Bien. Primero lo primero (¿era así no?). Gracias a quienquiera que lea esto, gracias a quienes siguen esta historia y la tienen entre sus favoritos, y gracias a quienes dejaron comentarios. Y un agradecimiento especial a jean d´arc que con sus reviews siempre me alegra el día. Y otro agradecimiento especial a fanatico z, que por lo que vi parece que le gusto la historia. Un abrazo gigante a los dos.

Ahora bien. He decidido añadir un nuevo punto de vista a esta historia para dar una visión más general de la situación en el resto de Poniente, no solo más allá del Muro. Puede que añada más en un futuro, pero por ahora no es seguro.

Bueno, dicho ya todo, vamos a lo que nos trajo hasta aquí.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo sólo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Maege

Habían sido un grupo de apenas 25 personas; 10 eran hombres de Mormont, con osos en los jubones. Otros 10 eran hombres de Glover, con guanteletes plateados decorando sus jubones. Luego estaban ella y sus hijas, Jorelle y Lyra. El grupo era completado por Galbart Glover, el señor desposeído de Bosquespeso, y su primo Dewyn Glover.

Aún recordaba cuando habían llegado a la Atalaya de Aguasgrises; la mirada de Howland Reed, antiguo amigo del difunto Lord Eddard, era la mirada de un hombre atormentado, y no tardó en entender por qué. Decir que quedó en shock cuando se enteró de las noticias sería una subestimación. El rey muerto. Su cuerpo profanado. El ejército destruido. La madre del rey desaparecida y dada por muerta. Y el destino de la hija y heredera de Maege desconocido.

Y todo por esos malditos Frey y esa sanguijuela traicionera de Bolton. Con solo pensar en ellos sentía como la ira le hacía hervir la sangre y le nublaba el juicio. En ese estado sería capaz de matar a un jabalí a mordiscos.

Cuando finalmente se hubieran recuperado de las noticias, Galbart y ella empezaron a decidir qué hacer a continuación. Obviamente la rendición estaba descartada. Nunca pasaría luego de la Matanza de los suyos en Los Gemelos. Luego de ello empezaron a discutir cual sería el plan a seguir. Galbart quería volver a sus tierras, retomar su hogar de los Hijos del Hierro y usarlo como base para formar otro ejército para combatir a los Bolton. Maege en cambio quería que se dirigieran hacia el este siguiendo la costa del Mordisco, hasta llegar a Puerto Blanco y obtener el apoyo de Lord Wyman. Las murallas de Puerto Blanco serían muy útiles si fueran atacados, y tras ellas vivían miles de hombres que podrían ser reclutados y entrenados. Pero Howland Reed también estuvo presente para decidir qué hacer, y pese a ser bajo de estatura el señor de Atalaya de Aguasgrises no temía decir verdades duras a la cara de nadie.

El lacustre le señaló al señor desposeído de Bosquespeso que en las tierras que rodeaban su castillo perdido no había hombres ni para empezar a formar un ejército del tamaño que necesitarían para derrotar a los Bolton. Por un momento Maege pensó que eso significaba que apoyaba su plan, pero su esperanza no tardó en verse destruida. Lord Reed les informó que recientemente un grupo de 5 exploradores Frey habían sido capturados en los límites de los pantanos que eran su hogar. Tras ser interrogados, habían revelado que uno de los hijos de Lord Wyman, Wilis, había sido capturado la noche de la Matanza. Con su heredero como rehén, no era nada probable que Lord Manderly los apoyara para seguir peleando.

Entonces el señor de Atalaya de Aguasgrises tomó el decreto que había sido la causa de la llegada de ambos señores a su hogar, el pergamino que contenía las órdenes del Rey Robb con respecto a la sucesión. Lo puso a la mesa entre todos ellos y habló: "Tenemos que encontrar a Jon Nieve"

Ese fue el inicio de una discusión sobre cómo proceder; hicieron planes, los descartaron al verlos defectuosos y los rehicieron. Entonces, tras 3 días de discusión, finalmente los 3 señores llegaron a un acuerdo sobre lo que harían a continuación.

Lord Howland había estado atacando a los Hijos del Hierro que ocupaban Foso Cailin desde que la fortaleza había caído, tratando de desangrarlos todo lo posible para cuando el Rey Robb regresara para retomarla. Ahora que el rey estaba muerto y los Bolton se acercaban Reed dejaría de atacar a los Isleños y se centraría en los traidores. Entre más los desangrara, mejor.

Galbart y Maege tomarían a la mitad de los hombres que habían llegado con ellos y harían el largo viaje a través de los pantanos, los riachuelos, la Costa Pedregosa, el Bosque de los Lobos y las montañas para llegar al Muro y al Castillo Negro. Una vez ahí debían informar al último hijo varón de Ned Stark sobre el decreto del Rey Robb, por el cual era legitimado y convertido en heredero del Reino del Norte.

