Bien, primero que nada ¡Hola! A quien quiera que lea esto.
Quiero dar gracias especialmente a jean d'arc (en este capítulo hay algunas respuestas), green wolf (esta historia la actualizo cada 7 días. Y me halaga que pienses que es tan buena), fanatico z (viste como viajaron Maege y Galbart, son como flash versión GOT jajaja. ¿Un profesional?¿Yo?¡Vaya! Algo debo estar haciendo bien para que pienses así de mí. Y quédate tranquilo, yo soy leal a mí mismo. Con eso no quiero decir que no escucho las sugerencias dadas por otros) y Coatl9 (¡Bienvenido a la historia! Pasará un rato antes de que lleguemos al encuentro de Jon y Maege pero no te preocupes ¡ya lo estoy escribiendo! Y llegará lo suficientemente pronto. En cuanto a lo de Jon y Catelyn…. Bueno, vos seguí leyendo y ya verás a donde van esos dos. Espero leerte de nuevo pronto) por sus hermosos reviews. ¡No saben cómo me alegran con ellos!
Un agradecimiento más corto a los que siguen la historia o la tienen entre sus favoritos.
¡Bien! No les quito más tiempo. Vamos a lo que nos importa.
Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.
Jon
Luego de que se hubieran detenido por ese día empezaron a montar el campamento. Era un trabajo duro, pero con tantas manos disponibles se aceleraba con rapidez. Cuando Jon estuvo seguro de que la mayoría de las empalizadas habían sido descargadas y colocadas en posición y de que los centinelas ya rodeaban el campamento dejó a Torreg el Alto, el hijo mayor de Tormund Matagigantes, a cargo de terminar.
Mientras caminaba por el campamento intentaba ignorar las miradas que como rey suscitaba, deteniéndose a charlar por unos momento con quién quisiera. Pero cada vez que continuaba su camino llegaba una cosa a su cabeza: la estatuilla del gigante que había estado en la bolsa de Dalla. Lo había meditado bien y en verdad había una posibilidad de que ella y Val fueran de sangre Umber. Considerando la edad de Val, que era la mayor, y las cosas que sabía sobre mujeres Umber raptadas en los últimos tiempos, había formado una suposición.
Treinta años antes una mujer Umber había sido raptada por los salvajes. La mujer, que en realidad era una niña de 12 años cuando sucedió, era la única hija de Mors "Carroña" Umber, el mayor de los tíos del Gran Jon. Esa mujer bien podría ser la madre de Val y Dalla, lo que haría a ambas nietas de Mors Umber.
En un campo más amplio eso podría ser enormemente aprovechable para ellos: si convencieran a Carroña habría posibilidad de que los Umber no los atacaran, siempre y cuando el Pueblo Libre dejara de incursionar en sus tierras para saquear. Sería difícil lograr un acuerdo entre el Pueblo Libre y la Casa Umber, sobre todo si lo proponía él, un desertor de la Guardia de la Noche. Aun así, una vez cruzaran el muro valdría la pena intentarlo.
Entonces el sonido de un grito lo sacó de sus cavilaciones. Sin darse cuenta se había dirigido a una zona que de antemano había sido dejada, y por un buen motivo.
Desde que era rey el número de reclutas se había incrementado por 4, puede que incluso más. Sabiendo que no podía entrenar a tantos él solo fue nombrando algunos entre sus primeros reclutas para que se hicieran cargo cuando él no estuviera. Ahora había unos cincuenta hombres y mujeres, la mayoría de su edad o mayores, para enseñar cuando él estuviera ocupado con otros asuntos, aunque casi todos los días pasaba por ahí para asegurar que las cosas se mantuvieran en orden.
Entre los que entrenaban reclutas había parientes de algunos cabecillas: dos nietos de Ygon Oldfather, un sobrino de Morna Máscara Blanca, una hija de Kyleg de la Oreja de Madera, y Dormund, uno de los hijos de Tormund el Matagigantes. Los demás no tenían padres famosos, pero si la suficiente habilidad para pelear bien.
Vio de reojo como una pila de escudos redondos estaban siendo apilados cerca de donde los reclutas practicaban. Por orden suya cada recluta que fuera considerado listo para pelear haría una demostración ante él, y si lo consideraba listo se le daría un escudo como recompensa. Si Jon tuviera armas adecuadas las entregaría también. Tristemente no era posible; para tener armas debería forjarlas, y no tenían hierro disponible para algo así.
