Pasaron pocos minutos hasta que Harry terminó por despertarse. Quizás por el olor a fuego, a cigarro, el frío que entró por la ventana o una mezcla de las tres cosas; se colocó los lentes y enfocó a Draco que leía la revista con indiferencia.

—¿Quieres uno? —le preguntó Draco una vez alzó un poco la mirada de las páginas. Harry negó con la cabeza y le apuntó el vaso con agua, que Draco le extendió, al mismo tiempo en que Harry se enderezaba—. Deberías continuar durmiendo, ya es bastante tarde.

De un sorbo Harry bebió la mitad del vaso, lo dejó a un lado y le contestó:

—Y si es tan tarde ¿Qué haces despierto?

Draco le enseñó el comic con un rostro que demostraba completa incredulidad.

—Ya que no podía dormir, quería saber el motivo por el cual leerías esta basura.

No es basura; el hombre araña es genial, solo que tú no estás listo para esa conversación.

—¿Acaso lo defiendes por qué usa lentes? No me digas que ahora te quieres volver el… ¿Qué mierda era? —Draco abrió el libro y releyó una parte—, el vigilante de… Londres.

Harry negó con la cabeza, se quitó las gafas y volvió a esconderse dentro del edredón, sin antes hacerse a un lado. Era una invitación indirecta para que se sentara en el espacio libre.

Ya que Tonks, al igual que él, conservaba la (mala) costumbre de fumar en el cuarto, en su lado de la mesa tenía un cenicero. Draco lo acercó para botar las cenizas y reposar el cigarro.

—Mira, si tú te identificas con el araña, yo soy el rubio ardiente.

—Eso sonó pésimo… —bufó Harry— tú no te pareces en nada a Johnny Storm.

Draco prendió la lámpara al lado de la cama y obligó a que Harry revisara una viñeta en específico.

—No es por nada, pero la arañita parece que le tiene ganas al rubiales este; ¡mira que ni con la pelirroja está tan cerca!

Harry terminó por quitarle la historieta cansado, apagó la luz y se volvió a dejar caer encima de la almohada.

—Ya cállate, tonto —bufó Harry—. Aparte, en ese volumen todavía no eran amigos. Johnny no dejaba de tomarle el pelo a Peter.

—Oh, ¿y en cuál ya son pareja?

Harry ni siquiera se molestó en responder, al darse cuenta de que Draco lo único que buscaba era fastidiarlo; le dio la espalda y se quedó con la atención puesta en la pared. Draco posó la mano por el pelo de Harry para ver si obtenía alguna reacción interesante, pero el chico lo único que hizo fue mover la cabeza igual que un gato huraño que buscaba algo de afecto.

—¿Tuviste una pesadilla?

—No.

—Entonces regresa a dormir.

—No puedo.

—¿De verdad que no quieres uno?

De verdad —rectificó Harry—. Solo tengo frío y tú no te callas nunca.

Draco apagó el cigarro a pesar de que le quedaba cerca de la mitad, ventiló la habitación y cerró la ventana. Se levantó de la cama, dispuesto a irse a la del lado, pero Harry lo tomó de la muñeca.

—Déjame; ya no te molestaré más.

—Hace mucho frío ¿no crees?

El susurro de Harry fue casi inaudible, pero Draco lo oyó, porque siempre lo escuchaba con atención. Escondió un sonrojo y se recostó al lado de Harry, que volvió a mirar la pared.

A Draco no le interesó que le diera la espalda; apoyó la cabeza en el hombro de Harry y cerró los ojos, para embriagarse de la tranquilidad del chico.

—Apestas.

—Lo sé.

Harry se dio media vuelta y quedaron cara a cara, con las narices casi rozándose.

—Pensaba que era una molestia.

—No lo eres tanto.

—¿No lo soy por qué ahora me necesitas, Harry?

Sin comentarios.

Dime una cosa; ¿aún tienes frío?

Harry asintió. Con ese gesto silencioso, pero más declaratorio que un largo testimonio era suficiente. Las manos de Draco tantearon terreno debajo de las sábanas, cosa que Harry tomó como la última fibra de iniciativa que necesitaba para acercarse y dejarse fluir.

Draco rozó la piel de Harry y se maravilló por los leves espasmos que este dio ante las cosquillas a causa del frío de las manos ajenas; sin embargo, pronto nivelaron temperaturas y se acoplaron a la situación. A lo que pretendían hacer de manera desordenada e inexperta.

Descubrieron que eso era lo que se sentía ser tan joven. Se trataba de ver el panorama completo sin preocuparse por los detalles que ralentizaban el ritmo. De contentarse con nerviosos movimientos y carnales toques que contenían aquellos pensamientos que los avergonzaban.

Harry era ligero y delgado, no tanto como Draco —cuya figura se comparaba con un avistamiento espectral—, por lo que, al quedar este encima de Draco, el lánguido peso no resultó, en absoluto, una molestia.

En determinado minuto abandonaron el pudor de los suspiros ahogados que decidieron derramar sin consuelo para llenar la habitación. Draco deseaba que nadie más escuchara lo que sucedía en el cuarto, pero al menos se encontraba tranquilo al saber que el resto de su familia dormía en la otra punta de la casa.

Tan pronto el olor de Harry lo atolondró y le trasmitió sensaciones que lo obligaron a respirar por la boca, reconoció que le iba a costar controlarse a sí mismo.