Jorelle, la hija de Maege, viajaría de vuelta a la Isla del Oso para informar a sus hermanas de lo que harían su madre y Galbart Glover, además de intentar reunir peleadores.

Lyra, la otra hija de Maege, se quedaría con el primo de Lord Glover y la otra mitad de los hombres e irían hacia el sur con cuidado para tratar de encontrar más sobrevivientes de la Matanza en los Gemelos. El punto para reagrupar lo que quedase del ejército del Norte sería la fortaleza de los Reed.

El viaje de Maege y Galbart había sido duro y peligroso, pero por fin, luego de 4 largas lunas, habían llegado al Agasajo y lo habían atravesado. Fue entonces que vieron el muro en toda su altura.

Maege recordó cuando vio el muro por primera vez: era una niña tan verde como la hierba del verano, y acompañaba a su señor padre y a su hermano al Castillo Negro, donde llevaban a un grupo de hombres para unirse a la Guardia. Cuando vio el Muro por primera vez se sintió insignificante. En palabras de su padre: algo que estaba antes que todos nosotros y que seguirá mucho después de que nos hayamos ido. De alguna manera, en todos esos años sin ver el muro Maege se convenció de que no era tan impresionante. Ahora, con el de frente, se dio cuenta de que sí, lo era. Y procuraría ya no olvidarlo.

Esa noche acamparon junto al Muro. Un hombre suyo y uno de Galbart montaron guardia en una colina cercana mientras los demás se acurrucaban cerca de un fuego y asaban unos conejos al espetón.

"Maege" dijo Galbart, sentado al otro lado del fuego. La señora de la Isla del Oso levantó la vista "exactamente ¿qué haremos cuando lleguemos al Castillo Negro? No creo que solo llegar ante Jon Nieve y decirle que ahora es un Stark y el heredero del Norte sea buena idea. ¿Y qué haremos si se niega?" era obvia la preocupación del señor desposeído de Bosquespeso.

"No llegaremos y le diremos así como así. Primero hablaremos con mi hermano" dijo, ya sintiendo el dolor de cabeza que tendría por la discusión con Jeor "y luego hablaremos con él. Con algo de suerte mi hermano ya lo habrá liberado de sus votos para ese momento"

"¿Estás segura de que tu hermano aceptará liberarlo?" insistió Galbart, buscando una confirmación.

Maege ya no estaba segura de nada, pero eso no iba a decirlo: "A mi hermano le importa la Guardia, y el rey Robb nos autorizó a ofrecer un intercambio: los votos de su hermano a cambio de un centenar de hombres." dijo, consciente de que esa no era una respuesta, sino una suposición.

"Aun no contestas una de mis preguntas" dijo Glover, su rostro con un ceño fruncido "¿Qué haremos si se niega?"

La insistencia de Glover terminó por acabar con la paciencia de La Osa: "¡No se negará!" dijo en voz demasiado alta "este es el legado de su hermano, su última voluntad. No se negará" espetó, y acabó la conversación. Más tarde, acostada con pieles sucias encima y con una piedra por almohada, se dio cuenta que ella había gritado no solo para convencer a Galbart, sino también a sí misma.

Durante los siguientes días siguieron cabalgando hacia el este, siempre junto al Muro. Nadie hablaba mucho, ni mucho menos reía; parecía que el cansancio del viaje había hecho mella en todos ellos. La Osa quería creerlo, pero era probable que el ánimo tan sombrío se debiera a todo lo que habían sufrido. Ellos eran, hasta donde sabían con certeza, los últimos hombres del rey Robb Stark, los que bien podrían ser los últimos de una causa que bien podría parecer perdida. Cada uno de ellos tenía amigos o parientes en Los Gemelos la noche de la traición, y hasta donde sabían, todos sus compañeros estaban muertos.

Maege dedicaba gran parte del tiempo a pensar en sus hijas. Alysanne y la pequeña Lyanna, a salvo de los Bolton en la Isla del Oso. Jory, que con suerte ya habría llegado allí y estaría con sus hermanas. Pese a que no había arcianos cerca, en ocasiones murmuraba oraciones por Lyra, que estaría en el sur atestado de leones y comadrejas, intentando salvar algo del ejército. También oraba por su primogénita, Dacey, porqué hubiera logrado escapar de la matanza y estuviera oculta en algún lugar, o aún mejor, porque hubiera sido encontrada por Lyra y estuviera a salvo en la Atalaya de Aguasgrises.