Aunque la idea era vigilar a los reclutas también dedicaba su atención a los instructores que había designado; unos días antes uno de ellos había probado ser incapaz de enseñar de manera adecuada a los reclutas, por lo que a la vista de todos lo había descartado de inmediato, dejando claro que no iba a volver a entrenar a nadie. El hombre en cuestión, de 18 años y un carácter volátil, lo había mirado con ganas de matarlo y hasta había acercado la mano a la empuñadura de su daga de bronce, pero pareció pensarlo mejor y se dio vuelta para irse con un rostro horrible y dando pisadas fuertes. Luego de eso se había asegurado que las personas elegidas estuvieran capacitadas en lo que entrenar se refería.
Había varias formas de entrenar. Algunos entrenaban con lanzas de madera sin punta contra muñecos que colgaban de postes. Otros estaban peleando en parejas. Un grupo de unos cincuenta se encontraban mirando al este y practicando golpes descendentes bajo la mirada de Kyura, la hija de Kyleg. En la parte más alejada dos muros de escudos chocaron con fuerza entre sí, cada uno intentando desarmar al otro.
Alrededor se congregaba una multitud, mucho más pequeña que la que había estado reunida. Después de tanto tiempo la novedad en torno al entrenamiento se había reducido mucho.
Jon se acercó y observó los entrenamientos, intentando ignorar las miradas que le dirigían las personas alrededor.
"¡Nieve!" lo llamó una voz. Era Dormund. De inmediato sus reclutas dejaron de entrenar y lo miraron con avidez. Jon supuso que esperaban probarse ante él y obtener un escudo propio. Cruzó la distancia que lo separaba y saludó al hijo del Matagigantes.
"¿Cómo va el entrenamiento?" ante esas palabras Dormund frunció el ceño, la frustración clara en su rostro.
"Están tan verdes que mean pasto. No sé qué pasaba por la cabeza de estos niños cuando pensaron que podrían ser guerreros" declaró con voz alta. Jon tuvo que hacer un esfuerzo para no sonreír. Dormund podía quejarse de las habilidades de sus reclutas todo lo que quisiera, pero Jon sabía que los apreciaba, y a juzgar por las miradas que le daban ni la mitad de los que entrenaba le creía de verdad "Pero hay cinco que quizás, con la ayuda de los dioses y si no se cagan encima a la primera visión de sangre, puedan valer la pena"
"Vamos a ver que pueden hacer" dijo Jon en voz alta.
"Como quieras" respondió Dormund "Wera, Nutt, Barg, Pollia, Tungor" llamó en voz alta, y de inmediato los cinco nombrados se acercaron "Háganlo bien y tendrán un escudo. Fracasen y estarán entrenando hasta que tengan nietos" amenazó con una sonrisa en la cara. Se volvió hacia Jon antes de volver a hablar "¿Y contra quien quieres que se prueben estos cinco?¿Contra mí o entre ellos?"
Jon lo pensó un instante antes de hablar "Ninguna de las dos cosas" dijo él "Se probarán conmigo. Si me hacen dudar o logran darme un golpe crítico, los consideraré listos" declaró. De inmediato los murmullos empezaron.
Unos momentos después Jon estaba con una espada de madera en la mano mientras se enfrentaba al primero de los cinco: Pollia. Por una charla rápida con Dormund supo que ella era unos años mayor, la más pequeña de los 7 hijos de una mujer de las lanzas llamada Selgi. Resultó un fracaso: Pollia tenía fuerza y habilidad, pero su juego de pies era pésimo y bajaba demasiado su escudo al atacar, dejándola desprotegida ante un contrataque de Jon. Tras una pelea rápida Jon barrió sus pies de una patada y la chica se encontró tumbada en el piso con la punta de la espada de su oponente en el cuello.
"Que venga el próximo" dijo, al tiempo que Pollia se levantaba y se alejaba unos pasos, con la mirada baja.
