Bien, antes que nada hola a quienquiera que lea esto.

Quiero dar gracias especialmente a jean d'arc (la mención entre del trío entre Yg, Cat y Jon era demasiado graciosa para dejar pasar la oportunidad ajajaj) y Guest (aún falta un rato para tratar los orígenes de Jon. Pero llegará, lo prometo) por sus reviews, que me hacen feliz con ellos.

También doy un agradecimiento más corto a quienes siguen la historia o la tienen entre sus favoritos.

Bien, vamos a lo que nos trajo hasta aquí.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Catelyn

Se encontraba dentro de la tienda de Galbart Glover. Por petición suya los hombres que dormían habían sido despertados y enviados a la tienda de al lado, que pertenecía a Maege Mormont. Ahora solo había tres personas dentro de la tienda del Señor de Bosquespeso: el propio señor, la señora de la Isla del Oso y ella, Catelyn Tully.

Puesto que ella fue la que vino a ellos, decidió ser la primera en hablar "Mis señores, pese a que vuestra presencia en estas tierras y en este campamento es más que inesperada, y que estoy segura de que la mía les resultará igual de sorprenderte, y de que sin duda tenemos mucho de lo que hablar, quiero comenzar diciendo que me alegra volver a verlos sanos y salvos" eso era cierto. Demasiadas personas de bien que habían sido servidores de la Casa Stark habían terminado mal, y Catelyn se alegraba de que los señores ante ella no compartieran el mismo destino.

"Mi señora, creo hablar por los dos cuando digo que es una alegría saber que la madre de nuestro rey, la esposa de nuestro señor, está viva" comenzó Glover. A su lado Lady Mormont dio un asentimiento en acuerdo "Más debo preguntar ¿cómo es que habéis llegado a encontrar en tal situación?"

Catelyn no se extrañó que la primera pregunta fuera esa; había pensado que le preguntarían algo semejante. Y ella tenía la misma pregunta para hacerles a ellos.

"La noche en que los Frey nos traicionaron, logré salir del castillo y llegar al puente. Ahí casi fui atrapada, pero salté al río y logré nadar hasta el campamento, que estaba siendo atacado. Logré tomar un caballo y hui sin saber adónde. Tras muchos días comiendo y durmiendo mal me encontré en las costas del Cabo de Águilas, donde caí desmayada. Cuando desperté fui capturada por los Hijos del Hierro" ignoró las expresiones de ambos señores y respiró hondo antes de seguir hablando "estuve capturada durante semanas, mientras el barco se dirigía a las Islas del Hierro, pero una tormenta desvió y lo hundió. Logré aferrarme a una tabla y estuve en el mar durante días, hasta que desperté en una tienda, en un clan del Pueblo Libre. Me dijeron que me encontraron en la playa casi muerta. Me cuidaron hasta que sané. Me dieron comida y ropa" hizo un gesto a las prendas de lana y pieles que la cubrían "y me fui con ellos mientras cruzaban el Bosque Encantado, para unirse al ejército de Mance Rayder. Cuando llegamos me enteré de que Mance estaba muerto y que había un nuevo rey, pero no le di importancia….. hasta que el b….. hasta que Jon me encontró una noche y me ofreció protección. He estado en la misma tienda que él desde entonces"

Cuando terminó se hizo el silencio. Ambos señores la miraban en silencio, absorbiendo todo lo que les había dicho. Catelyn se sorprendió de que hubiera logrado contar todo lo que le pasó sin tartamudear. Por fin, tras darles un tiempo para hablar y que ninguno lo hiciera, Catelyn volvió a tomar la palabra.

"Bueno, mis señores. Ya saben cómo es que llegue aquí, así que ahora contadme bien que fue lo que os pasó luego de que se separaron del ejército de mi hijo"

Ambos señores se miraron con una duda clara en el rostro: ¿Quién lo contaría? Al final fue Glover el que abrió la boca para hablar.

"Un momento" dijo Catelyn, sintiendo la necesidad de saber una respuesta antes de escuchar la historia "¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que el ejército de mi hijo fue atacado a traición y destruido?" Y desde que su amado hijo mayor había muerto.

Ni ella sabría decir porqué el tiempo se había vuelto de repente tan importante, pero si Glover lo pensó no dijo nada, al igual que Lady Maege. El único hombre en la tienda se limitó a llevarse la mano a la barbilla mientras tomaba unos momentos para pensar.

"Alrededor de cinco lunas, mi señora" dijo al final Glover "Probablemente seis"

Seis lunas. Medio año desde la muerte de su amado Robb, su precioso primogénito. Recordó las palabras de Ned cuando la visitó en sus sueños, sobre que era fuerte. Al final su esposo había tenido razón. Si no fuera fuerte ¿cómo podría haber aguantado tanto tiempo sin la esperanza de recuperar a su familia?

"Entiendo, mi señor de Glover" le dijo al hombre que se cerraba la capa con un broche de plata en forma de guantelete. Le hizo un gesto para continuar y Glover la entendió al instante.

