Bien, primer que nada. Hola a quienquiera que lea esto.

Quiero dar las gracias especialmente a Kirito720, jean d'arc, Hitsuzen278, xion, Luna y red wolf por sus hermosos reviews, que me alegran el día siempre que los recibo y cuando los leo. Y hablando de los mismos:

Kirito720: si, sospechaba que el capítulo dejaría ese sabor agridulce. Y me halaga que admires mi constancia.

jean d'arc: estoy de acuerdo en lo de las necesidades. El género, igual que el color y el origen, no me parece que influyan en ese tipo de cuestiones. Bueno, imagine que en algún momento íbamos a disentir en algún aspecto de la historia. Pero bueno, "cada quien con su librito" decía la maestra. Igual deseo que la sigas leyendo. Tus comentarios siempre son hermosos de leer, y si son sinceros mejor que mejor. Debo admitir que nunca consideré con seriedad a Catelyn con un salvaje, aunque admito que la idea tiene su mérito. Bien hecho. Me alegra que te parezcan buenas mis descripciones, pero para ser sincero mi opinión es la opuesta: creo que no soy lo suficiente detallado. Como que me falta algo, pero no estoy seguro de que.

Hitsuzen278: hola. Primero que nada, me alegra que la historia te guste. Sobre el desarrollo de los personajes, creo que podría hacerlo mejor. Juzgarse solo no da muy buen resultado, pero me parece que aunque soy bueno desarrollando personajes, todavía podría mejorar mucho. Pero volviendo al capítulo, Catelyn ciertamente siente algo por Jon, pero aun no es evidente. Cuando otros empiecen a tirar comentarios al respecto y dar miradas cómplices, AHÍ será evidente jeje.

xion: te metí imágenes en la cabeza….. bueno, yo sabía que eso pasaría cuando publiqué el capítulo anterior. Para que negarlo jejej. Y gracias por pensar que está muy buena la historia….. uno hace lo que puede.

Luna: pareces disco rayado! Jajaj. Creo que ya te hice un poco de daño. Me siento (ligeramente) culpable al respecto. Ojala pudiera echarte ¡una mano!...¡O por Dios! ¡Me contagiaste! ;)…. Pero ya enserio, gracias por tu review. Me encantó y me saca una sonrisa cada vez que lo leo.

red wolf: estoy seguro de que tus palabras hablan por muchos de los que leen esta historia. Y viste, Catelyn….. bueno, ¿Qué decir? El capítulo lo dice todo. Creo que hace tiempo que no tenía presentimientos tan acertados.

Gracias A TODOS. Gracias también a los que tienen la historia entre sus favoritos o que la siguen. Anímense a dejar un review. ¡El teclado no muerde, y to tampoco! Jejej.

Bien, basta de mis tonterías. Vamos a lo que los trajo hasta aquí.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Jon

Estaban a punto de llegar al campamento. Su fuerza se había visto alterada desde que obtuvo el apoyo que había ido a buscar. El amanecer luego de que obtuviera la alianza con Carroña había enviado a Val con diez jinetes de vuelta, con orden de comunicar todos los puntos de la nueva alianza. También debía empezar a buscar granjeros y leñadores entre el Pueblo Libre, junto con los herreros thennitas y cualquier otro que tuviera conocimientos de minería. Él había partido medio día después, a un ritmo más tranquilo que el de Val; con él iban veinte jinetes ancianos de Umber, dirigidos por uno de los hombres de confianza de Mors: Edgar Moss.

Moss, llamado "bigotes de pez" por la forma en que estos caían casi hasta su cinturón, era un hombre callado y desconfiado, con la edad suficiente para ser su abuelo. Pese a que Mors lo había enviado como una muestra de buena voluntad, bigotes de pez actuaba como si su deber fuera evitar que la compañía de Jon hiciera algún daño a las tierras y vasallos de Umber. Cada vez que cruzaban junto a un campo, casa o molino, Moss miraba a los reclutas como si esperara que encendieran antorchas y le prendieran fuego de inmediato. Algo similar pasaba en las escasas ocasiones en que se cruzaban con alguien.

En esos casos, Jon dedicaba toda su atención a que nadie, ni Umber ni del Pueblo Libre, hiciera alguna tontería. Aun así había visto, de reojo, la estupefacción de las personas cuando veían hombres con el emblema de Umber junto a lo que claramente veían como salvajes.

Ya casi habían llegado al campamento; habían hecho un buen tiempo, tardando poco más de lo que habían tardado en su camino hacia el sur. La razón de su demora eran los cuatro carros que venían con ellos. Eran viejos, al igual que los caballos, pero estaban cargados a rebosar de armas y armaduras, suficientes para armar al menos a un millar de personas. Aunque sonara cruel, Jon se alegraba de que los Umber hubieran tenido más armas que manos para manejarlas.