Barg, el hijo de un pies de cuerno, fue el próximo. Pese a ser más bajo de estatura que Pollia y más joven que Jon ya tenía mujer y en unos meses más ambos tendrían a su primer hijo. Barg resultó ser más duro que Pollia; tenía un buen juego de pies y sus golpes eran más controlados, no alargando demasiado. Aunque al final lo venció, Jon creyó que ya estaba listo para una pelea de verdad.
"Nada mal" comentó cuando dejó ir a Barg. El muchacho sonrió tanto que Jon pensó que le dolería la boca si seguía así mucho tiempo.
Luego de eso fue turno del que llamaban Nutt. Su cara estaba cubierta de cicatrices y tenía una melena de color rubio pajizo que le llegaba casi hasta la cintura. Su aspecto lo hacía feroz, pero Jon descubrió que sus movimientos eran predecibles, y basto con una finta para vencerlo. Cuando se alejó tenía el cuello y las orejas rojos, Jon no sabría decir si por vergüenza o por rabia.
Tungor fue el cuarto en ser probado. Tenía una mata de cabello dorado y unos ojos verdes que a Jon le recordaron inquietantemente a los Lannister, pero tan sucios y descuidados que dejaban de obvio que nada tenía que ver con la familia que tanto daño había causado a los Stark. Era mejor que Pollia, mucho mejor que Nutt, pero no lo bastante bueno para que Jon dudara de su victoria. Todo lo que hizo falta fue una apertura y al siguiente momento la pelea había terminado.
"Lo mejor viene al final, después de todo" comentó alguien. Jon no vio quién. Entonces se acercó Wera. Era la hija de un hombre de las tribus de las cavernas, de la misma estatura que Jon. Su cabello era una mata de color castaño que apenas pasaba sus hombros y la mitad derecha de su rostro estaba pintada de color verde, haciendo juego con sus ojos. Se acercó y sin palabras se colocó en posición y esperó.
En verdad era la mejor de los cinco. Su forma y su postura eran perfectas, era paciente y sus pies nunca dudaban a la hora de moverse. Sus ataques eran del alcance correcto, sin ser muy cortos o extenderse demasiado. Su escudo se mantenía siempre cerca y su brazo izquierdo era lo bastante firme para detener los golpes de Jon. Aunque al final Jon logró vencerla, lo hizo dudar mucho sobre si podría hacerlo.
"De acuerdo" dijo una vez hubo terminado la pelea. El sudor se le pegaba a la espalda y algunos mechones húmedos estaban en su frente "Tungor, dejas tu costado demasiado descubierto cuando lanzas un golpe. Pollia, necesitas mejorar tu juego de pies y alzar más tu escudo cuando atacas. Nutt….. caes en una rutina luego de los primeros momentos; eso te hace predecible" dijo al tiempo que miraba a cada uno a la cara "Barg, Wera… muy bien hecho" concluyó, dedicando a cada uno una pequeña sonrisa "Acaban de ganarse un escudo cada uno" ante eso ambos empezaron a celebrar, y no eran los únicos. Una chica bastante parecida a Wera y una versión con barba de Barg, junto con algunos otros cerca, empezaron a animar también. Jon vio a un guerrero canoso con una piel de zorro acercarse con dos escudos y entregar uno a Barg y otro a Wera. Ambos los tomaron y los admiraron, ya hablando sobre pintar dibujos y patrones en ellos. Jon los dejó seguir en eso mientras él se apartaba.
"¡REY JON!¡REY JON!" una voz cortó el ruido como un cuchillo a un pedazo de carne. Los aplausos y aclamaciones para Barg y Wera se callaron, al igual que las voces de las personas que estaban cerca y los demás reclutas que seguían entrenando. Jon giró la cabeza de golpe en dirección a la voz. Era Tomarg.
Jon se tensó de inmediato al verlo. Tomarg era un cambiapieles, siendo su animal un enorme perro de las nieves, como los que usaban los clanes del río de hielo. Jon le había encomendado una misión, la misma que dio a todos los cambiapieles adultos del campamento: usar a sus animales para adelantarse en las 4 direcciones y buscar cualquier posible amenaza.
Tomarg casi cayó cuando llegó ante Jon "¡Hay un ejército!¡Un ejército!¡Encontré un maldito ejército, y viene hacia aquí!" dijo casi a gritos. De inmediato se empezaron a oír docenas de voces de personas alrededor. Algunos preguntaban, otros querían saber quiénes era, donde estaban, si ya habían llegado al campamento.