"Cómo mi señora sabe, fuimos" hizo un gesto en dirección a Maege al decir eso "enviados por el rey hacia la Atalaya de Aguasgrises, a fin de coordinar a las fuerzas de la Casa Reed con las del ejército del rey para planear un asalto a Foso Cailin y arrebatárselo a los Hijos del Hierro" en este punto una mueca se hizo presente en el rostro de Glover "pero entre los malditos Frey y los Bolton ese plan se volvió inutilizable"

"¿Cómo?" interrumpió Catelyn antes de darse cuenta "¿Qué dijiste sobre los Bolton?" dijo al tiempo que daba un paso adelante.

Catelyn vio que Glover abría los ojos en sorpresa y comprensión, pero no se detuvo a pensar en ello. Había algo mucho más importante en su mente ahora "¿Dijiste que los Bolton tomaron parte en la traición a mi hijo?" siseó la viuda de Ned Stark.

Glover la miró con lo que pudo discernir como incomodidad y quizás, solo quizás, una pizca de miedo. Al final soltó un suspiro "Si, mi señora. Roose Bolton estaba confabulado con las comadrejas Frey, y entre ambos atacaron al ejército del rey y lo destruyeron"

"Roose Bolton" soltó Catelyn entre dientes. Ese nombre se sentía sucio en sus labios, como si el ser al que perteneciera fuera indigno de ser nombrado por cualquier persona, como si su solo nombramiento fuera un insulto en toda regla y una afrenta a los oídos de cualquier persona honrada.

"Así es, mi señora" confirmó Lady Mormont "Y aunque no estuvieron presentes, resulta obvio que los Lannister tomaron parte en la planeación de la muerte del rey y la destrucción del ejército"

Los Lannister y los Bolton. Durante las seis últimas lunas había maldecido a los Frey por la pérdida de Robb. Ahora se acababa de enterar de que los Bolton también tomaron parte en la traición; pero los verdaderos maestros en la muerte de su hijo mayor habían sido los Lannister. Ahora que lo sabía, en verdad parecía perfectamente posible que los leones estuvieran implicados. Eran capaces de traicionar, mentir y matar sin consideración. ¿Por qué les importaría en algo las leyes de la hospitalidad si interferían en el camino de su ambición?

"Lord Glover, cuéntame todo lo que ha pasado en estos meses" ordenó Catelyn. Fue solo cuando hubo pronunciado las palabras que notó que las había dicho en el mismo tono que usaba en otra vida para impartir órdenes a los sirvientes.

"Luego de que no enteramos de la muerte del rey discutimos con Lord Reed cuál sería el siguiente paso a seguir. Al final dejamos a la mitad de los nuestros, incluyendo a las dos hijas de Maege y a mí primo Dewyn, con Lord Reed para tratar de reagrupar a los que hubieran sobrevivido a la matanza en Los Gemelos. Los demás cruzamos el Lanza de Sal, los Riachuelos, los Túmulos, el Bosque de los Lobos y las Montañas; nos dirigíamos hacia el norte para…." La interrupción del señor hizo que Catelyn se sintiera más desconfiada. La clara incomodidad de Glover no hizo nada para aplacarla.

"¿Para qué?" cuestionó. Vio al señor de Bosquespeso morderse el labio y cualquier paciencia que aun tuviera se desvaneció "¡Lord Glover, sois un hombre juramentado a Invernalia, y como tal debéis lealtad a los miembros de la Casa Stark!" le recordó en voz alta "¡Como legítima Dama de Invernalia, os ordeno en nombre de la memoria de mi difunto esposo, y en nombre del juramento de lealtad que disteis a su heredero, que me digáis el motivo de vuestra presencia en las tierras al norte del Muro!" exclamó en voz retumbante.

Cuando terminó de hablar Catelyn tuvo que hacer un esfuerzo para no mostrarse sorprendida por sus propias palabras. Hacía tanto tiempo que no se sentía una dama…. Pero ahora, había actuado como una por primera vez en casi medio año.

Galbart tenía la expresión de un niño regañado, pero aun así Catelyn vio que quedaba una chispa de terquedad en ellos. No creía tener el valor para volverle a hablar de esa manera. Por suerte no fue necesario.

"Galbart" intervino Maege Mormont "Dile. Tiene derecho a saberlo"

"Pero el rey…." Empezó Glover.

"Está muerto" lo cortó Maege. Catelyn sintió como el pecho se le apretaba aun un poco por esas palabras, tan ciertas como dolorosas "Dile. O lo haces tú o lo hago yo" amenazó, antes de cruzarse de brazos y mirarlo con el ceño fruncido.

Entonces Galbart Glover la miró a los ojos una vez más, y Catelyn ya no distinguió nada de terquedad en ellos. Solo resignación "Además de coordinar un ataque, el rey Robb nos mandó asimismo para entregar su testamento, en caso de que algo le sucediera. Y es por ese testamento que cruzamos el Norte y vinimos hasta aquí"

En su antigua vida, Catelyn habría mantenido su rostro perfectamente compuesto. En esta, sin embargo, no se molestó en ocultar la confusión que se adueñó de su rostro "¿Su testamento?" preguntó, insegura de haber escuchado bien.