El acero no era lo único que había obtenido de su viaje al Último Hogar. Luego de jurar lealtad, Mors había puesto a su disposición las posesiones de su castillo, y cuando Jon señaló que el mapa que poseía no era demasiado detallado Mors le dio uno nuevo, con mejores dibujos, bien fueran de fortalezas, ríos, caminos o casi cualquier cosa. Mors además le obsequio, sospechaba que por consejo de la hija mayor del Gran Jon, una capa de piel de lobo ribeteada con lana. La había aceptado por cortesía, pero aun no la había usado.

También recibió muchas nuevas noticias y rumores. El bastardo de Bolton había partido hacia el sur, reuniendo casi dos mil hombres mientras se encaminaba hacia el cuello. Theon cambiacapas había huido de Invernalia, o había sido capturado y enviado a Fuerte Terror; nadie estaba seguro. La hija de Balon Greyjoy y hermana de Theon, Asha, sostenía Bosquespeso con una guarnición reducida. Una serie de tormentas provenientes del Mar Angosto habían destruido la mayor parte de las cosechas de las tierras de Karstark. Los hombres de Hornwood, pese a marchar con los hombres del bastardo, estaban muy resentidos por lo que había hecho con su primera esposa, la viuda del difunto Lord Halys. Pero aunque había prestado atención a esas y otras noticias, no por eso había dejado de notar otras cosas.

Aunque no había comentado al respecto, Jon tomo nota de que la silla de montar de Val había sido reemplazada; la nueva era recién hecha, de cuero flexible y cómodo. Se preguntó si Val estaría feliz con el regalo.

Cuando por fin tuvieron el campamento a la vista no pudo evitar dar un suspiro de alivio. La sensación era similar a la que tuvo luego de derrotar a Stannis: una tranquilidad de que nada hubiera pasado mientras no estaba.

Le hizo un gesto a Moss, que estaba luchando por no mostrarse impresionado, para que lo siguiera. Detrás de él, sus guerreros y los que seguían a Bigotes de Pez, espolearon a sus caballos. Se aseguró de no ir demasiado rápido para que los carros mantuvieran el paso.

Los thennitas en la entrada lo saludaron cuando pasó, pero a Jon le pareció que estaban de un humor que estaba lejos de ser alegre. Ni siquiera la vista de los carros cargados de armas los animó mucho.

El ánimo entre el campamento fue mucho más alegre, y no pudo evitar una sonrisa al verlos. Envió a la mitad de sus hombres con los carros, con órdenes de distribuir las armas entre los reclutas que estuvieran listos para el acero. Llevó al resto de ellos junto a los Umber, hasta que divisó su tienda.

Miró a Moss "Ésta es mi tienda; si queréis tratar conmigo venid aquí. Si no estoy yo estará alguien. Son todas personas de mi confianza: no hay problema en hablar con ninguno" miró hacia atrás y vio a quien buscaba "Rea" la llamó. Cuando la mujer de las lanzas detuvo su caballo junto al suyo continuó "Asegúrate de buscar un buen lugar para nuestros nuevos aliados, cerca de mi tienda. Y deja en claro a todos que están aquí para pelear con nosotros, no contra nosotros" pronunció las palabras en voz alta y con toda claridad, para no dar lugar a dudas o malentendidos.

"Como digas" contestó Rea. Miró hacia Moss y le hizo un gesto para que la siguiera.

Moss le dio una larga mirada antes de murmurar "Su Alteza" dio una inclinación y espoleó a su caballo tras el de Rea, siendo seguido luego por los hombres con la librea de Umber.

Luego de unos momentos Jon miró hacia el resto de los reclutas "Karn" dijo mirando a un hombre que era pocos años mayor que él "busca a Val, a Tormund y a su hijos Torreg y Dormund. Diles que quiero hablar con ellos esta noche, cuando se ponga el sol" desvió la mirada para dirigirse al resto de sus acompañantes en su viaje al Último Hogar "ya pueden irse. Descansen y pasen tiempo con sus familias" los despidió. Karn se fue en una dirección, mientras los otros se dispersaban, cada uno en busca de su familia y clan.

Instó a su caballo a seguir adelante, pasando junto a más tiendas y carpas, hasta que finalmente llegó a la suya. Bueno, suya y de otras dos personas.

Adentro estaba una de esas personas. Ygritte estaba acostada sobre la cama de ambos, con sus ojos cerrados. Su mano se encontraba recorriendo su vientre desnudo, mientras una sonrisa perezosa se veía en su rostro.

La imagen ante él era demasiado hermosa. No pudo evitar la sonrisa de cariño mientras veía como la mujer que amaba seguía con lo suyo. No habló para no arriesgarse a romper esa paz en la que se encontraba esa mujer enfrente de él, esa mujer a la que había llegado a amar y que llevaba a su hijo dentro del vientre.

Cuando Ygritte finalmente abrió los ojos lo miró un largo momento antes de hacerle un gesto para que se acercara. Se sentó junto a ella y la dejó tomar su mano y llevarla a su vientre desnudo. Se deleitó con la sensación de calor que había en él, tanto de la mujer como del niño que crecía en su vientre. Su niño. Entonces sintió un golpe debajo de su mano; sus ojos se abrieron sorprendidos, y un nuevo golpe llegó en el mismo punto.