"¡CALLENSE!" gritó Jon, tan fuerte que pudo sentir su garganta lastimándose. Como le enseñó su padre, un líder debía tener una buena voz "¡No se vuelvan locos, eso no servirá de nada!¡Dormund!" se dirigió al hombre, que de inmediato dio un paso adelante "¡Busca a tu padre y dile que quiero verlo afuera de mi tienda de inmediato. Si ves otros caudillos en el camino diles que quiero verlos también ¡Y lo mismo va para todos ustedes!" dijo, dirigiéndose a todos los demás "¡El entrenamiento queda concluido por hoy!¡Vuelvan a sus tiendas y digan que todos los jefes de clanes y caudillos del Pueblo Libre se reúnan lo más pronto posible ante mi tienda para discutir esto!¡AHORA!" la última palabra fue gritada con tanta fuerza como la primera. Mientras todo mundo se iba, unos corriendo y otros caminando, Jon se volvió a Tomarg.
"Ven conmigo" le ordenó antes de dar media vuelta y empezar a caminar. No se molestó en ver si lo seguía, el sonido de pasos detrás era todo lo que le hacía falta escuchar. Cuando estuvo seguro de que no había nadie cerca para escuchar se volvió y lo encaró "Dime exactamente qué fue lo que viste. No omitas ningún detalle" ordenó mirándolo con toda la seriedad posible.
Tomarg no se demoró "Estaba explorando hacia el este, tal como me ordenaste. Mi perro estaba buscando comida cuando lo olió: caballos, cientos de ellos. No quería acercarse pero lo obligué. Se escondió detrás de un árbol, y vimos cientos de hombres a caballo y con ropa de acero. Muchos llevaban lanzas con puntas brillantes en las manos, y en sus monturas vi espadas, hachas y más armas, todas de acero. Detrás venían más hombres, a pie y con ropas con animales y objetos raros bordados en ellas. Nunca vi tantos colores juntos" contó. Pese a ser mayor que Jon, se encogió bajo la mirada del bastardo de Ned Stark.
"¿Qué animales viste bordados en la ropa de estos hombres?" cuestionó, mirando a Tomarg directo a la cara.
"No reconocí a varios, pero sí a cuatro: una tortuga, tres polillas, un cerdo con alas y un zorro" dijo el cambiapieles.
Zorros, cerdos, polillas y tortugas. En el Norte ninguna casa tenía ese tipo de animales en sus emblemas familiares. O al menos ninguna casa de la que Jon hubiera escuchado. Y había escuchado de muchas.
"¿Pudiste distinguir alguno de los objetos?"
"No. Había un par de palos largos y dorados con la parte superior ancha cruzados uno con el otro, y tres espirales de colores diferentes juntos. También distinguí una vaina de guisantes abierta, pero nada más. Pensé que si me acercaba más me verían y matarían al perro" explicó.
Jon frunció los labios con aire pensativo. Esas descripciones no le decían nada "¿Alguno de ellos llevaban estandartes colgando de sus lanzas?"
"Algunos. Los de adelante sí. Pero no se distinguían bien. No se distinguía nada más que los colores"
Jon reprimió un gruñido de frustración. Los colores no le decían nada. Podían ser de cualquier casa, de cualquier lugar. Lo único de lo que estaba seguro es que eran enemigos.
"¿Cuántos hombres dirías que son?" preguntó. De todas las preguntas hechas hasta ahora, esa era sin duda la más importante.
"No estoy seguro pero… diría que al menos un millar, probablemente más"
"¿Cuánto tiempo crees que tardarían en llegar aquí?" preguntó esta vez el bastardo de Ned Stark.
Tomarg se encogió de hombros "Un día. Dos a lo mucho"
Jon suspiró "Ya veo. Gracias por el informe. Vamos, te quiero en la reunión. Puede que necesite que hables" le dijo. Tomarg asintió y se metió las manos en los bolsillos de la ropa antes de moverse junto a él.