"Así es mi señora. Su testamento" confirmó Lady Mormont.

Catelyn entonces sintió algo que jamás habría creído sentir por su hijo. Decepción. Decepción por no contarle nunca acerca de su voluntad en caso de que muriera. ¿Habría sido ese el único secreto que su hijo le había ocultado?¿Se lo habría ocultado porque ya no confiaba en ella luego de que liberara al Materreyes?

Respiró hondo antes de hacer la pregunta obvia "¿Qué decía el testamento de Robb, y cómo eso los hizo venir hasta aquí?" una sospecha al respecto crecía en su mente con cada momento, y estaba segura de que resultaría ser cierta. Aun así, por un extraño deseo de autoflagelación, quería escucharla.

Galbart Glover respiró hondo antes de hablar "El testamento del rey decía que en caso de que el muriera su heredero debía ser su medio hermano, Jon Nieve, que en dicho testamento también era legitimado como Jon Stark y liberado de la Guardia de la Noche"

Pese a estar dentro de su cabeza, Catelyn no habría sabido describir los sentimientos que la recorrieron cuando escuchó las palabras. Era una mezcla extraña entre dolor, ira, impotencia y tristeza. Cualquier cosa remotamente parecida a la alegría, la dicha o cualquier sentimiento que transmitiera calidez, estaba ausente de su pecho. Lo sentía helado.

No recordó despedirse de ambos señores. Quizás no lo hizo. No recordó haber vuelto por el mismo camino. Quizás tampoco lo hizo. Y en verdad no recordaba haber vuelto a la tienda en la que dormía, aunque sin dudas lo hizo. Lo único que recordaba era que en un momento apartó las pieles de la entrada con brusquedad y entró, decidida a hablar con Jon Nieve. Necesitando hablar con él.

Pero no estaba allí; no había nadie en la parte central de la tienda. En cuanto lo supo fue que tomó conciencia que los sonidos que habían llenado la tienda la última vez que estuvo en ella habían desaparecido. Dudó un momento antes de dirigirse hacia la parte de la tienda dónde Jon dormía.

Ahí estaba Jon, e Ygritte estaba con él. Sin duda el conocimiento de la existencia del testamento de Robb y su contenido la había afectado, ya que no le importó el hecho de ver a la mujer de las lanzas pelirroja acurrucada a su lado, con sus pechos desnudos presionados contra el torso igualmente desnudo de Jon y su cabeza de cabellos besados por el fuego contra el hombro de su compañero.

El hijo de su esposo parecía a punto de caer dormido cuando ella apareció. Lo vio abrir los ojos de la sorpresa y luego, instintivamente, cubrió el cuerpo de Ygritte con las pieles. Un momento después comprendió que eso lo había dejado todavía más descubierto, con las pieles solo tapándolo desde los muslos hasta abajo del ombligo, y se sonrojó bastante.

"¿Qué mierda haces aquí?" una voz rugió, y justo entonces se dio cuenta de que Ygritte se había separado de Jon y le estaba lanzando puñales con la mirada "¡Lárgate, joder!" le gritó la chica pelirroja, al tiempo que le hacía un gesto para que saliera. Eso le dejó el nacimiento de los senos al descubierto.

Fue como si los gritos la hicieran despertar del estado de sopor en el que había estado desde que los vio prácticamente desnudos a ambos.

"¡Necesito hablar con Jon!" dijo mientras giraba apresuradamente para darles intimidad.

Una vez que estuvo de nuevo en la parte central de la tienda intentó centrarse en la causa de que invadiera y viera prácticamente desnudos a Jon y a su mujer. Tuvo éxito en su mayor parte, pero su mente traicionera siguió poniendo frente a sus ojos la imagen fugaz de ambos desnudos, tapados solo por unas pieles.

Por fortuna esas imágenes se esfumaron del todo cuando unos momentos más tarde Ygritte salió a su encuentro con una mirada casi igual de mala que la que le dio antes. Detrás de ella, y aún algo sonrojado, estaba Jon. Pero al menos ambos estaban vestidos.

"Más vale que hayas interrumpido por un muy buen motivo" le dijo Ygritte. Jon suspiró y le puso una mano en el hombro en un intento de enfriar su ira.

"Debo estar de acuerdo con ella. No tienes derecho a entrar así, a interrumpirnos mientras nosotros….." el dudó un segundo.

"¡Mientras descansamos luego de follar!, solo dilo y ya Jon" espetó Ygritte antes de volver a mirarla a ella "Pero bueno ya estamos vestidos, para no dañar tus ojos, y ya nos echaste a perder el descanso. Así que dinos lo que quieras decirnos y luego lárgate" pese a que el enojo parecía haber desaparecido en buena medida de Ygritte, el fastidio seguía muy presente, noto Catelyn.

"Lo que debo decir es solo para Jon" a Ygritte no le gusto ese comentario, y se lo hizo saber entrecerrando los ojos y mostrando ligeramente los dientes en un gruñido silencioso. Pero antes de que alguna de las dos pudiera decir algo el único hombre en la habitación habló.