Por fin, luego de 9 cabalgando hacia el oriente, empezaron a distinguir formas en el horizonte. Eran borrosas y de color oscuro. Maege y Galbart intercambiaron una mirada antes de clavar los talones en los costados de sus caballos, que de inmediato empezaron un medio galope. Tras ellos, sus hombres los siguieron.

A medida que se acercaban fueron distinguiendo mejor las cosas; eran barracones, torres, establos e incluso un gran salón. Por fin habían llegado al Castillo Negro. Había hombres de capa negra entre los edificios, que los miraron con miradas desconfiadas, pero al final uno de ellos, con un parecido asombroso a una granada y una barba descuidada, se acercó.

"Mis señores" dijo, haciendo una breve inclinación "soy Bowen Marsh, Primer Mayordomo de la Guardia de la Noche. ¿Puedo saber quiénes sois?"

"Mi nombre es Maege Mormont, señora de la Isla del Oso" dijo la mujer, adelantándose a su acompañante "el hombre a mi lado es Galbart Glover, señor de Bosquespeso. Queremos hablar con el Lord Comandante Mormont. De inmediato" dijo lo último con un tono que daba a entender que no aceptaría un no por respuesta.

El tal Bowen Marsh frunció el ceño por un momento, pero al final soltó un suspiro mientras hacía un gesto a otro hombre, delgado y de mirada sombría. Este se acercó con una cara similar a la de un hombre ante el verdugo: "Edd, llévalos a ver al Viejo Oso. Yo buscaré alojamiento para sus hombres"

Maege y Galbart giraron la cabeza y les dedicaron unas breves palabras a sus hombres, para que siguieran a Marsh. Ellos por su parte desmontaron y entregaron las riendas de sus caballos antes de seguir a Edd. Por el camino Maege no pudo evitar notar lo escasos que eran los hombres con capas negras y el estado de abandono que presentaban la mayoría de los edificios. Claramente la Guardia de la Noche no estaba en su mejor momento. Se sintió alegre y culpable al mismo tiempo. Alegre porque si su hermano necesitaba hombres tan desesperadamente era más probable que accediera a cambiar los votos de Jon Nieve por un centenar de hombres. Culpable por sentir alegría del estado de la Guardia, sabiendo que se había convertido en el propósito de la vida para su hermano.

Cuando finalmente llegaron a la puerta tras la que estaba con su hermano, Maege habló antes que todos los demás.

"Hablaré con él a solas. Esperen aquí afuera" les espetó a los otros. Galbart abrió la boca, seguramente para protestar, pero ella no le dio la oportunidad, ya que abrió la puerta y la cerró en la cara del señor de Bosquespeso.

Una vez dentro dio una mirada rápida al lugar. Había una cama simple con un dosel y un colchón que parecía bastante incómodo, y junto a ella una pequeña mesa en la que había una lámpara de hierro apagada. Había un escritorio de roble inmenso cubierto de papeles, con tinta en un pote, cera y lacre. Enfrente de él había una silla de madera tosca, y detrás del escritorio, recostado contra el dosel de su silla, estaba su hermano.

Maege se sorprendió de lo que vio. Su hermano era un oso terco, viejo y malhumorado. La verdad es que eran contadas las ocasiones en que soportaba su presencia más allá de unos pocos comentarios. Pero más allá del disgusto que su hermano la hacía sentir, el cual era totalmente correspondido, Jeor siempre había sido un hombre determinado, con una fuerza que parecía no menguar ante el tiempo ni la edad. Ahora, sin embargo, esa fuerza se había extinguido. En los ojos de su hermano, Maege distinguió una sola cosa: impotencia. Su hermano estaba de luto, era la mirada de alguien que había perdido algo muy valioso, una parte de sí mismo, y se veía impotente al respecto. Maege se preguntó si esa había sido su expresión cuando se enteró de la traición en Los Gemelos, y cuando se dio cuenta de que no podía hacer nada con los pocos hombres que le quedaban, que no podría ni vengar a su rey ni salvar a su hija.

Ver así a su hermano la desarmó por unos momentos, como si de pronto la causa de su llegada al Muro no valiera la pena de decir, para no poner otra carga sobre los hombros del Oso que estaba ante ella. Pero al final tuvo que decirlo, directo y al grano, como le gustaba a ambos:

"Necesitamos hablar" dijo. Cuando escuchó la respuesta de su hermano, supo que algo iba muy mal en el Muro.

"No tienes idea de cuánta razón tienes, hermana"

Jon

Cuando los últimos gritos se acallaron Jon se tomó un momento para pensar. Había mucho por hacer.