Una cosa buena de la mayoría de los cambiapieles era que no tenían problemas en compartir lo que sabían con Jon. Solo le tomo a Jon un momento para entrar en la mente de Fantasma y ordenarle que fuera hacia el sur y el este. Por un momento vio un destello de cabello rubio y un tronco ardiendo antes de salir de su mente. Por la mirada que le dio Tomarg era claro que sabía lo que había hecho. Lo miró por un segundo más antes de que Jon continuara el camino hacia su tienda, con el cambiapieles detrás de él.
Cuando llegaron vio que ya había algunos de los caudillos ahí. Le preguntaron qué era lo que pasaba, pero Jon se limitó a decirles que esperaran. Quería que estuvieran todos, o al menos la mayor cantidad posible, antes de contarles lo que se venía.
Durante el siguiente rato Jon la pasó haciendo más preguntas a Tomarg y a otros al tiempo que un plan empezaba a formarse en su mente. Era algo burdo, había muchos detalles que pensar y requeriría una buena cantidad de suerte pero había una chance de victoria.
Poco a poco empezaron a llegar los demás caudillos: Howd el Trotamundos, Harle el Bello y Harle el Cazador, Soren el Rompescudos, Brogg el Jabalí, los hombres de las cavernas, los pies de cuerno y muchos más. Styr llegó acompañado por sus hijos Sigorn y Sveryg, y Tormund llegó con sus cuatro hijos y su hija detrás.
Poco a poco se fue formando un círculo a su alrededor, y cuando estuvo seguro de que estaban todos Jon empezó a hablar.
"Muchos de ustedes se estarán preguntando el porqué de convocarlos a esta reunión sin aviso. La razón es que una amenaza se acerca mientras hablamos: un ejército enemigo" tan pronto como dijo eso último los murmullos empezaron a escucharse alrededor, y un par de voces se alzaron.
"¿Quiénes son?" preguntó un pies de cuerno.
"¡¿Son cuervos?!" exclamó otro, hablando casi a gritos.
"Seguro que….." empezó un tercero cuando Jon habló.
"¡Suficiente!" exclamó, cortando las palabras. No debía permitir que esto se convirtiera en un centenar de voces hablando al mismo tiempo "Aún no sabemos quiénes son, pero lo que sí es seguro es que no son cuervos. Y debemos salir a enfrentarlos" declaró con voz fuerte.
De inmediato las voces se reavivaron, y esta vez más fuerte. Algunos decían que debían quedarse en el campamento, donde sus defensas les serían de utilidad. Muchos más hablaban de ir y enfrentarlos donde los encontraran. Unos pocos decían que debían huir.
"¡BASTA!" gritó Jon cuando las voces empezaron a gritar. Tuvo que gritar dos veces más, pero al final se impuso el silencio "Mañana al amanecer iremos y detendremos su avance antes de que lleguen al campamento. Solo irán guerreros con experiencia y los reclutas que ya están listos. Los demás se quedaran aquí y cuidaran a los que no puedan pelear hasta que regresemos. Cuando eso pase continuaremos nuestra marcha hacia el Muro" dijo, en un tono que daba a entender que era el fin de la discusión.
Pero estos no eran personas del sur del Muro. El Pueblo Libre era terco, y de inmediato una docena de voces surgieron en protesta. Le tomó un buen rato convencer a todos, en algunos casos llegando a deslizar la mano en la empuñadura de Garra en una amenaza sutil pero visible. Al final todos acordaron hacer caso y Jon los despidió con órdenes de que comieran y durmieran bien para tener toda la energía posible para el día siguiente.
Tan pronto como estuvo de vuelta en su tienda cerró los ojos y se introdujo en la mente de Fantasma. El lobo corría a toda velocidad en dirección al este, tan silencioso como el viento que aullaba en sus orejas. El olor de caballos y hombres era tenue, pero con cada segundo se incrementaba.
Se detuvo entre dos árboles, casi mezclándose con la nieve gracias a su pelaje. Entonces lo vio.
Atravesaban el bosque en una columna, una larga serpiente de acero que rodeaba árboles y troncos caídos, una serpiente que relinchaba, jadeaba y hablaba. Eran más de un millar, puede que incluso dos. Había muchos con caballos, bestias enormes mucho más grandes que las pequeñas monturas que el Pueblo Libre llevaba. Las lanzas de acero hendían el cielo y el aire era llenado por las nubes que salían de las bocas de los soldados.