Frotó su pulgar con cuidado sobre la piel, casi temeroso de que la dañara, y sintió como sus ojos picaban. Un tercer golpe llegó y sus labios se curvaron en una sonrisa, al tiempo que miraba a Ygritte, que como él tenía una sonrisa en la cara.

"Es increíble ¿no crees?" le dijo.

"Lo es" concordó la chica "Empezó ayer, y siguió durante el día. Cada vez que me quedaba quieta… empezaba a moverse. Ni siquiera me dejó dormir" le contó "Será un peleador" Ygritte parecía segura de sus palabras. Segura y orgullosa.

No pudo resistir a inclinarse y rozar sus labios con los de ella. Esa era su intención, pero Ygritte no estaba de acuerdo. En cuanto hizo ánimo de alejarse, ella le rodeó el cuello con un brazo y lo atrajo para otro beso, mucho más hambriento y necesitado. No se resistió, deslizando sus labios contra los de ella, y cuando la lengua de Ygritte rozó sus labios pidiendo permiso, abrió la boca y se lo concedió.

Estuvo saboreando la boca de su mujer, sintiendo el sabor de la última comida mientras sus lenguas se rozaban y danzaban una en torno a la otra. Los besos de Ygritte eran una adicción, y cerró los ojos, deseando más sentir que ver. Y sintió. Sintió mucho, bastante. Pero todas las sensaciones fueron eclipsadas por una nueva: la sensación de la mano de Ygritte acariciando su miembro por encima del pantalón de piel.

Abrió los ojos y se encontró con los de Ygritte: el azul se había oscurecido con lujuria "Ygritte…." Empezó, pero la mano de Ygritte solo frotó con más fuerza, arrancando un gemido de sus labios "Ygritte…"

"Jon….. ha pasado demasiado tiempo… desde la última vez" había una súplica en su voz, una necesidad desesperada por seguir hasta el final, y Jon no fue capaz de resistir más.

Se recostó sobre ella y metió la mano debajo de su ropa, acariciando sus pechos y pasando sus pulgares por sus pezones. Los gemidos de Ygritte se vertieron en su boca, y su mano dejó su nuca para ayudar a soltar los nudos de sus pantalones. En algún momento las ropas empezaron a perderse, arrojadas en cualquier dirección y sin que a ninguno le importara en lo más mínimo donde cayeran.

En cuanto estuvieron desnudos, el sobre ella, dedicó un momento a ver el cuerpo de la mujer debajo de él. Su piel clara y manchada por esas pecas, sus brazos suaves pero fuertes, su barriga redondeada, sus pechos firmes y sus pezones duros, su rostro. Era una visión de belleza.

"Mi mujer sí que es hermosa" dijo con una sonrisa. Su voz salió ronca de entre sus labios hinchados por los besos.

"Tu mujer necesita a su hombre. Dentro de ella" la respondió ella. No hizo falta que dijera más.

Se inclinó y volvió a besarla, dejando que ella tomara su miembro con una mano y lo guiara hasta su entrada. Empujó, su gemido perdiéndose en la boca de Ygritte al tiempo que el de ella se perdía en la suya. El interior de Ygritte era cálido, y húmedo. Jon podía perderse en las sensaciones, y así lo hizo. Empujo con lentitud, disfrutando estar dentro de ella. La boca de Ygritte bajó y empezó a cubrir de besos su cuello, la sensación de sus labios sobre su piel como fuego. Usó una de sus manos para sostenerse mientras la otra bajaba para empezar a tocar uno de sus pezones. Sus envestidas se aceleraron, y los gemidos de Ygritte aumentaron, al tiempo que clavaba sus uñas en su espalda, aferrándose a él.

"Jon…. Jon….¡Jon!" el gemido de Ygritte subió hasta ser casi un grito cuando empujó en un nuevo ángulo. Una de las manos de la mujer subió hasta su hombro y la usó para hacerlo bajar hasta que sus bocas se volvieron a encontrar. La besó con fiereza, pasando la lengua por sus dientes y perdiéndose en las sensaciones que lo invadían. Sintió sus pechos presionándose en contra de su torso, y eso lo alentó a acelerar sus envestidas. El sonido du su pelvis chocando contra la de Ygritte y los gemidos y gruñidos de ambos llenaban el aire, volviendo lo que los rodeaba en una bruma poco definida. A ninguno le importaba; estaban demasiado centrados en el cuerpo del otro y las sensaciones.

Entonces Jon lo sintió "Ygritte" le dijo entre besos "Ygritte… no durare mucho más" jadeo.

"Dentro" jadeo ella, sin abrir los ojos "Ven dentro, Jon…. quiero sentir….. tu semilla llenando mi coño….. pintando de blanco mi interior….." sus palabras se perdieron en un nuevo gemido.