"Los otros nos atacaron anoche y bien podrían hacerlo de nuevo. Tenemos que estar lo más preparados posible para ello. Tormund" llamó, mirando al hombre de poblada barba roja "organiza grupos de centinelas alrededor de todo el campamento. No menos de 5 hombres por grupo. Que estén bien provistos de madera para hacer fuego y encender antorchas. Y que tengan cuernos de guerra; si ven a los muertos que los usen"

"Dalo por hecho, Jon Nieve" dijo el Matagigantes, al tiempo que se giraba para irse, acompañado por sus hijos Toregg y Dormund.

"Harle" dijo, enfocando la vista en el cazador "hay muchas bocas que alimentar. Organiza grupos de caza; no menos de 40 hombres por grupo. Casen todo lo que puedan, pero asegúrense de volver al campamento antes del anochecer" el hombre asintió una vez antes de irse.

"Varamyr" dijo, observando con disgusto mal disimulado al hombre calvo "busca a todos los cambiapieles que conozcas y diles que quiero hablar con todos enfrente de mi tienda mañana al amanecer" el hombrecillo lo miró con odio puro, pero al final asintió y se alejó.

"Soren" habló, dirigiéndose al hombre alto "ve al bosque, y lleva a tus hombres y a todos los que necesites contigo. Talen todos los árboles que encuentren, quítenles las ramas y tráiganlos devuelta al campamento. Vuelvan cuando sea el ocaso"

"Howd" exclamó esta vez, mirando al hombre "tú has estado en muchos lugares. ¿Has visto alguna vez el Torreón de Craster?" el Trotamundos asintió con una expresión de asco en la cara ante el nombre del salvaje que se acostaba con sus hijas "¿Crees que puedas hacer estacas iguales a las que lo rodean?" preguntó.

"Por supuesto que sí" espetó Howd, como si la mera sugerencia de lo opuesto fuera un insulto.

"Entonces hazlo. Ve por tus hombres y usen todos los árboles que no sean robles que traigan los hombres de Soren. Empiezan a levantar empalizadas por el lado norte del campamento, donde nos atacaron ayer los Otros, pero asegúrate de dejar un espacio lo bastante grande para que los hombres puedan entrar de vuelta" Howd asintió con firmeza y se marchó.

"Styr" dijo, mirando al magnar de los thennitas "tú y tus hombres guardaran las entradas al campamento. Si se nos unen más clanes manda a uno de los tuyos a decírmelo" Styr lo miró fríamente y por un segundo Jon pensó que se negaría o lo insultaría, pero al magnar solo le basto dar una mirada al cadáver del Señor de los Huesos, que aún estaba abandonado donde había caído, para limitarse a obedecer.

Jon tomó aire antes de seguir "Harma" dijo, intentando que la voz no le temblara ante la mirada que la mujer rechoncha le estaba dando "tú y tu hermano tomen un grupo de exploradores cada uno y vayan al sur separados. No quiero sorpresas cuando reanudemos la marcha. Si ven algo malo no intenten pelear, vuelvan y háblenme de ello de inmediato" Harma le dio una mirada más larga que los anteriores, pero al final hizo un gesto rígido con la cabeza y se alejó.

"Ygritte" dijo Jon a continuación, y de inmediato la chica pelirroja se adelantó con una sonrisa socarrona. A diferencia de los otros, ella caminó hasta situarse enfrente de Jon, tan cerca que podrían tocarse sin problema "quiero que lleves a las mujeres de las lanzas a los bosques y busques madera para crear arcos largos; creo que sabes cómo hacerlos" Ygritte definitivamente lo sabía, después de todo Jon le enseñó cómo hacerlos luego de regalarle uno.

"De acuerdo" le contestó. Entonces dio una zancada adelante y en un solo movimiento lo tomó por la nuca y le dio un beso largo. Aunque sorprendido al principio, Jon no tardó en devolverlo. Cuando finalmente se separaron Ygritte se dio la vuelta al tiempo que volvía a hablar: "Más te vale dormir ahora Jon Nieve; a la noche no te lo permitiré" todos entendieron la insinuación detrás de esas palabras y unos cuanto soltaron risas. Jon las ignoró antes de volver a hablar.

"Todos los demás" habló esta vez, asegurándose de mirar al resto de los caudillos a los ojos al menos una vez "volved con los vuestros y asegúrense de que nadie este fuera del campamento luego del anochecer. Aseguraos también de contar cuantos hombres y mujeres de las lanzas tienen, además de caballos. Avísenme mañana de los números; quiero saber con cuantos guerreros iremos al sur" tras eso todos empezaron a dispersarse.

Jon vio entre los que se iban una cabellera color miel: "Val, espera" dijo.

La mujer se acercó a él con rostro serio. Cuando estuvo frente a Jon habló: "¿Qué quieres Jon Nieve?"