Diez hombres vestidos de negro iban al frente, abrigados de pies a cabeza, con espadas envainadas en la cintura. Detrás iba una columna de caballería pesada; contó al menos a tres centenares, todos con lanzas en las manos y las sillas portando hachas, espadas, mazas y otras armas. Detrás iban más caballos, montados por hombres con armadura de cuero y armas de menor calidad, pero hechas todas de acero. Detrás de ellos iban los soldados de infantería, peleando para moverse a través de la nieve, y entre ellos había arqueros. Luego venía una larga columna de carromatos cargados con suministros. Más caballería con armaduras cerraba la marcha.
La única verdadera incógnita eran los estandartes; el viento era tan fuerte que ondeaban descontrolados, agitándose con violencia. Era imposible divisarlos.
Jon le encomendó a Fantasma alejarse y vigilarlos de lejos antes de salir de la mente del lobo.
En cuanto volvió a su propio cuerpo vio que Ygritte lo miraba, su rostro serio.
Ygritte
Jon estaba sentado en el interior de la tienda cuando entró. En cuanto vio que sus ojos se habían tornado blancos se dio cuenta de que estaba dentro de la mente de Fantasma. Se sentó a su lado y lo miró con atención, esperando a que volviera.
Estaba preocupada, no iba a negarlo. Preocupada por él, por si misma, por el hijo de ambos que yacía en su vientre. Estaba preocupada por todos. Y su preocupación se tornaba con facilidad en ira. Apretó los puños con fuerza al tiempo que pensaba en los sureños que venían hacia ellos. Como si no fuera suficiente la amenaza de los muertos, había otro tipo de coños que intentaban matarlos a todos.
"¿Estás bien?" una voz conocida la sacó de sus pensamientos. Jon había vuelto mientras ella pensaba.
Lo miró con detenimiento antes de hablar "¿Estás seguro acerca de atacar a ese ejército? ¿No podemos quedarnos aquí?"
"Podríamos, pero no habría espacio para movernos. Además podrían entrar al campamento en el caos de la pelea y lastimar a las mujeres y los niños"
Tenía sentido pero aun así….. "¿Pero por qué quieres llevarte solo a algunos? Con todo el ejército tendríamos la victoria asegurada" era mejor que les sobraran hombres a que les faltaran.
"No sería tan fácil. Sería imposible ocultar una fuerza tan grande, y además, alguien debe quedarse a cuidar de las provisiones y a los que no puedan pelear" dijo Jon.
"Entiendo que algunos deban quedarse para proteger todo pero ¿por qué quieres atacar por sorpresa?" la sorpresa sería útil si les faltaran guerreros, pero no era el caso.
"Para acabar con la caballería. La infantería puede ser un problema pero la caballería es la verdadera amenaza. Una carga de hombres con armadura podría hacer un daño terrible en nuestras fuerzas. Necesitamos destruirlos completamente" la seguridad en las palabras de Jon era total.
"¿Y si no lo logramos?¿Qué pasa si algunos escapan y vuelven a juntarse luego de la batalla?"
Jon suspiró al tiempo que una mirada preocupada cruzaba su rostro "Es posible que huyan y no nos molesten más" por su tono Ygritte notó que no lo creía "Pero también podrían esperar a que volvamos a marchar y usar tácticas de hostigamiento: atacar y retirarse antes de que organicemos un contrataque"
Ygritte hizo una mueca. Eso era lo que hacían los cuervos: atacar rápido, sacarles los ojos y retirarse antes de que el Pueblo Libre tomara represalias.
"Supongo que tiene sentido" reconoció ella "Dijiste que vas a llevar pocos ¿De cuántos estamos hablando?" quería saberlo.
Jon se encogió de hombros "Cuatro mil. Cinco mil como máximo. Sería difícil ocultar muchos más en los bosques"
"¿Contra hombres con ropa y armas de acero?" cuestionó. Jon solo le dio un asentimiento. Ygritte se mordió el labio, preocupada "¿Si te dijera que quiero ir contigo y pelear que dirías?" él no podría impedírselo si quisiera, eso ambos lo sabían.