"No tengo secretos para Ygritte. Sera mejor que nos lo digas a ambos. De todas formas ella terminará sabiéndolo" declaró Jon. Catelyn notó que Ygritte lucía una pequeña sonrisa al escuchar las palabras.

"De acuerdo. Aparentemente Robb hizo un testamento antes de morir, y se lo confió a Lord Glover y Lady Mormont" vio como las cejas de Jon se alzaban "En el testamento declara…." Catelyn no pudo evitar dudar por un momento. Decirlo en voz alta lo haría real, y no estaba segura de que quisiera eso. No sabía que era lo que la hacía tan reticente a ello, pero así era. Pero él sabría tarde o temprano, y ella ya había llegado demasiado lejos para dejarlo así "Declara que debes ser liberado de los votos de la Guardia de la Noche. Y Robb además te nombra su heredero, además de legitimarte, por lo que serías….. Jon Stark"

Catelyn no sabía que esperaba ver, pero no era ver a Jon sacudiendo la cabeza con incredulidad, mientras su boca se abría ligeramente, aunque las palabras no salieron de ella. Estuvo así por un tiempo largo antes de finalmente cerrar los ojos con fuerza y respirar hondo. Cuando soltó el aire los volvió a abrir y habló.

"Necesito pensar" dijo "A solas, Ygritte" cuando vio a la mujer más joven intentando hablar "Traten de no pelear, o más bien tú Ygritte. Y traten de no darle a la otra motivos para pelear; esa serías tú, Catelyn" luego de eso salió de la tienda, dejando solas a las dos mujeres en un silencio pesado.

"Como odio verlo así" rompió el silencio Ygritte. La miró y Catelyn ya no distinguió enojo en sus ojos, sino preocupación. Ygritte suspiró como si quisiera sacar no solo el aire sino también los sentimientos negativos "¿Sabes que él desea que nosotros nos llevemos bien? O que al menos podamos mantener una conversación civilizada"

Catelyn no estaba sorprendida: ella sabía lo que era vivir con dos personas que no se llevaban nada bien, y desear que eso cambiara. Una risa sin gracia salió de sus labios al darse cuenta de lo mucho que ella misma e Ygritte compartían el trato que tuvieron sus hijas entre sí.

"Deberíamos intentarlo. Al menos por él" declaró Catelyn. Después de lo que Jon había hecho por ella, no sería mucho darle algo de tranquilidad "¿Qué tan difícil puede ser?" preguntó, aunque no esperaba una verdadera respuesta.

"Mucho" dijo Ygritte. La señaló a ella y luego se señaló a sí misma mientras continuaba "Tú eres una dama del sur. Yo soy una mujer de las lanzas. ¿Qué podemos tener en común nosotras dos?"

"Que nos preocupamos por Jon" le respondió Catelyn. Y era cierto; Ygritte se preocupaba por Jon, eso era obvio para cualquiera con ojos. Y Catelyn también; había sido consciente de ello cuando había partido hacia la batalla contra los hombres de Stannis.

Ygritte miró hacia el piso por un momento antes de mirarla y extender la mano con decisión "¿Paz?" dijo. Tras un momento Catelyn extendió la suya y la estrechó. Cuando finalmente se soltaron Catelyn habló.

"De hecho….. hay algo en lo que, si quieres, te podría ayudar" le ofreció la pelirroja mayor a la otra. Ygritte le hizo un gesto para que continuara "Yo he pasado por cinco embarazos, y tengo entendido que este es tu primero. Si gustas, puedo hablarte del tema" le ofreció.

Ygritte frunció los labios pensativamente antes de darle un asentimiento sin palabras.

"Mejor nos sentamos. Esto tomará tiempo" le dijo Catelyn.

"¿Tanto hay para hablar?" le preguntó Ygritte, mientras sus cejas se alzaban en sorpresa.

Catelyn no pudo evitar una sonrisa. La primera vez que estuvo embarazada tuvo una reacción casi igual a la de la chica frente a ella "No tienes idea"

Jon

Cuando salió de la tienda empezó a caminar sin rumbo. Por donde quiera que pasara había personas que lo saludaban. Algunos alzaban armas de acero recién adquiridas o se golpeaban el pecho cubierto con cota de malla o petos de acero a modo de saludo. Un par de mujeres le dieron sonrisas sugerentes y guiños descarados. Pero Jon estaba demasiado sumido en sus pensamientos para prestar verdadera atención a nada de eso.

Su hermano no lo había olvidado cuando sus caminos se separaron. Entre la batalla y la gloria y la realeza, Robb se había acordado de él. Sólo eso lo hacía sonreír.

Su hermano lo había legitimado. Sentía la gratitud llenando su pecho al pensarlo; Robb le había dado lo único que había querido con todo su corazón desde que había entendido que no era un Stark: ser uno. Poder decir que era el hijo de Ned Stark, no su bastardo ni su deshonra. Su hijo. Pero al mismo tiempo sentía una tristeza en su corazón. Su hermano lo había hecho por la necesidad de un heredero, en caso de que algo le pasara. ¿Si Bran y Rickon hubieran vivido Robb lo habría legitimado? No lo sabía, y como tantas otras dudas con respecto a Robb, nunca lo haría.