"Mance me dijo una vez que hablas la Antigua Lengua" Val asintió "Tengo la intención de hablar con los gigantes. Quiero que traduzcas para mí. ¿Podrías?" preguntó Jon.

"Claro. ¿Iremos ya o en otro momento?" preguntó la mujer.

"Preferiría hacerlo ya. Entre más pronto hable con ellos, mejor" dijo. Val asintió en acuerdo y caminaron en silencio por unos momentos antes de que Jon volviera a hablar "Gracias Val" ella lo miró con una ceja alzada y Jon se hizo más explícito "por ayudarme. En verdad lo aprecio. Si hay algo que pudiera…" fue interrumpido.

"Si quieres agradecerme asegúrate de que mi hermana y el bebé que lleva en el vientre se mantengan a salvo. Y si algo me pasa asegúrate de que lleguen al sur del Muro intactos" lo cortó la mujer "hazlo y estamos a mano"

"Lo iba a hacer de todas formas. Por Mance" dijo Jon, y luego de eso continuaron en silencio hasta que fue roto. En esta ocasión por Val.

"Te viste bien allá atrás" comentó Val. Jon poso sus ojos sobre ella "cuando mandaste a Tormund y los demás. Firme, decidido, sin vacilar. Parecías un líder"

Jon sintió como sus orejas se calentaban: "No te tomé por alguien que hace elogios, Val"

"No lo soy. Solo señalo una verdad" tras ese último comentario volvieron a sumirse en el silencio, pero no uno de tipo incómodo. No llevaban mucho así cuando empezaron a escuchar los barritares de unos mamuts. Casi al mismo tiempo distinguieron a lo lejos a los gigantes.

"¿Algún consejo antes de hablar con ellos?" preguntó Jon, dándose cuenta de lo poco que sabía de los gigantes.

"Hazte lo más grande que puedas ante ellos" dijo Val de inmediato "y aunque te sientas intimidado no dejes que ellos lo noten. Y céntrate en Mag el Poderoso y Rog Puño de Piedra. Si te los ganas, los demás los seguirán"

Tras esas palabras de Val, llegaron finalmente a donde estaban los gigantes. Las siguientes horas estuvieron entre los gigantes, con Jon hablando con ellos, tratando de convencerlos de unirse a su causa.

Primero hablaron con Mag el Poderoso; les tomó mucho convencerlo de que escuchara, y más todavía que accediera a dar su apoyo a Jon, pero al final lo lograron. Como muestra de apoyo Mag accedió a ir junto con 20 gigantes para ayudar a Soren Rompescudos a transportar los árboles derribados de vuelta al campamento.

Luego hablaron con Rog Puño de Piedra. Rog era algo más bajo que Mag, pero mucho más peligroso. Tan difícil como fue tratar con Mag el Poderoso, fue fácil en comparación con tratar con Rog. Apenas los vio alzo un tronco de árbol y rugió con fuerza. A Jon le tomó todo su autocontrol no echar mano a Garra en ese momento. Pero a pesar del mal carácter de Rog, al final lograron convencerlo de que diera su apoyo a Jon. Cuando marcharan Rog prestaría sus mamuts para ayudar con el transporte de los suministros y otras cargas.

Cuando finalmente se fueron ya era de noche y ambos estaban cansados. Jon y Val se separaron a medio camino, ella para ir a la tienda que compartía con su hermana y él a la que compartía con Ygritte.

Aparto las pieles de oveja y entró. Fantasma estaba echado en un rincón de la tienda, pero se levantó y se aproximó en cuanto entró. Jon le dio una caricia y el huargo se restregó contra su pierna antes de volver a su rincón.

"¿Jon?" una voz susurró a sus espaldas. Se dio la vuelta y vio a Ygritte acostada mirando hacia él. Se acercó a la cama y la dio un beso.

"Disculpa si te desperté" le dijo. Ygritte sonrió y lo invitó a unirse a ella en la cama. Tras quitarse toda la ropa, excepto la camisa de lana que llevaba en el interior y los pantalones, se unió a ella.

Jon pensaba que por esta vez podría simplemente acostarse y dormir, pero a juzgar por su total desnudez, Ygritte tenía otras ideas. En cuanto ambos estuvieron tapados por las pieles ella le dio un beso largo. Jon se lo contestó, perdido en los labios de su mujer, tanto que no noto como los dedos de ella descendían por su torso hasta llegar a sus pantalones, donde empezó a acariciar el bulto que tenía entre las piernas. No pudo evitar un gruñido ante las caricias y decidido a devolver el favor, Jon movió una de sus manos hasta la cintura de Ygritte para luego ir subiendo hasta alcanzar uno de sus pechos desnudos y empezar a acariciarlo, antes de frotar su pulgar contra el pezón para endurecerlo. La pelirroja gimió sobre sus labios, y Jon tomó el inferior entre los suyos y lo chupó con suavidad.