Lo vio tensarse un momento antes de dar un suspiro "Diría que es muy peligroso. Diría que no puedes pelear estando embarazada. Diría que es una estupidez total" una de las manos de Jon subió y acarició su mejilla con una suavidad que contrastaba con la callosidad de la palma "Pero quiero creer que una mujer como tú sabría que no debe pelear, no porque no sea capaz de cuidarse o porque sería peligroso o cualquier tontería acerca de que las mujeres no deben usar armas, sino porque debes pensar no solo en ti, sino en el bebé que llevas en el vientre. Un bebé por el que debes mantenerte a salvo" las últimas palabras parecieron salir del fondo del pecho de Jon.
Jon y ella discutían lo bastante para que se considerara parte de lo que formaban juntos, pero en esta ocasión ella no tenía la fuerza para ello. Últimamente se encontraba con pocas ganas de pelear, al menos con Jon. La única explicación que encontraba era el embarazo.
"Vamos" le dijo ella al tiempo que lo tomaba de la mano y lo llevaba hacia la cama "Si esta es la última noche que tendemos en un tiempo quiero aprovecharla" vio como los ojos de Jon brillaban de emoción y no pudo evitar una sonrisa propia. Sería una noche muy divertida.
Catelyn
Era casi el amanecer cuando por fin se atrevió a levantarse. La visión que vio en el centro de la tienda le hizo pensar por un instante que aún estaba soñando.
El bastardo de Ned estaba sentado ante el fuego, sus ojos brillando al reflejar las llamas que crepitaban enfrente de él. Esos orbes grises que se parecían tanto a los de su difunto esposo estaban fijos en la espada; una mano la sostenía por la empuñadura mientras la otra pasaba un trapo viejo y limpio sobre la hoja.
Verlo así le recordaba a Catelyn lo mucho que se parecía a su padre. Aún después de tantos años y tantos peligros y desgracias, aún podía sentir esa pequeña cicatriz volviendo a picar con dolor. Dolor porque una mujer que no conocía y de la que nunca había sabido nada le dio a Ned en una noche lo que ella no pudo darle en casi quince años de matrimonio: un hijo que en verdad parecía un Stark.
"¿Tienes idea de lo mucho que te pareces a mi esposo en estos momentos?" las palabras salieron de su boca antes de que las meditara. Lo vio alzar el rostro y distinguió la sorpresa por un momento antes de que volviera a ser una máscara impenetrable en la que no se distinguía nada.
"Sí. Pero con la diferencia de que mi apellido es Nieve, no Stark" dijo "Si gustáis sentaros, adelante" dijo, al tiempo que hacía un gesto al piso.
Con cierta inquietud Catelyn se sentó, a buena distancia de él. Fue entonces que notó algo en la espada.
"¡Eso es acero valyrio!" dijo, incapaz de ocultar su sorpresa "¿De dónde la sacaste?" fue luego de que lo dijo que noto que la pregunta había sido hecha en un tono informal.
"El Lord Comandante Mormont me lo dio como agradecimiento. Luego de que le salvé la vida" respondió Jon Nieve, apartando los ojos de la hoja para fijarlos en ella.
"Ya veo" Catelyn suponía que el oponente debió ser una gran amenaza, para que vencerlo ameritara semejante recompensa.
El hijo bastardo de Ned pareció pensar un momento antes de hablar "Mi señora" empezó, su voz tomando un tono cauteloso "El origen de la espada es la primer pregunta que habéis hecho desde que os encontré. ¿No tenéis más preguntas?" le dijo, una mirada de extrañeza en su rostro.
Ella lo estuvo mirando por un largo tiempo, sin estar segura de preguntar o no. Él joven frente a ella nunca había sido una persona importante, al menos en el buen sentido. No negaría que era curiosa, pero al mismo tiempo temía una negativa rotunda, que la dejara aislada de la única persona que, para bien y para mal, le quedaba de su antigua vida.
"Si quieres contar tu historia hazlo" le dijo en cambio, dándole la opción de negarse.
"Mi historia es en cierto modo tan larga como la vuestra" comentó "Os la contaría pero el tiempo apremia, así que tendrá que ser en otro momento. Pero diré esto: mis pérdidas son mucho menores que las vuestras. Pero eso no quiere decir que no lastimen también, mi señora" concluyó él.