Aceleró sus embestidas aún más, ansioso por llegar. Pero no estaba tan perdido en su placer para olvidar el de ella; una de sus manos bajó al punto que estaba arriba de donde se conectaban, y lo tocó con cuidado pero con energía. Eso fue todo lo que hizo falta. Ygritte dio un último gemido; su cabeza fue hacia atrás y sus paredes internas apretaron el miembro de Jon deliciosamente, lo que lo hizo soltar un gemido bajo y soltar su semilla en el interior de la mujer besada por el fuego.

Cuando se hubo vaciado del todo, salió de Ygritte y se tumbó junto a ella, tendiendo cuidado de no aplastarla. Ambos jadeaban mientras miraban hacia el techo de la tienda. La rodeó con un brazo y la acercó. Se quedaron así hasta que sus respiraciones se normalizaron.

"Te extrañe" le confesó, al tiempo que enterraba su rostro en el cabello pelirrojo.

"A veces me pregunto quién de los dos es el hombre" dijo Ygritte con voz burlona. Siempre había sido la menos expresiva de los dos.

Le agarró uno de los pechos con fuera, al tiempo que su pulgar e índice jugaban con el pezón "Si quieres te lo muestro" le susurró al oído, su voz ronca por la lujuria.

Ygritte giró la cabeza y encontró sus labios una vez más. No hacía falta decir más. Jon retiró su mano del pecho de Ygritte solo para empezar a dar las mismas atenciones al otro. Ygritte soltó sus labios y le dio la espalda, apoyando su espalda salpicada de pecas contra su pecho. Las nalgas de la mujer se frotaron contra su entrepierna, haciéndolo gruñir al sentir la fricción entre la carne de Ygritte y su miembro. Enterró su cabeza en el cuello de Ygritte y empezó a cubrir de besos la piel descubierta, al tiempo que su mano libre iba hacia la cara interna del muslo de la mujer. La acarició, subiendo para dar una rápida caricia a la feminidad cubierta de rizos pelirrojos con sus dedos. El gemido de Ygritte se convirtió en un gruñido frustrado cuando se alejó de su área más íntima para volver a recorrer su muslo.

"Jon….." gimió Ygritte en voz baja "Jon…. no juegues….. te necesito….. aho….. ¡ah!" sus palabras se perdieron en un nuevo gemido cuando los dientes de Jon se unieron al juego en su cuello.

Tomando piedad de ella, Jon usó la mano que tenía en su muslo para alzar la pierna de Ygritte, al tiempo que su virilidad se empezaba a frotar contra los labios de Ygritte. Entendiendo lo que quería hacer, la mujer besada por el fuego bajó su mano y tomó el miembro duro y guiándolo a su entrada. Ambos dieron un pequeño gemido cuando la punta de su miembro se introdujo entre los pliegues cálidos. Avanzó poco a poco. Cuando estuvo totalmente dentro de ella ambos gruñeron, ella hacia el techo de la tienda mientras él se escondía en su cuello.

Ambos se movieron al unísono, al principio de manera descoordinada, pero luego acostumbrándose a la nueva posición en la que estaban. Las nalgas de Ygritte chocaban contra su pelvis cada vez que se encontraban, los gemidos de la mujer incitándolo a seguir follándola. Su lengua, labios y dientes lamiendo, besando y chupando y mordiendo el cuello blanco que estaba ante él, aumentando el placer de ambos.

Luego de un tiempo la mano de Ygritte fue a su cabello, agarrando un puñado de él y haciéndolo dejar su cuello para estrellar sus labios contra los de él. Sus labios se pegaron entre sí, sus lenguas en una danza una alrededor de la otra. Sus embestidas se aceleraron y las de Ygritte lo siguieron. El chasquido de sus cuerpos encontrándose aumentó en volumen, llenando el aire del sonido. La mano de Jon que no sostenía la pierna de Ygritte bajó hasta la perla que se encontraba encima de donde se conectaban, sus dedos empezando a acariciar ese lugar. El gemido que Ygritte derramó en su boca le dio la certeza de que estaba haciéndolo bien.

"Jon" le dijo ella entre besos "Estoy cerca… tan cerca…" un nuevo gemido cortó el resto de sus palabras.

Alentado por las palabras de Ygritte aceleró el paso. Los gemidos de placer se incrementaron hasta que dio un golpe particularmente fuerte y sintió como las paredes internas de Ygritte lo apretaban, succionándolo de una manera maravillosa al tiempo que cubrían su miembro con el fruto de su placer. Ygritte soltó un grito corto pero alto en su boca.

Una vez que ella bajó de su pico, Jon se centró en su propio placer, ahora que había logrado el de ella. Ya estaba muy cerca, y solo tuvo quedar unas pocas embestidas antes de encontrar su liberación, derramando su semilla dentro de ella. Otra vez.

Cuando terminó se deslizo fuera de Ygritte con lentitud, antes de bajar su pierna y colocar la misma mano sobre el vientre de la mujer, que se había apoyado más contra él. Se quedaron en esa posición, recostados uno contra el otro mientras se recuperaban del sexo increíble que acababan de tener.