Lo había liberado de la Guardia de la Noche. No tenía idea de si los reyes tenían ese tipo de poder, y tampoco sabía de nadie que hubiera sido liberado de los votos antes. Aun así, el punto conflictivo no era ese. El conflicto era que Jon había renunciado a los votos. Lo había hecho para pelear por el Pueblo Libre, para tratar de salvarlos de un destino peor que la muerte; pero aun así era un desertor, y nada cambiaba ese hecho. ¿Robb habría intentado liberarlo de los votos si supiera que Jon había desertado antes? Otra pregunta que quedaría sin respuesta.

Y lo más sorprendente de todo: Robb lo había hecho su heredero. No sabía cómo sentirse al respecto. Una parte de sí mismo se sentía un ladrón, se sentía como si estuviera robando a sus hermanas. Pero como el heredero de Robb y su legítimo sucesor Jon era el legítimo señor de Invernalia. Era como un sueño que había tenido de niño, en el que él era el señor del castillo ancestral de los Stark. Hasta que entendió que Invernalia estaba destinada a ser de sus hermanos; nunca de él. Ahora, muchos años después, si pudiera cambiar el castillo por uno solo de sus hermanos, lo haría sin dudarlo un instante. Pero esa ya no era una posibilidad: sin importar cuanto lo deseara o cuan sincero fuera su deseo, no podría recuperar a sus hermanos a ningún precio. Ese hecho se sentía casi tan doloroso como lo había sido el saber que sus hermanos se habían ido.

Jon respiró hondo y se forzó a ignorar su dolor, como lo había hecho antes. No tenía derecho a dejarse llevar por el dolor; había sacrificado ese derecho, junto con otros, cuando se había hecho rey.

Rey. Por mérito propio se había convertido en Rey-más-allá-del-Muro. Y por la voluntad de su hermano y la traición de otros en su contra era Rey en el Norte. Se preguntó si habría habido dos títulos en la historia cuyos portadores fueran enemigos tan comunes. Si los había, Jon no era capaz de recordar ninguno.

Y aun así…. Rey en el Norte. Eso cambiaba todo. Si aceptara el título podría lograr mucho para el Pueblo Libre, pero también tendría que cuidar de los norteños, cuando muchos de ellos lo verían aún como el bastardo de Ned Stark. Sería la máxima autoridad entre el Cuello y el Muro, y podría convencer a los señores norteños de hacer las paces con el Pueblo Libre. Pero sería una paz tan frágil….. necesitaría esforzarse más que nunca para mantener a los dos lados en paz. Pero valdría la pena todo el esfuerzo, sin duda. Unidos todos, Norteños y Pueblo Libre, tendrían mejores posibilidades contra los Caminantes Blancos.

Pero sería un tonto si creyera que esos serían todos sus problemas. Coronarse Rey en el Norte sería lo mismo que declarar rebelión contra el Trono de Hierro. Los Lannister nunca lo permitirían, y su alianza con los Tyrell les proporcionaría todo el poder del Alcance. También tendría que combatir contra los Hijos del Hierro. Y era seguro que los hombres de Stannis a los que había derrotado tendrían familias en el Sur, que quizás querrían vengarse. Esos eran los enemigos en los que podría pensar, y era probable que hubiera más de los que aún no sabía.

Pero era lo que Robb hubiera querido. Que él se convirtiera en Rey en el Norte si algo le pasaba.

¿Podría simplemente ignorar la voluntad y uno de los últimos deseos de su hermano?

Jon sabía bien la respuesta a esa pregunta.

Maege

Mientras los hombres ponían las tiendas en posición y encendían el fuego Maege dio un suspiro de frustración. Hacía dos días que Lady Catelyn se había ido furiosa luego de que le informaran del testamento del Rey Robb. Desde entonces no había vuelto a verla más que en breves ocasiones, aunque mayormente les había saludado sin palabras. Lo único importante que les había dicho era que Jon Nieve ya sabía del testamento. Maege se preguntaba por qué, en ese caso, no los hacía llamar para tratar con ellos.

Durante esos dos días no había sabido mucho, pero había notado algunos signos de que estaban pasando por el mismo camino que habían tomado cuando esa mujer (Val) los había llevado como prisioneros. Estaban yendo hacia el sur, no había duda.

En esos dos días les habían permitido a ella y Galbart vagar por el campamento, pero solo uno a la vez y bajo escolta. Cada vez que se alejaba de las tiendas era seguida por media docena de guardias. Al principio ambos albergaron recelos, pero al final aceptaron.

Sus caminatas por el campamento le habían enseñado mucho: los salvajes estaban entrenando para pelear de manera grupal, no individual como siempre lo habían hecho, y por lo visto estaba dando resultado; si tuviera que adivinar diría que al menos un millar y medio de ellos ya sabía cómo hacerlo, y cada día el número crecía.