Esas últimas palabras la hicieron pensar, y no pudo evitar comentarle "No tienes que seguir con eso de "mi señora". Ya no soy señora de nada ni nadie, muchacho. Puedes dejar de lado las cortesías" le dijo ella en tono seco.
"Llevo demasiado tiempo pensando así" dijo Jon Nieve al tiempo que se encogía de hombros "¿Cómo os gust…. ¿Cómo debo llamarla?" a último momento el chico cambió la pregunta a algo más informal.
No le tomo mucho tiempo pensar en la respuesta "Catelyn está bien" dijo, apenas moviendo los labios.
"Como quieras… Catelyn" contestó él "Si quieres puedes llamarme Jon" le dijo él. No estaba segura, pero creyó ver un destello de anhelo en esos ojos grises.
"De acuerdo" dijo. Quizás fuera mejor así "Jon" se sentía extraño llamarlo solo por su nombre, sin añadir Nieve "¿hoy irás a pelear contra ese ejército del que tanto se habló ayer?" sabía la respuesta pero quería escucharla de todos modos.
"Si" él fue breve "Catelyn ¿por casualidad no sabrás quiénes son? No hemos podido averiguar nada, o al menos nada importante"
"No sé quiénes son" le respondió, sin faltar a la verdad "¿Qué te hace pensar que sabría quiénes son?" le cuestionó.
Él se limitó a encogerse de hombres "Nada en absoluto. Pero no llevas tanto tiempo lejos de los Siete Reinos. Pensé que quizás hubieras oído algo antes de ser capturada por los Hijos del Hierro" comentó.
"No había oído nada sobre un ejército enviado tan al norte" le aseguró. El asintió una sola vez. Entonces algo más vino a la mente de ella "Esa mujer Ygritte, la que comparte esta tienda y tu cama ¿está embarazada?"
Entonces lo vio abrir mucho los ojos, alarmado "¿Ella te lo dijo?" preguntó él, a la vez que su voz adquiría un matiz de sospecha.
Catelyn se limitó a sacudir la cabeza "No, no lo hizo. Creo que lo supe de manera instintiva. Tras tantos embarazos, supongo que me doy cuenta con más facilidad de esas cosas" le dijo.
"Entiendo" entonces un cuerno sonó, llenando el aire con su sonido y haciéndola voltear la mirada hacia el exterior de la tienda. ¿Podría ser que los caballeros se adelantaran y los estuvieran atacando ahora?
Jon pareció leer su mente "No estamos bajo ataque mi señ….. Catelyn. Simplemente es el cuerno para anunciar que debemos reunirnos y prepararnos para marchar. Anoche di ordenes de que fuera sonado con ese solo propósito" le aseguró, al tiempo que se levantaba y envainaba la espada, que había permanecido con la hoja a la vista durante toda la charla.
Comprendió que él estaba por irse. Ninguno fue capaz de despedirse adecuadamente del otro: él le dio un escueto adiós, y ella solo atinó a responderle con un asentimiento antes de que saliera de la tienda.
Entonces, de pronto, Catelyn sintió una emoción familiar en su pecho. Era la misma emoción que sintió cuando su hermano Edmure había partido de Aguasdulces para defender una serie de vados contra los Lannister. Era la misma emoción que sintió cuando vio a su hijo cabalgar hacia el Bosque Susurrante contra el Matarreyes. Y era la misma que tantos años atrás había sentido cuando, el día después de su boda, su nuevo esposo se iba a luchar contra los Targaryen, acompañado por su padre y tío.
Preocupación.
Estos dos avanzan lentos pero seguros.
Bien, quiero opiniones, en verdad podrían ser muy útiles. Hay dos aspectos de este capítulo que quisiera que comenten especialmente: la forma en la que Ygritte renuncia con tanta facilidad a ir con Jon a pelear, y este primer intento de una charla civilizada entre Jon y Catelyn (digo primer intento porque el del capítulo 8 fue en buena parte una historia, con algunos toques de la animosidad). Me gustaría saber lo que piensan de estos dos puntos en particular, y si ya que están quieren comentar el resto de la historia adelante.
Bueno gente, eso es todo por ahora. Estén atentos al próximo, que se viene mucha acción, y una "charla" entre dos mujeres besadas por el fuego.