Ygritte

Estuvo acostada con Jon durante un rato, disfrutando del calor que irradiaba de su cuerpo y haciendo charla banal mientras él le contaba un poco de cómo fue su viaje. Cuando le contó de las condiciones que el tal Mors Umber había puesto, le dijo que Val, que había llegado el día anterior, ya había empezado a juntar gente para llevarlos hacia el sur, según lo prometido. Jon se mostró satisfecho con ello.

Al final su tiempo en la cama se interrumpió cuando su estómago retumbó.

"El niño tiene hambre" dijo Jon con una sonrisa. La ayudó a levantarse y la ayudó a vestirse. Contra sus deseos, se arrodilló y la ayudó a colocarse las botas; en otras circunstancias lo habría detenido, pero entre más crecía su vientre, más difícil era.

"Esto es algo que no se ve a menudo" dijo Jon, al tiempo que soltaba su pie ya listo "¡Ygritte, la besada por el fuego, sonrojada!" la burla en su tono era obvia, y la sonrisa en su cara se le antojaba burlesca.

"Cállate" lo reprendió, al tiempo que le daba un pequeño manotazo en la cabeza. Lo siguió intentando ignorar la sonrisa que aún tenía en la cara.

Unos momentos más tarde estaban comiendo carne de conejo fría y un puré de nabos, cebollas y zanahorias. Lo regaban todo con cerveza aguada. Cuando casi terminaban de comer, Ygritte pensó que ya era hora de que Jon se enterara de lo que había pasado mientras no estuvo.

"Jon, mientras no estabas pasaron varias cosas, y no creo que ninguna te agrade" decidió decirlo de una vez, como siempre hacía.

Jon la miró por un momento. Hubiera esperado ver cansancio, o fastidio en su rostro. Pero le sorprendió ver resignación.

"Supongo que era inevitable que algo pasara. Había demasiada tensión en el aire. Pasó en el Castillo negro ¿verdad?" le preguntó.

Tras tanto tiempo junto a Jon, se había acostumbrado a su inteligencia y a sus acertadas suposiciones. Por eso no le preguntó por qué lo sospechaba, sino que asintió en silencio.

"Un puñado de cuervos se rebeló en contra del Cuervo Mayor. Parece que estaban enojados con él por dejarnos pasar, y trataron de asesinarlo mientras estaba en sus habitaciones" le contó.

"Entiendo" no había sorpresa en el rostro de Jon, lo que confirmó la sospecha de Ygritte. Había previsto que eso pasaría "¿De cuántos amotinados hablamos?"

"Más o menos, medio centenar" le respondió, sin faltar a la verdad "Los que atacaron primero al que llaman" dudó un momento hasta que el apodó le vino a la mente "el Viejo Oso eran cuatro. Quizás pensaron que sería fácil asesinar a un hombre viejo, pero se equivocaron. Uno de ellos murió y otro salió herido en el ataque, pero apuñalaron varias veces al Cuervo Mayor. Lo habrían matado si no fuera por su hermana" vio como los labios de Jon se curvaban por un instante antes de recuperar su seriedad "Pero el escándalo atrajo a más personas. No estamos seguros de que pasó, pero por lo visto alguien hizo una estupidez, las espadas se desenvainaron y empezó a correr sangre"

Jon soltó un suspiro de cansancio "¿Cómo se enteraron en el campamento de lo que pasaba en el Castillo?" le preguntó.

"Por un cuervo que huyo de la carnicería. Llegó a las empalizadas chillando como un niño asustado, gritando tu nombre y pidiendo ayuda" relató "Yo no lo vi, pero los thennitas que estaban de guardia dijeron que nunca habían visto a alguien tan cobarde. Llegó con una expresión de terror, como si lo persiguieran los Otros" dijo, rememorando las exactas palabras de los centinelas cuando se lo contaron.

"¿Era un chico de una edad cercana a la mía, con cabello negro y muy gordo?" preguntó Jon, con una expresión pensativa.

Se limitó a encogerse hombros. Los centinelas le habían dicho que era un cobarde, pero no se habían molestado en decirle como se veía. Y ella no le había dado importancia.

"Creo que sé quién fue el que vino a avisarnos" dijo viendo a la nada, al tiempo que asentía "¿Enviaron hombres para controlar las cosas?" le preguntó.

"Belga fue con doscientos reclutas para controlar las cosas. La seguí un poco después con trescientos más" Jon le frunció el ceño, y ella casi podía escuchar el reproche que iba a darle "No me mires así. No iba a quedarme aquí sin saber que pasaba. Y qué bueno que lo hice, porque cuando llegué Belga estaba necesitando ayuda. Los cuervos no eran el único enemigo a combatir" Jon frunció el ceño en confusión por un momento antes de que sus ojos se abrieran.

"¿Los prisioneros?" preguntó entre dientes. Se veía enojado.