Quería ser quien dominara la situación. Se moría por tener a Harry abajo, arañarle el pecho para saborear su corazón latiente, pero el chico se adelantó a los deseos de Draco y se dispuso a presionar aquel contexto hasta que los límites obligaran a Draco a doblegarse.

Draco metió las manos dentro del pantalón de pijama de Harry y acarició con cuidado esa piel; Harry echó la cabeza hacia adelante, con respiraciones exhaustas contra el cuello de Draco.

—¿Acaso no puedes hacer sonidos más eróticos?

Agh… cállate.

Se relamió los labios, sacó la mano izquierda de la ropa de Harry y lo tomó del mentón.

Atrévete a callarme, Harry.

Harry le mordió la mejilla y lamió lascivamente la sonrisa petulante de Draco, quien trasladó la mano para hundirle los dedos en los risos desordenados. Harry no se quedó atrás y, con el gesto intenso de Draco en frente, —los ojos brillantes, los colmillos expuestos—decidió imitar lo que Draco hacía. En determinado punto, optó por desviar la mirada, al verse abrumado por el otro; con la corazonada de que este le leía el pensamiento a diestra y siniestra.

Draco aprovechó aquel pestañeo de debilidad para bajar por completo los pantalones de Harry y tomar los miembros de ambos. Harry ahogó un jadeo al morder a Draco en el cuello, mientras este último, aunque no fue capaz de contener el quejido, se contentó con esa inédita sensación de dolor tan satisfactorio.

No era consciente del punto exacto en el cual la situación escaló hasta tal grado. Draco giró el cuello al hallarse sobresaturado de la esencia de Harry, pero este al recuperar un poco de fuerza, lo agarró por el mentón y lo obligó a besarlo. Era violento, desestructurado, repentino; pero Draco no era capaz de concebir un contacto más perfecto a pesar del miedo inamovible de que su caninos sobresalieran y terminara por hacerle daño. Ver ese cuello liso, sin marcas que exclamaran su nombre, lo volvía loco.

Lo separó agitado para apreciar a Harry por completo. No concebía tampoco en que punto ese chico que siempre mostraba una actitud radiante, ahora lo vigilaba engreído. El desgarro de toda la ternura que el chico poseía y ahora demostraba la bestia que acechaba en su interior.

Temía que no lograra el suficiente autocontrol para acabar toda esa situación cuando Harry deseaba.

Porque él lo guiaba. Draco no comprendía en qué momento su mente decidió permitir que Harry tuviera tanto poder sobre las acciones de ambos, pero prefirió que así fuera. Él sabía que conocía más del tema que Harry, por lo que no deseaba convertir esos efímeros instantes en simples trámites. Sabía que siempre que Harry fuera el primero en acercarse, aquel periodo que compartirían iba a ser inolvidable.

Los dos acabaron de forma torpe con insignificantes segundos de diferencia. Harry recobró aquella dichosa personalidad llena de gozo y dejó caer su peso encima de Draco, que continuaba asombrado ante lo que acababan de hacer.

Respiró pesadamente y apartó las manos con cuidado. Sintió a Harry recuperar el ritmo cardiaco habitual a través de bocanadas de aire.

—Tenemos que limpiarnos —mencionó Draco, que trató de sentarse, pero Harry se negó a moverse de encima—. Vamos, me niego a dormir en estas condiciones.

Solo… dame cinco minutos.

Draco terminó por tomar la toallita húmeda que tenía encima de la mesa de noche y acarició la cabeza de Harry quien se quedó dormido en menos del tiempo prometido.

Sin tener corazón para quitarlo de encima, Draco se reacomodó lo mejor que pudo. La posición era extraña y asumió que al día siguiente le dolería el cuello, pero decidió mantenerla, con tal de que Harry pudiera descansar cuanto quisiese.

Con la colcha los cubrió a ambos y cerró los ojos, para darse cuenta de que él tampoco gozaba fuerza alguna para aguantar más rato despierto.

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Notas:

1) Howl: Florence + the machine.

Hola!

Mis chicos suplicaban por una escena subida de tono y yo no soy nadie para negarle sus juveniles impulsos. ¡Me costó muchísimo redactar toda la situación! Espero que les haya gustado, porque no dejaba de darle vueltas a como retratarla de manera correcta.

En otra noticias, tengo que avisar que las actualizaciones de este fic se verán pausadas debido a los eventos y la carga tanto emocional como física que me supone todo noviembre e inicios de diciembre. Estoy a punto de licenciarme, dar la prueba de aptitud para entrar a la universidad y mudarme, así que voy a priorizar dar mi máximo esfuerzo este mes para regresar con todo durante mis vacaciones.

¡Una disculpa anticipada! Sé que desde que comencé a publicar el fic no había habido interrupciones tan grandes, pero esto es mayor a mí misma.

¡Nos vemos de nuevo el 13 de diciembre con mucho más contenido y más sorpresas!

¡Un beso inmenso!

The Machine.

Pdta. Por si no lo habían notado: me gusta mucho Spider-Man, nunca dimensioné lo mucho que necesitaba al Drarry hablando del SpideyTorch. ¿Fans del ship presentes?

Pdta 2. Dios mío; ¡ADORO HOWL CON TODA MI VIDA!, desde que comencé este fic me moría de ganas por colocar las lyrics del tema. Me tuve que contener para no poner toda la canción. He de ahí mi pequeña referencia en la frase: "Arañarle el pecho para saborearle el corazón latiente" del verso: "Drag my teeth across your chest to teast your beating heart" y "Desgarrar toda tu ternura".