A menudo dos o tres de ellos se golpeaban, pero nunca hasta el punto de que alguien saliera verdaderamente lastimado. De hecho parecían hacerlo más para entretenerse que para causar daño. A parte de eso se los veía más tranquilos de lo que Maege nunca pensó que podrían estar.

Las defensas que establecían cada vez que acampaban eran formidables, y nunca se dejaban sin vigilancia. Luego de examinarlas bien estaba segura de que emboscar a los salvajes sería casi imposible.

Había muchos salvajes con armas o armaduras nuevas. Mujeres y hombres por igual llevaban petos de acero o cota de malla entre sus pieles. Otros llevaban guanteletes de metal o cascos de acero. Y muchos llevaban hachas, espadas, mazas, dagas y otras armas de acero de buena calidad. Maege los veía caminar de manera orgullosa, dejando ver las armas y sonriendo cuando otros los señalaban. Una de las cosas que más la sorprendían era que los otros salvajes no intentaran robarse un buen acero: los había visto matarse y matar a otros por mucho menos que eso.

Maege también había visto a los prisioneros capturados en la batalla por los salvajes: eran hombres temerosos, de rostros apagados y que caminaban sin prestar ninguna atención a donde los llevaban. Eso era todo lo que quedaba del ejército que fuera de Stannis Baratheon. Cuando supo que era él quien había sido derrotado en la nieve no pudo evitar sentirse impresionada por Jon Nieve. Derrotar a un comandante tan experimentado como el segundo de los hermanos Baratheon no era poca cosa. Y con un ejército salvaje, nada menos.

Pero lo que más la sorprendía de todo lo que había visto era la forma en que los salvajes se referían a Jon Nieve. Todos los que hablaban de él lo hacían de manera admirada, comentando su habilidad con la espada, su audacia, su astucia, su valor. Otros iban más lejos para demostrar su respeto por su "Rey-más-allá-del-Muro", pintando escudos con dibujos de lobos blancos, o a veces incluso los rostros y las manos.

Maege nunca hubiera creído que viviría para ver tal grado de lealtad en los salvajes. Menos aún que fuera hacia el hijo bastardo de su señor, el medio-hermano de su rey.

"¡Maege!" la voz de Galbart la sacó de sus pensamientos "Mira" señaló. Maege giró la cabeza y vio a dos gigantes cruzar cerca de ellos, cada uno llevando varios troncos completos sobre los hombros "Son impresionantes" comentó el señor de Bosquespeso.

Maege no podía menos que estar de acuerdo. Los gigantes aun le generaban un nudo en la garganta cada vez que los veía. No tenían las espadas del tamaño de hombres ni los escudos gigantes de los cuentos, pero aun así eran peligrosos. Un golpe de ellos sería suficiente para matar a un hombre, estaba segura.

"Lord Galbart, Lady Maege" ambos giraron y vieron a Lady Catelyn acercarse a ellos seguida por una docena de guerreros. Eran los llamados reclutas de los salvajes, que no respondían ante nadie más que Jon Nieve "vengan. Jon quiere hablar con ambos" dijo la viuda de Lord Eddard.

Maege miró a Galbart un momento. Luego se pusieron de pie antes de seguir a la Dama de Invernalia "Mi señora" dijo Maege, viendo por las comisuras de los ojos como los reclutas los rodeaban "¿te están tratando bien?"

Esa era una preocupación de Maege desde que se había enterado que ella estaba allí. La mujer de cabello rojo se encogió de hombros antes de hablar "No puedo quejarme. Jon procura que no pase frío ni hambre. Y me permite dormir en su tienda"

Maege estaba gratamente sorprendida. Por lo que sabía de la forma en que el bastardo de Lord Eddard y su esposa habían convivido en Invernalia antes de la guerra, no le parecía probable que él cuidara de ella. Por otro lado, el muchacho seguía siendo hijo de Lord Stark, y como tal era seguro que había aprendido el significado y el valor del honor. Pero si fuera así lo había olvidado, después de todo ¿cómo, si no deshonor, llamaría al hecho de haber olvidado sus votos y haberse convertido en rey de los salvajes?

"Lady Maege" le dijo Catelyn Stark mientras seguían caminando "Te ves muy pensativa" comentó "Es acerca de Jon ¿verdad?" preguntó. No espero la respuesta para continuar "Quizás no lo parezca, pero créeme que él no desea ser enemigo tuyo, ni vuestro Lord Galbart" lo último lo dijo dirigido al señor, que caminaba junto a Maege y no perdía palabra de la conversación entre las mujeres "Te sugiero que escuches lo que tiene que decir. Y que pienses bien en tu respuesta" hubo una breve pausa y cuando Maege y Galbart asintieron en silencio Catelyn volvió a hablar "No estarán solos. Jon ha invitado a algunos caudillos a escuchar la conversación. Quizás alguno trate de provocarlos. Sé que les será difícil, pero traten de no caer en la discusión" les informó. Maege no dijo nada, pero se conocía a sí misma lo suficiente para saber que si la provocaban lo suficiente no se quedaría callada. Al final solo hizo un ruido afirmativo con la garganta "Una última cosa. Galbart" dijo, y miró al señor de Bosquespeso con preocupación "no te lo dije antes, pero creo que estarás mejor sabiéndolo. La mujer pelirroja a la que empujaste el día que llegaste" aquí Lady Catelyn dudó un segundo antes de seguir con una mirada determinada "no puedes volver a tocarle un pelo. Nunca más" le dijo, o más bien le ordenó.