"Si" pese a lo seco de su confirmación siguió adelante "Muchos se enloquecieron con la pelea. Agarraron lo que tuvieran a mano para pelear: guadañas, hachas de leñador, incluso trozos de madera o piedras. Cuando Belga llegó estaban peleando con los Cuervos, sin importar de qué lado estuviera cada uno. Parece que la llegada de los nuestros fue como echar leña al fuego: los prisioneros y la mayoría de los Cuervos dejaron de matarse y empezaron a atacar a los reclutas. Cuando llegué estaban a punto de romper la formación de Belga. Estaban como enloquecidos" recordó, al tiempo que luchaba con las náuseas que le provocaba recordar toda la sangre derramada esa noche. O quizás, más probablemente, era el niño el que se las provocaba.

"Dioses" murmuró Jon, al tiempo que se apretaba con fuerza el puente de la nariz. Tras unos momentos retiró sus dedos y respiró hondo antes de volver a mirarla "¿Cuánto se perdió?" preguntó con cierta reticencia, como si no quisiera saber.

Y quizás Jon no quisiera saber, pero necesitaba saberlo "Siete de los nuestros muertos y treinta y un más heridos. Más de un centenar de los prisioneros fueron asesinados; solo los que se quedaron lejos de la pelea y unos pocos de los que estaban en ella vivieron. También hubo varias docenas que desaparecieron durante la pelea; suponemos que desertaron. Ya enviamos partidas de jinetes para darles caza. En cuanto a los Cuervos, fue todavía peor. Setenta de ellos fueron cremados, y casi el doble están heridos"

"Ya veo" en la voz de Jon se dejaba ver el dolor "¿Qué pasó con Mormont? Con los dos" aclaró.

"Viven. Pero están heridos" le dijo "Ella esta con un par de costillas rotas y tres cortes, en el brazo, en la pierna y en la frente. Pero se recuperará del todo. En cuanto a él…" sacudió la cabeza y se encogió de hombros, insegura "Tiene un brazo destrozado y lo apuñalaron dos veces en el costado. Se encuentra inconsciente la mayor parte del tiempo" se tocó con la mano dos puntos junto a su vientre hinchado, dando a entender exactamente de qué lugares hablaba "El…. Maestre….. del Castillo dice que es igual de posible que viva o que muera, pero hará todo lo posible porque salga adelante" el anciano le había dejado una fuerte impresión cuando habló con él. Pese a estar ciego y débil, parecía irradiar un tipo de fortaleza que nunca antes había visto.

"El Maestre Aemon puede estar ciego, pero sabe lo que hace. Jeor Mormont está en las mejores manos posibles" dijo Jon "¿Qué paso con los hombres del Castillo Negro?"

"Están aún ahí. Medio millar de reclutas fueron dejados para mantener el orden hasta que decidas que hacer con ellos" le respondió, sin faltar a la verdad. Había habido voces en el campamento que querían matarlos, algunos para quedarse con las posesiones de los cuervos. Muchos más simplemente por el odio que le guardaban a los hombres que vistieran capas negras.

"¿Tomaron algo de ellos?¿Alguna de sus posesiones?" cuestionó esta vez Jon.

Sacudió la cabeza con vigor, con lo que algunos mechos volaron en el aire "Solo las armas y armaduras de los muertos" le confió. Les había negado acceso a los depósitos de comida y armas de los cuervos; no se atrevió a negarles también el derecho a saquear.

"Así fue mejor" le confió Jon.

Jon

No supo que más decir, porque la verdad era que un poco de saqueo no le importaba, en comparación con lo que había pasado.

Intentó a toda costa que Ygritte no viera lo abrumado que estaba por las emociones. Culpa, porque lo que había pasado había sido, aunque fuera de manera indirecta, culpa suya. Pena, por los hombres muertos durante el motín en el Castillo Negro. Rabia, porque esto era causa del odio más allá de la razón entre la Guardia y el Pueblo Libre. Impotencia, porque no estaba en sus manos evitar esto, aunque lo hubiera deseado. Frustración, porque esto causaría más problemas que solo los inmediatos. Miedo, porque alguno de los hombres que hubiera muerto en el Castillo Negro fuera Pyp, Grenn o alguno de los cuales había sido amigo suyo. Gratitud hacia Sam, que había dado el aviso del motín. Y orgullo, por los guerreros que habían intervenido y controlado la pelea. Pero más que nada por Ygritte, que había tomado las riendas de la situación y evitado que se descontrolara.

No pudo resistirse a acercarla a él y a darle un beso "Gracias" murmuró cuando sus labios se separaron. Ella solo le sonrió antes de cambiar de tema.

"Val me dijo que tuviste éxito con Umber. También me habló de las condiciones que pidió. Ya corrimos la voz, y empieza a haber voluntarios" le contó. Pareció dudar un momento antes de continuar "Podríamos obtener más voluntarios si diéramos un incentivo" comentó.

"Si. No es una mala idea" le contestó "¿Alguna idea de lo que podríamos ofrecer?"