Las caricias de Ygritte en la zona media de Jon ya lo habían endurecido del todo, y la mujer no tardó en desatarle los pantalones y quitárselos. En algún momento volaron fuera de las pieles, pero Jon ni siquiera lo notó; estaba demasiado ocupado agarrando uno de los pezones de Ygritte entre los dientes al tiempo que su mano acariciaba el otro. Los gemidos de la mujer y sus manos revolviendo el cabello negro de Jon eran enloquecedores.

Entonces, en un solo movimiento, Ygritte los hizo cambiar de posición, con Jon acostado y ella sobre él. Sin perder tiempo, tomó su miembro con una mano y lo guío hacia su entrada, ya totalmente húmeda.

Si Jon tuviera que describir el interior de Ygritte lo haría en dos palabras; cálida y húmeda. Las paredes internas de la pelirroja lo apretaban deliciosamente mientras ella se movía sobre él. Las manos de Ygritte estaban enterradas en sus rizos negros, para acercarlo más mientras se besaban. Las manos de Jon estaban en el trasero de Ygritte, ayudándola a meter su polla hasta lo más profundo de ella. De las bocas de ambos salían gruñidos y gemidos que eran tragados por la boca del otro.

Estuvieron así, disfrutando de la presencia y el cuerpo del otro, hasta que Ygritte empezó a subir el ritmo de sus movimientos, que se volvieron más salvajes. Sabiendo que la liberación de su pareja estaba cerca y sintiendo como la suya propia se acercaba, Jon empezó a empujar sus caderas con más fuerza, decidido a terminar en su interior. Entonces sucedió; Ygritte sintió que las estrellas habían explotado tras sus ojos y entonces derramó un largo gemido dentro de la boca de Jon, al tiempo que sus paredes internas apretaban el miembro de su compañero. Jon por su parte, ante la sensación de Ygritte apretándose a su alrededor, no resistió más y soltó un gruñido bajo al tiempo que descargaba su semilla en el vientre de Ygritte.

Ambos terminaron jadeando, con el rostro de Ygritte enterrado en el cuello de Jon y la polla de Jon dentro de Ygritte "No creas que hemos terminado, Jon Nieve" le susurró al oído con voz ronca, antes de levantarse y darle la espalda. Antes de que Jon pudiera hacer nada Ygritte le había dado la espalda y se había apoyado sobre sus manos y sus rodillas.

La vista del trasero de Ygritte y sus labios rosados abiertos, con un ligero rastro de la semilla que había puesto en su interior saliendo de ellos, hizo que Jon se endureciera al instante. Apartó de un movimiento las pieles que cubrían sus piernas, se colocó de rodillas detrás de ella y la penetró con una sola estocada.

"¡SI!¡Si, Jon Nieve, si!" gimió Ygritte, con una voz tan desinhibida que casi hizo que Jon se corriera. Apretó los dientes y empezó a envestir contra ella con más fuerza "¡AH!¡Ah! sí, sí, más, más, sí, así, follame Jon ¡follame!¡más fuerte!¡AH SÍ!" Los sonidos de la carne chocando entre sí llenaron la tienda, junto con los gemidos de la mujer y los gruñidos del hombre. Jon se sentía en el cielo, y cuando Ygritte gimió más alto de lo normal y Jon sintió como sus paredes internas lo apretaban no resistió más. Apretando los dientes volvió a descargar su semilla dentro de ella.

Cuando finalmente ambos bajaron de sus respectivos orgasmos se separaron y se dejaron caer en la cama. Miraron a los ojos del otro y lo que vieron debió gustarles, ya que ambos se sonrieron como tontos. El nuevo Rey-más-allá-del-Muro envolvió un brazo alrededor de la mujer y la atrajo hacia sí, hasta que su pecho tocó los de ella.

"Tú eres mío y yo soy tuya, Jon Nieve. No lo olvides nunca" le dijo Ygritte.

"Nunca" prometió Jon.

Ygritte le acarició la mejilla y lo miró a los ojos. Jon se extrañó por esa mirada tan profunda que la chica le dio. Parecía como si estuviera buscando algo en los suyos, una confirmación. ¿Pero de qué?

"Tengo que decirte algo Jon" dijo Ygritte. Respiró profundo y soltó dos palabras "Estoy embarazada"

Jon sintió como si su aliento se hubiera desvanecido de su cuerpo. Embarazada. Ygritte estaba embarazada. Iban a tener un hijo. No podía pensar, no podía hablar. Ninguna palabra acudió a su boca. Simplemente atinó a quedarse quieto, mirándola con expresión de sorpresa total.