Glover se veía como si lo hubieran abofeteado en la cara "Pero….. mi señora…..ella te…" Lady Stark no lo dejó continuar.

"Me apretó el brazo y me gritó. Sí, lo sé" lo cortó "Esa mujer, Galbart, se llama Ygritte. Y es la mujer de Jon Nieve" ante eso Maege abrió un poco más los ojos, y le pareció que Galbart se veía un poco más pálido "No sé si ella le contó a Jon lo que pasó. Tal vez no le pareció importante. Pero tanto si lo hizo como si no, no importa. Si Jon se entera de que le levantaste la mano es muy probable que te mate él mismo. Y más dado el estado actual de Ygritte" cuando terminó de hablar Catelyn se pasó una mano por el vientre. Maege no necesito más para entender a qué se refería. Una parte de ella se preocupó por Galbart.

No mucho después vio la tienda de Jon Nieve. Había varios guerreros cerca, y dos mujeres con hachas nuevas de acero montaban guardia a cada lado de la entrada. Los doce reclutas que los escoltaban esperaron a que cruzaran la solapa para entrar ellos mismos en la tienda.

Dentro estaba Jon Nieve hablando con un hombre de barba roja y un cabello de igual color que empezaba a tornarse gris; al lado de Jon estaba la mujer Ygritte, con una sonrisa en la cara. En un rincón de la tienda dos hombres con espadas de bronce en los cinturones charlaban entre sí, aunque Maege no entendió una palabra. También estaba la mujer rubia, Val, con una muchacha con un vientre sobresaliente a su lado. Frente a ellas y charlando con Val había un hombre con los pies tan negros que Maege no distinguía sus uñas. También había dos mujeres con espadas oxidadas; una llevaba una máscara de arciano mientras que la otra tenía el rostro cubierto de pintura morada y negra. Otro hombre más estaba junto al fuego en silencio, el mango de un hacha larga sobresaliendo encima de su hombro. Para finalizar había dos hombres, uno adornado con colmillos de morsa y otro con astas de alce, que se mantenían lo más posible alejados uno del otro. Estos dos eran los únicos que llevaban armas de piedra o madera; todos los demás llevaban acero de buena calidad.

Tan pronto como los vieron las charlas cesaron. Los salvajes los miraron con miradas desconfiadas, pero los dos que llevaban espadas de bronce acercaron las manos a las empuñaduras de las cuchillas. Pero lo que más incomodó a Maege fue la mirada que les daba Jon Nieve; el muchacho los observaba fijamente, sin parpadear. Era una mirada que parecía llegar hasta el alma misma de Maege, abriéndola y examinándola pieza a pieza.

Estuvieron en un silencio tenso hasta que fue roto "¿Cómo dijiste que se llamaban?" preguntó la mujer con la máscara. Su voz salió por el hueco a la altura de su boca.

"Él es Galbart Glover, el señor de Bosquespeso" dijo Jon Nieve, al tiempo que hacia un gesto con la cabeza en dirección al hombre al lado de Maege "y ella es Maege Mormont, la señora de la Isla del Oso" de inmediato los salvajes intercambiaron miradas, y el del hacha en la espalda se atrevió a hablar.

"¿Mormont? ¿Tiene algo que ver con el viejo que dirige a los cuervos?" preguntó en voz alta, sin dirigirse a nadie en particular.

"Su hermana" dijo Jon Nieve con voz seca. De inmediato empezaron a oírse voces, pero Jon las hizo callar antes de dirigirse a Maege y Galbart "mis señores, ustedes ya conocen a Val y a Ygritte" dijo señalando a la mujer rubia y luego a la pelirroja a su lado "permítanme presentarles a los demás" luego fue presentando uno a uno a todos ellos, empezando por las mujeres y terminando con el que se llamaba Tormund, que insistió en que se mencionaran todos sus títulos.

Ninguno dijo nada, y la única que se molestó en hacerles un gesto de saludo fue Dalla, la hermana de Val. Maege no estaba segura, pero le parecía que había algo familiar en las facciones de la muchacha en estado de embarazo.

"Sé que todos ustedes se preguntan por qué ellos están aquí" dijo Nieve, dirigiéndose a los salvajes "la razón de eso es un testamento dejado por mi hermano Robb"

"Ese Robb ¿es el hermano que dijiste que es un rey?" preguntó Val.

"Así es Val" confirmó el hermano bastardo del rey Robb "el testamento es una voluntad en caso de que Robb muera, cosa que ha pasado" Maege vio de reojo como la mirada de Catelyn caía al piso "Si algo le pasara a Robb yo debería tomar su lugar como Rey en el Norte" les explicó.