"Nuestros exploradores han encontrado algunas construcciones abandonadas en la nueva tierra. Una de ellas se ubica en el centro de un lago, sobre una isla. Si las ofreciéramos…" dejó la idea en el aire, y Jon la entendió al instante.

"Estarían ansiosos por obtenerlas" completó Jon "No es mala idea. Y hay otras cosas que podríamos ofrecerles. Las primeras armas que serán forjadas por los Umber, quizás" dijo con una mirada pensativa.

"Hablando de armas ¿cuánto tiempo para que los Umber empiecen a enviarlas?" le preguntó la mujer besada por el fuego.

"El herrero del Último Hogar ya había empezado a forjar espadas, al igual que sus aprendices. Mors nos dio además todas las que le sobraban en ese momento; suficiente para armar a un millar de hombres, más o menos" dijo, suponiendo que a estas alturas las armas ya estarían repartidas entre los reclutas, de acuerdo a sus órdenes.

Ygritte asintió, aunque no parecía prestarle atención. En vez de eso miraba con una expresión muy concentrada hacia la nada, sumida en sus pensamientos.

"Tiempo" murmuró abstraída.

"¿Cómo?" le preguntó confundido.

"¿Cuánto tiempo Catelyn estará lejos?" preguntó Ygritte de repente, volviendo a mirarlo.

Parpadeó un par de veces, sorprendido por el cambio repentino de tema "Pues….. no lo sé. Todo depende de los clanes" de los clanes y de las bienvenidas que diera a Catelyn. Podían recibirla y festejar su llegada una noche o una luna.

"¿Cómo sabemos que no pasó nada?¿Habrá llegado ya?" siguió preguntando la chica embarazada. Jon estaba sorprendido por la preocupación que dejaban entrever las palabras de Ygritte. Sorprendido y enternecido.

"El viaje a través del Agasajo será más largo que por el Camino Real. Para estos momentos apenas estará llegando a las Montañas, o quizás aún no lleve ni un día en ellas" le dijo, recordando las suposiciones que le había dado Glover en la breve conversación que tuvieron antes de partir por caminos separados "Pasaran al menos unas cuantas semanas antes de que sepamos de ella" la idea de estar semanas sin saber del estado de Catelyn no era una que le agradara. Y a juzgar por la expresión de Ygritte, no era el único.

Antes de que pudieran seguir hablando se escucharon voces afuera, y un momento después entró Tormund, con una sonrisa en la que faltaban varios dientes. Detrás de él venían sus hijos y Val.

Jon solo los miró antes de levantarse; era momento de hablar. Y había mucho de que hacerlo.

Jorelle

Ya llevaban más de una luna desde que Alysanne y ella partieran de la Isla del Oso. Se encontraban acampados en el Bosque de los Lobos, cubiertos con los árboles que estaban tan juntos que los ocultaban de la vista. Ella misma lo había comprobado. No eran distinguibles ni siquiera desde cien pasos de distancia.

Los clanes del bosque de los Lobos habían sido sumamente útiles. La noche en que llegaron un grupo de ellos se acercó y tras un par de horas hablando con Alysanne y ella acordaron unirse a ellos en su intento de tomar Bosquespeso de los calamares. No eran muy buenos guerreros, pero eran magníficos cazadores, rastreadores y recolectores, y conocían ese bosque como a sí mismos. La mayor parte del esfuerzo que suponía obtener provisiones corría por cuenta de ellos.

Tanto Alysanne como ella habían aprendido de su madre todo lo relacionado con la lucha. Una de las lecciones había sido mantenerse siempre alertas, y era debido a ella que habían mandado partidas de exploración con regularidad. Una de ella le había dado una información muy útil. Había cientos de hombres desperdigados al sur, sobrevivientes de la batalla de Invernalia. Eran hombres que habían sido leales a Stark, Cerwyn, Tallhart, Hornwood. Pero con sus señores muertos o desaparecidos, se habían vuelto hombres quebrados. Sin señores, sin sentido del deber y sin importarles nada más que su propia supervivencia. Habían intentado sumarlos a sus fuerzas, pero la mayoría no tenía interés en unirse. Solo cerca de un centenar se habían sumado a sus fuerzas. Habían puesto al mando de ellos a un hombre juramentado a Hornwood, Moran.

Aunque Alysanne había estado satisfecha con el sencillo juramento de lealtad que había dado Moran, ella había sido más sospechosa. Aun guardaba sus dudas sobre el hombre, pero aun así no negaría que les había sido útil. Había sido él quien contó sobre lo que en verdad había pasado cuando Invernalia fue destruida. Pese a que no confiaba del todo en el hombre, creyó sin dudar cuando le dijo que los Bolton habían cambiado de capas a las puertas del hogar de los Stark y habían matado a los norteños leales al lobo huargo. Quizás fuera porque, después de todo lo que habían hecho, ya no estaba sorprendida de saber sobre más traiciones de los Bolton.