"¿E…Estás segura?" logró preguntar, su voz débil y temblorosa.

"Lo estoy. Vamos a ser padres, Jon" le dijo, y aunque no sonrió Jon pudo percibir un vestigio de alegría en su voz.

Debió quedarse en silencio por demasiado tiempo, porque al final ella le preguntó: "¿No estás feliz con esta noticia Jon?"

"¡No!¡No!¡No es eso!" se apresuró a aclarar "es solo que me ha tomado por sorpresa" dijo, antes de bajar la mirada hacia el estómago plano de Ygritte. Le parecía imposible que ahí dentro hubiera una vida. Con sumo cuidado colocó una de sus manos encima, acariciando la piel tersa con una delicadeza total.

Jon había pasado mucho tiempo entre el Pueblo Libre; había comido, bebido, cazado, explorado y peleado con ellos. Había aprendido sus historias y les había enseñado algunas de las suyas. Había aprendido mucho de ellos y ellos de él. Incluso se había convertido en su líder. Pero era ahora, con una mujer del Pueblo Libre a su lado en la cama y con un hijo de ambos en el vientre de ella, que en verdad se sintió uno de ellos.

Le dio un beso a Ygritte, intentando transmitir todo lo que sentía por ella y por este hijo que llevaba en el vientre: amor, cariño, cuidado, respeto, pero por sobre todo felicidad. Por la sonrisa que ella le dio cuando se separaron, había entendido lo que significaba.

Cerraron los ojos y se dispusieron a dormir. Lo último que escuchó antes de caer en los brazos del sueño fue un susurró de Ygritte.

"Espero que nuestro hijo nazca en el sur Jon"

Catelyn

Se detuvieron a descansar un poco antes de lo usual. Hyrew se fue aparte con los 2 hombres que había enviado por delante para explorar. Catelyn fue llamada para ayudar a distribuir la comida.

En su antigua vida, Catelyn se hubiera sentido humillada de tener que servir la comida, como si fuera una sirvienta. Ahora sin embargo, era otra cosa. Era un trabajo sencillo; solo poner la comida en cuencos e irlos entregando a las personas a medida que llegaran. Había una ventaja de este trabajo; era la mejor forma de escuchar cosas sobre el resto de las personas del clan. Fue así que, mientras servía la comida, se enteró que estaban a apenas una hora del campamento donde estaba el ejército del que Catelyn había oído tanto.

"El ejército que busca cruzar el Muro para devastar el norte" pensó, sorprendida de lo poco que le importaba esa idea. Hace un par de años la idea de que el norte, el hogar de su familia y el suyo propio, fuera invadido por una horda de salvajes era aterradora. Ahora, con su esposo y todos sus hijos muertos o perdidos para siempre, a Catelyn no podría importarle menos el destino de nada ni nadie más.

Cuando finalmente terminó de servir se sirvió un tazón propio y lo terminó rápido, sabiendo que se pondrían en marcha pronto. Tuvo razón, porque a los pocos minutos de haber devuelto el tazón, luego de haberlo limpiado, escuchó los gritos de Hyrew para que todo mundo se levantara y reanudaran la marcha.

"Catelyn" dijo una voz. La mujer pelirroja volvió la vista y vio que una mujer achaparrada se acercaba.

"Lillow" dijo, dando un pequeño asentimiento de reconocimiento al tiempo que volvía a caminar.

"¿Qué piensas hacer cuando nos unamos al ejército?" preguntó, mirándola con sus ojos oscuros.

"¿A qué te refieres?" dijo Catelyn confundida.

"Bueno, una vez que estemos ahí marcharemos directo al sur junto con todos los demás. Una vez crucemos el Muro ¿volverás con tu familia?¿Irás a buscarlos?"

Ella ya no tenía familia, todos estaban muertos o desaparecidos. Pero no se lo había dicho a nadie y no tenía intención de hacerlo ahora: "¿Y tú qué piensas hacer cuando llegues al sur?"

"Buscar un lugar donde vivir con Brenia en paz" dijo la mujer con simpleza. Brenia era la única hija de Lillow, concebida con un hombre muerto hace mucho tiempo; era una niña de apenas 5 años, con unos ojos tan oscuros como su madre y una mata de rizos castaños heredado del padre que nunca conoció.

"Espero que lo encuentres" dijo. El norte era inmenso; había muchos lugares poco habitados, donde ambas podrían quedarse a vivir sin molestar a nadie. Aunque con los Bolton y los Greyjoy en el Norte, Catelyn no podía evitar pensar que vivir alejada y con una niña pequeña no era la mejor de las ideas.