"JAJAJAJAJ" la risa estruendosa del llamado Tormund Matagigantes llenó la tienda. El hombre tenía la mandíbula abierta y escupía saliva en medio de sus carcajadas. Todos lo miraban con distintos grados de desconcierto, y en algunos casos fastidio. Galbart y ella misma no eran la excepción. El único que no parecía sorprendido por ello era Jon Nieve.

"¿Ya?" le preguntó Jon Nieve cuando los ecos de las risas casi se habían desaparecido. Cuando el hombre solo asintió, una sonrisa divertida aún en su cara "Bien" dijo, como si no hubiera habido interrupción "Están aquí reunidos porqué quiero negociar el precio de una alianza entre todos nosotros"

Maege se esforzó por no mostrar cualquier cosa que pudiera sentir. De reojo notó que algunos de los salvajes apretaban los puños o fruncían los labios, pero no hubo objeción a las palabras de Nieve. Jon se tomó un momento antes de continuar.

"Los términos son sencillos. Quiero que me juren lealtad como su rey y me ayuden a combatir contra los Caminantes Blancos cuando llegue el momento. A cambio, los ayudare a vencer a los Bolton y sus aliados, y a expulsar a los Hijos del Hierro del Norte"

Dicho así ciertamente sonaba sencillo. Exceptuando lo de los Otros, era esa la idea que Maege tenía cuando partió de la fortaleza de los Reed, tantas lunas atrás. Pero ahora algo había cambiado.

"¿Pero qué pasaría con ellos?" dijo Galbart, haciendo un gesto con las manos a los salvajes que había en la tienda.

"Vendrán conmigo, por supuesto. Todos y cada uno de los hombres, mujeres y niños en este campamento irán al sur del Muro" la mirada de Jon Nieve se volvió más dura en ese momento "No nos llamemos a engaños, mis señores. Los Otros están ahí afuera, y marchan contra los vivos, sin importar de qué lado del Muro nacieron. Sé que hay odio entre el Pueblo Libre y los norteños, y sé que hemos perdido a muchos seres importantes por causa de ese odio, pero estamos todos del mismo lado, y eso es porque todos estamos vivos. Es como decía mi señor padre: Se Acerca el Invierno. Y si queremos sobrevivir debemos estar unidos, todos nosotros. De otro modo no sobreviviremos para ver la primavera"

A Maege le pareció oír el eco de la voz del Rey Robb en las palabras de su hermano. Jon Nieve sin duda tenía algo, eso mismo que había tenido el Rey Robb y que lo había hecho tan amado por los norteños. El hijo bastardo de Ned Stark tenía el mismo don con los salvajes.

"Entonces mi señor, mi señora, ¿cuál es vuestra respuesta?"

Galbart y ella se miraron, y Maege vio en los ojos del señor de Bosquespeso las mismas dudas que sin duda habría en los suyos. Al estar protegiendo salvajes Jon Nieve se haría enemigo de la mayor parte del norte, y muchos señores probablemente se negarían a apoyarlos por la afición del muchacho por los salvajes. Sería mucho más difícil combatir a los Bolton, no se diga ya vencerlos. Pero como Maege sabía, el muchacho era su única esperanza de sobrevivir. No solo a los Bolton, sino a los monstruos que no había visto, pero que creía que venían desde el Norte.

Como si fueran uno, Maege y Galbart se arrodillaron ante el muchacho.

"Yo, Maege Mormont, señora de la Isla del Oso…."

"Yo, Galbart Glover, señor de Bosquespeso…"

"….juro aquí, ante los ojos de los dioses y los hombres, ser siempre leal al hijo de Lord Eddard Stark, el hermano de Robb Stark. Dad justicia a los nuestros, apiadaos de nuestros débiles y enfermos y no pidáis de nosotros ningún servicio que nos traiga deshonra, y tendréis nuestras espadas. Somos vuestros para ordenar, Rey Jon Stark" dijeron ambos al mismo tiempo.

Y eso es todo. Bien, para ser sincero tengo mis dudas sobre este capítulo. Cómo que no me gusta como retraté a Maege y Galbart, sobre todo en la parte final de la historia.

Y hay otra cuestión que quiero tocar: como sabrán con este ya van 14 capítulos de esta historia, y no puedo evitar pensar que estoy haciendo la marcha hacia el muro demasiado larga. Hay muchos actos que me parece que debían pasar antes de que Jon se enfrentara a sus antiguos hermanos, pero aun así siento que esto ha sido demasiado largo. ¿Qué creen ustedes?

Bien, dejen un comentario con todos sus pensamientos, opiniones, sugerencias y más. Estaré feliz de recibirlos y feliz de responderlos.

Intentaré subir el próximo capítulo en una semana, pero no prometo nada (sé que he puesto eso en todos los capítulos y que hasta ahora nunca fallé en actualizar una vez por semana, pero mis épocas de examen se acercan y en verdad me están pasando factura. Aun así, haré mi mejor esfuerzo para seguir actualizando con la misma regularidad). Saludos y que estén bien.