Pero ahora no había posibilidad de vengarse de los Bolton; el único movimiento que podían realizar era el que estaban haciendo. Tratar de tomar Bosquespeso, hogar de la Casa Glover.

Pero aunque tenían la voluntad y la determinación para hacerlo, les faltaba una estrategia con chance de éxito. Tenían una ligera ventaja en números, pero no había forma de utilizarla. Aunque las defensas no eran insalvables, sin duda darían ventaja a los Hijos del Hierro si intentaran asaltar. Y un asedio tampoco era una opción; para hacerlo necesitarían cubrir las dos puertas, y si dividían sus fuerzas los Hijos del Hierro podrían destruir a una antes de que la otra la socorriera. Era una situación complicada y a la vez sencilla. La respuesta al estancamiento actual era obvia: necesitaban más hombres.

No obtendrían nada más de los hombres sobrevivientes de Invernalia. Al este no había nada, al oeste estaba el mar, y al sur solo había casas que apoyaban a los Bolton: Tallhart, Dustin y Ryswell. Así pues, habían mirado en la única dirección que les quedaba: el Norte. Más concretamente, a las montañas del Norte.

Los hombres de los Clanes de las Montañas eran belicosos y feroces, y el más poderoso de los clanes, el Clan Wull, odiaba con pasión a los saqueadores de las Islas del Hierro. Así pues, Alysanne había tomado a cuatro de sus hombres y guiada por dos de los hombres de los clanes había viajado en dirección norte, para tratar de convencer a los clanes de que se unieran. Mientras tanto, ella esperaría a las afueras de Bosquespeso, con el mando de su pequeño ejército.

Había pasado ya una quincena desde que su hermana se fuera, y el no tener noticias de ella le daba la idea de que aún estaba tratando de convencer a los clanes. Si la hubieran rechazado de inmediato, ya habría vuelto.

"Mi señora" un susurro la sacó de sus pensamientos. Apartó la vista de Bosquespeso, que había estado observando oculta entre los árboles, y la centró en el hombre que estaba detrás suyo. El hombre era escoltado por dos hombres de Mormont, con hachas largas en las manos y ceños presentes en sus caras barbudas.

En cuanto lo vio lo reconoció; era uno de los dos hombres que habían ido como guías de su hermana "¿Mi hermana ha vuelto?¿Contamos con el apoyo de los clanes de las montañas?" lo interrogó. No estaba de ánimos para charla inservible.

"No mi señora. Ninguna de las dos" respondió el hombre. Frunció el ceño y eso pareció alentar al hombre a hablar "Lady Alysanne me ha mandado a comunicar lo que pasó desde que llegamos a las montañas"

Tuvo que esforzarse para no hacer una mueca de gracia cuando escuchó que a su hermana se la llamara "Lady". Como si fuera una damita sureña "Bueno, ya me encontraste. Dime que fue lo que pasó" comandó.

El hombre no se demoró "Llegamos sin problemas a las tierras de los Harclay, y la misma noche en que Agnar Harclay nos recibió en su salón llegó un mensajero de los Norrey. Dijo que había venido a informar de la aparición… de Catelyn Stark" el hombre se veía dudoso mientras decía las últimas palabras.

Por un momento Jorelle pensó que había oído mal. ¿Catelyn Stark, la madre del rey Robb y la esposa del difunto Lord Eddard?¿Estaba viva? Y si lo estaba ¿cómo en siete infiernos había llegado a las tierras de los Norrey?

"¿Estás seguro de que el mensajero dijo ese" acentuó la palabra con el tono de su voz "nombre?"

"Lo estoy, mi señora. Yo mismo oí cuando lo dijo" aseguró el hombre.

Pese a que aún no estaba segura de que fuera cierto, se permitió el beneficio de la duda "¿Este mensajero de los Norrey… dijo algo más?" quizás hubiera alguna otra cosa valiosa para escuchar. Algo que aclarara un poco esta historia tan confusa.

"Dijo que Lady Satrk está en esas tierras para informar sobre el reclamo al trono del Norte por parte de Jon N…. Stark, el último hijo de Lord Eddard. Dijo que el hijo de Lord Stark tiene un ejército y que solo es cuestión de tiempo para que se ponga en marcha. Para vengarse de los Bolton y los Frey" dijo el mensajero, con la mirada fija en el piso "Lady Alysanne me pidió que os comunicara que iría a las tierras de los Norrey, para averiguar la verdad por sí misma" concluyó el hombre, aun examinando sus botas.

Jorelle solo atinó a darle un asentimiento antes de dirigirse a la pequeña tienda que poseía. Tenía muchas cosas para pensar. Muchísimas cosas.

Y por ahora eso es todo. Posiblemente estén decepcionados porque no continué con Catelyn, pero no se preocupen. El próximo capítulo será sobre ella.

Bien, manden reviews con sus opiniones, críticas (constructivas), sugerencias y cualquier otra cosa que quieran poner. Serán bienvenidos. Saludos y nos vemos (o leemos) en una semana.

Que estén bien.