"Gracias" dijo. Continuaron caminando en silencio por unos momentos hasta que Lillow volvió a hablar "Dicen que Mance Rayder fue un cuervo antes de ser un hombre libre. ¿Será cierto?" le preguntó.

A la mente de Catelyn le vino una de las últimas charlas que tuvo con su esposo en Invernalia, en el mismo día en que habían encontrado a los cachorros de lobo huargo. Él había hablado del llamado Rey-más-allá-del-Muro, pero nunca mencionó que fuera un desertor de la Guardia de la Noche.

"No creo que lo sea" si había algo de lo que estaba segura era del odio del Pueblo Libre hacia la Guardia de la Noche; que eligieran a un hombre de capa negra como su líder era poco probable. Aunque de nuevo, si Mance Rayder hubiera sido en verdad un Hermano Juramentado, habría renunciado a su capa negra para irse al norte del Muro.

Siguieron caminando luego de eso, haciendo charla ociosa. Entonces Catelyn notó que el ánimo de las personas empezó a cambiar; había charlas más serias, y los ceños fruncidos se incrementaban por donde mirara. Escuchó algunos susurros de las personas alrededor, pero estaban demasiado alejados para que distinguiera bien.

Entonces Catelyn escuchó un ruido al frente, y por lo visto todos los demás también; era el sonido de un hacha golpeando la madera. A medida que siguieron avanzando fueron escuchando el mismo sonido repetido cada vez a menudo, hasta que pareció llenar todo el bosque. Debían ser muchas hachas.

"Iré a ver a Brenia" dijo Lillow, y sin más palabras dio media vuelta, en busca de su hija. Catelyn vio de reojo como se iba pero no le dijo nada. Siguieron caminando y empezaron a subir una pequeña loma cubierta de nieve y fue toda una vista la que había al otro lado.

Eran leñadores. Cientos de ellos, todos en grupos de dos o tres hombres, golpeando las bases de los árboles con hachas. Se oían gritos de aviso cuando los troncos lastimados cedían y caían con un gran estrepito. De inmediato uno de los artífices de la caída empezaba a pelarlo de hojas y ramas mientras los demás iban a por otros árboles. Pero lo que en verdad impresionaba a Catelyn no era eso, sino lo que pasaba luego de que el tronco estuviera limpio. Unos seres inmensos, de una estatura de más del doble que un hombre, se acercaban y uno tomaba el tronco para colocarlo sin esfuerzo sobre uno de sus hombros y empezar a caminar en una dirección. Era una vista tan sorprendente que Catelyn ni siquiera sintió cuando su mandíbula cayó.

"Gigantes" murmuró alguien tras ella. Catelyn no se molestó en ver quien fue, simplemente asintió en silencio.

Catelyn salió de su estupor por un golpe en su hombro; los demás avanzaron y alguien la había rozado al pasar. Empezó a caminar, siguiendo al resto del clan. Había un sendero estrecho entre los grupos de hombres y gigantes que cortaban y cargaban árboles, y fue por el que se apretaron hasta que pasaron a los trabajadores. Delante había un par de gigantes llevando troncos, pero ninguno les prestó atención.

Siguieron detrás hasta que cruzaron una nueva loma, llena no de árboles sino de tocones. En lo alto, Catelyn observó una vista tan impresionante como los gigantes, sino más.

Era un campamento, pero tan grande que Catelyn no alcanzaba a ver el final de él. Miles de tiendas de todo tipo y tamaño brotaban como flores sobre la tierra. Alrededor de ellas había caminos negros de lodo, formados por incontables pies que los habían recorrido. Las personas desde allí se veían del tamaño de hormigas, pero Catelyn dudaba que algún hormiguero pudiera contener semejante cantidad. Eran tantas que pensó que necesitaría días, si no semanas, para contarlos a todos, desde que se despertara hasta que se fuera a dormir. También se veían figuras más grandes, seres peludos de 4 patas que hacían sonidos fuertes y fácilmente audibles desde la colina donde se encontraba. Cerca de ellos había otras figuras que reconoció como más gigantes. No los pudo contar todos pero Catelyn supo que eran cientos.

Entonces a Catelyn le vino a la memoria el campamento de Renly Baratheon, a las orillas del Mander, junto al castillo de Puenteamargo. Había sido el campamento más grande que Catelyn hubiera visto en su vida.

"Hasta hoy" pensó. El campamento salvaje era todavía más grande.

Este ha sido el capítulo más largo hasta ahora. Ojalá les haya gustado y déjenme comentarios si así fue. ¿Qué les pareció la inclusión de este nuevo punto de vista? También pueden dejar reviews diciéndome lo que piensan al respecto. Serán muy apreciados. Actualizare en una semana, como hasta ahora.

En fin, eso es todo. Salu2 y que estén bien.